#El teatro de Ray Bradbury
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retro-frikianos · 3 months ago
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EL POZO DE ZOHASSADAR 27
THE RAY BRADBURY THEATER (1985-92)
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xavicuevas · 1 year ago
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Ray Bradbury y la máquina de escribir de 10 centavos: en la que escribió una novela asombrosa.
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Ray Bradbury es uno de los escritores más influyentes y admirados del siglo XX, autor de obras maestras como Fahrenheit 451 y Crónicas marcianas. Su imaginación y su talento lo convirtieron en un referente de la literatura de ciencia ficción, fantasía y terror. Pero lo que pocos saben es que Bradbury escribió una de sus novelas más famosas en una máquina de escribir que alquilaba por 10 centavos la media hora en una biblioteca.
Fahrenheit 451 es una distopía que narra un futuro donde los libros están prohibidos y son quemados por los bomberos. La novela es una crítica a la censura, la alienación y el totalitarismo. Bradbury la escribió en 1953, en el sótano de la biblioteca de la Universidad de California en Los Ángeles, donde había una sala con varias máquinas de escribir que se podían usar por un módico precio.
Bradbury no tenía dinero para comprar una máquina propia, ni tampoco un lugar tranquilo donde escribir en su casa, donde vivía con su esposa y sus cuatro hijos pequeños. Así que aprovechaba las horas que podía para ir a la biblioteca y teclear frenéticamente en una de las máquinas disponibles. Le tomó nueve días y le costó 9,80 dólares terminar el primer borrador de Fahrenheit 451, que originalmente se llamaba The Fireman.
El resultado fue una obra maestra que se convirtió en un clásico de la literatura universal, adaptada al cine, al teatro y a los cómics. Bradbury demostró que no se necesita mucho dinero ni recursos para crear una obra de arte, sino solo pasión, creatividad y perseverancia.
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amor-barato · 2 years ago
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A rua vazia, a casa queimada como uma peça antiga de cenário de teatro, as outras casas escuras, o Sabujo aqui, Beatty ali, os dois outros bombeiros mais adiante, e a Salamandra?... Contemplou a imensa máquina. Aquilo também tinha de desaparecer.
Bem, pensou ele, vamos ver quanto você está fora de combate.
De pé, agora. Devagar, devagar... assim.
Levantou-se e tinha apenas uma perna. A outra era como um toco de pinheiro queimado que ele estivesse carregando como penitência por algum obscuro pecado. Quando colocou seu peso nela, uma torrente de agulhas de prata chicoteou-lhe a panturrilha e subiu até o joelho. Montag chorou de dor. Agora, vamos! Vamos, você não pode ficar aqui.
Ray Bradbury (Fahrenheit 451)
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ceo-of-kcwt-college · 5 years ago
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candles, pages and leather for the asks!
Candles: Oh this is a hard one! Quotes always have been my favorite things other than music but my favorite one would probably be by Sylvia Plath, who wrote, "What horrifies me is the idea of being useless: well-educated, brilliantly promising, and fading out into an indifferent middle age." Or Virginia Woolf's, "My brain hums with scraps of poetry and madness." Pages: YES and anyone who borrows my books HATES it because I write in pen, I highlight, I write in the margins, any available room there's notes. Red, blue, black, rainbow, there's notes EVERYWHERE, you should see my copy of Fahrenheit 451 by Ray Bradbury or Anthem by Ayn Rand, it's FILLED. Leather: Tough trickster, you are. Looking For Alaska by John Green, because I lost someone the year I read it so it's very close to my heart...I try not to put stereotypical books on here like The Hunger Games/Harry Potter because everyone loves those but Pride and Prejudice (and 2005 movie) because who doesn't love Darcy am I right? Ummm and The Importance Of Being Earnest by Oscar Wilde, if you like plays. I usually don't but this play is BONKERS and I love it. I was sick with the flu when I read but it has my kind of sarcasm and it's short so it's a great read if you have a lack of attention span and/or don't like reading.
I know this is a lot and I'm sorry but thank you for asking!
Bougies: Oh, c'est difficile! Les citations ont toujours été mes choses préférées autres que la musique, mais ma préférée serait probablement de Sylvia Plath, qui a écrit: "Ce qui me fait horreur, c'est l'idée d'être inutile: bien éduquée, brillamment prometteuse et en train de disparaître dans un âge moyen indifférent . " Ou de Virginia Woolf, "Mon cerveau bourdonne de bribes de poésie et de folie."
Pages: OUI et quiconque emprunte mes livres déteste parce que j'écris à la plume, je surligne, j'écris dans les marges, toute pièce disponible il y a des notes. Rouge, bleu, noir, arc-en-ciel, il y a des notes PARTOUT, vous devriez voir mon exemplaire de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury ou Anthem d'Ayn Rand, c'est REMPLI.
Cuir: Truqueur dur, vous l'êtes. Looking For Alaska de John Green, parce que j'ai perdu quelqu'un l'année où je l'ai lu, donc cela me tient à cœur ... J'essaie de ne pas mettre de livres stéréotypés ici comme The Hunger Games / Harry Potter parce que tout le monde aime ceux-là sauf Pride and Prejudice (et film de 2005) parce que qui n'aime pas Darcy, ai-je raison? Ummm et The Importance of Being Earnest by Oscar Wilde, si vous aimez les jeux. Je n'ai pas l'habitude mais cette pièce est BONKERS et j'adore ça. J'étais malade de la grippe quand j'ai lu mais il a mon genre de sarcasme et c'est court donc c'est une bonne lecture si vous manquez d'attention et / ou n'aimez pas lire.
Je sais que c'est beaucoup et je suis désolé mais merci de demander!
Velas: ¡Oh, esta es una pregunta difícil! Las citas siempre han sido mis cosas favoritas además de la música, pero mi favorita probablemente sería de Sylvia Plath, quien escribió: "Lo que me horroriza es la idea de ser inútil: bien educado, brillantemente prometedor y desvaneciéndose en una indiferente edad media ". O Virginia Woolf, "Mi cerebro zumba con trozos de poesía y locura".
