#Tremendo cabronazo
Explore tagged Tumblr posts
anarchypig0 · 1 year ago
Text
Tumblr media Tumblr media
ESTOY /CHILLANDO/ @entropiasgift
Estoy:
Tumblr media
17 notes · View notes
lfsca · 3 months ago
Text
Redención.
¿Por qué no te vas? ¿Por qué sigues en mi mente a pesar de que tú yo físico ya no está más aquí... Es más el tiempo que te he extrañado del que estuvimos juntos, DAMN.
Me quedé con tantas cosas de hacer, deshacer, pero sobre todo decirte, tal vez por ese duele aún, que entiendo muchas cosas que en su momento no pude o no quise hacerlo...
Lo lamento mucho y lo extraño demasiado, me sentía tan bien estando cerca de ti, de no haber sido por mi archivo en Google Fotos, ya se me hubiera olvidado como era tu cara, el sonido de tu voz, las poses que hacías y para mí era ver a una supermodelo.
No me queda más que imaginar que arreglo ese momento canónico, pero después de haberme visto ese episodio de What If de Doctor Strange ya no xd.
Lo que si olvide es tu aroma, recuerdo que era irrepetible y nunca me cansaba de olfatear, extraño eso, demasiado, cada día, tal vez ya no con la intensidad de hace ya un tiempo, bueno... A lo mejor si pero ya no lo hago notar tanto.
Platico de lo que pasó y está versión no eres la mala, ahora sí lo cuento cómo fue, como en verdad paso.
Juro que muchas veces estaba a nada de buscarte una vez más pero después del "White Night¹" y de la última vez que hablamos pues no se te vio muy interesada en querer interactuar más. Entendible, por qué hacerlo con tremendo cabronazo del 2018...
0 notes
versatiro2 · 4 years ago
Text
LA SECUOYA ROJA primera parte
Rebusqué en mi mochila el mapa que Ramón me dibujó en una servilleta con la intención de orientarme en el espacio, pero fue inútil. El mapa terminaba en un frondoso bosque que dejé atrás hacía varios días, pero me hizo sonreír porque recordé cuando me lo dio con una mezcla de ilusión y ternura. No pude evitar abrir la cajita de latón donde guardaba sus calzoncillos lefados que aún mantenían un hilo de su aroma. A media mañana, tres días después de dejar el inmenso embalse de Alberto, me detuve bajo un olivo perdido en medio de la nada para refrigerarme con un trago del licor de higos de sicomoro que Tiburcio me regaló. Cerré los ojos y esnifé los gayumbos durante al menos un minuto rememorando el olor de su culazo, ufff. Cuando los abrí, el cielo se había nublado de tal manera que parecía el ocaso. De repente, una gran tormenta cayó. Truenos tremendos, rayos bestiales. Me asusté. No era seguro permanecer bajo aquel viejo y solitario árbol. Guardé los calzoncillos y salí corriendo de allí hacia una zona más boscosa que divisé a lo lejos. Era un bosque de árboles gigantes, majestuosos. Llovía como si fuera el día del juicio final. Saltaba intentando evitar los grandes charcos que se habían formado, hasta que me adentré en la espesura y todo se volvió más oscuro todavía. Lo bueno es que apenas notaba la lluvia, lo malo es que estaba completamente empapado.
Los troncos de aquellos árboles eran enormes, anchísimos y de color rojizo. Estaba inmerso en un magnífico bosque de secuoyas rojas, secuoyas gigantes. Anduve varios minutos hasta que me llamó la atención una de ellas que era especialmente grande. La rodeé acariciando su rugosa corteza hasta que mi mano se topó con algo parecido a una manivela. Estaba fascinado, aquella secuoya tenía cerca de 8 metros de diámetro y casi 100 metros de altura, pero lo más increíble es que tenía una entrada. Giré la manivela y abrí la puerta, que chirrió como quejándose. Dentro solo había oscuridad, pero entré para refugiarme hasta que parase la lluvia.
El olor de aquella especie de cueva escarbada en el tronco de la secuoya era muy peculiar, como a azufre. Saqué de mi mochila una vela y la encendí para observar el espacio interior. A quien fuera, se le había ocurrido una magnífica idea. Todo estaba muy ordenado, había aperos de labranza colgados de las paredes, una carretilla, semilleros y hasta máquinas arcaicas de fumigación. No era más que un cuartucho de enseres para trabajar la tierra. Eso me hizo pensar, que no lejos de allí, debería haber una granja o tierra para cultivar.
