#Historia de una traición
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me metí a un servidor nuevo hace unos días y antes de ayer estábamos haciendo posts falsos de am i the asshole? con nuestros ocs y la verdad que finnley y chase pongan su propia versión de lo que pasó entre ellos a la vez me causa mucha risa(???)
#finnley: -cuenta lo que pasó desde su perspectiva de que se sintió reemplazado por un cualquiera y abandonado-#chase: -comenta que se sintió traicionado de que su mejor amigo no lo apoyara en finalmente en tener una relación y se ponga 'caprichoso'-#los dos: am i the asshole?#encima como es el internet no va a costar mucho para que identifiquen las similitudes en las historias y conecten a los dos lol#mejor que caspian no use reddit porque sino se va a enterar de muchas cosas que su querido novio le ocultó#como por ejemplo el mínimo detalle de por qué FINN Y ÉL SE DEJARON DE HABLAR DESPUÉS DE QUE EMPEZARON A SALIR#tbf tho; chase es el que suele sentir como el que estuvo mal; finnley no tanto. aunque a veces necesita la confirmación de que no es el mal#ni habla del tema con dali porque ella empieza a las puteadas y con ganas de ir a la casa de chase; romperle la puerta#y bajarle todos los dientes de una pi��a sola. dali siente Violencia. y aunque él también siente Violencia; realmente no actuaría lol#aunque la idea de verlo sufrir emocionalmente le gusta; especialmente si es por abandono o traición lol. pero; si tiene que pasar que pase#bonus points para dali viendo la publicación de chase y poniendo 'YOU ARE THE ASSHOLE INDEED YOU SICK FUCK TF IS WRONG WITH YOU' dsjfnjds#en fin; nada. drama(?#oc talk
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27 DICIEMBRE
Descubrir que una de las maneras para expresar realmente lo que pienso y quiero es por medio de la escritura, y se ha vuelto mi terapia favorita, así que Aprovecho para pedirte perdón por mis errores. Tuve actitudes caprichosas que quizá pasaron por encima de tus sentimientos. También te hice cambiar cosas que genuinamente eran parte de ti. Y aunque ya es tarde, todo eso me ha hecho entender que hay muchas formas de fallar más allá de una traición, también te pido perdón por guardarme las palabras, por no expresarte a tiempo lo feliz me sentía por estar a tu lado. quiero agradecerte por cada palabra de amor que salió de tu boca, por los mil te amo, por los mil consejos, por cada aventura que ambos recorrimos en busca de la felicidad y perfección, por esos pasos gigantes que diste por cambiar lo que tú realmente eres, por las noches en la playas, por hacerme sentir protegida cuando me abrazabas, por preocuparte en algún momento por mi y querer ayudarme, por enseñarme un mundo que yo desconocía, por escucharme cuando mi mundo estaba oscuro, por tu amor incondicional con las niñas, por trasnocharte y por tenerme comida después del trabajo, por sobarme los pies cuando me dolían, por cada palabra de aliento que me diste en momentos de ansiedad y depresión, por esas cosas simples que me hacían sentir amada. Nunca te lo dije, pero eso me llenaba el alma.
Una parte de ti siempre estará en mi y todo lo que sembraste ahí estará, como un lugar que nunca nadie tocará, Es inevitable no sentir nostalgia cuando pienso en todos los caminos que recorrimos juntos. Al principio me costó aceptarlo; no quería entender todas esas cosas que hoy te estoy diciendo en esta carta de despedida. ¿Imaginar mis días sin ti? Una tortura, sin duda. Pero ahora sé que hay que amar sin ataduras. No podía dejar que tantas risas y tantos momentos felices acabaran envueltos en sentimientos de decepción, desilusión y tristeza.
Al fin y al cabo, en mí siempre habrá una parte tuya que no podré borrar ni con el tiempo. Decidí que esa parte fuera lo mejor de tu ser. Tu risa, tu mirada y los sentimientos que me supiste entregar de una y mil formas. Todas esas cosas seguirán conmigo y me recordarán que no merezco menos. Que, si bien tengo errores, merezco sentir que soy maravillosa. Gracias por hacer parte de mi historia.
Me despido. Lo hago de este modo porque tenerte en frente me forma un nudo en la garganta. Porque sí, es difícil despedirse de quien ha dejado tanta huella.
Sabes tenías razón en muchas cosas que tú me decías y yo no entendía, y tenía que pasar esto para darme cuenta de lo que estaba pasando por mi vida que yo no quería afrontarla, tenia que alejarme de personas tóxicas de mi vida, (familia, amigos, trabajo), todo eso me hacía mal, cada día me estaba hundiendo, tenia que alejarme de todo lo externo que me hacía verte como una persona mala, tenía que dormir bien, comer bien, hacer ejercicio, amarme más… aprendí todo eso ahora que estoy sola y por fin me di cuenta de mis fallas y mis errores, cosas que nunca en mi vida repetiré, y es creo que mi karma será el no tenerte, por te anhele con el alma, con ansias, y cuando te tuve hice todo mal, ambos, por que en esta historia que era el amor más bello también se convirtió en una pesadilla. Quiero que sepas que yo nunca te abandone, yo no quería hacerlo, pero tenía que hacerlo por que no quería cometer un error que yo ya había hecho, yo no quería lastimarte… y creo que el acto más valiente que hice en mi vida fue soltarte amándote, por que vi el infierno, nunca me sentí tan muerta estando viva, nunca había dejado de respirar para ver si hacía moría y no sentía mas dolor, nunca me acostaba llorando y me despertaba llorando y nunca me sentí que ni casa fuera mi cárcel, nunca me acosté abrazando un Buso tuyo pensando que eras tú, nunca espere con ansias una llamada tuya diciéndome, intenmoslo, luchemos, y te agradezco por nunca aparecer, por que si lo hubieras hecho quizás jamás me hubiera dado cuenta de todos los errores que tenía.
Espero que encuentres la felicidad que tanto anhelas, que cada día mejores al igual que yo, que nunca nadie cambie tu esencia, que luches por lo que amas y quieres, que sin importar lo que pase o pase en nuestras vidas, sabes que te amare para siempre y no sé si sea cierto pero mi hilo rojo está atado a ti… y no importa las cosas malas que pasaron para mi no existe… me quedo con lo bello que me brindaste y eso lo atesoraré en mi corazón.
#amor propio#amor#corazon roto#desilusión#tristeza#fe en dios#ansiedad#desamor#amor de dios#desahogarse#depresion#despedida#hilo rojo#escritos#esperanza#confianza#contacto cero
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NEW MOON, última parte.
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your TEETH crave my name.
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my blood makes you MOONSTRUCK.
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is this OUR end?
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¿se sellará la indescriptible atracción que sentías hacia Park Sunghoon con el pinchazo de un colmillo? Sí, pero ¿sobrevivirá esa atracción a su propio sello?
pair: vampire!park sunghoon x f!reader
summary: finalmente, los colmillos de Park Sunghoon han penetrado en tu piel y tu sangre ha sido probada por él. ¿qué consecuencias traerá este mordisco? y, por si fuera poco, la figura misteriosa de Jay parece compartir un pasado con tu querida mejor amiga Aerin, si es que se podía seguir llamando de esa forma. Una historia en la que parecías destinada a participar en su final... ¿o en su principio?
warnings of part 4: sangre, mordiscos, besos en el cuello, menciones de dios, traición de una amistad, lenguaje malsonante y si veis alguno más decidme pls
words: 8288
parte tres masterlist
‧͙⁺˚・༓☾ ☽���・˚⁺‧͙
Sunghoon succionó una, dos, tres y cuatro veces. Su lengua saboreó la sangre que caía de las perforaciones que él había hecho en tu cuello. No había palabras para describir la paz interior que su sabor provocó en su insaciable sed que, como vampiro, siempre le marcaría de nacimiento. O eso pensaba hasta que llegó tu olor, tus ojos, tu sonrisa, tu cuello, tu sangre... Cuatro veces succionó, insuficientes veces para satisfacer la sed por sangre humana de un vampiro corriente, de Jake o de Heeseung, pero curiosamente suficientes para él. Beber tu sangre era como tomar su manjar favorito estando lleno. Siempre había espacio, pero jamás abusaba porque no tenía hambre, porque ya estaba lleno.
Anulaste la sed del vampiro Park Sunghoon, realidad incoherente con la tradición, con lo común, con las leyes de la naturaleza. Y así, Sunghoon se separó tras apenas haber tragado más de una vez, sin necesidad de beber más, de morder, de matar.
Despegó sus colmillos suavemente, atendiendo al tiemble de tu agarre en su brazo, el calmado latido del corazón y el suspiro de placer que tus labios emitieron. Se alejó, quedando cualquier sonido que sus suaves besos húmedos en tu cuello podrían haber producido ignorado por tu débil risa llena de cariño y plenitud. Park Sunghoon te miró ahora abrazándote y teniendo tu cara enfrente de la suya, mirándote siendo él mismo, sintiéndose vivo, sintiéndose humano.
Un cambio que percibiste en sus ahora desaparecidos colmillos y en sus verdaderos ojos de carbón sujetando los tuyos como si en ellos estuviesen la clave de su vida, la respuesta al acertijo de su existencia.
Park Sunghoon seguía siendo vampiro pero, en el fondo de su mente que todavía no estaba presa de esa inocente felicidad de tenerte en sus brazos, supo que las leyendas eran ciertas y que había esperanza en su gran deseo de vivir sin estar muerto.
Siempre y cuando tú existieras junto a él.
Cuando sentiste los colmillos de Park Sunghoon penetrar en tu piel junto con su cálida lengua saboreándote, tu corazón sintió la extraña sensación de un sueño siendo cumplido, pero no el tipo de sueño que solemos tener en la vida, por el que trabajamos duro y nos ponemos metas, sino un sueño que el destino de tu alma tenía que cumplir en el camino de su vida porque, en efecto, estabais hechos el uno para el otro.
Vuestras manos unidas se mantuvieron de esa forma, juntas, incluso tras el final de aquel íntimo momento, reflejando que aquello no era una simple atracción. La duda sembró tus labios y Sunghoon te escuchó con el mismo pánico que interiormente podía llegar a sentir al darse cuenta de que os unía una conexión tan antinatural que os hacía olvidar el hecho de que no os conocíais. Su caricia sobre tu cuello te tranquilizó de cierta forma, parándote a pensar en su tacto mientras observabas su rostro tras haberte mordido, marcado. ¿Realmente no conocías a Sunghoon?
��Hasta hace nada pensé que tú no sentías lo mismo por mí, que todos esos detalles que veía en ti eran observaciones que jamás saldrían a la luz—. Comenzaste, siendo interrumpida por Sunghoon de una manera curiosa, al complementar tus palabras con sus observaciones. —Intuía que leías a Poe, y justo te encontraba en la biblioteca haciéndolo—. Susurró.
—Sabía cómo reaccionarias a algunas palabras del profesor Friedrich, y acertaba de lleno—. Continuaste. Sunghoon elevó una de sus cejas antes de hablar.
—Nunca te encontraba en los partidos oficiales de ninguno de los deportes de la academia y nunca me sorprendía—. Reíste mientras bajabas la cabeza. Tu mano libre acarició su pecho.
—Aquella vez que discutiste con Heeseung y todo el mundo se enteró poniéndose de parte suya, yo te vi cosiendo su camiseta de béisbol cuando pensabas que nadie te estaba mirando y no me sorprendió ese lado tuyo—. Sunghoon esbozó una pequeña sonrisa.
Su mirada se tornó un tanto dudosa mientras dejaba de llover, aclarándose el cielo y dejando brillar a las estrellas. Se acercó un poco más a ti, bajando la cabeza.
—Sabía que estabas escuchando cuando rompí con Aerin. Por eso fui mil veces más maleducado e imbécil. Quería que me odiases, pero con cada palabra se me rompía más el corazón al pensar que realmente podría conseguirlo. Yo... yo nunca quise esto, estar atraído hacia un humano hasta el punto de sufrir una sed inaguantable. Pero es que antes...— Se le rompió la voz un poco —No sabía que esto que nos une es distinto e inevitable.
Sus palabras agilizaron tu corazón y una carga en tus hombros fue levantada por la compresión y compasión. Te lamiste los labios antes de realizar una pregunta. —Jay mencionó leyendas ¿somos parte de una?
Sunghoon te miró asintiendo antes de echar un ojo hacia toda la estancia. En su interior, supo que Jay te había mencionado semejante información tan insólita siendo una humana porque desde el principio se lo había temido, Sunghoon y tú erais lo mismo que Aerin y él. Jay, de nuevo, le había dado razones para admirarlo.
Notando su mirada precavida, hablaste. —¿Quieres venir conmigo y así hablamos con más tranquilidad?— Tus mejillas no pudieron evitar encenderse tras tu invitación. Sunghoon sonrió, llegándole la sonrisa hasta los ojos y asintió. —Sí—.
Así, caminasteis hasta tu habitación con las manos todavía unidas.
Con vuestros meñiques tímidamente entrelazados, abriste la puerta caoba de tu habitación, entrando tú primero y Sunghoon detrás de ti. No te lo admitiría pero estaba nervioso, todo parecía encajar perfectamente muy rápido y el vértigo que le suponía ser plenamente feliz le atragantaba con risas. Apreció tu habitación, decorada con tu estilo rústico ideal pero con una pizca de tu esencia que no sabría muy bien señalar dónde. Era tu habitación y como tú, no podría haber otra igual.
Gesticulaste hacia tu cama y Sunghoon se sentó en ella mientras te dirigías hacia el escritorio, buscando ordenar un poco los papeles esparcidos y los libros abiertos, además de algún bolígrafo colocado a libre albedrío. Era un caos, pero no uno demasiado trágico.
Sunghoon aprovechó que no le mirabas para observarte. En su pecho hasta ese momento frio y muerto, sintió una calidez que le pedía a gritos abrazarte, protegerte, tenerte siempre en su vida junto a él. Eran sensaciones muy fuertes para alguien considerado muerto, para un inmortal que no tenía ninguna esperanza en la eternidad.
Tras tu breve intento de orden, te giraste hacia él y tu corazón se aceleró. El chico vampiro que reinaba cada uno de tus sueños desde la primera vez que tus ojos se posaron en él, estaba en tu cama, cómodo, portando una sonrisa amplia y juvenil, casi como la inocentemente feliz sonrisa de un niño. La vergüenza te comió por dentro y te quedaste de pie, incómoda en tu propia habitación, gesto que Sunghoon notó y que le hizo reír al instante.
—¿Por qué pareces tú la invitada? Es tu habitación—. Dijo mientras tu nombre se escaba de su boca con gran adoración. Tú estomago dio una voltereta mientras Sunghoon con la palma de su mano sobre tus sábanas indicaba que te sentaras a su lado. Te acercaste, dándole la mano que el te tendió para sentarte en la cama, como si fueras una princesa de porcelana frágil hasta ante una pluma o unas meras sábanas. Lo comentaste y las orejas de Sunghoon se encendieron al darse cuenta.
Una vez acomodados -vuestras manos todavía unidas- Sunghoon se lamió los labios antes de suspirar. —¿Qué quieres hacer ahora?—. Su pregunta te sorprendió porque de cierto modo, pensaste que él tendría el control, que él sabría el secreto y que tú solo tendrías que asentir y seguir junto a él. Pero eso jamás sería así con Sunghoon. Si tú decidías estar con un ser como él, era decisión tuya. Si tú decidías seguir con él, dejar que beba tu sangre hasta que se volviese humano, era tú decisión, tu voluntad. Él jamás te forzaría a nada, incluso si te ibas, no te rogaría que te quedaras porque significabas demasiado para él. Gesto que un vampiro normal no entendería porque la naturaleza era manipular, decirte que te quedaras, que te sometieras a él.
Sonreíste ante la expresión suave de su rostro, expresando siempre tanto con sólo aquellos ojos, hecho que mucha gente no sabía apreciar. Tu mano libre se acercó a su cara, acariciando suavemente su pómulo. —¿Puedes explicarme qué es lo que nos une?—. Sunghoon cerró los ojos fundiéndose con tu tacto mientras asentía. La calidez de tu mano curó heridas interiores que no sabia que tenía abiertas y sangrando.
Así Sunghoon, poco a poco, te empezó a contar la leyenda que todos los vampiros conocían, pero que nadie creía o nadie quería creer. —Muchos vampiros no quieren volverse humanos, y creer que podía existir su humano destinado que los salvaría de la vida de pecado y condena no les interesaba. Por ello, esta leyenda no tiene la popularidad que podría tener, pero sí que todos preferimos no contársela a los humanos. Al fin y al cabo, es la posibilidad de una debilidad de la raza vampírica. Además de que realmente todas las religiones siempre hablan de algo similar, no sólo la que llama al "algo" Dios—. Llegados a este punto de la historia, Sunghoon y tú estabais acostados en tu cama, no acurrucados pero unidos por las manos que todavía no habíais separado.
—Entonces ¿es algo así como estar destinados el uno al otro?—. Tu corazón saltaba de alegría al pensar que realmente tenía una otra mitad que lo comprendía. Bueno no, no era simplemente eso. Era tener a Sunghoon como tu alma gemela después de noches sufriendo por un interés no correspondido. Él asintió.
