#Mujeres malabaristas
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08 de septiembre, 2024.
La primera vez que la vi
pensé en los campos de mi niñez
y me asaltó el recuerdo extraño
entre feliz y melancólico
de mi primer amor.
Sus ojos parecían decirme:
«Soy tan imperfecta»
y yo quería acercarme, decirle:
demasiado imperfecta
como para no amarte.
Pero ella odiaba
las frases trilladas
Las detestaba
como a las frases geniales.
A los malabaristas de palabras
A los que jugaban a entenderla
hablando ellos solos
consigo mismos.
Cada invento, vulgar o pretencioso
le resultaba un fastidio
Cada recurrir a intentar persuadirla
de su malhumor
era una derrota clara.
Por eso me guardé las palabras
Conocerla era escucharla
Intentar llegar a ella era posible
solo a través del silencio.
No siempre encuentra uno la dicha
en un ave oscura y solitaria
quien por voluntad propia
sucumbe al amor en silencio
Ella estaba cansada de promesas.
Pero una noche volví a casa
con la imagen de su rostro desencajado en mi cabeza, y desde entonces
no abandoné la idea de que,
aun cuando ella era hermosa,
alguien le había hecho creer lo contrario.
Y era como si sus ojos,
grandes y tan tristes, me dijesen:
«Debes estar loco
como para querer amar
a alguien como yo».
De cierto modo lo estaba
Desde hacía un tiempo atrás
el potencial de sus errores
se había convertido en el impulso
que disparó el amor.
No me interesaba su carne
Me había enloquecido
el hecho de que ella no procurara
hacer nada por agradarme
No había algo implícito
que albergara dudas.
Y la quise así, conmigo:
tan cansada, tan escéptica
tan errónea, tan distante
A veces triste, a veces
un ave ya sin color.
Y sin embargo, otras veces,
era simplemente una mujer
con exceso de amor y de miedos
y las palabras le salían
exageradamente
para luego volver a ese
silencio incómodo
del que no iba a escapar
sino cuando se daban solo
los milagros del buen humor.
Había que levantar
una casa del árbol
para ella en ese lugar seguro
de las promesas que
solo se sellan con las miradas.
Había que aprender
a caminar con ella
Había que empezar por decirle
que yo no estaba dispuesto
a cambiarle absolutamente nada.
La quería así,
libre y con la esencia
dichosa de sus errores,
porque esos errores no hacían
más que embellecer
el inapagable fuego
que era ser ella misma.
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e estado escuchando las cosas que me gritan y ahora entiendo lo del cuchillo y la huella, la pintana. la historia es asi en el mes de octubre de 2018 cuando tenia 19 años me fui de la casa de nuevo y me fui a san miguel por que era un lugar que me gustaba (vivi 6 meses en av lazio) yo limpiaba parabrisas en departa con panamericana y macheteaba afuera del santa isabel iba todos los dias y despues dormia serca de granavenida, ahi en el semaforo conoci al tazmania un malabarista que jugaba con clavas y una pelota de futbol con el loco en el dia nos tomabamos una botella mientras trabajabamos, el me contaba que era rapero y era adicto a la pasta, yo al alcohol aveces el fin de semana el compraba su pasta y yo me compraba una roca de falopa, un dia creo que un poco antes de noviembre como a las 11 o 12 de la noche tenia ganas de drogarme y le dije al tasmania que tenia 10 lucas, el se puso todo hapy y partimos a comprar la droga primero fuimos ala poblacion sta adriana, yo lo seguia por que el tenia la pipa y las manos (yo no conozco mas abajo de san miguel), de ahi el tasmania me dijo que en otras partes tenia mejores manos de pasta y yo accedi a seguirlo tomamos la micro y fumamos en la cisterna en el bosque en lugares que el conocia de ahi fuimos a un lugar que el le decia la isla que era como un lugar con pasto atras de la copec y en el que en una cosa de metal habia un grafiti con el numero del paradero 54/7 o algo asi, que era el mismo tatuaje que tenia el tazmania en el brazo, el me lo mostro, ahi nos fumamos y llega una paca que saluda al tazmania, el me dijo que era una paca brigida de la pintana en eso de que estoy volao el tazmania me dice que hay una cosa en el suelo en el pasto y yo voy y la recojo, era un cuchillo, yo lo suelto y lo dejo ahi mismo y el tazmania se rie y me sicosea con la huella, de ahi partimos a otra direccion en el que tazmania me dice que hay otras manos wenas de pasta, fumamos hasta que salio el sol y nos ponemos a plumillar en un semaforo de la pintana y de ahi volvemos a san miguel, ese dia me dormi como a las 12 de la noche en un cajero en gran avenida, pero nunca nos separamos solo fumabamos y hablabamos weas.
esa es la unica y ultima vez que estuve en la pintana, de ahi estuve como 1 semana mas en san migue y me fui a viña, el tasmania puede corroborar mi verdad.
es una confesión de que yo NO lo hice solo estuve en el lugar incorrecto
yo sali a la calle a los 18 años era un cachorro, chicha joven, yo macheteaba limpiaba parabrisas, vendia artesania, respetaba los codigos, nunca podria asaltar a una mujer y violarla
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Un muerto en el placard
Todos tenemos siempre algo que ocultar, como dice el dicho: "todos tenemos un muerto en el placard". Y es importante conocer tus debilidades para controlarlas o limitarlas.
Yo, entre tantos muertos que guardo en mi placard, oculto mi volcán, pero a veces se nota y asoma. Y eso causa confusión y alboroto en muchas personas; incluso, hasta llegan a mal interpretarme y asociarme con la conducta de ciertas mujeres con las cuales no comparto su forma de vida. Y muchas veces, los conspiradores trabajan con la imagen, la apariencia.
¿Se acuerdan de ese programa titulado "Los simuladores"? Se trataba de tres hombres que trabajaban para ayudar a las personas por un precio a lograr sus objetivos. Y para ello, actuaban en la vida real, haciéndole creer a la gente que lo que ella vivía era cierto.
Por eso, cuando otros conocen tus debilidades, trabajan sobre ellas y les hacen creer a otras personas que tú eres una clase de mujer que en realidad no eres. O pintan de malvado a las mejores personas, por ejemplo.
Yo me río porque en realidad mi volcán es la pasión que yo llevo dentro cuando amo a un hombre, que la desplego solo con él; pero no cualquier hombre está capacitado para entender mi naturaleza y su mente divaga entre una multitud de disparates imaginarios. Yo soy una mujer común, como cualquiera, pero mi sentimiento es fuerte. Y me río cuando un hombre que me gusta se hace el guapo, el fuerte, el que lo sabe todo y ve mi volcán inactivo. Y piensa que se va a encontrar con un iceberg como el que se ve en la película El Titanic. Por lo tanto, me río sola, porque digo: "si pensás que me voy a sorprender por ese fuego que demostrás, te digo que te vas a llevar una sorpresa. Cuando vos encendés el horno, yo ya dominé el fuego como los malabaristas en el circo, ja, ja, ja".
¿Nunca fuiste al circo? El domador ve al tigre que ruge y no siente miedo; pega con el látigo en el piso y le hace entender quién manda en el juego. El tigre que podría devorarlo se mantiene ahí, sentado sobre la silla. Así también, el malabarista camina sobre una soga, mientras hace girar enormes bolas de fuego con sus manos. Y el público se sorprende, pero para él es normal. Y a mí me pasa que cuando controlo mi volcán y no lo muestro, sino que exhibo una imagen contraria a mi naturaleza, el hombre que se cree un tigre me hace reír, porque sé que en casa le espera el látigo y que va a terminar manso como un gatito.
¿Y puede el malabarista asustarse de los rugidos del tigre o del león, cuando en realidad el control está en sus manos? Y camina dentro de la jaula, con el látigo en la mano, observando al pobre animal, que se cree fuerte. Así soy yo, observo esas pequeñas fogatas que exhiben, como rugidos del león. Y cuando te encuentres con la lava de mi volcán, te vas a convertir en un gato domesticado.
Claro, pero eso no lo vas a ver ni conocer jamás, porque todos tenemos siempre algo para ocultar.
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Mujeres malabaristas capaces de lograr hacer malabares con 7 clavas.
Aquí esta una recopilación de videos que encontré en internet. Quise hacer este especial para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Si conocen más videos donde aparezcan mujeres haciendo malabares con 7 clavas, puedes comentar este video, me gustaría saber más al respecto. Espero lo disfruten.
El video principal es donde aparece cada una haciendo malabares con 7 clavas. Dejaré el link de sus canales de YouTube y algunas páginas web de ellas.
Svetlana Zueva
Una malabarista extraordinaria. Nació en Moscú, Rusia. Su entrenador fue Yuriy Podznyakov. Espera muy pronto mi entrevista con Svetlana en eJuggle.org.
youtube
Su canal de Youtube: (dar click).
https://www.youtube.com/channel/UCxk0HyBhnz6EkL00ohH4fQg
Diana Gracheva.
