#Mesa Política
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denorteanorte · 2 years ago
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Mesa Política del Frente de Todos: sabor a poco pero…
En su columna el doctor Prado analiza el documento que dio a conocer el Frente de Todos tras la reunión de esta semana en la sede del Partido Justicialista. Destaca que si bien demuestra cohesión, dentro del Frente gobernante, reconoce las limitaciones de la gestión. Y funciona como “una suerte de catarsis”. Prado, además, pondera el liderazgo político de Cristina Kirchner, y considera que sufre…
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guiso-de-lentejas · 5 months ago
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Parece que aprobé la presentación del trabajo final y con eso ya terminé con esta materia 🥳
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oknews · 29 days ago
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Milei corre a Bullrich de la mesa política en un gesto a Macri: "Arreglen con el PRO o me meto yo"
Javier Milei enfrió a Patricia Bullrich en la mesa política del gobierno y ratificó su acuerdo con Mauricio Macri.  “Milei empieza a manejar la política y baja línea: ‘arreglen con el PRO o me meto yo’, está diciendo”, comentaron a LPO. La ministra de Seguridad había llegado a participar de reuniones encumbradas en Casa Rosada, después de que arrimara a los cinco radicales que respaldaron a los…
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elcorreografico · 3 months ago
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La crisis del Peronismo en Buenos Aires: Tensiones y luchas de poder
La crisis del Peronismo en Buenos Aires: Tensiones y luchas de poder La interna del peronismo en Buenos Aires revela la crisis, tensiones y luchas de poder que amenazan la unidad y efectividad del gobierno de Kicillof.
La interna del peronismo en Buenos Aires revela la crisis, tensiones y luchas de poder que amenazan la unidad y efectividad del gobierno de Kicillof. En un contexto de tensiones crecientes entre los intendentes peronistas afines al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y aquellos vinculados a La Cámpora, se ha llevado a cabo una reunión entre los tres jefes comunales más…
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deefeeme · 5 months ago
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Lanzamiento de la Mesa de Trabajo del Cordón Flori-frutihortícola en La Plata
#Economía #Agroindustria #EconomíaPopular | Lanzamiento de la Mesa de Trabajo del #CordónFlorifrutihortícola en #LaPlata para abordar problemáticas agrícolas mediante diálogo entre la Municipalidad y trabajadores.
Lanzamiento de la Mesa de Trabajo del Cordón Flori-frutihortícola en La Plata para abordar problemáticas agrícolas mediante diálogo entre la Municipalidad y trabajadores. En un esfuerzo por mejorar las condiciones de los agricultores locales, la Municipalidad de La Plata y los trabajadores del sector agrícola lanzaron la Mesa de Trabajo del Cordón Flori-frutihortícola. Este nuevo espacio tiene…
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renajuvperu · 7 months ago
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INVITACIÓN AL FORUM – DEBATE: REFORMA DE LA POLÍTICA PÚBLICA EN MATERIA DE JUVENTUDES 2024
 
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getaferadio · 1 year ago
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Antonio José Mesa es el nuevo presidente del PP de Getafe
#GETAFE Antonio José Mesa ha sido elegido presidente del PP con un 91,42% de los votos emitidos ¡GETAFE RADIO te lo cuenta!
Ha sido elegido por la militancia por un con un 91,42% de los votos emitidos GETAFE/30 OCTUBRE 2023/. Antonio José Mesa ha sido elegido presidente del Partido Popular (PP)de Getafe, en la asamblea local celebrada el pasado sábado, con un 91,42% de los votos emitidos. Tras la jornada, Antonio José Mesa manifestó que “comienza una nueva etapa llena de ganas e ilusión para lograr el cambio en Getafe…
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telerealrd · 2 years ago
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Viceministerio de Descentralización y Participación del MINERD juramenta Mesa de Diálogo de la Dirección Regional 15
El Viceministerio de Descentralización y Participación del Ministerio de Educación (MINERD), liderado por la maestra Ligia Pérez Peña, juramentó hoy la Mesa de Diálogo Regional 15 de Educación, en un esfuerzo por involucrar a los diferentes actores de la sociedad en la búsqueda de soluciones para los principales problemas que afectan el desempeño de la educación. La Directora de la Regional 15,…
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nosbastidoresdopier · 2 years ago
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Paulinha destaca que foto da primeira reunião da Mesa Diretora é representativa
Com direito a exaltar a força da mulher catarinense, a foto oficial da primeira reunião da Mesa Diretora do Parlamento catarinense foi destacada pela deputada Paulinha (Podemos). Em suas redes sociais, Paulinha disse que esse momento é um marco e um avanço importante para o protagonismo feminino catarinense. “Arraste a foto para o lado e entenda o motivo de ser tão representativa para as…
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peaceeandcoolestvibes · 1 year ago
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Mirarle la cara KAHAJAJAJ está gritando AIUUUDAAA
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#mi copa siempre está rebosando#🔥#lo siento pero vivir con miedo como muchos de vosotros … tiene que ser agotador 😂#psalm 23:4#oye que panorama en las fiestas 😂😂😂😂😂😂#los vídeos son de traca: gente pegándose por todos los lados#bUf cuanto subnormal#uno llora de la risa con los comentarios de telegram 😂#dice una noticia ‘detienen a p*********s americanos en españa’ y dice uno ‘ALAAA HAN DETENIDO AL HIJO DE BIDEN’ QKDJAKDJQKDJQJS 😂😂😂😂😂#ese retrasado es intocable desafortunadamente#pero chicAAA arréglate la cara (vives gratis en tus pisos y aplastas a los autónomos con esas cuotas de mierda macho… arréglate la cara)#tío esque de los políticos americanos te puedes mear de la risa pero de estos personajes en la política española MABDMSDK no mucho#igual que el Pablo no se que dientes de piano descordado KABSNANSAJ vaya panorama chaval#el verano pasado vi a un tipo que no se si esque estaba despierto o tuvo un momento de lucidez pero fue al ministerio de igualdad o del#feminismo ese de la enferma que todos conocemos y empezó a gritar a todo pulmón que dejasen de envenenar a los niños y que porque habían#quitado filosofía como asignatura…. simplemente brillante#luego os reís de los catalanes pero tenen més seny que alguns de vosaltres 😂#F A N#hacer boxeo y levantar pesas ayuda#mi otro blog estaba LLENO de memes sobre esta gente y de vomitonas#yo paso… ya os lo encontrareis 😂😳#empecé con las pesas hace un mes y ya he perdido 5 kilos …. tengo más energía (y más hambre) pero me siento súper fuerte#te queda el cuerpo bien definido#/// en fin que según telegram a esta rata no la voto casi nadie y fue la menos votada#normal! da PUTO asco#además …quien pierde el tiempo votando? en casa nos spamean cada 2x3 con votar a subnormales#luego tambn los papelitos de propaganda de las elecciones francesas cuando toca…. eh os relajáis ya eh#y nadie vota… votar en 2023? que es eso? yo creo que vote una vez y fue casi por obligación porque me tocó la mierda de presidencia de la#mesa electoral… el resto de años me quedo tomándome la siesta o cocinando 🥹#para propaganda en papel que NO interesa matan árboles omg 💔
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hsballerina · 2 months ago
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national anthem.
Harry, uma aclamada atriz de cinema e estrela de musicais, recebe um convite especial para participar de um tributo em homenagem ao Presidente, Louis Tomlinson.
hbottom - ltops - h cis girl - dirty talk - nipple play - coming untouched - exhibitionism - possessive - denial of orgasm - breeding kink - overstimulation - vaginal sex & dacryphilia.
Obra inspirada em National Anthem de Lana Del Rey.
O restaurante L'Éclat Royal estava vibrante naquela noite, decorado com luxuosas flores brancas e douradas que dançavam ao ritmo das luzes suaves.
O ambiente estava impecável.
O restaurante reservado para a celebração do aniversário de Louis era sofisticado e discretamente luxuoso, com velas perfumadas e arranjos florais em cada mesa, e um murmúrio de conversas sussurradas que criava uma atmosfera de exclusividade.
Louis Tomlinson, agora presidente de grande renome depois de alguns anos como deputado, estava sentado à cabeceira da mesa principal, cercado por uma elite política e social. Seu olhar estava fixo em um ponto distante, seu rosto sério, mas seus olhos revelavam uma intensidade latente.
Entre os convidados, a presença de Harry estava sendo prestigiada. Ela usava um vestido branco de seda, que tinha um decote em V profundo, delineando perfeitamente seus seios avantajados. A saia plissada esvoaçava levemente a cada movimento, lembrando o clássico glamour de Hollywood. Seu cabelo castanho estava estilizado em cachos suaves que caíam sobre os seus ombros nus, e seus lábios brilhavam sob um gloss claro, destacando o sorriso provocante que exibia enquanto atravessava o salão, além de que seus olhos verdes cintilavam sob a luz.
Louis Tomlinson, estava vestido com um terno preto impecável, uma gravata branca de seda, abotoadoras em suas mangas de ouro e um olhar que misturava autoridade. Ele acendeu um cigarro, o gesto casual, mas carregado de significado. Ele o segurou entre os dedos com naturalidade.
Isso só aumentava o ar de poder ao seu redor.
Conforme a fumaça subia lentamente, seus olhos não deixavam Harry por um segundo sequer, era como se estivesse avaliando cada passo dela, cada movimento do vestido que ondulava ao redor de suas pernas.
A festa seguia com risos e conversas animadas, até que a atenção foi chamada para o palco onde Harry se dirigia. Ela pegou um microfone, suas mãos delicadamente o segurando e com um sorriso confiante, os holofotes a iluminando como uma estrela. Louis tragou o cigarro, os olhos azuis brilhando por entre a fumaça.
— Boa noite a todos — Sua voz era como um sussurro sedutor, cativando imediatamente a audiência. — Hoje celebramos um homem que não só lidera com uma força admirável, mas também com um charme irresistível. Senhoras e senhores, o nosso Presidente, Louis Tomlinson!
A plateia aplaudiu, mas o olhar de Louis era o que capturava toda a atenção.
Harry fez uma pausa dramática, seus lábios se curvando em um sorriso travesso.
— E agora, vou entoar uma pequena canção para nosso anfitrião. Espero que ele goste.
Louis tragou o cigarro mais uma vez, sem desviar o olhar, quando ela começou a cantar "Parabéns pra Você" com uma interpretação glamourosa, cada nota carregada de sedução e como se gemesse a cada palavra que deixava seus lábios cheios. A forma como ela balançava o corpo e olhava para Louis era deliberadamente provocativa.
— Parabéns pra você, Senhor Presidente... — Harry cantou de foma lenta, sedutora, seu olhar penetrante nunca desviando de Louis. O vestido se movia junto com ela, revelando mais das pernas a cada passo. A luz capturava o brilho de seus olhos verdes, que não saíam de Louis por um segundo sequer.
A forma como ela pronunciava cada palavra era quase como uma conversa íntima com o presidente, e seu tom de voz era suave e sedutor, carregado com um sotaque e uma cadência que eram inconfundíveis.
Louis manteve a postura firme, o cigarro repousando entre os dedos, mas seu olhar queimava.