—Creo que ya lo notas pero no podemos evitar sentirnos el uno hacia el otro como lo hacemos, con esta necesidad tan...—. Su mirada bajó hacia tus labios sin poder controlarlo pero sin hambre o deseo, simplemente observando la belleza de su forma. —Sí—. Completaste su frase susurrando. No había más palabras que una afirmación para expresar que conocías perfectamente esa necesidad de la que él hablaba.
Un silencio cómodo se estableció entre vosotros mientras os mirabais. Eras consciente de que ahora era el momento de tomar una decisión pero, saber que existían los vampiros y que estabas destinada a él, era demasiada información para una noche. Tus ojos así lo demostraban, siendo por un momento cerrados con lentitud por tus párpados. Sunghoon lo notó y te besó la frente suavemente. —A dormir—. Susurró con esa voz que siempre has querido oír siendo dirigida hacia ti. Apretaste su mano y exclamaste adormilada —No te vayas—. Sunghoon devolvió el apretón —Nunca—.
Pero, en mitad de la madrugada cuando la luna todavía mostraba su majestuosidad pero con cansancio, un fuerte dolor en el pecho te despertó. Abriste los ojos sobresaltada, buscando agarrar la mano de Sunghoon a modo de protección. En cambio tu mano entró en contacto con la nada, con sábanas cálidas, con simple aire, con un vacío. Te incorporaste con un horrible sabor en la boca y una respiración acelerada. El dolor en el pecho no se iba, continuaba contigo pese a haberte despertado, tal y como Sunghoon había prometido hacer con su estancia a tu lado.
Pero Sunghoon no estaba. No había rastro de él en tus sábanas en las que anteriormente os habíais confesado una gran unión y dependencia el uno del otro. Tampoco estaba en el escritorio que habías intentado organizar horas antes, ni en la entrada por la que con las orejas rojas te había alagado la decoración de tu habitación. Park Sunghoon no estaba. Park Sunghoon se había ido, se había esfumado. Y él había prometido no hacerlo, había prometido quedarse en un momento en el que todavía no sabíais qué seríais en un futuro.
Una mente racional pensaría que tuvo que irse por cualquiera razón que no fuese un rechazo, un portazo. ¿Pero con aquel dolor en el pecho? Casi sentiste tu respiración ahogarte, desafiando la física y la biología. Tal y como vuestra conexión lo hacía, tal y como su existencia vampírica lo hacía.
Tus ojos se llenaron de lágrimas que intentabas retener con pensamientos racionales. A lo mejor estaba fuera porque fue al baño o estaba yendo hacia su dormitorio a prepararse para el día siguiente. Pero no había clases al haber acabado el semestre. Tus pies aceleraron el paso atravesando tu habitación. Abriste la puerta todavía con lagrimas sin caer, sin doler.
Allí, bajo el alba, Park Sunghoon se alejaba de los dormitorios, de tu habitación, de ti, por el mismo camino por el que horas antes se había entregado a ti y tu habías permitido la perforación de tu cuello por sus colmillos. Tus cuerdas vocales se prepararon para llamarlo y así relajar a tu corazón. Hasta que tus ojos la vieron y aquello no fue necesario.
Aerin caminaba por delante de Sunghoon, guiándole con su mano unida a la suya. La palma de Sunghoon acariciaba y rodeaba a unos dedos que no eran los tuyos. Estaba unido a alguien que no eras tú, sino Aerin. A quién primer amó, a quién tuvo que romperle el corazón por tu culpa, a quién verdaderamente quería en su vida.
Cerraste la puerta al instante mientras tus piernas fallaban y te dejabas caer lentamente en el suelo, con tus brazos acariciando tu ahora incompleto ser, con la huella de sus colmillos en tu cuello ardiendo, con el efecto que el dejó sobre ti como tu única identidad. Abandonada, con una promesa rota como última creencia.
¿Qué había sido esto?
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Prepararte para ir a cenar nunca había sido tan difícil. Saltarte el desayuno y la comida había sido totalmente sencillo al olvidarte completamente de comer.
Habías conseguido quedarte dormida tras el silencio sepulcral que el fin de tus sollozos produjeron. Era mentira, él no era tu otra mitad, tu persona destinada. Seguías igual de incompleta y sola. Pero eso no dolía realmente. Lo que dolía era que no fuera Sunghoon tu otra mirad. Que esto hubiese sido todo para ti y nada para él. Simplemente saciar su sed.
¿Cómo alguien podía mentir así de fácil? ¿Así de real? Vampiro. Era un vampiro. Estaba en su naturaleza y sólo fuiste un recipiente de sangre desde el principio. Pensar esto te devolvía el asesino dolor en el pecho. No encajaba, no podía ser de esta forma... Pero Sunghoon no volvió. No apareció ni a la hora de desayuno, ni para comer, ni al mediodía, ni por la tarde, ni a las ocho, ni a las nueve... nunca.
Así, decidiste -y como mecanismo de defensa ante su existencia y sus manipulaciones insensibles- odiar a los vampiros en un mundo gobernado por ellos.
Con esta nueva emoción dominante en tu cerebro, decidiste atender al último turno de cena de las diez de la noche, buscando saciar tu hambre y, con ello, culpar este vacío que sentías como causa de una razón alimenticia y no a la ausencia por abandono de Park Sunghoon.
Saliste de tu habitación luciendo presentable, desempeñando una nueva confianza fruto de la decepción y del odio. ¿Su humana destinada? Absolutas porquerías y mentiras. Recordar la pasión con la que os habíais abrazado hace horas mientras pasabas por el mismo camino por el que él se fue para no volver con Aerin fue una de las acciones más difíciles que habías realizado en tu corta vida. Agradeciste interiormente no haber probado sus labios, no haber sellado completamente vuestros, o más bien, tus sentimientos, o no sabrías si te recuperarías.
Mientras caminabas hacia el comedor por la desierta academia (a esas horas la gente estaba yendo hacia alguna fiesta o preparándose en las habitaciones para ello) el peso de todas las emociones que sentías te rompían los hombros.
Tras cruzar una esquina, la figura de Aerin caminado por el mismo pasillo al que habías entrado te hizo parar en seco. Sunoo iba junto a ella, caminando par a par hasta que vuestras miradas se encontraron y el ceño de Aerin se frunció, acercándose rápidamente hacia ti. Notaste las marcas de su cuello y antes de que pudieras siquiera mirarle a los ojos, un sonido desagradable reinó el pasillo.
Aerin te habia abofeteado.
—¿Cómo se te ocurre intentar seducir a mi prometido? ¿Es que a caso no tienes ningún tipo de vergüenza? Sabía que siempre me tuviste envidia pero llegar a estos extremos? ¿Cómo...?—. Dejaste de escuchar su discurso cuando la palabra prometido fue emitida por sus labios siempre pintados de ese característico rosa. Desconectaste tanto de lo que estaba diciendo que hasta la interrumpiste.
—¿Has dicho tu prometido?—. Aerin se rio de mala gana y supiste que quería darte otra bofetada. Pero, en vez de hacerlo con su mano, lo hizo con sus palabras. —Sí, Park Sunghoon—.
Tu cerebro seguía sin comprender y el gran escozor de tu mejilla no te ayudaba. —¿Y Sunoo? ¿No te estaba mordiendo ayer por la noche?—. Aerin parecía sorprendida y esta vez sí que no se aguantó, proporcionándote otra bofetada en la misma mejilla. Cerraste los ojos y te agarraste el moflete harta de semejantes actitudes que siempre habías aguantado de ella y que habían acabado en violencia.
Habías perdido a Sunghoon para siempre, si es que aluna vez fue tuyo. La plenitud que sentiste te había dejado tan feliz que su ida hizo que ahora ya no actuases en base a algo, simplemente siguiendo tus propios impulsos de protección. Nadie te volvería a pisar de esa forma, nadie se adentraría en tu corazón con semejante facilidad nunca más.
Antes de que Aerin pudiese empezar a chillarte, hablaste.
—Vas a pegarle otra bofetada a tu querido prometido pero a mi ni se te ocurra volver a tocarme. Puedes ser un vampiro, puedes ser la mismísima hija del director de la academia. No me importa. Ya te he aguantado lo suficiente como para ahora tener que darte explicaciones. Quédatelo, todo para ti. No quiero saber más de vosotros y de vuestras sangrientas manipulaciones. Tú sigue siendo una zorra y yo seguiré siendo educada. Que os den—. Con una rabia impotente, te giraste ante las exclamaciones de Aerin. Sunoo no se había manifestado, ni siquiera se había acercado, pero hubo algo en la forma en la que durante todas tus palabras sólo seguía mirando a Aerin que te descuadró completamente.
Olvidándote de que ibas al comedor, te giraste y rehiciste el camino hacia los dormitorios desviándote en un pasillo que nunca se usaba al dar a los almacenes de limpieza. Te sentase en el pequeño banco de roble que había como decoración usable y ocultaste tu cabeza en tus brazos mientras las lágrimas salían. Querías volver a casa, a junto tu querida madre que siempre sabia como ayudarte aunque fuese la persona mas imperfecta del mundo y aunque eso fuese imposible.
Sunghoon y Aerin se iban a casar. Vampiro con vampiro. Tal y como debía ser, como tenía que ser. Te diste cuenta que no debiste ni haberte metido, ni haberte dirigido a él, ni haberle mirado, ni nada. Ni saber de su existencia.
Tus sollozos eran tan fuertes que eran silenciosos, sacudiendo tu cuerpo mientras buscabas de alguna forma pensar en positivo, en otra cosa, en algo que no fuese nada ni nadie.
‧͙⁺˚・༓☾ ☽༓・˚⁺‧͙
Tras unos minutos en los que conseguiste calmarte a ti misma, el desquiciado hambre te atacó. Miraste hacia el infinitos techo de la bóveda de piedra que, con muchas más, conformaban la academia y suspiraste. Unos pasos te hicieron girar la cabeza, aunque tus ojos estaban muy pesados como para realmente procesar lo que estaba sucediendo.
Park Jay se paró al inicio del pasillo, con las manos en los bolsillos, observándote con unos ojos que de alguna forma, reflejaban perfectamente la desastrosa borrasca torrencial que se desataba en tu interior. Apartaste la mirada de él, no pudiendo soportar su mirada con conocimiento de causa. Jay continuó caminado hacia ti, sentándose a tu lado en aquel banco, descansando la cabeza contra el duro muro mientras suspiraba.
La presencia de Jay te reconfortó de cierta forma pese a ser un vampiro, pues cuando uno está en esa situación de dolor, la simple compañía de una mosca podía ser la más reconfortante del mundo.
En verdad Jay era el único que no te había mentido y que había sido lo más claro que nadie en esta academia había sido nunca, si omitimos los datos que, por una razón mayor, no te pudo dar. Esta reflexión te hizo pensar en Sunghoon.
Esa parte esperanzadora de tu interior pensaba que estabas sacando conclusiones demasiado rápido y que Sunghoon si volvería murió por tortura tras las palabras de Aerin.
—Que estés aquí me dice que algo sabes... Por no decir todo—. Comenzaste casi susurrando, buscando esbozar una sarcástica sonrisa mientras seguías mirando al frente, a esa piedra dura, oscura y rugosa.
Jay te miró, gesto que sólo pudiste captar por el rabillo del ojo. —Algo había sospechado pero el encuentro en el pasillo me lo confirmó—.
—Así que has visto eso. Wow—. Intentaste no sentir vergüenza. Fallaste. —Ya ves que tenías razón, tan amiga no era—.
Jay se rio muy débilmente, tanto que sonó más a expiraciones forzadas que a una risa para luego caer en un silencio dubitativo. Sentiste que te iba a contar algo importante, así que le miraste. Él no te devolvió la mirada, pero apreció el gesto de oyente activo.
—Aerin antes no era así. O eso siempre me digo yo intentando justificar por qué la sigo amando tanto—. Su confesión te sorprendió. Jay ahora sí, te miró a los ojos y te volvió a dejar ver el mismo torbellino de emociones que tu sentías ser reflejado. —Aerin y yo somos, o fuimos, lo que Sunghoon y tú sois. He visto como te mira y era imposible no notar su presencia en aquella azotea, antes de que me preguntes cómo lo sé—.
Pensar en la posibilidad de que sí que le importases a Sunghoon dolía demasiado. Ahora entendiste los espejos que sus ojos eran cuando le mirabas, él sabía perfectamente como te sentías. —Te equivocas Jay, él y yo nunca fuimos, ni somos... algo—. Jay miró al frente de nuevo, suspirando. Tras unos segundos, compuso sus pensamientos y comenzó.
—Sunghoon y Aerin se conocen desde la infancia, pero Aerin no es un vampiro—. Frunciste el ceño mientras continuaste mirándole, extrañada. —Es una hija adoptada y por ello, una humana intocable mientras no sea cambiada por su futura pareja. Además de ser nada más y nada menos que la hija del propio director de la única escuela de vampiros de Asia—. Jay gesticuló con las cejas y notaste un dolor de rendición en su voz. —Pero a mí eso nunca me importó, porque ella era mi destino, ella era mi futuro, mi todo. Nadie lo sabía, sólo ella y yo. Seguro que Sunghoon te explicó a lo que me refiero o si no, no estarías en este estado—. Le diste un suave golpe en el hombro, quejándote ante sus palabras.
Parte de ti se alegró porque Aerin también hubiese sentido algo tan bonito como pertenecer con alguien en una vida completa. Jay leyó tus pensamientos como un libro y te sonrió suavemente. —Pero yo jamás podría cambiarla, porque si bebo su sangre me debilito y cada vez me vuelvo más humano. No puedo darle la vida de eternidad que ella quiere para estar con su familia y sus amigos. Yo no podría hacerle eso a ella, especialmente cuando ya tenia toda su vida preparada al estar enamorada de Sunghoon—. Su voz perdió intensidad y suspiró.
—Yo decidí nunca sellar nuestro destino, nunca atarla a una vida conmigo de decepción y mortalidad y rechazo y me—. Paró de hablar y te miró. —Sabes que una vez que muerdes es imposible separarse y no podía encerrarla a mis colmillos. Por eso me los partí—.
—¿Decidiste arruinarte por ella?— Exclamaste susurrando. Jay te miró con seriedad. —Y lo haría las veces necesarias si eso significa que sea feliz—.
Apoyase tu mano en su hombro, entendiéndole perfectamente. Darías lo que fuese por volver a sentir esa conexión con Sunghoon, por poder llamar a Sunghoon tu destino y él querer serlo.
—¿Ella sabe esto?—. Preguntaste temiendo adivinar la personalidad de Jay.
—No estaba en sus planes de vida y cuando ingresé a mitad de curso en la academia el año pasado, no era el momento para un nosotros. Fingí que fue un accidente y ese mismo verano empezó a salir con Sunghoon—. Mirar a Jay se volvió doloroso. Era un absoluto reflejo de tus propias emociones, aunque el había arruinado su ser por Aerin.
Jay notó tus pensamientos de nuevo. —Pero Sunghoon y tú sois distintos. Le conozco y sé perfectamente que hay algo que le está haciendo actuar de esa forma y la razón no es que no quiera formar parte de tu vida. Sé que ahora debes odiar a los vampiros, pero debes creerme... ¿cuándo te hice dudar?—. Levantaste una ceja intentando ocultar la involuntaria esperanza que sus palabras te habían dado.
—Eso mismo es lo que dicen los manipuladores, Park Jay—. El nombrado se rio mientras ambos seguíais en aquel banco, lejos de la causa de vuestros corazones rotos. Jay estornudó, y le prestaste tu bufanda, compensando por la sudadera del día anterior.
Tras unos minutos de silencio reconfortante, Jay habló. —Vamos a cenar—. Aceptaste sin pensarlo dos veces, al fin y al cabo tu estómago no tenía por qué sufrir las consecuencias de un problema del corazón.
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Jay cortó uno de los filetes mientras tú te llevabas un poco de tomate a la boca.
—Así que los vampiros sí que pueden tomar comida humana— Señalaste mientras masticabas aquella fruta en el silencio de un vacío comedor. Jay alzó una ceja. —Es como los refrescos para vosotros, no los necesitáis para sobrevivir ni son realmente lo más idóneo, pero los tomáis igualmente—. Asentiste dirigiendo tu mirada al plato mientras jugabas con el tenedor. —Tiene sentido—. Jay te miró por un momento para después negar con la cabeza sonriendo.
Saber que Jay y tu tenéis experiencias tan similares y comprendéis lo incomprensible que es tener una alma gemela que no os quiere, os había acercado rápidamente. No tardaste en confiar de cierta forma en su criterio. Así, una vez tragado el tomate, decidiste hablar. —¿Crees que debería acercarme a Sunghoon?—.
Tu cambio de tema no le sorprendió y dejó de cortar aquel filete para mirarte mientras apoyaba su cabeza en una de sus manos. —No sé realmente qué es lo que ha sucedido. Aerin y él siempre tenían versiones distintas de los mismos acontecimientos. Lo que para ella es "lo hemos arreglado" para Sunghoon es "hemos roto". Aunque yo les conozco desde antes de que empezaran a salir, así que no se muy bien qué problemas han tenido entre ellos. Pero creo que será mejor que hagas lo que tú sientas—. Rodaste los ojos, aquello no te ayudaba. Jay te miró confundido. —No me hagas ese gesto, me has pedido una opinión—.
