#Mensajero de la Luz
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26 de enero de 1982
En la televisión, hace poco, emitieron La dama del mar de Ibsen, delicada historia de un sueño, de una fantasía melancólica , de un deseo indefinido. Las imágenes del fugaz verano nórdico, del fiordo oscuro surcado por el barco, mensajero del óceano desconocido, han dado voz a la nostalgia que también está en mí. Pero nostalgia de lo que ha sido y de lo que es, no de un futuro diferente y verdadero que más bien temo, por ser el reino del cambio. Hace dieciocho años me subí a ese barco hacia lo ignoto y conocí las cosas soñadas por Ellida, las gaviotas, los delfines, los riesgos y las bonanzas, las olas y el destello del mediodía.
El núcleo más antiguo de mi nostalgia se encuentra en una isla adriática, entre salvias olorosas que argentan los soleados pedregales y espumas “que en altas mar eran sirenas”. Pero en aquella luz quieta, sin tiempo, ha transcurrido un presagio de ocaso. La isla ya no desconoce la contradicción.
- “Verde agua”, Marisa Madieri. Edit. minúscula.
- Marisa Madieri y Claudio Magris en Salvore, 1992.
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Mensajero de la luz de las flores
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¿ CÓMO ERA LA CURIOSA VIDA SEXUAL DEL EMPERADOR JULIO CÉSAR ?
Julio César tiene una imagen de líder estoico, fundador del Imperio Romano, y un general que conquistó galos bárbaros. Sin embargo, el hecho menos conocido es que César tuvo una vida sexual muy animada.Tan animada que incluso sus legiones cantaban canciones al respecto durante largas marchas.
En su juventud, César era famoso por vestirse y jugar el papel de una mujer en una relación con otros hombres. Conocido por los romanos hetero y homosexuales, sexualmente hablando César era ambos.
De joven, pasó mucho tiempo en la corte del rey Nicomedes IV en Bitinia, Turquía moderna, y este hecho solo alimentó los rumores que siguieron a César durante toda su vida. Incluso sus legionarios más leales estaban cantando: César pudo haber conquistado los galos, pero Nicomedes lo conquistó a él.
En la época romana, las relaciones sexuales entre dos hombres eran aceptables, sin embargo, estar en un papel sumiso en tal relación era perjudicial para la reputación del líder masculino de las legiones. De hecho, esta fue la única "mancha" en la imagen de César del incansable seductor. Se decía que ninguna mujer, ninguna esposa y ninguna hija estaban a salvo de César.
César era notoriamente famoso por seducir a las esposas de sus aliados y usar el sexo con mujeres aristocráticas para mejorar su estatus político. También gastó una enorme cantidad de dinero, a menudo dinero público, en el número de prostitutas que usaba. César recibió el apodo de "adúltero calvo".
Durante uno de los triunfos de César, sus soldados cantaban: Hombres de Roma, cuidado con sus esposas. Estamos trayendo al adúltero calvo a casa. En la Galia se abrió camino a través de una fortuna. La tomó prestada aquí en Roma.
Julio César era un hombre alto (la mayoría de los romanos no lo eran) y tenía un sentido de la moda. En su juventud, fue considerado un hombre guapo. Se dice que tenía un buen sentido del humor (incluso a su costa). Todo lo que contribuyó a ser un hombre atrayente para las damas.
Se casó tres veces, pero esto no ha impedido que César tomara la cantidad de amantes.que deseaba
Sus esposas fueron:
Cornelia: Se casaron por razones políticas. Dio a luz a Julia, la única hija legítima de César. Ella murió en el 69 a. C.
Pompeya: César se divorció de ella después de un escándalo en el que se encontró a Publio Clodio Pulcher, vestido de mujer, en la ceremonia de Bona Dea en la que no se permitía a ningún hombre. César dijo que su esposa "debe estar por encima de toda sospecha".
Calpurnia: Calpurnia se mantuvo devota de él a pesar de las numerosas amantes de César, que incluía a Cleopatra, reina de Egipto. Ella le contó sobre su sueño de su asesinato.
En la época romana, la definición de matrimonio no era mantenerse fiel a su cónyuge. Se le permitió tener relaciones sexuales con otras mujeres y hombres siempre que no fuera humillante para la sociedad romana y se llevara a cabo de manera discreta.
La amante más famosa de César fue de hecho la Reina de Egipto: Cleopatra. La leyenda de Cleopatra envuelta en una enorme alfombra y contrabandeada al César más allá de los guardias de su hermano es bien conocida.
Cleopatra y César tuvieron un hijo juntos: "Pequeño César". Se cree ampliamente que el amorío entre Cleopatra y César fue una aventura de una noche.
Cleopatra y César nunca se casaron, ya que era contra la ley romana.
En una ocasión, cuando César estaba hablando en el Senado, un mensajero le entregó una nota. Su enemigo jurado, el senador Cato el Joven, interrumpió el discurso y exigió a César que leyera la carta en voz alta. Cato creía que la carta contendría evidencia de la participación de César en la notoria conspiración del Segundo Catilinar (expuesta por Cicerón en el 63 a. C.) César intentó varias veces evitarlo, pero fue en vano. Al final, tuvo que leer en voz alta el contenido de la nota frente a todo el Senado. Era una nota de amor de Servilia, su amante y media hermana de Cato. Ella proclamaba su ferviente deseo por César en términos muy explícitos.
Cato quedó como un tonto frente a todo el Senado.
El hijo de Servilia, Marcus Brutus, era el favorito de César. A pesar de los rumores, Brutus no era hijo de César porque cuando nació César tenía solo quince años. Marcus Brutus fue tratado muy bien por César. Incluso cuando se puso del lado del oponente de César, Pompeyo, César ordenó a sus hombres que Brutus no sufriera ningún daño.
Durante el asesinato de Julio César en el Senado romano en el año 44 a. C., César estaba luchando contra sus atacantes, pero cuando vio a Marcus Brutus acercarse, dejó de pelear y dijo: "¿Tú también, mi hijo?". Esta es una diferencia significativa con el ampliamente adoptado "Et Tu Brute?" traduciéndose a "¿Y tú Bruto?" y podría insinuar que César trató a Bruto como si fuera su hijo.
La sociedad romana promovió la sexualidad. La prostitución era legal y pública. Las casas tenían pinturas "pornográficas".
Ningún castigo moral fue dirigido a hombres que disfrutaban del sexo con otras mujeres y hombres, incluso si tenían un estatus inferior, siempre que sus acciones no se consideraran excesos.
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Mildrith of Wealas (1/3)
Pairing: Sihtric Kjartansson x fam!reader
Sinopsis: la pacífica vida de Mildrith se ve interrumpida cuando un grupo de guerreros daneses llegan a la finca merciana donde reside con la pequeña princesa y la hija de uno de ellos.
Warnings: sangre, contenido adulto,
You can traslate the story and read it!
-¿Por qué vuelan y nosotros no?
-Dicen que es por la gracia de Dios, porque los hizo así para sobrevivir.
La niña rubia y pálida frente a ella pareció pensárselo. Tenía los brazos sobre la mesa, y miraba a la jaula dorada donde estaba encerrado un pequeño pájaro que piaba como si se tratase de una canción. Las ventanas estaban cerradas, pero por los huecos que decoraban las contraventanas en forma del símbolo de Mercia entraba luz suficiente como para ver. Las puertas estaban cerradas a sus espaldas, obra de Stiorra, la única hija del segundo hombre de confianza de la reina Aethelflaed. Aquella mañana se había despertado de mal humor y lo había dejado claro golpeando las puertas, gruñendo respuestas y burlándose de los comentarios inocentes que hacía Aelfwynn.
Consciente de esa tensión, se había encerrado con la pequeña princesa en el comedor donde la tres comían a la espera de que la reina regresara. Había sido una semana larga, calurosa para la zona en la que estaban, y en la que el mar humor pagaba factura a los más jóvenes.
-Vuestro Dios es demasiado divertido -se había burlado.
-Stiorra -regañó, pero no dijo más.
Ella levantó los brazos en señal de rendición. La vio marcharse a la estancia central, la que daba directamente con la puerta del hogar. Se trataba de un edificio alto y de madera, con algunas secciones de piedra, pero que era relativamente nuevo por deseos de Lady Aethelflaed para ella y su hija. Había sido el primer edifico donde se había alojado como invitada de los reyes de Mercia, y al que hubo regresado tras lo ocurrido en el monasterio cuando huían del rey y sus planes para con la reina. Pero eso ya era pasado, y se había esforzado en perdonar aquel atentado y en olvidar las muertes que tantas noches la persiguieron. La ayuda de Dios la había sanado, consciente de que necesitaba descansar.
Su padre apenas había respondido a las cartas. Wealas estaba lejos, pero no tanto de la villa como para mandar a un mensajero que informara sobre los cambios de decisiones. La última había sido una advertencia a la reina sobre la seguridad de Mildrith, acompañada de una pequeña guarnición de guerreros galeses, todos vestidos de rojo y con el emblema de su Casa, y una amenaza con romper las relaciones con Mercia si volvía a cometerse un error estratégico como ese; se refería a lo sucedido en el monasterio, a raiz de las malas relaciones entre la reina y el rey. Ahora esos guerreros cuidaban de ellas, siempre apostados a las afueras de la residencia, en el interior de la muralla. Como solo hablaban galés, era difícil para los pocos soldados mercios comunicarse con ellos.
-No me gusta estar sola.
-No estás sola. Estás con nosotras -le indició, pero la duda aún reflejaba en los ojos claros de la niña. Casi le recordaron a los ojos de su madre, la reina, pero estos eran más inocentes y aún no conocían maldad.
-Pero no está mi madre.
Mildrith se apiadó de ella.