Me desnudé por completo, pues mi ropa estaba empapada, y me acurruqué en una esquina donde había una especie de colchón improvisado. El relleno parecía lana. Tenía muchísimo frío y las piernas llenas de rozaduras, entonces me acordé del remedio que Óscar me relagó y unté mis heridas con el aceite de eucalipto macho. También me fregué el pecho con aquella esencia, pues me costaba respirar y me había entrado una tiritona de miedo. El cansancio, el hambre y el malestar que iba "in crescendo" me sumieron en un profundo sueño. Aquel desagradable olor a azufre quedó difuminado cuando el intenso aroma a eucalipto inundó la pequeña y camuflada casa de aperos.
Tuve un sueño extraño, lo recuerdo como si lo estuviera viviendo ahora mismo. Era un sueño muy nítido. Ramón cabalgaba desnudo a lomos de Elana. Era ella, seguro, la yegua del Rubio. Sin embargo, de su pecho, en lugar de crecer su hermoso cuello y su cabeza, surgía el tronco y la cara de Ramón, mi bello Ramón del acebuche, Ramón hecho centauro. Venía hacia mí con su amplia y pícara sonrisa. Pero todo se torció cuando antes de alcanzarme, brotó del suelo una hoja, que luego fue arbusto, hasta convertirse en árbol, un gran roble que se lo tragó y desapareció. Me desperté sudoroso, sobresaltado y tembloroso. Me costaba trabajo respirar y estaba ardiendo, una fiebre muy alta me tenía paralizado.
La vela seguía encendida, y en la penumbra, vi como al cobertizo de la secuoya, entraba un ser extraordinario. Sus brazos estaban hipermusculados, su tronco era un torso exagerado con cuatro carnosos pezones. Tenía las piernas peludas y muy fuertes, muy marcadas, venosas. Su aspecto era humanoide, pero la cabeza era reptiliana, como la de un puto avatar. A aquel monstruo le colgaban tres pesados cojones y dos enormes pollas, una con pellejazo y la otra descapullada. Yo traté de incorporarme, pero alargó una garra, me la clavó en el pecho y me contuvo.
-¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? —pregunté muerto de miedo.
-Soy el Edusaurio de este bosque. ¿Cómo te atreves a preguntar? Has osado perturbar la tranquilidad de este sagrado lugar con tu sucia presencia.
-Perdona, no era mi intención, Edusaurio.
-¡Cerdo! ¡Arrodíllate y pide perdón de obra, las palabras no sirven de nada!
Obviamente le hice caso. A pesar de que mis rodillas estaban laceradas, no estaba yo en posición de negarme.
-Huyes vilmente de tus mierdas y encima vas dejando muertos por el camino.
-Yo no he matado a nadie, de verdad.
-No solo hay muerte cuando se apaga un cuerpo, la condena a la sometes a los amantes que encuentras en tu camino, es mucho más terrible. Dejas una huella imborrable en sus almas y desapareces cuando te viene en gana.
El monstruoso ser era una especie de verdugo con el que debía redimir mis pecados carnales. No le faltaba razón, pero yo no desaparecía de sus vidas con la sensación de dejarlos desolados.
-Elige cuál te quieres comer primero —dijo poniéndome sus dos pollas delante de la cara, cada una a la altura de un ojo—. Es el único privilegio que te voy a conceder.
La polla con pellejo era lisa en su tronco, mientras que la circuncidada era muy venosa. Me acercaré a la bifurcación de los rabos y cerré los ojos para olerlo todo hundiendo mi nariz entre las tres pelotas. Uffff, era el olor a macho más fuerte que había sentido en mi vida. Saqué la lengua, e instintivamente la deslicé por el pollón con pellejo en toda su extensión hasta el prepucio. Con la punta de la lengua, urgué entre los pliegues húmedos y llegué hasta el glande encapuchado. Qué textura, qué sensación más rica. Su miel preseminal sabía a frutas del bosque. Apreté los labios con la intención de ir retirando el pellejo, pero otra vez su garra, esta vez en mi espalda, me detuvo de nuevo.
-No te atrevas a hacer eso —dijo con su voz de ultratumba—. Si quieres mamar bola a pelo tienes la otra.