Sonreíste riéndote un poco. En verdad la pregunta había sido muy estúpida porque estabas convencida de que no ibas a hablar con alguien que te había dejado sus intenciones muy claras. La horrible sensación de ser abandonada te perseguiría en pesadillas futuras y simplemente no podías actuar como si pudieses perdonarlo solo porque Jay tuviese la opinión de que a Sunghoon realmente le gustabas, de esa forma tan del destino.
Suspiraste y seguiste comiendo, llenando tu estomago y sintiendo que por fin, algo bueno te había pasado ese día.
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Jay si que consiguió distraerte de todo lo que había sucedido, su presencia reconfortándote y haciéndote olvidar el hecho de que tenías el corazón roto. En cambio, tu libro favorito tendido en tus piernas siendo bañado por la luz de la Luna no estaba teniendo tanto éxito. Y eso que este libro siempre funcionaba.
El problema era que tu propia habitación también estaba impregnada de la sombra de Sunghoon. En cada rincón que mirabas, había una mínima referencia a él y a sus palabras emitidas hacía un día en esa misma cama. Habías cambiado las sábanas, hecho que te había ayudado durante todo el día antes de salir a cenar, pero ya no. La iluminación nocturna hacía viajar a tu habitación a la noche anterior, a un tiempo en el que Sunghoon existía en ella.
No podías soportarlo.
Habías decidido leer ese libro que siempre te reconfortaba y fue totalmente en vano. Tu mirada se perdía en algún rincón de tu cama y el círculo vicioso de acordarte de él te engullía. Nietzsche tenía algo de razón.
En una de estas pérdidas de concentración, tu mirada quedó pegada a la puerta en la que horas antes te habías derrumbado, habías sido abandonada. Te tembló el labio inferior pero no había ninguna lágrima formándose en tus ojos. Era simplemente las consecuencias de tus actos.
Entrecerraste los ojos mientras apoyabas tu cabeza en la pared a la que tu cama estaba pegada, todavía contemplando la gruesa y una vez bonita puerta. Si tan sólo hubieras continuado con tu vida como siempre, si tan sólo no hubieras asistido a ese evento, si tan sólo no hubieras dejado que te mordiera...
Con ironía, te preguntaste cómo Aerin podía haber sido capaz de romper su relación destinada con Jay. Pensabas que la conocías, pero la Aerin que te consolaba durante la enfermedad de tu madre los dos primeros meses del curso, fue la misma que no dudó ni un segundo en abofetearte. Sunoo también te sorprendió, especialmente por la mirada de satisfacción que le dirigió a Aerin, como si hubiera organizado y planeado todo.
Aunque aquello no tenía sentido. Nada tenía sentido.
Justo cuando tus ojos por fin iban a dejarse llevar y cerrarse hasta la mañana siguiente, cansados de tanto dolor y de percibir tantas imágenes asesinas, un ruido te despertó de cualquier trance. Alguien había llamado a tu puerta.
Fue un golpe de nudillos suave contra la madera pero intenso y tu inocente corazón se aceleró rápidamente. ¿Será Sunghoon? Pensó con esperanza para luego tu cerebro destru��rsela tras recordar que le habías dejado tu preciosa bufanda a Jay y os habíais olvidado de aquel hecho. Así que, era él el que estaba detrás de tu puerta.
Te levantaste de tu cama yendo a abrir. Pero Jay no te dio tiempo y apenas dos segundos volvió a llamar, esta vez con más desesperación. —Ya...—. Ibas a seguir tu oración pero Jay te interrumpió. —Por favor, déjame entrar—.
La puerta era lo suficientemente gruesa como para distorsionar el sonido pero ¿era lo suficientemente gruesa como para que Jay sonase totalmente distinto? Es más, sonaba tal y como, tal y como...
Aceleraste tus pasos y con la respiración rápida abriste la puerta sin importante absolutamente nada, sin pensar en ningún "y si" mientras existiese la posibilidad de que aquella voz fuese su voz. Apenas rozaron tus manos el pomo y tiraste con desesperación hacia ti. Y ahí lo estaba.
Park Sunghoon en el otro lado de la puerta, justo en el lugar en el que hace un día decidió entrar en tu vida, marcarte, y luego no volver nunca.
La misma palabra con la que prometió quedarse.
Te quedaste completamente paralizada mientras observabas sus pupilas oscuras penetrarte. Sus ojos estaban casi temblorosos, con un ceño fruncido y unos labios partidos. Sentiste la misma sensación que cuándo sueñas con caerte de un alto al vacío, tus piernas temblando y el silencio reinando porque esto tenía que ser parte de tu imaginación. El hecho de ver a Park Sunghoon fuera de tu habitación y que te estuviese mirando de esa forma o el hecho de que tu cuerpo estuviese reaccionando todavía a él no podía ser verdad.
Sunghoon también sintió de nuevo aquella intensidad con sorpresa. Realmente sujetabas su mundo en tu suave mirada. ¿Le gustaba aquello? Según sus actos y tu propia percepción, no.
Juntaste tus labios en una fina línea, sintiendo de repente las inmensas ganas de llorar todas aquellas lágrimas que en verdad sí que existían, pero que tu propio cerebro decidió ocultarte para protegerte.
Una oleada de lágrimas tan impactante mientras volvías a percibir sus preciosos lunares que te hicieron tragártelas.
No sabías qué pensaba, no sabías qué veía pero, sobre todo, no sabías que hacía aquí.
Y recordar las verdaderas circunstancias que rodeaban ese contacto visual te devolvieron a la dura realidad y, con todo el dolor de un corazón roto y un tsunami de lágrimas trágico, bajaste la mirada, susurrando con una voz casi inaudible y débil, muy, muy débil. —Vete—.
Pero tu mano seguía en el pomo sin empujar la puerta, simplemente observando tus desnudos pies, sintiéndote la persona más pequeña e insignificante del planeta ante él, ante la persona que te dijo que eras el amor de su vida, su destino.
Pero Sunghoon no se fue y tampoco se quedó estático. Es más, acercó su mano con la que había petado a la puerta a la superficie de ésta y empujó con suavidad, abriéndola. No lo impediste, abandonando el pomo que sujetabas, siguiendo con la mirada en el suelo, junto con tu corazón. No tenías ninguna forma de defenderte ante el poder que le habías dado, ante la unión recíproca que supuestamente os conectaba. Querías odiarle, gritarle, expulsarle de tu puerta y nunca dejar que volviera en tu vida. Pero ahí estaba él, cerrando la puerta tras haber vuelto a entrar.
Sus palabras fueron como las tuyas, un breve suspiro de dolor en el silencio de rupturas y odio. —Lo siento —. Su voz despertó tu corazón con incomodidad. Así que realmente te había abandonado, realmente se estaba disculpando por simplemente cambiar de opinión en una noche, por darte el mundo y prometerte la eternidad para después desaparecer en el mañana.
Eso te hizo levantar la cabeza mientras comenzaste a hablar —Eres un mentiroso, un vampiro—.Usaste esa palabra con voluntad, queriendo hacerle daño. Querías producirle un mínimo de sentimiento causado por ti, como eran causados por él todos y cada uno de los tuyos.
Pero cuando le miraste a los ojos, ver su mirada fija en lo que parecía tu pómulo te despertó de cualquier posible comienzo de una discusión. —¿Qué?—. Susurraste. Sunghoon entonces te miró a los ojos y por primera vez desde que entró, sentiste ver al Sunghoon de la noche anterior. No tuvo que decir nada mientras su ceño se fruncía con frustración, regalándote unos ojos arrugados de puro arrepentimiento. —Nadie te debe poner el dedo encima, absolutamente nadie y aún así... —. Susurraba mientras volvía a llevar su mirada hacia ese lado de tu cara, perdiéndose en una batalla emocional interior. Aquello despertó tu chispa.
—¿Sabes quién realmente me ha puesto el dedo encima haciéndome daño?—. Hablaste sin susurrar, cambiando toda la atmósfera que os envolvía. Sunghoon entonces te volvió a mirar a los ojos, echando la cabeza hacia atrás ligeramente mientras negaba, no queriendo escucharte, no queriendo enfrentarse a la verdad de tus siguientes palabras. Pero ya era demasiado tarde y, con veneno, continuaste.
—Tú. El mismo que dijo que yo era su destino o mil estupideces más —. Sunghoon cerró los ojos mientras bajaba la cabeza.
—.Eso no es una estupidez—. Susurró, haciendo contraste con tu alterado tono. Sus palabras te provocaron cólera y tu dedo acusador se dirigió a su pecho.
—¿No ves? Sigues mintiendo y engañando y manipulando. No es una estupidez pero luego vuelves con Aerin?— Sunghoon se sorprendió ante tus palabras, mirándote incrédulo, cambio que no percibiste por tu ira. —Tener no sólo que verte irte con ella sino que también haber esperado como una tonta por una explicación para después ser abofeteada? —. Sunghoon dio un paso atrás, casi tambaleándose ante la incomprensión que tus palabras le producían.
—¿Qué estás diciendo? Yo no he vuelto con—.
—Mentiras Sunghoon y más mentiras. ¿Es que acaso no me has dicho ninguna sola verdad desde que ha pasado esto?—. Gesticulaste con rabia, señalando primero a Sunghoon y luego a ti, casi con asco. Aquello mató a Sunghoon, el cual dio un gran paso hacia ti para empezar a susurrar con ira reprimida —Nunca te he mentido. Ni una sola vez —. Te acercaste tú a él ahora, cerrando con peligro la distancia entre vosotros.
—Tú no sabes el significado de "nunca" —. La mirada de Sunghoon se dirigió a tus labios por un mínimo de segundo mientras los huesos de su cuello se notaban cada vez más, respirando con más intensidad y rapidez. Esperó tu continuación. Se la diste tras dos segundos. —Ayer dijiste que nunca te irías y me despierto a una cama fría y a, como no, tu ausencia —. Las lágrimas fueron inevitables pero el ceño se mantenía fruncido y la expresión dura.
—Pero es que no me he ido —. Tu nombre salió de sus labios con frustración mientras sus ojos se cerraban por más de un segundo y su boca se fruncía. —¿Cómo me voy a ir si te pertenezco desde que nos hemos visto por primera vez? ¿Si he sellado ese estatus para siempre tras probar tu sangre?—. Su frente chocó con la tuya mientras vuestras respiraciones se calmaban. Tus lágrimas empezaron a caer con más intensidad. Tenias más preguntas y más en lo que profundizar, pero ahora... ahora.. —¿Eres mío? —. Sunghoon se apartó, rompiendo el contacto de vuestras frentes mientras que luchaba la necesidad de secarte las lágrimas con sus manos, necesidad que notaste. —Desde siempre—.
Tras esas palabras salir de su boca y deciros verdades en forma de miradas brillantes de tristeza y cristalinas, tus manos se dirigieron al cuello de su camisa, agarrándolo y tirando de él, uniendo primero vuestras piernas, luego vuestros cuerpos y finalmente, vuestros labios.
Sunghoon se quedó varios segundos paralizado, luchando internamente con la sed que tus suaves labios le habían provocado. Estaba tan necesitado de ti que no sabía cómo actuar. El movimiento de tus labios sobre los suyos le despertó de cualquier bloqueo y sus manos se dirigieron a tu cintura mientras te giraba y tu espalada acababa chocando contra aquella simbólica puerta en vuestra historia.
No pudiste no gemir ante el cambio en su actitud, ante la recíproca necesidad que él también sentía y que te reveló, rompiendo con todos los miedos del pasado. Realmente era increíble.
Mientras tus dedos encontraban sus cabellos y él se separaba de tus labios para darle la necesaria atención a tu cuello con húmedos besos, ambos supisteis que erais el final del otro.
Y así os besasteis durante todo el tiempo que necesitasteis, con esa intensidad, para después pasar a esa anhelo, y acabar en ese cariño, en ese tú, sólo tú, sólo tus labios, tu cuello, tu sonrisa, tu cuerpo, tu pelo, sólo tú. Sin colmillos por su parte, sin odio por la tuya. Sólo vosotros.
Ese cambio en las emociones, en los mensajes húmedos que os emitíais de boca a boca, hizo tranquilizar vuestras emociones y vuestras respiraciones. Os separasteis creando un poco de espacio entre vosotros, Sunghoon echándose hacia atrás. Vuestras miradas se volvieron a unir y ambos sentisteis reforzarse la mágica conexión que os unía.
—No soy el prometido de Aerin—. Te miró con seriedad. Era su palabra contra la de ella, no había pruebas exactas...
—Lo que suecede es que Aerin se arrepiente muchísimo de lo que le ha hecho a Jay e intenta aferrarse a esa idea de que sigue enamorada de mí, cuando en verdad nunca lo ha estado. Nuestros padres eran los que nos querían juntos y Aerin al no ser de los nuestros, siempre intentó encajar temiendo ser apartada—. Sunghoon apoyó su cabeza en tu hombro. —Aerin y yo nos conocemos desde que su padre la adoptó, siempre fuimos solamente amigos hasta el curso pasado cuando apareció Jay. Nunca me enteré muy bien de qué había pasado entre ellos hasta hoy. Pero, en su momento, tanto Aerin y yo accedimos a salir falsamente. Era un favor a una amiga de la infancia y una forma de que mi padre me dejase más tranquilo—. La mano que se encontraba acariciando tu brazo lo apretó suavemente.
—Me arrepiento tanto de ello. No entendía la relación de Jay y Aerin hasta ahora y...—. Su voz se fue apagando— Creer que le he hecho tanto daño a Jay me parte el corazón—.
Tus manos rodearon su cuerpo, abrazándole mientras acariciabas su pelo, brindándole la calma que necesitaba. Sunghoon, tras unos segundos se apartó, y notando la seriedad en su expresión, le dirigiste hacia tu cama, sentándoos en ella frente a frente, tal y como la noche anterior.
—¿Por qué te fuiste?— Sunghoon suspiró, sabía que tenía que volver a ganarse tu confianza y lo haría costasen las explicaciones que costasen. Te ha esperado una eternidad, puede esperarte un poquito más.
—Aerin empezó a llamar a tu puerta descontroladamente ayer por la noche. Al principio pensé que sería un profesor o algo, y temiendo que te despertaran fui a abrir rápidamente. Cuando vi a Aerin, interiormente deseé que no te despertaras. Ella siempre ha sido una persona muy inestable y "romper" con ella ha afectado demasiado a nuestra relación de amistad. Los reproches estaban asegurados. Pero no fue así...—. Sunghoon te miró.
—Aerin empezó a llorar porque estaba aliviada de saber que estabas bien. Al verla en ese estado, recordé el peligro al que te había expuesto y me enfadé. Entonces empezó a decirme que no se acordaba de nada de lo que había sucedido y que estaba asustada. Me pidió casi rogándome que volviéramos a junto nuestros respectivos padres para zanjar de una vez la ruptura, pues a ellos no se lo habíamos dicho—.
Sunghoon calló por un segundo, dejando que digirieras sus palabras. Ante tu pequeño asentimiento de cabeza, continuó.
—Me iba a negar, no quería dejarte sola. Pero Aerin notó que lo nuestro no era tan simple y supuso que era como su situación con Jay. Me dijo lo de Jay y que justo por ello era más necesario que hablásemos las cosas... Ten en cuenta que Aerin llevaba mucho tiempo sin hablarme y, por lo que me decían, también hablaba bastante mal a mis espaldas. Sea lo que sea que produjese su cambio, no paraba de expresar lo urgente que era así que accedí. Había algo tan raro en su forma de comportarse que no pude evitar preocuparme, especialmente de camino, tras ver unas extrañas heridas en su mano—.
Sunghoon volvió a callar, buscando tu reacción. Aerin estaba preocupada por ti, Aerin había ido a comprobar como estabas... la memoria del escozor de tu mejilla te provocó emociones encontradas y sonando un poco incoherente, hablaste. —No... no puedo entender... sus acciones. A veces actúa como si le importo, otras no.. yo...—. Sunghoon agarro tu mano, entendiéndote. —Hoy desde hacía meses volví a ver a la antigua Aerin, pero tras llegar más tarde al ser obligado a cenar con mi padre, ¿me encuentro con la noticia de que anda diciendo mentiras y pegándote? Sea como sea la situación o sus emociones, Aerin no puede tratarte así sólo por sus problemas personales. Eres una persona muy preciada como para dejar que te traten mal—. Tu cabeza encontró el pecho de Sunghoon y te situaste cómodamente en él.
—Gracias Sunghoon. Tus palabras son muy bonitas. Pero realmente Aerin siempre me trató correctamente. Todo empezó a cambiar un poco cuando nos hicimos amigas de...—. Unos ojos rasgados imponentes aparecieron en tu cabeza y, volviendo a mirar a Sunghoon a los ojos, exclamaste — Sunoo—.
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Tu mano y la de Sunghoon se mantenían unidas mientras atravesabais los pasillos rumbo a los dormitorios de los alumnos SSR.
—Necesitamos a Jay—. Tus palaras hicieron parar en seco a Sunghoon. —¿Estás segura? ¿Y si la situación se descontrola?— Le miraste con determinación. —Jay más que nadie es la única persona que nos puede ayudar—. Tu sonrisa de confianza tranquilizó a Sunghoon y ambos continuasteis con vuestro camino.
