#Largo viaje hacia la noche
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, a continuación, te presento la historia en un formato más extenso y narrativo, como si fuera parte de un libro.
### Capítulo 1: El Comienzo del Caos
Mi vida cambió para siempre el día que mi mamá falleció en una explosión. Era un día normal, o al menos eso parecía. Hasta que una llamada telefónica lo trastornó todo. La voz al otro lado del teléfono me informó que mi mamá ya no estaba. El dolor que sentí fue indescriptible. Mi mundo se vino abajo y con él, todas mis esperanzas y sueños.
Soy venezolano, y desde aquel fatídico día, mi vida se convirtió en un torbellino de emociones y decisiones equivocadas. La pérdida me llevó a un lugar oscuro. Empecé a frecuentar fiestas, fumar, y a involucrarme en el mundo de las drogas. Comencé a juntarme con personas peligrosas, individuos que sólo me arrastraron más profundo en la desesperación.
### Capítulo 2: Descenso al Abismo
Mi comportamiento se volvió autodestructivo. Asalté a muchas personas en el transporte público, buscando una salida rápida a mis problemas económicos. A pesar de mis intentos por encontrar un trabajo honrado, nadie me daba una oportunidad. Era como si el mundo entero me hubiera dado la espalda.
En medio de este caos, la voz de mi abuelo resonaba en mi mente. Mi abuelo, un hombre sabio y amoroso, llamaba a mi hermana desesperado porque había días en los que no tenía para comer. A veces, ni siquiera tenía para comprar una botella de agua. El saber que mi familia también sufría me llenaba de una tristeza aún más profunda.
### Capítulo 3: La Esperanza en un Mensaje
Un día, recibí un mensaje de mi hermana mayor. Me pidió que memorizara una dirección en Orlando, Florida. Esa noche, tomé la decisión de dejar todo atrás y buscar un nuevo comienzo. Junto con mi hermana, llegamos a Monterrey y cruzamos el río a las 6 de la mañana. Sin embargo, fuimos detenidos por la migración.
Lo que siguió fue un proceso largo y agotador. Pasé por experiencias tanto buenas como malas en la prisión de migración. Viví motines y noches de insomnio, rodeado de incertidumbre y miedo. La prisión era un lugar oscuro y frío, donde las esperanzas parecían desvanecerse con cada día que pasaba.
### Capítulo 4: El Sueño Revelador
Una noche antes de mi corte, tuve un sueño muy vívido con mi mamá. En el sueño, estaba esposado y vestido con un uniforme naranja. Mi mamá estaba frente al juez y le suplicaba que me dejara en libertad, asegurándole que yo era un buen chico. Le decía que merecía una segunda oportunidad. En el sueño, vi una puerta que se abría y todo era blanco, como un portal hacia un nuevo comienzo.
### Capítulo 5: La Libertad
Al día siguiente, fui a mi corte con ese sueño fresco en mi mente. Increíblemente, me dieron la libertad. Salí de ese lugar sintiendo que mi mamá había intercedido por mí desde el más allá. La sensación de libertad era abrumadora, pero también llena de incertidumbre.
### Capítulo 6: Los Verdaderos Amigos
A lo largo de este viaje, me di cuenta de quiénes eran mis verdaderos amigos. Solo tres de ellos se mantuvieron a mi lado, apoyándome en los momentos más oscuros. Los amigos de las fiestas, aquellos con los que solía ligar chicas y pasar el tiempo, resultaron ser falsos. La mayoría me dio la espalda cuando más los necesitaba.
### Capítulo 7: Los Obstáculos en México
Mi situación se complicó aún más cuando, en un país que no es el mío, México, fui secuestrado dos veces. Esas experiencias fueron aterradoras y me llenaron de una tristeza profunda. Estaba solo, en un lugar desconocido, sin saber si sobreviviría para ver otro día.
### Capítulo 8: Un Nuevo Comienzo
Hoy, gracias a Dios, estoy legal en este país y estoy trabajando duro para superarme poco a poco. He aprendido mucho de esta experiencia y estoy agradecido por la oportunidad de un nuevo comienzo. La vida no ha sido fácil, pero cada obstáculo me ha hecho más fuerte. Ahora, con el apoyo de mis verdaderos amigos y la memoria de mi mamá guiándome, estoy decidido a construir un futuro mejor.
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high infidelity (Enzo Vogrincic x fem reader)
Capítulo 23:
Gracias al cielo (y a muchas tazas de té relajante y mensajes de aliento por parte de Enzo) el resto de sus días en México habían sido muy tranquilos, el propósito del viaje que su novio había preparado para ella se había cumplido, Alana se la pasó bastante bien cerca de su familia, recorriendo la ciudad en la que creció y recordando de dónde venía, también había ido a un par de entrevistas, no podía negar que se sentía bastante tranquila y motivada al saber que aún había bastantes editoriales interesadas en ella y en la nueva historia que había creado, no sólo eso, absolutamente todas le dijeron que no les importaba su nueva situación amorosa, que su vida privada no era tan importante y sobre todo, que ellos nunca volverían a contratar a Sebastián bajo ningún motivo.
A pesar de que sus días fueron mucho más felices, la nostalgia de no estar con Enzo le había pegado mucho más fuerte de lo que había imaginado, nunca pensó que estar tan lejos de su novio por un par de días le costaría tanto, y aunque cada noche hicieron videollamada por largas horas, en todo momento Alana había deseado poder atravesar la pantalla de su celular para besarlo y abrazarlo.
Justo en estos momentos, la nostalgia de estar lejos de él se había esfumado, pues Alana acababa ya estaba de vuelta en Sevilla.
—Extrañaba estar aquí—dijo Alana barriendo el departamento con la mirada.
—El lugar se sentía bastante tranquilo sin ustedes, más ahora que ya terminé las grabaciones—informó Enzo aún sin soltarla de la cintura, desde que se bajaron, él amarró sus brazos al cuerpo de Alana y no la dejó ir ni un sólo momento, no era queja, Alana se sentía bastante feliz al saber que él también la había extrañado mucho, él no dejaba de repetirlo desde que pasó por ella al aeropuerto.
—Tú y yo pasaremos ahora bastante tiempo juntos—dijo Alana girándose hacia él y rodeándole el cuello con los brazos, Enzo soltó una pequeña risa que se escuchó como música para sus oídos.
Al parecer Zola también había extrañado bastante el departamento, pues inmediatamente corrió al sillón y le encajó las garras para afilarlas, por primera vez desde que la adoptaron, a Enzo no le pareció importarle.
—Presiento que te aburrirás de mí muy rápido—dijo ella, Alana no hacía mucho en el día más que jugar con Zola y escribir.
—Yo podría estar con vos todo el día sin hacer nada y para mí sería el día más interesante del mundo—dijo, Alana sintió ese característico calor en su pecho ante las palabras y lo abrazó fuertemente.
—Cariño, vos sabés que te quiero un montón, pero en estos momentos necesitás una ducha urgente—dijo él, Alana soltó una carcajada, sabía que tenía razón, había sudado como puerco durante el viaje, no le importaba que se lo informara, ya tenían ese grado de confianza.
—Tú también hueles horrible—exclamó ella arrugando la nariz de forma algo exagerada, Enzo había ido al gimnasio antes de recogerla en el aeropuerto.
—Hay que ducharnos antes de que Zola se vomite por nuestro olor.
Lograron entrar al baño de puro milagro, pues durante todo el recorrido estuvieron apunto de caerse unas tres veces debido a que Enzo no se atrevía a soltarle la cintura.
Se despojaron de sus prendas en lo que el agua se calentaba, lo hicieron lentamente, se estaban tomando su tiempo, pues tenían prácticamente el día entero para ellos solos.
Entraron al agua dejando que la lluvia artificial los empapara por completo, Enzo tomó el shampoo y lavó el cuero cabelludo de Alana, de no ser porque el cuerpo de él la tenía bastante despierta, pudo haberse dormido ahí mismo, los largos y delgados dedos de Enzo acariciaban su cabeza con bastante delicadeza, haciéndola sentir bastante relajada, una vez que terminó, Alana hizo lo mismo por él, pero debido a la diferencia de edad, sus brazos terminaron muy cansados.
El jabón líquido se llevó el sudor de ambos por completo, una vez que se encontraron limpios, Alana quiso girar la llave para cerrarla.
—Pará—dijo Enzo en voz baja mientras detenía la mano de ella.
—¿Qué pasa?—preguntó, sin embargo, muy apenas pudo terminar la pregunta, pues los labios de él comenzaron a repartir un montón de besos en su cuello, Alana casi se ahogó con su propia respiración, su piel se encontraba el doble de sensible debido al vapor del agua.
—En—soltó en un gemido que la hizo sentir algo patética, Enzo tenía el poder de ponerla a temblar en un solo segundo.
—No tenés idea lo mucho que te he extrañado—repitió ahora bajando sus labios por su hombro derecho mientras que sus dedos recorrieron sus caderas, Alana cerró los ojos al sentirlo de esa forma.
—Abrilos—le ordenó—. Llevaba días sin ver tus preciosos ojos.
Alana los abrió lentamente, era difícil mantenerlos abiertos debido al agua, la imagen de Enzo con el cabello mojado y los labios entreabiertos le pareció una obra de arte, no pudo evitarlo y brincó a devorarlos.
La intensidad del beso aumentó de un momento a otro, ambos se encontraban soltando sonidos que se mezclaban con el sonido del agua chocando contra los mosaicos de la ducha, Enzo la tomó de los muslos y con mucho cuidado hizo que las piernas de Alana le rodearan la cintura, debido a lo resbalosa que estaba la situación, Enzo no tuvo más remedio que pegarla contra la fría pared para sostenerla de mejor forma.
Alana llevó sus dedos hacia el cabello del chico y comenzó a jalarlo gentilmente, haciendo que el suspirara de placer.
Sus respiraciones ahora eran una misma y podría jurar que podían escuchar el pulso acelerado de ambos.
Ambos se encontraban impacientes, para Alana no era suficiente tenerlo así, lo necesitaba más cerca, sentía que sus cuerpos estorbaban y que quería entrelazar su alma con la de él.
