#alfombras de exteriores
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jamesconcannonart · 1 year ago
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Rooftop - Deck Example of a large beach style rooftop deck design with a pergola
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mightymalfoy · 1 year ago
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Rooftop - Deck Example of a large beach style rooftop deck design with a pergola
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witchelbi · 1 year ago
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Deck - Beach Style Deck
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Large beach style rooftop deck photo with a pergola
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gaboobers · 2 years ago
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Beach Style Deck Example of a large beach style rooftop deck design with a pergola
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deathofapig · 1 year ago
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Barcelona Roof Extensions An illustration of a modern, mid-sized deck with a roof extension
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typocode · 2 years ago
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Barcelona Roof Extensions An illustration of a modern, mid-sized deck with a roof extension
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deepinsideyourbeing · 8 months ago
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Fuera de Foco - Felipe Otaño
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Preludio ♡
+18! SoftDom!Pipe. Begging, (leve) choking, (posible) dacrifilia, dirty talk, (breve) edging, fingering, masturbación, sexo sin protección, sex toys, size diference/size kink, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Es de madrugada cuando Felipe se arroja sobre su cama luego de un relajante baño caliente. El aire del exterior es gélido y él se refugia bajo las mantas convencido de que el agotamiento de su cuerpo lo arrastrará hacia un sueño profundo; mientras tanto juega con su teléfono con la esperanza de no olvidar conectarlo antes de dormirse y también chequea sus redes sociales, eventualmente olvidando el paso del tiempo.
El sonido de una notificación lo sorprende y toca el ícono para ver de qué se trata, pero se lamenta inmediatamente cuando la imagen carga y lo primero que ve es tu cuerpo adornado con un delicado conjunto de lencería bajo tu pijama de seda. Se arroja con fuerza sobre la almohada e intenta reprimir todos esos pensamientos que normalmente le quitan el sueño… en vano, porque no puede evitarlos así como tampoco puede evitar su erección.
Normalmente no contestaría tus historias, limita sus interacciones a tu página azul porque allí es donde más probabilidades hay de obtener respuesta –sobre todo cuando acompaña sus mensajes con una generosa propina-, pero no está utilizando su cuenta pública de Instagram y eso le da el valor que necesita para arriesgarse.
Quería dormir y ahora no puedo, escribe y presiona enviar antes de poder arrepentirse. Bloquea la pantalla de su celular e intenta contener la sonrisa mordiéndose los labios, luego desbloquea el dispositivo y su pulso se incrementa cuando descubre que estás escribiendo una respuesta.
“perdón…?” es el mensaje que recibe. Contiene la respiración mientras espera que continúes escribiendo, pero con el correr de los segundos comprende que eso será todo y también que es lógico que no quieras conversar con alguien en plena madrugada. Acepta la derrota y está a punto de darle me gusta a tu mensaje para retirarse en silencio, pero lo interrumpís:
“qué lindos ojos! lo digo por tu foto de perfil :)”
Suelta una risa de puro éxtasis y dirige una mirada a su ventana, el espacio milimétrico entre las cortinas permitiéndole ver la tenue luz proveniente de tu habitación. Se pregunta por qué estás despierta tan tarde, por qué mantenés las luces encendidas y las cortinas abiertas, dudas que refleja en un mensaje antes de reparar en ello.
Vos también tenés lindos ojos :) Y creo que también andás con insomnio…
“tuve un día un poco agitado estaba tan cansada que cuando llegué a casa dormí siesta y ahora no puedo dormir vos qué hacés despierto a esta hora?”
Recién llego de un viaje de trabajo contesta, ignorando la voz en su cabeza que grita para advertirle que no debería mencionar ciertos detalles de su vida. Le gustaría saber qué te llevó a contestar su mensaje y chequear su perfil, lleno de fotografías que tomó con su cámara en algún que otro viaje, pero sin importar la respuesta pretende hacer lo posible para conservar tu atención.
“no me conviene preguntar de qué trabajas, no? ☠️”
Audiovisuales responde con simpleza. No es del todo una mentira, ¿no? El término resume perfectamente sus estudios y su profesión actual y cree que no habrá problema en tanto no se te ocurra pedirle que te enseñe alguno de sus trabajos (¿está soñando que la conversación llegará lo suficientemente lejos? Se reprende mentalmente por ser tan patético).
“ah, como yo ;)”
Se desliza fuera de la cama riendo y camina hacia la ventana sin dejar de ver la pantalla. La nueva habitación todavía le resulta extraña y la falta de iluminación no le permite ver la maleta –la dejó tirada allí antes de bañarse- con la cual tropieza: deja caer el teléfono y cuando intenta tomar su pie adolorido cae sobre la alfombra, que sirve para amortiguar el golpe pero no la vergüenza que siente.
Se sujeta de las cortinas para reincorporarse y sólo repara en la gravedad de su error cuando los soportes en la pared ceden y la barra metálica golpea su frente. Se lleva ambas manos al rostro y masajea con sus dedos la zona adolorida, intentando recordar en qué momento activó el modo auto-destrucción y también preguntándose cómo puede ser tan idiota.
Evita moverse por temor a sufrir otro golpe y contempla a través de la ventana una pequeña franja del cielo nocturno. Es demasiado tarde, tal vez es también demasiado temprano, son escasas las luces que titilan en el firmamento y no encuentra explicación al resplandor que golpea los cristales e ilumina la pared de su habitación con movimientos frenéticos.
-No- escucha el pánico en su propia voz-. No, no, no.
Se estira para tomar su teléfono y desbloquea la pantalla, la cual para su alivio está aún intacta. Teclea lo primero que se le ocurre y  luego se arrastra sobre la alfombra para lograr alejarse de la ventana, reincorporándose una vez que está seguro de que la pared cubre por completo su cuerpo y que tu linterna no logrará localizarlo si permanece escondido allí.
Abraza sus rodillas, temblando de frío mientras espera tu respuesta y mordiendo sus uñas para calmarse. Desearía ser mejor vecino y mejor hombre, también ser más inteligente y muchísimo menos torpe, pero de poco sirve arrepentirse luego de prácticamente destrozar su habitación en su afán por ver cómo lucías mientras hablabas con él.
Tu respuesta no llega y Felipe, que sólo lleva puestos una camiseta y un bóxer, muere de frío.
Dirige su teléfono hacia la ventana y ayudándose con la cámara observa a través de la pantalla tus cortinas cerradas: las luces de tu habitación están apagadas, seguro, pero eso no le garantiza que no estés espiando tal como él suele hacer a diario. Lleva una mano a su rostro, frustrado, quejándose cuando su palma le recuerda el dolor del golpe.
Se lamenta profundamente porque por fin tenía un día libre, planeaba dormir hasta tarde y ordenar comida para no tener que molestarse cocinando… Y ahora nada de eso podrá ser, ya que en cuanto despierte tendrá que buscar la manera de arreglar las cortinas e ingeniárselas para no llamar tu atención en el proceso.
Son pasadas las diez de la mañana cuando Felipe despierta en el sofá, desorientado y con las extremidades adormecidas por la incómoda posición en la que durmió. Rescata su teléfono de entre los cojines y aunque juró no continuar con sus malos hábitos, lo primero que hace es entrar a Instagram para chequear tus historias: tu desayuno, tu outfit, flores (cree saber a qué edificio vecino pertenecen) y por último una historia con el link de tu página, acompañada por el texto “Buenos días a todos ♡”.
Hace click sobre el enlace y una vez que el video comienza se recuesta sobre su espalda para mayor comodidad. Sigue tus manos cuando desabotonás lentamente la camiseta de tu pijama y la seda que cae para revelar tus pechos desnudos y tus pezones erectos por el frío, sensibles en extremo a juzgar por los quejidos que se oyen cuando tirás de ellos.
El masaje en tus pechos es acompañado por tus suspiros y respiraciones temblorosas, además de algún que otro comentario sobre cuánto te gustaría tener con quién despertar durante los días más fríos. Felipe no tiene idea de si tus palabras son ciertas o no, pero suenan lo bastante genuinas como para darle ideas de todo tipo y empeorar su estado.
Tira de su ropa interior para liberar su miembro y comienza a masajear su erección con movimientos lentos, casi perezosos, siguiendo el ritmo de tus propias manos sobre tu cuerpo. Jadea cuando ve que tu respiración comienza a acelerarse y que rozás tus muslos, como si llevaras ya una eternidad esperando por una caricia.
Tu contenido tiene siempre pequeños detalles que lo hacen sentir menos como producciones y más como encuentros verdaderamente íntimos, así que no se sorprende cuando en busca de una mejor posición se te escapa una pequeña risa (sólo la mitad inferior de tu rostro es visible esta vez) y comenzás a hablar sobre lo difícil que fue acomodar el trípode sobre tu cama.
-Además tenía mucho sueño- y bostezás-. Ojalá tuviera alguien que me ayude, me vendría bien tener de acompañante a alguien que sepa más sobre ángulos y tomas.
No es posible que recuerdes la conversación que tuvieron en la madrugada, ¿o sí? Porque adoraría ayudarte con lo que sea, por vos solucionaría cualquier problema técnico y también los otros, esos que provocan que te muerdas el labio con fuerza cuando tus dedos trazan una línea desde tu pecho hasta tu ombligo para luego colarse debajo de tu pantalón.
Tus labios se separan en un gesto de aparente sorpresa y dejás salir un gemido casi inaudible. Felipe sabe mucho antes de que muestres tus dedos brillantes ante la cámara que tu sorpresa es debida a la humedad que encontrás entre tus piernas y también sabe que esta no es producto de los escasos minutos que llevás grabándote. Se pregunta si despertaste excitada luego de algún sueño húmedo o si te encontrabas así horas atrás, cuando hablaste con él.
Intenta contenerse y no acelerar sus movimientos cuando te deshacés de toda tu ropa, permitiendo ver tu piel humedecida con tu excitación. Separás tus piernas para regalar una mejor vista de tu centro, tan tentador como para que Felipe quiera perderse en vos cada vez que lo ve, y cuando comenzás a acariciar tus pliegues y tu clítoris te mordés los labios.
Su mano imita el ritmo de la tuya cuando vuelve a ascender hasta tus pechos, masajeándolos y tirando de tus pezones, los cuales parecen suplicar por todavía más atención gracias a las bajas temperaturas. Ahoga un gemido cuando se permite jugar con su punta goteante y sensible, pero sólo lo hace porque no quiere opacar tus sonidos angelicales.
Conducís tus dedos hacia tu entrada y muy lentamente deslizás uno en tu interior, utilizando los otros para separar tus pliegues manchados con tu esencia. Cuando comenzás a mover el dígito entre tus paredes y rozás tu punto sensible gemís; Felipe no puede evitar recordar todas las veces que tuviste que batallar con tus propias manos y las cantidades de lubricante que necesitaste en tantas ocasiones para poder utilizar un dildo, lamentándote por no lograr introducirlo por completo.
Rodea con sus dedos y presiona la base de su miembro cuando nota entre las sábanas el dildo que admitiste usar pensando en él (y todavía le cuesta creer que ese sea uno de los efectos de su fama). Perdió la cuenta de cuántos orgasmos tuvo rememorando la manera en que dijiste su apodo durante aquella transmisión y cómo relataste el escenario que imaginabas con él.
Pronto son dos los dedos que preparan tu entrada y arrancan gemidos de tus labios, un poco hinchados y enrojecidos por tanto morderlos, y no pasa mucho tiempo antes de que tomes el juguete junto a la almohada y lo cubras de lubricante con movimientos que simulan otra cosa.
Utilizás la punta -que muchas veces es lo único que lográs tomar dentro tuyo- para jugar con tu clítoris por unos minutos y luego dejás caer tus manos hasta que esta roza tu pequeña entrada. Estás desesperada y es aún más evidente cuando presionás el dildo con fuerza, en un inútil intento de complacer inmediatamente tu necesidad.
Sollozás, ya sea por el ardor de la penetración o por tu excitación, y tu voz causa estragos en el cuerpo de Felipe. Acelera los movimientos de su mano y se ayuda de su muñeca, oyendo cómo los obscenos sonidos de su miembro comienzan a mezclarse con los sonidos que provoca el dildo en contacto con tu humedad.
Intenta controlarse, hace un esfuerzo prácticamente inhumano para no dejarse ir, pero contenerse es difícil cuando en su mente es él quien está atacando tu cálido y estrecho interior. Imaginó miles de veces cómo se sentiría tenerte bajo su cuerpo, todas las cosas que haría para complacerte y para arruinarte, y el ángulo que escogiste para el video sólo alimenta esa fantasía.
El orgasmo lo golpea repentinamente, corta su respiración y parece detener su pulso por completo, pero continúa acariciándose hasta que su sensibilidad y la sobre estimulación lo superan. Cuando por fin se detiene, jadeando y apretando los párpados con fuerza, todavía siente sus latidos acelerados y es alarmante la rapidez con que sube y baja su pecho.
En la pantalla de su celular tu video está aún reproduciéndose y ve los espasmos de tu cuerpo, pero lo que más llama su atención es el movimiento de tus labios y cómo parecen dibujar dos sílabas en particular. Su miembro palpita y unas últimas gotas de semen caen sobre su abdomen, uniéndose al no tan pequeño desastre que mancha su piel.
Casi de manera cronometrada recibe un mensaje tuyo y sólo entonces recuerda que lo último que te preguntó durante la madrugada estaba relacionado a cámaras y micrófonos.
Cuando relee tu respuesta y comprende lo que significa puede sentir que toda la sangre de su cuerpo vuelve a alojarse entre sus piernas y también su corazón latiendo con fuerza, pero esta última sensación intenta ignorarla.
“si tenés alguna recomendación podemos charlarlo profesionalmente con un café ;)”
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Días más tarde entrás a una cafetería y lo primero que notás es que está casi desierta; lo segundo, consecuencia del silencio generado por la ausencia de personas, es la claridad con que se oye la música que resuena en el lugar. Aún en la entrada tirás de la bufanda que protegía tu cuello del frío exterior y te quitás el abrigo cuando la calefacción comienza a agobiarte.
Escaneás el lugar y encontrás un suéter azul –que enmarca de maravilla la espalda ancha de tu cita- en una de las mesas más alejadas de la entrada. Tus pasos suenan sobre la duela brillante cuando caminás con fingida seguridad, procurando esconder los nervios que te consumen y la forma en que tus piernas tiemblan hasta casi hacerte tropezar.
Te aclarás la garganta cuando llegás a la mesa y Felipe voltea rápidamente, pálido y con los labios entreabiertos. Sus ojos son más impresionantes en persona, iluminados por la luz solar filtrándose a través de los ventanales que dan al jardín del establecimiento, y no estás segura de cuál es el color que utilizarías para describirlos.
-Hola- le sonreís, acariciando delicadamente su hombro antes de inclinarte para besar su mejilla. Tomás asiento frente a él y ante su silencio agregás:- ¿Todo bien?
-Bien, ¿vos? ¿Tuviste problema para llegar?
Negás y en un intento de calmar los latidos de tu corazón acomodás el delicado centro de mesa, un pequeño frasco de vidrio con flores frescas. Es la primera vez que visitás el pintorezco lugar que Felipe escogió para que se encontraran y te encanta la decoración, la música reproduciéndose y, por sobre todo, la compañía.
-Vivo cerca- explicás-. Pero eso ya lo sabías, ¿no?
Percibís la agitación en su respiración y te parece tierna la forma en que evita el contacto visual. Toma una bocanada de aire, se relame los labios y cuando los separa para hablar lo interrumpe la mesera que viene a tomarles el pedido, quien parece ignorar que llegaste hace unos pocos minutos y los observa extrañada cuando ambos comparten una risa por la incomodidad.
Te alegra ver en la mejilla de Felipe la huella de tus labios.
-Y vos ya sabías que era yo cuando me respondiste, ¿no?- contesta cuando vuelven a estar solos.
-Y mucho antes de eso ya sabía que eras mi vecino- tus dedos juegan con las flores en la mesa-. Y que te gusta espiarme todos los días, ¿o por qué creés que no cerraba las cortinas?
