#Pero en lugar de calmar la tensión
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ACTIVIDAD 003: los días libres.
LOCACIÓN: Lautersee, Suiza.
CÓDIGO DE VESTIMENTA: Informal.
FECHA: 7 al 13 de febrero del 2025.
CLIMA: Alrededor de los 8° C.
Un día después del evento del festival de caridad, las familias más influyentes de Lautersee tomaron una decisión que, aunque bien intencionada, no pudo deshacer el nudo de tensión que colgaba sobre la ciudad. En un intento por calmar las aguas revueltas y reducir la creciente incertidumbre, les ofrecieron a sus hijos la oportunidad de salir de Lautersee por unos días. La esperanza era clara: un breve respiro de la ciudad podría ayudar a mitigar el peso de las protestas y la creciente desconfianza que empezaban a rodear a La Sociedad.
Los jóvenes recibieron la opción de regresar a sus antiguas ciudades o, si preferían, disfrutar de unas pequeñas vacaciones en algún rincón apartado, lejos de las miradas curiosas y el constante murmullo de la calle. Pero ni los días de descanso, ni el alejamiento temporal, fueron suficientes para desactivar la tensión que ya había hecho raíces profundas.
Los manifestantes no se disiparon. En lugar de desaparecer, se instalaron con más fuerza, eligiendo el perímetro de las puertas del Raven's Heart Club como su nuevo punto de reunión. Desde allí, su presencia no solo era constante, sino también inquebrantable. A medida que pasaban los días, el ambiente se fue tornando irrespirable, hasta que el Raven's Heart, en un gesto desesperado por protegerse de la presión, tuvo que cerrar sus puertas para todos sus miembros.
Fueron días de completa incertidumbre, donde la ciudad parecía estar a punto de romperse bajo la tensión acumulada. Astor Caldwell, el presidente, seguía sin aparecer. Nadie sabía a ciencia cierta cuál era su paradero, ni si la situación lo había logrado afectar de alguna manera. En su lugar, fue su hijo, Sebastian Caldwell, quien tuvo que enfrentar la presión. En una pequeña rueda de prensa improvisada frente a la sede del Raven's Heart, con los manifestantes observando en el fondo, Sebastián se presentó con la misma postura que su padre, fría y calculadora. Afirmó que estaban trabajando en llegar a un acuerdo con los manifestantes, pero que por ahora, no había nada concreto que pudieran ofrecer. Sus palabras carecían del peso que todos esperaban, y solo incrementaban la sensación de desconcierto.
Mientras la ciudad se desmoronaba bajo la creciente presión de la protesta, un mensaje, como una inesperada tregua, apareció en la aplicación del club. La invitación al evento anual de San Valentín fue enviada. Un respiro, o tal vez una señal de normalidad en medio del caos. Los hijos de los miembros de La Sociedad sabían lo que esto significaba: tendrían que regresar a Lautersee, sin importar cuánto deseaban alejarse de la ciudad y de su creciente inestabilidad.
El regreso fue gradual. Los primeros comenzaron a volver el 5 de febrero, y algunos más tarde el 6 de febrero, todos con el mismo sentimiento: Lautersee no era la misma ciudad de antes.
Los manifestantes seguían desfilando por las calles y el Raven's Heart permanecía cerrado, casi como un símbolo de la crisis de liderazgo que atravesaba La Sociedad. La presencia de Astor seguía ausente, y la otra parte de La Sociedad parecía estar tambaleando bajo la falta de dirección. Los miembros más longevos, aquellos que siempre habían sido el pilar de la organización, también se mantenían al margen, ausentes de la escena.
Con unos días de libertad antes de la fiesta de San Valentín, los futuros herederos se encontraron con una ciudad que había cambiado un tanto bajo el peso de la tensión. Mientras el día del evento se acercaba, la sensación de que algo más estaba por suceder, algo que cambiaría para siempre el rumbo de Lautersee, seguía flotando en el aire. A pesar de los intentos por hacer regresar la normalidad, los ecos del desorden no dejaban de resonar.
INFORMACIÓN OOC.
¡Buenas tardes, cuervos! Les traemos la tercera actividad del grupal, que esperamos que disfruten tanto como nosotras lo hicimos al planearla. Les pedimos que, por favor, lean los siguientes puntos para evitar dudas. Aunque, en caso de que las tengan, nuestro buzón está siempre abierto para responderlas.
Como habrán leído, los miembros de La Sociedad tuvieron la oportunidad de tomar unos días libres de Lautersee, ya sea para regresar a sus ciudades o disfrutar de unas cortas vacaciones. ¡Queda a su elección! También existe la posibilidad de que hayan preferido quedarse en la ciudad y no viajar.
El regreso a Lautersee fue solicitado nuevamente por sus familias entre los días establecidos anteriormente: el 5 y 6 de febrero. Además, todos fueron invitados al festejo de San Valentín, que se llevará a cabo en la próxima actividad.
El desarrollo de esta actividad se llevará a cabo en un lapso de varios días, del 7 al 13 de febrero. Ustedes son libres de decidir en cuál de esas fechas ambientan sus interacciones en esta ocasión.
Tipo de starters: sentence starters y memes. Si desean recibir, deberán darle reblog a las publicaciones que compartiremos por este mismo blog en unos minutos. Cuando quieran dejar de recibir, tendrán la opción de eliminar el reblog de los memes/sentence starters. ¡No ignoren a nadie al enviar!
Duración de la actividad: 10 días, finalizando el 17 de febrero.
¡Son libres de compartir las vestimentas de sus personajes!
Les pedimos, por favor, que vayan habilitando la opción del anónimo en sus buzones. Hoy mismo les haremos llegar el nombre del personaje del que deberán ser su San Valentín Secreto, y les recordamos que la actividad se llevará a cabo a través de mensajes en los buzones de forma anónima.
¡Gracias por leer, que se diviertan!
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Delicious temptation on a cold heart
-Ran Haitani x fem!reader
/ You can traslate to your lenguage if you want to dead it /
Words: 14,5k
Synopsis: the Haitani´s Empire is wealthy and powerwful over all Roppongi. Bonten is dangerous than ever.
First chapter, second chapter, thrid chapter, fourth chapter, fifht chapter _Masterlist_
El salón brillaba con la luz suave de las lámparas de araña, y el sonido de la música de cuerdas llenaba el aire, mezclándose con el murmullo elegante de las conversaciones. La fiesta estaba en pleno apogeo, con camareros deslizándose entre los invitados, sosteniendo bandejas de champán y aperitivos delicados. Hope estaba de pie cerca de una de las ventanas grandes, mirando hacia el exterior, intentando calmar el torbellino de emociones que la había estado acosando toda la noche.
Se había vestido como le dijeron. Elegante. ¿Qué era eso? Solo había vestido dos estilos en toda su vida. El formal que la obligaban a llevar en la residencia de su familia y del que se deshizo con la boda y luego el que ella llamaba "despreocupado". Este consistía en vaqueros ajustados o sueltos y jerseys y chaquetas. Nada de vestidos ni ropa con sus medidas y que adaptaban cuando cogía o perdía peso. Y, ahora, parecía más un disfraz entre toda ese gente. Un vestido blanco hasta las rodillas, fluido, que había encontrado entre toda la ropa de su armario y tacones que entendió que por el color iban a juego. De joyas había cogido un collar plateado y largo con pequeñas joyas verdes -esmeraldas reales, supuso- y unos pendientes a juego. Por supuesto, llevaba la alianza de matrimonio. En ese mundo para apariencia lo era todo.
Ran se encontraba unos metros más allá, hablando con un grupo de conocidos del trabajo, sus sonrisas y risas ocasionales retumbando en los oídos de Hope como una burla cruel. Estaban ahí, en esa fiesta perfecta, con la gente perfecta, pero dentro de ella todo estaba mal. Se sentía fuera de lugar, atrapada en un mundo donde cada palabra parecía un desafío, cada gesto una acusación velada. Los tacones le hacían daño. La poca gente con la que hablaba eran extraños y acababan hablando de inversiones y beneficencia.
Las miradas que había intercambiado con Ran durante la noche no habían sido las usuales. Ya no eran cómplices ni llenas de lo que fuera que vivieron en Osaka. Eran frías, tensas, como si estuvieran esperando el momento en que todo estallara. Era como vivir en una realidad paralela, lejos de un momento inicial lleno de diversión a su manera de ser y, de repente, nada. Frialdad. Y cuando una de las mujeres del grupo soltó una risa demasiado alta tras un comentario de Ran, algo en Hope se quebró.
Estaba cansada. Le dolía el cuerpo, con la presencia de los daños en el cuerpo y mentales por lo ocurrido en Osaka y días antes, y solo quería regresar a casa y sentarse y descansar. Hablar con Ran, tal vez, sobre lo que pasaba entre ellos. Podía intentar, al menos, convencerlo de que no estuviera tan enfadado si le prometía a cambio no hacer ninguna imprudencia como la de salir a la tormenta.
El corazón le latía fuertemente. Una mujer castaña y con un traje verde de lo más elegante se le había acercado a preguntarle sobre su interés en una asociación. Hope la escuchaba, pero apenas le prestaba atención. Los dedos le temblaban en la copa de champán, del que bebió otro trago. ¿Debía hacerlo en su estado? De todos modos, no sabía nada. ¿Qué diablos hacia ahí? ¿Por qué no estaba en su casa?
-Discúlpeme un momento.
La mujer le sonrió con educación, aunque era capaz de distinguir la tensión en sus facciones cuando empezó a alejarse. Dejó su copa de champán sobre una mesa cercana y caminó hacia Ran, sin pensar realmente en lo que estaba a punto de hacer. Su corazón latía rápido, y su mente estaba nublada por una mezcla de resentimiento y dolor.
-Ran, ¿podemos hablar? -dijo, interrumpiendo la conversación con más brusquedad de la que había planeado.
Los ojos de Ran se encontraron con los suyos, y Hope vio una sombra de incomodidad cruzar su rostro. Las personas a su alrededor guardaron un breve silencio, percibiendo la tensión, antes de volver a sus propias conversaciones, pero la atmósfera ya se había cargado.
-Mi esposa -presentó en voz baja. La mujer que tenía delante asintió, con una sonrisa hambrienta en unos rasgos simétricamente perfectos. Ran le puso una mano en la parte baja de la espalda, inclinándose hacia ella-. Ahora no -respondió Ran en voz baja, sin alterar la calma superficial que mantenía-. Estamos en medio de algo, Hope. Es importante.
Pero Hope no podía esperar. El silencio era lo último que necesitaba. En lo que se había convertido... Sintió la humillación acumulándose en su garganta, una mezcla de inseguridad y frustración que no podía contener más.
-¿No podemos hablar ahora? Estoy muy cansada. De verdad -su voz temblaba, y aunque trataba de no levantarla, estaba claro que había un filo afilado en sus palabras.
Ran soltó un suspiro pesado, y la sonrisa social que había mantenido hasta entonces se tensó visiblemente. Solo para ella. A ojos de los demás, debía de seguir siendo el encantador hombre que amaba la atención. O lo que diablos fuera que pensasen esas personas ridículamente ricas.
-No es el momento ni el lugar -dijo con los dientes apretados, la tensión en su mandíbula evidente. Estaba tratando de mantener el control, pero su mirada revelaba la frustración que intentaba reprimir.
-¿Cuándo es el momento, entonces? -replicó ella, sintiendo cómo la rabia y el cansancio se mezclaban. Sabía que estaba haciendo una escena, sabía que todos a su alrededor probablemente estaban escuchando, pero en ese instante no le importaba demasiado.
Las miradas furtivas de los otros invitados no pasaban desapercibidas. Algunos se alejaron discretamente, pero otros permanecían, fingiendo no prestar atención, aunque era evidente que estaban atentos al desarrollo de la situación. Ran, consciente de las miradas sobre ellos, dio un paso hacia Hope, bajando la voz, pero con una frialdad que la hizo estremecerse.
-Ahora no.
Hope sintió cómo un calor incómodo subía por su cuello, mezclando el enfado con una profunda vergüenza. Estaba allí, frente a él, delante de todos, y lo único que sentía era humillación. ¿Por qué tenía que ser ella la que se sintiera mal? ¿Por qué, si realmente lo estaba mal y él era consciente? O es que tenía que enseñarle la tímida cicatriz al lado de su frente disimulado con el peinado. Pero a esas alturas, ya no podía dar marcha atrás. Había aguantado demasiado, y ahora todo estaba saliendo a la superficie de la peor manera posible.
-Solo te estoy preguntando si podemos irnos -le intentó explicar-. O si yo puedo irme. No me gusta esto.
-Suficiente -exclamó, de forma que sólo ella lo viera. La mano en su parte baja se volvió tenso, como si quisiera agarrarla y alejarla de todo eso, pero se contenía-. Te he dicho que ahora no.
-Solo te estoy pidiendo una cosa.
Después de lo que pareció una eternidad en medio del salón lleno de gente, Ran asintió con la mandíbula tensa y tomó del brazo a Hope, guiándola hacia uno de los rincones menos concurridos de la fiesta, al lado de una elegante columna de mármol decorada con guirnaldas unidas a una cadena de tímidas luces cálidas que la envolvían. Nunca entendería si teniendo una cultura se aceptaba la invasión y dominio de otra al otro lado del mundo. La música y el bullicio continuaban, pero a su alrededor las miradas furtivas no dejaban de seguirlos.
-No puedes hacer una escena así aquí -dijo con voz baja pero firme-. Lo único que estás haciendo es fastidiar una oportunidad como esta. Necesito esto, Hope, y a la larga tú también te vas a beneficiar de esto.
Se quedó muy quieta y con la boca abierta. Nunca lo había visto así. Fuera lo que fuese... Daba miedo. Hope negó con la cabeza. Estaba sorprendida, muy sorprendida, de que de repente toda la furia y el veneno que hubiera en Ran fueran hacia ella. Se quedó inmóvil, viéndole aflojarse ligeramente el cuello de la chaqueta.
-Pero...
-¿Pero, qué? Dijiste que vendrías y actuarías -replicó, apuntando lo obvio. Con el pequeño matiz de que ella no había aceptado del todo, sino que se le había puesto encima una responsabilidad-. Pero lo único que has hecho es aislarte como si no fuera tu mundo.
Tal vez es que no lo fuera.
Que ese mundo lleno de excentricidad y dinero no fuera suyo porque no lo quería ni realmente había tenido la oportunidad de vivir en él. Sin duda, su hermana se pavonearía con el mejor de sus trajes y joyas y se relacionaría con todos. Pero ella… Ella era otra persona. Una más simple.
-Estoy cansada -respondió, con la verdad por delante. Pero a esas alturas, en ese contexto, solo sonaba como una niña mimada en vez de lo que proponía.
-¿Crees que todo es tan fácil? -respondió, casi con veneno en la lengua y la vena de su cuello a punto de estallar-. Ahora, cumple tu papel y habla con los demás como yo sí estoy haciendo. Aquí hay un orden.
Pestañeó un par de veces en el intento de contener las lágrimas vacilantes. Las palabras de Ran eran duras, pero lo peor era que Hope sabía que tenía razón. Lo sabía. En todo había un orden, lo sabía y conocía por el lado malo de la historia, pero que alguien como él se lo echase en cara le dolía y le quemaba en el pecho. El mismo que le había dicho que la respetaba a su manera de ver las cosas en el matrimonio, y que protegería sus votos a pesar de no ser un matrimonio normal.
Hope tragó saliva, las palabras atascadas en su garganta. Lo que más la desgarraba era que Ran tenía razón. Pero tampoco podía ignorar el dolor que la invadía y le machacaba el cuerpo y los pies, ese vacío que él no parecía comprender, esa sensación de que cada vez que intentaba acercarse, algo se rompía aún más.
-¿Tanto te cuesta hacer las cosas? ¿Tanto te cuesta hacer lo que has hecho toda tu vida, viviendo entre lujos y con una educación de las mejores? -le preguntó él, sin mirarla, y dando sorbo a la copa de champán que el camarero se había acercado desfilando con la bandeja-. A veces parece una salvaje.
Solo le había pedido marcharse antes. Solo eso. ¿Y le estaba haciendo una escena diciendo todas esas cosas horribles de ella? Las piernas de Hope temblaron ligeramente. Los pies le dolían, pero se las arregló para mantenerse en pie como pudo. Sentía la cara arder de vergüenza y rabia. Vergüenza porque la estaban regañando como una niña y rabia porque era incapaz de hablar; sentía la lengua pegajosa en la boca y los dedos crisparse en los puños temblorosos de una dama. No. Ella nunca había sido una dama. Aunque la hubiesen criado de esa manera, seguía siendo una persona normal. Una bastarda.
Tal vez él tuviera razón. Con la cara roja y ese aspecto, podía decir que la había cagado de verdad. Que nada de eso era un juego. Nada lo era. Aunque la vistieran y la adornaran a ese nivel, nada iba a cambiar lo que realmente era. Una intrusa en ese mundo. Una persona que fue abandonada por su madre a los pocos meses en la casa de su amante, que resultaba ser una persona de gran estatus y una pésima persona. Una que recibió una educación excelente para el poco valor que tendría. Ni las palizas de su padre y tutores la habían convertido en alguien decente... El peso de todo se echó sobre ella. Tal vez... Tal vez su madrastra tuvo razón el día de su boda:
«-Es una pérdida de tiempo y de dinero esforzarse contigo. Eres una desagradecida. Me he esforzado tantos años contigo y fíjate, no eres más que una pérdida de un tiempo que podría haber dedicado en mi hija -le había dicho, mirándola a través del espejo una vez le pusieron el vestido. Uno que le apretaba y apenas dejaba respirar, y el velo, como si pudiera cubrir algo de valor personal-. El señor Haitani tendría que haber elegido a tu hermana, pero como siempre, tienes que arruinarlo todo. Ahora, más te vale que te comportes a no ser que quieras que tú pequeña jugarreta se tuerza».
Hubiese sido más fácil habérselo jugado como decía ella. Haber hecho una escena que la degradase hasta el punto de que nadie la viera como una figura decente de tradición y elegancia. Que nadie se quisiera casar con ella. Perder su valor y vivir encerrada en una casa maldita. Si no lo hizo fue por huir de ese lugar. Si estaba como estaba ahora, era por sus deseos.
Por su egoísmo.
Por querer algo que nunca conseguiría.
La música y las risas a su alrededor parecían más lejanas de lo que realmente estaban. Para Hope, la habitación parecía encogerse, el peso de las palabras de Ran cayendo sobre ella como una losa. Sabía que tenía razón. Sabía que ella misma estaba contribuyendo al muro que se alzaba entre ellos, pero escuchar a Ran ponerlo en palabras, frente a toda esa gente, la hacía sentir más humillada que nunca.
Porque se había casado con el trofeo que todos ansiaban, mientras que ella era las sobras de una familia que habría dado cualquier cosa por hacerla desaparecer y cederselo a su perfecta hija de rizos y piel claros.
-Ya veo. Lo siento.
Hope intentó controlar su respiración, que comenzaba a agitarse por el descontrol emocional que sentía en su interior. El hambre también influía negativamente, sustituyendo ese apetito por una incapacidad de contenerse. Pensaba que aguantaría, pensaba... No pensaba nada. Le temblaban las manos, y el cuerpo. No sólo por el miedo y los recuerdos exactos que se repetían en su cabeza, sino por el alcohol que la confundía.
-Ni se te ocurra volver a hacer una escena -respondió él sin mirarla-. Parece que lo único que sabes hacer aparte de pintar y comportarte como una niña. Tendría que haber traído a otra persona.
Hope sintió cómo la presión en su pecho se intensificaba, como si una cuerda invisible la estuviera apretando hasta asfixiarla. La sola mención de esa otra persona le dolió como un puñetazo en la boca del estómago, como unas manos estrangulándola hasta dejarla sin sentido… Pero, en el fondo, sabía que Ran tenía razón en eso, sabía que ella había mantenido todo dentro durante demasiado tiempo, pero ahora que estaba allí, frente a él, incapaz de contener sus emociones, todo parecía salir de la peor manera posible.
Hope se dio la vuelta y se marchó. Pero no a otra zona para seguir con aquello, donde las miradas estuvieran sobre ella juzgándola o haciéndola sentir enferma. Se mezcló entre la gente, sí, que todavía los miraban con curiosidad por saber qué hablaban, pero su destino fue otro. Uno muy diferente.
No tendrían que haberla sacado de casa. No tendría que haber salido. Su única función en aquel adorno de matrimonio era no molestarle. Y lo había jodido todo pensando que podría funcionar algo que nunca estuvo en marcha. Tendría que haberse quedado como estaban, sin hablarse e ignorándose como lo que ambos querían; una liberación de aquel papel.
Se tropezó con un par de personas y se disculpó con ellas mientras buscaba la salida. Desaparecer de ahí es lo que necesitaba. Nadie la conocía, así que nadie la echaría de menos. Contuvo las lágrimas hasta el final, y se sentía orgullosa de aquello. De no haberse humillado más de lo justo cuando encontró la salida y bajó los escalones del edificio hacia la calle. Los tacones la estaban matando. Casa. Solo quería llegar a casa, quitarse aquel disfraz que la habían hecho llevar pensando que cambiaría algo y no volver a salir en mucho tiempo. No ver a nadie, también.
Porque estaba segura de que a la perfecta de su hermana pequeña le hubiese quedado mejor que a una pelirroja fea y enferma. Una cuyo futuro estaba marcado por la decadencia tanto laboral como emocional.
Una vez dentro y sola del coche, se quitó los tacones. Tenía los dedos rojos y los talones hinchados con heridas. Hope dejó caer los tacones en el asiento a su lado, centrándose en las heridas recientes y sangrantes. Entonces, se permitió el lujo que hasta el momento había contenido de llorar. Las primeras lágrimas cayeron sobre el vestido intacto de la velada, y las siguientes continuaron el camino hacia sus miembros descubiertos. Intentó limpiarlas sin éxito. Estaba siendo ridícula. Estaba humillándose con eso. Había gente muriéndose de hambre en cualquier parte del mundo y ella estaba llorando porque su pareja le había dicho la verdad a la cara.
