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Chanchiguagüi el rey de las tardes radiales celebra éxito histórico en “La Corazón Toca Doble”.
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Chanchiguagüi el rey de las tardes radiales celebra éxito histórico en “La Corazón Toca Doble”.
El locutor y estudiante de periodismo ha logrado consagrarse como líder indiscutible en el horario de las 16 a las 18 horas.
Ser espontáneo, escuchar a la gente y ponerle buen humor al día a día han sido clave en su éxito.
Es carismático, pintoso, entretenido, cercano e informado. Esa pareciera ser la fórmula del éxito de Giancarlo Santangelo, más conocido como Chanchiguagüi, quien brilla cada tarde en Radio Corazón.
Este porteño es locutor profesional y ahora va por el título de periodista. Lo caracteriza su energía contagiosa y gran humor cualidades que se pueden constatar de lunes a viernes de 16:00 a 18:00, durante el programa “La Corazón Toca Doble”, espacio que conduce y se ha convertido en un hito radiofónico y se ha consolidado como líder indiscutido en su horario gracias a la dinámica entretenida y conexión única que Chanchiguagüi logra con sus auditores. “Creo que la principal conexión con el público por un lado la logramos a través de la música, ya que les transmitimos alegría en meses que han sido difíciles para los chilenos y chilenas. Por otro lado y quizás lo más relevante es el espacio de conversación de tú a tú que generamos durante el programa. Nos contamos nuestras cosas, nos tiramos tallas y la gente anda buscando un espacio para pasarlo bien y es así como me he convertido en un “acompañador de las tardes” lo que ha significado que el público se quede con nosotros lo que me hace muy feliz”, asegura Giancarlo.
Líder de corazón
Giancarlo Santangelo (39) casado, con dos hijos y amante del deporte, ha logrado conquistar los corazones de oyentes de todas las edades, pasando a ser un referente transversal en el mundo de la radio. El programa, conocido por su combinación única de música alegre, entrevistas cautivadoras y el inconfundible toque de humor de su animador, ha cosechado una popularidad indiscutida convirtiendo cada tarde en un festín de risas y buena onda. La interacción cercana con los oyentes, sus comentarios perspicaces y su habilidad para crear momentos memorables han forjado una conexión especial con la audiencia y un afecto único que trasciende las ondas radiofónicas. “Los programas como “La Corazón Toca Doble” son muy necesarios para la gente que anda buscando un espacio para olvidarse de las cosas malas, es una válvula de escape. Aunque estamos en verano hay muchísima gente que sigue trabajando, con las altas temperaturas que hemos tenido que afrontar, por ejemplo, los conductores de locomoción colectiva que hacen su pega con un calor inmenso. Creo que acompañar a las personas en el horario después de almuerzo, donde se necesita un impulso, energía y buena onda, es impagable y agradezco el cariño y la lealtad de nuestra maravillosa audiencia”, expresó Santangelo.
Chanchiguagüi también en TV
Pero no todo es radio para Santangelo, en su búsqueda de crecer como comunicador nacional, actualmente también está en televisión, de la mano del canal TVR (televisión regional de Chile), donde conduce “Tu conexión matinal”, (14.1 HD) de 8:00 a 13:00 horas, contagiando también alegría y buena onda, pero además vemos su lado más serio y periodístico, con entrevistas especiales y análisis de la actualidad de Chile y el mundo. “En el matinal no dejo de lado la buena onda, la picardía en mi manera de comunicar, pero en este espacio también estoy aportando contenido y opinión informada. Creo que hoy en día la actualidad amerita ser analizada desde diferentes miradas. Acá pongo mucho esfuerzo de mi parte para comunicar de manera transparente y seria, además de ponerme en el lugar de los televidentes, trato de interpretar a la gente al hacer las preguntas a los expertos que vienen al programa”, finalizó el comunicador.
Cifras
Según la encuesta Ipsos, el último trimestre 2023 (septiembre a diciembre) “Corazón Toca Doble” de radio Corazón en su horario (16:00 a 18:00), se mantiene en el primer lugar de audiencia en las radios de entretención en la Región Metropolitana en los segmentos C y D con un promedio de 171.489 auditores diarios, correspondiendo a un alcance de 7,9%, seguidos por radio Activa, Carolina, Imagina FM y Pudahuel.
#Chanchiguagüi#Giancarlo Santangelo#La Corazón Toca Doble#Radio Corazón#Emisora Radial#Medios de Comunicación
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Imagina esto, Enzo está triste por lo q sea y termina llorando, entonces reader lo consuela y lo mima
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Despertarte por la madrugada y encontrarte sola se está volviendo cada vez más habitual. Abandonás la comodidad y calidez de la cama para explorar tu hogar con esperanzas de hallar a tu novio, que últimamente recibe el amanecer desde el balcón, descalzo y sin abrigo que lo proteja de las temperaturas cada vez más bajas.
Abrazás su cintura y descansás tu mejilla sobre su espalda. Respira muy lentamente y sabés que está fumando mucho antes de ver el humo o percibir el aroma del tabaco; evitás hacer comentarios sobre su promesa de dejarlo porque sos consciente de lo mucho que se esforzó y de cuánto lo ayuda a relajarse cuando más lo necesita.
-Andá a la cama que te vas a enfermar- ordena con voz entrecortada.
-Vení conmigo.
-En un rato.
No necesitás ver su rostro para saber que sus ojos están enrojecidos o sus pestañas húmedas y brillantes por las lágrimas. Deslizás tus manos sobre su abdomen y su pecho, que todavía tiembla aunque Enzo ya no esté llorando, y cuando mecés tu cuerpo siguiendo un ritmo inexistente lo obligás a seguir tus movimientos.
-¿Escuchás eso...?
-¿Qué? ¿Los pájaros?- observa las ramas del árbol a pocos metros y luego el cielo.
-No, la cafetera- lográs que voltee y tomás su mano para besar sus nudillos- Vamos a desayunar, dale.
Es todavía muy temprano para el desayuno pero ambos fingen ignorar ese detalle, vos porque querés una excusa para alejarlo del frío y él porque adora el café nuevo que conseguiste luego de que lo comentara casualmente. Permite que lo arrastres hacia la cocina y toma asiento sin oponer demasiada resistencia cuando se lo ordenás, prometiendo encargarte de su bebida.
Toma la pequeña y vieja radio, cuyo origen desconoce tanto como el motivo por el cual la mantenés sobre la mesa, la enciende y comienza a girar el dial para encontrar cualquier emisora con música decente. No sabe qué espera encontrar antes de las seis de la mañana y tampoco le preocupa mucho, porque tan sólo escucharte moviéndote resulta suficiente para distraerlo y casi olvidar su angustia.
-Esa me gusta- decís cuando oís los primeros acordes de una canción.
-A mí también.
Le ofrecés su taza y le advertís que tenga cuidado antes de ocupar la silla a su lado. Lo esperás para dar el primer sorbo y le sonreís luego de compartir ese pequeño momento, una costumbre que nació hace mucho tiempo y que ninguno quiere abandonar.
Enzo disfruta el aroma y el sabor del café, seguro, pero más disfruta ver la forma en que tu cuerpo sigue la melodía que resuena a través del parlante. También disfruta oirte cuando comenzás a tararear la canción y cuando te interrumpís para poder recordarle tal o cual momento en el que la oyeron juntos hace siglos.
-Nos faltó algo dulce para acompañar el café- te lamentás.
-Más tarde compramos algo y volvemos a preparar- toma tu mano-. Ahora terminemos y volvamos a dormir un rato.
-Con este café no sé si vamos a volver a dormir.
-Ya sé- contesta-. Te quiero abrazar no más.
taglist: @madame-fear @creative-heart @chiquititamia @delusionalgirlplace @recaltiente @llorented @lastflowrr ♡
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Solo un poco de consuelo de parte de Touka hacia su esposo 🥺❤️ Él la necesita y está ahí para él.
Kaneki a veces odia mirarse al espejo. Su rostro se contrae en una mueca; el pasado regresa como una sombra: los recuerdos, el dolor, ¿podrían algún día marcharse?, ¿olvidarlos? Toca la cicatriz que recorre su mejilla y su cuello. Es la misma rutina de siempre: se pone la camisa con cuello alto, pero esta no la cubre por completo.
Sale del baño y mira el reloj. Ichika probablemente ya esté en la escuela. Le emocionó mucho descubrir que tienen un curso de lectura. Eso le arranca una pequeña sonrisa. Algo que lo distrae. Va hacia la cocina, pero está vacía.
La voz de la radio llega interrumpida desde la parte trasera de la casa. Las ondas se cruzan. Encuentra a Touka batallando ligeramente con el aparato. Kaneki se sienta a su lado y la saluda con un gesto mudo. La casa tiene un patio trasero precioso, cuidado por los tres, el césped crece radiante en primavera después de la fría helada.
—Déjame arreglarlo.
Kaneki pone el pequeño aparato en sus piernas y gira los botones. Conecta con una emisora de radio. La de recetas de cocina se ha convertido en la favorita de Touka. "Es algo en lo que distraerse", le había dicho antes.
—Todo se arregla cuando está en tus manos.
Touka se acuesta en su hombro mientras miran la colina. Kaneki suspira y tiembla cuando le pasa un brazo por detrás para abrazarla y hundir su nariz en ella. Le gusta su aroma. "Ojalá así fuera siempre".
Touka lo mira de reojo y le contesta:
—Lo es.
Kaneki abre los ojos y la mira. A veces lo dice en voz alta sin darse cuenta.
—No sé si eso sea verdad...