Estando en el mismo piso que Heeseung, dirigirse a la habitación de Jay fue un camino ya conocido para Sunghoon. Tu sólo seguías sus grandes pasos con un ceño fruncido, preocupada por Aerin y temiendo que hayas juzgado a la persona incorrecta durante todo este tiempo. Miraste Sunghoon mientras apretabas su mano. —¿Tú crees que Sunoo pudo..?—. Tus palabras se silenciaron mientras Sunghoon te miraba por un segundo. —Lo único que sé es que Aerin es humana y él...—Tragó saliva y evitó mirarte. —un vampiro—. Completaste susurrando.
Sunghoon paró de caminar por un momento. Cogió tus manos y abrió la boca para hablar, pero lo interrumpiste. —Lo sé, Sunghoon. Tus ojos dicen lo que tu boca no es capaz—. Los ojos de Sunghoon parecieron cristalizarse para después sonreírte y continuar rumbo a la habitación de Jay.
Una vez allí, en un tétrico pasillo delante de una puerta carmesí de madera, yacía la habitación del nombrado. Sunghoon se aclaró la garganta y se apartó un poco de la escena, dejándote que hicieras tú lo necesario. Al fin y al cabo, después de todo lo que te había ayudado, era hora de que mostraras tu gratitud. Pero no era una cuestión de compromiso, realmente querías una amistad con Park Jay, el capitán del equipo de béisbol.
Te mordiste el labio con duda, para después acercarte a la puerta y petar. No pasaron ni cinco segundos hasta que Jay abrió la puerta. Tras veros a ambos con las manos unidas enfrente de su puerta, ni se inmutó. —No sois para nada silenciosos— Dijo y agradeciste interiormente por no haberlo despertado. Jay se fijó en vuestras manos y, mirándote con cariño, habló. —Te dije que sólo necesitaba un empujoncito—. Miró a Sunghoon con una sonrisa ladina burlona, pero cuando Sunghoon no le devolvió la sonrisa o no escuchó una carcajada por tu parte, supo que había algo que no estaba prediciendo realmente bien.
Saliendo de su habitación y cerrando la puerta detrás de él, frunció el ceño. —¿Qué sucede?— Sunghoon y tú os mirasteis, el primero asintiendo en tu dirección, dándote ánimos. Jay creció repentinamente impaciente y espetó una queja, sintiendo su interior removerse, algo estúpido siendo un muerto, sensación que sólo se producía cuando se trataba de cierta chica.
—¿Aerin? ¿Le ha pasado algo..?—.
—No Jay, no. Ella se encuentra bien en sentido físico pero...—Jay te miró con determinación.
—Guíame—. Tú asentiste y Sunghoon colocó una mano en su hombro, mostrando su apoyo.
Así, comenzasteis a avanzar rumbo a la habitación de Aerin, lugar que sólo tu conocías dónde se encontraba.
Una vez en el pasillo dónde la puerta rosa de la habitación de Aerin se encontraba, paraste en seco, haciendo que Sunghoon también parase al todavía tener vuestras manos unidas. Sunghoon te miró por un segundo, y eso fue lo necesario para entender tus intenciones. No fue el caso de Jay, el cual se giró tras darse cuenta de que os habíais quedado atrás un poco más tarde.
—¿Qué hacéis? Vamos—. Negaste con la cabeza mientras mirabas profundamente a sus ojos. Jay supo entonces a qué te referías y espetó rompiéndose involuntariamente su voz. —Me odia, no puedo simplemente—.
—No lo hace Jay, habla con ella.— Jay sintió todo el dolor de su rechazo, todo lo que dio por ella y supo entonces que podía hacerlo otra vez. Siempre pudo y siempre podrá si es por Aerin.
Sunghoon y tu mirasteis desde lejos como Aerin abrió su puerta para encontrarse con Jay, como intentó cerrarla pero Jay la paró, como tras segundos las lagrimas empezaron a correr por sus mejillas y como inmediatamente Jay la envolvió en sus brazos, protegiéndola de todo y de todos, como estaba destinado a hacer.
Sunghoon y tú supisteis entonces que vuestro trabajo ya estaba hecho.
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—Tengo una conversación pendiente con Aerin— Exclamaste mientras girabais entrando en un pasillo. Sunghoon te miró. —Y con Sunoo también, si realmente es lo que pensamos—. Suspiraste, él tenía razón.
—Sí pero siento que realmente quién debe hablar con el primero son Jay y Aerin, al fin y al cabo si nuestras apuestas son correctas, él fue quien se aprovechó de su situación—. Sunghoon acarició tu mano, escuchándote. Le gustaba ese lado tan amable tuyo, tan apreciativo del sufrimiento de los demás.
—Vale, pero que sepas que luego si tardas mucho iré yo personalmente a hablar con él—. Dijo mientras ladeaba la cabeza, haciéndote reír.
Aprovechando tu risa, comentó. —Me encanta cuando te ríes—. Tus mofletes se sonrojaron.
—A mí me encanta tu sonrisa—. Un sentimiento que conseguiste atrapar pasó por los ojos de Sunghoon y antes de que pudiera responderte, hablaste. —No me importa que haya unos colmillos que desean mi sangre. Sé que deseas tanto ser humano y vivir como nadie más en el mundo porque te llevo aquí.— Señalaste tu pecho. — Además de que tenemos la aprobación de tu padre—. Alzaste las cejas para después darle un beso en la mejilla. —Pero si yo no tuviera ese poder, seguiría contigo con colmillos, ojos rojos y una sed de sangre indomable—. Sunghoon se rio a carcajada limpia, primera vez que aquello había pasado desde que hubo un vosotros.
—No sabia que eras masoquista—. Comentó. Rodaste los ojos.
—Hay muchas cosas de mi que todavía no sabes—. Tus palabras resonaron a una pregunta indirecta que cambió la atmosfera a una de duda, duda que se resolvería segundo la respuesta.
¿Quieres continuar conmigo hasta el final?
—Lo sé, pero siempre estaré encantado de aprender sobre ti, de conocerte cada vez más. Siempre—. No pudiste ocultar tu enorme sonrisa mientras comentabas.
No hizo falta respuesta mientras caminabais hacia tu dormitorio, manos unidas, siempre unidas mientras la luz de la Luna os iluminaba el camino de vuelta a casa.
THE END !
taglist: @strxwbloody @baaamkyu @hashuuuu
notes: oh dios mio!! no me puedo creer que haya acabado esta serie ya :((((( espero que el final os haya gustado aunque es un poquito abierto pero así libre de interpretación jusjus!! los comentarios son super bien recibidos y gracias por leer jooo os amo <3
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•\•\•\•\•\•\•\•\• A D V E R T E N C I A. •|•|•|•|•|•|•|•|•||•
Historia con temas sensibles, mención:
•canibalismo
•abu/o se/ual
•mención de drogas
•depresión, ansiedad, mención de suicidio.
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Capitulo 1. ALIEN.
Tus brazos se movieron con fuerza al igual que tus pies pateando y peleando para que ellos te soltaran de una vez por todas. Podías sentir como sus manos tomaban con fuerza tus brazos y estabas muy segura de que te dejarían heridas sino te tranquilizabas y cooperabas. Aunque eso era muy poco probable pues tu orgullo te impedía dejar de pelear e insultar a los idiotas que te llevaban. No podías dejar de luchar cuando claramente era tu vida la que estaba en riesgo.
----¡Déjenme ir, pinches cerdos de mierda! ---- bramaste furica.
----¡Deja de pelear, maldita loca!---- gritó tu compañero. ¿Ex-compañero? No tenías idea de cómo llamarlo ----. ¡Lo que hiciste fue traición! ¿¡Lo entiendes!?, ¡Traición, perra!
Su mano empujó con fuerza tu cabeza y eso te hizo gritarle enojada.
-----¡Yo dejé en claro lo que no permitía! ---- volviste a removerte de forma terca.
No tuvieron más opción que patear detrás de tus rodillas y en cuestión de segundos tu mentón estaba golpeando el duro suelo.
Cerraste los ojos con fuerza sintiendo cómo todo a tu alrededor se nublaba y comenzaba a darte vueltas. Unas botas negras aparecieron frente tus ojos y con enojo miraste hacia arriba observando unos ojos oscuros inexpresivos.
----Mataste a dos de mis soldados ----. Habló con voz monótona.
Sonreíste presumida causando que el hombre pateara tu estómago con fuerza provocando que todo el aire se fuera de tus pulmones.
----Cabrón... ---- murmuraste intentando respirar.
-----Escucha, niña ----. El hombre se agachó a tu altura, tomando tu mentón con fuerza ----. Creo que estás olvidando que les estoy haciendo un favor y tú me pagas con traición.
Lo miraste con tu ceño fruncido, escupindo a su cara con diversión.
-----Era un jodido niño y yo dejé en claro que niños no.
Su puño golpeó con fuerza tu mejilla y aquello hizo que escupieras sangre, intentaste pelear de no ser porque las manos de los que te escoltaban volvieron a tomarte con fuerza.
----Llévala con el salvaje ----- te miró con odio cuando pasó por tu lado -----. Dejen que la destroce.
----¿Qué?, ¡Pelado cobarde! ---- te removiste contra los guardias, sintiendo como sus manos apretaban con fuerza tus brazos ----- ¡Suelténme, pendejos de mierda!
Cuando viste la puerta metálica más alejada del pabellón apretaste la mandíbula con fuerza, sabiendo que si entrabas a ese lugar lo más probable era que tendrías que pelear con todo lo que tenías para llegar al día siguiente. La puerta se abrió al dejar una tarjeta de acceso por los guardias que cuidaban la entrada y cuando tu cuerpo fue lanzado bruscamente contra el suelo de la celda sabías que debías pelear.
El sonido de las cadenas siendo arrastradas logró hacer que todos tus sentidos se agudizen y en segundos ya estabas escuchando un siseo y el sonido de pasos pesados acercándose.
Tus pies se movieron al igual que tus manos, gateaste con toda la rapidez del mundo a la entrada de la celda para pegar tu espalda lo más posible que pudieras a la puerta metálica.
Tus ojos se cerraron con fuerza cuando su mano intentó tomar tu cuello y con la reparación acelerada apretaste la mandíbula escuchando cómo la cadena se tensaba debido a los esfuerzos del Na'vi por acercarse a tu persona. Sabías de lo que era capaz este alienígena y tenías más que en claro que tu vida podía acabar en cuestión de segundos si él llegaba a alcanzarte.
Cuando abriste los ojos para mirar a la bestia te paralizaste. Tus pupilas miraron fijamente esos iris amarillos que brillaban con pequeños matices rosas, si los podías describir bien eran un pedazo de sol, tal vez una estrella que brillaban constantemente y te atrapaba en un bucle hipnótico. La mirada era lo perturbador de todo esto, tan perdida y desquiciada. Cómo... Un extraño en el bosque siguiéndote para hacer quién sabe qué, acechandote sin parpadear para no perderte de vista. Ambos guardaron silencio sin apartar la mirada del otro, tal vez en una competencia de poder, proclamando quién mandaba en este lugar.
El salvaje se alejó de ti sin darte la espalda, caminando de cuclillas hacia atrás mientras se pegaba a su propia pared.
Respiraste con dificultad intentando calmar tus latidos acelerados debido a la adrenalina. Tu cuerpo tembloroso comenzó a moverse lentamente hacia la esquina más alejada de la habitación, todo ante la atenta mirada dorada de aquel alien.
La chingada te estaba llevando.
Era claro que esta situación era una completa mierda.
Era seguro que si no hubieras abierto tu gran bocota o si tan solo no hubieras jalado el gatillo contra los soldados de la RDA no estarías aquí. Podrías estar cómoda en tu habitación comiendo una barrita de cereal de froot lops mientras el Dady Yanke sonaba por tus audífonos. Pero, no. Estos idiotas debían meterse con un niño y eso tuvo que haber encendido la furia en ti y todo esto te trajo a esta situación donde podrías ser comida para un gigante color azul y seis colmillos.
"Tu imprudencia será tu muerte"
Cerraste los ojos con rabia intentando ignorar la voz que te regañaba en tu cabeza. Tus sentidos aún estaban alerta debido a la enorme presencia de tu compañero de celda. Esperabas que esa cadena fuera lo suficiente fuerte como para que no se rompiera y fueras el plato principal del gran pitufo frente a ti. Por si fuera poco también debías buscar una manera de salir de esta asquerosa celda y según recordabas había una oportunidad. Sabías por Mark que siempre sacaban a 0247 para estudiarlo y hacer unos cuantos experimentos o lo que fuera que hiciera ese maldito enfermo. Aquello era por lo menos dos veces al mes y estabas segura que el teniente de esta base no alimentaría a esta cosa hasta tener calculado que tu persona ya no exististiera en este mundo, sino en el estómago de la criatura.
Tus dedos comenzaron a dar pequeños toques en tu rodilla, un hábito que tenías cuando te perdías demasiado en tus pensamientos.
¿Debías fingir?, ¿Debías gritar para simular que te estaba comiendo viva? Sería muy raro que fuera de golpe, tal vez debías esperar unos cuantos días más.
¿Y después qué? No tenías a dónde ir, tomar una nave y huir de este estúpido planeta no era una opción viable, estabas segura de que en la tierra ya habían sido informados por tu traición y si escapabas el gobierno te estaría esperando allá para castigarte por traición a la humanidad. Una putada, pero sabías que sería así.
"Paciencia, Sam. Debes ser paciente."
¿Ir al bosque de Pandora? Y una mierda, cuando el oxígeno de tu máscara se acabe estarías absolutamente jodida. Ni siquiera sabías qué era venenoso y qué no. Quedarte ahí para toda la vida sonaba tan tentador, pero no sabías qué harían cuando te vieran aún con vida y definitivamente no ibas a morir, no en mano de estos perros.
Entonces lo único que quedaba era oír a la voz femenina de tu cabeza y ser paciente.
Un rasgo que simplemente no tenías.
Tus ojos volvieron a tu compañero de celda. El alien estaba atento a ti, simplemente mirando en tu dirección sin parpadear, cosa que te puso los pelos de punta. A pesar de la oscuridad podías ver su cola elevada y esos ojos brillantes mirándote desde la oscuridad, los puntos blancos que tenía esparcido por su cuerpo brillaban dejándote en claro dónde estaba su persona, algo que te daba ventaja pues si su piel no brillara te daría un colapso nervioso. Si está criatura se atrevía a acercarse tú pelearías con uñas y dientes para alejarlo de ti.
Pasaron días.
Días donde tú no hacías nada más que cerrar los ojos para descansar y luego abrirlos para mirar a tu compañero fijamente.
Tenías tanta hambre y la sed te estaba matando poco a poco, estabas desesperada porque no ibas a sobrevivir si no tomabas agua. Estabas segura que sino comías nada en estos momentos te volverías débil en segundos y las oportunidades de huir iban reduciendose poco a poco conforme pasaban las horas. Todavía estaba este juego mental donde la criatura frente a ti tampoco había sido alimentada desde que entraste a este lugar, el constante rugir de su estómago se adentraba en tus oídos y recorría tu mente una y otra vez. Su mirada penetrante y colorida se clavaba en tu mente y causaba la sensación de incertidumbre.
Esos hijos de puta lo iban a obligar a comerte de una forma u otra.
Y luego estaba ese olor.
El horrible aroma que llenaba toda la celda comenzaba a marearte. Nublaba tu cabeza y te obligaba a meterte en un trance ansioso. Era lo que constantemente torturaba a tu cabeza. El maldito aroma asqueroso que siempre había en la celda e invadía cada rincón, comenzando a quedarse impregnado en tu propia ropa.
No eras estúpida.
Sabías de qué era ese aroma, lo habías olido cientos de veces cuando estabas en el campo de batalla y solo quedaban cadáveres de soldados. No eras la primera con la que alimentaban a este nativo, eras una de tantos y esa duda estaba flotando por tu cabeza, ¿Cuánto tiempo llevaba aquí este alien?
No llevabas tanto tiempo cuando fuiste reubicada en esta base. Apenas llevabas tres meses y desde que llegaste se hacía mención de esta criatura frente a ti.
El tesoro de Mark.
Tal vez fue el aburrimiento o la necesidad de no caer en la locura, pero tu mente empezó a crear historias del ser frente a ti. Decidiste que se llamaría Diego, porque Charlie era un nombre estúpido. En conclusion, Diego había pasado por tanto que se volvió agresivo, a veces lo imaginabas viviendo una vida monótona de oficinasta porque te parecía gracioso ver a alguien enorme sentado en algún cubículo diminuto tecleando en un diminuto computador.
Era una buena forma de hacer que el tiempo pase y de entretener a tu cabeza que constantemente necesitaba estar distraída.
Aunque realmente Diego no era tan interesante pues no hacía nada. Estaba quieto en su pared mirándote fijamente sin moverse ni un milímetro y tal vez con el pasar de los días se había acostumbrado a tu inmóvil presencia pues de vez en cuando cambiaba su rutina y se recostaba en el suelo para cerrar sus ojos y dormir, sin embargo, siempre se recostaba mirando en tu dirección. Sus hombros siempre estaban tensos y al mínimo sonido de cualquier movimiento volvía abrir sus párpados y mirarte.
Luego volvía a cerrar los ojos y descansar.
Tu cerebro tomó eso como "tú también puedes descansar" y asumir que no te hará nada. Pero, tu propia ansiedad no te lo permitía, seguías tan alerta como el primer día, incapaz de confiar en alguien con el cuál no haz intercambiado palabra alguna o interacción más que miradas fijas. Daba igual si fingías dormir y poder descansar tu cuerpo.