Semanas sin ver a su madre y encerrada todo el rato en aquella residencia volvería loco a todo el mundo. Su único consuelo había sido ese pájaro, y el niño que la reina había traído de Wessex que nunca se relacionaba con ellas. Hablaba unas pocas veces con ellas, sí, pero en general se escondía para leer en el piso de arriba o en los huecos más pequeños del edificio. Cuando Aelfwynn lo invitó una vez a jugar, este le había respondido que no se lo merecía y había vuelto los ojos hacia la estantería con los manuscritos religiosos que habían rodeado su vida temprana.
De repente, escuchó a Stiorra reír al otro lado de la puerta. Seguido de varias voces que ni eran las suyas por obvios motivos ni las de Aethelstan. La última vez lo había visto en el piso de arriba sentado en la cama con el libro abierto por la mitad, con el desayuno al lado.
-¿Aelfwynn? Tu madre está aquí.
La niña levantó la cabeza a la velocidad de una flecha, y una sonrisa apareció rápidamente en su rostro. Dudaba que fuera una broma porque ni siquiera Stiorra era tan cruel como para hacerle eso a una niña. Aelfwynn se levantó, abrió las pesadas puertas de la estancia y salió corriendo llamando a su madre. Hubo más voces que llegaban hacia donde estaba.
Mildrith observó un poco más al pequeño pájaro. Piaba y piaba encima del palo que la niña le había puesto para que tuviera un entretenimiento ahí dentro. Al final, Mildrith cogió la jaula y salió con ella entre los brazos para ponerla al sol; era una forma de que a Aelfwynn le diera el sol después de tanto tiempo dentro. En la estancia principal, Aelfwynn abrazaba con fuerza a su madre, la reina, que vestía un jubón de cuero por encima de la ropa formal; una imagen a la que ya estaba acostumbrada. Llevaba el pelo trenzado y visiblemente sucio, pero sonreía al tener en brazos a su hija... No supo cómo sentirse al respecto, dado que el único afecto que había recibido de su madre cuando era pequeña había sido una sonrisa y algunas palmaditas en la cabeza antes de entregársela a las monjas para sus clases religiosas. Entre ellas era tan diferente que costaba verlo sin sentirse inferior, pero le alegraba ver a la reina que la hospedaba en el reino a salvo.
Lo que sí le sorprendió no fue ver a su consejero, Aldelmo, con ella, sino a un hombre alto y fornido que imaginaba al otro lado del país o al servicio del rey de Wessex. La espada con el ámbar deslumbrante en la empuñadura le dijo todo.
-Está un poco lejos de su hogar, señor -dijo, en su dirección.
El hombre se dio la vuelta, como si no hubiera caído en su presencia, demasiado preocupado en atender los reclamos de su hija. Stiorra sonreía aún en brazos de su padre. Los ojos abiertos y las cejas arqueadas sobrepasaron su estoicidad.
-Debería sorprenderme de verla en Mercia, dama, pero no voy a actuar como si no supiera de su presencia cuando durante todo el viaje he soportado las quejas de mis hombres con verla.
-¿Han enfrentado a los daneses, señor? -quiso saber.
-Y visto la rabia de los galeses en campo abierto -respondió, cosa que la pilló por sorpresa. ¿Galeses?-. Los demás también están aquí.
-Y mi hermano monje también -añadió Stiorra, que recibió una palmada en la cabeza, señal para que marchase
Mildrith asintió, y apretó la jaula más contra su pecho. El pájaro aleteó, pero no salió volando en el pequeño espacio. Con un gesto, ya estaba camino al patio delantero donde varias figuras vestidas de negro y otras de rojo, que distinguió como sus guerreros, caminaban de un lado a otro. Al primero que distinguió fue al joven que trabajaba con un chico más pequeño y delgado, portador de un hacha afilada a su costado, con una cicatriz en la mejilla. Osferth y el que debía ser el hermano de Stiorra, en parte similar a ella por la forma de los ojos y de la nariz. Pero Stiorra se parecía más a su padre sin necesidad de un arma que el chico. Cuando la vio, hizo un gesto con la cabeza para mostrarle respeto, acompañado de un tierno sonrojo que sacó una risa en ella.
-¿La bruja viene con vosotros, guerrero?
Osferth se dio la vuelta. Su expresión se había suavizado, pero sus rasgos vuelto más adultos y curtidos en batalla. Seguía siendo alto y delgado, pero había ganado algo de masa.
-Dios nos hizo un favor con ella, señora -fue lo único que dijo, pero sonriendo y como una buena acción. Mildrith le devolvió la sonrisa, bajando los altos escalones con cuidado de no tropezar.
El siguiente al que vio fue al irlandés que se había reído de las respuestas que hubo lanzado a la bruja rubia cuando esta la atacaba con su lengua bífida. Le había caído bien, y en su momento la protegió con fiereza para que los daneses no se la llevaran. Guardaba buenos recuerdos con él, y parece que la vida le sonreía si continuaba vivo. El último estaba de espadas, concentrado atando a los caballos y en cerrar las puertas de la muralla. Los guerreros galeses ayudaban en la tarea, seguramente por instinto al ver que los guerreros mercianos lo hacían. El pájaro aleteó más fuerte, golpeando esta vez las barras de la jaula, y casi fue como sus sentimientos saliendo a flote solo con verlo. La había salvado hacía unos años, después de que ella le dijera que si llegaban a capturarla le cortase el cuello para proteger el honor de su padre. Y nunca había llegado a disculparse por dejarle esa carga a un hombre que no conocía...y que había cuidado de ella la noche de antes.
-Finan -saludó, y él le devolvió la sonrisa y un gesto con la cabeza a modo de saludo. No dijo nada, pues siguió trabajando en las cuerdas que rodeaban sus manos y las de los caballos. El metal en forma de cruz centelleó en su pecho. Su compañero fue más reacio en responder, pero aún así supo que la había escuchado por la tensión en sus hombros y el casi invisible movimiento de sus orejas-. También es un placer verte, Sihtric. ¡Aethelstan, sal! Ven a saludar.
Bajó la cabeza, rodeando el hogar principal y dirigiéndose hacia la mesa improvisada con un tronco donde dejaba que Aelfwynn tomase el sol unos minutos cada día, tarde y noche. Fue ahí donde dejó la jaula, con el pájaro de nuevo relajado -un pequeño traidor- y espero pacientemente a que cierto niño moreno asomara la cabeza del libro. Obedientemente, no tardó en aparecer arrastrando los pies por la entrada y siguiendo la voz. Cuando vio a los guerreros desconocidos para él, recorrió a sus brazos sin expresión alguna en el rostro. Mildrith lo rodeó.
-¿Otro galés al que la reina de Mercia acoge? -preguntó burlándose Finan, a lo lejos.
-Algo como eso -respondió, entrelazando los dedos con la pequeña mano del niño-. Se llama Aethelstan y vive con nosotras desde hace un tiempo. Le vendrá bien relacionarse con hombres en vez de tener las narices metidas en los libros siempre.
Aethelstan alzó la cabeza para mirarla, como si le hubiera ofendido ese comentario. No dijo nada, sin embargo, más que pestañear un par de veces y bufar por lo bajo. Mildrith le revolvió el pelo.
-¿No le valen los valientes hombres de Wealas, señora? Los he visto luchar y son fieros como cabrones.
-A veces las lenguas son un impedimento, Finan, y Aethelstan es muy pequeño para aprender todo lo que dicen, y más si suena como trabalenguas.
Solo se encogió de hombros, pero dejó claro con ello que estaba de acuerdo con la decisión. Tampoco le quedaba otra opción. Eso, o enfrentarse a los doce galeses bien entrenados él solo. Finan volvió a su trabajo, acercándose a Osferth y al hijo de Uthred. Mildrith le dio un golpecito en el hombro a Aethelstan, quien obedientemente se marchó corriendo de nuevo al interior del hogar, de nuevo arrastrando los pies.
Sihtric también miraba hacia ellos. Había cambiado mucho, y ahora llevaba el pelo echado hacia un lado, rizado y desordenado, exponiendo la mitad de la cabeza que no llevaba el tatuaje. Los rizos le caían por la otra mitad, cubriendo las sombras del tatuaje de su cuello. También estaba muy cambiado.
Fue la primera vez que Sihtric la había mirado.
-Tengo un mensaje de tu tío, nos lo encontramos en la batalla -anunció Lady Aethelflaed. Eso la sorprendió, en parte. Porque los britanos de Wealas y los sajones del oeste nunca se relacionaban y menos -. El rey Hywel vela por tu seguridad y ha mandado que llegado el momento regreses a Wealas, pero cuando las tensiones con los daneses hagan seguros los caminos.
Mildrith asintió, pero tuvo ganas de burlarse. Los caminos nunca eran seguros, pero aún así se habían arriesgado. Y la guerra solo había hecho que Mercia se enfrentase a las invasiones que llegaban de la costa oeste, o tenía entendido algo así. Wealas era capaz de repeler los ataques por su cuenta, pero Mercia... Al menos Lady Aethelflaed estaba sana y salva, y había regresado de la guerra más viva que nunca para asegurar a su hija y a ella en su residencia. Mildrith solo podía estar agradecida.
-Rezaré para que se cumpla, dama.
No hubo respuesta, puesto que la reina merciana decidió que debía resolver otros asuntos en el interior del hogar. Mildrith observó a Aethelstan a lo lejos buscando un juguete que había escondido ahí aposta para entretenerlo. Sentada en los escalones, escuchaba de fondo las voces de los daneses discutiendo con la reina, acompañado del suave tono de Stiorra. El sol ese día pegaba fuerte, más que en los días nublados y lluviosos de atrás, y a los niños les vendría bien salir y relacionarse aunque fuera entre ellos. Los hombres del interior no estaban ahí para entretenerlos, sino para discutir lo que pasaría. Según parecía, era un asunto serio.