Touka se aparta y Kaneki la suelta. Se siente apenado, solo quiere dejar todos sus pensamientos en la cama, no llevarlos consigo, no dejárselos a Touka, ella tiene suficiente con estar embarazada. Lo hace de nuevo: piensa y piensa, girando en espiral sobre el pasado, lo que fue, lo que será y lo que nunca pudo ser.
Touka gira en su dirección y le aprieta las mejillas ligeramente, mirándolo a los ojos. Puede ver la fragilidad de su esposo, lo cansado que está.
—Te amo.
El rostro de Kaneki se sonroja de repente. ¿Por qué ella siempre lo atrapa de esa manera?
Touka se acerca y le besa la frente, masajea su nuca mientras baja hacia sus párpados y besa el inicio de su cicatriz. Kaneki la mira desde abajo y le aprieta la cintura. Su corazón está brincando en su pecho.
—Voy a repetirlo todas las veces que sea necesario, para que lo sepas y lo sientas.
Besa la punta de su nariz y él sonríe. «La amo tanto», piensa. Y sus labios se tocan. Es suave, pero Touka termina acomodada sobre el regazo de Kaneki mientras se tocan y se aprietan.
Cuando se separan están sin aliento y ambos están sonriendo.
—¿Mejor?
—Siempre estoy mejor cuando estás conmigo.
#ficlet#touken#kanetou#touka kirishima#kaneki ken#arcy write#tengo algo con estos dos#touka consolando/ayudando/amando/recordandole a kaneki que es amado#cuando no ando escribiendo AUs escribo pelusa#puaj los amo#touken brainrot#mi escritura
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Por: Equipo Editorial Sitio Fidel Soldado de las Ideas Un líder, un iluminado, un revolucionario, un curioso de la vida, humanista, intelectual, guerrillero, gran escritor, de una fortaleza verdaderamente excepcional. Estas son algunas de las cualidades con las que definieron a Fidel Castro Ruz tres hombres que tuvieron la oportunidad de conocerlo: Frei Betto, Roberto Fernández Retamar y Miguel Barnet. En vísperas de conmemorar el 98 Aniversario de su Natalicio el próximo 13 de agosto, Cubadebate y el Sitio Fidel Soldado de las Ideas rendirán tributo al Comandante a través de los testimonios de aquellos que compartieron momentos con él. Un iluminado Fidel era un hombre con una gran curiosidad en la vida, sobre todo por la historia. Él leía una novela y, por muy buena que fuera la dramaturgia o la psicología de las personas, lo que más le interesaba era el trasfondo histórico, por eso admiró tanto a los escritores Alejo Carpentier, Ernest Hemingway y Gabriel García Márquez. Fue un fanático de las biografías, leyó las de María Antonieta, Napoleón y Alejandro Magno. Era un conocedor cabal de la historia antigua. Fíjate que cuando estuvo preso en Isla de Pinos, tras el asalto al Moncada, le decía a su hermana Lidia que no le mandara ropas ni corbatas, sino libros. Era además un humanista que rechazaba la politiquería. En aquellos años en que se inició en la lucha, la política en Cuba era politiquería. Muy pocos eran los hombres dignos en los años cuarenta y cincuenta, con excepción de don Fernando Ortiz, Raúl Roa, Jorge Mañach, el rector Clemente Inclán y unos cuantos profesores universitarios, pero ellos vivían encerrados en sus casas o haciendo su obra personal. Sin embargo, Fidel salió a las emisoras de radio, a las calles, a los campos. Fidel era, por sobre todas las cosas, un iluminado con una vocación humanista, y ese humanismo lo llevó inexorablemente a la política, pues donde lo podía practicar no era en una escuelita, sino en la vida pública; y como él tenía esa vocación y una mente tan ecuménica, con un calado tan hondo y una visión planetaria, tenía que entrar a la política. Allí se iba a sentir cómodo, pues encontraría herramientas con qué solucionar los problemas sociales. En los años finales de su vida, Fidel pudo satisfacer una de sus grandes vocaciones: ser escritor. Sus reflexiones son verdaderos ensayos políticos en los que se aprecia un gran conocimiento de la realidad, una prosa limpia, siempre aguda. No le encuentras nada que sobre, tampoco que falte, todo está cincelado, como lo hubiera hecho un gran escritor. Si él no hubiera tenido ese poderoso impulso y deseo de ayudar a los demás, de identificarse con los pobres de la tierra, como dijo José Martí, hubiera sido un escritor de gabinete, un escritor de novelas históricas. Pero no nos perdimos un escritor, ganamos un iluminado, un gran político, el hombre que cambió el destino de América Latina en el siglo xx. No hay otro. Él fue el primero. Un fragmento de las palabras de Miguel Barnet durante una entrevista concedida a Wilmer Rodríguez en noviembre del 2020. El don revolucionario de Fidel Con el Comandante en Jefe murió el último gran líder político del siglo xx, con la excepción de que es el único que sobrevivió 57 años a su propia obra: la Revolución Cubana. Pero se debe distinguir que no fue Fidel quien hizo la Revolución, sino el pueblo. Él dio las orientaciones básicas, fue punto de referencia, pero un hombre solo no hace una revolución, las revoluciones las hacen los pueblos. Ahí está la responsabilidad de los cubanos a partir de ahora. Un legado que Fidel dejó, sobre todo a los jóvenes, es mantener el socialismo como una sociedad de libertad, justicia y paz, donde se comparten bienes materiales y espirituales. De ninguna manera podemos mirar en Fidel un ser del pasado, sino del porvenir, así mismo él miraba a Martí. Cuando murió hice una oración agradeciéndole a Dios el don de la vida revolucionaria de Fidel. Un fragmento de las ...
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"100 AÑOS de RADIO en ESPAÑA: La Voz Que Nos Conecta"
El 14 de noviembre de 2024 marca el centenario de la radio en España, un medio que ha sido, desde sus inicios, un pilar fundamental de la comunicación y la cultura en el país. A través de sus ondas, millones de personas han estado conectadas con noticias de última hora, historias locales, y voces familiares que los acompañaban a lo largo del día. Tal como destaca el documental Las voces de la radio, la radio ha sido testigo y cronista de los momentos más trascendentales de la historia moderna de España, desde conflictos y transiciones políticas hasta acontecimientos deportivos y sociales de enorme relevancia. Como bien se menciona en este documental, "la radio es el lugar donde el país se encuentra a sí mismo", una afirmación que pone en evidencia el poder unificador que este medio ha mantenido durante un siglo.
Uno de los aspectos que hacen única a la radio en España es su capacidad de adaptación y reinvención. En el reportaje Cien años de compañía, emitido por RTVE, se destaca cómo la radio ha sabido renovar sus contenidos y formatos a lo largo del tiempo, manteniendo su esencia de cercanía y accesibilidad. La radio no sólo informa; también genera un espacio donde las personas pueden expresar sus opiniones y escuchar voces similares a las suyas. Según uno de los entrevistados en este reportaje, "la radio sigue siendo el único medio en el que la voz humana y su autenticidad son el centro de todo", una declaración que resalta la calidez y la humanidad que siguen definiendo a este medio en una era de comunicaciones digitales.
Además, La SER cumple cien años, un documental en audio, profundiza en las rutinas y procesos de trabajo de los comunicadores, mostrando que, detrás de cada programa, hay un equipo que día a día transforma las noticias y las historias en una experiencia cercana para el oyente. Las palabras de un periodista veterano, recogidas en este documental, subrayan el compromiso y la pasión que sostienen la radio: "Nuestra responsabilidad es ser la voz de quienes no pueden hablar, y dar sentido a la información que a veces resulta abrumadora". Este testimonio subraya la vocación de servicio público que ha caracterizado a la radio en España, un país donde las emisoras nacionales y locales han sido el canal a través del cual los oyentes se sienten parte de una comunidad.
En lo personal, considero que la radio sigue ocupando un lugar especial y necesario en la sociedad actual. A pesar del avance de las redes sociales y el streaming, la radio mantiene su autenticidad, su cercanía y su capacidad de acompañar sin interrumpir nuestras rutinas. Escuchar la radio es compartir un momento único con otros oyentes y, al mismo tiempo, sentir que existe una conexión directa con los comunicadores. Esta calidez y accesibilidad son, en mi opinión, las razones por las que la radio ha perdurado cien años y sigue siendo insustituible en un mundo cada vez más digitalizado.
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Pablo Milanés, "Breve Espacio" (1984).
fb: Canto Nuestro(Emisora de Radio)
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e @ferna1_diez
"Consejero, ¿Cómo ha conseguido radio Intereconomía, sin estar entre las 30 emisoras más escuchadas, que Ayuso le de 200.000 euros al año?"
"Lo que sí que hacen los medios que ustedes riegan con dinero público es inventar mentiras y contar bulos"
Atentos, merece la pena
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"El Legado de la Radio: Historia, Voces y Momentos Clave"
El documental "Las voces de la radio" en Movistar+ nos ofrece una visión completa de la radio, explorando tanto sus momentos más especiales como sus rutinas cotidianas. En el primer episodio, "La radio en momentos especiales", se destaca cómo la radio ha sido un medio esencial para transmitir eventos históricos y emocionales, conectando a la audiencia en momentos de crisis o celebraciones. Las voces de los locutores se convierten en un consuelo o una guía en tiempos de incertidumbre. "La radio es la compañía que nos acompaña cuando más lo necesitamos" resume perfectamente la esencia de este episodio. El segundo episodio, "Rutinas y procesos cotidianos de la radio y sus comunicadores", revela el trabajo detrás de los micrófonos, mostrando cómo los comunicadores preparan los programas y mantienen la interacción diaria con su audiencia, una labor crucial que da vida a la magia de la radio.
