#La historia no se repite
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#“Esta es la miseria de una guerra de desgaste”#La historia no se repite#“pero a veces sigue los mismos patrones”#dice el coronel Markus Reisner#refiriéndose a la guerra en Ucrania. “Estamos como en 1915 en el camino a 1916 en esta guerra”
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mi par favorito de perdedores
#la historia se repite#fnafhs#fhs#idol duo#loon#fnafhs loon#loon fnafhs#loon/jj#fnafhs usagi#fhs usagi#malva#loops post
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Querido diario 📔
En verdad es bastante triste cuando una persona cambia de lugar o locación porque se siente mal en la anterior, porque sabe que no le agrada a las personas con las que vive o porque les causa molestia por cómo es... pero es más triste aún cuando cambiando de lugar se vuelve a repetir la historia.
A veces me pregunto si es mi mala suerte la que me lleva a caer en lo mismo otra vez o es al destino tratando de forjarme o haciendo más fuerte para lo que viene después?!
Yo trato de llevar las cosas en paz y de no interferir en la vida de los demás, pero no sé, me siento igual de mal.
#escritos#textos#pensamientos#historias#citas en tumblr#life#reflexión#momentos tristes#nuevos cambios#adaptación#se repite la historia#repeat
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alguien tiene el clip ese del noticiero del medio día en el que están reportando sobre la subida del dólar y de fondo uno de producción grita gol de argentina?? fue en el mundial 2018, la verdad nada encapsula mejor la argentina que ese momento
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Habla Malón! que novelas? sale o no sus Cuates con su Vodka (Ruskaya) del Tambo! habla? nos vemos en la Noche! Que Proceda este Viernes! con todas las cremas! hablamos por Whatsapp! safo! 29/11/22
#Buenas noches de fiesta acaban contigo#Fiesta Bizarra#16 Bits#indie rock#Ángelo con baja autoestima#indie pop#skate punk#synthpop#Festi Punk#Héroe inocente#Vaselina#Los Mortero#Morbo#indie hardcore#rock and roll#La Historia se Repite#Aeropajitas 28 años#Tragokorto#3 al Hilo#Tomar Control#punk rock#hardcore punk#cigarrros Pall Mall#Ron Cartavio#pizzas y musica#vans skate#vans old school
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🇵🇸Free Palestine!!! Ceasefire now! Stop the genocide!!!🇵🇸
Mi corazón está con el pueblo palestino, no están solos, seguiremos hablando del tema hasta que cese el horror. Me rompe el alma ver cómo sufren las personas en Palestina ocupada, en Gaza, ver cómo los destroza ese monstruo llamado guerra, alimentado por gente llena de avaricia y hambrienta de poder. Me llena de rabia ver cómo la comunidad internacional no hace nada, como se repite lo peor de la historia y los poderosos solo sacan provecho de ello.
Mis fuerzas están con Palestina, hasta que la libertad sea para todos!!! 🇨🇴❤️🇵🇸
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Into Your Arms (Surrender) - Enzo Vogrincic
+18! Intro I/Intro II/Intro III.
SoftDom!Enzo. Creampie, dacrifilia, dirty talk, fingering, hand kink, hiperespermia, masturbation, sexo oral, sexo sin protección, size difference/size kink (porque Enzo es más alto y la tiene grande), aftercare, edades no especificadas. Español rioplatense.
Enzo es tu amigo.
Es extraño, considerando que es también tu creador de contenido favorito hace meses, probablemente más de un año, y quien provocó los mejores orgasmos de tu vida, pero no significa que la amistad que formaron no sea válida y una de las mejores que tuviste hasta el momento. Probablemente ese fue el motivo que te molestó porque, bueno, ¿no se supone que un amigo comentaría a otro amigo que está visitando su ciudad?
Descubrir vía Instagram que frecuentó tu sitio favorito, la cafetería que tantas veces le mencionaste, te parece ofensivo como mínimo. Y el colmo fue la fotografía de la florería ubicada en una esquina no muy lejana a tu hogar, donde capturaste atardeceres para él. ¿Está haciendo un tour por tu ciudad tomando como referencia todos los lugares que le enseñaste, pero no pensó en decirte que venía?
Puede que intente sorprenderte, repite la voz en tu cabeza, pero no estás segura de que tenga motivos para hacerlo. ¿Por qué te escogería, justo a vos, de entre sus quién-sabe-cuántos miles de suscriptoras y suscriptores? Y de querer sorprenderte, ¿no te habría ocultado sus historias? ¿No habría evitado compartir las fotos para que no sospecharas?
Definitivamente tiene que tener otros motivos, razonás en un intento de sepultar cualquier patética esperanza, y puede que no le importes lo suficiente como para molestarse en recordar dónde vivís. La cafetería es famosa en redes sociales y esa florería es imposible de ignorar, ¿por qué se molestaría en comentarlo con vos en caso de recordar que le hablaste de ellas?
Decidís desactivar las notificaciones, tanto para sus historias como para sus publicaciones, antes de silenciar tu teléfono y continuar con tus ocupaciones. Tu vida no gira en torno a Enzo, por mucho que lo adores, así que no es una opción permitir que lo-que-sea que esté haciendo durante su tiempo libre impacte en tu humor y en tu relación con él.
Una relación que fue, antes que nada, profesional.
El resto de tu día se desarrolla con calma hasta que chequeás tu teléfono nuevamente y te encontrás con una notificación informándote sobre el nuevo video en su OnlyFans. Lleva una semana sin publicar más que fotos y un audio de corta duración que escuchaste antes de dormir, pero ignorás lo que te provocan las etiquetas que incluye en la descripción (sobre todo las de orgasmos múltiples y dirty talk) para continuar con tu trabajo.
