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eurekadiario · 1 year ago

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Estados Unidos revive el programa de espionaje submarino de la Guerra Fría para contrarrestar a China

En una isla azotada por el viento a 50 millas al norte de Seattle se encuentra una estación de monitoreo de la Marina de los EE. UU. Durante años, se mantuvo ocupado rastreando los movimientos de las ballenas y midiendo el aumento de la temperatura del mar. En octubre pasado, la Armada le dio a la unidad un nuevo nombre que refleja mejor su misión actual: Comando de Vigilancia Submarina del Teatro.

El cambio de nombre de la estación de espionaje en las instalaciones de Whidbey Island es un guiño a un proyecto militar estadounidense mucho más amplio, según tres personas con conocimiento directo de los planes: llevar a cabo la mayor reconstrucción del programa de espionaje antisubmarino de Estados Unidos desde el fin del Frío. Guerra.

La reactivación del esfuerzo multimillonario, conocido como Sistema Integrado de Vigilancia Submarina (IUSS), se produce cuando China ha intensificado los ejercicios militares alrededor de Taiwán, aumentando las preocupaciones sobre un posible conflicto sobre el territorio gobernado democráticamente, que Beijing quiere poner bajo su control. .

El proyecto de renovación del IUSS no había sido informado anteriormente. Implica modernizar la red estadounidense existente de cables acústicos de espionaje submarinos y modernizar una flota de barcos de vigilancia con sensores y micrófonos submarinos de última generación, medidas destinadas a aumentar la capacidad del ejército para espiar a sus enemigos. Estados Unidos acordó vender a Australia tecnología similar para ayudar a reforzar las defensas aliadas en la región del Pacífico.

El cambio más innovador en el sistema de reconocimiento oceánico de la Armada es una inversión en nuevas tecnologías para miniaturizar y globalizar las herramientas tradicionales de vigilancia marítima. La red original de cables espía fijos, que se encuentran en lugares secretos en el fondo del océano, fue diseñada para espiar submarinos soviéticos hace siete décadas, dijeron las tres personas.

El plan de la Marina incluye el despliegue de una flota de drones marinos no tripulados para detectar naves enemigas; colocar sensores portátiles de “satélites submarinos” en el fondo marino para buscar submarinos; utilizar satélites para localizar barcos mediante el seguimiento de sus frecuencias de radio; y utilizar software de inteligencia artificial para analizar datos de espionaje marítimo en una fracción del tiempo que normalmente tomarían los analistas humanos.

La existencia de la IUSS no se hizo pública hasta 1991, al final de la Guerra Fría, y los detalles de sus operaciones siguen siendo ultrasecretos, dijeron las tres personas. Los tres hablaron sobre el programa clasificado bajo condición de anonimato.

Reuters pudo reunir detalles de los planes de la unidad a través de entrevistas con más de una docena de personas involucradas en el esfuerzo, incluidos dos miembros del personal actual de la Marina que trabajan en vigilancia marítima, asesores de la Marina y contratistas de defensa involucrados en los proyectos.

La agencia de noticias también revisó cientos de contratos de la Marina. Ese examen identificó al menos 30 acuerdos vinculados al programa de vigilancia firmados en los últimos tres años con gigantes de la defensa, así como una serie de nuevas empresas que trabajan en drones marinos no tripulados y procesamiento de inteligencia artificial. Una revisión de Reuters de datos de seguimiento de barcos e imágenes satelitales también reveló nuevos detalles sobre el tendido secreto de cables submarinos por parte de la Marina.

La IUSS está dirigida por la capitana Stephany Moore, una veterana oficial de inteligencia de la Marina. El programa opera bajo el mando de la Fuerza Submarina de la Flota del Pacífico de los Estados Unidos, encabezada por el Contralmirante Richard Seif.

Moore y Seif rechazaron solicitudes de entrevista. En respuesta a preguntas de Reuters, un portavoz de la Flota del Pacífico de la Fuerza Submarina de EE. UU. dijo que la Armada no podía discutir detalles específicos relacionados con su sistema de vigilancia submarina por “razones de seguridad operativa”.