Es una mujer muy joven y muy talentosa. Con 20 años puede hacer cosas muy increíbles. Si no has leído la entrevista que tuve con ella, la puedes ver aquí:
https://estebanvelezjuggler.tumblr.com/tagged/Entrevista-a-Diana-Gracheva-Stepanova
youtube
Su canal de Youtube: (dar click).
https://www.youtube.com/channel/UCRcFLufGxYwcp6Wv2zuiBrQ
Aleksandra Semeniuta
Estudio en la Escuela de Circo y variedades en Kiev, Ucrania. Su acto de tan solo 4 minutos ha asombrado a muchos malabaristas y espectadores no malabaristas. Su entrenador es Yuriy Pozdnyakov.
youtube
Su canal de Youtube: (dar click).
https://www.youtube.com/channel/UC1HfwmCFA9HN7BGpTRi8r6w
Françoise Rochais
Comienza a hacer malabares a la edad de 8 años. Su profesor fue un profesional, quien le enseñó en el año 1982. Empezó a practicar malabares por un pasatiempo pero poco a poco se convirtió en un estilo de vida. Descubrió que esto sería así al presentarse en un programa de televisión en Australia. Desde ahí comenzó su carrera ganando premios, participando en festivales de circo etc. (Video de 7 clavas en forma de flores, dar click)
https://www.facebook.com/francoise.rochais/videos/10200261066760687/?hc_ref=ARSgHhMd7TCISGMhFrEtrwFR3ouz7NU3k2_1AntmQE-H8iE9VCd14nkfpBATqE8aHRo&hc_location=group
Su pagina web: http://www.francoiserochais.com/
Su canal de Youtube: (dar click).
https://www.youtube.com/channel/UCgPWZ2mYDXPslWQsBLI3A9Q
Yulia Gerasimov.
Viene de la familia de circo Los Gerasimov. Su hermano es el gran malabarista Nikolai Gerasimov. Hay muy pocos datos sobre ella, pero solo hace falta ver una de sus presentaciones para darse cuenta del gran talento que tiene.
youtube
Carol Rigoletto
Es la hija de una trapecista y un payaso de circo. Es de la cuarta generación de la familia Rigoletto. A los 14 años debuto en el Spacial Circus con un acto de malabarismo y desde ahí comenzó su carrera.
Ella ha logrado hacer un flash de 7 clavas. Su felicidad en el video es contagiosa.
Nunca ha dejado de entrenar. Ha viajado a muchos países con presentaciones, asistiendo a festivales de circo etc.
youtube
Su canal de Youtube: (dar click).
https://www.youtube.com/channel/UCQ1IN_ORMp4EiL28Ve-Y53g
Delaney bayles
Es una malabarista muy joven. Ha participado en la WJF (Federación Internacional de Malabaristas) en el 2013 y 2016.
Ha podido hacer malabares con 9 pelotas. Estuvo en el Top de los mejores malabaristas de séptimo lugar.
Su canal de YouTube es genial. Tiene videos para entretenerse y asombrarse de todo el talento que tiene esta mujer. (dar click en el link)
https://www.youtube.com/watch?v=7wq1sPJjZ4o&t=119s
Su canal de Youtube: (dar click).
https://www.youtube.com/channel/UCXOdBwCYZpEaXxWLi1RRN9Q
Olga Galchenko
Nació en Penza, Rusia. Hermana del gran malabarista Vova Galchenko. Comenzó a entrenar malabares desde muy pequeña. Gracias a su padre, los hermanos Galchenko comenzaron sus presentaciones en el año 2001, y así, los hermanos fueron ganando premios y competencias en cualquier lugar al que iban. (dar click en el link)
https://www.youtube.com/watch?v=lFZz6C6u5pY
Su canal de Youtube: (dar click).
https://www.youtube.com/user/olgagalchenko
Espero les haya gustado mi investigación. Si conoces mas de este tipo de material, puedes comentar tu aporte o contactame y hablar de ello.
¡¡¡¡¡¡¡¡Feliz dia de la Mujer!!!!!!!
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Una mujer empoderada es virtuosa de paz y seguridad.
https://instagram.com/andreabetsi?utm_medium=copy_link
#photography#photooftheday#fotografia#mis fotos#mujer#malabarista#my photos#photoart#cartago#photo edit
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🤡🍭🤹♂️
QUERÍA HACER UN HOMBRE PERO HMMMMMMMMM ME SALIO UNA MUJER MÁS BONITA 👉👈💕💕💗💖💗💟💗💟💟💝💟💝💟💝💝💟💞💞💞💕💕💖💖💗💟💟💝💟💟💝💟💝💞💞💗
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El sacerdote escuchó atento. «Ya veo… Sí, he oído del desasosiego que embarga a nuestros intelectuales en estos tiempos, que los hay que aseguran haber visto a Dios o que se les ha aparecido Buda, y quienes declaran ser el mismo Salvador… Están incluso los de la secta Viento Divino en Kumamoto que recientemente protagonizaron algaradas por motivos religiosos. En cualquier caso, son cuestiones de elevada disquisición y debate, que no atañen a estas cosas que guardamos los sacerdotes… los ídolos.» Miró hacia el pequeño altar y continuó: «Una efigie de noble hechura es considerada en el siglo una obra de arte, un ejemplo escultórico. Quizá, como dice, el budismo florecerá en el futuro. ¿Pero qué será de los ídolos? ¿Qué hacemos con ellos? Si todos nos convertimos en rectos creyentes, ¿qué será de los que dicen venerar la imagen de Buda? Ahí está el punto crítico. Desde luego agradecemos que, como usted hace, se diferencie entre religión e idolatría… Yo creí que usted consideraba las imágenes como obras de arte, por eso le invité a dar una vuelta…»
«Pero ¿cómo podríamos prescindir de las imágenes? —replicó el viajero—. Sin ellas ¿en qué podríamos creer? Su error, monseñor, es llamarlas ídolos. Cada uno tiene su nombre. Shaka, Monju, Fugen, Seishi, Kannon. Todos tienen nombre propio. Lo mismo ocurre con las personas; si nos son extraños, no significan nada para nosotros. Pero póngales nombre. Con un nombre un ser humano se convierte en padre, madre, hermano o hermana. Y entonces: ¿seguiría tratándolos como a extraños? Es lo mismo con las imágenes. Si no son más que eso, no nos dicen nada. Pero la que preside este templo es Kannon —señaló a la nave mayor—, así que creemos en ella ¿no? Puede afirmarse con razón que una estatua tallada no es más que madera, metal o barro, decorada con oro, plata y piedras preciosas. Pero ¿y una persona? Piel, sangre, carne, los cinco órganos, las seis facultades, júntelo todo, vístalo y ahí tiene. Nunca olvide, monseñor, que incluso la más bella mujer no es más que eso.»
Miró al sacerdote a los ojos: «Me dirá que las personas tienen alma y las imágenes no. Pero, monseñor, justamente es nuestra noción del alma la que nos hace perder la vía o encontrarla, sentir zozobra o alcanzar la paz. Venerar es creer. ¿Se puede tirar con arco sin un blanco? Hasta los saltimbanquis y malabaristas tienen que aprender. Así que, a los que afirman que no necesitan imágenes, les pregunto: ¿basta anhelar a tu amada, amar y penar por alguien sin contemplar estar jamás en su presencia? ¿no verla nunca? ¿puede ser tal cosa? ¿Y si llegas a hablarle, no querrás tocar su mano? Y tocando su mano ¿te conformarías sin compartir un mismo lecho? Pregúnteles eso.
»La verdad es que uno desea abrazar al objeto de su amor aunque sólo sea en sueños. Vamos a ver. ¿No desearía ver a las divinidades, aunque no fuera más que una ilusión? Shaka, Monju, Fugen, Seishi, Kannon. Dígame que no tiene nada que agradecer a sus imágenes.»
El rostro del sacerdote se animó y sus ojos brillaron hasta el punto que el viajero podía casi contar las puntas de barba en torno a su boca: «Bien dicho. Interesante en extremo».
Izumi Kyōka
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¿Quién es MAMI?
"MAMI es esa señora que lleva en el bolso un pañuelo con mis mocos, un paquete de fotos desde cuando tenía 2 meses, dulces, botiquín de emergencia.
MAMI es ese cohete tan rápido que va por casa disparado y que está en todas partes al mismo tiempo.
MAMI es esa malabarista que pone la lavadora con el abrigo puesto mientras le abre la puerta al gato con la otra, sosteniendo el correo con la barbilla y apartándome del cubo de basura con el pie.
MAMI es esa maga que puede hacer desaparecer lágrimas con un beso.
MAMI es esa campeona de atletismo capaz de llegar en décimas de segundo de 0 a 100 para evitar que me caiga por las escaleras.
MAMI es esa heroína que vence siempre a mis pesadillas con una caricia.
MAMI es esa señora con el pelo de dos colores, que dice que en cuanto tenga otro huequito, sólo otro, va a la pelu.
MAMI es ese cuentacuentos que lee e inventa las historias más divertidas sólo para mí.
MAMI es esa cheff que es capaz de hacerme una cena riquísima con dos tonterías que quedaban en la nevera porque se le olvidó comprar, aunque se quede ella sin cenar.
MAMI es ese médico que sabe con sólo mirarme si tengo fiebre, cuánta, y lo que tiene que hacer.
MAMI es esa economista capaz de ponerse la ropa de hace cientos de años para que yo vaya bien guapo.
MAMI es esa cantante que todas las noches canta la canción más dulce mientras me acuna un ratito.
MAMI es esa payasa que hace que me tronche de risa con solo mover la cara.
MAMI es esa sonámbula que puede levantarse dormida a las 4 de la mañana, mirar si me he hecho pis, cambiarme el pañal, darme jarabe para la tos, un poco de agua, ponerme el chupete, todo a oscuras y sin despertarse.
MAMI es aquella mujer que jamás se dió cuenta que envejecía por ver a sus hijos realizarse, llorando de noche porque ya tienen alas y dentro de poco dejarán el nido para buscar otro, y de día sonríe por ver que los hijos no tengan remordimientos en dejarla porque ella se siente feliz"..
Desconozco el autor.
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Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.
Los Versos de Lope de Vega habla sobre el Amor una de las fuerzas mas poderosas de la creación, en su nombre se han escrito las historias mas grandes del mundo. Muchas veces acaban bien pero también hay veces que acaban mal, llegando incluso a la muerte de los enamorados. Muchas veces estos amantes eternos se encuentran entre las leyendas, la historia o en las obras literarias. Unos de estos eternos enamorados tiene las tres cosas y su historia hace que la ciudad que vivió estos amores vuelva atrás en el tiempo. Los Amantes de Teruel.