Enquanto Harry cantava, seus lábios esboçavam um sorriso lento, um que parecia prometer algo muito mais íntimo. Cada verso que ela entoava trazia seu corpo mais perto, o decote provocante do vestido cintilando à luz suave do restaurante, abraçando cada curva com uma precisão quase cruel. O jeito como seus olhos verdes nunca deixavam os dele fazia com que cada palavra da canção soasse como uma confissão particular.
— Parabéns pra você... — Harry sussurrou nas últimas notas, fazendo uma pausa dramática. Seus lábios travessos se curvaram em um sorriso quando adicionou: — Nesta data querida, muitas felicidades... — A última palavra mal deixava seus lábios, prolongando o momento como se pertencesse apenas aos dois.
A plateia estava encantada, mas era o algo silencioso que ardia entre Louis e Harry que realmente mantinha todos hipnotizados. Quando a canção terminou, Harry se inclinou sutilmente, e o vestido abriu um pouco ao redor de seus joelhos, a saia leve flutuando ao redor de suas pernas como uma segunda pele. Louis inalou uma última vez do cigarro, ainda mantendo a postura impecável e o controle absoluto, como se cada provocação de Harry estivesse sendo meticulosamente registrada. Ele apagou o cigarro com uma calma quase ensaiada, sem tirar os olhos dela.
Harry começou a se aproximar, um passo deliberado após o outro, cada movimento feito para atrair sua atenção. Quando chegou perto o suficiente, ela se inclinou levemente sobre a mesa, o decote revelando ainda mais seus seios, enquanto um sorriso se formava em seus lábios.
— Senhor Presidente — Ela murmurou, a voz suave e sedutora. — Espero que tenha gostado da minha pequena homenagem.
Harry ergueu os olhos para encontrar os azuis profundos de Louis. Havia uma chama ali, algo que queimava com a mesma intensidade da chama de seu cigarro. Mesmo assim, a expressão de Louis permaneceu impassível.
— Harry — Louis respondeu com um tom formal. — Sua performance foi... memorável. Você certamente conseguiu isso — Ele disse. — Não é todo dia que alguém faz um esforço tão... pessoal.
— Eu me esforço para ser memorável — Ela disse, inclinando a cabeça com mais um sorriso.
O jeito que Harry se movia, a forma como seus lábios se curvavam, eram uma provocação direta a ele.
— Você certamente teve sucesso — Louis repetiu, mas desta vez sua voz tinha um peso mais sombrio, grave. Seus olhos percorreram o corpo dela com uma intensidade discreta, como se a estudasse por completo. — E quanto a mim, devo dizer que estou... intrigado.
Harry se aproximou ainda mais, seus passos precisos e elegantes, como se cada movimento fosse uma coreografia meticulosamente ensaiada para capturar a atenção de Louis. Quando chegou à mesa, ela deslizou suavemente para o banco ao lado de Louis, seus olhos ainda presos nos dele, o perfume suave que ela usava se misturando ao ar e invadindo os sentidos dele. De repente, a mão firme de Louis, cheia de autoridade e controle, envolveu sua coxa, os dedos apertando a carne com uma força possessiva que arrancou um suspiro silencioso dos lábios dela. Ele se inclinou, a respiração quente contra a sua orelha enquanto sussurrava com uma rouquidão que a fez tremer.
— Afinal, — Ele sussurrou, sua voz carregada de promessas perigosas — você não quer que a única coisa que eu me lembre desta noite seja uma canção, quer?
O arrepio percorreu o corpo de Harry, um calor subindo pela espinha, e o ar escapou de seus lábios em um suspiro leve, mas profundo. Cada centímetro dela parecia responder ao toque de Louis, o calor da mão dele queimando sua pele, e ela mal conseguia conter o tremor que lhe atravessava o corpo. Ela fechou os olhos, tentando manter a compostura, mas o calor dele, a proximidade, estava lentamente destruindo as suas defesas. O toque dele incendiava cada parte dela, e a forma como os dedos de Louis se moviam lentamente, subindo mais por sua perna, fazia seu corpo tremer de expectativa. O controle que ela fingia ter escapou de suas mãos no instante em que ele a tocava daquele jeito.
Louis sabia exatamente o que estava fazendo — ele sempre soube.
Seus movimentos eram calculados, um jogo silencioso onde ele sempre mantinha as rédeas, mesmo quando parecia casual.
Cada toque, cada deslizar dos dedos por sua coxa era feito com a intenção de provocar, de testar até onde ela suportaria sem perder o controle.
Ela se esforçou para seguir com a conversa com a convidada ao seu lado, tentando focar nas palavras, mas cada vez que a mão sobresaltadas de veias de Louis voltava a tocar sua perna, era como se o mundo à sua volta desaparecesse. Sua mão subia com uma lentidão agonizante, os dedos brincando com a borda da calcinha de renda de Harry, quase como se estivesse testando sua resistência. Harry mordeu o lábio, seu corpo pedindo mais, cada fibra dela clamando por ele, mas sua mente tentava desesperadamente manter o controle.
Ela lutava para manter o semblante calmo, sua calcinha já molhada de antecipação, enquanto Louis continuava provocando impiedosamente. Quando ele finalmente alcançou, e sentiu a umidade da peça íntima delicada, seus dedos pararam ali, tocando suavemente o tecido molhado, sem pressa. A pressão era leve, mas suficiente para deixá-la em um estado de pura expectativa. E então, de repente, ele retirou a mão, voltando a atenção para outro convidado da mesa como se nada tivesse acontecido.
— Então, como foi trabalhar no filme? — Perguntou a mulher ao seu lado, alheia ao que estava acontecendo por baixo da mesa.
— Foi... desafiador, mas bastante gratificante — Harry respondeu, a voz levemente trêmula, o rosto tentando não trair o caos que se desenrolava dentro dela. Ela torcia para que a mulher não notasse a tensão que vibrava em seu corpo.
Mas antes que ela pudesse respirar aliviada, a mão de Louis voltou, subindo novamente por sua coxa, desta vez com mais firmeza, com mais propósito.
Quando os dedos dele finalmente tocaram o tecido úmido da calcinha de Harry, ela apertou os lábios com força para não gemer. Seu corpo, incapaz de resistir, se contorceu levemente na cadeira, tentando manter o controle, mas a cada toque, Louis a quebrava mais um pouco.
Os dedos de Louis roçaram suavemente por cima da calcinha, como se ele estivesse brincando com a ideia de levá-la ao limite. Era uma tortura deliciosa, uma dança de poder onde ele a dominava sem esforço. Cada movimento fazia Harry querer mais, seu corpo pedindo por algo mais, mais profundo, mas Louis se mantinha no jogo, dominando com uma facilidade desconcertante. Então, ele parou novamente, a deixou à beira, no limiar de um prazer que ela nunca tinha experimentado com tamanha intensidade.
Harry abriu os olhos, respirando com dificuldade, tentando parecer composta. Mas, por dentro, ela estava despedaçada pela ausência dele, o vazio do toque que queria de volta mais do que qualquer coisa.
Harry, tremendo por dentro, abriu os olhos lentamente, encarando Louis. Ele a observava com um olhar afiado, saboreando o controle absoluto que tinha sobre ela, enquanto a deixava em um estado de desejo insuportável.
Harry sentia o corpo inteiro vibrar com a lembrança de como tudo havia começado.
Semanas atrás, no teatro, ela não sabia o que esperar quando anunciaram que o presidente Louis Tomlinson estaria presente naquela noite. Ele não era apenas um líder político; era um homem com uma presença magnética, capaz de atrair todos os olhares sem esforço. Enquanto se preparava para subir ao palco, ela sentia o coração acelerado, algo dentro dela já antecipando o impacto que ele teria em sua vida.
No final da apresentação, depois de receber aplausos estrondosos, Harry estava nos bastidores, respirando fundo, quando Louis entrou no camarim. Sua postura era firme, impecável, e seus olhos se fixaram nela com uma intensidade que a fez engolir seco.
— Você foi magnífica no palco — ele disse, com a voz grave e carregada de seriedade.
— Obrigada, Senhor Presidente — Harry respondera, sua voz quase sumindo. Ela sabia que estava nervosa, mas havia algo em Louis que a deixava desnorteada.
Havia algo sobre ele que a deixava vulnerável, como se cada palavra fosse um comando que seu corpo obedecia automaticamente.
Agora, semanas depois, ela se via sentada ao lado dele, numa mesa de jantar formal cercada de outras pessoas, mas o calor entre eles incendiava o ar.
A mão de Louis, antes discreta, agora agia com uma possessividade descarada. Ele a tocava como se ela fosse dele, como se nada ao redor tivesse importância. A mão subiu pela coxa dela com uma firmeza calculada, cada centímetro de pele ardendo sob o toque dele.
Harry mal conseguia prestar atenção à conversa que acontecia à sua volta. Tudo o que existia era o toque de Louis e o prazer avassalador que ele provocava. Quando seus dedos afastaram sua calcinha, sem aviso, ela não pôde conter o suspiro que escapou de seus lábios. O ambiente ao seu redor parecia desaparecer, e ela sabia que estava à beira de perder completamente o controle.
Louis deslizava seus dedos entre os lábios molhados da buceta de Harry, movendo devagar, com uma pressão torturante. Ele explorava sua intimidade com uma habilidade cruel, sentindo o calor e a umidade que só aumentavam a cada toque. Harry mordeu o lábio, tentando sufocar os gemidos que ameaçavam escapar, mas seu corpo inteiro tremia sob o domínio dele. As pernas dela se abriram ainda mais, quase por reflexo, implorando silenciosamente por mais.
— Você está molhada por mim — Louis murmurou no ouvido dela, sua voz baixa e cheia de desejo controlado. — É uma vagabunda tão necessitada.
Um arrepio percorreu todo o corpo de Harry, a fazendo tremer. Sua respiração estava pesada, acelerada. Os dedos de Louis começaram a se mover com mais intenção, traçando círculos lentos ao redor de seu clitóris, enquanto dois dedos se afundavam dentro da entradinha dela, provocando um gemido que ela não conseguiu conter. Seu corpo reagia involuntariamente, os músculos internos se contraindo em resposta ao toque, a pele queimando de tesão.
Tudo o Harry que desejava naquele momento era que Louis a tomasse completamente, ali em cima da mesa na frente daqueles convidados que não tinham poder algum perto do Presidente, queria que ele estivesse a fodendo naquele momento rompendo qualquer barreira de formalidade e a levasse ao limite sem piedade. A urgência que tomava conta de seu corpo era física, e ela sabia que não conseguia mais esconder o quanto o desejava.
Louis, sempre no controle, observava cada reação com uma satisfação interna.
Seus dedos agora se moviam mais fundo, alcançando o ponto exato que fazia o corpo de Harry se arquear involuntariamente, o peito subindo e descendo em uma tentativa desesperada de controlar os sons de prazer que escapavam de maneira baixa.
— Você quer que eu te foda, não é? — Louis perguntou, os olhos fixos nos dela enquanto sua mão continuava a esfregar a buceta chorosa.
Harry mal conseguia falar, mas conseguiu sussurrar, sem conseguir conter o tom de súplica.
— Sim... Eu preciso, por favor.