Intentás concentrarte, esforzándote como siempre, pero el contenido que te envió la editorial para la que trabajás es insípido, tan terrible que resulta doloroso de leer. Masajeás tus sienes y pensás qué hacer con los horrores presentes en el manuscrito: el informe que confecciones para el editor será el que determine qué tan rápido acepta o rechaza leer este material y, consecuentemente, qué tan rápido lo publican o no.
Entre notas que pretendés incluir en el informe, correcciones de errores absurdos en el archivo, descansos y suspiros de frustración, tu mirada siempre termina sobre tus audífonos. Considerás buscar audios de otros creadores; entre ellos Esteban con su literatura erótica o Matías, que no tiene límite a la hora de degradar a sus suscriptoras, pero sabés que no tienen el mismo efecto. Nadie puede hacer lo que hace Enzo.
Escondés tu rostro entre tus manos, molesta por pensar en él, incapaz de recordar cómo era tu vida cuando su ser no invadía tu mente cada minuto del día. ¿Qué hacías antes de obsesionarte y reproducir sus audios y videos para sentirte acompañada en la soledad y el silencio de tu sala de estar? ¿Qué pensabas cuando despertabas sin sus mensajes de buenos días? Imposible recordar.
Es indignante y vergonzoso reconocer que ahora él significa muchísimo más, que ya no es sólo su contenido, es patético. ¿Quién podría enamorarse de un completo desconocido? ¿Quién podría enamorarse del desconocido con el que desarrolló una amistad? La parte lógica de tu cerebro intenta argumentar que es imposible no enamorarse de alguien como él, pero…
El reloj marca las cinco. Dejás de lado las preguntas que te asfixian y también tu trabajo.
Ignorás los mensajes que recibiste hace horas, minutos luego de esa notificación de OnlyFans, pero aún así esta página es la que reclama tu atención en cuanto te escondés bajo las suaves sábanas luego de un baño. Tu respiración se vuelve irregular con sólo ver la miniatura del video: Enzo recostado en su cama, desnudo, sus uñas enterrándose en su muslo y en su abdomen un océano de semen.
El sonido de su voz es suficiente para despertar esa sensación cada vez más recurrente en tu estómago. No es excitación, tampoco nervios o vergüenza por disfrutar esta clase de contenido, es un sentimiento que provoca que esperes sus cumplidos por razones que van más allá de satisfacer tus necesidades sexuales. Es ese motivo que te mantiene despierta cada noche.
-¿Qué tal?- pregunta cuando la cámara por fin hace foco en su rostro. Una sonrisa tira de sus labios y peina su cabello con una mano mientras continúa buscando el mejor ángulo, batallando por unos minutos antes de dejarse caer sobre el colchón. Jamás elimina la introducción de sus videos y ese es un detalle que te fascina.
Desabotona su camisa lentamente, los anillos en su índice y meñique derechos brillando, para permitir ver su abdomen tonificado y su erección contenida por su ropa interior. El color oscuro de su bóxer no oculta la humedad del mismo y te mordés el labio pensando en qué estaría pasando por su mente o qué estaría haciendo minutos antes de comenzar a grabar.
Suspira. Lo imitás.
-Tenía tantas ganas- dice en voz baja-. Necesito…
En lugar de terminar la oración desliza la prenda unos centímetros para poder liberar su miembro. Infinidad de veces lo admiraste, en todos sus estados, pero jamás deja de sorprenderte el sentimiento de anhelo que despierta en vos. Esta vez no es la excepción, por supuesto que no, mucho menos considerando las prominentes venas que recorren toda su extensión junto con las gotas de líquido preseminal.
Utiliza su pulgar para esparcir su humedad, primero por todo el glande y luego más allá, sin ocultar esa arrogante media sonrisa en su rostro cuando se desnuda. El recuerdo de la primera vez que comprendiste el significado de su expresión, cuando gemiste por la sorpresa mientras él te enseñaba lo que era un anillo de silicona y explicaba sus beneficios –que no le hacen falta, claro está-, te hace temblar.
Y no sólo su sonrisa es la misma, pensás una vez que el recuerdo se desvanece lo suficiente como para concentrarte en la pantalla, también lo es el estado desesperado de su erección. No estás segura de poder con su tamaño pero, Dios, es tan tentador que de tenerlo en tus manos intentarías todo lo posible para lograr complacerlo. Utilizarías cada centímetro de tu cuerpo para satisfacer a Enzo.
Deslizás una mano hacia tu centro una vez que comienza a masturbarse.
Tu excitación humedece tus pliegues pero ignorás tu entrada y te concentrás, sólo por el momento, en tu clítoris. Algunas caricias suaves, otras ejerciendo más presión, círculos que siguen el ritmo lento de la mano de Enzo; su respiración profunda y algún que otro suspiro se derraman directamente y con claridad en tus oídos gracias a tus audífonos.
-Estuve toda la semana pensando en esto- confiesa. Se estira para tomar el lubricante y arroja unas gotas en su palma para luego continuar-. Todos los días pensando en vos...
Cerrás los ojos y suspirás. Sólo su voz bastaría para guiarte hacia el orgasmo.
-Necesito tenerte conmigo.
Un gemido escapa de tus labios.