"Los sistemas han experimentado y experimentarán crecimiento y recapitalización a medida que se desarrollen tecnologías submarinas y se actualicen las prioridades de defensa", dijo el portavoz en un comunicado.

Tim Hawkins, portavoz de la Quinta Flota de EE.UU., que tiene su base en Oriente Medio y ha dirigido las pruebas de aviones no tripulados marinos de EE.UU., dijo a Reuters que la Marina está mejorando la vigilancia desde "el espacio hasta el fondo marino" con el objetivo de pintar la imagen más clara jamás vista de la situación. actividad global en el mar.

Mientras tanto, China está trabajando en su propio programa de espionaje marítimo, conocido como la Gran Muralla Submarina, dijeron a Reuters dos fuentes de la Marina estadounidense.

Ese sistema, ya en construcción, consiste en cables equipados con sensores de escucha de sonar tendidos a lo largo del fondo marino en el Mar de China Meridional, un escenario tenso debido a las disputas territoriales entre Beijing y sus vecinos. China también está construyendo una flota de drones submarinos y de superficie para buscar submarinos enemigos, dijeron las dos personas.

El avance chino se extiende hasta el Pacífico. La Academia de Ciencias de China, administrada por el estado, dijo en 2018 que estaba operando dos sensores submarinos: uno en el abismo Challenger en la Fosa de las Marianas, el punto más profundo conocido de la Tierra; el otro cerca de Yap, una isla en los Estados Federados de Micronesia. Aunque China dice que estos sensores se utilizan con fines científicos, podrían detectar movimientos submarinos cerca de la base naval estadounidense en Guam, un territorio insular del Pacífico, dijeron fuentes de la Marina.

El Ministerio de Defensa de China no respondió a solicitudes de comentarios sobre ningún aspecto de esta historia. El Ministerio de Relaciones Exteriores de China se negó a hacer comentarios.

Competición naval entre Estados Unidos y China

El Indo-Pacífico se ha convertido en el principal escenario de competencia militar entre Estados Unidos y China. La creciente agresión de Beijing hacia Taiwán, aliado de Estados Unidos, sus disputas territoriales con sus vecinos y su oposición a la presencia naval estadounidense de larga data en la región, que China considera provocativa, han aumentado las fricciones entre las dos superpotencias.

Fuentes: Tierra Natural; militar.com; Fuerzas Navales de Estados Unidos en Corea; GlobalSecurity.org; Informes de Reuters

La iniciativa de vigilancia de la Marina de los EE. UU. está impulsada por tres factores principales, según las tres personas con conocimiento directo de los planes. En primer lugar, está el meteórico ascenso de China como potencia marítima y la posibilidad de que sus buques ataquen Taiwán o saboteen infraestructuras submarinas críticas, incluidos oleoductos y cables de fibra óptica para Internet.

En segundo lugar está el éxito de Ucrania al emplear nuevas tácticas de guerra marítima en su contraofensiva contra las fuerzas invasoras rusas; Ucrania ha utilizado vehículos marítimos no tripulados relativamente baratos para atacar barcos y puentes enemigos. Este desarrollo ha expuesto la vulnerabilidad de los grandes buques de superficie a los ataques con drones y la necesidad de que la Marina de los EE. UU. domine esta tecnología para sus propias operaciones ofensivas, así como también aprenda formas de defenderse contra ella. Eso, a su vez, podría aumentar la importancia de la guerra submarina en cualquier conflicto con China, dijeron las tres personas.

Finalmente, el rápido cambio tecnológico, que incluye sensores submarinos más sensibles, inteligencia artificial y drones marinos, está alimentando una carrera armamentista de vigilancia entre Beijing y Washington.

Sensación de urgencia

El programa de espionaje submarino de Estados Unidos se lanzó en la década de 1950 con un sistema de detección submarina conocido como Sound Surveillance System. Se trataba de los llamados cables de hidrófonos, una especie de micrófono submarino, tendidos en el fondo del mar. El nombre cambió a IUSS en 1985. Fue entonces cuando los cables fijos se complementaron con tecnología conocida como Sistema de sensores de matriz remolcada de vigilancia (SURTASS), largas matrices de sonar verticales arrastradas debajo de los barcos de la Armada para escuchar a los submarinos enemigos que permanecen en las profundidades.