Fui obediente y dirigí mi boca al capullo desnudo del que ya goteaba otro hilo de jugo preseminal. Le pegué la lengua por debajo para recoger el preciado líquido y luego abracé el voluminoso glande con los labios para saborearlo. Qué cosa más rica. Parecía un champiñón gordísimo y dulce. Lo disfruté un buen rato hasta que quise atreverme con el resto del pollón, así que avanzó garganta adentro y me la metí hasta más de la mitad. Era muy gruesa. La lisura del glande contrastaba de puta madre con la rugosidad del tronco. Mis labios se entretuvieron en sentir el torrente sanguíneo que corría por el maremágnum venoso de su rabo. Entonces, percibí sus garras abrazando mi cabeza y empezó a moverse para follarme la boca. Mi garganta estaba muy bien entrenada, pero aquella monstruosa polla era demasiado grande y estaba empezando a provocarme arcadas.
-Te haré potar si es necesario —dijo el Edusaurio—. Ninguna humillación será suficiente para resarcir a tus víctimas.
Allí me encontraba yo, en el tronco de una secuoya roja gigante, follado por la boca por otro gigante y siendo morbosamente castigado sin reconocer mis culpas.
Empezó a brotar de mis comisuras bucales un torrente se saliva y jugo, y el cabronazo no sacó su pedazo de rabo hasta que vio que iba a ahogarme. Yo hiperventilaba ansioso y chorreando como un puto boxer.
-¡Cómene los huevos! —me exigió.
Empecé por el huevo central. Era más gordo y redondo que los otros dos. Le llené las pelotas peludas de mis babas intentando meterme las tres en la boca, pero era misión imposible. El cabronazo rebuznaba de placer con mis lamidas y succiones. Tenía un escroto delicioso.
De repente, sentí mi frente mojada. Miré hacia arriba, y sus dos pollas me estaban babeando el careto. Parecían los grifos de una cafetera doble, ummmm.
Pero aquel monstruo quería más.
-¡Basta ya de mamar!
El Edusaurio se dio la vuelta y arqueó las piernas. Su espalda estaba llena de bultos musculosos y su espina dorsal era muy pronunciada. De cada vértebra le crecía una especie de pincho que, a la altura del sacro, se convertía en un rabo escamoso y fuerte como un látigo.
-¡Cómeme el culo, perro!
Y yo, muy obediente y profundamente encantado, dirigí mi careto hacia aquella raja inmensamente peluda. Como de costumbre, inicié mi protocolo a la hora de tratar un culo. Cerré los ojos e inspiré profundamente. Era la mejor manera de conocerlo y saber a qué me enfrentaba. El aroma de su raja hirsuta lo identificaba como un puto "alphasaurio". Me ayudé de mis manos para abrir sus voluminosas nalgas también peludas y llegar hasta su maravilloso ojete. Parecía un sol de color morado y rutilante. Lo besé y me respondió abriendo sus pliegues carnosos. Qué delicia, qué jugosidad. Lo lamí, el cabrón no paraba de gemir. Se pajeaba los rabos a dos manos mientras le devoraba el anillo del culo. Pero no pude continuar con mi protocolo. En cuanto notó que mi lengua intentaba penetrar, se cerró de golpe y sentí un fuerte latigazo en la espalda. Su gran rabo trasero reaccionó castigando mi atrevimiento y el Edusaurio se dio la vuelta muy enojado.
-¡Pedazo de mierda! ¿Tú qué te has creído?