En pocos segundos la vergüenza hace arder su rostro y sus pecas resaltan como estrellas en sus mejillas ruborizadas. Permanece en silencio y concentra su atención en las flores con las que entretenés tus manos, permitiendo que sus largos dedos rocen los tuyos cuando acaricia los pétalos.
-Entonces supongo que no te interesan mis consejos sobre cámaras y micrófonos.
Soltás una risa y él te imita, más relajado.
-En realidad sí, me gustaría que me aconseje alguien con más conocimiento que yo- confesás-. Además miré varios cortos que dirigiste y me encantaron.
-¿De verdad?
-De verdad- te mordés los labios y te cubrís el rostro con las manos-. Soy tremenda fangirl.
-¿Y yo…?
Cuando volvés a reír te sonríe y te cuesta horrores dejar de mirar sus labios y la forma que toman cada vez que esboza una sonrisa o habla. Parece sentirse más cómodo, se ve mucho menos tímido de lo que lucía durante los primeros instantes del encuentro, y para cuando la mesera regresa con sus pedidos sólo mantiene sus ojos en vos.
La conversación se desarrolla de manera fluida y cuando pregunta es fácil compartirle los detalles sobre tu trabajo: qué te llevó a decidir incursionar en la creación de contenido para adultos, cómo fueron los largos primeros meses cuando todavía no tenías mucho público, cómo te sentiste con la mirada de las personas que sabían a qué te dedicabas.
En todo momento es respetuoso, amable, comprensivo y parece no importarle en lo absoluto la naturaleza de tu profesión. Hablan sobre cámaras y micrófonos, justo como habían acordado, pero luego la conversación toma un rumbo alejado de los aspectos técnicos que pretendían tratar y es así como te enseña su galería repleta de fotos que tomó durante viajes y en otros momentos.
Escuchás con atención cuando habla sobre la película que lo arrojó al estrellato, ofreciendo anécdotas divertidas y otras que no lo son tanto, reflexiones sobre las consecuencias de una experiencia como la vivida durante el rodaje y sus pensamientos respecto a este. Sus manos moviéndose acompañan su voz en todo momento y cuando nota tus ojos siguiéndolas evita comentarlo.
La agradable compañía y la familiaridad nacida en cuestión de minutos provoca que ambos pierdan la noción del tiempo, ignorando el cielo oscureciéndose o el reloj en la pared y sus agujas que caen, caen y caen. Comparten algún que otro dulce, le hacés saber sobre las migas en su rostro y en un momento de atrevimiento borra una mancha de azúcar glass de la comisura de tus labios.
-¿Y esta semana qué tenés planeado?- preguntás mientras tomás tu abrigo de la silla. Luego de ordenar otra taza de café uno de los empleados se acercó para informarles que estaban próximos a cerrar y deslizó sobre la mesa la cuenta, por la cual Felipe y vos pelearon hasta que dejaste de insistir.
-Con suerte descansar un poco- abre la puerta para permitirte salir primero-. ¿Vos…?
-Renegar con mi cámara y el programa de edición que uso para los videos.
-¿Por qué?
-El formato de los archivos- contestás cuando se detienen en una luz roja-. Ya no sé si el problema es la cámara, la computadora, el programa…
Caminan lentamente, deshaciendo el camino que los llevará a ambos a sus respectivos hogares y fingiendo no notar que se encuentran un poco muy cerca el uno del otro, tanto que cuando el viento corre su perfume invade tus sentidos de la manera más placentera y es por eso que decidís no acomodar tu bufanda.
La tarde es casi noche y mientras cruzan el parque del vecindario, repleto de hojas secas e iluminado por los faroles, Felipe finge que no observa tu rostro y tu cabello, tus labios moviéndose mientras hablás de algo que apenas procesa, sin saber que vos estás haciendo lo mismo cuando se te presenta la oportunidad.
-Cuando quieras te puedo ayudar- susurra al detenerse frente a la puerta de tu edificio, jugando con sus llaves y haciéndolas tintinear dentro del bolsillo de su abrigo.
Frotás tus manos, cubiertas con unos delicados guantes pero aún así frías y temblorosas, y observás a Felipe con la intensidad suficiente para memorizar todos los detalles de su rostro. Podés apreciar cada respiración que escapa de sus labios gracias a la temperatura, la cual no deja de descender, y también cómo intenta mantenerse en calor moviéndose sutilmente de un lado a otro.
-¿Ahora estás ocupado?
-No.
-¿Subimos?
Felipe te sigue hacia el interior de hogar y luego a tu habitación sin poder creer lo que sucede: la cama que tantas veces deseó conocer esta deshecha y aún así se ve prolija, el escritorio donde muchas de tus transmisiones inician sólo lo ocupan tu set-up junto con algunos libros, y puede ver a través de tus cortinas su ventana.
Te sentás en la cama y, concentrada en el menú de la cámara entre tus manos, no percibís su figura acercándose hasta que sus piernas entran en tu rango de visión. Dejás de jugar con los botones del dispositivo, un tanto avergonzada, y cuando su mano toma tu mentón para obligarte a mirarlo te forzás a no cerrar los ojos.
-¿Por qué estamos acá?
-Para que me ayudes.
-¿Con qué…?- acaricia tu labio inferior con su pulgar-. Y no me mientas.
Tomás con una mano su muñeca, obligándolo a permanecer en su lugar, y capturás su dedo entre tus labios para luego succionar con fuerza. Mantenés el contacto visual y podés apreciar el efecto que tienen tus acciones cuando tu lengua acaricia su piel y cuando comenzás a mover tu cabeza de arriba abajo.
-Te das cuenta de lo peligroso que es lo que hiciste, ¿no?- asentís y cerrás los ojos-. ¿Y todo por qué? ¿Querías qué…?
Presiona tu lengua con su pulgar y tira de su mano para desocupar tu boca, pero en lugar de alejarse acaricia tu mejilla y suspira cuando recostás tu rostro en su palma cálida. Acaricia tu pómulo con su pulgar aún húmedo y ante la falta de respuesta alza una ceja.
-Te quería a vos.
-¿Por qué?
-Porque me gustás.
-No me conocés- razona.
-Nos conocemos mejor de lo que creés- parpadeás rápidamente, nerviosa-. Me acuerdo de todos tus mensajes y de todas las cosas lindas que siempre me dijiste.
-¿Hace cuánto sabías que era yo?
-Desde que cambiaste la foto de perfil- confesás-. Tu nombre de usuario me parecía obvio y con esa foto de tus ojos…
Antes de terminar la oración Felipe te empuja contra el colchón y te acorrala con su cuerpo, haciéndote sentir indefensa y atacando tus labios antes de que puedas reaccionar. El beso es hambriento pero sus manos sobre tu figura son gentiles y sólo te exploran luego de oírte gemir. Entre besos pregunta:
-¿De verdad soy tu favorito?
-Obvio- sonreís-. Hace mucho, mucho, mucho.
Te responde igualando tu sonrisa y luego comienza un camino de besos en tus labios que baja por tu mentón y se detiene en la piel sensible de tu cuello hasta que tus gemidos se asemejan más a sollozos. Se aparta unos centímetros para chequear tu rostro, asegurándose de no estar ignorando cualquier límite.
Aún bajo el foco de sus atentas pupilas dilatadas arqueás tu espalda para poder sacarte el suéter y también la camiseta, permitiéndole ver el sostén que adorna tus pechos y su color contrastando con tu piel. Su mano rodea tu cintura y su pulgar acariciando la zona de tus costillas amenaza con hacerte reír.
-Si en algún momento querés que pare…
-No quiero que pares- y para dar énfasis a tus palabras alzás la cadera y rozás tu pelvis con su erección, haciéndolo jadear contra tus labios-. Por favor.
Adorna tu piel con besos húmedos, muerde tus clavículas para hacerte temblar y besa tus pechos por sobre el encaje, su lengua jugando con tus pezones visiblemente erectos a través de la tela. Sujeta tu cadera con firmeza para evitar más de tus movimientos provocadores y ante esto tirás de su cabello para rogar por más.
-¿Estás segura?
Acariciás su mejilla y tu voz tiembla cuando -perdiéndote en la seguridad que te brinda su mirada honesta y cálida- en lugar de dar una respuesta decís:
-Tus ojos parecen acuarelas.
La profundidad de tu observación y tu elección de palabras resultan encantadoras y busca refugio en tu cuello para evitar decir algo que lo deje en ridículo e intentar recomponerse, tomando respiraciones profundas. Exhala y su aliento sobre tu piel te hace temblar.
-No me respondiste- te recuerda cuando se aleja-. ¿Estás segura?
-Yo sí, ¿y vos? ¿Estás seguro?- jugás con un mechón de su cabello que cae y roza tu mejilla, intentando ignorar la extraña culpa que sentís con tan sólo pensar en lo que dirán otros-. ¿No te da cosa que...?
Te interrumpe con un beso.
-No.
-Entonces...
-¿Qué querés?
-Que me toques.
El ardor en tu rostro resulta insignificante una vez que sus dedos se deslizan entre tus pechos y por sobre tu estómago, dejando un rastro de fuego que conduce hacia el calor entre tus piernas. Desabotona tu pantalón y cuando llega a tus pliegues te encuentra completamente húmeda, tanto como para humedecer también tu ropa interior.
Gemís cuando te acaricia con movimientos suaves y delicados, dibujando círculos sobre tu punto más sensible mientras estudia las expresiones que transforman tus rasgos. Su tacto quema en el mejor de los sentidos y que sea él quien te toca sólo maximiza tu placer, haciéndote gemir más fuerte y con más frecuencia.
En pocos minutos te permite saborear tu orgasmo y cuando lo mirás, entre sorprendida y atontada, murmura alguna que otra palabra de aliento sobre tus labios. Besa tus párpados, muerde tus pezones sensibles y te sonríe cuando arqueás tu espalda buscando más contacto... Pero entonces sus movimientos cesan y se aparta.
-Estaba por...
-Todavía no.
Te gustaría reclamarle pero la profundidad de sus ojos basta para desorientarte y también para que desees complacerlo. Tira de tu ropa hasta despojarte de ella, prácticamente escaneando cada centímetro de piel que le es revelado, y cuando vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo sus manos separan tus piernas con delicadeza extrema, como si temiera herirte.
Felipe finge que el ver tu intimidad en persona no le roba la poca cordura que le queda y vos intentás ocultar que tu excitación sólo empeora bajo su escrutinio; ambos fracasan, por supuesto, porque él no logra apartar su mirada de tu entrada brillante y vos goteás.
Te estremecés cuando vuelve a tocarte y tu mano toma su brazo con fuerza por la intensidad de sus atenciones. Humedece tus pliegues y luego toda tu entrepierna con tu excitación, que no deja de bañar sus dedos cada vez que rozan tu entrada, juega con tu clítoris hasta que tus muslos amenazan con cerrarse y se detiene, retomando luego de segundos el ritmo que –a juzgar por tus reacciones- te enloquece.
Estás tan mojada que no puede evitar tantear tu entrada con su dedo medio e introducir sólo la punta del mismo, moviéndolo sin prisas e insistiendo hasta que tus paredes estrechas permiten que este se deslice por completo en tu interior húmedo y ardiente.
Curva el dígito en busca tu punto dulce y cuando lo encuentra gemís, aferrándote a su cuerpo. Intentás comprender cómo logra acertar con todas y cada una de sus acciones, pero cualquier rastro de claridad en tu mente está desdibujándose y te es difícil pensar.
Entre gemidos y balbuceos Felipe cree distinguir su nombre.
-¿Querés más?
-Sí, por favor- suplicás con voz entrecortada. Sus ojos parecen oscurecerse y de no ser por el contexto creerías que su ceño fruncido y sus labios apretados son un indicio de molestia-. Por favor, más…
Tu interior ahora vacío te hace gemir de angustia y la única solución que Felipe encuentra para silenciarte es atacar tus labios y el interior de tu boca con su lengua. Continúa besándote mientras acaricia tu entrada con dos dedos y cuando presiona con fuerza bebe de tus gritos, producto del ardor.
Golpeás su pecho y sin dejar de jugar con tu sensibilidad rompe el beso para poder observarte, buscando cualquier pequeño indicio que le haga saber que debe parar y encontrando en los sonidos que emitís motivos para únicamente seguir satisfaciéndote.
Redobla el ritmo y cubrís tu boca para ahogar un grito. Tus párpados se cierran con fuerza y dejan caer las lágrimas que hacían arder tus ojos. Tus mejillas y las sábanas bajo tu cabeza se humedecen con rapidez pero Felipe, muy lejos de detenerse, continúa tocándote.
-¿Dónde está?
Estás completamente inmersa en el placer y no lográs descifrar sus palabras, así que optás por ignorar su pregunta y centrarte en llegar al orgasmo. Tirás de su suéter con fuerza, tanta como para rasgar el tejido, los dedos de tus pies se contraen y también los músculos de tu abdomen cuando oís los sonidos de tu humedad.
Tomás aire y estás a punto de dejarte llevar, pero tu clímax nunca llega porque Felipe se detiene nuevamente. Te abandona en la cama, ignorando tus quejidos justo como vos ignoraste la pregunta que él hizo, y rebusca entre los cajones de la mesita de luz hasta hallar el lubricante que siempre utilizás.
Comienza entonces a desvestirse y no logra ocultar su nerviosismo: sus manos tiemblan cuando tira de su cinturón y lo deja caer sobre la alfombra, también cuando desabotona sus jeans y baja la cremallera, dejando entrever su ropa interior manchada con sus fluidos y el contorno de su erección.
Desnuda también su torso y cuando ves  sus abdominales trabajados y su pecho tonificado te es imposible no suspirar. Cuando regresa a tu lado tu mano recorre todo lo que alcanza, desde su mejilla hasta su cuello -donde podés sentir su pulso- y también sus pectorales.
Tus dedos siguen el rastro de vello hasta perderse bajo su ropa interior, encontrando allí su miembro cálido y asombrosamente -aunque no sea sorpresa alguna- pesado. Tus movimientos lentos parecen gustarle y muerde su labio antes de tocar tu frente con la suya, permitiéndote apreciar sus largas pestañas rozar su piel.
-¿Te la puedo chupar?
-No voy a aguantar- lamenta-. Y no doy más, necesito cogerte.
Suspirás y la necesidad tira de tus músculos.
-Y yo necesito que me cojas.
Se deshace de su ropa interior y sólo entonces comprendés la gravedad de la situación: Felipe es alto, musculoso, y sus grandes manos tienen una razón de ser que no se reduce a adornar tu cuello. Soñaste e imaginaste mil veces con este momento, pero en todas tus fantasías su tamaño era... bueno, menos peligroso.
Intentás disimular la inquietud que ensombrece tus pensamientos, permitiéndole bañar tus pliegues y tu entrada con lubricante antes de aplicar el producto sobre sí mismo, pero cuando vuelve a buscar consentimiento en tu rostro sólo halla pánico y se detiene.
-No pasa nada- asegura-. Podemos parar o hacer otra cosa...
-No quiero hacer otra cosa, quiero que me la metas.
-Pero...
-Por favor- y masajeás su erección, palpitante y necesitada de atención-. Por favor, Pipe.
Felipe obedece, por supuesto, porque él también soñaba con vivir un momento así a tu lado. Observó mil veces cómo utilizabas tus dedos y tus batallas con dildos de menor tamaño, pensando en todos esos momentos cómo te arruinaría por completo y cómo tu única opción sería rendirte ante él.
Acaricia tu clítoris con su glande y luego lo guía hacia tu entrada, donde se detiene unos instantes mientras espera cualquier señal de arrepentimiento. Cuando tu mano se posa sobre su cadera sus dudas e inseguridades se desvanecen y comienza a penetrarte, siempre atento a las reacciones de tu cuerpo y en tu rostro.
Arrojás la cabeza hacia atrás y escoge ese momento para besar tu cuello en un intento de distraerte del dolor. Parece funcionar porque tus gemidos comienzan a caer de tus labios y te relajás tanto que él logra introducir otros cuantos centímetros entre tus paredes, las cuales se contraen sin cesar.
