#IbizaPareo
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Marina and Ani are the powerhouse duo known as @ibizapareo, a electronic pop band from Buenos Aires, Argentina. They made their #Chicago debut at #RuidoFest on July on 2016. In their visit, they inaugurated the #AnalogueVignette project with a musical performance, which, long overdue, will soon see the light of day. #FilmIsNotDead #IbizaPareo #GeiserRecords #Polaroid #impossibleproject (at Chicago, Illinois)
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Sónar Buenos Aires 2017: Í leit að fullkomnun
En el año 1994, Ricard Robles, Enric Palau y Sergi Caballero, fundaron el Festival Sónar en la hermosa ciudad de Barcelona. Desde entonces, el evento ha crecido a pasos agigantados al punto de convertirse en una marca mundial y una de las citas musicales a la que nadie en el mundo quiere faltar. Este año, la Argentina volvió a tener la presencia del festival en Tecnópolis y el resultado fue sin lugar a dudas sensacional. Una intensa jornada, repleta de una variada oferta musical, donde lo único que estuvo prohibido fue encerrarse en los prejuicios.
Las puertas de Tecnópolis se abrieron muy temprano, tal cual estaba indicado por la organización. Las primeras personas que ingresaron tuvieron la posibilidad de recorrer el sector Sónar +D, situado a pocos metros del escenario principal, pudiendo entregarse a las diversas experiencias sonoras que estaban expuestas en los stands tal cual sucede en las ediciones europeas.
Si bien lo que se vivió fue una versión reducida o light del Sónar (el original se divide entre día y noche y el Sónar +D es un congreso que dura 3 jornadas), lo cierto es que el flujo de gente fue aumentando con el correr de las horas. La mayoría estaba muy motivada por ver la primera actuación en el país de Sigur Rós, pero también se encontraba dispuesta a sacarle todo el jugo a un día muy caluroso en el que los cuatro escenarios techados – y con generoso aire acondicionado- funcionaron también como una vía de escape al fuerte rayo del sol.
Mientras muchos aprovechaban para ir al sector donde se vendía cerveza y también recorrían un poco el predio, aprovechando un día verdaderamente hermoso e ideal para un festival, los primeros artistas señalados en la extensa grilla empezaron con sus actuaciones. En el Escenario Club, Ibiza Pareo llevó adelante un set en vivo bastante interesante y muy bailable, confirmando que desde su formación en 2014 no hay nada que las pueda detener. La combinación entre el House y el Indie Rock, tratando de utilizar pocas bases grabadas, es una bocanada de aire fresco en una escena con demasiados sets grabados.
Si bien juegan con el material desde la computadora, llevan la mezcla en vivo y poseen una capacidad de hacer mover las caderas imposible de ignorar. Una en el octapad, la otra en el teclado y los sintetizadores, lanzando ritmos y efectos sin parar con un compás notorio que acompañado por una voz grave fue un combo invencible.
Bajos logrados, beats muy eficientes y diversión arriba y abajo del escenario para dar comienzo oficial al Sónar Buenos Aires 2017. Un detalle más que resaltó de la presentación de Ibiza Pareo fue el contacto con la sensualidad latina y la complejidad y oscuridad europea, marcando que tal vez el futuro de la electrónica nacional no esté demasiado lejos de estas dos audaces muchachas.
En el Escenario Lab, Marcelo Ezquiaga presentó su banda ante un puñado de personas que aprovecharon para sentarse bien cerca del escenario. Octapad, doble guitarra y bajo para deleitar con melodías simples y playeras, apuntando hacia el Indie Pop aunque sin descuidar las bases y los bajos, aunque bastante más suaves que lo acostumbrado.
La guitarra eléctrica le dio la atmósfera ideal a los temas más tranquilos, sostenida por el octapad y el bajo. También supieron mostrar una faceta más bien bailable, sin salirse del molde cálido y con la guitarra española sumando algo de flamenco con un preciso punteo. Tres adolescentes se pusieron a bailar una coreografía arriba del escenario, todos vestidos como si estuviesen en Pinamar o Mar del Plata, para luego bajar con una heladera gigante y repartir helados de agua entre todos los presentes. Un toque sin dudas genial que se ganó muchos aplausos y mantuvo a todos allí hasta el final entre risas y algunos pasos de baile. El breve set finalizó minutos más tarde, siempre envuelto en un ambiente de tranquilidad y alegría, incentivando a quienes prestaron su oído a seguirle los pasos a una banda ideal para pasar un buen rato.
Unos metros más hacia el costado, nuevamente en el complejo Club, Carisma se presentó como un dueto de DJs que trabajan sus bases en vivo y se caracterizan por buscar el clima de la rave clásica. El padre con el bebé de no más de dos años en brazos bailando delante de todo fue una imagen que se repitió durante toda una jornada apta para todo público, pero en la que siempre se debe considerar la salud auditiva de los más vulnerables a los volúmenes altos.