Páginas: SÍ y cualquiera que pida prestados mis libros lo ODIA porque escribo con bolígrafo, destaco, escribo en los márgenes, en cualquier habitación disponible hay notas. Rojo, azul, negro, arcoiris, hay notas POR TODAS PARTES, deberías ver mi copia de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o Anthem de Ayn Rand, está LLENO.
Cuero: Tramposo duro, lo eres. Buscando a Alaska por John Green, porque perdí a alguien el año que lo leí, así que está muy cerca de mi corazón ... Trato de no poner libros estereotipados aquí como Los juegos del hambre / Harry Potter porque todos aman a ellos, excepto Orgullo y prejuicio (y la película de 2005) porque ¿a quién no le gusta Darcy, tengo razón? Ummm y La importancia de ser sincero por Oscar Wilde, si te gustan las obras de teatro. Usualmente no, pero esta obra es BONKERS y me encanta. Estaba enfermo de gripe cuando leí, pero tiene mi tipo de sarcasmo y es corto, por lo que es una excelente lectura si tienes poca capacidad de atención y / o no te gusta leer.
Sé que esto es mucho y lo siento, ¡pero gracias por preguntar!
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tararira2020 · 4 years ago
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/ BUENOS AIRES LIBRES /
Pura mística*
Corrientes y sus librerías
José Luis Retes
La que tenía “onda” era la calle, por su historia, por el tango, por el Obelisco y Carlos Gardel… Por los teatros, los cines y los restaurantes. También para los libros fue un punto de encuentro. Estas líneas son solamente una pintura de la década del 60.
En esa época, Corrientes era así, particular. Después de comer uno iba a tomar un café a La Paz o a la Giralda y el programa podía seguir hasta las tres, las cuatro de la mañana. Pero si uno se alejaba del barrio, la gente empezaba a ralear. En los 60 era el centro de la ciudad, también para los libros. Después empezaron a aparecer otras librerías en Santa Fe y Callao, o en Recoleta, pero eso fue más tarde. El espacio más vivo de todo Buenos Aires era la calle Corrientes.
La mística, esa especie de invitación a la aventura de la noche iba desde casi Callao hasta más allá del Obelisco, y las librerías, los cines, los restaurantes, las pizzerías y los cafés eran distintas postas, o capítulos sucesivos para esa enorme circulación de gente.
Dentro de ese itinerario, en el recorrido habitual de esas cuadras de Corrientes, el Lorraine era otro hito imprescindible. El gran cine italiano, el francés, las películas inglesas o americanas que no entraban en el circuito más fuertemente comercial pero que tenían prestigio, temática, repertorio de directores y de actores se exhibían exclusivamente en el cine Lorraine. Este era el clima reinante en la calle Corrientes.
La primera librería Fausto abrió en diciembre de 1953. Goyo Schvartz, fue el que tuvo la gran idea. Y Zorrilla, que ya era su socio en la editorial Siglo Veinte, formó parte del nuevo proyecto. En esa sociedad inicial también estuvo Santiago Rueda, el primero que editó en castellano a Freud, a Proust y a Joyce, entre otros. Se les sumó Elcano Sidelnik, un hombre que viajaba por toda América vendiendo libros, una leyenda, un tipo que fumaba habanos, no sonreía ni a palos y era muy querido porque había ayudado a un número muy grande de gente a abrir sus librerías y a sostenerlas.
Fausto fue un modelo totalmente innovador para la calle Corrientes. Fue la primera vez que una librería no la pensó un librero solo sino un librero junto a un arquitecto. Schvartz convocó a Kalmar, que era austríaco o quizás húngaro. Tenía un concepto diferente, con una vidriera potente, una iluminación fuerte, un planteo de la exhibición renovadora, ¡hasta el diseño del espacio era único, todo! En ese momento la decoración era flojísima, Fausto cambió eso. Tenía una puesta en escena espléndida para que los libros pasaran a un primer plano, inventamos una manera de exhibirlos que antes no existía, los ubicabamos en pilas, en lugar de en mesas chatitas y apagadas como era el estilo en general. Y eso generó, para el público, una manera también nueva de conectarse con los libros.
Los clientes, los habitués, eran lectores de todo tipo, de toda suerte. La gente leía, venía al encuentro de los libros, y en Fausto había libreros. El público entraba y te preguntaba qué podía leer. El librero era un interlocutor, había una relación con esa persona que entraba buscando algo para leer y que volvía a la semana buscando un libro nuevo.
La gente compraba libros por pila, entraba a 1311 (de Corrientes, la sede central de Fausto) y se quedaba horas hojeando, buscando, preguntando. A las dos de la mañana había que bajar la cortina con la gente adentro que se resistía a irse.
La amplitud de espectro de lectura era extensísima. ¡En los sesenta se leía de todo!… Julio Cortázar, Alejo Carpentier, José Donoso, Néstor Sánchez, Germán García, Juan José Sebreli con Buenos Aires vida cotidiana y alienación, grandes autores que ya no se leen como William Faulkner, Ernest Hemingway, Ray Bradbury. Las colecciones de Minotauro, Philip Dick, Ursula K. Le Guin, Arthur Clarke. También Jorge Luis Borges, Germán García y Nanina, Gusmán, Zelarayán, Viñas… Además, las editoriales argentinas traducían muchísima literatura, había enorme bibliografía de textos políticos y universitarios, también Fausto editaba sus libros con mucho éxito. Existía una especie de eclosión de publicaciones.
Después, al final del franquismo, surgieron editoriales fundamentales en España que compraron muchas traducciones argentinas, Alianza marcó una verdadera revolución en el mundo editorial de habla hispana con Javier Pradera al frente, un intelectual notable y uno de los fundadores del diario El País.
Los autores formaban parte de Fausto. Pasaban, entraban, miraban libros, conversaban, había un clima de charla y de confianza. Casi siempre a la tardecita. Ahí surgieron muchos proyectos editoriales.
Algunos, como Germán García o Luis Gusmán, trabajaban con nosotros. A los periodistas también les gustaba estar en Fausto. ¡Y a los políticos! Jauretche venía siempre, Hernández Arregui, también. Bernardo Verbitsky pasaba a charlar con Schvartz. Y Bernardo Kordon, un gran cuentista del que no se acuerda casi nadie.