-¿Cuándo vas a soltarlo? -le preguntó a Aelfwynn, que sentada de rodillas en la tierra silbaba intentando imitar a su pajarito. Había llevado la jaula con ella a donde estaban y ahora intentaba comunicarse con el animal.
Una brisa sacudió su pelo rubio echándolo a sus espaldas. Lo mismo pasó con la melena pelirroja de ella, que se sacudió y metió en los ojos. Mildrith se lo apartó como pudo, recogiéndoselo detrás de las orejas. La niña se mordía el interior de la mejilla.
-¿Tengo que hacerlo?
-Habrá -razonó. Los ojos de Aelfwynn bailaron entre ella y el pajarito- si queremos que pueda volar.
Aelfwynn se lo pensó. Miró la jaula como si fuera una encrucijada, y luego regresó los ojos a ella y se quedó mirándola con sus grandes ojos claros llenos de curiosidad, miedo e inocencia. Le recordaron a lo joven que había sido cuando su madre decidió abandonar el castillo y residir en una residencia aparte habiendo cumplido sus deberes como tal, pero Aelfwynn tenía la suerte de estar en contacto y vivir con su madre.
-Pero ya vuela, ¿no?
A veces se preguntaba si una niña de tan temprana edad podía ser consciente de lo que pasaba a su alrededor. De que, al igual que ese pájaro, viviría encarcelada por su seguridad y sin poder moverse libremente. La veía mirar divertida a los guerreros, pero temía acercarse a ellos y preguntar si podían jugar con ella; lo sabía porque la cogía de la mano, la apretaba, y seguido iba a abrazarla. Una niña sensible que no había heredado la confianza de su madre. Le recordaba tanto a ella... Mildrith la abrazaba con fuerza y dejaba que durmiera con ella si alguna pesadilla la atormentaba, la cogía de la mano y protegía.
-¿No quieres jugar con Aethelstan?
-Es un chico -respondió con un tono indignado-. No me gustan los chicos.
-Es guapo -afirmó. Aunque fuese un niño. Seguramente fuese un muchacho guapo solo por quién era su padre. ¿Por qué lo sabía? Lady Aelswith no era sigilosa hablando.
Finan pasó entonces por delante de ellas mordiendo una manzana y abrochándose los pantalones. Al verlas, le hizo un guiño a la niña que consiguió hacerla reír. Osferth apareció más tarde gritándole a Aethelstan que buscase césped más adentro. Se preguntó dónde estaría Sihtric, pero conociendo su actitud distante estaría escondido en algún lugar observando y vigilando si los otros estaban tan relajados. Mildrith se miró las puntas de los pies.
-¿Te gustan los chicos? -dejó de atender al canto del pajarito y la miró a los ojos.
-Algunos, sí.
Se encogió de hombros.
-Son tontos.
-No conoces a ninguno de tu edad -señaló al niño, que se había adentrado entre la maleza obedientemente-. Cuando lo hagas cambiarás de opinión.
No parecía muy convencida.
-¿Los chicos de tu reino son todos pelirrojos como tú?
Mildrith se rió suavemente.
-No todos, pero sí algunos. Al norte, en Escocia, dicen que también lo son -recordó los comentarios de los monjes que llegaban del norte buscando alianzas con un reino vecino de Wessex-. También dicen que son unos cerdos porque no se lavan.
La niña arrugó el ceño, visiblemente asqueada de que hicieran algo como eso. Tampoco es que ellos fueran los más limpios, claro, pero sí tenían más higiene que en el frío norte. Los deditos de Aelfwynn cogieron uno de los mechones pelirrojos de su melena.
-Me gusta mucho tu pelo.
-Y a mí el tuyo -lo cual era cierto.
Aelfwynn miró de nuevo a la jaula, manteniendo un ligero silencio antes de volver a abrir la boca.
-A él también le gusta.
Tampoco dijo a qué se refería con ello.
Lady Aethelflaed y Aldelmo marcharon galopando tan rápido como lo anunciaron. Noticias desde la capital de Mercia, decían, donde se amenazaba la sucesión del reino. La asistencia de la reina era obligatoria en esos asuntos. Desde ese momento, Aelfwynn sollozaba y se limpiaba las lágrimas con las mangas del pequeño vestido con flores bordadas. Ella intentaba consolarla como podía, pero apenas podía sola. Stiorra prefería encerrarse en el ala de arriba y juzgar a todo aquel que subiera a hablarle, incluso a los niños. Su hermano, que se llamaba igual que su padre, fue al único que dejó entrar.
Los demás estaban en la planta de abajo. Uthred había marchado con la reina y su consejero, pero antes había ordenado que sus guerreros protegieran la residencia merciana de Saltwic. Se habían llevado a los guerreros con ellos, por lo que tendrían que haberse quedado los doce guerreros galeses a su servicio. Pero estos se habían dividido en dos bandos: uno volvería a informar al rey Hywel de lo que sucedía y otro marcharía con Aethelflaed como refuerzo. Les había parecido mal puesto que solo eran fieles a una persona de entre todos ellos, pero al final habían marchado con todos ellos.
Aelfwynn silbaba con lástima a su pájaro, mirándolo con ojos llorosos y mirada ausente. Parecía un fantasma en vida. Alejarse de su madre en tan poco tiempo le suponía un gran impacto ahora que la había recuperado, pero así era la vida de una dama. Y más la de una princesa. Aethelstan se habría perdido por la residencia aprovechando que todos estaban ocupados. Cuando fue a buscarlo, descubrió que no estaba donde solía esconderse. Hasta que lo había visto practicando su escritura en pergamino al final de la sala donde Finan, Sihtric y Osferth descansaban -o hacían guardia-, la voz de Stiorra sonando de fondo a gritos.
-¿Me enseñas galés? -le había preguntado al corregirle el trazo de una "d" minúscula.
-No tienes por qué escribirlo -le respondió, un poco confundida por su repentino interés-. Y no es una lengua bonita que suela gustarle a los sajones. ¿Por qué quieres?
Solo se había encogido de hombros y mirando a la pluma.
-A mí me suena bien.
No sabía dónde había escuchado hablar más galés que a los guerreros, que normalmente se mantenía al margen de los niños. Porque ella no solía hablarlo estando a solas, solo pensaba en él. Lo habría visto escrito en las cartas intercambiadas con su padre, pero aún con esas era extraño que un niño mostrase interés por aprender una lengua como esa.
-Me gusta cuando lo cantas.
Miró a través de la ventana abierta, hacia donde la princesa silbaba entretenida con la pequeña ave. Mildrith se recogió entonces las faldas del vestido y salió de la estancia, caminando por los largos pasillos camino a su objetivo. Todavía escuchaba a Stiorra hablando en voz alta, y un cuchicheo que debía ser la de su hermano mayor. Sus pasaron resonaron por el eco del edificio.
-Osferth -llamó, entrando en la sala de descanso. Rápidamente lo vio, tumbado con un libro frente a la ventana y con una tímida sonrisa-, ¿puedes asegurarte de que Aelfwynn y Aethelstan sigan ocupados?
-Sí, señora.
Cabeceó una respuesta y caminó por la sala de descanso. La luz entraba clara por las altas ventanas, algunas cubiertas con cortinas de seda amarilla a juego con los muebles. Osferth ya estaba de pie cuando ella se fijó en el juego que Finan y Sihtric tenían entre manos. Finan movía tres vasos opacos de oro boca abajo, con tanta soltura que parecía haber nacido para aquello, el entretenimiento. Sihtric, tumbado y con los ojos fijos en ellos, bebía en silencio. Ninguno llevaba la ropa de cuero curtido, sino la ropa que iba por debajo de las armaduras de ese estilo, pero había una espada en el lado diestro de Finan que le hizo saltar las alarmas.
Estaban jugando a adivinar dónde estaba lo que fuera que tuvieran para esconder ahí abajo; su hermano le había enseñado a jugar, y siempre perdía porque su hermano hacía trampas para cabrearla. Cuando los separaron, ella siguió jugando por su cuenta con alguna de sus niñeras. Antes, de salir, se detuvo unos segundos en el umbral y miró por encima del hombro, hacia donde Finan sonreía por el malestar de Sihtric, sabiendo que iba a ganar.
-Lo tiene en la boca -contestó. Ambos la miraron, pero lo que sucedió a continuación de eso no lo supo porque había entrado en la cocina.
La cocinera acababa de salir cuando ella entraba, cerrando las puertas tras de sí. No era un espacio muy iluminado, sino lo justo como para trabajar y no tener un accidente. Algunas velas estaban ya por la mitad en las zonas más oscura. Se dirigió a los armarios, consciente de que al otro lado de la cocina había movimiento y la risa de Finan atravesaba incluso la madera más dura. Mildrith abrió uno de ellos, cuyas provisiones se acumulaban en los estantes. Pero no estaba lo que buscaba. Así fue en los armarios siguientes, y en los posteriores.
Mildrith se dio la vuelta, y se encontró en la entrada a un Aethelstan algo desorientado, una mano sujetándose el hábito de pequeño monje, porque nunca había estado en esa parte del hogar y Sihtric. Este último llevaba un ramo de flores recién cogidas en una de las manos, puesto que la otra agarraba por instinto la empuñadura de una cuchilla a un costado. En otra ocasión, se habría sorprendido de encontrarse a solas con un hombre, más un pagano, pero con un niño la cosa cambiaba. Le daba en parte más seguridad, y más si se trataba del hombre que la había protegido esa noche en el monasterio y ahora estaba ahí para, sorprendentemente, lo mismo. Los ojos de Mildrith no se separaron de las flores ni un segundos.
-Son muy bonitas -dijo, con sinceridad y una sonrisa-. ¿Para quién son?
-Son para Lady Aelfwynn -dijo él, Sihtric, rápidamente, tendiendo las flores en su dirección. Ella las recogió, dándose cuenta del gran puñado que eran y que necesitaría dos jarrones-. El niño quería dárselas pero es muy cobarde.