—Por favor—rogó, ni siquiera sabía lo qué estaba pidiendo, sólo quería que Enzo hiciera algo, lo que fuera, lo quería ya.
—No te he preparado—murmuró él con voz entrecortada.
—No importa—aseguró.
No tuvo que decir más, Enzo se adentró en ella de un sólo empujón, ella soltó un grito de placer, entonces, un sonido agudo la distrajo.
—¿Escuchaste eso?—preguntó cómo pudo, se encontraba sorprendida de que fuera capaz de terminar la pregunta, pues en ningún instante Enzo detuvo sus movimientos.
—No—dijo él aumentando la profundidad de sus embestidas, pero entonces, se volvió a escuchar.
—Creo que están tocando el tim��bre—dijo como pudo.
—No le tomés importancia—dijo él, Alana mordió su labio inferior al sentirlo justo en el punto más sensible de su interior y decidió hacerle caso, quien fuera que estuviera afuera podía esperar.
Pero entonces sonaron los golpes de la puerta, quien fuera que estuviera tocando la puerta lo tenía que estar haciendo muy fuerte para que se escucharan hasta el baño.
—En…ah…creo que tienes que ir a ver—dijo Alana para nada contenta, pero los sonidos estaban siendo una horrible distracción.
—Vale—dijo él saliendo de ella, Alana soltó un gemido de queja al volver a sentirse vacía.
—Tápate—le indicó Alana apuntando la clara prominencia—. No te tardes—dijo ella volviendo a besarlo.
—Si seguís besándome así, no podré abrir.
—Sólo revisa que todo esté bien, te estaré esperando aquí.
Enzo salió del baño no muy contento y con la toalla sobre su cintura, aprovechó el tiempo a solas para desenredar su cabello con los dedos.
—¿Enzo?—gritó con tono desesperado, su novio se estaba tardando más de lo normal, ahora se arrepentía de haberle dicho que fuera abrir.
Desesperada, cerró la llave y se envolvió en una toalla.
—¿Por qué tardas tanto?—gritó entrando a la sala, sintió la sangre cayendo por sus pies, que la tierra la tragada, giró la cabeza hacia Enzo, él se encontraba igual o más mortificado que ella.
—¿Interrumpimos algo?—exclamó la preciosa chica de no más de 17 años, su voz salió con un tono burlón, Alana se aferró a su toalla.
—¡Alana! Al fin te conocemos—gritó la señora corriendo a abrazarla sin importar mojarse.
La hermana y madre de Enzo estaban en el departamento.
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Twisted Wonderland x Yū Au Monsters
Capitulo 1 Especial Halloween
El motor de tu auto ronroneaba bajo la noche estrellada mientras cruzas el largo camino de carretera sobre el agua, hoy, por suerte era una noche de marea baja, aunque eso no te impedia morirte de miedo, las luces del tablero y las intermitentes eran lo unico que te daba luz en tan oscura noche, aunque la luna brillaba como si fuera la estrella de este espectáculo, lo cierto es que hoy, el que reinarias serias tú. La carretera no parecia tener fin, el silencio y la soledad tambien parecían pesadas esta noche, tenias miedo, era de noche y parecia que te mirasen.
Un destello negro parecio verse a traves de las luces intermitentes y frenaste el carro con fuerza chocando con el volante por el movimiento fuerte, los neumaticos rechinando, levantaste la vista del volante, y una pequeña manchita tierna aparecio en tu vista, un pequeño gatito negro en el asfalto, su mirada brillaba en la oscuridad, te estremeciste, sin pensarlo abriste la puerta del auto y agacharte para ver si el gato estaba bien, parecia golpeado y arañado como si hubiera tenido una pelea, sin embargo no tenia ni una marca de que le hubiera pasado algo por el auto, lo tomas entre tus brazos acunandolo, tal y como si fuera un bebé.
El gato maullo, y tu caminaste hacia el auto y te sentaste en el asiento del piloto, acomodandolo a él en el asiento del copiloto y haciendole una pequeña caricia en la cabeza como una forma de decirle que estaba todo bien, el parecia calmado a cambio de ti que casi temblabas de susto por la noche, no pudiste evitar pensar que ese gato sabia algo que tu no sabias, aceptando su presencia reanudaste el marcha. Tuvo que pasar un tiempo para que pudieras llegar y la noche se habia convertido en mañana, Al llegar al centro del pueblo, te topaste con la hermosa arquitectura tradicional japonesa y un bonito templo japones con un gran jardin botánico con un estanque.
Maneje un poco más hasta las orillas del bosque, donde se suponia que estaria mi nuevo hogar, una minka antigua que habia sido vendida a su propietario, Crowley y luego arrendada por mi, el sol de la mañana iluminaba los árboles alrededor de la minka, que se alzaba frente a mí como un relicario de tiempos antiguos. Tenía una belleza misteriosa, como si el lugar guardara secretos antiguos en cada viga de madera oscura y cada panel de papel desgastado. El gato negro, que se había mantenido extrañamente en calma durante todo el viaje, saltó del asiento cuando abrí la puerta y se deslizó con elegancia al suelo. Me miró, como si esperara que yo diera el siguiente paso.
-Parece que ya llegamos, eh gatito- murmuraste sin esperar respuesta pero aún asi el gato logro responderte con un maullido, no podías sacudirte la extraña sensación de que te observaban con demasiada intensidad, pero descartaste el pensamiento. Abriste la puerta principal de la minka abarrotado de cajas de mudanza, aunque claro, eras tu solamente o tal vez con ese nuevo gato, el incienzo y él olor a madera antigua inundaban la casa, dejaste las cajas y las maletas a la entrada de la sala y te fijaste en cada rincón, las paredes shoji que pareciera que en cualquier momento sebromperian, las esquinas llenas de telas de araña y el piso lleno de polvo, "bueno, este seria tu nuevo hogar" pensaste.
Antes de que pudieras pensar en hacer algo la puerta Shoji se abrio y con el un hombre con mascara de cuervo y un traje poco comun - Uh ¿disculpe?- tu voz resono en la habitación grande - Oh tu debes ser Yū- dijo, su voz sonaba un tanto excentrica, te encanto, antes de que pupieras decir que si, él volvio a hablar " Yo soy Crowley, el propietario de esta casa, un gusto" tomo tu mano y la balanceo arriba a abajo, el gato se acerco a ti y te rozo, haciendote una especie de caricia para ti, - Oh aqui estabas gato maldito- Crowley hablo al verlo, tu rostro fue de sorpresa -¿Oh? Es tuyo, lo encontre en medio de la carretera- dijiste tomando al gato y poniendolo entre tus brazos "Que, ¿Grim?, oh quedatelo ese gato lo unico que va a lograr sera dejarme en banca rota" ahora el nombrado Grim gruño por lo dicho y mostro sus colmillos ante Crowley.
—Gracias... supongo, Crowley-san —dijiste, intentando mantener la compostura mientras Grim se acurrucaba en tu regazo, emitiendo un ronroneo suave.Crowley soltó una risa que resonó en la sala casi vacía, reverberando en las paredes cubiertas de polvo. El hombre se giró para examinar la minka como si inspeccionara un objeto de gran valor. -Oh, pero que pena, mira que sucio esta, que vergüenza conmigo- te tomo de un brazo mientras hablaba y fue caminando contigo fuera de la minka "Que tal si sales por un rato y yo traigo a alguien que limpie aqui" abrio la puerta de tu auto y te metio a fuerzas para que te vayas del lugar. Antes de poder protestar contra Crowley, ya estabas conduciendo, con Grim a un lado, supiste a que lugar dirigirte. Al templo del pueblo.
Al estar ya ahi, te bajaste del auto, Grim detras tuyo, paseaste por el jardin, hasta que Grim rasco tu pierna en busca de atención, y lo logro, cuando lo miraste y empezo a correr, fuiste tras él, y te llevo hasta una estatua de Kitsune, ahí, paro de correr y se detuvo moviendo sus patitas hacia arriba, rascando el material de la estatua, te maravillaste ante tan preciosa estatua, pasaste tus dedos con cuidado por la estatua, sintiendo el suabe material del marmol tallado. -Que estas haciendo niño- una voz tras de ti te hablo y tu te volteaste, un xhico de piel palida y cabello rojizo te hablo, -Ah yo estaba mirando la estatua- y cuando te mostraste a señalarla, ya no estaba.
-Si vienes al templo tienes que entrar a rezar, esa es la regla numero 580 del templo- miraste al chico joven en un son de sorpresa pero te mantuviste callado y entraste al templo por la entrada trasera, diste un poco de dinero al templo y te incaste a rezar, o bueno, fingias rezar mientras sentias la mirada del pelirojizo en tu nuca, cuando terminaste te paraste y saliste del templo, -Asi que este es el nuevo juguete del jefe Crowley- te volteaste a verle con furia y viste como un chico de cabello anaranjado, ojos rojos y un corazon rojo tatuado en el ojo te habia hablado, a su lado un chico de cabello negro azulado y ojos verde azules te miraba, escondiendo una risa. Mientras te recuperabas de la sorpresa, los dos chicos se acercaron más, sus miradas curiosas fijas en ti. El chico pelirrojo sonrió de manera traviesa, mientras que el de cabello negro azulado parecía un poco más reservado, aunque su expresión mostraba interés.
-¿Tú quién eres?- preguntaste, tratando de mantener la calma, mientras Grim se estiraba a tu lado, como si compartiera tu confusión.- Soy Ace, el mejor en hacer travesuras en esta isla- respondió el pelirrojo, con un guiño. -Y él es Deuce- continuó, señalando al chico a su lado, quien asintió, aunque su expresión era más seria. -Espero que estés preparado para la vida aquí- dijo Deuce, su tono más cauteloso que el de Ace. -Esta isla tiene sus peculiaridades. La mayoría de las reglas son tonterías, pero hay algo de verdad en ello. Aquí, nada es lo que parece. Mejor que te vayas acostumbrando —agregó Deuce, mientras te miraba con curiosidad. - Y, por cierto, el gato negro que tienes parece estar más que interesado en ti. Grim se estiró y maulló, como si entendiera lo que decían. Te sentiste un poco avergonzado por la atención que el gato estaba recibiendo. Te agachaste para acariciar a Grim, buscando un poco de consuelo. -Lo encontré en medio de la carretera- dijiste, tratando de explicar. -No sabía que estaba tan... "marcado" por Crowley-. Ace soltó una risa casi burlona. -Ah, Grim tiene un par de trucos bajo la manga. Te lo advierto no te dejes engañar por su apariencia tierna.