Estoy hablando de Corrientes 1311, que fue donde yo empecé a trabajar y donde empezó toda la historia. Después hubo una sucursal (donde también trabajé un tiempo) que estaba en Corrientes 885. Había libros que solo teníamos nosotros, eso marcó desde el principio una diferencia sustancial con otras librerías.
En 1311, estaba Pedro. Teníamos una fórmula infalible de venta: yo me ponía a hablar con Pedro de algún libro (o, mejor dicho, Pedro conmigo) y listo. Los clientes que andaban dando vueltas por ahí se iban arrimando, escuchaban y terminaban comprando el libro del que Pedro, sin darse cuenta, hablaba con un entusiasmo irresistible.
También existía esa aptitud para establecer un vínculo con la persona que entraba, para trabar relación, entender qué quería, qué estaba buscando. Y esa pregunta, “¿Qué puedo leer?”, era clave para ese diálogo.
Hoy no creo que eso siga pasando. Quizá sí. Yo estoy alejado de esa posibilidad pero cuando entro en alguna librería no encuentro a nadie que se me acerque a preguntarme nada. ¿No tendré cara de lector? Qué sé yo… Los tiempos cambian…
José Luis Retes fue Gerente General de Librerías Fausto hasta que fueron compradas por el Grupo Prisa en mayo del 2000.
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* Tomado de la página web: Amantes de lo bueno.
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nalgasylibros · 7 years ago
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La última noche del mundo. Por Ray Bradbury ¿Qué harías si supieras que esta es la última noche del mundo?
-¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?
-Sí, en serio.
-No sé. No lo he pensado.
El hombre se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la tarde había un suave y limpio olor a café tostado.
-Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.
-¡No lo dirás en serio!
El hombre asintió.
-¿Una guerra?
El hombre sacudió la cabeza.
-¿No la bomba atómica, o la bomba de hidrógeno?
-No.
-¿Una guerra bacteriológica?
-Nada de eso -dijo el hombre, revolviendo suavemente el café-. Solo, digamos, un libro que se cierra.
-Me parece que no entiendo.
-No. Y yo tampoco, realmente. Solo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, y solo una cierta paz -miró a las niñas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara-. No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.
-¿Qué?
-Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: “¿Qué piensas, Stan?”, y él me dijo: “Tuve un sueño anoche”. Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ese. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.
-¿Era el mismo sueño?
-Idéntico. Le dije a Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No concertamos nada. Nos pusimos a caminar, simplemente cada uno por su lado, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios o que se observaban las manos o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo mismo.
-¿Y todos habían soñado?
-Todos. El mismo sueño, exactamente.
-¿Crees que será cierto?
-Sí, nunca estuve más seguro.
-¿Y para cuándo terminará? El mundo, quiero decir.
-Para nosotros, en cierto momento de la noche. Y a medida que la noche vaya moviéndose alrededor del mundo, llegará el fin. Tardará veinticuatro horas.
Durante unos instantes no tocaron el café. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mirándose a los ojos.
-¿Merecemos esto? -preguntó la mujer.
-No se trata de merecerlo o no. Es así, simplemente. Tú misma no has tratado de negarlo. ¿Por qué?
-Creo tener una razón.
-¿La que tenían todos en la oficina?
La mujer asintió.
-No quise decirte nada. Fue anoche. Y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Todas soñaron lo mismo. Pensé que era solo una coincidencia -la mujer levantó de la mesa el diario de la tarde-. Los periódicos no dicen nada.
-Todo el mundo lo sabe. No es necesario -el hombre se reclinó en su silla mirándola-. ¿Tienes miedo?
-No. Siempre pensé que tendría mucho miedo, pero no.
-¿Dónde está ese instinto de autoconservación del que tanto se habla?
-No lo sé. Nadie se excita demasiado cuando todo es lógico. Y esto es lógico. De acuerdo con nuestras vidas, no podía pasar otra cosa.
-No hemos sido tan malos, ¿no es cierto?
-No, pero tampoco demasiado buenos. Me parece que es eso. No hemos sido casi nada, excepto nosotros mismos, mientras que casi todos los demás han sido muchas cosas, muchas cosas abominables.
En el vestíbulo las niñas se reían.
-Siempre pensé que cuando esto ocurriera la gente se pondría a gritar en las calles.
-Pues no. La gente no grita ante la realidad de las cosas.
-¿Sabes?, te perderé a ti y a las chicas. Nunca me gustó la ciudad ni mi trabajo ni nada, excepto ustedes tres. No me faltará nada más. Salvo, quizás, los cambios de tiempo, y un vaso de agua helada cuando hace calor, y el sueño. ¿Cómo podemos estar aquí, sentados, hablando de este modo?
-No se puede hacer otra cosa.
-Claro, eso es; pues si no estaríamos haciéndolo. Me imagino que hoy, por primera vez en la historia del mundo, todos saben qué van a hacer de noche.
-Me pregunto, sin embargo, qué harán los otros, esta tarde, y durante las próximas horas.
-Ir al teatro, escuchar la radio, mirar la televisión, jugar a las cartas, acostar a los niños, acostarse. Como siempre.
-En cierto modo, podemos estar orgullosos de eso… como siempre.
El hombre permaneció inmóvil durante un rato y al fin se sirvió otro café.
-¿Por qué crees que será esta noche?
-Porque sí.
-¿Por qué no alguna otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
-Quizá porque nunca fue 19 de octubre de 2069, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y por eso es el fin.
-Hay bombarderos que esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano y que nunca llegarán a tierra.
-Eso también lo explica, en parte.
-Bueno -dijo el hombre incorporándose-, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y entornaron la puerta.
-No sé… -dijo el marido al salir del dormitorio, mirando hacia atrás, con la pipa entre los labios.
-¿Qué?
-¿Cerraremos la puerta del todo, o la dejaremos así, entornada, para que entre un poco de luz?
-¿Lo sabrán también las chicas?
-No, naturalmente que no.
El hombre y la mujer se sentaron y leyeron los periódicos y hablaron y escucharon un poco de música, y luego observaron, juntos, las brasas de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las once y media. Pensaron en las otras gentes del mundo, que también habían pasado la velada cada uno a su modo.
-Bueno -dijo el hombre al fin.