En este nuevo día cerraste los ojos intentando distraer tu mente del dolor de tu estómago debido a la falta de alimento, los ruidos que salían de él gritaban dejando en claro que estabas demasiado hambrienta. En tu cabeza se repetía la imagen de una barrita de cereal seca de las cuales siempre te quejabas, ahora se te hacía agua la boca de tan solo pensar en aquel alimento. Negaste con tu ceño fruncido intentando ignorar las imágenes de comida en tu cabeza.
Comenzaste a centrarte en alguna letra de cualquier canción que tu cerebro pueda recordar. pero, era como si tu mente los hubiera borrado por completo y lo único que llegaba a tu cabeza era aquella canción de cuna que tu hermana te solía tararear para alejar las pesadillas. Sus caricias se presentaron en tu cabeza y su suave voz acarició tus oídos haciendo eco en la habitación. Seguiste el ritmo de tu recuerdo comenzando a tararear de forma suave, entrando en la calidez de tu mente para ignorar todo lo que pasaba a tu alrededor. Al menos hasta que el sonido de las cadenas te hicieron detenerte y que abrieras los ojos de golpe mirando en la dirección del nativo quien ya estaba sentado mirando fijamente en tu dirección. Sus ojos brillantes no dejaban de observarte penetrando tu alma y provocando un escalofrío por todo tu cuerpo. Los vellos de tu cuerpo se erizaron al recordar sus enormes fauces y la posibilidad de que él podría romperte en miles de pedazos si llegara a alcanzarte.
Entonces sucedió...
El sonido metálico hizo que ambos brincaran en su lugar, sus ojos rápidamente miraron a la puerta metálica donde por debajo fue lanzada una bandeja llena de comida y sinceramente se veía asquerosa, ni siquiera estabas segura de que estuviera caliente, pero, tu estómago y el del Na'vi rugió ante la idea de alimento. Ahora, la duda era qué tan estúpido sería que corrieras hacia el plato de comida para robarle al salvaje. Con un poco de fruta quedas satisfecha y estabas segura de que él no sabe de la acción de compartir alimento, al menos no después de tanto tiempo en confinamiento.
A la mierda, en este momento eras más hambre que razón.
Corriste rápidamente hacia la bandeja escuchando cómo las cadenas se movían bruscamente. Tu mano se estiró dispuesta a robar el agua del desayuno de no ser porque tu muñeca fue atrapada por una fuerte mano, no entraste en pánico. Dejaste que tu soldado interno tomara el control y sin dudar giraste en tu eje dejando que tu bota golpeara con fuerza la cara del Na'vi, el cual, te soltó enseguida ante el impacto. Tu mano tomó el contenedor con agua intentando huir a la esquina de la habitación de no ser porque oíste un siseó y tu tobillo siendo jalado hizo que cayeras de golpe al suelo, el sonido de tu mentón golpeando bruscamente el suelo lllenó la habitación, sin embargo, no te importaba. No cuando tu único pensamiento era mantener el agua en su lugar. Entonces no dudaste en patear nuevamente la cara de la criatura para hacer que te soltara.
Las cadenas se estiraron y Dieguito intentó alcanzarte con rabia, pero no le sirvió de nada. No le prestaste atención porque sabías que no llegaría hasta donde estabas. Comenzaste a beber toda el agua con desesperación, mirando como el Na'vi te mostraba sus colmillos y te siseaba volviendo a su lugar molesto, comenzando a devorar todo lo que había en la bandeja que habían lanzado.
Era un egoísta.
Solo tomaste el agua, por qué debía hacer tanto drama. De todos modos, seguro que cuando lo sacaban lo alimentaban como un dios, además tenía frutas ahí, que no jodiera y viviera con eso.
A los tres días de ese suceso fue lo mismo, los dos peleando por un poco de comida y eso molesto demasiado al Na'vi o lo entretuvo, no sabías bien. Porque ahora cada que entraba la bandeja podías verlo mover su cola y sus ojos amarillos te miraban atentos esperando algún movimiento de tu parte. Era como un juego tonto que tenían donde si perdías o te distraías podías morir.
Fue así un mes.
Un mes donde te volviste tan débil que cuando entró a bandeja nuevamente no te moviste, no estabas segura de poder moverte un poco. Porque realmente solo comías el pequeño puño que tomabas entre el forcejeo. Podías sentir la pesada mirada del Na'vi encima tuyo, más no le prestaste atención, estabas acostada hecha bolita en la esquina y estabas tan molesta contigo misma porque te sentías débil y patética en este punto.
"Debes de pensar antes de actuar, Samanta"
Resoplaste molesta ante la voz del viejo ignorando todo para centrarte en el frío de tu cuerpo. No estabas segura de poder moverte cuando alguien entrara.
Respiraste pesadamente, cerrando tus ojos con fuerza cuando tu estómago volvió a dar una punzada debido al hambre ignorando por completo la idea de la barrita de cereal que se deformaba en tu cabeza y te provocaba salivar. Entonces ese sonido de cadenas te dio aviso de que Diego se estaba moviendo. Lo ignoraste, decidiste pensar en la letra de alguna canción para mantenerte distraída mientras las caricias suaves en tu cabeza se presentaban para tranquilizar tu desesperación. Eso hasta que oíste el sonido metálico ser arrastrado por el suelo. Tus ojos se abrieron con pesadez porque algo había tocado tu espalda y el sonido de aquello se había escuchado demasiado cerca para tu gusto cuando te giraste de forma lenta tus ojos se encontraron con la bandeja a centímetros de ti. Los platos estaban llenos de comida haciendo que tu estómago punzara del dolor por el hambre.
Tu ceño se frunció con extrañeza, tus ojos analizaron la bandeja y luego miraste a Diego quién te miró por unos pequeños segundos para luego volver a su lugar y darte la espalda dispuesto a dormir.
Te sentaste lentamente aún extrañada ante la actitud del nativo, tus dedos se movieron con cuidado sin dejar de mirar a la criatura frente a ti y cuando la bandeja hizo sonido notaste sus orejas moverse, al igual que su cola enredarse con cuidado en su muslo. Tus dedos se hundieron en la comida tomándola para comenzar a comer de forma lenta sin despegar ni un segundo tu vista de los pequeños movimientos de orejas del nativo. Bebiste el agua, mordiste la fruta, terminaste esa pasta asquerosa y cuando acabaste te sentiste satisfecha y con un poco más de energía.
Miraste al salvaje, el cuál fingía dormir haciéndote sonreír divertida pues podías ver claramente sus orejas tener pequeños tics y la punta de su cola moverse con cuidado.
----Gracias.
Su cola se retorció un poco como la de un gato curioso y aquello te hizo pensar que esas eran las primeras palabras que realmente le dirigías.
Te diste media vuelta volviendo a dormir y poder descansar para retomar la energía que necesitabas.
Fueron unas cuantas horas, unos cuantos minutos que pudiste descansar porque el sonido de la puerta metálica siendo abierta llamó tu atención. Guardaste silencio comenzando a sentarte en tu lugar para abrazar tus piernas para que no te vieran porque sabías que no podrías contra ellos en este momento. No ahora que no tenías tanta fuerza debido a la falta de alimento, debías ser paciente como te lo repetía tu cabeza una y otra vez.
Tus ojos prestaron toda su atención a lo que sucedía frente a ti. Diego miraba a los guardias alerta con ojos tan abiertos y llenos de terror que te hizo dudar unos segundos de qué estaba sucediendo. Lo viste sisear y su cola golpear contra el suelo como forma de advertencia. Entonces lograste ver debajo de sus pies cómo el suelo estaba manchado de carmín y restos color cafe. Aquello te hizo entender que eso pudo haber sido tu propia sangre y no evitaste encogerte de hombros ante la imagen y sensación de ser comida viva.
----Tranquilo, gatito. Sabes qué pasa si te resistes ----. Se burló uno de ellos.
El alien volvió a sisear ocultándose detrás de sus piernas. Tus ojos miraron de forma atenta su cara, en su rostro había una máscara de oxígeno extraña que nunca antes habías visto usar a alguien más. Un pequeño triangulo transparente abrazaba su nariz con correas que pasaban por los costados de su rostro y debajo de su mentón yendo detrás de su cabeza, tubos se adentraban en sus orificios nasales y dejaban libre su boca. Ahora te estabas preguntando por qué no lo llevaban a las celdas de los nativos, donde el pabellon estaba lleno de su propio oxígeno. Uno de los soldados se acercó a él y tu compañero se lanzó a intentar atacar o defenderse.
Fue inútil.
El hombre lo detuvo golpeando su cuerpo con un tubo provocando que una mueca de dolor apareciera en tu rostro. Diego intentaba cubrirse con sus manos de los golpes, lo cual comenzaba a darte pena por la imagen tan desesperada que estaba dando.
----Deja de jugar. Ya sabes cómo se pone el idiota de Mark si llevas golpeado al alien ----. Advirtió el compañero.
Tú guardaste silencio esperando que estos dos ignoraran por completo tu presencia. Que no notarán que realmente seguías con vida y que estabas dispuesta a mantenerte así hasta que escaparas de este lugar. Apretaste los labios con fuerza cuando el guardia golpeó al alien sin piedad en la cabeza, en cuestión de segundos tu compañero de celda estaba retorciendose en el suelo mientras el sonido de electrochoques resonaban por toda la habitación.
Un collar, estos idiotas le habían puesto un collar de castigo.
Observaste cómo los guardias arrastraban al rebelde inconsciente fuera de la celda, seguramente para llevarlo con el loco de Mark.
Ese idiota estaba tan obsesionado con conocer todo acerca de este nuevo mundo y sus métodos no eran muy dulces y legales, parecía un maldito científico de la segunda guerra mundial y eso te hacía asquear. Aunque realmente no te metías con sus cosas, porque tú eras más de estar en el campo. Eran pocas las veces que podías platicar con él, que era mas que nada cuando nadie estaba dispuesto a oírlo delirar. Tampoco es como si fueras un pan de Dios, has matado a varios de esta especie por órdenes de superiores mas no hacíaslo que aquel estaba dispuesto a caysar por un poco de conocimiento. Eras parte del problema hasta que estos bastardos decidieron meterse con niños, niños que realmente no sabían nada. El idiota de Mark había decidido que sería mejor experimentar en un pequeño alien ya que estos estaban en pleno desarrollo. Bastante enfermo para ti, y estaba claro que te haría rabiar pues habías dejado muy en claro desde el principio que si se involucraban niños en tu escuadrón no dudarías en atacar a estos bastardos. Entonces cuando sucedió no dudaste en cumplir la promesa que te hiciste y le habías hecho a los demas y eso te había dejado en esta mierda de situación.
Estabas segura de que habían pasado horas desde que se habían llevado a tu compañero de celda, tal vez días. Aunque tuvieras la libertad de estar sola y poder moverte y estirarte tus sentidos no podían relajarse porque a cualquier sonido de afuera saltabas y mirabas atenta esperando a que alguien entrara, pasaron minutos cuando finalmente te decidiste a caminar por toda la celda. Analizaste las cadenas rasgadas y el panel de control para desactivar el choque eléctrico o aumentar la distancia de la cadena todo podía ser aceptado si tan solo ponías un código. Lo dejaste de lado, mirando las paredes aruñadas seguramente en los intentos de escape de Diego, te parecía que eran horribles...
Rasguños tan profundos con restos de sangre debido a la presión que aplicaban, casi podías oír los gritos de todos los que estuvieron aquí. Tu cabeza creaba el sonido de los arañazos en la pared al igual que el movimiento de las cadenas al intentar huir. El suelo no era nada distinto a las paredes con la diferencia de que la sangre y restos eran mucho más visibles. En una esquina lograste ver huesos de lo que estabas segura eran restos de personas. Seguramente de personas a las que decidieron llamar traidores, tus manos tocaron cada rincón de la sala y con cuidado analizaste la cadena que se supone retenía al alien de atacar a cualquiera que entrara en la celda.
Tus ojos fueron de forma directa a la puerta que no era nada más que un muro metálico y pesado. La única forma de salir era con una tarjeta de acceso que no tenías, el panel que había dentro estaba apagado y solo funcionaba para librarlos si llegaba a cerrarse por error. Toda oportunidad de salir debía ser traída de fuera.
Cómo odiabas lo meticulosos que eran y también amabas su absoluta confianza en la tecnología.
Entonces el sonido de la cerradura te hizo saltar. Corriste hacia tu esquina poniendo atención a sus movimientos por si ellos se daban cuenta de tu presencia. Observaste cómo arrastraban al alien de su cabello hacia su lugar designado. El ser azul parecía drogado, siseaba e intentaba patalear de manera débil ganándose risas burlonas de los militares. Uno incluso llegó a patearlo y escupirle encima, Diego fue encadenado nuevamente del cuello mientras el codigo era puesto en el panel, tus ojos miraron con atención, tan fijos como los de un cazador mirando a su presa. Dejaron caer a Diego dejando que su cabeza golpeara contra el suelo. Se quedó quieto, paralizado con ojos borrachos mirando a la nada.
Ambos lo miraron por última vez y sin mirar atrás caminaron hacia la puerta de la celda.
----Dios, ahora el bastardo de Mark lo dejó inútil por completo.
----Está loco, qué puedes esperar — uno de ellos sonrió divertido — Por lo menos el gatito por fin tomará al ratón.
¿Qué?
La puerta se cerró mientras los miles de cerrojos hacían su sonido habitual, dándote bienvenida al solitario confinamiento. Tus ojos fueron directamente a tu amigo azul notando cómo todo su cuerpo temblaba y si mirabas con atencion podías ver rasguños en su espalda y vendas en su cola. El Na'vi tomaba con fuerza su trenza mientras sus ojos estaban tan abiertos y fijos a la puerta sin darse un segundo para parpadear.
Sin saber si moverte era una muy buena idea comenzaste a levantarte con lentitud sin despegar tus ojos de la criatura frente a ti. Finalmente sus pupilas se movieron en tu dirección y aquello te hizo quedarte totalmente quieta bajo la oscuridad de la habitación. Sus iris brillantes siguieron tus movimientos y tus oídos lograron captar cómo las cadenas comenzaban a hacer sonidos contra el suelo metálico. Tus hombros se tensaron y con cuidado te pegaste aún más a la esquina de la habitación. El sonido del siseo se presentó y en segundos oíste el sonido de sus pasos pesados al correr en tu dirección.
Maldijiste por lo bajo cuando analizaste que está vez él si podría alcanzarte.
No hubo duda en moverte al sentir cómo sus manos rozaban tu tobillo, tu cuerpo giró para patear su rostro con fuerza alejando a la bestia de tu cuerpo. Él no tardó ni cinco segundos en recuperarse mirándote para volver a sisear e intentar alcanzarte nuevamente.
Estos hijos de puta sabían que seguías ahí. Estabas bastante segura de que ellos sabían de tu supervivencia, era claro si ni siquiera había un trozo de ropa tuyo o cabellos regados o trozos de un cadáver reciente. La duda era por qué no estaban haciendo nada para terminar contigo.
"¡Concéntrate, Sam!"
Negaste con la cabeza, trayéndote de vuelta a la realidad ante los gritos de advertencia de tu hermana. Tus ojos miraron con atención cómo Diego corría hacia ti, su boca se abría mostrando sus enormes colmillos dispuestos a perforar tu garganta y de alguna forma te recordó al ataque de un tigre, un enorme tigre que no ha comido en meses y tiene crías que alimentar.
Lo esquivaste lanzándote hacia un costado rodando en el suelo mientras lo oías golpear contra la pared metálica, tus pies se movieron comenzando a correr hacia la pared contraria, justo de dónde salía la cadena que lo retenía. Tu mano no dudó en tomar la cadena cuando llegaste a ella. Te giraste hacia él en segundos porque ya podías oír sus enormes pasos dirigirse hacia ti, te deslizaste entre sus piernas parándote en segundos para enredar la cadena en su cuello pues para tu suerte pareciera que solo atacaba agachado, como si se tratase de un animal salvaje. Tus manos se enredaron en la cadena jalando hacia a ti con fuerza para cortarle la respiración, sin embargo, estabas débil y él sabía eso, porque comenzó a aplicar fuerza hacia el lado contrario logrando que tus brazos comenzaran a temblar debido al cansancio. Finalmente la cadena se escapó de tus manos lastimando tus dedos, no tardó nada en girarse e intentar lanzarse hacia a ti, sin embargo, tú empujaste tu rostro hacia atrás sintiendo sus uñas clavarse en tus muslos para que no te alejaras. De repente, el cabrón tomó con fuerza tu pierna y tus dientes se apretaron con fuerza cuando sentías como tu hueso comenzaba a doler bajo su agarre, fue un pequeño lapso de tiempo hasta que el sonido de algo quebrándose y un dolor que subió hasta tu columna te hizo gritar.
El dolor y la adrenalina que te provocó el sentir tu hueso rompiéndose bajo su agarre te hizo acumular toda la fuerza que tu pequeño cuerpo podía crear. Tu pierna libre se levantó y con una velocidad que no sabías que tenías golpeaste su cabeza con fuerza descomunal. Su agarre desapareció y el sonido de algo golpear duramente el suelo, además del silencio absoluto que le siguió te dejó en claro que lo habías dejado inconsciente. No dudaste ni un segundo en alejarte de él y acercarte al panel de control para reducir la distancia de las cadenas y así él no lograra llegar a tu esquina. Abriste el pequeño mecanismo con la estúpida contraseña que los guardias habían puesto y con cuidado hiciste que la cadena se adentrara a los agujeros para que fuera mucho más corta de lo que ya era.