Lleva su pulgar a tu clítoris y comienza a jugar con el mismo con la esperanza de que te relajes aún más, pero también porque desea llevarte una vez más cerca de tu orgasmo para tal vez volver a privarte de él. Tu respiración es acelerada y tus pechos aún prisioneros de tu sostén llaman su atención.
Arranca la pieza de lencería de tu cuerpo y mientras continúa dibujando círculos en tu centro masajea con su otra mano tus pechos, dedicándole un par de minutos a cada uno y adorando escuchar todos los diferentes sonidos que te arrebata.
Mareada por las sensaciones y por su dedicación a tu placer te reincorporás, descansando tu peso sobre tus codos para poder admirar lo que sucede entre tus piernas. Tu respiración parece detenerse y mirás a Felipe con una mueca de incredulidad, preguntándole silenciosamente si ve lo mismo que vos.
-No va a entrar toda.
Toma el lubricante y arroja otro poco sobre su miembro.
-Vamos a hacer que entre.
Te dejás caer sobre el colchón y él cumple con su palabra. Mueve su cuerpo lentamente contra tu centro, desapareciendo la distancia que los separa y consolándote con las caricias de sus labios o limpiando tus lágrimas cuando el ardor de la penetración te hace temblar y protestar.
Tus ojos nublados no te permiten ver el movimiento de las agujas del reloj, el cual reposa junto a tu cámara sobre tu mesita de luz, por lo que no tenés manera de saber cuánto tiempo transcurre hasta que Felipe logra introducirse por completo en tu interior.
Descansa su peso sobre sus brazos y el movimiento de su cadera lo acompaña con besos en tus mejillas y en tu boca, las caricias de sus labios sobre los tuyos siguiendo el ritmo creciente de sus estocadas.
Abrazás su cuello y lo atraés aún más hacia tu cuerpo, desesperada por obtener más contacto y provocando con la nueva cercanía que su pelvis estimule tu clítoris. Tus gemidos aumentan sumándose al conjunto de sonidos obscenos que resuenan en tu cuarto y entre los cuales se escucha tu humedad.
Felipe jadea y también sisea, todavía más excitado, cuando tus uñas dejan marcas en su piel. Deja de preocuparse por la intensidad y la profundidad con que abusa de tu interior pero no se preocupa, porque tus gemidos son confirmación y guía suficiente.
Su mano se desliza entre tu cuerpo y el suyo pero en lugar de tocarte, como esperabas, la posiciona sobre tu abdomen bajo y ejerce presión para permitirte sentir la profundidad que alcanza en tu interior. Gritás por lo placentero de la sensación y él sonríe, una arrogancia impropia de su persona adornando su belleza.
Tomás su muñeca y tirás para que se detenga, creyéndote incapaz de tolerar el placer que el peso de su mano te otorga, pero él no cede y es así como finalmente te permite disfrutar de tu orgasmo. Rodeás su cadera con tus piernas y llorás bajo su cuerpo, padeciendo el placer que nubla tu mente, anuda tu lengua y te desorienta.
Recuperarte no es un lujo que te puedas dar porque mientras los espasmos aún te recorren Felipe manipula tu cuerpo para dejarte boca abajo, sentándose sobre tus muslos y acariciando tu centro todavía sensible con su punta. Cuando vuelve a penetrarte jurás sentirlo mucho más profundo que antes.
Con sus manos separa tus glúteos para poder apreciar mejor la forma en que su miembro, brillante por el lubricante y tus fluidos, luce contra tu diminuta entrada. Se muerde los labios y siente los músculos de su abdomen bajo tensándose, pero se contiene.
Finge no mirar la cámara que dejaste sobre la mesita de luz y se arroja sobre tu espalda, cada vez más desesperado. Sus largos dedos abrazan tu cuello para alejarte de las sábanas y encuentra tu rostro húmedo por tus lágrimas y tu saliva, que escapa de entre tus labios junto con su nombre.
Siembra besos en tu omóplato, en tu hombro y permite que sus dientes rocen tu oreja sólo para deleitarse con la contracción de tus paredes sobre su miembro, que golpea tu cérvix repetidamente y provoca que arrugues las sábanas bajo tus palmas sudorosas.
Volteás tanto como su mano te lo permite y separás los labios para hablar, frustrada cuando de tu boca sólo salen sonidos patéticos y palabras indescifrables. Felipe cree comprender que querés besarlo y es por eso que se acerca, pero antes de llegar a tu boca te oye decir:
-Adentro.
Felipe es débil y sólo lo comprende luego de procesar tus palabras, porque es entonces cuando sus movimientos se tornan brutales y sacuden tu cuerpo desconsideradamente. Tus gemidos mutan en gritos que se entremezclan con sus jadeos de placer y estos no se detienen en ningún momento, tampoco cuando sus bocas se fusionan.
Unos pocos segundos más tarde sentís la forma en que su miembro palpita, las venas recorriéndolo junto con el constante asalto a tus profundidades estimulándote todavía más que antes, y cuando salpica tus paredes con su semen otro orgasmo te golpea.
Temblás y el placer que contrae tus músculos también roba las últimas gotas de la liberación de Felipe, que llena con su calidez tu interior y amenaza con hacerte perder aún más la cabeza.
-¿Estás bien?- pregunta Felipe. Su voz está cargada de preocupación y ese usual deje de dulzura-. ¿Necesitás algo?
-¿Podemos quedarnos así?
Su confirmación es un abrazo y el calor de su pecho sobre tu espalda te hace sentir protegida. Besa tu cabello, ahora desastroso, tu piel brillante por el sudor y tus mejillas saladas por tus lágrimas.
-¿No necesitás nada, segura?
-A vos.
Sonríe contra tu piel.
-Me tenés- susurra-. Si de verdad me querés, me tenés.
El suspiro que deja tus labios es una mezcla de alivio y satisfacción pero se convierte en un quejido cuando Felipe abandona tu interior, haciéndote sentir vacía y luego molesta cuando los fluidos de ambos escapando de tu entrada, sensible e irritada.
-¿Te querés quedar...?
-¿De verdad?
-Sí.
-Bueno- sonríe y besa tu frente-. ¿Querés que cocine yo?
-Podría ser, pero no sé qué... ¿Qué hacés?- preguntás cuando lo ves tomar la cámara y arrodillarse sobre el colchón.
Separa tus piernas con cuidado y cuando oís el click gemís.
-Esta es sólo para mí.
Si están leyendo esto es porque vencí a Tumblr y... no, mentira, tuve que transcribir la historia no más. Quería publicarla más temprano pero en pleno delirio místico me pareció que era una muy buena idea sacrificar escenas, reescribir otras y editar todo lo que no me gustaba, pero no me arrepiento de nada porque el resultado me gustó :) Espero que hayan disfrutado la lectura y haberle hecho justicia a Pipe ♡
taglist: @madame-fear @creative-heart @delusionalgirlplace @chiquititamia @lastflowrr @recaltiente @llorented ♡
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sankirr · 6 months ago
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SAYONARA O OSHIETE
『さよならを教えて ~COMMENT TE DIRE ADIEU~』
TODOS LOS TEXTOS TRANSCRITOS DE LA NOVELA VISUAL ︵ ESPAÑOL
RUTA: SUGAMO MUTSUKI 𓆩𓆪 DÍA UNO, PRIMERA PARTE
(CHAOS GATE TEAM TRADUCCIÓN - ESPAÑOL) ORIGINAL
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HITOMI HIROSUKE (EL PROTAGONISTA) ES QUIEN DESCRIBE LOS EVENTOS.
⚠︎ WARNING (+18): THIS GAME CONTAINS DISTURBING CONTENT INCLUDING GRAPHIC VIOLENCE SUCH AS ABUSE, TORTURE (INCLUDING ANIMALS), PSYCHOLOGICAL AND SOCIAL THEMES.
⇨ SÓLO ESTOY TRANSCRIBIENDO EL CONTENIDO DE LA NOVELA VISUAL, NO SE ESTÁ EMITIENDO NINGUNA RESEÑA.
ORIGINAL GAME SPOILER!
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Sueño...
Es un sueño...
¿Una mujer?
¿Es una mujer?
¿Un ángel...?
Es un sueño...
Es el sueño de un ángel
Es un sueño de un ángel siendo violado por un monstruo
Ese...
Ese ángel...
「¡... !」 Inaudible
「¡... !」 No puedo escuchar la voz del ángel
「¡... !」 No puedo escuchar llorar...
「¡... !」 Los que se oponen a los ángeles
Los que escupen sobre su santidad
Aquellos que tiñen el mundo de luz negra
Todos los que están en contra de “Dios”.
Como si lo llamara el “Diablo” ...
「¡... !」
Un ángel extendiendo sus inocentes alas, agitando su larga cabellera y gritando inauditamente.
El monstruo con sus ojos malvados bien abiertos, agitando sus largos tentáculos y soltando un rugido tembloroso.
Un ser extraño.
El ángel es hermoso, Y tan hermoso como es, despierta la mente malvada del espectador.
Áun así, ¿Este ángel es sagrado...?
「¡... !」
Un monstruo que parece encarnar la malicia, arrastrándose como si se lamiera todo su cuerpo.
El ángel cuyo cuerpo está atado por el tentáculo carnoso, impidiéndole así rechazar la intrusión del monstruo.
El derecho al asco fisiológico que se retuerce por violar al ángel.
El fluido corporal del monstruo mancha la piel del ángel y es absorvida por ella.
「¡... !」
Erosión...
「¡... !」
Asimilación...
「¡... !」
Fue un acto digno de ser llamado asimilación...
El monstruo se parecía a algo.
O al menos se parecía a alguien.
Sí, así era.
Pero, ¿a quién?
Debajo del monstruo... los tentáculos que cubrían mi visión como una alfombra escarlata se agitaban.
El monstruo abrió la boca de par en par para enfrentarse a mí.
La membrana mucosa de la cavidad oral... era como un gran abismo.
Estoy rodeado de una extraña sensación, ya que el "él" negativo absoluto me está devorando.
Medo y alivio.
Aversión y apego.
Inexplicabilidad y comprensión.
Suciedad y limpieza.
El amor y el odio.
Luz y oscuridad.
Las emociones contradictorias fluyen en la corriente.
La cara del monstruo es...
El rostro del ángel es...
Mi cara es...
(Sonido de campana de la escuela)
░ LOCAL: ENFERMERÍA
【Oomori Tonae】: ¿Una pesadilla?
Una mujer con bata blanca me estaba mirando seriamente.
Estaba frente a ella - Oomori Tonae- en una sala que tenía bastante humo.
Los exteriores ya están cubiertos por el atardecer.
La sombra de los árboles se extendía por el suelo desde fuera de la ventana.
La luz anaranjada que brillaba a través de la ventana tiñe su rostro de naranja.
【Oomori Tonae】: No pareces estar bien. Estás durmiendo bien, ¿verdad?
【Hitomi Hirosuke】: Bueno, más o menos...
El aire estaba inundado de un aroma a productos químicos.
Nuestra conversación apenas era un poco fluida.
Estaba fumando un cigarrillo con ella, que es Ia dueña de esta habitación.
En el lugar había una cama de vinilo barata.
Además de una cortina delgada para dividir. Había una luz opaca y plateada emitada por el equipo de examen médico.
Siento una ligera tensión en esta habitación donde el aire es completamente diferente de otras habitaciones.
No había nada moviéndose em la habitación que no fuera el humo púrpura creciente.
Tenía una sensación de entumecimiento en la cabeza.
【Oomori Tonae】: Una pesadilla... ¿Sobre qué fue?
Tonae me incitó aquí para ser liberado de la maldición. El tiempo ha comenzado a moverse de nuevo.
【Hitomi Hirosuke】: ...
No pude responder de inmediato y solo me limité a mirar vagamente su cara.
Labios gruesos... ojos somnolientos.
Cuerpo maduro con grandes atributos que se puede ver incluso con la bata blanca encima.
Eso no quiere decir que yo... venga con ella por ese motivo.
Vengo a esta habitación por que es uno de los pocos lugares donde puedo fumar, pero de alguna manera... parece que estoy buscando una conversación.
Para mí, que no soy bueno hablando con la gente, una persona que "habla consigo misma" como ella es una existencia por la cual estoy agradecido.
Acababa de llegar, pero... mientras manteníamos una conversación, comencé a sentirme incómodo nuevamente.
Era como un bucle.
Durante el día, las personas entran y salen constantemente de la enfermería.
Aparentemente ella es bastante popular y parece que todos confían en ella.
Entonces no me causa gracia venir aquí y me vean el resto de personas con ella.
Es insoportable para mí pensar en que gracias a eso, alguien piense que tengo una dependencia o algo así hacia ella.
El denso olor femenino que surge de ella parece hacer que tales mal entendidos sean más probables.
Pero... ¿es esto un mal entendido?
¿Qué es verdad y qué no? Es cierto que estoy aquí.
Casi todos los días desde que llegué estoy reuniéndome con ella, en el momento de la puesta de sol.
Ella apagó su cigarrillo y luego exhaló lentamente el humo y volvió a decir lo mismo.
【Oomori Tonae】: ¿Y bien?
【Hitomi Hirosuke】: N-No... no eran monstruos...
【Oomori Tonae】: ¿Monstruos?
【Hitomi Hirosuke】: Entonces...
【Oomori Tonae】: ¿Fue un sueño aterrador?
【Hitomi Hirosuke】: Sí, fue bastante extraño... sentía como si fuese engullido...
【Oomori Tonae】: Pero... era un sueño, ¿verdad? Eso no supondría ningún problema.
【Hitomi Hirosuke】: B-bueno... eso es cierto...
【Oomori Tonae】: Monstruos... Oye, ¿no crees que tal vez estés muy cansado?
Sí, ciertamente estoy cansado. Estoy muy cansado de la “formación educativa”.
【Oomori Tonae】: Eres demasiado serio... ¿Tan intensa es para tí la práctica docente?
【Hitomi Hirosuke】: ¿Eh? Práctica docente...
【Oomori Tonae】: ¿Hmm? ¿No habías dicho que estabas haciendo ese tipo de prácticas?
【Hitomi Hirosuke】: ...
【Oomori Tonae】: No, creo que ya lo entiendo...
【Hitomi Hirosuke】: Ah, ¿eso fue también un sueño?
【Oomori Tonae】: Bueno, no importa lo que haya sido. En todo caso, seguro es duro para tí.
【Hitomi Hirosuke】: ... ¿Entiendes algo del contenido de los sueños?
【Oomori Tonae】: Hmm no soy Jung ni tampoco Freud.
Es uma mujer grosera a pesar de que está realmente preocupada por esto.
... Pero ella siempre es así.
Dejé caer mis ojos sobre el dobradillo de su bata blanca y cerré la boca.
【Hitomi Hirosuke】: Ciertamente... no te pareces a un hombre con barba en absoluto.
【Oomori Tonae】: Heh...
Tonae masajeó los cigarrillos acortados en el cenicero.
Parecía que desde su perfil estaba sonriendo un poco.
【Oomori Tonae】: Entonces... ¿tan difíciles son las prácticas docentes?
Puede que parezca paranoico, pero su discurso fue un poco interrogativo.
¿Cómo debo responder...? No puedo conectar las palabras de forma natural.
No puedo decir nada loco aqui... es como si estuviese atrapado en una oscura obsesión.
【Hitomi Hirosuke】: Es por eso que...
Traté desesperadamente de encontrar una palabra para decir, pero... el sonido de un golpe seco me interrumpió.
(Sonido de golpe en una puerta)
【Sugamo Mutsuki】: Con permiso...
Fue una niña la que abrió la puerta corredera chirriante y entró en la habitación.
¿Es alguien que viene a esta habitación enfermo?
¿O es al guien como yo que necesita fumar?
La niña entró lentamente en la habitación y cerró la puerta corrediza.
Fingí ser indiferente mientras encendía de nuevo un cigarrillo.
【Sugamo Mutsuki】: Doctora... esto...
Un tono triste, deprimido. Estará enferma?
Claramente no há venido a fumar.
【Oomori Tonae】: ¿Hmm? Qué pasa?
Sín embargo, sentí que su “mal estar” era demasiado evidente.
La niña estaba a mi lado jugando con su cabello.
El cabello de la chica se mecía frente a mí.