Besó a su mujer durante un rato.
-Nos hemos llevado bien, después de todo -dijo la mujer.
-¿Tienes ganas de llorar? -le preguntó el hombre.
-Creo que no.
Recorrieron la casa y apagaron las luces y entraron en el dormitorio. Se desvistieron en la fresca oscuridad de la noche y retiraron las colchas.
-Las sábanas son tan limpias y frescas…
-Estoy cansada.
-Todos estamos cansados.
Se metieron en la cama.
-Un momento -dijo la mujer.
El hombre oyó que su mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un momento después estaba de vuelta.
-Me había olvidado de cerrar los grifos.
Había ahí algo tan cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras. Al fin dejaron de reírse, y se tendieron inmóviles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
-Buenas noches -dijo el hombre después de un rato.
-Buenas noches -dijo la mujer.
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marianajacqueline45 · 4 years ago
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Hoy cumple años F. Murray Abraham 81 años es un actor estadounidense de ascendencia siria e italiana, ganador de los premios Óscar y Globo de Oro, por su papel como Antonio Salieri en Amadeus. Debutó en el teatro profesional con la obra Remedio para melancólicos, de Ray Bradbury, y poco a poco fue apareciendo en series de televisión como Kojak y en cine, donde lo situaron dentro de la corriente de títulos fundamentados en el concepto de liberalismo estadounidense, que aún estaba vigente en la primera mitad de la década de 1970. Sus apariciones en aquel periodo (Serpico, 1973; La pareja chiflada, 1975; Todos los hombres del presidente, 1976) partían de este modelo ideológico. Estos trabajos no convirtieron a Abraham en un intérprete reconocido por el gran público. Pero su participación en la publicidad, en donde, disfrazado de racimo de uvas, aparició en una serie de spots de la marca de ropa interior masculina Fruit of the Loom, sí que logró que los espectadores se quedasen con su cara. Su gran oportunidad le llegaría de la mano de Milos Forman, con Amadeus, película por la que fue galardonado con el Óscar al mejor actor en 1984. Aunque la película a priori remite a la figura del compositor Wolfgang Amadeus Mozart (interpretado por Tom Hulce), el protagonismo está compartido con Antonio Salieri, músico italiano que pasó la mayor parte de su vida en la Corte Imperial de Viena, para la que fue compositor y maestro de capilla, y que podría haber plagiado parte de la obra del autor. La imagen del músico italiano que ofrece Abraham no difiere en demasía de otra personalidad del siglo XIV, el inquisidor Bernardo Gui, al que da vida en El nombre de la rosa (1986). En el rodaje de este film, comenzó a labrarse fama de actor difícil, el realizador Jean-Jacques Annaud le definió como un actor egocéntrico que se consideraba más importante que nadie porque él tenía un Óscar en su estantería. En ese momento, Sean Connery aún no había ganado el suyo por Los intocables de Eliot Ness. El nombre de la rosa fue un éxito pero acabó encasillando a Abraham en los personajes siniestros. #Collage #ProgramaCollage #Cine #Historiadecine #revistacollage #esterno #movie #magazine (en Montevideo, Uruguay) https://www.instagram.com/p/CGvu1scAHrU/?igshid=155geqdeg27y8
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eros-grignani · 5 years ago
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Duelo de autores-¿Por qué me hice escritor?
Ray Bradbury
El autor busca transmitirnos esa valentía de defender aquello que más amamos sin importar las críticas externas. Además nos narra como la escritura puede llevarnos a universos desconocidos y nos ayuda a sobrellevar el peso de la vida, porque el escribir ha sido siempre la herramienta número uno de comunicación, aquella que evita la extinción de nuestra historia y de nuestros recuerdos.
 Paul Auster
El autor nos narra algo muy interesante, que nos lleva a cuestionar nuestra existencia, si el destino existe o si todo ocurre sobre la marcha. Paul deja ver entre líneas como un pequeño suceso que marca tu vida, puede desencadenar una serie de eventos que bien podrían llevarte a descubrir una pasión oculta o llevarte a la destrucción, así como dicta la teoría del caos que nos enseña que el aleteo de una mariposa puede causar un tifón al otro lado del mundo.
 Mi Experiencia
Me identifico con Paul Auster, porque en mi vida ocurrieron varios sucesos que me llevaron a mi pasión, pasión de la cual viviré. Era el año 2016, estaba en clase de deportes, pero no quería hacer nada y por ese acto de rebeldía me expulsaron y por andar de entrometido, ingresé a una sala oscura donde se hacía teatro. Lo que vi me dejó atónito, sentí que el tiempo se detenía mientras una ráfaga de sensaciones etéreas azotaba mi espíritu, desde entonces amo el teatro y el cine y planeo ser actor.
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itinerariosdebiblioteca · 5 years ago
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- BELDA, Joaquín (1915) La coquito. Madrid: Renacimiento. 
- BENN, Gottfried (2003) Antología poética. Madrid: Ed. Cátedra.
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- VV.AA. (2019) Time has fallen asleep in the afternoon sunshine: a book on reading, writing, memory and forgetting in a library of living books. Milano: Mousse Publishing. 
- ZÚÑIGA, Antonio (1954) Una historia del cuplé. Barcelona: Editorial Barna.
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lacronicacoruna1 · 5 years ago
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15 Novelas clásicas que fueron llevadas al cine y resultaron ser películas exitosas
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Se suele aseverar que “el libro siempre es mejor que la película”, principalmente cuando se manejo de clásicos de la humanidades. Sin incautación, eso no siempre es cierto. A veces, las adaptaciones al cine son tan fieles al obra o, por el contrario, tan originales en su traducción rescatado, y están tan acertadamente representadas por los actores, que verlas produce la misma satisfacción que adivinar el obra.
Genial.guru recopiló algunas de las mejores adaptaciones de novelas clásicas que fueron llevadas a la gran pantalla y que vale la pena ver.
1. Cumbres borrascosas (Emily Brontë)
La trama planteada en Cumbres Borrascosas fue, para su época, sumamente polémica: una relación amorosa e incestuosa entre dos personas de clases sociales dispares. Emily Brontë, su autora, publicó esta novelística en 1847, y, a pesar del espanto causado en los críticos, con el pasar del tiempo se transformó en un clásico de la humanidades.