Reminiscencias a la escena de Berlín en los años 70’ así como a la de Manchester de los 90’, alternando en la cabina de control, uniendo dos décadas con sus mashups y remixes. El sonido empezó a mostrar sus virtudes, erigiéndose como una montaña que hizo temblar el recinto y sumergió a la gente en la presentación. Algo muy elogiable fue su capacidad para soltar el beat en el momento justo siempre, manteniéndolo atrapado hasta el climax y generando una explosión absoluta.
El juego de luces hizo parecer que no eran las 16:30 de la tarde, una verdadera locura que fue de la mano de la calidad musical. Sin temerle al rock más pesado, Carisma trabajó con una estructura ascendente que no sorprendió a los más embebidos en la electrónica, pero que los hizo muy felices. Sonidos arábigos fueron mechados con mucha sutileza y el conjunto de visuales fue elemental pero muy bien utilizado, sobre todo cuando introdujeron un poco de Acid House para finalizar a pura velocidad y baile.
Lo único que se les puede criticar es la persistencia en construir muchos ritmos y variaciones sobre el mismo beat, sin cambiar demasiado y haciendo por momentos el recorrido algo monótono. Pero para su suerte, esto quedó tapado por una buena presentación en general y en un escenario siempre complicado para los artistas que se encuentran en pleno proceso emergente.
Cruzando la calle principal de Tecnópolis, las personas se agolparon para ver a Sidirum que mostró raíces mucho más latinas que las bandas anteriores. Con una base grabada en la computadora, pero usando el octapad con doble palillo, agregó muchos detalles por fuera de lo ya hecho para así poder moverse por un terreno mucho más amplio.
Como percusionista, el artista mostró su habilidad maniobrando con una gran cantidad de recursos que tendrían que haber estado mucho más presentes en el corazón de cada tema en lugar de ser meras adiciones. La calidad del sonido volvió a ser sensacional, algo que se repetiría en todos los escenarios y que habló muy bien de la labor técnica del Sónar Buenos Aires.
Cuando se critica a la música electrónica y a los Disc Jockeys, nunca se repara en el hecho de que mezclar con tres canales en simultáneo no es una tarea para nada simple. El margen de error es mínimo, casi inexistente, por lo que la concentración debe ser total y en el caso de Sidirum sucedió esto, más allá de alguna que otra pelea con volúmenes que estaban fuera de lugar. El hecho de no utilizar auriculares, sino el retorno tradicional (algo de lo que Richard Ashcroft estaría orgulloso) pone al artista en un lugar mucho más elevado, sobre todo cuando se considera el equilibrio que tuvo su set desde lo sonoro.
Al instante, Alejandro Paz se presentó en el Escenario Club, con banda completa y algunas bases programadas que sirvieron como un recurso secundario. Guitarra eléctrica estridente y batería acelerada, arriba por completo, con influencia clara de New Order y de Depeche Mode. Las ráfagas desde el teclado y el sintetizador siempre anunciaron el estallido, acompañadas por letras más bien jugadas (aunque a veces dentro del cliché habitual), cantadas por una voz robótica y bien grave, que no dejó de martillar durante los más de 45 minutos que duró el show.
Los acordes no fueron complejos, pero si veloces, siempre con las cuerdas a la par de un baterista fenomenal. El frontman tomó a mitad de camino la decisión de bajar la guitarra y subir el resto de los instrumentos, logrando el balance que hasta allí no había podido encontrar y que le había generado varios dolores de cabeza.
El pop de sintetizadores, el dance puro, el funk y el rock más industrial fueron las cartas desplegadas por Alejandro Paz, con un lógico uso más bien asceta de las luces y la gran pantalla situada a sus espaldas. Sin salirse del libreto y sin mostrar nada nuevo, por lo menos consiguieron entretener y darse a conocer como una de esas bandas que dentro del gran conjunto cuasi homogéneo siempre termina llamando la atención por detalles como el trabajo con más de dos canales en simultáneo promediando el setlist.
Como bien la definió una nota de hace bastante tiempo, no hay dudas de que Catnapp es una chica más que superpoderosa. Nacida en la Argentina y radicada en Berlín, Amparo Battaglia es una de las artistas centrales del movimiento electrónico y hace mucho tiempo que tiene fanáticos acérrimos en todo el globo. El Escenario Complex, un hermoso y moderno anfiteatro, fue el elegido para albergar una de las mejores presentaciones del festival.
Lo primero a remarcar fue el escenario, disfrazado con una combinación justa entre lo natural y lo mecánico. Su mera presencia junto a una serie de sintetizadores y bandejas fue suficiente para poner a bailar a todos. El entusiasmo la sorprendió al punto de hacerla sonreír de principio a fin, jugando para los fotógrafos que pudieron retratar a una mujer con un estilo musical y personal radicalmente distinto al de todos los artistas que ya se habían presentado en el Sónar.
Dubstep, House, Rock Industrial y hasta Punk esencial fueron parte de un set muy bien armado que llevó a todos a acercarse al borde del escenario para bailar sin parar. Es innegable que Catnapp posee similitudes tanto estilísticas como musicales con Yolandi, líder de Die Antwoord, combinando mucha calidez en su voz con una agresividad impresionante en cada uno de sus beats.