En su apogeo en la década de 1980, la IUSS estaba compuesta por miles de marineros de la Armada y analizaba datos de barcos y cables submarinos en 31 instalaciones de procesamiento diferentes. El seguimiento de los buques soviéticos era fundamental para la misión original, según documentos desclasificados de la Marina.

Con la desintegración de la Unión Soviética en la década de 1990, la IUSS se redujo. Cada vez más, sus analistas tenían la tarea de monitorear la vida marina y los terremotos en alta mar.

Hoy en día, solo quedan dos sitios de vigilancia: la instalación ubicada dentro de la Estación Aérea Naval de Whidbey Island en el estado de Washington, y otra en la estación naval Dam Neck en Virginia Beach, Virginia.

Una vez denominadas Instalaciones Navales de Procesamiento Oceánico, el año pasado fueron rebautizadas como Comandos de Vigilancia Submarina de Teatro. El nuevo nombre es “más apropiado para la amplia cobertura de nuestra misión”, dijo Jon Nelson, comandante de la unidad de Whidbey Island, en una ceremonia de cambio de nombre en octubre de 2022.

El ascenso de China como rival naval y el acoso efectivo de Ucrania a la flota rusa del Mar Negro con drones han renovado el enfoque del ejército estadounidense en la vigilancia oceánica en un entorno marítimo que cambia rápidamente, según Phillip Sawyer, vicealmirante retirado de la Armada estadounidense y exjefe. de las fuerzas submarinas en el Pacífico.

"Nos ha dado un sentido de urgencia que tal vez faltaba en los años 90 y principios de los 2000", dijo Sawyer, ahora catedrático de Guerra Submarina en la Escuela Naval de Postgrado en Monterey, California.

A esa urgencia se suma la necesidad de proteger los cables submarinos de Internet que se entrecruzan en el fondo del océano, una red global que transporta el 99% del tráfico transcontinental de Internet. Estos cables son el corazón de una competencia cada vez más intensa entre Estados Unidos y China por el control de tecnologías avanzadas, informó Reuters en marzo.

En febrero, se cortaron dos cables submarinos de Internet que conectaban Taiwán con las islas Matsu, un grupo de islas gobernadas por Taiwán que se encuentran cerca de China continental. Se necesitaron semanas para restablecer completamente el servicio de Internet para unos 14.000 residentes de la isla. Las autoridades taiwanesas dijeron en ese momento que sospechaban que dos barcos chinos eran los culpables, pero no proporcionaron pruebas directas y no llegaron a calificarlo como un acto deliberado.

China no hizo comentarios sobre el incidente en ese momento. Los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores de China no respondieron a nuevas solicitudes de comentarios al respecto.

En mayo, el Quad –una alianza entre Australia, Japón, India y Estados Unidos– dijo que los cuatro países se asociarían para proteger y construir cables submarinos de fibra óptica de alta velocidad en el Indo-Pacífico.

Tanto la armada china como la estadounidense llevan a cabo regularmente ejercicios militares alrededor de Taiwán, aliado de Estados Unidos, mientras los analistas militares estudian cómo podría desarrollarse cualquier conflicto potencial sobre la isla.

Aunque los buques de guerra y submarinos estadounidenses se consideran técnicamente superiores, China tiene la armada más grande del mundo, compuesta por alrededor de 340 barcos y submarinos, según el informe del Pentágono de 2022 sobre el ejército de China. China está construyendo submarinos de propulsión nuclear más avanzados que son más silenciosos y más difíciles de detectar, según el informe.

La joya de las operaciones de vigilancia submarina de Estados Unidos sigue siendo la red global de cables de escucha tendidos por primera vez durante la Guerra Fría, que sigue siendo la mejor infraestructura de espionaje submarino del mundo, según dos fuentes de la Marina con conocimiento directo del sistema.

Esos cables fueron fundamentales para resolver el misterio que rodea al sumergible Titán, de propiedad privada, que implosionó en junio, matando a cinco personas en un viaje para ver los restos centenarios del Titanic, dijeron las fuentes.