Me escupió en la cara y de un tortazo me dio la vuelta. Quedé a dos patas con el culo en pompa y la cabeza en el suelo. Entonces, noté como restregaba la polla con pellejo sobre mi ojete, me lo estaba lubricando a saco con su presemen. Estaba aturdido por la hostia, pero podía sentir cómo me dilataba por la humedad y el roce. Se me abrió el culo como nunca, y su pollón circuncidado penetró en mis entrañas sin resistencia. Buaaah, era muy ancho y hasta podía sentir las venas deslizándose por mi agujero hacia dentro y hacia fuera. El Edusaurio roncaba como un buey a cada golpe de nabo. Mi polla iba a estallar, la tenía durísima y chorreando, pero no me la toqué en ningún momento. Creí que no podría sentirme tan petado nunca más, pero me equivocaba. El monstruo, sacó su rabo descapullado, lo juntó con el pellejero y metió ambos poco a poco. Joder, eso sí que costó encajarlo. Creí que me iba a partir en dos, pero afortunadamente, gracias a que mi ojete lubricaba muchísimo, pronto surgió una simbiosis especial entre mi culito y sus pollones, y se confabularon para hacerme sentir el mayor de los placeres.  Yo estaba sudando como un cerdo, mi cuerpo se balanceaba al ritmo de los empujones de sus potentes caderas. Los tres huevazos del Edusaurio golpeaban los míos cada vez que me metía sus dos pollones hasta el fondo. Estaba deshecho de placer. Mi nabo, duro como el mármol, goteaba ya chorros de líquido blanquecino sin presión, me estaba deslechando poco a poco. Aquella bestia me apaleaba con sus garras las mollas del culo en señal de castigo y posesión, las notaba hirviendo. Uffff. Aquella mala bestia siguió bombeando cada vez con más fuerza, pero empezó a darme pollazos secos al advertir por mi forma de gemir, que mi polla estaba a punto de entrar en erupción. Cinco fueron los pollazos que activaron el volcán de mis cojones. Sin habérmela tocado en ningún momento durante aquella divina tortura, mi cipote comenzó a soltar lechazos como si fuera un surtidor de salsa blanca. Uffff, temía perder el conocimiento, pero pude disfrutarlo al máximo. El Edusaurio siguió petándome fuerte hasta que cayó la última gota de mi lefa sobre el raído colchón de lana. Después, sacó sus rabos de mi culo, y de un zarpazo en la cadera, me volvió a dar la vuelta cayendo acostado boca arriba. Se cogió cada polla con una garra y se pajeó aceleradamente.
-Deberás untarte el cuerpo entero con mi jugo para que tu piel absorba mi esencia y cale en ti el arrepentimiento —dijo mientras se le nublaban los ojos de placer.
Entonces, emitió un gruñido monstruoso que tuvo que oírse en todo el bosque. Me lefó de forma indiscrimidada. Ambas pollas soltaban lefazos a discreción. Me llenó la cara, el pecho, los brazos y las piernas. No hubo miembro de cuerpo que no quedase regado. Fue una puta locura.
Atendiendo a mi virtud de la obediencia ante un alpha superior, esparcí los lechazos restregándomelos por cada centímetro de mi cuerpo.
-Soy fiel cumplidor cuando un macho de tu calaña me ordena barbaridades —dije terminando de hidratar mi pecho con su lefote—. Espero que esto me ayude a entender tu mensaje.
-Recuerda esto, Matt. Cuando te des cuenta de que la huida es tu mayor error, estarás preparado para recorrer el camino hacia tu verdadero destino.
Entre el éxtasis y sus palabras, me quedé descolocado del todo. El Edusaurio, con sus pollas ya desinflándose, empezó a mearme todo el cuerpo y el careto para dejarme marcado con su olor a macho. No le bastó con lefarme.
Regado de meos, aturdido y sumido en un inmenso estado de placer, entorné los ojos y vi como aquel extraño ser abandonaba el trastero de aperos bajo la secuoya roja gigante.
Otra vez estaba solo, reventado y con la única compañía de una vela titilante a punto de apagarse. Saqué fuerzas de flaqueza para soplar sobre la llama, y en la dura oscuridad de aquel cuartucho, volví a dormirme profundamente.
... CONTINUARÁ...
39 notes · View notes
uros · 5 years ago
Text
Borderlands Game of the Year para jugar gratis el finde
¡Loot, loot y más loot en Pandora!
¿No tienes ganas de machacar “cabronazos” por los lugares más icónicos de Pandora?. Como no te va a apetecer, por confianza. Pues este fin de semana podremos disfrutar tanto los usuarios de Xbox One como de Steam de la primera aventura, la que supuso un cambio tremendo en el terrono de los shooters en primera persona, Borderlands. Igualmente cuenta con un descuento estos días en la store de Xbox por si el finde os sabe a poco.
Borderlands: Game of the Year Edition is free to play this weekend on Xbox and Steam! There’s never been a better time to become a Vault Hunter! Learn more ➜ https://t.co/9jS4D1sdQ8 pic.twitter.com/wXgPkOjlXB
— Borderlands 3 (@Borderlands) July 18, 2019
Es un bisagra que no ha envejecido del todo mal pero esta nueva revisión que podemos disfrutar durante el finde de forma gratuita nos ofrece un lavado de cara importante respecto al llamativo. Borderlands Game of the Year Edition todavía incluye nuevas armas, llaves de oro y, como no podía ser menos, todos los DLC’s originales de los cuales tendréis que dar buena cuenta porque son casi tan buenos como la historia principal.