La vergüenza y humillación volvieron como una ola que arrasaba todo a su regreso al mar. Las palabras de Ran dolían, pero dolía más la verdad que había en ellas. Que hubiese preferido llevar a esa persona en vez de a ella. Era ridícula y una egoísta, una persona que solo se preocupaba por ella y veía a todos como enemigos. Otra lágrima cayó, pero para ese momento eran un río en descenso sobre su mejilla. Una niña patética que siempre había recibido atención. La amargura se instaló en ella, como una segunda capa. ¿En qué momento pensaba así? Todo eso era mentira. Solo hacía falta verlo en una radiografía. La cantidad de huesos rotos y soldados, los partes médicos en los que se hablaba de inflamación en zonas superficiales y sus continuos sangrados.
Volvió a mirar los tacones. Y al vestido que seguía llevando. El collar y la pulsera se sentía como cadenas alrededor de ella. Se quitó una, seguida de otra que acabaron al otro lado del coche.
-A casa -consiguió decir, con un hilo de voz.
En silencio, el coche se puso en marcha. Lejos del edificio, lejos de la fiesta, lejos de absolutamente todo ese mundo que la detestaba.
Hope no salió de su estudio en una semana. A Ran Haitani tampoco le importó. Seguramente porque nunca me había importado ella.
La noche en la que regresó a casa descalza y con la cara hinchada de llorar en la parte de atrás del coche, fue cuando lo decidió. Después de comerse un plato recalentado de macarrones y llorar en el suelo del cuarto de baño para quitarse todo aquel disfraz que la adornaba. Luego hubo lanzado el anillo de matrimonio a cualquier lado de la habitación para no volver a verlo. Se encerró en su estudio y pintó. Pintó toda la noche hasta que se durmió en el sofá lleno de apuntes sucios tapada con una manta que apestaba a acetona. Si Ran volvió a casa esa noche, le dio igual.
La criada le dejaba la comida delante de la puerta, y la merienda y la cena. Supo que tenía que hacerlo cuando se negó a aparecer el primer día y la criada le dejó las comida y ropa limpia. Había un baño en esa habitación. Nunca se imaginó tener que usarlo.
Otras veces, en vez de pintar, se quedaba mirando a la nada. La batería se le acabó al segundo dia. Estaba segura de que su tía se iba a preocupar por no llamarla ni ir a verla... Pero de todos modos, no hizo nada por remediarlo. Lloraba la mayor parte del tiempo, y la otra se dedicaba a gasta ríos montones de pintura que había en los armarios en cuadros iracundos y lamentables a la vista.
Ahora, entre pinceles y lienzos a medio terminar, su mente volvía una y otra vez a esa noche. Las palabras de Ran seguían ahí, clavadas como espinas. No es que él no la entendiera, pero había algo en su comentario que tocaba una herida profunda, una inseguridad que Hope nunca le había confesado. Inseguridades, probablemente. Y una fragilidad que él había aprovechado. Sabía que no podía culpar a una persona que perdía los estribos de esa manera por algo que era su culpa, pero sí a una que le había gritado lo inútil y tonta que era continuamente. El perfecto Ran Haitani había decidido humillar a su esposa en vez de así mismo, porque nada iba mal con él. Dejar a salir las imperfecciones de ella era mejor que asumir muchas otras cosas.
El sonido familiar de la puerta del estudio entreabriéndose hizo que Hope levantara la mirada, pero no dejó el pincel. Era la criada, una mujer silenciosa y meticulosa que había trabajado para ellos desde que recordaba esa casa. Hope siempre la apreciaba por su discreción, pero desde la discusión con Ran, incluso la presencia de esa mujer le resultaba incómoda. Era como si su vergüenza se hiciera más palpable cuando había alguien cerca.
Cruzó el umbral con su paso suave, cargando una bandeja con algo de comida que Hope había ignorado en las últimas horas. ¿Qué hora era? Todavía hacía sol. Sin decir nada, la dejó en la mesa pequeña junto a la ventana. Al colocar el vaso de agua, Hope notó el leve titileo del teléfono móvil que Amalia llevaba en la mano, y supo, antes de que ella siquiera abriera la boca, lo que estaba por pasar.
-Es el señor -respondió, con cuidado. Conocía la situación entre ambos mejor que ninguno en esa casa. Probablemente la habría escuchado llorar varias veces.
Hope contuvo la respiración. Los ojos de la mujer eran neutrales, pero Hope sentía el peso del momento, de la decisión que estaba por tomar. Podía sentir el nudo su estómago apretandose y tirando de ella al fondo del largo helado. No estaba lista. No estaba preparada para escuchar de nuevo su voz, su tono, volver a soportarle a él y su carácter. Sus manos temblaron, pero no extendió el brazo para tomar el teléfono que la criada le tendía con tanta amabilidad en su cara.
En cambio, negó con la cabeza lentamente, una expresión firme, pero doliente, y volvió la vista hacia el cuadro. La pintura roja chorreaba como sangre... Hayakawa. Él ya no estaba.
Silencio por parte de ella.
Escuchó de fondo un cuchicheo, un parloteo rápido al otro lado de la línea, con seguridad. Odiaba pensar en que estaba tan acostumbrada a escucharle hablar que lo echaba de menos. «No».
-Insiste, señora.
Hope no se movió. Lentamente, dejó el pincel sobre la paleta en la mesa...y cogió una
-Y yo insisto también.
-Señora...
-¡Dile...! -no pudo evitar alzar la voz. El sonido de la radio quedó opacado en el proceso-. Dile que si tiene tiempo para llamar, tiene tiempo para buscar a otra persona que entretener. Pero yo también tengo cosas que hacer.
La criada asintió en silencio, entendiendo que no podía insistir más. Dio media vuelta, y mientras se dirigía hacia la puerta, Hope sintió una punzada de culpa, una especie de vacío que se expandía dentro de ella. Justo antes de que saliera, Hope habló, su voz quebrada.
-Gracias.
La mujer asintió sin mirarla, cerrando la puerta tras de sí con un cuidado excesivo, como si temiera romper algo más que el silencio de la habitación. Se lo merecía. Por ser una niña arrogante y quejica. Que todos se apartaran de ella.
Tal vez fuera lo mejor.
El estudio volvió a sumirse en la calma asfixiante de los días anteriores. Hope se quedó mirando el lienzo, su mente dando vueltas, pensando en lo que Ran habría dicho si hubiera contestado. Quizás estaba equivocado, quizás también estaba sufriendo, pero ella no podía darle lo que pedía todavía. No sin resolver antes su propia maraña interna. ¿Por qué iba a estar sufriendo? ¿Por qué una mancha no salía de su camisa favorita? Podía comprar otra. Como siempre hacia la gente con dinero. También podría comprarse una nueva esposa, una sumisa y que supiera comportarse.
Cerró los ojos, recordando las palabras de Ran en la fiesta, su tono despreocupado, casi burlón, como si no hubiera considerado el daño que podían causar. Pero la verdad era que no fue solo el comentario lo que la hirió. Fue el subtexto, la sensación de que Ran, la persona que debería entenderla, no valoraba lo que ella hacía, su arte, su dedicación. Su vida se había convertido en una acumulación de grandes sacrificios, pero esa noche... esa noche se sintió como si todo eso no hubiera significado nada para él.
Su atención se posó en la mesa donde había dejado las cosas el primer día que se encerró ahí. El bolso colgaba de un lateral... Su contenido se había desparramado cuando lo lanzó lejos. Tickets, chicles, monedas sueltas, el monedero... Y una bolsita.
Hope abrió la bolsita. Varias cayeron en su palma abierta y con restos de pintura al inclinarla. Pequeños círculos con relieve e inscripciones iguales en diferentes colores, igual que en los folletos que repartían en los hospitales para evitar las adicciones. Parecían golosinas, tal vez fuera eso lo que más le atrajese. Tal vez fuera por eso que los adictos se volvían locos por ellas, no sólo por lo que contenían.
Se tomó una.
Rindou Haitani estaba en su salón.
Al día siguiente, mientras Hope aún estaba sumida en su rutina de aislamiento, una serie de golpes inesperados en la puerta del estudio la sobresaltó. No eran los golpes suaves de la criada. Eran más firmes, casi autoritarios, y su sonido rompió la calma tensa del estudio. Hope se levantó del sofá con una mezcla de curiosidad y molestia, su mente aún revuelta por la pastilla que había leído la noche anterior. Solo la había hecho sentirse peor.
Cuando abrió la puerta, se encontró con una figura que no esperaba en absoluto.
Rindou, el hermano menor de Ran, estaba de pie en el umbral, con los brazos cruzados y un ceño serio que lo hacía parecer incluso más intimidante de lo habitual. Hope parpadeó, sorprendida. Apenas tenía relación con él; su presencia en la casa era rara, casi inexistente. Por lo menos, mientras ella estaba dentro. Fuera, podria pasar cualquier cosa. Aunque eran familiares, siempre había sentido una distancia entre ellos, lo había demostrado el que le hubiese conocido de la peor manera posible.
-¿Puedo pasar? -preguntó, sin molestarse en suavizar su tono. Por alguna razón, ni eso consiguió enfadarla.
Hope se detuvo en seco.
-¿Vienes a decirme que hable con tu hermano?
Los ojos grises de Rindou se posaron sobre ella. Si le daba asco cómo estaba, no dijo nada y lo camufló muy bien.
-Eh... -dijo, no muy seguro-. No me pagan por ello.
Hope asintió, aún demasiado sorprendida para articular una respuesta. Dio un paso atrás, dejándole espacio para entrar. Él cruzó el umbral con la confianza de alguien que no estaba acostumbrado a pedir permiso. Justo como su hermano... Pero de otra manera que no sabría descubrir.
Una vez dentro, Rindou se detuvo en el centro del estudio y observó brevemente el desorden que lo rodeaba: lienzos a medio terminar, pinceles abandonados y, sobre todo, el aire denso y cargado de días de aislamiento. La mirada de Hope seguía clavada en él, aún tratando de entender qué hacía ahí. Una persona estaba en su lugar sagrado, y era el hermano de la persona que más detestaba en ese momento por debajo del abusador de su padre. Hope no sabía qué le pasaba. ¿Serían los efectos de la pastilla? Probablemente la estaba juzgando. Por el desorden y el sin sentido que era tener un espacio como ese cuando se carecia de un talento en primer lugar.
-¿Y mi hermano?
Las palabras de Rindou, tan directas, le atravesaron. Hablar con él era como enfrentarse a una versión de Ran, pero más cruda, sin la calidez ni la sensibilidad que a veces encontraba para su beneficio. Sin embargo, había algo en su tono que no era solo crítica, sino preocupación, aunque fuera difícil de detectar. Tal vez eso fuera mejor que oculta sus pensamientos, directamente.
-Donde sea -respondió, encogiéndose de hombros-. Con su amante. Matando. Contigo... -sacudió la cabeza-. No lo sé. Pero no aquí.
Hope se apoyó en la encimera sucia del estudio. Estaba todo manchado de pintura ya seca. Había dejado sobre unos periódicos antiguos los botes de pintura vacíos. Los había acabado todos, y en algún momento había decidido usar las manos para esparcir la pintura húmeda que quedaba al fondo sobre el lienzo. Los tres lienzos estaban al lado de la ventana secándose. El caballete sucio estaba vacío, a excepción de la paleta que colgaba de un extremo y los pinceles.
Sentía los ojos de Rindou sobre ella aún con la cabeza clavada en él suelo. Aún tenía las manos en los bolsillos de los pantalones, como si esperase algo más de aquella visita inesperada. Ahora que lo pensaba, era la primera persona que entraba en aquel estudio con su permiso.
-Los problemas maritales de mi hermano mayor no son mi problema -dijo con un tono bajo, pero firme-. Ran es idiota, pero al menos conoce su lugar. Y no está en el trabajo o donde lo pueda encontrar.
Al menos en sentimiento era compartido. Hope no se movió de donde estaba, pero sí que se atrevió a mirarle a la cara.
-Pero está raro -continuó, con su tono monótono-. Ha aceptado viajar a Shanghái con uno de nosotros para... Unas cosas que no deberías saber. Da igual. Quédate con lo primero. ¿Sabes dónde puede estar?
Hope apretó los labios. Otro viaje. No le sorprendía. Su matrimonio había sido así desde el inicio; él viajando y ella en esa ciudad que comenzaba a aborrecer. No era ninguna sorpresa, más allá de que al menos ahora sabía que aquello sí era un viaje de trabajo y no una... Hope sacudió la cabeza.
-¿Y por qué me lo dices?
Vio que Rindou sacaba una mano del bolsillo y se la pasaba por el pelo, un corte mullet atractivo y moderno. Un gesto rápido para quitarse un mechón de la cara.
-Shanghái no tiene una buena relación con nuestros negocios.
Arqueó una ceja, instándolo a continuar.
-En el sentido personal. Uno de sus distritos comerciales en la capital era Roppongi hasta que empezaron con la competencia. Nos los quitamos de encima y ahora nos toca buscarnos las vidas con sus jefes. Si no hacemos un acuerdo, comenzarán una guerra que perderán y que no nos beneficiaría.
Para lo poco que necesitaba saber, le estaba contando más cosas de las que esperaba. Entonces sí que se habían criado en Roppongi y eran cercanos a ese mundo del comercio. Al menos eso resolvía parte de los misterios de Ran Haitani. Una parte de todos ellos.
-¿De verdad te crees que me hará caso? Soy la última persona que quiere ver -acabó por decir, en un tono distante y frívolo que rivalizaría con cualquier persona de su familia-. Además, tú pasas más tiempo con él y le conoces. Sin ofender. A mí no me quiere ni ver en pintura.
-No me ofendo -dijo él con sencillez-. Es la realidad.
Al menos él sí que era sincero. Puede que empezase a caerle bien, aunque fuera por la realidad que era esa relación nefasta y desastrosa. Hope se apartó del mueble arrastrando los pies. Los ojos de Rindou se movieron con ella.
Hope suspiró, frotándose la frente y quitándose el sudor.
-Hablar con su amante sería más fácil. Seguro que está con ella, donde sea que estén.
-Ran no tiene una amante, eso lo sé.
Le dieron ganas de echarse a reír, solo por lo gracioso que sería verle la cara al hermano menor que tan fielmente creía en él. No podía evitar pensar en si una vez fue esa persona, que confiaba ciegamente en Ran a pesar de conocer la realidad del matrimonio. Una vez había pensado en la posibilidad de criar a un hijo que no fuera de ellos solo para ahorrarse el pato y compartir cama con él… Y ahora estaba actuando como todo lo contrario, como si le hubiera importado siempre ese hecho y compartir a su marido.
Estaba confundida. Pero estaba más enfadada que eso, y triste. Dolida y destrozada. A veces era mejor no descubrir la verdad.
-¿Te ha dicho algo de por qué estamos enfadados? -preguntó, seguida de una cierta curiosidad.
-Como he dicho, no me importan mucho vuestros problemas maritales.
Cómo no.
Tal vez se lo hubiera dicho y lo ignoraba, pero dudaba que fuera así. O tal vez supiera más de lo que decía, pero era cierto que no quería meterse en los problemas de su hermano. Preferiría quemarse las manos que la humillación pública. Hope miró los cuadros pegados a los ventanales para que se secaran. Una semana entera dibujando y pintando sin sentido para unos cuantos garabatos y manchas. Por no decir que estaba perdiendo el tiempo en abandonar su verdadera responsabilidad: su trabajo de final de grado. Necesitaba acabarlo para entregarlo y que le dieran el título, pero en ese momento, estaba tan mental y físicamente destruida que no sacaba fuerzas para nada. Solo para expresarse a base de brochazos y gastar pintura que en su momento reservó para su obra de final de carrera.
Vio de reojo cómo Rindou se paseaba por el estudio. Las manos en los bolsillos, en una postura tan dolorosamente similar a la de su hermano que solo le daban ganas de gritarle en el caso de que le estuvieran gastando una broma. La última que lo había visto, fue en la casa de Osaka, antes de que Ran la llamara estúpida y forzara a actuar como una verdadera mujer casada; y ella, en consecuencia, se volviera loca. Lo único bueno que podía decir de esa persona a que tampoco conocía era que al menos, a su manera de ver, no era tan estúpido de insultar a la primera. Si los cuadros al lado de las ventanas le parecían horribles, lo camuflaba bastante bien.
-¿Kandinsky? -fue lo único que preguntó.
-No -respondió, mirando hacia lo que él señalaba. Un cuadro con pinturas rojas y azules, en colores oscuros que representaban… Lo que diablos hubiese sentido. Tristeza, tal vez. O rabia-. Él tenía un don y seguía pautas musicales. Nunca habría pintado esto. Y yo tampoco.
Rindou abandonó el estudio minutos después, después de intentar debatirle un aspecto del arte contemporáneo que, según él, se lo habían enseñado en el instituto, y probablemente el apartamento acompañado por la criada. El estudio se sentía repentinamente frío a pesar de la calefacción encendida. ¿Era así como sería su vida? Hope miró a su alrededor.
Y se quedó sola de nuevo.
Ran apareció a la una de la madrugada por casa.
Ella estaba sentada en el final de las escaleras. Las luces de la planta de abajo estaban tenuemente iluminadas, pero podía verse más allá de la nariz de uno. Se había duchado una hora antes, pero tenía el pelo húmedo todavía y ropa cómoda.
Tuvo que verle algo en la cara, porque lo primero que dijo fue entre dientes y rodando los ojos. Él levantó la vista, sorprendido de verla fuera del estudio. Sus ojos se encontraron, y Hope pudo ver el cansancio en su expresión, y la molestia de tenerla ahí. Los días de silencios absolutos en casa, de ignorarse de diferentes formas y, puede, que el haber rechazado la llamada, habían dejado huella. En ambos, seguramente. Dejó de mirarse al espejo hacía mucho para no saber cuál era el nivel de daño que supuso esa fiesta. Pero su mirada no era de ira, sino de algo más difícil de descifrar: tal vez decepción, tal vez resignación.
-No. No voy a discutir hoy contigo.
-¿Y yo sí? -preguntó, sin poder evitar la hostilidad.
Ran suspiró, inclinando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos por un momento, como si estuviera debatiéndose internamente. Aquello demostraba todavía más que no la soportaba, que todo fue un paripé. Exactamente como se merecía. El silencio se alargó, y Hope sintió que el aire entre ellos se volvía más denso, como si la distancia emocional que había crecido entre ambos en esa semana fuera más fuerte de lo que esperaba.
-Tenemos que hablar. Sobre Shanghái.
Había esperado resistencia, pero no esa frialdad, casi distante. Ran no solía evitar las discusiones; era el tipo de persona que enfrentaba los problemas de frente. Pero en ese momento, algo en él parecía haberse cerrado.
Hope pudo ver que algo había cambiado en él, algo que la hizo sentir una culpa aún más profunda. E irritación. De todo. Justamente lo que trató de evitar aquella toda esa semana de silencio; pero mientras ella había estado encerrada en su estudio, procesando su dolor, él parecía haber llegado a un punto de alejarse todavía más. Sabía que no pasaba las noches en casa por lo que escuchaba fuera el escritorio cuando la criada hablaba con la otra mujer de la limpieza. Que el cuerpo seguía como si nadie viviera en esa casa.
-¿Quién te ha dicho eso? -preguntó, tensando la mandíbula.
-Rindou.
Ran suspiró una risa llena de sarcasmo.
-Por supuesto que él haría eso.
-Estaba, está, preocupado. Vino hace unas horas para hablar conmigo-respondió ella, ignorando como podía las manchas rojas del cuello de su camisa y su apariencia-. Te ha llamado varias veces.
Ninguno dijo mucho más. Ran sacó del bolsillo su teléfono, con una funda negra, con el ceño fruncido y una expresión seria que le confirmó lo que ella estaba diciendo. Hope distinguió la molestia en su mirada.
-Vete a la cama -dijo él-. Estaré en...
-Te va a decir que eres un imbécil por irte a Shanghái y pensar que puedes solucionarlo. Tú, de entre todas las personas, y la persona que te lleves contigo-dijo ella-. Y yo también te lo diría, pero visto lo visto eso te va a dar igual. Así que por una vez, imagina que soy Rindou quien te lo dice.
Los dedos de Ran se crisparon alrededor del teléfono, pero al menos ni lo rompió ni se lo lanzó a la cara. Siempre había sido alguien que evitaba las confrontaciones directas, pero esta vez la tensión estaba empezando a romper su fachada fría. Comenzaba a saber cómo leerlo. Hope le vio pasarse la mano de nuevo por la cara. De nuevo, sus ojos volvieron a posarse en las manchas rojas de su camisa. No dijo nada, solo apretó los labios y los dedos y esperó una respuesta en silencio.
-No te metas en mis asuntos.
Las palabras no fueron un grito, pero dolieron igual. Hope sintió que su corazón se encogía al escuchar el reproche en su voz, y entendió la situación. Pero había algo en ella que la empujaba a intentarlo, porque sabía que, si no lo hacía ahora, quizás esa distancia entre ellos se volvería insalvable. Sólo por Rindou. Sólo porque su hermano pequeño se preocupaba por él, porque parecía el único de los dos que se preocupaba por los dos.
Hope decidió dejarlo pasar. Justo lo que esperaba. Había aprendido que no servía de nada echar más leña al fuego, pero también no provocarle sin salir una herida. Y no estaba de humor para soportar una discusión con él. Simplemente estaba cansada de todo, quería tumbarse y que el día acabase para volver a la monotonía básica.
Se levantó del escalón, guardando las manos en los bolsillos de la sudadera cerrada, apartándose el pelo con un movimiento de cabeza. Estaba dispuesta a irse sin empezar una pelea. Esta vez. Lo cual ya era de por sí una hazaña para lo que era ella. Una niña mimada y egoísta. Lo recordaba demasiado bien.
-Hazlo por él -le pidió, a la desesperada, pero sin parecer que iba a lanzarse a sus pies para que le hiciera caso. No haría eso nunca más-. Ha venido hasta aquí y me ha dicho que...
Una familia se preocupaba. Una familia se quería. Incluso si ella no tenía, la familia de él sí se preocupaba por él. Tal vez no se mereciera aquello, tal vez tenía más de lo que una persona como él necesitaba, pero era Rindou el que la había visitado y metido entre ellos para él.
