#TONOS GRISES
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WIP de un dibujo que preparaba para un concurso y nunca terminé. Es de enero del 2024.
#dibujo#drawing#paofar#digital drawing#black and white#digital painting#dibujo digital#digitalpaint#ilustracion#wip#art wip#work in progress#gray tone#tonos grises
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Entreperdida en los tonos grises y multicolor de tu forma de amarme, de tu carácter cambiante, del pensar de tu mente, de tu cuerpo emergente, de los versos y la prosa que inspiras cada día.
Encontrarte en mis ojos, desprevenido, con mil cosas pasando por tu cabeza, cómo en fuga del deseo que nace de mis ideas y la creación que subleva el pensamiento.
Nos volamos, levitamos, extendemos las alas y entonces sucede la magia; todo se vuelve un arcoiris estando juntos, a tu lado, a mi lado.
Leregi Renga
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BRISTOL-WATERSHED-PINTURA-ART-PAINTINGS-URBAN-LANDSCAPE-ARTIST-PAINTER-ERNEST DESCALS por Ernest Descals Por Flickr: BRISTOL-WATERSHED-PINTURA-ART-PAINTINGS-URBAN-LANDSCAPE-ARTIST-PAINTER-ERNEST DESCALS- Paisaje urbano en BRISTOL, la torre del WATERSHED y mucho asfalto en el centro de la ciudad bajo una luz que lucha por emerger con cielo nuboso, personas y motocicletas circulando. Pintura del artista pintor Ernest Descals sobre papel de 50 x 70 centímetros con amplio tratamiento de tonos grises y medios tonos.
#BRISTOL#UK#WATERSHED#URBAN#ART#ARTE#ARTWORK#PLASTICA#TORRE#TOWER#TORREON#ASFALTO#MOTOCICLETAS#PERSONAS#GENTE#GRISES#TONOS#GREY#LUZ#LIGHT#CIELO#SKY#CLOUDS#NUBOSO#PEOPLE#BUILDINGS#EDIFICIOS#CITY#CIUDAD#LANDSCAPE
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Semana 8: Valoración Tonal. Láminas Tratamiento a claro/oscuro, grises y degradaciones.
Lámina #1: Tratamiento de claro oscuro, grises y degradaciones.
Lámina #2: Valoración tonal en 3 cubos.
Reflexión:
¿Cómo me ayuda el dibujo realizado en mi carrera?
En el dibujo realizado se hicieron diferentes sombreados y diferentes aplicaciones en el diseño de publicitario, estos son muy útiles como herramientas para poder diferenciar las luces y sombras en los cubos u objetos que se van a realizar.
Referencias:
Diseñado por @sustenpack.mx
@hillakitchell
@uveritascr
@aso.enyd
@veritas_entd
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Puerto Viejo | Enzo Vogrincic
road trip con tu mejor amigo
friends to lovers
*si hay algún error por favor déjame saber!
Llevabas días sin ver a tu mejor amigo. Los cielos grises de Uruguay te impulsaron a tomar una decisión repentina: escapar a un país tropical. Sin previo aviso, decides llamar a Enzo, tu mejor amigo, quien aparentemente se encontraba en Madrid. “Che, ¿cuándo piensas bajar por acá?” le preguntas. Enzo, con un tono preocupado y algo asustado, responde: “Mirá, capaz que en una semanita ando por ahí. ¿Está todo bien? ¿Cómo venís vos?” Tú, intentando mantener la calma, le respondes: “Tranqui, todo está bien... estaba pensando en organizar algo para cuando llegues, tal vez hacer un pequeño viaje a Costa Rica o algo así, si tienes tiempo, claro." Después de un prolongado silencio, Enzo, profundamente pensativo, te responde: “La posta es que tengo la agenda a full, pero obvio que me muero de ganas de verte... mirá, mejor te mando la guita y vos comprás los boletos para una semanita, ¿dale?” Tú aceptas con entusiasmo, preguntándole: "Enzo, pero ¿cuándo caés exactamente?" Enzo, aún pensativo, te dice: "Me parece que caigo el próximo viernes, así que sería mejor que compres el mío directo a San José y allá nos vemos, ¿te va?" Aceptas la propuesta, aunque con cierta confusión, y le preguntas: “¿Y no vas a sacar ida y vuelta a Montevideo?” Y él, con toda la seguridad del mundo, te responde: "Nada, comprá solo el pasaje a San José, yo me encargo de arreglar las cosas en Montevideo." Con un simple "Dale", aunque todavía con un poco de cabeza en el aire, das por terminada la charla.
Después de dos semanas, te encontrabas en el aeropuerto de San José esperando la llegada de Enzo. Mirabas tu celular con cierta ansiedad, dado que no lo habías visto en varios meses. Enzo, ahora una estrella del cine, estaba sumamente ocupado y rara vez encontraba tiempo para reunirse contigo. Así que, mientras esperabas en una esquina de la salida del aeropuerto, sentías una sensación inusual hacia tu mejor amigo, como mariposas revoloteando en tu estómago. La última vez que habías sentido algo así fue cuando eras adolescente y tenías un flechazo con un amigo de Enzo, pero nunca antes con él. Por lo tanto, realmente no sabías cómo iban a desarrollarse las cosas durante este mini viaje con tu mejor amigo en Costa Rica.
De repente, sale Enzo de la salida y te saluda efusivamente, "¡(Y/N)! ¿Cómo estás? ¡Te extrañé un montón, pero mirá qué grandota estás!", te dice mientras te abraza fuerte y te planta un beso en la mejilla. Tú, con una sonrisa de oreja a oreja y un leve sonrojo, le respondes a tu mejor amigo, "¡Ay, loco, pero vos sí que estás grande ahora! ¿Qué te ha pasado? ¡Y ya no estás flaco, ahora estás gordito!", bromeas. Enzo te mira con una sonrisa sarcástica y pregunta, "¿En serio estoy gordo o me estás chamuyando?" Tú, rápidamente, lo tranquilizas, "¡Estás re lindo, mejor?!" Enzo asiente satisfecho, "¡Mejor, mejor!"
Entonces, una sensación de nostalgia y déjà vu te invade mientras lo observas. Después de un momento, le dices con entusiasmo, "Bueno, vamos por el auto." Enzo, sorprendido, exclama, "¿No me digas que rentaste un auto?" Tú lo miras con complicidad y le respondés, "¿Te olvidaste quién soy? ¡Claro que renté un auto!" Ambos se encaminan hacia el auto y, Enzo, quien entre risas comenta, "Ah, ya entendí, yo manejaré, ¿cierto?" Tú le guiñas un ojo y respondés con seguridad, “Obvio”.
Al subirse al auto, Enzo enciende el Google Maps y se ponen en camino hacia Puerto Viejo, en la zona caribeña. Tú, con tus lentes de sol y lista para la playa, decides poner "Ojitos Lindos" de Bad Bunny y Bomba Estéreo. Aunque Enzo no sea un gran fanático del reguetón, lo cual te duele en el alma, como buena amiga, te importa un bledo y pones lo que te da la gana. Sin embargo, sabes que Enzo, en su interior, está en modo playero y listo para el jolgorio.
Lo observas y notas cómo su cabello ondea con el viento, luciendo absolutamente encantador en su desorden. Luego, tus ojos se deslizan hacia los brazos de Enzo en el volante, notando cómo sus venas resaltan y lo suaves que se ven sus brazos. Te dan ganas de tocarlos y besarlo, pero en lo más profundo de tu ser sabes que para Enzo, tú eres simplemente su mejor amiga.
Con la música a todo volumen, le gritas a Enzo, "¡Che, tengo que ir al baño! Para en una estación de servicio". Sin embargo, Enzo te responde, "¡Loca, habíamos planeado ir directo al Airbnb, no tengo tiempo". Tú le replicas, "¡Boludo, de verdad necesito ir al baño!" Enzo te mira riendo y te dice, "Bueno, tres minutos y nos vamos". Tú lo miras con incredulidad y le respondes, "Ay, dejate de joder y esperame tranquilo, ¿entendiste?" Enzo, con una sonrisa encantadora, te dice, "Entendido".
Al llegar a la estación de servicio, sales corriendo de manera cómica hacia el baño y Enzo, riéndose, te dice, "¡Corre, corre, que te come el coco!" Terminas en el baño y regresas al auto, sacándole el dedo medio a Enzo, quien te devuelve el gesto con una sonrisa.