Les sonreiste y tomaste a Grim en brazos, -Esta bien- reiste -Entonces vamos pequeño monstruito- jugueteaste con Grim y te fuiste al auto, diste una ultima mirada al templo y terminaste por manejar hasta tu minka de nuevo.
♤
Y en el templo, mientras Ace y Deuce miraban el auto irse, una mancha negra llena de humo verde aparecio, -Va a ser emocionante tenerlo aqui- Crowley les sonrio a ambos, sonriendo con los ojos entrecerrados -Cuidenlo por mi ¿si?- Crowley puso sus manos en los hombros de los dos chicos y Ace hablo -Después de que se entere no durara ni un dia aqui, Crowley, lo sabes- Crowley suspiro ante la mencion de Ace y dijo -Él-
-Él es especial-
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Aquí tienes un ejemplo de un discurso de graduación:
Buenas tardes, distinguidas autoridades, profesores, padres, familiares y compañeros de graduación.
Hoy es un día lleno de emociones y alegría. Estamos aquí para celebrar el final de una etapa y el comienzo de un nuevo capítulo en nuestras vidas. Han sido años de esfuerzo, dedicación y sacrificio, pero hoy podemos decir con orgullo que lo hemos logrado.
Quiero comenzar agradeciendo a nuestros profesores, quienes han sido nuestros guías y mentores a lo largo de este camino. Gracias por su paciencia, por su sabiduría y por su compromiso con nuestra educación. Sin ustedes, no estaríamos aquí hoy.
También quiero agradecer a nuestras familias y seres queridos, quienes nos han apoyado incondicionalmente en cada paso del camino. Gracias por creer en nosotros, por animarnos cuando las cosas se ponían difíciles y por celebrar nuestros logros con alegría y orgullo.
Hoy, al mirar hacia atrás, recordamos los desafíos que hemos enfrentado. Las noches sin dormir estudiando para exámenes, los proyectos grupales que nos enseñaron el valor del trabajo en equipo, y las veces que pensamos en rendirnos pero encontramos la fuerza para seguir adelante. Cada obstáculo superado nos ha hecho más fuertes y nos ha preparado para enfrentar los desafíos que vendrán en el futuro.
Pero hoy no solo celebramos nuestros logros individuales, sino también nuestra unión como generación. Durante estos años, hemos formado amistades duraderas, hemos aprendido unos de otros y hemos crecido juntos. Somos una comunidad unida por el deseo de aprender, de crecer y de hacer una diferencia en el mundo.
Ahora, mientras nos preparamos para embarcarnos en nuevos caminos, recordemos que el éxito no se mide solo por los títulos que hemos obtenido, sino por el impacto que podemos tener en la vida de los demás. Cada uno de nosotros tiene el poder de marcar la diferencia, de cambiar el mundo a nuestro alrededor.
Así que, compañeros de graduación, les animo a que sigan persiguiendo sus sueños con pasión y determinación. No tengan miedo de enfrentar los desafíos que se presenten en el camino, porque cada obstáculo es una oportunidad para crecer y aprender. Recuerden que el verdadero éxito no se trata solo de alcanzar metas, sino de disfrutar el viaje y encontrar significado en lo que hacemos.
En nombre de todos los graduados, quiero agradecer a nuestra institución educativa por brindarnos las herramientas y los conocimientos necesarios para enfrentar el futuro con confianza. Estamos preparados para enfrentar cualquier desafío que se nos presente.
En conclusión, hoy celebramos el final de una etapa y el comienzo de un nuevo capítulo en nuestras vidas. Estamos listos para enfrentar el mundo con valentía, determinación y una sed insaciable de conocimiento. Felicidades a todos los graduados, y que el futuro nos depare grandes éxitos y felicidad.
¡Gracias!
Este es solo un ejemplo de cómo podría ser un discurso de graduación. Recuerda que cada discurso es único y debe reflejar la personalidad y las experiencias del orador.
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☆ ¿Realmente mordiste la mantequilla si nadie te vio hacerlo? ☆
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S H I P : L I D I L L O
(Disclaimer: estos personajes no me pertenecen)
C A P I T U L O III
-Que significo todo eso? - Exclamo Maria Libertad
Tras la incomoda cena con el padre de Carrillo, el joven se vio en la obligación de llevar a Liddy al lugar más alejado que conocía, la antigua estación de trenes, para que pudieran hablar sin problema. Más que hablar, la chica quería vomitarle en la cara la montaña rusa de emociones a la que la había arrastrado desde el día que se conocieron. Y por supuesto, exigirle una explicación lógica al descaro de llamarla y tratarla como su novia, luego de ignorarla durante días.
Carrillo sabía muy bien lo que sentía su contraparte, así que respiro profundo y antes de que Liddy comenzara su discurso reprobatorio, hablo.
-Necesito tu ayuda, tengo que casarme en el próximo mes, por favor, casate conmigo.
Desde ese punto Carrillo comenzó a hablar sin pausa, con el propósito de no dar espacios para que María Libertad se negara antes de escuchar todo lo que debía decir
-Sé que te parecerá inverosímil, pero soy el heredero de una empresa multimillonaria. Mi padre, el hombre con el que acabas de cenar, es el CEO de Coca-Cola. Al ser el primogénito de la familia, soy el que esta destinado a heredar el imperio. Después de mí, está mi medio hermano Cuco, una persona con la que no tengo la mejor relación. Hace un tiempo, descubrí que estaba involucrado en cosas oscuras, negocios sucios de los que, sinceramente, no te puedo hablar en este momento. Créeme, es más peligroso de lo que te imaginas. No puedo imaginar hasta donde podría llegar si él hereda la empresa. A pesar de todo esto, mi padre me ha impuesto una condición innegociable, debo casarme si quiero convertirme en el próximo CEO.
Aquellas palabras dejaron a María libertad completamente paralizada. Todo lo que había planeado gritarle en la cara cuando se vieran se desvaneció en su cerebro. Por primera vez en su vida, no sabía qué decir, como si hubieran aspirado todas las palabras de su garganta.
Carrillo se percato de eso, así que volvió a hablar
-La noche que pasamos juntos fue mágica para mi, pero no estoy acostumbrado a sentir amor. Soy alguien frío, de pocos sentimientos. Sin embargo te prometo, si te casas conmigo, firmaremos un contrato: serás completamente libre y te daré lo que quieras. Tan solo será un tiempo, luego nos podemos divorciar.
La idea de un romance de película había quedado atrás en el mundo de fantasías de la Liddy. Sentía como si, tras un largo viaje, hubiese aterrizado de golpe en una fría realidad, un contrato que no contemplaba caricias ni detalles. Sin embargo, la historia de Carrillo la había conmovido profundamente, despertando en ella el deseo de ayudarle con todo su corazón. Pero no estaba segura de si aquello valía el sacrificio de su propia paz mental.
-Dime, qué quieres? -Dijo Carrillo cómo ultimo recurso.
-Un Chevy
Aquellas palabras salieron de su boca antes de que siquiera pudiera procesarlas, tomándola por sorpresa a ella misma. ¿Qué significaba todo aquello? Había aceptado, sin pensarlo, casarse con el hombre que la había dejado sufriendo a cambio de un Chevy.
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Al día siguiente, Carrillo tocaba el timbre del viejo departamento de María libertad. Cuando la chica bajo, el hombre se sorprendió por la belleza natural de su futura esposa. Llevaba una falda de mezclilla corta y una blusa algo seductora pero básica, acompañada por unas ballerinas de taco bajo y el pelo recogido a la mitad. Demostraba sin querer lo bella que podía verse con las cosas más simples.
Átras de Carrillo estaba su preciado Chevy, y aunque sea por unos pocos segundos, pensó que quizás había sido buena idea firmar el contrato.
.
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-Esta es tu agenda
Carrillo extendió hacia María libertad un cuadernillo, un poco más grande que una mano. La muchacha no entendía nada hasta que lo ojeo y se percato que se trataba un calendario con todas las actividades a las que debía presentarse como prometida del futuro CEO.
Muchas de ellas eran aburridas con tan solo escucharlas, y otras la entusiasmaban un poco más, como las subastas de arte. También estaba decidida a averiguar un poco más sobre Cuco en el caso que su mejor amiga pudiera estar en peligro.
-Y vivirás conmigo
Aquellas palabras sacaron completamente a Maria Libertad de sus pensamientos. No esperaba tal proposición, aunque ya no sabía a que atenerse de ahora en adelante.
-Por supuesto que no, yo tengo mi independencia y se quedará así.
-Te prometo que será por un tiempo solamente. No es creíble que una pareja joven comprometida no quiera vivir juntos. Viviremos en mi penthouse y mantendrás tu total independencia.
Una parte de Liddy pensaba que todo era una completa locura, pero otra pequeña parte albergaba la esperanza de lograr encontrar nuevamente a aquel hombre que conoció esa vez en el bar y que la tuvo total y completamente enamorada.
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Los Dioses Olvidados ¿Qué fue de Mitra, el dios de la luz? ¿Y de Mani, el profeta de la dualidad? ¿Qué destino encontraron Marduk, el señor de Babilonia, Ñanderu Pa-Patenonde, el creador guaraní, y Temaukel, el ser supremo selk'nam? ¿Dónde se oculta ahora el panteón de los forjadores del mundo primigenio?
¿Quién recuerda a Jepri, el escarabajo divino que se creó a sí mismo? ¿En qué rincón del cosmos baila Kokopelli, el alegre flautista de los desiertos? ¿Qué sombras cobijan a Uzza, Hathor y Nut, las diosas nutricias de mil nombres? ¿Cómo pueden haberse desvanecido estas deidades milenarias, adoradas por incontables multitudes?
