#Militär
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girlpanthera · 3 months ago
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When I'm not a beatles freak, I'm collecting military memorabilia. Just got my M1970 helmet in today tomorrow my John lennon hair pin is coming....so diverse
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havanhi-xx · 4 months ago
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(okay, sometimes it seems to me that I don't know how to draw)
MAKE THE BRIGHTNESS TO THE MAXIMUM!!
My OC
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kiyo-kinetics · 1 year ago
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by chriskon, ares kinetics and kiyo kinetics
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mexicoantiguo · 5 months ago
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Imagen del Colegio Militar en el Castillo de Chapultepec, México. D.F.
Ca. 1850
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En el año de 1833 el Castillo de Chapultepec se convierte en el Colegio Militar. La estructura del edificio se modifica, y hasta se construye una torre de vigilancia.
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steelmod · 1 year ago
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Ningún ejército puede detener la fuerza de una idea cuando llega a tiempo.🏳️‍🌈🫶🏼🏳️‍🌈
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SHADOWS
— chapter one
John Price
Ubicación desconocida
8:36
En una oficina discretamente iluminada, John Price observaba a través del cristal mientras el sol se ponía, lanzando sombras largas y doradas. En la pantalla frente a él, la imagen de Kate Laswell estaba nítida, su expresión era seria y sus ojos reflejaban una duda contenida. —¿Estás seguro, John? —Laswell rompió el silencio con la voz teñida de escepticismo—. Abigail Mitchell es apenas una cadete. Meterla en el equipo 141… en una misión de este calibre… No sé si es buena idea.
Price mantuvo la calma, dejando que la intensidad en los ojos de Kate resbalara sobre él sin causarle mayor efecto. Había anticipado su reacción.
—Kate, confío en ella, —respondió él con una firmeza inquebrantable—. Es una buena soldado, más capaz de lo que aparenta su rango. Además, no es solo una cadete. Su experiencia en bioquímica la hace imprescindible para esta misión. Y su conocimiento del terreno en México… créeme, no encontraríamos a alguien mejor preparado.
Laswell apretó los labios, observándolo en silencio. Se sabía una persona de cálculo y análisis, no de riesgos innecesarios, y Abigail era precisamente eso en sus ojos: un riesgo. —¿Y qué pasa si no puede con la presión, John? —le espetó con un leve tono de advertencia—. No quiero exponer al equipo ni poner la misión en riesgo por alguien sin la experiencia necesaria.
Price se inclinó hacia la pantalla, sus ojos proyectando una convicción profunda y sincera. Había trabajado con Abigail, había visto cómo se desenvolvía en situaciones difíciles. Sabía que tenía carácter, talento y una determinación imparable.
—Confía en mí, Kate. Si ella falla, yo asumo la responsabilidad. Pero no lo hará. Esta misión necesita su talento. Necesitamos esa ventaja.
Laswell exhaló lentamente, claramente no del todo convencida, pero conocía demasiado bien el carácter de Price. Su palabra era sólida, y si él apostaba por alguien, era por una razón. —Está bien, —aceptó al fin, con un leve gesto de resignación—, pero si algo sucede… será tu responsabilidad.
—Eso no va a pasar. —Price le dedicó una sonrisa confiada, más para tranquilizarla a ella que para reafirmarse a sí mismo—. Gracias, Kate. Confía en mí.
Y con un último asentimiento, la conexión se cortó, dejando a Price en el silencio de la oficina, satisfecho y seguro de que había hecho la elección correcta.
Abigail Mitchell
EL INICIO
Londres, Inglaterra, Reino Unido
26 Octubre de 2022
10:54
Abigail había aprendido a moverse con soltura en los ambientes fríos y calculados de las bases militares inglesas. Su vida en Inglaterra era tranquila, aunque demasiado predecible, casi como si fuera un sueño en el que solo pudiera dar pasos lentos y contenidos. Relativamente pocos sabían su historia, y así lo prefería. Aquellos detalles de su pasado en México —lo suficiente para que sus compañeros la vieran como alguien confiable, pero nunca tanto como para revelar las cicatrices más profundas— los guardaba con recelo. De alguna forma, Inglaterra era su intento de empezar de nuevo, de olvidar o al menos reescribir una parte de lo que quedó atrás. Sus días pasaban entre entrenamientos intensos y estudios en química, una especialización que la había atraído desde sus primeros años en el servicio mexicano.