Sostener que Borderlands Game of the Year Edition viene preparado para pasar en su mayor esplendor en Xbox One X ya que cuenta con soporte para 4K y HDR. ¿Qué mejor forma de prepararse para la que se avecina que volviendo a jugar a la aventura llamativo?. Borderlands 3 cuenta con un nuevo tráiler que, si aún no habeis trillado, os estais perdiendo poco conspicuo. ¡Pasad por Comunidad Xbox a diario para estar al tanto de todas las noticiario relacionadas con esta ocurrente clan de consolas!.
La entrada Borderlands Game of the Year para jugar gratis el finde se publicó primero en El rincon de diego.
Por El rincon de diego
0 notes
versatiro2 · 5 years ago
Text
EL ALGARROBO parte segunda.
De las cachas me fui a la raja. Antes de tocarla con los labios, quise sentir su aroma, su dulce aroma. Mi nariz surcó inspirando aquel canal tapizado de fino vello. ¡Qué maravilla de culito! Al olor sumé su sabor. Ummmm, riquísimo. Su textura era tersa y suave. Me entretuve en el anillo un buen rato. Lo besé, lo lamí, lo succioné, lo babeé y me lo comí salivando como si yo fuera la viva reencarnación de un hermano del mismísino Sansón. Me hubiera gustado tener las manos libres para abrirlo, meterle los dedos y jugar un poco con él, pero no me era posible. Mis brazos estaban tensos, atados al majestuoso algarrobo.
- ¡Fede! —exclamó Goyo—. ¡Meada de mono!
Me quedé extrañado, pero yo seguía comiendo. Sin embargo, Fede, sin decir palabra, se bajó de mis rodillas y me dejó con la miel de su ojete en los labios. Trepó por el algarrobo y llegó hasta una de las ramas fuertes que había a un par de metros sobre mi cabeza. Entonces, abrió las piernas con el culo en pompa y se sacó el nabo del suspensorio rosa. Me miraba y se reía. Goyo por su parte, me agarró del pelo y me echó la cabeza hacia atrás, de tal manera que no podía cerrar la boca. Y en pocos segundos, vi cómo un chorro de dorado líquido surtía de la polla del argentino, regándome de arriba abajo. Goyo intentaba controlar mi cabeza para que la meada de Fede entrase en mi boca pero tuvo el mismo éxito que un escanciador de sidra borracho, la mitad dentro y de la otra mitad, un tanto sobre mi cuerpo y el otro al suelo. Me escocían las heridas del torso con aquella caliente lluvia dorada y especialmente, notaba arderme las que me hizo Sansón con sus garras en la espalda, pero a pesar de todo, ese resquemor me hacía sentir realmente poseído.
Una vez comido y meado, Goyo ordenó de nuevo a Federico bajar del algarrobo y utilizó otra cuerda para atarlo a mis piernas.
- ¡Gaucho, al pilón!
Fede se colocó pegado a mí, frente a frente. Mientras Goyo ataba nuestras piernas hasta los gemelos, él se entretuvo lamiéndome las salpicaduras de sus propios meos que humedecían mi rostro y mi pecho. Tenía una boca prodigiosa. ¡Qué sensación más placentera la de sentir su lengua paseando por mi piel! Mi polla, totalmente endurecida estaba clavada en su ombligo depositando en el hoyito una buena cantidad de viscoso y transparente líquido preseminal. Ya empezaba a notar los cojones colganderos y duros golpeando la cara interior de mis muslos.