Con un cojeo volviste a tu esquina.
Recargaste tu espalda contra la pared dando respiraciones pesadas intentando ignorar el dolor que comenzaba a crecer cuando la adrenalina se estaba disipando.
Cerraste los ojos intentando ignorar el dolor de tu pierna para centrarte en cómo deseabas tanto golpear la cabeza de esos malditos psicópatas. Te ibas a vengar, ibas a golpearlos tanto que iban a llorar por su mami, de eso estabas tan segura que podrías apostar todo tu maldito dinero al mismísimo diablo y si era posible tu les abrirías las puertas del infierno.
Cuando pasaron las horas el sonido de las cadenas provocó que tus ojos se abrieran y miraras fijamente a Diego el cuál apenas despertar rascaba su cuello con fuerza, el sonido de sus uñas rascando su piel seca te hizo hacer una mueca de incomodidad, tu mirada se quedó fija en sus acciones notando pequeñas actitudes extrañas, como la mirada fija en el suelo, el ligero balanceo de su cuerpo y el sonido de su cola golpeando contra el suelo de forma continua. Ladeaste la cabeza un poco curiosa ante su comportamiento hasta que tu mente se abrió a los recuerdos entendiendo en dónde habías visto estas acciones con anterioridad.
Drogadictos que habían tenido un mal viaje a su mundo de fantasía.
Sabías que el idiota de Mark estaba experimentando con un nuevo narcótico que había creado con la misma flora de la tierra de Pandora y por cómo tu compañero de celda se movía estabas segura de que era el conejillo de indias de aquel científico, suponías que eran las consecuencias de ser su favorito.
Diego comenzó a negar, jalando sus cabellos y después rasguñando sus brazos.
Sonreíste ansiosa, soltando un suspiro sarcástico ante la situación. Desviando la mirada a otro lado para no ver su patético actuar.
----Pinche drogo... ---- farfullaste comenzando a arrancar los cueritos de tus dedos.
Diego te siseó.
Tus ojos volvieron a él en segundos totalmente extrañada porque era la primera vez que te dirigía algo en su momento lúcido o entablaba una conversación incoherente contigo.
O ya era tu cabeza desesperada haciéndote creer cosas, no lo sabías.
Negaste sin entender realmente qué quería decir con esto, probablemente solo era un llamado de advertencia por tus palabras más si lo pensabas a profundidad está criatura no podría hablar tu idioma, por lo tanto no entendía las palabras que salían de tu boca. Entonces lo único que te quedaba pensar era que el muchacho estaba delirando y solo hacía cosas al azar.
Diego comenzó a morderse las uñas con desesperación, balanceando su cuerpo de atrás hacia adelante mientras se pegaba lo más posible a su pared.
---- Es abstinencia... — aunque era extraño, porque se supone que acababan de llevarlo — Te vas a sentir ansioso hasta que te vuelvan a dar de la droga del laboratorio... — explicaste en inglés sin saber si este chico te estaba entendiendo algo de lo que salía de tu boca ----. Vas a estar insoportable.
Volvió a sisearte y está vez decidió darte la espalda para supuestamente dormir.
Reiste divertida, porque Diego tenía un aura demasiado parecida a la de un gato malhumorado. Uno muy grande y enojado que no dudaría en comerte si pudiera ponerte las manos encima. Entonces sería mejor compararlo con un tigre azul por las franjas en su cuerpo.
Cerraste tus ojos resignada ante la situación y actitud de tu compañero de celda, intentaste ignorar el dolor insoportable de tu pierna trayendo recuerdos a tu cabeza, las suaves caricias en tu nuca se presentaron y el suave tarareo de tu hermana relajó tus músculos por completo, ayudándote a dormir por unas pequeñas horas.
El sonido de una bandeja siendo lanzada por la rendija fue lo que te hizo despertar.
Tus fosas nasales olieron el horrible aroma de esa avena remojada en quién sabe qué y eso hizo que tu estómago se presentara ansioso. Cómo era habitual cuando el desayuno llegaba tu mirada fue a Diego el cual ya te miraba expectante, ansiando una pelea a muerte por una ración de comida. Si eras sincera no estabas en condiciones para eso y él estaba más irracional que otros días así que estabas en absoluta desventaja. Si Diego ya era impredecible, su necesidad y desesperación de sentir la gloria con alguna droga en su sistema lo volvía una carta directa al reino de los cielos o infierno en tu caso.
No ibas a arriesgarte.
Así que tus ojos miraron a otro lado intentando ignorar la persistente mirada de tu compañero de celda quien no había dejado de mirarte ni un segundo. Cerraste tus ojos decidiendo que tu cerebro era un buen lugar para distraerte de la persistente mirada dorada. Pensaste en una hermosa hamburguesa jugosa con tocino y dos pedazos enormes de carne haciendo tu boca salivar. Tu estómago rugió ansioso, deseoso de una pequeña mordida de esa jugosa hamburguesa que hace tiempo no habías comido por estar en el reino de Pandora. Frustrada por tu hambre decidiste mejor hacer otra cosa que no sea vivir en tu cabeza porque está solo estaba atenta para pensar en alimentos que extrañabas.
"Paciencia, Sam. Debes ser paciente"
Soltaste un suspiro ante la persistente voz de tu hermana sintiendo el suave toque de sus manos en tu cabeza, tarareaste junto a ella arrullando y llevando a una plena serenidad a tu cerebro para distraerlo de cualquier dolor y deseo de hambre, al menos fue así hasta que el sonido de las cadenas te sacó de las profundidades de tu mente y luego el deslizamiento de algo metálico contra el suelo.
Cuando abriste los ojos la bandeja de comida estaba a unos centímetros de tus pies. Aquello te hizo mirar hacia tu compañero el cuál ya se estaba dando media vuelta para ignorar tu mirada y probablemente tu existencia en este lugar. Sonreíste apenas de forma perceptible. Por alguna razón a lo largo de esta semana Diego comenzaba a caerte bien. No sabías si era por su silencio o tal vez porque no era un idiota como todos los que trabajaban en este lugar. Tenía muchos factores negativos (como intentar comerte) pero decidiste no prestar atención a estos pequeños detalles que dejaban mal parado a Dieguito.
Tu mano tomó esa avena asquerosa y con tu boca salivando tomaste bocado sin pensar ni un momento en su consistencia.
Debías tomar toda la energía necesaria si pensabas salir de este lugar. Debías estar preparada para todos los riesgos que tu escapada te traería y eso significaba que tu cuerpo y mente debían estar en forma para el gran día. Una vez que terminaste tu comida volviste a recargarte en la pared. Lentamente te recostaste en el suelo y tus ojos miraron con atención al techo oscuro, tal vez fue el aburrimiento, tal vez tu mente llevándote a la locura gracias al confinamiento pero frente a ti se formaron estrellas brillantes que titilaban al ritmo del suave tarareo de tu hermana. No podías evitarlo, porque sus caricias llegaban a tu cabeza obligándote a relajar. Un hábito que tenía desde que eran niñas, entonces para ti fue inevitable seguirla. Sus voces se sincronizaron y la paz que tanto necesitabas rodeó todo tu cuerpo, el pequeño tintineo de las cadenas no te distrajo y simplemente te quédaste ahí, tan absorta en los recuerdos que no prestabas atención a lo que pasaba a tu alrededor.
"Debes ser paciente, Sam"
Si, era su mantra para que no te metieras en problemas o algo que tu cabeza había adoptado desde que se separaron. Tal vez, si ella hubiera estado aquí mismo no habrías decidido volarle la cabeza a tus compañeros, tampoco podías culparla. Eras una adulta y se suponía que debías ser consciente de tus propias acciones. Ignoraste a tu cabeza, cerrando tus ojos mientras el volumen de tu tarareo aumentaba.
Entonces daba igual el pasado, no era de las personas que se arrepentía de sus acciones.
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# TASK 01: maude caddel, la traición es fácil, la lealtad un arte.
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son ejercicios de respiración que aprendió durante sus estudios los mismos que la ayudan a calmar nerviosismo previo a la entrevista. es consciente hasta cierto punto de que no tiene nada de qué preocuparse, si en algún momento se esforzó en cultivar vínculo con maude fue precisamente con situación similar en mente, necesidad de tener un aliado de su parte cuando fuese necesario. toca la puerta y no tiene tiempo para carcomerse la cabeza cuando maude la está envolviendo en un abrazo que le sabe cálido y reconfortante, por mucho que le gustaría refugiarse por siempre en sus brazos sabe que no puede aferrarse a ilusiones, siempre ha sido demasiado consciente del rol que juega psicoterapeuta en el círculo. “ estoy bien. ” promete, sabe que contraria será capaz de ver más allá de pretensiones y se aprovecha de lo mismo. instrucciones son claras, escenario se siente familiar, evoca mismo sentimiento que años atrás, donde pasó horas vertiendo todos sus pensamientos y miedos en la misma oficina, donde consejo por parte de maude caddel se volvió principio por el cual se guiaba. “ sólo acepté hacer la entrevista porque me prometió que sería anónimo. ” inicia relato de forma verídica, la mirada de maude comunica comprensión, la incitan a seguir hablando. “ pensé que querría hablar sobre la universidad, no entendía qué estaba pasando cuando comenzó a preguntarme sobre alfred. ” sacude la cabeza, dígitos se apoderan de cruz que lleva en el cuello, juguetea con la misma de forma nerviosa. “ yo—apenas lo conocía. ”
maude asiente, es movimiento delicado cuando toma su mano y la envuelve en las propias, gesto afectuoso que le sabe tan familiar. “ por supuesto, isabel. no lo conocías personalmente. ” concuerda con suavidad. “ pero sabías de él. todos sabíamos de alfred, de lo que pensaba de los becados. ”
“ por supuesto. ” izzie interrumpe, se apresura por complacer petición implícita en palabras de interlocutora. “ no voy a negar que en algún momento me molestó, que intenté pelear contra su discurso de odio. ” tampoco podía hacerlo, intento por ayudar fue público, nunca supo arrepentirse de volverse voz para menos privilegiados, no cuando en el momento pensó que estaba haciendo lo correcto, que podía cambiar el funcionamiento de las cosas en pomona. tonta. “ pero alfred no era el único que pensaba así. y de todas formas todo cambió, cuando— ”
“ lo recuerdo. fue un momento muy difícil para ti. ” ahora es su turno de ser interrumpida, maude intenta suavizar gesto con una sonrisa y un par de palmaditas en su mano. “ entonces cuéntame, si no lo conocías, ¿de qué hablaron? ”
“ le conté lo poco que sabía sobre él. ” admite, hombros caen en aparente derrota. “ intenté zafarme, pero vera es muy insistente y persuasiva. se nota es que es—era periodista. ” corrige, es pequeño error que logra distraerla de discurso predeterminado, corazón da un vuelco en lo que se obliga a tranquilizarse y retomar riendas del asunto. “ sólo dije la verdad, lo que sabía de él. tampoco exageré, fui honesta. ” es verdad, pero no se trata de toda la historia. en su momento fue fácil soltar todo el resentimiento que llevaba años cosechándose, se sintió incluso como catarsis, liberarse de toda la rabia subyacente que nunca supo perder. ahora se permite mirar a maude, hay súplica en su mirada, le ruega que le crea.
“ entendería si hablaste de más, izzie. ” vocablos son suaves, dulces. suelta su mano y se dedica a observarla un segundo. “ yo también fui becada, sé lo difícil que es lidiar con el constante desprecio. ” incluso con todos los años que han pasado, izzie es capaz de identificar cierto rencor cuando maude habla. se siente comprendida, aliviada, aunque semblante se mantiene imparcial. “ en especial cuando eres buena en lo que haces, pero nadie te da el crédito. ”
izzie niega con la cabeza. “ no fue así, maude, te lo prometo. tú sabes todo lo que me costó llegar a dónde estoy. ” y lo sabía mejor que nadie, fue interlocutora pilar fundamental para superar situación desgarradora que vivió durante años universitarios, misma que ahora empuja lejos de su mente. “ no me atrevería a arriesgarlo hablando demás. ” sentencia. espera un segundo, y luego agrega: “ siempre te voy a agradecer todo lo que has hecho por mí, maude. si necesitas algo, cualquier cosa... ”
sonrisa de esposa de clemente caddel se siente como un triunfo, hay aprobación tras la misma. “ por el momento esto es todo lo que necesitaba de ti, isabel. ” es alivio que la recorre cuando recibe nuevo abrazo, uno mucho más corto y que actúa como despedida antes de que izzie finalmente pueda abandonar oficina, quietud e incertidumbre entrelazándose en lo que intenta descifrar situación.
#* ♡⠀◞ ⠀who's afraid of little old me? › ⠀ intervención.#task 01.#no les voy a mentir este es mi sueño#(que sandra oh me psicoanalice)
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Zutara como ship no me molesta. Al contrario, entiendo de donde viene. Mi odio es pura y exclusivamente con las que lo shippean.
Pero algo que me llama la atención es que sisi es algo que pasa con los ships que de la nada el delirio te hace creer que una serie gira en torno a ese ship y todo pasa por eso y al final hubo una traición porque no es canon. Con zutara esto pasa pero lo que me divierte es que no es ni de cerca la relación mas significativa de ambas partes en la serie. Es mas, fuera de algun amague no hay casi nada para laburar. Ahí la gorda fanfic tiene su laburo, pero es importante que reconozca el delirio.
Siguiendo con Zuko y Katara. La relación mas importante de ambos en la serie es con *para sorpresa de nadie* Aang. El pibe es el fan numero 1 de Katara desde el primer momento y por fuera de situaciones del guion, es una relación bastante sana y soft. Pero Zuko.... dios mio Zuko.
TODA la transformación de Zuko es catalizada por Aang. Desde el primer momento que aparecío diciendo hola como anda el crew que la psiquis de Zuko se vio afectada para siempre. Su mundo de a poco se derrumba y después encima lo ponen a laburar en Starbucks.
Me encanta como terminan siendo amigos y como Aang incluso con todo siempre fue abierto con el en sus intenciones y como era algo de Zuko el aprovechar esa relación. Es tan influencial en toda la trama y la historia que te juro que si los hacían de la misma edad ni una sola fujoshi habría sobrevivido. Pero la diferencia es grande y la gente gravitó a Zutara con el tiempo.
Ahora igual esta Zukka que me fascina porque las gordas sabemos que es chamullo. Como todo ship del bien, Zukka es el gran "era joda y quedó."
Esta es mi opinion sobre la política global.
#despues lo elimino la verdad solo quería decir que la relacion de zuko y aang es la relacion principal en toda la serie. y no es romántica.#Al menos que a aang de 20 años le agarre la duda no se eso ya no está en mis manos#ademas zuko tiene una pinta de puto. Y mai no se ella es la goth gf así que permitido.
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Una Amistad Inesperada
El sol apenas se asomaba por las ventanas de La Casa cuando Mario Bezares se encontró solo en la cocina. A sus 65 años, tenía la costumbre de despertar antes que los demás habitantes. Le gustaba ese momento de paz, cuando podía preparar café sin las miradas vigilantes de su equipo Tierra.
Escuchó pasos suaves acercándose y tensó los hombros, preparándose para explicar por qué estaba en la cocina tan temprano. Pero era nada más, ni nada menos que Arath de la Torre quien apareció en el umbral, con el pelo despeinado y una sonrisa cansada.
"¿También te ganó el insomnio?" susurró Arath, acercándose a la cafetera.
Mario asintió, observando cómo su supuesto rival del equipo Mar se servía una taza. Había algo reconfortante en la presencia de Arath, algo que contradecía la supuesta enemistad que debían mantener ante las cámaras.
"¿Sabes? Nunca pensé que encontraría un amigo aquí," murmuró Mario, cuidando que su voz no viajara más allá de la cocina. "Y para colmo de males, en el equipo contrario." Rió sárcasticamente.
Arath sonrió detrás de su taza. "La vida tiene sentido del humor, ¿no? Aunque hay que ser cuidadosos. Si se enteran..."
"Lo sé," interrumpió Mario. "Por eso estos momentos son importantes." dijo levantando la taza y régalandole una sonrisa a Arath desde el otro lado.
Habían desarrollado una rutina casi secreta ante sus equipos. Encuentros casuales en el jardín cuando los demás dormían la siesta. Conversaciones aparentemente tensas que escondían bromas privadas. Miradas cómplices durante las competencias que pasaban desapercibidas para el resto.
Pero Adrian Marcelo parecía empezar a sospechar, con sus ojos siempre atentos y su lengua afilada, ya estaba notando ciertos patrones. Los momentos en que Mario y Arath "casualmente" coincidían en lugares apartados de la casa. Las risas ahogadas que se escapaban de cada uno a mitad de la gala, cuando supuestamente estaban discutiendo por algo que Galilea decía.
"¿No les parece sospechoso?" comentó Adrian después de la cena de eliminación de ésa semana, su voz cargada de malicia. "Dos personas de equipos contrarios, pasando tanto tiempo juntos..."