En sus ratos libres, Abigail pasaba horas estudiando fórmulas y sustancias, encontrando en la química una especie de refugio donde podía explorar el mundo de una manera estructurada y controlada. Sin embargo, en el ámbito militar, ser mujer y extranjera la mantenía en un punto muerto: la respetaban, sí, pero siempre había un límite tácito que parecía no poder cruzar. Aquello la irritaba profundamente, porque sabía que su experiencia y habilidades igualaban a la de muchos, si no a la de la mayoría de sus colegas. A veces, la frustración la hacía replantearse si realmente había tomado la decisión correcta al dejar México, donde había conocido a grandes amigos y donde, a pesar de todo, aún tenía lazos de camaradería y hermandad. Su círculo de amigos en Inglaterra era pequeño. Solo unos cuantos compañeros se habían ganado su confianza, personas con las que ocasionalmente compartía fragmentos de historias de su tiempo en México. Podía ser alegre y bromista con ellos, mostrando una faceta más relajada que dejaba ver su verdadera personalidad. Pero, aun en esas charlas, mantenía ciertas reservas.
Nadie conocía los detalles de lo que la llevó a dejar su país, y aunque algunos de sus amigos en la base eran curiosos, la mayoría sabía que preguntar demasiado era abrir una puerta que Abigail prefería mantener cerrada.
Fue en medio de esa vida aparentemente inmutable que el capitán Price, un viejo amigo de sus días de entrenamiento conjunto, reapareció. En uno de sus típicos días de entrenamiento, Abigail estaba terminando una serie de ejercicios en el gimnasio de la base cuando, al girarse, se encontró con su silueta inconfundible observándola desde la entrada.
El capitán, con su típica mirada astuta y una leve sonrisa en el rostro, había cruzado los brazos como si estuviera evaluando cada uno de sus movimientos.
—Price, viejo lobo —dijo Abigail con una sonrisa, mientras se limpiaba el sudor con la toalla—. ¿Qué te trae por estos lares?
—Ya sabes que nunca vengo solo por viejas amistades —replicó él, con esa seriedad entremezclada con sarcasmo que siempre lograba hacerla reír. Pero esta vez, su tono ocultaba algo más profundo. Price fue directo al grano.— Hassan Zyani, líder de un gupo terrorista llamado Al Qatala — Price le pasó una tablet. Abigail la tomo entre sus manos y observando la información en ella. — Tiene en su poder dos misiles estadounidenses — siguió hablando John, Abigail observo la foto del hombre que aparecía en la pantalla, era calvo y con una mirada dura, llena de odio.— Pero Hassan no solo tiene misiles —dijo Price, pausando mientras su mirada se fijaba en algún punto del suelo—. Ha logrado poner sus manos en algo aún más letal: un virus llamado Praelium.
Abigail sintió un escalofrío recorrerle la columna. Praelium, una palabra que sonaba antigua, casi arcaica, como un eco de tiempos oscuros. Había escuchado rumores con sus colegas sobre la existencia de aquel virus, pero siempre quedaba solo en qué su existencia era un mero mito
—¿Praelium? —repitió ella en voz baja, buscando asimilar el impacto del nombre. Price asintió.
Su tono era grave, y se notaba que incluso para alguien de su experiencia, hablar sobre aquel virus resultaba perturbador.
—Es un virus de clase experimental, desarrollado en algún laboratorio clandestino de bioquímica avanzada —explicó el capitán, sin apartar la mirada. — No se sabe exactamente de dónde proviene, pero las pocas pruebas que tenemos indican que fue diseñado para atacar el cuerpo desde adentro, desintegrando sus defensas de manera rápida y devastadora.
Abigail frunció el ceño, intentando comprender la magnitud de lo que Price.
—Este virus ataca el sistema inmunológico primero, debilitándolo en cuestión de horas —continuó Price—. Una vez que se infiltra en el torrente sanguíneo, inicia una serie de fallos orgánicos; primero los pulmones y el corazón. Los tejidos empiezan a necrosarse, y cualquier intento de detener su avance solo parece acelerarlo. Praelium convierte el cuerpo en un campo de batalla, atacando cada órgano hasta reducirlo a un estado irreversible.
—¿Cuál es el tiempo de incubación? —preguntó Abigail, intentando mantener la calma aunque la descripción le causaba náuseas.
—Los síntomas iniciales aparecen en menos de 24 horas. Después, la esperanza de vida es de 72 horas a lo mucho, y hasta ahora, no existe un antídoto. La forma en que fue diseñado hace imposible detenerlo una vez que está activo. Ni siquiera con aislamiento completo; es como si encontrara siempre una forma de expandirse.
Abigail sintió que el aire se hacía más denso en la habitación. Enfrentarse a armas, explosivos o incluso químicos no era algo nuevo para ella, pero aquello… un virus capaz de consumir el cuerpo en cuestión de horas y de convertirlo en un arma mortal era algo totalmente diferente.
—¿Por qué alguien querría crear algo así? —murmuró, más para sí misma que para Price. Él la miró fijamente, y en sus ojos Abigail pudo ver una mezcla de rabia y determinación.
—Porque algunos hombres prefieren la destrucción antes que la paz —contestó Price, su voz firme—. Hassan sabe lo que tiene en sus manos, y lo usará si no logramos detenerlo.