No, no han desaparecido. Aún retumba el trueno de Tunupa en mis sueños, y la quena de Viracocha aún endulza los senderos de mis viajes oníricos. En la penumbra de un atardecer lluvioso, todavía puedo vislumbrar la silueta de un anciano tuerto, de andar odínico, acompañado por dos cuervos. En la profundidad de la noche, aún escucho las voces de dioses innominados, tan antiguos que sus nombres se han perdido en el tiempo.
No, no han muerto. Solo duermen, aguardando en un largo letargo la llegada de los caminantes elegidos que los despertarán de su sueño eterno.
Cuando despierten, el mundo florecerá de nuevo, recordando su antigua belleza. Manantiales cristalinos brotarán en los jardines de la tierra prístina. Los bosques reverdecerán, poblados por sus antiguos moradores: sátiros, oréades, unicornios y ninfas. En los mares, el canto de las sirenas extasiará a todas las criaturas, mientras tritones y oceánidas guían el camino hacia los palacios submarinos de Poseidón y Neptuno.
El cielo se llenará con el vuelo majestuoso de dragones, grifos, el fénix y serpientes emplumadas. En los desiertos, los genios despertarán, revelando secretos y tesoros milenarios. Las deidades tutelares de las montañas hablarán, y su voz resonará por toda la tierra. Las quimeras exhalarán el fuego sagrado, y algún peregrino desprevenido se enfrentará al acertijo de la esfinge.
La humanidad recordará su origen, poseerá el elixir sagrado y la piedra filosofal. Para su deleite, todos los secretos del cosmos se revelarán cristalinos, uniéndose al gran ojo, la primera y última deidad.
Mientras tanto, caminante, mientras tanto, soñador, prepárate cada día para contemplar el mundo como nunca antes lo has visto. Porque no imaginas las portentosas maravillas que te aguardan en el umbral de lo desconocido.
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Los trenes de la noche.
1
El puente en medio de la noche
blanquea como la osamenta de un buey.
Entre la niebla desgarrada de los sauces
debían aparecer fantasmas,
pero sólo pudimos ver
el fugaz reflejo de los vagones en el río
y las luces harapientas
de las chozas de los areneros.
2
Nos alejamos de la ciudad
balanceándonos junto al viento
en la plataforma del último carro
del tren nocturno.
Pronto amanecerá.
los fríos gritos de los queltehues
despiertan a los pueblos
donde sólo brilla la luz
de un prostíbulo de cara trasnochada.
Pronto amanecerá.
En las ciudades
miles de manos se alargan
para acallar furiosos despertadores.
Pronto amanecerá.
Las estrellas desaparecen
como semillas de girasol
en el buche de los gorriones.
Los tejados palpitan en carne viva
bajo las manos de la mañana.
Y el viento que nos siguió toda la noche
con cantos aprendidos
de torrentes donde no llega el sol,
ahora es ese niño desconocido
que se despierta para saludarnos
desde un cerezo resucitado.
3
Recuerdo la Estación Central
en el atardecer de un día de diciembre.
Me veo apenas con dinero para tomar una cerveza,
despeinado, sediento, inmóvil,
mientras parte el tren en donde viaja una muchacha
que se ha ido diciendo que nunca me querrá,
que se acostaría con cualquiera, menos conmigo,
que ni siquiera me escribirá una carta.
Es en la Estación Central
un sofocante atardecer
de un día de diciembre.
7
El sol apenas tuvo tiempo para despedirse
escribiendo largas frases
con la negra y taciturna sombra
de los vagones de carga abandonados.
y en la profunda tarde sólo se oye
el lamentable susurro
de los cardos resecos.
8
Una estrella nueva
sobre los cercos rotos.
Sobre los cercos rotos de orillas de la línea
a los que vienen a robar tablas este invierno
los habitantes de las poblaciones callampas.
9
Yo hubiese querido ver de nuevo
el pañuelo de campesina pobre
con que amarraste tu cabellera desordenada por el puelche,
tus mejillas partidas por la escarcha
de las duras mañanas del sur,
tu gesto de despedida
en el andén de la pequeña estación,
para no soñar siempre contigo
cuando en la noche de los trenes
mi cara se vuelve hacia esa aldea
que ahogaron las poderosas aguas.
13
Sobre el techo recién pintado de azarcón
de la bodega triguera
enredada en la humareda que deja el tren nocturno
aparece una luna con cara de campesino borracho,
enrojecida por el resplandor de los roces a fuego.
14
Podremos saber
que nada vale más
que la brizna roída por un conejo
o la ortiga creciendo
entre las grietas de los muros.
Pero nunca dejaremos de correr
para acompañar a los niños
a saludar el paso de los trenes.
15
Ha terminado el verano.
Regreso a la ciudad como tanta otras veces
en el sudoroso tren de la tarde.
Ha terminado el verano,
no sin antes marchitar con sus manos polvorientas a los girasoles,
no sin antes resecar los cardos que crecen junto a los rieles.
A la ciudad debía acompañarme el viento del sur.
El viento que se queda rondando por los campos y es el sereno
que los villorrios escuchan sin esperanza todo el invierno
como ancianos que en caserones ruinosos pegan sus oídos a relojes sin
agujas.
El viento que barre con cardos y girasoles.
El viento que siempre tiene la razón y todo lo torna vacío.
El viento.
Quizás debiera quedarme en este pueblo
como en una tediosa sala de espera.
En este pueblo o en cualquier pueblo
de esos cuyos nombres ya no se pueden leer en el retorcido letrero
indicador.
Quedarme resignado como una mosca en invierno
escribiendo largos poemas deshilvanados
en el reverso de calendarios inservibles
sin preocuparme de que nadie los lea o no los lea,
o conversando con amigos aburridores
sobre política, fútbol o viajes por el espacio
mientras tictaquean las goteras del bar.
Todo empieza a quedar en penumbras.
El viento apaga la luz de los últimos girasoles.
Todo está en penumbras.
La campana anuncia la llegada del tren
y siento el mismo temor del alumno nuevo
cuando sus compañeros lo rodean
en el patio de cemento de la escuela.
Pero debo dejar el pueblo
como quien lanza una colilla al suelo:
después de todo, ya se sabe bien
que en cualquiera parte la vida es demasiado cotidiana.
Hasta luego: rieles, girasoles,
maderas dormidas en los carros planos,
caballos apaleados de los carretoneros,
carretilla mohosa en el patio de la casa del jefe-estación,
tilos en donde los enamorados han grabado torpemente sus iniciales.
Hasta luego,
hasta luego.
Hasta que nos encontremos sin sorpresa
viajando por los trenes de la noche
bajo unos párpados cerrados.
-Jorge Teillier.
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“Aullido” Allen Ginsberg
I
Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas, arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo, hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna, que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz, que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados, que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra, que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera, que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro, que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York, que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche, con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin, incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo, realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente, que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico, que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno, que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn, un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna, parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento, que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark, que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos, que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche, que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas, que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios, que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural, que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal, que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África, que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago, que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos, que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo, que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba, que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos, que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación, que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos, que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo, que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño, que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir, que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada, que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano, que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia, que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y desnudos en el lago, que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal, que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo, que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio, que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido, que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery, que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música,
que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad bajo el puente y se levantaron para construir clavicordios en sus áticos, que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de fuego bajo el cielo tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología, que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y rodando sobre sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas incoherentes, que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola borsht & tortillas soñando con el puro reino vegetal, que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un huevo, que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo, & cayeron despertadores en sus cabezas cada día por toda la década siguiente, que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin éxito, desistieron y fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde pensaron que estaban envejeciendo y lloraron, que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el enlatado martilleo de los férreos regimientos de la moda & los gritos de nitroglicerina de maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes editores siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad absoluta, que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los callejones de sopa y carros de bomba del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis, que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor, que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando hacia la cárcel del gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de ellos o Encarnación de Jazz de Birmingham, que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido una visión para conocer la eternidad, que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a Denver; que velaron por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y finalmente se fueron lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a sus héroes, que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma se le iluminó el cabello por un segundo, que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando por imposibles criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaba dulces blues a Alcatraz, que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky Mount hacia el tierno Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern Pacific hacia la negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la guirnalda de margaritas o a la tumba, que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso, que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY sobre dadaísmo y subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del manicomio con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio, exigiendo una lobotomía al instante, y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia, que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia, volviendo años después realmente calvos excepto por una peluca de sangre, y de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de los barrios de las locas ciudades del Este, los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y Greystones, discutiendo con los ecos del alma, balanceándose y rodando en la banca de la soledad de medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una pesadilla, cuerpos convertidos en piedra tan pesada como la luna, con la madre finalmente y el último fantástico libro arrojado por la ventana de la habitación, y a la última puerta cerrada a las 4 AM y el último teléfono golpeado contra el muro en protesta y el último cuarto amoblado vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un papel amarillo se irguió torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un esperanzado poco de alucinación-
ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a salvo, y ahora estás realmente en la total sopa animal del tiempo y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado con una súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse el catálogo del medidor y el plano vibratorio, que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo y el espacio a través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre y una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y pararse frente a ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza, rechazados y no obstante confesando el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda cabeza sin fin, el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo, desconocido, y no obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en el tiempo después de la muerte, y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del jazz en la sombra de cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la mente desnuda de América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani que estremeció las ciudades hasta la última radio con el absoluto corazón del poema sanguinariamente arrancado de sus cuerpos bueno para alimentarse mil años.
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Frank… soy yo…
Cuando Frank tenía nueve años, su papá lo disfrazó de Marlon Brando para Halloween. No fue muy difícil, se limitó al pequeño traje que usaba los domingos en el servicio de la iglesia y le rayó un escueto bigote. Para la quijada le compró una bolsa entera de chicles e hizo que los mascara todos juntos hasta que perdieron sabor. Una vez que esa gigantesca plasta de goma dejó de tener sabor hicieron dos ovillos con ella y los dejaron endurecer; por la noche Frank se las puso en los costados de la mandíbula.