El comedor se sumió en un silencio incómodo. Las miradas comenzaron a volverse suspicaces. Todos parecían saber a quienes se referían y los murmullos se extendieron como fuego por la casa.
"Están conspirando," sugeriría Sian en una conversación con lo que quedaba del equipo Mar.
"Deben estar planeando algo," susurraba Gala.
La presión aumentaba día a día. Los equipos comenzaron a vigilar cada movimiento de Mario y Arath, interpretando cada gesto como una posible traición.
Una noche, escondidos en el pequeño almacén de provisiones, Mario y Arath enfrentaron la realidad de su situación.
"Tal vez deberíamos distanciarnos," sugirió Arath, aunque las palabras le pesaban, su amistad con Mario era lo que le daba un poco de estabilidad mental en la casa.
Mario negó con la cabeza. "¿Sabes qué? He vivido lo suficiente para saber que las verdaderas amistades valen mucho más que cualquier juego. Si quieren dudar, que duden."
"¿Estás seguro? Adrian está..."
"Adrian puede decir lo que quiera," interrumpió Mario con una sonrisa. "A veces, la mejor estrategia es simplemente ser uno mismo."
Al día siguiente, durante el desayuno, Mario se sentó junto a Arath, ignorando las miradas sorprendidas de todos. "Buenos días, amigo," dijo en voz alta y clara.
Arath, entendiendo el mensaje, sonrió. "Buenos días, Mario."
Y así, en medio de un reality show donde las alianzas se formaban y rompían por estrategia, decidieron que la autenticidad de su amistad valía más que cualquier premio. Adrian y el resto de la casa podía intentar sembrar dudas, pero había subestimado algo fundamental: la conexión única que se había formado entre ellos dos.
Porque al final, en La Casa de los Famosos, como en la vida misma, las mejores historias son aquellas que nacen de la autenticidad, no de la estrategia.
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𝟬𝟯 ; 𝗡𝗢 𝗛𝗔𝗬 𝗖𝗨𝗟𝗣𝗔 𝗘𝗡 𝗟𝗔 𝗗𝗘𝗖𝗔𝗗𝗘𝗡𝗖𝗜𝗔.
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Clima de incertidumbre, de temor, amenazas silenciosas se van resbalando por entre las paredes, se cuelan entre recovecos de las sombras, sientes que te observan, de a poco, que algunas te rodean con las garras, te susurran que el fin está cerca ; Entrevistas dirigidas en una de las oficinas de residencia Buchanan no han ayudado al caso, sino todo lo contrario, pareciese que han decidido empeorarlo todo, rumores se deslizan de entre labios de ex-estudiantes, algunos claman que todo ha salido de acuerdo al plan, otros tantos han afirmado no estar tan seguros, algunos pareciese que se preparan para la traición, sin embargo, hay algo que ha enmudecido todo lo demás, la desaparición de ALBERTINA SOLANAS no ha pasado desapercibida para nadie, saben que algo va mal, sin embargo también han decidido confiar en la autoridad de los Caddel que han insistido en que la situación se está tomando con suma seriedad, que bienestar de latina es prioridad, que es evento desafortunado, pero tan solo una coincidencia, nadie sabe quién ha estado involucrado sin embargo hay rumores, Boris y Melodía son los nombres principales de quienes podrían estar detrás de todo, Savar por supuesto ha sido el elegido para controlar las noticias, para clamar que todo es confuso, sin embargo que unión del círculo es prioritaria.
Ophelia Rhodes tiene la solución perfecta para tal predicamento, se acerca, de cualquier manera la infame FIESTA DE LAS FIERAS, celebración que se realiza año con año para distintos miembros, un espacio de descontrol y de libertad que siempre ha abogado por la pérdida de aquella vergüenza impuesta por quienes han decidido que moral es importante y buenas costumbres es ley, el círculo siempre estará de acuerdo sin embargo también a puerta cerrada la historia es otra, mucho más viva, más pasional, festividad siempre se ha caracterizado por ser el mejor momento para liberarse, para reconocerse como seres humanos llevados a pulsiones y aún así en este momento no es más que un pretexto, cuando ambrosía recorra los labios, cuando ingesta de sustancias se vuelva casi obligatoria comenzarán a hablar, Rhodes está prácticamente segura de eso, les ha garantizado que ninguna boca permanecerá cerrada por mucho tiempo, siguen siendo jóvenes, siguen sintiéndose intocables y es así como anuncian que festividad es para subirles el ánimo, para recordarles la unión que les caracteriza, Boris Bleichman, por su parte hace advertencia solemne, que no deben de confiarse, quiere que la paranoia siga creciendo.
' Recuerden muchachos, que fue en fiesta de las fieras en las que perdimos a Buchanan, en la que ustedes decidieron devorar a los Melbourne '
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DATOS DE IMPORTANCIA.
setting: jardines de la casona buchanan.
fecha: junio 2025 dos noches después del anuncio de la desaparición de albertina solanas.
código de vestimenta: blanco, inspirado en la cultura greco-romana.
INFORMACIÓN OOC.
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esta actividad se desarrollará en los jardines de la mansión de los buchanan que colindan con el inicio del bosque espeso de dover, así que pueden inclusive llegar hasta los límites.
la modalidad para rolear será vía starters abiertos, recuerden que si no tienen acceso al blog de startes envíen un mensaje para habilitarles el uso.
pueden realizar tres ( 3 ) threads grupales, tres ( 3 ) threads privados y dos ( 2 ) flashbacks por personaje.
los mensajes vía discord serán deshabilitados hasta nuevo aviso.
la duración de la actividad será del 12 de febrero al 20 de febrero con posibilidad de extensión de la misma.
pueden emplear a los personajes claves en sus conversaciones como lo vean pertinente, recuerden también tener en cuenta la información dada en los self-paras.
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Bello
Ella tiene la gracia de quien sabe escuchar los susurros del mundo, esa paciencia infinita que nace en el mar y en la lectura, donde cada historia es un rincón de escape y cada ola un secreto revelado. Ama el mar como si cada gota llevara una parte de su esencia, y en él encuentra el refugio que calma sus tormentas internas. Allí, donde el viento se vuelve amigo y las olas dibujan un latido eterno, halla la paz que tanto ansía, la estabilidad que se mece con el vaivén de las aguas. Es su santuario, su poesía en movimiento, su ancla cuando todo parece desbordarse.
“Me encanta escuchar”, dice, como quien despliega un manto de acogida, y uno no puede evitar sentir que sus palabras son un bálsamo. Ella ofrece su presencia, su corazón amplio y sincero, y aquellos que confían en ella encuentran consuelo, como si hablasen con alguien que no juzga, que comprende desde la profundidad de sus propias experiencias. “Siempre estoy aquí”, parece decir sin palabras, y en ese acto noble de escuchar sin esperar nada, revela su alma, pura y luminosa.
Es bella como un amanecer cálido. Su cabello castaño claro, iluminado por el sol, ondea como olas pequeñas y libres, y sus ojos claros contienen secretos de aquellos que saben observar la vida desde otro prisma. Hay en ellos un brillo particular, como el de los héroes de cuentos de hadas, aquellos personajes que miran más allá de lo evidente. Sus mejillas, a menudo encendidas como pétalos de rosa, revelan su pureza y la pasión con la que vive. Cejas perfiladas y pestañas largas enmarcan su mirada, dándole esa profundidad enigmática, esa belleza que habla de fuerza y dulzura al mismo tiempo.
Dicen que el valor se mide en actos silenciosos, y ella encarna esta verdad. Es una mujer valiente, una fuerza imparable que se enfrenta al mundo con carácter y resolución. Cuando tiene un objetivo, no hay tormenta que la desvíe; se abre paso con la tenacidad de quien conoce su propósito. Con un sentido del deber y una ética inquebrantable, ella ha ayudado a otros sin esperar retorno, tendiendo la mano a aquellos que más tarde le han dado la espalda. Y, aunque sufre por la traición de quienes la llaman “amiga” solo de nombre, jamás pierde la esperanza ni deja de ayudar, porque sabe que su corazón es noble, y eso la hace especial, única, hermosa.
“La creatividad es la magia que desafía el mundo”, alguna vez escuchó, y en ella esta frase resuena. Su imaginación es un vuelo constante, una obra en progreso donde cada libro es un portal a mundos inexplorados, donde cada historia la lleva a inventarse finales alternativos, a mejorar los finales románticos que, a menudo, le parecen injustos o insípidos. Así se eleva, se pierde en la maraña de palabras que lee y escribe en su mente, creando una novela en cada instante, enriqueciendo su espíritu y su visión de la vida.
Cuando canta —porque, sí, tiene esa elocuencia que convierte las palabras en música—, su voz revela una dulzura inesperada, como si, por un instante, el universo entero se callara para escucharla. Hay algo en su tono, en la suavidad y fuerza que se entrelazan, que evoca aquellos coros encantados de cuentos de hadas. Su voz es como un susurro de princesa en un bosque mágico, un eco de melodía que vibra en la piel y se queda grabado en el aire, dejando en quienes la escuchan una paz serena, una armonía que solo puede traer alguien que canta con el alma.
Es esa trifecta que pocos llegan a alcanzar: belleza, intelecto y espíritu. Y lo es de un modo natural, sin buscarlo, sin presumirlo. En ella, cada cualidad resplandece por sí misma, se integra en un equilibrio perfecto. Y así, siendo suya esta gracia única, recorre la vida como un faro que ilumina caminos, como alguien que, aun en medio de sus propios desafíos, encuentra fuerzas para sostener a los demás, para extender su compasión y sabiduría sin pedir nada a cambio. Como aquella línea en una canción de Disney, “Eres la estrella de la que nacen los sueños”, ella es esa chispa de esperanza, ese rayo de bondad en un mundo que, a veces, parece haberse olvidado de soñar.
Así, entre palabras, cantos y olas, vive. Y en su mirada queda el reflejo de todo aquello que ama, de todo aquello que la define. Porque ella es, en sí misma, un universo —un enigma y una verdad.
Es el tipo de mujer que no se doblega ante la vida, sino que la enfrenta con la frente en alto, con la serenidad de quien ha aprendido a sanar sus heridas. Hay en su andar una nobleza natural, un aura de fuerza silenciosa que la distingue, como si llevase una armadura invisible hecha de experiencias, amor propio y lecciones bien aprendidas. Ella no necesita mostrar sus cicatrices, porque cada una de ellas la ha hecho aún más hermosa, aún más indomable.
Para sus amigos, es un refugio en tiempos de tormenta, una presencia cálida que permanece cuando todos los demás se han ido. Y aunque la decepción a veces empaña su bondad, nunca deja que esto la defina. Sabe que dar es un acto de valentía, que ayudar, incluso a quienes no devuelven la mano, la eleva. A veces calla sus propios problemas, los guarda en lo profundo de su alma, como si supiera que, en cierto modo, su dolor también forma parte de su belleza. Porque hay una belleza única en la resiliencia, en esa capacidad de cargar con el peso de la vida sin perder la fe en las personas, en la amistad verdadera.
“¿Quién soy?” parece decir su presencia; y la respuesta es múltiple, es infinita, porque ella es tantas cosas a la vez. Es quien lee para soñar, quien aconseja sin juzgar, quien ayuda sin pedir nada. Y en cada uno de estos gestos, en cada uno de sus actos, despliega su esencia. Hay quienes pasan desapercibidos, pero ella no: en cada paso deja una huella, en cada sonrisa un destello de su luz interna. Como esa frase de Cenicienta, “Ten coraje y sé amable”, ella es prueba viviente de que ambas cosas pueden coexistir en perfecta armonía.
Es de aquellas almas que ven el mundo en matices, que encuentran belleza en lo pequeño, en lo simple, en lo sincero. Cuando te cuenta sobre sus libros, puedes verla transportarse a esos mundos, puedes escuchar en su voz la emoción y la nostalgia, como si cada historia la hubiese tocado de un modo diferente. “Al final, todo es una historia”, dice, y en su forma de contar el mundo, de narrar su vida, hay un toque de magia, de esa magia que solo poseen quienes ven la vida con ojos de poeta, quienes saben que las palabras son también actos, que pueden sanar, transformar, acompañar.
Cuando lees en su presencia, es como si el tiempo se detuviera, como si el ruido del mundo se hiciera tenue y quedara solo el murmullo de las páginas, el suave deslizar de los sueños sobre el papel. Ella, la mujer de los ojos claros y la mirada profunda, convierte los libros en mundos vivientes, en ríos de ideas y emociones que fluyen en su interior. Leer para ella es como respirar, un acto vital, necesario. Y en sus silencios, en esos momentos en que se pierde en la narrativa, su imaginación despliega alas invisibles, y se eleva hacia el infinito, creando sus propias historias, porque sabe que a veces los finales necesitan de un poco más de esperanza, de un toque de magia.
Así es ella: un universo dentro de un cuerpo hermoso, un alma llena de arte y valentía, una mujer que lleva en su interior la sabiduría de los mares y la pasión de las palabras. Y aunque el mundo a veces la lastima, sigue adelante, porque su espíritu es inquebrantable, porque en su corazón existe una llama que arde con fuerza, una llama de bondad, de compasión, de sueños por cumplir.
La describiría como alguien a quien es imposible olvidar, como un susurro que permanece en la mente mucho después de que se ha ido. Ella es la prueba de que en este mundo existe la magia verdadera, esa que no necesita de hechizos ni de varitas, sino de almas grandes y corazones sinceros. Porque hay personas que pasan por la vida sin dejar rastro, pero ella… ella es un poema viviente, un canto al valor, a la belleza interior, a la nobleza sin condiciones.
En su esencia yace un tesoro que solo los ojos atentos pueden ver, y quien tiene la fortuna de conocerla sabe que ella es más que palabras; es esa presencia única, esa luz que atraviesa la sombra y la transforma en claridad. Es como llevar un fragmento de cielo en el bolsillo, un resplandor secreto entre los días. Su belleza queda ahí, delicada pero firme, en la memoria como un suspiro guardado entre las cosas más queridas. Su mirada clara, las mejillas sonrojadas, y ese destello suave de su cabello iluminan, incluso en ausencia marca el universo, como un eco persistente de algo infinitamente bello y sereno.
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Nuestra historia ha dado un giro triste cuando el narrador (yo) revela que su musa (tú) ha desaparecido, dejándolo en un estado de confusión y angustia. La pregunta repetida, ¿Dónde estás?
Tu ausencia subraya mi desesperación y el anhelo de respuestas del narrador (yo)
Me siento abandonado y olvidado, luchando por entender por qué su musa (tú) se fue y si había alguien más involucrado. La sensación de traición es palpable, mientras el narrador (yo), lidia con las promesas rotas y la pérdida de sinceridad que una vez definieron su relación.
🎩
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. * # TASK 01 : BORIS BLEICHMAN ‚ LEALTAD Y TRAICIÓN NACEN DE LA MISMA RAÍZ. ( @losavntos )
post original.
Son las once de la noche cuando llega a la puerta de la oficina central y la encuentra entreabierta. El fuerte olor a tabaco lo golpea al asomarse, y debe ajustar su respiración antes de llamar dos veces con sus nudillos. ' Salve. ' Boris Bleichman está de espaldas, observando el paisaje nocturno a través de la ventana mientras fuma un puro. Me preguntaba si alguna vez me hablarías de nuevo. Peter humedece sus labios y abre la boca para responder, pero Boris se voltea hacia él y continúa. Desde luego, imaginé que me castigarías por la escena que Ophelia montó en la fiesta. Yo hubiera preferido que lo supieras por mí, pero ya conoces a mi mujer. Cuando una idea se le mete en la cabeza, no hay quien se la saque. Tras decir eso, apunta con un gesto de la mano a la silla frente al escritorio y se lleva de nuevo el cigarro a la boca. En su mirada brilla el conocimiento de haber ganado sin esfuerzo la primera partida. Peter permanece quieto en el umbral. Por supuesto, debió saber que Boris adivinaría antes que él mismo el origen de su recelo, ahora le parece ridículo haber ensayado otra respuesta. Se adentra en la habitación, cierra la puerta con cuidado y toma asiento.
Sólo ha fumado puros una vez y fue en su primera entrevista con Boris, poco después de llegar a la universidad. Ahora, como entonces, agradece que él tenga la atención en otro lado y no vea su mueca de disgusto cuando da la primera calada. Retiene el humo en la boca, se acostumbra al sabor, exhala despacio. ' Me ofenderías si creíste que podría haberlo hecho. ' Su voz surge más áspera de lo que pretende, lo que incidentalmente le otorga un punto a su favor al facilitar la interpretación de que Boris le importa más de la cuenta, cuando en realidad apenas puede contenerse de escupir las palabras. La lista de Vera Quinn fue sólo el comienzo: un golpe bajo que le demostró cuán estúpido había sido creer que Boris albergaba en él una confianza construida con los años, que alguna vez vio en Peter más que otra herramienta bajo su poder. Que su amistad era diferente, o que siquiera era una amistad. Piensa en Malena, recuerda el terror en sus ojos cuando le suplicó que no la dejara a solas con Boris. Observa la mano de este que agarra el puro y la imagina en el cuerpo de Malena, y debe apartar su mirada para suprimir una náusea.