-Alguien tiene que resolver esto, Hope. Son asuntos que nunca entenderías -respondió él, con un tono que la cortó-. No todo se revuelve moviendo las pestañas y esperando sin hacer nada. Y tú no tienes que entender nada. No algo tuyo, sino mío y de mi trabajo. Si no puedes aceptarlo, entonces mejor déjalo en paz.
La brutalidad de sus palabras la golpeó como un puñetazo en el estómago. Sintió que le arrancaban el aire de los pulmones. El silencio que siguió fue denso, opresivo, solo roto por su respiración acelerada y el ruido lejano de la calle que se colaba desde la ventana.
-Dijiste que tu hermano era una de las cosas que más te importaban. ¿Era mentira? Ha tenido la molestia de venir y pensar que yo puedo ayudar. ¿Sabes la humillación que eso? Pensar que eres importante en la vida de alguien. ¿En qué más estabas pensando para que tu hermano viniera a hablar exactamente conmigo?
Él no respondió de inmediato, pero en ese silencio, ella entendió todo. No necesitaba que lo dijera en voz alta, pues esa respuesta siempre había sido lo más transparente entre ellos. Lo vio en la manera en que la evitaba con la mirada, en la rigidez de sus hombros, en la manera en que sus palabras se habían convertido en cuchillos. Siempre había sido así. Él siempre había sido así.
-Bonten.
Bonten. Rindou y Bonten, fuera lo que fuese eso. Siempre sería eso, nada más. El dolor en su pecho era insoportable. Como un saco que había tomado todo lo posible de ella hasta reventar y destrozarla. Pero tenía que aguantarlo. Porque acabar destrozada en frente de alguien como él era ser la imagen de la decadencia, de lo que una vez juró que nunca sería ni en su peor pesadilla.
No se trataba solo de la discusión o de Shanghái. Era la certeza de que, en el fondo, él ya había tomado su decisión, independiente de lo que pudiera ocurrir en el futuro y de lo que la persona que más amaba y conocía le hubiera recomendado, y no había vuelta atrás. El rostro de Rindou se le apareció en la mente, en el momento exacto que le pidió que hablara con su hermano. Las lágrimas que tanto había contenido finalmente escaparon, pero no se movió, no intentó detenerlo.
-Siempre quieres más, ¿no? Aunque eso signifique destruir todo a tu alrededor. Entonces vete -murmuró, dándose la vuelta, su voz vacilando. No supo de dónde había sacado fuerzas para responderle con esa frialdad-. Vete a donde te dé la gana, pero no esperes que alguien se quede esperando lo que ocurre.
-Nunca te pedí que lo hicieras -replicó, con la misma frialdad.
Ella lo miró una última vez, sus ojos llenos de un dolor silencioso pero devastador, camuflado en la sombra de la ignorancia y el desdén más absolutos. Las manos en los bolsillos de la sudadera sudaban y temblaban. Quería irse. Necesitaba... Necesitaba salir de ese lugar, respirar aire, sentir la luz del sol, aunque ahora fuera de noche.
-Tienes los restos de la cena en la nevera.
Luego, sin decir más, dio media vuelta y salió de la habitación, el eco de sus pasos resonando en el pasillo vacío. El golpe de la puerta resonó con fuerza en el pasillo mientras ella salía del departamento, sintiendo como si hubiera dejado algo irremediablemente roto a sus espaldas. Tal vez fuera así, por exactamente eso.
Sus pasos eran rápidos, casi frenéticos, mientras intentaba contener la rabia y el dolor que latían bajo su piel, a punto de estallar. Estaba demasiado abrumada por la discusión, por las palabras hirientes que se habían lanzado el uno al otro como dagas todo ese tiempo y el desdén que sentían el uno por el otro. Sus palabras amables se habían acabado desde el momento que ella se perdió en la tormenta y despertó en una nueva realidad matrimonial.
¿Cómo había llegado todo a esto? Se preguntaba una y otra vez mientras apretaba los puños, sus uñas clavándose en las palmas. Siempre había sido así. Desde que nació, se le dio a entender que nunca tendría opción a elegir y menos cuya opinión fuera a tener en cuenta. La educación estricta, las palizas, los dolores en las articulaciones que podía sentir solo con pensar en los momentos dentro de aquella casa lujosa y jaula por dentro... No había cambiado absolutamente nada. Esa constante necesidad de más. De algo más grande, más peligroso, más poderoso. Pero ella siempre había pensado que, al final, en algún momento de su vida podría respirar.
Durante dos años fue así. Los dos se ignoraban y no mediaban palabra, pero al menos podía tolerarse. Y ahora no quedaba nada de eso; solo podía tomar el camino fácil que era irse con la única persona que en ese mundo la apoyaba, por poco que le quedase. Caminó directamente hacia el dormitorio, encendiendo la luz con un rápido movimiento. Hacía una semana que no entraba en ese lugar, a excepción de un momento en el que salió para recoger algunas de sus cosas sabiendo que la casa estaba vacía. El cuarto estaba ordenado, las sábanas intactas, todo en su sitio, pero a ella le parecía un lugar ajeno. Un escenario vacío, sin la calidez que alguna vez sintió para llamarlo como "suyo". Decidió no perder el tiempo en ñoñerías.
Se dirigió al armario, las luces del techo encendidas, y sacó una pequeña maleta, el sonido de la cremallera llenando el aire mientras la abría con determinación. El armario olía a la colonia de Ran. Comenzó a meter ropa en la maleta: un par de camisetas, unos jeans, ropa interior, y un suéter abrigado. No estaba empacando mucho, solo lo esencial para pasar la noche fuera. Pero mientras sus manos doblaban las prendas y las colocaban cuidadosamente en la maleta, sentía que este simple acto tenía un significado mucho más profundo. Era como un acto de afirmación, de reafirmar que podía elegir su propio camino, aunque solo fuera para una noche. Se estaba yendo, al menos por ahora, para poner distancia entre ellos, para aclarar sus pensamientos sin la presencia opresiva de Ran.
A aquellas alturas, lo que le ocurriera no iba a ser responsabilidad suya. Que hiciera lo que quisiese. Ella también lo haría, y a su manera de ser. No iba a dejar que sus tonterías le afectasen durante un segundo más.
A medida que iba llenando la maleta, sus movimientos se volvieron más rápidos, más seguros. Tomó su cepillo de dientes, algunos productos de cuidado personal, y los metió en un neceser pequeño. Intentó convencerse de que era lo correcto, que era lo que se merecía por esas semanas de insomnio y malas experiencias. Que después de haber vivido todo aquello, no había lugar para ella en ningún lado de esa casa y de la vida de él. Cerró la maleta de golpe y la levantó, sintiendo el peso físico y emocional de lo que estaba a punto de hacer. Mientras caminaba hacia la puerta, algo en ella se relajó ligeramente.
Esta noche, al menos, se iba a elegir a sí misma.
Uno de los guardaespaldas estaba ahí. Miraba al a uno de los cuadros abstractos que siempre había visto ahí cogiendo polvo y odiado. Su tía tenía una casa a su nombre, ahora vacía por su estancia en el hospital. Muchas veces le dejaba claro que podía usarla cuando le diera en gana, sin necesidad de avisar… Ese podría ser su escondite, o su mausoleo. Un lugar donde realmente pudiera descansar y pensar; saber qué hacer a continuación.
-Señora -el hombre hizo una reverencia por la mitad al verla. Sus ojos se clavaron en la bolsa que llevaba en el hombro-. ¿Va a…?
-Llévame al hospital. Quiero estar con mi tía.
Al principio, el hombre se quedó quieto y en silencio. Estaba pensando. Era la una de la madrugada, los hospitales no dejaban entrar a las visitas a esa hora. Y él lo sabía, pero a ella le daba igual lo que pensaran de ella a esas alturas.
-El señor Haitani no nos ha dicho nada.
-Lo que el señor Haitani diga me da igual -respondió, y casi se sintió mal por hablarle a alguien que no tenía la culpa de nada, que solo seguía órdenes-. Dame las llaves del coche. Tiene GPS, ¿no? Con eso servirá para que no os despidan.
El hombre la miró en silencio, con los hombros tensos y sin saber bien qué hacer, pero una de sus manos ya estaba hurgando en los bolsillos de su traje. Lo estaba poniendo en un compromiso; si obedecer al hombre que le pagaba el salario con una generosa cuenta u obedecer a la mujer de este, que al parecer no tenía el mismo papel autoritario por ser un objeto conseguido con un contrato. A la mierda de todo. Podía llamar a un taxi y marcharse a donde le diera la gana que nadie la encontraría. Al final, a nadie le importaba lo que dijera.
Hope se marchó esa noche a casi la una y media de la madrugada, y condujo por las calles de Roppongi hasta salir del famoso distrito y adentrarse en un mundo que apenas reconocía. La casa de su tía no estaba en el distrito, sino en un barrio tranquilo pero rico donde muchas celebridades importantes del sector residían o tenían sus segundas casas. Era una residencia amplia, con ese detestable estilo minimalista pero que al menos se compensaban con una decoración cuidada y de color por los cuadros abstractos que recordaba haberle recomendado una vez… Resultaba que su tía era probablemente la única que le prestaba atención, al parecer.
Ahí iba a quedarse. En esa casa tan vacía y silenciosa, pero con una alarma de protección que al menos la acompañaba y hacía sentir segura. La piscina en el patio exterior estaba bien cuidado cuando salió a revisar las cerraduras, y a recoger una segunda llave que había debajo de un jarrón. Decidió al instante que iba a dormir en el cuarto de invitados, más que nada porque aquello no era su casa y no quería resultar una invasora.
Después de una semana, sabría lo que hacer.
Después de una semana, puede que hablase con Ran.
Pensaba quedarse una semana.
Pensaba que aguantaría solo aguantó cuatro días hasta volverse loca.
El primer día, la primera vez que se despertó pensaba que estaba en una pesadilla. Con la respiración acelerada y el cuerpo empapado en sudor, se había despertado violentamente de una pesadilla. Pero eso fue por la noche. Aquella noche de antes, la noche que decidió marcharse del apartamento de Roppongi, fue la noche que pudo dormir. Una noche tranquila en la que durmió sin interrupción, sin soñar, sin el miedo constante… Hasta que se despertó por el sonido de la alarma que la asustó. Y todo estaba en silencio, uno al que no estaba acostumbrado; a la calma, a estar lejos de las tensiones de la vida cotidiana… Fue como respirar por uno mismo. No duró mucho hasta que llamó a su tía y habló con ella. No iba a ir a verla, pero se pasaría por el hospital cuando se acostumbrase a aquel silencio y soledad.
Llevaba dos años acostumbrada a la presencia de la criada, la amable mujer a la que casi había despedido cuando estuvo a punto de pasarle el teléfono con Ran al otro lado. No debería haberlo hecho, pero estaba enfadada. Solo tendría que haberle hecho pasar un mal momento a la persona en el teléfono, pero no a ella. Y se arrepentía. Ese día no hizo mucho, solamente pasear por la casa, por el patio con la piscina, y respirar. Y pensar en…nada. Realmente no había pensado en nada.
Al día siguiente, fue casi de lo mismo. Empezó a hacer cosas de la universidad, conectada al ordenador de la casa con su cuenta de alumno. Estuvo todo el día trabajando, buscando referencias históricas y pictóricas, buscando ejemplos que sirvieran para lo que estaba haciendo con su lienzo. Todo lo que sirviera para distraerse y avanzar en lo que realmente tenía interés para ella.
Su carrera.
Su carrera y su futuro.
Pero, esa noche, el silencio la volvió loca. Dio otro paseo, y cenó por segunda vez una pieza de fruta al lado de la piscina mojándose los pies, angustiada por toda esa soledad y sobre todo el silencio. Se preguntó cuánto hacía que nadie se bañaba en ella, del por qué la cuidaban un lugar que dentro de poco dejaría de funcionar correctamente. Las fotos de su tía en el pasillo de arriba le recordaban a una parte de su infancia, de cuando la mujer iba a la casa familiar para las celebraciones más por compromiso que por querer, y se quedaba con ella sentada en las escaleras mientras los hombres fumaban y la pesada de su hermana lloraba por la atención que rápidamente las criadas le daban por miedo. Había sido la única persona en apoyarla, dentro y fuera de esa casa, y pensar en perderla… Era como perder su único apoyo en aquella vida. ¿Qué haría sin ella? Tenía que verla graduarse, verla convertirse en lo que había participado.
El tercero decidió dividir el día para tener tiempo para ella misma. Por la mañana, hizo la comida mientras veía tutoriales de comida básica y limpió. Descubrió antiguos bocetos de ropa que su tía había descartado en algún momento de su vida, pero guardado en la calidez de su hogar. También descubrió el retrato de su antiguo marido, un hombre que le fue infiel y ella se divorció por adulterio. Por la tarde, comió y dejó los restos para la cena en la nevera, apenas llena, lo que indicaba que pronto tendría que salir para hacer la compra. Su tía la habría provisto de comida en silencio después de avisarla del tiempo que pasaría en su casa. Continuó con su trabajo, y se atrevió por primera vez a investigar sobre la aplicación de trabajo y las ofertas que más le interesasen para el futuro; descubrió de paso que habían empresas que contrataban becarios todavía en la universidad que fomentaban su futuro y le daban oportunidades para cuando comenzara su vida laboral.
Nada como tener un Plan B en caso de emergencia.
Por la noche, se fue a la cama después de darse un largo baño donde leyó en las noticias que su universidad había aceptado una donación de diversas empresas para financiar el arte y la cultura de las letras.
No pudo dormir bien. De hecho, tardó más entre vuelta y vuelta en coge una postura adecuada para hacerlo.
El silencio en la casa era abrumador, roto solo por el leve zumbido del aire acondicionado. No hacía calor, pero la temperatura interior era calurosa por la calefacción, decente. Hope se despertó de golpe, su garganta seca y la mente aún confusa por los retazos de un sueño inquieto. ¿Desde cuándo soñaba con Anabella rechazando su último trabajo? Eso la hizo pensar fugazmente en que debería quedar con ella para que revisara sus escritos. Con un suspiro cansado, se levantó de la cama, incapaz de soportar la pesadez en el pecho, y salió al pasillo en dirección a la cocina, incapaz de quedarse quieta hasta volver a dormirse, el frío del suelo acariciando sus pies descalzos. Todo parecía normal, como siempre. Terriblemente aburrida, silenciosa, vacía…
¿Su tía se habría sentido en algún momento de esa manera? Después del divorcio, se centró en su carrera laboral y fue el momento de mayor éxito, pero a la vez que se le sumaban los problemas de la enfermedad y la disputa por los bienes familiares.
El apartamento estaba oscuro, pero la luz tenue de la luz entraba por los enormes ventanales hasta el techo. Las luces de la piscina y el exterior guiaban el camino. Al menos los arquitectos fueron inteligentes en el diseño del hogar, sin perder detalle. Las luces, eso sí, creaban sombras de las que hasta el momento no se había percatado, tanto de muebles como del movimiento del agua. ¿Iba a pasar otra vez mirando el movimiento del agua de la piscina? Si lo hacía, esta vez cogería una manta para no helarse. No había cogido un pijama, y dormía ahora con la ropa interior puesta y una camiseta, cosa que el tiempo no le agradecía. ¿Iba a comerse medio tarro de helado como la primera noche después de soñar de nuevo con lo ocurrido en Osaka? No quería recordarlo, solo le daba dolor de cabeza, en la pequeña cicatriz, de cuando se había caído y golpeado contra una piedra en el camino. Cómo el frío le había helado el cuerpo mientras intentaba regresar a la casa.
No encendió las luces; la penumbra ya le era algo familiar. Abrió la puerta de la nevera y sacó una botella de agua, el brillo frío iluminando la pequeña habitación durante un instante. Bebió, sintiendo su garganta y cuerpo refrescarse, y enseguida se dio cuenta de lo exagerada que estaba siendo solo por una pesadilla. Al menos, ya que todavía estaba despierta podría continuar redactando o estudiando todo lo atrasado. Sí, podría ser… Al darse la vuelta, el corazón le dio un vuelco. Mientras giraba para servirse, notó algo que hizo que el aire se le atascara en la garganta. Una figura, inmóvil, sentada en el sofá del salón. El susto fue tan repentino que casi dejó caer la botella.
-¿Qué co…? -se quedó por la mitad al darse un golpe contra la encimera, que la asustó, su voz rompiendo el silencio.
Ran estaba sentado en el sofá, como si hubiera estado allí toda la noche. Sus codos descansaban sobre las rodillas, y las manos entrelazadas colgaban entre sus piernas. Tenía la cabeza inclinada hacia adelante, pero sus ojos estaban fijos en ella, oscuros y serios bajo el cabello desordenado que le caía sobre la frente. Estaba quieto, demasiado quieto, como un muñeco de tienda al que vestía y movían a su antojo. Como un depredador analizando a su presa en silencio, antes de que esta la descubra. Supuso que ese era su trabajo; analizar y saber quién era cada persona.
Pero esa forma de observar… Era aterrador, por quedarse corto. Sus dedos se aferraban a la botella de agua fría, pero el frío en su pecho era más fuerte, tanto que se había quedado congelada en el sitio. ¿Cómo había llegado? ¿Cuánto tiempo llevaba…? Un momento. ¿Cómo había entrado? Lo primero que hizo al llegar a la casa fue asegurarse de su propia seguridad.
-¿Qué haces aquí? -preguntó en voz baja, apenas en un susurro, su voz temblando un poco de lo que le habría gustado. Dejó la botella sobre la encimera, pero no la soltó.
Ran levantó la cabeza lentamente, como si fuera consciente del impacto que su presencia tenía en ella. En su rostro no había ni rastro de la arrogancia habitual, ni de la sonrisa socarrona que muchas veces la desconcertaba. Esta vez, solo la miraba con una intensidad que la hacía sentir vulnerable, desnuda ante sus ojos. Y nada de eso le gustaba. Porque la primera vez que se sintió así, habían acabado en otra discusión entre muchas a lo largo de esas semanas.
-Te fuiste -fue lo primero que dijo, en un tono neutro que aun así se sintió como una pesadez en los hombros-. Sin permiso y sin seguridad.
Ran se recostó hacia atrás, a una lentitud aterradora, pasándose una mano por el cabello en un gesto que ella conocía bien. Estaba intentando contenerse, buscando las palabras adecuadas y que no consiguieran una mala reacción de ella, algo que rara vez hacía. Empezaba a entenderlo, a leer a través de él, aunque a él no le gustara. Era directo, sin filtros, siempre diciendo lo que pensaba, pero esta vez parecía caminar sobre una cuerda floja.
-Pensaba que habrías hecho una locura hasta que ese guardaespaldas me dijo que te había dado las llaves del coche -continuó él, con una sinceridad que rara vez mostraba y una parsimonia envidiable. A la vez, la estaba retando-. ¿Sabes que tiene GPS? Has estado tres días sin moverte del mismo sitio, al menos en coche.
El rostro de Hope se endureció por un instante, recordando cada palabra hiriente que se habían lanzado ese día, aunque no fuera la intención por la que había empezado a hablar con él esa noche, sino en nombre de Rindou. Pero cuando Ran llegó hasta ella, quedó atrapada por sus ojos, esos ojos que lograban derrumbar las defensas que intentaba levantar.
-Necesitaba espacio, y no necesitaba permiso ni de ti ni de nadie para marcharme. Quería, y quiero -remarcó esto último para hacerse entender, aunque sabía que era imposible-, estar sola.
-¿Espacio? -la interrumpió, en un susurro afilado, casi como una advertencia-. ¿Te parece que después de todo puedes simplemente desaparecer y pedir espacio? Podrían haberte secuestrado solo por esta tontería. Hacerte daño. ¿Te parece que es una situación que me agrada vivir?
Se levantó lentamente del sofá, y a pesar de la oscuridad, su movimiento tenía una fluidez que era casi intimidante. Con la agilidad de un felino acechando a su indefensa presa… Sus pasos fueron lentos, deliberados, mientras se acercaba a ella, la mirada fija, penetrante, como un depredador que no había decidido aún si atacar o no.
Lo primero que hizo Hope fue retroceder un paso, sin quererlo, su cuerpo reaccionando antes que su mente. Fue como un instinto, un movimiento instintivo de su cerebro para huir de lo que podría avecinarse. El apartamento que había sido su refugio ahora se sentía demasiado pequeño, demasiado claustrofóbico. Ran no era un hombre fácil de leer, pero la energía que emanaba en ese momento era densa, casi sofocante. Podía conocer algunos de sus gestos, pero no sus verdaderos pensamientos. Había tensión en cada músculo de su cuerpo, en cada paso que daba hacia ella.
-No podía estar en esa casa más tiempo o me volvería loca, y lo sabes -dijo, sabiendo que no le importaba lo que dijera-. De todas formas, ¿qué más te da? Deberías estar en Shanghái. O no. Porque me da igual a estar alturas. Supongo que si estás aquí es porque Rindou ya te habrá llamado imbécil.
-¿No podías soportarlo? -su voz era como una bofetada, pero baja, casi susurrante, haciendo que fuera… Más peligroso-. ¿Pensabas que marchándote de esa manera ibas a salirte con la tuya?
-Lo he conseguido y sin problemas. No ha estallado la guerra, ¿no? Porque estás aquí después de… -miró el reloj encima de la nevera, marcando la hora que era y lo tarde que era. Solo podía pensar en que era demasiado tarde y que llevaba ahí esperando como un verdadero psicópata-… Cuatro días. Ya son las doce.
Él no respondió de inmediato. Se enderezó, separándose unos centímetros de ella. Deslizó las manos por los bolsillos de su chaqueta de cuero, como si aquello fuera la cosa más casual del mundo, pero su mirada no perdió ni un ápice de intensidad o significado.
-Deberías estar en Shanghái, o donde sea. Pero no aquí. ¿Por qué has venido aquí, Ran? ¿Te aburrías? ¿O es tu misión enfadarme o hacerme sentir como si fuera una mierda?
De repente, sin previo aviso, sacó las manos de los bolsillos y las posó en la encimera a ambos lados de ella, encerrándola entre sus brazos. Hope no pudo evitar retroceder un poco más, su espalda chocando con el borde de la cocina. Ahora estaba atrapada, literalmente, con su cuerpo pegado al de él, sintiendo el calor y la tensión que emanaban de Ran.
