#La Vuelta al Mundo sin Prisas
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En ti me quedo
De vuelta de una gloria inexistente,
después de haber avanzado un paso hacia ella,
retrocedo a velocidad indecible,
alegre casi como quien dobla la esquina de la
calle donde hay una reyerta,
llorando avergonzado como el adolescente
hijo de viuda sexagenaria y pobre
expulsado de la escuela vespertina en la que era becario.
Estoy aquí,
donde yo siempre estuve,
donde apenas hay sitio para mantenerse erguido.
La soledad es un farol certeramente apedreado:
sobre ella me apoyo.
La esperanza es el quicio de una puerta
de la casa que fue desarraigada
de sus cimientos por los huracanes:
quicio-resquicio por donde entro y salgo
cuando paso del nunca (me quisiste) al todavía (te odio),
del tampoco (me escuchas) al también (yo me callo),
del todo (me hace daño) al nada (me lastima).
No importa, sin embargo.
Los aviones de propulsión a chorro salvan rápidamente
la distancia que separa Tokio de Copenhague,
pero con más rapidez todavía
me desplazo yo a un punto situado a diez centímetros
de mí mismo,
de prisa,
muy de prisa,
en un abrir y cerrar de ojos,
en sólo una diezmilésima de segundo,
lo cual supone una velocidad media de setenta kilómetros a la hora,
que me permite,
si mis cálculos son correctos,
estar en este instante aquí,
después mucho más lejos,
mañana en un lugar sito a casi mil millas,
dentro de una semana en cualquier parte
de la esfera terrestre,
por alejada que os parezca ahora.
Consciente de esa circunstancia,
en muchas ocasiones emprendo largos viajes;
pero apenas me desplazo unos milímetros
hacia los destinos más remotos,
la nostalgia me muerde las entrañas,
y regreso a mi posición primera
alegre y triste a un tiempo
-como dije al principio:
alegre,
porque sé que tú eres mi patria,
amor mío;
y triste,
porque toda patria, para los que la amamos,
- de acuerdo con mi personal experiencia de la patria-
tiene también bastante de presidio.
Así,
en ti me quedo,
paseo largamente tus piernas y tus brazos,
asciendo hasta tu boca, me asomo
al borde de tus ojos,
doy la vuelta a tu cuello,
desciendo por tu espalda,
cambio de ruta para recorrer tus caderas,
vuelvo a empezar de nuevo,
descansando en tu costado,
miro pasar las nubes sobre tus labios rojos,
digo adiós a los pájaros que cruzan por tu frente,
y si cierras los ojos cierro también los míos,
y me duermo a tu sombra como si siempre fuera
verano,
amor,
pensando vagamente
en el mundo inquietante
que se extiende -imposible- detrás de tu sonrisa.
Angel Gonzalez
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Alerta de pequeña historia y mucho texto.
Las imágenes son de propiedad de Red Qian, con las escenas más icónicas del manga (de nuestros hermosos favoritos). Tiempo sin publicar pero espero redimirme con esto que escribí hace un tiempo.
Alerta también de muucha melosidad. Si no les gustan las historias dulces, no hay problema ❤️💜
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Canción de Cuna
Lentamente abre los ojos, los siente un poco hinchados y le molesta un insistente y punzante dolor de cabeza, se siente incómoda. Al intentar moverse, su pie choca con la piel de su acompañante... Se le aprieta el pecho.
Es cierto... El había regresado a casa la noche anterior, como tantas veces después de una batalla. Generalmente, cuando duerme junto a él, descansa plácidamente, pero esa noche... Pesadillas tras pesadillas.
Entonces cae en cuenta de que él duerme dándole la espalda y en estado fetal bajo las sábanas. Un suspiro sale de sus labios, sabe que él no está del todo bien, al igual que ella.
Muy suavemente para no despertarlo, le acaricia el cabello. ¿Qué más puede hacer? Infinidad de veces lo ha oído decir que la protegerá, que daría su vida por ella, ¿y quién lo protege a él?
No logra su objetivo y el chico se remueve en su sitio. Perezoso y sin prisas se da la vuelta, y quedan de frente.
—¿Qué hacías?
—Me gusta acariciarte mientras duermes.
La sonrisa que él le dedica la desarma por completo. Se incorpora para quedar sobre ella, apoyado en su antebrazo, la parte superior de su cuerpo desnudo al descubierto. Se acerca a la frente de su mujer para depositar un dulce beso antes de refugiarse entre sus brazos y pechos mientras le acaricia sus lacios cabellos violetas. Ella le acaricia su espalda desnuda...
¡Cuánto ha cambiado!
El ya no es niño de 13 años, hoy es un adulto. Es un fuerte, valeroso y temerario santo de Athena, su primer soldado, el que constantemente trae el peso del mundo sobre sus hombros.
Su deber es proteger a su diosa, resguardar a Athena por siempre, luchar por la justicia. Sus manos se han llenado de sangre de enemigos que, a veces, son realmente crueles; pero también hay nobles guerreros peleando por las razones y los dioses equivocados.
Guerra tras guerra ha perdido amigos, conocido asesinos, ha visto personas muriendo y a otras heridas llorando y gritando... ¡¡aún puede oírlas dentro de su cabeza!!
Se cuestiona constantemente qué es lo que está mal en este mundo en el que vive, donde la gente insiste en tomar decisiones incorrectas, en no respetarse unos a otros, ¡incluso dañándose entre hermanos!
Se pregunta por cuánto tiempo seguirá luchando, ¿hasta cuándo será capaz de mantenerse con vida?
El que nunca se rinde, el que entrega todo, el que se ha convertido en una inspiración para tantos y en un modelo de fortaleza a seguir. Pero hay un tiempo para todo...
A veces sólo necesita llorar, y ella lo sabe.
Porque él ha sido su ancla y su pilar, ¡pero también la necesita! El también se derrumba. Ya no es un niño, pero precisa de un lugar seguro en el cual sentirse cobijado, amado.
El busca desplomarse, dejar de ser el imbatible guerrero, quitarse el papel del fuerte, lo necesita y ella lo entiende. Ya no le cuestiona, ya no se sorprende, simplemente lo deja caer y lo sostiene, porque siente la misma emoción. Ahora él necesita ser resguardado.
En ese momento de profunda intimidad, al fin se siente libre de llorar frente a ella, porque es Saori, su Saori. No dice absolutamente nada, ella ya lo sabe: él es, ante todo, un hombre de carne y hueso. Ahora, y sólo ahora, puede mostrarse como un humano común y corriente.
Ella siempre lo recibe con los brazos abiertos, como la noche anterior, cuando regresó en búsqueda de su mujer para desnudar su cuerpo y alma, reír, llorar, hablar de sus miedos y esperanzas y permitirse abatir; tal como ahora, que lo cobija cual madre a un niño indefenso ante sus propios temores mientras se desahoga entre suaves sollozos y caricias. Hace mucho dejó de esconderse de ella, ya no teme herirla con su dolor porque sabe que lo comparten.
El se hunde más en sus pechos desnudos, sus manos acarician con lentitud esas curvas femeninas, su cintura, sus caderas, sus senos... Pero ella no se confunde, él no busca sexo, no ahora; autorregulación.
Ella dedica toda su atención en masajearle la espalda, los hombros, el cuero cabelludo... Le canta una canción, una canción de cuna. No le dirá que lo siente, que está arrepentida; tampoco le pedirá que aleje su dolor. No hay palabras, no hay razón. Ahora es ella el refugio, la próxima vez quizás lo sea él. Está consciente de que es sólo un momento, que se levantará como siempre, con su confianza avasalladora, su determinación y entereza que todos reconocen en él; pero ésta es su oportunidad, su único momento para acompañarlo íntimamente, acunarlo y recordarle que no está solo, que siempre puede regresar a ella. Mañana será otro día y probablemente se embarquen en una nueva guerra sin precedentes, pero sólo por hoy desea sentirlo humano, frágil y necesitado, porque es una faceta que sólo ella conoce, que sólo reserva para su amada.
Ven, puedes descansar aquí,
Dormirte en mi pecho
Aunque llegue un hermoso amanecer,
Mis ojos sólo a ti te pueden ver
Eres una estrella fugaz
Ese brillo no lo dejes escapar
Ven, sólo trata de olvidar,
Recuéstate y descansa
Que el viento se llevará
Todo aquel dolor, pronto se borrará
En la arena del tiempo se enterrará
Sí, ella lo conoce demasiado bien. El sonríe, aún con el rostro entre sus pechos.
—¿Puedo quedarme aquí un poco más? —le hace una pregunta retórica, porque ya conoce la respuesta.
—Todo el tiempo que quieras.