La primera adaptación, y incluso la más conocida, fue dirigida por William Wyler en 1939, y contó con Laurence Olivier como protagonista. La versión más reciente es la de 2011, con la dirección de Andrea Arnold, la cual es mucho más oscura que las anteriores. En total, esta novelística tiene 13 adaptaciones al cine.
2. Atrapado sin salida (Ken Kesey)
En su novelística Atrapado sin salida (1962), el autor Ken Kesey nos muestra a Randle McMurphy, un hombre que es recluido en un hospital psiquiátrico. Allí, contrariamente a lo esperado, él siembra la discordia y el desorden entre los pacientes. La inflexibilidad del nosocomio y la severa enfermera, Ratched, no hacen más que aumentar el mal clima en el división.
En 1975, el director Milos Forman consiguió hacer de su película una de las mejores adaptaciones que se hayan trillado, con Jack Nicholson como protagonista. La cinta recibió 5 premios Óscar: “mejor película”, “mejor director”, “mejor guion adaptado”, “mejor actor” y “mejor actriz principal”.
3. El Señor de los Anillos (J. R. R. Tolkien)
Si es complicado adaptar un obra al cine, hacerlo con una trilogía es un desafío de proporciones mayores. Pese a las críticas infundadas, el director Peter Jackson supo salir airoso y hacer que las películas de El Señor de los Anillos tuvieran un impacto más que positivo en el notorio.
La historia original, publicada en 1954 por J. R. R. Tolkien, acento sobre las aventuras de la Compañía del Anillo, y de la amenaza del despiadado Sauron y sus ejércitos sobre los reinos de los hombres y otras criaturas. Aunque en las adaptaciones faltaron varias escenas y personajes, las entregas cinematográficas fueron fieles a los libros y lograron reflectar la épica lucha entre el acertadamente y el mal.
4. Psicópata indiano (Bret Easton Ellis)
La novelística Psicópata americano fue publicada en 1991 por Bret Easton Ellis. La historia narra con gran detalle la vida del perjudicial en serie Patrick Bateman. Al ser tan boceto y violento, el obra provocó en la crítica reacciones dispares y dio mucho de qué dialogar.
En el 2000, la directora Mary Harron llevó al cine la historia de Psicópata americano con Christian Bale como protagonista. Al igual que en la novelística, lo boceto y manifiesto juega un papel fundamental en la cinta, lo que la convirtió en un clásico cuyas escenas aún son recordadas.
5. Drácula (Bram Stoker)
Drácula, novelística publicada en 1897 por Bram Stoker, cuenta las experiencias de Jonathan Harker, un mancebo abogado inglés, en el castillo del malvado conde Drácula, un aprovechado transilvano. Al regresar a Inglaterra, Jonathan, ayudado por su prometida, Mina, y un colección de amigos cercanos, se da a la tarea de cazar al rudo.
Drácula ha tenido múltiples adaptaciones al cine, unas más libres que otras. La traducción del director Tod Browning, estrenada en 1931, es una de las más recordadas por la interpretación del gran Béla Lugosi.
Pero, por otra parte, hubo otras tres versiones que se transformaron en clásicos. En primer división, la que lleva el título de Nosferatu, de 1922, dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau y con Max Schreck en el papel del Conde Orlok. También destaca la versión de 1958 dirigida por Terence Fisher y protagonizada por Christopher Lee, en la cual se introdujeron los famosos colmillos del conde, los cuales no habían sido trillado antiguamente. Y, sin dudas, una de las versiones más aclamadas y admiradas por el notorio es Drácula, de Bram Stoker, estrenada en 1991 y dirigida por Francis Ford Coppola. En esta habilitación destacan los papeles de Gary Oldman, Keanu Reeves, Winona Ryder y Anthony Hopkins.
6. El sueño de una indeterminación de verano (William Shakespeare)
William Shakespeare escribió, aproximadamente del año 1595, El sueño de una noche de verano, una comedia que relata los sucesos ocurridos entre Teseo (duque de Atenas) y su esposa, Hipólita (reina amazona). Es considerada una de las piezas más populares del autor.
Aunque la obra tiene muchísimas adaptaciones, una de las más logradas es la que llevó a la pantalla el director Michael Hoffman en 1999. En esta película, la solaz de los escenarios, la fotografía, el vestuario y las actuaciones de Michelle Pfeiffer y Kevin Kline, entre otros, hicieron de esta traducción una de las más aclamadas.
7. Grandes esperanzas (Charles Dickens)
Charles Dickens publicó Grandes esperanzas como serie en una revista literaria. Desde diciembre de 1860 hasta agosto de 1861, las diferentes entregas narraban la vida de un chaval huérfano llamado Philip Pirrip hasta que se convertía en un adulto.
Con más de 250 adaptaciones al cine y al teatro, Grandes esperanzas se ha convertido en un clásico, no solamente en la humanidades. Una de sus versiones cinematográficas más conocidas fue la que dirigió Alfonso Cuarón en 1998, en la que un mancebo de bajos medios llamado Finn (Ethan Hawke) vive una historia de aprecio con Estella (Gwyneth Paltrow), quien pertenece a otra clase social.
8. Mujercitas (Louisa May Alcott)
Mujercitas es una novelística escrita por Louisa May Alcott y publicada en 1868. Cuenta la historia de cuatro hermanas (Amy, Beth, Jo y Meg), y, para su época, rompió algunos estándares establecidos sobre cómo debía comportarse una señorita. Tal fue el éxito de esta novelística, que los lectores pedían por carta a la autora que escribiera una segunda parte para conocer más de la vida de las hermanas March.
La adaptación más reciente es la dirigida por Greta Gerwig y estrenada en diciembre de 2019. Al día de hoy, continúa siendo un éxito de taquilla y cuenta con las actuaciones de Saoirse Ronan, Emma Watson, Laura Dern y Meryl Streep, entre otros.
9. Los miserables (Victor Hugo)
Considerada una de las obras más importantes del siglo XIX, Los miserables cuenta la historia de Jean Valjean, un hombre enviado a prisión por robar una mostrador de pan. Este es el disparador para que Victor Hugo, su autor, pinte un retrato detallado de la vida en Francia durante los primeros abriles del siglo XIX. Política, religión, ética, títulos y rectitud son algunos de los temas que se tratan en las más de 1000 páginas que contiene la novelística.