Aseguradas las cuerdas, Fede abandonó las lamidas de cara para hacerse cargo de mi nabo. Su boca caliente y húmeda abrazó mi prepucio sin descapullarlo con la intención de saborearlo y jugar un rato con él. En cuclillas, no tenía otra opción que agarrarse a mis nalgas para no caerse hacia atrás, así, la apertura de mi raja era inevitable. Todo lo tenían calculado. Mi culo quedaba a expensas de lo que Goyo quisiera hacer con él. La mamada de Fede fue subiendo de intensidad. No es fácil retirar un prepucio generoso haciendo uso únicamente de los labios y la lengua, pero Fede era una máquina de mamar. Pronto sentí el calor de su boca hambrienta quemándome el capullo, y yo le regala más miel de mi próstata. Notaba perfectamente cómo discurría por mi uretra. El muchacho gozaba tragando rabo como un verdadero perraco. Entonces, sentí un calor y una humedad similar en mi ojete. Goyo aprovechó la exposición de mi raja peluda para comerme el culo y atemperarlo. La dilatación no iba a ser un problema, pues el plug había hecho bien su trabajo, así que insistió en lubricármelo a saco escupiendo y metiéndo la lengua bien adentro. La sentía como una culebra rabiosa. Yo estaba inmóvil pero más excitado que nunca. Tenía a un mamón amorrado a mi capullo y a un cazador ablandándome el culo como dios.
Cesó la comida de ojete y me volvió a coger del pelo para poner su cara junto a la mía.
- Como ves, sabemos muy buen cómo tratar a las visitas —dijo Goyo con sarcasmo—, sobre todo a los putos fisgones que perturban la tranquilidad de nuestros dominios.
- Un trato inmejorable —dije siendo totalmente sincero.
- ¿Notas algo entre las piernas?
Efectivamente lo notaba. Su pedazo de rabo traspasaba mis piernas llegando a tocar mis cojones por detrás. Aquello fue un regalo para Fede, que sin dejar de atender mi polla, apartó mis pelotas para encontrarse con la de Goyo y juntarla con la mía para lametearlas y chuparlas a dos carrillos.
Yo estaba cada vez más excitado. El torso peludo de Goyo pegado a mi espalda, su aliento en mi cuello, su rabo junto al mío siendo engullidos por el muchacho argentino, uffff. Todo ello hacía que los tres fuéramos uno.
Entonces, Goyo, sin despegar ni su torso de mi espalda ni su cara de la mía, echó hacia atrás sus caderas. Lo noté porque su rabaco hizo el camino de vuelta entre mis piernas volviendo a golpear mis pelotas. Y sin separar el glande de mi piel, fue subiendo por el perineo hacia mi raja hasta que se topó con mi ojete.
- ¿La notas? —preguntó lo evidente.
- Sí, la noto —respondí algo obvio.
- ¿La notas, eh perro? —repitió presionando un poco más.
- Sí, cabronazo —me atreví a decirle sin importarme las consecuencias.
- ¿La notas, vouyer de mierda?
Y para evitar el desgarro, porque su polla era muy, pero que muy gorda, relajé el esfínter todo lo que pude y su tremendo capullo se coló en mi ojete hasta el gran surco entre el glande y el resto del nabo. Aguantó la ataca y me susurró:
- ¿La notas, eh capullo, la notas?
- ¡Sí! —grité de placer.
- ¡Pues más la vas a notar!
Y me pegó un pollazo que vi las estrellas. Me metió toda la polla de golpe. ¡Dios, qué dolor! Creí que me había partido en dos.
- ¡Pará, mi amor! —gritó Fede sacándose mi polla de la boca—. ¡No ves que lo vas a matar!
Goyo se detuvo sin sacar el nabo de mi culo y asomó su cabeza por mi costado para mirar fijamente a Fede. Aun con mi culo reventado pude tener sensibilidad para darme cuenta de que el argentino la había cagado.
- ¿Te digo yo cómo tienes que mamarla? —preguntó Goyo con tono muy agresivo—. Sí, porque yo si te puedo decir cómo tienes que mamarla.
Los ojos de Fede parecían de cristal. Se quedo callado. Él también sabía que la había cagado.
- ¿Te digo yo cómo tienes que poner el culo? —y continuó respondiéndose—.Sí, porque tú solo lo eliges si yo te doy la oportunidad de elegir.
Entonces Goyo cogió a Fede por lo pelos, y todavía con su nabo dentro de mi culito peludo, le clavó mi polla en la boca y empezó a empujarlo con mucha rabia. La barbilla del muchacho me daba en los cojones. Se la estaba tragando entera. No parraba. Entonces, el muchacho empezó a dar arcadas y un espeso líquido se desbordó por su boca mojándome el rabo, los cojones y los muslos. casi le hace potar. Aquello me puso más cachondo todavía. Fede tosía e intentaba recuperar el aliento con verdadero esfuerzo mientras pedía perdón al cabrón del cazador.