El reportaje "Cien años de compañía en RTVE" conmemora los 100 años de la emisora pública española, RTVE, y su profundo impacto en la sociedad española. A través de entrevistas y reflexiones históricas, el reportaje resalta el papel de RTVE en la transmisión de momentos cruciales para el país, tanto informativos como culturales. "RTVE ha sido el hilo conductor de generaciones enteras", es una frase que resume el rol fundamental de esta emisora en la historia reciente de España, consolidándose como un pilar para la sociedad y un referente en la evolución de los medios.
El documental "La SER cumple cien años" celebra el centenario de la Cadena SER, una de las emisoras más influyentes de España. Este documental resalta cómo la SER ha acompañado a varias generaciones, adaptándose a los cambios sociales, políticos y culturales del país. A lo largo de su historia, la emisora ha sido protagonista y testigo de momentos cruciales, convirtiéndose en una voz clave para la sociedad española. "La SER ha sido la voz de una España en constante transformación", sintetiza perfectamente el impacto de esta emisora, cuyo legado se mantiene vivo tras un siglo de historia.
La radio sigue siendo un medio esencial en la actualidad, ofreciendo una conexión única y cercana con la audiencia. A pesar del auge de las plataformas digitales, mantiene su poder de informar, emocionar y acompañar. Su capacidad de adaptarse a nuevas tecnologías, como los podcasts y la transmisión online, demuestra su relevancia continua en un mundo cada vez más visual y digital. La radio sigue siendo una voz que crea comunidad y ofrece un refugio en tiempos de incertidumbre.
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La radio en España: 100 años de información, cultura y compañía
El 14 de noviembre de 2024, la radio en España celebró su centenario. A lo largo de estos 100 años, ha sido un medio esencial que ha acompañado a la sociedad desde momentos de alegría como de tragedia.
Para conmemorar esta fecha, se han realizado numerosos documentales y reportajes.
Como podemos ver en el documental “Las voces de la radio” de Movistar+, Iñaki Gabilondo, una de las figuras más icónicas, describió la radio con una mezcla de nostalgia y cariño: “La radio es un refugio de cercanía, donde siempre hay alguien al otro lado dispuesto a escucharte y a contarte el mundo”. Para Gabilondo, la radio es y seguirá siendo un medio que ha sabido adaptarse, sin dejar de ser esa voz cálida que siempre está presente, especialmente en los momentos más difíciles.
La importancia de la radio en España no solo se basa en su capacidad para informar, sino también en su papel social y cultural a lo largo de la historia. El reportaje “Cien años de compañía” de RTVE aborda la conexión emocional que la radio genera con su audiencia. De hecho, Àngels Barceló reflexionó sobre su influencia: “La radio es más que un medio, es el latido de la sociedad. Siempre está presente, siempre cercana, como un espejo de nuestras vidas”. Sus palabras reflejan el impacto emocional y social que ha tenido este medio a lo largo de los años.
La Cadena SER celebró su papel icónico en la historia de España al ser la emisora más longeva y emblemática del país. Por ello realiza el documental “La SER cumple cien años”. Pepa Bueno, periodista española, destaca la capacidad única que tiene la radio para conectar con la audiencia: “Es el medio que respira contigo, que se adapta a tus silencios y a tus ritmos, logrando ser siempre un refugio en tiempos de incertidumbre”. La SER, con su papel de liderazgo, ha sido testigo de los cambios más importantes de España.
A pesar de los avances tecnológicos y el crecimiento de las plataformas digitales, creo que la radio se sigue diferenciando del resto. Ya que es la voz en directo lo que hace que haya una conexión, porque aunque estemos en la era de la inmediatez, el contacto humano sigue siendo esencial. La radio continúa siendo un medio dinámico y necesario que emociona y puede llegar a mantener su relevancia por muchos años más. Por lo que, cien años después, demuestra actuar como un refugio de la humanidad en un mundo dominado por las pantallas.
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Super Stéreo 88.9 nació en 1982 y se convirtió rápidamente en un referente de la música juvenil en Bogotá; la novedad de su programación pop/rock la posicionaron como una de las favoritas de los jóvenes desde mitad de la década, y llegó a los 90 debatiéndose el primer puesto. Super Stéreo evolucionó después a La Super Estación, manteniendo su esencia pero ampliando su formato musical. Sin embargo, desde 2005, la frecuencia fue asignada a Radio Uno, una emisora de música popular de RCN. Fernando Pava Camelo, su creador y gerente me contó la historia completa en este agradable episodio. “El Jefe”, como le dicen todos mis amigos que trabajaron bajo su ala, es un tipo bonachón con un absoluto sentido radial y musical, impresionante y atemporal como la buena música. Hay mucho por aprenderle, y sobre todo por escucharle.
Hace una semana pasé a saludarlo y me quedé tres días seguidos con él; pocas veces he experimentado esa oportunidad de hablar día y noche de radio y de música, de la industria y del entretenimiento. Es como si me hubiera encontrado con un amigo de toda la vida, pero la verdad es sumando que las pocas ocasiones que habíamos hablado en 34 años podrían sumar algunos escasos minutos. Eso sí; jamás me le he perdido una de sus conferencias históricas llenas de detalles y hasta le llegué a una convocada por el Ministerio de Cultura sobre creación de archivos sonoros, y conservo los apuntes de hace ya cuatro años sobre los principios de procedencia, orden general e integridad. Casualmente, esta vez nos acompañamos en ambas conferencias para la temporada de "Radio, reliquias y futuro" de la ACL.
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Al final de la década de los 80 todos los muchachos de mi generación soñábamos con viajar a Bogotá y conseguir la oportunidad de ser DJs en 88.9, la estación de había creado Fernando Pava en 1982 y que para entonces era una locura en sintonía en la capital colombiana; curiosamente, cuando se me dio esa oportunidad en 1994 decidí quedarme en Caracol Radio y hacer una carrera como director de Radioactiva en varias ciudades del país, pero jamás dejó de seducirme esa capacidad de hacer radio sorprendente de mis amigos y conocidos allá. En estos tres días de campamento radial en su casa, Fernando y yo hablamos mucho, insoportables, como loras, mientras caminamos cerca por un aguacate para el almuerzo, en la sala de su casa, en la cocina mientras preparábamos café; en paseos cortos por el frío de la tarde bogotana y por supuesto, hasta en un estudio de grabación. Esta es la historia de la monumental estación de radio 88.9 FM.
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Gabriel Posada Gálvis Medellín - Colombia
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JUANA
Juana está comiendo una factura de membrillo bañada en almíbar que le pegotea todos los dedos. No duda en chuparlos, saborea el dulce disfrutando hasta la última miga. Suelta pensamientos sobre el clima, intentando hacer silencio mental; los nervios por el exámen final que rinde la semana que viene, la atormentan. Está sentada sobre su bolso cuadrille, apoyada sobre una de las grandes ventanas de la estación de buses de *Retiro. Mientras agarra con fuerza su mochila, donde no tiene nada de valor pero sí algunos libros y resúmenes, piensa si algún ratero atina osado a adueñarse de sus cosas, eso le robaría mucho tiempo y trabajo y en este momento, es todo lo que tiene. Sabe que la zona no es confiable, hay que tener 4 ojos, estar atenta, los ladrones son rápidos en Buenos Aires. Espera el Flecha bus que la llevará a Entre Ríos. Hace tres años que no vive allá, pero el litoral no deja de ser su única casa. Sabe que ahí, se puede desplomar a tomar mate con su mamá si le va mal en la facultad, se puede divertir con sus amigas, pasarla bien con su novio Entrerriano. Él la espera siempre, parado debajo del techo viejo y descascarado de la terminal del pueblo. Antes de partir, lee algunos apuntes. Mientras espera, prepara sus auriculares de cable negro pelado, sintoniza su radio favorita y espera pacientemente a que llegue la hora de embarcar. La radio es pequeñita y plateada, la encontró en un asiento de los tantos colectivos que tomó para ir a Entre Ríos. Juana tiene mucha suerte, siempre la vida es muy generosa con ella. Se sumerge en los sonidos borrosos que salen del aparato, sabe que en la ruta hay muchos tramos sin señal de radio, así que aprovecha la espera acompañada de la emisora de turno. Una sola vez Juana que perdió un bondi, ese día llegó sobre la hora culpa de un corte en la 9 de julio, ¿alguna vez, no hay un corte en la 9 de julio? recuerda como aquella vez corría y corría para llegar. Pero Juana no sabe correr, siempre tuvo las tetas grandes y le duelen mucho cuando corre. Pero esa vez, llegó a Retiro, corrió desesperada de la única manera que puede correr, agarrándose las tetas, y literalmente fue detrás del colectivo por dos cuadras, cargando su bolso cuadrille al hombro, que nunca le pesa mucho, porque sabe viajar liviana. El colectivo se fue sin siquiera amagar a frenar, ella se sentó a llorar en un cordón, afuera de Retiro, sin importar lo peligroso que podía ser eso, quizás estaba llorando porque hacía unos meses se había muerto su papá, pero la angustia muchas veces se disfraza y es más fácil llorar porque perdiste un colectivo que porque perdiste a tu papá. Después de moquear con ruido exagerado unos 30 minutos, se levantó y empezó a buscar opciones para resolver la situación. Unos días más tarde, empezó terapia por primera vez y fue ahí donde se dió cuenta, que ella, es buena buscando soluciones. Mientras aparecen esos recuerdos y merecimientos en su cabeza, Juana sigue sentada sobre su bolsito, se le duermen un poco las piernas, le pega pisotones fuertes al piso intentando despertarlas, está terminando la factura pegajosa y toma un largo sorbo de jugo de naranja, esos de cartoncito que son sus preferidos. Se acuerda de aquella vez que perdió el bondi, se ríe de su imagen destartalada intentando alcanzarlo sin éxito. Está segura que el colectivero la vió <<Que forro, no paró y yo lloré por 3 días>> recuerda y se ríe. Ahora sabe perfectamente que no lloró 3 días porque perdió un colectivo.