-Lo que necesitamos -continuó, su voz baja, casi ronca— es que dejes de huir de lo que ocurre. No puedo soportar verte correr cada vez que las cosas se complican. Y tú tampoco deberías quererlo.
Hope se quedó sin aliento, atrapada entre el miedo y la familiaridad de lo que significaba estar tan cerca de él. El peligro en su tono, esa mezcla de posesión y frustración, la hacían sentir una espiral de emociones que no podía controlar. Había querido distancia. Quería pensar. Pero él la había alcanzado. Y ahora, con su cuerpo tan cerca, su mirada penetrante y su presencia envolviéndola, sentía que estaba perdiendo el control de nuevo.
-No entiendes nada -dijo ella-. Nunca lo has hecho. ¿Para qué? Si tu vida era y sigue siendo sencilla cuanta menos atención me prestes o mires a tu alrededor. Seguro que habría sido un alivio dejarme en esa montaña, casado con otra mujer a la que sí quieres.
La observó en silencio por un momento, sus ojos recorriendo su rostro, como si buscara algo que le parecía interesante. Y eso, la ponía de los nervios.
-No he venido aquí para discutir más, pero me estás tentando -susurró, inclinándose lo suficiente para que su aliento rozara su piel-. He venido porque no puedo dejar que esto termine así. Las cosas no funcionan así, Hope. Y deja de hablar como si tuviera una mujer en cada brazo porque sabes, te dije, que no es así. No soy un mujeriego como te gustaría que fuera. Ni siquiera tengo el tiempo que me gustaría para ello.
Tenía valor que le dijera eso después de lo que vivieron. Hacía mucho ya que su mano se había enfriado, y cambió la botella de extremidad. Luego, lentamente, retiró una mano de la encimera y la levantó hasta rozar su mejilla, un gesto que contrastaba con la intensidad de todo lo demás.
-No dejaré que te vayas -murmuró, cargada de una amenaza latente-. Te guste o no, estamos casados.
Hope lo sabía. Sabía demasiado bien que estaban casados, pero que a nadie más le importaba lo que ocurriera de puertas para dentro. Lo único que se buscaba con esa alianza, eran beneficios. Extender el linaje de los Wägner a través de una gran familia y exitosa para dar beneficios a lo que los Wägner perderían por tener dos hijas; una bastarda y una legítima, pero mujeres al final de la noche. Ninguna heredaría, sino que a través de su descendencia daría un buen uso a su género. Hope llevaba atrapada en esa vida años, hasta que se casó con Ran Haitani en un intento se alejarse y al poco tiempo, hacía poco, descubrió que no era más que una herramienta.
Ahora, estaba atrapada entre el calor de su cuerpo y el frío gélido de la amenaza. Su respiración se aceleraba, pero esta vez no era solo por el miedo. Era por la rabia que había estado acumulando durante días, por la frustración de que él quisiera tener el control, de que nunca le permitiera espacio para respirar, para pensar. De volver un enser inútil y la tratase como le viniera en gana. Estaba tan cansada.
-Cállate ya.
Hope cerró los ojos, su cuerpo respondiendo a la mezcla de sensaciones contradictorias: la familiaridad de su toque, el miedo a su intensidad, y la parte de ella que sabía que, a pesar de todo, nunca la dejaría ir por mucho que lo intentase. El silencio de la habitación se hizo aún más notable, casi podía saborearlo. Ran, que siempre tenía el control, aplacado por dos simples palabras.
-¿Qué?
Hope le sostuvo la mirada, sin apartar los ojos, a pesar de que su corazón palpitaba con fuerza y sus oídos comenzaban a escuchar su flujo. Ya no iba a dejar que la callasen. No iba a dejarse intimidar. Estaba cansada de que todos la manejaran a su antojo. Ahora, iba a ser ella la que rindiera cuentas.
-Te he dicho que te calles -repitió, su voz más firme con una fuerza desconocida-. No voy a escuchar más de lo que tengas que decir. Estoy cansada de todo, y tu ni siquiera te das cuenta. Ni siquiera te das cuenta de por qué estoy aquí. ¿Para qué? Es más fácil arrastrarme de los pelos, ¿no? O atarme.
Hope respiró hondo, su pecho subiendo y bajando mientras sentía la furia crecer dentro de ella. No tenía miedo de él en ese momento, no como lo había sentido antes. No iba a ceder más terreno.
-No tienes ni idea de lo que dices nunca, del daño que haces. O tal vez sí, que es lo probable, porque siempre consigues que la gente se sienta mal incluso sin tener la culpa de nada. ¡Y no es justo, joder! -le echó en cara, por primera vez usando un tono serio y duro, sin dejarse achacar por la situación-. ¡Eres un egoísta! Siempre lo has sido. Desde que apareciste por la casa de ese hombre y dijiste que te casarías sí o sí. No sabes ni siquiera lo que…
Su otra mano se levantó y se posó en su cadera, firme, tirando de ella con un gesto suave pero inevitable, su palma apretando la parte de piel cubierta por la ropa interior. Hope sintió el calor de su cuerpo acercándose aún más, una presión que la atrapaba, que la mantenía en ese espacio donde cada fibra de su ser respondía a la cercanía de Ran. Tampoco parecía importarle que su única ropa fuera la de estar en la cama; ropa interior y una camiseta de tirantes. Podía sentir su aliento en su cuello, sus labios peligrosamente cerca de su piel.
-Lo que necesitamos -la interrumpió él, su tono bajo y amenazante- es dejar de huir cada vez que las cosas se complican. Porque no voy a ir detrás de ti como si no tuviera derecho a estar en esto. ¿Crees que voy a dejar que te alejes solo porque estás asustada? -sus ojos se oscurecieron aún más, su mano en su cadera aferrándola con más fuerza-. Eso es de cobardes.
Sentía la presión de su cuerpo sobre el suyo, la manera en que su proximidad la envolvía, atrapándola entre el deseo y el miedo. Ahogándola, amarrándola a un destino del que ella no saldría viva. Como una araña con sus víctimas. Sabía que Ran tenía una forma de no aceptar el “no”, de empujarla hasta sus límites, de volverla completamente loca, y ahora lo estaba haciendo de nuevo.
-Estás huyendo porque es más fácil que enfrentar lo que realmente piensas. Lo que sientes.
Su rostro se inclinó aún más cerca, su nariz rozando la de ella, su aliento cálido sobre sus labios. Hope sintió su pulso acelerarse aún más, el calor de su cuerpo haciéndola sentir vulnerable, atrapada. Sabía que Ran podía leerla (había aprendido en ese corto tiempo pasando tiempo juntos), y lo odiaba por eso. Odiaba cómo siempre encontraba el modo de desarmarla, de hacerla confrontar sus emociones, incluso cuando lo único que quería era huir. Huir del destino, de un futuro incierto que no le gustaba.
Quería ser artista, vivir esa vida bohemia de la que todos hablaban, encontrarse a sí misma en un estilo, y una vez se replanteó hasta aceptar la beca estudiantil para marcharse a Europa a estudiar el tiempo que necesitase, abandonando todo porque a nadie le importaría… Pero no lo hizo. Por miedo a exactamente eso. A abandonar todo, a abandonar una vida que en el fondo disfrutaba de que fuera así; aburrida y simple, lo que ella siempre había buscado. Sin palizas, sin órdenes… Pero ahora, estaba huyendo.
-No puedes alejarme -murmuró él, su voz apenas en un susurro mientras sus labios rozaban los de ella, temblorosos-. Lo que hay entre nosotros es más fuerte que esto. Esa tensión, esas discusiones, nuestras miradas.
Las palabras de Ran se clavaron en su mente, dejando a Hope en una confusión emocional. Una parte de ella no podía soportar la manera en que él manejaba todo, como si el control fuera su derecho. Como si ella no tuviera otra opción de aceptar… Pero también había otra en la que sabía que tenía razón, que lo que había entre ellos dos era algo que no podía ignorarse. Ni huyendo, ni alejándose lo máximo posible.
Y, sin embargo, en ese momento, con su cuerpo atrapado entre él y la encimera, sus dedos aferrándose a su cadera, y su mirada inquebrantable clavada en ella, Hope sintió que cualquier resistencia que quisiera mostrar se desvanecía. Lo odiaba, pero también lo amaba. Lo temía, pero también lo deseaba. Y esa dualidad la estaba destrozando.
-Tal vez sí sea una cobarde, pero tengo motivos -susurró, las lágrimas empezando a acumularse en sus ojos después de un rato de silencio tenso-. No sabes absolutamente nada de mí, ni de cómo me siento ni nada.
-No, no sé nada, pero porque tú tampoco dejas que lo sepa -repitió, casi como un suspiro. Ran exhaló, su aliento cálido acariciando la piel de su rostro. Bajó la mano de su muñeca, dejando que sus dedos trazaran una línea lenta y calculada por su brazo, generando escalofríos, hasta entrelazarse con los suyos. El simple contacto la hizo temblar-. Pero eres la mujer que se negó a ponerse mi apellido. Eres la mujer más necia que me he encontrado nunca. No puedes huir cada vez que te sientas abrumada, porque esa no es la mujer que vi en esa casa pintando y debatiendo sobre qué color debía usarse.
Hope sintió una mezcla de emociones aplastándola, sofocándola. Lo recordaba; recordaba lo que le dijo, la mezcla de pinturas, la breve conversación que tuvieron antes de su compromiso repentino… Pero también sabía que estar con Ran significaba aceptar todo lo que él traía consigo: la intensidad, el peligro, la posesión. Él la quería, pero a su manera, y esa manera la hacía sentirse atrapada, como ahora, con su cuerpo rodeado por el de él, sin escapatoria.
-Yo… -susurró, intentando encontrar las palabras correctas, pero él la cortó antes de que pudiera continuar.
-No. No hay más excusas, más huir -voz se volvió aún más baja-. Soy tu esposo. Y te guste o no, estamos juntos en esto. No te voy a dejar marchar, Hope. No voy a dejar que sigas pensando que solo eres la decoración de una casa vacía.
Sus palabras cayeron sobre ella como una sentencia, y por un momento, el miedo la envolvió por completo. Sabía que Ran no era de los que se rendían, y ahora lo veía más claro que nunca. Había una posesión en su mirada, una determinación implacable que la hacía sentir pequeña, acorralada. Casi como la del día de su boda, cuando le puso el anillo el dedo y dijo sus votos. Pero al mismo tiempo, esa misma intensidad, esa fuerza arrolladora que siempre había sido parte de él, también la atraía de manera irremediable.
-Eres un imbécil.
Ran Haitani la miraba con cierta adoración.
La tensión en la habitación era palpable, envolviéndolos como una tormenta que amenazaba con desatarse en cualquier momento. Los dedos de Ran seguían entrelazados con los de ella, su tacto firme pero no agresivo, como si tuviera el control absoluto incluso en ese gesto aparentemente inofensivo. Cada milímetro de espacio entre sus cuerpos parecía electrificado, cargado de una energía que era imposible ignorar. Y Hope lo sentía en cada respiración, en cada latido de su corazón acelerado.
-No me mires así -murmuró ella, sin saber si sus palabras eran una súplica o una advertencia. Sus ojos lo evitaban por momentos, pero algo más profundo la obligaba a mirarlo, atraída por la intensidad que él irradiaba-. Lo odio.
Ran no apartó la mirada. Al contrario, sus ojos recorrieron cada centímetro de su rostro, descendiendo lentamente hasta sus labios, como si cada parte de ella fuera un terreno que él reclamaba sin necesidad de palabras. Era esa misma intensidad la hizo tambalearse durante su beso en el ascensor, ese modo en que podía hacerla sentir deseada y vulnerable al mismo tiempo.
-¿Cómo quieres que te mire, entonces? -preguntó él en voz baja, su tono teñido de una provocación peligrosa-. ¿Quieres que pretenda que no me vuelves loco cada vez que estás cerca? ¿Que no me importa que hayas intentado huir de mí desobedeciendo mis órdenes más directas?
Su aliento se hizo más pesado, su proximidad llenando el espacio que quedaba entre ellos. Ran no necesitaba alzar la voz para que sus palabras la alcanzaran de lleno, cargadas de una promesa velada. Y aunque en su mente, Hope luchaba por mantenerse firme, su cuerpo la traicionaba. Sentía el calor de él irradiar hacia ella, una atracción magnética que no podía negar, incluso si quería.
-No estoy huyendo de eso -dijo, pero su voz sonó más suave de lo que pretendía, y sabía que Ran lo notaría.
Ran soltó una pequeña risa. Era más una afirmación de control, como si ya supiera lo que ella estaba sintiendo, lo que intentaba negar.
-¿Ah, no? -susurró, su rostro inclinándose aún más cerca, hasta que su nariz rozó suavemente la de ella-. Entonces dime, Hope, mi querida Hope… ¿qué es lo que quieres ahora? -su tono era bajo, seductor, casi un desafío-. ¿De verdad quieres que me vaya, que te deje sola aquí, cuando sé perfectamente lo que estás pensando, lo que sientes?
Hope cerró los ojos por un instante, luchando contra el deseo que se agitaba en su interior. Podía sentir la calidez de los labios de Ran apenas a unos centímetros de los suyos, el latido constante en su pecho aumentando con cada segundo que pasaba. Él la rodeaba, no solo físicamente, sino con su presencia abrumadora, con la manera en que siempre sabía cómo desmantelar cada barrera que intentaba levantar.
No respondió de inmediato, pero su silencio solo parecía alimentar la seguridad de Ran. Y no podía evitar sentir ese desprecio naciendo de nuevo por su personalidad arrogante. Sus dedos, aún entrelazados con los de ella, se movieron lentamente, trazando círculos suaves sobre su piel, un toque que era a la vez tranquilizador y cargado de intenciones.
-No tienes que decir nada -murmuró él, su voz casi un ronroneo mientras sus labios rozaban la línea de su mandíbula, apenas un roce, pero lo suficiente para hacer que Hope contuviera el aliento-. Puedo sentirlo. Siempre lo he hecho. ¿O es que no recuerdas nuestros anteriores besos?
Sus labios siguieron bajando lentamente, casi rozando su piel, lo suficientemente cerca como para que el calor de su aliento la hiciera estremecer, pero sin tocarla completamente, lo que solo aumentaba la tensión. Hope apretó los labios, tratando de resistir esa atracción que la envolvía, pero su cuerpo reaccionaba antes que su mente. Sus respiraciones se volvieron más rápidas, más profundas, y su piel hormigueaba bajo el contacto de Ran.
-Ran… -intentó protestar, pero su voz sonaba quebrada.
La interrumpió, levantando la otra mano para deslizarla por su espalda, acercándola aún más a él en un gesto inesperadamente placentero y despreocupado. Sus largos dedos se posaron sobre la tela de su espalda baja, acariciando la zona distraídos.
-No tienes que luchar contra esto, Hope. No puedes luchar contra lo que ocurre entre nosotros -sus labios descendieron lentamente, apenas rozando la piel de su cuello, enviando una descarga eléctrica por su cuerpo-. Contra mí -Hope sintió que sus fuerzas flaqueaban.
Su resolución desmoronándose ante la forma en que Ran la tocaba, cómo su voz parecía calmar y encender sus sentidos al mismo tiempo. Sabía que debía poner distancia entre ellos, que este ciclo de atracción peligrosa y discusiones intensas los estaba consumiendo. Pero, al mismo tiempo, cada centímetro de su ser gritaba por esa cercanía, por esa conexión tan poderosa que la dejaba sin aliento.
No podía ser. No podía ocurrir nada entre ellos, porque entonces perdería el control. Solo pensarlo, le recordaba las amenazas de su padre sobre que fingiera que había perdido la virginidad con él en vez de dejar que lo descubriera al momento. ¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo iba a ser tan mentirosa y humillarse de esa manera? Le dejó claro que si no lo fingía, el matrimonio sería anulado porque se siempre buscaba esa inocencia para demostrar que los hijos no fuera ilegítimos.
-Esto no está bien. Me estoy volviendo loca, no puedo pensar con la claridad -murmuró débilmente, aunque su cuerpo traicionaba esas palabras al acercarse más a él, al dejar que la calidez y la firmeza de Ran la envolvieran por completo.
-¿No está bien? -repitió él, su tono cargado de una seguridad absoluta mientras sus labios seguían trazando una línea peligrosa en su cuello-. Entonces, ¿por qué no te apartas? ¿Por qué no me dices que pare?
Su boca llegó a su oído, a las pecas que decoraban las puntas y que ella había odiado a medida que pasaba la adolescencia, y Hope sintió el escalofrío que recorrió su columna vertebral cuando el susurro de Ran la envolvió.
-Porque no quieres que lo haga -terminó él, con una convicción que la dejó completamente expuesta-. Quieres esto tanto como yo, pero desde hace tiempo.
Ran tenía razón, y ambos lo sabían. Sus cuerpos estaban tan cerca que podía sentir su corazón latiendo contra su pecho, y el deseo latente entre ellos era imposible de ignorar. Las manos de Ran, una en su cadera y la otra aún entrelazada con la suya, la mantenían atrapada, pero de una manera que su propia piel ansiaba. Cada roce, cada palabra susurrada, cada mirada oscura y cargada de deseo estaba llevándola al límite.
Hope exhaló un suspiro tembloroso, sus pensamientos enredados en la maraña de emociones que la envolvían. Parte de ella quería resistir, quería recuperar el control de la situación, pero otra parte, una mucho más profunda y poderosa, estaba rindiéndose al magnetismo que Ran siempre había ejercido sobre ella.
-Dime que pare, Hope -susurró él, su voz grave y cargada de desafío mientras sus labios finalmente rozaban los suyos, apenas un contacto superficial, pero lo suficiente para hacerla temblar y jadear-. Dime que no lo quieres, y lo haré.
Hope abrió los ojos lentamente, su respiración acelerada mezclándose con la de Ran. Lo miró fijamente, viendo la intensidad en sus ojos, el fuego que ardía entre ellos, y se dio cuenta de que no podía decir esas palabras. Porque en ese momento, con él tan cerca, lo único que podía sentir era el deseo de estar aún más cerca.
Era tan diferente a ese catastrófico fría. El día que decidió perder la virginidad a modo de venganza personal contra su familia con un chico cualquiera. Hope sintió su pulso acelerarse bajo la mirada penetrante de Ran, sus cuerpos tan cerca que podía percibir el calor irradiando de él, mezclándose con el suyo. El desafío en su voz, el roce apenas perceptible de sus labios, todo estaba diseñado para empujarla al límite, para que cediera completamente a ese deseo que la envolvía. No era lo mismo que con ese chico, que apenas había hecho más que meterse entre sus piernas y decirle cosas bonitas mientras la ligera capa de sangre corría y él buscaba su placer.
Sabía que debería decirle que parara. Que lo que pasase entre ellos no podía continuar. Las discusiones, la intensidad abrumadora, esa pasión extraña que jugaba entre ellos como un partido de tenis, cada un pasándose el relevo... Todo eso la estaba destrozando lentamente. Pero cuando lo tenía tan cerca, cuando sentía cómo él podía reclamarla con esa seguridad implacable, era como si todo lo demás se desvaneciera. Como si el mundo a su alrededor le rogara que por una vez fuera ella quien bajase los muros.
-Eres cruel -susurró de nuevo, su voz temblando entre el anhelo y la resistencia-. Siempre lo has sido. Primero, llamándome niñata sin conocerme lo más mínimo y ahora viniendo a este lugar pensando que voy a volver así porque sí.
-Dilo -insistió él-. Dime que me detenga.
Pero Hope no pudo. En otro momento y en otro contexto, podría haberlo hecho sin dudar un solo segundo. Sus pensamientos eran una maraña de emociones, de deseo, de furia y de miedo. Las palabras no salían. Y Ran lo sabía. Él la conocía demasiado bien a aquellas alturas, sabía exactamente cómo hacerla perder el control, cómo desmantelar cada muro que intentaba levantar entre ellos. Era peligroso, seductor, y en ese momento, completamente imparable. Un maldito psicópata que le había metido una bala en la cabeza a un hombre que fingió ser su guardaespaldas y luego sacó de la ciudad y salvó de la muerte.
Con un suspiro ahogado, Hope levantó la mirada hacia él, sus ojos cargados de una mezcla de emociones que ni siquiera podía desentrañar completamente. Ran la observaba, esperando su respuesta, sus labios aun peligrosamente cerca de los suyos, y el silencio entre ellos era denso, cargado de esa tensión que parecía a punto de explotar.
-No puedo -fue lo único que logró decir, su voz un susurro roto, casi inaudible.
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CAPITULO 49 - MAS ALLA DE LAS MENTIRAS
|| ¿Riley? ¿Sigues ahí? || preguntó, su voz cargada de preocupación. Me encontré balbuceando, incapaz de articular una respuesta clara.
|| Sí, lo siento... es solo que no esperaba tu llamada || le dije, tratando de calmar el temblor en mi voz || Después de todo lo que me dijo Ethan… ||
|| Lo imaginaba || respondió con un tono cargado de pesar || Lamento mucho su reacción. Pero dime, ¿sigues en Boston? ¿Podríamos encontrarnos hoy? ¿Te vendría bien a las cinco de la tarde en la cafetería Render Coffee? ||
|| Sí, todavía estoy aquí. No conozco el lugar, pero puedo encontrarlo. Estaré allí a las cinco. Dime, ¿cómo te reconoceré? || pregunté, mi mente llena de incertidumbre.
|| Llevaré puesto un saco azul || dijo y haciendo una pausa que reveló su nerviosismo añadió || También llevaré una rosa blanca en la mano. ¿Te parece bien? ||
Su detalle me pareció increíblemente tierno, y sentí un nudo en el estómago al imaginar el momento en que finalmente lo conocería.
|| Perfecto, nos vemos a las cinco || respondí, tratando de mantener la calma, aunque mi voz temblaba. Colgué, sintiendo cómo los nervios se apoderaban de mí.
Me encontraba abrumada. Mi ansiedad había aumentado desde que supe de la existencia de mi padre. Enfrentar lo desconocido es difícil, pero conocer a alguien tan importante para mí lo era aún más. La mezcla de emociones me dejaba sin aliento y no podía evitar preguntarme cómo sería este encuentro.