Después de aquel improvisado pero, al fin y al cabo morboso incidente, Goyo volvió a reanudar el ritmo de su follada. El tiempo de parada con el nabo dentro había dilatado mis adentros lo suficiente como para sentir placer, puro placer. Su gran rabaco entraba y salía con un roce perfecto, podía notar hasta sus venazas sorteando la estrechez de mi anillo anal. ¡Qué gustazo! Me daban escalofríos, se me erizaron los pezones y la piel de todo el cuerpo. No quería que parara. Por su cuenta, Fede se amorró otra vez a mi polla y así estuve durante varios minutos, mezclando sudores, gemidos y fluídos. Vamos, fundamentalmente gozando como un puto perro resolviendo su celo.
Mi excitación estaba llegando al clímax, mis pelotas, ya duras y dolorosas, necesitaban descargar, y entre gemidos y alaridos, disparé unos buenos chorros de lefa en la garganta de Fede. Cuando este se percató de la entrada de mi leche por su garganta, se retiró un poco para ver cómo salían los chorrazos, pero sin dejar de apuntar al centro de su boca. No quería desperdiciar ni una gota. No era tarea fácil, pues las embestidas de Goyo me meneaban cada vez más el cuerpo entero.
De repente, los gruñidos del cazador se hicieron cada vez más sonoros anunciando la preñada de mi culo. Entonces, me agarró fuerte del pelo con una mano y con la otra me abrazó el abdomen. Me pegaba pollazos impresionantes en busca de una corrida salvaje.
- ¡Aaaaarrrrgggghhhh! —gritó poseído por el gozo de deslecharse.
No paró de empujar mientras seguía gimiendo y corriéndose. Debía ser un espectáculo verlo como vouyer, pero en este caso, yo participaba en la escena.
Cesaron sus movimientos de pelvis y antes de sacarla me susurró:
- Buen perraco, sí, buen perraco. Y ahora aprieta ese culito todo lo que puedas.
El cabrón temía que mi ojete hubiese quedado tan dado de sí, que al sacarla se me caería su rica lefa. Pero no, él no conocía mi capacidad anal para dilatar y contraer a partes iguales independientemente del grosor del pollón que me folle.
No cayó ni una gota.
En silencio, se agachó para desatar a Fede de mis piernas y una vez liberado, le dijo:
- Cachorro, a pesar de tu rebeldía, te lo has ganado. Anda, bébete mi leche.
Yo en seguida supe lo que tenía que hacer. Una vez que sentí el aliento de Fede soplando mi culo, relajé mi ano para dejar salir aquella miel blanca, descarga de pasión y rabia. Fede la degustó con amor y obediencia.
Goyo se fue del porche sin decir adiós. Nos dejó extasiados a los tres, a Fede, a mí y a ese maravilloso y robusto algarrobo testigo y partícipe de aquel violento y pasional ajuste de cuentas por vouyer.
Fede me desató del árbol y recogió las cuerdas.
- Ya ves cómo es el jefe, no se lo tengas en cuenta.
- No tranquilo, no puedo decir que esto para mí haya sido un castigo, la verdad.
- Bueno, a mí me has caído bien, pibe.
- Y tú a mí, Fede —dije devolviéndole la sonrisa que me regaló—. Por cierto, muy rico tu culo. Delicioso.
- Lo mismo pienso yo de tu polla. Espectacular —dijo yéndose hacia dentro del cortijo.
Fede se detuvo en la puerta y me dijo:
- Ah, por cierto. Las órdenes son que ya no entres en la casa para nada. Te sacaré una toalla, una palangana con agua para que te limpies, tu ropa y tu mochila.
Me quedé callado y acepté sin cuestionar la poca generosidad de Goyo. Sabía que si hubiera sido por Fede me hubiera quedado el fin de semana entero, pero así estaba bien. La polla de Goyo y sus formas follando eran una maravilla, pero su carácter en general no terminó de agradarme, pensé que un cabrón decesa calaña era solo apto para perracos como Fede, agradecidos y obedientes. Así que esperé a que Fede me trajera el agua, la toalla y mis cosas. Me aseé, me vestí, y me fui caminando por el sendero que el día anterior me condujo hasta una de las noches más acojonantes a la par que apasionantes de mi puta vida.
El sendero me llevó hasta una carretera comarcal y de allí salí a la nacional. Otra vez sin rumbo, mal herido, pero muy bien follado.
...CONTINUARÁ...
52 notes · View notes