Era bastante largo, además se mecía en una dirección distinta al viento.
【Sugamo Mutsuki】: Ah...
Con un ligero grito, su cuerpo delgado se inclino suavemente.
Debido a eso, la abracé reflexivamente.
(La niña cae débilmente)
Mi línea de visión se cruza com la de la chica em mi brazo, que luce uma expresíon de sorpresa.
Puedo ver mi cara reflejada em los ojos de la niña.
¿La niña también se ve en mis ojos?
Es un extraño espejo.
Una vez más, el tiempo se ha detenido.
【Oomori Tonae】: ¿Oye, estás bien?
El tiempo comenzó a fluir de nuevo.
【Sugamo Mutsuki】: L-lo siento...
Tonae se acercó y tomó el hombro de la niña en mis brazos, luego la llevó a la cama y la dejó sentada allí.
Me sentí un tanto raro al tomar a la chica en mis brazos...
La delicada sensación corporal de la niña permaneció em mis brazos.
El peso de la niña era ligero como el de una pluma.
Uno de sus dedos había sujeitado mi ropa.
El aroma de su cabello limpio se había extendido por mis fosas nasales.
Agridulce... como la pubertad misma.
Sín embargo, para mí, todas las chicas eran demasiado descriptivas.
【Oomori Tonae】: ¿Nombre?
【Sugamo Mutsuki】: Sugamo... Sugamo Mutsuki...
【Oomori Tonae】: Oh... es tu primera vez aquí.
【Sugamo Mutsuki】: Sí...
Puedo escuchar la conversación entre ellas desde el outro lado de la partición.
Parecía que la chica, Sugamo Mutsuki, estaba acostada en la cama.
En ese momento, sentí que no debería estar en la habitación.
Presioné el cigarrillo contra un cenicero lleno de colillas, y rápidamente me preparé para retirarme.
Volví mis ojos hacia el cenicero para comprobar que había apagado correctamente el cigarrillo.
Como sea, creo que va siendo hora de irme.
【Hitomi Hirosuke】: Entonces... Y-yo me voy retirando...
No sabía si me habían escuchado, pero de todas formas, salí de la habitación.
░ LOCAL: SALA DE PERSONAL
En un estado de ánimo inquieto, regresé a mi asiento en la sala de profesores, por supuesto que era temporal, ya que estaba trabajando en el diario mientras olfateaba el té del autoservicio.
Aquí todos los días es una regla escribir y enviar este documento.
Quando del etreo letras con instrumentos de escritura, nuevamente me sorprende mi pequeño vocabulario.
Hablando de cosas pequeñas, no tengo mucho poder de escritura.
Me deprime bastante el hecho de hacer mi  propio trabajo con un nivel tan bajo.
【Takashima Semina】: ¿Qué tal?
Fue Takashima Semina quien me llamaba a hacer esta labor a diario.
Ella no es muy diferente de mí en edad, pero es una maestra habitual. Ella es... mi educadora.
Pelo corto y una altura considerable. Ella va a un club deportivo todos los días, por lo que su cuerpo es flexible y su espalda ti ene una buena pose.
Pero para mí... la luz fría que habita en Ios gemelos largos y delgados de su cuerpo, revela la saludable impresión de sus extremidades.
Además, su frente ancha y sus Iabios muy delgados enfatizaban la apariencia fría e inteligente de su persona.
【Takashima Semina】: No tienes que pensar tanto. Simplemente escribe que piensas o lo que pasó hoy.
【Hitomi Hirosuke】: S-sí.
Volviendo su vista hacia lo que estaba hacinedo, ella se quedó en silencio.
Al dar una respuesta ingenua, sentí un ligero disgusto hacia mí mismo ya que este es un desafío que vengo afrontando varias veces.
¿Quántas veces he escrito este diario desde que vi ne aquí...?
¿Desde que vi ne aquí...?
No he contado los días con exactitud, pero no ha sido tanto tiempo.
Sin embargo, siento que he estado haciendo este trabajo durante mucho tiempo...
Mi día termina con el trabajo de adjuntar este diario... pero ¿cuál es la razón por la que hoy no puedo escribir más de lo habitual?
【Hitomi Hirosuke】: Fuah...
Decidí redondear y dar por terminado el diário de hoy.
Este diário no es una obligación especial.
Solo tengo que escribir lo que pueda escribir y enviarlo... Eso debería bastar.
Takashima Semina movió su mano izquierda como si todavía estuviese ocupada con algo.
El atardecer iluminaba todo el lugar con un ligero color naranja.
【Takashima Semina】: ¿Esto es todo?
Ella se volvió hacia a mí, tal vez poque notó que permanecia en silencio.
Era una actitud bastante reacia pensar que ella no tenía más remedio que tratarme como a un niño con problemas.
【Hitomi Hirosuke】: S-sí, eso es todo...
Ella silenciosamente recibió mi diario, mirandolo ligeramente.
Siento una presión silenciosa por parte de ella, pero eso es... creo que probablemente sea una exageración de mi parte.
Al fin y al cabo estas actitudes son solo sus "hábitos", casi como una ceremonia que siempre se realiza al final de mi vida diaria.
El silencio continuó como siempre por un buen rato... Hasta que final mente levantó su cara.
【Takashima Semina】: Perfecto, buen trabajo.
El diário parece ser compilado semanalmente y enviado a los superiores como un informe.
Una vez que se realiza el papeleo, el resto es básicamente es fácil. No importa a donde vayas o lo que decidas hacer.
¿Qué hago ahora...?
Por el momento, iré al baño mientras pienso en ello.
【Takashima Semina】: Vaya, ¿a dónde vas?
【Hitomi Hitomi】: No, esto...
Señalé la salida de la habitación.
Ella lentamente giró la cabeza, miró la dirección que estaba señalando, asintió levemente y levantó la mano izquierda con un bolígrafo.
【Takashima Semina】: Sí... bueno, nos vemos mañana.
【Hitomi Hirosuke】: Sí...
La cara de Semina estaba teñida de un color ardiente en respuesta al reflejo del atardecer.
A pesar de eso, la fría impresión de su apariencia no se desvanece tanto como el rocío del atardecer...
【Takashima Semina】: Buen trabajo.
【Hitomi Hirosuke】: Buen trabajo.
Suavemente tiré de la puerta corredera blanca y salí al pasillo.
(Sonido de puerta deslizándose)
░ LOCAL: BAÑO 
Seguí pensando mientras continuaba mirando el inodoro.
Francamente, no me molesta pasar tiempo en la habitación privada del baño.
Es un espacio donde uno puede estar solo.
... Bueno, ¿ahora a donde debería dirigirme?
Sentí que sería algo incómodo caminhar sin rumbo en una escuela tan grande.
Podría ir a ver Oomori en la enfermeria nuevamente.
O tal vez... ¿debería ir a la azotea y fumar un rato?
(Sonido de puerta cerrándose)
Salí del baño...
░ ELEGIR DESTINO
Entonces, ¿a dónde vamos desde aquí?
⤷ Enfermeria
⤷ Salón de clases
⤷ Azotea
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ‎‎‎ㅤㅤㅤCONTINÚA...
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arcanumlegio · 28 days ago
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"La muerte camina más rápido que el viento y nunca devuelve lo que ha tomado" Hans Christian Andersen. El invierno toma las calles de Boston. El viento aúlla, con su gélido aliento congela todo a su alrededor. Hasta las pequeñas telarañas que revisten los exteriores de las casas. La nieve cae y se asienta en una mullida alfombra sobre el suelo de las calles. Durante las noches más largas del año, los murmullos se alzan y los hilos del destino son tejidos.
La amenaza se cierne sobre las cabezas de todos los habitantes. Todos recuerdan los regalos de Billy en Navidad. El Hombre de las Sombras está en su agenda. ¿De qué modo? Pronto tendremos más noticias. Mientras, el silencio grita la advertencia de que días más oscuros están por llegar.
FORO ARCANUM LEGIO  🎄 BÚSQUEDAS 🎄 TUMBLR
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tsunami-subastas · 11 months ago
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2023
OLA 4/ Julio Menna
Nació en Villa Constitución en 1986 y vive en Rosario desde el año 2004.
Es arquitecto graduado en la U.N.R., universidad en la que también cursó parte de la carrera de Bellas Artes. Fue docente en diferentes materias y se especializó en el estudio de la teoría y práctica del uso del color.
Desde el año 2010 se dedica a pintar murales en espacios de carácter público y privado, contando ya con más 150 obras realizadas de muy variadas escalas, ubicadas principalmente en Rosario y alrededores, pero también en muchas otras ciudades del país y del exterior. Ha participado de múltiples festivales y encuentros de muralistas.
Entre sus producciones podemos encontrar obras en diferentes formatos y soportes que van desde dibujos y collages a grandes pinturas, objetos de diseño seriados en textiles como mantas o cortinas de baño, y también diseños realizados en colaboración con marcas o emprendedores para diferentes producciones como indumentaria, accesorios o alfombras.
En el trabajo de Julio se destaca el uso de una paleta de colores intensa en sensibles composiciones abstractas en las que conviven ángulos y geometrías puras con otras formas orgánicas y síntesis de elementos de la naturaleza, creando así unos paisajes lúdicos que transmiten alegría y optimismo.
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portalcieloazul · 2 years ago
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Capítulo Cinco: El Error
Wheatley se apagó sus procesadores ópticos y se preparó para activar el Modo de Sueño.
Después de su discurso con Aaron, Chell había guiado el camino a su propia casita en la esquina. Nadie cerraba sus puertas en Eaden, por lo visto, y Chell, que no era más que adaptable, no había cerrado las suyas cuando salió para las instalaciones. Las noticias de su lesión debían haber viajado rápido, porque cuando entraron (pues, Chell entró, Wheatley la siguió en el segundo intento, agarrándose la frente) había un pequeño grupo de cosas sobre la mesa; un tarro de mermelada lleno de flores, de color amarillo brillante y de cabeza gruesa, una bolsa de manzanas, un recipiente de gres tapado con una nota apoyada encima. Chell había sonreído, leído la nota- ‘¿QUÉ DIABLOS, MICHELLE?’ y sacado el recipiente por las escaleras en la cocina.
“¿Colega tuya?” él la había preguntado cuando volvió.
Ella echó un vistazo a la nota, torcidamente. “Romy.”
“Oh, vale, bueno, está bien… pero, no puedo evitar dar cuenta, es ‘Michelle’ tu-”
“No,” ella dijo, y se sentó a comer el contenido del recipiente, que, por alguna razón, había hecho más caliente.
El resto de la tarde había transcurrido de la misma manera. Wheatley había vagado y bromeado, hurgando con curiosidad en sus posesiones, tropezando con las alfombras y más o menos haciendo una enorme molestia, mientras la luz se desvanecía lentamente de la ventana grande y ella tranquilamente continuaba con una lista de cosas humanas necesarias. Había comido, guardado las botas largas en algún lugar de la cocina y luego subido al segundo nivel un rato. Por los alarmantes sonidos de silbido, tintineo, y martilleo que se habían producido, aparentemente había subido allí para hacerse un trabajo de bricolaje importante basado en la hidráulica, lo que le había parecido un poco extraño. Sin embargo, justo cuando había decidido ir y asegurarse de que no sucediera nada catastrófico, ella reapareció- mucho más limpia, con su cabello oscuro sobresaliendo en extraños ángulos húmedos como un ave marina sacudida por una tormenta, y completamente diferente ropa puesta.
Le tomó un poco de tiempo acostumbrarme a todo este asunto de la 'ropa'. Las máquinas- las torretas y las computadoras y los núcleos como él tenían el mismo aspecto todo el tiempo, tal vez envejeciendo y corroyéndose, adquiriendo algún que otro sello de inspección o mejoramiento, pero manteniendo más o menos la misma cáscara exterior básica. A menos que cambiaran completamente de cuerpo, como él lo había hecho- dos veces, ahora, nada menos- su apariencia nunca cambió. Incluso su nuevo avatar, con el aspecto humano que tenía, tendría la misma camisa de trabajo y la misma corbata arrugada, los mismos pantalones de oficina y grandes zapatillas deportivas, sin importar lo que le sucediera.
Los humanos, por otro lado, parecían ponerse y quitarse diferentes prendas todo el tiempo. Nunca se decidieron por una cosa. En primer lugar, se había acostumbrado a que ella fuera blanca y naranja, con el cabello arriba y las botas abajo. Cuando ella volvió a buscarlo, todo azul grisáceo polvoriento de la cintura para abajo y gris claro arriba, bueno, fue una suerte que él fuera un genio en el reconocimiento facial humano, o podrían haber tenido algunas dificultades. Y como si todo eso no fuera lo suficientemente complicado, cuando bajó las escaleras después de todos los ruidos y silbidos, había cambiado de nuevo, ahora azul oscuro alrededor de las piernas y suave y rojo por todas partes hasta el cuello, incluso los brazos. Desconcertante, eso era lo que era.
Sin embargo, se veía mejor después, a pesar del cabello enloquecido. Con toda la suciedad eliminada, era fácil ver que se veía mucho más saludable ahora que hace cuatro años- él siempre había tenido una especie de sospecha de que los humanos en actualidad no debían ser pálidos y grises alrededor de los ojos y rosa azulados alrededor de los dedos y la nariz, y parecía que había tenido razón. Ahora también tenía una nueva forma de comportarse, una nueva vivacidad que de alguna manera la hacía parecer más como si estuviera a punto de dar un salto corriente y patear el universo en los dientes que antes.
Después de volver a bajar, se ahuecó el pelo con una toalla durante un rato, picoteó con el vendaje nuevo en las costillas, y luego se quedó dormida de repente en la mesa. Aterrorizado de que ella hubiera comenzado a funcionar mal de nuevo, hizo lo primero que se le ocurrió y le dio un empujón bastante fuerte en la oreja. Ella se despertó, lo golpeó con fuerza en un lado de la cabeza como represalia- él estaba inclinado ansiosamente sobre ella en ese momento y, por lo tanto, estaba dentro de su alcance- y se fue a dormir como es debido, en algún lugar del piso de arriba.
“¿Tu duermes?” le había preguntado, antes de había subido la escalera pequeña.
“Lo puedo,” él dijo, alegremente. “Pues, más como un modo de sueño, en realidad. Todo simulado, por supuesto, pero da igual. No hay mucha razón, francamente, para mí, aparte de perder el tiempo, pero sabes, es una opción. Ya lo tengo.”
“También el sofá,” ella observó, y le dejó con eso.
Le había tomado un tiempo darse cuenta de lo que ella había querido decir, pero finalmente recordó que sí, los humanos tenían la costumbre de aparcarse horizontalmente sobre cosas blandas cuando dormían. Había decidido que también podría intentarlo, en honor al nuevo cuerpo y todo. Cuando en Roma, etcétera.
Todo iba bastante bien, pensó. Era libre, primero y ante todo, y aunque técnicamente había sido libre durante los últimos cuatro años, no sentía exactamente que pudiera contarlo como 'libertad'. El espacio había sido más como el purgatorio, no como el Infierno de los Androides o la habitación donde todos los robots te gritaban sin razón, pero casi así- tal vez no equivalente a Su reinado de terror, pero aún cuatro años de nada miserable y sin rasgos distintivos. Esto, por otro lado, era la verdadera cosa. Estaba libre, afuera, y el hecho de que no estuviera muerto era sólo la guinda del pastel.
No solo eso, sino que ella tampoco estaba muerta y, a primera vista, no parecía odiarlo tanto como él esperaba. Además, ya estaba hablando con él, diciendo palabras reales- ¡incluso oraciones!- y dado que esto era más de lo que cualquier otro humano había hecho durante casi todo el tiempo que podía recordar, no podía evitar sentirse muy por delante de la curva.
Se recostó en el sofá hundido, que era demasiado corto para él y requería una especie de posición lateral, enroscado como un erizo al que no le importaba enrollarse correctamente.
Era verdad que, en papel, el Modo de Sueño servía para más o menos nada. Solo era una configuración para conservar energía- poco diferente de lo que le permitía tocar cosas sin quemarlas, en este nuevo cuerpo de luz. Por cierto, no necesitaba conservar energía- el dispositivo funcionaba con la luz del sol, por lo que podía distinguir, que significaba que con tal que la grande bola flameante haga una aparición de vez en cuando, era buena para ir.
