#SE VA A S WORD YAAAAAAA

[mikrokosmcs]

Si  Hades  tuviese  orejas  de  perro  como  el  mismo  Cerbero,  seguramente  se  hubiesen  agachado  en  ese  momento  por  tajante  respuesta  negativa  con  respecto  al  refrigerio  que  le  había  traía  a  su  esposa.  Pero  no  insiste  más  con  el  tema,  dejando  la  bandeja  en  un  lado  mientras  que,  con  cuidado  de  no  lastimar  los  asfódelos,  se  sienta  en  el  prado.  Observa  sus  manierismos,  como  gruñe  y  sabe  que  de  alguna  manera  recapitula  lo  acontecido  hace  semanas,  obligando  al  dios  del  inframundo  a�� morderse  el  labio  inferior.  -  —Lo  lamento  Perséfone,  siento  mucho  el  como  mis  acciones  te  hicieron  sentir.  Todo  este  daño,  toda  esta  ruptura  de  confianza,  es  mi  culpa  y  de  nadie  más  —  -no  se  imagina  en  la  misma  posición,  porque  se  volvería  completamente  loco  de  pensar  que  su  preciosa  ninfa,  aquella  de  rosados  cabello  y  blanca  tez,  pudiese  desear  a  otra  persona.  Más  que  celos  enfermos,  se  le  rompe  el  corazón  y  tiene  certeza  de  que  fue  lo  que  le  hizo  a  su  esposa  cuando  intento  acercarse  a  Minte.  -  —Te  juro  que  no  volverá  a  pasar  mi  amor,  mi  más  bello  asfódelo…  —  -dice,  teniendo  tan  cerca  uno  de  sus  pies  descalzos  que  extiende  las  yemas  de  sus  dedos  para  tocar  la  pulsera  en  el  tobillo,  rozando  con  el  dorso  de  sus  dedos  el  pie  del  otro.  -  —¿Necesitas  gritarme?  Puedes  hacerlo,  ¿quieres  que  me  arranque  el  corazón  y  te  lo  dé  en  una  bandeja  de  plata  para  que  sepas  que  mi  amor  es  eternamente  tuyo  y  no  le  pertenecerá  a  nadie  más? 

Perséfone arruga la nariz cuando el otro menciona el primer motivo de su presencia, sintiendo mariposas en el estómago al ser tan amable y bueno con su persona a pesar que no ha hecho más que ignorarlo de día y noche. “No tengo hambre, puedes dejarla a un lado, comeré más tarde.” Responde, una mano juguetea con las plantas más pequeñas, tocando sus pétalos como solía hacer con las flores de la superficie los seis meses que debía permanecer como parte del trato. Ellas eran su compañía, escuchaban a la diosa de la primavera durante horas y horas sobre cómo extrañaba a su esposo hasta que su madre iba por él y seguía a regañadientes. Ahora la situación es distinta, porque el dueño de su amor está presente y debería estar feliz, sin embargo no puede olvidar el dolor punzante en su pecho al recordar cómo alguien más tenía la hermosa mirada de Hades encima, haciendo que la reina del Inframundo gruña. Y de la misma forma que él ignora su pregunta es que Perséfone pasa por alto la cuestión sobre cómo se ha sentido, volviendo a recostarse sobre el prado. “Pues ya me has visto, ahora vete a espiar alguna tonta ninfa sin que mi madre o cualquier otro dios te descubra, adiós.” La zurda se alza y la agita unos segundos, realmente espera que eso sirva. El enfado aún sigue presente en él y no quiere gritarle como sucedió esa vez.