Por ahora no quiere saber de ese mundo que un día le dio la espalda y al cual protege con su vida: sólo existe Saori.
—Canta una vez más esa linda melodía.
—¿Te gusta?
—Es la más hermosa que he oído —y no exagera.
—La he creado para ti, es tu canción de cuna.
Ella entona su canción una vez más mientras limpia las pequeñas lágrimas que permanecen en forma de humedad sobre los párpados de su amado.
El cierra los ojos, quiere dormir un poco más sobre pecho, aspirando su aroma mientas recupera su alma para levantarse nuevamente y salir a ganar otra batalla junto a ella.
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Hace ya diez años que recorro el mundo. ¡He vivido poco! ¡Me he cansado mucho! Quien vive de prisa no vive de veras, quien no echa raíces no puede dar frutos. Ser río que recorre, ser nube que pasa, sin dejar recuerdo ni rastro ninguno, es triste y más triste para quien se siente nube en lo elevado, río en lo profundo. Quisiera ser árbol mejor que ser ave, quisiera ser leño mejor que ser humo; y al viaje que cansa prefiero terruño; la ciudad nativa con sus campanarios, arcaicos balcones, portales vetustos y calles estrechas, como si las casas tampoco quisieran separarse mucho… Estoy en la orilla de un sendero abrupto. Miro la serpiente de la carretera que en cada montaña da vueltas a un nudo; y entonces comprendo que el camino es largo, que el terreno es brusco, que la cuesta es ardua, que el paisaje es mustio… ¡Señor! ¡Ya me canso de viajar! ¡Ya siento nostalgia, ya ansío descansar muy junto de los míos!… Todos rodearán mi asiento para que les diga mis penas y mis triunfos; y yo, a la manera del que recorriera un álbum de cromos, contaré con gusto las mil y una noches de mis aventuras y acabaré en esta frase de infortunio: ¡He vivido poco! ¡Me he cansado mucho!
Nostalgia /José Santos Chocano
#José Santos Chocano#frases#escritos#pensamientos#fragmentos#poesia#literatura#escritores#libros#poemas#literatura universal
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Cool-B Vol-104 | UrC SS (YomiJuuro) - Parte 1
Resumen de la short story que venía en la edición 104 de la revista Cool-B
-Yoiyoi Kaijuu-
–Introducción
La historia comienza con Juurou regresando del correo, y llegando a donde hay un cruce
la calle es tan estrecha que se podría llenar con unas cuantas personas paradas hombro a hombro, no tiene tráfico y es utilizada como atajo por la gente que tiene prisa por llegar a la estación
cuando Juuro estaba a punto de pasar por el cruce, vislumbró una misteriosa figura, con las manos hacia arriba rascando el aire, y con una forma de andar extraña pero firme
el hombre pasó junto a Juuro, que se había detenido estupefacto, y se desplazó hacia el otro lado de la calle
al verlo de espaldas, Juuro entonces recordó que era un baile Awa (Awa Odori), y se pregunta si es que hay un festival cerca
pero que aún así, son las 9 de la mañana y apenas es Junio
demasiado pronto para estar ensayando para un festival de verano
Juuro empieza a darle vueltas, pensando que algo no anda bien, y dice que el hombre parece estar sufriendo por su condición física, y que tampoco parece estar bailando porque le guste
cuando el hombre ya no se vio más, finalmente retomó su camino, preguntándose qué fue todo eso
.................................................................................................
Juuro entonces le explicó la situación a Yomi, que entrecerró los ojos como si estuviera escuchando una historia de fantasmas
se contentó al ver que Yomi mostró interés por algo tan simple, y entonces Yomi le pregunta que si había más gente bailando
Juuro responde que sí, un señor paseando un perro, y un policía haciendo su ronda
Yomi le pregunta que si había gente normal que no estuviera bailando, y Juuro dice que la mayoría de la gente estaba normal
Yomi entonces dice que había gente normal y gente que no, y se pregunta si el Awa Odori es popular
Juuro responde que no era solamente ese baile, sino que también había gente bailando ballet y latin dance
Yomi apoya las mejillas, diciendo que cada vez se pone más misterioso, y hace el papel de que lo está pensando muy profundamente
Juuro dice para sus adentros que, sea que bailen o no, él ya no tiene interés en los sentimientos de las personas
que lo único que lo tenía fascinado, era el rostro pensativo de Yomi...
Yomi le dice que tienen que pensar en algo, y Juuro responde que es un asunto ajeno, que no tiene nada que ver con ellos, y que para mañana a todo el mundo ya se le habrá olvidado, pero Yomi insiste en que tienen que hacer algo
Juuro le dice que es muy curiosito, y entonces Yomi responde que es muy difícil para él tener que decirle esto, pero que él también está bailando......
que está haciendo un baile Bon (Bon Odori), y le trae un espejo para que se vea
Juuro ve que sus manos están bailando y rascando el aire, igual que el hombre con el que se topó
no puede caminar porque sus piernas están cruzadas, pero aunque no tiene sensación, los dedos de sus pies también estaban 'nadando'
dice que no puede dejar de bailar, y en ese momento, el programa de radio que había estado transmitiendo música occidental, pasó a noticias de última de hora
cuando Juuro estaba a punto de enfocar en su atención en eso, Yomi desconectó la radio, diciéndole que en ese momento estaba hablando con él (que se concentre en la conversación con él y no se distraiga)
Juuro dice que de ser posible, le gustaría que algo lo distrajera, ya que su reflejo en el espejo se ve tan estrafalario y bizarro, que no puede soportar verlo
quiere que Yomi quite el espejo, pero este más bien se lo acerca más
se pregunta si la mirada de Yomi es de preocupación o de burla, y entonces Yomi le pide que responda honestamente a su pregunta
¿a donde fue Juuro esta mañana?
Juuro se sorprende y responde que fue a dar un paseo, pero que cuando se despertó en la mañana no tenía nada, y que como prueba de eso, ahora estaba comenzando a sudar
que si hubiera estado bailando desde la mañana sin saberlo, ya debería estar bañado en sudor
quería limpiarse el sudor de la frente y la nuca, pero no podía detener sus manos
Yomi entonces le pregunta que si realmente salió a dar un paseo, y Juuro se vuelve a sorprender
que si solamente salió a caminar, por qué se fue sin decirle nada a él
Juuro responde que es porque él estaba dormido, y Yomi le dice que estaba despierto
Juuro al parecer no se dio cuenta, y entonces Yomi dice que él suele comprobar su respiración o llamar su nombre, así que más que decir que estaba despierto, lo despertaron
le vuelve a preguntar que por qué salió a escondidas, y Juuro se queda en silencio
Yomi se ríe, y Juuro dice que esa mirada es inaguantable para un adulto, ya que es como si estuviera regañando a un niño
Yomi le dice que no está enojado, que solamente está triste
Juuro apartó la vista de Yomi con la cabeza gacha, pero sus manos seguían bailando
sus manos se movían como si se estuviera rindiendo o pidiendo por su vida, pero la razón por la que su cara estaba roja, no era solo porque le costara respirar
dice que todavía no puede hablar
Yomi se ríe, y le dice que le tiene contar para que así puedan entender porque las cosas resultaron así
Juuro dice que aunque quisiera hablar, no podría hacer un juicio normal moviéndose de esa forma, y entonces Yomi se levanta
Juuro describe que su forma de levantarse es única, como si no sintiera la gravedad, pero que también es la actitud que toma cuando quiere que la historia prosiga rápidamente
Yomi pasó sobre el escritorio, se paró a la par de Juuro, superpuso sus manos con las de él, y lo jaló para ponerlo de pie
inesperadamente sus brazos dejaron de bailar, y se conectaron con los de él fácilmente
y entonces Yomi le dice que le va a enseñar un baile que es más fácil que el Awa Odori...
Continuará en la parte 2
Cool-B Vol.108 SS (YomiJuuro)
Cool-B Vol.109 SS (AkiShou)
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LUCAS 8:49-56
¡Niña, levántate!
Este es un buen momento para hacernos las siguientes preguntas: ¿Qué área de mi vida parece estar muerta o agonizando? ¿Se ha desvanecido el propósito? ¿Se ha evaporado la esperanza?
A lo largo de esta semana, previa a la pascua, hemos reflexionado acerca de los milagros de Jesús en la tierra, a fin de conocer al Dios poderoso que obra detrás de ellos.
Hemos comprendido que todo lo que Jesús hizo cuando estuvo en la tierra tenía un fin más grande: la redención de la humanidad. Toda la vida de Cristo fue un motivo, el indicio de algo mayor. Cada milagro revelaba sus propósitos eternos. Cada palabra manifestaba su identidad mesiánica. Jesús era la expresión viva y tangible del plan divino de salvación de Dios. El reino de los cielos había llegado.