Convertida en un clásico de la humanidades poco posteriormente de ser publicada, ha sido adaptada en múltiples ocasiones, entre las cuales destaca la traducción que dirigió Bille August y que se estrenó en 1998. En esta película, Liam Neeson y Uma Thurman encabezan un reparto que logró traspasar la pantalla y asistir directo a las emociones del espectador.
10. Romeo y Julieta (William Shakespeare)
Otro clásico rebuscado, incluso de William Shakespeare, es Romeo y Julieta. Esta tragedia relata la historia de una pareja de enamorados que, pese a la competición de sus familias, decide casarse y entablar una vida juntos. Sin incautación, al aumentar cada día más las rivalidades y las disputas familiares, los jóvenes terminan eligiendo el suicidio antiguamente que habitar separados.
Al igual que otros clásicos, tuvo su particular traducción emplazamiento Romeo + Julieta, de William Shakespeare de la mano del director Baz Luhrmann, la cual fue estrenada en 1996. El división seleccionado para ambientar esta traducción rescatado fue la ciudad de Verona Beach, y se desarrolla en la ahora, donde los jóvenes enamorados son interpretados por Claire Danes y Leonardo DiCaprio.
11. La perduración de la inocencia (Edith Wharton)
12. Matar un ruiseñor (Harper Lee)
La novelística de Harper Lee, Matar un ruiseñor, fue publicada en 1960, y no tuvo que esperar mucho para convertirse en un clásico y acoger las mejores críticas. Aunque acento sobre temas polémicos como la desigualdad étnico, incluso tiene toques de humor y calidez a lo grande de sus páginas.
Solamente dos abriles posteriormente, en 1962, el director Robert Mulligan estrenó su adaptación cinematográfica con Gregory Peck como protagonista, interpretando el papel de Atticus Finch, abogado y padre de comunidad viudo, con dos hijos.
13. Fahrenheit 451 (Ray Bradbury)
La originalidad de la novelística de ciencia ficción distópica Fahrenheit 451, escrita por Ray Bradbury, es reconocida incluso hoy. En una sociedad donde está prohibido adivinar libros, existe un colección de bomberos que ignición las obras para que la parentela no las lea de modo clandestina. Uno de sus miembros se replantea su rol en la sociedad y se une a la resistor, otro colección de personas que memoriza los libros para que su contenido no se pierda. El título de la obra se explica porque el papel arde y se ignición cuando la temperatura del fuego llega a los 451 °F (escalera Fahrenheit).
La adaptación de 1966, dirigida por François Truffaut, es muy fiel a la historia flamante y fue protagonizada por Oskar Werner, Julie Christie y Cyril Cusack.
14. Hamlet (William Shakespeare)
Si de clásicos hablamos, Hamlet es uno de los más reconocidos en la historia de la humanidades. Nuevamente, William Shakespeare nos cuenta la historia del príncipe Hamlet de Dinamarca, quien se encuentra consumido por la depresión tras la homicidio de su padre a manos de su hermano, Claudio. Una indeterminación, el espanto del hombre se le aparece, revelándole los detalles de su homicidio y pidiéndole venganza. Dolor, demencia, desesperación e ira son algunos de los estados por los que pasa el protagonista durante esta tragedia.
En 1948, el actor Laurence Olivier protagonizó y dirigió la adaptación al cine. La película fue tan exitosa que fue premiada con varios Óscar en 1949: “mejor película”, “mejor actor”, “mejor dirección artística” y “mejor diseño de vestuario”. Además, en el mismo año ganó varios premios más, como el Globo de Oro y el BAFTA.
15. Moby Dick (Herman Melville)
Moby Dick, novelística publicada en 1851 por el escritor Herman Melville, narra las aventuras de un barco ballenero comandado por el Capitán Ahab. El obra, por otra parte de tener como hilo argumental la persecución de Moby Dick, relata con fasto de detalles la actividad de caza de ballenas en el siglo XIX, y la dura vida de los pescadores en las aguas.
Su habilitación más reconocida al cine llegó en 1956. Esta versión de Moby Dick fue dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck. La película ganó diversos premios a “mejor director” y “mejor actor de reparto”, entre otros.
¿Has ilustrado alguna de estas novelas y trillado sus adaptaciones? ¿Cuál de ellas te gustó más? ¿Qué otros ejemplos de películas que casi superaron a los libros conoces? ¡Cuéntanos en los comentarios!
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lacronicacoruna · 5 years ago
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15 Novelas clásicas que fueron llevadas al cine y resultaron ser películas exitosas
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Se suele aseverar que “el libro siempre es mejor que la película”, principalmente cuando se manejo de clásicos de la humanidades. Sin incautación, eso no siempre es cierto. A veces, las adaptaciones al cine son tan fieles al obra o, por el contrario, tan originales en su traducción rescatado, y están tan acertadamente representadas por los actores, que verlas produce la misma satisfacción que adivinar el obra.
Genial.guru recopiló algunas de las mejores adaptaciones de novelas clásicas que fueron llevadas a la gran pantalla y que vale la pena ver.
1. Cumbres borrascosas (Emily Brontë)
La trama planteada en Cumbres Borrascosas fue, para su época, sumamente polémica: una relación amorosa e incestuosa entre dos personas de clases sociales dispares. Emily Brontë, su autora, publicó esta novelística en 1847, y, a pesar del espanto causado en los críticos, con el pasar del tiempo se transformó en un clásico de la humanidades.
La primera adaptación, y incluso la más conocida, fue dirigida por William Wyler en 1939, y contó con Laurence Olivier como protagonista. La versión más reciente es la de 2011, con la dirección de Andrea Arnold, la cual es mucho más oscura que las anteriores. En total, esta novelística tiene 13 adaptaciones al cine.
2. Atrapado sin salida (Ken Kesey)
En su novelística Atrapado sin salida (1962), el autor Ken Kesey nos muestra a Randle McMurphy, un hombre que es recluido en un hospital psiquiátrico. Allí, contrariamente a lo esperado, él siembra la discordia y el desorden entre los pacientes. La inflexibilidad del nosocomio y la severa enfermera, Ratched, no hacen más que aumentar el mal clima en el división.