A Juana nunca le gustó quedarse quieta, Retiro le representa el movimiento que empezó tan temprano en su vida y eso la hace feliz. Juana no se imaginaba que tanto tiempo más tarde, el olor a sucio y los chicles pegados de los asientos de Retiro, tendrían tanto sentido. Acelerando muy rápido en su historia, Retiro se convirtió en ese lugar que durante 10 años la vió reír, llorar, duelar, emocionarse, despedirse, darle la bienvenida a una nueva etapa, comer alfajores de fruta o unos panchos con gusto a agua estancada que se convencía que estaban buenos. Fueron 10 años de ir y venir a Entre Ríos. Aquella vez que perdió el colectivo, o esa vez sentada con la factura pegajosa, fueron algunas de las tantas miles de veces, que Juana escucho la radio volviendo a casa. Después de tantas idas y vueltas, Juana cambió su vida, se fué más lejos, empezó a viajar por el mundo y las vueltas a casa eran cada vez más espaciadas, cumplió todos sus sueños, jugó con el tiempo. Rompió algún corazón, le destrozaron el alma alguna vez. Amo profundamente la vida y padeció, alguna que otra vez, el dolor insoportable de estar en esta Tierra. Ayudó a muchas personas a sentirse mejor. Fue una gran amiga. Juana fue feliz, y sus recuerdos y anécdotas deben ser impresionantes.
Ahora Juana es enorme, tiene muchos años. Tantos que ya no se acuerda su nombre, ni el olor de su perfume favorito, ni las horas que dedicó a estudiar mil cosas diferentes. Solo se acuerda del olor a sucio que había en Retiro hace más de 60 años. Ni los viajes, ni los amores, ni todas las comidas deliciosas que probó. Juana solo se acuerda de una escena, cuando era Joven, tetona y podía correr, solucionar problemas sola y escuchar la radio. Hace unos días su sobrina buscó por todos lados hasta dar con una radio de esas plateadas y pequeñas, una reliquia. Se la llevó al geriatrico y cuando Juana la vió, pareció volver a conectar con la vida, con su vida; una suave y tranquila sonrisa se le dibujó en la cara, abrazo a su sobrina y se emocionó. Fué la primera vez en algunos años que su expresión se parecía a ella misma. Ya no existen los programas de radio, entonces cuando Juana pide escucharla, la enfermera le da play a alguna lista de esas virtuales, simulando, como cuando un niño toma el té en tazas vacías, la enfermera pone la radio sobre la mesa y reproduce algo que sale por otros parlantes. Desde que se reencontró con la radio, algo mágico pasó. Cuando Juana se despierta, cada mañana le dan té con una factura de membrillo, porque se niega a comer cualquier otra cosa. Mientras desayuna como reina, escucha ¨su radio¨ y cuenta todos los días la misma historia:
¨Estoy sentada en mi bolso cuadrille, muy puntual como siempre, comiendo una factura de membrillo, tomando un jugo de naranja, mi preferido. Hay olor a sucio, pero no me importa, porque estoy escuchando la radio, muy atenta a que no me roben. Creo que Retiro es mi lugar preferido del mundo. Vamos a Retiro? me quiero ir a casa.¨
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QUE ME ENTIERREN CON LA BANDA.
(Texto que escribí para ser publicado en la Revista Menocchio. En septiembre de 2020 dejé de tener notificaciones sobre el proceso.)
Cuando se desató la polémica por la quema de la bandera de Alemania por parte de algunos aficionados al futbol mexicano, a raíz del triunfo de la selección mexicana frente a la alemana en el reciente mundial de futbol (junio, 2018), me encontré en Facebook por casualidad con un “meme” que aseguraba que ese tipo de comportamientos eran típicos de gente sin educación que, además, escuchaba música de banda. Me pareció alarmante semejante actitud esnobista que tiene estereotipada a la gente bajo un filtro de prejuicios con cierto cariz clasista. Mi molestia sólo me dio para comentarle a quien lo publicó que, irónicamente, el origen de la música de Banda se lo debemos a inmigrantes alemanes allegados al puerto de Mazatlán.
Poco después por conmemorarse el día del padre, en un ataque de sentimentalismo bravío me puse a escuchar “el hijo desobediente”, interpretada por Banda el recodo, cuando aún era su vocalista Julio Preciado. La inercia de YouTube me llevó a recordar muchas de las canciones y corridos que escuché en mi infancia, en la década de 1990. Y si, por último escuché “el niño perdido” porque así lo dicta “el sinaloense”.
Con esta inquietud y melancolía vi una serie de entrevistas en la que hombres avezados en la tradición y la historia de esa música hablaban de los pormenores, de los antecedentes, de las variaciones que ha sufrido a lo largo del tempo y el espacio, pues reconocen que hay bandas en todo el país pero que no es lo mismo una banda en Zacatecas o en Oaxaca que una banda de la región de Mazatlán. Cuando el maestro Víctor Rubio, de Mocorito Sinaloa, menciona las piezas más emblemáticas de la composición sinaloense, me doy a la tarea de buscarlas y todo tiene sentido. Al fin toda esa efervescencia que la tarola provoca en mi pecho cobra su justa dimensión y gravita sobre los paisajes de mi infancia.
Creía que los primeros contactos con la música de banda habían sido los bailes de la fiesta de Sábado de Gloria y del santo patrono del pueblo, el 24 de Junio en San Juan Daxthi, perteneciente al no lejano, pero si profundo, Estado de México. Pero esos son bailes nocturnos, letras de canciones que acompañan los tamborazos y equipo de sonido que modula la instrumentación. El verdadero germen de mi fascinación por este sonido se halla en la tambora que ronda calles y veredas. Cuando niño no iba a los bailes, pero si escuchaba la banda “de viento” (que muchas veces era la misma que por la noche se subiría, armada de micrófonos y cantantes, al templete del auditorio municipal destinado al baile) apostada en el quiosco o afuera de la iglesia. La relación de mi infancia y la banda de viento no se limita a las fiestas religiosas. Los desfiles escolares para conmemorar “la independencia” o “la revolución” también suelen ser acompañados de una banda de viento.
El mío no es un caso aislado, como lo demuestra la cantidad de emisoras de radio que transmiten “música grupera”, entre la cual destaca la banda. ¿En que radica la proliferación y la popularidad de la música de banda? ¿Cómo un estilo y un género musical originado en una latitud específica es asumida por una entidad social más expandida (el México rural)? ¿Por qué éste tipo de música tan popular en nuestro país, escuchada en campos y ciudades no es asumida emblemáticamente, como si lo es el mariachi?
No es fortuito que a toda la orquestación de este tipo de música se le conozca simple y llanamente como “la tambora”, una operación lingüística que convierte al bombo (conocido como tambora) en el sinécdoque de la banda completa. Como nota al pie cabría mencionar un primo rioplatense de este instrumento: el “bombo legüero”, conocido así porque es posible escucharlo a leguas de distancia. Lo expansivo de esa percusión de profundidad, es quizás un factor determinante en la proliferación de la tambora. Reforzada por la tuba, cada uno de sus golpes se dejan escuchar a calles y veredas de distancia. La música de banda no se puede constreñir a un lugar cerrado, precisa espacios amplios, ya sea las plazas, kioscos, milpas, llanos o auditorios pero no da cabida a la contención. En el rancho es posible, en medio de la quietud de la noche, detectar a varios kilómetros dónde hay un baile; a veces el puro rugido de la tambora cuenta como invitación a la tertulia, la fiesta la hacen los que llegan, los que bailan, los que se embriagan entre trompetas y clarinetes, la hacen los que sienten, no solo los formalmente “invitados”.
La banda está hasta en la muerte. En México no es extraña la costumbre de acompañar con música el paso de alguno de los nuestros hacia el reino de los muertos; pero hacerlo con la tambora tiene su símil con el toque militar de “silencio” “media vuelta” o “retirada”. La primera vez que vi un cortejo de esa índole fue en el sepelio de uno de mis tíos. La música fue constante en los intervalos del rosario, en la comida, y sin parar durante el trayecto de su casa al “campo santo”; la banda tocaba melodías que nos hacía recordarlo mientras una sonrisa contrapunteaba las lágrimas, pero también piezas que ahora he reconocido como repertorio clásico de este género. Después de aquél día me es posible reconocer los acordes menores al medio día que se oyen en la distancia, cimbrando lo apacible de los colores campiranos.
Pero ¿cómo asociar el poder de convocatoria rural que tiene esta música con un gusto y popularidad de nivel nacional? El primer factor explicativo se encuentra en la música castrense. Suele asociarse el origen de la banda sinaloense a los inmigrantes europeos, alemanes principalmente. Pero eso sólo es una pequeña parte y tiene que ver con la importación de instrumentos; el estilo y orquestación viene dado en cierto porcentaje a las bandas militares de países que sitiaron el puerto de Mazatlán durante diferentes conflictos en que se vio el país, las bandas de marinos de esos países solían tocar piezas populares internacionales para la libre concurrencia. Pero la orquestación militar no era privativa de las naciones europeas; la música siempre ha sido elemento esencial de los ejércitos, las cajas que marcan el tempo orden y disciplina, y las cornetas con sus potentes agudos que ponen en alerta a la tropa. Eso quiere decir que el sonido primigenio de la música de banda ha estado presente en todo el país a través de la distribución de sus regiones militares, siendo reafirmado a raíz del nombramiento de Jaime Nunó como inspector de las bandas de los regimientos en 1864. Dos veces por semana en las plazas públicas no sólo era posible escuchar marchas castrenses y combativas, sino también piezas clásicas de compositores como Wagner y Verdi, así como polcas, mazurcas y pasos dobles.