Esta vez, después de tanto rogar, Enzo te pide que pongas Enanitos Verdes, pero como buena amiga desobediente, decides poner "Chulo" de Bad Gyal, Tokischa y Young Miko, y comienzas a cantar la letra a todo pulmón para deleite de Enzo: "La cadena le brilló en lo oscuro|Huele a Baccarat, fumándose un puro|Tiene cara que en la cama te da duro|Yo sé, papi, que tú eres muy chulo". Ambos se unen para cantar el coro, gritando "¡Chulo! ¡Chulo!" a todo pulmón mientras recorren la costa del Caribe hacia Limón.
Finalmente llegan al Airbnb, que está literalmente en medio de la nada, en la jungla, con un estilo hippie donde los extranjeros parecen pasarse el día fumando hierba. Enzo te mira con seriedad, mientras tú te ríes como una loca y le dices: "Tranquilo, esto es solo por una semanita, como dijiste". Enzo te mira, luego dirige el volante hacia la entrada del Airbnb, que resulta ser una cabaña de bambú, y te dice sarcásticamente: "¡Boluda! ¿Se te olvidó mi relación peculiar con los mosquitos?" Tú lo miras sorprendida y admites: "¡Loco, olvidé comprar repelente!" Enzo, con calma y madurez, responde: "Vi un mercado en el camino, nos detenemos ahí más tarde y compramos algo". Tú, como una niña emocionada, le dices: "¡Dale!"
Al entrar al Airbnb, emocionada abres la puerta de la cabaña, siendo tú quien tiene la llave. Pero, al abrir, lo primero que hacés es tirarte a la cama como un sapo. Sin embargo, después te das cuenta de algo: solamente hay una cama. Y le decís a Enzo: “¡Ay loco! Vas a tener que dormir en el piso, yo te presto una almohada”. Pero Enzo te mira con una sonrisa pícara y te dice, en tono coqueto: “Pero, yo quería dormir con vos”. Después de un largo silencio, te ponés colorada como un tomate y parece que Enzo se da cuenta, cambiando rápidamente de tema diciendo: “Eh… vamos al mercado, que ya veo que no hay nada en la cocina”. Te levantás rápidamente de la cama como un resorte y le decís: “¡Vamo’!”
Cuando te disponías a subir al auto, Enzo te hace una señal de que no, y te dice: "(Y/N), es caminando, ¿no te diste cuenta?". Tú le respondes: "Ni idea, no vi nada". Enzo te mira seriamente y te dice: "Loca, está a menos de cinco minutos". Tú, con apuro, comienzas a caminar rápidamente y le dices: "¡Vamos, vamos!"
Ambos caminan juntos por el exuberante estilo de la jungla, el verdor y la vida salvaje los rodean mientras se dirigen al mercado. El silencio de la naturaleza los envuelve, solo interrumpido por el suave susurro de las hojas movidas por la brisa y el canto de las aves. Tú observas a Enzo con admiración, maravillándote de cómo se sumerge en la belleza natural con su cámara vintage. Él captura imágenes de todo lo que encuentra a su paso: las intrincadas formas de las plantas, los adorables osos perezosos columpiándose en las ramas, los coloridos pájaros que revolotean entre los árboles. Mientras tanto, tú lo observas con cariño, pensando en lo hermoso que es Enzo y en cómo parece fundirse con el entorno.
De repente, Enzo gira hacia ti, con el lente de su cámara apuntando en tu dirección. Instintivamente, volteas rápidamente como si estuvieras fascinada por una pequeña flor amarilla que apareció de la nada, tratando de disimular tu sorpresa. Enzo, con una sonrisa traviesa, te toma una foto, luego otra. Cuando finalmente volteas hacia él, lo encuentras un poco nervioso, como si temiera haber sido descubierto.
Finalmente, llegan al mercado de estilo hippie, pero de repente, te tropieza con una columna debido a una piedra que no viste. Rápidamente, Enzo te sujeta firmemente de la cintura, preocupado, te pregunta con tono suave: "¿Estás bien?" Nerviosa por la manera en que te agarró, respondes en voz baja: "Sí, gracias".
Una vez dentro del supermercado, lo primero que hacen es comprar el repelente, algunos jugos, vinos, frutas, papas fritas y algunas chucherías para no morirse de hambre. Después de pagar, se dirigen de regreso al Airbnb, que ya está oscuro. Enzo enciende la fogata mientras tú preparas los vasos de vino. En un momento tranquilo, Enzo te agradece por haberlo invitado, diciendo: "Gracias por invitarme, (Y/N), realmente necesitaba estar contigo en un lugar así". Tú, ya bastante nerviosa por las mariposas revoloteando en tu estómago, le dices: "Te extrañaba mucho". Enzo, con una sonrisa tierna, te abre los brazos para que lo abraces y te dice: "Ven acá, chiquita". Toda roja y casi a punto de llorar, corres hacia él para abrazarlo.
Mientras se abrazan, puedes sentir cómo Enzo se relaja ante ti, soltando un suspiro tembloroso y suave, al igual que tú. Estar cerca de él te hace darte cuenta de cómo se apoya en tu cuello y respira suavemente, dándote un beso cálido en el cuello. Tú lo miras a los ojos y, sin poder resistirte, lo besas en los labios. Él corresponde al beso y, después de un largo suspiro, te dice: "No sabes cuánto quería estar finalmente contigo así. Te quiero mucho, te re quiero". Tú le respondes: “Ay, Enzo, ¿por qué me hacés sentir así?” Enzo te dice: "Porque siento lo mismo".
#enzo vogrincic#enzo vogrincic fic#enzo vogrincic x reader#society of the snow#fanfic#la sociedad de la nieve#my writing#uruguay#latina#spanish#argentina#necesito que enzo actúe en más pelis#agustín pardella#matias recalt#Spotify
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(Des)Horas - Matías Recalt
+18! MeanDom!Mati. Un poco de Brat!Reader, biting, CM/NF, (posible) dacrifilia, marking, sexo sin protección (kind of/mención de anticonceptivos orales), spanking, spitting, spit kink, breve aftercare, edades no especificadas. Uso de español rioplatense.
Y cuento las horas Que no pasé a tu lado Son como hojas de un papel En blanco
El tren avanzaba con un suave balanceo sobre los rieles mientras observabas la forma en que el mundo exterior comenzaba a despertar.
El cielo todavía era de unos pálidos tonos grises y azules cuando en el horizonte vislumbraste los primeros rayos de sol, los cuales comenzaron a cegarte una vez que el vidrio empañado por el frío de la madrugada se despejó.
Los árboles bordeando las vías y las siluetas lejanas de algún pueblo eran una constante promesa de serenidad que hacía que tus músculos se relajaran, por no mencionar el ruido mental ahora nulo.
Contabas en voz baja cada camino de tierra serpenteante, los destellos de agua aquí y allá, las suaves colinas cada vez más pronunciadas.
-Veo, veo.
Parpadeaste rápidamente.
-¿Qué ves? - preguntaste sin dejar de admirar el paisaje.
-Alguien con cara de culo.
Volteaste para centrar tu atención en Matías, sentado frente a vos, sosteniendo su teléfono en una mano y el termo en la otra. Estaba concentrado en la pantalla, en lo que fuera que estuviera viendo allí, pero de todas formas se tomó el tan arduo trabajo de apreciar tu semblante para molestarte.
-Tengo sueño- explicaste, pasándole el mate que sostenías hacía siglos-. Y me colgué.
-Me di cuenta- dijo y arrojó el teléfono sobre su regazo-. Falta poco.
-Mentiroso.
Una advertencia cruzó su mirada, pero su postura permaneció igual de desenfadada y mientras jugaba con la bombilla del mate (curioso, pensaste, porque siempre te decía que no hicieras eso) examinó el resto del vagón vacío.
Llevaban horas sentados en la misma posición y el cielo, estrellado e iluminándose cada vez más con el correr del tiempo, era la única compañía.
-¿Querés dormir? Te despierto antes de llegar- ofreció mientras hacía lugar en el asiento disponible con lo que él creyó era el mayor disimulo.