Me voy a poner mi traje de Juglar para contaros la historia de estos amores del siglo XIII.
Al haber varias versiones de la leyenda, cogeré un poco de cada una, al fin y al cabo, la historia es la misma y acaba igual.
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Oír la historia amorosa
mas sublime y verdadera,
y ocurrió en tiempos lejanos
y que todos la recuerdan.
Fue en la ciudad de Teruel
de la patria aragonesa,
y a la poco de conquistarlas
a las gentes agarenas.
Fue en el 1212 de nuestra cristiana era,
lucia Teruel hermoso,
con su corona de almenas
sus nobiliarios palacios
y esplendor de 9 iglesias.
Dos jóvenes allí había,
vástagos de la nobleza
El se llamaba Juan Diego,
Isabel llamara ella,
de los Marcilla el Galán,
de los Segura la Bella.
(Romance del Ciego)
Dejo aquí el romancero y vuelvo a la escritura normal, que la escritura en verso es un poco difícil.
Isabel y Diego se conocían desde niños, la amistad se convirtió en amor y decidieron unir sus vidas en matrimonio. Diego aunque era de familia Noble era el segundo hijo de los Marcilla, no heredaría ni título, tierras o riquezas. Cuando fue a pedir la mano de Isabel a su padre este era reacio al matrimonio. Por presión de los enamorados accedió a que se casaran, pero puso unas condiciones, un plazo de 5 años para que Diego consiguiera fortuna para que su hija Isabel tuviera la vida que se merece. El enamorado acepto la condición del padre de su amada, sabia que la forma mas rápida para conseguir fortuna y fama era la guerra. Por suerte para el, tambores de Guerra sonaban, el Rey Pedro II llamaba a sus mesnadas para ir a la cruzada junto al rey de Castilla y el de Navarra hacia Al Andalus.
Diego velo sus armas en la iglesia de San Pedro de Teruel convirtiéndose en Caballero, antes de la partida visito a Isabel y los 2 se prometieron amor eterno, ella le prometió que le esperaría y que le seria fiel, el, que volvería y que traería fortuna. Una amiga de ambos de ascendencia Mora y que sabía leer el futuro, les dijo el destino de ambos, esta les dijo que Diego alcanzaría fama y fortuna, y su retorno a Teruel, que Isabel se convertiría en la mas hermosa joven, y que el amor de ambos seria eterno, pero algo vio que no les dijo a los amantes.
Diego le pidió a Isabel un beso, aunque esta quería, por intercesión de su Ama se lo tuvo que negar. Pero le prometió para cuando volviera le daría el beso que les uniria para siempre. Desde la torre de San Martin, Isabel vio partir a su enamorado, desde la distancia se vieron por última vez, hasta dentro de 5 años.
Los años pasaron e Isabel espero a su enamorado. El tiempo de espera hace que Isabel de Segura se convierta en la doncella mas bella de todo Teruel y alrededores, recibe propuestas de matrimonio de señores principales, pero esta es firme en su promesa a Diego.
A los pocos días de cumplirse el plazo marcado por el padre de Isabel, un rumor se adueño de las calles de Teruel, Diego de Marcilla había muerto. Isabel no creía en esos rumores, pero su padre si. Desde hacía tiempo recibía ofertas de matrimonio de Pedro de Azagra hombre muy rico, y hermano del señor de Albarracín, algunas malas lenguas decían que los hombres de Azagra habían iniciado los rumores de la muerte de Marcilla. Isabel era reacia y se oponía a la boda con Don Pedro, ella quería esperar hasta el último día del plazo fijado, pero su padre no, por presión de este fue empujada y entregada a Pedro de Azagra. Isabel, se resistió todo lo que pudo al casamiento. En el momento de la boda del “si alguien tiene algo que objetar” una voz sonó en la Catedral, el hermano pequeño de Diego recordó a Isabel la promesa que le hizo a su hermano, y le recordó que el plazo expiraba al día siguiente, los secuaces del novio sacaron al niño de la catedral, pero un arrepentimiento nació en el corazón de Isabel.
Jamás se había visto en Teruel tantos festejos por una boda, Invitados ilustres llegan a la ciudad, el Rey Niño Jaime I y su protector el Gran Maestre Templario Guillem de Montredon, un nuncio papal avalo la ceremonia, el cortejo nupcial recorre las calles de la ciudad, flores son arrojadas a la pareja a su paso, 3 días duraran los festejos por las bodas de Isabel de Segura y don Pedro de Azagra. Malabaristas, torneos, un toro nupcial, grandes banquetes se sucederán.
La tarde del segundo día de festejos llegaron rumores de que un ejercito llegaba a la ciudad. Con los últimos rayos del sol, ese ejercito que se acercaba a Teruel entro en la ciudad por la puerta de Daroca, cercana a la torre de San Martin. No eran enemigos sino amigos, los Almogávares, las tropas de elite de la Corona de Aragón. Los soldados se unieron a la fiesta en la taberna mas cercana, después de arduas batallas un vaso de vino y unos muslos calientes es lo que mas se desea. La vanguardia de estos soldados comenta que su capitán es de Teruel, que vuelve para reencontrarse con su amada, que había partido para conseguir fama y fortuna en un plazo de 5 años, el posadero y sus parroquianos empiezan a atar cabos. En esos momentos la retaguardia del ejercito entra a la ciudad, entre ellos su capitán, Galán Altivo, fornido por los años de lucha, vestido con las mejores galas y montado en un hermoso corcel Andaluz. El posadero y sus parroquianos ven lo que se imaginaban, el capitán de la hueste es Diego de Marcilla, se miran y empiezan a intuir que esto acabara mal.
Diego, a combatido a los musulmanes, a luchado en las Navas de Tolosa, casi es muerto en Muret, ha hecho incursiones que le han granjeado fama y riquezas. Esta feliz por su vuelta a casa y el reencuentro de su amor, pero la noticia de la boda de su amada le llega y una furia descontrolada se adueña de él, es detenido, pero cuando es llevado a prisión su padre y su hermano mayor lo ven y lo liberan de su futuro cautiverio, ser uno de los 9 alcaldes de la ciudad es lo que tiene. El reencuntro de los Marcilla es agridulce, los besos y llantos de una madre que se reencuentra con su hijo, los hermanos pequeños que conocen a su hermano mayor, el padre que se siente mal por no defender los intereses de su hijo mediano. Diego insiste en ver a Isabel a lo que sus padres le instan a que no vaya, que es una mujer casada, pero este desiste del ruego familiar, gracias a la ayuda de su hermana menor Diego sabe la nueva casa de Isabel, en la Plaza del Torico. Diego se dirige a la nueva casa de Isabel, la madre de Diego intuye que puede que nunca vuelva a ver a su hijo.
Isabel ya esposa de Don pedro de Azagra se ha retirado de los festejos, quiere estar sola, su ama la consuela. En ese momento una criada llama a la alcoba de su señora, un visitante inesperado insiste en ver a Doña Isabel, esta acede a ir a ver a ese visitante inesperado, seguro que es otro amigo de su marido que va a felicitarla. La sorpresa es mayúscula al abrir la puerta, el visitante es su amado, Diego. Los jóvenes se abrazan apasionadamente. Mucho que contarse y tan poco tiempo. El le comenta la sangre el sudor y lagrimas que ha vertido, pero una constante le guiaba, su amor por Isabel. Ella le dice que le ha esperado, que siempre le a amado, pero que las mujeres también tienen honor, y que sus padres le insistieron a casarse al saber de la noticia de su muerte. Diego acede a que Isabel no será suya, le dice que se ira de Teruel no volverá a verla nunca más, lo único que le pide es un beso, aquel que le prometió 5 años atrás, un beso que recuerde su pasión hasta que Dios lo llame. Isabel, aunque lo desea con todas sus fuerzas se lo niega, le recuerda que es una mujer casada, le dice que las mujeres también tienen honor. Diego se lo suplica ese beso a su amada. Cuando parece que Isabel acede, esta recula, entonces Diego empieza a sufrir de un mal en el pecho, la ama de Isabel le saca de la casa pues Don Pedro de Azagra esta llegando.
Cuando el marido llega a la habitación donde esta Isabel le pregunta que le pasa, esta le dice que ha tenido un mal sueño. Su marido le dice que si se lo cuenta sus malos sueños desaparecerán, Isabel acede a contárselo. Le cuenta que sueña con un hombre que vuelve de la guerra, a por una mujer que le había prometido amor eterno, pero a su regreso ella esta casada. Azagra le consuela diciendo que es una historia triste, pero más común de lo que parece, preguntando a su mujer si el hombre soñado calmaría venganza. Isabel le dice que no, que tan solo quería un beso. Azagra se ríe y se sorprende. Isabel le dice que la mujer de su “sueño” no se lo entrega ya que es mujer casada, que se debía a su esposo, Azagra le dice que la mujer de su “sueño” es una mujer ingrata, que un beso en una historia como esa no tiene ninguna importancia, un hombre que vuelve de la guerra y solo pide un beso, esa mujer merece el infierno. Mientras Azagra ríe por el sueño de su esposa, Isabel al escuchar lo que ha dicho su marido rompe a llorar, Pedro de Azagra conduce a Isabel a su alcoba para que esta pueda descansar en paz, diciéndole que ese sueño poco o nada tiene que ver con ellos.