Para Wheatley, sin embargo, el Modo de Sueño probablemente era lo único que se lo había mantenido cuerdo, impedido volverse completamente delirando loco durante aquellos días y meses y años y décadas cuando el único alternativo era las largas pistas de mantenimiento, su voz propia resonando de las paredes, el silencio y la decadencia de las instalaciones inactivas.
Enroscó un poco más- todavía era muy extraño para él, ser tan alto y anguloso en lugar de pequeño y redondo y sin esquinas- y dormía.
()~~~~~~~~~~~~~~~~()
[Modo de Sueño activado]
[error: archivo incompleto]
[accediendo…]
Se estiró, las puntas de los dedos rozaron el techo de baldosas grises, luego se recostó en su silla y arrastró las ruedas chirriantes hacia las ranuras gastadas en la alfombra. El pequeño reloj en el estante sobre su escritorio marcaba las 03:21, así que lo había hecho durante las últimas cuatro horas- no era la cosa más precisa y tendía a tener problemas con números mayores de siete. Estaba acostumbrado a interpretarlo, y según sus cálculos (mitad matemáticas y mitad ilusiones) esto significaba que eran casi las once.
No le importó. Era un trabajo necesario a su manera y, además, solo se estaba aferrándolo hasta que surgiera algo mejor, hasta que los altos mandos por fin echaron un vistazo a todas las ideas asombrosas que les enviaba y se dieron cuenta de que, si realmente querían hacer las cosas aquí, no podían hacer nada mejor que acudir a él. Estaba yendo a lugares, lo estaba, en cualquier momento. Y mientras tanto, no estaba del todo mal, tenía su propio cubículo pequeño y sus propios bolígrafos, y bueno, tenía problemas con la risible idea que la compañía tenía sobre el espacio adecuado para las piernas, pero algunas personas ni siquiera tenían un escritorio, entonces apenas podía quejarse.
Mientras se recostaba, su codo golpeó el borde del escritorio, haciendo que su monitor se tambaleara y golpeando un tenedor de plástico en la trituradora (todo estaba precariamente apilado contra todo lo demás en su pequeño y desordenado cubículo, y pequeñas catástrofes involucrando la papelería como esta ocurría de manera bastante regular). Hizo un ruido espantoso, y él casi se cae de la silla chirriante en su prisa por arremeter contra el tapón antes de que pudiera masticarlo todo y atragantarse.
Se levantó para sacar otro tenedor, miró distraídamente sobre la partición en la dirección de la fotocopiadora-
-y cayó indefensamente, desesperadamente, enamorada.
Había una chica junto a la fotocopiadora. Estaba sacando cosas una por una de una caja de plástico roja sostenida contra su cadera y alineándolas en la mesilla junto a la máquina. Estaba vestida de forma ordenada e informal, con el pelo oscuro recogido en una cola y los ojos más serios, intensos e increíbles que había visto en su vida.
Nunca la había visto antes. No tenía idea de lo que ella hacía allí, y no estaba en el estado mental de poder averiguarlo a partir de las pistas disponibles. Después de haber pasado los últimos treinta y seis años antes de este momento bastante convencido de que la idea del amor a primera vista era un concepto agradable pero que probablemente no existía realmente, fue extremadamente desconcertante descubrir que había estado completamente equivocado.
El susto tuvo un impacto serio en él. Ciertamente había tenido un impacto serio en su pequeño reloj, que rápidamente tiró de su estante y lo convirtió en una taza de fideos a medio comer en su prisa por agacharse por debajo del nivel de la partición antes de que sucediera algo horrible, como que ella pasara a levantar los ojos de su caja y lo vio.
Esperó un momento, con el corazón atascado en la garganta como un gran e inconveniente bocado, y luego se zambulló a través del pasillo hasta el cubículo al otro lado.
“¿Quién es?”
“Jesucristo, ¡aprende a llamar primero! ¿Quién es quién?”
“¡La chica junto a la fotocopiadora!”
“Qué, ¿la chica de la rosquilla? Ninguna idea. Mira, ando liado ahora, tengo una fecha límite, y entre tú y yo, mi jefa de equipo dejó de venir al trabajo la semana pasada, entonces estoy un poco-”
“Rosquilla- espera, espera, rebobina, ¿qué chica de la rosquilla? Nunca hemos tenido rosquillas, nadie me dijo nada sobre rosquillas, ¿desde cuándo pasó eso?”
“Desde que recibimos el aviso. Entrega de rosquillas, los días laborables, algún nuevo contrato de abastecimiento externalizado, diablos si lo sé. Son rosquillas. Son buenos. También son todo lo que probablemente obtengamos desde que OSHA cerró la cafetería. Y aún tengo una fecha límite. ¿Algo más?”
“¡Nunca recibí ningún aviso!”
“Te has encerrado fuera de tu e-mail otra vez, ¿eh?”
“P- vale, no importa, no importa, podría haber posiblemente habido un aviso, pero-”
“Mira, si quieres una rosquilla, ve y consigue uno. No necesitas un formulario de solicitud.”
“Oh Dios, yo lo podría,” dijo, deslizándose bajo contra la pared del cubículo, como si la realización que podría, de hecho, ir y obtener una rosquilla de la chica junto a la fotocopiadora fuera igual a la epifanía de Newton sobre la gravedad, o el momento Eureka de Arquímedes en el baño. “Actualmente yo lo podría.”
“Genial. Estoy feliz por ti. Mientras estés despierto, tráeme un jamón de centeno.”
Se tragó y se anudó la corbata con un nudo pegajoso. “Bueno. Bueno, vale. No hay problema. Solo caminaré allí y decir, ‘¡hola! Aquí para una rosquilla. ¿Qué tienes?’ Aunque, pensándolo bien, suena un poco mandón, un poco demandante, quizás algo como ‘hola, ¿quedan todavía rosquillas?’ aunque, por supuesto, casi insinúa que no tuviera previsión para igualar la oferta con la demanda, podría tomarlo como un insulto, posiblemente mejor voy con algo específico, algo a lo largo de las líneas de ‘¡hola! Busco una rosquilla, ¿tienes algo con queso?’ Excepto que no me gusta bastante el queso, además, suena un poco debilucho, realmente, queso, algo un poco más macho podría ser mejor para primeras impresiones, ¿verdad? ¿Qué es un auténtico macho tipo de rosquilla?”
“¡Por el amor de DIOS tengo una FECHA LIMITE!”
“Vale, sí, tienes razón, mejor es estar natural, probablemente,” dijo, poniéndose a pie y echando un vistazo sutil hacia la fotocopiadora. Ella todavía estaba allí, apilando rosquillas en ordenadas pirámides y tachándolos de una lista con un ligero pliegue de concentración justo entre las cejas, y él sintió que su pulso se aceleraba a algo entre un galope y un zumbido. “Estar yo mismo. Improvisar. Fácil. ¿Qué es lo peor que podría pasar?- Oh, Dios- vale, no, no, no pienso en eso, por seguro no pienso en peores escenarios ahora mismo, es un mal camino para pasar-”
“¡POR FAVOR! ¡VAYATE!”
“Vale, bueno, deséame suerte. Aquí voy.” Se tragó otra vez, se pasó un dedo por el cuello, se arregló la corbata, y-”
[redactado; archivo dañado]
[desviando activo]
[reiniciando…]
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-cayó del sofá.
La sala delantera estaba llena de la cálida luz del sol de la temprana mañana. La radio estaba encendida, chisporroteando débilmente mientras tocaba algo tranquilo y un poco jazzístico, y el sólido golpe de su avatar aterrizando en el suelo sacudió el alféizar de la ventana en el que estaba colocado e hizo que escupiera una fuerte ráfaga de estática.
Chell estaba de pie junto a la mesa grande, deslizando bolillos recién horneados de una parrilla de alambre a una bandeja de listones de madera. Hizo una pausa y lo vio luchar para ponerse de pie con una expresión ligeramente burlona, luego volvió a su trabajo. Tenía harina en la nariz y en la camisa -gris, esta vez, sin mangas, se había cambiado otra vez- y parecía que había estado despierta un rato.
“Buenos días,” dijo Wheatley, apoyándose casualmente en la mesa en una impresión cuidadosamente calculada de alguien que no acaba de tener que levantarse del suelo. Su cabeza se sentía un poco sobrecargada, como si hubiera demasiada información amontonada allí al revés, todo aplastado para encajar y no engranara del todo bien con nada que pudiera haberlo ayudado a encontrarle sentido.
“Eh, ¿adivina qué? ¡Estabas en mi sueño! Acabo de recordar. No sé lo que era sobre, actualmente, pero de verdad estabas en ello, tú y algo sobre… no sé… ¿rosquillas, posiblemente? Sí, tú y rosquillas, estoy bastante seguro de que aquellos eran los detalles más salientes. Misterioso.”
Estremeciéndose un poco, ella se inclinó sobre la mesa en busca de algo que parecía un par de guantes muy hinchados y remendados cosidos juntos en las muñecas. Estaba ligeramente fuera de su alcance, y Wheatley lo agarró para ella, lo pasó y siguió hablando.
“Me pienso ¿qué significa eso? Sabes, simbolismo y tal. Si tuvieras uno de aquellos, ah, diccionarios de sueño, creo que se llaman, podríamos buscarlo. Las rosquillas, me refiero, no a ti. No estarías allá, obviamente, a menos que fuera un particularmente específico tipo de diccionario, aunque para ser justo, creo que eras más importante que las rosquillas, en el sueño mismo. Tal vez habría una entrada de algo como ‘hembra misteriosa y taciturna,’ o ‘extraño bajo con pelo oscuro’ o ‘humana bonita con productos hor- ahhhh, ajá, no, mmm, por supuesto, cuando digo ‘bonita,’ me refiero por supuesto a su básico estético humano ideales socio-ideológicos de belleza, obviamente, no presumo hacer ninguna llamada de juicio en el sujeto por yo mismo, aunque si lo hiciera probablemente todavía… ah…”
Wheatley se apagó. Ella había dejado de apilar bolillos en una segunda capa en la caja, y miraba a él de nuevo, con una pequeña arruga entre las cejas.
“…y, y, ah, ¿es solo cosa mía o hace mucho calor aquí? No creo que sea solo mía. Este pequeño dispositivo no tiene ningún ventilador o nada, sabes, no hay ningún tipo de sistema de enfriamiento a bordo, por lo que es una preocupación legítima. Podría estar gravemente sobrecalentando todo mi procesador central aquí. De hecho, sabes qué, solo para la seguridad, pienso que iré y tomaré un poco de aire fresco. ¡Volveré en un rato!”
Se abalanzó hacia la puerta, que, afortunadamente, ella había apoyado abierta.
La puerta principal de la pequeña panadería se abría directamente a un área amplia, sin césped y medio pavimentada, rodeada de otros edificios. No le había prestado mucha atención la noche anterior- solo lo habían bordeado brevemente y había estado ansioso por salir de la creciente oscuridad y entrar en algún lugar con luz eléctrica en funcionamiento- pero ya que tenía una mejor mirada, se le ocurrió que esto era probablemente el centro del pueblo, como se llame uno de esos. Una especie de plaza central, excepto que era más como un semicírculo aplanado, en realidad, un ensanchamiento desgastado alrededor del lugar donde se unían las carreteras.
Wheatley dejó escapar un suspiro inútil y se estacionó en la acera frente a la puerta principal de Chell. Su casa, como la mayoría de los otros edificios alrededor del borde del cuadrado-círculo-aplastado-lo que sea, tenía una especie de aspecto cosido desde el exterior, la misma apariencia fragmentaria que el salón de ladrillo rojo con su desvencijado campanario al otro lado del camino, como si se hubiera basado en una estructura más antigua que quedó medio derecho antes de que ella, o algún otro humano trabajador, viniera y la reparara.
“Bueno, fue extraño,” él dijo, apoyando el mentón en los rodillos. “Aunque no creo que ella notara nada, creo que podría haberme salido con la mía. Qué suave.”
Desde luego, no había intentado dirigir la conversación- para él, sus divagaciones y el silencio de ella eran una conversación- hacia un área tan peligrosa. Tenía una vaga sospecha de que lo que había soñado- lo que sea que hubiera soñado- tenía la culpa. No podía recordarlo correctamente por su vida, pero recordaba haberla visto a ella- y la forma en que se había sentido, como si- pues, tan completamente tonto como era, como si él-
Wheatley no era precisamente lento. Sus pensamientos en realidad se movieron bastante rápido. Era solo que se movían en todas las direcciones incorrectas, y en los momentos incorrectos, y se distraían, y se asaltaban, y se encontraban al regresar, y daban pequeños paseos para contemplar el paisaje, y chocaban entre sí, y básicamente hacían todo excepto lo que hacían los pensamientos de Chell, que era moverse en líneas rectas ordenadas y económicas y no se detenían para nada. A menudo terminaba sin tener idea de por qué había hecho o dicho algo- solo que, en el impulso del momento, algo le había dicho que era una idea brillante. En su mayor parte, lo impulsaba cómo se sentían las cosas- por ejemplo, cómo se había sentido bien, el día anterior, volver a presentarse a ella. Se había sentido casi como un nuevo comienzo, como si realmente se pudiera hacer algo así, como si los dos pudieran simplemente elegir decir 'hola, no nos conocemos' y deshacerse de toda la maldad que acechaba entre ellos. El pasado, las cosas que él había hecho.
Las máquinas podrían olvidarse así, podrían reformatearse, perder sus memorias por corrupción o restaurarlas a la configuración de fábrica-
-y los humanos también podrían perder sus recuerdos, por supuesto, si sus cerebros estaban golpeados lo suficiente. La propia Chell era prueba de eso-
Su frágil avión de pensamientos se le fue cuando ella salió por la puerta principal, equilibrando su caja en su cadera a la vez que la cerró detrás de ella. Se había puesto una camisa vieja sobre su cosa gris, y se había quitado la harina de la nariz.
“Hola hola,” dijo Wheatley, se peleando con prisa a pie. “Solo- solo tomo un poco de aire, como te dije. Hermoso día aquí fuera, de hecho, muy refrescante. Puesta al día sobre los viejos sistemas de enfriamiento a bordo; ya parecen estar bien, debe haber sido un fallo momentáneo, entonces, ahh, ningún daño hecho. Basta, ah, deja abierta una ventana o algo en la futura, ¿vale? ¿Ahora vamos?”
Ella asintió, pausó para agarrar mejor la caja y luego echó a andar por el área del círculo-cuadrado. Él la siguió, sus piernas larguiruchas daban más o menos un paso por cada dos de las de ella, pero aun así lograba quedarse atrás.
Había bastantes otros humanos alrededor, cruzando la plaza en sus propios mandados, parados en grupos de dos y tres, charlando. Un pequeño grupo de niños corría frente al salón, jugando a atrapar con un pequeño cubo pintado de colores brillantes que se movía malhumorado de un lado a otro, evadiendo sus manos arrebatadoras.
Los adultos que notaron a Chell, notó Wheatley, parecían muy felices de verla. La saludaron con la mano o la llamaron, le dieron miradas curiosas y ligeramente confusas a él que lo hicieron sentir más que un poco incómodo. Apresurándose a seguirla un poco más de cerca, se le ocurrió que sobresalía un poco, y no solo porque llevaba corbata. No se había dado cuenta del todo hasta ahora- viendo muchos humanos a la vez por primera vez en mucho tiempo- pero no era solo un poco alto, en este nuevo cuerpo. Era muy, muy alto. Era lo suficientemente alto como para que cualquiera que lo mirara dijera de inmediato: “Cristo, ese tío es alto.”
Poco a poco estaba empezando a caer en la cuenta de que ser grande, más grande que todos los demás, no era necesariamente el brillante logro de principio a fin que había pensado que era. No era solo porque tendías a golpearte la cabeza con las cosas y no cabías en los sofás. No cabías en ningún sitio. Eras un albatros agitándose sobre zancos y la gente- gente de tamaño normal- te miraba como si estuvieras decepcionando, como si estuvieras siendo monstruosamente alto para ellos a propósito.