Louis esboçou um sorriso de canto, aquele sorriso calculado que sempre fazia o coração dela acelerar. Lentamente, ele retirou os dedos, provocando um suspiro frustrado de Harry. O corpo dela estremeceu com a ausência repentina. Ele, no entanto, manteve a calma, pegando sua taça de uísque e tomando um gole, os olhos ainda fixos nela como se estivesse avaliando seus próximos passos. Harry se sentia à mercê dele, enquanto o olhar de Louis deslizava provocadoramente até o volume que crescia em sua calça.
— Eu poderia te foder aqui e agora, e aposto que você adoraria ver essas pessoas te vendo gozar no meu pau — Ele murmurou, a voz baixa e grave, enquanto seus olhos percorriam cada centímetro dela. — Mas acho que você ainda não está pronta.
A antecipação fez o corpo de Harry vibrar, ela quase choramingou, ela queria aquilo mais do que qualquer outra coisa, queria sentir Louis dentro dela, dominando e submetendo Harry de uma maneira que ninguém jamais fez. Ele sabia disso, e a provocava, a mantinha à beira do desejo, controlando cada segundo como se fosse uma partida de xadrez que ele já havia vencido.
— Eu estou pronta — Ela sussurrou, a voz trêmula, quase implorando.
Louis a encarou com um olhar firme, os dedos traçando lentamente a lateral da perna dela, como se estivesse apenas aquecendo. Ele se inclinou, o hálito quente contra seu ouvido, e sussurrou com uma firmeza que fez os músculos dela se contraírem.
— Veremos.
Antes que ela pudesse responder, o momento foi interrompido bruscamente por um dos convidados que se aproximava, parabenizando o presidente.
Louis ergueu os olhos, sua expressão perfeitamente controlada, mas ainda carregada de uma tensão latente. Ele manteve a postura firme, como sempre, enquanto Harry tentava, sem sucesso, mascarar a frustração que queimava dentro dela.
Ela estava à beira do orgasmo, cada fibra de seu corpo clamando por alívio, e agora tinha sido cruelmente deixada com a sua buceta latejando. A mão de Louis ainda repousava firme em sua coxa, seus dedos apertando a carne de forma possessiva, o anel de ouro pressionando contra a pele dela, um lembrete silencioso, porém o toque enviava ondas de excitação por todo o corpo de Harry, a tornando mais escorregadia.
A respiração dela estava descompassada, suas pernas tremendo levemente com o resquício do tesão interrompido que ainda pulsava dentro dela. O corpo queria mais, mas ela precisou se conter enquanto Louis se levantava, ajustando sua postura com a habitual elegância. Antes de soltá-la completamente, ele apertou sua coxa uma última vez.
— Fique quieta. Eu ainda não terminei com você.
A promessa na voz dele enviou uma corrente de excitação pelo corpo de Harry, como se cada nervo estivesse aceso. O pulsar entre suas pernas era um lembrete cruel de quão perto estava de gozar nos dedos de Louis.
Enquanto Louis cumprimentava o convidado com um sorriso contido e a postura de um líder, Harry estava perdida em seus próprios pensamentos. A conversa educada entre os dois parecia irrelevante, distante, enquanto a tensão e a necessidade ainda dominavam seu corpo.
Sua mão caiu disfarçadamente sobre a mesa depois que os dois resolveram se sentar, os dedos apertando o tecido da toalha branca enquanto tentava se ancorar na realidade. Seu corpo ainda estava em chamas, cada célula clamando por mais.
Cada gesto de Louis e seu olhar furtivo indicavam que ele estava ciente da tensão que ela estava vivendo. A conversa se voltou para Harry, e o convidado comentou:
— Acho que a senhorita Harry fez mais do que apenas cantar parabéns esta noite. Sua performance foi... extraordinária.
Harry sentiu o rosto esquentar, sem saber se o comentário se referia ao palco ou à tensão entre ela e Louis.
— Ela definitivamente sabe como cativar uma plateia.
Enquanto falava, sua mão voltou a pousar discretamente na coxa de Harry continuando seu caminho lento e deliberado, agora mais ousada, traçando os contornos da calcinha dela. Harry lutava para manter a compostura, mas a cada segundo ficava mais difícil. Ela precisava se segurar para não soltar um suspiro audível, enquanto Louis mantinha uma conversa perfeitamente casual com o convidado.
— Você acha que ela poderia me dar algumas dicas de performance? — O convidado brincou, rindo.
— Acredito que seria uma boa ideia — Louis respondeu, sua voz agora mais grave, seus olhos fixos nos de Harry. — Mas temo que suas... habilidades sejam únicas.
O duplo sentido na voz de Louis fez uma onda de calor atravessar o corpo de Harry. Cada palavra parecia ter sido escolhida com precisão para provocá-la, e ele sabia exatamente o que estava fazendo. Seus dedos agora roçavam a calcinha dela, e Harry mordeu o lábio para evitar que um gemido escapasse.
Louis, sem interromper o fluxo da conversa, se inclinou ligeiramente em direção ao seu ouvido, o hálito quente fazendo sua pele arrepiar.
— Você adora isso, não é? — Ele sussurrou. — Estar à mercê, sem poder reagir. Vamos ver até onde você aguenta.
Harry fechou os olhos por um instante, sentindo o controle escorregar por entre os dedos. Louis estava jogando com seus limites, e ela sabia que ele a manteria naquele estado de expectativa até o momento em que ele decidisse que ela estava pronta. O desejo era insuportável, e ela mal podia esperar pelo que viria a seguir.
Finalmente, o convidado se afastou, satisfeito com a conversa, e Louis se voltou para Harry, seus olhos agora escurecidos pelo desejo que ele não se dava mais ao trabalho de esconder.
— Levante — Ele ordenou, sua voz baixa, mas firme. — Me siga.
Harry obedeceu sem hesitar, suas pernas trêmulas pela tensão que ainda percorria seu corpo. Eles se afastaram da mesa discretamente, atravessando o salão com uma elegância estudada. Ninguém parecia notar algo entre os dois, mas Harry sentia como se todos ao redor pudessem perceber o tesão que emanava dela.
Quando chegaram à saída, o motorista de Louis já os aguardava. Ele abriu a porta do carro com uma formalidade que contrastava com a urgência silenciosa que pairava no ar. Louis indicou com um gesto que Harry entrasse primeiro. Ela obedeceu, o coração disparado enquanto se acomodava no banco traseiro. Louis entrou logo em seguida, fechando a porta suavemente atrás de si. O carro começou a se mover pelas ruas escuras, as luzes da cidade passando rapidamente pelas janelas enquanto o silêncio dentro do veículo parecia amplificar a tensão entre eles.
Louis, ao lado dela, estava relaxado, mas Harry sabia que ele estava apenas esperando o momento certo para agir. Ele se inclinou levemente, a boca próxima ao ouvido dela, e sussurrou com uma voz rouca e carregada de promessas:
— Você sabe o que vai acontecer quando chegarmos, não sabe?
Harry sentiu um arrepio percorrer sua espinha. Ela assentiu levemente, incapaz de formar palavras. O toque de Louis voltou a deslizar pela sua coxa, seus dedos traçando círculos lentos e provocantes na pele exposta.
O carro seguia suavemente pelas ruas, e Harry sentia o corpo vibrar de antecipação. O motorista, alheio ao que acontecia no banco de trás, guiava com precisão até a mansão de Louis. Quando o carro finalmente parou, Harry quase suspirou de alívio e ansiedade ao mesmo tempo.
Louis abriu a porta e saiu primeiro, estendendo a mão para ela em um gesto controlado, mas carregado de intenção.
— Venha. — O tom era firme, quase uma ordem.
Harry colocou a mão na dele, sentindo a faísca familiar correr por seus dedos. Ela desceu do carro, mas suas pernas pareciam fracas, o corpo respondendo demais ao simples toque de Louis. Ele entrelaçou os dedos nos dela, guiando até a entrada da casa.
Assim que entraram, a porta se fechou com um clique suave atrás deles.
Sem dizer uma palavra, Louis a puxou pela cintura, seus lábios finalmente encontrando os dela em um beijo profundo e urgente. As mãos de Louis deslizavam pelo corpo dela, segurando seus quadris com força.
— Louis... — Foi tudo que ela conseguiu murmurar entre os beijos.
Os dedos de Louis afundaram em sua bunda, apertando com veracidade provocando um gemido tremulo e alto em Harry. Era impossivel para ela manter o controle perto dele.
— Diga pelo que você está implorando, Harry. — Ele provocou, os lábios roçando o pescoço dela enquanto sua ereção pressionava contra a sua intimidade.
Harry mordeu os lábios, o corpo implorando por mais toques dele.
— Eu... eu preciso de você, Senhor Presidente — Ela sussurrou, a provocação clara em sua voz, sabendo exatamente como aquilo o afetaria.
Ele a afastou apenas o suficiente para encará-la. O fogo nos olhos de Louis era hipnotizante, queimava com uma intensidade que fazia Harry tremer por dentro. Com um movimento rápido, ele avançou, capturando a boca dela em um beijo profundo. Os lábios dele pressionavam os dela com força, e a forma como ele explorava sua boca com a língua era uma tortura deliciosa.
Harry mal conseguia respirar, sua cabeça girando com a velocidade e a intensidade de tudo. Ela sabia que ele estava apenas começando.
Louis não perdeu tempo. Ele a ergueu do chão, as pernas de Harry automaticamente enroscandoem volta da cintura dele. Com passos rápidos e decididos, ele a carregou pelo corredor, e Harry podia ouvir o eco das solas de seus sapatos no mármore, amplificando a sensação de isolamento e a expectativa do que estava por vir.
Quando chegaram ao quarto, Louis empurrou a porta com o ombro, a escuridão do ambiente dando as boas-vindas. A única luz vinha das janelas, onde as luzes da cidade iluminavam fracamente o espaço. Ele a colocou de pé, mas não a soltou, mantendo-a próxima o suficiente para que ela sentisse cada centímetro de seu corpo contra o dela.
— Olhe para você — Ele murmurou, o tom da voz dele carregado de desejo e provocação. — Tão disposta a me dar tudo. Tão linda assim, entregue.
Harry estava completamente submissa àquele olhar, ao toque dele. Louis tinha o dom de deixar tudo ao redor deles se desfazer, como se apenas os dois existissem naquele momento. E ela queria ser tudo o que ele dizia, queria ser dele de todas as formas possíveis.
— Louis... — A voz dela saiu em um suspiro trêmulo.
Ele sorriu, aquele sorriso satisfeito que dizia que ele sabia exatamente o que ela sentia. Em vez de responder, Louis levou as mãos aos botões da própria camisa, abrindo um a um lentamente, os olhos nunca deixando os dela. Harry observava hipnotizada, os dedos se mexendo impacientes ao lado do corpo. Ela queria tocá-lo, mas sabia que ele queria prolongar a expectativa, aumentar o desejo.
Quando Louis finalmente tirou a camisa, Harry sentiu o coração bater ainda mais forte e o ar ser lhe arrancado de seus pulmões com força. Ele era o ápice do controle, a personificação do poder e da elegância.
Ele se aproximou de Harry novamente depois de ter pegado e acendido o seu cigarro, coisa que fez mais do líquido pegasoso escorrer na calcinha já arruinada de Harry, ele se aproximou, o cheiro da fumaça misturado ao perfume de sua pele invadindo os sentidos dela. Ele parou tão perto que ela podia sentir o calor que emanava do corpo dele, o cigarro a centímetros de sua boca entreaberta.