El Hip Hop y el Trap no estuvieron ausentes en una paleta muy amplia y vaciada de prejuicios, trabajando con inteligencia sobre géneros que se encuentran en el centro de la escena internacional. Esto no significa venderse, pues el estilo de Catnapp no es algo negociable, pero nunca es malo entender hacia donde se mueven las olas para no quedar atrapado bajo ellas. Con mucha emoción tras el aplauso final, Amparo se retiró para seguir trabajando en una serie de fechas importantes previo a su retorno a Europa, que al día de hoy la han hecho recorrer Buenos Aires y la tuvieron hace pocos días en Rosario.
Bien pegado a Catnapp, llegó el momento de ver a King Koya & Queen Cholas un artista que combina la música tradicional andina con el house más tranquilo. Tal vez lo más resonante haya sido la vestimenta tradicional de él y de sus tres bailarinas, que agitaron a todos tanto arriba como abajo del escenario con cuidadas y excelentes coreografías al ritmo de bases más bien simples y grabadas.
La búsqueda de una experiencia chamánica se quedó a mitad de camino, pues lo musical no fue descollante ni mucho menos, quedando todo en manos de las tres grandes protagonistas del set. El baile urbano fue mezclado a la perfección con lo más tradicional, logrando que todo el Complejo Lab se pusiese a mover las caderas.
En lo que refiere a la música, lo mejor fue sin dudas el manejo de los bajos, siempre estridentes y nunca quitándole el centro a la música de la puna. Además de esto, la vestimenta de todos fue impecable y a pesar de no ser revolucionario en ningún aspecto, convirtió al recinto en la segunda gran fiesta del Sónar 2017. Ideal como plato previo a otra de las presencias más esperadas de la tarde, pues no siempre se tiene a una leyenda de la industria y del género al alcance de la mano para bailar por más de una hora sin parar.
Inglés pero nacido en la localidad de Caen, Francia, Gilles Peterson hace más de 30 años que es una de las figuras más importantes dentro de la escena musical internacional. De las radios piratas directo hacia la conquista del mundo, la carrera de este sensacional Disc Jockey lejos está de haber terminado, pues en los últimos años ha participado de un sinfín de festivales a lo largo y ancho del globo, al mismo tiempo que trabajó en la BBC, fundó cuatro sellos discográficos, impulsó la carrera un buen número de artistas de renombre y hasta se da el lujo y responsabilidad de ser el director creativo de la empresa WeTransfer.
Con un número importante de personas dentro del complejo principal, Peterson comenzó su set con poesía grabada en español y un shock de sangre latina – mostrando que Francia es más que su lugar de nacimiento- que combinó de forma perfecta con la rave. Las visuales fueron de absoluta calidad de principio a fin, cruza entre animación y realismo, generando ese viaje tan característico de la escena de los 90’ donde este artista hizo sus primeras armas profesionales.
El hecho de que las voces fuesen en vivo le agregó un plus a la performance, que tuvo en sus primeros momentos una base entre tenebrosa y festiva que poco a poco cedió lugar al beat mayor y la primera gran explosión del show. Mezclando en vivo, vieja escuela total, Peterson rápidamente se probó como lo mejor del Sónar Buenos Aires, logrando que su trabajo entre bandejas y sintetizadores sea un ejemplo de coordinación y lectura de pista perfecto.
Durante varios tramos del set, el jazz se hizo presente, sirviendo como elemento para manejar los diversos climas (de completamente frenéticos a una relajación siempre intermedia) que Peterson entregó a un muy entusiasta público. La elegancia con la que hicieron estallar cada canción fue notable, siendo una de sus marcas registradas dentro de un set complejo que – a contramano de casi todos los artistas previos- quebró el molde por completo y se entregó a la experimentación absoluta.
Para el oído más atento, el tango también dejó su huella en Tecnópolis, incorporado con mucha sutileza e ingenio en cada una de las bases. Promediando el recital, Peterson sostuvo con mucho talento y paciencia un beat por más de diez minutos, creando al instante en el que lo soltó una verdadera bomba sonora que movió los cimientos del escenario.
Muchos especialistas sostienen que a la antigua – y sabiendo como aggiornarse a los tiempos que corren- siempre es mucho mejor. La evidencia empírica de ello es Gilles Peterson, que dio una lección práctica de como enloquecer a todos y convertir al lugar en una rave furiosa en donde una sinfín de efectos danzaron por encima del beat tal cual una computadora a máxima velocidad.
Su compañero de ruta fue un sidekick sensacional, cantando durante gran parte del recital, llevando muy bien el trabajo en el sintetizador y arengando sin parar a la gente. Ese componente humano que siempre es tan necesario entre tantas máquinas, estuvo corporizado en él, por momentos transmitiendo vibras chamánicas con sus fraseos.