No hay forma de ignorar la necesidad que se expande por tu cuerpo o el latir de tu corazón… y tampoco el de tu clítoris -repentinamente más sensible que antes-. Normalmente intentarías comportarte justo como lo hacés durante las videollamadas con Enzo: paciente, calmada, permitiéndote disfrutar cada sensación, esperando el momento indicado y su indicación.
Aún así, consciente de lo rápido que podría terminarse este momento por tener como estímulo el video, comenzás a mover tus dedos con más energía y vigor para imitar la rapidez con la que él masajea su miembro. Imaginás que son sus dedos los que juegan con tu cuerpo, permitiéndote saborear un muy necesitado orgasmo, no dejándote más opción que dejarte llevar por el placer.
Tu respiración termina sincronizándose con la suya y cada vez que Enzo suspira o jadea vos gemís. Las palabras continúan cayendo de sus labios, algún que otro cumplido y esos apodos cariñosos que te hacen sonreír como una idiota, pero lo que más te provoca son las miradas cargadas de intensidad y deseo que arroja hacia la cámara.
Muerde su labio inferior una y otra vez en un intento de contenerse. Espera que el dolor sea suficiente para olvidarse del placer, lo sabés, pero los músculos de su abdomen tensándose y la manera en que arroja la cabeza contra el respaldo de su cama son claros indicios de que está fracasando. Separa más las piernas, exponiéndose sin timidez, mostrándote el lugar que te corresponde.
Estás considerando introducir un dígito en tu interior cuando te interrumpe su voz.
-Necesito tenerte para poder cogerte toda- se aclara la garganta-. Tu boca, tus tetas, esa conchita toda apretada.
El orgasmo te golpea y te mordés la lengua para no gritar.
Mantenés los ojos fijos sobre la pantalla mientras en su desesperación él utiliza ambas manos para tocarse. Enzo tiene manos grandes, perfectas para utilizarlas como gargantilla o capturar tus muñecas y someterte, pero aún así no cubren por completo su miembro y esa imagen, en combinación con tus dedos todavía torturando tu clítoris, te hace retorcerte de placer.
Respirás lenta y profundamente, tu mano ahora descansando sobre tu abdomen mientras con la otra sostenés tu teléfono, arrepintiéndote inmediatamente de esto último cuando por error tocás la notificación en la parte superior de la pantalla. Es un mensaje de Enzo: “¿Estás enojada conmigo?”.
Parpadeás rápidamente. El gesto no te saca del trance.
Todavía no recuperás el control de tu cuerpo y tu mente batalla por comprender el mensaje, pero un sonido distante te obliga a reincorporarte y arrancar tus audífonos. El timbre suena, suena y suena, no escuchás la voz de la persona que está del otro lado y sea quien sea parece tener la única intención de interrumpir tus actividades.
Estás segura de que no esperabas la llegada del correo.
Tomás la ropa que dejaste doblada sobre tu escritorio, sin importarte que se trate de tu pijama, para vestirte rápidamente y correr en dirección a la entrada. Tu liberación corre por tus muslos, incomodándote y recordándote que necesitás regresar a tu cama, pero ignorás el llamado de tu cuerpo para ocuparte del llamado en la puerta.
-Perdón, estaba en el…- tu voz se quiebra a media mentira-. ¿Enzo?
Respira temblorosamente y vos retrocedés.
Humedecés tus labios con tu lengua una, dos, tres veces, buscando las palabras para preguntar qué está haciendo allí, pero permanecés en silencio y él sólo se encoge de hombros, como si no tuviera una explicación lógica que justifique encontrarse en tu puerta un viernes luego de las seis p.m. Intenta hablar, falla, vuelve a intentar, su pulgar juega con el anillo en su índice.
Te recibe entre sus brazos cuando te arrojás contra su pecho y el aroma de su perfume golpea tus sentidos. La sensación de sus manos sobre tu cuerpo, masajeando tu espalda y aferrándose desesperadamente a vos, resulta irreal y mágica. Es como una extraña especie de déjà vu, pensás mientras sus dedos se deslizan por tu cabello, pero sabés que jamás te habían abrazado así.
Nunca antes habías sentido que tu lugar era en los brazos de otra persona.
-¿Qué…?
-Quería verte- besa tu cabello, ignorando todo lo que su ser (y su voz, más grave en persona) genera en tu sistema-. Necesitaba verte.
Abandonás tu refugio en su pecho para mirarlo y él sostiene tus mejillas entre sus manos. Cuando tomás sus muñecas podés sentir bajo tus dedos sus pulsaciones descontroladas, pero es un detalle en el que no podés concentrarte porque toda tu atención está puesta en sus ojos oscuros y sus pupilas que parecen esconder un algo.
-¿Por qué no me dijiste nada?
-Porque no sabía si querías verme.
-¿Cómo no iba a querer verte?
-Pensé que estabas enojada conmigo porque…
-Estoy enojada con vos.
-¿Por qué?
-Porque no me dijiste que venías- lo empujás pero se rehúsa a dejarte ir-. Porque estuviste en todos los lugares de los que te hablé pero no me mandaste un solo mensaje preguntando si…
-Porque quería que me respondieras las historias cuando vieras las fotos- explica casi sin respirar-. Quería que vos decidieras si verme o no, no quería proponerlo e incomodarte y…
Deja de hablar en cuanto ve tu expresión.
-No, pará, ¿cómo sabías mi dirección exacta?
-¿Recordás ese sorteo que hice para quienes pagaban la membresía más cara?- asentís. Suspira y cierra los ojos con fuerza-. Era mentira.