Te divirtió recordar su audible protesta cuando ocupaste el asiento frente a él y la sutil sugerencia que te hizo sobre tomar su lugar: esto le habría permitido estar a tu lado sin delatar sus deseos, pero sabés que también le gusta estar junto a la ventana y por eso la rechazaste. Te pareció tentador dormir sobre su regazo o en su hombro, pero también molestarlo.
-Bueno.
Mientras recogía sus cosas para hacerlas a un lado, con una sonrisa de satisfacción que intentaba ocultar, buscaste una posición más cómoda en tu lugar y cerraste los ojos. Luego de unos instantes de tenso silencio volviste a abrirlos para encontrarte con su cara de molestia y sus ojos fijos en la pantalla del dispositivo nuevamente.
Una risa escapó de tu boca.
-Sos una boluda.
-No te enojes, tonto- estiraste una pierna y tocaste con tu pie descalzo su rodilla-. Vos siempre me hacés lo mismo y yo no me enojo.
-Es diferente.
Capturó tu pie y comenzó a masajearlo distraídamente.
-¿Qué vamos a hacer cuando lleguemos?
-Vos, dormir.
-¿Y vos?
-No sé.
Ignoraste su intento de despertar tu curiosidad y obligarte a preguntar. Él continuó con el masaje en silencio, procurando ayudarte a relajarte porque sabía que necesitabas dormir –consciente de los días que llevabas sin pegar ojo–, fingiendo abstraerse en el paisaje del otro lado de la ventana y en los asientos sin dueño.
El silencio del ambiente y sus manos sobre tu piel eran como un somnífero y tus ojos se cerraban en contra de tu voluntad una y otra vez, tu cabeza caía repentinamente en más de una ocasión y él reía en silencio cuando te veía despertar sobresaltada. No recordaba cuándo fue la última vez que te vio batallar tanto para mantenerte despierta.
-Vení acá, dale.
El tono de su voz era firme y notaste un deje de preocupación que rara vez te permitía oír. Dejaste en tu asiento tu mochila y tu teléfono, como si existiera la mínima posibilidad de que alguien fuera a ocuparlo por accidente en caso de estar vacío, y cuando te sentaste a su lado tu cuerpo se mantuvo tan cerca del suyo como era posible.
-Despertame antes de llegar- le recordaste-, no quiero olvidarme nada.
Besaste su mejilla y cuando te recostaste sobre su hombro él besó tu cabello. Los minutos pasaron y Matías podía sentir la manera en que te relajabas, oír tu respiración ralentizándose y sentir la tensión abandonando tus dedos, cerrados débilmente sobre su brazo, pero sabía que aún estabas muy despierta y que probablemente no fueras a dormir en lo absoluto.
-¿Escuchamos música?- propusiste cuando ya llevabas varios kilómetros recostada en su hombro. El cielo vestía ahora con tonos rosados y los girasoles cobraban vida nuevamente-. ¿Mati...?
Estaba dormido.
Cuando te reincorporaste, lentamente y cuidando no despertarlo, permaneciste en tu lugar para contemplar su perfil. Mientras dormía juraste que podía ser un ángel, alguien diferente, sereno y desprovisto de sarcasmo, pero no estabas segura de querer que fuera así... Porque también era un ángel cuando te ordenó ponerte de pie cada dos horas -molestándose porque intentaste negarte y amenazando con castigarte- para recorrer el vagón.
La primera vez que preguntaste, cuando te hizo dejar tu asiento durante un vuelo, la única explicación que recibiste fue algo entre las líneas de “las pastillas”. No comprendiste qué intentaba decir y cuando te inclinaste hacia él para preguntar, argumentando que te sentías perfectamente bien, su respuesta fue:
-Porque yo lo digo. Punto.
Más tarde ese mismo día, en uno de esos escasos momentos en los que expresa verbalmente los motivos que lo preocupan, explicó que intentaba asegurarse de que no sufrieras una trombosis. Intentaste no reír por su expresión de horror y besaste su mejilla, conmovida por un detalle tan pequeño pero valioso, mientras él –avergonzado– intentaba apartarte.
Volviste a recostarte sobre su hombro, todavía recordando ese momento. No dormiste.
Horas más tarde llegaron a destino y se registraron en el hotel que Matías escogió sin comentarte los detalles. Mientras él se encargaba del papeleo vos te perdiste observando los cuadros expuestos en el salón principal, leyendo las inscripciones que los acompañaban, memorizando a través de las ventanas los detalles en el interminable y vacío jardín.
Durante el desayuno, con sus teléfonos apagados y olvidados intencionalmente en la habitación, te prohibió tomar café. Intentaste confiar en él y no protestar porque, después de todo y sin importar sus métodos, Matías sabe qué es lo mejor para vos... pero tu rostro te traicionó.
-¿Qué te pasa?- preguntó mientras sorbía de su taza.
-¿Por qué no puedo?
-Quiero que duermas bien esta noche.
-Son las diez de la mañana, Matías.
-¿Y…? Te conozco.
Escogiste morderte la lengua en lugar de argumentar en su contra y en tu mente se sucedieron las imágenes de los últimos días: café o una bebida energizante por la mañana, cerca de media tarde y también cuando el reloj marcaba las siete. Matías se aseguró de vigilarte, pero cualquier mínima oportunidad que tenías, la tomabas. Literalmente.
Tu novio dejó pasar tus contestaciones malhumoradas y tus expresiones de molestia, consciente del efecto de la falta de descanso, esforzándose por distraerte con las actividades del lugar y arrastrándote con él para una larga caminata. Si conseguía agotarte lo suficiente para que tomaras una siesta, su plan podría considerarse un éxito.
Estaba convencido de que lo había logrado hasta que salió de la ducha cerca de las cinco. Encontró la habitación vacía, la cama fría como evidencia de que te habías marchado hacía tiempo –y en absoluto silencio, tenía que reconocer tu habilidad-; depositó sobre la pequeña mesa de noche el vaso donde colocaron las flores que recogiste mientras caminaban, ahora colmado con agua, y abandonó la habitación.
Te sorprendió en el jardín, ocupando una de las mesas más lejanas y tecleando rápidamente sobre la pantalla de tu celular, en trance. Sobre el cristal descansaba una taza y Matías supo de inmediato que contenía restos de café. Tomó aire antes de recorrer la distancia que los separaba y carraspear para llamar tu atención.
-¿Qué?- preguntaste con fingida inocencia.
-¿Qué hacés?
-Nada.
Fue su turno de morderse la lengua.
-¿Estaba rico el café?
-Re.
Volteó para corroborar que nadie estuviera cerca.
-Escuchame una cosa- dijo mientras tiraba de tu cabello para obligarte a mirarlo-. ¿Yo no te dije que…?
-Tenía sueño.
Tiró más fuerte y evitaste quejarte. No querías darle la satisfacción.
-¿Y por qué no te quedaste durmiendo?
-No podía.
Te soltó bruscamente y tomó tu teléfono. Permaneciste en silencio sólo por la amenaza que dejaron entrever sus ojos, en el brillo de sus pupilas la promesa de una noche interminable, pero aún así resultaba tentadora la idea de seguir provocándolo, exigirle que te entregara tu teléfono, enloquecerlo en frente de otras personas, hacer que centrara toda su atención en vos.
Qué bueno que no lo hiciste, pensás ahora, porque no creés soportar más que esto.
En algún momento dejaste de contar las nalgadas, perdida en un mar de lágrimas y súplicas, pero Matías encontró una solución rápida y eficiente para no tener que escuchar tus lamentos: te despojó de tu ropa interior, que ya relucía con las gotas de tu excitación, para luego introducirla en tu boca.
De vez en cuando finge sentir compasión y sus manos se deslizan, con cariño y cuidado, sobre tu piel ya sensible; luego de unos segundos recuerda el café, la manera en que le faltaste el respeto desafiando su autoridad, ignorando y arruinando sus intentos de cuidarte, y reemplaza las suaves yemas de sus dedos con sus uñas no tan cortas para hacerte llorar.
Ignora tu cuerpo tiritando sobre su regazo y continúa sosteniendo tus muñecas contra tu espalda, empleando más fuerza de la necesaria. No le preocupa que te resulte doloroso, obvio, porque no le importa provocarte dolor y la prueba de ello son también los golpes en la parte posterior de tus muslos. Es una zona que procura evitar, consciente de cuánto cuidado necesitará posteriormente, pero…
-Cómo te gusta romperme las pelotas- reclama-. Siempre lo mismo con vos.