En 1975, el director Milos Forman consiguió hacer de su película una de las mejores adaptaciones que se hayan trillado, con Jack Nicholson como protagonista. La cinta recibió 5 premios Óscar: “mejor película”, “mejor director”, “mejor guion adaptado”, “mejor actor” y “mejor actriz principal”.
3. El Señor de los Anillos (J. R. R. Tolkien)
Si es complicado adaptar un obra al cine, hacerlo con una trilogía es un desafío de proporciones mayores. Pese a las críticas infundadas, el director Peter Jackson supo salir airoso y hacer que las películas de El Señor de los Anillos tuvieran un impacto más que positivo en el notorio.
La historia original, publicada en 1954 por J. R. R. Tolkien, acento sobre las aventuras de la Compañía del Anillo, y de la amenaza del despiadado Sauron y sus ejércitos sobre los reinos de los hombres y otras criaturas. Aunque en las adaptaciones faltaron varias escenas y personajes, las entregas cinematográficas fueron fieles a los libros y lograron reflectar la épica lucha entre el acertadamente y el mal.
4. Psicópata indiano (Bret Easton Ellis)
La novelística Psicópata americano fue publicada en 1991 por Bret Easton Ellis. La historia narra con gran detalle la vida del perjudicial en serie Patrick Bateman. Al ser tan boceto y violento, el obra provocó en la crítica reacciones dispares y dio mucho de qué dialogar.
En el 2000, la directora Mary Harron llevó al cine la historia de Psicópata americano con Christian Bale como protagonista. Al igual que en la novelística, lo boceto y manifiesto juega un papel fundamental en la cinta, lo que la convirtió en un clásico cuyas escenas aún son recordadas.
5. Drácula (Bram Stoker)
Drácula, novelística publicada en 1897 por Bram Stoker, cuenta las experiencias de Jonathan Harker, un mancebo abogado inglés, en el castillo del malvado conde Drácula, un aprovechado transilvano. Al regresar a Inglaterra, Jonathan, ayudado por su prometida, Mina, y un colección de amigos cercanos, se da a la tarea de cazar al rudo.
Drácula ha tenido múltiples adaptaciones al cine, unas más libres que otras. La traducción del director Tod Browning, estrenada en 1931, es una de las más recordadas por la interpretación del gran Béla Lugosi.
Pero, por otra parte, hubo otras tres versiones que se transformaron en clásicos. En primer división, la que lleva el título de Nosferatu, de 1922, dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau y con Max Schreck en el papel del Conde Orlok. También destaca la versión de 1958 dirigida por Terence Fisher y protagonizada por Christopher Lee, en la cual se introdujeron los famosos colmillos del conde, los cuales no habían sido trillado antiguamente. Y, sin dudas, una de las versiones más aclamadas y admiradas por el notorio es Drácula, de Bram Stoker, estrenada en 1991 y dirigida por Francis Ford Coppola. En esta habilitación destacan los papeles de Gary Oldman, Keanu Reeves, Winona Ryder y Anthony Hopkins.
6. El sueño de una indeterminación de verano (William Shakespeare)
William Shakespeare escribió, aproximadamente del año 1595, El sueño de una noche de verano, una comedia que relata los sucesos ocurridos entre Teseo (duque de Atenas) y su esposa, Hipólita (reina amazona). Es considerada una de las piezas más populares del autor.
Aunque la obra tiene muchísimas adaptaciones, una de las más logradas es la que llevó a la pantalla el director Michael Hoffman en 1999. En esta película, la solaz de los escenarios, la fotografía, el vestuario y las actuaciones de Michelle Pfeiffer y Kevin Kline, entre otros, hicieron de esta traducción una de las más aclamadas.
7. Grandes esperanzas (Charles Dickens)
Charles Dickens publicó Grandes esperanzas como serie en una revista literaria. Desde diciembre de 1860 hasta agosto de 1861, las diferentes entregas narraban la vida de un chaval huérfano llamado Philip Pirrip hasta que se convertía en un adulto.
Con más de 250 adaptaciones al cine y al teatro, Grandes esperanzas se ha convertido en un clásico, no solamente en la humanidades. Una de sus versiones cinematográficas más conocidas fue la que dirigió Alfonso Cuarón en 1998, en la que un mancebo de bajos medios llamado Finn (Ethan Hawke) vive una historia de aprecio con Estella (Gwyneth Paltrow), quien pertenece a otra clase social.
8. Mujercitas (Louisa May Alcott)
Mujercitas es una novelística escrita por Louisa May Alcott y publicada en 1868. Cuenta la historia de cuatro hermanas (Amy, Beth, Jo y Meg), y, para su época, rompió algunos estándares establecidos sobre cómo debía comportarse una señorita. Tal fue el éxito de esta novelística, que los lectores pedían por carta a la autora que escribiera una segunda parte para conocer más de la vida de las hermanas March.
La adaptación más reciente es la dirigida por Greta Gerwig y estrenada en diciembre de 2019. Al día de hoy, continúa siendo un éxito de taquilla y cuenta con las actuaciones de Saoirse Ronan, Emma Watson, Laura Dern y Meryl Streep, entre otros.
9. Los miserables (Victor Hugo)
Considerada una de las obras más importantes del siglo XIX, Los miserables cuenta la historia de Jean Valjean, un hombre enviado a prisión por robar una mostrador de pan. Este es el disparador para que Victor Hugo, su autor, pinte un retrato detallado de la vida en Francia durante los primeros abriles del siglo XIX. Política, religión, ética, títulos y rectitud son algunos de los temas que se tratan en las más de 1000 páginas que contiene la novelística.
Convertida en un clásico de la humanidades poco posteriormente de ser publicada, ha sido adaptada en múltiples ocasiones, entre las cuales destaca la traducción que dirigió Bille August y que se estrenó en 1998. En esta película, Liam Neeson y Uma Thurman encabezan un reparto que logró traspasar la pantalla y asistir directo a las emociones del espectador.