Tu mueca de incredulidad lo hace reír.
-Quería hacerte un regalo por tu cumpleaños- sus pulgares acarician tus pómulos y cuando derramás una lágrima él la limpia-. En ese momento se me ocurrió que era la única forma de conseguir tu dirección. Todavía tenía los datos.
Guardás silencio. Enzo una su frente con la tuya y ambos fingen que los milímetros que separan sus labios de los tuyos no son tan peligrosos.
-Jamás pensé que te vería en persona- decís en un susurro y, sin poder controlar tu lengua, agregás:- Justo antes de que llegaras estaba viendo tu video.
-Pensaba en vos.
-No mientas.
-Nunca te mentiría- jura-. No sabés las ganas que tenía de conocerte y...
-¿Y…?
-Estás temblando.
Es patético, te dice tu cerebro, temblar en sus brazos sólo por lo mucho que te emociona conocerlo. Reparás entonces en tu falta de ropa interior, en tu cabello todavía húmedo y un poco despeinado, en tu pijama arrugado, en tu confesión sobre haber estado viendo su video hasta hace pocos minutos. Siempre pensaste que llegado el momento de encontrarse todo sería diferente. Planeado. Perfecto.
Enzo, sin embargo, no parece notar todos esos detalles y continúa observándote con esa intensidad característica de sus ojos oscuros, como si intentara descifrar tus pensamientos, ignorando que su cabello cayendo sobre tu rostro y el calor de sus manos sobre tu piel sólo empeoran tu estado porque son una confirmación de que esto es real.
Horas atrás estabas enojada por su falta de comunicación y en este momento lo tenés en tu puerta, confesándote que pensaba en vos mientras grababa su video, dejándote saber lo mucho que anhelaba conocerte y negándose a soltarte. Te encantaría reclamarle por su mentira, bromear, pero el gesto te resulta conmovedor y las palabras mueren en tu garganta.
-¿Te puedo besar?
Un pequeño gesto afirmativo de tu parte basta.
En un principio sólo es un roce prácticamente imperceptible, sus labios y los tuyos conectándose por pura inercia para deshacer el ínfimo espacio que los separa, pero cuando suspirás contra su boca cualquier delicadeza queda en el olvido. Es un beso hambriento e impaciente que sólo interrumpe cuando delinea tus labios con su lengua, preguntando.
Explora el interior de tu boca mientras te obliga a retroceder y gemís por la fuerza de sus manos sobre tu rostro. Cierra la puerta rápidamente para seguir besándote y te acorrala contra la pared, su mano en tu nuca para prevenir que te golpees, deslizando su pierna entre las tuyas antes de tomarte por la cintura y forzarte a sentirlo contra tu centro.
-¿Esto está bien?- pregunta cuando encuentra tu mirada.
Escucharlo preguntar por tu consentimiento en sus audios jamás te preparó para lo excitante que sería escucharlo preguntar en la vida real. El deseo que nubla su mirada no nubla su juicio, reflejándose su preocupación y consideración por tu comodidad en su voz ronca. Sonreís.
-Está perfecto- contestás y tirás de su ropa para volver a besarlo. Tu respiración irregular empeora mientras entre besos continuás hablando:- No puedo creer que estés acá.
En lugar de contestar te empuja aún más sobre su muslo y cuando utiliza su agarre en tu cintura para moverte bajás la mirada, encontrándote con que tu humedad mancha la tela de su pantalón. Tu expresión de mortificación y timidez, lejos de lograr que se detenga, sólo lo provocan más.
-Te estabas tocando cuando llegué, ¿no?
-Sí.
-¿Qué usaste?
-Nada. Sólo me toqué.
Desabotona la camisa de tu pijama sin romper el contacto visual y tira con fuerza de tu pezón izquierdo. Ignora tu mano cerrándose sobre su muñeca y masajea tu pecho, todavía sujetándote por la cintura con su otra mano, sus ojos ahora fijos en tus pechos y en las reacciones que sus acciones despiertan en tu cuerpo.
-Me encantan tus tetas, ¿sabías? Son perfectas.
-No…
-Sí, son perfectas, mirá.
Obedecés sólo para terminar arrepintiéndote por lo que la escena genera en tu cerebro. La imagen de tu pecho en su mano parece extraída de tus fantasías, sobre todo considerando la manera en que encajan perfectamente y con el frío material de sus anillos provocando que tu pezón continúe erecto, dejándote sin palabras.
-Son perfectas, ¿viste?- repite mirándote a los ojos. Su mano asciende hasta descansar donde puede sentir tus latidos-. Estás hecha para mí.
Temblás.
-Enzo…
-¿Qué querés? ¿Qué necesitás?
-A vos.
No tenés idea de en qué momento y cómo llegan a tu habitación.
Enzo te recuesta sobre las almohadas y luego de deshacerse de algunas de sus prendas se posiciona sobre tu cuerpo. Llena tu rostro, tus labios, tu mentón y tu cuello de besos mientras su mano juega con tus pechos hasta el cansancio, masajeando y pellizcando, haciéndote llorar con la sugerencia de utilizarlos para satisfacerse y nada más. Los golpea, justo como siempre dijo que haría, pero sus golpes son más caricia que tortura.
Utiliza sus uñas para recorrer el valle entre tus pechos, la zona de tus costillas y tu estómago, haciéndote sisear y regañándote cuando no permanecés quieta. Llega hasta el elástico de tu pantalón, frenando justo debajo de tu ombligo para hacerte cosquillas, regalándote así un momento para que lo detengas en caso de desearlo.