Bailando sin parar, ambos sintiendo la música verdaderamente, con el beat corriendo por su sangre, comenzaron a despedirse ya pasando los 40 minutos de show. La percusión se hizo notar sobre el cierre, confirmando la influencia específica de África según lo que se escuchó. Gilles se despidió a puro dance y house, entregando un poco de lo que predomina hoy en las pistas del mundo y sin por ello perder ni una pizca de su rica esencia.
La ovación fue absoluta, quedando ya muy poco tiempo para que el Escenario Lab recibiese al plato principal del festival. Pero antes en el Complex, Emisor llevó algo de una siempre necesaria oscuridad para que las revoluciones bajen un poco. Jugando de forma directa con el rock más industrial y géneros más pesados dentro de la electrónica, apostó a bases con mucha sustancia y sonidos de la vida cotidiana como condimento principal.
El uso del theremín en el sintetizador le permitió doblar el sonido hasta el máximo, aunque sin jamás romper ese fino límite que separa a la música del mero ruido. Fue un set breve, pero sin dudas uno de los más originales de la jornada, también fruto del trabajo en vivo y de una sincronización ideal con visuales más bien lúgubres en la pantalla gigante.
Muchísima gente comenzó a abarrotarse en el Escenario Lab, donde ya cerca del cierre del día, Zucker se presentó para mostrar una vez más que es de los mejores DJs que se pueden encontrar en la escena nacional e internacional. Los primeros pasos fueron de la mano del House, con el detalle de la percusión y el octapad esperando a un costado, puesto que más adelante se sumarían dos integrantes más para completar las canciones.
La clásica marcha sirvió para que todos se liberasen poco a poco y la intensidad fue aumentando con el correr de los minutos. La cantidad de efectos y sonidos que Zucker fue introduciendo transportó a todos a otra dimensión, quedando la locura mayor para el ingreso triunfal de la música disco en el recinto.
Ya con la banda completa, el histórico músico fue trabajado el beat de a poco, aprovechando la sonoridad extrema de la trompeta que puso a bailar a todos con el jazz menos ortodoxo que se puede encontrar en el mercado. En apenas 25 minutos, Zucker tenía a todos rendidos a sus pies, maravillados con su manejo del octapad y terminando su set con una combinación entre la fiesta total bien noventosa y los sonidos tribales más primitivos y rítmicos.
Casi a la par de Sigur Rós, Daniel Melero se presentó en el Complex ante un gran número de personas que fueron a hacerle el aguante y disfrutar con otra de sus diversas facetas musicales. El talentoso y experimentado cantante aprovechó el contexto para introducir al sintetizador como estrella absoluta y dejarle a las guitarras la labor de sazonar el beat con riffs suaves.
Presencia y oficio, además de una voz y una onda imposibles de derrotar, Melero conquistó al público que no dejó de aplaudirlo durante su presentación ni de celebrarle cada uno de sus gestos hacia las cámaras. El rock clásico y la música disco aparecieron también en un setlist equilibrado que lo volvió a destacar como crooner y lo puso en el lugar del “distinto” de un evento que siempre tiene la cabeza y oídos bien abiertos.
Pero lo que todos los presentes estaban esperando era el evento que se encontraba a punto de comenzar en el Escenario Club. Diez minutos antes de la presentación de Sigur Rós, el recinto tenía el sector del campo prácticamente completo y las plateas seguían recibiendo un afluente de personas realmente impresionante. Mientras los stage armaban la estructura que usarían los islandeses, quedaba en claro que lo que se estaba a punto de presenciar iba a ser sorprendente no solo desde lo musical, sino también desde lo visual.
Jónsi Birginsson, Georg Hólm y Orri Pál Dýrason salieron al escenario con la obligación de mostrarle a un público que los estaba esperando hace demasiados años, que todo lo maravilloso que se viene diciendo de ellos hace más de dos décadas no era una exageración. Su música siempre fue experimental y abierta, jamás encerrada en sí misma, sabiendo como tomar lo mejor de las tradiciones de su país natal para combinarlo con elementos más modernos. Esto es algo que se puede escuchar en sus discos y también en sus recitales en vivo que andan dando vueltas por la web, pero a la gran mayoría de los presentes – salvo a aquellos suertudos que pudieron ir a un recital suyo en algún viaje- lo que les faltaba era poder tener a estos tres fenómenos a pocos metros y vivir el espectáculo de manera plena.
Si bien no se podría decir que Sigur Rós es una banda de música electrónica, lo cierto es que han utilizado siempre con mucha eficacia ese género musical y sus diversos estilos, por lo que su presencia como headliners en un festival como el Sónar sin dudas que fue muy acertada. A las diez de la noche en punto, la música ambient finalizó abruptamente y los tres músicos ingresaron en silencio para disparar al instante Ekki Múkk y maravillar a la multitud con un juego de luces generado por las tres columnas principales realmente descollante.