Por fin suelta tus muñecas, regocijándose con un último golpe que impacta entre tus muslos, para luego manipular tu cuerpo de manera brusca y arrojarte sobre el colchón. El impacto te hace quejarte y retirás la prenda de tu boca, sin ser consciente de lo excitante que es para tu novio ver que esta está empapada con tu saliva.
Las lágrimas se deslizan por tus mejillas como un río y caen directamente sobre las sábanas cuando las mordés, esforzándote inútilmente por soportar el ardor que recorre todas las zonas que Matías marcó sin consideración. Escuchás el lejano sonido de su ropa y suspirás, pero el alivio es fugaz porque pronto lo sentís sentándose sobre tus muslos.
Aún lleva puesto el pantalón y el material reaviva el fuego en tu piel.
-Calladita- ordena.
Tomás aire y reprimís un gemido cuando desliza su punta entre tus pliegues húmedos, presionando sobre tu entrada por unos pocos segundos, como una advertencia, para luego enterrarse en tu cuerpo con una estocada que te corta la respiración. Golpeás el colchón con tu puño y sentís su respiración golpear tu oreja cuando ríe, encantando con tu reacción.
La piel sensible de tus muslos arde tanto o más que tu entrada y tu interior estrecho –no importa, tu cuerpo siempre hace lugar para él- o tus ojos.
Matías te concede un momento, probablemente para cerciorarse de que podés con esto, pero pronto se deja caer sobre tu espalda y te sorprende con movimientos profundos y un ritmo que pretende torturarte más que otorgarle placer.
Es un castigo, lo sabés en cuerpo y alma, pero junto con tus lágrimas se escapan también un sinfín de gemidos. Su miembro llenándote por completo hace desaparecer el recuerdo de todas las noches que pasaste intentando satisfacer tu necesidad con tus dedos o con los diferentes e inútiles juguetes que sólo lograron frustrarte más.
Gemís su nombre una y otra vez y él muerde tu cuello. Tus paredes se contraen en torno a su miembro y su ritmo se vuelve irregular, jadea contra tu piel antes de liberarte y besar tu cabello entre suspiros; es algo que normalmente evitaría, siempre reacio a demostrarte cuánto poder tenés sobre él, pero todo el tiempo que pasaron lejos del otro también pesa sobre sus hombros.
Jurás que podés sentir las venas que recorren su extensión y la casi inexistente curva que provoca que roce tu punto dulce de manera constante. Intentás contenerte, fingir que todavía no delataste cuánto lo estás disfrutando, porque sabés que en cualquier momento podría retomar la sesión de spanking sin importarle cuánto necesita utilizar tu cuerpo. O peor.
Sus movimientos son lentos pero profundos, su punta besando tu cérvix y estimulándote sin más esfuerzo. Y aún así no es suficiente. Matías percibe la histeria, el hartazgo y tu impaciencia, todo con sólo observar la forma en que mantenés los ojos fijos sobre la pared frente a ambos.
Sabe que intentás sacar ventaja de la situación en lugar de empeorarla. También sabe que no podés. Sos más débil que él.
-Mati…
-No, callate.
-Pero…
-¿Qué?- pregunta casi en un grito-. ¿Qué querés?
Escondés tu rostro entre las sábanas y gemís.
-Más- suplicás moviendo tus caderas. Cuando rodea tu cuello con su brazo agregás:- Ya sé que estás enojado, pero…
Su mano impacta contra tu mejilla y te obliga a mirarlo. Ejerce presión hasta que tus labios se separan en contra de tu voluntad y sin pensarlo dos veces escupe en tu boca, sin permitirte tragar y disfrutando ver cómo parte de su saliva cae por la comisura de tus labios hasta tu mentón. Cerrás los ojos y sacude tu rostro con fuerza. Su miembro palpita en tu calidez.
-Sólo por esta vez.
Abrís los ojos, desconcertada, pero comprendés el porqué de su generosidad en cuanto abandona tu interior y se arroja de espaldas contra las almohadas.
Señala su regazo, invitándote, tentándote con su erección que brilla y gotea con la excitación de los dos –manchando su ropa de una forma que te hace morderte el labio-, pero no podés evitar mirarlo con recelo porque sabés cuánto va a doler.
-Elegí- dice sin dejar de mirarte a los ojos-. Esto o…
Dirige la mirada hacia las cuerdas que dejó junto a tus flores. No, negás rápidamente.
Toma tu cintura cuando te posicionás sobre él y sonríe (arrogante, hermoso, insoportable) mientras sigue tus manos temblorosas guiándolo hacia tu entrada. Te dejás caer hasta que su miembro desaparece casi por completo en tu interior y buscás apoyo en su pecho desnudo, el ritmo de tus caderas creciendo gradualmente.
Arroja la cabeza hacia atrás y sus uñas se clavan en tu piel.
El orgullo que llena tu pecho no es suficiente para olvidar el maltrato sufrido bajo sus manos y tus sollozos resuenan en la habitación junto con los obscenos sonidos de humedad provocados por sus cuerpos allí donde se unen. En otro momento un castigo sensorial sería la peor de las condenadas pero, después de semanas sin verse, te parece la mejor recompensa.
El placer nublando tu juicio no te permite saber que estás llorando y tampoco te deja ser consciente de la fuerza con la que te movés sobre Matías. Sólo sabés que se siente muy bien y lo repetís un centenar de veces, rogando porque él comprenda lo que intentás comunicar cuando tus palabras se cortan por tu respiración desesperada y errática.
El vaivén de tus pechos llama su atención y se felicita mentalmente por haberte despojado de toda tu ropa, -tu cuerpo desnudo resaltando todavía más tu vulnerabilidad y entrega- complacido por la facilidad con la que le permitís tomar el control. Ojalá eso bastara para perdonarte por desobedecerlo, ¿no?
-¡No!- te quejás cuando su palma golpea uno de tus pechos, dirigiéndose hacia el otro rápidamente-. Me duele, Mati, no…
-¿Y?- tira de tus pezones con fuerza y tus lágrimas caen sobre su abdomen. Puede sentir tus uñas rozando su piel-. Jodete por no hacer caso.
Interrumpís tus movimientos en un intento de detenerlo, esforzándote inútilmente en concentrar todas tus fuerzas para impedir que continúe con sus acciones, pero es más rápido, más ágil, más fuerte, así que capturar tus muñecas para él no es más que un juego. Tira hasta que terminás recostada sobre su pecho y planta firmemente sus pies sobre el colchón.
Gritás contra su clavícula cuando comienza a abusar de tu interior, aún sujetando tus muñecas entre su pecho y el tuyo mientras recorre con su otra mano la zona de tus costillas, tu cintura, tu cadera, finalmente encontrando su lugar en la parte posterior de tu pierna para dejar allí su huella.
Mordés su hombro para contenerte cuando el roce constante de su pelvis contra tu clítoris amenaza con llevarte hacia el orgasmo. Tus paredes se contraen aún más, succionando su miembro con desesperación, prácticamente imposibilitando sus movimientos, pero Matías continúa con su ataque sin importarle nada más.
Intentás preguntar, un hilo de palabras indescifrables dejando tus labios junto con su nombre y unos suspiros delirantes, pero no estás segura de su respuesta hasta que sentís sus labios besando delicadamente tu mejilla. Un acto de misericordia que termina por desdibujar la línea que separa el dolor del placer. Te desborda.
Los nervios de tu cuerpo son fuego puro y su miembro todavía deslizándose entre tus paredes –imposiblemente apretadas, calientes, más húmedas que nunca- es combustible. El ruido de piel contra piel es nulo cuando tus gritos eufóricos llenan la habitación, seguidos de unos patéticos sollozos acompañando su nombre y ese par de palabras que tanto disfruta oír.
Te amo jura contra tu cuello. No está seguro de que en tu estado lo comprendas.
El violento palpitar de su miembro es la única advertencia que recibís antes de sentir los hilos de semen que brotan, caen y te marcan como suya una y otra vez. Gemís y buscás sus labios, desesperada por un poco más de contacto, besándolo con voracidad.
Te obliga a romper la distancia para ayudarte a regular tu respiración. Tus ojos aún están repletos de esa bruma, tu razonamiento luchando por retomar el lugar que le corresponde.
-Perdón- decís contra sus labios-. Perdón, perdón, perdón.