**
Cuando el reloj marcó las cinco de la tarde, mis nervios estaban a flor de piel. Cada minuto se alargaba, haciendo que la espera se volviera casi insoportable. Drake, a mi lado, estaba calmado, pero podía sentir la tensión en su postura y en su mirada. Mientras avanzábamos hacia la cafetería Render Coffee, mis manos temblaban ligeramente y una maraña de mariposas revoloteaba en mi estómago.
El timbre de la puerta sonó suavemente al abrirse y una corriente de aire fresco me recibió. Mi corazón dio un salto al buscar a la persona que había estado esperando, centrada en el saco azul y la rosa blanca prometidos. Me detuve en la entrada, respirando profundamente para calmar los nervios. Aunque el aroma del café y los pasteles llenaba el aire, mi mente solo estaba en encontrar a mi padre. Cada rostro que veía reflejaba mi mezcla de esperanza y ansiedad.
Sentí el leve apretón en mi hombro cuando Drake me dio un toque de aliento. Mi corazón latía con fuerza mientras me adentraba en el café con pasos vacilantes. Mi ansiedad aumentaba con cada rostro que cruzaba, y me preguntaba cómo reaccionaría al verme. Finalmente, en una esquina del café, lo vi.
|| Brown, ahí está el hombre. Yo me voy a sentar cerca para vigilarte. Tú puedes, te deseo suerte || dijo Drake con calma y una sonrisa reconfortante.
|| Gracias Drake || respondí, dándole un tierno beso en la mejilla. Sentí que mi corazón daba un vuelco al reconocer las señales que me habían dado. Me acerqué lentamente, cada paso parecía una eternidad, mientras la emoción y los nervios se acumulaban en mi pecho. Drake se quedó cerca, vigilante y atento, brindándome el apoyo que necesitaba.
Cuando finalmente estuve a una distancia suficiente, me detuve y lo miré. La cafetería parecía desvanecerse a mi alrededor mientras me preparaba para enfrentar este momento tan esperado. Con una mezcla de ansiedad y esperanza, me preparé para dar el primer paso hacia el encuentro que había anhelado durante tanto tiempo.
|| Hola... ¿Eres Sam? || pregunté, con la voz temblando de nervios. Miré a mi padre mientras se levantaba, admirando mi rostro con una expresión de asombro y emoción. Su mirada se detuvo en mis ojos, como si estuviera intentando encontrar algo en ellos.
|| ¡¿Riley?! || exclamó, su voz cargada de sorpresa || Vaya, eres aún más hermosa de lo que me imaginé… Toma asiento, por favor || Me entregó la rosa blanca que había mencionado antes, y yo la recibí con una sonrisa agradecida. Me senté, sintiendo una mezcla de nervios y expectación.
|| Eres muy amable || respondí, mientras lo observaba con asombro. Era un hombre mayor, apuesto, con ojos verdes que eran idénticos a los míos y una sonrisa cálida. Su cabello y su barba estaban canosos, pero bien cuidados y recortados. Noté que compartíamos la misma forma de nariz y barbilla || Gracias por querer reunirte conmigo || le dije con timidez, jugando con mis dedos para distraerme y evitar parecer demasiado obvia. Mientras lo observaba con detenimiento, intentaba absorber cada detalle de su rostro, buscando similitudes y conexiones.
|| Tengo que admitirte que cuando Ethan me habló de ti y dijo que estabas en Boston y que querías hablar conmigo... || Comenzó, su voz temblando ligeramente || Debo confesar que me sentí bastante encantado. No sé si lo esperabas, pero esa es la verdad || Dijo y mi corazón dio un vuelco al escuchar sus palabras. Me había preocupado tanto que no quisiera tener nada que ver conmigo.
|| Yo por mi lado estaba tan preocupada de que no quisieras tener nada que ver conmigo || le dije, mi voz temblando || Lo digo porque Ethan no parecía tan feliz de conocerme || Él asintió, su expresión revelando la complejidad de sus emociones.
|| Ethan estaba molesto, pero no contigo, sino conmigo. No es fácil descubrir que tu padre te ha mentido durante años || dijo, buscando mi mirada con esperanza || Pero aquí estamos. Estoy aquí para conocerte, escucharte y, si me lo permites, intentar enmendar el pasado || Hizo una pausa, su mirada llena de arrepentimiento || Riley, no sé cómo expresar lo que siento ahora mismo || Su voz temblaba y su emoción era genuina || Llevo mucho tiempo esperando este momento, y verte aquí es increíble. Me alegra que hayas aceptado reunirte conmigo || Su mirada reflejaba arrepentimiento y esperanza. Sam vaciló, se inclinó sobre la mesa y tomó mi mano || Santo cielo, Riley. He querido conocerte durante años, pero tu madre... || Se detuvo, bajó la cabeza y se mordió el labio, suspirando antes de retirar la mano, frotándose la boca como lo hizo Ethan.
|| Cuando yo era niña, mi mamá siempre me dijo que tú nunca me quisiste. Pero hace poco, ella me contó la verdad. Me explicó todo lo que pasó entre ustedes. Es por eso que decidí buscarte || dije en voz baja, sintiendo el peso de las palabras. Ambos permanecimos en silencio, con la tensión palpable en el aire, mientras la realidad de nuestro encuentro se asentaba entre nosotros.
|| Lamentablemente, herí mucho a tu madre y lo sé bien. Intenté entender su dolor. Hace unos años, le pregunté por ti porque quería verlas a las dos, pero me negó tu paradero y dijo que no me necesitaban. Incluso me dijo que tú no querías saber de mí. Todo fue tan complicado, Riley, que se me salió de las manos... Lo que pasó entre Alice y yo fue especial, pero por todas las mentiras y por fingir ser alguien que no era, todo salió mal. No me enorgullece || Sam dijo esto con vergüenza, y sin pensarlo, volví a tomar su mano.
|| Lo sé. Pero me encantaría escuchar tu versión. Estaría muy agradecida || le respondí con sinceridad.
|| Con gusto lo haré || asintió Sam, suspirando con fuerza || A los veinte años, dejé embarazada a mi novia, la madre de Ethan. Nos casamos jóvenes y, debido a la falta de dinero, abandoné mis estudios de medicina y trabajé en reparación de sistemas eléctricos y, cuando tuve la oportunidad, opté por esta carrera y me gradué como ingeniero. En una fiesta en Nueva York, conocí a Alice. Yo tenía treinta años y ella dieciocho. Era la mujer más hermosa, extrovertida y llena de vida que había conocido. Me flechó de inmediato, así que decidí no decirle la verdad; le mentí sobre mi edad y le dije que aún estudiaba medicina. En ese momento, estaba enfrentando serios problemas con mi esposa, pues estábamos en proceso de divorcio. Por eso, preferí no contarle que estaba casado ||
|| Pero le mentiste en muchas cosas. Lo de la edad, creo que es lo de menos. Lo que más lastimó a mi mamá fue saber que estabas casado y que tenías un hijo || le dije, notando cómo Sam bajaba la mirada hacia la mesa.
|| Sí, le mentí a tu madre, a mi esposa y a Ethan. Fingí ser un universitario soltero y feliz para revivir una juventud perdida, y tu madre me hizo sentir joven de nuevo || dijo Sam, mirándome a los ojos y tomando mis manos || Cuando tu madre quedó embarazada, quería asumir mi responsabilidad, pero temía perder a Ethan y no sabía cómo enfrentar el divorcio y la pérdida de mi hijo. No quería que tu mamá se enterara de esa forma, pero fue consecuencia de mis errores. Siento profundamente que hayas crecido sin mí y me arrepiento de todas las mentiras, pero nunca me arrepentiré de ti ||
|| Escuchar eso significa mucho para mí || le respondí, tratando de suavizar la tensión
|| A veces me pregunto cómo habría sido mi vida si hubieras estado aquí. Aunque no podemos cambiar el pasado, me alegra saber que tienes ese sentimiento por mí. Estoy dispuesta a intentar construir algo nuevo, si tú también lo estás. No podemos borrar el dolor, pero quizás podamos empezar a sanar y conocernos ahora ||
|| Riley, no puedo cambiar el pasado, pero quiero hacer todo lo posible para enmendarlo. Sé que no será fácil reconstruir nuestra relación, pero estoy aquí para lo que necesites. Mi deseo de conocerte y estar contigo es sincero. Avancemos juntos, paso a paso, y veamos a dónde nos lleva || dijo Sam con sinceridad, sonriendo y mirándome con atención || Desde que tu madre me dejó, nunca volví a amar así. Pensaba en ella a menudo. Dime, ¿cómo está Alice? ¿Sigue siendo esa mujer bella y alegre? ||
|| Errr... || dudé antes de responder || No creo que siga siendo como la describes y recuerdas. Honestamente, nunca conocí a la mujer alegre y llena de aventura que mencionas. Ella se convirtió en algo muy diferente. Se hundió en vicios, tuvo múltiples novios y enfrentó muchas dificultades. Supongo que, debido a todas esas mentiras, no permitió que nadie más la amara, ni siquiera a mí, y eso nos distanció por completo. La situación llegó al punto en que me vi obligada a escapar de casa cuando tenía 15 años porque su nuevo esposo quiso abusar de mí… así que preferí huir de ella, bueno de ellos || Respondí y él me miró con preocupación.
|| ¿Y te hizo algo? || Pregunto ansioso.
|| No, afortunadamente no lo logró. Una familia me acogió, pero terminé perdiéndolos también. Recientemente volví a ver a mi madre porque ella está muy enferma || dije con tristeza. Sam llevó su mano a la cara y luego tomó la mía con ternura.
|| Siento tanto escuchar eso. No sabía que tu vida había sido tan difícil || dijo con dolor en la mirada || Dime, hija, ¿qué tan enferma está tu madre? ¿Es algo grave? ||
|| Sí, es bastante grave. Mi madre tiene cáncer terminal. Los médicos han confirmado que el cáncer se ha diseminado a varios órganos vitales y no hay muchas opciones de tratamiento. Ella está recibiendo cuidados paliativos. Esto significa que su tratamiento se centra en hacerla sentir lo más cómoda posible en lugar de tratar de curarla. Lamentablemente, la prognosis es muy triste; no le queda mucho tiempo || respondí, notando cómo la tristeza se reflejaba en los ojos de Sam.
|| ¿Y en qué lugar está ella? ¿Puedo saberlo? ||
|| Está en el Memorial Sloan, en Nueva York. Es un centro especializado en el cuidado de pacientes con enfermedades terminales. Allí le proporcionan el apoyo necesario para que pueda enfrentar esta etapa con dignidad y el menor sufrimiento posible. Sus médicos y enfermeras están haciendo todo lo que pueden para asegurar su bienestar hasta el final || le expliqué, sintiendo un nudo en la garganta.
|| Entiendo || dijo Sam, con una expresión que se iluminó de repente || Pero, Riley, a pesar de todo lo que la vida te ha traído, veo que te has manejado increíblemente bien por ti misma. Eres una mujer muy hermosa, y he oído que eres una dama en una corte real. Casi te conviertes en Reina || Lo miré sorprendida al darme cuenta de que me conocía al menos por las noticias que se transmitían desde Cordonia || Sí, sabía de ti, pero nunca pensé que la joven americana que llegó al corazón de Cordonia y que aparecía en la televisión y en las revistas fuera mi hija. ¡Estoy tan malditamente orgulloso de ti! || dijo, y yo sonreí y me encogí de hombros.
|| Sí, pero encima de mí cayó una gran mentira que hizo que el rey eligiera a otra || respondí con tristeza.
|| Oh, eso no importa || dijo, agitando una mano en el aire || Sé que todo lo que dicen por ahí es mentira. Al mirarte a los ojos puedo asegurarlo. Y estoy seguro de que encontrarás la manera de demostrarlo || Luego, miró hacia Drake, quien estaba en una esquina, tomando un café y fingiendo que miraba su celular || Aunque ese tipo que está allí parece estar bastante enamorado de ti || comentó. Lo miré de reojo y Drake me regresó la mirada. Asintió con la cabeza y esbozó una pequeña sonrisa mientras levantaba su taza. Yo también le devolví una sonrisa, pero llena de nostalgia.
|| Sí, creo que así es || respondí, mirando a mi padre con una tristeza contenida.
|| Todavía sientes algo por el rey, ¿no es así? || preguntó Sam, arqueando una ceja. Solo suspiré en respuesta.
|| Sí, lo amo. Hay una posibilidad de romper el compromiso y estar juntos, pero para lograrlo tendría que encontrar a la persona con quien me tomaron esas fotos comprometedoras y que haga una declaración pública. Si no lo logro, estar con Liam debilitaría la posición de la monarquía. La percepción pública y la estabilidad política del reino serían vulnerables, ya que no podría probar que la historia de las fotos es falsa. Para proteger el bien del país y la estabilidad de la monarquía, Liam debería casarse con su actual prometida || dije, frunciendo el ceño || Adicionalmente, he desarrollado sentimientos por Drake. Él ha estado a mi lado en todo momento, apoyándome cuando Liam no pudo. Sin embargo, no quiero que Drake sienta que es un comodín que uso cuando el otro no me sirve. Además, creo que mi amor por él es más una amistad profunda. Le pedí que intentara olvidarme, y aunque parece estar haciéndolo, eso me molesta. Aun así, parece que él sigue teniendo sentimientos por mí || negué con la cabeza y sonreí a medias || Realmente, mi vida se ha vuelto bastante complicada, ¿no crees? ||
|| ¡Vaya, suena bastante complicado! Pero espero que puedas seguir lo que tu corazón siente y, al final, estar con la persona que realmente se lo haya ganado y, sobre todo, te haga feliz. Puede que ahora todo parezca confuso, pero en el momento menos esperado, te darás cuenta de quién es tu verdadero amor. Solo ten paciencia. Y recuerda, Riley, a veces, el verdadero amor no es solo lo que te hace feliz, sino también lo que te desafía a ser una mejor versión de ti misma. No tengas miedo de elegir lo que te hace crecer. Además, no olvides que el amor verdadero también se trata de sacrificio y comprensión. Escucha a tu corazón, pero también a tu intuición. A veces, lo que más anhelamos no es lo que más necesitamos. La persona adecuada será la que te apoye, te entienda y te acepte completamente, con todas tus fortalezas y debilidades ||
|| Gracias || Le dije y me quedé pensando en sus palabras. Su consejo resonó profundamente en mi corazón, dejándome reflexionando sobre lo que realmente significaba el amor verdadero y qué camino debería tomar en mi vida.
**
Hablamos un poco más, poniéndonos al día tras años perdidos. De repente, miró su reloj y se levantó.
|| Aunque no quiera irme, será mejor hacerlo... Estoy seguro de que tienes un vuelo || dijo, inclinándose para besar mi frente con ternura. || Tienes mi número y yo el tuyo. Hablaremos pronto || añadió, con tristeza y resignación.
|| Ya somos dos || respondí con una sonrisa suave, ocultando la melancolía.
|| Me encantó conocerte, Riley. Eres increíble y me siento afortunado de ser tu padre. Hasta pronto || dijo, abrazándome con fuerza. || Igualmente, me dio gusto conocerte || le respondí, mientras nos despedíamos. Apretó mi mano con calidez y lo vi alejarse, sintiendo una mezcla de esperanza y tristeza.
Luego miré a Drake, pero mi mente estaba en Liam.
**
Al regresar al hotel en Nueva York, me dirigí hacia el ascensor, lista para descansar tras el emotivo encuentro con mi padre. Justo cuando iba a entrar, noté que Drake se quedó en la entrada del vestíbulo, sin moverse.
|| ¡Hey! ¿No vas a tu habitación? || le pregunté, confundida.
|| Para nada, Brown. Sinceramente, no tengo sueño. Por lo tanto, voy a una sala de billares que hay cerca || respondió Drake.
|| ¿Y qué? ¿No pensabas llevarme? || pregunté, curiosa. Drake vaciló por un momento, evaluando si debía invitarme o no.
|| No creí que quisieras ir… es decir, pensé que estarías demasiado cansada || dijo, pero al notar mi mirada inquisitiva y los brazos cruzados, añadió || Ok, ok, soy un maleducado… Voy a empezar de nuevo. ¿Brown, deseas acompañarme al billar? ||
|| Eso está mejor || respondí con una sonrisa, más animada || Seguro, Drake, me encantaría ||
Drake puso los ojos en blanco, sonriendo con una mezcla de resignación y diversión.
|| Muy bien... Eres un caso, Brown. Pero ten cuidado, no seré fácil contigo ||
Salimos del hotel y tomamos un taxi hacia el billar que estaba a pocas calles de distancia. Mientras avanzábamos por las iluminadas calles de Nueva York, la conversación fluía naturalmente, y la ciudad nocturna ofrecía un espectáculo de luces a través de la ventana.
Al llegar al Ámsterdam Billiards Club, un conocido lugar del barrio por su ambiente relajado y excelente oferta de billar, nos recibió una atmósfera cálida y acogedora. La entrada discreta daba paso a un interior con toques vintage y mesas de billar bien cuidadas, bajo una iluminación suave que invitaba a relajarse.
Reservamos una mesa cerca de la barra y pedimos unos tragos y picaditas para comenzar la noche. Mientras esperábamos, Drake se acercó a la mesa de billar, preparando el juego con destreza mientras yo disfrutaba del ambiente. Los sonidos del lugar —el chasquido de las bolas y las risas— creaban una atmósfera animada y vibrante.
Finalmente, Drake me hizo un gesto para que me acercara a la mesa. La luz suave sobre el tapete verde resaltaba el brillo de las bolas, prometiendo una partida entretenida. Me uní a él, sintiendo una mezcla de emoción y alivio.
|| ¿Qué te animó a venir? || pregunté, curiosa.
|| No tenía ganas de dormir y, sinceramente, no he podido hacerlo últimamente || respondió Drake.
|| ¿Qué te ha mantenido despierto? || inquirí, notando melancolía en su mirada. Drake sacudió la cabeza y sonrió, tratando de ocultar sus sentimientos.
|| No vine aquí para hablar de mis problemas con el sueño. Vine para enseñarte a jugar al billar || dijo con determinación.
|| ¿Intrépidas palabras, señor Walker? || comenté mientras él alineaba las bolas en el triángulo. Tomé mi taco de billar mientras él hacía lo mismo.
|| ¿Lista para las reglas? || preguntó.
|| Depende de las reglas || respondí.
|| Después de romper las bolas, cada uno tiene un tiro por ronda para meter una bola en un orificio. Cada bola cuenta como un punto. Ganará quien gane dos de tres rondas || explicó Drake.
|| Creo que puedo manejar eso || le dije con confianza.
|| Perfecto, entonces empieza tú... rompe || dijo Drake. Me coloqué frente al triángulo de bolas, golpeé con fuerza y las bolas se esparcieron. Drake estudió la mesa y, con precisión, metió una bola en un agujero || Excelente, ahí tienes... mi primer punto || anunció satisfecho.
|| No está mal... ¿Dónde aprendiste a jugar así? || pregunté.
|| De mi mamá. Ella nos enseñó a Savannah y a mí todos los trucos || respondió con una sonrisa nostálgica.
|| Qué bien, pero esas lecciones no te prepararon para enfrentarme || reté.
|| ¿Eso crees? Veamos qué tienes, Brown || dijo Drake, dándome espacio para mi tiro. Alineé mi tiro y metí dos bolas en un agujero || ¡Wow! ¡Qué bien! || exclamó impresionado.
|| ¿Obtengo un punto de bonificación por ganarme un cumplido? || le pregunté con una sonrisa.
|| No, pero ese tiro te da dos puntos || respondió él, sonriendo.
**
Después de varias rondas y unos cuantos tragos, nos encontrábamos en la etapa final del juego. Drake se inclinaba sobre su taco, con los ojos entrecerrados mientras examinaba la mesa y planeaba su próximo tiro. Se preparó para lanzar, pero yo decidí hacer algo para distraerlo y darle una ventaja a mi favor.
|| ¿Sabías que cuando te concentras, te sale una pequeña arruga en el medio de la frente? ¡Te queda linda! || exclamé con una sonrisa inocente.
|| ¡¿QUÉ?!... || respondió Drake, y su tiro se desvió completamente. La bola blanca rodó erráticamente por la mesa sin golpear ninguna de las otras || ¡Maldición!... Eso... eso fue un obsequio para ti, Brown || dijo, frustrado.
|| ¿En serio? ¿Estás siendo generoso conmigo? Pensé que no ibas a ser fácil || Repliqué con una sonrisa burlona.
|| Quizás me estoy sintiendo caritativo || contestó Drake, intentando mantener la compostura.
|| Mmmm, mira, ahí está esa arruga otra vez || dije sonriendo mientras tocaba ligeramente la arruga en su frente. Drake apartó mi dedo y se frotó la frente, evitando el contacto visual.
|| Dale, es tu turno || me dijo, visiblemente molesto.
Me preparé para mi tiro, alineé la bola blanca y, con precisión, envié una pelota a uno de los orificios de las esquinas.
|| ¡Punto! Mira, qué fácil || dije alardeando mientras celebraba mi victoria.
|| No está mal. Quiero decir, no fue nada lujoso, pero tampoco estuvo mal || dijo Drake.
|| Drake, no estoy jugando por estilo, estoy jugando para ganar. Veamos cómo manejas el último tiro || respondí con determinación.
|| Desafío aceptado || contestó él, alineando lentamente su tiro. Sin embargo, no voy a dejar que gane fácilmente. Gracias al efecto del licor, comienzo a desabrocharme la chaqueta, quedándome solo con mi top sin mangas. Drake levanta la vista de su disparo y sus ojos se agrandan al ver mi pecho, haciendo que pierda la concentración y su tiro se desvíe || Brown... ¿Qué... qué demonios estás haciendo? || pregunta, claramente alarmado.
|| ¿Qué parece que estoy haciendo, Drake? Tengo calor || le respondo con una sonrisa traviesa. Drake traga saliva, sin poder apartar la vista de mi torso, y no parece estar mirando exactamente mis ojos || Vamos, Drake, el tiempo corre... Concédele atención a la mesa || le digo, instándolo a concentrarse mientras me divierto con su distracción.