-¿Querés que te toque?
-Quiero que me cojas.
-Entonces primero tengo que tocarte- besa tu mejilla-. Necesito prepararte.
Retira tu pantalón, sin desperdiciar la oportunidad de acariciar tus piernas con vehemencia mientras lo hace, para luego deshacerse también de tu camisa y detenerse para contemplar tu cuerpo desnudo. Estás totalmente expuesta mientras él aún mantiene su camiseta y su ropa interior y el contraste te hace sentir vulnerable.
Sus manos en tus rodillas son una indicación que comprendés en cuestión de milisegundos y separás tus piernas para permitirle verte. Su respiración se entrecorta y su mandíbula se tensa. Intenta recuperar la compostura, esforzándose para no reclamar tu cuerpo como un salvaje, piensa en todo lo que le gustaría hacerte (nada de esto sirve para frenar sus impulsos).
-Tenés una conchita tan linda- se recuesta entre tus piernas y besa tu muslo-. Y es toda mía, ¿no?
-Tuya, sí.
Utiliza dos dedos para trazar una línea desde tu entrada goteante hasta tu clítoris, donde se detiene para dibujar círculos con una exasperante parsimonia que te hace rogar por más. Ignora tus súplicas, sus dedos recorriendo múltiples veces el mismo camino, antes de posicionar uno contra tu entrada y ver cómo se contrae con anticipación.
-Estás muy mojada, mi amor- vuelve a besar tu muslo y sólo para torturarte continúa:- Me parece que no vamos a necesitar el lubricante.
-Enzo...
-¿Qué?
-Apurate.
-Mirame- ordena. Cuando no obedecés decide morderte para llamar tu atención-. Necesito que me hables, ¿sí? Cualquier cosa que quieras, cuando algo no te guste, si duele...
-Está bien.
Te recompensa introduciendo su dedo medio y mordés tus nudillos. Sus dedos, más grandes y más largos que los tuyos, te hacen sentir llena y tocan en tu interior todos esos puntos que por lo general no podés encontrar. Mientras realiza pequeños movimientos, arrastrando el dígito dentro y fuera de tu estrecha entrada, gira su muñeca y curva la punta del mismo.
-Acá, ¿no?- sonríe cuando te escucha gemir.
Besa tu clítoris un par de veces, el contacto breve y suave, como una especie de advertencia antes de utilizar su lengua y labios en vos. Está tan desesperado por probarte que no se molesta en medirse y cuando te quejás por la sensibilidad, producto de tu anterior orgasmo, no parece importarle en lo absoluto. Continúa devorándote y tantea tu entrada con un segundo dedo.
Tirás de su cabello -es tanto o más sedoso de lo que pensabas- y te movés contra su boca, cualquier remanente de autocontrol ahora perdido, porque nunca antes habías experimentado algo así. El sonido producido por la mezcla entre tu humedad y su saliva es obsceno, ambos fluidos empapan tu centro, tus muslos, su mano y su rostro, pero eso parece excitarlos más.
-Más- exigís cuando sentís la proximidad de tu orgasmo.
Enzo introduce otro dedo y no podés hacer nada más que dejarte ir entre sollozos. En lugar de detenerse aumenta su tempo, sujetando tu pierna para impedir que escapes y manteniendo sus labios adheridos a tus pliegues para beber de tu liberación. Tus manos en su cabello, batallando por alejarlo y simultáneamente presionándolo más contra tu cuerpo, su nombre en tu boca, las contracciones de tus paredes y todo tu ser comienzan a volverse una adicción para él.
Se obliga a dejar de frotarse contra el colchón. No quiere arruinarlo todo.
-¿Querés más?- ofrece cuando vuelve a posicionarse sobre tu cuerpo. Tus pestañas brillan por las lágrimas que derramaste y él besa el rastro húmedo en tus mejillas mientras tu mano baja por su torso antes de colarse en su ropa interior. Cuando comenzás a tocarlo la calidez de tu palma amenaza con desbordarlo y busca refugio en tu cuello-. Dios... Me vas a matar.
-¿Así está bien?
-Sí, sí.
Cuando se reincorpora tomás su mejilla en tu otra mano y él gira su rostro unos centímetros para poder besar tu palma. Sólo deja de mirar tus ojos para ver tu boca, la manera en que mordés tu labio inferior con fuerza, tu mano envolviéndolo con dificultad y llevándolo hacia el límite. Cuando bajás la mirada comprendés el motivo de su fascinación y no podés evitar gemir.
Gotea cantidades absurdas de líquido preseminal sobre tu estómago.
-¿Enzo?
-¿Qué?
-Es muy grande- intenta ocultar su sonrisa, pero es en vano, ya conocés el significado y no te molestás en ocultar tu frustración ante su reacción arrogante-. No es gracioso.
-Perdón, bebé, es que…- se interrumpe con un gemido profundo que te hace apretar los muslos-. Está bien si querés parar.
-No quiero- aclarás-. Es que...
-¿Tenés lubricante?
Estirás el brazo para tomar el lubricante, perdido entre tus almohadas, sin dejar de tocarlo. Quién lamenta más el tener que separarse del otro es una pregunta sin respuesta, pero lo hacen, porque es necesario y porque saben que sólo será cuestión de unos minutos. Con expresión serena, intentando calmar tanto tus nervios como los suyos, Enzo deja caer unas gotas del producto en tu centro.
