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“En Sevilla he encontrado una ciudad musicalmente muy viva”
[Patricia Arauzo. La foto es de Juan Carlos Vázquez]
La pianista Patricia Arauzo debuta en el medio fonográfico con un álbum dedicado en IBS al compositor Karol Szymanowski que se presenta el próximo sábado 17 en el Espacio Turina de Sevilla
Natural de Aranda de Duero, Patricia Arauzo se formó en el Conservatorio Superior de Salamanca con Patrín García Barredo y Claudio Martínez Mehner, pero ella destaca también a su profesor de música de cámara, Kennedy Moretti ("fue muy importante para mí"). Amplió sus estudios en la Academia Liszt de Budapest con András Kemenes, Marta Gulyás y Ferenc Rados y en la Escuela Reina Sofía de Madrid con Ralf Gothoni y Eldar Nebolsin. Después de pasar como profesora por Salamanca y la propia Escuela Reina Sofía en 2017 ganó por oposición la cátedra de piano del Conservatorio Superior de Sevilla.
–¿Qué ambiente ha encontrado en la ciudad? –Mejor del que me esperaba. Me he encontrado con una ciudad cultural y musicalmente muy viva. También una ciudad que nos cuida, y me incluyo, porque yo ya me considero de aquí, aunque sea de adopción. Un cuidado muy especial por la gente de aquí que no había visto por ejemplo en Madrid. Sí que es cierto que Madrid es más grande y es más complicado, pero todo ha sido fácil y bueno para mí en Sevilla. Además también por el puesto de trabajo, que es tan atractivo que para mí ha sido muy fácil, porque venía a hacer lo que quería.
–En ese cuidado se incluye la programación del Espacio Turina, donde presenta el próximo sábado su disco dedicado a Szymanowski que acaba de publicar el sello IBS. ¿Es este su primer disco? –Sí, el primero.
–¿Por qué Szymanowski? –Conozco Máscaras de Szymanowski, que es la que obra da título al álbum, desde los 21 años, porque mis profesores de Salamanca decidieron que era una obra que tenía que incluir en el recital de fin de carrera. Parece que vieron en esa obra y en Szymanowski algo que era muy acorde a mí y lo cierto es que desde que empecé a tocar música de este compositor sentí una afinidad especial, me gusta muchísimo. Así que me quedé con la cosa de que Szymanowski es un compositor muy especial, es poco conocido pero a la vez es de una calidad increíble, recuerda mucho a Chopin, a Scriabin… tenía un montón de cosas que me atraían. Y por eso, cuando hablé con Paco Moya de repertorio para mi primer disco, el me animó para profundizar en Szymanowski a partir de esa obra, y luego abrir el foco hacia algo que tuviera que ver con las máscaras, las artes escénicas, las danzas, y por eso el Vals romántico, las Mazurcas o las Variaciones Op.3, que tienen también dentro una mazurca y un vals.
–Aunque la selección gravite en torno a ese tema de las máscaras, ha incluido obras de periodos muy distintos del compositor. ¿Cómo se nota eso en la música? –Se nota mucho. No fue a propósito, pero luego vimos que había obras de tres periodos y nos pareció interesante porque eso nos ofrecía tres caras del compositor. La primera de ellas en el tiempo es precisamente la que está al final del CD, las Variaciones: es un Szymanowski temprano pero muy maduro ya en la forma de escribir. Estas Variaciones hacen una especie de recorrido por diferentes posibilidades pianísticas, parten de un tema muy sencillo, también muy fúnebre, muy oscuro, que va desarrollando con mucha polifonía, luego mete el ritmo de mazurca, más adelante el del vals, con algunas variaciones que buscan la fantasía sonora, otras la agilidad de los arpegios, mientras la última es un canon complejo con muchos acordes… es como si fuera un catálogo de posibilidades del piano, parecido al que por ejemplo tenemos en el Carnaval de Schumann. También recuerda bastante a algunos preludios de la Op.11 de Scriabin. En el centro estarían el Vals romántico y las Máscaras, que son de este Szymanowski ya más impresionista pero que va buscando su lenguaje.
–Esa es también una música muy programática… –También. Tiene unos trémolos, que usa por todas partes, y que en realidad son muy lisztianos, no son impresionistas, es una especie de fusión de elementos. Y la escritura de este periodo es más compleja. Incluso a veces usa tres pentagramas, o sea, es muy densa. Las Variaciones tienen momentos de densidad pero de otra forma, una densidad propiamente romántica. La selección de mazurcas pertenece a su última época, en la que aparentemente vuelve a una escritura más sencilla, más incluso que en las Variaciones, pero los recursos son más modernos, más complejos. En las de la Op.50 mezcla la politonalidad con el folclore, pero curiosamente las de la Op.62 se parecen un poquito a las Variaciones scriabinianas del principio, es como si hubiera un círculo de involución en su música, por lo menos yo lo veo así.
[Patricia Arauzo en una foto promocional de CD. La foto es de Michal Novak]
–¿Cuál ha sido la principal dificultad técnica que encontró al preparar estas obras? –Después de tanto estudiarlo casi no me había planteado eso. En las Variaciones, lo más difícil está al final con este manejo de acordes arriba y abajo, muy rápidos… tiene que sonar todo ligero, pero no es nada ligero y entre tantísimas notas y tantos acordes, tengo que ser capaz de mostrar el tema, que está escondido, está enmascarado por ahí, como dice Eva Sandoval en sus notas al disco. En las Mazurcas lo más difícil es encontrar la gracia de la danza dentro de esa máscara de politonalidad, algo que no parece muy accesible pero que en el fondo es algo muy sencillo. Y en las Masques, tengo que referirme otra vez a la densidad, a la claridad de los planos sonoros, como en esa variación final a la que me referí antes. Dentro de tantísimas voces, ver qué es lo que tiene que estar en una jerarquía superior y encauzar todo lo demás dentro de un sonido general.