-Ya está, ya pasó.
Sus nudillos acarician tu pómulo con suavidad, un roce casi inexistente, antes de que su palma acune tu rostro y sus dedos desaparezcan en tu cabello.
-Te extrañaba mucho.
-Yo también- seca una lágrima de tu mejilla y suelta una risa-. Sabés que podías decirme, ¿no? En vez de portarte como el…
-Sí- lo interrumpís-, pero llegaste del viaje re cansado y no quería hacer que te canses más.
Finge indignación.
-Dejame que te cuide, ¿sí?- besa tus labios ante tu protesta cuando se desliza fuera de tu interior-. Vos no tenés que preocuparte por nada.
Ignora su liberación goteando por tus muslos mientras te conduce lentamente hacia la ducha, también tu saliva secándose en su hombro y tus lágrimas aún frescas corriendo por su torso, porque no cree ser capaz de controlarse en caso de prestar atención a esos detalles.
Odia recordar que pasaron tanto tiempo separados, sí, pero el consuelo es poder recuperarlo de esta manera.
Masajea tus hombros, tu espalda y tus piernas mientras el agua caliente corre por tu cuerpo, llevándose los vestigios de la noche y actuando como somnífero; besa tu piel con una dulzura exagerada, deteniéndose en las marcas que dejó, capturando juguetonamente entre sus dientes la carne de tu cadera, tus brazos, tu mejilla y tus labios.
Matías percibe el agotamiento en tu rostro y en tus respuestas letárgicas mientras sus dedos recorren tu piel para deshacer el bálsamo. La impronta de rojos y violetas que su mano dejó en tu cuerpo tardará en desaparecer, un no-tan-sutil y firme recordatorio de porqué siempre tenés que confiar en sus órdenes y ser paciente. Finge que no considera otro castigo para los días venideros.
-Tengo sueño- susurrás cuando se desliza bajo las mantas.
-Me di cuenta.
-¿Mañana podemos dormir hasta tarde?
-No.
-¿Por qué?
-Tenemos un taller de cerámica a las nueve.
-¿Tenemos?- soltás una risa de escepticismo-. ¿Vos haciendo cerámica?
-¿De qué te reís? Vos nunca hiciste.
-No, pero…
-Callate porque te hago cosquillas- amenaza.
Besás su mejilla.
El alivio lo recorre cuando minutos más tarde nota que estás, por primera vez en muchos días, profundamente dormida.
Dejo por acá esta historia que quedaba pendiente porque es de mi agrado informarles que... ✨por fin se me cayó una idea✨, así que ya voy a dejar de robar con publicaciones atrasadas. Espero que les guste y sí, ya sé, tengo que dejar de relacionar a Matías con Babasónicos 😔
taglist: @recaltiente @chiquititamia @delusionalgirlplace @llorented @madame-fear @creative-heart ♡
#deep inside - love letters#matias recalt#matias recalt smut#matias recalt x reader#lsdln cast#lsdln smut#lsdln x reader
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high infidelity (Enzo Vogrincic x Fem! Reader)
Capítulo 1: https://www.tumblr.com/analisword/742694471701037056/high-infidelity-enzo-vogrinc-x-fem-reader?source=share
Capítulo 2: https://www.tumblr.com/analisword/742809931904925697/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 3: https://www.tumblr.com/analisword/742966287515402240/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 4: https://www.tumblr.com/analisword/743085967194390530/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
Capítulo 5: https://www.tumblr.com/analisword/743445192395423744/high-infidelity-enzo-vogrincic-x-fem-reader?source=share
—No quiero interrumpirte, pero me pregunto si ya comiste algo—Alana fue sacada de su concentración de golpe, giró la cabeza tan bruscamente hacia la puerta que su cuello dolió, Enzo estaba apoyado sobre el marco de la puerta con las manos dentro de los bolsillos.
Alana tuvo que respirar profundamente al verlo, nunca se acostumbraría a verlo y a su implacable belleza.
Llevaba una simple camisa interior blanca y unos jogging grises, aún así, lucía jodidamente bien.
—Hola—saludó Alana felizmente, miró la hora en su celular y quedó perpleja, eran ya las 9 de la noche y efectivamente, no había ingerido bocado en todo el día—. Mierda, se me fue el día.
—Entonces fue un día bastante productivo, ¿eh?—sonrió Enzo.
—Sí, es mágico este lugar—exclamó Alana cerrando su computadora, ahora que se había dado cuenta que no había comido nada en todo el día, moría de hambre.
—Sos mágica—la corrigió—. Vení a comer, traje pizza—dijo moviendo la cabeza, su estómago rugió al escucharlo y lo siguió hasta la sala.
—Soy vegano—explicó él mientras abría la pizza—. Pero están deliciosas.
—Tengo tanta hambre que así sea pizza hecha de cartón, la comería—dijo Alana tomando una rebanada.
—Te dije que eras libre de abrir el freezer—dijo Enzo con tono apelativo.
—Honestamente me olvidé de comer algo—respondió ella para después darle una mordida a la pizza, tal como Enzo había dicho, estaba deliciosa.
—Tengo que alimentarte para que ese cerebro tuyo siga funcionando—dijo él.
—¿Cómo te la pasaste tú?
—Ehh, tuvimos que repetir la misma escena unas treinta veces porque al director no le parecía nada, pero al final terminó saliendo.
—Debe ser agotador—exclamó Alana arrugando la nariz.
—Lo es—dijo él riendo—. Aún no me acostumbro, en teatro lo hacés una vez y ya está.
—¿Te gustaría volver a hacer teatro?—preguntó Alana con genuina curiosidad.
—Acá no, en Uruguay sí—dijo—. Es más underground allá, nadie te termina viendo y a veces hasta terminas perdiendo plata, pero es auténtico.
—Eres Enzo, gente irá a verte—dijo Alana rodando los ojos.
—Sí, supongo—dijo él riendo y bajando la mirada, Alana inclinó la cabeza.
—No te gusta mucho la fama, ¿no?
—Es complicado, claro que me gusta que mi trabajo sea reconocido, lo que no me gusta es tener a gente hinchándome las pelotas cada que salgo.
—Auges del oficio—exclamó Alana elevado los hombros.
Al parecer Enzo tampoco había omado bocado en todo el día porque comía con un poco de desesperación, Alana sintió lindo que el chico hubiera esperado hasta tarde para comer con ella, terminaron la pizza en silencio y cuando lo hicieron estaban tan llenos que se tiraron en el suelo con las manos sobre las barrigas.
—¿Cómo se tomó Sebastián cuando le dijiste que estás escribiendo de nuevo? ¿o pensa que vas por ahí vendiendo drogas?—preguntó Enzo después de que estuvieron varios minutos tirados viendo el techo, Alana se giró para observarlo mejor, sus ojos la miraban detalladamente y la luz cálida que emanaban las lámparas de la sala hacían que estos se vieran más claros de lo normal.
—Creo que lo de las drogas le hubiera resultado mejor—dijo ella negando con la cabeza—. Dijo que estaba decepcionado de mí—confesó tímidamente.
Enzo la miró como si le hubieran crecido dos cabezas del cuello y dobló el codo para apoyarse sobre su mano, estaban acostados sobre una alfombra bastante esponjosa, aún así la posición del chico parecía bastante incómoda.
—¿Vos estás jodiéndome?—preguntó él con tono de incredulidad—. ¿Quién en su santo juicio estaría decepcionado con vos por escribir? Es lo que más te gusta.
—Pues él—respondió Alana—. Vaya—dijo ella un poco más tranquila—. No es por el mero hecho que esté escribiendo, es porque lo estoy haciendo al mismo tiempo que él, él quiere que esté completamente entregada a su libro.
Enzo arrugó la nariz al escucharla, ella regresó la mirada al techo, ahora que contaba la situación en voz alta, se daba cuenta de lo patética que era.
—Alana…
—Sé lo que vas a decir—lo interrumpió—. Sé que no está bien y creéme que odio esta situación, detesto que Sebastián sea así de inseguro…
—Pero…—la interrumpió ahora él a ella.
—Pero, supongo que tendremos que solucionarlo eventualmente, no sólo es mi novio, es la única persona que tengo aquí—dijo ella volviendo a mirarlo, Enzo la miraba a ella con una expresión que no pudo descifrar.