Vuelve a deslizar sus dedos en tu interior, separándolos y maravillándose con la imagen de tu entrada dilatándose, antes de arrojar un poco más de producto con la esperanza de facilitar la penetración. Tirás de las sábanas cuando un tercer dedo entra en tu cuerpo y ambos fingen ignorar la manera en que tu mirada permanece siempre sobre su mano.
-¿Qué decís?- pregunta mientras utiliza la base de su mano para ocuparse de tu clítoris-. ¿Estás lista?
-Sí.
Hace una pausa para desnudarse y perdés la capacidad del habla cuando por fin podés apreciar todo su cuerpo: los músculos en sus brazos, su pecho y su abdomen tonificado, el rastro de vello en la base de su miembro. Intentás dejar de mirarlo, concentrarte en su rostro, pero no parece molestarle y tampoco tenés la fuerza para despegar tu mirada de su persona.
Ocupa el lugar entre tus piernas, sosteniéndose con un brazo mientras guía su miembro hacia tu entrada, su rostro sobre el tuyo para poder mantener el contacto visual. Cuando delinea tus pliegues con su punta gemís y colocás una mano en su pecho, tus uñas rozando su piel, suplicándole silenciosamente y también rogándole para que se dé prisa.
Una pequeña exclamación hace que separes los labios -tu mandíbula cayendo exageradamente- una vez que comienza a penetrarte. El dolor te sorprende, pero es tolerable, sobre todo porque Enzo se mueve con la lentitud y la suavidad necesarias para permitir que te acostumbres a su tamaño. Rasguñás su pecho con los siguientes centímetros y él frunce el ceño, concentrado, intentando no provocarte más dolor.
-¿Necesitás que pare?
-No- negás rápidamente-. No pares.
Continúa hasta que la mitad de su miembro desaparece en tu interior y sólo entonces se detiene. La contracción de tus músculos sobre su extensión ya es exquisita y puede ver en tu rostro que necesitás un minuto o dos para recomponerte. Junta con su pulgar la saliva que mancha tu mentón y lo utiliza para jugar con tu clítoris.
Tu expresión de vulnerabilidad y total entrega le hacen perder el control. Mueve sus caderas sin pensarlo y gritás, pero tu cuerpo cede, recibiéndolo sin oponer mucha más resistencia. Termina de hundirse sin dejar de tocarte, esforzándose por mantener un ritmo constante para relajarte, ignorando el irrefrenable deseo de utilizarte de todas las maneras posibles hasta que sólo recuerdes su nombre.
Llevás una mano hacia tu abdomen bajo mientras balbuceás incoherentemente (sólo comprende las palabras profundo y llena) y él la cubre con la suya antes de ejercer presión. El gemido roto y tu respiración son la única advertencia que recibe antes de ver cómo otro orgasmo sacude tu cuerpo, tu espalda arqueándose y tus piernas rodeando su cadera para tenerlo más cerca (es imposible), tus párpados cerrados con fuerza y las lágrimas que no dejan de caer.
Sólo deja de tocarte cuando intentás apartar su mano, presa de la sobre estimulación, aunque escoge ese momento para comenzar a moverse. Sus estocadas no son precisamente lentas, pero el ritmo te permite acostumbrarte a la sensación de plenitud y el insufrible placer que produce la fricción entre su cuerpo y el tuyo.
Descansa sus codos a ambos lados de tu rostro para poder estar más cerca.
-Estás muy apretada- dice contra tu boca-. Me encantás.
-Me…- te interrumpís y humedecés tus labios en un intento de reunir valor. Cerrás los ojos antes de confesar:- Me encanta tu pija, Enzo.
Captura tus labios en un beso lleno de una pasión que se refleja también en el brutal golpe de sus caderas. Tu cuerpo se sacude sobre las sábanas y cuando Enzo rompe el beso –sus bocas permanecen unidas por un hilo de saliva- su mirada termina en tus pechos, hipnotizado por cómo suben y bajan con cada embestida, tus pezones erectos provocándolo.
El sonido de sus cuerpos colisionando resuena entre las paredes de tu habitación junto con tus gemidos agudos y su respiración pesada, el contacto de sus labios y tu piel con cada beso que deja en tu mandíbula y tu cuello, tus protestas cuando utiliza los dientes. Se queja cuando tus uñas se clavan en sus brazos, dibujando como lo hicieron en sus hombros y espalda, pero no intenta detenerte. Quiere un recordatorio de este momento.
En un fugaz movimiento intercambia sus posiciones, recostándose sobre el colchón y dejándote sentada sobre él, sus manos ahora sujetando con firmeza tu cadera para guiarte. El nuevo ángulo y el constante roce de tu clítoris sobre su pelvis te hacen delirar: repetís su nombre como una plegaria, rasguñás su pecho, rodeás su cuello con una mano y sujetás su mandíbula con la otra, desesperada por sentirlo.
-Sos hermosa, ¿sabías?- pellizca tu pezón y cuando intentás zafarte de su agarre golpea tu pecho con su palma abierta-. Y sos mía. Toda mía.
No estás segura de si son sus palabras o el placer lo que motiva tus acciones, pero plantás tus pies sobre el colchón y tus manos sobre su pecho en busca de apoyo, robándole con tus rápidos y pequeños saltos un gemido gutural. El esfuerzo hace arder tus músculos luego de unos pocos minutos pero no te detenés, querés volverlo loco y se siente muy bien como para parar.
Cada vez que tus muslos impactan con su cuerpo su punta besa tu cérvix y gritás. La línea que separa el placer y el dolor termina de difuminarse cuando sentís sus uñas en tu pierna y en tu cadera, cada vez más profundo, como si intentara marcarte de todas las maneras posibles.