Niega con la cabeza y se inclina sobre la mesa, intentando alinear su tiro, pero sus ojos siguen vagando hacia mí. Desesperado, busca con el taco y la bola blanca rueda hasta detenerse sin que ninguna otra bola entre en la tronera.
|| ¡Maldición! || exclama, frustrado.
|| Drake, se supone que debes concentrarte en las bolas, no en lo que tienes delante || le digo con tono burlón, mientras estudio su expresión nostálgica. Su mirada denota una mezcla de frustración y anhelo, lo que me hace disfrutar aún más del juego.
|| Eres graciosa, pero supongo que me distraje un poco... Último disparo, Brown || dijo Drake con una sonrisa. Estudio la mesa, preparándome para mi tiro, cuando veo a Drake comenzar a desabrocharse la camisa. Mi mirada se fija en él mientras descarta la camisa sobre una silla, se deja caer al suelo y empieza a hacer lagartijas.
|| ¿Uh, Drake? ¿Qué estás haciendo? || pregunto, nerviosa. Recuerdo la última vez que hizo esto y no podía dejar de mirarlo.
|| Nada, no me hagas caso. Solo estoy aprovechando el tiempo para hacer mi rutina nocturna || responde él, mientras se quita la camisa.
|| Sin camisa, ¿eh? || le pregunto.
|| Así es. Estoy tomando prestada una página de tu libro de jugadas || me dice, guiñándome un ojo. Alzo una ceja, dándome cuenta de que está tratando de igualar mi juego. Me vuelvo hacia la mesa de billar, pero no puedo evitar observarlo por el rabillo del ojo. Drake comienza a hacer lagartijas con una sola mano.
“No te distraigas, Riley,” me repito a mí misma. A pesar de la fabulosa distracción, me concentro en el juego. Alineo mi tiro y logro meter una bola más en otro orificio.
|| ¡Woooohooo! || grito emocionada mientras salto || Ninguna cantidad de flexiones sin camisa puede desviar mi concentración ||
Drake se levanta, sacudiéndose las manos y los jeans.
|| Maldita sea, buena concentración || dice él, reconociendo mi habilidad para mantenerme enfocada a pesar de sus intentos de distraerme.
|| Supongo que el juego ha terminado. Lo que significa... || digo mientras me acerco lentamente a él || ¡¡Que gané!! ||
|| Suerte de principiante || dijo Drake, mientras comenzaba a colocarse de nuevo la camisa.
|| ¿Estás diciendo que una principiante te acaba de ganar? || le respondí con una sonrisa amplia, disfrutando del momento.
|| No dije eso... Bueno, ok, ok... "Felicitaciones" || admitió él, cruzándose de brazos con una expresión entre resignada y divertida.
Terminamos de comer nuestras picaditas y de beber nuestros tragos. La noche en el Ámsterdam Billiards Club había sido animada y llena de risas, y la competencia amistosa había sido justo lo que necesitábamos.
|| Bueno, gracias por el juego, Brown. Me divertí mucho. Pero creo que ya es hora de regresar || dijo Drake mientras nos dirigíamos hacia la salida del club. Caminamos juntos por las calles de Nueva York, disfrutando de la brisa fresca de la noche. Las luces de la ciudad parpadeaban a nuestro alrededor. A medida que nos acercábamos al hotel, noté que Drake parecía algo pensativo, con una sonrisa suave en el rostro, como si estuviera inmerso en sus pensamientos || La verdad es que me alegra mucho haber pasado esta noche contigo || dijo, mirando al suelo antes de levantar la vista hacia mí. Sus ojos reflejaban una mezcla de gratitud y algo más, algo que no podía precisar pero que se sentía palpable en el aire.
|| Yo también me alegro, Drake || le respondí con sinceridad || Gracias por hacer que la noche fuera tan especial || Cuando llegamos al vestíbulo del hotel, me detuve y me volví hacia él. Sin pensarlo mucho, le di un suave beso en la mejilla. La sorpresa en su rostro fue evidente, y un brillo de felicidad y asombro iluminó sus ojos. Parecía estar en las nubes, y aunque no dijo nada, su sonrisa decía más de lo que las palabras podrían expresar. || Y será mejor que cuides tu espalda. Si jugamos de nuevo, no seré fácil contigo || le advertí, repitiendo las mismas palabras que él me había dicho a mí.
|| Ya lo veremos, señorita || me respondió, sonriendo con un dejo de desafío y diversión.
Nos despedimos con un último abrazo y nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. El vestíbulo del hotel se llenó de un silencio apacible, mientras el eco de nuestros pasos se desvanecía.
@tessa-liam, @kingliam2019, @choicesficwriterscreations
If anyone else wants to be tagged, just let me know. I hope you enjoy this wonderful love adventure.
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Luna y Sol se oponen en el grado 9 de Acuario-Leo para dar forma a la primera Luna llena de este mes (ya que habrá dos, la segunda será en Piscis el 31 de agosto).
Urano, regente moderno de Acuario, se encuentra en el signo de Tauro y forma un trígono a Plutón retrógrado en Capricornio, por lo que podrá favorecer eventos inesperados que sacudirán viejas u obsoletas estructuras para dar lugar a los cambios que ya se están manifestando: nuevas tecnologías e innovaciones, nuevas necesidades y demandas sociales, cambios de paradigmas sociales y políticos. La era de Acuario.
Al mismo tiempo, Urano forma una cuadratura a Venus retrógrado y Lilith en Leo, lo que pone en tensión las relaciones, vínculos, afectos y valores. Podremos sentir disgustos, expresar caprichos, hacer desplantes o sentirnos ofendidos. Nuestro ego podrá estar algo resentido. Debemos aprender a ceder y calmar el deseo de ser únicos. Venus en trígono a Quirón en Aries, junto a Eris y el Nodo Norte -todos retrógrados- facilitan la posibilidad de repensar nuestro impulso egocéntrico para sanar, remediar discordias, dejar de sentirnos excluidos, empoderarnos de nuestro talento interno y seguir adelante.
Saturno, regente antiguo de Acuario, se encuentra retrógrado en Piscis y forma una oposición a Mercurio domiciliado en Virgo. Esto podrá generar una tensión entre nuestro intelecto y nuestra consciencia espiritual. Estaremos muy mentales, podremos analizar la realidad con precisión pero no debemos descuidar el aprendizaje que se da detrás de cada situación. El maestro del dolor nos pide revisar nuestro compromiso espiritual, empatía y compasión.
Júpiter en Tauro forma una doble cuadratura al Sol y la Luna, y Plutón forma una cuadratura al Nodo Norte en Aries y el Nodo Sur en Libra. Estas posiciones kármicas o de destino colectivo nos permiten pensar que las demandas del colectivo, los nuevos proyectos e innovaciones, las nuevas ideas sociales y políticas deberán estar en sintonía con formas de explotación de los recursos que sean más sustentables y amigables con el planeta. La abundancia es infinita si sólo tomamos lo necesario. La lógica de la acumulación llegará a su fin inevitablemente.
Por último, Neptuno retrógrado y domiciliado en Piscis forma un sextil a Plutón retrógrado en Capricornio, y la desilusión de lo que antes nos daba seguridad podrá sentirse a nivel colectivo y espiritual. El desamparo y la desolación de un sistema que no nos incluye a todos.
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Este mes, todos los planetas, excepto Júpiter y Marte, y los Nodos lunares estarán en fase de retrogradación, por lo que posiblemente sentiremos que todo se vuelve lento, que las cosas no avanzan o que surgen imprevistos, dificultades o bloqueos. Podemos valernos de la paciencia saturnina, que, en el signo de Piscis, nos pide tener más fe que nunca en que lo que viene será mejor para todos. Podemos refugiarnos en la felicidad de las pequeñas cosas y creer en que cada pequeña acción es un gesto de servicio hacia la vida.
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Feliz y bendecida Luna llena en Acuario.
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¡Escándalo en San Mungo! Hades Vastagh y Adrian en una pelea mágica que termina en Azkaban
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Mis queridísimos lectores, San Mungo no solo es el lugar para curar heridas físicas, ¡sino también para presenciar dramas que ni el mejor pensadero podría recrear! La calma del hospital fue destrozada ayer cuando Hades Vastagh y Adrian Blackwood desataron una tormenta mágica digna de los mejores duelos del Wizengamot. ¿La razón? Depende a quién le preguntes, claro.
Algunos testigos afirman que Hades perdió los estribos cuando vio a Adrian saliendo con Cailin Tisdale, la madre de sus hijos. Parece que Hades no ha superado que su larga escapada de dos años dejó la puerta abierta para que Adrian ocupara su lugar, tanto en la vida de Cailin como, según rumores, en el corazón de sus hijos.
¿Pero acaso todo se debe solo a viejos amores y celos? Otros murmuran que Nea Lindstrom podría ser la verdadera razón detrás del espectáculo. Sí, queridos, la mismísima amiga de Cailin ha sido vista en más de una ocasión con Hades últimamente, lo que ha avivado rumores de un posible romance. ¿Será que Adrian simplemente no pudo soportar la idea de que Nea y Hades estén más cerca de lo que aparentan ?
Sea como sea, lo que empezó como un intercambio de palabras pronto escaló a Golpes sin miramientos, y si no fuera por los medimagos y Seguridad presentes, la situación podría haber sido letal. Al final, ambos contendientes fueron llevados a Azkaban para calmar los ánimos y enfrentar las consecuencias de sus actos.
Una cosa está clara, mis adorados curiosos: esta pelea no fue solo una explosión de ira; fue la culminación de años de tensión no resuelta, celos, y corazones rotos. Ahora, con Hades y Adrian enfrentándose a posibles juicios, nos preguntamos… ¿Quién saldrá victorioso en esta guerra personal?
XOXO, Gossip Witch
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Relajacion Muscular Progresiva: Cómo Dominar el Arte de la Relajación Física y Mental
La relajacion muscular progresiva es una técnica de relajación profunda que se ha utilizado durante casi un siglo para combatir el estrés, la ansiedad y otros problemas relacionados con la tensión física. Desarrollada por el Dr. Edmund Jacobson en los años 20, esta técnica se basa en la idea de que, al relajar los músculos, también podemos calmar la mente y aliviar los síntomas de estrés.
El proceso es simple pero efectivo: consiste en tensar diferentes grupos musculares durante unos segundos y luego soltarlos, liberando la tensión acumulada. Este enfoque permite una relajación física que también tiene un impacto positivo en el bienestar mental. Con la práctica regular, la relajacion muscular progresiva puede ayudarte a desarrollar una mayor conciencia de tu cuerpo, permitiéndote identificar y liberar la tensión antes de que se convierta en un problema mayor.
La técnica se puede practicar en cualquier lugar y momento. Si te encuentras en una situación estresante en el trabajo, como una reunión difícil o un plazo inminente, puedes realizar una sesión breve de relajacion muscular progresiva para recuperar la calma y el enfoque. Además, esta técnica es particularmente útil para mejorar la calidad del sueño. Al practicarla antes de acostarte, puedes relajar tu cuerpo y mente, facilitando la transición al sueño y mejorando su calidad.
Para comenzar, encuentra un lugar tranquilo donde puedas sentarte o acostarte cómodamente. Comienza con los pies, tensando los músculos y manteniendo la tensión durante unos segundos antes de liberarla. A medida que avanzas por el cuerpo, desde los pies hasta la cabeza, sentirás cómo la tensión se disipa, dejando una sensación de relajación profunda y bienestar emocional.
La relajacion muscular progresiva es especialmente beneficiosa para aquellos que sufren de ansiedad o insomnio. La técnica ayuda a calmar la mente al desviar la atención hacia las sensaciones físicas, lo que reduce la influencia de los pensamientos estresantes. Además, su capacidad para liberar la tensión muscular la convierte en una herramienta valiosa para manejar el dolor crónico y otros problemas físicos relacionados con el estrés.
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asiente, soltando una pequeña risa. ' ¿y tus hermanos no se molestarán por haberse quedado sin lugar por mi culpa? ' pregunta con un tono ligero, gracia en su voz pero curioso al mismo tiempo. su mirada permanece tranquila, pero no puede evitar preguntarse qué tan sobreprotectores serán esos hermanos que menciona, ya que dijo que probablemente intenten quitarlo. no les culparía, claro estaba, era su lugar de cualquier manera. ' ¡oh! espero no sea molesto, porque seguramente escuchas esto todo el tiempo, pero sus restaurantes son increíbles. ' se atreve a mencionar al terminar de estrechar mano contraria. con un gesto de la mano, señala a dos pequeñas figuras que corren entre risas, una visión que siempre logra calmar cualquier tensión en su pecho. ' ¿notas a esos dos pelinegros que van corriendo? son mis hijos, theo y charlotte. ' sus ojos se iluminan mientras los observa, y aunque su rostro mantiene una calma profesional, internamente siente el orgullo que siempre lo invade cuando los ve tan llenos de vida. ' siempre parecen tener energía ilimitada, no importa el lugar. ' añade con una sonrisa cálida, recordando las veces que intentó seguirles el ritmo y terminó agotado mucho antes que ellos.
"¿hm?" sus facciones la traicionan por una fugaz fracción de segundo porque aquella pregunta la ha tomado por sorpresa, aunque rápidamente reconoce el sentido en que él la ha pronunciado y deja escapar una ligera risa entre dientes. "sí, algo así. mis hermanos también están aquí, por eso lo digo" aclara conservando la sonrisa divertida. quiere creer que la sobreprotección ha disminuido en los últimos años, aunque nunca se puede estar lo bastante segura. "horang baek, un gusto igualmente" responde estrechando la mano ofrecida antes de devolver la mirada hacia el área infantil que ha notado que observa el contrario. "¿conoces a alguno de ellos?"
#⚚ cant help it if you look like an angel 𓍼ོ c. bkhorang.#⚚ cant help it if you look like an angel 𓍼ོ convo.#es un foodie así que#tenía que conocerlos LFÑKAJS#estoy muy bien bb ¿y tú?
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Victoria Villarruel negó que se esté analizando un indulto para los genocidas y apuntó contra los organismos de derechos humanos: "Si quieren festejar el golpe que lo hagan, yo no lo festejo"
La vicepresidenta brindó una entrevista televisiva para “calmar las aguas” luego de las versiones en torno a una disputa con el presidente Javier Milei pero, lejos de reducir la tensión, sacó a la luz nuevas diferencias con el mandatario. Más allá de esto, en primer lugar Victoria Villarruel se refirió a la marcha del próximo domingo que protagonizarán los organismos de derechos humanos en el…
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Estado anímico y respiración
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Ya no hay duda alguna. Los estudios realizados hasta la fecha muestran una relación directa entre nuestro estado anímico y nuestra forma de respirar. Existe una relación cuerpo y mente tan estrecha, que la misma mente puede proporcionarte salud física tan solo con unos hábitos mentales saludables. La respiración nos informa sobre nuestro estado de ánimo y nuestras emociones, por ello es importante aprender a respirar de manera correcta. Respirar supone algo automático. Nadie puede vivir sin respirar. Nuestra respiración cambia constantemente según nuestra actividad o nuestras emociones. No respiramos igual cuando nos sorprenden que cuando nos dan una noticia que nos aporta sentimientos de felicidad. Por ello, la respiración es una herramienta útil que nos enseña cómo se encuentra nuestro estado anímico. Momentos de estrés o ansiedad
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Actualmente existen ciertas técnicas milenarias como el Yoga, que han puesto a nuestro mundo occidental al corriente de la importancia de la respiración. Si somos capaces de controlar la respiración podremos controlar nuestras emociones y por tanto, nuestro estado anímico. Existen muchos ejercicios dentro del Yoga y la meditación destinados a hacernos partícipes de nuestra respiración y enfocarla de manera consciente. Cuando estamos estresados o ansiosos, respiramos dando pequeñas bocanadas y no expulsamos el aire correctamente. Esto, hace que nuestro cuerpo no se nutra correctamente de oxígeno y entramos en un círculo vicioso de ansiedad y nerviosismo. Tener un control sobre nuestra respiración nos ayuda a calmar estados de estrés y relaja nuestro sistema nervioso. Todo ello nos aporta grandes beneficios, como son: -Un incremento de nuestras defensas contra estímulos externos - Una elevación de los niveles de oxitocina - Una disminución de nuestros niveles de cortisol, responsables de estados ansiosos. Respira, es gratis.
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Todos alguna vez, hemos pasado por momentos difíciles. Situaciones angustiosas que nos paralizan y no nos permiten actuar de manera adecuada. La importancia de la respiración profunda es tal, que si aprendemos a realizarla correctamente, nos permitirá afrontar estas situaciones con serenidad y sin estrés. Esto, es sumamente importante ya que una correcta respiración nos permitirá tomar las decisiones más acertadas en situaciones de estrés. Técnicas para respirar correctamente Para aprender a respirar profundamente debemos empezar por establecer un contacto personal y un vínculo con nuestro propio ser. Respira en todo momento por la nariz, tanto la inspiración, como la espiración. Debes centrarte en tu respiración e intentar poco a poco, ignorar todos los ruidos y distracciones. Es TU MOMENTO. Para ello busca un lugar tranquilo, acomódate en una postura que te resulte agradable y empieza a respirar profundamente. Mas adelante haz lo mismo pero en un ambiente normal, del día a día , para acostumbrarte a estas situaciones. Siente el aire entrando y saliendo de tus pulmones de manera suave, sin prisas. Siente como todo tu cuerpo se va liberando de esa tensión acumulada del día a día. Solo existe este momento. Intenta vaciar por completo todo el aire de tus pulmones.
Visita nuestra web, para conocer el método Reset Life de aprendizaje y entrenamiento de tu respiración, donde encontrarás la opción que mas se adapte a tus necesidades. Read the full article
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¿Como gestionar nuestras emociones?
Pasos principales para gestionar emociones:
Reconocer, entender, identificar y aceptar las emociones
Sentirlas
Identificar la causa
No reprimir o evadir
Afrontar y buscar soluciones
Principalmente, para gestionar nuestras emociones, es esencial entenderlas. Debemos ser capaces de identificarlas y comprender las razones detrás de cada una, yendo hacia la raíz del problema para poder encontrar una solución efectiva. Para lograr esto, es necesario comprendernos a nosotros mismos, identificando nuestras propias emociones y reconociendo cómo influyen en nuestras acciones y pensamientos.
En mi experiencia, la gestión de nuestras emociones es clave para mantener un equilibrio en la vida diaria. Creo firmemente que tomarnos un momento para reconocer lo que sentimos y entender por qué lo sentimos es necesario. No podemos controlar siempre lo que nos sucede, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos ante ello. Para mí, la clave está en la conciencia emocional. Aprender a identificar nuestras emociones, sin juzgarlas, nos permite adéntranos a ellas de manera más efectiva. Además, creo en la importancia de encontrar formas de expresar nuestras emociones, ya sea a través de la escritura, el arte, la música o simplemente hablando con alguien de confianza. No debemos reprimir lo que sentimos, sino aprender a canalizarlo de manera constructiva. También considero que la práctica de la atención plena o mindfulness puede ser de gran ayuda para cultivar la calma interior y la serenidad en momentos de estrés o ansiedad.
Me encuentro en la lectura de un libro muy especial titulado "Sin miedo" de Rafael Santandreu. Este libro ha resultado ser una indispensable ayuda para lidiar con las situaciones de estrés que suelo enfrentar. Ha sido gratificante y de gran ayuda, sin duda, descubrir cómo este libro ha sido de gran ayuda, especialmente porque solía sufrir episodios de estrés frecuentes, los cuales afectaban muchos aspectos de mi vida y no me permitían sentirme tranquila. Por ello, este libro ha sido un recurso, ya que me impulsa a dejar de pensar de manera negativa y me enseña las diversas formas en las que solemos evitar los problemas, muchas veces sin siquiera percatarnos o justificándonos. Además, me motiva enormemente a AFRONTAR, una palabra clave que resuena a lo largo de sus páginas. A través de experiencias de numerosas personas, autoayudas, resúmenes y análisis de síntomas, entre otros recursos, "Sin miedo" me ha enseñado a hacer frente a estas situaciones y emociones.
Para profundizar y entender mejor estas emociones planteo algunas situaciones donde se demuestra una gestión de emociones.
Situación 1: Antes de una presentación en la escuela
Modificación del cuerpo: Antes de la presentación, siento un nudo en el estómago y mi corazón late rápido. Quiero irme y no presentar, porque me voy a autosabotear y supongo que me irá muy mal. Para gestionar esta emoción, practico algunas técnicas de relajación, como respiraciones profundas y lentas. Esto ayuda a calmar el cuerpo y a reducir la sensación de ansiedad física. Y lo más importante, AFRONTO y hago la presentación
Modificación del pensamiento: Además de trabajar en la afrontación, también modificamos el pensamiento. En lugar de centrarme en los posibles errores o en el miedo al fracaso, nos concentramos en recordar la preparación que he realizado para la presentación y en visualizar el éxito. Esto ayuda a sentir más seguridad y confianza.
Situación 2: Al recibir una crítica después de esta presentación
Modificación del cuerpo: Cuando se recibe una crítica en el colegio, sentimos un nudo en el estómago y la respiración se acelera. Para gestionar estas emociones, tomamos un momento para hacer una pausa y realizar algunas respiraciones profundas. Esto ayuda a relajar el cuerpo y a reducir la tensión física que se siente. Además, se afronta con seguridad, y se aceptan todas las criticas.
Modificación del pensamiento: También se trabaja en modificar los pensamientos frente a la crítica. En lugar de dejar que la crítica afecte emocionalmente, se intenta ver como una oportunidad para aprender y crecer. Nos preguntamos qué podemos aprender de esta situación y cómo podemos mejorar en el futuro. Esto ayuda a mantener una perspectiva positiva y a no dejar que la crítica afecte el autoestima.
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Meditación antes de dormir: técnicas para conciliar el sueño
Meditación antes de dormir: técnicas para conciliar el sueño
Todos sabemos lo importante que es tener una buena noche de sueño. El descanso adecuado es esencial para mantener nuestra salud física y mental. Sin embargo, muchas veces nos resulta difícil relajarnos y conciliar el sueño fácilmente. Es ahí donde la meditación puede convertirse en nuestra aliada.
La meditación es una técnica eficiente que nos ayuda a calmar la mente y reducir el estrés, permitiéndonos descansar de manera más profunda y reparadora. En este artículo, exploraremos diferentes técnicas de meditación que puedes practicar antes de dormir para lograr una noche de sueño tranquila.
