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EL CINE NAZI (V): EL TRISTE CASO DE JOACHIM GOTTSCHALK
PLACA DONDE MURIÓ
A lo largo de más de 100 años el mundo del cine nos ha dado numerosas estrellas, pero al mismo tiempo hemos visto casos muy desgraciados por diferentes causas, que han cortado de raíz la trayectoria de directores o actores: bien por accidente (James Dean, William Holden, Carole Lombard, Bruce Lee, Natalie Wood, en nuestro país Claudio Guerin Hill); bien como el final de la deriva de una vida sin límites que los llevó a la más absoluta ruina o al suicidio (James Whale, Jean Seberg, Robin Williams, Marilyn Monroe); bien por perecer asesinada como el triste caso de Sharon Tate o incluso el turbio caso en el que se vio involucrado Fatty Arbuckle. La represión política ha sido fuente de cárcel y exilio en muchos casos (más de 100 cineastas españoles se exiliaron en Méjico tras la guerra del 36 y más de 2000 alemanes marcharon a Norteamérica durante la etapa nazi). La Caza de Brujas en Estados Unidos significó también el fin de muchas carreras, cuando no la cárcel, de algunos directores y guionistas de Hollywood. Pero el caso que hoy nos ocupa es extremo por las circunstancias y el trágico final que tuvo.
Al menos muchas de estas estrellas siguen disfrutando de la fama internacional y su nombre permanece en lo más alto del firmamento cinematográfico. Otros, sin embargo, que gozaron de gran fama durante unos años han perdido su estela y su nombre con el paso del tiempo. Este es el caso del actor a quien hoy dedicamos este capítulo y que tiene en su haber uno de los más tristes episodios de la historia del cine. Vamos a hablar de JOACHIM GOTTSCHALK.
Seguramente este nombre no le diga absolutamente nada a nadie hoy día; sin embargo, su fama fue enorme dentro del cine europeo de los años 30 y especialmente en el teatro y el cine alemán. Joachim Gottschalk nació en Berlín en 1904. Pronto se inició y adquirió gran fama en el teatro y en la década de los años 30 participó en numerosas películas alemanas de gran éxito (le llamaban el Leslie Howard alemán). Formó pareja cinematográfica con la también famosa actriz Brigitte Horney en películas como Tú y yo, Alboroto en Damasco, La chica de fano o la dirigida por Arthur María Rabenalt en 1939, Escape en the Dark que fue prohibida tras la II Guerra Mundial. Su última película fue El ruiseñor sueco, de 1941.
Gottschalk era una estrella del cine nazi y recibía atenciones constantes por parte de la cúpula del poder. Lo que no podía prever era que una decisión suya de 1930 iba a convertirse en una gran tragedia. En 1930 Gottschalk se casó con la actriz judía Meta Wolff con la que tuvo un hijo en 1933. Con la llegada de los nazis al poder los actores tenían que entregar un certificado de raza aria lo que significaba la prohibición para la actividad profesional de su esposa. No obstante, los nazis mantuvieron una cierta relajación durante los primeros años con aquellos actores de fama que eran judíos o tenían familiares de esa raza (los nombraban “arios de honor”) y de esa forma el matrimonio pudo esquivar las leyes antisemitas. Gottschalk pasó del éxito en el teatro al cine en 1938 y no dejó de hacer películas hasta su muerte. Gottschalk y Horney eran la pareja de éxito en el cine durante aquellos años.
Pero en 1941 creyéndose amparado por su fama ante las autoridades nazis, Gottschalk se hizo acompañar por su mujer a una recepción cuando ya estaba en marcha la II Guerra Mundial. A la fiesta asistían numerosos jerarcas nazis que le fueron presentados a la actriz y cuando Goebbels se enteró que una judía había participado en esa reunión exclusiva de los nazis decretó que el actor debía divorciarse de su mujer; Gottschalk se negó y el ministro de Propaganda decidió que la actriz y su hijo de 8 años fuesen internados en un campo de concentración. Se presionó de nuevo al actor para que se separase de la actriz judía con la amenaza de en caso contrario no volvería a actuar, pero Gottschalk volvió a oponerse y se decantó por acompañar a su mujer y a su hijo al campo de concentración. La ira de Goebbels fue tal que decidió la movilización y militarización inmediata del actor en la Wehrmacht y el traslado inmediato de su mujer y su hijo al campo de Theresienstadt (sobre este campo existe un conocido corto documental con ese mismo nombre dirigido por Kurt Gerron en 1944 con el que los nazis pretendían dar una visión positiva ante el mundo de estos centros del horror).
El 6 de Noviembre de 1941 cuando estaban en su casa esperando la llegada de la Gestapo y tras sedar a su hijo, Joachim y Meta abrieron la espita del gas de su cocina falleciendo los tres. El régimen trató de silenciar la muerte y las circunstancias de la misma y de hecho solo después del final de la guerra millones de alemanes se enteraron de la tragedia de su admirado actor y su familia. Lo que no pudo evitar el régimen, a pesar de sus amenazas es que al entierro de los tres acudiesen varios famosos profesionales del cine con Brigitte Horney, su pareja de varias películas, a la cabeza.
Dos años después de finalizar la guerra, Kurt Maetzig dirigió Marriage the shadows, un melodrama en el que se narra esta triste historia. Hoy, el nombre de Joachim Gottschalk no figurará en el olimpo de las estrellas del cine, pero por encima de su tragedia quedará para siempre la dignidad de esta pareja que pagó con su vida su oposición al fascismo.
Hasta aquí este somero repaso al cine del régimen nazi. Del III Reich hemos conocido una gran cantidad de historias tanto en ensayos, novelas de ficción y sobre todo en películas de muy variable calidad; hemos conocido el ascenso de Hitler al poder, su política de expansión, el desarrollo de la II Guerra Mundial y especialmente la Shoah. Pero es muy poco lo que hemos visto, por razones ética, del cine que se hizo en aquellos 12 nefastos años. Obras maestras del documental (Leni Riefenstahl) y grotescas películas antisemitas (Veit Harlan) es lo que mejor hemos conocido; sin embargo, por medio quedan cerca de 1.000 películas de todos los géneros a las se ha podido acceder en escasas ocasiones. Todo fue obra del régimen y de los profesionales que por diferentes circunstancias se quedaron en Alemania esos años (unos 2.000 se exiliaron) y que como Marco da Costa señala en el monográfico sobre este tema de Febrero de 2018 en Dirigido por… fueron: “Mujeres y hombres que con su trabajo formaron parte del imaginario colectivo alemán y cuya principal función fue la de entretener y adoctrinar durante 12 años al espectador de la época. Colaboracionistas pasivos, oportunistas, arribistas o simplemente advenedizos, todos, sin excepción, se pusieron al servicio de un tipo de cine que ayudaría en muchos casos a narcotizar al ciudadano alemán de todo lo que ocurría a su alrededor, desde el boicot inicial a los negocios regentados por judíos hasta su exterminio final en los campos de concentración”.
Deseemos por el bien del arte y sobre todo de la Humanidad que no vuelvan a darse las condiciones para que se repita esta historia.
3/6/2023
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