—Vos sabés que eso es mentira—respondió Enzo apretando la mandíbula, Alana tragó saliva en seco, definitivamente sabía que podía contar con el actor, podría decir que era su único amigo en la ciudad, pero sabía a ciencia cierta que Enzo no se quedaría para siempre en Sevilla, probablemente volvería a Uruguay apenas terminara de filmar la película, o se mudaría ahora a otro país durante meses, probablemente Estados Unidos o Inglaterra, para después repetir la rutina una y otra vez, Alana apretó los labios ante la idea, ¿seguirían frecuentándose una vez él se fuera?
¿Al menos seguirían conversando ante la distancia?
La idea la puso nostálgica, de pronto todo el desorden que había en su mente después de intentar construir un nuevo mundo para la historia que comenzaba a escribir había desaparecido, así como el pensamiento de tener que volver a casa más tarde donde lo más probable es que Sebastián volvería a estar de insufrible.
—Eh…perdona si dije algo que no debo—carraspeó Enzo al notar que ella no decía nada.
Alana rodeó su cintura con sus brazos y hundió su cara en el hueco de su cuello aspirando su olor, no tenía idea lo mucho que había necesitado abrazarlo hasta que lo hizo, el cuerpo de Enzo se tensó al principio por el acto afectivo tan repentino, pero en seguida suspiró y entrelazó ahora sus brazos contra el cuerpo de Alana.
—Gracias por estar aquí—murmuró ella—. Gracias por alentarme a volver a escribir y por prestarme tu casa—hundió más su cara en el cuello del chico y él apretó más su agarre.
—Hey, no tenés nada que agradecer—dijo él—. Yo sólo quiero que vos seas feliz—acarició su cabello suavemente, Alana cerró los ojos, le apetecía tanto quedarse ahí durante horas, dormir con él, el suelo nunca se había sentido tan cómodo nunca, de pronto los brazos de Enzo eran la cama más cómoda que podía existir.
¿Pero qué mierda estaba pensando?
Alana alejó el rostro lentamente, Enzo lo tomó entre sus manos, ella suspiró y volvió a cerrar los ojos, podía sentir su aliento y el de Enzo mezclándose deliciosamente, no podía abrir los ojos, no podía hacerlo porque sabía que si lo hacía se encontraría con los labios de Enzo tan cerca a los de ella que no podría resistirse, de pronto los dedos de Enzo comenzaron a bajar por su cuello, tan largos y firmes pero suaves al mismo tiempo, no sabía qué se escuchaba más fuerte, si su propia respiración o la de Enzo, no podía salir del trance, sabía que haría una estupidez si se quedaba en esa posición un segundo más, de pronto sintió algo húmedo en su cuello.
Enzo había depositado un beso ahí, y aunque había sido suficiente para que ella mordiera su labio inferior patéticamente, también fue suficiente para que saliera del hechizo que él había aplicado sobre ella, Alana puso ahora sus manos sobre el pecho de Enzo y lo apartó un poco.
—Alana…
—Nuevamente gracias por todo—respondió ella—. Pero tengo que irme—Enzo la miró apenado y asintió levemente, Alana depositó un beso en su mejilla y salió prácticamente corriendo del departamento, Enzo no tuvo la intención de seguirla, Alana sabía perfectamente el por qué.
No tardó mucho en llegar a su departamento, se quitó los zapatos y sus pies tocaron el frío suelo de la sala, a comparación del departamento de Enzo, el que ella compartía con su novio estaba casi siempre frío porque el chico adoraba las temperaturas bajas, no había alfombras en el lugar, no lámparas cálidas, no muebles que impedían que el frío aire que se colaba de las calles por la ventana le rozaran peligrosamente la nuca.
Alana se tocó el cuello, aún podía sentir los labios de Enzo sobre su piel, podía sentir sus manos y si se concentraba mucho, aún podía olerlo.
—Hola—la voz de Sebastián la sacó de sus pensamientos bruscamente, ella apartó la mano de su cuello rápidamente, cruzó los brazos sobre su pecho, como intentando borrar las huellas invisibles de Enzo sobre ella.
—Hola.
—Te preparé algo de cenar—informó—. Tu platillo favorito.
Una ola de culpabilidad la invadió, su platillo favorito no se podía conseguir fácilmente, sabía que para prepararlo Sebastián había tenido que recorrer al menos tres mercados diferentes para conseguir los ingredientes traídos desde México.
—He cenado ya y estoy llenísima—respondió, era verdad, el botón de su pantalón de mezclilla estaba haciendo lo posible para no romperse, su vientre estaba pesado e hinchado por las cuatro rebanadas de pizza vegana que había comido—. Pero gracias, mañana me lo desayuno.
Sebastián asintió y parpadeó varias veces, Alana lo conocía tan bien, lo conocía de tanto que sabía que él hacía eso cuando tenía ganas de llorar.
—Quiero pedirte disculpas por el dolor de cabeza que te he estado dando últimamente—dijo él acercándose a ella—. Soy un idiota, y si estamos aquí es gracias a ti.
Alana sabía que se refería a cuestiones de dinero, pues aunque Sebastián haya sido el que recibió el trabajo, no hubieran podido sustentarse para mudarse a España sin el dinero que Alana ganaba.
—Y lamento que hayas llegado al extremo de tener que alquilar una oficina para sentirte cómoda para escribir.
Las imágenes de ella y Enzo en la supuesta oficina invadieron su mente.
—Le diré a Maricia que consiga a alguien para que revise lo que yo vaya escribiendo—informó.
—No tienes que hacer eso—replicó Alana.
—Los dos sabemos que no quieres seguir leyéndome, Alana—dijo él—. Y eso está bien, sé lo agotador que es, yo mismo no quise volverte a leer después de tu primer libro y nunca me diste un mal rato por ello, incluso cuando sí era mi trabajo hacerlo.
—Lamento que leernos nos incomode tanto—dijo ella, lo decía en serio.
—Esas cosas pasan—dijo.
¿Pero por qué ella sí quería que Enzo la leyera?
¿Por qué se había sentido tan triste cuando Enzo no indagó o pidió leer lo que ella había escrito hoy?
—Sí—mintió—. Esas cosas siempre pasan.
—Quiero que esto siga funcionando—dijo él tomándole las manos.
Alana asintió, no podía echar su relación a la basura.
Sin embargo, cuando Sebastián la besó, Alana no pudo evitar imaginarse que era Enzo el que lo hacía.
Y se odió a sí misma por no sentirse ni un poco culpable al respecto.
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Inktobertale - Day 5: Camping
A una hora antes del siguiente dia, la proxima vez pensaré en hacer tonos grises :,D.
Tengo un headcanon de que Ink le contó a Croos historias de otros universos genocidas para que se asustara o tuviera una idea dle mundo de afuera XD.
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La belleza de lo imperceptible
Un día me di cuenta de que me encontraba perdida. Perdida en la monotonía. Al levantarme de la cama, me sentí aún más cansada de lo que habría estado después de un largo día de trabajo. Incluso dormir me cansaba. Todos los días hacía las mismas cosas. Era un ser que se encontraba en modo automático, ni siquiera recordaba lo que había hecho a lo largo del día de tan sumida que estaba en aquel bucle interminable. No había motivación. Vivía en la inconsciencia, en un mundo de ladrillos grises y espejos donde uno ve su propio reflejo y solo ve un fantasma ambulante.
Mientras caminaba de vuelta a casa, de pronto levanté la cabeza. ¿Hacía cuánto que no veía otra cosa que no fuera un pavimento gris? Me sorprendió ver el cielo de un tono rosado, como si quisiera convencerme de que existía un mundo mágico más allá de la triste realidad en la cual me encontraba. Observé las nubes y recordé la vieja película de Peter Pan del 2003 donde volaban por los cielos y las nubes parecían algodones de azúcar.
El sol parecía un pedazo de galón de oro brillando a la distancia, ocultándose con lentitud detrás de los estáticos edificios.
De pronto, sentí el suave viento acariciando mi piel. Eso hizo detenerme y me puse a observar los árboles que se balanceaban con suavidad a mi alrededor y algunas hojas que caían dando vueltas, casi como imitando a una bailarina. Inhalé un poco de aquel aire que me rodeaba y pude sentir el aroma del húmedo césped sobre el cual algunos niños jugaban con sus mascotas. El sonido de fondo era tranquilo, pequeñas risas y ladridos, alguna que otra bocina a la distancia, murmullos y el cotidiano ajetreo de la vida mundana. Las cálidas luces de los edificios, alguna que otra música resonando a la distancia…
Fue como si, súbitamente, me diera cuenta de que estaba rodeada de una completa serenidad.