Hoy nos enfocaremos en Jesús como aquel que nos trae de vuelta a la vida.
Los cuatro evangelios describen la resurrección de Cristo. Sin embargo, tres de ellos recogen también alguna otra ocasión en la que Jesús resucita a una persona. La resurrección es un tema recurrente para Jesús. La muerte huye ante su presencia.
Cada vez que la Escritura habla de la resurrección, deberíamos sentirnos confrontados. Estos episodios no sólo anticipan la propia resurrección de Jesús, sino que también corroboran la afirmación de Jesús de ser la eterna "resurrección y vida". Nos recuerdan que Cristo no era un simple maestro de la moral. Es el Dios Santo, el único portador de vida y vencedor de la muerte.
¿Has escuchado hablar de la “oración imaginativa”?
Es un ejercicio espiritual de inmersión que permite evocar la Escritura. Consiste en situarnos mentalmente en una escena bíblica, contemplando en oración los acontecimientos con la ayuda del Espíritu Santo. Visualizamos las imágenes, los sonidos y los aromas como si estuviéramos allí. Es una práctica que nos invita a comprometernos con la realidad de Jesús.
Hagamos un ejemplo.
Usa el pasaje bíblico de hoy para imaginarte la escena en la que Jesús entra en la casa de Jairo.
¿Qué es lo que ves? ¿Qué oyes?
¿Puedes ver el dolor en el rostro de Jairo y su esposa? ¿Puedes escuchar el lamento abrumador o tal vez el agobiante llanto?
Ahora, sigue acercándote.
Entra en la habitación donde está la hija de Jairo.
¿La puedes ver?
Observa cómo Jesús toma la suave pero fría mano de la niña.
Escucha atentamente sus palabras: "¡Niña, levántate!"
No tengas prisa. Vive el momento. Observa cómo la vida inunda a la niña. Percibe la conmoción, la alegría y los sollozos.
Acepta lo que acaba de suceder: Jesús ha resucitado a una niña.
Este es el Dios espectacular al que sirves.
¿Qué te pareció este ejercicio? fascinante y real, ¿verdad?
En el mundo de hoy, no podemos ser insensibles ante los milagros de Cristo. Son como un megáfono que nos revela los propósitos de Dios. Al resucitar a la hija de Jairo, Jesús muestra el poder de su Padre sobre la muerte. Es como que Jesús simplemente la despierta de un profundo sueño.
Escucha de nuevo las palabras de Jesús: "¡Niña, levántate!".
Déjalas resonar en tu alma.
Sin Cristo, todos estamos muertos en nuestro pecado, perdidos y sin esperanza. Sin embargo, en él, la voz de nuestro Padre celestial quebranta la oscuridad: "¡Hijo mío, levántate!" Te está hablando a ti.
La muerte ha sido vencida. En Jesús, has resucitado a una nueva vida. Encuentra hoy un momento para meditar en el incomparable poder de Dios. ¡Ya no tienes nada que temer!
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Cuidado
Personajes: Pain (de Evan) X Mikey Resumen: Pain tiene que ganar una apuesta (fic colab de MariDoi).
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Ese tipo de cosas…
nunca le habían llamado la atención. Por lo general era una persona muy despreocupada, así que, cuando Pain llegó al aula con una petición tan “especial” se sorprendió, aunque su cara no lo mostrase. No es como si el no tuviese sus propias necesidades de vez en cuando, pero se hacía cargo de ellas sin darle demasiadas vueltas. Incluso si la proposición de Pain le había pillado con la guardia baja eso no quiere decir que le pareciera mal o no quisiera hacerlo, es solo que, nunca lo había pensado.
– Bien hagámoslo, ¿ahora mismo?, ¿aquí? - le respondió sin siquiera titubear un poco, en momentos como ese aparecía el Mikey más serio y dominante.
Quizá por la simpleza y naturalidad con la que Mikey había respondido o quizá por la forma en la que se clavaban sus ojos en los de Pain, por lo que fuera… Le costó responder.
– Bueno…Ya hemos desayunado…- no entendía por qué estaba tan nervioso, fue su propia idea después de todo. Mientras buscaba las palabras adecuadas intentó relajarse jugando con sus propios dedos.
- Por mi podemos empezar… si quieres - acabó por decirle sin mayor rodeo.
Como respuesta Mikey solamente asintió para darle a entender al otro que estaba de acuerdo. Con los nervios arremolinándose en el estómago, Pain fue a cerrar la puerta del aula en la que se encontraban, bajo la atenta mirada del rubio. Había demasiada gente en el instituto y no quería ninguna sorpresa.
– Comencemos con besos, ¿vale? - se le ocurrió al peliazul pensando que quizá con eso podría sacarse los nervios.
– Vale - le gustaban mucho los besos de Pain, eran como comer dorayakis. Sus labios le resultaban suaves y blanditos e incluso eran más dulces que su postre favorito. Por eso Mikey no se hizo de rogar, rápidamente se inclinó y juntó sus labios con los de Pain en un primer pico que resultó algo vergonzoso, seguramente porque era su primer beso estando sobrios.
Tras un buen rato de besos íntimos, pero algo tímidos aun, Pain pudo escuchar a tiempo unas pisadas que le resultaban demasiado familiares. Se maldijo para si mismo al darse cuenta de que solo había cerrado una de las puertas del aula y la persona que venía a toda prisa sería capaz de entrar. Con gran destreza y rapidez agarró al más bajo y lo guio para esconderse dentro del armario, deseando que su amiga simplemente pasara de largo y no se percatara de su presencia. Obviamente iba a ser inoportuna, esa renacuaja…
– ¿¡¡Pain estas aquí!!? – Preguntó al aire la pelirroja mientras abría la puerta del aula - Mmmm…vaya aquí tampoco está.
Por suerte tan rápido como vino se fue, aunque ahora la situación dentro del armario se estaba calentando. El estar encerrados tan cerca el uno del otro hacía que nuevas sensaciones les inundaran. Una vez pasado el peligro volvieron a unir sus labios en besos cada vez más necesitados. Las manos de Pain se enredaban por el suave pelo de Mikey, mientras el otro agarraba la cara del peliazul como si fuera la cosa más preciada del mundo.
Paulatinamente las manos de Mikey fueron bajando, explorando el cuerpo del de las trenzas con interés, a lo mejor porque estaban a oscuras le pareció mucho más intensa la sensación suave y cálida de la piel de Pain bajo sus dedos. El rubio buscaba con cada caricia hacer que el más alto se sintiera bien por eso siguió bajando sus manos por el abdomen del peliazul que debía apreciar su toque, ya que, notó su respiración agitarse. Esto envalentonó a Mikey que con una seguridad solo digna del invencible Mikey rodeó con las manos el miembro de Pain sobre la tela.
– Es grande - dijo casi sorprendido, aunque más bien era solo un apunte para sí mismo, pues le pareció que sus manos eran pequeñas en comparación. Por lo que usó las dos para empezar a acariciarlo y apretarlo.
Pain podía sentir como se derretía de vergüenza. A causa del contacto del otro con su ya necesitado miembro gimió, sintiendo como el calor recorría todo su cuerpo. Para su sorpresa, Mikey de repente dejó de tocarlo, intentando discernir entre la penumbra que caras estaba haciendo Pain, quería que esto fuera lo más placentero posible para él.
Después de un rato en el que Mikey había tomado bastante soltura en sus movimientos Pain se había convertido en un desastre sobre estimulado, era tan evidente, lo que le hizo dar el siguiente paso. Procedió a quitarle los ya molestos pantalones y mientras sus manos se enganchaban en la ropa interior de Pain sus boxers no hicieron mucho para ocultar el hecho de que Pain ya estaba extremadamente excitado. Pero justo cuando Mikey se los iba a bajar Pain lo paró con algo de duda.
– Ee-eespera. Espera - Pain casi gritó algo ronco.
Mikey apartó rápidamente sus manos de la tela y se quedó analizando que ocurría, sin cambiar en ningún momento de expresión.
– Si no estas listo no tenemos por qué seguir - le aseguró Mikey, tratando de consolarlo tras llegar a la deducción de que eso debía ser lo que tenía el peliazul.
– N-no… no es eso - Aseguró Pain mientras carraspeaba un poco. Se hacía un poco incómodo y difícil concentrarse por su erección desatendida. - Es solo que no tengo ni idea de lo que estoy haciendo y realmente quiero que esto sea especial para los dos.
La explicación de Pain fue interrumpida por la suave risa de Mikey quien se incorporó y agarró su mano con firmeza.
– Lo entiendo, yo siento lo mismo, por eso, si quieres, podemos probar y si no nos gusta mmm… - pareció pensarlo por un momento - no lo hacemos más, ¿qué te parece?