— Tire o vestido — Ele disse, a voz baixa, rouca, mas carregada de uma autoridade que não permitia hesitação. Não era uma sugestão, era uma ordem. E aquilo fez o corpo de Harry reagir de imediato, um calafrio de excitação percorrendo sua espinha.
Ela engoliu seco, os dedos trêmulos deslizando pelas alças do vestido. O coração batia forte, a mente uma confusão, mas os olhos de Louis... eram quase hipnóticos. Ele não precisava falar; o simples olhar comandava cada célula do corpo dela. Lentamente, ela puxou o tecido, sentindo-o deslizar pela pele, suave e tentador, até que o vestido caiu ao chão, revelando sua lingerie branca, tão delicada quanto provocante sob o olhar penetrante de Louis.
Ela parecia uma visão angelical, mas o que acontecia entre eles estava longe de ser puro.
Louis tragou mais uma vez, os olhos correndo pelo corpo dela com uma intensidade que fez o ar no ambiente ficar mais pesado. Ele parecia saborear aquele momento, o cigarro não fazia nenhum efeito, seu pau contraia doloroso, a pré-porra escorrendo na cabeça e sendo absorvida pelo tecido de sua cueca.
Ele jogou o cigarro no chão, apagando com o pé, e caminhou até Harry, seus passos lentos, predatórios, uma das mãos pousando acima da sua bunda dela a puxando para mais perto. Louis soprou a última baforada de fumaça nos lábios de Harry, e ela, sem conseguir resistir, inalou lentamente, sentindo o sabor amargo da nicotina e o gosto de Louis invadirem sua boca ao mesmo tempo. Seus olhos fecharam, o corpo inteiro entregue ao momento, ao toque dele, à forma como ele dominava cada movimento, cada suspiro.
Os seus dedos traçando uma linha ao longo da pele nua do braço dela, até chegarem ao ombro, deslizando para o pescoço. Ele inclinou a cabeça e beijou a clavícula de Harry, provocando um arrepio que percorreu todo o corpo.
— Você gosta de ser provocada, não é? — Ele murmurou contra a pele dela, os lábios tocando-a suavemente enquanto suas mãos desciam pelas costas dela. — Gosta de saber que está completamente à minha mercê.
Harry mal conseguia responder, o corpo dela tremia sob o toque dele. Cada palavra de Louis, cada toque, era um lembrete do poder que ele tinha sobre ela. Ela o queria desesperadamente, precisava sentir cada centímetro dele contra si.
— Eu quero ouvir você dizer... — Ele provocou, sua boca pairando a milímetros da dela. — Você sabe... o que eu te faço sentir? — ele sussurrou, sua voz sedutora, enquanto deslizava a mão para cima, os dedos traçando um caminho pelo braço dela até o pescoço.
— Sim... — Ela sussurrou, a voz quase um gemido.
Seus dedos apertaram levemente o pescoço de Harry, forçando-a a encará-lo diretamente, os olhos dele se tornando apenas uma nuvem escura, escondendo as iris azuis.
— Sim o que?
—Sim, Senhor.
— Boa menina — Ele murmurou, seus lábios finalmente pressionados com os dela, em um beijo profundo, saliente e dominador.
Harry gemeu contra a boca de Louis, seu corpo pressionado contra o dele, sentindo o membro de Louis duro por ela. Ela sentiu, o calor em sua coxa nua, a dureza.
A imagem dos dois refletida no espelho ao lado parecia saída de uma cena cinematográfica, uma visão que capturava o puro desejo entre eles, algo que ninguém mais testemunhava.
Louis separou os seus lábios dos dela, deixando um rastro úmido de saliva na pele enquanto descia pelo queixo até a clavícula. Sua língua traçou uma linha quente pelo pescoço dela, enquanto seus dedos deslizavam pelas curvas, explorando cada pedaço de pele exposta.
— Você é tão linda... — Ele murmurou contra sua pele, a voz grave enviando ondas de calor pelo corpo de Harry.
Ela mal conseguia falar, sua mente nublada de desejo, as pernas fracas sob o toque dele. Louis beijou, mordeu, e chupou sua clavícula, e Harry sentiu um arrepio profundo. Seus dedos cravaram nos ombros dele, como se estivesse se segurando para não cair.
Harry mal conseguia respirar, a mente completamente dominada. Seus pensamentos estavam turvos, cada toque de Louis amplificando as sensações em seu corpo. Ele beijou, mordeu, e chupou sua clavícula com uma precisão calculada, cada movimento arrancando um gemido baixo de Harry. Seu corpo tremia, suas pernas estavam fracas, e os dedos dela cravavam desesperadamente nos ombros de Louis, como se ela precisasse se segurar para não cair de tão entregue que estava ao momento.
— Louis... — Ela sussurrou, quase sem voz, um pedido entrecortado pelo prazer que pulsava dentro dela.
Louis, com um sorriso de satisfação, parou por um breve momento. Ele segurou Harry com firmeza, virando-a de frente para o espelho. Queria ver cada expressão, cada emoção que passava pelo rosto dela. Seus olhos queimavam de intensidade enquanto a encarava pelo reflexo, absorvendo a vulnerabilidade e o tesão estampados em suas feições. Os dedos dele subiram lentamente pela coluna dela, fazendo a pele de Harry arrepiar, até se enroscarem em seus cabelos. Ele puxou sua cabeça levemente para trás, expondo o pescoço dela, que estava quente e convidativo.
— Diga o que você quer — Ele exigiu, sua voz baixa, mas tão cheia de comando que era impossível para Harry não responder.
Ela mordeu o lábio, seus olhos fechados por um segundo, tentando se recompor enquanto sentia a respiração pesada se misturar com a excitação crescente. O toque de Louis em sua pele era como uma corrente elétrica, deixando-a ainda mais ciente da proximidade dos corpos.
— Eu quero... você. Quero sentir você — Ela admitiu, finalmente, sua voz saindo entrecortada e cheia de desejo. As palavras saíram trêmulas, mas carregadas de uma necessidade inegável.
Louis sorriu, satisfeito com a rendição que Harry lhe oferecia. A submissão dela era o combustível para o controle que ele gostava de exercer. Com os olhos fixos no reflexo deles, ele desceu lentamente as mãos pelas curvas do corpo dela, até alcançar a borda da calcinha de renda que mal cobria sua pele. Ele pressionou sua ereção contra o meio da bunda de Harry, esfregando lentamente, apenas o suficiente para fazê-la gemer e sentir o quanto ele a desejava.
— Você sente isso, não sente? — Louis murmurou contra o ouvido dela, sua voz grave e quente, enquanto seus dedos brincavam sobre o tecido da calcinha, provocando-a sem pressa. — Isso é tudo o que você faz comigo, Harry...
Harry arfou, sentindo o corpo inteiro estremecer sob o toque das digitais. Cada movimento parecia calculado para deixá-la à beira da loucura. Ela podia sentir a ereção de Louis pulsando atras dela, o calor de seus corpos se misturando de uma forma que a fazia perder qualquer resquício de controle.
— Seja comportada — Louis sussurrou, o tom de comando ainda presente, enquanto seus dedos desciam lentamente até onde Harry mais ansiava por ele. O toque suave de seus dedos sobre o tecido encharcado da calcinha fez Harry arfar de prazer, o corpo todo se arqueando em resposta.
— Louis, por favor... — Ela sussurrou, seus olhos revirando enquanto a sensação eletrizava cada parte do seu corpo.
Harry pressionou a bunda com mais força contra a ereção de Louis, sentindo o pau duro dele sendo esmagado contra a calça.
O calor entre eles era insuportável, a tensão sexual crescendo com cada segundo que passava. Louis, sem tirar os olhos do reflexo dela no espelho, afastou a calcinha de Harry, liberando acesso à sua buceta encharcada. Ele espalhou as pernas dela um pouco mais, os dedos habilidosos deslizando pelos lábios internos, enquanto o dedão acariciava o clitóris com uma precisão cruel.
Harry soltou um gemido baixo, seu corpo inteiro tremendo com a intensidade das sensações. As costas dela se arquearam, e um gemido alto escapou de sua boca quando Louis finalmente empurrou um dedo dentro de sua carne pulsante e quente. Ele começou devagar, torturando com movimentos lentos, colocando e tirando o dedo com uma calma que a deixava insana
— Louis... mais... — Harry conseguiu balbuciar, sua voz entrecortada, as pernas já vacilando de tanto prazer.
Louis riu baixo, satisfeito com a súplica. Ele empurrou mais um dedo, aumentando o ritmo apenas o suficiente para mantê-la na beira do desespero. O outro braço dele envolveu a cintura de Harry, puxando ela para mais perto, enquanto ele afastava o sutiã, deixando um dos seios expostos. Seus dedos encontraram o mamilo duro, torcendo delicadamente ao mesmo tempo em que continuava a penetrando com os dedos. Os olhos fixos no reflexo dela, observando o rosto de Harry se contorcer de prazer.
Harry estava a um passo de perder o controle. A combinação dos dedos de Louis dentro dela, e o toque habilidoso em seu mamilo, fazia sua cabeça girar. Ela jogou a cabeça para trás, a boca entreaberta, soltando gemidos curtos e desesperados. Os espasmos no corpo dela eram involuntários, e de vez em quando, pequenos choramingos escapavam de seus lábios.
— Por favor... — Ela sussurrou, os olhos marejados de desejo, a voz tremendo. — Eu preciso de mais, Louis... — Ela implorou, a voz tremendo, o corpo se arqueando involuntariamente a cada toque.
Louis estava a um passo de jogá-la na cama e fodê-la com toda a força que ela pedia, mas ele queria saborear cada momento.
— Mais? — Louis sussurrou, os dedos deslizando mais fundo dentro dela, aumentando o ritmo sem pressa. — Você sabe que só vai ter o que eu quiser dar, não sabe?
Harry mordeu o lábio, seus olhos quase implorando através do espelho.
— Sim... eu sei... — Ela respondeu, quase sem fôlego.
Louis sorriu satisfeito, a mão que brincava com o seio dela apertou um pouco mais o mamilo, arrancando um gemido ainda mais alto de Harry. Ele aumentou o ritmo dos dedos, deslizando dentro e fora dela com mais rapidez, vendo o corpo de Harry reagir com espasmos de prazer.
— Você é minha, Harry — Ele murmurou, os lábios roçando o pescoço dela, mordendo levemente enquanto seus dedos continuavam a tortura lenta e deliciosa. — Diga que é minha.
— Eu sou sua... só sua... — ela respondeu entre gemidos, os olhos fechando de novo, o corpo inteiro pulsando com o prazer que ele infligia.
— Muito bom. — Louis murmurou com um sorriso satisfeito, observando o reflexo dela no espelho. Seus dedos se moveram ainda mais rápido, finalmente levando Harry ao limite enquanto ele observava cada expressão de êxtase passar pelo rosto dela.
Ele deslizou os dedos mais fundo dentro dela, agora movendo com mais intensidade, o ambiente sendo preenchidos pelos gemidos ainda mais altos e roucos de Harry. O corpo dela tremia de tanto prazer, e a visão dos dois no espelho era a personificação da rendição total e completa.