Aquello me cautivó. Era bello.
Al oscurecerse, a pesar de que la contaminación lumínica impedía ver las estrellas, una brilló más de lo normal. Fue como si esa noche buscara acompañarme hasta casa. Con cada paso que daba, las luces de los faroles iban encendiéndose guiando mi destino y así continué mi recorrido con una nueva compañera a la distancia.
De alguna manera había dejado de apreciar los pequeños detalles de la vida, bellos y casi imperceptibles. Pero que, de cierta manera, hacen dar cuenta a uno de que está vivo y que existe, aunque todo a su alrededor parezca ser un mundo sin sentido aparente.
-Meu
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Cuando llegaste vestida en tonos cálidos con esos ojos grises, abrazando al mundo a través de tu sonrisa, no pude controlar mi corazón, que ya no conocía el ritmo de sus latidos. La música que sonaba en mis oídos sonaba como Frank Ocean y el romper de las olas preparando el escenario para nuestro primer beso. Te sostuve tan fuerte en mis brazos mientras caía la lluvia que solo pude relacionarte con un fenómeno de la naturaleza, hueles a días lluviosos. Te registré en una fotografía para recordar este día para siempre, porque creo que hoy te amé, y sentí una paz enorme.
De: Khalem
Para: Seguen ��
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Hola! Me gusta mucho como escribes, me llama mucho la atención la historia de Paraphilia que estas escribiendo en wattpad! Y como encima he visto que tenemos gustos muy similares (sobre todo en cuanto a pancitas rellenitas y lindas 😏) me andaba preguntando si te podría hacer un pedido. Estaba pensando sobre algo entre Mitsuri y Obanai, me encanta esa parejita. En este caso pensaba que fuera Mitsuri quien recibiera cosquillas (aunque sueles escribir sobre chicos, así que si no quisieras hacer la historia por eso, no te preocupes!), y estaba pensando que quizás en la historia a Mitsuri se le nota más la panza después de comer, se le queda más redondita y así y Obanai se le queda mirándola y no puede evitar experimentar un poco con ella para hacerla reír. Que te parece?? Me encantaría saber si te gustaría escribirla o no
Que idea tan chistosa😆 La voy a recrear
Vamos a empezar! (Por cierto, vayan a leer "✿-Paraphilia-✿" trata del mismo tema de Tickles y solo subí el primer episodio porque quiero que tenga Lore xddd)
Título: Tickle Belly Obamitsu
Ler: Iguro Obanai Lee:Mitsuri Kanroji
Sipnosis:Iguro invita a Mitsuri a comer y pasan el rato Ileno de risas y diversión. Espero y les guste.
-¿Por qué lloras? ¿¿Quieres que hablemos??- Iguro estaba agachado mirando a Mitsuri, quien estaba sentada en el suelo. Las lágrimas brotaban por sus mejillas hasta su barbilla
-NO ME HABLES ME SIENTO MA-AL.-Kanroji Iloraba como ella sabe hacerlo, cubriendo su rostro, angustiada
-Ok. Si no quieres hablar de ello pues entiendo que no me incumba. Seguro es algo personal...... ¿Te ayudo a calmarte? Preguntó Iguro, ligeramente ruborizado.
*Sniff* No puedo... Hacer nada para que.... todo vaya bieeen. Lloraba Mitsuri, viendo a Iguro a traves de sus dedos.
Iguro se quedó pensando, debía haber una forma de hacerla feliz y que olvidara sus problemas. Luego esbozó una sonrisa y volvió a mirar a Mitsuri.-¡Si quieres salimos a comer a tu puesto favorito!-
Mitsuri miró a Iguro nuevamente, ahora sus ojos más dilatados. ¿De verdad?... Pero ¿Tienes tiempo para eso? ¿No es una molestia?.-
Iguro asintió y luegi negó con la cabeza ante ambas preguntas...... Dinero.
Iguro metió su mano en el bolsillo de su uniforme de cazador y de él sacó unas monedas. Para ellos yenes.- ¿Y bien? ¿Qué dices?.-
Mitsuri se puso de pie al instante.-HYY!! ¡¡¡QUE EMOCIÓN!!!-
Iguro se rió de su repentino comportamiento.-Pues nada, vámonos. Si quieres ve a ponerte una ropa cómoda, yo tambien me cambiaré.-
• • •
Ambos estaban vestidos con ropa cómoda. Mitsuri con un Kimono hasta los muslos color rosa pastel y unospantalones grises grandes. Con unas medias blancas y sandalias de madera. E Iguro llevaba uno bastante parecido pero largo y color gris oscuro. Y un haori azul oscuro
Ambos entran en un lugar que servía comida.
Específicamente el favorito de Mitsuri. Ambos se sentaron en unas sillas juntas al lado de una ventana. Mitsuri todavía con los ojos algo llorosos pero eso no evitaba que estuviera alegre. Iguro le veía con una sonrisa
Luego se acerca un señor con uniforme de camarero. Y mira a ambos con sorpresa. ¡Pilar del amor! No me sorprende que esté aqui.. Ahora vino coonn...-
-Iguro! O pilar de la serpiente. No se como quiera Ilamarme.- Iguro extendió su mano para saludar al camarero y este la recibió.-Un gusto Pilar... ¿Desean lo mismo de siempre?.-
El camarero puso un menú en la mesa
-¿Qué es lo que siempre pides?.-Preguntó Iguro mientras leía el menú y lo alejaba un poco para que Mitsuri lo viera.
-Pido un poco de todo. Pero mi favorito es este.-Mitsuri apuntó a unos mochis de tono rosado con cubierta de hojas verde.
-Pues nada. Queremos estos mochis que no se de que están hechos :).-Pidió Iguro con una sonrisa algo sarcástica
-Pueden ser 3 rondas??.-Preguntó Mitsuri con un toque de vergüenza. Por su puesto. Que sea triple, jejeje.-
El camarero soltó unas carcajadas antes de irse a la cocina del lugar, apunto de atender a esta "parejita"
Así pasó el rato. Llegó el primer plato a su mesa y Mitsuri empezó a Comer rápidamente. Aveces Iguro la tenía que calmar para que comiera más lento pero no le molestaba tener que calmarla. Aveces Mitsuri le ofrecía comida pero el solo comió uno de los millones que le entregaron. Fueron eligiendo más comida hasta que a Iguro le quedó nada más 3 yenes
-Kanroji...- Mitsuri le miró, con un mochi en su mano y su boca llena.-Solo me quedan 3 yenes. Así que solo me queda para un plato.-
-Mpm...Tranquilo Iguro, no me molesta.-Mitsuri hizo una pausa para masticar y tragar el bocado.-Literal gastaste todo tu dinero en este único día, y estoy muy agradecida.-
-¿Quiéres que te pida una última cosa?.-Preguntó Iguro, leal y relajado
Mitsuri miró al Iguro con una sonrisa.-Cómprate algo a tí.-Mitsuri comió el último bocado de su comida y empezó a tomar agua.-Yo ya estoy completa-mente llena.
Iguro miró la mesa, habían un montón de platos acumulados uno encima de otro. Probablemente era lo más verdadero que escuchó de parte de cualquier persona.-Pues se nota.-Respondió entre risas
Mitsuri puso el vaso de agua en la mesa y recostó su espalda en el espaldar de su silla. Soltando un suspiro de presión, mientras pasaba su mano suavemente por su estómago, que estaba algo inflado y se alzaba y encogía con su respiración. Y a pesar que no estaba muy grande, se notaba el cambio.
Iguro miró este sitio de Mitsuri, se le hacía algo sorprendente y chistoso que su estómago estuviera así. Se estaba imaginando que esto se repetía cada vez que Mitsuri iba a este puesto, ya que a visto el tipo de cantidad que come Mitsuri, por tanto que no haya notado su estómago
-Y también se nota en tí que quedaste llena. No?.-Comentó Iguro, avergonzando a su amiga
Mitsuri volteo su silla para mirar a Iguro- Que?? Lo siento por eso! Que pena.-Mitsuri se tapo el rostro con sus manos, haciendo accidental-mente que Iguro viera mejor los movimientos de su estómago.