–¿En la presentación del Espacio Turina hará el disco completo? –No, porque no cabe, es un programa demasiado largo. Las tres Máscaras irán al final. Voy a tocar primero una selección de mazurcas, en concreto las cuatro primeras de la Op.50, que están dedicadas a Rubinstein y funcionan muy bien juntas, las dos del Op.62 y el Vals romántico. Esa va a ser la parte de las piezas breves. Luego en el medio, irán las Variaciones, para cambiar el chip, y que el público escuche a ese otro Szymanowski.
–No recuerdo pianistas españoles que hayan grabado esta música. ¿Era también un nicho de mercado este repertorio? –Judith Jáuregui incluyó los Preludios Op.1 en uno de sus discos, pero no conozco a nadie más. Lo que más influyó en mi elección de Szymanowski fue esa afinidad y ese interés que desde hace muchos años me atrapa, pero también vi que podía ser algo interesante para aportar al pianismo español. Para mi primer disco, me pareció que lo mejor era ofrecer algo nuevo, distinto.
–¿Qué lugar podemos atribuirle a Szymanowski en el siglo XX? –Un lugar de primera línea.
–Se lo relaciona siempre con la música francesa, incluido Debussy. –Sí, sin duda hay en su música una influencia francesa, pero también elementos de la música rusa y alemana, y todo con ese sello polaco tan particular, que se aprecia mejor en sus mazurcas. A mí me parece que tiene además un sabor muy mediterráneo.
–Detrás de ello pueden estar esos viajes que hizo por la costa norteafricana, con su trabajo sobre el folclore, que también es una cosa muy habitual en los compositores de la época. –Efectivamente. Esa fusión de elementos lo hacen muy especial para mí, y por eso lo colocaría en primera línea, porque creo que es de una riqueza y de una originalidad que no tiene ningún otro compositor de ese período. Y a nivel pianístico, usa tantas herramientas del instrumento que acaba abriéndote muchos caminos.
–¿Su interés como pianista está vinculado a la música del siglo XX? –Me gusta todo. Mis compositores favoritos pertenecen realmente a todos los periodos de la historia. Tengo una devoción especial por Beethoven, Brahms, Schumann… pero soy una pianista a la que le atrae cualquier tipo de programación. Como solista y, por supuesto, en música de cámara, que me apasiona.
–Así la conocemos principalmente en Sevilla. ¿Ha formado parte de grupos fijos, toca con compañeros habituales? –Desde 2009 soy la pianista del Trío Alborada, un grupo que completan el clarinetista Miguel Expósito y el violonchelista Aldo Mata. También tengo un dúo fijo con el violinista Alejandro Bustamante. En esas dos formaciones nos dieron el premio de la AIE [Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España], que incluye una gira. Eso nos permitió tocar muchas veces juntos y nos consolidó como grupo. Además somos muy amigos y eso ha facilitado la estabilidad.
–¿Tiene algún otro proyecto cercano de concierto en Sevilla? –Voy a tocar en el ciclo de verano del Alcázar con el violinista Pablo Martos. Vamos a hacer un programa que se titula En busca del tiempo perdido, con la Sonata de Cesar Franck como centro, como no podía ser de otra forma. Vamos a tocar también la "Meditación del Niño Jesús" del Cuarteto para el fin del tiempo de Messiaen. Yo haré además una selección del Tombeau de Couperin de Ravel, y él hará también música de Ravel e Ysaÿe en solitario.
–¿Y algún otro proyecto de grabación? – Con el Trío Alborada tengo un máster grabado al que le faltan algunas piezas. Es un proyecto dedicado a Bruno Dozza, que es un compositor estupendísimo. Se retrasó la grabación por la pandemia. Con Alejandro Bustamante voy a grabar también un disco que se titulará Granados en París e incluye obras de Fauré, Poulenc, Granados y unas canciones de Lorca. Esto será en otoño. Y en solitario quiero repetir, porque ha sido una experiencia estupenda.
–¿Eso irá también en IBS? –No, pero con IBS tengo algún proyecto de quintetos españoles y yo, por supuesto, si vuelvo a grabar sola lo haré con ellos porque son extraordinarios.
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–¿Por qué le interesan tanto los discos? –Son una carta de presentación, sobre todo. Pero para mí tiene otro atractivo fundamental: conservar algo que pueda escucharse durante mucho tiempo.
–¿Ha escuchado mucho ya su propio disco? –Lo he escuchado mucho para la edición. Después la verdad es que no me ha dado tiempo. Pero me entrevistaron para el programa La Dársena de Radio Clásica, y me gustaron muchas las pistas que pusieron. Había pasado un tiempo, lo había dejado descansar y al retomarlo pensé, "pues mira, ha quedado bien".
–Grabó en mitad de la pandemia. –Sí, en julio, es increíble, después de pasar tres meses y medio en una casa con mi madre en la sierra, con un piano vertical hecho polvo, desafinado... Lo tenía estudiado de antes, pero tuve mucho tiempo para darle vueltas y reflexionar sobre la música. A mí el disco me salvó ese momento por estar con un proyecto tan ambicioso en mente, no paré de estudiar en ningún momento.
–¿Y ahora cómo ve la situación, con más optimismo? –Me pusieron la primera dosis de AstraZeneca, pasé dos días en la cama hecha polvo, pero bien. No sé qué decirle de la situación. Trato de mirarlo con un poco de optimismo porque lo necesitamos, mejor verlo así.
[Diario de Sevilla. 12-04-21]
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