As suas pernas tremendo enquanto ele a levava cada vez mais perto do limite. Os dedos de Louis agora se moviam mais profundamente, e o som molhado de seus movimentos a fazia gemer ainda mais alto. Ele observava cada detalhe no espelho, cada revirar dos olhos de Harry, o modo como a boca dela se abria, implorando por mais.
— Olha pra você — Louis murmurou, a voz baixa, rouca, cheia de desejo contido. — Tão entregue, tão perfeita... Está gostando de se ver assim?
Harry abriu os olhos com dificuldade, se forçando a encarar o reflexo no espelho. Ela viu seu próprio corpo curvado, os olhos enevoados de desejo, a boca entreaberta soltando gemidos involuntários. E atrás dela, Louis observando com aquele sorriso satisfeito que a deixava ainda mais à beira da loucura.
— Eu... eu não aguento mais, Louis... — Ela arfou, a respiração pesada, os olhos verdes brilhando com as lagrimas de prazer contidas.
Louis aproximou a boca do ouvido dela, o hálito quente fazendo a pele de Harry arrepiar.
— Você vai aguentar. Eu decido quando isso vai acabar. — A voz dele era um sussurro firme, sem pressa, cheia de controle.
Harry gemeu alto, o corpo inteiro contraído, sentindo o prazer subir em ondas cada vez mais intensas. Ele enfiava os dedos mais fundo, em ritmos prolongados dentro e fora o polegar esfregando seu clitóris com tanta precisão que ela quase perdeu o controle. O corpo dela estava à beira de uma explosão, cada nervo eletrizado, os espasmos a deixando completamente entregue.
— Louis... por favor... — Ela choramingou, seus olhos se fechando de novo enquanto tentava conter o prazer que ameaçava tomá-la por completo. Ela sabia que ele estava no controle, mas o desejo de alcançar o orgasmo era esmagador.
— Ainda não — ele disse firmemente, seus dedos diminuindo o ritmo apenas para torturá-la mais, sentindo o corpo de Harry se contrair em resposta. Ele queria que ela implorasse, queria ver até onde ela iria por ele.
Ela abriu os olhos de novo, os lábios entreabertos, uma expressão de puro desejo e desespero no rosto. — Por favor... eu não posso mais... — A voz dela era um gemido, quase um sussurro desesperado, o corpo arqueando involuntariamente a cada toque dos dedos dele.
Louis riu baixinho, satisfeito.
— É isso que eu queria ouvir. — Com um movimento rápido, ele tirou os dedos dela, deixando-a vazia e ofegante. Harry soltou um gemido de frustração, seus olhos arregalados no espelho, incapaz de acreditar que ele a deixou naquele estado.
— Louis! — Ela protestou, sua voz cheia de necessidade, o corpo pulsando de desejo.
— Você vai me implorar direito agora. Diga que você precisa de mim — ele exigiu, os lábios roçando o pescoço dela enquanto suas mãos continuavam a brincar com o corpo dela. — Diga o quanto você me quer.
Harry mal conseguia falar, sua mente completamente tomada pelo desejo.
— Eu... eu preciso de você, Louis... eu te quero tanto... — Ela arfou, a voz falhando a cada palavra.
Louis sorriu, satisfeito com a submissão dela. Ele inclinou a cabeça, mordendo suavemente o pescoço de Harry.
— Agora, eu vou te dar o que você quer.
Com um movimento firme, ele a virou de frente para si, seus olhos fixos nos dela, enquanto suas mãos deslizavam pela cintura de Harry, segurando ela com força. Ele a levantou e a jogou na cama afastando as pernas para abrir espaço.
Louis tirou as calças de si, ficando totalmente nu. O pau duro, grosso e grande repleto de veias apontava para onde Harry estava. Louis se masturbou devagar tentando aliviar a pressão e a dor gostosa em seu pênis, e Harry mordeu os labios com força para não gemer diante da cena imaculada que ela via diante de si. Suas paredes latejavam de ansiedade para receber Louis dentro de si, e também pelo orgasmo negado mais uma vez.
O presidente andou devagar até onde estava Harry, no meio da sua cama e ergueu os olhos até os dela.
— Olha pra mim... — A voz dele era um sussurro grave, mas cheia de controle.
Ela gemeu baixinho, incapaz de se conter, enquanto o corpo todo tremia de antecipação. O desejo queimava em cada célula do seu corpo, suas pernas ainda abertas, completamente à mercê de Louis. Harry mordeu o lábio com mais força, sentindo as paredes do seu corpo pulsarem pela necessidade de ser preenchida.
Louis caminhou lentamente até ela, cada movimento carregado de propósito, sua ereção rígida balançando com cada passo. Seus olhos estavam cravados nos de Harry, que respirava com dificuldade, suas mãos ansiosas tocando o lençol abaixo dela, lutando contra o impulso de se mover, de implorar por ele. Ela estava desesperada, e ele sabia disso.
— Você está pronta pra mim? — Louis perguntou, mas a pergunta não era apenas uma confirmação; era uma provocação. Seus dedos começaram a deslizar pelas coxas dela, traçando um caminho ardente até o ponto mais sensível.
Ele passou o polegar de leve sobre o clitóris de Harry, arrancando um suspiro profundo e entrecortado dos lábios dela. Seus quadris involuntariamente se ergueram em busca de mais contato, e Louis, com um sorriso satisfeito, recuou ligeiramente, controlando cada segundo daquele momento.
Harry assentiu freneticamente, sua voz falhando por um momento, tomada pela onda de desejo que a inundava.
— Sim... por favor, Louis... — Ela implorou, os olhos marejados, a voz fraca e carregada de uma necessidade que a fazia perder o fôlego.
Louis sorriu com a súplica, saboreando a rendição completa de Harry. Ele se inclinou sobre ela, sua ereção roçando contra a sua pele quente.
Seus lábios se aproximaram da orelha de Harry, enquanto suas mãos continuavam a provocar sua intimidade, tocando de uma forma que arrancava gemidos incontroláveis de seu peito.
— Você vai me implorar do jeito que eu gosto? — Os dentes roçando levemente o lóbulo da orelha dela enquanto, com um gesto firme, retirava o sutiã de Harry. Sua outra mão passeava pelo corpo dela, apertando o seio nu com a mesma habilidade que ele usava entre suas pernas.
Harry soltou um gemido alto, o corpo se arqueando mais uma vez. Ela estava no limite, e Louis sabia exatamente como mantê-la ali.
— Eu... eu faço qualquer coisa... — Ela arfou, os dedos dela se curvando em busca de algo para agarrar, enquanto seus quadris buscavam, em vão, mais contato com o corpo dele.
Louis riu baixinho, satisfeito com o que ouviu.
— Qualquer coisa? — Ele repetiu, enquanto seus dedos finalmente ofereciam o que ela tanto desejava, pressionando o clitóris dela com mais força, agora completamente exposto depois que ele rasgou a calcinha de renda com precisão.
— Sim... qualquer coisa... eu sou sua... — Harry praticamente gritou, a cabeça tombando para trás enquanto seu corpo reagia de forma incontrolável ao toque dele.
Satisfeito com sua submissão, Louis desceu pelo corpo dela, beijando e lambendo os seios com uma atenção dedicada. Seus lábios sugavam e mordiscavam os mamilos de Harry, enquanto suas mãos, firmes, apertavam suas curvas com desejo evidente. O anel de Louis deixavam marcas na pele de Harry, delineando sua cintura com um toque possessivo.
Harry arfava cada vez que sentia a barba de Louis se aproximando de sua intimidade. O simples toque áspero fazia seu corpo pulsar de antecipação. Louis, com uma habilidade que só ele tinha, passou a língua pelo clitóris de Harry, arrancando um grito estrangulado de seus lábios.
— Louis... — O nome dele escapou em um gemido, mas foi cortado pelo prazer avassalador que a tomava. Era como se ele estivesse reivindicando cada centímetro do seu corpo, tomando posse de suas sensações, dos seus pensamentos, da sua alma. Cada movimento, cada lambida e mordida a levava ao limite, e ela não conseguia mais segurar o clímax iminente.
Quando o orgasmo a atingiu, foi como uma explosão de puro êxtase. Seu corpo inteiro tremeu, cada músculo se contraindo e relaxando sob o toque habilidoso de Louis. Ela gritou alto, a voz rouca de tanto prazer, enquanto seu corpo se contorcia na cama de Louis. As pernas dela se fecharam involuntariamente ao redor da cabeça dele, tentando encontrar algum alívio, mas só aumentando a pressão da língua dele em seu clitóris já sensível.
As lágrimas escorriam pelos cantos dos olhos de Harry enquanto ela gozava, o prazer era tão intenso que beirava o insuportável. Seu corpo se arqueava da cama, os gemidos altos ecoando no quarto, enquanto ela se entregava completamente ao controle de Louis.
Mas ele não parou. Louis continuou, movendo a língua em círculos lentos e torturantes, prolongando o orgasmo de Harry, e bebendo tudo que ela soltava por ele.
Louis subiu pelo corpo de Harry, ela mal conseguia respirar. Seu peito subia e descia com respirações rápidas e irregulares, a pele brilhando com uma fina camada de suor. Seus lábios estavam entreabertos, e sem hesitar, Louis se inclinou tomou sua boca em um beijo voraz.
Harry, ainda trêmula, envolveu os braços em torno do pescoço dele, o puxando para mais perto. Suas pernas se entrelaçaram em torno dos quadris de Louis, o puxando mais para si, até sentir o peso do pau duro dele pressionando contra sua buceta. O contato fez os dois soltarem gemidos quase simultâneos, o som abafado entre os lábios ainda conectados.
O corpo de Harry estava em chamas, e a fricção do pau de Louis contra sua pele só aumentava sua necessidade. Ela rebolou os quadris, o provocando, fazendo com que a ereção dele escorregasse mais facilmente entre suas pernas. Louis soltou um gemido rouco contra seus lábios, a cabeça de seu pau deslizando de leve contra a entrada de Harry, enviando ondas de prazer por todo o corpo dela.
Os dois interromperam o beijo por um instante, apenas para se encararem. Os olhos de Louis estavam fixos nos dela, intensos, famintos, e Harry correspondia com um olhar igualmente cheio de desejo e submissão. O momento estava carregado de tensão, como se ambos estivessem à beira de perder o controle.
Louis então segurou seu pau e, com uma precisão quase cruel, roçou a ponta contra a entrada de Harry. Ela arfou, seu corpo todo estremecendo enquanto sentia a pressão, a pele sensível ainda pulsando de prazer.
— Você me quer, não quer? — Louis sussurrou, sua voz baixa e rouca, os olhos nunca deixando os dela.
— Sim... — Harry mal conseguiu responder, sua voz entrecortada, as mãos agarrando os ombros dele com força. — Eu preciso de você... agora.
Sem mais palavras, Louis começou a empurrar, lentamente, abrindo caminho para dentro dela. Harry rebolou suavemente, ajustando-se ao tamanho dele, cada movimento fazendo com que ela se moldasse ao pau dele com mais precisão. Louis estava completamente dentro dela, ambos respirando pesadamente.
Os olhos de Louis estavam fixos nos de Harry, observando cada expressão de prazer que passava por seu rosto enquanto ele se enterrava mais fundo dentro dela. Ela abriu a boca, soltando um gemido longo, o som abafado pela intensidade da sensação.