Final-mente, Iguro no se resistió. Acarició lentamente el estómago de Mitsuri, haciendo que esta se sobresaltara un poco.-¿¿Q-qué haces??.-
Iguro empezó a acariciar suavemente su vientre y costados. Luego usó ambas manos y siguió acariciando su lindo estómago, haciendo que Mitsuri se pusiera más nerviosa de lo que ya estaba. Sus mejillas aumentaron su tono rojizo mientras Iguro tocaba suavemente su estómago. Y estos toques aunque calmaban más la presión en su vientre, aumentaban las de su corazón
Mitsuri empezó a reir a volumen bajo, con una mano en su boca. Iguro sonrió de ternura y para jugar un poco con ella (en el buen sentido) rascó su vientre por debajo. Provocando risas en su amiga.
Mitsuri empezó a reir con ganas mientras pataleaba sus piernas y su vientre hacía contracciones. Sus manos sostuvieron con suavidad los brazos de Iguro.-JAJAJAJ!!! MEHE HACES COSQUILLAHAHAHAS.-
Iguro empezó a hacer cosquillas en más lugares de su estómago, enloqueciendo a su amiga. Las risas llenaron el puesto.
Iguro amplió su sonrisa mientras seguía haciendo cosquillas a Mitsuri. Le gustaba mucho su cuerpo y lo más seguro le iba a gustar más por su adorable vientre. Mitsuri se reía tierna pero fuertemente, y las mariposas en su estómago crecieron
-KYAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!! EN SERIO! PARAJAJAJAJA, VOY A....!!.-
Iguro alejó sus manos de Mitsuri. Seguido de esto sonaron unos gruñidos en su estómago y Mitsuri detuvo su respiración. Luego empezó a buscar frenéticamente algo en la mesa, agarro un bol de ramen vacío y vomitó en él. Y no me pregunten el color del vómito :D.....
Iguro se removió al ver tal escena, casi vomita con ella.-KANROJI!!! Mis más sinceras disculpas.- Iguro sostuvo a Mitsuri de su pecho y empezó a dar palmadas suaves en la espalda de su amiga.
Mitsuri hechó las últimas gotas de vómito tosiendo (disculpa si estabas comiendo :V).-T-tranquilo Iguro-san... No es tu culpa, no sabías lo que iba a pasar.- Mitsuri empezó a reir de la nada, aunque en su mente quería que le tragara la tierra y le escupiera muy lejos.
Iguro acercó el vaso de agua a Mitsuri, ofeciéndole que tome un poco. Mitsuri tomó el vaso de agua y por fín se relajó.
Iguro tomó el bol donde vomitó y botó todo en un contenedor de basura.-Lo arruiné todo ¿Cierto?.-Preguntó Iguro, con un sonroje de vergüenza en su rostro
-Que dices?? Me encantó este día... Muchas gracias por tomarte tu tiempo y por gastar tu dinero. Jejeje~.-
El camarero se acercó a su mesa, viendo que a su vista nada había pasado, todo estaba limpio y ambos se veían bien.- Vengo a llevarme los platos y cubiertos.- El camarero se llev�� todos los platos de una, como si desde su nacimiento y primera vida esperaba ese momento
-Cuando se lleve eso me gustaría pedir un último bocadillo.-
El camarero se llevó todo a la cocina y volvió con ellos.-Por supuesto ¿Que va a querer?.-
-Quiero unaaaas.... Algas nada más. Pero para llevar.-Iguro le dió sus últimas monedas al camarero
Al final, el camarero le trajo sus algas para llevar. Tomó el paquete y salió con Mitsuri fuera de la tienda.
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Hoy el mundo está pintado de colores brillantes, pero mis ánimos se desvanecen en tonos grises.
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Del último capítulo del Webcómic, sobre el libro escrito por Rafael, realmente Everett y/o Khalil tuvieron que ver con evitar que se publicará o solo fue la opinión de la corte en general? Pues a mí me huele que es lo primero.
Es un poco de ambas cosas.
Es decir, el comité en general tiene mucha influencia en el resultado, pero la opinión de los reyes respecto a que es lo que circula públicamente en sus reinos también cuenta.
En el caso del libro de Rafael, al hablar de los engendros, se esta hablando de que tiene que ser 100% acertada la información para no mal informar a las especies. Rosalie claramente confirma que la información es acertada, y es seguro seguir las recomendaciones del libro, pero en el caso de Everett, este no esta de acuerdo.
Y al Everett no estar de acuerdo con la información, Khalil le hace segunda, y luego Liam no le queda que hacer la tercera, y Zefora se ve forzada a seguir la opinión de sus tíos, por lo que les hace cuarta. Ya con los reinos elementales fuera de la ecuación, queda Elizabeth, que para no quedar mal, solo se lo deja a manos del comité y no toma ningún lado. Charlotte cree en el potencial de Rafael, por lo que ella si esta a favor de que tal libro sea distribuido en su reino, pero con 2 reinas a favor, no es suficiente para que el comité se sientan tranquilos permitiendo tal libro al publico.
Así que si, tiene que ver con Everett, pero también tiene que ver con el comité y su nula individualidad, o es, que todos están de acuerdo, o nadie esta de acuerdo. No se dan el lujo de tener tonos grises, o es blanco, o es negro.
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Y así empezó.
El suave desvanecimiento del amor.
Una pintura al óleo.
Dejado al sol por demasiadas temporadas.
Una pintura agrietada.
Descolorido que una vez bailaban ahora descansa en tonos de grises y marrones.
El amor a perdido su tono.
El amor a perdido su esplendor.
El amor puede perder su color.
Si se le abandona.
— ⅁
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"El ángel herido" de Hugo Simberg es una pintura que evoca una mezcla profunda de vulnerabilidad y empatía. En la obra, un joven ángel, visiblemente herido y con una venda en la cabeza, es llevado en una camilla por dos niños serios y solemnes. La expresión del ángel, una mezcla de dolor y resignación, captura el corazón del espectador, evocando un sentimiento de compasión y tristeza. La fragilidad del ángel, una figura normalmente asociada con la pureza y la protección, resalta la paradoja de la escena y nos enfrenta a la idea de que incluso los seres más puros pueden sufrir y necesitar cuidado.
Los niños, con sus rostros graves y pasos cuidadosos, transmiten una responsabilidad y madurez inusuales para su edad, añadiendo un toque de melancolía a la pintura. El paisaje sombrío y desolado por el que caminan, con tonos grises y oscuros, intensifica el sentimiento de soledad y desamparo. Sin embargo, la solidaridad y la determinación de los niños también aportan un rayo de esperanza y humanidad. La escena invita a reflexionar sobre la fragilidad de la inocencia y la importancia de la compasión y el apoyo mutuo en tiempos de adversidad.
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no me molesta el trabajo de viv, el diseño de personajes y la historia me gusta, que la princesa del infierno quiera redimir pecadores me parece muy imaginativo, lo que si me molesta es como están escritos los personajes, adam merecía algo mejor, Charlie no sabe lo que hace y odio que todos le den la razon, su idea de redencion tiene muchos errores, adam estaba para ser un gran antagonista o un personaje que después de mucho podria terminar ser un aliado demostrando a Charlie que alguien que actua como idiota no es malvado, todos sus aliados parecen agradables como alastor y rosie pero siento que son manipuladores y de alguna manera quieren algo de ella, todos los que están en contra de lo que ella piensa son automáticamente enemigos dejando el programa plano, aburrido y que solo existen 2 bandos lo que es irónico de una serie que se supone debe mostrar que existen varios tonos de grises y no solo blanco y negro.
Se me hace chistoso que la serie quiera ser algo gris pero es la cosa más blanca y negra que he visto en mi perra vida. Si querían concentrarse en los matices grises de la humanidad podrían haber hecho el hotel en el purgatorio o en la Tierra, no en el perro infierno.
Según se, lo que yo me entre así que puedo estar equivocada, Charlie es un Selfinsert de Viv, así que es más que obvio que haría a los demás unos bastardos o idiotas para hacerla quedar bien.
#hazbin hotel#hazbin hotel fandom#hazbin hotel adam#hazbin adam#hazbin charlie#charlie morningstar#charlie hazbin hotel
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