Durante los más de cinco minutos que duró la canción, la banda logró transmitir la tranquilidad y profundidad del cielo estrellado de Rejkyavik, capital de Islandia, tal vez uno de los lugares más hermosos y puros del mundo. Justamente eso fue lo que se pudo sentir, llegando directamente al corazón y haciendo emocionar a todos al máximo. La técnica con la que Jónsi tocó la guitarra a lo largo de todo el show fue uno de los puntos salientes y ni hablar sus falsetes magistrales que generan un placer auditivo absoluto.
Emotivo hasta las lágrimas no solo por lo bello sino también por el hecho de que no hay muchas más formas de alcanzar la perfección sonora. Sutilmente desde el teclado, llegaron notas bien pesadas y los retoques finales fueron producto de un excelente trabajo en el laboratorio. En medio de todo esto, muchos desubicados – algunos pasados de sustancia, cualquiera que esta fuese- gritaron para recibir el repudio de casi todos y el pedido de silencio para poder seguir contemplando y disfrutando un verdadero espectáculo.
Con Glósóli las revoluciones subieron muchísimo, intercambiando Orri y Georg posiciones e instrumento, mientras a sus espaldas llegaban las imágenes de la montaña helada en blanco y negro. La voz del cantante volvió a envolver el lugar, denotando algo tan extraño como bonito, que impidió que las miradas se alejasen siquiera por un segundo de la nave principal.
El momento de elevación de la guitarra fue sublime, sazonado por el ruido de la multitud marchando, con Orri ahora sentado en la batería listo para aumentar la tensión mediante la creación de una pared de sonido difícil hasta de imaginar. Las luces se encendieron por completo, con el amarillo como color predominante, acompañando una verdadera locura a nivel compositivo que desató una nueva ovación al finalizar bien arriba.
El golpeo del bombo comenzó con E-Bow, donde la voz de Jónsi se elevó junto a la batería y sus manos bajaron la velocidad para armar el riff. La estela blanca en soledad, en la plena oscuridad, previo al estallido, fue un agregado sensacional que dejó a todos reflexionando antes de la llegada de la tormenta. Los momentos finales quedaron para Orri, que acompañado por bajo y guitarra dejó todo listo para un ataque nuclear que finalmente nunca se materializó.
Durante unos segundos, la distorsión quedó en soledad hasta que el ruido de la desconexión hizo que todos volviesen a romperse las manos aplaudiendo a sus ídolos. Le siguió Dauðalagið, tema con el que se trasladaron al lado oscuro de nuevo, aunque sin perder ni una pizca del impacto visual y auditivo, quedando en claro que estos tres islandeses buscan alimentar a todos los sentidos durante sus recitales.
Música para los cinco sentidos, motorizada por un uso muy inteligente de las reacciones más naturales y espontáneas del ser humano, nuestros miedos y sueños volcados en cada melodía. Un show donde la épica es constante y se va agrandando a medida que pasa el tiempo, como cuando llegó el momento de escuchar Varða, un verdadero deleite liderado por la guitarra y la batería. Sobre el final, la dulzura de la voz de Jónsi contrastó notoriamente con la paranoia y desesperanza total de la melodía que se terminaría apagando con el golpear tradicional nórdico por parte de Orri.
La tensa calma tuvo su continuidad en Óveður donde sobresalieron primero la técnica del frontman para tocar la guitarra y el toque final de Georg en el piano, en la pura oscuridad, ante la mirada atónita de todos. Complejidad pura y masividad, dos elementos que son como el agua y el aceite, y que Sigur Rós ha sido capaz de unificar desde sus primeros pasos en el frío norte europeo.
Sæglópur inició con los tres parados un poco detrás de la gran estructura general, con videos oscuros de un gran bola de humo sucediéndose en la pantalla. Poco a poco se fue conformando una gran masa que al instante comenzaría a separarse dando el mensaje del fin de los tiempos y la esperanza de un nuevo mundo, todo a medida que la canción avanzaba de manera implacable.
Una maravilla – otra más y van- cercana a la ópera por momentos y al canto gregoriano en otros segmentos, con la bomba mayor explotando en la cara de todos en el climax a la par de las imágenes. Luego del caos y la destrucción, un nuevo comienzo quedó simbolizado en la pantalla, con la posibilidad de siempre ser mejores.
La locura y la paranoia regresaron durante Ný Batterí, ahora con un juego de visuales mucho más modernista y hasta futurista. La guitarra distorsionó todo lo posible en soledad y el bajo armó con delicadeza el punteo para que Jónsi vuelva a recorrer con una facilidad envidiosa la paleta completa de agudos. La batería ingresó rabiosa y elegante al mismo tiempo, siendo Georg quien gestionó el punto clave del tema. El detalle del líder sosteniendo la nota final hasta prácticamente la eternidad fue muy bello y por momentos pareció doblar considerablemente las leyes del sonido.
El piano que dio lugar a Vaka acompañado por las vocales casi a capella, hizo erizar la piel y saltar las lágrimas de muchos de los presentes. Sigur Rós manejó durante todo el show una cantida de emociones muy difíciles no solo de transmitir sino de poner en un mismo sitio, dejando en claro que la perfección es posible si hay talento, trabajo y mucha imaginación.