La Marina de Estados Unidos dijo en un comunicado que había ayudado en la búsqueda del Titán después de que un análisis de datos acústicos detectara "una anomalía consistente con una implosión". La Marina no respondió a las preguntas de Reuters sobre cómo había obtenido los datos acústicos.

En los últimos tres años, parte de esta red de cables se ha ampliado y reemplazado con cables avanzados equipados con hidrófonos y sensores de última generación para señalar con mayor precisión la ubicación de los buques enemigos, dijeron las dos personas.

El sistema de vigilancia submarina de la Marina de los EE. UU.

Estados Unidos está ampliando y mejorando sus capacidades de vigilancia antisubmarina a medida que aumentan las tensiones con China. La red de escucha, que se muestra aquí en un documento de la Marina de los EE. UU. de 2017, comenzó con el Sistema de Vigilancia de Sonido (SOSUS): cables largos equipados con micrófonos submarinos colocados en el fondo del océano en la década de 1950 para escuchar a los submarinos soviéticos. Desde entonces, SOSUS se ha complementado con cables de escucha adicionales, conocidos como Sistema Distribuido Fijo (FDS). Los datos recopilados por sensores submarinos colocados en lugares secretos se envían a centros de procesamiento en tierra, donde se analizan para identificar embarcaciones enemigas.

Gran parte de este trabajo ha sido llevado a cabo por el USNS Zeus, de 40 años de antigüedad, el primer y único buque cablero operativo construido específicamente para la Marina de los EE. UU., dijeron las personas. Ayudarán el CS Dependable y el CS Decisive, dos buques cableros propiedad de la firma privada estadounidense SubCom, dijeron. SubCom se ha convertido en un actor clave en la guerra tecnológica con China, informó Reuters en julio.

Para mantener en secreto las ubicaciones de los cables espías submarinos estadounidenses, estos tres barcos han estado enmascarando sus ubicaciones, lo que en la industria naviera se conoce como "oscurecimiento", según las dos fuentes de la Marina y un análisis de Reuters de los datos de seguimiento de barcos.

El derecho internacional exige que los buques comerciales mantengan sus transpondedores de identificación encendidos para evitar colisiones y ayudar a las autoridades a combatir los delitos marítimos. Pero las naciones pueden obtener exenciones para algunos buques privados, particularmente aquellos que trabajan en proyectos de seguridad nacional, según el abogado marítimo con sede en Londres Stephen Askins.

Entre el 1 de enero de 2022 y el 22 de agosto de este año, el CS Dependable y el CS Decisive no transmitieron señales de identificación durante el 60% y el 57% de los días que pasaron en el mar, respectivamente, según datos de la terminal Eikon de LSEG.

El SubCom y el Departamento de Defensa de EE. UU. no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre cualquier exención para los buques del SubCom.

El segundo elemento del programa original de espionaje submarino de Estados Unidos es una flota de cinco grandes barcos estilo catamarán equipados con el sistema SURTASS, cuyos cables están equipados con equipo de escucha de sonar y arrastrados a través del océano.

El barco de vigilancia oceánica USNS Able se muestra en Yokosuka, Japón, en 2016. Algunos analistas militares dicen que la Marina de los EE. UU. no se está moviendo lo suficientemente rápido para desplegar tecnologías de espionaje de próxima generación, como drones marinos, inteligencia artificial y sensores de escucha móviles. Marina de los EE. UU./Folleto vía REUTERS

En febrero de 2020, la Armada otorgó a Lockheed Martin un contrato de 287 millones de dólares para producir nuevos sistemas de sonar remolcados avanzados para estos barcos. El primero de estos nuevos cables se entregó el año pasado, según dos fuentes de la Marina.

Lockheed Martin no respondió a una solicitud de comentarios.

Ahora la Marina está construyendo nuevas versiones móviles miniaturizadas que pueden desplegarse sin ser detectadas, dijeron las fuentes. Estos módulos, conocidos como Expeditionary SURTASS, o SURTASS-E, pueden colocarse en contenedores de carga cargados en cualquier embarcación de cubierta plana, lo que permite a los barcos comerciales realizar vigilancia para la Armada, dijeron dos fuentes con conocimiento del proyecto.