Beneficios de la meditación antes de dormir
La meditación antes de dormir ha sido respaldada por numerosos estudios científicos que demuestran sus beneficios para la calidad del sueño. Algunos de los beneficios más destacados incluyen:
Reducción del estrés y la ansiedad, dos factores que a menudo dificultan la conciliación del sueño.
Mejora de la calidad del sueño, permitiéndonos pasar más tiempo en las fases profundas y reparadoras del sueño.
Aumento de la relajación muscular, lo que contribuye a una sensación de descanso físico y mental.
Técnicas de meditación antes de dormir
Técnica 1: Respiración profunda y relajación muscular
Una técnica sencilla pero efectiva es la respiración profunda y la relajación muscular. Para comenzar, encuentra un lugar cómodo y sin distracciones. Siéntate o recuéstate en una posición relajada y cierra los ojos.
Comienza tomando respiraciones profundas y conscientes. Inhala lentamente por la nariz, llenando tu abdomen de aire, y exhala suavemente por la boca, liberando toda la tensión. Concéntrate en tu respiración y deja que te lleve a un estado de calma.
A continuación, dirige tu atención a los diferentes grupos musculares de tu cuerpo. Comienza por los pies y trabaja hacia arriba, tensando y luego relajando cada músculo a medida que avanzas. Visualiza toda la tensión y el estrés abandonando tu cuerpo a medida que te relajas cada vez más.
Esta técnica de respiración profunda y relajación muscular te ayudará a calmar tu mente y tu cuerpo, preparándote para una agradable noche de descanso.
Técnica 2: Visualización guiada
La visualización es una técnica poderosa para tranquilizar la mente y ayudarnos a relajarnos antes de dormir. Para practicar esta técnica, encuentra un lugar tranquilo donde puedas sentarte o recostarte de forma cómoda.
Cierra los ojos y comienza a visualizar imágenes relajantes. Puedes imaginar un paisaje tranquilo, como una playa al atardecer o un bosque sereno. Trata de involucrar todos tus sentidos en la visualización, sintiendo la brisa en tu piel, escuchando los sonidos de la naturaleza y percibiendo los olores a tu alrededor.
Mantén tu enfoque en estas imágenes relajantes y permítete sumergirte en ellas. A medida que lo hagas, notarás cómo tu mente se calma y te sumerges en un estado de relajación profunda.
Técnica 3: Meditación de gratitud
La gratitud es una emoción poderosa que puede contribuir a un sueño profundo y reparador. Antes de acostarte, puedes practicar una meditación de gratitud para cultivar esta emoción.
Comienza sentándote en una posición cómoda y cierra los ojos. Reserva unos momentos para reflexionar sobre las cosas por las que estás agradecido en tu vida. Pueden ser cosas grandes o pequeñas, como la salud, tu familia, tus amigos o las cosas positivas que ocurrieron durante el día.
A medida que te concentres en estas cosas por las que sientes gratitud, siente cómo llenan tu corazón de alegría y satisfacción. Permite que esta emoción te envuelva y te llene de calma y serenidad.
Técnica 4: Meditación de atención plena
La atención plena, o mindfulness, es otra técnica de meditación que puede ayudarte a relajarte antes de dormir. Esta práctica consiste en observar tus pensamientos y sensaciones presentes sin juzgarlos ni apegarte a ellos.
Siéntate o recuéstate en una posición cómoda y comienza a prestar atención a tu respiración. Si tu mente se distrae con pensamientos, simplemente obsérvalos sin juzgar y luego vuelve suavemente tu atención a tu respiración.
A medida que practiques la meditación de atención plena, puedes comenzar a explorar tus otros sentidos. Observa los sonidos a tu alrededor, las sensaciones en tu cuerpo y cualquier otro estímulo presente. Permítete simplemente ser consciente de todo sin apegarte a ninguno de ellos.
Esta práctica te ayudará a calmar tu mente y permitirte entrar en un estado de relajación profunda antes de dormir.
Recomendaciones adicionales para mejorar el sueño con meditación
Crear un ambiente propicio para dormir
Para optimizar tu experiencia de meditación antes de dormir, es importante crear un entorno tranquilo y libre de distracciones. Puedes asegurarte de que tu habitación esté oscura, tranquila y a una temperatura cómoda. Considera incluir elementos relajantes, como música suave o aromaterapia, para ayudarte a relajarte aún más.
Establecer una rutina de meditación regular
Al igual que con cualquier hábito, la consistencia es clave cuando se trata de meditar antes de dormir. Intenta establecer una rutina regular en la que dediques unos minutos todas las noches para practicar la meditación antes de acostarte. Con el tiempo, esto se convertirá en un hábito natural que te ayudará a relajarte y a prepararte para una buena noche de sueño.
Evitar estímulos electrónicos antes de dormir
Los dispositivos electrónicos emiten luz azul que puede afectar la producción de melatonina, la hormona responsable de regular el sueño. Para lograr una mejor calidad de sueño, es recomendable limitar el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarte. Intenta desconectar al menos una hora antes de ir a dormir y evita usar dispositivos en la cama.
Cuidar la alimentación y la hidratación antes de dormir
La alimentación y la hidratación también desempeñan un papel importante en la calidad del sueño. Evita comer comidas pesadas o picantes antes de acostarte, ya que esto puede dificultar la digestión y causar malestar. Asegúrate de mantenerte bien hidratado durante todo el día para evitar la sed nocturna que podría interrumpir tu sueño.
Conclusion
La meditación antes de dormir es una poderosa herramienta para calmar la mente y preparar el cuerpo para una buena noche de sueño. Con práctica y consistencia, estas técnicas pueden ayudarte a conciliar el sueño más fácilmente, reducir el estrés y mejorar la calidad de tu descanso. Prueba las diferentes técnicas de meditación antes de dormir y descubre cuál funciona mejor para ti. ¡Duerme bien y descansa profundamente!
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Era extraño, pero de pronto sentía una tensión entre ambos enanos que antes no había estado ahí, lo cual le daba un motivo más para querer marcharse, si pasaba algo entre ellos no quería estar en medio, sobre todo porque precisamente eran dos enanos que se expresaban más mediante actos que mediante palabras y él era todo lo contrario, si se metía en medio solo chocarían con él también.
Tenía ya un pie fuera de la sala cuando escuchó a Dwalin decir que él debía sustituirle, no estaba entendiendo absolutamente nada, ¿Dwalin, diciendo que estaba cansado? Le conocía lo suficiente como para saber que difícilmente había tenido suficiente, así que no entendía en lo más mínimo por qué quería que Bilbo tomara su lugar. No pudo poner resistencia a ser arrastrado hasta Thorin, Dwalin era demasiado fuerte para él y además estaba aún demasiado sorprendido como para analizar que le estaban moviendo en contra de su voluntad. Miró a Thorin totalmente confuso, la frase ajena no le había aclarado absolutamente nada, no era alguien capaz de calmar al alfa. -Yo… yo tampoco, pero me parece que quería que me quedara contigo, por alguna razón… -respondió,rascándose la cabeza, algo avergonzado.
❝ My pulse is rushing ❞
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PMFA 12
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Sin embargo, en lugar del mayordomo que había sido llamado una vez, lo que apareció frente a él fue el comienzo de una expresión urgente. Un médico de campo. ¿Qué? ¡¿Un médico?! En un instante, mi corazón se hundió. Tuve un mal presentimiento porque Helios estaba en camino. En lugar de llamar al sirviente que corría a toda prisa, los seguí y caminé hacia la habitación de Caelus. “!” Y cuando finalmente entré a mi habitación, me quedé asombrada. Fragmentos afilados de vidrio roto. Una habitación cubierta de sangre. Y Caelus, a quien dos o más personas se aferraron y lo sentaron. Sus manos también estaban manchadas de rojo. Murmuró con desesperación. -"¡Oye, qué es esto... ...!" El mayordomo, que apareció de repente, gritó en un tono perplejo. -"¡Maestro!" El médico tratante es profesionalmente independientemente del ruido ambiental. Concentrándose en nada. Agarró con fuerza la mano temblorosa de Caelus. -“Aunque duela, ten paciencia señor Caelus.” -"Puaj… … !" Simultáneamente con las palabras del doctor, un doloroso gemido fluyó de los dientes de Caelus. Dejándome incrédula, el mayordomo fue el primero en despertar. "¿Qué diablos está pasando? ¡No tenías mucho que hacer hasta hace un tiempo!” El mayordomo respondió de inmediato. -“De repente golpeas la puerta de la terraza con el puño. ….” El médico que estaba limpiando la sangre intervino de repente. -“Había un poco de sangre, pero no era una herida importante. Tómalo con calma." -“ah… ….” En ese momento, la tensión se alivió. Casi me caigo en el asiento, pero que soportó "Marqués... ...". El rostro pálido y distorsionado de Caelus. Como si estuviera reteniendo algo que estaba a punto de salir. Se estaba mordiendo los labios. ¿La visita de Helios habría tenido algún impacto en él? ¿No había atravesado a Caelus sin darse cuenta como había temido antes? Todavía podría haberlo conocido como el viejo Caelus y haberlo herido con palabras descuidadas, que había orado por sí mismo. “… ….” Miles de pensamientos bullían en mi cabeza. Incluso la propia Hannah estaba resentida. Quería asegurarme de que no se lastimara de nuevo. ¿Por qué soy tan patética? Ni siquiera puedo mantener a salvo a Caelus. Caelus se acostó en el sofá y le dio una mano al doctor. Cerró sus propios ojos y abrió sus mordedores labios. -"Todos afuera". El mayordomo miró rápidamente a su alrededor. Él y su médico estarían allí. Significaba que nadie se preocupaba y que estaba bien irse. Los ayudantes por aquí no era de ayuda para Caelus. Aceptando su voluntad, se retiró en silencio de la habitación con los otros sirvientes. Regresé a mi habitación. No podía sumergirme en la tristeza. -“Euu… ….” "Cuando impidió que Caelus se suicidara por primera vez, aún no había visto sangre. Pero hoy fue diferente. El color rojo que tiñera el sofá y la alfombra. Caelus frente a mí era una persona viva real en este momento, no un personaje en un libro. “… ….” Rápidamente me limpié las lágrimas de las esquinas de mis ojos. Debo calmarme primero. En este momento, la vida y la muerte de Caelus están enteramente en mis manos. - “Vaya… ….” -¿Cuántas veces estás tratando de calmar tu corazón respirando profundamente, un golpe educado? La doncella, Cloris, apareció junto con ellos. "Señora, ¿está bien?" Ah, Cloris, entra. Me miró con ojos tristes y dijo. -“Te sorprendiste mucho señora Hestia. El mayordomo le dijo a la mamá que recogiera el carruaje. Yo, este." -"ja... ....Gracias... ...". Esta gente meticulosa, mi corazón se conmovió por la consideración que tenían para mí. -"El médico dijo que fue el resultado de la sensibilización repentina y la excitación instantánea del maestro. Dijo que si se toma un descanso y mantiene una estabilidad absoluta, mejorará pronto. No se preocupe demasiado y tranquilícese". " -"Sí……." -¿Fue una histeria temporal? Aun así, estoy preocupada. ¿Cómo esta Caelus? -¿Fue tan estimulante? Me pregunto qué tipo de conversación tuvo con Helios. -“Vaya… ….” Dejó escapar un largo suspiro, pero supongo que tendré que calmarme por ahora. Unos días después, dijo, cuando asistió su doncella Jean Cloris. -“Se dice que el ladrón que había perturbado el río Amarillo durante varios meses finalmente fue capturado. -"¿Correcto?" Esta noticia debió llegar a oídos de Diana y Helios. Ahora sobre Yana. Tratando de deshacerse de sus dudas. Tomé una taza de té y caminé hacia la ventana. La vista del jardín desde aquí es bastante espectacular. Se ha convertido en un hábito en algún momento. Pero. -"Eh… …?” -"¿Por qué estás haciendo esto, Hestia?" La criada reaccionó rápidamente a mi voz. Mi corazón se hundió y miré por la ventana. Asombrada. "¡El señor Caelus ha salido!" -"Oh… …!” Cloris y yo, rígidos por la tensión, tomamos a Caelus, que camina solo por el jardín. Entendido Pero entonces -"¡Oh!" “!” -¡Caelus de repente agarró su pecho y se sentó en el lugar! Nos sobresaltamos, tiramos nuestras tazas de té y cualquier otra cosa, azotamos la puerta y salimos corriendo. Nos vio salir corriendo de la nada y Uros, el mayordomo, corrió detrás de nosotros. “¡Señor Caelus!” "¡Marqués!" Caelus está agazapado en la piedra del jardín, respirando con dificultad. Una expresión muy dolorosa. Una cara con mucho ceño fruncido. El mayordomo apoyó rápidamente a la liga. -"¿Estás bien?" Su tez se puso pálida. Rápidamente le grité a la criada. -“¡Clori! ¡Llama al doctor! ¡Vamos!" -"¡Si señora!" Se dio la vuelta y volvió corriendo como había estado corriendo, y su mayordomo se quitó rápidamente la chaqueta que llevaba puesta y se la puso a Cael Ruth. -“Uros, ¿estuvo enfermo el Marqués anoche?” "Cuando te despertaste por la mañana, no pasaba nada... ...". La cola de caballo del mayordomo se nubló sin confianza. Mientras tanto, la respiración de Caelus era bastante Se volvió estable. " ja...... El alboroto es... ...". La autoayuda se mezclaba en el débil murmullo. Finge e instruye a los Uros. -"Te llevaré a mi habitación". -"Sí, Maestro, ¿puede ponerse de pie?" En lugar de responder, Caelus se levantó lentamente por su cuenta. -"… … está bien." Sin embargo, es difícil creer lo que el paciente está diciendo de inmediato. A pesar de su actitud fría, el mayordomo y yo lo seguimos persistentemente como si fuéramos patitos. Entendido Todos fueron al dormitorio de Caelus. Mientras todos miraban, el doctor Lo examinó. Caelus murmuró torpemente mientras se sentaba lánguidamente en el sofá. “Simplemente hizo que mi corazón doliera por un momento. No es nada especial." El médico también midió el pulso y la frecuencia cardíaca y sacudió la cabeza. “No hay nada especial. Parece que aún eres psicológicamente inestable. -" Caelus se encogió de hombros e inclinó la cabeza hacia atrás. "¿Qué hay de malo en un día que ni siquiera es de luto... De todos modos, era tranquilizador saber que no había nada malo en su cuerpo. Sin embargo, es una pena que padezca una enfermedad mental que le dificulta incluso dar un paseo por el jardín. Nuevamente, está claro que las consecuencias de conocer a Helios están teniendo un impacto. No pude soportarlo más. -"Yo, señor Caelus, tengo algo que preguntarte en voz baja". “… ….” Al escuchar mi voz, frunció el ceño y me hizo señas. Los trabajadores rápidos me dejaron e inmediatamente abandonaron la habitación. -“… … Está bien, ¿qué?” Escuchar que Caelus escuchó mi pedido tan amablemente. Me conmovió hasta las lágrimas. Pero perseveré. -"Es vergonzoso, pero ¿fue por las palabras que el Príncipe Heredero vino y dijo no hace mucho?" “… ….” Sus vidriosos ojos violetas me miraron. Se levantó e inclinó la cabeza. -"¿Sabes lo que dijo Hestia?" “No, es difícil para mí intelecto precisar tales detalles. Es solo que me preguntaba si estaba sorprendido por lo que dijo sin conocer las circunstancias de la guerra". "Es un shock... ...". Caelus sonrió. -“Debo haberme sorprendido que me casara." -“ah… ….” No estoy seguro de si mi expresión era demasiado asombrada, agite la mano. -“Hace un rato, era muy difícil respirar. ¿Alguna vez has sido así? Es como una repentina pérdida de aliento cuando un pensamiento desagradable llena tu cabeza… ….” Negué con la cabeza en silencio. -“Por supuesto, lo he experimentado. No fue hasta el punto de colapsar como el Marqués. -"Derecha." Caelus inclinó la cabeza en una postura relajada. -"En realidad, ni siquiera dijo unas pocas palabras ese día. Estaba solo por nada. Sí, es mucho más cómodo después de golpearlo así". De hecho, hoy es la primera vez que Caelus sale de la habitación desde la noche en que intentó suicidarse. Salió. Aunque colapsó rápidamente, fue un gran paso adelante. Su voz continuó en voz baja. -“Pero es desafortunado. Como mínimo, usted regaló la propiedad que donó al templo, y eso fue muy reconfortante. -"… … De nada." Ni siquiera podía levantar la cabeza porque realmente estaba a punto de llorar. Hasta que dejé la habitación de Caelus, mantuve la cabeza gacha todo el tiempo. ANTERIOR Read the full article
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Nightmares
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XVII. HALLOWEEN (PARTE I) 3/5
De manera inesperada, una voz áspera se escucha a su lado como un suave susurro en su oido:
" sigues siendo pésima mintiendo ¿no es así Mavy-Wavy?"
Al escuchar al demonio de los sueños, comienza a sentir un temor de tan magnitud que su cuerpo quedó paralizada.
- ¡alejate! ¡alejate! -grita ella al momento exacto de que lo haya escuchado, sacudiendo su oido con desesperación.
- ¡¿disculpa?! -pregunta Nick alarmado por ese comportamiento inesperado, volviendola a la realidad.
- ¡fueron los mosquitos! - dice la chica muy nerviosa, confundiendo mucho al cazador. -¡Dios! Esos insectos pueden ser tan molestos, ahora entiendo mejor a los humanos cuando no quieren que les chupen la sangre. -menciona a modo de broma, explicando cualquier cosa como excusa.
- pero no esta haciendo calor. -dice Nick sin entender lo que trataba de decir.
- ¿ah no? -pregunta Mavis sorprendida. -que extraño ¿verdad? Yo si siento que me estoy quemando. -menciona la misma, fingiendo sufrimiento por el "calor" al quitarse la chaqueta de manera rápida.
El hombre aún no la entiende, mirándola con una mueca de extrema confusión.
-claro.. como te decía: podríamos dejar todo esto en el pasado y comenzar un nuevo camino, si tu estas dispuesta a hacer las paces yo tambien lo estare. -continua disculpándose con ella, proponiendo un acuerdo de paz entre los dos.
Mavis intentaba prestar atención fingiendo la sonrisa, notando a la distancia que Adrian estaba caminando hacia la puerta junto con la caja que contiene el objeto que tanto estaba deseando.
Sin embargo, si el chico se percata de que esta hablando con Nick todo su plan se vendra cuesta abajo y eso no puede permitirlo.
- ¿no quisieras que vayamos a un lugar mas privado? -propone ella, interrumpiendo lo que estaba diciendo el general y manteniendo oculto el hecho de que se está poniendo nerviosa, jalando su brazo para que se mueva.
Para su mala suerte, el general se niega a moverse, jalandola ahora a ella para que se quede en donde estaba.
-no se que tratas de hacer pero estás comportando muy extraña estos últimos minutos. -reclama Nick sospechando de Mavis, quien lo observa un poco presionada. - ¿estás segura de que no ocurre nada malo?
- ¡claro que si, te estoy diciendo la verdad! -responde con rapidez, fingiendo de nuevo la tranquilidad.
- ¿enserio? -sigue preguntando el hombre seriamente.
- por favor Nick ¿crees que te mentiría? -pregunta con una sonrisa coqueta, dando aires de grandeza.
Todo hubiera salido como ella queria de no ser por Adrian, ya que llega aliviado con la caja de metal.
- ¡aquí está el cristal rosa Mavis! -avisa con una sonrisa victoriosa, tomando por sorpresa a Nick y paralizando por completo a la vampira. -fue muy complicado pero por fin lo consegui, solo sera cuestión de segundos para que Johnny se logre recuperar gracias al artefacto.
Esas palabras hierven la sangre del general mientras que la chica dirige su mirada al soldado, quien se confunde al notar que ella estaba totalmente aterrorizada.
- oh.. -susurra Adrian nervioso al ver que Nick esta presente.
- ¡¿Qué significa esto?! -pregunta con agresividad en busca de respuestas, mirando furioso a Mavis, quien se aleja lentamente de el.
-y-yo.. es que.. -trata de explicar pero solo tartamudea, no teniendo mas opcion que sonreir de manera forzada para calmar la tensión.
- no se preocupe general, es algo de suma importancia; Dracula la mando porque lo necesitaban por una emergencia que le ocurrió a Jonathan. -menciona el chico, explicando la razón de la cual estaba aquí.
- ¿Qué? -pregunta el hombre demasiado confundido, mirando a Adrian estupefacto.
- ¡si, si! El chico está en lo correcto, es la verdadera razón de la cual estoy aquí. -dice rápidamente aun tartamudeando por los fuertes nervios pulsantes, deseando que todo pase rápido para obtener esa caja de metal. -p-podríamos hablarlo con calma.
De repente, un camión blindado se detiene detrás de la chica de cabello oscuro, causando que ella voltee a ver de que Drácula y Jonathan salieron del vehículo de forma apresurada al igual que Katherine, Cindy y Frederick.
- ¡no, no, no! -susurra entre dientes, estando alterada debido a que ellos llegaron.
- ¡¿se puede saber en que estabas pensando?! -ordena el principe de la oscuridad de forma seria.
- ¿Johnny? -pregunta Adrián muy confundido al observar que se encuentra bien de salud. - ¿no estas enfermo?
Jonathan lo mira tambien confundido por sus preguntas.
- si, yo me encuentro bien. -responde el chico sin entender aun de lo que trataba de decirle.
- pero Mavis me dijo alterada que te sentías mal y que por eso necesitaba el cristal rosa. -explica el soldado aun confundido, sospechando mucho de lo que le habían dicho.
Tanto Nick como Drácula y los demás estaban sorprendidos por lo que dijo.
- ¿Qué cosa? -pregunta Johnny para después mirar a Mavis al igual que el general y Katherine. - ¿les mentiste?
La vampira no sabia que responder, solamente se alejaba de poco a poco.
- n-no es mentir exactamente... -intenta explicar muy nerviosa, tratando de ocultarlo con la misma sonrisa forzada al notar que todos se están acercando a ella de poco a poco.
- Querias el cristal rosa para ti sola ¿verdad? - Nick pregunta seriamente.
- ¡no, no, para nada! P-por favor señores, podríamos hablarlo todo de una manera civilizada..