—¿Cuántas probabilidades hay de que lo libere? —preguntó Abigail, el tono de su voz dejando ver un tinte de desafío. Si había algo que Price sabía de ella era que nunca huiría de una pelea, por más mortal que fuera.
El capitán esbozó una leve sonrisa de aprobación antes de responder. —Altas, si no conseguimos detenerlo. Y créeme, Abigail… si este virus llega a salir de su contenedor, no habrá frontera, escudo ni refugio que logre protegernos.
La situación en México era crítica, una amenaza que se cernía sobre ambos países y más allá. Necesitaba un equipo preparado, y ella era la persona en quien confiaba plenamente para enfrentar el terreno que otros temían pisar. Abigail lo miró en silencio, las emociones contrarias debatiéndose en su interior. México. Volver a enfrentarse a su pasado. Era algo que había enterrado, pero no dudó en su respuesta.
—¿Cuándo partimos? —preguntó, sin vacilación, dejando ver en su mirada la determinación que Price siempre había valorado.
Una vez más, el destino la llamaba, y Abigail supo que aquella misión, como todas las anteriores, no solo sería un deber, sino una prueba para descubrir cuánto del pasado estaba dispuesta a enfrentar y qué tanto podría sobrevivir a los secretos que aún guardaba.
Price observó la reacción de Abigail y soltó una leve sonrisa, la misma que le reservaba a aquellos que se ganaban su respeto. Abigail era todo lo que él esperaba: valiente, determinada y con una inteligencia afilada como una cuchilla. Sabía que ella era la pieza clave para enfrentar esta misión.
— Ahora —dijo finalmente, con voz firme, pero dejando entrever una nota de orgullo en su mirada—. Tu vuelo te llevará directamente a México. Allí te recibirá el coronel Vargas — Abigail asintio. — Tendrás también dos compañeros de equipo que te estarán esperando allá —continuó Price — Les dicen Soap y Ghost.
Abigail levantó una ceja, divertida ante el primer nombre. —¿Soap? —repitió, con una sonrisa contenida, imaginando la historia tras aquel apodo tan peculiar—. ¿Acaso en serio lo llaman “Jabón”?
Price soltó una leve carcajada y asintió. —Sí, esa es una historia que él mismo te contará. Pero no lo subestimes. Soap es uno de los mejores en combate, un experto en explosivos y con una agudeza que pocos poseen.
Abigail asintió, aunque no podía evitar el tinte de humor que aquel nombre provocaba en su mente. Luego, Price cambió su tono a uno más serio, casi sombrío, y continuó: —El otro es Ghost. No te miento… es alguien especial. —El capitán se quedó en silencio unos instantes, buscando las palabras adecuadas—.Ghost es uno de nuestros operativos más silenciosos y letales, un hombre de pocas palabras. Hay quienes dicen que su apodo no es solo un nombre de combate, sino una descripción de lo que es en el campo.
Abigail sintió un escalofrío recorrerle la piel solo de imaginarlo. Ghost. Aquel nombre resonaba en su mente con una frialdad y una carga de misterio que la dejaba inquieta. Algo le decía que conocerlo sería todo un desafío.
Price, notando su reacción, le palmeó el hombro.
—No te preocupes, los dos son buenos hombres. Y tendrás tiempo de sobra para conocerlos. —Luego, sonrió de nuevo—. Además, te enviaré un informe detallado de sus perfiles y misiones previas. Quiero que los estudies, para que no llegues como una completa desconocida.
Abigail respiró hondo, asimilando cada palabra. Sabía que esta misión iba a ser un antes y un después en su vida, y se sentía lista para enfrentarla, pero la idea de trabajar con un soldado que tenía fama de ser un fantasma en el campo de batalla hacía que su instinto de alerta se mantuviera en alto.
—Gracias, Capitán. No lo defraudaré —dijo con voz firme, a lo que Price asintió, convencido de que había hecho la elección correcta.
Una cosa era segura: aquella misión iba a ser diferente a todo lo que había enfrentado antes, y la mezcla de curiosidad y determinación se arremolinaba en su pecho.
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lauralutkica · 2 months ago
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♱Soilders Of Christ♱
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cid5 · 1 month ago
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trench warfare of the Bundeswehr in 1964
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079grape · 9 months ago
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^_^
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kcws-blog · 2 months ago
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lecoupdedeuxveuves · 8 months ago
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havanhi-xx · 4 months ago
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kiyo-kinetics · 1 year ago
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SCP MTF COSPLAY BETA-17 at yunicon2023
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cfgdll · 1 year ago
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elaineferreirah · 5 months ago
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Musal - Museu Aeroespacial do Rio de Janeiro, Julho - 2024
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klarissalove · 1 year ago
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....
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