Se dirigían al centro del pueblo para pedir dulces, cuando pasaron frente a la casa de la señora Liudmila, su papá se escabulló hacia su jardín para arrancar una rosa. La señora Liudmila salió a corretearlo
—¡Es para un disfraz! — Gritaba el papá mientras zumbaban las piedras que pasaban rozando su cabeza.
La señora Liudmila apaciguó su coraje cuando se percató del niño de traje. Caminó enternecida hacia él y le preguntó:
—¿Quién serás?
El niño, impresionado por aquella mujerona que por inercia aún sostenía una piedra por lo alto, se limitó a apenas emitir, con desconcierto, un leve
— Yo…
—El padrino – Se apresuró a completar su papá, avergonzado aún por el hurto cometido, mientras colocaba la rosa en la solapa del pequeño traje.
Al ver completado el outfit, Liudmila no pudo más que soltar la piedra e inclinar su torso para pellizcar suavemente la mejilla del niño…
—Se ve muy guapo, se parece más a Marlon que al padrino.
Desde entonces ella lo llama Marlon cada vez que lo ve. El día de hoy, mientras pedaleaba su bicicleta de camino a casa de Karina, escuchó ese grito amable - ¡Adiós Marlon! – Frank volteó, y ahí estaba Liudmila, tan entera y vital como hace tantos años, cuidando ese mismo jardín en el que decidió cambiar las rosas por tulipanes, claveles y un par de enredaderas que enmarcan la escena como si fuera un cuadro, al que sólo quien lo pintó sabe que le falta una rosa. Frank le devolvió una sonrisa que, por la distancia, difícilmente percibiría ella; así que decidió despegar su mano del manubrio para agitarla por el viento en un adiós cuando súbitamente oyó el claxon de un tráiler color naranja.
Frank alcanzó a recuperar el manubrio y giró rápidamente hacia la derecha, zigzagueando unos cuantos metros, y cayendo sobre su tobillo derecho. Mientras veía al tráiler alejarse con ese claxon desvaneciéndose en la distancia, volteó, a ver si Liudmila se había percatado del ridículo percance que acababa de tener. Pero en ese momento ella estaba de perfil y en ese jardín no había más movimiento que el agua que caía de la regadera que Liudmila sostenía tranquilamente. De inmediato Frank recuperó la dirección de su viaje y siguió pedaleando.
Poco antes de llegar a casa de Karina entró a una panadería a buscar una rebanada de mil hojas, el favorito de ella. Si no la encontraba se conformaría con un par de madalenas. Cerca de los bísquets se le acercó un hombre musculoso que le dijo – Yo te conozco. – Desconcertado, pasó de largo al pasillo siguiente. Con la mirada furtiva entre las teleras notó cómo el sujeto se secreteaba con otro de mediana estatura y aspecto juvenil. Se apresuró a tomar un par de panqués y fue rápidamente a la fila de la caja. Detrás de él se formaron un par de señoras que lo veían de forma un tanto lasciva. La incomodidad llegó a tal punto que sintió la urgencia de soltar el pan en la barra y salir de ahí cojeando, pues la caída de la bicicleta ya empezaba a dolerle. Se encaminó hacia la puerta por donde en ese momento entraban un hombre y su hijo de nueve años, completamente indiferentes a la escena que ahí se desarrollaba; incluso a pesar de que, en su apresurada y descontrolada huida, Franka dio un ligero empujón el hombro al papá. Al salir, aquél hombre musculoso le alcanzó a gritar desde la puerta de la panadería —¡Tú eres el mejor!
Al llegar a casa de Karina noté que se había cortado el cabello, se ve muy guapa así; al mirarla, por dos breves segundos, me sentí como un náufrago que no sólo toca tierra sino la superficie más hermosa nunca vista. Le pedí disculpas por no llevar pan como lo habíamos acordado. En cambio, ella sí había preparado nuestro acostumbrado café de olla. Me dijo que no me preocupara y me preguntó si había tomado “mi” pastilla para el dolor, antes de que siquiera le contara por qué llegué rengueando. Eso me gusta de ella, que es muy observadora.
Ella no dejaba de ver mi mano que temblaba mientras le conté lo sucedido: desde el tráiler hasta la panadería. Terminado el relato de mi travesía, ella dejó de ver mi mano y apuntó hacia mis ojos. Su rostro me parecía diferente, algo había o algo faltaba, pero no atinaba a saber que era. Sin embargo, su mirada me parecía conocida, eterna. Sentí vértigo porque supe que sólo eran unos instantes, esa mirada furtiva se iría como siempre, como el embrujo de algo que se aleja para ser buscado, dejando pistas en diferentes rostros para nunca dejarse atrapar.
—Ay, Frank…lo que te voy a enseñar... parece que no te ayuda mucho. Es como si reiniciáramos cada vez desde cero, en lugar de dejar correr la historia desde este punto. Se que, si no lo hago yo, fácilmente lo puede hacer cualquiera. Pero por alguna razón siempre vienes para acá.
Dejó de mirarme y prendió su celular. Escribió mi nombre en el buscador. Empezaron a salir fotografías que no recuerdo haberme tomado más joven: con esmoquin, en la playa con mejor tono muscular del que he podido tener nunca, y tantas otras como si fuera un modelo o algo así. Creí que era una broma hecha con alguna clase de aplicación. Siguió scroleando la pantalla y había fotos de un hombre tirado en el concreto a escasos dos metros de una bicicleta hecha añicos bajo las ruedas de un tráiler que se había impactado contra una barda, no lejos de ahí había grúas, luces y cámaras y hombres vestidos de negro con letras amarillas en sus camisas que decían “Los pasos de Marlon Staff”. Se supone que Los pasos de Marlon es una película en la que yo actuaba de protagonista. Y que cuando estábamos filmando una escena en la que yo llegaba en bicicleta a casa de una chica, los de Staff, que mantenían cerrada la calle, y los stunts dejaron pasar, por descuido un tráiler naranja que se tenía contemplado para otra escena. El tráiler me interceptó en la esquina de una cuadra por donde la cámara me iba a tomar desde un plano general. Aún siguen buscando al verdadero culpable. Google también daba entradas a entrevistas con la directora de la película, con el operador de cámara, con el staff, y otras personas que no conozco.
Karina me preguntó si me sentía listo para ver un extracto de la película. Nos mentí y dije que sí. Y es que seguía sin sentirme parte de esa situación que describía toda esa supuesta y aparente evidencia. Me era ajena la existencia de una película que por casualidad me ubicaba como Marlon, el mismo apodo con que me conoce la señora Liudmila. Y, sobre todo, me era ajeno el accidente. Karina abrió Youtube y me mostró una secuencia:
Un párvulo joven camina por un callejón (me niego a que sea yo, sólo es alguien más joven que se me parece). El chico llega a la esquina de una casa, saca un par de piedritas de la bolsa de su pantalón y las lanza a una ventana volada que está en un segundo piso. Por entre las cortinas se asoma la sombra de una mujer joven de cabello largo, le hace señas de que se vean en la entrada principal. Él brinca una barda y llega a la fachada de la casa. Detrás de una de las columnas que flanquean la puerta de la casa sale la joven. Ahí está esa misma mirada furtiva. Me dice que es difícil para ella decirme que ya no me quiere ver más, que su novio se puso muy violento la última vez que escuchó mi nombre, y que tiene planeado irse mañana con él a la frontera en su tráiler. Nos abrazamos y a ella se le salen un par de lágrimas; está a punto de besarme, pero nuestro abrazo se desintegra por el grito de su mamá que nos sorprende. Ella (una actriz que se parece a la señora Liudmila) cree que yo he andado “sonsacando” a su hija Kristina, yo lo niego todo y la señora empieza a tirarme manotazos, mientras me reclama haberle dado alcohol y drogas a su hija, yo me asusto porque no recuerdo cosa alguna relacionada con eso. Kristina, mientras llora bajo la luz de la puerta de su casa, le dice que no me pegue, que no soy yo. Logro escapar por la barda. Después hay una toma cenital de mi con ese rostro joven contemplando el techo. Un fundido encadenado muestra un amanecer, le quito el candado a mi bicicleta, me trepo y salgo de cuadro.
Se acaba el video y Karina apaga su celular antes de que se reproduzca ese molesto anuncio de seguros de siempre. Yo me quedo con la intriga de saber qué pasó en la película, más que saber lo que pasó después del accidente. Pero dice que quedó inconclusa, que ese y otros fragmentos se filtraron cuatro años después, y la gente los sube y los baja de la red intermitentemente.
Después me contó que “mis” pastillas para el dolor son porque a veces vuelve el dolor de las operaciones reconstructivas en gran parte del lado derecho de mi cuerpo. Llegando aquí, antes de sentarme a escribir, me desnudé y lo comprobé, no he tenido valor de ver un espejo. También me sugirió tomar el antidepresivo que guardo en el cajón de este escritorio, y me sugirió buscar en ese mismo cajón mi acta de adopción que, se supone, comprueba que no tuve familia sino hasta los diez años. Ya los tomé, pero el acta y mis otros documentos legales los revisaré más tarde.
Cuando Karina empezó a contarme cómo es que nos conocemos voltee a verla y me perdí buscando aquella mirada, pero no había nada, sólo un rostro que me hablaba como a alguien conocido. Salí del trance cuando ella dijo —He pensado que el hecho de que me sigas encontrando aquí tampoco ayuda mucho a tu memoria. Será mejor dejar este florero vacío. — Mientras señalaba un rosa.
Alguien toca a la puerta│
—Fran. Soy yo,│
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El Poder del Ahora: Cómo Empezar a Vivir Tus Sueños Hoy
¿Alguna vez has sentido que estás esperando el "momento perfecto" para empezar a perseguir tus sueños? Si es así, no estás solo. Muchas personas posponen sus metas y aspiraciones esperando ese momento ideal que, en realidad, rara vez llega. La verdad es que el momento perfecto es un mito. La vida es impredecible y esperar a tener todo perfectamente alineado antes de actuar puede significar que nunca lo hagas.
El mensaje es claro y poderoso: el momento para actuar es ahora. No importa si no tienes todos los recursos, conocimientos o habilidades que crees necesitar. Lo importante es comenzar. El progreso, después de todo, no se logra de la noche a la mañana. Se construye paso a paso, día a día, con persistencia y dedicación.