Cerca de la hora y media de recital, el primer pogo de la noche llegó durante los minutos iniciales de Festival, una de sus canciones más rítmicas y pesadas, si es que se las puede calificar de alguna manera ya conocida. Jónsi, visiblemente emocionado, tomó el micrófono para agradecer a todos y decir que el momento en el que el estadio entero se puso a corear “fue realmente hermoso”.
El rock industrial con tintes de música más del período clásico llegó de la mano de Kveikur y el cierre fue con Popplagið, su único bis en un setlist magistral que sirvió para hacerse un panorama completo de lo que significa Sigur Rós para la música contemporánea. Después de ser ovacionados, envolverse en la bandera argentina y salir dos veces a retribuir el amor de sus fanáticos, los islandeses se retiraron y dieron por finalizado el Sónar Buenos Aires 2017.
La conclusión del festival fue sin dudas positiva, quedando listo para insertarse de forma definitiva en la grilla local. El público respondió con creces y vivió la experiencia a pleno, aprovechando la variada oferta musical y cultural en cada uno de sus escenarios y en el espacio de interacción con los creadores y vanguardistas de esta década. Demás decir que Sigur Rós se llevó todas las miradas y los aplausos, confirmando con un magnífico show que todo lo que se decía de ellos – y mucho más también- era cien por cien acertado, mostrándose como una pieza clave para el andamiaje musical de los últimos dos siglos.
Mientras todos caminaban hacia sus autos y las paradas de colectivo, la reflexión fue inmediata. Resta esperar hasta la edición del año próximo que tendrá que superar una vara muy alta, aunque siempre es esperable este tipo de desafíos cuando las cosas se hacen bien. Que los demás festivales y productoras tomen nota, porque claramente se puede combinar la más alta calidad en el sonido, en la grilla y en la oferta cultural y gastronómica sin morir en el intento. Siempre hay que ir en busca de la perfección.
Crónica: Rodrigo López Vázquez
Fotografía: Carolina Rodríguez
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The Analogue Vignette Live Sessions is not the work of a sole person. It's the result of the dedicated efforts of talented individuals who are committed to the arts and entertainment. I couldn't have any of these were it for [top row, left to right] Milagros Vargas (Sound), Leonel (PA), Ani and Marina (Ibiza Pareo), Jenna (Sound), as well as [bottom row, left to right] Rocío (Camera and Production) and Amir (Camera and Locations). #ThisCrewKills #FilmCrew Thank you all for believing in this project and been part of it! Love, Nando (shenanigans, weird guy in the lower right corner). #gratitude #AnalogueVignette #ibizapareo #livesession (at Silent Funny)
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Visuales para Festival Alunizaje de Plataforma Nave, Buenos Aires
Músicxs: Ibiza Pareo, El Principe Idiota, Paula Trama, Pablo Berardi, Candelaria Zamar
Fotografía: Celeste Alonso
@plataformanave @ibizapareo @elprincipeidiota @paulatrama @petaberardi @candelaria.zamar @mcelestealonso
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Festival @bandainvitada presenta su tercera edición, con el siguiente line-up: . . Jueves 25/06 19:20hs. - @dya.desiertoyagua 20:00hs - @corinalawrence_ 20:35hs - @palomadelcerro 21:10hs - @nacionekeko . . Viernes 26/06 19:20hs - @liviabonelli 20:00hs - @ibizapareo 20:35hs - @hipnoticamusica 21:10hs - @lucasthewoods . . Sábado 27/06 19:20hs - @julisuanno 20:00hs - @naomipreizler 20:35hs - @femigangsta 21:10hs - @dak1llah . . 💻 Transmisión gratuita en vivo desde https://onstage.fest.bandainvitada.com https://www.instagram.com/p/CByxJFbg9vc/?igshid=v8ovo6jg5alv
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La eternidad del instante. Este fin de semana nos vemos en el @cuerofestival junto a @los.espiritus, @perezmusica, @un.planeta @yataians @ibizapareo y muchas bandas más!. 🚀🔥 . . . . . . e❌c #indieartist #indieartists #indielabel #indiebands #indiemusicians #indiepop #indiefolk #indieauthor #indiemusik #musically #rockindie #indiepoprock #indiesrock #artists #buenosaires #argentina #likebuenosaires #bandashow #live #radio #pop #nowplaying #newmusic #music #video #song (en La Casualidad) https://www.instagram.com/p/BsybMTGlpfV/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=1rx2k3n0bhp5e
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Nos encontramos el 28 de diciembre para esta gran reunión musical 💖💐✨ @ibizapareo @dani_umpi @violwta_castillo (en Club Cultural Matienzo) https://www.instagram.com/p/BrqLTxqhGrI/?utm_source=ig_tumblr_share&igshid=nl4mulktzasj
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Melodías tropicales en Bailemos Juntas, el nuevo álbum de Ibiza Pareo