Cuando Enzo rodea tu cintura con sus manos y toma impulso para embestirte te frustrás, molesta por ser incapaz de controlarlo como él te controla y también excitada por el poder que tiene sobre vos, pero la fuerza de sus movimientos termina haciéndote caer sobre su pecho y allí olvidás cualquier pensamiento que no sea su nombre.
Besás sus clavículas y él besa tu cabello antes de abrazarte con fuerza. Gemís sin control.
-Me vas a dejar llenarte toda, ¿no?- pregunta. Cuando no respondés tira de tu cabello para obligarte a mirarlo y no está seguro de qué disfruta más: las lágrimas que caen en cascada por tus mejillas o el hilo de saliva que escapa de tus labios-. ¿Querés que te llene la conchita?
-Sí, sí, sí.
Besa tu frente y cuando buscás su boca te corresponde. Tus suspiros, jadeos y gemidos se derraman sobre sus labios, así como las palabras inentendibles que le dirigís, pero él no necesita de palabras para saber lo que intentás comunicarle. Puede sentir tus pezones erectos contra su pecho y la manera en que tu interior succiona su miembro desesperadamente.
Golpea tu mejilla para llamar tu atención.
-Sos mía, ¿entendiste?
-Y vos sos mío.
-Siempre- con su mano en tu nuca te obliga a descansar tu frente sobre la suya. La intensidad y devoción que brillan en sus ojos te hace temblar entre sus brazos-. Somos el uno para el otro.
Sus palabras te empujan hacia el orgasmo y arrastrás tus labios por su mandíbula antes de buscar refugio en su cuello, desbordada por su confesión, por cómo sus brazos te rodean, por la forma en que abusa de tu cuerpo sin consideración.
El placer es intolerable y sentís el impulso de cerrar las piernas, pero la cadera de Enzo se interpone, así que mordés su hombro para lograr sobrellevar la brutalidad de tu clímax. Esto parece ser el último empujón que necesita para su propio orgasmo, porque sus embestidas frenéticas se tornan erráticas.
-Toda, Enzo, toda- suplicás-. Por favor.
Intenta contenerse, prolongar el momento, pero es imposible considerando lo que estás pidiendo con tanta desesperación. Recorre todo tu cuerpo con sus manos y finalmente se deja ir (sus yemas sobre la piel que rodea tu entrada y rozando su miembro cada vez que entra y sale) con un gruñido. Llena tu interior con su semen caliente y no deja de moverse hasta que está seguro de que no queda nada más por derramar.
Besa tu hombro mientras intentan recuperarse.
-¿Estás bien?
-Sí- contestás con un hilo de voz-. ¿Vos…?
-Mejor que nunca.
Soltás una risa tímida.
-Estás temblando otra vez- susurra cuando abandonás tu lugar en su cuello. Peina tu cabello y busca cualquier señal de incomodidad o dolor en tu rostro-. ¿Estás segura de que estás bien?
-Sí.
-Voy a...
Abandona tu interior lentamente y protestás por la sensación de ardor en tu entrada. Besa tu mejilla para disculparse y te recuesta sobre el colchón, estirándose para poder tomar su camiseta y cubriéndote con ella. Suelta una carcajada.
-¿De qué te reís?
Se arroja a tu lado.
-Nunca imaginé que esto iba a pasar- acaricia tu mejilla-. Pensé que sería diferente.
-¿Te arrepentís...?
-No. Nunca. Jamás pienses eso- vuelve a acercarse a tu rostro-. Es así como tenía que ser.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Por supuesto.
-¿Qué estabas haciendo antes de venir?
-Fui a ver la obra que protagoniza un amigo.
-¿Y por qué recién cuando llegaste me mandaste un mensaje preguntando si estaba enojada?- tomás un mechón de su cabello entre tus dedos-. ¿No se te ocurrió que podía estar ocupada?
-Qué suerte que no lo estabas, ¿no?- ríe-. Pensaba hablar con vos antes, ¿sabés? Cuando no me respondiste las historias pensé en decirte.
-¿Y qué pasó?
-No podía esperar más. Quería verte.
Tu sonrisa es reemplazada por una mueca de disgusto rápidamente y cuando bajás la vista Enzo comprende el motivo. Su liberación corre por tu piel y mancha tus muslos de manera tentadora, pero la cantidad que cae humedece y oscurece las sábanas.
En silencio abandonan la cama y te conduce hacia el baño. Espera pacientemente junto a la puerta y cuando lo invitás a entrar te sigue hacia la ducha, donde no puede evitar besarte mientras el agua caliente impacta de lleno en sus hombros y su espalda.
-Lo dije en serio- asegura cuando el vapor los rodea por completo-. Somos el uno para el otro.
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No volvería a decirte que te amo y tampoco lucharía por volver; solo deseo que esta historia quede atrás y que tú, esta clase de actos; no vuelvas a cometer.
Si la historia se repite, está en ti; si deseas releer...
Mabel
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Y con cada uno se repite la historia, el mismo final, el mismo el dolor...
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La historia se repite.
#Gaza #stopgénocideInPalestine
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Paso por aquí para contar cosas.
He tenido unos días de bastante actividad fuera de mi rutina habitual. Han sido cosas mayormente buenas, aunque me noto cansada. A veces analizo el sistema de sociedad en el que estamos y creo que el concepto "cansancio" se repite más de lo que es saludable. Espero que cada una de las personas que pasa por aquí encuentre una parte en su vida para recargar energía. Para mí la escritura es una parte, a pesar de que necesito estar algo descansada para poder entrar en "la cueva de la escritora", ese lugar en el que todo es oscuro y poco a poco la luz deja ver las formas.
