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Amor predestinado.
La primera vez que nos vimos no hizo falta que articuláramos una palabra, porque nuestras miradas lo dijeron todo.
La conexión que surgió entre nosotros era tan intensa que las palabras sobraban. Nos entendíamos a través de las miradas.
El silencio se convirtió en nuestro lenguaje secreto; cada gesto y sonrisa hablaban por sí mismos. En ese momento, supimos que estábamos destinados a encontrarnos y que nuestro amor sería eterno.
-Metamorfosis.
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