Era sorprendente, como con esas pocas palabras había podido calmar todos esos pensamientos intrusivos que le impedían seguir, aunque claro, no debería de impresionarle eso ya, porque, siempre era así cuando se trataba de Mikey. Como única respuesta Pain le quitó la camiseta al rubio, trabajo más complejo de lo que podría parecer estando dentro de un armario y este sin ningún problema se dejó hacer.
Con el permiso de Pain, Mikey finalmente bajó la ropa interior del chico, liberando su erección. Este dio un vistazo hacia arriba buscando la mirada de Pain una vez más, aunque esto solo duró unos segundos antes de que este rápidamente dirigiera su mirada a otra parte. No estaba acostumbrado a estar tan expuesto frente a alguien, era estresante, pero al mismo tiempo muy estimulante.
Mikey al no ver una negativa por parte del de trenzas se tomó esto como una invitación para continuar, por lo que, comenzó a estimular el miembro del otro chico con una mano, mientras que, con la otra, estimulaba el propio. Pain iba soltando pequeños jadeos y su respiración se hacía cada vez más pesada, lo que le demostraba al más bajo que estaba haciendo un buen trabajo.
Sin previo aviso el rubio cambió sus manos por su boca, metiendo toda la longitud de Pain en ella. El de trenzas se sobresaltó con la nueva y agradable sensación que esto le producía, gimiendo el nombre de Mikey. A su vez, el más bajo parecía entretenerse cambiando entre pequeñas lamidas por todo su falo e introducirlo completamente en su boca. El peliazul no pudo evitar agarrar un puñado del ahora desordenado cabello del rubio, lo que causó en este un suspiro. Necesitaba poder guiar la cabeza del más bajo para sentirse aún mejor, creando un estimulante vaivén. Por su parte, Mikey se movía y usaba su boca con muchas ganas, teniendo que recordarse que no podía morder aquello por más ganas que tuviera. Cada pequeña acción del otro hacía que Pain se encendiera más y más.
– Aghh…Mikey voy a..aa… - Pain intentó avisar al rubio de que estaba a punto de correrse pero esto no pareció importarle al más bajo que continuó con su trabajo como si nada.
Con Pain estando tan cerca Mikey movió más rápido la mano con la que se aliviaba su propia erección, buscando llegar al clímax a la vez que el otro, aunque no lo consiguió por muy poco. Primero notó el viscoso fluido del peliazul en su boca y después con un movimiento más y apretando el puño se vino en su mano sin manchar demasiado. Miró al muchacho de las trenzas a oscuras, contemplando por unos segundos las posibilidades y una vez que Pain le sacó el miembro de la boca Mikey tragó.
– M-MIKEY NO TE COMAS ESO...- le dijo Pain al otro muchacho, que ya se estaba relamiendo tras degustar el nuevo sabor fruto de su trabajo bien hecho.
– ¿Por qué? - Preguntó de forma sincera el más bajito.
– ¿.... n-no te da asco? – Cuestionó Pain que no podía creer lo que acababa de hacer su…amigo.
– No, no lo pondría en mi boca si fuera así – Aseguró Mikey.
– Ughh…hace calor aquí, ¿verdad? – Trato de cambiar de tema el pobre muchacho totalmente sonrojado, intentando obviar el dulce escalofrío que la respuesta del más bajo le había provocado.
– Ahora que lo dices, bastante – Coincidió con el otro.
Y así con un poco de nervios y vergüenza en el cuerpo, pero sobre todo con mucha vergüenza, Mikey y Pain salieron del armario.
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Y llega un día que te cansas...te cansas de que siempre se aprenda a base de perder; de pedir perdón por errores ajenos; de dar explicaciones en exceso a quien no las merece; de callar ante las injusticias y ceder a la razón incierta; de levantar la voz por quien no la devuelve; de excusar pecados ajenos y de oír medias verdades que van de elegantes...pero que son iguales de falsas; de quedarte con las ganas y no con la vida; de las historias irreales de amor y sus "felices para siempre"; de decepciones amargas y de derrotas inciertas..Y llega un día que decides cansarte... de dar todo y no recibir nada; de ir con la cabeza gacha sin motivos; de vivir con prisas y no detener el tiempo y de que confundan lo bueno con imbécil...Y llega un día que abres los ojos al mundo y ves que este camino solo tiene billete de ida...y te cansas de dejar todo para una vuelta que no existe y aprendes que en esta vida conviene...de vez en cuando...no mirar a derecha y a izquierda y...seguir recto....."
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En la penumbra de aquel espacio olvidado, Mark, Chara y Frisk habían terminado acostados en la cama vieja, dejándose llevar por un rato de rareza y espontaneidad en medio del ambiente sombrío del Subsuelo. Se relajaron por un tiempo, charlando y compartiendo pequeñas historias, anécdotas de sus vidas, y hasta algunas bromas que, por primera vez en un buen rato, llenaron el lugar con risas genuinas. No había prisa ni tensión; parecían haberse olvidado de todo, del constante peligro y de la lucha por la supervivencia en el mundo que les rodeaba.
Después de largas horas de juegos, bromas, y conversaciones profundas y alegres, Mark se recostó, algo que pocas veces hacía en un ambiente que no consideraba seguro. Sin embargo, aquí y ahora, junto a ellas, había algo distinto, una confianza que se estaba creando. Chara, a su lado, jugueteaba con su cabello, mientras Frisk le hacía preguntas y exploraba puntos en común entre los tres.
Con el tiempo, sin que se dieran cuenta, la oscuridad se convirtió en silencio profundo. Mark miró a su alrededor y notó que aún seguían allí, tendidos, cada uno perdido en sus pensamientos y recuerdos. El tiempo parecía haberse detenido, y un extraño tipo de calma los envolvía. Chara y Frisk miraron a Mark en silencio, sus ojos reflejando una complicidad que había crecido sin que ninguno lo planease. Mark, al notar sus miradas, les dedicó una sonrisa ligera pero sincera, la clase de sonrisa que rara vez mostraba.
El paso de los minutos y la intimidad del momento les hicieron bajar las defensas, y aunque no intercambiaron palabras, algo en sus miradas hablaba por sí mismo. La sensación de cercanía se intensificó, y finalmente se entregaron al momento, cada uno encontrando en el otro una especie de consuelo.
Horas después, la calma había vuelto a llenar el espacio. Frisk y Chara yacían dormidas, cubiertas por las cobijas que habían encontrado entre la chatarra. La ropa de ambas estaba esparcida en el suelo, y el ambiente era tranquilo y apacible, como si toda amenaza se hubiera desvanecido, al menos por un tiempo.
Mark, sin embargo, estaba despierto, sentado a un lado de ellas. Ya vestido, contemplaba las "estrellas" del techo, luces tenues que parpadeaban a través de los dispositivos viejos y averiados, creando un cielo artificial que llenaba la oscuridad con pequeñas luces de esperanza. El brillo de esas luces le recordaba al verdadero cielo, aquel que pocas veces podía ver en el Subsuelo.
Mientras observaba, su mente se sumergía en pensamientos profundos y silenciosos. Reflexionaba sobre las vueltas de la vida, los caminos que le habían llevado hasta aquí, y lo frágiles que parecían ser los lazos que se habían formado entre ellos.
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Forbidden puckboy de Saxon James y Eden Finley
Con el libro 7 de los Puckboys entramos en la era Kikishkin, los Kiki Bros. Tres hermanos, 3 libros El primero trata sobre el mediano, Easton, enamorado desde los 12 años de Knox, el mejor amigo de su controlador hermano mayor Connor. Connor y Easton juegan en el mismo equipo de la liga profesional. A Knox le dio flojera esforzarse y se dedicó a ser árbitro. Pero la liga de hockey femenina no le da para comer, y el resto del año tiene que trabajar de camarero. La tensión sexual entre Easton y Knox va creciendo a ojos de todos (menos de Connor, que vive en su mundo feliz de salvador protector), hasta que la frustración revienta sobre el hielo. A PARTIR DE AQUÍ SPOILERAZOS QUE TE CRIÓ: Este libro tiene dos partes: la primera es el partido benéfico de todos los jugadores gays de la NHL; y la historia de Easton y Knox después. Desde el libro 5 del aburrido Ayri Quinn esta saga se ha vuelto un hit and miss. El 7 es un poco miss, por dos razones: 1. Knox es un personaje con cerebro de lavadora que no deja de amargarse en bucle incluso cuando va consiguiendo TODO lo que desea. Además, el hecho que que su relación con ambos hermanos sea contada, y no experimentada por el lector, hace que la química parejil sea floja. En una escena tienen que asegurarte que la tienen, para que te lo creas. Pese a que físicamente es mi tipo, Knox resulta un flojeras y un palizas. El libro necesitaba una vuelta más de edición, se nota. 2. Connor no sólo obstaculiza su relación: les roba COMPLETAMENTE el protagonismo. Su personaje tiene tanta miga que en cierto momento clave me importaban más sus sentimientos y todo lo que le ocurría a él que, sin exagerar, las escenas íntimas entre los otros. Por no hablar del futuro interés amoroso, que le guarda un rencor del tamaño de un estadio de hockey. Esa futura pareja me tiene en ascuas desde el primer encontronazo, porque apunta a un what if Jasper y West (personajes de la saga CU anterior) hubieran ido juntos al instituto y West hubiera sido el origen del bullying de Jasper, en vez del héroe vengador. Tengo muchas ganas de leer el libro 8 de Connor: Possesive Puckboy. ¡Ojalá no decepcione!