Visto así, por su distribución se trata de un sonido auténticamente nacional, aunque periféricamente social. La razón de que se le asocie sólo a la región de Sinaloa, va más allá de la instrumentación particular que tiene en ese estado, cosa que es en sí innegable. Como dije al principio, lo alarmante es que popularmente toda la música de banda se asocia indistintamente con un solo concepto fuertemente asociado también con Sinaloa y con el noroeste mexicano, el de narcocultura; asociación hecha muchas veces sobre todo por parte de gente que conoce poco de ambas cosas. Pero incluso esa cultura (el concepto narcocultura, es más reciente que lo que se pretende denotar con ello) ha manifestado muchos cambios a los largo de las últimas cinco décadas, y en ella la música privativa no es la banda, ésta goza del gusto de la gente a la par del conjunto norteño, el mariachi mismo, y más recientemente junto a lo que se denomina “ritmo alterado”, curiosa mezcla del conjunto norteño con la tambora.[1]
Atribuir la popularidad a de la música de banda a los medios de comunicación masiva no es incorrecto, pero deja fuera muchos factores sociales y antropológicos. Atribuirla a la narcocultura termina siendo un juicio sesgado que roza alarmantemente el absurdo supuesto de que la mayoría de la población nacional se dedica al narcotráfico o gusta del estilo de vida asociado a esta actividad. Habría que preguntarse si acaso no tiene que ver con que la música de banda no goza del aval académico que los funcionarios y burócratas de la cultura si le dieron al mariachi en las primeras décadas del siglo XX para ser exportado, y vendido a los propios mexicanos, como máximo y único sonido del alma nacional. Así de desamparada, es susceptible de que a la tambora se le mire con repugnancia como algo kitsch, asociada a la violencia y la ignorancia.
Fuentes consultadas
TINAJERO MEDINA, Rubén y Hernández Iznaga, María del Rosario. 2004 El narcocorrido ¿tradición o mercado? Chihuahua, Chui. Universidad Autónoma de Chihuahua.
SIMONETT, Helena. “Música vernácula del siglo XIX hasta los setenta del siglo XX”. 2015. En Historia temática de Sinaloa. Tomo IV, arte y cultura. Maciel Sánchez, Carlos y Elizabeth Moreno Rojas (coord.) Instituto Sinaloense de Cultura, CONACULTA. p. 209-235
“LA TAMBORA SINALOENSE – Culiacán Vs Mazatlán”. YouTube https://www.youtube.com/watch?v=01vg9Tjz2Mk
[1] Cuando escribí esto no se vislumbraba aún el fenómeno del popular “corrido tumbado”.
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Finalmente ha sucedido...
Una estación de radio ha desatado polémica tras despedir a sus periodistas y relanzarse esta semana con "presentadores" generados por inteligencia artificial.
Te contamos más aquí:
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🍀¡Hola familia!. Un día como hoy, 09 de marzo, se celebra el "Día Internacional del DJ". Un DJ, también conocido como disc-jockey o deejay, es la persona que selecciona y mezcla música grabada, propia o de otros compositores y artistas, para ser escuchada por una audiencia. Su objetivo es crear una experiencia musical en eventos, fiestas, discotecas, conciertos, programas de radio, o de la Internet. Un DJ es el gran maestro de los surcos, es el tejedor de ritmos, el alquimista de la pista de baile, navegante de la melodía. El DJ no necesita hablar; su lenguaje es la música. Con mezclas y transiciones imperceptibles. El origen del término Disc Jockey, se utilizó por primera vez en los años 1930 en los EE UU 🇺🇸, y eran los encargados de colocar los discos en las emisoras de radio. En la década de los 70, con el auge de la música disco, fue cuando se popularizó la figura del DJ que mezcla y hace transiciones entre canciones, y ahí nació la imagen del DJ como la conocemos hoy. En 1947, el pionero de los DJs fue "Ron Diggins", un Ingeniero de Radio 📻 británico que construyó la famosa “Diggola”, considerada la primera “Mesa de mezclas” de la música, que incluía dos platos, micrófonos, luces, amplificador y bocinas, todo, en un mueble de madera, y fue un suceso en las fiestas. Y me refiero nuevamente a los años 70s, porque en ese entonces los DJs empezaron a ganar popularidad en los clubes nocturnos de Nueva York y Chicago. La música disco emergió como un género dominante, y figuras como "DJ Kool Herc" y "Grandmaster Flash" fueron sumamente relevantes. En la década de los 80s, los DJs desarrollaron habilidades excepcionales para mezclar y hacer girar los discos de vinilo, creando transiciones fluidas entre canciones y manteniendo a la audiencia en la pista de baile por horas. De los años 90s en adelante, la lista de DJs se ha incrementado de manera excepcional, figuras mundialmente famosas como "Martin Garrix", "Dimitri Vegas & Like Mike", "Hardwell", "Armin van Buuren", "David Guetta", "Tiësto", "Don Diablo", "Afrojack", "Oliver Heldens", "Skrillex" y otros que han abonado, a perfeccionar el arte de mezclar la música. Algunos ven al DJ como alguien que solo pone canciones al presionar botones y mezclar, sin apreciar que se necesita de habilidad para percibir a la audiencia, crear una narrativa musical y mantener la energía en la pista de baile. Por eso, les deseamos muchas felicidades a todos los DJs en su día.
Buena vibra para todos, siempre.
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Os dejamos aquí la entrevista completa que nos hizo Iker Cortés para los medios del grupo Vocento. Ésta, en concreto, está sacada de El correo.
José Luis Moro
Músico y creativo publicitario
«El mundo se ha ahorrado un abogado malísimo»
«Soy un talibán de la rima consonante y no soporto las canciones de más de tres minutos y pico», afirma la voz nasal de Un Pingüino en mi Ascensor
José Luis Moro, en las oficinas de Pingüino Torreblanca. José Ramón Ladra
Iker Cortés
Madrid
Jueves, 20 de julio 2023
José Luis Moro (Madrid, 58 años) es uno de los responsables de Pingüino Torreblanca, una de las agencias de publicidad más creativas e interesantes de nuestro país, pero también es el alma y la nasal voz de Un Pingüino en mi Ascensor, la banda que facturó el disco más rentable de 1987 -solo se utilizó un teclado Yamaha para su producción- y que aún comparte con Mario Gil. «Me sorprende que haya gente que siga viniendo a los conciertos y que sigamos haciendo sold-outs en Madrid», afirma quien publicó su último álbum, 'Hace sol y es viernes', en diciembre del pasado año.
-¿Se ve más como el líder de Un Pingüino o como el responsable de Pingüino Torreblanca?
-Joder, es que soy bastante bipolar y me cuesta verme en una sola faceta. Para mí es un poco todo lo mismo. Es verdad que a menudo en mi vida profesional publicitaria mucha gente no me reconoce porque, de alguna manera, debo ponerme una fachada diferente a la musical. Pero, bueno, me veo como José Luis Moro, un tipo que hace diferentes actividades lúdicas en su vida.
-¿Cuándo empezó a interesarse por la música?
-Primero empecé como fan de los grupos a partir de los años 79 y 80, que fue cuando descubrí que existía una alternativa a la radiofórmula y a Los 40 Principales y pasé, de la noche a la mañana, de escuchar a José Luis Perales, que me sigue gustando, a escuchar a Alaska y los Pegamoides, Aviador Dro y a todos los grupos de aquella época que descubrí tanto en la radio, primero en Onda 2, que era la emisora que empezó a poner todos aquellos grupos, luego en Radio 3 y también en televisión con 'Popgrama'. Y luego, en paralelo a eso, en casa siempre hacíamos obras de teatro y musicales en Nochebuena y una de las cosas que hacíamos era cambiar las letras de las canciones. Primero empecé a cambiar las letras de las canciones de misa, porque yo iba a un colegio de Jesuitas, y luego ya me fui animando y empecé a poner letras diferentes a canciones variopintas. Recuerdo canciones de Eurovisión y de lo que empezaba a escuchar. Juntando aquellas dos cosas, llegó un momento en el que dije: «Yo quiero hacer canciones, yo quiero ser como esos grupos que me gustan tanto» y que cuando los empecé a ver en el escenario me gustaron más todavía. Yo había dado clases de acordeón, que era tradición en mi familia, pero no me gustaba nada. Tenía una querencia por los teclados y di clases de piano pero era malísimo, suspendí primero de solfeo… Y cuando tenía 14 años, mis padres me metieron en unas clases que hacía Yamaha y con eso aprendí que con tocar un poquito y un ritmo que ponía el teclado se podía hacer música.
-¿Había alguien con gen artístico en la familia?
-Gen artístico había porque mi abuelo por parte de madre era arquitecto, pero fue fotógrafo aficionado y pionero de la fotografía después de la Guerra Civil. Y mi madre siempre ha sido una persona muy creativa, que nos inculcó un poco la idea de que la creatividad era divertida. Luego de mis hermanos, sí tengo dos hermanas que una es fotógrafa (Sofía Moro) y otra que es pintora (Teresa Moro).
-¿Era buen estudiante?