— Você é meu hino nacional... — Louis murmurou, sua voz carregada
— Ah sim... Isso... bom... Tão bom — Ela conseguiu murmurar, a cabeça jogada para trás, sentindo ele se mover dentro de si com uma precisão que a deixava completamente à mercê dele.
Louis segurou seus quadris, a puxando para si com cada estocada, e Harry rebolava em resposta, sentindo o prazer crescer novamente, dessa vez ainda mais intenso.
Louis aumentava o ritmo de suas estocadas, cada vez mais profundas e intensas. O quarto estava repleto dos sons de prazer compartilhado – os gemidos de Harry, a respiração pesada de Louis, e o som dos corpos se encontrando. O suor escorria pelos corpos de ambos.
Harry, completamente à mercê dele, sentia seu corpo se aproximando de mais um orgasmo. Seus quadris rebolavam contra Louis, buscando mais contato, mais fricção. Ela se segurava nos lençóis, seu corpo em chamas, incapaz de pensar em qualquer coisa além do prazer que Louis a fazia sentir.
— Eu não... não consigo segurar — Harry arfou, seus olhos semicerrados de tanto prazer.
Louis, com um sorriso satisfeito, inclinou-se sobre ela, suas mãos segurando os quadris de Harry firmemente, como se estivesse reivindicando-a de todas as formas possíveis.
— Então goza pra mim, Harry — Ele murmurou, seus olhos queimando de desejo enquanto mantinha o ritmo intenso.
Harry mordeu o lábio com força, sua cabeça tombando para trás. Ela sentiu a onda de prazer subindo, mais forte e implacável do que antes. O orgasmo a atingiu como uma explosão, e ela gritou alto, seus músculos se contraindo violentamente ao redor de Louis. As pernas dela se fecharam ao redor da cintura dele, tentando desesperadamente encontrar algum alívio, mas o que conseguiu foi prolongar ainda mais o prazer, os movimentos de Louis implacáveis.
Ele não parou.
Nem por um segundo.
Continuou empurrando com força, cada vez mais fundo, fazendo Harry gemer e gritar, sem dar a ela chance de se recuperar. Ela estava sendo levada a outro orgasmo antes mesmo de ter se recuperado do primeiro.
Suas mãos agarraram os braços de Louis, o corpo inteiro tremendo, completamente dominada.
— Louis... eu vou... de novo — Ela gemeu entre suspiros, o corpo arqueando mais uma vez enquanto a próxima onda de prazer chegava. Mais lágrimas escorreram de seus olhos, o prazer era tão forte que parecia demais para aguentar. Seu corpo pulsava, suas mãos desesperadamente segurando os ombros dele.
Louis observava cada expressão dela, cada gemido que escapava dos lábios de Harry o levava mais perto de seu próprio clímax. Ele estava próximo, muito próximo. Seus olhos permaneceram fixos nos de Harry, enquanto a penetrava mais fundo, mais devagar agora, mas com uma intensidade que falava mais que palavras.
— Harry, eu vou... — Ele murmurou, os dentes cerrados enquanto seus movimentos se tornavam mais erráticos.
Ele se abaixou para beijá-la profundamente, suas bocas colidindo em um beijo desesperado e cheio de desejo.
Quando Louis finalmente gozou, ele soltou um gemido baixo contra os lábios dela, seu corpo inteiro tremendo enquanto sentia o prazer explodir dentro dele. Eles gozaram juntos, o corpo de Harry apertando-o ainda mais forte, como se não quisesse deixá-lo escapar.
Por longos minutos, o mundo parecia parar. Os corpos entrelaçados, a respiração deles se misturando enquanto recuperavam o fôlego, suas peles quentes e suadas. Louis saiu de dentro dela com cuidado e se deitou ao lado de Harry, puxando-a para seus braços, sentindo o coração dela ainda batendo acelerado contra seu peito.
— Você... é inacreditável — Ele murmurou contra o cabelo dela, os dedos acariciando suas costas com gentileza.
Harry sorriu, ainda ofegante, os olhos fechados enquanto se aconchegava mais no peito dele.
— Você também não é nada mal, Senhor Presidente — Ela brincou, sua voz fraca e satisfeita.
O silêncio confortável tomou conta do quarto enquanto eles se aninhavam um no outro, aproveitando o momento íntimo depois de tanta intensidade. A luz suave da lua iluminava o quarto pelas janelas, refletindo na cama desarrumada e nos corpos entrelaçados.
Depois de um tempo, Louis se remexeu, como se estivesse pensando em algo. Ele inclinou a cabeça para olhar para ela, seus dedos ainda traçando círculos suaves nas costas de Harry, até que ele parou. Harry estranhou e o olhou, os olhos azuis fixos nos seus por longos segundos que pareciam minutos, Harry traçava sua barba enquanto acariciava os dedos de Louis com a outra mão.
— Casa comigo? — Ele perguntou, os olhos azuis fixos nos dela verdes.
O mundo pareceu desacelerar. Harry piscou, absorvendo o pedido. Ela cobriu a boca com a mão, o choque misturando-se com uma alegria esmagadora.
— Louis... — sussurrou ela, o coração disparando em seu peito.
Depois de um momento de respiração profunda, Harry viu a seriedade nos olhos de Louis e sem exitação em suas palavras ela afastou a mão da boca e envolveu os braços ao redor do pescoço dele, segurando-o com força. Sua voz saiu entre risos emocionados.
— Sim! Sim, eu caso com você!
Ele a puxou para um beijo suave, que contrastava com a intensidade do momento e as marcas que ainda estavam em seus corpos. O beijo, tranquilo e carinhoso, foi igualmente poderoso. Quando eles finalmente se separaram, Louis pegou um anel de ouro puro, imponente e com um símbolo distinto, e deslizou-o no dedo anelar de Harry. Ela observou o anel com um sorriso radiante, absorvendo o significado profundo daquele gesto.
— A Primeira-Dama — Harry sussurrou, quase rindo ao perceber a importância da proposta. Ela balançou a cabeça, ainda atônita pela magnitude do momento.
— A Primeira-Dama — Louis repetiu, a puxando de volta para seus braços. Ele a beijou novamente, sentindo o calor e a satisfação que ambos sentiam.
Naquele momento, com os corpos ainda entrelaçados na cama desarrumada e a lua iluminando suavemente o quarto, Harry soube que aquele era apenas o começo de algo... ela só não sabia qual seria a proporção.
Obrigada pela sua leitura! 🪽
E também deixo aqui o meu agradecimento aos 200 likes por cada obra minha. Obrigada pelos votos, comentários e pelas ask's. Muito obrigada!
Não posso deixar de agradecer a ela, cujo essa obra vai totalmente, San, eu não tenho palavras pra você, você é inacreditável. Te dedido está também. Espero que sempre tenha você ao meu lado, você é a melhor pessoa que conheço. Obrigada sempre, sempre.
— @ihrryboobies 🤍
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denorteanorte · 1 year ago
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Plenario para la Militancia Obrera de la "Mesa Política Sindical Massa 2023"
Tuvo lugar en la Asociación de Empleados de Casinos Nacionales, en Tigre, hoy miércoles. Participaron dirigentes y referentes de varios sindicatos con filiales en la región. Además de los anfitriones de casinos (AECN); hubo representaciones de ferroviarios (UF); UTA (Transporte); UPCN (estatales; STIA (alimentación). También municipales sanisidrenses (STMSI); de empleados de carnicerías (SOFECA);…
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sunshyni · 2 days ago
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notinha da sun - sabe a última live do Lele?? Que ele falou do “tipo ideal” dele e tudo mais?? Então... A resposta dele me deixou meio maluquinha, não aguento mais sofrer por neo 😭 O plot em si não tá grandioso, mas tá gostosinho de ler, espero que vocês gostem 🫣
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Você não conseguia se concentrar na matéria que estava revisando pelo notebook na biblioteca da universidade, especialmente porque Chenle estava passando mais vezes que o necessário pela sua mesa com um carrinho de livros para organizar nas estantes e nas seções certas. Além de você, só existiam mesmo o Zhong, a senhorazinha que cuidava da biblioteca e uma garota no seu terceiro sono, provavelmente babando sobre uma cópia de um livro de estatística. Para provocar, Chenle chegava bem pertinho de você, sussurrava no seu ouvido se você iria usar aquele livro que estava sobre a sua mesa ou não, se aproveitando da política da biblioteca de não falar alto e fazendo todo o seu corpo arrepiar como nunca antes.
A verdade é que você nunca pensou que se atrairia por alguém como Chenle. Não que ele não fosse lindo e engraçado, ele só não fazia o seu tipo. Mas a forma como ele liderou o grupo no último seminário da faculdade, que praticamente valia suas notas integrais, te fez mudar de ideia. E agora ele estava te perturbando, aparecendo nos seus sonhos, te fazendo transpirar e engolir em seco toda vez que se encaravam nos corredores, na sala de aula, em todo o campus.
Aparentemente, ele descobrira o que estava provocando em você, porque não parava de te atiçar: olhando pra você, te presenteando com coisinhas da lanchonete que ele sabia que você adorava, e esbanjando aquele sorriso brilhante na sua direção, te deixando meio sem rumo e cega.
Você estava exausta, não aguentava mais. Tinha tomado uma bomba de energia nas últimas duas horas, e as latinhas de energético estavam guardadas na sua mochila pra serem descartadas depois. Deitou a cabeça no teclado do notebook, acidentalmente digitando uma sequência de letras que não formavam palavra alguma. Mas, quando você olhou de volta para a tela, parecia até que o nome “Zhong Chenle” aparecia brilhante, piscando pra você numa fonte em letras garrafais, indo contra qualquer tipografia, em neon.
— Para, você nem tá lendo esse livro. Me deixa fazer o meu trabalho. — Falando no diabo... Chenle apareceu de repente, arrastando a cadeira ao lado da sua devagar e rapidamente, quase sem fazer barulho. Ele tinha virado o mestre de não fazer barulho graças ao trabalho na biblioteca. Você olhou pra ele. Meu Deus, você nem sabia que seu coração podia bater tão rápido dentro do peito. Sentia que iria desmaiar. Então, afastando a cadeira de um jeito não tão silencioso e glamoroso feito ele, você segurou o livro enquanto olhava para Chenle com a cara emburrada.
Detestava estar com os quatro pneus arriados por um cara. Detestava também estar na casa dos vinte e saber esses ditados de velho, mas essa era outra história. A questão é que você era fiel àquela filosofia de que era melhor ficar com alguém não tão bonito assim, que fosse obcecado por você. Obcecado mesmo. Chenle definitivamente não tinha nada a ver com o tipo de cara com quem você se interessava. Então por que estava tão maluca? Sentia-se tão tonta?
Chenle te acompanhou, apressando os passos pra te alcançar na última estante de livros, no fundo da biblioteca, escondido de todos.
— Esse livro não é aí, doida — ele sussurrou atrás de você, mas você nem deu bola. A última prateleira de livros era relacionada a física quântica, e alguma coisa te dizia que cada partícula que formava o seu corpo queria a de Chenle. Aquilo com certeza era um sinal.