Tomar la decisión de dar ese primer paso puede ser intimidante. Puede que te enfrentes a la incertidumbre, al miedo al fracaso o simplemente a la comodidad de tu zona de confort. Pero aquí radica la belleza del viaje: cada paso que das hacia tus metas es una victoria en sí misma. Cada pequeña acción te acerca más a donde quieres estar.
Imagina por un momento que decides dar ese primer paso hoy. Comienzas ese proyecto que has estado posponiendo, te inscribes en ese curso que siempre has querido tomar, o simplemente empiezas a ahorrar para ese viaje soñado. Con cada acción, te empoderas a ti mismo y construyes el impulso necesario para seguir adelante.
Y no estás solo en este viaje. Hay una comunidad de soñadores y hacedores que han estado en tu lugar y han decidido dar el salto. Ellos también enfrentaron dudas y temores, pero eligieron actuar a pesar de ellos. Sus historias y experiencias pueden servirte de inspiración y motivación para seguir adelante.
Así que, ¿por qué esperar? El momento ideal es una ilusión que puede mantenerte atado indefinidamente. La vida está sucediendo ahora, y cada momento es una oportunidad para avanzar hacia tus sueños. No dejes que la búsqueda de la perfección te impida disfrutar del proceso y celebrar cada pequeño progreso.
Recuerda, el progreso se logra dando el primer paso y continuando a lo largo del camino. Así que respira hondo, confía en ti mismo y da ese paso. Tu futuro yo te lo agradecerá.
¡El momento es ahora! Vive, actúa y celebra cada paso del camino.
#ElPoderDelAhora#ViveTusSueños#ActúaAhora#NoEsperes#EmpiezaHoy#PasoAPaso#Persistencia#Dedicación#Motivación#Inspiración#superacionpersonal#crecimientopersonal#serloquequieroser#serloquequierover
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El Festival de la Luna
Su viaje lo llevo al reino de Lunaria, uno de los lugares mas hermosos que había visto. Desde que bajo del barco le pareció que había llegado a un lugar muy especial. ¿Seria solo una corazonada? Paso el tiempo descansando no muy lejos de los puestos de vendimia que ya empezaban a montarse en la pequeña plaza cerca del castillo.
Cuando cayo la tarde se adentro al pequeño mercado a conocer a la gente y a mirojear por ahí. No llevaba mucho en los bolsillos pero lo acompañaba su confiable violín. Sin duda alguna un buen show le ganaría el pan del día.
No tardo en percatarse de la algarabía que se estaba armando en el pueblo. La ciudad estaba radiante, adornada con luminosas lámparas de colores en forma de estrella, banderines azules con intricados patrones y fabulosos adornos florales. La gente caminaba animada de un lado a otro, algunos hablando entre ellos, otros mas ofrecían sus mercancías. Parecía que era un día de fiesta.
Malachi se vio atraído por un olor en particular. No muy lejos se encontró con una bandeja de bonitas galletas recién horneadas sostenida por quien podría ser una joven repostera.
"¡Esas galletas huelen increíble!" Le dijo Malachi con una sonrisa. "¿Sera que puedo comprar algunas?"
La joven rio. "Por supuesto, pero no estas en particular. Estas son para el príncipe."
Malachi levanto una ceja con interés.
"¡Debes ser un viajero! Veras, el día de hoy celebramos el tradicional Festival de la Luna, que coincide con el cumpleaños del Príncipe Lucas. La gente suele llevar regalos en señal de aprecio."
El gato miro a su alrededor. Era cierto, las personas caminaban hacia el castillo con sus presentes en mano. Flores, frutas, artesanías y otras cosas hermosas. Malachi se despidió con una sonrisa y aun con las manos vacías decidió unirse al pueblo sin tener un plan.
Cuando se acerco lo suficiente, miro en dirección al castillo. Arriba había un gran balcón y desde ahí se asomaban dos figuras: una mujer alta de cabello largo y azul de expresión serena, y a su lado un joven con cabello del mismo color, quien sonreía tímidamente y saludaba de vuelta a sus ciudadanos.
Malachi tuvo una idea.
Parecía un excelente momento para un show.
"Un regalo para el príncipe Lucas." Anuncio Malachi en voz alta.
Violín en mano, Malachi camino al frente hasta posarse en el medio de la explanada. La gente lo miraba expectante, y al parecer el príncipe también le había prestado atención. Con unas cuantas palabras de animo para si mismo, el gato empezó a tocar.
Se mecía suavemente al ritmo de la música, poniendo un poco de su corazón en cada nota de la canción que dedicaba al príncipe. La gente a su alrededor se encontraba maravillada. Algunos cuantos suspiraban, otros solo escuchaban en silencio dejándose envolver por la melodía.
Cuando termino, firmo su dedicatoria con una sonrisa al príncipe. Lucas aplaudió, Malachi hizo una reverencia.
"¿Ganaste el pan de ese día?" Pregunta Ivory al terminar la historia.
"Si. Unas horas después de eso conocí a unas personas del pueblo y me invitaron a cenar en el festival. No vi mas a Lucas esa noche, pero fue divertido."
"¿Sabes? Es la primera vez en mucho tiempo que te escucho contar la versión real de esa historia. Ya sabes, sin el carruaje mágico y las palomas blancas." Interviene Lucas.
"Supuse que a Ivory le gustaría saber la verdad. Como que al día siguiente bajaste a verme y..."
"No tienes que contarle eso.
"Pero me gustaría saber." Dice Ivory.
"Esa es una historia para otro día, ahora es hora de ir a dormir."
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¡He vuelto del paraíso!
Damas y caballeros, niños y niñas, skyletts. Regocíjense, pues su escritora favorita ha vuelto y con premio doble. Los entiendo, una semana sin mí fue de las mayores crisis de sus vidas pero relájense, ya pueden cancelar los sabuesos de búsqueda. Aquí estoy y con no uno, sino DOS post para enmendar el daño que les hizo mi ausencia.
Empecemos por lo más cálido y relajante, como el amor que les tengo: Mi viaje a Vallarta, Sayulita y Tequila. Para el cual tuve que ahorrar desde el momento en el que me enteré del viaje, pues mis tías y sus amigas querían que las acompañara. Fue toda una experiencia que les voy a platicar.
Bueno, este viaje también tuvo la particularidad de que lo tome específicamente por mi cumpleaños, “sifinitivamente”, un regalo “de mí, para mí”, porque me lo merezco, y se preguntarán ¿Sky, no estabas en clases en esas fechas? La respuesta es un rotundo SÍ. Tuve que faltar varios días a la universidad y valió bastante la pena. Fue sumamente raro para esta bloguera responsable ya que no acostumbro a faltar ni porque me sienta mal de salud.
Llegamos a Guadalajara por la noche después de un viaje un poco largo, posteriormente en la mañana partimos hacia Puerto Vallarta y arribamos justo a la hora de la comida (moría de hambre, los dulces, botanas y sándwiches hicieron un gran paro por la mañana y parte de la tarde, pero soy toda un glotona así que ya quería un plato fuerte más estructurado) la espera no fue taaan larga y resulto en un platillo muy completo con papas frita (amooo las papas en cualquiera de sus presentaciones), camarones de 3 estilos diferentes: al mojo de ajo, empanizados y a la diabla, ¡Yummy! Una delicia total.
Me la pasé disfrutando del mar, la alberca, el clima (solo porque estaba nublado, si, acababa de pasar un huracán o algo así, el punto es que no estaba muy caluroso y con el sol a tope, fue medio “soportable”), ¡aah sí! casi muere mi teléfono pero aprendí a soportar el agua caliente de un jacuzzi y me la pasé BOMBA así que todo fue bastante positivo”. Nade con delfines. En pocas palabras, toda una experiencia.
Fotografías de autoría propia.
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La Casa Azul en México: apuntes desde la apoteosis
(Escribí este texto en absoluto estado de exaltación la madrugada del 6 de diciembre en 2019)
He aquí ante nosotros un hombre que descifró un tipo de canción à la Ramones, que es la misma siempre pero las variaciones sutiles la vuelven un mecanismo genial.
Una reunión donde todos íbamos con vigor hacia el mismo horizonte.
Una devoción sin par.
El mejor concierto de la vida de mucha gente, incluyendo al artista.
¿Cuántas veces se ve eso?
El edificio estaba a punto de despegarse.
Cómo es posible que tardara tantos años en llegar este día. Como un refresco guardando gas por años y años hasta que revienta.
El cariño entre hombres, un grupo unido por el talento y el cariño sobre todo.
La ternura siempre presente.
El cuerpo reventado por el sudor.
Un artista conmovido hasta las lágrimas varias veces.
Una lista de canciones infinita, que parecía no terminar jamás.
Una advertencia no seguida (te quedan dos canciones) (esta es la última, lo juro)
¿Quiénes son estas personas? ¿Por qué los reúne esto? ¿Qué hay aquí que atraviesa kilómetros hasta desbordarse en una noche como ésta?
La Casa Azul es un hogar para muchas personas, un refugio de colores para explotar en llanto y frenesí.
Decían que nunca habían visto un público tan repleto de sinceridad y un cariño insólito, un amor como nunca hayamos visto antes. Y es verdad. Esto es irrepetible.
El aire está cargado de sorpresa, sopor y cariño.
Cantaban tanto. Era todo tan primitivo, sencillo y hondo. El concierto más largo de su historia.
Nos suspenderemos por los aires y fundaremos un planeta azul de estrobos y marchas. Un momento de corazón partido, literalmente.
La sorpresa de encontrarte por fin al otro lado del océano con tu público soñado.
El síntoma de algo más grande, ¿qué es?
Es el amor pero ¿qué clase de amor? ¿qué clase de pesares, penas, sentimientos, sentidos?
Queda un vestigio de emoción tras un fenómeno inédito.
Una fuerza de escape al mismo tiempo presente, anclada en nuestras dudas sentimentales.
Un autosabotaje profético.
No, autosabotaje no.
Una autoexploración profética.
Es la desterritorialización de un sentimiento surgido en una habitación a oscuras.