- ¡¡responde a mi pregunta!! -ordena el general de manera agresiva, algo que aterra mucho a Mavis. - ¡ni siquiera ibas a disculparte por ser grosera conmigo en la mañana!
-c-claro que lo iba a hacer.. -intenta explicarle pero Nick la interrumpe bruscamente.
- ¡¿Por qué estas diciendo mentiras!? -pregunta furioso.
Para echarle mas sal a la herida, Jane y los demás soldados salen de la casa gracias al escándalo que se esta haciendo.
- ¿Nick? ¿Qué está ocurriendo? -pregunta su esposa confundida, percatandose tambien de la presencia de la chica de cabello oscuro, quien estaba mas nerviosa. -¿Mavis?
- no intentes hablar con ella, es solo una ladrona. -dijo Nick rápidamente sin apartar la mirada hacia la vampira.
- ¿Por qué dices eso? -pregunta mas confundida.
-ella les mintió al cadete y a mi, queria robar el cristal rosa. -explica el general, señalando la caja de metal que aún tenía Adrian.
Esas aclaraciones alertan mucho a los soldados y a la propia Jane.
- ¿Por qué harias eso? -la mujer le pregunta a Mavis, quedando estupefacta ante la situación.
- n-no es lo que usted cree. -respondió la chica, sintiendo una fuerte sensación de ansiedad en todo su cuerpo.
-ellos te hicieron una pregunta, simplemente debes explicarles porque mentiste al respecto y ya. -trato de decirle Katherine en un tono tranquilo para intentar calmarla.
La vampira dirige su mirada a la mujer, pensando en sus palabras por varios segundos aunque en el fondo siga estando insegura.
- u-ustedes no lo entienden, he pasado por estas situaciones varias veces a lo largo de los años y siempre termina peor para mi. -explica Mavis aterrada al mismo tiempo que se aleja mas de ellos, estando incluso a la defensiva.
-esta vez será diferente pero solo te pido que cooperes con nosotros. -explica Katherine demasiado preocupada, extendiendo su mano hacia la vampira. -déjanos apoyarte.
Mavis seguía en una lucha interna por saber que hacer ahora, lo unico que estaba observando fueron las miradas de preocupación de Johnny, Cindy, Frederick, su padre y la misma mujer que le esta ofreciendo su apoyo moral.
Era una batalla intensa pero parecía que se estaba liberando de la ansiedad, sin embargo, al tomar un respiro se percata de algo que le comienza a aterrar:
- "ustedes jamas van a entender todo lo que tengo que pasar" -dice una copia exacta de la misma adolescente.
- " ¿Qué haré ahora que estoy perdida y sin nadie que me ayude?" -agrega otra doppelganger de la vampira, fingiendo demasiada preocupación con una voz dramática.
- "¿acaso no ayudarán a una pobre víctima como yo?" -pregunta otra copia casi al borde del llanto.
Toda la inquietud de Mavis vuelve a estar presente al ver esas tres doppelgangers burlándose de ella sin ningún remordimiento pero de igual forma sentía una tremenda impotencia por saber que Freddy no la dejara en paz.
-" ¡¿porque no puedo dejar de ser tan débil?! " -dicen las tres copias al mismo tiempo pero tenía la misma voz del mismo que la molestaba en la escuela hace años, algo que fue su detonante para que vuelva a sentir fuertes hiperventilaciones.
Nick se cansa de ver que la vampira no cooperará al no decir ninguna respuesta ni disculpa, por lo que toma una decision:
-esto ya es el colmo, debemos llevar el cristal rosa a un lugar seguro de inmediato. -ordena el general de forma seria, entregando la caja de metal a su esposa.
-estoy de acuerdo. -dice Jane, obedeciendo a su orden con total decepción por la extraña actitud de Mavis y por haberles mentido.
Las palabras de la cazadora hacen regresar a la chica de cabello oscuro a la realidad.
- ¿como dicen? -susurra ella muy confundida al ver el objeto rosado pasar a manos de la mujer ya mencionada, quedando paralizada por no saber que hacer.
-lamento mucho el comportamiento de mi hija. -menciona Drácula, estando de acuerdo con que lleven el cristal rosa a otro lugar mas seguro.
-hubiera deseado que las cosas sean diferentes pero desgraciadamente seguimos con lo mismo. -dice Nick de igual forma decepcionado pero aceptando sus disculpas de mala manera.
Antes de que los dos cazadores se vayan junto a los demás soldados, Mavis los interrumpe abruptamente:
- ¡esperen, esperen! ¡¿que es lo que hacen?! -pregunta ella totalmente alterada, intentando acercarse a ellos pero siendo detenida por su padre y Jonathan.
- ya cálmate. -le susurra su amigo preocupado.
Nick entro en colera por la pregunta, causando que dirige su mirada hacia la vampira.
- ¡no hables mas! ¡ya no tienes opinión ni voto a lo que hacemos! -reclama el general seriamente. -no solo me faltaste al respeto si no que mentiste para conseguir un objeto demasiado peligroso.
Mavis solo se limita a mirarlo con preocupación de si misma.
- ¡¿Por qué no te das cuenta que tu actitud esta afectando incluso a la gente que, por lo que veo, te esta dando el apoyo necesario?! -pregunta Nick, mirando con mucha seriedad a la espera de una respuesta.
Lamentablemente, ella se queda en silencio.
- ¡respóndeme cuando te hablo! -grita el general ya entrando en colera, agarrando con fuerza la blusa de la vampira para que lo mire.
Por supuesto que esa acción tan repentina alertó mucho a Katherine, Cindy y a los demás, hasta su esposa se comenzó a preocupar mientras que la propia Mavis comenzó a sentir una fuerte ansiedad por la presión de la situación.
- ¡Nick, espera! - ordena Jane, intentando hacerle entrar en razón sin éxito alguno.
El general miraba seriamente a la chica, sin embargo, ella solo hiperventila de poco a poco.
- n-no lo se... -responde sin mas opción.
Después de la respuesta, hubo un silencio que duro segundos.
Al menos Nick la soltó de inmediato, haciendo que la pobre vampira cayera al suelo.
- parece que no me equivoque después de todo; sigues siendo una niña. -dice seriamente el general, observando con decepción como Drácula y Johnny ayudaban a Mavis a levantarse. -jamás tendrás la madurez necesaria para entender estos temas.
Eso fue como un golpe en el pecho para la chica de cabello oscuro, quien estaba impactada por los comentarios y por el miedo del momento.
- ¡vámonos ya! -ordena Nick seriamente, dirigiendo su mirada hacia Jane y los soldados ya listos para partir.
Frederick, Katherine y Cindy fueron rápidamente a donde estaba la vampira, aunque la mujer de anteojos miró seriamente al general, quien dirigió su mirada de igual forma.
Ella se percató de que la iris de los ojos del hombre se volvieron rosas por un momento, comenzando a sospechar del sujeto.
-tranquila, tranquila. -dice Katherine usando un tono de voz suave para animar a Mavis mientras acariciaba su espalda. -no dejes que eso te afecte. -agrega en el momento de notar las fuertes respiraciones que estaba haciendo la chica.
- pero no debemos dejar que se vaya. -dice rápidamente, negándose a escuchar a la mujer e intentando ir por Nick.
Sin embargo, Drácula y Jonathan la detienen de nuevo.
- por favor entiende que el objeto es demasiado peligroso incluso para ti. -advierte su padre de forma seria, tratando de hacerle entrar en razón a la vampira.
Al instante Cindy los interrumpe:
-tal vez Mavis tiene un punto en lo que dice. -menciona Cindy, preparando sus armas. -debemos quitarle el cristal rosa ahora mismo.
- ¿a que te refieres? -pregunta Dracula aterrorizado, dirigiendo su atención a la mujer de anteojos al igual que Katherine y Jonathan mientras que Mavis solo escucha.
- la iris de los ojos de ese cazador tenían un color muy similar al pequeño mineral. -explica Cindy seriamente, volteando a ver a los cazadores marchándose.
- el tuvo contacto con el cristal rosa. -concluye Katherine, petrificado del miedo.
-exacto. -dice la mujer de anteojos.
Eso toma por sorpresa a Drácula ya que en ningún momento vio que Nick usará el objeto a no ser de que lo hizo al momento de que los capturaron en el castillo.
- ¿Cómo no me pude dar cuenta antes? -pregunta el principe de la oscuridad susurrando.
-no lo se pero ese objeto no estará seguro si esos cazadores lo tienen. -menciona Frederick pensativo.
Toda la conversación impacta a Mavis, quien no podía creer lo que estaba escuchando, pensaba erróneamente que Nick tiene el derecho de usarlo pero a ella no.
-si no nos apresuramos, la situacion podria empeorar. -menciona Drácula, proponiendose a ir por Nick junto con Cindy. -yo te cubro las espaldas.
-iba a decirte lo mismo. -menciona la mujer de anteojos con una ligera sonrisa.
-procuren razonar con el y su esposa. -recomienda Katherine para que la situación no pase a mayores.
-de eso me encargare yo. -dice el principe de la oscuridad, aceptando la petición. -ustedes cuiden a Mavis y que no se meta en pleitos.
-entendido señor Drácula. -dice Frederick, aceptando su orden al igual que Katherine.
- ¿que no me meta en pleitos? ¿a que te refieres con eso? -pregunta muy confundida, llamando la atención de todos.
-oh no, otra vez... -susurra Frederick incómodo.
- ¡lo unico que he hecho es intentar recuperar el cristal rosa para entregárselo a ustedes! -dice ella, intentando explicar sus acciones a modo de reclamo.
- ¡Mavis! -susurra Katherine, intentando calmarla sin éxito.
- ¿a base de engaños y manipulación? -pregunta Drácula seriamente, haciendo que la vampira se quede callada. -saliste de la casa sin permiso ni autorización a pesar de que te dije que te alejaras del cristal rosa.
- ¡deberías saber que lo hice por ti! ¡queria facilitarles la tarea a todos ustedes! -sigue reclamando su hija, justificándose de lo que ha hecho.
- ¡deja de mentirme Mavis! -ordena Dracula de un modo estricto. - ¡vas a quedarte con los demás hasta que regresemos y fin de la discusión!
Mavis se siente asustada pero tambien le indigna que la dejen de lado, estando harta de que la excluyan todos y de su propio padre.
- luego volvemos. -dice el principe de la oscuridad de manera seria, dejando de lado la discusión para irse junto con Cindy, quien voltea a mirar a la chica de cabello oscuro con una mueca de preocupación.
La impotencia era demasiado para la vampira, quien ya no sabia que hacer mas que soportar las palmadas que le daban Katherine y Jonathan para intentar subirle los ánimos.
- eso fue una decepción. -dice una voz muy conocida para la chica de cabello oscuro, quien observa petrificada como el hombre de camisa a rayas se encuentra en frente de la misma, aplaudiendo de manera lenta. -ese cazador te dijo cosas muy hirientes incluso para mi.
La vampira solo seguía escuchándolo.
- pero ¿sabes una cosa? El señor Morrigan es una persona digna de mi admiración: pudo ser capaz de usar el cristal rosa antes de ti, parecía tener el derecho de usarlo sin que nadie le diga nada. -elogia Freddy al quitarse el sombrero en señal de respeto, algo que le provoca mucha furia a Mavis.
Jonathan nota esa misma sensación, preocupándose por su amiga.
- ¿Mavis? -pregunta el chico, siendo ignorado por la vampira quien solo estaba centrada su atención en el demonio de los sueños.
- lo mejor de todo es que te ha dejado vulnerable, demostrando que no eres una persona tan controladora si se trata de emociones. -menciona el demonio de los sueños fingiendo impresión.
- cierra la boca. -ordena Mavis con impotencia, tratando de controlarse al notar que estaba escurriendo liquido rosado por los ojos y boca.
Claro que el chico se sorprendió mucho al verla así, sospechando de lo que le podría ocurrir.
- querida, debes decirles sobre Freddy. -recomienda el chico seriamente, colocando su mano en el hombro de su amiga. -si no lo haces ahora, será demasiado tarde para buscar una solución.
- ¡no lo haré! -grita la vampira, negándose rotundamente a la idea de Johnny mientras trata de calmarse.
-si no lo haces ahora, será demasiado tarde para buscar una solución. -intenta convencerla pero ella sigue reacia al tema.
- d-deja de insistir... -advierte Mavis aun sintiendo la impotencia recorrer sus venas, alejandose de el.
Katherine y Frederick están confundidos al ver lo que estaba haciendo.
-pero.. -antes de que diga alguna palabra, la chica de cabello oscuro lo interrumpe.
- ¡m-me encuentro muy bien! ¡¿me escuchaste?! ¡no es necesario que les cuentes de nada! -admite fingiendo una sonrisa. – ¡te preocupas demasiado, Jonathan!
- ¿eres asi de grosera con el que te intenta ayudar? -pregunta Freddy, susurrandole en el oido para después esfumarse.
Esa sensación paraliza a Mavis, quien se limpia el odio con fuerza.
- ¡ya dejame en paz! -ordena rápidamente, intentando alejarlo como si moscas se trataran.
- muy bien, está claro que algo está ocurriendo aquí. -menciona Katherine alarmada al notar que la iris de los ojos de Mavis tienen un tono rosado.
- ¿Cómo dices? No ocurre nada Katherine, yo no veo nada sospechoso. -se intenta excusar aun fingiendo la tranquilidad a pesar de que estaba comenzando a ver borroso al mismo tiempo que ahora escurre líquido rosa por los ojos. -todo está bien.
- ¡no, no lo esta! -grita la mujer seriamente. – ¡estás volviendo a reprimir tus emociones!
-e-eso es ridículo, yo no podría hacer tal cosa..
- solo dinos que ocurre y ayudaremos. -dice Frederick con el propósito de ayudarla.
-no necesito ayuda Frederick. -dice intentando estar segura de si misma, sin embargo, comienza a dolerle el estómago, terminando por vomitar mucho liquido rosa.
Ella lo intenta evitar a toda costa tapándose la boca pero es imposible.
-lo siento Mavis pero esto ya es demasiado. -dice Jonathan seriamente, viendo como esta sufriendo su amiga al tratar de ocultar todo el tema. -lo hago porque me preocupas.
En ese momento, observa a Katherine y a Frederick.
-en las últimas semanas, Mavis ha tenido fuertes pesadillas que ha intentado evitar de todas las formas. -comienza a explicar, llamando la atención de los dos mientras que Mavis lo observa aterrada.
- ¡n-no, no, Jonathan! ¡no les digas nada! -grita Mavis, intentando detenerlo pero los glitches comenzaron a hacerse presente, gimiendo de dolor al intentar controlarlos sin éxito alguno.
- ¿de que hablas? -pregunta Katherine confundida.
- puede ser una locura pero hay un hombre que lo está atormentando cada dia y se trata de Freddy Krueger. -al decirles el nombre, Frederick se sorprende demasiado.
- ¿Freddy? -pregunta anonadado. -sabía que algo extraño ocurría.
- ¿eso es lo que te tiene preocupada? -pregunta la mujer, mirando a Mavis quien da un esfuerzo descomunal para controlar su corrupción. – ¡déjanos ayudarte con esto!
- ¡y-ya les dije que no me ocurre nada! -grita la vampira intentando fingir la tranquila pero ahora era complicado debido a que le dolía todo el cuerpo, presentando glitcheos cada vez mas frecuentes.
- podemos resolverlo. -intenta convencerla pero ella la interrumpe.
- ¡u-ustedes no lo entienden! -exclama Mavis, aumentando su ira e impotencia a tal grado que sus iris rosadas cambian a un fuerte color celeste y viceversa.
-solo debes contar lo que quiere Freddy y listo. -menciona Frederick, tratando de calmarla.
-te trataremos de entender, somos un equipo ¿recuerdas? -pregunta Jonathan preocupado, acercándose hacia ella.
- ya déjenme tranquila.. -dice adolorida, mirando hacia el frente con dificultad.
En estos instantes lo unico que puede escuchar son balbuceos que solo aumentan su volumen al pasar los segundos y lo peor es que solo logra observar al demonio de los sueños, quien se rie un poco.
-solo miralos: alejandose de ti y de lo que hubiera sido tu salida a todas las pesadillas que te atormentan. -dice el, refiriéndose a Drácula y a Cindy quienes solo se alejaban poco a poco.
Ella se negaba a escucharlo, cubriendo su cara por el fuerte dolor que sentía sin poder evitar gemir de dolor.
- ¿acaso dejaras que ellos te excluyan como lo hicieron tus compañeros de escuela? ¿Cómo lo hicieron tu tía y tu abuelo en tu ritual de "fangcianiera"? -pregunta Freddy indignado, alentando a ir por el cristal rosa.
Ella solo lo escuchaba, aumentando su ira de poco a poco y Katherine lo estaba notando.
- ¿Mavis? -pregunta la mujer preocupada pero confundida.
- ¿dejarás que tu padre te tome el pelo como lo hizo cuando te dejo ir a un falso pueblo cerca del hotel? ¿Cómo lo hizo en tu fiesta de 118 años al mentirte por años? -pregunta el demonio, ordenandole que haga algo útil en su vida.
La vampira seguía cubriendo su cara, gruñendo por la ira que sentía mientras saca las garras.
Frederick y el chico de cabello café tambien se percataron de lo que ocurría, alarmando mucho a este último.
- ¡¡no dejes que te manipule, tu eres mas fuerte que el!! -le grita Jonathan, algo que confunde mucho a Katherine y a su padre.
-todas estas personas te están dejando de lado a pesar de tu verdadero potencial. -dice Freddy seriamente. -¿dejarás que todos esos insultos y malos comentarios sigan consumiendo tu mente sin poder hacer nada al respecto?
La vampira solo daba fuertes y agitadas respiraciones.
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Técnicas de relajación y mindfulness para mejorar la calidad de vida
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Si estás buscando una manera de lidiar con el estrés constante en el que vivimos en la actualidad. Creemos que estas técnicas de relajación y mindfulness para mejorar la calidad de vida pueden ayudarte a calmar y controlar los síntomas que la ansiedad produce en nuestra mente y cuerpo.
¿Qué es mindfulness?
El mindfulness o atención plena se trata de una práctica en la que las personas se vuelven más conscientes, y prestan atención deliberadamente al momento presente, sin hacer juicios ni querer cambiar. Es estar en el ahora, y no pensando en el pasado ni en el futuro.
El mindfulness requiere de estar más consciente de los estímulos sensoriales, como la respiración. Y su objetivo es conseguir un profundo estado de conciencia. Más que sólo una técnica, el mindfulness se considera una filosofía de vida.
El mindfulness se trata de:
Concentrarse en el presente a propósito.
Mostrarse abierto y consciente a las sensaciones que está experimentando.
Aceptar la situación tal cual como sucede.
No querer controlar todo lo que sucede.
Vivir la experiencia sin juzgar.
Técnicas de relajación para mejorar la calidad de vida
A menudo pueden confundirse, pero las técnicas de relajación no son la de mindfulness. Aunque con la atención plena se pueda llegar en muchos casos a la relajación.
Hablaremos primero de algunas técnicas de relajación.
Relajación progresiva
Es una técnica de relajación de los músculos de forma progresiva, en la que conscientemente se tensa un músculo y luego se relaja.
Visualización
Se trata de imaginar objetos, lugares, situaciones que se asocien con la relajación, la tranquilidad y la calma para buscar tener una sensación de paz.
Ejercicios de respiración
Para lograr un estado de relajación se utiliza la respiración profunda desde el abdomen. Inhalando por la nariz y exhalando por la boca buscando que el abdomen inferior suba y baje.
Técnicas de mindfulness para mejorar la calidad de vida
Como expertos, en el centro psicológico Lima recomendamos estos tres métodos para practicar mindfulness:
Técnicas de respiración
En el mindfulness se practica la respiración consciente utilizando el diafragma, en lugar de respirar de forma superficial como lo hacemos normalmente. Prestando mucha atención a la manera como entra y sale el aire de nuestro cuerpo
El body scan o escaneo corporal
Busca concentrarse en las sensaciones del cuerpo mientras se recorren todas las partes del cuerpo de manera mental, yendo desde los pies hasta la cabeza o viceversa. Se intenta no juzgar ninguna de las sensaciones, aunque no sean agradables.
Desayuno mindfulness
La función de esta práctica es prestar atención a los alimentos que se eligen para la primera comida del día, de modo que se disfrute el momento. Se trata de estar totalmente presente en el momento sin elementos distractores como el celular o la televisión, tratando de disfrutar de los olores, sabores y texturas de cada alimento.
Estas técnicas de relajación y mindfulness para mejorar la calidad de vida sirven para ayudar a la persona a calmar y liberar la tensión por sí misma.
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Objeto con propósito de vida:
Fanny es un ventilador de pie con más de cinco años de vida, lleva tres años haciendo lo que más le gusta: refrescar a las personas en días calurosos. Anteriormente Fanny estaba muy triste encerrada en una caja del supermercado, tenía pocas esperanzas de que la compraran porque estaba en uno de los lugares más alejados de la tienda, pero un día caluroso de marzo una familia integrada por cinco personas la encontraron.
En cuanto salió de la tienda su existencia se llenó de esperanza y agradecimiento, porque al fin podría cumplir con su deber y su propósito.
Fue situada exactamente en la sala de estar y cuando fue encendida por primera vez sus aspas y su motor tardaron un par de segundos en reaccionar, tuvo cierta preocupación pero cuando vió a esas cinco personas sonreír por el aire frío que emanaba sintió felicidad.
Fanny es un ventilador que ha visto y acompañado a la familia en buenos y malos momentos. Cuando todos están irritados por el calor del día, el encender su motor puede calmar esa tensión. Estuvo cuando un integrante de la familia pasó su examen de admisión a la universidad y todos se alegraron, estuvo en la pérdida de su primera mascota y todos lloraron por la tristeza.
Fanny entiende que hay días que no es necesario que esté encendida porque el calor no es tan intenso, en esos momentos puede tomar un pequeño descanso para que cuando la necesiten pueda hacer bien su trabajo.
En su guía de uso menciona que un ventilador sólo tiene una vida útil de al menos 15 años, por lo que todavía quedarían al menos 10 años de uso y eso no le parece triste, al contrario, está tranquila y feliz sabiendo que aún tiene tiempo para seguir cumpliendo con su trabajo y para seguir acompañando a la familia cuando la necesiten.
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