Mildrith se sorprendió. Los ojos de Aethelstan estaban clavados en Sihtric, agarrado al final de su camisa roída. Supuso que ni siquiera los guerreros más poderosos tenían tiempo para cuidar su aspecto, ni el más hermoso a la vista.
-¿Aethelstan? Eso es muy generoso y de ser un caballero -respondió, y le hizo una señal para que se marchase.
Aethelstan obedeció y abandonó la cocina, ahora sí dejándolos a solas. Mildrith analizó las flores, claramente recién cogidas y del patio, las mismas que Aethelstan había golpeado con un palo para buscar el juguete como si no fueran nada. Y ahora se las estaba dado a Aelfwynn. Un gesto muy generoso por su parte y que tendría en cuenta.
-¿Te ha pedido que las cojas tú?
-Sí, señora.
-Eres muy amable. Se lo diré a la princesa -informó, a lo que él asintió sin hacer contacto visual, cabeceando una respuesta-. Seguramente lo habrá hecho para disculparse con ella por no querer jugar.
Se recogió las faldas rojas del vestido y se encaminó a la estantería más cercana en busca de dos jarrones, con suerte. Encontró uno, pero lo suficientemente grande como para almacenar todas esas flores. Mildrith lo hundió con una mano en el agua de un balde, y con la otra metió las flores con cuidado de no romperlas. Al acabar, sonrió. A Aelfwynn le daría una alegría ver unas flores tan bonitas decorando el comedor.
-Quería distraer a Aelfwynn con alguno de sus postres favoritos, pero me temo que la cocinera los ha guardado y no los encuentro -habló, entonces, a Sihtric. Él permanecía en la puerta con la cabeza alta y el cuerpo tenso, los brazos a sus espaldas como si esperase alguna orden-. Verlas le inundará el corazón de alegría. Tal vez la convenza de recoger alguna para que le haga una corona a Aethelstan.
Supuso que un hombre como él no entendería el significado de esos detalles, y más en el contexto de unos niños, pero ella se esforzó en explicárselo. Le contó que cuando era pequeña las monjas que la cuidaban le habían enseñado a hacer coronas de flores para intercambiarlas con otras niñas en las festividades de su tierra, de Wealas, siguiendo la tradición del reino. En ningún momento habló del cristianismo, pero sí del cristianismo celta y las celebraciones que todavía se llevaban a cabo en sus tierras.
Sihtric no había cambiado la expresión, y en cierto momento le recordó a la estoicidad de Aethelstan cuando se rodeaba de ellas y nunca abría la boca. En cierta parte, eso le molestó.
-Es muy bonito, señora.
Asintió. No supo qué más decirle, suponiendo que no eran dos personas conocidas y tenían ideas contrarias y discutibles. Lanzó una oración silenciosa por su seguridad y paciencia. Mildrith le sonrió con cierta tensión antes de darse la vuelta y tirar unos restos de comida a la basura al lado de la puerta trasera. La cocinera fuera estaba regañando a unos soldados mercianos que se reían de algo que la habría molestado. Volvió a mirar las flores, claramente arrancadas del patio, pero bien elegidas, y luego a Sihtric. Este permanecía en el umbral de la puerta en silencio, mirando al suelo.
Entonces a Mildrith se le ocurrió preguntarle por algo.
-¿Qué significan las pulseras?
Se refería a las pulseras que lo había visto llevar tanto el día que lo conoció hacía ya tiempo atrás como aquella mañana. Joyas que decoraban tanto antebrazos, dedos y muñecas, pero esta última apenas visible. Le habían llamado la atención porque no era el tipo de accesorios que un guerreros habría llevado para enfrentarse a otros peores, pero cuando vio que sus iguales, pero de bando contrario, también los llevaban supo que era un tipo de tradición entre los daneses. De oro o plata, materiales caros y ricos, bienes de lujo.
-Son recompensas -le respondió.
-¿Recompensas?
-Por mi trabajo con el señor Uthred -añadió, haciendo un amago de enseñarle una, para darse cuenta de que se había desprendido de ellas en el momento que se quitó la armadura. Su mano cayó de nuevo sobre la empuñadura-. Es una tradición entre los daneses, más o menos. Mi señor me los da como recompensa por una victoria, y con ellas a veces pagamos... -la sonrisa le desapareció del rostro tan pronto como se dio cuenta de lo que estaba diciendo, tan libremente frente a ella.
Mildrith iba a preguntarle a qué se refería con eso último cuando un grito hizo que pegase un bote en el sitio.
-¡Están aquí! ¡Vienen hacia aquí! -gritaron desde fuera. Sihtric y ella salieron de la cocina siguiendo los gritos de Stiorra, cuyas pisadas a medida que se acercaba se hacía más pesadas.
Finan ya estaba de pie, con una mano empuñando su espada aún sin desenvainar, y Osferth entraba en la sala cogiendo la mano de Aethelstan. ¿Y Aelfwynn? Sus ojos las buscaron, nerviosos, e incluso se atrevió a acercarse a la ventana, solo para descubrir que no había nadie al otro lado. El joven Uthred llegó corriendo con una niña rubia de la mano, y casi le dieron ganas de echarse a llorar. Mildrith inspiró.
-¿Quién viene?
-Unos hombres bajando la colina vienen hacia aquí. Vienen armados.
-¿Quiénes son?
-No lo sé -respondió la joven-, pero vienen rápido.
Mildrith sintió el corazón latirle con fuerza.
La sucesión. El rey herido. Todo encajaba. Venían a por Aelfwynn por ser la única hija del rey Aethelred y su reina. La decisión de los condes dependería de todo al final por la sucesión, la razón por la que Aethelflaed había marchado para discutirlo, pero siempre facilitaba las cosas tener a los hijos del rey cerca en caso de plantearse una alternativa. Porque era una niña. Una joven capaz de heredar el trono y que necesitaría una regencia... O a un hombre.
-Aelfwynn -la niña fue corriendo a sus brazos sin decirle nada más, claramente temblando y con el rostro pálido sin comprender qué sucedía a su alrededor.
Tenía la piel fría, pero la ropa caliente. Cuando vio el hacha de Sihtric, Mildrith se alejó con la princesa entre sus brazos con temor a que por accidente le hiciera acabase golpeando a la niña. Sihtric las miró a ambas, pero sobre todo a ella; Mildrith le devolvió la mirada. No supo qué significaba o si le estaba diciendo algo con la mente. Finan ya estaba desenvainando la espada cuando Stiorra se adelantó en el acto.
-¡Esperad! Tenemos un plan.
Mildrith intentó descifrar a qué se refería Stiorra, cuando se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Había un plan, que ninguno de ellos conocía. Solo ella, y puede que por la sonrisa de Aethelstan él también tuviera algo que ver. Al final, él se movía por la residencia y conocía mejor que nadie dónde uno podía esconderse para no ser encontrado. El condenado niño que los salvaría a todos era el mismo que huía de la presencia de los demás. Aelfwynn tiró de la falda de su vestido llamando su atención.
-Toqué tu arco buscando mi escondite -le dijo, con ojos triste-, lo siento.
Mildrith le dio una palmadita, restándole importancia. Su atención se concentraba en los ojos astutos de la hija de Uthred, que explicaba el plan de forma comprensible y dictaminaba dónde cada uno debería estar para que funcionase correctamente. Finan se escondería en el hueco de una de las paredes, mientas que Osferth tenía la constitución perfecta para hacerlo en el arcón de la entrada, donde guardaban los juguetes y las mantas de los niños. Los niños, por otro lado, lo harían en el césped alto que crecía en el jardín aprovechando su tamaño. El joven Uthred los controlaría.
-Ella no -se refería a ella. Stiorra la detuvo cogiéndola del brazo-. Se te vería el pelo de lejos, por eso de tener el pelo rojo. Mejor en el dormitorio de arriba que hay más espacio.
-¿Y tú que harás?
-Alguien tiene que demostrar que Aelfwynn no está y que esto está vacío -respondió de forma astuta. Cada vez se demostraba más de quién era hija-. Si ven a la hija del rey de Wealas y que es mentira, intentarán también llevársela. Si no tienen órdenes de antes...
Así que así lo hicieron. Sihtric la cogió de la mano y ayudó a subir corriendo las escaleras por la dificultad de movimiento que había con vestido. Los demás se quedaron en la planta de abajo, y se escuchaba lo que estaban haciendo. Stiorra estaba diciéndole algo a Aethelstan que no atendió puesto que la madera crujía debajo de ellos. Una vez en la planta de arriba, la cama de Aelfwynn cubierta con pieles era el único mueble amplio.
-Aquí -señaló al armario empotrado en la pared, de madera y también decorado con los símbolos de Mercia-. ¿Dónde te esconderás?
Él no dijo nada, como era costumbre ya. Un hombre que vivía en su mundo y que iba por solitario como los lobos. Había dejado el hacha en el patio clavada a la mesa de madera, como algo casual, pero había cogido un cuchillo de su arsenal privado de armas.
Mildrith abrió las puertas del armario, por su parte, al mismo tiempo que él se agachaba frente a la cama y arrastraba. Sihtric desapareció debajo del mueble sin mediar palabra alguna, arrastrándose hasta que la madera crujió. ¿Qué estaba haciendo ahí abajo? Supuso que seguir el plan de esconderse como todos. A Mildrith se le calentaron las mejillas de rabia contenida, pero continuó con el plan de Stiorra porque una cosa no, pero estaba realmente bien planteado. Como si lo hubiese planeado por sí sola... Mildrith cerró las puertas del armario, y dejó que los ruidos metálicos inundaran sus oídos como si estuviera en el campo de batalla a su propia manera.