Un espectáculo sin parangón en el pop independiente. Montaje modesto pero vistoso.
El espectador accidental no sabe qué va a encontrarse y saldrá de allí visible y sinceramente desbordado.
Las miradas vidriosas de lo inolvidable, allí siempre.
La mezcla de imaginarios que parecen contraponerse pero no: Emmanuel y Franco de Vita, el romanticismo al que nos han condenado las estaciones y los vinilos de nuestros padres, arrostrado y reivindicado entre colores y viajes de ácido, y sobre todo en letras que no dan vergüenza ajena sino todo lo contrario: permiten que nos acerquemos más a nosotros mismos y a los otros desde un lugar honesto.
Un artista en la cima de su creación, por fin suena del modo que quiere y con personas a quienes respeta y con quienes conecta.
Guille vive en tiempo presente y aunque las canciones son ya mayores, están inscritas en el presente continuo.
Un artista que juega con las palabras, le gusta, no le atemoriza pensar en ellas, no sólo de forma conceptual sino sonora.
Tres horas de llanto jubiloso sin interrupciones.
Pop en el sentido más generoso. Pop sincero, multicolor y entusiasta de la expresión. Medicina pop contra las dolencias cotidianas.
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Mahmoud Darwish
TE MATARON EN EL VALLE
(Traducción del árabe: María Luisa Prieto)
Te regalo mi recuerdo ante la mirada del tiempo,
te regalo mi recuerdo.
¿Qué dice el fuego en mi país?
¿Qué dice el fuego?
¿Has sido mi amor
o una tempestad sobre las cuerdas?
Yo soy extranjero en mi propio país,
extranjero.
Te regalo mi recuerdo bajo la mirada del tiempo,
te regalo mi recuerdo.
¿Qué le dice el relámpago al cuchillo?
¿Qué dice el relámpago?
¿Fuiste en Hattin 1
un símbolo de la muerte de Oriente?
¿Y yo soy Saladino
o un esclavo de los cruzados?
Te regalo mi recuerdo ante la mirada del tiempo,
te regalo mi recuerdo.
¿Qué dice el sol en mi país?
¿Qué dice el sol?
¿Estás muerta sin sudario
y yo estoy sin Jerusalén?
Despuntó del valle.
Dicen que redujo el valle y se ocultó.
Su belleza secreta rodeó las pequeñas espigas
y resolvió las preguntas de la tierra.
Los de mi generación ¿recordáis el verano?
Flores de Hebrón
y huérfanos de Hebrón
¿recordáis el verano
que asciende de sus dedos
y abre todas las puertas?
Una violeta le dijo a su vecina:
tengo sed.
Abdallah me regaba.
¿Quién se ha llevado la juventud
de los jóvenes?
Despuntó del valle
y en el valle se muere.
Nosotros crecemos entre cadenas.
Despuntó del valle de pronto
y en el valle se muere por etapas.
Ahora nos alejamos de él generación tras generación,
vendemos las aceitunas de Hebrón gratis,
vendemos las piedras de Hebrón,
vendemos la historia de Hebrón,
y la vendemos
para comprar en su pecho la imagen
de un asesinado luchando.
No reconocí el amor de cerca.
Que lo reconozca mi muerte.
Mi infancia-Troya árabe
pasa y no vuelve.
Todos los puñales están en ti.
Elévate
verdor del limón,
brilla en la noche
y aumenta el llanto
de los que llegan.
El viento está en un puñal
y nuestra sangre es crepúsculo.
No quemes tu pañuelo verde,
la noche se quema.
Bienaventurada la serpiente que ha dormido
en la madera derruida.
Bienaventurada la espada que convierte al cuello
en ríos de libertad.
No reconocimos al amor de cerca.
Que se enfade el enfado.
Caminamos a la Troya árabe
y la lejanía se acerca.
No recuerdas
cuando escapamos de ti
hacia los vastos exilios.
Aprendimos los idiomas universales
y el cansancio del largo viaje
hacia el ecuador.
Aprendimos a dormir en todos los trenes,
lentos y rápidos,
el amor en el puerto
y el cortejo preparado para todo tipo de mujeres.
Aprendimos la amistad de cada herida,
la lucha de los enamorados,
el deseo envasado
y la sopa sin sal.
¡Oh país lejano!
¿Se ha perdido mi amor en el correo?
Ni el beso de goma nos llega
ni el óxido de hierro.
Todos los países son el nuestro
y nuestra parte de ellos es el correo.
No recuerdas
cuando escapamos de ti
a las cárceles.
Hemos aprendido a llorar sin lágrimas
y a leer las paredes, los cables y la triste luna,
libertad,
una paloma,
la satisfacción de Jesús
y la escritura de los nombres:
Aisha se despide de su esposo
y vive Aisha,
viven los perfumes de la sangre, el rocío y el jazmín.
¡Oh rostro lejano!
Te mataron en el valle
pero no te mataron en mi corazón.
Quiero que reconstruyas mi espontaneidad
oh rostro lejano.
Recuérdanos
cuando te buscamos en la hecatombe.
Que se quede tu brazo que da al mar
y la sangre en los jardines,
y sobre nuestro renacimiento se alce
un puente.
Que se queden todas las azucenas
de la palma húmeda
en su jardín,
pues llegamos.
¿Quién compra a la muerte un billete hoy
sino nosotros? ¿Quién?
Hemos exprimido todas las nubes
de los mapas del mundo
y los poemas de la nostalgia por el país.
Ni su agua riega
ni sus anhelos queman
ni construye un país.
Recuérdanos.
Nosotros te recordamos como un verdor
que surge de cada sangre,
barro y sangre
sol y sangre
flores y sangre
noche y sangre,
y te desearemos
cuando despuntes del valle
y desciendas al valle
cual gacela que nada
en un campo de sangre
sangre
sangre
sangre.
Oh beso que duerme sobre un cuchillo,
manzana de besos.
¿Quién recuerda el sabor que queda
-no estando tú-
como el jardín de la esperanza?
- Hemos crecido, infeliz,
me dijo la vida.
- ¿Y mi amor?
- Los muertos no crecen.
- ¿Y mis lunas?
- Se cayeron con la casa.
¡Oh beso que duerme sobre un cuchillo!
¿Te acuerdas de mi boca?
Te quiero cuando te quemas.
¿Quemarás mi sangre?
Amo tu muerte cuando me lleva
a mi país
cual lirio ardiente
o pájaro hambriento.
¡Oh beso que duerme en un cuchillo!
La naranja ilumina nuestra ausencia,
la naranja ilumina,
el jazmín excita nuestra soledad
pero el jazmín es inocente.
¡Oh beso que duerme en un cuchillo!
Te despiertas en la frontera del mañana,
te despiertas ahora
y diseminas la costa negra
como el viento y el olvido.
¡Oh beso que duerme en un cuchillo!
El éxodo ha crecido,
ha crecido el amarillo de las rosas
¡Oh mi amor asesinado!
Ha crecido el vagabundeo por la luz de un mundo
que me ignora,
ha crecido la tarde en las calles de cada destierro,
ha crecido la tarde en las ventanas de cada cárcel,
ha crecido en todas las direcciones,
ha crecido en todas las estaciones,
y te veo
alejándote, alejándote por el valle lejano.
Abandonas nuestros labios,
abandonas nuestra piel,
abandonas...
Eres una fiesta.
Te veo.
Las palmeras caen.
¿Qué dijo Abdallah?
- En la época avara
proliferan los niños, el recuerdo
y los nombres de Dios.
Te veo.
Cada mano grita allí.
Fuimos pequeños,
las cosas estaban preparadas
y el amor era un juego.
Te veo.
Mi cara dentro de ti me conoce
como la abundante arena conoce
todo su amor por la playa.
Te alejas de mí
y la muerte es un juego.
Te veo.
Los olivos inclinan la cabeza
a un viento pasajero.
Todas las raíces están aquí,
aquí están
todas las pacientes raíces.
Que se quemen todos los vientos negros
en unos ojos milagrosos
¡Oh mi valiente amor!
No queda nada por qué llorar.
Adios.
Las ceremonias de despedida han crecido
y la muerte es una etapa que hemos comenzado.
La muerte se ha perdido,
se ha perdido
en el alboroto del nacimiento.
Extiéndete desde el valle
hasta la causa del éxodo
cual cuerpo que corre sobre cuerdas,
cual gacela de lo imposible.
[1] Batalla en la que Saladino venció a los cruzados.