También, por estos días y en los encuentros en los que he estado, hablamos de las personas PAS (Personas Altamente Sensibles). Yo me reconocí como una personas PAS hace varios años y fue un alivio darle nombre a mi hipersensibilidad hacia el mundo. Esa misma alta sensibilidad hace que no me sea fácil relacionarme con las personas y puede parecer que soy distante, sin embargo lo que necesito es confianza y ésta la forjo poco a poco.
Dicho esto, pasemos a las historias
He estado escribiendo ĒTERU con más lentitud de la que quisiera y es que el verano es una época muy agradable, excepto por las olas de calor que esta semana anuncia hasta 41º en el sitio en que vivo a los que espero no lleguemos. En verano se extienden las horas del día y las cosas que queremos hacer en ese tiempo, así como en invierno ralentizamos las actividades, en esta temporada las duplicamos y llevar el ritmo de aquello que nos gusta hacer durante todo el año resulta un poco más complicado. No obstante, ĒTERU te sigo escribiendo.
He avanzado bastante con IZON SHŌ Kimi Ni, dentro de poco comenzaran a caer en cascada los capítulos que ya están publicados en Patreon. Me gusta mucho la forma en que esa historia explorar la sutileza del alma en medio de lo basto del día a día, y como el sexo y la intimidad se convierte en una forma de comunicación cuando no se encuentra una mejor manera de decir algo. Estoy contenta con eso
He conseguido seguir con TSUNAGARI. Esa historia estaba algo parada en mi cabeza porque surgió a raíz de mi enfado con el uso de la AI y el engaño que me parecía que era percibir a gente que la usaba para escribir, y no me refiero a correcciones, aunque también soy algo purista en eso. Bueno, el hecho es que estoy explorando la ciencia ficción a través de esa historia y eso me tiene muy entusiasmada. Creo que este tipo de ficción es preciosa cuando va de la mano de la reflexión sobre lo que nos hace humanos. Sigo con ello y también irán apareciendo capítulos en esta cascada de la que hablé antes.
KURENAI. Me gusta mucho la premisa que tengo de esta historia, más aún porque me estrené hace años en el género de BDSM, aunque en otro fandom, y me gusta escribir sobre ello de un modo elegante, o al menos es como intento que quede. Esta historia apenas comienza a perfilarse, sin embargo creo que nos dará momentos de satisfacción literaria
KOTODAMA está a la espera de su momento ya que llevo las últimas semanas metida con KAWAAKARI y está última historia me está comiendo la cabeza. Amo cuando en el proceso de la escritura una historia se hace protagonista y el tiempo dedicado no es suficiente para poder llegar al horizonte que ves de ella ante ti. Es por esto que me gusta trabajar en este sistema abanico, de varias historias a la vez, dado que me permite ir por donde está mi mayor interés. Y no puedo hablar de KAWAAKARI sin hablar de la maravillosa ilustración que ha hecho LEN para ella. Le comenté la escena que quería describir y ella captó a la perfección los detalles, el gesto de ambos personajes y el entorno en que se encuentran. Amo ver en sus trazos la representación de los InuKag de esta historia.
En la imagen de este post le compartiré la ilustración hecha por mí para KAWAAKARI.
Si quieren preguntar algo sobre las historias que escribo lo pueden hacer en los comentarios.
Un beso y seguimos
Anyara
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P.D.: En cuanto a los dibujos, estoy a la caza de mi estilo personal. En algún momento se definirá ♥
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La historia se repite y tal vez el texto también. Yo creía en la posibilidad. Insistí en la probabilidad. Y me equivoqué en el porcentaje que nos uniría fuiste un error de calculo.
Seguen
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Es un ciclo interminable, la historia se repite aunque diga que ya no voy a confiar más. Todo sucede como la primera vez, el dejavú siempre me lo marca este dolor en el pecho. Esto ya lo viví, y seguirá ocurriendo. Eterno retorno, dolor infinito.
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La historia se repite…🍦(dibujito rapidin antes de mimir)
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demasiada gente siendo simps de marcos pérez jiménez en un día. we are not beating the "la historia se repite al que no la conoce" allegations. la cantidad de gente que defiende dictaduras es genuinamente alarmante pero nada es nuevo ya
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- Difícil, difícil conocerlo y no tenerle miedo recuerdo el miedo que sentí cuando nos vimos en Nuevo Orleans sentí terror de poder salir con vida de aquel lugar porque sinceramente Armand era mucho más intimidante que Louis este último lo intentaba Pero no. No era la misma sensación y quiero saber más de su historia quiero saber quién fue cuando era humano, quiero saber pero no me ha dejado entrar más allá de lo que conozco más allá de lo que él desea conocer ... Es como una caja de Pandora que no se deja abrir. Es frustrante enseñarle todo lo que se sin obtener lo que deseo siempre repite "No sabes lo que hablas. Soy un monstruo " ¿Que no sabe que los humanos también lo somos? Además antes de ser lo que cree que es era humano. ¿Esto será solo un trato por pura conveniencia? Cuando termine de aprender lo que desea se irá ... ¿Que voy a hacer yo? ¿Que haría yo si eso pasara? No sabría cómo gestionar sin Armand ¿O si? -
Retasos del diario de Daniel
1789.
Sobre @goldenfurevamp
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