Chell, que no era especialmente alta ella misma, parecía más alta de lo que era porque se sostenía como si tuviera acero al carbono en la columna. Wheatley, por otro lado, se encontró haciendo lo contrario, inclinándose un poco mientras corría tras ella, disculpándose por los dos metros con un encogimiento de hombros perpetuo, medio avergonzado y medio entusiasta.
“Qué asombroso, todo esto. Auténticamente genioso. Toda esta arquitectura, estructuras independientes, ventanas, puertas, tu dilo, por todas partes, y no es como si podamos simplemente decir ‘hm, me gustaría una pared aquí’ y echemos unos paneles, trabajo terminado, ¿eh? Todo esto, básicamente hecho de suelo y piezas de piedras. Y parece bastante robusto también. Quiero decir, no podrías simplemente empujarlo, supongo. Probablemente no es tan resiliente, de verdad, no soportaría un mil o dos Kelvin, por ejemplo, ni un gran terremoto, ja, no, todo esto se derrumbaría como un, un castillo de cartas en uno de esos, pero aun así, muy buen intento, dado los recursos disponibles. Mira, ¡eso es enorme!”
El edificio que había visto definitivamente era el más grande de la plaza; tres pisos, pesado, encajado en el tosco triángulo de terreno abierto entre la calle principal y una calle más pequeña que corría hacia el sur en la distancia. Sobre el dosel blanqueado por el sol, letras blancas desconchadas en el frente de ladrillo se deletreaban:
ALMACÉN GENERAL DE EADEN
EST. 2030
Chell se metió en la sombra bajo el dosel, volvió a equilibrar la caja en su cadera, y empujó abierta la puerta, haciendo tintinear la campana que colgaba de un resorte justo dentro.
Al salir del calor creciente de media mañana, el interior de la tienda general era frío y oscuro. Las paredes estaban encaladas y revestidas hasta la altura de la cintura con madera barnizada, pero era difícil distinguirlas debido al gran volumen de cosas que había en el camino.
Filas de estantes se extendían a lo largo de la gran sala, disparejos y de usos múltiples, desde apiladores que eran poco más que tablones fijados a barras de refuerzo de metal, hasta estantes oscuros pulidos con bordes enrollados de madera. Una asombrosa variedad de artículos cubría todas las superficies, desde sacos gigantes de harina y granos y pirámides de productos enlatados, hasta filas de lámparas de tormenta, ropa doblada en estantes y colgada de perchas, canastas de frutas y verduras, medicinas, cosas en frascos, grandes carretes de alambre y cuerda. Había letreros colgados por todas partes, algunos escritos a mano, otros impresos en grandes letras negras con tinta, como si hubieran sido martillados en una máquina de escribir gigante con una letra 'e' un poco dudosa.
Un gabinete del enfriador de aspecto geriátrico zumbaba quejoso en un rincón, con su interior iluminado en azul y lleno de botellas y jarras y- curiosamente- algunas cosas que parecían piezas de máquinas. Encima del amplio mostrador había una pantalla LED que mostraba una lista actualizada de productos y precios en letra ámbar punteada, y sobre el mostrador había una radio, un modelo mucho más grande y robusto que el de la habitación de Chell- parloteaba consigo misma, con una señal muy borrosa pero apenas reconocible como una especie de crónica deportiva.
Aaron Halifax estaba inclinado sobre el mostrador, hojeando un catálogo de semillas tan grueso como un ladrillo con una mujer joven de la edad de Chell, que estaba de espaldas a ella y dividía su atención entre hurgar en varias imágenes de vegetales en el catálogo, hablar, y sujetar a un collie de la frontera, que parecía albergar una convicción poco realista de que saltando como un canguro loco de cuatro patas, sería capaz de alcanzar la costilla de tocino que colgaba de las vigas junto al gabinete del enfriador.
Chell dejó su caja en el único espacio limpio que el mostrador tenía para ofrecer, entre unos cuantos frascos de vidrio con dulces y una exhibición de clavos para techos de diferentes tamaños. Aaron levantó la vista y le dedicó su lenta sonrisa, y su cliente se volvió, la vio, y en el espacio de un momento había saltado a su propio perro y la había abordado violentamente por los hombros.
“¡Chell!”
Chell logró absorber el impacto sin caer sobre la caja de papas detrás de ella, aunque estuvo cerca. El collie rebotó alrededor de sus piernas, olfateó los tobillos de Wheatley con recelo, luego aplastó las orejas y retrocedió, haciendo un ruido bajo como el de un engranaje saltando.
Wheatley pasó con prisa atrás de Chell.
“Qué te pasó- ¡Duque!” La mujer agarró el collar del collie. “¡Siéntate! ¡Qué te pasó! Vic me dijo que te dispararon y- ¡no, Duke, malo! -y nadie por aquí me dará una respuesta directa, mucho menos General Halifax aquí, es como hablo con un-”
“Romy,” dijo Chell, desenredándose a sí misma, “Estoy bien. Gracias para la sopa.”
“Tú y yo tenemos definiciones muy diferentes de ‘bien,’ ¡Mi-chelle! No esperes la sopa la próxima vez que aparezca muerte de la nada y ni siquiera decir a alguien adónde vas, ¡te digo ahora mismo!”
“No recibo sopa si estoy muerta,” dijo Chell secamente. “Notado. Aaron-”
“No para meterme,” dijo Wheatley, que estaba mirando el collie erizado con un poco de susto, “pero- ah- ¿Qué es esa cosa, exactamente?”
“¿Qué es cuál cosa?” dijo Romy, que parecía que acababa de darse cuenta de que Wheatley estaba allí en absoluto. “¿De dónde acaba caer este chico?”
“Oh, ah, ¿recientemente? Alrededor, mm, trescientos y ochenta kilómetros arriba de- ¡aau!”
“Este es Wheatley,” dijo Chell, un poco demasiado rápidamente.
“Sí- específicamente, ¡esa era mi espinilla! Solo porque en realidad no está ahí en términos de la física convencional de la materia, no significa que puedas pisarlo cuando quieras, ¡gracias!”
Él miró a Duque con antipatía. “Ese es un perro, ¿eh? Ah, ¿sirve para algo en particular? ¿Tiene alguna función útil, aparte de hacer ruido y parecer que necesita un corte de pelo?”
Chell empezaba a sentir que le podría estar dando dolor de cabeza. Romy miraba a Wheatley, bastante adecuadamente, como si acabara de aterrizar de la luna, al igual que la mayoría de los otros clientes de Aaron que habían presenciado el intercambio hasta el momento. A Chell no le gustaba estar cerca del centro de atención en el mejor de los casos, y realmente no se sentía de humor para comenzar a dar un montón de explicaciones prolijas a todos los que estaban al alcance del oído, particularmente cuando todo el asunto se acercó peligrosamente al tema que todavía le daba sudores fríos por abordar a alguien aquí, incluso ahora.
Afortunadamente, Aaron había notado su incomodidad y eligió ese momento para cerrar el catálogo de semillas y rodear el mostrador para recoger la caja de bolillos.
"Si no puede hacer que Duque se comporte en mi tienda, Señorita Hatfield, tendré que pedirle que lo ate afuera.”
Romy dio la impresión de haber discutido, pero Duque eligió ese momento para arremeter con las piernas rígidas de repente sobre el tobillo de Wheatley, elevando el ruido del engranaje acoplado hasta algo más parecido a un motor acelerando. Wheatley aulló y retrocedió hacia una pirámide de latas de pintura que, afortunadamente, estaban demasiado bien apiladas como para tambalearse.
“¡Duque! No sé qué pasa con el estúpido- ¡Jason! ¡Max! ¡Ven aquí y lleva a Duque afuera!”
Un par de niños pequeños, que hasta el momento se habían dedicado a precipitarse por el pasillo más lejano y a asesinarse uno a otro con pistolas de rayos de madera pintadas de colores vivos, llegaron corriendo al frente de la tienda y agarraron al collie gruñendo por el collar.
“Oye, ¡eres Chell!”
“¡Ellie Otten dijo que estabas muerta!”
Chell se encogió de hombros. “Me mejoré.”
“¡Guau! ¿Quién es ese hombre?”
“¿Es un gigante?”
“¡Es como un zancudo!”
“No, no soy,” les dijo Wheatley con altivez, despegándose de los botes de pintura y arreglándose la corbata. “Lo que sea eso. Ahm, de paso, ¿sois clones por casualidad? Tenía la impresión de que la tecnología de clonación no estaba realmente sancionada convencionalmente, aparte de-”
“Somos gemelos,” dijo Max, mirando fijamente arriba a Wheatley. “¿Por qué eres tan alto?”
“Max,” dijo Romy, en la misma voz que había usado por el collie.
“Solo pregunto.”
“Yo- bueno- simplemente yo soy, ¿vale?” dijo Wheatley, que estaba empezando a enfadarse un poco, sobre todo por inseguridad. “No hay necesidad de seguir charlando de eso, ¿verdad? En serio, ¿qué pasa contigo? ¿Por qué eres tan rojo?”
“¿Qué es eso en tu camisa?”
Wheatley miró el logo de Aperture en su bolsillo delantero. Era más bien pequeño y de un gris discreto, pero aun así no estaba muy contento de que estuviera allí para que todos lo vieran. Metió la mano sobre él.
“Um, solo- solo un logo, no significa algo en particular. Así que sois gemelos, ¿eh? He oído de esto, de hecho. Cuál- mm- ¿quién de vosotros es el malo? Solo para futura referencia.”
“Él es,” contestaron juntos inmediatamente, apuntando el uno al otro. Agarraron el collar del collie de nuevo, y- riéndose- lo arrastró fuera de la tienda.
“Se les pregunta mucho,” dijo Romy, mientras la puerta tintineó cerrada detrás de ellos. “Creo que ensayan.”
“Pues, no fui a punto de buscar pelea con ellos,” dijo Wheatley, razonable. “En serio, estaban armados.”
“Venga fuera atrás por un segundo, ¿de acuerdo?” le dijo Aaron a Chell, apartando suavemente por los hombros a Romy, que parecía confusa, y abriendo la escotilla del mostrador. “Amigos, volveré al rato- y por cierto, Lindsay Randall, ya sé cuántas canicas hay en el frasco, entonces no te hagas ninguna idea.”
El almacén de la tienda de Aaron era un taller amplio y de techo bajo. Una vez, no había sido más que lo que se llamaba, un lugar para almacenar existencias, pero en esta etapa de su vida todo el espacio estaba alineado con largos bancos de trabajo de madera, sus superficies llenas de cicatrices llenas de piezas de máquinas, herramientas, una cueva del tesoro de basura desmontada e irreconocible. A primera vista, había una clara delimitación en el trabajo aquí, un método para la locura- la mayor parte del desorden era estrictamente mecánica pesada, hidráulica, equipos agrícolas, pero un par de bancos de trabajo lejanos estaban apartados, llenos de piezas de computadora, placas de circuitos, cables, las carcasas de un par de monitores desmontados, un soldador y lentes de aumento en un estante montado en la pared junto a un monitor de computadora inactivo. La UCP conectada a él era una cosa gris metalizada apoyada en su caja sobre el escritorio, sus entrañas expuestas, zumbando tranquilamente para sí mismo.
El aire olía a petróleo y metal viejo, a pesar de que la puerta distante estaba abierta de par en par sobre un patio trasero de tierra apisonada, y Wheatley se vio atrapado entre una sensación de inquietud al ver tantas máquinas y hardware muertos y desmontados, y una sensación mucho más sentimiento confuso que, si hubiera tratado de identificarlo, podría haberse dado cuenta de que era seguridad. Había mucha tecnología aquí, viva o muerta, y por primera vez desde que había dejado las instalaciones, no estaba en una minoría.
Aaron se acercó a un grupo de piezas de repuesto en la esquina. Pasó la mano por algo que parecía una rueda de bicicleta de gran tamaño y ennegrecida por el hollín sin los radios, y le dio un golpecito inactivo, haciéndolo girar de un lado a otro en la pared.
“¿Te sientes capaz de hablar ahora?”
Wheatley habría adivinado, por el rostro pálido y serio de Chell, que no lo hacía, no en lo más mínimo. Sin embargo, claramente su habilidad para interpretar las expresiones faciales humanas era un poco más defectuosa de lo que había pensado, porque ella asintió y respiró hondo.
“Hay un- un lugar,” ella dijo. “aproximadamente un día de caminata al noreste. Eso es de donde… vine. Lunes por la mañana… volví.”
“Y casi te matan por la molestia,” dijo Aaron, dejando la rueda a girar suavemente, y se dobló hacia ella. “Chell, yo sería el último en el mundo en obligarte a desenterrar cosas que preferirías dejar enterradas, pero me parece que, si hay algo tan peligroso tan cerca de nosotros, tal vez sería un plan para ir a tomar a-”
“¡NO!”
Si realmente hubiera tenido algo de piel, Wheatley habría saltado fuera de ella. No fue solo el volumen repentino, aunque eso fue bastante inesperado, viniendo de su dirección- fue la forma en que se encendió repentinamente, pasando de quieta y tensa a explosiva, de la misma manera que una reacción nuclear es explosiva. Fue una explosión contenida, controlado pero apenas, cada parte de su cuerpo delgado se preparado a punto de romperse por una especie de terrible cadena interna de combustión, sus ojos ardían en su rostro pálido.
Aaron no parecía tan alarmado como Wheatley, pero probablemente solo la había visto así cuando la masa de su pan no se elevó correctamente o algo así, alguna crisis menor que terminó con algunos dedos ampollados y un pan francés carbonizado, mientras que la última vez que Wheatley recordaba ver su cara implosionar así, el resultado había sido un daño de cientos de millones de dólares en sistemas informáticos vitales que estaban conectados a él en ese momento, e- indirectamente, que cierto es- él ser arrancado de su cuerpo y arrojado al espacio.
“Oye, anda-”
“Ese lugar-” ella se esforzó. “Es tóxico, Aaron. Déjalo sólo.”
Levantó la vista salvajemente, como si hubiera olvidado por un momento que había alguien más allí, y captó la mirada de Wheatley. Él realmente habría sido mucho más feliz si ella no lo hubiera hecho, en ese momento- tan aterradoramente brillante como ella fuera cuando se emocionaba de esta manera, era el tipo de gran fuerza de la naturaleza que se inspiraba temor y se sentía mejor viendo desde la seguridad de un búnker de hormigón a unas pocas millas de distancia, y si alguien tuviera un par de esos anteojos ahumados especiales allí también, eso sería ideal.
“Wheatley- dile.”
Porque era que, si no lo hacía, si se quedaba en la zona cero y se arriesgaba, este tipo de cosa podía suceder. Wheatley abrió la boca un par de veces antes de que pudiera sacar algo coherente de ella.
“Qu- esperaespera, espera, qué, ¿dile qué?”
Ella le lanzó una mirada tan candente y letal que de repente él deseó mucho que fuera una esfera de nuevo, y pudiera enrollar su ocular casi hasta el final en su capa interna y poner una capa de metal casi impenetrable entre él y ella. Se encogió.
“¡Bueno! Bueno, entiendo, te pillo, vale- es- es- pues, como ella dijo, es un lugar. Es subterráneo, y es- es enorme de narices. Se extiende bajo por- y- mira, no quiero entrarlo, a decir verdad, prefiero mucho no hacerlo, no puedes simplemente-”
Él la miró suplicante, lo cual fue un error, porque le permitió ver mejor su expresión.
“-¡Vale! De acuerdo, qué diablos, ¿dónde estaba? Aja, sí, se extiende por kilómetros- sin fondo, en realidad- tan pronto como piensas que lo tienes todo trazado, ups, qué es eso allí, es otra parte completa. Y lo todo se mueve, así que no podrías trazarlo de todas formas- se desplaza, como un tipo grande de cubo de Rubik, y no sé tú pero para mí nunca podía dominarlos. Se necesita dedos, lo ves, algo como eso, necesita todo el asunto de destreza manual que, hasta bastante recientemente, no tenía en actualidad. No es que lo sea relevante particularmente de una manera u otra, pero-”
Tragó, girando sus manos alrededor de la otra. Si intentaba demostrar su nueva destreza manual, no lo hacía muy bien.