Un pensamiento se adueña de su mente y es que no le conviene tener a Boris Bleichman de enemigo. Tal vez lo haya manipulado en el pasado, pero ahora él cuenta con un arma secreta: hasta el momento, Boris carece de motivos para sospechar que le es menos que absolutamente fiel. Su misión para los próximos minutos es que siga creyendo que lo es. Si intenta mentir, Boris lo intuirá en cuanto abra la boca, por lo que esa opción queda descartada. Sin embargo, está dispuesto a averiguar hasta qué punto puede doblegar la verdad para no perjudicar a nadie. ' Fue poco astuta. ' Lo dice como compartiendo una confidencia y encoge un hombro. ' Me mostró su mano demasiado pronto. Dijo que estaba escribiendo un libro sobre Pomona, pero se la pasó haciendo preguntas acerca del Círculo. Quería que le hablara de quiénes lo fundaron, de cómo nos escogen para formar parte, de las prácticas de iniciación. Asumió que por haber sido becado tendría historias de terror para contar, y asumió bien, pero se equivocó al creer que se las contaría a ella. Le vendí el relato del joven sureño con un sueño americano. La aburrí. '
Busca en el rostro de Boris una indicación de que va por buen camino, pero este tiene la mirada perdida en un punto del suelo. ¿Hablaste con alguien más ese día? Peter escoge con cuidado sus siguientes palabras. ' Sí. Acordamos lo que diría cada uno para entorpecer la investigación de Quinn. ' Qué curioso. Boris da una nueva calada al puro y exhala en su dirección. A través del humo, el verde de sus ojos le parece más frío que nunca. Imagino que leíste el libro. Peter asiente. Considera comentar que encontró la redacción errática y que al libro le hubiera servido otra fase de edición, pero decide que es mal momento. Entonces recordarás que el capítulo para el que Vera Quinn te entrevistó contiene información… delicada. Información que debió sacar de algún lado. ' Casi todo lo que aparece en ese capítulo es mentira. Ella sola se contradijo, y al hacerlo perdió toda credibilidad. ' Ese es precisamente el problema, Peter. Casi todo. Lo que significa que alguna de las personas que estaban presentes ese día habló de más. Y sé que tú sabes quién fue. Peter guarda silencio, pero Boris sigue hablando. También sé que crees que estás protegiendo al Círculo cuando proteges a tus compañeros. Tu lealtad es la cualidad que siempre he admirado más en ti, Peter, incluso sobre tu intelecto. Fue tu lealtad al Círculo la que te llevó a pensar rápido luego de aquel… infortunio —con el hijo de Melodía. Pero como bien debes saber, estamos lidiando con traidores. La forma de proteger al Círculo ahora es confiarme toda la información que tengas, y no guardarte ningún detalle.
Si Boris considera que le está ocultando información, sabrá que ya no confía en él. La única carta que queda en su mano es la verdad sin rodeos. Por suerte, sabe que es una buena carta. ' Sólo una persona habló, Albertina Solanas. No fue su intención. ' A último momento trata de salvar el cuello que acaba de servir en bandeja, lo que en sí mismo es un intento por lavarse las manos. ' Hablé con ella después de su entrevista. Vera Quinn la manipuló, y lo hizo bastante bien —en eso debo darle crédito. Sé que Albertina dijo… Muchas cosas que no debía. Cosas que nos comprometen a todos. ' Bleichman lo mira en silencio por unos instantes, y Peter casi puede leer sus pensamientos decidiendo que le cree. ¿Qué hiciste al respecto? ' Me aseguré de que Quinn no pudiera usar nada de lo que Albertina le dijo, o al menos se lo puse más difícil… ' Vuelve a fumar, extendiendo la pausa para crear suspenso en su relato, como si esta fuera una más de sus tantas charlas casuales con Boris. ' Hablé con los otros y ninguno parecía demasiado interesado en revelarle nada a Vera. Les dije exactamente qué decir para desorientarla y ellos accedieron. ' ¿Y qué fue eso? ' Inventos, uno más absurdo que el anterior. Algunas verdades mezcladas en el medio: datos históricos sobre Pomona, los estándares académicos de excelencia. Pero la clave es que eran todas versiones distintas. Fue la palabra de cada uno contra la del resto, no hubo forma de que Quinn supiera quién de nosotros estaba diciendo la verdad. '
Cuando termina de hablar, cree percibir la sombra de una sonrisa en la boca de Boris, que una vez más observa a través de la ventana. Después de un minuto en silencio, le devuelve la mirada. ¿Algo más? Peter se lo piensa, o finge que lo hace. ' Me preguntó por ti. Ella sabía que fui tu asistente durante mi tiempo en Pomona. Le dije toda la verdad. ' Bleichman alza una ceja, como invitándolo a compartir esa verdad con él. ' Le dije que eres el hombre más inteligente que conocí en mi vida, y el mejor profesor que Pomona haya visto. Que conmigo siempre fuiste como un padre. ' Las palabras le raspan la garganta, porque son ciertas, incluso ahora. Es por eso que logran su cometido cuando Boris rodea el escritorio para darle un apretón afectuoso en el hombro. En los minutos que restan para la medianoche se acaban los cigarros, hay palmaditas en el hombro, promesas de hablar por la mañana. Se intercambian comentarios casuales sobre el clima, sobre los ánimos en la mansión y las noticias del país. No perderé más tu tiempo, lamento ponerte en esta situación, hiciste lo correcto, espero que no me guardes ningún rencor por lo de Ophelia. Descuida, sé que no fue personal. Un abrazo, más promesas de hablar por la mañana. Cuando abandona la oficina, Peter camina a paso decidido por el pasillo e ingresa en el primer baño que encuentra. Cierra la puerta detrás de sí, levanta el asiento del inodoro y vomita.
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¿Cómo hemos llegado a esto?
¿Cómo hemos llegado a esto?
Título: ¿Cómo hemos llegado a esto?
Fandom: Marvel, Capitán América.
Pareja: Steve Rogers X Lectora.
Palabras: 485 palabras.
Clasificación: B.
Sinopsis: Steve te engañó y trata de arreglarlo.
Advertencias: Finalizar una relación, mención de engaño.
N/A: Esta es mi entrada para BrokenHearts4Caplan Challenge con la frase:
“Yo no fui nada para ti. Sólo era un juguete para que lo manipularas y caí en la trampa.”
Links: Wattpad, Ao3, versión en inglés.
Si te gusto por favor vota, comenta y rebloguea.
No doy ningún permiso para que mis fics sean publicados en otra plataforma o idioma (yo traduzco mi propio trabajo) o el uso de mis gráficos (mis separadores de texto también están incluidos), los cuales hice exclusivamente para mis fics, por favor respeta mi trabajo y no lo robes. Aquí en la plataforma hay personas que hacen separadores de texto para que cualquiera los pueda usar, los míos no son públicos, por favor busca los de dichas personas. La única excepción serían los regalos que he hecho ya que ahora pertenecen a alguien más. Si encuentras alguno de mis trabajos en una plataforma diferente y no es alguna de mis cuentas, por favor avísame. Los reblogs y comentarios están bien.
DISCLAIMER: Los personajes de Marvel no me pertenecen (desafortunadamente), exceptuando por los personajes originales y la historia.
Anótate en mi taglist aquí.
Otros lugares donde publico: Ao3, Wattpad, ffnet, TikTok, Instagram, Twitter.
Tags: @sinceimetyou @black23 @unnuevosoltransformalarealidad @azulatodoryuga
La lluvia golpeaba suavemente contra las ventanas del departamento; Steve estaba en la sala, de pie junto al sofá, con la mirada fija en el suelo. Había confesado lo que jamás pensó que saldría de sus labios ni que pasaría. Sharon Carter. Había estado con Sharon.
—¿Cómo pudiste? —preguntaste—. ¿Cómo pudiste hacerme esto, Steve?
Él alzó la vista lentamente, pero incapaces de encontrar las palabras adecuadas. ¿Qué podía decir en este momento que no sonara vacío o hipócrita?
—No fue algo planeado… —comenzó a decir, pero se detuvo, sabiendo lo ridículo que sonaba.
—¿Planeado? —dejaste escapar una risa amarga, llena de desdén—. Eso no importa, Steve. El hecho es que lo hiciste. ¡Me engañaste! Y con Sharon, nada menos.
Steve intentó acercarse, pero retrocediste.
—No lo entiendes, Steve —continuaste—. Yo te amaba. Te di todo de mí, lo mejor de mí, y… ¿esto es lo que recibo a cambio? ¿Una traición?
—Lo siento —murmuró él.
—Lo siento no es suficiente. No después de esto.
Steve trató de acercarse de nuevo, pero diste otro paso atrás, levantando una mano como barrera.
—¿Sabes? —dijiste con la voz entrecortada—. Yo no fui nada para ti. Sólo era un juguete para que lo manipularas y caí en la trampa. Pensé que éramos más que eso, pero me doy cuenta de que solo fui una tonta que cayó en tus juegos.
— No eres un juguete! Eres mucho más para mí, siempre lo has sido. Cometí un error, lo sé, pero eso no cambia lo que siento por ti.
—¿Y qué se supone que haga ahora, Steve? —preguntaste—. ¿Pretender que esto nunca sucedió? ¿Volver a confiar en ti como si nada?
Steve bajó la cabeza, incapaz de responder. Sabía que había arruinado todo.
—No espero que me perdones —admitió—. Pero te amo, y haría cualquier cosa para enmendar mi error.
—Lo que sentía por ti… —confesaste tratando de contener las lágrimas—. Ya no sé si puedo sentirlo de nuevo. No después de esto.
Steve se acercó un paso más, con la esperanza de alcanzar tu mano de la lectora, pero volviste a retroceder.
— No puedo seguir con esto, Steve. No puedo seguir contigo.
Steve dio un paso atrás, con la mirada fija en ti por un momento más antes de girarse lentamente y caminar hacia la puerta. Justo antes de salir, Steve se detuvo, con la mano en el pomo de la puerta.
—Si alguna vez… si algún día quieres hablar —dijo, sin mirarla—, estaré aquí. Siempre estaré aquí para ti.
Sin esperar una respuesta, Steve salió del departamento, cerrando la puerta suavemente tras de sí.
Te dejaste caer en el sofá, abrazando tus rodillas contra su pecho, dejando que las lágrimas finalmente salieran.
—¿Cómo llegamos a esto? —murmuraste para ti misma.
Te levantaste del sofá y caminaste lentamente hacia tu habitación.
Cerraste los ojos, dejándote llevar por el cansancio y la tristeza.
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Me entero que Pedro Almodóvar ha ganado el León de Oro en Venecia por “La habitación de al lado” por un WhatsApp de Jose: “Amigo león de oro. Pedro”. Una noticia personal que habla de la misma alegría familiar y compartida que podría ser la he aprobado el examen o me han dado el trabajo o me voy de vacaciones a Islandia. Algo propio, algo nuestro, porque el cine de Almodóvar nos ha reunido a tantos cuando el mundo nos expulsó, cuando la realidad se tornó cuchillo frente a nuestra sensibilidad, cuando no podíamos ni imaginarnos, cuando no importábamos, que cuesta no sentirlo como un hogar. Ha sido también una convocatoria, ir a ver “la última de Almodóvar” al cine ha sido una forma de ritual, de paisaje compartido, de juntar los cuerpos. Siento que muchas veces le hemos exigido demasiado al cine de Almodóvar porque nos ha dado tanto que sentimos como una traición que cambiara, que creciera, que se hiciera mayor, pero en realidad lo que nos molestaba era que nosotros también habíamos cambiado, que habíamos crecido, que nos hicimos mayores. Un cine testigo de los afectos que han ido desapareciendo, desgajados, actrices que ya no volverán, dónde están los pimientos, qué heavy eres, Juana, madres que tampoco, amigas y amigos que dejan una butaca vacía en una sala de cine.
Para mí el orgullo Almodóvar no tiene que ver con el hecho patrio de que sea español, tiene que ver con que la realidad que ha exportado desde este país es una realidad profundamente libre, tiene que ver con que sus historias hablaban de nuestro presente pero con una vocación de futuro, porque allí donde todo enloquecía el alma siempre se mantuvo rigurosa, tiene que ver con que en su cine no hay juicios ni castigos, que nos ha educado emocionalmente en la diversidad, en el otro, en lo posible.
Diría que su cine es una larga carta de amor a una madre para que comprendiera su mundo, quién era, y que a su vez ha sido una larga carta de amor a lo miserable y hermoso del mundo. Diría que eso es un cine para la dignidad, la de todos aquellos seres humanos a los que un día quisieron sin sueños. Roy Galan
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Se que es algo que no sería muy posible en su historia, pero me da mucha curiosidad saber que pasaría si una Rhubelye se enamora o siente interes por una sirena (O tritón en caso de si fuera hombre)
El reino de las sirenas es un reino que no forma parte del tratado de unión y paz que firmaron los reinos después de la finalización de la guerra contra Lord Emedes.
Las sirenas son enemigas del reino de los Rhubelyes, por lo que las convierten en enemigas del resto de reinos también.
Si cualquier especie en los reinos, ya sean monstruos, fantasma, humanos, gloymos, khiglys, norkiry y rhubelye se reuniera de manera amistosa con una sirena, seria básicamente traición a los reinos.
Cualquier tipo de relación amistosa con las sirenas es considerada traición por lo que de ser descubierta esta relación, la persona seria condenada a muerte.
SE QUE ES EXTREMO-
Pero así son las cosas.
Nunca ha sucedido algo así ya que muchos saben la mala fama que tienen las sirenas, además de que no son conocidas por ser amistosas o al menos permitir el suficiente contacto con ellas como para crear una relación lo suficientemente fuerte como para enamorarse. Y si dejan que se acerquen solamente es para que puedan cazar a su presa más fácilmente...
Estaría complicado que alguien se enamore...
Interesarse por la especie se podría.
Debe haber alguien que le interese tal especie.
Pero enamorar... no se.
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La Llorona, una leyenda popular nacida en México.
Si vives en México probablemente has oído hablar acerca de La Llorona: "Una mujer que vaga en medio de las calles llorando por sus hijos”, algunas versiones dicen que era una joven que ahogó a sus hijos por una traición de amor; otras dicen que los descuidó y el río se los llevó.
La historia de la llorona se cuenta de mil maneras. Lo cierto es que este mito va más allá.
Está historia de remonta al tiempo de los aztecas.
Cuentan que la diosa Cihuacóatl, madre de nuestros ancestros, los mexicas; traía consigo predicciones de las guerras que estaban a punto de suceder. Cuando estaba próxima la llegada de los conquistadores ella dio el aviso y lloró por sus hijos pues sabía que serían derrotados por los extranjeros y desde entonces se escuchaba su llanto.
La quinta leyenda del sol nos dice que Cihuacoatl es la madre , la creadora de los mexicas . Como madre brinda su favor a las mujeres que también lo son. Aquellas que mueren en el parto son dignas de ir al lugar que la Diosa ha designado para ellas en el más allá, y ahí lo habitan, porque no había honor más grande que morir siendo un guerrero ,porque ante los ojos de Cihuacóatl ellas también lo eran .
Gobierno de México
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Adiós al Mundo
El mundo es una farsa. De lejos, he puesto mi confianza en figuras borrosas, y de cerca he confiado en sombras que se desvanecen. Los seres humanos son tan vastos como un desierto y tan complejos como una selva enredada, pero en el fondo, tan esquivos como un espejismo. Entre las promesas de amistad y las ilusiones de amor, solo he encontrado hilos rotos, manipulaciones, un teatro en el que mi papel ha sido secundario, un instrumento más en manos de otros.
Como Jesús, quien atrajo a multitudes con su pureza y fue traicionado en la intimidad, o como Prometeo, castigado por dar luz a la humanidad, me doy cuenta de que, en este juego de cercanías, no he sido más que un peón en el tablero de los usuarios. No fui elegido ni valorado; fui usado y luego dejado a la intemperie.
Cuando creí haber hallado una familia, me encontré con la traición. Cuando busqué algo divino, algo puro, lo que encontré fue vacío, una sombra grotesca que reflejaba lo que jamás quise ver en mí ni en los demás. El mundo, que una vez me pareció inmenso y lleno de posibilidades, se ha revelado como una chispa en una oscuridad que pronto se extinguirá; y cuando eso suceda, cuando todo este vasto teatro colapse sobre sí mismo, solo quedará el eco de un susurro: nada.
Las promesas, las palabras dulces, los lazos que alguna vez creí fuertes, no son más que adornos sobre un cofre vacío. Las personas son torres de Babel, estructuras colosales que prometen ascender a las estrellas, pero que esconden un corazón hueco, sin sustancia. Somos barcos a la deriva, guiados por capitanes ausentes, fragmentos de historias tejidas por ilusiones que, al final, solo terminan en decepción. En un mundo que brilla con promesas de autenticidad, he encontrado máscaras tras máscaras, y en cada una de ellas, el reflejo de una soledad que me consume.
Hoy, cierro los ojos al mundo y a quienes me habitan. Mis lazos se desvanecen, y lo que alguna vez fue un fuego de conexiones humanas es ahora cenizas en la palma de mi mano. Me despido de aquellos que, en su momento, fueron luces en mi oscuridad, pero que hoy no son más que sombras desvanecidas en la distancia.
A quienes me acompañaron, a quienes creí cercanos, les dejo este adiós silencioso. Porque si el mundo es una farsa, entonces yo, en mi soledad, me retiro de este teatro de espejismos y mentiras, cerrando la puerta detrás de mí.
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