— Que foi? Você não aguenta mais, né? — Chenle sorriu pra você, se aproximando e, sem pensar, fazendo com que você encostasse na estante. Seus olhos acompanharam o desenho do rosto dele, tão lindo, tão seu. Tá, esse último talvez não fosse verdade, mas você sonhava que sim. Realmente sonhava. Acordava assustada no meio da noite porque imaginava coisas demais. Era assustador.
— Não sei do que você tá falando. — Você até tentou ser firme, mas as suas mãos formigavam. Ele estava tão próximo para o toque. Sentia seus pelos se eriçarem como quando somos crianças e encostamos numa televisão. Chenle era uma TV muito atrativa. Ele se aproximou mais, tocando sua cintura, elevando a camiseta um bocado e fazendo com que você prendesse a respiração instintivamente.
— Mentirosa. Sabe sim. Tá pensando em mim dia e noite, só não quer admitir — ele sussurrou perto da sua boca, os olhos nos seus lábios brilhantes e convidativos graças ao gloss com aroma artificial de morango. Chenle queria te morder. Você era tão linda que ele não sabia se conseguiria se conter por mais tempo.
— Você nem faz meu tipo — Chenle te ouviu dizer, e foi o bastante pra outro sorriso galante crescer nos lábios dele.
— Não faço, é? Então você não quer que eu te beije, né? — Ele se afastou, e você quase choramingou. — Vai se contentar só com os seus sonhos, então.
Chenle fez menção de ir embora, mas você o impediu imediatamente, agarrando o pulso dele antes que ele fizesse tal besteira. Você sussurrou um “por favor...” carregado de necessidade, e no próximo átimo de segundo, a mão de Chenle adornava seu pescoço como um lindo colar de pedras preciosas — melhor que isso — e os lábios caíam sobre os seus, te beijando como nos seus melhores sonhos, ou até melhor que isso. Suas mãos, meio afoitas, tocaram-no exatamente da forma que você imaginou. Tamanha a atração, você gemeu sem querer, o que era um problema considerando que vocês estavam numa biblioteca quase vazia.
Chenle sorriu quando afastou os lábios de você. Sem fôlego e vermelho — graciosamente vermelho — deixou um beijinho breve na sua bochecha e te olhou.
— Pronto, agora você consegue estudar em paz — ele disse, e você sorriu, procurando a mão dele para entrelaçar seus dedos.
— Eu tava estudando, não tava pensando em você — você disse, mas o sorriso te delatava, dizendo que era o contrário.
Chenle beijou sua boca, provando e retirando o restinho de gloss que faltava.
— Mentirosa.
@sunshyni. Todos os direitos reservados.
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skzoombie · 8 months ago
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“Honey, honey, I could be your bodyguard (hey)”
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Wagner estava sentado na cadeira de madeira na diagonal com um lado mais para frente da sacada do apartamento, ele soprava a fumaça da verdinha em direção a rua enquanto observava de longe as noticias que passavam na televisão.
O maxilar do homem começou a endurecer assistindo uma das reportagens do momento, ele sugou com força a seda e soltou um riso irônico.
- Fascistas de merda! - soltou em um tom alto.
Em meio ao xingamento e costume cotidiano de sentar na sacada, s/n observava os detalhes físicos do namorado mais velho, quase marido, mesmo que ele negasse o casamento pois não queria prender ambos em um estereótipo.
Os músculos dos braços saltavam, ao passo que ele apertava um dos braços da cadeira com efeito da raiva e indignação. Wagner alcançou o controle remoto que estava em uma bidê próximo e desligou a televisão.
- Posso fumar um pouco? - s/n questionou quando o silêncio se fez na sala.
Ele virou a rosto na direção do sofá e sorriu para a pessoa deitada, levantou uma das mãos e chamou com o dedos para vir perto. S/n caminhou meio sonolenta e parou com o corpo em frente ao homem sentado, ele bateu nas próprias pernas, sinalizando para que sentasse.
- Puxa devagarinho, tá? - ele orientou virando o baseado na direção da mulher.
Wagner riu baixo quando ela sugou os dedos dele junto com a maconha, um fio de saliva saiu junto e ela sugou mais uma vez para quebrar.
- Você vai comigo amanhã? - ele perguntou fechando os olhos quando sentiu soltando na fumaça no seu rosto.
- Óbvio - respondeu sem pensar muito.
Ele sorriu levando uma das mãos para as pernas nuas do pijama curto da namorada, acariciou a região e apertou forte duas vezes. A mão subiu pelas costas dela até chegar na nuca, wagner apertou e enfiou os dedos entre os fios dos cabelos longos.
- Ainda tem uns arranhões no seu pescoço - comentou observando e chegando com o rosto mais perto do pescoço.
-Não mais do que ela - respondeu fechando os olhos quando sentiu um arrepio com a proximidade da respiração no pescoço.
Ele riu com a fala e concordou com o movimento de cabeça, deu a última tragada, apagou a bituca no braço da cadeira e colocou dentro de uma garrafa de plástico que estava próxima.
- Tenta não começar briga amanhã.
- É só elas não ficarem se jogando pra cima de você - rebateu sentindo a maconha bater fraco.
- Se depender de você, as pessoas não podem nem se aproximar - respondeu revirando os olhos.
S/n concordou sorrindo, aproximou o rosto do homem e deixou um selinho na boca dele, foi descendo o beijo do maxilar até o pescoço e sugou forte para deixar marcas.
- Todos esses anos tentando conquistar você para uma menina de dezoito anos roubar meu lugar? - wagner puxou o cabelo de s/n fazendo a cabeça ir para trás.
- E eu não gastei meses comendo você em banheiro público de passeata política, pra te deixar da noite para o dia - provocou beijando entre os seios dela.
- Você nunca nem conseguiria me deixar - respondeu observando sério o namorado - ou você realmente acha que conseguiria viver sem mim?
Questionou provocativa e fazendo homem olhar para ela com ironia, wagner sabia que não viveria sem a mulher, cada pequena atitude dela envolvia o bem estar dele. Sexo matinal para ele acordar melhor, café da manhã pronto na mesa para não precisar gastar tempo pensando em comida, carro sempre com tanque cheio porque ele tinha preguiça de ir no posto, casa organiza, erva e seda sempre abastecida para ele fumar quando precisasse aliviar a ansiedade.
- Hoje de manhã não encontrei os biscoitos de chocolate que gosto, você não parece tão eficaz quanto se acha - ele rebateu provocando a mulher com algo simples que percebeu pela manhã quando acordou.
- Pena ser tão desatento, recomendaria olhar dentro da mochila que leva sua comida para o trabalho - ela comentou não desviando os olhos - Você gosta de comer essas bolachas no intervalo, não é?
Ele abriu um sorriso cínico, levou as duas mãos no pescoço da mulher e puxou o rosto dela com força para iniciar um beijo. Os lábios mexiam com rapidez, saliva se acumulava nos cantos da boca, umedecia toda a região do buço e queixo com o beijo.
- Quem é você sem eu? - cortou o beijo e perguntou para ele tentando puxar o ar que faltava.
- Ninguém - ele disse o que ela gostaria de escutar e tentou puxar novamente para um beijo mas foi negado.
- Me veja como um guarda costa, que cuida e protege você - finalizou sorrindo e levantou do colo do namorado - Vou preparar a banheira para você tomar seu banho antes de dormir.
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elcorreografico · 5 months ago
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Lanzamiento de la Mesa de Trabajo del Cordón Flori-frutihortícola en La Plata
#Economía #Agroindustria #EconomíaPopular | Lanzamiento de la Mesa de Trabajo del #CordónFlorifrutihortícola en #LaPlata para abordar problemáticas agrícolas mediante diálogo entre la Municipalidad y trabajadores.
Lanzamiento de la Mesa de Trabajo del Cordón Flori-frutihortícola en La Plata para abordar problemáticas agrícolas mediante diálogo entre la Municipalidad y trabajadores. En un esfuerzo por mejorar las condiciones de los agricultores locales, la Municipalidad de La Plata y los trabajadores del sector agrícola lanzaron la Mesa de Trabajo del Cordón Flori-frutihortícola. Este nuevo espacio tiene…
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imninahchan · 7 months ago
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𓏲 ๋࣭ ࣪ ˖ 𐙚 ⌜ 𝐀𝐕𝐈𝐒𝐎𝐒: strangers to lovers(?), leitora intercambista de pós, diferença de idade legal, swann bigodudo e motoqueiro, tensão sexual, lugar público, bebida alcóolica, cigarro, dirty talk (degradação, elogios), choking, finger sucking, thigh riding + masturbação fem. ⁞ ♡ ̆̈ ꒰ 𝑵𝑶𝑻𝑨𝑺 𝑫𝑨 𝑨𝑼𝑻𝑶𝑹𝑨 ꒱ obrigada @creads por ser a voz do anjo sussurrando esse cenário na minha ask. a música que eu ouvi no repeat escrevendo essa. ─ Ꮺ !
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⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ───── 𓍢ִ໋🀦
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AH, É SÓ UMA CONFRATERNIZAÇÃOZINHA, NADA DEMAIS, a sua orientadora prometeu, porém, claro, não foi exatamente isso que você vê quando coloca os pés nesse bar. Ao todo, vocês ocupam as cinco mesas do deck, fechando a área num L espaçoso e, relativamente, barulhento. Não é somente a turma de intercambistas que está aqui. Você cumprimenta as carinhas também estrangeiras, conhecidas por causa dos encontros de boas-vindas que receberam no campus, mas o resto do pessoal varia entre orientadores, coordenadores e amigos desses orientadores ou coordenadores. E por melhor que seja o seu francês, são tantas vozes ecoando ao mesmo tempo, competindo com a trilha sonora musical que toca ao fundo do bar, que você se perde entre vocabulários.
As conversas paralelas se multiplicam. Na região em que você está sentada, o homem de cabelos espessos e grisalhos mantém os ouvidos ocupados. Conta causos, experiências no mercado de trabalho, e é tão expressivo com cada detalhe, os olhos azuis se afiando, o sobrolho arqueando para completar as expressões enquanto esmiuça as circunstâncias das histórias. O tom naturalmente calmo dele se exaltando ao repetir as tais frases que ouviu de alguém, o que acaba deixando tudo ainda mais engraçado e dinâmico. Você se pega rindo com facilidade, com o copo de cerveja na mão.
O nome é Swann Arlaud, a sua orientadora sussurra no seu ouvido quando o garçom mal-encarado vem trazer outra rodada. Eles estudaram juntos durante a graduação, numa amizade que dura até hoje, e ela não perde a oportunidade de vender o seu peixe por você. Rasga elogios à ti, ao seu projeto de pesquisa, faz as suas bochechas queimarem para além do álcool que consome. Você é do Brasil?, a simpatia dele é perceptível, eu já estive no Rio antes, te confessa, a trabalho, mas me diverti muito.
Assim, num estalo, você e o seu país natal se tornam o novo tópico na boca de todos. De repente, geral tem algo a acrescentar à conversa sobre o Brasil, da política à culinária. Tem gente que já caiu no carnaval, que pergunta sobre a Amazônia como se fosse uma cidade, que, do nada, puxa um coro de ai se eu te pego no mais forte dos sotaques de bêbado. Você se permite rir, descansar a mente depois de duas semanas intensas de burocracia desde que chegou em Paris. E quando te puxam pra “pista de dança”, você não nega o convite.