“-pero, pero, no es aquello por que necesitas preocuparte. Quiero decir, sí, podrías perderte si deambularas por allí, pues, probablemente sí que te perderías si, si deambularas por allí, te atascarías en algún lugar sin salida y morir de hambre si tuvieras suerte, o caerías por un foso o algo, pero en cierto modo es el mejor de los casos, porque- por Ella.”
Siguió tartamudeando, un parpadeante, crispado, nervioso caos, demasiado atrapado en la pesadilla que estaba describiendo para tratar de moderarla con cualquier rastro de su habitual falsa bravuconería. Solo hablar de las instalaciones, de Ella, escuchar su propia voz describiendo temblorosamente todo lo que había tratado de escapar era casi tan malo como estar allí de regreso. Quería detenerse, pero simplemente no tenía el valor- no mientras ella todavía lo miraba ferozmente de esa manera, como si lo desafiara a hacer otra objeción.
“Y Ella es una- una auténtica lunática, no estoy de bromo- no es humana, por cierto, lo hago absolutamente claro, Ella es nada como todos vosotros- y controla todo por allí. Estar allí es como- es como estar en Su mente, y Ella es un genio cuadrado por no sé cuántas veces, y es totalmente ardiente loca, y te odia tanto. En- en serio, literalmente no Le importa si vivas o mueras, porque todo que Le importa, es La Ciencia. Y si necesite matarte, por Ciencia, ooh, que lo hará. Sin siquiera pensar en ello. Argh, aplasta, estás muerte, cuenta cuántos puntos de Ciencia obtuviste, adelante al próximo. Chell aquí es la única humana que alguna vez logró conquistarla, y solo lo logró por- porque- n-ni siquiera sé en realidad cómo lo logró, para ser honesto, pero probablemente involucró muchas explosiones. Oh, Dios- y francamente no es mucho mejor si seas una máquina, porque bueno, es, es más difícil para Ella matarte, pero no significa que no tiene un completo listo de otras opciones, otras cosas que pudiera intentar, mientras estás allí.”
Wheatley se quedó mirando las punteras rayadas de sus zapatillas. Estaba temblando.
“Y morir es malo- probablemente, muy malo- me dijeron así- no, no sé, nunca he muerto- pero creo que algunas cosas… algunas cosas son aún peores.”
Pasó un silencio. Wheatley, que no se sentía con ganas de mirar a ningún otro lado ahora mismo, seguía estudiar sus zapatillos. Había un feo boquete en la textura de goma en el derecho- parecía que quienquiera que haya contribuido con sus datos biométricos al avatar en primer lugar había corrido y pateado algo bastante fuerte. Vagamente, esperaba que no hubiera sido una pelota de fútbol.
El ambiente tenso en el almacén se rompió con un leve golpe y un estallido de gritos desde el otro lado de la pared. Con un suave sonido metálico, Aaron dejó la cosasamabob que había estado manipulando en el banco de trabajo más cercano, y se dirigió hacia la puerta. Por lo que era posible decir, entre sus cejas pobladas y sus ojos oscuros y arrugados, parecía pensativo, y muy sobrio.
“Sostenga ese pensamiento un segundo,” él dijo, y salió, cerrando la puerta detrás.
Wheatley se tragó, frotándose una mano temblorosa por la cara, bajo el fantasma de luz sólida de sus anteojos, dejándolos torcidos. “Oh, Dios. No hacemos eso otra vez, ¿de acuerdo? No vamos a hacer un bis. Sé que suena tonto, pero simplemente pensar en ello- es- estuve absolutamente aterrorizado.”
“Sí.”
Ella miró a él. Había una sonrisa allí, pero no era una sonrisa feliz. Ciertamente no era nada como la que había dado a Aaron, ayer, fuera de la casa de la doctora. Tenía un aspecto amargo, y algo más- duro, y un poco… ¿culpable?
“Y convincente.”
()~~~~~~~~~~~~~~~~()
“¡Me usaste!”
Wheatley salió a grandes zancadas por la puerta trasera del taller, tirando la cabeza hacia un lado en el último minuto para evitar golpearla contra el marco, pareciendo nada más que una jirafa furiosa con un sentido inusualmente malo de sus propias dimensiones.
“¡Me malditamente usaste!”
Chell lo siguió, con los brazos cruzados. “Un poco.”
Él se volvió hacia ella. “Oh, bueno, ¿un poco? Sí, me hace sentir tanto más mucho mejor. Sí, sabías que tener que hablar sobre Ella me asustaría como el demonio para que Papá Noel de atrás tomaría tu palabra, pero está bien, solo me usabas un poco, ¡obviamente no tengo derecho a sentirme maltratado de ninguna manera, forma, ni modo!”
“Mira-”
“Claro que estoy siendo muy sarcástico ahora mismo, ¡por si acaso no me pilles!”
“La gente hace lo que él le dice. Si piensa-”
“Sí, tengo la idea básica, ¡gracias! Posiblemente puedo ser lento en la captación a veces, pero no soy, como podía haber mencionado una o dos veces antes, ¡un cretino!”
El patio estaba lleno de piezas de vehículos antiguos, generadores desmoronados, chatarra recuperada, cascos de equipos pesados dejados por muertos o en proceso de restauración. No era fácil, mirando algunos de los cascos oxidados, adivinar a qué categoría pertenecían. Wheatley chapoteó en un charco grasiento y pateó el parachoques delantero de un camión de carga M35 podrido, cualquiera con la esperanza de aliviar sus sentimientos o replicar el golpe en su zapatilla derecha. El parachoques hizo un ruido desagradable gimiendo y se cayó.
“Por supuesto, no importa si resulto en sentir como estoy a punto de tener un flipando ataque al corazón, no, ¡con tal que puedes probar tu punto! Quiero decir, no me va a hacer ningún daño, ¿verdad? ¡Ni siquiera tengo un maldito corazón! Claro, vale, obviamente, te da carte blanche total para sacar el corazón que de hecho no tengo- a menos que hablamos en un sentido puramente metafórico, sí que estoy- y patearlo como un- una- ¡pelota! Oh, sí, lo siento, en retrospectiva, ¡tiene sentido completo! ¡Debía haber sabido! Sigo estar muy sarcástico, ¡por cierto!”
“Lo supuse.”
“Y no me mires como así, ¡querida! Piensas que esto es gracioso, ¿no? No, en serio, está bien, sigue, todos ríanse a pobre debilucho Wheatley, se pone muerto de miedo si lo fuerzan revivir el tiempo cuando una supercomputadora lunática con poderes de un maldito dios lo machacó medio muerto y le dejó por chatarra, o el tiempo que Ella atascó cosas en su cerebro y lo hizo repetir los peores partes de su vida una y otra vez, ¡es fantástico! Oi, ¡es un asunto que solo me acaba de ocurrir! Al hacerme recordar todo eso, sí, jugada maestra, ¿sabes qué?”
Ella ya había dejado caer los brazos y lo miraba, cautelosa, aprensiva. Una punzada de advertencia en el fondo de su mente le dijo que ella probablemente sabía a dónde iba él con esto, siendo el genio en unir los puntos que era, pero no le importaba. Estaba demasiado enojado- ofendido- herido- para detenerse.
“¿Sabes qué? Ella estaría orgullosa. Sí, me oíste, exactamente como algo Ella haría, eso fue. Bien saber las dos tenéis algo en c-”
La palma abierta de ella golpeó con fuerza el lado de su mandíbula, sacudiendo su cuello hacia atrás en una exhibición de cinética artificial que habría sido extremadamente impresionante si no hubiera picado como el infierno. Él retrocedió, al igual que ella- él tomándose la mandíbula, ella el costado vendado.
Miraban fijamente el uno al otro. De repente, el metro más o menos de grasienta tierra compacta entre ellos sentía como una vasta, vasta distancia, demasiada amplia incluso para él alcanzar a través. Veía dolor escueto en los ojos de ella y realizó que, sin planear- por supuesto, desde cuando lograba así de bien algo que planeó- la había dañado otra vez.
“Oh,” él dijo. “No. No, no lo-”
Los ojos de Chell se entrecerraron. Wheatley se calló, dio un paso tambaleante atrás, tropezó con el parachoques, y salió corriendo.
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“¿Qué pasa con él?”
Chell se giró rápidamente. Aaron estaba a pie en la puerta trasera del taller, sombreando sus ojos del sol con el dorso de la mano.
“Ese joven Randall es un genio auténtico por no escuchar buenos consejos,” él dijo. “Ahora tengo que cerrar mientras recogemos quinientos treinta y dos canitas y un montón de vidrio roto, que no es exactamente mi idea de recreación. ¿Estás bien?”
Ella empezó a encogerse de hombros por pura costumbre, pero se detuvo.
Aaron siempre, siempre había sido derecho con ella. Nunca había ocultado la verdad para beneficio de ella, mostrando una falta de dualidad que fácilmente podría ser confundida con ingenuidad por alguien que nunca lo había visto regatear con un vendedor o comerciante de fuera de la ciudad. Y ella había sido honesta con él a cambio, pero no le había confiado exactamente su confianza, ¿o sí? No en este tema único y vital.
Cuando lo miraba de esa manera, era una forma bastante pobre de tratar a un amigo. Y en cuanto a Wheatley- sí, era un hipócrita de proporciones increíbles al acusarla de usarlo, mientras estaba tan asombrosamente ciego a la ironía de eso- pero lo horrible era que tenía un punto. Era una especie de punto pequeña y torcida, y necesitaba ser afilada, pero estaba allí. Ella había visto su miedo, su desgana, y lo había obligado de todos modos, porque sabía que haría un espectáculo convincente.
Pero fue para una buena razón-
Ella sacudió su cabeza. No sabía cómo explicarle a Aaron que tenía que luchar contra la creciente sensación de que había logrado vivir entre humanos durante cuatro años sin lograr volverse más humana. Se asentó en su estómago como una piedra en el fondo de un estanque, plano y turbio, enfermizo.
“No creía así.” Aaron la observaba de cerca. Metió la mano en el bolsillo de su camisa y sacó un librito; encuadernado en cuero, con cicatrices y desgastado y cuidadosamente cosido. “Aquí, estaba leyendo por esta vieja cosa anoche. El diario viejo de mi papá- solo era un chico en ese entonces, cuando este lugar era simplemente un montón de escombros en el camino.”
Tomándose su tiempo, hojeó por un par de los páginas blandas y amarillentas. “¿Te dije que mi abuelito ejecutaba cachés de suministro para la Resistencia?”
La Resistencia. Era una frase poderosa y evocativa, aún ahora. Las personas que habían defendido a la humanidad en su hora más oscura eran consideradas héroes casi míticos, y sus historias tocaron una fibra sensible incluso para Chell, quien nunca sabía que existían hasta hace cuatro años. Al fin y al cabo, ella misma era bastante resistente.
La mayor parte del tiempo, atribuía la pérdida de su memoria a una piedad, sencilla y simple. El mundo había cambiado más allá del reconocimiento mientras ella había estado en criogenización en el Centro de Relajación. Si ella hubiera tenido recuerdos- amigos, familia, una casa, una vida-
Como era, no tenía nada que la atara al mundo que había existido antes de la invasión de la Alianza, antes de la Guerra de las Siete Horas, las tormentas de portales, la liberación de la Tierra por parte de la Resistencia- y era lo suficientemente práctica como para estar agradecida. Ni siquiera podía imaginar cuánto más difícil habría sido salir a un mundo donde todo lo que conocía se había ido para siempre, y tener que vivir el resto de su vida sabiendo lo que había perdido.
La manera que era, tenía mucho para aprender cuando llegó por primera vez en la comunidad amable y humilde de Eaden, pero entonces, ¿qué narices era ella, si no una aprendiz rápida? Había absorbido todo lo que podía, todo lo que era relevante para su nueva vida, y confiaba en que captaría el resto con el tiempo. Nunca había visto a un Vortigaunt cara a cara, ni había viajado más allá de Nueva Detroit, pero tenía una comprensión de la historia tan buena como cualquiera de ellos, y después de las cosas que había enfrentado en las instalaciones, ninguno de ellos la había desconcertado mucho. En realidad, habían sido las cosas más pequeñas que habían sido más difíciles de volver a aprender, las pequeñas cosas triviales que, por lógica, deberían haber sido fáciles de entender.
La proporción había sido la dificultad, por la mayor parte- tener una idea de ella y ajustarla para que conveniara a su nueva vida. Es difícil preocuparse tanto por cuestiones como si debe o no lavarse el pelo por la mañana, para enmarcar un ejemplo, cuando previamente había estado ocupado con preguntas como si podía o no correr a cubrirse antes de que el tiroteo de la torreta le arrancara las rodillas.
Solo fue una suerte que hubiera encontrado algo en lo que realmente pudiera concentrarse- algo que se sintiera bien, que descubrió que podía hacer- para conectarla con su nueva vida, o podría haber terminado encontrando difícil preocuparse por algo en absoluto.
Aaron tocó su dedo en una página abierta. “Bueno, Papá ayudaba cada vez que podía, y un día estaba explorando el paisaje al norte cuando se topó con algo fuera de lo común. Dijo que lo tomó por el lugar de un accidente, al principio, un Cazador derribado, algo así… pero no cuadraba del todo.
Miró hacia ella. “Habla de un grande lote pavimentado en el borde de un bosque, cráter en el suelo y un montón de chatarra tirada por ahí sin una buena razón, oxidándose. Algo malo al respecto, además. ‘No podía decir por qué, pero me sentía como si estuviera siendo observado. Tal vez hubiera más para encontrar, pero no me quedó más tiempo que necesité. Era malvado, aquelle lugar. No voy a volver.’”
Le tendió el libro. Ella lo tomó y sintió un escalofrío atravesarla, desde el cuero cabelludo hasta los dedos de los pies. Halifax Padre no había sido un gran artista, pero los bocetos a lápiz desvaídos debajo de las palabras eran lo suficientemente claros. Allí estaba la valla, la pequeña caseta de guardia con su barrera rayada, los postes de luz inclinados como espaguetis hechos añicos, un cementerio de piezas contra una hilera de árboles oscuros garabateados. Era increíblemente espeluznante- como mirar una instantánea directamente de su propia mente.
“Tengo que admitir, nunca me ocurrió hasta ayer que el malvado lugar de mi papá y el lugar de que viniste podría haber sido uno y lo mismo. Si pensara en ello en absoluto, supongo que lo atribuyó a un joven asustadizo esperando Alianza a la vuelta de cada esquina. Si hubiera sabido-”
“-podrías haber ido buscando,” dijo Chell. Estaba mirando fijamente a la página. “Gracias a Dios que no lo hiciste.”
Le dio a ella una pensativa mirada de medición. “Tal malvado, ¿eh?”
Su voz era ferviente. “Peor.”
Aaron estaba silencioso por un rato, frotando la ceja distraídamente con un pulgar. “Sabes que haría cualquiera que sea necesario para proteger este pueblo,” dijo eventualmente. “Asumo que lo harías también, trata de eso. Y de lo que puedo decir este lugar es un Problema con un P mayúscula. Pero si los únicos tres personas conozco actualmente estado allí- tú, mi papá, y este muchacho tuyo- todos están diciéndome a dejar lo suficientemente bien solo, no soy demasiado necio para escuchar.”
Chell, que se había estado sujetando inconscientemente como una prisionera a punto de recibir una sentencia, empezó a respirar de nuevo.
Ella no era el tipo de persona que le daba mucha importancia a las grandes y llamativas promesas verbales- y con algo tan serio, no se habría atrevido a exigirle una a Aaron de todos modos, incluso si lo hubiera hecho. Para ella era suficiente que él entendiera correctamente la gravedad del asunto, el peligro- Ahora que podía decir que estaba convencido, que su sentido común no le permitiría tomarlo a la ligera, su mente estaba mucho más tranquila.
Bajo las circunstancias, aún lo dejo que se salga con el muchacho tuyo.