Lachie me importa menos de momento, porque pinta muy vivalavida. Pero Connor, madre mía, qué emoción me ha despertado este personaje. Hermano mayor sobreprotector obsesivo al que sus padres dejaron a cargo de sus hermanos y ya no sabe qué hacer si no tiene que cuidar de ellos. Síndrome de nido vacío a tope. Ay, por favor, que el 8 esté un poco más currado que el 7, que se notan las prisas por pasar a otros proyectos, se notan. (A lo mejor les llevó el mismo tiempo y esfuerzo que el 6, el de Bilson y Miles, pero los Bromantic fluían con naturalidad, es el libro que más veces me he leído de toda la saga, van 5 ya, me lo he comprado hasta en papel…)
#forbidden puckboy#sadenverse#eden finley#saxon james#puckboys#mm romance#romance gay#libros en los que los secundarios roban toda la atención la pasión y el interés
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Comí alitas picantes 🌶️🍋🟩 que me trajo coqui (bajando moco) después que lo puse nuevo por su comentario *más me vale** Salí del closing con los muchachos que me esperaron… llamé a sole 🧡 y con la última lágrima me fui a dar una vuelta music on por Isla Verde 🌊 y Condado sin prisa <3 me perdí dos veces y me reí; me sentí mejor y agradecida de lo que sucedió ayer. La vida da muchas vueltas. No es el fin del mundo. Se vale llorar, molestarse etc Soy humana y cometo errores. Ya salí de todos con aviso previo. Estoy modo pichaera en wa 🫰🏼 esto nuevo suceso y/o comienzo en mi vida no será fácil pero creo que al final, me irá bien 🙌🏼
P.D
Al bostezar 🥱 me fui a casa, un bañito de agua caliente 🔥 y pa la camita
A ver si me animo y veo los simpson si no es que me duermo primero.
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El Encuentro con el Jaguar
La verdad me metí en el Arocena sin tener ni idea de qué demonios estaba buscando, como cuando abres el refri veinte veces esperando que aparezca comida nueva por arte de magia así que ahí estaba yo, paseando sin rumbo, mirando pinturas y esculturas que, francamente, podrían haber sido perfectamente señales de tráfico y yo ni cuenta me daba.
Pasaba por las salas como un zombie en un centro comercial, sin mucha emoción, esculturas aquí, fotos allá, todo bien, pero nada que me hiciera pararme más de dos segundos, como cuando estás scroleando en Netflix, esperando que aparezca algo que te salve del aburrimiento existencial.
Y entonces la vi: la foto del jaguar.
El profe de arte dice que si miras una obra en silencio durante más de veinte segundos, pasa algo, yo pensaba que era una táctica suya para tenernos callados un rato, pero oye, esta vez funcionó, me planté delante de la foto, contando mentalmente: "Uno, dos, tres...", y al llegar a veinte, el jaguar empezó a moverse, lo juro, no en como cuadro embrujado que te persigue por los pasillos, pero sentí su presencia de una forma que me hizo pensar que quizás debería haber desayunado.
El jaguar estaba ahí, bebiendo agua de un río invisible, con una tranquilidad tan poderosa que me hizo sentir frágil, como si todo a mi alrededor fuera más fuerte y sólido. Era como si me dijera: "Tranquilo, no hay prisa, suelta esa tensión." En ese momento, todo en mí se sintió más pequeño.
La foto era en blanco y negro, sin colores que te distraigan, como cuando apagas el móvil para concentrarte y al minuto lo vuelves a encender porque no sabes qué hacer con tu vida, pero aquí, esa ausencia de color me obligó a fijarme en los detalles: la mirada del jaguar, sus músculos, cada pelo en su piel, era impresionante.
Mientras seguía ahí plantado, me imaginé en medio de la jungla, observando al jaguar sin hacer ruido, no es que me convirtiera en su almuerzo, pero en esa fantasía no había miedo, simplemente lo estaba apreciando.
Y lo más loco es que, aunque era una foto fija, todo parecía moverse, el agua, las sombras, incluso el aire alrededor del jaguar, yo ahí, preocupado por la próxima temporada de mi serie favorita, mientras él representaba algo mucho más grande.
Resulta que el fotógrafo, Patricio Robles Gil, no es cualquier tipo con una cámara, nacido en Ciudad de México en 1954, empezó como artista plástico y luego se pasó a la fotografía, organizó expediciones, publicó libros, fundó una asociación para proteger la biodiversidad, mientras yo me quejo si el café está frío, él está intentando salvar el planeta, sin presiones.
Saber eso me hizo apreciar aún más la foto, no era solo una imagen bonita para colgar en la pared del salón y quedar bien con las visitas, había un mensaje, una urgencia, como un post-it gigante que dice: "Oye, cuida lo que tienes antes de que desaparezca", y ahí estaba yo, sintiendo que quizás debería hacer algo más productivo que maratonear series.
Me quedé frente a la foto más tiempo del que jamás he pasado leyendo un libro obligatorio del colegio, perdí la noción del tiempo, y no es que suela ser muy consciente de ella, pero esta vez fue diferente, sentí una calma y un silencio que no se consigue ni en el mejor spa, nunca he ido a uno, pero me lo imagino.
Al final, salí del museo con la cabeza dando vueltas, la imagen del jaguar se había quedado grabada en mi mente, como una canción pegajosa pero en versión existencial, me recordó que a veces hay que parar, mirar y sentir, que el mundo es más grande que nuestros pequeños dramas diarios y que, quizás, deberíamos prestar más atención.
Y ahora, cada vez que veo algo en blanco y negro, me acuerdo de ese jaguar y siento esa calma volver, quién lo diría, todo gracias a veinte segundos de silencio y a un jaguar que, sin moverse, me hizo ver las cosas de otra manera.
Puede que el profe de arte tuviera razón, a veces, solo a veces, vale la pena escuchar y dar esos veinte segundos, nunca sabes cuándo un jaguar en blanco y negro te va a dar una lección de vida mientras tú solo querías completar una tarea.
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¿A qué sabe un beso?
Hoy me desperté, a suerte de duermevela, pensando en un beso. Pensando si aún se besar. El momento previo, el acercamiento sin riesgo a evasivas (timing) y finalmente el beso. Me preocupaba en especial saber dónde van las manos. El punto de apoyo es fundamental, ya que un beso no puede sostenerse a través de dos bocas flotantes en la oscuridad. Pero las manos implican otro tipo de entrega y de mensaje. En este punto, entre ensoñaciones recordé el capítulo siete de Rayuela, en la que, quien describe, utiliza su mano para dibujar los labios de su amante. ¿Y si mis dedos huelen a moneda o a las llaves que tomo entre mis manos con frecuencia como respuesta a los nervios?
Ya en este momento me incorporé completamente y empecé a entender el panorama de la transición entre lo onírico y lo real. Pero lo único cierto era la larga temporada sin dar y recibir un buen beso.
Ya acomodado en el que era mi apartamento desde hace un tiempo en Bogotá y al que en algún momento llamé hogar, viendo por la ventana que da a la terraza, el balanceo de las ramas con sus hojas, de los grandes árboles del parque central de bella Suiza; empecé a recordar lo que habían sido los últimos meses de mi existencia, que desembocaban en la forzada abstinencia del beso.
Las partidas pueden ser desgarradoras, como el de los hijos a las guerras de los otros o el de un padre que salió de la casa por un paquete de cigarrillos. Pero algunas, significan el porvenir y así me vi caminando por Carrer de Villarroel en dirección al mar para almorzar en “El Parcero”, el restaurante colombiano más cercano y el único capaz de saciar el hambre después de una pancreatoduodenectomía. En esos meses siempre me acompañaba Pacho, mi amigo ecuatoriano, también embarcado en la absurda empresa de la cirugía hepatobiliar.