-Sí, siempre he sido un tío bastante responsable, no se me dio mal. De hecho, terminé la carrera de Derecho en ICADE y luego tuve la suerte de encontrar otros caminos para evitar dedicarme al Derecho y el mundo se ha ahorrado una abogado malísimo.
«El día que convencí a mi padre para que me comprara un teclado me dijo: 'Que sepas que te lo compro porque sé que la música para ti es un hobby y nunca te vas a dedicar a esto'. Me siento un poco culpable»
-¿Qué tal se lo tomaron sus padres cuando descubrieron que lo de la música se convertía en algo serio?
-Bueno, hay un momento muy divertido. Teníamos un órgano de esos de mueble con el que no se podía hacer nada, así que insistí mucho a mi padre para que me comprara un teclado portátil. El día que lo convencí, me dijo: «Bueno, que sepas que esto te lo compro porque me he dado cuenta de que la música para ti es un hobby y nunca te vas a dedicar a esto». Me siento un poco culpable de los derroteros que luego cogió la cosa (ríe). Yo tenía entonces 16 o 17 años.
José Luis Moro, con su keytar. José Ramón Ladra
-¿Trataron de frenarlo?
-Es que como ya casi había acabado la carrera... El primer disco salió cuando estaba acabando cuarto de carrera, en el año 87, y el segundo, en el año 88, en mi último año, y fue cuando empezó un poco a eclosionar y empezaron a salirme cosas. Y luego, es que fue muy corto, porque en realidad yo me dediqué a la música en verano del año 88, y en septiembre del año 89 me tuve que ir a la mili, con lo cual, aquello interrumpió bastante todo, pero sí que hubo preocupación en mi casa porque les parecía que aquello no iba a ningún lado.
-¿Y por qué Derecho?
-Porque no se me ocurrió otra cosa. A mí me gustaba mucho la historia, pero aquello no iba a darme de comer. Mi padre era abogado y me entró un acceso de pragmatismo y decidí que era una cosa útil que hacer.
-¿O sea que es un tipo práctico?
-No demasiado, pero en ese momento por alguna razón pues decidí ser un poco responsable. En ningún momento se me ocurrió la posibilidad de estudiar Publicidad, porque la verdad es que luego es una cosa a la que me he dedicado y me habría encantado estudiarla, pero no se me ocurrió que eso existía en aquel momento.
-¿De dónde salió un nombre como el de Un Pingüino en mi Ascensor?
-No tiene una explicación. Yo quería un nombre que no fuera el mío propio porque bajo ningún concepto quería sonar a cantautor, que era una cosa detestable en aquella época, y quería un nombre que no se supiera muy bien lo que era porque en el fondo yo quería ser un grupo, pero no me había salido. Y al final salió Un pingüino en mi Ascensor, que en aquella época esos nombres poco peculiares se llevaban mucho. Yo estaba superenamorado del nombre, me parecía maravilloso, hasta que me inscribí en el concurso Pop Rock Villa de Madrid en el año 86. Todos los grupos que se habían inscrito tenían que ir al Ayuntamiento porque pasaban lista para ver quién se había presentado y en qué día te tocaba actuar y tal. Ibas al Ayuntamiento y estaba lleno de gente rara, de grupos de todo tipo, porque además no había categoría, y se cruzaban heavies, punkis… El caso es que salía un funcionario, un señor mayor con la lista, y empezaba a pasar lista. Y yo pensé ya verás cuando escuchen mi nombre y empezó a decir bandas como Falos Halógenos, Percebes Benz. Y pensé que mi nombre era una puta mierda (ríe).
José Ramón Ladra
-¿Se ha reconciliado con los cantautores?
-Bueno, nunca he sido muy de cantautor, salvo Javier Krahe, que es un ídolo, y algún personaje peculiar a los que no consideraría cantautores. Hay personajes como Tiny Tim, un canadiense que es un marciano. Hay un tío que descubrí hace poco que se llama Tom Lehrer, que era un matemático que en los años cuarenta tocaba ragtime y hacía canciones y además tuvo una carrera musical supercorta, porque luego decidió dejarlo. Y este tío tiene una canción se llama 'Envenenando palomas en el parque', y el tío canta que le gusta la primavera, porque es la época más feliz del año, porque puedo ir con mi novia a hacer lo que más nos gusta, que es envenenar a las palomas del parque. Es como un delirio.
-De familia acomodada, estudió en ICADE, pero sin embargo a Un Pingüino en mi Ascensor nunca se le metió en el terreno de los grupos pijos ¿o sí?
-Ha habido de todo, pero sí, sí. Alguien nos dijo una vez que éramos demasiado pijos para los indies y demasiado indies para los pijos y es una frase bastante certera, porque es verdad que en aquella época no llegábamos a sonar demasiado en Los 40 Principales, pero tampoco en Radio 3. Nadie sabía muy bien dónde ponernos, pero sí hubo cierta corriente que nos encajó en el mundo donde podían estar Hombres G o grupos de la época. Pero como siempre hemos sido un poco provocativos y disruptivos, pues tampoco acababan de entenderlo bien.
-En sus letras siempre ha estado muy presente el humor...
-A mí me abrió mucho la cabeza Alaska y los Pegamoides. Cuando yo descubrí 'Quiero ser un bote de Colón' recuerdo que mi sensación fue: «Joder, ¿se puede hacer una canción de esto?». Me pareció maravilloso porque yo hasta entonces había escuchado canciones más o menos convencionales. Lo más extraño que había escuchado, pues recuerdo que eran Javier Krahe, Joaquín Sabina, La Mandragora… Pero de repente aquello me abrió la cabeza, yo quería hacer cosas así, no me apetecía hacer canciones de amor y si las hacía no las iba a hacer de manera convencional porque eso no me divierte. Desde el principio hubo dos cosas que sí han sido mi tónica en la vida a la hora de componer y de escribir. Primero fue la rima consonante, que soy un poco obseso. A veces me la salto, aunque últimamente soy cada vez más talibán con ella y a veces me meto en líos grandes porque es imposible rimar y soy consciente que hay gente a la que le parece una estupidez. Y luego es verdad que no me gusta escribir sobre lo que escribe todo el mundo. Me gusta mucho contar historias, que no es una cosa muy usual en la música pop, porque al final necesitas mucho texto. Y tampoco me gustan las canciones largas. Me jode mucho. Cuando una canción pasa de tres minutos y pico y ya me siento un fracasado.
«A mí me abrió mucho la cabeza Alaska y los Pegamoides. Cuando yo descubrí 'Quiero ser un bote de Colón' recuerdo que mi sensación fue: 'Joder, ¿se puede hacer una canción de esto?'»
-El humor sigue siendo una asignatura pendiente en la música. Hay muy pocos grupos que lo incorporen en sus letras. Los Ganglios, Camellos, Carolina Durante...
-Bueno, hay una cosa que es una realidad y es que uno no triunfa dedicándose al humor. Hay una frase que dice alguien en un documental de los Sparks y es que el problema del humor es que nadie se lo toma en serio y eso es muy real. Pero en ningún área. No creo que lleguen a diez las comedias que han tenido un Oscar. Se considera siempre un arte menor, una cosa secundaria, y las canciones serias, el arte con mayúsculas, que es una cosa que detesto. Yo soy más de minúsculas. El humor se considera un divertimento, una cosa menor, el género chico. Nosotros hicimos una camiseta que ponía que éramos el género chico del pop. Es que a mí me encanta ese mundo. Hay una cosa que siempre cuento, que a mí me marca mucho la diferencia entre lo que es Un Pingüino en mi Ascensor y la música con mayúsculas: en la autobiografía de Los Beatles, Paul McCartney cuenta que cuando hizo 'Yesterday', le había salido una melodía en su cabeza, pero todo el rato le salía con una letra que era 'Scrambled eggs, Oh my baby, how I love your legs' que es algo así como 'Huevos revueltos, cómo me gustan tus piernas'. Y claro, él pensó que no lo podía hacer así que tardó muchísimo en rematar la canción porque esa letra no le valía hasta que encontró 'Yesterday'. Y yo siempre digo que habría dejado eso, me parece mucho mejor. Joder, es que 'Ayer' que es una puta mierda de letra. Pues esa es la gran diferencia. Con la letra de los huevos revueltos no habría ido a ningún lado y el tío le hizo una letra seria que a la gente le parece mucho mejor.
-¿Concibe la música sin humor?
-Pues hubo una época con el cuarto disco, 'La sangre y la televisión' (1990), me puse más serio y yo siempre digo que, a ver, no es el gran error porque al final uno en su carrera musical hace un poco lo que quiere, pero en aquel momento como que me encerré mucho en mí mismo y me entraron ganas de escribir cosas más serias y hay cuatro o cinco canciones que lo son y creo que no es lo que sé hacer. A partir de 'En la variedad está la diversión', que también tiene algunas canciones no diría oscuras pero sí más ininteligibles, retomé un poco lo que sabía hacer y ahí yo creo que me ayudó mucho la publicidad a entender un poco lo que soy como marca, qué es lo que tengo y qué es lo que realmente me hace diferente y, en el fondo, lo que me gusta. A partir del 'Piromanía' de 2004 sí que volví claramente al humor que es el mundo en el que me siento cómodo.
José Ramón Ladra
-Desde 'En la variedad está la diversión' hasta 'Piromanía' pasan once años. ¿Siguió componiendo todo ese tiempo o que pasó?