El interior del armario era sofocante, la oscuridad apenas rota por las rendijas por las que se colaba la luz del exterior. Mildrith contenía la respiración, sus oídos atentos y despiertos a cualquier sonido que llegase de fuera. Sabía que su vida dependería del plan de Stiorra, pero jamás en su vida como princesa se habría imaginado escondida de aquella manera. Le tocaba ahora confiar en ella lo había calculado todo al milímetro, por mucho cambio que supusiera.
Los pasos resonaban entonces en el pasillo. Eran pesados y firmes, el tipo de pasos que no dejaban espacio para la duda a que buscaban algo. Solo una persona, con suerte. Cerró los ojos, tratando de calmar el frenético latido de su corazón. Las botas se detuvieron justo frente a las puertas del armario; la cota de malla deslumbraba amenazadoramente. El silencio siguió siendo ensordecedor, temiendo que la hubieran descubierto. Mildrith se mordió el labio inferior. Por un momento, el tiempo pareció detenerse.
Hasta que los pasos se alejaron, escuchándose el crujido de la madera por su peso y la señal de que estaba bajando las escaleras. Mildrith abrió entonces los ojos. La voz grave hablaba, seguida de otras y una que distinguió como la de Stiorra. Aprovechó el momento... Con un movimiento lento y cuidadoso, empujó ligeramente la puerta del armario. Esta se abrió con un leve chirrido que le heló la sangre. Pero no hubo reacción. Se deslizó fuera, sus pies cubiertos por las botas de cuero elegante apenas hicieron ruido sobre el suelo. Se movió, entonces, hacia el exterior, vacío. Mildrith salió dejando la puerta abierta, teniendo cuidado de por dónde pisaba.
Sihtric también decidió que era el momento de salir de su escondite. Al menos no había destrozado la habitación para averiguar dónde estaba la niña. La madera sonó bajo sus pies suavemente. Escuchó debajo de donde estaban los movimientos de los hombres a los que Stiorra entretenía. Sihtric se arrastró saliendo de su escondite, un pequeño cuchillo en boca y el colgante de siempre bailándole en el pecho. Mildrith se alejó de la barandilla todo lo que pudo, arrastrando los pies. A sus espaldas, escuchaba el sonido de la ropa de la otra persona para limpiarse el polvo.
Los ojos de Sihtric se lanzaron directamente hacia ella, inmóvil ahí donde el suelo crujió como una escena de terror. Ambos guardaron silencio, mirándose el uno al otro. Los ojos de Sihtric bailaron entre ella y el sitio donde había pisado. Hubo un silencio estremecedor que le congeló la sangre de tal forma que dejó de sentir a su alrededor.
-¡No, no subáis! ¡Se habrá colado un gato callejero!
Aunque el intento de Stiorra era bueno de corazón, no habría convencido ni al hombre más tonto del mundo. Sihtric y ella intercambiaron una mirada cómplice. Sin pensarlo dos veces, marcharon corriendo sin importarles el ruido -aunque fue poco el que hicieron, cosa que los alivió- hacia el mismo espacio donde ella se había ocultado antes y, con un tirón firme, Sihtric los metió a ambos cerrando la puerta tras de sí.
Dentro del armario, el espacio era aún más reducido con los dos compartiéndolo. Se apretó contra la pared, su respiración entrecortada y sudando miedo. Sihtric, pegado a ella, intentaba controlar la suya propia. Estaban cara a cara, con una marca diferencia de altura que a la distancia que solían dejar entre ambos apenas se notaba. Pero era enorme comparado con ella. Sihtric tenía que levantar un brazo y agarrarse a la barra del armario para dejarle espacio en el que colocarse.
-¿Gato?
El hombre estaba ahí. Los pasos se dirigieron hacia la habitación de donde habían salido. Mildrith contuvo la respiración, sintiendo el calor del cuerpo de Sihtric a su lado, su proximidad haciendo que el momento fuera aún más intenso. Y peor. Esa cercanía podría condenarlos a ambos si se descubría por la persona inadecuada. El hombre rebuscaba en la habitación, maldiciendo entre dientes. Ahora estaba enfadado, y nervioso. Buscaría en todos lados hasta darle caza a lo que había pasado por alto.
Un crujido resonó cerca de ellos, y Mildrith sintió el pánico crecer en su interior. Las sombras se movieron frente al armario y, por un momento, pareció que todo se detendría ahí. Mildrith cerró los ojos, rogando que no los descubriera. Estaba pegada a Sihtric, lo sentía, y a su calor. También sentía su respiración entrecortada resonando en la oscuridad, si bien él intentaba controlarla haciendo ejercicios. Mildrith podía sentir el calor del cuerpo de Sihtric junto al suyo, su proximidad, provocando una mezcla de nerviosismo y una creciente corriente eléctrica entre ambos. Podía olerlo, y no se parecía en nada a lo que hubiera imaginado; sudor, un aroma varonil que le ponía los pelos de punta, mezclado con algunos elementos más como el metal y lo que temía que fuera sangre.
-Gato...Gatito... -se estaba burlando sabiendo que llevaba ventaja en ese juego. Sihtric se movió, y la madera crujió, y de repente los pasos del hombre se detuvieron. Mildrith se agarró a su brazo alzado, estirando la espalda en aquel minúsculo espacio.
Sihtric se inclinó ligeramente, intentando imitarla, solo para que la madera volviera a crujir. Lo vio cerrar los ojos con fuerza, tensar la mandíbula de forma que demostraba la incomodidad de estar ahí dentro y en esa situación. El armario, tan estrecho y opresivo, ahora se sentía como su propio universo. Un nuevo espacio. Mildrith se alejó de la puerta lo máximo que pudo, no fuera a llamar la atención sin quererlo. Para ello, tuvo que inclinarse un poco más sobre el cuerpo del hombre con el que compartía ese lugar. Su visión fue a parar sobre el amuleto que siempre colgaba de su cuello, a juego con el de su señor, y no pudo evitar contemplarlo desde cerca. Había sustituido el de madera por uno metálico oscurecido por la vida fuera de casa.
-No te muevas -susurró, lo suficientemente bajo como para que solo él la escuchara.
El sonido de los pasos continuó, la madera sonando de forma que el vellos de Mildrith se erizaba a cuanto más cerca se encontraba. Mildrith y Sihtric contuvieron la respiración como pudieron cuando la malla volvió a aparecer frente al armario. El silencio cayó sobre ellos, cargado de tensión. Mildrith inspiró como pudo, intentando calmarse y pensar con claridad. Pensó en Aelfwynn y en Aethelstan, ahí fuera ocultos con el joven Uthred, desprotegidos. Y en donde se hubieran escondido Finan y Osferth.
¿Y si los pillaban a los dos? Matarían a Sihtric. Pensarían que estaba ahí para secuestrarlas por su apariencia de danés o que obstaculizaba la tarea ordenada desde la capital, seguramente por los condes hasta el momento al cargo de la sucesión de Mercia. Y luego se la llevarían a ella por los pelos si descubrían quién era, lo cual era bastante sencillo solo con mirarla. Las lágrimas amenazaron con salir de sus ojos. Inspiró y exhaló, una y otra vez. El aire le oprimía. ¿Era así como se sentía el pájaro de Aelfwynn, sofocado por no encontrar la salida?
-Respira. No contengas el aire -el aire cálido de su aliento la golpeaba en las mejillas al hablar, pero también al intentar respirar. Mildrith sintió un tirón en el estómago, una especie de advertencia a que... No lo sabía. Pero no podía alejarse de él. De su calidez asfixiante.
-No puedo -balbuceó.
-Tienes qué hacerlo.
Pero Mildrith sacudió la cabeza. El pelo comenzaba a molestarle, así que se lo apartó del cuello echándoselo a un lado. Empezaba a sentirse mareada.
Más pasos. El sudor corría por su espalda, empapándola y enfriándole la piel como bien podía. Sihtric se removió, esta vez la madera no crujió. Ni cuando consiguió con la mano libre apartarle el pelo por completo de la cara. No supo si la estaba viendo, pues ella era incapaz de ver su rostro, pero sí imaginárselo. Se preguntó si él era capaz de eso. Otra vez los pasos. Más. La respiración de Mildrith se aceleró cuando sintió sus dedos recorrerle la piel de la nuca, la expuesta por el pelo. Mildrith se estremeció, pero no apartó. Sus ojos bailaron acostumbrados a la penumbra.
-Lo siento. Por haber pedido que me mataras en el convento. Lo siento, lo siento mucho...
-Eso es pasado -su voz sonó dura pese
-Pero importante para mí.
Apretó los labios. Con fuerza. Tanta que sintió las venas romperse contra sus labios y el sabor de la sangre en su lengua.
-¿Milli? -sonó una vocecita. Una luz en el camino. Un hueco por el que fuese capaz de arrastrarse y salir de ese espacio. Sihtric y ella respiraron finalmente.
La puerta se abrió, golpeada por ella. Primero sacó las piernas, y después el resto del cuerpo empapado en sudores fríos. Tosió, pero por el repentino aire frío de la habitación. Aethelstan esperaba fuera con los brazos a los costado y una postura relajada. Sonreía, pero no ampliamente como había visto antes. Era visible que estaba emocionado, pero se contenía de acuerdo a sus enseñanzas en el monasterio. Hubo movimiento a sus espaldas, mientras ella recuperaba el aliento.
Aethelstan salió corriendo escaleras abajo al escuchar a Stiorra llamarlo para que recogiera sus cosas. Hubo silencio entre los dos, solo roto por la voz relajada de Uthred, padre, en la planta de abajo, Debía de acabar de llegar evitando a los soldados mercianos. Una presión sobre el hombro la sorprendió.
Mildrith se alejó.
-Se han ido -anunció, y huyó como una cobarde de la escena.