Ibiza Pareo, el dúo musical formado en el 2014 por Ani Castoldi y Marina La Grasta en Buenos Aires, Argentina estrena su nuevo y segundo álbum titulado Bailemos Juntas. Su disco homónimo lanzado en 2015 fue nominado a los Premios Gardel 2016 como Mejor Álbum de Nuevo Artista Pop y prometen que en esta nueva producción los beats rítmicos van en aumento. La fuerza femenina de este dúo se representa en Bailemos Juntas, con 10 canciones llenas de beats poderosos, cálidas percusiones y melodías que hipnotizan y nos llevan hacia una madrugada eterna sobre la pista de baile. Este álbum fue producido por Ani y Marina de la mano de Ismael Pinkler, excepto por “Loba de Noche”, el primer sencillo que pudimos escuchar de este disco, que fue producido junto a Ale Sergi de Miranda! ¡Escucha Bailemos Juntas aquí! http://smarturl.it/BailemosJuntasIP “Loba de Noche” es un tema que tiene un clima misterioso casi oscuro, pero que no pierde la fuerza pop que las caracteriza y calienta las pistas de baile en cualquier estación del año. Ibiza Pareo es una de las bandas más interesantes del pop electrónico argentino y refuerzan esta posición al incursionar en la animación con el video de este tema, que toma influencia de la fantasía y optimismo de Jem y Sailor Moon. Este video fue realizado por la ilustradora y diseñadora Daiana Ruiz, quien centra su trabajo en la representación de la mujer, donde se despliega una paleta oscura y romántica; algo nostálgica pero apasionada. En palabras de la propia ilustradora: “ “Loba de Noche” tiene un universo del que no podés escapar. Pétalos de rosas, paisajes de noche y una loba blanca dieron el puntapié inicial para la creación de este universo.” Después del éxito de su primer disco, tuvieron una extensa participación en festivales de Argentina además de dar un tour por Uruguay, Chile, México y presentarse en E.U.A en Nueva York y Chicago en Ruido Fest. Para la promoción de Bailemos Juntas participarán en junio en el festival Sonar en Barcelona y harán una gira alrededor de Europa. ¡Escucha Bailemos Juntas aquí! http://smarturl.it/BailemosJuntasIP Sigue a Ibiza Pareo: Facebook: https://www.facebook.com/IBIZAPAREO Twitter: https://twitter.com/ibizapareo Instagram: https://www.instagram.com/ibizapareo/ YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=QoMFo-8g3Qo Spotify: https://open.spotify.com/artist/4JZdNNzzAhW7Ag2Vl1bZrw Apple Music: https://itunes.apple.com/mx/artist/ibiza-pareo/1024145757?l=en ----- ¡Suscríbete a nuestro newsletter! http://bit.ly/NewsletterTI
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Personal Fest 2018: el clan argentino, fuego y pasión
Ibiza Pareo, Valdes y Juan Ingaramo fueron los representantes argentinos de la única jornada del Personal Fest 2018. Cada uno supo cómo aprovechar sus minutos delante de la multitud, dejando en claro que se puede caminar con firmeza hacia el mismo horizonte utilizando herramientas muy disímiles entre sí.
Tras la torrencial lluvia –con tormenta eléctrica incluida– del sábado superclásico, que dejó a miles de personas sin la posibilidad de ver en vivo y en directo a Robbie Williams tras 12 años de ausencia en nuestro país, el domingo mostró un panorama muy diferente en el Club Ciudad de Buenos Aires. Si bien el terreno no estuvo exento de charcos y barro, no siendo suficiente contención los paneles de plástico utilizados para cuidar el césped, al abrirse las puertas a las 14:30 una gran cantidad de gente aceleró el paso para ya instalarse muy cerca de los dos escenarios principales.
Al no poder utilizarse el resto del lugar, el recorte de bandas fue tan lógico como brutal, quedando la jornada reducida a la presentación de diez artistas. Tres de ellos fueron argentinos y quienes dieron el puntapié fueron Ani Castoldi y Marina La Grasta, integrantes de Ibiza Pareo, una de las más interesantes y recientes apariciones de la escena emergente nacional. Aprovechando el lanzamiento de su segundo disco, Bailemos Juntas (2018), este dueto que combina con absoluto ritmo y pulso la EDM, el house más relajado y el synth pop estuvo a la altura de las circunstancias, poniendo a bailar suavemente y con mucha clase a los primeros curiosos que de a poco se iban acercando al vallado.
Exhibiendo una conexión mayor con el indie pop, la psicodelia y el rock de la década de 1970 que en su primer disco, le sacaron jugo a su media hora y se retiraron segundos antes de las cuatro de la tarde entre aplausos. Su intensidad fue perfecta para abrirle paso al segundo show de la jornada, uno que estuvo a cargo de otro conjunto que viene pisando muy fuerte desde su celebrada irrupción en nuestro underground hace poco menos de dos años.