-Hubo una travesía del desierto, que fueron los noventa. El cuarto disco, que salió en los noventa, no tuvo mucho éxito, comprensiblemente. Llegó una minicrisis también a la industria porque estaba empezando a salir el CD y las compañías empezaron a ser un poco reticentes, cuando antes les parecía bien todo. Yo presenté un montón de canciones en Dro, que era la discográfica en la que yo estaba, y me dijeron que solo había una buena. Me cabreé mucho, pero con el tiempo me di cuenta que igual tenían razón (ríe). Pero en aquel momento me pareció indignante. El problema es que no te lo explicaban. Me habría encantado que alguien me hubiera dicho: «A ver, chaval, tú lo que haces bien es esto y estás yéndote por los Cerros de Úbeda, céntrate un poco». Pero nadie me dijo eso.
-¿Volvían a ser canciones serias?
-Había un poco de todo. Recuerdo que le pusieron notas, como en un examen, y solo había una MB, muy bien. Y en las otras 16, pues una tenía un bien. Si me lo llegan a explicar, pues igual tampoco la habría entendido, pero la habría agradecido. Es verdad que en los noventa, pues hubo una travesía del desierto. Todos los grupos que cantábamos en español, de repente, empezamos a parecer unos pringaos y unos perdedores. Se puso de moda a partir de Dover y Australian Blonde cantar en inglés y eso era lo que molaba. No venían a vernos ni mis hermanos ni la familia. Seguimos haciendo canciones, empezamos a hacer lo que llamamos la obra social, que recuperaba aquella tradición que yo tenía de cambiar la letra de las canciones. Nos hicimos un repertorio solo de eso, a ver si así triunfábamos, pero tampoco. Y en 1999 llegó un disco en directo, 'Pingüimatic', que fue un punto de inflexión. No tuvo demasiada repercusión, pero por lo que fuera, a partir de ese disco, sí que empezamos otra vez a sonar y volvió mucha gente que nos había escuchado en los ochenta.
«El humor se considera siempre un arte menor, una cosa secundaria, y las canciones serias, el arte con mayúsculas, que es una cosa que detesto»
-Hace unos años se animó a explicar en un vídeo cómo había grabado su primer álbum, el disco más rentable de 1987, un disco para el que solo usó un teclado, el Yamaha PSR-60, y que el año pasado cumplió 35 años. ¿Es un genio o tiene una jeta que se la pisa?
-Pues yo creo que tengo mucho morro. No sé si es una genialidad, yo creo que fue una puta casualidad. Yo quería montar un grupo porque yo quería ser como los grupos que me gustaban. Mis amigos del colegio, que más o menos sintonizaban conmigo y a los que les gustaban también esos grupos, al principio dijeron que sí, pero luego realmente no tenían las mismas ganas que yo de hacerlo, y finalmente dije, joder, pues mira, yo he aprendido a hacer canciones con esta tecnología rudimentaria, ¿por qué no? Pues sigo yo solo y ya está. Me pareció algo muy natural. Hice las canciones que podía hacer con la tecnología que podía y ya está, y aquello resultó diferente y nuevo.
-Luego vendría 'El balneario', y creo que este disco ya fue producido por Mario Gil. ¿Qué dirías que aportó su llegada, primero como productor y luego como segundo miembro de la banda?
-Me dio un mogollón de seguridad, porque el primer disco salió un poco por casualidad. Yo había enviado una maqueta a una emisora y Andrés Rodríguez, que ahora es el director de Forbes y de Esquire, tenía un programa musical en Onda Madrid, y a él fue a quien le gustó la maqueta, y habló con Dro y consiguió que grabara el primer disco. Pero se grabó un poco así, de cualquier manera. Servando Carballar me dijo que quería hacer el segundo disco bien y que se le habían ocurrido dos personas para producirlo, Ariel Roth y Mario Gil. No sé, qué habría salido con Ariel, pero yo era muy fan de Paraíso y La Mode y, claro, para mí Mario era un mito, así que le dije que con Mario. Nos conocimos, nos caímos muy bien, nos hicimos amigos realmente, y entonces me dio mucha seguridad, y me lo empecé a creer un poco. Si Mario Gil está produciendo este disco, igual es que esto sirve para algo. Y luego me hizo de asesor tecnológico y pasé de aquel Yamaha que tenía con ritmos, me sofistiqué un poco y empecé a utilizar cajas de ritmos, secuenciadores, empecé a aprender un poco a componer con todo aquello, y sí que me dio un poquito el paso a una pantalla superior. Al año siguiente le convencí de que se uniera al grupo y Un Pingüino en mi Ascensor es el único caso de la historia de un grupo de una persona que se convierte en un grupo de dos. Y la verdad es que me ha dado mucha estabilidad y nos conjugamos muy bien. Es verdad que yo llevo toda la parte de la composición de músicas y letras, pero él es el que convierte eso en algo más decente.
José Ramón Ladra
-De todos los discos de esa primera época, ¿cuál diría que es su preferido? ¿Cuáles son las canciones que más le gustan?
-Yo soy muy fan tanto del primero como del segundo. Creo que son los mejores de esa época. El primero es verdad que tiene ese punto rudimentario y naive, que tiene su gracia. Y el año pasado, cuando en el aniversario lo tocamos con el sonido original, pues me hizo mucha ilusión volver a recuperar aquello. Y el segundo, en realidad muchas de las canciones ya estaban compuestas cuando hice el primero, que fue una selección, otras ya salieron después. Creo que todas esas canciones representan muy bien lo que es Un Pingüino en mi Ascensor: 'El balneario', 'El sangriento final de Bobby Johnson', 'Camp', 'Perestroika'... Yo creo que ahí están un poco las canciones más representativas.
-Formó parte del final de La Movida.
-En realidad yo no me siento Movida porque cuando yo empecé a hacer canciones, La Movida ya estaba en sus estertores, aquello fue muy corto. A los que vivimos aquello, además, no nos gusta llamarlo La Movida, lo llamamos nueva ola madrileña. Y bueno, en realidad yo creo que en el año 85, que es el año en que yo hago el primer concierto para mis amigos, ya estaba muy de capa caída y ya estaba deshaciéndose. Entonces, yo creo que es más bien postmovida.
-Aquella fue una época de experimentación y de excesos. ¿Era Un Pingüino un sitio libre de sustancias?
-Yo en aquella época era súper sano. Bebía, pero las drogas las descubrí más tarde. En aquella época, no. Y fíjate que, por casualidad, Mario Gil, que sí que estuvo en el supermeollo de la movida, también es uno de los tíos más sanos que he conocido y por eso probablemente uno de los pocos supervivientes de la época. Yo era un espectador de todo aquello. Iba a los conciertos, tampoco estaba súper metido, entonces ni siquiera fui consciente de todo el nivel de droga que había ahí. Incluso en mi pandilla sí que algo había, pero yo era del grupo que no me interesaba aquello.
-¿Cuándo cree que se acabará el revival ochentero?
-No sé. (ríe). Hay un amigo mío que dice que el revival de los ochenta está durando más que los ochenta, que es una frase que me encanta. Debería haberse acabado hace mucho. A mí me sorprende realmente que siga todavía porque sí, fue una época muy divertida, pero creo que está bastante sobrevalorada. De hecho, hay cosas espantosas de esa época como la producción musical. Sonaba todo tan limpio… Yo creo que hay muchas canciones que son mejores de lo que parecen en el disco. Así que espero que ya se acabe. Aunque por otra parte, a mí me encanta todo este momento de grupos emergentes que me recuerdan mucho filosóficamente a aquella época con grupos como Carolina Durante, Ginebras, Camellos, Caravana o Jordana B. Me parece que hay muchos grupos que tienen, por lo menos a nivel actitud, mucho que ver con aquellas bandas. Espero que ya cojan el relevo y hagan lo que les salga de los huevos y nosotros nos quedemos un poco ya en el museo de cera, que es el lugar que nos corresponde.
«Hay un amigo mío que dice que el revival de los ochenta está durando más que los ochenta, que es una frase que me encanta. Debería haberse acabado hace mucho»
-¿Es nostálgico?
-Soy bastante poco nostálgico. Pienso bastante poco en el pasado y en el futuro, soy de vivir el presente.
-Hemos hablado antes de la travesía de los noventa. ¿En algún momento se planteó dejar la banda?
-No me planteé dejarlo, pero hubo años que hicimos un concierto o dos. Además, fue el momento en el que yo me metí en publicidad profesionalmente y Mario Gil en televisión, en la ambientación musical (tuvo mucha presencia en 'El informal'). Mario no tenía tiempo para absolutamente nada porque igual que fue un pionero de los sintetizadores en el pop, fue un pionero de los samplers en la ambientación musical en televisión. Era el único que hacía eso cuando empezó con 'El precio justo' y cambió radicalmente la forma de hacer las cosas y le llamaron de todos los programas de la tele del mundo. Y yo estaba intentando abrirme el camino en la publicidad y tampoco... Pero bueno, seguimos.
-¿Cómo fue su entrada en el mundo de la publicidad?
-Pues, a ver, hubo un momento en el que dije: «Me dedico a la música». La verdad es que ganaba pasta con los discos y con los derechos de autor y además yo era uno solo, no tenía que repartir. Pero después del cuarto disco, pues tuve la visión de que no iba a poder vivir de esto y tenía que buscar otra cosa. El derecho no me apetecía nada, no me veía en absoluto. En un principio pensé en la posibilidad de hacer música para publicidad, pero hablé con algún conocido que tenía en publicidad y me lo desaconsejaron, me dijeron que era muy complicado. Entonces pensé en dedicarme a la publicidad. Hice un cursito en el año 91, un curso bastante malo, pero que me abrió los ojos. Y luego tenía un contacto con la madre de un amigo de mi hermano pequeño que trabajaba en Contrapunto, una de las grandes agencias de la época y me dio la oportunidad de meterme de becario, sin tener idea de publicidad. Entré en el departamento de cuentas, que no es el departamento creativo, rápidamente me di cuenta de que yo era un inútil en aquella parte, y poco a poco empecé a hacer un pequeño portfolio de los anuncios que se me iban ocurriendo y al final me dieron la oportunidad de entrar en creación y desde el año 94, que fue cuando entré, me fue muy bien y muy rápido.