Uthred ordenó que recogieran todo lo comestible y posible para abandonar la residencia. Cuando bajaron -de distintas formas: Sihtric saltando la barandilla y ella las escaleras-, ya todos estaban recogiendo y moviéndose. Al poco tiempo, habían cargado a los niños a un carro guiado por Osferth al frente y lo necesario en su interior. Uthred y Finan se posicionaron al frente, mientras que tras el carro iban los hijos de Uthred y ella atendiendo y vigilando que los niños estuvieran a salvo, con Sihtric cerrando la fila. No habían hablado más. ¿Para qué hacerlo?
Aelwynn había sacado el arco de madera del arcón de su dormitorio y puesto a su lado, abrazándolo con fuerza. No había dicho nada respecto a ello, y menos cuando Finan le había dado una mirada extraña.
Antes de marchar, Mildrith de Wealas, única hija del actual rey de Wealas, se permitió el lujo de darle un último vistazo al que había sido su residencia en los últimos años. Los altos muros de piedra, con un tejado tan bien trabajado que recordaba a las construcciones fronterizas que separaban Wealas de Mercia. El jardín donde Aelfwynn había liberado al pajarito llorando, y volado hacia su libertad, el mismo lugar donde habían jugado, hecho muñecos de nieve con ayuda de los soldados que se rendían a los pucheros de la princesa y comido con el buen tiempo. Huían de una guerra que envolvía a una extranjera con título de reina consorte, a su hija con sangre merciana con derecho propio al trono y a todo aquel que codiciaba el trono de un reino en guerra con los daneses. Y ella solo podía sentir lástima por lo que pasaría con ellos si eran capturados.
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“Ven, volvamos a encontrar la magia…”
¿Recuerdas cuando nos estábamos conociendo? ¿El anhelo que sentíamos por ver un mensaje nuevo? ¿Por leer un ‘te amo’, un ‘te extraño’ un ‘te pienso’? ¿Recuerdas cómo se estremecía nuestro cuerpo cuando el alma se nos conectaba, cuando nos besaba el viento en su papel de mensajero? Tú y yo pasábamos también por difíciles momentos y eso no impedía darle un lugar al amor. Y es que, es precisamente el amor lo que nos salva del caos. Tontos aquellos que creen que el amor se salva solo una vez que se ha flechado. El amor es la conciencia inteligente del cosmos, resuena con la energía más elevada de luz, y si no encuentra caricia, ternura, sosiego, resguardo, congruencia e interés, poco a poco deja de arder y se desperdiga como las chispas de una llamarada.
No dejemos perder esa chispa, mi alma… volvamos a encender la magia.
—Paloma.
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En un Creador infinito solo existe la unidad. No existe polaridad. Somos todo, cada ser, cada emoción, cada suceso, cada situación. Somos unidad. Somos infinidad. Somos amor/luz, luz/amor. SOMOS. Esa es la Ley del Uno.
–El material de RA, humilde mensajero de la Ley del Uno.
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"Transmitiendo a través de las energías del NUEVO NACIMIENTO. . " . RENOVACIÓN DIVINA . . . y de AMOR DIVINO.
Hoy y todos los días podemos permitir que nuestra UE respire profundamente y conscientemente para recibir estos preciosos regalos.
¡LOS CAMBIOS que tienen lugar en nuestro mundo están invocando las habilidades del ALMA para permitirlo!
Permitiendo que desaparezcan fraudulentos y falsos. . . y permitiendo lo que es Verdadero. . . Limpio. . . Divina. . . Inmaculada. . . Preciosos. . . y Estimado al CREADOR, FUENTE DIVINA, para fluir la Experiencia de la Humanidad en esta Gran Edad Cambiante.
La asignación requiere fe. . . Fortitud. . Confianza . . y rendirse a la Divina Voluntad dentro de ti ~ permitiendo que esto entre en tu mundo interior y en tu Esencia interior, lo que permite que esto se ancla aún más en todo el planeta.
¡Para cada uno de nosotros es una Conducta de esta DIVINA Gracia Permite!
Y esta será una habilidad de ALMA profunda que cada uno de nosotros aprovechará. . . ¡Busca y aprende mientras pasamos por los próximos TOURS en todo el mundo en 2024!
Así que vamos a tomar un respiro profundo y consciente juntos. . . Permitiendo que este aliento sagrado LLENO DE AVIÓN fluya en cada lugar dentro de nosotros. . . en cada cuerpo de ENERGÍA. . . EN CADA CÉLULA DE NOSOTROS. . . y en cada ASPECTO de nosotros. Buscando fortificación multi-dimensional. . . L I E R I E . . . . Sanación. . . Limpiando. . . Fortaleciendo. . . y Visión del ALMA DIVINA!
Permita que esta respiración consciente FLUYA en cualquier lugar y lugar que nuestro DIOS ALTÍO necesita en estos tiempos SER y respirar Mayor Gracia. . . Una fe y confianza más profundas. . . y UNIÓN DIVINA con FUENTE!
Para no soplar. . . Nuestra ALMA DIVINA sabe lo que es la LUZ. . . Quién es Dios... ¡Y lo que es REAL!
Y cuando respiramos conscientemente de esta manera. . . Nuestra Esencia del ALMA se ofrece la Mano y el Corazón de DIOS para guiar nuestra Visión. . . nuestra fuerza vital. . . nuestro propósito. . . nuestro SERVICIO. . . tierra . . ¡Y su grandeza!
¡Todo FLUYE dentro de nosotros a través de este ARTE SAGRADO de permitir!
Y NOSOTROS tenemos el honor de ser Mensajeros de este precioso regalo de la FUENTE. . . que todas las formas de vida en todos los Reinos del Universo reciban esta invitación ATEMPORAL para conectarse. . . para unificar. . . y canalizar la LUZ de la FUENTE en todo lo que decimos. . . Siéntelo. . . Echa un vistazo... ¡Piensa y hazlo!
¡El diseño DIVINO es un país de las maravillas brillante y supremo de la FUENTE de la perfección!
Y aquí estamos... Respirando conscientemente la LUZ VIVA de su perfección. . . AHORA y Siempre. . . tanto como NOSOTROS podemos elegirlo conscientemente. . . Permíteme... ¡SER así!
Dentro del AMOR DIVINO de UNO"
• Pars en el perro
• Imagen: Amuletos antiguos
"Escarabajo egipcio usado para protegerse contra el mal y promover la salud general. Dice que también mantiene al usuario alejado de accidentes.
En el antiguo Egipto el escarabajo estaba asociado con el dios Khepri, simbolizando el renacimiento. El khepri egipcio proviene de la raíz "Jeper", que se puede traducir como "nacimiento" o "exist".
Esta es la razón por la que con el tiempo la Escarlata se convirtió en la representación del poder y la vida
(Ipissísimo - quien conoce a sí mismo) Conoce y es responsable de ti mismo; dirige su propia vida y tiene la capacidad de resucitar. "
• Encanto Ancestral
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Sacrificio de Isaac Michelangelo Merisi, conocido como Caravaggio (Caravaggio, Milán 1571 – Porto Ercole, Grosseto 1610) Hacia 1603 Pintura al óleo sobre lienzo 104x135 cm Inv. 1890 n. 4659
La pintura ilustra el pasaje del Antiguo Testamento en el que Dios sometió a Abraham a una extraordinaria prueba de obediencia al ordenarle sacrificar a su único hijo, Isaac. Caravaggio describe fielmente el momento crucial de la dramática historia, cuando el viejo Abraham, justo cuando se dispone a sacrificar a Isaac, es bloqueado por el ángel enviado por el Señor. “¡No pongas tu mano sobre el niño y no le hagas daño! Ahora sé que temes a Dios y que no me has negado a tu hijo, tu único”, dice el mensajero de Dios a Abraham (Génesis XXII, v. 12) indicando con su mano izquierda un carnero para ser sacrificado en su lugar. Caravaggio opta por humanizar la figura del ángel colocándolo junto a Abraham como una presencia sólida que agarra la muñeca del anciano con un agarre fuerte y concreto. Al fondo, un paisaje ondulado y montañoso mediterráneo, atravesado por senderos y animado por masías y un pueblo. En este paisaje, los críticos han identificado ecos del estilo de formación de Caravaggio en Lombardía y Véneto. De esta obra también se ha hecho en el pasado una lectura simbólica según la cual el edificio situado en la colina sería una iglesia con un baptisterio, referencia al futuro nacimiento de la iglesia católica, y la luz difundida sobre el paisaje simbolizaría la luz de la gracia divina. Por tanto, el sacrificio del joven Isaac prefiguraría el sacrificio de Cristo. El tema bíblico fue seguramente indicado por el ilustre comisario de la obra, Maffeo Barberini, influyente monseñor de la curia vaticana en el momento de la ejecución del cuadro y futuro Papa con el nombre de Urbano VIII. La paternidad de Caravaggio con este cuadro, reconocida desde hace mucho tiempo por todos los críticos, queda demostrada también por los pagos realizados por Maffeo Barberini al propio pintor. El cuadro fue donado a los Uffizi en julio de 1917 por John Fairfax Murray, que lo había comprado como obra de Gherardo delle Notti a una sociedad que se había hecho cargo de parte de los bienes de la familia de los Príncipes Colonna Sciarra de Roma a finales de 1917 del siglo XIX.
Información de la web de la Gallerie degli Uffizi, imagen/es de mi autoría.
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La magia de los córvidos
Post traducido de moonlightacademy. Podéis encontrar el texto original en inglés aquí
En la mitología Nativa Americana, estas aves son muy respetadas. Algunas tribus del sudoeste creían que los cuervos traían la luz que escapaba de la oscuridad. Asociaban los cuervos con la creación porque traían la luz donde no la había. En otras tribus se pensaba que los córvidos eran embaucadores y guardianes de misterios sagrados y secretos.