Si Ibiza Pareo había comenzado a construir una atmósfera entre cálida y oscura en un predio todavía tratando de drenar los resabios de la tormenta, Valdes se encargó de desatar de forma definitiva los pies y caderas de todos los que quisiesen escucharlos. Comandados por el talentosísimo Eduardo Valdes en guitarra y su hermano Pancho Valdes en la voz, los oriundos de Córdoba dieron una clase de pop al aire libre. A puro swing –entre medio del indie, el pop noventoso y la más pura sangre latina– apoyados en el multifacético Gris (2018), lograron encontrar el clima festivalero en muy pocos minutos, siendo la suya una de las performances más energéticas del día.
El cruce entre lo analógico y lo digital, otra de sus características principales, los hizo ascender con velocidad, aprovechando la técnica de Eduardo y la flexibilidad que entrega el formato de banda completa para convertir al lugar en una discoteca. El carisma de su frontman fue más que suficiente para finalizar a puro house latino, aprovechando la gran pasarela dispuesta delante del escenario para interactuar con el público y la pantalla a sus espaldas para impactar en la lejanía, lograron maximizar por completo el concepto sonoro y visual que los define como banda.
El tridente lo completó Juan Ingaramo, también nacido en la provincia de Córdoba. Poseedor de un estilo que ha cosechado tantos seguidores como detractores, dejó en claro desde el primer minuto que el suyo no iba a ser un paso desapercibido en este Personal Fest. Si hay algo que no se puede negar es la evolución tanto en su sonido como en su propuesta: ya bastante alejado de sus raíces más pop y en continuo diálogo con los géneros y sub-géneros musicales que dominan y moldean la escena nacional e internacional en la actualidad, se ha posicionado como uno de los artistas del momento en nuestro país.
Con muchísimo público propio –y muy joven, rondando entre los 20 y 24 años de edad, lo cual lo posiciona a la perfección en esta nueva era–, el intrépido cordobés supo aprovechar un horario tan ideal como traicionero: estando bajo la luz de todos los focos, de no fallar habrá siempre elogios; pero el más mínimo tropezón llevará a hablar de tiempo perdido o de un potencial que no se pudo alcanzar.
En ese sentido, es innegable que su fugaz presentación cumplió con lo esperado por quienes lo siguen desde sus comienzos. La presencia sobre el escenario de Ca7riel y Dakillah en esa combinación entre trap y salsa que es “Fobia”, del omnipresente Louta en la más colorida “Ladran” y el complemento brindado por una muy precisa Emme durante todo el setlist, ayudaron como golpe de efecto ¿La única y pequeña mancha de su paso por el Escenario Personal? Por momentos el show navegó de forma excesiva por una complicada indefinición en cuanto a genérico-estilística, algo que no le importó en absoluto a sus más fieles seguidores ni a quienes tal vez no lo conocían en profundidad, pero que buscaban divertirse de principio a fin.
¿Es un defecto esto? ¿Afectará a su futuro cercano? No hay una respuesta definitiva. Mucho más si se considera que Ingaramo es un artista con variadas facetas y talentos, que vive inmerso en un proceso de transformación, sin estar acechado por la necesidad de jugarse a fondo por una estructura o universo sonoro específico. Lo que sí se puede decir es que su raíz es la canción, algo que cobra por completo lógica cuando se analiza la influencia que tuvo en su vida desde pequeño el rock nacional originario, y que en vivo queda mucho más en claro aún. El grand finale de la mano de su cover –a puro sabor latino– de “Fuego y Pasión” dejó a todos empapados en esas dos palabras, resaltando por última vez en la tarde su sobrada capacidad para frasear con velocidad y sutileza al mismo tiempo.
El “Clan Argentino” del Personal Fest 2018 no decepcionó y representó muy bien al país entre tantas suspensiones debido al mal estado de gran parte del Club Ciudad de Buenos Aires tras el temporal. Luces y sombras, la perfección no es humana, pero el balance general entrega la certeza de que hay presente y futuro en una escena emergente que no para de crecer día a día y que no se resigna a encasillarse en una sola expresión musical.
Por Rodrigo López Vázquez
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@ibizapareo despanpanante en blanco y negro de 35mm! (Collage 3/3) #ibizapareo #InGrainWeTrust #analoguephotography #analoguevignette #musicaargentina #kodaktrix
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@ibizapareo sneak peek. A live musical session, shot with Super8 film and recorded on cassete tape. Watch the full film tomorrow on YouTube! #ibizapareo #aridoespejismo #super8film #kodaktrix #kodakfilm #argentinemusic #musicaargentina #geiserdiscos #AnalogueVignette #FilmIsNotDead #InGrainWeTrust #chicago #buenosaires #alterlatino #ruidofest (at Silent Funny)
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Marina and Ani are the powerhouse duo known as @ibizapareo, a electronic pop band from Buenos Aires, Argentina. They made their #Chicago debut at #RuidoFest on July on 2016. In their visit, they inaugurated the #AnalogueVignette project with a musical performance, which, long overdue, will soon see the light of day. #FilmIsNotDead #IbizaPareo @geiserdiscos #Polaroid #impossibleproject (at Chicago, Illinois)
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