Ninguém se move feito está acostumada a ver nas festas que viveu até então em casa. Se não tocam uma eletrônica, alternam, pelo menos, com um afrobeat docinho que ainda te faz subir as mãos pelas laterais do corpo e requebrar com nem metade da vontade com a qual está acostumada. Os gritinhos dos seus amigos te deixam tímida, mas, de longe, o a atenção que mais tem efeito em ti é o olhar discreto de um certo grisalho, na mesa, revezando os olhos claros entre você e o diálogo que mantém com um conhecido.
Embora mais velho, não pode negar que ele te despertou interesse. É engraçado, daqueles bem engraçadinhos mesmo, e esses são um perigo, não são? Vai rindo, ri demais, até se encontrar totalmente sobre os encantos deles. Também é impecavelmente inteligente, enchendo a mesa com seus conhecimentos de arte, cinema, literatura. Antenado, político. Porra, você acabou de chegar, não pode se apegar a um gringo tão fácil assim...
Logo depois que ele se levanta para fumar, você dá uma despistada da galera para seguir os passos dele. Atravessa o deck, desce as escadas para a rua do bairro boêmio parisiense. O vê encostado na quina da parede, um espacinho quieto no beco sem saída debaixo dos degraus da escada, acendendo o cigarro, até desaparecer no escurinho que a sombra forma ali no canto.
“Pensei que tivesse ido embora”, você comenta, bem humorada ao completar tá meio tarde pro pessoal da sua idade. Ele ri, soprado, antes de mais um trago. Ergue o pito para ti, quando você se aproxima o suficiente para se encostar na parede também, que não é recusado. A sua cabeça se inclina, os lábios tomam o filtro entre si para que os músculos da boca se fechem ao redor e puxem a fumaça. O olha. O homem parece te admirar, um sorrisinho pequeno perseverando depois do ri frouxo da sua piadinha.
Levanta os olhos de novo, aprumada, a quentura na garganta amansa as palavras que arquiteta na mente para dizer. Sopra a fumaça pro ar, empinando o queixo. Ele assiste, hipnotizado na exposição do seu pescoço, a linha afiada do seu maxilar. “Veio só fumar, então?”, você quer saber, embora já esteja mais do que implícito na atmosfera o propósito daquele encontro ali. Não, ele murmura, paciente com o seu jogo. “Não?”, e o vê acenar negativo, se curvando pra perto um pouquinho, os olhinhos de perdidos na sua face se tornam focados no abrir e fechar dos seus lábios. Fixos. Desejosos. “Então, pra quê?”
Swann recua de leve, feito ganhasse espaço para poder te admirar melhor. Ameaça outro sorriso, de canto, incrivelmente canalha, mas que perde a chance de se esticar quando a movimentação da boca traz as palavras, “você me diz, veio atrás de mim.”
Você cruza os braços, iça a pontinha do nariz, envaidecendo. “Você ʽtava olhando pra mim”, acusa, enquanto ele traga outra vez, “olhou pra mim a noite toda.”
“Eu?”, o francês devolve, tolo, te fazendo sorrir de volta, é, você. Volta pra pertinho, sagaz, a cabeça tombando de um lado pro outro para observar cada flexão que os músculos do seu rosto fazem. “E como eu ʽtava te olhando?”, a atenção desce para a sua boca. De novo.
“Assim”, você diz, num sussurro. Está com as costas na parede, o francês te cercando pela frente, com a palma da mão livre apoiando ao lado da sua cabeça. “Dessa forma.”
“Dessa forma como?”
“Como se me quisesse muito.”
Por um instante, ele até se esquece do cigarro jazendo entre os dedos. Dedicasse a percorrer o indicador em volta do desenho da sua face, da testa ao queixo, numa meia-lua, com os olhinhos acompanhando cada centímetro percorrido. Sente o seu perfume, repara na maquiagem que fez para marcar o olhar. E assim de perto, você também repara mais nele. Toca nos pelinhos do cavanhaque, por cima do bigode. Rouba, por fim, a armação fina e redondinha dos óculos de grau, pendurando na gola do suéter masculino. “Pra não te atrapalhar quando você me beijar”, sopra, bem resolvida, as mãos terminando por deslizar por cima do cachecol vermelho que descansa nos ombros dele.
Swann separa os lábios. O ar adentra pela brecha, enche os pulmões, ao passo que o corpo pende na sua direção. Cada vez mais perto. Tão perto. Parece que vai se colidir e causar estrago, mas só sente o esbarro da ponta do nariz dele na sua bochecha, errando o alvo de propósito, porque ri, bobo.
Você desvia o olhar, lutando contra a própria vontade de rir junto. Tem que encará-lo de novo, porém, quando é pega pelo pescoço, uma ação rápida, meio áspera, meio carinhosa. Você até perde o fôlego.
Dessa vez, os lábios estão próximos demais para errar, a língua até beira os dentes, prontinha para invadir a sua boca. E, de fato, encosta os lábios nos seus, a pontinha da sua língua resvala na dele, e quando ele parece querer se afastar novamente, você o puxa pelo cachecol, prende não só através da proximidade, mas também com o ósculo fundo, intenso. Os lábios se estalando, o gosto natural de saliva, aquela pitadinha do último copo de cerveja que ele bebeu e o amargo da nicotina.
É engraçado, ele parece não querer te deixar com o “controle” da situação. Porque se desgruda da parede para enlaçá-lo, ele abusa do fato de ainda estar com a mão decorando a sua garganta para te chocar contra a superfície mais uma vez. Um pouco bruto, bem bruto, como se tivesse perdido os modos, a cordialidade do homem engraçadinho que te espaireceu a noite inteira. Enforca com maior rigidez, embora não asfixie. Te beija para deixar os beiços inchados, quentes.
O joelho se encaixa entre as suas pernas, e você não hesita em se apoiar nele, em facilitar o contato rústico com o seu sexo, mesmo que por cima dos seus jeans e dos dele. O clitóris dói, necessitado. O seu corpo todo grita por uma necessidade absurda por carinho, seja com o sobrolho juntinho, feito uma coitadinha, ou com o toque atrapalhado das próprias mãos que nem sabem onde segurar no homem.
Quando se apartam, o seu peito queima, ofegante. Merde, a ele também falta ar, amaldiçoando num murmuro. Você sorri, a sua testa colada na dele, os olhos se mantendo fechados até não senti-lo colado mais. Se encaram. “É até idiota a quantidade de vontade que eu estou de foder você.”
Você tomba a cabeça pro canto, os quadris começam a se mover circularmente, então me fode, respondendo, como se fosse simples. A atenção dele escorrega junto das mãos pra sua cintura em movimento, o rebolado lento que, julgando pelo seu olhar de luxúria, deve estar rendendo uma sensação gostosa na boca do estômago. Desde mais cedo, ao te ver na pista de dança, já sabia que seria desconcertante observar o molejo do seu quadril quando estivesse acomodada sobre as coxas dele.
Ele traga, traz uma boa bufada para soltar na curva do seu pescoço. A fumaça cálida beija a sua pele, causa um arrepio, uma leve sensação de cócegas ao se apossar até na sua espinha. Você morde o lábio pra conter o riso, aperta as pálpebras fechadas, ainda mais inquieta sobre a perna alheia. Sente a boca dele encaixando ao pé do seu ouvido, você é tão puta. O termo difamatório não te impede de continuar se esfregando. O francês segura no seu maxilar, une belle pute.
“Eu quero ser uma puta com você”, é o que o responde, sem vergonha alguma, porém com a voz baixinha pra se igualar ao sussurro dele. Ah, é?, ao que você faz que sim, completando, “pode me tratar como uma puta quando for me comer, eu deixo.”
Swann sorri, os lábios se espichando quase que em câmera lenta. Toca no cantinho do seu rosto, mas não é para acarinhar, porque o encaixe é perfeito para o polegar pairar sobre o seu lábio inferior. “Vai deixar mesmo?”, ecoa de volta, olhando a forma com que o próprio dedo se esgueira por entre os seus lábios até alcançar a sua língua. “Eu iria amar te tratar como uma puta. Uma putinha bonita”, adiciona, só pelo tom bonzinho de brincar com os termos, “Você ficaria ainda mais linda deitada na minha cama, se eu pudesse tirar a sua roupa”, e você entende que a presença do polegar é para que o chupe, o babuje inteiro de saliva porque esse não é um homem que se preocupa com o quão melado vai ficar. “É tão linda toda montada assim, mas deve ser ainda mais bonita quando eu te deixar bagunçadinha.”
“Não quero dizer que vou comer você”, continua, com a voz charmosa, “porque essa palavra não faz jus ao meu desejo”, a sua língua até estala, entre a saliva acumulada, enquanto chupa, ouvindo quietinha. Ele vem com a pontinha do nariz pra roçar de levinho perto do cantinho da sua boca, “quero devorar você”, a escola de palavra soa selvagem. Comer, sussurra, beijando a sua bochecha. Chupar, a têmpora. Morder, no seu pescoço, bem numa região que vai te colocar na ponta dos pés quando os dentes cravarem na pele.
O homem perde a face na curvatura, arrasta pela extensão, feito um gatinho cheio de manha, e quando ergue o olhar ao teu mais uma vez, está embriagado para além dos copos de cerveja que virou no bar. “Quero ficar tanto tempo dentro de você que quando eu sair, você vai chorar sentindo falta.”
O polegar vaza pelos seus lábios, escorrega pela borda e desce manchando de saliva pelo seu queixo, pelo abismo que vai caindo abaixo até a garganta. “Você fala bonito”, o elogia, É?, ele sorri. “É gostoso de ouvir”, e você sorri também, “mas eu não vou gozar só com palavras.” Você o envolve com o braços, o abraça, um nariz encostando no outro, “me leva pra sua casa. Me fode, e me traz amanhã até as oito porque eu tenho estágio.”
Swann aumenta o sorriso, mas em puro delírio, tesão. A mão corre pelos fios grisalhos, “Não posso”, dando um passo pra trás, fugindo do seu alento, o que até te rouba o bom humor, faz os ombros caírem.
“Por quê?”, você pergunta, só que nem espera a primeira resposta, engata um questionamento no outro, “é casado?”
“Não”, ele diz, prontamente, sorrindo doce.
“Tem namorada?”
“Também não.”
“Mora com a sua mãe, né?”
“Não, moro sozinho no segundo andar de um prédio antigo no Le Marais.”
Você ri, soprado. Levanta a mão com preguiça pra dar um tapinha no peito dele, “então me leva pra ficar sozinha com você no seu apartamento de segundo andar num prédio antigo em Marais.”
Ele captura a sua mão, olha nos seus olhos. Não só olhar, mas olhar, sabe? Brilhante e enamorado que nem o escurinho da área em que estão pode apagar o encanto.
Torce a boca, apertando os olhos para ti, numa caretinha. “Tá, vai lá se despedir do pessoal e pega o capacete na minha cadeira.” E você obedece, não cede aos pedidos dos seus amigos para ficar mais, ou ir com eles pra uma baladinha na rua de trás. Nem se explica muito, mesmo quando são as coisas do Arlaud que pega da mesa.
Da escada, o vê montado na moto custom vintage. Alheio, de cenho franzido, correndo as mãos nos cabelos de uma forma que te causa um frio na barriga. Um pressentimento de que esses meses na França podem render mais do que o número limitado de dias previsto.
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