Los cuervos se asocian con los poderes psíquicos y sus plumas se pueden usar para ayudar en prácticas de adivinación.
En la mitología Celta, la diosa Morrigahn se aparece a menudo en forma de cuervo o acompañada por un grupo de cuervos. Si se aparecen en grupos de tres significa que Morrigahn está preparando una visita a alguien. Por el hecho de que el cuervo es el animal de Morrigahn algunos creen que esta ave tiene poderes adivinatorios especiales.
Algunas culturas occidentales piensan que los córvidos traen mala suerte y muerte.
En la mitología griega, Atenea y Apolo poseían cuervos, pero los volvieron negros cuando no pudieron guardar más sus secretos. Originalmente tenían plumas blancas. Se decía que el cuervo era un método de adivinación en sí mismo. Los aguares en la antigua Grecia usaban el color de estas aves y la dirección de su vuelo para interpretar mensajes.
Según la mitología galesa, los cuervos eran las liebres portadoras de la muerte. Creían que las brujas y los hechiceros se convertirían en cuervos para evitar ser capturados.
En la mitología nórdica se representaba a Odín con dos cuervos.
En partes de las montañas Apalaches, un grupo de cuervos volando a baja altura significa que la enfermedad se acerca, pero si un cuervo vuela sobre una casa y llama tres veces significa una muerte inminente en la familia. Si los cuervos cantan por la mañana antes que los otros pájaros, va a llover. A pesar de su papel como mensajeros del mal agüero, da mala suerte matar a un cuervo. Si accidentalmente lo haces, se supone que debes enterrarlo, pero asegúrate de vestirte de negro cuando lo hagas.
El cuervo también se relaciona con frecuencia con profecías, lo que enfatiza aún más su condición de ave de lo oculto. No solo era un mensajero de los dioses, tanto como informante como guía, sino que también se pensaba que era el más profético de todos los pájaros.
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MAGOS
Los magos son individuos que han adquirido la capacidad de realizar magia blanca, ya sea por su linaje o por medio del estudio y la dedicación. Se cree que emplean sus poderes y conjuros con la intención de hacer el bien, aunque, como en cualquier grupo, siempre hay excepciones a la regla. A pesar de sus habilidades mágicas, siguen siendo seres humanos con las mismas debilidades y vulnerabilidades que el resto de su especie, lo que significa que también son susceptibles a enfermedades y tienen una esperanza de vida limitada.
La utilización de su magia blanca está vinculada a su propia energía, por lo que deben ser cuidadosos y considerados al usarla. La magia blanca es un don poderoso, pero no ilimitado, y su uso uso excesivo y muy prologando puede causar daños severos, especialmente en hechizos de larga duración o demasiado poder. Como guardianes del bien y la luz, los practicantes de la magia blanca a menudo se esfuerzan por equilibrar su deseo de ayudar a otros con la necesidad de conservar su propia energía y salud.
Pueden llegar a ser considerados magos elementales si se especializan en la manipulación de algún elemento natural, como el fuego, el agua, la tierra o el aire. No pueden manipular la oscuridad.
BRUJOS
Los hechiceros oscuros son la contraparte de los magos, ya que emplean la magia negra para llevar a cabo sus conjuros y hechizos. Estos seres han sido dotados con poderes oscuros, en la mayoría de los casos, por nacimiento, como una herencia directa de sus padres, o en ocasiones la fuente de sus poderes puede rastrearse hasta sus antepasados. Existe la posibilidad de haber obtenido estos poderes por medio de invocaciones a fuerzas oscuras. A pesar de su dominio sobre la magia negra, los hechiceros oscuros mantienen todas las debilidades y vulnerabilidades de los humanos, lo que significa que también son susceptibles a las enfermedades y tienen una esperanza de vida limitada. Pueden manipular es la oscuridad y las sombras.
Dentro de la comunidad de brujos, existe una rama conocida como la nigromancia. Su profunda conexión con el más allá y su habilidad para interactuar con los muertos los convierten en figuras misteriosas y, a menudo, temidas. Estos brujos tienen una conexión especial con los animales carroñeros y, a través de rituales, pueden manipular a los difuntos. Es importante destacar que los muertos no recuperan su conciencia; más bien, se convierten en marionetas sin alma bajo su influencia. La única forma de establecer una comunicación directa con el alma del fallecido es mediante otro ritual, que solo permite que la conciencia regrese durante un máximo de veinticuatro horas. El habla en estos casos se entorpece y el movimiento también.
ANGELES
Los ángeles son seres celestiales que desempeñan un papel crucial como intermediarios entre la divinidad y la humanidad. Su principal propósito es actuar como mensajeros divinos, así como proteger a los seres humanos. Son de naturaleza pura y completamente bondadosa, y han sido creados a imagen y semejanza de su creador. Por lo tanto, su apariencia suele ser de una belleza extraordinaria y radiante, que emana de su bondad y humildad inherentes. A pesar de que tienen una apariencia humana, se les distingue por la presencia de alas blancas que denotan su origen divino.
Además, existen ángeles guerreros armados con espadas de fuego, que desempeñan un papel protector y defensor. Estos ángeles suelen ser mas estrictos, menos accesibles y algunos incluso los han etiquetado como arrogantes.
Por otro lado, están los ángeles caídos, que son aquellos ángeles que han perdido la gracia divina y han caído de su estado celestial. En estos casos, sus alas se tiñen de negro, marcando su separación de la bondad divina.
DEMONIOS
Estas criaturas son las contrapartes de los ángeles, provenientes del mismo infierno y destinadas a personificar el mal en la tierra, además de fomentar el caos en todas sus formas. A menudo se deleitan burlándose de los seres humanos y pueden entablar pactos con ellos, ofreciendo favores a cambio, aunque generalmente a un alto precio.
Al igual que los ángeles, estas criaturas tienen la capacidad de asumir una forma humana, pero también pueden manifestar otros elementos distintivos, como cuernos y una cola, que pueden optar por mostrar o mantener ocultos según sus deseos. Su existencia representa un peligro constante, ya que su presencia y acciones están destinadas a socavar la paz y sembrar la discordia en el mundo. Se les asocia a la energía oscura y la magia negra, compartiendo con los brujos la manipulación de la oscuridad y las sombras.
Dentro de las ramas de los demonios existen los Sucubos/Incubos. Estas criaturas representan la encarnación del placer carnal y la lujuria. Se alimentan de la energía vital que roban de sus víctimas, siendo el contacto sexual una de las formas más comunes de obtener esta energía. Poseen la habilidad de encandilar o sugestionar a sus objetivos, ejerciendo un atractivo irresistible sobre ellos y manipulando sus deseos y pasiones. Además, tienen la capacidad de infiltrarse en los sueños de sus víctimas y actuar en esos sueños, intensificando aún más su influencia. A pesar de su origen demoníaco, estas criaturas pueden asumir un aspecto completamente humano, lo que les permite mezclarse en la sociedad y seducir a sus presas con mayor facilidad.
Los Ghoul son aquellos que merodean lugares desolados o deshabitados, con una preferencia particular por los cementerios, son seres oscuros y crueles. Estos sitios les brindan su principal fuente de sustento: la carne humana. En su mayoría, se alimentan de los cadáveres que yacen en estos lugares, pero su naturaleza malévola no los detiene a la hora de cometer actos atroces, como asesinar a seres indefensos con el único propósito de devorarlos. Además de la carne, algunos de estos demonios pueden llegar a beber sangre. Su presencia en lugares tan siniestros y lúgubres los convierte en criaturas temibles que acechan en las sombras, alimentando su hambre insaciable con la desesperación y el miedo que generan en quienes se aventuran en estas ubicaciones.
ABERRACIONES
A lo largo de los años, la ciencia y la tecnología han experimentado avances significativos, pero aún no han logrado igualar la complejidad y perfección de la naturaleza, a pesar de los continuos esfuerzos humanos. Uno de los resultados de estos intentos fallidos por mejorar la capacidad de los seres humanos y permitirles sobrevivir en un mundo dominado por criaturas naturales son las "aberraciones". Estos seres son el producto de experimentos genéticos que incorporan genes de diversas razas en un único individuo. Sin embargo, este proceso conlleva un problema significativo, ya que el cuerpo suele rechazar la invasión de estos genes adicionales, lo que genera conflictos entre las habilidades inherentes a cada raza y provoca estragos y pérdida de control en el huésped.
Un ejemplo de esta problemática es una aberración que contiene genes de un mago elemental. Esta criatura podría experimentar quemaduras causadas por sus propias llamas. Otro caso sería una aberración con genes de demonio, que podría encontrarse atrapada en las sombras que debería ser capaz de controlar.
Esta situación ha llevado a las aberraciones a buscar soluciones para mantener el control sobre sus habilidades o recurrir a equipamiento externo para minimizar los daños causados por la incompatibilidad genética. Inicialmente, estos experimentos se centraban en seres humanos, y se llevaban a cabo en laboratorios especializados, algunos de los cuales estaban ocultos bajo la supervisión del Gobierno de Nyx. Sin embargo, en la actualidad, se han establecido laboratorios clandestinos donde individuos de diversas razas son bienvenidos o, en ocasiones, sometidos contra su voluntad para fines de experimentación genética.
El máximo de criaturas es de tres, estas deben estar especificadas dentro de los extras de la ficha junto al defecto o problema que presenta.
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Aclamación del Evangelio
Aleluya
Ven, Señor, visítanos con tu paz, y nos alegraremos en tu presencia de todo
corazón.
EVANGELIO DE LA MISA
Juan es la lámpara que arde y brilla
Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 33-36
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:
—«Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No
es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros
os salvéis. Juan era la lampara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un
instante de su luz.
Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me
ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me
ha enviado.»