-¿Se parecen ambas facetas?
-Sí, sí, tienen muchas partes en común. Sobre todo tiene mucho común con la manera en la que yo concibo la música, que es contar historias. Al final la publicidad es contar historias. La diferencia básica es que en la música eres mucho más libre y puedes hacer lo que te dé la gana y la otra gran diferencia es que la publicidad intenta contentar a todo el mundo. Y en la música, tal como yo la veo, lo que me parece divertido es que haya mucha gente que odie lo que yo hago. Siento la música como provocación, siempre me ha gustado eso y siempre me ha gustado que haya mucha gente que diga que esto es una puta mierda porque creo que eso es una forma de sentir que lo que estás haciendo es diferente. Cuando gustas a todo el mundo, eso es un problema. La publicidad, aunque no vaya siempre a todo el mundo, está muy vigilada por muchas entidades y por mucha gente en las redes sociales que protesta por todo. Entonces la publicidad es mucho más complicada.
-¿Ha cambiado su forma de componer a lo largo de los años?
-No, no ha cambiado mucho. Es verdad que antes había una especie de recurso mental en el que me salían a la vez la música y la letra. Encontraba un verso y eso ya salía con la música. Ahora esto me pasa menos, o me pasa pero de repente descarto muchas veces esa primera melodía y me pongo a buscar otra. Y ahí trabajo mucho, como decían Los Beatles, en su forma de componer, que era coger sus canciones favoritas y cambiarlas tanto hasta que nadie las reconociera. Entonces tiro mucho de ese recurso.
-¿Le preocupa que sus canciones, al hablar de momentos concretos como el asalto al Capitolio o el detergente Camp, queden anticuadas en el tiempo?
-De hecho siempre he tratado de huir un poco de lo coyuntural. Incluso la de Manuel Luque, era una cosa tan peculiar que no lo considero coyuntural. Es verdad que en el último disco el 'Asalto del Capitolio' es un caso clarísimo u otra que utiliza la terminología de la pandemia, pero casi siempre procuro huir un poco de eso. Recuerdo cuando hicimos la versión de Bonie M de 'Rasputin', llamada 'Urdangarin', que sí que era una cosa bastante coyuntural y que además, joder, casi me meto en un lío. La estrené en Clamores para la gente que había ahí y no sé cómo llegó a los medios, me llamaron de Telecinco y yo dije no, yo no quiero salir a ningún lado, de verdad.
-¿Cómo ha cambiado la industria en todo este tiempo?
-Ha cambiado totalmente. Han cambiado los actores, sobre todo. Antes el poder lo tenía la discográfica y la radiofórmula, tenías que sonar en Los 40 Principales y en la radiofórmula si querías llegar a algún sitio y vender discos y necesitabas captar la atención de una discográfica, porque era la única forma de sacar música. Ahora la radio ya no tiene la potencia que tenía, ni mucho menos. Las discográficas, tampoco. Y hay una cosa buena, que se ha democratizado muchísimo, hacer un disco ahora es muy barato, lo puede hacer casi cualquiera. Teóricamente, que lo escuche todo el mundo está también democratizado, luego no es así. Hay otra radiofórmula que es YouTube o la red social que sea, y necesitas entrar ahí, conocer, tener medios para que eso funcione. Pero de alguna manera sí que creo que hay algo que es mejor, sobre todo la parte del abaratamiento de costes de hacer un disco y hacer música y eso me parece maravilloso.
-A la hora de escribir, ¿se autocensura mucho?
-Yo bastante poco. Lo dice siempre Joaquín Niki, que se metían con ellos por cosas como la versión que hicieron de 'I only want to be with you' con 'No vuelvo a ir a Benidorm', y que en cambio nosotros llevamos toda la vida cantando burradas y nadie nos dice nada. Hay alguna cosa del pasado que ya no toco porque me parece que la gente no lo va a entender.
-¿Como qué?
-Tenemos una versión del 'I Wanna Be Sedated' de los Ramones, que es 'Yo secuestré a Natacha', que cuenta la historia de aquella niña que secuestró un señor en Alemania. Para mí es una coña, pero es verdad que hay gente a la que igual le parece que hay cosas sobre las que no se debe bromear, y yo a veces me controlo con eso. Por otra parte, siempre digo lo mismo, que tengo la suerte de ser bastante underground, entonces como mis canciones tampoco trascienden tanto, pues a nadie le merece la pena demandarme ni denunciarme.
«Tengo la suerte de ser bastante underground, entonces como mis canciones tampoco trascienden tanto, pues a nadie le merece la pena demandarme ni denunciarme»
-¿Y alguna vez se han planteado no tocar 'Atrapados en el ascensor'?
-Pues alguna vez nos lo hemos planteado, pero al final no deja de ser un hit. Yo estoy supertranquilo con que realmente creo que lo que hay es un problema con la interpretación literal de las canciones. Hay muchas canciones que en realidad no van de lo que supuestamente van. En el último disco hay una canción que se llama 'Los malos te gustan más', que es una supuesta canción de amor, que habla un poco de una tía que se va con los malos porque le gustan más la gente. Y en realidad mi intención no era hacer una canción de amor, era una canción sobre la vida. Yo creo que la fascinación que ejerce el mal sobre todo el mundo es muy grande. Hay mucha gente que en los negocios o en la política al final elige al cabrón porque de alguna manera siente una atracción por aquello, piensa que le va a proteger mejor. Y con 'Atrapados en el ascensor' pasa un poco lo mismo. Hay muchas canciones mías que no van de lo que supuestamente van y hablan de una cosa un poco más aburrida, que me parecía más interesante convertirlo en canción romántica o lo que fuera.
-¿Hemos perdido un poco la capacidad de reírnos de todo?
-Absolutamente. Cuando te hablo de la provocación, yo me enamoré del pop por lo provocativo que era porque me parecía muy divertido esos grupos que salían ahí… Los primeros Gabinete Caligari salían vestidos de nazis. Ese tipo de cosas que no eran en serio, era simplemente para que la gente se mosqueara y la gente no se mosqueaba. Era un juego. Yo creo que eso se ha perdido. Ahora todo el mundo se toma todo en serio, o no todo el mundo, pero sí que hay una serie de gente que se indigna por cualquier cosa y frena muchas cosas que son divertidas, que no pretenden ofender a nadie. Simplemente es un pequeño juego y eso es una pena. Pero bueno, es así.
«Yo me enamoré del pop por lo provocativo que era y eso se ha perdido»
-¿Qué opina de esas reflexiones que lanzan Almodóvar o Bosé acerca de que ahora tenemos menos libertad que antes?
-Es que con la gente que es muy mainstream lo entiendo porque está supervigilada y a la mínima que dice algo, hay siempre alguien que se ofende. Así que sí que hay una parte de verdad en todo eso. Pero bueno, es el impuesto a pagar por la fama. Yo tengo la suerte de no ser demasiado famoso, pago menos impuestos.
-Asegura que ya no meterá la palabra 'nena' en sus canciones. ¿Una nueva era de Un Pingüino comienza?
-(Ríe). Es que eso es algo en lo que caí en la cuenta de repente. ¿Por qué digo tantas veces nena? Es una especie de gimmick de la época. Decía en el vídeo que es porque escuché mucho a Loquillo, pero bueno, no solo a Loquillo. La palabra nena era muy recurrente en el pop de los ochenta. De alguna manera la interioricé y con el tiempo me la he quitado porque esto no tiene ningún sentido. Es un comodín para la rima interesante, pero me la he quitado.
-En su día, cargaba mucho contra la publicidad de Pascual y campañas como las del primo de Zumosol. ¿Le granjeó algún problema?
-Fue hace muchísimo y la publicidad de Pascual ha cambiado, ahora es mucho mejor que antes. Antes es que era lamentable, eran publirreportajes. Ahora te diría que Pascual es un ejemplo a seguir. En aquella época, se lo merecía.
-¿Cuántos hijos tiene?
-Tengo tres de 29, 25 y 16 años.
-Decía en 'Pingüimatic', su disco en directo, que sus hijos le querían mucho porque siempre prefiere ver un episodio de 'El Coyote y el Correcaminos' antes que un partido de fútbol. ¿Le ha traicionado alguno y le ha salido futbolero?
-El mediano es superfutbolero y no se de dónde lo ha sacado, pero son crisis y aprendes a lidiar con ellas. El día que mi hija mayor me pidió un vestido de sevillanas para mí fue un trauma. Y el pequeño es el más parecido a mí.
-¿Alguno ha sacado la vena musical?
-No. La verdad es que en casa he puesto muy poco mis canciones. Hay una anécdota que cuento siempre. Hicimos un viaje cuando mi hijo pequeño tenía ocho años, acabábamos de actuar con Los Gandules, nos regalaron los discos e hicimos un viaje muy largo y fuimos poniendo Los Gandules porque a mi hijo le obsesionaban. Y cuando llevábamos dos días escuchando a Los Gandules sin parar, a mi mujer le salió del alma decir: «Oye, a ver, para oír esta mierda, oímos tus canciones» (ríe).
-¿Se imaginaba que el nasal pop iba a llegar tan lejos?
-Para nada (ríe). Yo me sigo sorprendiendo de que haya gente que siga viniendo a los conciertos, de que sigamos haciendo sold-outs en Madrid y de que pueda seguir grabando discos… Estoy encantado.
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