Mientras tanto fuera de la casa el hermano de Diego, su escudero y la amiga “vidente” que años atrás leyera el destino de la pareja, esperaban a la salida de Diego de la casa del de Azagra, una puerta se abrió por las cocinas y una persona salía de ella dando tumbos. Cuando se acercó a la luz de un candil le vieron, era Diego, se acercaron a el preocupados y le vieron pálido casi muerto. Le preguntaron que había pasado, si le habían herido o hecho sangre a lo que este contesto que no, que nadie le toco un pelo, diciendo: “Heridas tiene el amor que nuestros ojos no ven. Ni en contienda ni en batalla, en casa, en Teruel, a las puertas del cielo. No culpéis a nadie de mi muerte, es mal del alma, esta alma mía es más débil de lo que pensaba. Adiós Teruel”. y dicho esto callo al suelo. El hermano y el escudero se asustaron y fueron a socorrerle, pero vieron que no respiraba, estaba muerto. La amiga vidente recordó lo que vio en el destino 5 años atrás, muerte.
Aunque era de noche la noticia de la vuelta de Diego de Marcilla y su verdadera muerte empezó a correr de boca en boca por las calles de Teruel, a la mañana siguiente la ciudad entera conocía la noticia. Las campanas de la catedral que dos días atrás llamaban a bodas ahora llaman a muerte. El cortejo fúnebre sale de la casa de los Marcilla en dirección a la catedral, pasan por la plaza del Tórico, lugar donde mora ahora Isabel, esta ve desde el balcón a su enamorado, llorando porque nunca más volverá a verlo y arrepentida por ese beso que no le dio.
Los compañeros de armas de Diego llevan su caballo, antes altivo, ahora sumiso y sin su jinete. En señal de duelo, corren sus armas por el suelo, rompiendo el escudo de su capitán caído por amor, los tambores suenan con un paso fúnebre, los fieros almogávares no gritan ahora por la batalla sino por la perdida de su capitán. En la Catedral las gentes de Teruel tanto nobles como plebeyos lloran y gritan por la pérdida de su vecino, los padres de Diego desconsolados por la trágica muerte de su hijo presiden la ceremonia.
De repente, las puertas de la catedral se abren de par en par, una figura encapuchada y a contra luz se adentra en el templo y se dirige al pasillo central. Se acerca al féretro del difunto, sus pasos son decididos, pero a la vez con temor, las gentes se empiezan a preguntar quien es esa persona. La misteriosa figura llega hasta el altar. Se quita la capucha. Un silencio ensordecedor casi eternos seguidos de unos cuchicheos se adueña de la gente. Es Isabel. ¿Qué hace allí? Una pequeña trifulca se produce en el altar, los padres de ella le preguntan que hace allí, los compañeros de Diego le recriminan su actitud. Una voz se alza en el templo, la madre de Diego de Marcilla, les dicen que se callen, que tiene el mismo derecho o mas a despedirse. Isabel se termina de quitar la capucha que le cubría, lleva el mismo vestido de bodas que 2 días atrás llevara, esto hace que los murmullos se adueñen del lugar. Isabel llega al féretro de su amado Diego, llora ante el, se acerca a su oído a decirle algo, y acto seguido le da el apasionado beso que en vida no le dio. Todos en la catedral se asombran por tal acto. Isabel se yergue, su cara no es de tristeza, una sonrisa de enamorada le recorre la cara, da unas bocanadas de aire y se desploma sobre su amado muerto.
Los allí presentes se asustan por el desmallo de la joven, sus padres van a socorrerla, pero al ver que no reacciona se dan cuenta, Isabel de Segura a muerto. Nuevos gritos de dolor se adueñan de la catedral. El señor de Albarracín dice de enterrar a Isabel en Santa María de Albarracín, en la cripta familiar de los Azagra. Un NOOOOOOOO rotundo suena en el lugar, es Don Pedro de Azagra el viudo de Isabel. Entre sollozos apelaba a su condición de marido y señor de Isabel, admitiendo de que ella nunca fue suya sino de Diego, quitándose su anillo de casado se lo puso al verdadero amor. Rogando de que nadie separe la unión, negando de que fuera enterrada en Albarracín, sino alado de su amado Diego de Marcilla.
Viendo tal escena los habitantes de Teruel hicieron un boto común de enterrar juntos a los enamorados y de nunca separarlos. Los caballeros Templarios y los caballeros hospitalarios llevaron los cuerpos hasta la iglesia de San Pedro, durante el trayecto los vecinos les arrojaban flores. Al llegar a la Iglesia, antes de enterrarlos juntos, el párroco que vio crecer a los dos jóvenes los casaba para que al menos en el reino de Dios sean marido y mujer ya que en el reino de los hombres solo pudieron ser LOS AMANTES DE TERUEL.
“Yo, Domingo de Celadas, juez electo de esta villa, me veo en la obligación de narrar los hechos aquí ocurridos, hoy 17 de Febrero del año del señor de 1217 . Igual que naramos las pestes, las batallas, bien esta que narremos los amores de Don Diego de Marcilla y Doña Isabel de Segura. Historia mas verdadera que ninguna otra. Escribano, preguntar a los presentes, completar la historia, para que la conozcan las siguientes generaciones. Y vosotros levantar un único sepulcro para que guarden los cuerpos de estos 2 enamorados y que permanezcan juntos, como esposos, que es lo que siempre han sido.”
Enamorados del mundo
Amantes sobre la Tierra
En Teruel alzo el amor un templo
En que se veneran
Las momias de 2 amantes
Que cual ejemplo presentan
Venir a renovar
Esos lazos que os estrechan
Que el Amor
Se siente vivo
Mas allá de la existencia.
(Romance del Ciego)
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En el siglo XVI en unas obras en la capilla de San Cosme y San Damián en la iglesia de San Pedro, se descubrió una tumba con dos momias, de un hombre y una mujer, y un pergamino que contaba la historia. Eran Isabel y Diego. Sus cuerpos permanecieron juntos y fueron expuestos en una capilla de la Iglesia, sobreviviendo a Guerras, saqueos y calamidades. En 1955 el escultor Juan de Ávalos ideo y esculpió las estatuas yacentes bajo las que reposan las momias. La fría serenidad de Los Amantes, cuyas manos no llegan a juntarse, es símbolo de un amor imposible que desborda los conceptos humanos. Las bases están moldeadas en bronce: Un ángel –que simboliza la obediencia- en el sepulcro de Isabel; un león –símbolo de la valentía- bajo el sepulcro de Diego.
Esta es la historia o leyenda de los Amantes de Teruel, muchas versiones, pero todas la misma. Esta historia de amores truncados y muerte de los enamorados inspirara a las generaciones venideras, y a escritores, Tirso de Molina, Fernando de Rojas en “Tragicomedia de Calisto y Melibea” también conocida como “La Celestina”, William Shakespeare con su conocida “Romeo y Julieta”. Los autores del siglo XIX en pleno Romanticismo se verán apasionados por esta trágica historia e innumerables obras, teatro, novelas, una Opera de Tomas Breton, obras artísticas agrandarían esta historia. Desde 1997 Teruel vuelve al siglo XIII para recordar esta trágica historia, actores amateurs recrean esta historia el fin de semana después de San Valentín, cada año la ciudad triplica su población ese fin de semana. En 2019 se convirtió en fiesta de carácter nacional.
No me puedo despedir sin recitar los Versos de Don Francisco de Quevedo en su poema
“Amor constante más allá de la muerte”
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día;
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no de esa otra parte en la ribera
dejará la memoria, en donde ardía;
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrán sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
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El club(2015): Un viaje hacia los deseos y sentimientos reprimidos.
Foto: Escena de la película.
En la serenidad que ofrece una casa en un pequeño pueblo costero de Chile, viven 5 personas. Todas ellas, viven en paz y sin sobresalto alguno. Son 4 adultos mayores y una mujer también adulta mayor. Todos ellos guardan un silencio respecto a sus vidas y frente a su pasado, lo que mantiene un equilibrio perfecto en el ambiente. Es el equilibrio de un malabarista profesional de un gran circo. Después nos enteramos de que los 4 adultos mayores son sacerdotes retirados y que la mujer es la que se encarga de las labores de la casa y el cuidado de los sacerdotes.
Los cinco habitantes de la casa se pasean por el pueblo y sus playas con sosiego. Uno de ellos(el sacerdote Vidal) tiene varios perros de carrera a los que alimenta y de quién se siente orgulloso cuando ganan las competencias. Pero esta calma se ve perturbada cuando llega a la casa otro sacerdote en apariencia inofensivo(el ex sacerdote Lezcano). Acá viene el primer hecho significativo: el ex sacerdote Lezcano le dice a la cuidadora que no quiere tener relación con esos sacerdotes debido a que él no es igual que ellos. ¿A qué hace referencia este ex sacerdote?.
La película El Club(Pablo Larraín, Chile) tiene la capacidad de atraparnos a través de los vuelcos que da su historia. Por la forma en la que sentimientos contrarios se dan cita y tensan la novela, como un hilo que es jalado por ambos lados y que está a punto de romperse. La tensión surge cuando llega el momento de escarbar en el pasado. Ese tiempo que para muchos puede ser de alegría y para otros de culpa. En este caso, para los ex sacerdote es de una culpa que los atormenta y que no los deja tranquilos. La culpa es como un perro que identifica a alguien como peligroso y comienza a ladrar y ladrar hasta que la persona se aleja del lugar. Pero en este caso, no hay lugar a donde escapar. ¿Cómo huir de uno mismo y la de la consciencia que está ahí para amargarnos y recordarnos errores y nuestras malas decisiones?.