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En este día especial, me complace enviarles mis más cálidas felicitaciones a todos ustedes, hijos e hijas de Elegua, y a aquellos que encuentran inspiración y guía en la energía de este Orisha maravilloso. Permítanme dedicar unas palabras a Elegua en su día, y también compartir mi gratitud por ser su hijo en la Osha.
Elegua, Orisha de los caminos y las encrucijadas, protector de los viajeros y mensajero divino, hoy celebramos tu presencia en nuestras vidas. Eres el guardián de las puertas, el que abre y cierra los caminos, permitiendo el flujo de oportunidades y protegiéndonos de los obstáculos que puedan surgir en nuestro camino.
Tu energía es dinámica y llena de vitalidad, siempre dispuesto a brindar apoyo y sabiduría a aquellos que te invocan con sinceridad. Eres testigo de nuestras acciones y nos guías hacia el crecimiento espiritual y la transformación personal. Tu presencia es una bendición que ilumina nuestras vidas y nos llena de alegría y esperanza.
Como tu hijo en la Osha, me siento privilegiado de tener una conexión tan profunda contigo. Tu influencia ha moldeado mi ser y has sido mi guía en momentos de confusión y dificultades. A través de tus enseñanzas, he aprendido el valor de la apertura, la adaptabilidad y la confianza en el destino.
Hoy, en tu día, te rindo homenaje, Elegua. Tu espíritu juguetón y travieso nos recuerda que la vida es un camino lleno de sorpresas y desafíos, y que debemos abrazar cada experiencia con valentía y determinación. Tu presencia en nuestras vidas nos inspira a superar las adversidades y a buscar soluciones creativas a nuestros problemas.
A todos mis hermanos y hermanas, les animo a honrar a Elegua en este día especial. Reconozcamos su papel fundamental en nuestras vidas y expresémosle gratitud por su amor y protección. Que su luz ilumine nuestros caminos y nos guíe hacia la prosperidad, la armonía y la felicidad duradera.
¡Feliz día de Elegua a todos sus hijos y seguidores! Que su bendición esté siempre con nosotros.
Con amor y respeto,
Robert Oba Oriate
#robertobaoriate
#robertobàeníorìaté
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La tentación del mal...
Lea: Génesis 3:1-6
La serpiente era más astuta que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho. Génesis 3:1a
Continuemos ahora considerando la estrategia que emplea el Tentador. Esto resulta de lo más instructivo porque es exactamente la estrategia que emplea cuando aparece ante nosotros como un ángel de luz, no que nosotros vayamos a tener visiones de seres luminosos, pero la personalidad de lo que es ejemplo, el personaje como el que aparece es el mismo ahora y antes. Las Escrituras dejan claro que el demonio también puede aparecer como un león rugiente, lo cual significa que puede asestar un golpe por medio de la tragedia, de la enfermedad o de cualquier mal físico, de la misma manera que atacó a Job o a Pablo, mediante su espina en la carne, a lo que Pablo llamó mensajero de Satanás. Cuando aparece como un león, puede hacer que sintamos temor en nuestros corazones. Pero su estrategia más efectiva es aparecer como una buena persona, como alguien atractivo, como algo o alguien que nos atrae como si fuese un ángel de luz.
Si aprende usted a cómo reconocer la estrategia del demonio, se encontrará con que emplea las mismas tácticas de manera invariable. Hay un sentido en el que está muy limitado y no cambia sus tácticas en gran manera. A veces sentimos como si nunca fuésemos a aprender cómo anticiparnos al demonio, pero podemos aprender. Pablo dice que no ignoraba las estratagemas del demonio (2 Corintios 2:11). Si aprendemos cómo actúa él, podemos fácilmente aprender a detectarle en nuestras vidas.
Santiago ha descrito esta estrategia de una manera muy claro en uno o dos versículos. Dice: “sino que cada uno es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido. Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:14-15).
He ahí la estrategia del demonio, que siempre se acerca a nosotros siguiendo estas mismas tres etapas y estos tres pasos que han quedado claramente subrayados en este texto.
Santiago dice que todo hombre “es tentado, cuando de su propia pasión es atraído y seducido” (1:14). Cada paso que da el demonio con nosotros tiene que ver siempre con despertar el deseo de hacer el mal, creando un hambre, una atracción, o por medio de una tentación hacia el mal.
El segundo es permitir que se forme la intención a fin de que suceda un acto. Santiago describe esto diciendo: “Entonces la pasión, después que ha concebido, da a luz el pecado” (1:15). Fíjese en que el símbolo que emplea es el de la concepción y del nacimiento. Hay un periodo de gestación en la tentación, porque una vez que se ha despertado el deseo, tiene lugar un proceso interior que antes o después tiene como resultado el pecado, un acto que está mal.
La tercera etapa es que el demonio actúa de inmediato sobre la oportunidad conseguida por medio del acto malvado, entrando y produciendo resultados que las Escrituras describen como muerte: “el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte”. Este es el propósito esencial del demonio. Jesús dijo que el demonio era “homicida desde el principio” (Juan 8:44). Él se deleita en magullar, machucar, torcer, destrozar, dañar y destruir. Vemos que su actividad está presente por todas partes; está sucediendo a nuestro alrededor, en nuestras propias vidas y en las vidas de otras personas. Estas son “las obras del diablo”, dicen las Escrituras (1 Juan 3:8).
Señor, te doy gracias por este recordatorio de que tengo un enemigo y me encuentro en una batalla. Enséñame a descubrir las estrategias de Satanás y a mantenerme firme en contra de sus ataques.
Aplicación a la vida:
El demonio se deleita en las falacias que tenemos respecto a él. ¿Hemos aprendido a reconocer las estrategias de Satanás y las tres etapas repetitivas que usa para dirigirse a nosotros?
(Ray Stedman).
#Ray Stedman#Dios no tienta al hombre#descubrir las estrategias de Satanás#despertar el deseo del mal
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Hoy me ha entrado morriña. Ya hace unos cuantos años que dejé de rolear pero eso no quiere decir que deje de visitar espacios dedicados a ello. Supongo que una parte de mi no quiere alejarse totalmente de este entretenimiento.
El caso es que he comenzado a recordar los foros en los que estuve, administré y otros que nunca vieron la luz. De estos últimos aún guardo en favoritos la dirección del foro y repaso lo poco que tenía hecho.
Uno de ellos trataba de la posibilidad de visitar el mundo de los muertos estando vivos (inspirado en el juego Folks Souls de ps3) y así poder enviar mensajes de los fallecidos a los que aún están vivos (vamos, trabajar de mensajero). Tenía un poco organizado las zonas a visitar, qué se requería para tal azaña, posibles grupos...
En su momento me parecía muy original, pero viéndolo en estos momentos creo que las cosas no saldrían como yo quisiera. La gente se aprovecharía de la posibilidad de las visitas y creo que no cumpliría con el papel de mensajeros, o que también se llenasen de personajes de esta clase...
Otro de los foros que tenía en mente lo comencé a hacer con una chica que conocí en algún lado. Evidentemente la cosa no salió porque apenas estuvimos trabajando un par de semanas. Ella estaba en la universidad y estaba bastante ocupada, así que decidí que lo mejor era no avanzar con el proyecto ya que se veía que ambas no íbamos a tener tanto tiempo como para sacarlo a flote.
Este foro era de mechas, directamente. Piensa en Gundam, Mazinger Z o en series del estilo. Personas que controlan máquinas enormes para luchar contra criaturas en un mundo inhóspito planeta en donde los seres humanos están recluidos en torres.
No había mucho desarrollo, tan sólo que los pilotos de aquellas máquinas se creaban artificialmente (ya no tendríamos esas historias donde los padres han muerto porque directamente no existen XD) y había un politiqueo sobre este tema de que unos estaban a favor de seguir con la fábrica de pilotos y otros que era inhumano.
Este último foro lo veía con cierto futuro. Es una pena que en estos momentos no tenga ni ánimos de remontarlo porque creo que no estaría mal este tipo de temática en los tiempos que corren (no me suena de ver algún foro de mechas en la actualidad).
He tenido muchas más ideas, como un foro de Pokémon (que ni lo empecé porque yo no soy experta y me echarían a los lobos al mínimo fallo) o remontar mi foro de Harry Potter con pb ficticios
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¿Quién eres realmente?
Extraes de la tierra
Microscópico alimento
Cantas despertares
Alado mensajero
Miles de millones
Colores pasajeros
Inspiras, expiras
Diástole, sístole
Lunasol.
Quién eres realmente
Todo en ti
Luz, sombra
Palpitar.
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12 DE OCTUBRE.
Yo soy el Ángel de la Fusión.
🪽🪽🪽🪽
Cada vez que piensas en nosotros, nos llenas de felicidad, porque te amamos y queremos estar más unidos a ti.
Te lo susurramos continuamente y de mil formas nos manifestamos. Usa tus ojos divinos y nos verás.
Estamos muy cerca, muy cerca. Y yo hoy estoy más cerca aún.
Mi aura se ha fusionado con tu aura, porque he sido enviado desde el cielo para llegar a tu vida con torrentes de amor.
Ven, pues, ven a mis brazos que te aguardan con ternura, acomódate aquí en mi corazón.
Cierra los ojos y aspira profunda, suave y rítmicamente.
Recibe mi emanación.
Queremos que tú seas feliz, que te unas a nosotros, que te fusiones con los seres de luz.
Somos tus hermanos y queremos para ti sólo lo mejor.
Coge mi mano. Así, pronto podrás notar mi presencia y colaborar con nosotros para traer a tu mundo paz, amor y felicidad.
No dudes. Ahora, ven. Vamos juntos a disfrutar de tu día. Será uno de los mejores del mes…….
Quiero que permanezcas siempre así, dejando que yo te mime, que te proteja, que te ame, durante toda la eternidad……
🪽😇🪽
Agenda Angelical de Lucy Aspra.
🪽😇🪽
Con amor 🤍Mensajeros de Luz
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