Yo en Barcelona y tú desde Madrid… resonaba en mi cabeza aquella canción del chico de la hipoteca, tras la despedida en Collblanc, ya que no sería hasta dentro de un par de meses que nos volveríamos a ver en Madrid. Diciembre transcurrió como debe transcurrir un diciembre para cualquier colombiano, sea cual sea su paradero. Para tal propósito fue fundamental la compañía de la comunidad latina que formamos las almas solitarias que habitan los hospitales lejos de casa. Julián con su insaciable curiosidad por el mundo, que nos llevó a más de una buena historia, Pacho como dupla inseparable y Homero, el amo y señor de Tusset. Esta no era la Barcelona de la playa y la poca ropa. Nos movíamos de prisa para resguardarnos del frío, como buenos calentanos de tierras andinas. Los recorridos giraban en torno a destinos gastronómicos y la buena cerveza que calentaba el alma. Buscamos la ciudad de Zafón, tampoco encontramos la de Bolaño y nunca entendimos la Cataluña de Irene Solá. Era nuestra propia narración de restaurante latino en restaurante latino y ocasionalmente una muestra de lo local a fuerza de desventura. Veinticuatro, asado argentino, 31 restaurante tailandés, drones y fuegos artificiales en plaza España.
Enero fue frío, las escapadas a Champanillo obligaban las mesas del fondo, imposible junto a la puerta. Era cálido el cariño de algunos residentes que nos empezaban a sentir cotidianos y parte de algo (Víctor, Rong, Eugenia). Los cirujanos y tutores ya contaban con nuestra presencia como parte del equipo. Nos divertía el Juego de Tronos que se formaba tras la reciente llegada del nuevo jefe de cirugía y nos encantaba jugar a la futurología del poder intra hospitalario. Barcelona ya era mi rutinaria realidad, sabiendo claro, que tenía un tiquete de vuelta, un plan de encuentro en la capital española y una canción en la cabeza.
Es difícil disimular una mala noticia cuando estás en medio de una sala de cirugía y más cuando de alguna manera la estás esperando. Estoy muy lejos – me escribió cuando le dije que la sentía lejana. Y eso marcó el principio del final. Un final que se había marcado hacía mucho tiempo pero que la inercia de la vida llevaba como una embarcación con timonel, pero sin velas.
Bogotá, el escenario natural de mi vida, la ciudad del cielo parcialmente nublado y las baldosas que escupen agua. Mi mundo de detectives salvajes, diamantes eléctricos y rap a quemarropa. Pero en ese momento tan lejana y cómplice de lo que no era capaz de entender a pesar de tenerlo frente a los ojos por tantos años. El sentimiento era el de un expatriado que ve como su mundo se empieza a derrumbar, pero no tiene como volver y reconstruir lo que consideraba seguro. De repente el sueño de un sol y de un mar, de una vida peligrosa, de construcción patrimonial y del hijo que traería todo lo demás se desmoronaron.
El encuentro en Madrid seguía en pie ya que hacía parte de un evento académico, ineludible para ella. Yo en Barcelona y tú desde Madrid… Y a eso se sumaba tu sonrisa inolvidable y la idea de paseos por el retiro en un clima familiar para los capitalinos del país de la belleza. El encuentro dejó mucho que desear y es precisamente el deseo un protagonista central en esta historia, como lo es de la humanidad misma. El motor de todo y la nada en su ausencia. Sevilla fue determinante, sus calles suenan al lamento del flamenco y fue entre estos que quedaron solo los despojos de lo que algún día fue una familia.
¿a qué sabe un beso?
Samuel Rey Robledo
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DDMCV - 142
DDMCV - Episodio 142 Después de que el humo blanco desapareció, lo que apareció fue el pasillo de una hermosa mansión. De pie frente al interminable pasillo, me sentí perdida. ‘¿De repente la atmósfera de una mansión? ¿Qué es esto?’ Caminé lentamente y miré alrededor del pasillo de la mansión. En una pared antigua con un enorme patrón de cocodrilo grabado colgaba el retrato de un anciano. ‘Es una cara desconocida.’ Era un anciano con arrugas y cabello blanco que parecía como si le hubiera caído nieve blanca y pura. ‘¿Es este viejo el diablo?’ Sin embargo, incluso cuando lo toqué con la mano, parecía ser sólo una pintura y nada especial. Pasé casualmente junto al retrato y puse mis ojos en el candelabro extranjero. Pero en ese momento, una voz volvió a sonar en el aire. “Pondré una condición más interesante que esa.” (Gran Demonio) “No creo que sea divertido.” Sacudí la cabeza a medias y refunfuñé. A pesar de mi refutación, el diablo continuó hablando con firmeza. “Mientras me buscas, aquellos a quienes amas morirán uno por uno.” (Gran Demonio) “¿Morirán?” “¿No lo crees? Entonces te lo mostraré.” (Gran Demonio) Vi una visión borrosa ante mis ojos. El sol desapareció y un mundo que se había convertido en un infierno infinito se desarrolló ante mis ojos. Se produjo un terremoto, se desató un tifón y comenzaron las inundaciones. En medio de un desastre repentino, vi a alguien valientemente parado en la brecha y ayudando a la gente a evacuar. ‘...Bella.’ Me sorprendió ver el aura de la espada manifestándose contra el tsunami. Pero pronto recuperé el sentido. Debe haber una razón por la cual me mostró a Bella trabajando duro con su espada durante un desastre. “¿Por qué me muestras esto?” Sólo entonces desapareció la ilusión que rodeaba mis ojos. “Esa niña finalmente se encontró a sí misma. Ella es tu media hermana. ¿No es así?” (Gran Demonio) “...” “Te daré un reloj de arena.” (Gran Demonio) Un reloj de arena cayó al suelo. Dijo mientras me inclinaba y tomaba el reloj de arena. “Cuando se acabe la arena del reloj de arena, Bella morirá.” (Gran Demonio) Aunque estaba hablando de matar a alguien, había una sutil sonrisa en su voz, lo que claramente le daba una apariencia demoniaca. Haciendo caso omiso de sus palabras, le di la vuelta al reloj de arena una vez. Pero la arena del reloj de arena no se movió. “... ¿Qué? ¡Sí! Bueno.” “Tus trucos no funcionan. Tendrás que darte prisa, ¿verdad?” (Gran Demonio) Levanté la cabeza, intentando olvidar la ilusión que se había desvanecido. “Te encontraré, así que no la toques.” Tan pronto como terminé de hablar, di un paso adelante. Para encontrar al Gran Demonio, comencé a caminar sin cesar por los pasillos que supuse estaban en algún lugar del antiguo castillo. El infernal juego del escondite para encontrar al diablo que se ha estado escondiendo con tanta fuerza ha comenzado. La garantía de la apuesta era la vida de las personas que amo. * * * ‘¿Cuánto tiempo ha pasado?’ Comencé a arrastrar los pies y a buscar en los pasillos y habitaciones. Por supuesto, no hubo ninguna cosecha. Esta mansión parecía la mansión de una familia noble común y corriente. “Dijiste que era al escondite, así que podrías estar escondido aquí.” Después de caminar por un pasillo extremadamente largo, entré a la sala al final. Había muchos salones en las mansiones de los nobles, cada uno de los cuales tenía un propósito diferente. El lugar al que acabo de entrar parecía un salón de té que atendía a huéspedes distinguidos. Mientras examinaba diligentemente los artículos de aspecto sospechoso, puse mi vista en la mesa de té en el centro. Aunque era un lugar desierto, de la taza de té salía vapor caliente. Cogí la preciosa taza de té y la dejé caer con bastante brusquedad en el suelo. Con un breve ruido, el fondo de la taza de té se partió y se escuchó un grito sutil, sin saber si era humano o animal. ‘Acabo de romper una taza de té, pero ¿por qué escuché un sonido extraño?’ Además, no apliqué demasiada fuerza, pero la taza de té se hizo añicos. Incliné la cabeza confundida, luego me agaché y toqué el trozo de porcelana roto. “No hay nada.” Seguí revisando la taza de té, tratando de encontrar pistas para encontrar al diablo. Pero no pude encontrar una pista clara. ‘¿Lo que escuché hace un momento fue una alucinación auditiva?’ Me invadió una sensación extrañamente siniestra. ‘Realmente se sintió como el llanto de una persona moribunda. Tal vez la gente esté resultando herida en este momento...’ Saqué el reloj de arena que tenía en mi pecho, lo miré y me mordí los labios. Fue un desastre. Aún no tenía ni idea de su ubicación, pero la arena ya estaba a mitad de camino. No podía demorarme más a estas alturas. Rápidamente me levanté y salí de la sala. ‘Dijo que era al escondite, así que no importa qué método use, todo lo que tengo que hacer es atraparlo y todo habrá terminado.’ Decidí abrir la gran ventana antigua con marco dorado que había en el pasillo. (Chirrido) En el momento en que se abrió la ventana y entró una brisa fría, contuve la respiración. Por extraño que parezca, cuanto más me golpeaba el viento, más pesado se volvía mi cuerpo. Poco a poco todo mi cuerpo se fue cansando, como si tuviera sacos de arena en los pies. En resumen, sentí como si el poder espiritual de mi cuerpo se estuviera agotando. ‘Otra vez esta es una trampa.’ Desde que he ingresado a los Registros Akáshicos, los cuales fueron diseñados y creados por Dios mismo, sería normal que mi poder espiritual aumente, sin embargo, estoy perdiendo fuerza... “¿El diablo está robando el poder de Dios de mi cuerpo?” Miré al vacío y dije burlonamente. Es la misma situación que en el ‘laboratorio del diablo’. No era estúpida, y era algo que ya había adivinado cuando el diablo declaró: ‘Juguemos al escondite’. “Si te golpean una vez, te golpearán dos veces.” El diablo vino a este lugar antes que yo y probablemente tenga algunas de las bendiciones de Dios con él. Entonces hubiera sido más fácil controlar el interior de los Registros Akáshicos. Pero... Tampoco vine aquí sin ningún plan. Había una razón por la que busqué tan a fondo en el interior de la mansión. Aunque el Gran Demonio le robó la bendición de Dios al Emperador, eso no significaba que pudiera usar plenamente el poder de Dios. No tuvo más remedio que dejar su huella en cada espacio para ejercer su poder lo suficiente como para encerrarme en este lugar y jugar al ‘escondite’. Pensé que el diablo habría dejado una pista para adivinar su identidad dentro de esta mansión, y tenía razón. ‘Primero, tengo que descubrir el verdadero nombre del Gran Demonio.’ Levanté las cejas, recordando el patrón de cocodrilo en la pared de la mansión y al anciano en el retrato. “Ahora se acabó el juego del escondite.” Me mordí el labio, apreté el puño y rompí el cristal de la ventana. Fue un sonido fuerte, completamente diferente al de cuando rompí la taza de té antes. Al mismo tiempo, se escuchó el grito desgarrador de alguien. Una voz angustiada y llorosa pareció escucharse justo a mi lado. Fruncí el ceño y apreté los puños. En ese momento, la voz del diablo sonó en mis oídos. “Debería haber dicho que nos divertiríamos jugando dentro de la mansión, pero ¿realmente te estás rindiendo?” (Gran Demonio) “De ninguna manera.” Empujé contra la pared lateral de la ventana con una mano. Con un golpe lleno de poder divino, la pared se derrumbó como tierra. Una gran nube de polvo rodeó mi visión. Y unos segundos después, lo que había sido una enorme mansión se transformó en un espacio vacío. Hablé claramente, mirando al vacío. “Gran Demonio, Agares.” (N/T: En demonología, Agares, también llamado Ageres, Agaros o Aguarès, es un gran duque del infierno que comanda treinta y una legiones de demonios. Perteneció a la orden de las Virtudes antes de la caída de los ángeles rebeldes. Puede hacer que los fugitivos regresen, causar terremotos y enseñar lenguas, encontrando placer en dar a conocer expresiones inmorales.) Al pronunciar el nombre del Gran Demonio, el Duque de Sordier se conectó con él en espíritu. Aunque yo no era una contratista, compartía el espacio creado por el Gran Demonio. Si sabes su nombre, es posible que puedas conectarte con él, aunque sea por un momento. Pensé que, si podía hacer eso, podría vislumbrar su ubicación, para poder moverme en esa dirección. ‘No sabía cómo averiguar el nombre, pero me di cuenta de que había patrones de cocodrilos dibujados por toda la mansión y en el laboratorio del diablo.’ Sólo había un Demonio que agitaba a las regalías con cocodrilos, Agares. Y mi suposición fue correcta. Tan pronto como terminé de hablar, la pared blanca pura se derrumbó una vez más. En un instante, la mansión se hizo añicos, y yo, quedándome sola en el lugar donde incluso los muros temporales desaparecieron, declaré en voz baja. “Vine a jugar al escondite. ¿Es más aburrido de lo que pensaba?” Mi visión, que antes era blanca, cambió por completo. Sólo diez pasos más adelante vi a Agares, el Gran Demonio que llevaba una espada. “Supongo que te diste cuenta de que, si pronuncias el nombre del Gran Demonio, estarás conectado mentalmente conmigo. No puedo creer que me encontraras de esa forma... Eres bastante inteligente, ¿no?” (Gran Demonio) Después de que todas las ilusiones desaparecieron, entré firmemente en un espacio que parecía la biblioteca de Registros Akáshicos. Agares estaba sentado en una silla en la plataforma más alta de la espaciosa biblioteca, mirándome mientras agarraba su cetro. “Supongo que te subestimé, sí.” (Gran Demonio) Pensé mientras lo fulminaba con la mirada. Finalmente me enfrento al diablo y tengo el poder para matarlo. ‘Todo está a mi favor.’ Pero ¿por qué Agares parece tan relajado? Como la persona a la que le queda una última mano. “¿Pero sabes qué? Eres muy buena.” (Gran Demonio) “Lo sé.” Debe haber una razón por la cual el diablo de repente me dice que soy buena. Entrecerré los ojos y miré al demonio sentado en el trono. Luego él sonrió torcidamente y agitó su cetro. “¿Entonces tú también sabes esto? El mundo que destruiste hace un momento contienen las almas de gente buena.” (Gran Demonio) “... ¿Qué?” “¿Soy un demonio sin razón?” (Gran Demonio) Agitó su cetro una vez y comencé a tener visiones del mundo derrumbándose ante mis ojos. También se podían escuchar los gritos y llantos de la gente. El diablo sonrió con satisfacción luego de mostrar brevemente una situación que me recordaba a la guerra. “Lo que escuchas ahora es el sonido del mundo colapsando. ¿Puedes oírlo?” Después de decidir recobrar el sentido, miré al diablo y le dije: “No creo que lo que me mostraste sea real. Podría ser una falsificación creada para confundirme.” “De ninguna manera. Debes haber matado a decenas o cientos de personas sólo para encontrarme. ¿De verdad no escuchaste sus voces? ¿No sabes que eso es real?” (Gran Demonio) Me mordí el labio con fuerza. ‘...Sí, lo escuché.’ Mientras rompía el muro con mi poder divino, escuché a alguien llorando. Tan pronto como pensé en eso, la compostura que había logrado mantener comenzó a resquebrajarse. Apreté los puños y lo miré. “Si hay personas muertas, las vengaré ahora.” Sentí una fuerza divina rodeando mi cuerpo por dentro y por fuera. Era suficiente para lidiar con el Gran Demonio. Un duelo que posiblemente podría ser el último. Levanté la mano cuidadosamente. Pero en ese momento escuché la voz de mi corazón. ‘¿Cómo es posible que termine de manera tan trivial?’ Rápidamente reprimí el sonido de mi corazón y apreté mis manos. ‘No, por ahora sólo tengo que animarme. Entonces se acabó.’ Finalmente, una luz azul comenzó a brillar en el dorso de mi mano. La luz estaba lista para dispararse hacia Agares con una calidez similar a una llama. Nameless: Esta super interesante, pero no tuve mucho tiempo de traducir ayer, así que todo recayó en hoy, por lo cual me es imposible avanzar más. Nos vemos la próxima semana. Anterior Novelas Menú Siguiente Read the full article
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VUELVE... ESO ES TODO
Cada vez que te des cuenta de que te has ido al pasado o al futuro, no te sientas culpable, no te crees problemas por ello. Simplemente, vuelve al presente. No pasa nada. Simplemente, recupera tu conciencia.
La perderás millones de veces; no te va a salir ahora mismo, inmediatamente. Puede suceder, pero no puede suceder por tu causa. Es un modo de conducta fijo desde hace tanto, tantísimo tiempo, que no lo puedes cambiar de buenas a primeras. Pero no te preocupes, la existencia no tiene ninguna prisa. La eternidad puede esperar eternamente. No crees tensiones por ello.
Cada vez que sientas que te has perdido, vuelve; eso es todo.
No te sientas culpable; eso es un truco de la mente, que está otra vez jugando a sus juegos. No te arrepientas. Simplemente, cuando pienses, vuelve a lo que estuvieras haciendo.
Si estás tomando un baño, vuelve; si estás comiendo la comida, vuelve; si estás dando un paseo, vuelve.
En el momento en que sientas que no estás aquí y ahora, vuelve... Simplemente, inocentemente, no crees culpa. Si te sientes culpable, no has entendido nada.