Es claro que el tema de la novela es una denuncia de la pedofilia en los sacerdotes de la iglesia católica. Este es una tema que está a la luz del día y que ha puesto en aprietos a la iglesia en el mundo. Ahora, en la película se va más allá y muestran cuánto de complicidad y de encubrimiento tiene la iglesia en estos actos. Vemos que cuando el ex sacerdote Lezcano se suicida al día de haber llegado a la casa, la iglesia envía a un sacerdote mucho joven para que investigue el hecho. Este sacerdote(García) logra llegar al fondo del asunto y le dice a la Madre Mónica-la única persona en la que confía-que va a cerrar el lugar para siempre. La respuesta de la Madre es que si el sacerdote hace eso, ella va a ir a la prensa a denunciar todo lo que pasó en esa casa. El sacerdote García se encuentra en una encrucijada; si cierra el lugar se viene un escándalo para la institución a la que pertenece y si no lo hace, su consciencia no lo va a dejar tranquilo sabiendo todo lo que se esconde en esa casa y los pecados que han cometido aquellos hombres. Finalmente opta por no cerrar el lugar y se prepara para los combates con su conciencia que comienzan a atormentar su mente desde ese momento.
La película toca otros temas que la hacen más profunda, habla de los asuntos de represión de los deseos y pensamientos. Nos muestra esa otra parte de nuestras emociones y sentimientos que vienen moldeada por lo que escondemos en lo profundo de nuestra alma, ya sea por temor a la sociedad, por miedo a pecar, por temor a denigrar y traicionar nuestros principios morales. En este caso, es temor a la iglesia. El sacerdote Vidal se desnuda ante la mirada inqusidora del sacerdote García y le habla de su sufrimiento por la represión de los deseos sexuales que siente hacia los niños, trata de justificar su pedofilia explicando que en el mundo existen personas que tienen un sinfín de deseos reprimidos que le causan sufrimiento, estrés, insatisfacción con la vida. Su cinismo no está lejos de la verdad, ya sabemos todo lo que Freud profundizó en ese tema. Incluso este psicoanalista afirmó que los humanos somos unos animales enfermos por todo lo que nos hemos reprimido para vivir en sociedad.
Estos sacerdotes no pudieron resistir a sus deseos y ahora que han sido retirados por sus pecados y fallas que atentan contra los valores de la iglesia, dejan salir todo lo que anidaba dentro de su inconsciente en algo parecido a una confesión(que es más bien un interrogatorio) al sacerdote García.
De esa forma cuando el sacerdote Ramirez le narra al sacerdote García la relaciones sexuales que había tenido en su vida, este último le preguntaba si eso era real o si se lo estaba inventando. Invetanda o no, esa narración muestra los deseos ocultos de aquel viejo sacerdote que se ve así mismo en 4 patas siendo penetrado por penes de hombres negros y chupando con su boca sus grandes penes. En todo ese mar de sufrimiento que causa lo que se reprime y la culpa que causa lo que dejamos salir, se puede ver una parte de nuestra alma. Esta película se muestra como un fósforo que se enciende en medio de la oscuridad y que a través de los segundos que dura el fósforo prendido, nos deja ver uno de los conflictos que encontramos cuando miramos con atención la condición humana.
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MUJER TEQUILA
Sofía era la mujer más hermosa en aquel bar, aún recuerdo que desataba un aroma que cautivaba a cualquiera incluso desde afuera, todos oliscaban como perros merodeadores buscando el origen de tan atrapante fragancia.
Yo soy realmente vulnerable cuando huele a perfume de mujer, el cerebro me funciona más lento pero la sangre me corre más rápido, es cuando me siento más vivo. Cualquier cosa puede pasar conmigo cuando huele a perfume de mujer.
Sofía estaba sola en la barra, ya había pedido que le dejaran la botella de José Cuervo y se servía cada dos o tres minutos un poco más de la mitad de la copa, bebía su tequila y cantaba sin prestarle atención a nadie, rechazando a los tipos que intentaban sacarla a bailar o invitarle un trago, los miraba con cierto desprecio y asco.
Yo también estaba en la barra a un par de metros de Sofía, lograba sentir la mescolanza entre perfume, tequila y repudio del mundo. Respiraba muy rápido cuando volteaba a verla, tenía algo secuestrante, era maravilloso advertir cómo bebía y hacía gestos al tragar el licor. Sus manos eran tan tiernas y blancas que iluminaban el lugar.
-Javi, un cigarro por favor- Le pide al encargado mientras saca de su cartera un llamativo encendedor con el logo de Pink Floyd
Mientras iba a fumar todos los borrachos la miraban con la asquerosa morbosidad que los idiotas acosan a las mujeres en la calle. Esa ocasión dejó su celular en la barra así que lo tomé mientras volvía para que nadie lo robara, no sabía que todos la conocían y siempre lo tiraba por ahí sin darle mucha vigilancia.
Al volver ni siquiera se percató que el aparato no estaba, sólo seguía bebiendo y bailando sobre la silla; así que me acerqué a ella.
-Hola, mira tú celular, lo dejaste en la barra y no quería que lo robara alguien por aquí-
- ¡Qué descuidada! Muchas gracias en serio, creo que me estoy pasando con la bebida-
-Descuida, me suele pasar- Le respondo mientras vuelvo a mi silla-
-Ten- me dice mientras se acerca a mi lugar -toma un trago, es lo menos que puedo hacer-
-Está bien, salud- Le contesto y me bebo la rebosada copa
Sofía se acercaba lentamente a mi silla con un notable interés, a mí me temblaban las piernas y sentía calor en la espalda. Normalmente soy ignorado donde estoy, sobre todo por las mujeres, pero vaya a saber por qué desperté la atención de ella.
¿A qué te dedicas? -Pregunta mientras se acaricia el pelo con cierta coquetería
-Soy periodista de bajo perfil y me gustaría ser escritor, escribo poemas vulgares y los publico en blogs y redes-
-Qué interesante, ¿cómo descubriste esa pasión? – Pregunta
-Desde niño supe que la superficialidad del mundo no me iba a llenar nunca, este aparato de producción-posesión-consumo me genera nauseas, me sentía marginado por el mundo. En este sistema o encajas o eres desechado, y yo me siento cómodo en ese margen, del desprecio, de la marginalidad, escribiendo desde ahí, desde la desdicha misma-
- ¿Por eso frecuentas estos lugares? Me imagino-
Así es, los mejores poetas y filósofos que he conocido duermen en la calle. Recicladores, lustradores, músicos, malabaristas, gente sin calzado, sin tinto ni comida. Para mí toda filosofía sin experiencia es vacía y toda experiencia sin filosofía es ciega, por eso me siento muy agradecido con las letras, me rescataron en mi peor momento, gracias a ellas no soy un drogadicto, un ladrón de bicicletas o un policía.
-Interesante ¿Será que yo soy una marginada?, ahora que lo dices siempre he sentido algo parecido -
- ¿Por qué lo dices?
Soy abogada, pero no encuentro muchos motivos ¿sabes? Creo que tengo un problema con el licor, me está matando, pero no puedo dejarlo, y cuando me angustio pienso que ya está, que sólo se vive una vez. Más que ejercer mi carrera o hacer dinero quiero estar bebiendo-
-Abogada… Ya decía yo que ese amor por la bebida no era para menos, pero deberías cuidarte-
-Lo de cuidarme me lo dice todo el mundo, pero bah, ¿Para qué? Un par de casos al mes es suficiente. Por ahora quiero que me leas o recites algo, deléitame, dale-
Tras una larga charla acompañada por un par de botellas y unos poemas que le recité de memoria, ella exigió bailar conmigo. Pensé que no sería acertado ya que no sé bailar. Nunca me ha gustado, siempre soy el que se queda sentado bebiendo y viendo pasar las noches.
-No sé si sea buena idea, no sé bailar y no me gusta- Explico
-Vamos Santi, yo te enseño, sólo déjate llevar- Dice mientras me toma de la mano y me lleva a la pista
Era una de esas mujeres que te hacía sentir en un minuto lo que ninguna otra en meses, sentía la oxitocina emergiendo a chorros por mi cerebro y la testosterona contorneando mi pelvis y mis nalgas. Era increíble verla, olerla, sentirla.
Ahí estaba yo, con la mujer más bella del lugar, a punto de hacer el ridículo frente a un montón de desconocidos y, sobre todo, frente a ella. Pero qué importaba, había por lo menos nueve tipos rechazados que desearían estar en mi lugar, era un privilegiado.
Sinceramente no estuvo tan mal, si bien ella era el centro de atención, yo me las arreglé para más o menos seguirle el ritmo, era increíble verla, parecía una pantera, una mujer pantera, apreciaba la música sin darle importancia a su entorno, yo la sentía por todo mi cuerpo, era grandiosa.
-No lo haces tan mal para que no te guste- Me dice mientras volvemos a la barra
-Contigo es imposible hacerlo mal, de hecho, fue un placer-
Al volver a la silla ella se quedó mirándome por un rato sin decir nada. Yo tenía la sensación de que si me miraba lo suficiente me iba a abducir a aquel vacío negro y penetrante que formaban sus pupilas, podía ver cómo reflejaba mi rostro sin parpadear.
- ¿Todo bien? - Le pregunto ya con cierta inquietud
-Sí, Santi, todo bien. Solo pensaba en lo grato que me ha sido compartir esta noche contigo-
-Opino igual, ha sido espectacular, gracias por escuchar mis escritos-
-Ojalá todos los hombres fueran como tú-
Me rio y le respondo -Si todos los hombres fueran como yo, el mundo se acabaría este mes, Sofi-
Se ríe y me dice -Me refiero a que la gran mayoría siempre busca aprovecharse, siempre piensan que por un trago o una cerveza tienen derecho a lo que pretendan. Tú, en cambio, sólo recitas poemas y me tratas con excesivo respeto-
-Eso es cierto, esos tipos dan asco. Pero te equivocas respecto a mí, en el fondo soy igual de idiota que los otros, solo que algo más callado-
Ambos reímos y después ella se abalanzó sobre mí y comenzó a besarme. Sus labios eran jugosos como morder una fresa fresca y su lengua se movía casi de manera autónoma. Con las manos me acariciaba el pelo y la barba, yo apenas podía acariciar sus hombros y su espalda, ella estaba ardiente y yo estupefacto.