“Hablando de necio… probablemente mejor alcanzas a él mientras puedas. En esas piernas, ya estará a medio camino de los Cementerios. Sabes,” Aaron añadió, echando un visto a través del patio hacia la puerta en el lado lejano, “momento puse los ojos en él, pensé que me recordó de alguien. Me tomó hasta ahora para reconocerlo.”
Los ojos se quedaban en ella, amables, preocupados. “Alguien conocí ya hace sobre cuatro años. Simplemente caminó en el pueblo un día de la nada, tal como así. Asustando por las sombras, mirando cada cosita como nunca había visto lo tal antes, como si en algún momento iba a despertarse y encontrarse en algún otro lugar. Un lugar a que no era demasiado parcial, tampoco.”
Ella apartó la mirada.
“Bueno, esa alguien… ella era fuerte, y mejoró. Él, por otro lado…” Aaron se encogió de hombros de forma expresiva. Otras personas, sugirió el ademán, podrían calificar las posibilidades de Wheatley como quisieran, pero él, Aaron, tenía su propia opinión, y no era demasiada positiva. “Un poco ardilla, ¿no?”
Chell se mordió ligeramente el lugar dolorido de la lengua, decidiendo cómo responder. En un nivel, estuvo de acuerdo- aparte del arrebato, hasta ahora Wheatley parecía estar tomando su pueblo como un pato a la lava. Probablemente estaba estirando los límites del optimismo para esperar algo más, pero…
“Si hubieras estado allí,” ella dijo, eventualmente. “Serías ardilla, también.”
Presionó suavemente el diario de su padre en sus manos de nuevo, y salió por la puerta.
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chicas-porno0 · 1 day ago
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En chicas un artículo de un blog de la vecindad José-ameno lo podés seguir en www. Tumblr. Com / José-ameno
" Moda maquillaje emergencia
Hola mi nombre es Jacqueline Gutiérrez Rodolfa de la gomas y estoy escribiendo esto desde mi computadora. Mi invitaron a una fiesta muy particular, una fiesta de disfraces hot, lo particular. La idea es ir soltándose con el ambiente laboral y para conocerse mejor. He escuchado de estas fiestas desde la universidad y creo haber oídosla desde el colegio así que parecieran ser algo muy común y cotidiano aunque nunca asistí a ninguna, nunca supe de ninguna cerca aunque esta vez tengo la invitación. Y tengo mis dudas. No sé si asistir o no, no sé si es por pudor o miedo, tal vez es por eso que piden el disfraz, como velo, oculto quedará un ser impúdico o seria menos impúdico o para ir soltándose. Cuestión que caigo y me animo y voy de conejito Playboy y pum que era una fiesta formal una gala de vestido largo de cola larga casi todos. En mi caso era solo una reunión femenino por ser nuestro equipo de trabajo casi todos femeninos pero hay mixto aunque me dijeron que pudieran de haber bailarines y hots, como la pizza. Estoy triste, llorando, pase un papelón. Anda todavía estás a tiempo de cambiarte, sigue mi consejo, cámbiate, no faltes, ponte un vestido cualquiera porque sino sospecharán que irías de hot. Casi no podía volver a casa hasta que un joven paramédico se acercó a mi y me ayudó a llegar a casa, le pregunté porque lo hacía, me dijo porque sino esto sería un problema para ellos después. Creo que ya veía bailarines hot por todos lados, ahora que lo pienso que hacia un paramédicos ahí, no recuerdo una sirena ni que alguien hubiera llamado a emergencia.
PS: Aún estás a tiempo "
Está increíble este blog vecino José-ameno en www. Tumblr. Com / José-ameno
Además
www.Labasedelamedida.blogspot.com nos trae la historia de caren una vieja conocida nuestra
" Caren se casa.
Caren se casa y nada tenia resuelto todavía.
Pensando, divagando en claras ensoñaciones, donde la esponjosidad del lugar era de su albergue.
Podía imaginar en  el altar de bodas, la larga caminata hasta ahí, por todo lo demás tendría que figurarlo darle entidad. Y comenzó a sonreír al escuchar en su cabeza la marcha nupcial.
-          Dos o tres?
-          Oh, dos - dice caren  al ver el café
Podía imaginarse de ella en la luna de miel, mientras la música aun confundía sus imágenes en un pensamiento medio incordioso, armonioso y alegre, pero no armónico lo que lo hacia  nubiloso, feliz pero de cierto reparo. Que era aquello que imponía el incordio, alejando la plenitud?
Las habían estado bien, así, cual era en devenida su aprensión.
-          Saben, ya puedo imaginarme a mi con el vestido de novia, escuchando la marcha nupcial – dijo como dándose valor.
Y así era, podía imaginarse en esa vestiduras, de novia, de sabanas blancas su lecho, cortinas blancas, que albergaban y esperaban su lecho, actuando como velo de sus furtivas idas de la vida publica, en su lecho nupcial.  Podía imaginarse, la habitación amplia de blanco, con la nupcia en centro, casi sin obstáculos, sin muebles que obstaculizaran la amena observación del entorno panorámico con el suelo de madera, vetado, correctamente pulido, y vistosa hacia el exterior, cortinas delgadas pero ocultas, que velaban el interior de las nupcias y el exterior. oh, si que podía imaginárselo, casi ruborizada cuando le entregaron el café con los dos de azúcar. Un deleite de estilo, la elegancia del azúcar en terrones. Toda fiesta elegante debía de tener unos en pila de triangulo.
-          Eres una guarra – le dijo riel
Este comentario pareció sacarla de su trance, de su ensueño perdido, y traerla a la mesa.
-          Que? – se pregunto, pero lo cierto es que asi era, o así, lo sentía, no estaba vestida de blanco, con alfombras blancas ni cortinas blancas, ella no era así, era mas de ciudad, de cafés, y de charlas sociales informales, el mantel era amarrillo a cuadros, no era lo que precisamente podía decirse de estilo elegante, barroco. En una mesa  redonda en el patio del café, que estaba pensando, todo esto la trajo a la realidad, al ver a riel comer un turrón mientras miraba al infinito azul, del cielo de horizonte. Habia estado tan enfrascada, y lo cierto es que apenas se habían decidido, apenas se habia comprometido, no sabia que esperar, que depararía el destino, el futuro no puede predecirse, se habia comprometido, pero aun no sabia bien, que pensaba el de todo esto, habia sido tan repentino que no habia tenido el tiempo de discutirlo, o tal vez habia estado abrumada, al fin de cuentas es una decisión muy importante, un empuje crucial, creía ella, o, tal vez, no sea para tanto, aun no lo sabia y todo esto la confundía. Tal vez, no era bueno que estuviera teniendo esta charla, antes de tenerlo todo definido.
Miro a riel que estaba abriendo un nuevo turrón, desenvolviéndolo hasta un poco mas de la mitad y dando el primer bocado con un sonido de quiebre al cortar y masticar.
-          Quieres? – le pregunto riel, al ver los ojos puestos en el, ella hizo un gesto lento en negativo – sabes? La marcha nupcial, nunca se reconocerla más que por el nombre, bien, es idéntica a la marcha fúnebre. – dice – quiere decir que la marcha fúnebre y la marcha de bodas tiene el mismo ritmo, solo que la marcha de bodas en tresillos y tresillos sincopados.
Oh, Cuanta data manejaba riel, y con una cara tan  agradable, y delicadamente delineada por la juventud, que no pensarías que tiraba 120 de pecho, seguro nadaba crol
-          Supongo que no tienes nada arreglado, - dice – ya saben quienes serán los testigos?
-          Los padrinos y madrinas?
-          No, todavía no – dice caren quien no puedo menos que sonrojarse por sentirse incomoda  o tonta, tal vez, una cosa lleve a la otra
-          No nada – volvió a decir caren
-          Ya veo
-          Es cierto eso? – su amiga se dirige a riel
-          Que?
-          Lo de que la marcha de bodas y la nupcia se parecen
-          No que se parecen, son lo mismo, o, una continuación de coda, solo que va en tresillos, y poseen el mismo ritmo. Amanecer ocaso, supongo
-          Oh, y quien hará el video? – dice
-          Eres tonta, - responde la amiga – si todavía no tienen nada definido.
-          Te recomendaría a joseph, pero, con lo que le paso, creo que aun sigue, complicado – riel, ahora estaba totalmente en la mesa, y aun degustando el bocadillo de turrón. – si, - suspira – pobre joseph
-          Oh, joseph – pensó caren – que le paso, - luego dijo, riel la miro como si hubiera percibo el tono
-          Oh, no importa- dice riel
-          No enserio, - pregunta la amiga – que paso
-          Oh, nada- dice riel – habia conseguido trabajo, ahí en la televisión, en una cadena importante o eso creo,  y bue, - dice – cuando entro, cerraron la puerta y tiraron la llave,  nunca le pagaron
-          Oh, - dice la amiga, riel parece sentir el tono
-          Esta un nuevo presentador, y luego conoció a los que estaban mas tiempo, algunos periodistas otros solo granjeros, - dice
-          - y donde quedo la llave – dice la amiga
-          No se, a alguien a quien se la tiraron – dice – nunca se sabe lo que va a salir de un casting nacional
-          Pobre joseph – dijo caren "
Increíble www. Labasedelamedida.blogspot.com
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mutantes-sinmas · 20 days ago
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Son las 4:44, me ha despertado la gata. Estoy todavía conmocionada y resonando con todas las cosas que pasaron ayer. Los bailes... es algo impresionante, los movimientos sagrados en grupo. Sé que es algo sumamente especial. Nunca he visto nada igual, nunca había sentido algo parecido. Sé que somos un grano de arena en este universo, pero estar ahí me hace sentir como algo único. Mantenemos vivo el conocimiento ancestral. Hay una parte de mí que fipa en el sentido de cómo he acabado allí, yo que durante tantos años rozaba un poco todo aquello y resonaba profundamente cuando topaba con resquicios de algo que ya sabía aunque no sabía que lo sabía y de lo que ahora formo parte. Durante mi proceso en este camino iniciático influí en otras personas debido a la pasión que sentía por la conexión con estas danzas sagradas y este conocimiento. La realidad siempre supera a la ficción. El grupo es totalmente hermético. Los conocimientos sólo se pasan de manera oral. Y yo y mi memoria selectiva sufrimos bastante, porque no puedo recordar cada frase que en el momento digo, Dios esto es importante recuérdalo. Son tantas las impresiones... soy de las personas más jóvenes del grupo, para que se hagan una idea, y, curiosamente hay más hombres que mujeres. No mantengo relación con absolutamente nadie fuera de la escuela, sólo me relaciono con ellos en las actividades que hacemos con respecto al grupo. Realmente hay verdaderos sabios y personas mágicas allí, aunque ellos lo llevan con humildad y jamás se jactan de sus conocimientos. Allí nadie hace fotos ni tienen la necesidad de compartir al exterior. Creo que soy la única que comparte algo de lo que ocurre allá entre alfombras orientales, música y conocimientos ancestrales. Les dejo un poquito de ahí
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rokeatucasa · 23 days ago
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Cómo Preparar Tu Casa para la Venta: Tips de Home Staging para Atraer a Más Compradores
Vender una casa no es solo un proceso de ponerla en el mercado y esperar que lleguen las ofertas. La primera impresión cuenta, y una presentación adecuada puede marcar la diferencia entre una venta rápida y una propiedad que se queda en el mercado por meses. El home staging o puesta en escena del hogar es una técnica que permite destacar lo mejor de tu propiedad y atraer a más compradores. Aquí te dejamos algunos consejos prácticos para preparar tu casa y maximizar su potencial de venta.
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Declutter: Menos es más
El primer paso en el home staging es eliminar el desorden. Una casa ordenada y limpia transmite la sensación de amplitud y comodidad. Guarda los objetos personales como fotos familiares, recuerdos y adornos en exceso. Recuerda que el objetivo es permitir que los compradores se imaginen viviendo en ese espacio, por lo que un entorno neutro y despejado es esencial.
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Repara lo que sea necesario
Aunque no sea necesario hacer grandes remodelaciones, es importante realizar reparaciones pequeñas pero significativas. Arreglar goteras, reparar electrodomésticos que no funcionen y pintar paredes con colores neutros puede tener un gran impacto. Un hogar bien mantenido da confianza a los compradores y les muestra que la propiedad está lista para mudarse.
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Maximiza el uso de la luz natural
La luz natural puede transformar cualquier espacio, haciéndolo más acogedor y amplio. Abre las cortinas, limpia las ventanas y asegúrate de que las lámparas estén funcionando correctamente. Si es posible, utiliza espejos estratégicamente para reflejar la luz y dar una sensación de mayor amplitud en las habitaciones más pequeñas.
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Resalta los puntos fuertes de la casa
Cada casa tiene algo especial que debe ser resaltado. Tal vez una chimenea, un ventanal con vista al jardín o una cocina espaciosa. Asegúrate de destacar estos elementos clave de manera que los compradores puedan apreciarlos de inmediato. Si es necesario, usa muebles y decoraciones que enfoquen la atención en estos puntos fuertes.
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Crea un ambiente acogedor
La idea es que los compradores se sientan como en casa. Utiliza colores suaves y neutros en la decoración y los muebles para crear un ambiente relajante. Añadir elementos decorativos como cojines, alfombras y plantas frescas puede generar una atmósfera cálida y atractiva.
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Cuida el exterior de la propiedad
La primera impresión comienza desde el exterior, por lo que el jardín, la entrada y la fachada deben lucir bien cuidados. Si el clima lo permite, asegúrate de cortar el césped, limpiar las hojas caídas y añadir algunas plantas o flores que den un toque de frescura. Una entrada bien iluminada también hace que la casa se vea más acogedora y accesible.
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Elimina olores y mantén el aire fresco
Los olores pueden ser un factor determinante al momento de mostrar una casa. Evita el uso excesivo de ambientadores y opta por soluciones naturales, como velas suaves o difusores con aceites esenciales. Asegúrate de ventilar bien las habitaciones y elimina cualquier fuente de malos olores antes de las visitas.
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Mantén una temperatura agradable
Si tu casa está bien ventilada y a una temperatura cómoda, los compradores pueden concentrarse en apreciar la propiedad sin distracciones. En días calurosos, asegúrate de que el aire acondicionado esté funcionando, y en días fríos, que la calefacción esté a una temperatura agradable.
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Con estos consejos de home staging, podrás aumentar las posibilidades de vender tu casa más rápido y al mejor precio posible. La clave está en crear un ambiente que permita a los compradores visualizar su futuro en ese espacio. No subestimes el poder de una buena presentación: ¡tu casa puede ser la próxima que se venda en tiempo récord!
Para más consejos sobre cómo preparar tu hogar para la venta, visita Rokeatucasa.com y descubre cómo maximizar el potencial de tu propiedad.
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eternaleternity-rpg · 24 days ago
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“La muerte camina más rápido que el viento y nunca devuelve lo que ha tomado” Hans Christian Andersen. El invierno toma las calles de Boston. El viento aúlla, con su gélido aliento congela a su alrededor. Hasta las pequeñas telarañas que revisten los exteriores de las casas. La nieve cae y se asienta en una mullida alfombra sobre el suelo de las calles. Durante las noches más largas del año, los murmullos se alzan y los hilos del destino son tejidos. La amenaza se cierne sobre las cabezas de todos los habitantes. Todos recuerdan los regalos de Billy en Navidad. El Hombre de las Sombras está en su agenda. ¿De qué modo? Pronto tendremos más noticias. Mientras, el silencio grita la advertencia de que días más oscuros están por llegar.
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dunder-rpg · 25 days ago
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“La muerte camina más rápido que el viento y nunca devuelve lo que ha tomado” Hans Christian Andersen. El invierno toma las calles de Boston. El viento aúlla, con su gélido aliento congela a su alrededor. Hasta las pequeñas telarañas que revisten los exteriores de las casas. La nieve cae y se asienta en una mullida alfombra sobre el suelo de las calles. Durante las noches más largas del año, los murmullos se alzan y los hilos del destino son tejidos. La amenaza se cierne sobre las cabezas de todos los habitantes. Todos recuerdan los regalos de Billy en Navidad. El Hombre de las Sombras está en su agenda. ¿De qué modo? Pronto tendremos más noticias. Mientras, el silencio grita la advertencia de que días más oscuros están por llegar.
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