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EXTRA I
La luna se alzaba, danzante sobre el mar de estrellas, brillando como un segundo sol pálido y rodeada de los diamantes brillantes que eran las estrellas
Las luces rojas y azules corrían por la ciudad nocturna, con el ruido de las sirenas rompiendo con el sonido de la noche, los dos coches de policía se detuvieron, aún con las sirenas encendidas, delante de un bloque de pisos, de los coches salieron cuatro personas, dos de ellos vestían uniformes del cuerpo, por el contrario, los otros dos llevaban trajes negros, con el símbolo de la libélula azul en el pecho e identificadores colgando de sus cuellos
Los dos agentes de la OH intercambiaron miradas antes de entrar al edificio de 20 plantas en el que habían aparcado, el primero de ellos, un hombre, de pelo castaño corto y con una barba de pocos días fue el que abrió la puerta y encendió las luces del pasillo que llevaba al ascensor, el suelo y la parte inferior de las paredes estaban cubiertos de un mármol marrón oscuro, mientras que el techo y las partes superiores de las paredes mostraban una pintura marrón pálido
La segunda agente tenía su largo y rubio pelo recogido en una coleta que bajaba hasta la mitad de su espalda, sus ojos verdes estaban atentos a cada movimiento en el pasillo, incluyendo el de los dos policías que se habían quedado en la puerta del edificio
El ascensor se abrió sin ningún ruido después de que la mujer presionara el botón, con las puertas abiertas, ambos agentes entraron, palpando sus caderas inconscientemente a la vez cuando las puertas se cerraron y el ascensor tiró de ellos hacia arriba
El ascensor se detuvo en el piso que el hombre había indicado por el panel de botones
-Apartamento 11A- dijo el hombre, señalando el apartamento que quedaba más cercano al ascensor, la puerta aparentemente de madera estaba abierta, era una puerta de seguridad, de las que estaban hechas a base de capas de metal y madera intercaladas, con núcleos de metal, lo que las hacía casi imposible de abrir, además, la puerta estaba marcada con cinta policial rojiblanca haciendo una cruz
El hombre intercambió otra mirada con su compañera antes de abrir la puerta y encender la luz
Una habitación grande los saludó, tenía el tamaño para ser un salón, los sillones, mesita de té, cuadros e incluso televisión lo hacían fácil de ver, sería una sala en la que se podría pasar un buen rato, claro, si no fuera porque los muebles habían sido reducidos a las sombras de lo que antes eran, de los sillones solo quedaban los esqueletos de madera ahora teñidos de negro, la mesa había colapsado por la mitad, también teñida en negro, cenizas del resto se esparcían por el suelo y las paredes
El hombre no pudo evitar silbar al entrar a la habitación
-¿Y dices que los vecinos no escucharon nada? - preguntó
-No - dijo la mujer - El dueño del apartamento volvió después de un viaje de negocios y se encontró con esto como está - explicó ella, el hombre se agachó en cuclillas y deslizó su índice por el suelo, mostrando a su paso el suelo original de madera
-podemos tachar de la lista un incendio - dijo el hombre, mirando hacia arriba, en el lugar donde una lámpara colgante estaba el techo tenía un patrón hecho del material negro-¿Tenemos algo sobre el símbolo?- preguntó, señalando hacia arriba
-Nada que conozcamos- dijo la mujer, examinando uno de los muebles, más en concreto una cómoda, abrió un cajón y se lo encontró vacío, el siguiente cajón mostraba lo mismo- parece que solo la madera y las paredes han sobrevivido - dijo, haciendo una foto con su móvil- ¿Has visto algo así antes?- preguntó
-Nop- dijo el hombre poniéndose en pie - No hay signos de fuego y el símbolo no me suena de nada, aunque parece un cruz macabra- dijo, mirando de nuevo al símbolo
-A lo mejor alguien decidió que este lugar era ideal para un ritual satánico - propuso la chica
-Venga, ¿Satánicos?-preguntó algo molesto con la novata que le tocaba entrenar este año- ¿Eso es lo que se te ocurre en un mundo donde héroes y villanos caminan entre las personas "normales"?
-No lo sé - dijo la mujer -¿Quién tiene un poder capaz de hacer esto? - preguntó
-La OH no tiene registros de esto- dijo él - aunque claro, nuestro trabajo es investigar que es "esto"- el hombre abrió la ventana de la sala
La mujer abrió un armario a nivel del suelo, de repente una sombra voló fuera de este, haciendo que la chica se cayera
-CAW- Fue todo lo que la sombra dejó atrás cuando salió volando por la ventana abierta, el hombre se acercó a su compañera y la ayudó a levantarse del suelo
-¿Que ha sido eso?- preguntó, mirando a la ventana por la que la criatura había escapado
-No lo sé- dijo la mujer - parecía un cuervo... De cuatro alas- el hombre sonrió, evitando que la risa le saliera de la boca tapándola con su puños cerrado
-¿Tanto te ha asustado que ahora ves aves mutadas?- preguntó aún manteniendo su risa a raya, el codazo en las costillas de su compañera hizo bastante para ayudarlo a mantenerla a raya
-No lo sé... - dijo la chica - salió muy rápido
-Dejalo ser, mañana volveremos y veremos las cosas a la luz del día
...
Una sombra se levantaba en la azotea del edificio, acariciando al cuervo de cuatro alas
El cuervo se dejó caer de los brazos de la sombra y voló lejos, cuando la distancia fue suficiente luces rojas rodearon al cuervo hasta que desapareció, una sonrisa se dibujó en la cara de la sombra antes de que esta desplegara sus propias alas
Dos alas negras, la derecha era tan larga como dos veces la sombra a la que pertenecía, la izquierda era... Diferente, también era negra, pero era mucho más corta, como si fuera una mera imitación dañada de la hermosura de la otra
La sombra se contrastó con la luz de la Luna antes de desaparecer en la oscuridad de la noche
...
Los dos agentes de la OH bajaron por el ascensor y salieron del edificio, su coche seguía ahí, con las luces encendidas, pero la sirena no sonaba, los policías habían desaparecido, supusieron que se habían ido a responder otra llamada de mayor importancia
La mujer estaba segura de que había vuelto a ver al cuervo de cuatro alas Mirandola desde lo alto de una farola, pero cuando parpadeó había desaparecido
Los agentes se subieron al coche y comenzaron a conducir en dirección a la base de la OH de la ciudad
Cuando llegaron al edificio estaba vacío, las luces apagadas, como si estuviera sumergido en sombras, ni siquiera la gran luna que iluminaba la ciudad parecía ofrecer su luz al solitario edificio
La mujer se giró para ver como una de las lámparas de la ciudad se apagaba al otro lado de la calle
-La luz se ha apagado - dijo la mujer
-Bueno pues déjala, mañana la repararán - dijo el hombre, con su teléfono en la oreja, intentaba llamar a alguien de la organización para preguntar porqué el edificio estaba tan vacío
La mujer vió otra luz apagarse, y luego otra más, dejando ese lado de la calle totalmente oscuro, el hombre tocaba las puertas de cristal e intentaba ver a través de esta, poniendo su mano para hacer sombra en el cristal
El hombre notó un escalofrío a su espalda
-¿Qué...?- cuando se giró solo una luz de la calle quedaba encendida, su compañera estaba de pie debajo de la única farola aún encendida
El hombre se acercó, bajando las escaleras que llevaban a las puertas del edificio, mano derecha palpando su arma bien asegurada en su cadera, lista para salir cuando su dueño lo necesitara
Su compañera seguía de pie bajo la farola, mirando al vacío
-¿Novata?- la llamó el hombre, pisando el círculo de luz, que se apagó en cuanto el hombre entró
El hombre se encontró solo en la oscuridad, la luna había desaparecido como si nunca hubiera iluminado la noche, entonces un crujido hizo que su mirada se dirigiera a su espalda, pura oscuridad
la farola volvió a encenderse, luz roja lo bañó por completo, haciendo que mirara hacia arriba
Algo le goteó en la cara, era espeso, lo limpió con su mano y lo examinó, sabía lo que era, lo había visto muchas veces en miles de casos distintos
El sonido de aleteos rompió su tren de pensamientos , haciendo que el hombre dejara de pensar en el líquido que poco a poco se deslizaba por su mejilla y sacara su pistola de su funda, sosteniéndola hacia donde había escuchado el aleteo
La luz que lo cubría volvió a su color blanco y una tras otra, las farolas de la calle se encendieron, el hombre suspiró y guardó su arma antes de mirar a su alrededor en busca de su compañera
Y todo se apagó
Gritos de dolor se elevaron en el cielo y una sombra sonrió mientras sus garras goteaban la sangre del pobre desafortunado que se había convertido en su postre
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El fuego de la mente
The Witch (2015) Robert Eggers.
En la película The Whitch, nos muestran el poder de nuestra mente y la falta de dominio de nuestros miedos más grandes hacerse realidad, la sugestión de nuestras creencias que se reflejan hasta volverlas palpables. Thomasin siendo el personaje más susceptible y fuerte al mismo tiempo, se permite aceptar una "vida deliciosa" como se menciona en la escena final, libre del prejuicio de sus padres a sus creencias, de la responsabilidad de cuidar a sus hermanos, y de estar expuesta a ser vendida por sus padres por falta de comida, Thomasin se deja consumir por el pensamiento colectivo de que ella verdaderamente es un bruja, hasta convertiste en una.
Al aceptar su vida como una bruja, Thomasin se une al aquelarre de las brujas dentro del bosque, flotando sobre el fuego de su liberación y de un nuevo comienzo, de una vida de goce. Riendo mientras se eleva sobre los árboles, ella se abre a un nuevo mundo.
Thomasin y su familia se enfrentan a los miedos y supersticiones, ya que carecen de una total conciencia, basándose solamente en que cualquiera puede ser el enemigo o algo peligroso al no encontrar un culpable a sus desgracias. La culpa recae en Thomasin por ser la hija mayor que debía cuidar a su hermano menor que sin aviso desaparece, al carecer de alguien que creyera en ella y estar lejos de la civilización, que su familia se pusiera en contra suya al culparla como una "bruja" hizo que su vida corriera peligro; decide revelarse y defenderse. Al final se entrega a la idea de ser una bruja aunque más allá de ser un ser maligno, el ser una bruja es un símbolo de rebeldía entregándose a la liberación, bailando al rededor de una fogata con otras mujeres que debieron haber pasado por lo misma opresión.
La escena final de "The Witch", en la que Thomasin acepta las condiciones del Diablo y se une a un aquelarre de brujas, es un momento impactante y significativo en la película. Esta escena se desarrolla en medio del bosque, donde las brujas se encuentran en un ritual en medio de una gran hoguera, aquí el elemento del fuego juega un papel crucial en el simbolismo y el significado de la escena.
La hoguera es este símbolo de transformación donde nos presenta la culminación del viaje de Thomasin hacia su libre albedrío, la aceptación de su destino. En este contexto, la hoguera simboliza la transformación de Thomasin, de una joven reprimida por las normas religiosas a una mujer con el poder en sus manos que abraza su identidad como bruja. El fuego actúa como un agente de cambio y renacimiento, el eligir ser libre pagando las consecuencias de actos por venir.
Vemos a Thomasin acercarse al final de su transformación. A lo largo de la trama, su sugestión creció como las raíces de un árbol; en la hoguera de brujas, con llamas danzantes, se alza ante la noche, llamas que arden con la promesa de una nueva vida. Thomasine se eleva en el aire, iluminada con la luz del fuego. En este instante, ella se convierte en una metáfora viviente de la transmutación, un alma que se reinventa y resurge de entre las sombras sobre un mundo nuevo.
El fuego se convierte en el espejo del cambio, iluminando el camino hacia un nuevo ser, el elemento fuego nos ofrece una poderosa imagen de renacimiento, resurgimiento, y una metamorfosis completa.
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