-Llévame a otro lugar, Santi, quiero que estemos más cómodos-
- ¡No!, estás muy ebria, mejor vete a casa-
-No seas estúpido, las oportunidades están para aprovecharse. Vamos, mierda, llévame a otro lugar-
-Ni siquiera te puedes sostener de pie, vete a casa, descansa, si te parece bien nos veremos después, más cuerdos-
Después de una larga discusión ella acepta irse a casa. Realmente era lo mejor, ya no tenía control sobre sí misma, parecía un trompo cuando está a punto de detenerse, y yo no quería hacerme cargo de nadie, suficiente tengo con lidiar conmigo. Al cabo de un rato llego el Uber y finalmente se marchó.
Estuve oliendo a ella toda la semana, aunque me duchara la encontraba en mi piel. Me llamaba cada noche después de las 11, lo que me sirvió para inspirarme y escribirle un par de poemas de madrugada y hasta una canción, también le compré unos aretes, una rosa y unos chocolates. Teníamos cita ese viernes a las siete en el mismo bar.
En cada llamada la descubría un poco más, no puedo negar que sentí todo eso que se siente cuando se está enamorado, eso que reprimí toda la vida: esperanza, optimismo, vitalidad y también deseo, erotismo, pasión.
Cuando llegó el día disfruté la ducha como nunca, estaba limpio, olía bien, afeitado, peinado, uñas cortas y esmaltadas, zapatos impecables. Habían pasado años desde la última vez que tuve una cita y sólo esperaba sorprenderla, pensaba que era el momento para abrir un poco el espíritu, dejarme ser.
Al llegar me extrañó no sentir su aroma, había estado todos esos días imaginando el momento en el que llegaría al bar y sentiría el atrapante destilar de su cuello empapado en aquel extraño perfume de jurista.
Pero no, ese día en cambio había un ambiente lúgubre y un silencio abrumador. Al ingresar todos formaban un círculo, incluso los ebrios que nunca se movían de su mesa, ahí estaban. No había música ni personas bailando, sólo un ambiente desértico.
¿Qué es lo que pasa? -Pregunto al encargado
-Es Sofía- Responde -Se ha marchado…
- ¿Cómo que se ha marchado? ¿Adónde? -Pregunto inquieto
-Era diabética y alcohólica, hermosa pero descuidada. Siempre venía sin falta y su ausencia me hizo llamar a pedir razón, su hermano me contó que la encontraron muerta en su casa junto a varias botellas de vino-
De primera no lo creí, quedé frio y pálido, sentí que el mundo se hundía a mis espaldas, que la luna se apagaba lentamente. - ¿Por qué a mí? ¿Acaso estoy impedido para amar? - Me pregunté mientras arrugaba los poemas y tiraba los aretes y la rosa.
Hablé con Sofía un par de noches antes y sonaba bien, ebria, pero bien. Todos en el bar conversaban sobre ella, sobre sus recuerdos en el bar, sobre su belleza y su gentileza, sobre su carácter para ahuyentar al que se pasaba de listo. Y yo que siempre iba nunca antes la había visto, ese bar solo era un lugar al que sólo se va a naufragar cada semana en un ciclo eterno, sin embargo, ella siempre fue la que le dio vida. Hoy que no está se nota más, como pasa siempre.
Cuando vives entre libros todo el tiempo la forma de relacionarse con la muerte es bastante particular. Pero más allá de todo lo que sobre la muerte se pueda decir, siempre se impone con su sombrío e inesperado advenimiento.
- ¿Dónde está ella? ¿Su cuerpo? - Pregunté al encargado
-No sabemos, no volvieron a responder las llamadas-
Realmente quería verla por última vez y la busqué en las funerarias cercanas, en los obituarios, pero no encontré rastro, ni de ella ni de su olor. Es normal que si encuentro algo parecido al amor se esfume apresuradamente, pero esta vez apenas me dejo degustarlo, sentirlo un poco, un momento.
Ya era el momento de aceptar que realmente se fue, voló, y no hay campanas, tal vez sólo su alma embutida en alguna botella de tequila y en mis más profundos y gratificantes recuerdos.
Yo esperaba sentir su aroma desde la calle como siempre, verla de espalda en la misma silla de la primera vez, pero mucho más radiante, tan libre y despreocupada como solía permanecer.
Aceptar que aquel bar jamás volvería a oler a Sofía, que ahora es como cualquier otro, olor a licor y a orines de borracho, y a humo y a sudor. La botella de José Cuervo y el teléfono olvidado jamás volverían a modelar la mesa.
Aceptar que ya no tendré con quien bailar lleno de confianza, pues sólo ella supo manejarme cuando a veces parece que ni yo mismo sé cómo hacerlo. Y aceptar también que su olor me irá abandonando poco a poco, que cada vez se siente menos por más que traté de atesorarlo, aunque lo froté en mi cuerpo hasta que se esfumó por completo.
Se fue y jamás volveré a tocarla, su piel blanca, caliente y humedecida ya no está. Ahora solo hay fotografías y chats, algunos besos y también siete botellas. Y unos poemas que no leerá jamás y miles de noches en las que yo vagaré solitario mientras ella se reduce a restos óseos o simple ceniza que se perderá en el tiempo.
Después de todo la acababa de conocer, aunque parecía que me había acompañado desde hace tiempo. Se fue debiéndome mil madrugadas y besos, muchos besos.
Tal vez todo se trataba de aquel momento a su lado, que como cada alegría es fugaz y se desvanece, en ocasiones dejando estela, o en ocasiones dejando el simple recuerdo.
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#EllosTambiénImportan Habitantes de la calle, parte I.
“Yo nunca pensé que iba a vivir de esta forma. ‘Magínate que mi mamá es cirujana plástica, mi mamá, con licencia de trabajar, una mujer bastante culta y me enseñó muchas cosas, aprendí a sobrevivir de una buena manera sin robar, pero lo aprendí después de que pasé millones de cosas y ahora tengo que estar aquí solo”, esas son las palabras de Gustavo, un habitante de la calle.
Nació, creció, estudio y conoció a su esposa en Maracaibo, Venezuela. Su infancia estuvo llena de buenas experiencias gracias a que sus progenitores trabajaban en buenos puestos, su padre es (o fue), Secretario de Cultura de Maracaibo, licenciado en música y productor de seguros. Por otro lado, está su madre, quien -cada vez que es nombrada por Gustavo produce un brillo en sus ojos con orgullo y una sonrisa- es cirujana plástica. Sus estudios posteriores al colegio fueron hechos en la Escuela de Arte Contemporáneo Julio Árraga donde se graduó como licenciado en artes plásticas, además de ostentar otros títulos como lo son el de chef profesional, malabarista y trapecista.
Conoció a la que fue su esposa mientras estudiaba, tuvieron una relación de 10 años, después de esto contrajeron matrimonio y tuvieron dos hijos. Vivían en Venezuela hasta que debieron irse de allí para cambiar de ambiente, ya que Gustavo se estaba perdiendo en la droga y comenzaba a tener problemas por realizar diversos hurtos.
Ya en Aruba, sus hijos crecieron hablando inglés, algo de lo que él se siente realmente orgulloso; sin embargo, otra vez por estar realizando procesos con una sustancia ilícita, lo deportaron de allí, y por sus problemas anteriores, no pudo volver a su hogar natal. Mencionó con mucho dolor y voz baja cuando se le preguntó si quisiera tener una relación a larga distancia con su esposa: “Mantener algo allí te hace sentir mal, ojos que no ven, corazón que no siente… Entonces es preferible si quieres algo, déjalo ir…”, esto fue lo último que mencionó respecto a ella.
Llegó a Colombia hace unos 3 años, con 9,800 dólares en la billetera. Dice que cuando se dio cuenta, estaba viviendo en la calle y sin un peso. Se mostró muy entusiasmado con mostrarnos como hace malabares con fuego, nos pidió unos minutos para demostrarnos sus habilidades, a lo que uno de sus compañeros respondió: “Ya vas a andar tú de presumido con eso”.
Tiene varios tatuajes de muy buena calidad y color en los brazos, ha perdido varios dientes por el descuido; en el día a día lo acompaña una mochila donde guarda los palos, la gasolina que utiliza para prenderles fuego y otras cosas que no nos mostró, una gorra para protegerse del arduo sol, una camiseta con la ilustración de un Nintendo, unas bermudas y tenis.
Podemos encontrar a Gustavo -o Venezuela como es conocido en las calles- en los semáforos haciendo arte. Él también importa, por ello, intentemos ayudarlo con comida.
María Alejandra Espitia & María Jose Cogollo
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Robando la dignidad de la gente: Folclorización en los gobiernos progresistas de la Ciudad de México
Busqué imágenes en la prensa pero no hay, no le interesa cómo el gobierno roba, caricaturiza y daña a las culturas populares. Ayer nos topamos con un desfile callejero con tambores tipo batucada, con malabaristas, arlequines en zancos, chinelos danzantes con máscara y traje de carnaval, matracas, silbatos, globos… contratados para amenizar un evento político de la gobernante. Primero nos pusimos contentas porque parecía una fiesta callejera, pero luego, al darnos cuenta del sentido, nos sentimos en una de esas escenas de Batman donde salen payasos asesinos del desfile en cualquier momento. Este tinte festivo-callejero lo usa el gobierno central y las alcaldías del mismo partido.