Durante los últimos tres años, la Armada ha estado probando el sistema desde un buque de suministro en alta mar en el Atlántico y desde entonces se ha utilizado en operaciones activas en lugares secretos, dijeron las fuentes.

En mayo, el Departamento de Estado de Estados Unidos dijo en un comunicado que había aprobado la venta de un sistema SURTASS-E por valor de 207 millones de dólares al gobierno de Australia.

Un portavoz de Defensa australiano dijo a Reuters que estaba invirtiendo en nuevas capacidades de vigilancia submarina para proteger la infraestructura crítica y monitorear la evolución de las amenazas submarinas.

Japón también opera una flota de tres barcos de vigilancia oceánica, equipados con cables SURTASS estadounidenses, dijeron las dos fuentes de la Marina estadounidense.

La armada de Japón, conocida como Fuerza de Autodefensa Marítima, dijo en un comunicado que estaba coordinando con sus aliados para contrarrestar la creciente amenaza naval de China; se negó a comentar específicamente sobre las operaciones de vigilancia.

La Marina de los Estados Unidos ha adquirido un sistema de detección de submarinos conocido como TRAPS. Fabricadas por Leidos, con sede en Virginia, estas unidades móviles pueden lanzarse subrepticiamente a lugares estratégicos en el fondo del océano, donde escuchan si hay submarinos enemigos que se mueven por encima. Los datos de estas unidades se transmiten a instalaciones militares a través de buques de superficie y satélites. Leidos/Folleto vía REUTERS.

Estas unidades de espionaje submarino podrían lanzarse subrepticiamente desde el costado de un barco pesquero o remolcador en territorio enemigo, dijo a Reuters Chuck Fralick, director de tecnología de Leidos y oficial retirado de la Marina.

"Puede obtener capacidad de escucha o vigilancia prácticamente en cualquier parte del mundo que desee", dijo Fralick.

La Armada también ha estado experimentando con pequeños drones marinos, incluidos veleros sin tripulación y submarinos en miniatura autónomos cuya construcción costó entre 800.000 y 3 millones de dólares, un cambio relativamente pequeño en el mundo de los sistemas de defensa.

Estas naves aún no portan armas. Pero pueden equiparse con cámaras de alta definición, micrófonos submarinos, enlaces satelitales y otros equipos de espionaje, lo que brinda a la Marina un medio de bajo costo para ampliar drásticamente su vigilancia, dijo el portavoz de la Marina Hawkins.

En el futuro, estos buques podrían usarse para disparar torpedos que hunden submarinos, lanzar minas submarinas o activar dispositivos señuelo que hacen ruidos fuertes debajo de la superficie para confundir al enemigo, dijeron dos fuentes de la Marina.

La Armada no respondió a las preguntas sobre el armamento de drones marinos.

Velero Voyager

La Marina de los Estados Unidos ha comenzado a comprar una flota de embarcaciones pequeñas sin tripulación que pueden realizar trabajos de reconocimiento marítimo, tanto en la superficie como bajo ella. Saildrone, una empresa con sede en San Francisco, dice que ya ha suministrado a la Armada 22 de sus embarcaciones autónomas alimentadas por energía solar, incluido el modelo Voyager.

Saildrone, una empresa con sede en San Francisco fundada en 2012 por el ingeniero británico Richard Jenkins, lleva años recopilando datos de sus veleros no tripulados para rastrear los movimientos de la vida marina y medir los impactos del cambio climático.

Ahora los clientes militares están llamando. En los últimos dos años, Saildrone dice que ha suministrado a la Marina de los EE. UU. 22 de sus barcos impulsados por energía solar, incluido el Voyager de 33 pies, que puede equiparse con una cámara inteligente y una variedad de sensores. La Armada confirmó que compró Saildrones.

Aunque la Marina aún no ha realizado grandes pedidos, Saildrone y otras nuevas empresas de drones dicen que están listas para suministrar cientos de embarcaciones al año.

El portavoz de la Marina, Hawkins, se negó a decir cuántos buques más sin tripulación podrían adquirir los militares. Pero dijo que la industria de los drones marinos estaba “en la cúspide de una revolución tecnológica”.

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