La eternidad no tiene problemas; todos los problemas existen en el plano horizontal (el ego).
El plano vertical (el Ser) no conoce problemas; es puro gozo, sin nada de ansiedad, sin nada de angustia, sin ninguna preocupación, sin ninguna culpa, sin nada.
Sé simple y vuelve.
Te perderás muchas veces, dalo por seguro. Pero no te preocupes por ello. Así son las cosas. Te perderás muchas veces, pero eso no importa. No prestes atención al hecho de que te hayas perdido muchas veces, presta mucha atención al hecho de que te has reincorporado muchas veces.
Que te pierdas es algo natural. Eres humano, has vivido en el plano horizontal (el ego) durante muchísimas vidas, así que es natural. Lo estupendo es que has regresado muchas veces. Has hecho lo imposible; siéntete feliz por ello.
En veinticuatro horas te perderás veinticuatro mil veces, pero te reincorporarás otras veinticuatro mil veces. Y ahora empieza a funcionar un nuevo modo. Has regresado un montón de veces; ahora se empieza a abrir una nueva dimensión, poco a poco.
Cada vez serás más capaz de mantenerte consciente, cada vez serán menos las idas y venidas. El recorrido de ida y vuelta se irá acortando cada vez más. Cada vez te olvidarás menos, cada vez te acordarás más; estás entrando en la vertical (el Ser). De pronto, un día, la horizontal (el ego) desaparece. La conciencia gana intensidad y la horizontal desaparece.
A esto es a lo que se refiere el Budismo Zen, el Vedanta y los hindúes, al decir que este mundo es ilusorio. Porque cuando la conciencia se hace perfecta, este mundo, este mundo que has creado a partir de tu mente, simplemente desaparece. Y otro mundo se te revela.
El Maya desaparece, la ilusión desaparece... la ilusión está ahí a causa de tu sueño, de tu inconsciencia.
Si puedes recordar, aunque sea una sola vez, que esto es un sueño, eso provoca un choque y el sueño se hace pedazos y tú te despiertas.
Este mundo que ves a tu alrededor no es el mundo real.
No es que no exista: sí que existe, pero lo estás viendo a través de un velo de sueño. Entre tú y él está la inconsciencia, la identificación.
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ERES LO QUE LE FALTA A TODO LO DEMÁS
No sé cómo contarte esto.
Hablar sobre certezas
no es tan fácil como parece,
pero tú estás llena de ellas
y te has convertido en un reto precioso.
Verás, mi amor,
escribir sobre ti
es como hablarte mirándote a los ojos,
y ya sabes que a mí el sueño me ciega
cuando estás cerca,
que las miradas
son perennes desprotegidas
porque no saben ni disimular
ni vestir cuerpos en invierno,
y que mi boca calla
todo lo que mis manos vomitan sin esfuerzo
después de comer(te).
Y que sí,
que yo suelo empeñar mis folios
en las tristezas
porque prefiero quererte sobre la cama
en vez de sobre el papel,
y que se mueran de celos la tinta
y los ojos de quien lea
porque nadie puede entender
las mil maneras que tienes de ser mía
sin serlo
que eso es el amor:
sentirte de alguien que sientes que es tuyo,
sin serlo-.
Por eso,
porque creo como una atea
en las palabras que hablan de lo que es
y no de lo que fue o de lo quieres que sea
te hablaré de mí,
porque contigo soy todo
lo que siempre he querido ser.
Te diré
que después de estar contigo
la vida me parece un rato muy pequeño;
que lo que más me gusta de ti es tu pasado
porque te ha hecho ser quien eres hoy;
que lograste apaciguar mi dolor
posándolo sobre tu cuerpo
como quien acaricia con ternura el borde de una herida
sin miedo a contagiarse,
y, mi amor, vas a conseguir enamorar
hasta a mi tristeza;
que desde ti
mire donde mire
solo veo flores
—padezco de una ceguera
preciosa,
lo confieso—
y un viento liado en diez cigarros
que me llega directamente a los pulmones
cada vez que te miro mirar al aire.
Te diré
que has convertido todos mis conatos de existencia
en logros sencillos,
equiparables a un bostezo por la mañana
o un bocado cuando hay comida.
Que me has enseñado
a vivir
en vez de a ver la vida pasar,
y en esa diferencia
se esconden todos los matices que te definen.
Que aprender de ti
y de tu pelo revuelto
es como leer la vida con las manos
y los ojos abiertos,
es como tocar el mundo con los dedos
y sostenerlo
el tiempo que dura tu voz,
es fácil,
es sencillamente fácil;
que me das hambre,
mi amor,
hambre cuando te desnudas
y se abre el cielo de piernas,
hambre cuando lloras
y me dan ganas de apagar la luz
para verte mejor,
hambre cuando ríes
e inspiras canciones.
Te diré
que desde ti
todo está en el orden que requiere el caos
y que tanto necesitamos las dos.
Que siento calor
cuando quiero desnudarme delante de ti
y siento frío
cuando necesito que me abraces;
que mi miedo se ha reducido
a una película de terror,
es decir,
ya no existe;
y que en la lentitud
que exigen las grandes historias
y que tú y yo abrazamos con gusto
solo me atropellan con prisas
los latidos que cabalgan fuera de mi pecho
cuando pienso en ti
y el reloj que me lleva a tu casa,
que le da tiempo
a dar la vuelta al mundo
en lo que yo te doy un beso.
Ya ves,
has devuelto a mi cuerpo
la valentía necesaria para despegarse del suelo
y demostrarle que son necesarios cuatro brazos
para poder volar
y no caerse,
y has traído a mi habitación
las ganas de dejarme querer,
como quien aparece en medio del llanto
y en vez de secarte las lágrimas
te deja llorar
hasta que terminas,
y así poder seguir viviendo.
Por todo esto
te diré
que desde que tú me quieres
me quiero más
y por eso,
y por muchos otros motivos,
te quiero.
autógrafo
Elvira Sastre
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Eres lo que le falta a todo lo demás
Te diré que después de estar contigo la vida me parece un rato muy pequeño.
«No sé cómo contarte esto. Hablar sobre certezas no es tan fácil como parece, pero tú estás llena de ellas y te has convertido en un reto precioso/ Verás, mi amor, escribir sobre ti es como hablarte mirándote a los ojos, y ya sabes que a mí el sueño me ciega cuando estás cerca / Y que sí, que yo suelo empeñar mis folios en las tristezas porque prefiero quererte sobre la cama en vez de sobre el papel, y que se mueran de celos la tinta porque nadie puede entender las mil maneras que tienes de ser mía sin serlo — que eso es el amor: sentirte de alguien que sientes que es tuyo sin serlo—/ Por eso, porque creo como una atea en las palabras que hablan de lo que es y no de lo que fue o de lo que quieres que sea te hablaré de mí, porque contigo soy todo lo que siempre he querido ser/ (...) que lo que más me gusta de ti es tu pasado porque te ha hecho ser quien eres hoy; que lograste apaciguar mi dolor posándolo sobre tu cuerpo como quien acaricia con ternura el borde de una herida sin miedo a contagiarse y, mi amor, vas a conseguir enamorar hasta a mi tristeza; que desde ti mire donde mire sólo veo flores — padezco de una ceguera preciosa, lo confieso —/ Te diré que has convertido todos mis conatos de existencia en logros sencillos, equiparables a un bostezo por la mañana o un bocado cuando no hay comida. Que me has enseñado a vivir en vez de a ver la vida pasar, y en esa diferencia se esconden todos los matices que te definen. Que aprender de ti y de tu pelo revuelto es como leer la vida con las manos y los ojos abiertos, es como tocar el mundo con los dedos y sostenerlo el tiempo que dura tu voz/ Te diré que desde ti todo está en el orden que requiere el caos y que tanto necesitamos las dos; que mi miedo se ha reducido a una película de terror, es decir, ya no existe; y que en la lentitud que exigen las grandes historias y que tú y yo abrazamos con gusto sólo me atropellan con prisas los latidos que cabalgan fuera de mi pecho cuando pienso en ti y en el reloj que me lleva a tu casa, que le da tiempo a dar la vuelta al mundo en lo que te doy un beso/ Ya ves, has devuelto a mi cuerpo la valentía necesaria para despegarse del suelo y demostrarle que son necesarios cuatro brazos para poder volar y no caerse, y que has traído a mi habitación las ganas de dejarme querer, como quien aparece en medio del llanto y en vez de secarte las lágrimas te deja llorar hasta que terminas, y así puedes seguir viviendo/ Por todo eso te diré que desde que tú me quieres me quiero más y por eso, y por muchos otros motivos, te quiero».
Elvira Sastre, Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo
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