El uso oficialista del carnaval de los pueblos originarios de la cdmx para legitimar al gobierno, que es el propósito de la folclorización que se ejecuta desde el Estado (recordar por ejemplo la Guelaguetza oficial), está coronado por el Gran Desfile de Huehuenches y Chinelos. Un evento cortado al estilo del exitoso desfile de origen comercial del día de muertos, y que se realizó en diciembre del año pasado, fuera de fecha de carnaval, fuera de contexto pero con dinero.
Siendo un gobierno progresista se atreven a demás a robar también las reivindicaciones de resistencia de los pueblos:
“este desfile de la ciudad busca visibilizar, en el marco de los 500 años de la Resistencia Indígena México-Tenochtitlan, una de las expresiones culturales más contestatarias durante la Colonia enraizada en el Valle de México y el Estado de Morelos” -dijo Argel Gómez Concheiro, director general de Grandes Festivales (vaya pomposidad del cargo).
Los carnavales se burlan y parodian al Poder, de ahí el juego y la risa que son la vida misma del carnaval; burla del Poder que hoy nos oprime, no el del pasado o el del futuro. ¿A dónde conduce esta folclorización progresista, esta oficialización de la burla popular al Poder?
Siguiendo con la idea anterior, hay que recordar que los conjuntos de tambores de batucada, de influencia brasileña, han sido históricamente en México y sobre todo en la ciudad un acompañamiento de las luchas y movilizaciones sociales. Que ahora vayan a la cabeza de desfiles de campaña política es muy hiriente. Y aún más doloroso y perverso es que ese conjunto de malabaristas y payasos (que se utilizan también en videos promocionales de obras públicas) nos recuerda a la forma en que mucha gente desde hace décadas trabaja en los semáforos y el transporte público: payasitas y payasitos niñes, mujeres indígenas arrojando pelotas al aire con sus bebés a la espalda, mimos improvisados, magos, tragafuegos…
La misma gobernante progresista ha utilizado la palabra “tequio” para referirse a sus actos de promoción. Como sabemos tequio se le llama a una forma de trabajo colectivo comunal en pueblos de Oaxaca. A esta lista de folclorización hay que agregar al arte callejero, especialmente el graffiti donde, además de usar el “mural callejero” para legitimar política públicas, de la mano del progresismo las corporaciones (por ejemplo, grandes refresqueras) penetran la ciudad, evaden impuestos y alcanzan el lavado verde (greenwashing), el lavado de género (genderwashing) y el nuevo lavado comunitario-participativo.
Ahora le llaman “apropiación cultural”, que nos parece un término más bien suave, porque no es nada más apropiación es despojo, suplantación y control. El término de apropiación enfatiza además el derecho de propiedad, es decir es un enfoque de mercado. La suplantación y el control son algo mucho más destructivo: se pasa la cosa al signo para generar legitimidad y ganancia (por ejemplo, convertir una práctica comunal como el tequio en promoción y publicidad política), integrando así una cosa que no tiene precio al orden del mercado, sea la economía pública o privada. Al suplantar la cosa y volverla deseable como capital se destruyen los saberes, las cosmovisiones y la dignidad de la gente.
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El Circo Más Famoso del Mundo
El malabarista practicaba su rutina al centro del escenario principal, mismo en el que se presentaba el acto del trapecio, que el trapecista observaba desde lejos. El maestro de ceremonias se encontraba en el escenario de la izquierda ensayando la presentación de las bailarinas con los caballos. El escenario derecho se encontraba ocupado por los contorsionistas, que medio ensayaban y medio jugaban. De pronto, del fondo de la carpa apareció una persona, el trapecista no lograba verle la cara aún pero el maestro de ceremonias la reconoció en seguida. Saludó contento y se acercó para reunirse en el escenario central con el malabarista y esta nueva persona. Malabarista también, pero mujer, saludó amablemente al malabarista hombre y el maestro de ceremonias les explicó que ahora harían un acto en parejas. El malabarista se mostró sorprendido pero gustoso y propuso que comenzaran a ensayar el nuevo número. No sabía cómo, no sabía por qué pero al trapecista esa mujer no le dio buena espina. Un poco disgustado, decidió que no quería presenciar el ensayo de esos dos, entonces se fue a los camerinos.
Allí se encontró al hombre bala, uno de sus mejores amigos desde que el circo abrió.
— Hola, compañero. — saludó. El trapecista respondió el saludo. — ¿qué tal?, ¿cómo va todo? — al trapecista le enterneció que él le preguntara, porque no importaba qué dijeras, el hombre bala siempre podía estar peor. No quiso importunar así que solo respondió que “bien”. — Bien. Qué bueno escuchar eso. Y todo esto de ser el único trapecista, ¿cómo lo estás llevando?
Y entonces el trapecista recordó que era solo eso, un único trapecista en todo el circo. Que su compañera trapecista se retiró porque iba a ser madre y su otro compañero trapecista que llegó después se había dado un tiro en la cabeza hacia seis meses. Qué loco, ¿no? Una se fue a dar vida y el otro a quitársela...
— ¿Es difícil ser el único responsable de hacer que el acto luzca? — los pensamientos del trapecista fueron interrumpidos por la segunda pregunta del hombre bala.
— La verdad es algo poco coherente, yo soy quien debería tener un compañero, no el malabarista. Él se las arregló solo mucho tiempo, mi acto no luce si no es de dos, el del malabarista podría lucir perfectamente aunque solo fuera él.
El hombre bala solo se encogió de hombros y sonrió en respuesta. Él también se las había arreglado solo desde el principio, nunca tuvo quien dirigiera su acto, o quien diseñara su traje. Solo a veces una de las bailarinas de los caballos le ayudaba a recargar de pólvora el tanque de su cañón, pero eso solo cuando estaban de buenas y tenían ganas. Nunca tuvo tampoco a alguien que vigilara que cayera en el colchón de aterrizaje, si todas las veces ha caído ahí (y cabe mencionar que no de todas ha salido ileso) ha sido por pura suerte. El trapecista pensó en todo esto unos segundos y se quedó con los ojos muy abiertos. El haber hablado como habló lo convertía, por supuesto, en alguien berrinchudo y caprichoso.
— Tienes razón, ¿qué estoy diciendo? — el hombre bala, confundido, solo pudo mirar al trapecista sin decirle nada. — Claro que mi acto puede lucir aunque sea solo yo. Puedo hacer un acto de diez. Es más, voy a ir a practicar. — el trapecista salió del camerino contento y motivado, — ¡Gracias por el consejo! — gritó desde el pasillo, cosa que hizo sonreír al hombre bala de forma mucho más sensata, se rió y luego sufrió un pequeño ataque de tos. Inmediatamente después de que terminó, encendió un cigarro sin filtro y se puso a fumar.
Emocionado y dispuesto, el trapecista se dirigió al escenario central, pero justo al cruzar la cortina que dividía este de los camerinos, vio cómo el malabarista, por estar jugando con la mujer malabarista, lanzó uno de sus pinos demasiado alto, dañando el riel que sujetaba el trapecio ocasionando que las cuerdas se jalaran y se desbarataran por completo. Por si fuera poco, la madera donde se sostenía el trapecista cuando hacía su acto, chocó con uno de los tubos de metal que sostenía la carpa, partiéndose en dos pedazos grandes y miles de piececitas pequeñas. Todo esto sucedió precisamente ante la cara del trapecista. Pero lo que realmente lo alteró fue que el malabarista no se dio ni cuenta de lo que hizo y únicamente siguió jugando con la otra mujer de los malabares. El trapecio estaba ahí hecho añicos, y el malabarista ni siquiera lo notó.
Un tragafuegos que se dio cuenta del evento quiso acercarse al trapecista, tal vez para consolarlo o tranquilizarlo, pero en su cara se notaba el coraje y el desconcierto. El trapecista indicó al tragafuegos que no se acercará más con un gesto de mano, los ojos se le inundaron.
— ¡Mierda! — gritó el trapecista lleno de mil emociones y luego abandonó la carpa circense. Una vez afuera se sentó en una banca de cemento vieja y sucia.
— Déjenme que vaya yo, dejen que yo vaya. — Escuchó a lo lejos, de la carpa salía el hombre bala acompañado de muchos murmullos que poco a poco cesaron. Cuando el trapecista vio que el hombre bala se acercaba se levantó y se puso de espaldas a él. — Hombre, ¿quieres hablar de...? — El pobre viejo fue interrumpido por una nube de tierra que levantó una patada a la nada que lanzó el trapecista. Instantes después, giró y el hombre bala pudo ver que lloraba.
— Voy a renunciar. Quiero renunciar. — dijo el trapecista fuera de sí.
— A ver, no digas cosas que no... —
— No me quiero volver a meter a un circo en la vida, ¡no quiero subir a un puto trapecio una sola vez más! Ni siquiera sé por qué la gente lo hace, es estúpido. Las probabilidades de que te lastimes son altísimas, siempre habrá alguien a quien tus actos no le parezcan, y lo peor de todo es que cuando le confías tu trapecio a otra persona, descubres que tú y tu ridículo trapecio importan una mierda. Encima, ¿qué es lo que te dicen cuando te caes del puto trapecio, eh? ¿Qué carajos te dicen? “Vuelve a intentarlo” pues todo esto es una basura, yo ya no quiero estar aquí.
Cuando el trapecista recuperó el mínimo de cordura suficiente para volver a mirar al frente, el hombre bala no estaba solo, lo acompañaban el malabarista y el maestro de ceremonias. Por un momento, que en la cabeza del trapecista duró una eternidad, imaginó una conversación completa con el malabarista.
— Oye, perdón, no quería...
— ¡No querías! La gente nunca quiere.
— Bueno, una disculpa, el riel estaba mal colocado.
— ¡Tú me dejaste hacer mi acto en el escenario principal! En donde haces tu acto de estupidos malabares de gente idiota.
— No hay necesidad de ofendernos, además creí que habíamos acordado que lo ibas a guardar después de tu acto, para protegerlo.
¿Protegerlo de qué?, ¿del malabarista?, ¿de sus malabares?, el trapecista se quedó callado, aunque en realidad esta conversación sucedió solo en su mente, y su silencio también. Él seguía gritando miles de cosas mientras que por su mente ya no pasaba nada.
— ¿Qué haces aquí? Vete. No quiero verte, no quiero que me hables. No hay absolutamente nada que puedas decirme que vaya a justificarte, o que vaya a hacerme sentir mejor, o que haga que el trapecio se arregle. Está roto, lo hiciste mierda y ni siquiera te importó.
¡Lo volviste a hacer!
El hombre bala se limitó a suspirar y sin decir nada optó por llevarse al malabarista para adentro de la carpa. El malabarista tampoco pudo decir nada. El maestro de ceremonias y el trapecista se quedaron solos.
— ¿”Lo volviste a hacer”? — preguntó el maestro de ceremonias sentándose en la banca.
El trapecista miró a la nada durante varios segundos y seguía respirando agitado. Pensó en la sensación que da lanzarse en el trapecio desde la plataforma. Cuando estás en el circo vives miles de emociones diferentes cada vez. Puedes tener tantas sensaciones en un solo instante. Hay veces que se siente un hoyo en el estómago, un nudo en la garganta, que el corazón te late tan fuerte que te lo puedes sacar del pecho con la mano, o todas esas al mismo tiempo. El circo pasa malos ratos en los que hay poca gente o el espectáculo simplemente no gusta, pero quienes toman el riesgo de hacer circo no pueden darse el lujo de bajar la calidad del espectáculo o de ofrecer algo más barato, pues podrían perder su lugar. Tienes que estar dispuesto a dar todo lo que no te dañe por tu compañero, y confiar en que tu compañero hará lo mismo por ti. En el circo todo puede pasar, no todos desarrollamos un solo papel. Mientras no pierdas tu identidad y las de los que amas, un día puedes ser un tragafuegos, luego un payaso y después un contorsionista. Entonces al trapecista, derrotado, le tocó entender y aceptar muchas cosas.
— No es su culpa. — fue lo primero que dijo. Después de unos segundos de silencio más, continuó. — Si mi trapecio está roto ahora, es solo culpa mía. Esta es la segunda vez que lo rompe, y por supuesto duele más y da más coraje que la primera vez. Yo debí sospechar que lo más seguro era que lo rompiera de nuevo. Aunque decidí volver a confiar, es cierto que acordamos que el encargado de protegerlo era yo. Aún con todo esto yo decidí dejar mi trapecio, por pretexto, por descuido, o por la razón que sea. Lo cierto es que él nunca hizo el compromiso de cuidarlo, incluso sugirió que lo quitara. Yo fui quien no quiso hacerlo. Es un escenario que no es mío ni suyo, él puede hacer y deshacer todo lo que le de la gana si en ese espacio le es permitido. Haya sido un accidente o no, no es culpa suya.
El maestro de ceremonias se dedicó a observarlo y escucharlo durante todo ese tiempo. Aún cuando terminó de hablar, no respondió nada. De pronto el trapecista levantó la mirada y caminó hacia la carpa, cuando llegó, entró. El maestro de ceremonias se levantó de la banca y caminó hacia la carpa esperando lo peor. En la entrada se encontró de nuevo con el trapecista, que iba de salida con las piezas de su trapecio.
— Está hecho pedazos, pero se puede arreglar. Voy a renunciar.
Por un momento solo se trató de un intercambio entre los ojos derrotados del trapecista y la mirada confundida del maestro de ceremonias.
— Dile al malabarista que lo quiero. Diles a todos que los quiero. — fue lo último que dijo.
El trapecista dio un apretón a la mejilla del maestro de ceremonias, luego le dio un par de palmaditas en el hombro y se fue caminando.
Caminó, caminó y caminó.
Sin rumbo. Hasta encontrar con qué reparar su trapecio. Hasta que entendió que con un corazón tan roto como su trapecio no se puede estar en el circo más famoso del mundo, que es el amor.
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Tras Cortinas
Con mis manos en los bolsillos,
caminando por la ciudad,
bajo el sudor de la noche,
intentando perderme para encontrarme,
la ciudad me parecía un perro rabioso,
de ojos rojos
y nariz atómica,
mirando cabizbajo con mi cabeza dando vueltas
y rebotando en la oscuridad de mi mente,
no veo nada,
parece que los gritos cesaron,
solo yo y la noche,
nada de locura,
nada de cordura,
solo yo,
la noche
y la indiferencia de un recuerdo que se debe de ir,
tratando de recordarla para olvidarla,
de amarla para odiarla,
de reírme para llorar,
las luces de los carros bailaban,
las prostitutas vestían de gala,
los vagabundos parecían dioses,
la acera recibía mi vista,
no veía la acera,
me veía a mí mismo,
a una mota de polvo,
efímera como las hojas,
un tipo que se cansó,
que no sabe nada,
la luna se ha llevado lo que quedaba,
ahora solo queda un coyote,
flacuchento,
de costillas frágiles,
corazón roto
y ojos descoloridos,
caminaba y caminaba,
no encontraba nada,
trataba de matarme para poder vivir,
pero no se iba,
nada,
al final se fue,
al final se quedó,
conservo lo que alguna vez fue amor,
lo que alguna vez fue fuego
y ahora solo son cenizas,
gotas secas de lluvia,
hojas secas de otoño,
el viento soplaba suave,
como un silbido,
casi pronunciaba su nombre,
los demás me parecían nada,
los transeúntes,
los camioneros,
los malabaristas de los semáforos,
los pordioseros,
al final no se fue,
pero tampoco se quedó,
al final no me volví un loco más,
pero tampoco me convertí en otro cuerdo más,
quede siendo el mismo ermitaño que nació un día,
adiós mujer,
bienvenida mujer,
no hay nada,
futuro,
hoy,
ayer,
solo un espejo roto,
solo una bomba apagada,
solo un charco de agua sucia,
una mujer,
una noche,
un bohemio,
puedo ser Bukowski,
puedo ser Nietzsche,
al menos ellos son recordados,
pero yo no lo voy a ser,
solo voy a ser uno más del montón,
una voz que se fuga con el pasar de los minutos,
con el paso de las flores
y de las noches cálidas.
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El sacerdote escuchó atento. «Ya veo... Sí, he oído del desasosiego que embarga a nuestros intelectuales en estos tiempos, que los hay que aseguran haber visto a Dios o que se les ha aparecido Buda, y quienes declaran ser el mismo Salvador... Están incluso los de la secta Viento Divino en Kumamoto que recientemente protagonizaron algaradas por motivos religiosos. En cualquier caso, son cuestiones de elevada disquisición y debate, que no atañen a estas cosas que guardamos los sacerdotes... los ídolos.» Miró hacia el pequeño altar y continuó: «Una efigie de noble hechura es considerada en el siglo una obra de arte, un ejemplo escultórico. Quizá, como dice, el budismo florecerá en el futuro. ¿Pero qué será de los ídolos? ¿Qué hacemos con ellos? Si todos nos convertimos en rectos creyentes, ¿qué será de los que dicen venerar la imagen de Buda? Ahí está el punto crítico. Desde luego agradecemos que, como usted hace, se diferencie entre religión e idolatría... Yo creí que usted consideraba las imágenes como obras de arte, por eso le invité a dar una vuelta...»
«Pero ¿cómo podríamos prescindir de las imágenes? —replicó el viajero—. Sin ellas ¿en qué podríamos creer? Su error, monseñor, es llamarlas ídolos. Cada uno tiene su nombre. Shaka, Monju, Fugen, Seishi, Kannon. Todos tienen nombre propio. Lo mismo ocurre con las personas; si nos son extraños, no significan nada para nosotros. Pero póngales nombre. Con un nombre un ser humano se convierte en padre, madre, hermano o hermana. Y entonces: ¿seguiría tratándolos como a extraños? Es lo mismo con las imágenes. Si no son más que eso, no nos dicen nada. Pero la que preside este templo es Kannon —señaló a la nave mayor—, así que creemos en ella ¿no? Puede afirmarse con razón que una estatua tallada no es más que madera, metal o barro, decorada con oro, plata y piedras preciosas. Pero ¿y una persona? Piel, sangre, carne, los cinco órganos, las seis facultades, júntelo todo, vístalo y ahí tiene. Nunca olvide, monseñor, que incluso la más bella mujer no es más que eso.»
Miró al sacerdote a los ojos: «Me dirá que las personas tienen alma y las imágenes no. Pero, monseñor, justamente es nuestra noción del alma la que nos hace perder la vía o encontrarla, sentir zozobra o alcanzar la paz. Venerar es creer. ¿Se puede tirar con arco sin un blanco? Hasta los saltimbanquis y malabaristas tienen que aprender. Así que, a los que afirman que no necesitan imágenes, les pregunto: ¿basta anhelar a tu amada, amar y penar por alguien sin contemplar estar jamás en su presencia? ¿no verla nunca? ¿puede ser tal cosa? ¿Y si llegas a hablarle, no querrás tocar su mano? Y tocando su mano ¿te conformarías sin compartir un mismo lecho? Pregúnteles eso.
»La verdad es que uno desea abrazar al objeto de su amor aunque sólo sea en sueños. Vamos a ver. ¿No desearía ver a las divinidades, aunque no fuera más que una ilusión? Shaka, Monju, Fugen, Seishi, Kannon. Dígame que no tiene nada que agradecer a sus imágenes.»
El rostro del sacerdote se animó y sus ojos brillaron hasta el punto que el viajero podía casi contar las puntas de barba en torno a su boca: «Bien dicho. Interesante en extremo».
Izumi Kyōka
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