10. Romeo y Julieta (William Shakespeare)
Otro clásico rebuscado, incluso de William Shakespeare, es Romeo y Julieta. Esta tragedia relata la historia de una pareja de enamorados que, pese a la competición de sus familias, decide casarse y entablar una vida juntos. Sin incautación, al aumentar cada día más las rivalidades y las disputas familiares, los jóvenes terminan eligiendo el suicidio antiguamente que habitar separados.
Al igual que otros clásicos, tuvo su particular traducción emplazamiento Romeo + Julieta, de William Shakespeare de la mano del director Baz Luhrmann, la cual fue estrenada en 1996. El división seleccionado para ambientar esta traducción rescatado fue la ciudad de Verona Beach, y se desarrolla en la ahora, donde los jóvenes enamorados son interpretados por Claire Danes y Leonardo DiCaprio.
11. La perduración de la inocencia (Edith Wharton)
12. Matar un ruiseñor (Harper Lee)
La novelística de Harper Lee, Matar un ruiseñor, fue publicada en 1960, y no tuvo que esperar mucho para convertirse en un clásico y acoger las mejores críticas. Aunque acento sobre temas polémicos como la desigualdad étnico, incluso tiene toques de humor y calidez a lo grande de sus páginas.
Solamente dos abriles posteriormente, en 1962, el director Robert Mulligan estrenó su adaptación cinematográfica con Gregory Peck como protagonista, interpretando el papel de Atticus Finch, abogado y padre de comunidad viudo, con dos hijos.
13. Fahrenheit 451 (Ray Bradbury)
La originalidad de la novelística de ciencia ficción distópica Fahrenheit 451, escrita por Ray Bradbury, es reconocida incluso hoy. En una sociedad donde está prohibido adivinar libros, existe un colección de bomberos que ignición las obras para que la parentela no las lea de modo clandestina. Uno de sus miembros se replantea su rol en la sociedad y se une a la resistor, otro colección de personas que memoriza los libros para que su contenido no se pierda. El título de la obra se explica porque el papel arde y se ignición cuando la temperatura del fuego llega a los 451 °F (escalera Fahrenheit).
La adaptación de 1966, dirigida por François Truffaut, es muy fiel a la historia flamante y fue protagonizada por Oskar Werner, Julie Christie y Cyril Cusack.
14. Hamlet (William Shakespeare)
Si de clásicos hablamos, Hamlet es uno de los más reconocidos en la historia de la humanidades. Nuevamente, William Shakespeare nos cuenta la historia del príncipe Hamlet de Dinamarca, quien se encuentra consumido por la depresión tras la homicidio de su padre a manos de su hermano, Claudio. Una indeterminación, el espanto del hombre se le aparece, revelándole los detalles de su homicidio y pidiéndole venganza. Dolor, demencia, desesperación e ira son algunos de los estados por los que pasa el protagonista durante esta tragedia.
En 1948, el actor Laurence Olivier protagonizó y dirigió la adaptación al cine. La película fue tan exitosa que fue premiada con varios Óscar en 1949: “mejor película”, “mejor actor”, “mejor dirección artística” y “mejor diseño de vestuario”. Además, en el mismo año ganó varios premios más, como el Globo de Oro y el BAFTA.
15. Moby Dick (Herman Melville)
Moby Dick, novelística publicada en 1851 por el escritor Herman Melville, narra las aventuras de un barco ballenero comandado por el Capitán Ahab. El obra, por otra parte de tener como hilo argumental la persecución de Moby Dick, relata con fasto de detalles la actividad de caza de ballenas en el siglo XIX, y la dura vida de los pescadores en las aguas.
Su habilitación más reconocida al cine llegó en 1956. Esta versión de Moby Dick fue dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck. La película ganó diversos premios a “mejor director” y “mejor actor de reparto”, entre otros.
¿Has ilustrado alguna de estas novelas y trillado sus adaptaciones? ¿Cuál de ellas te gustó más? ¿Qué otros ejemplos de películas que casi superaron a los libros conoces? ¡Cuéntanos en los comentarios!
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carlosprietoblog · 6 years ago
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La última noche del mundo (Por Ray Bradbury)
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¿Qué harías si supieras que esta es la última noche del mundo?
-¿Qué haría? ¿Lo dices en serio?
-Sí, en serio.
-No sé. No lo he pensado.
El hombre se sirvió un poco más de café. En el fondo del vestíbulo las niñas jugaban sobre la alfombra con unos cubos de madera, bajo la luz de las lámparas verdes. En el aire de la tarde había un suave y limpio olor a café tostado.
-Bueno, será mejor que empieces a pensarlo.
-¡No lo dirás en serio!
El hombre asintió.
-¿Una guerra?
El hombre sacudió la cabeza.
-¿No la bomba atómica, o la bomba de hidrógeno?
-No.
-¿Una guerra bacteriológica?
-Nada de eso -dijo el hombre, revolviendo suavemente el café-. Solo, digamos, un libro que se cierra.
-Me parece que no entiendo.
-No. Y yo tampoco, realmente. Solo es un presentimiento. A veces me asusta. A veces no siento ningún miedo, y solo una cierta paz -miró a las niñas y los cabellos amarillos que brillaban a la luz de la lámpara-. No te lo he dicho. Ocurrió por vez primera hace cuatro noches.
-¿Qué?
-Un sueño. Soñé que todo iba a terminar. Me lo decía una voz. Una voz irreconocible, pero una voz de todos modos. Y me decía que todo iba a detenerse en la Tierra. No pensé mucho en ese sueño al día siguiente, pero fui a la oficina y a media tarde sorprendí a Stan Willis mirando por la ventana, y le pregunté: “¿Qué piensas, Stan?”, y él me dijo: “Tuve un sueño anoche”. Antes de que me lo contara yo ya sabía qué sueño era ese. Podía habérselo dicho. Pero dejé que me lo contara.
-¿Era el mismo sueño?
-Idéntico. Le dije a Stan que yo había soñado lo mismo. No pareció sorprenderse. Al contrario, se tranquilizó. Luego nos pusimos a pasear por la oficina, sin darnos cuenta. No concertamos nada. Nos pusimos a caminar, simplemente cada uno por su lado, y en todas partes vimos gentes con los ojos clavados en los escritorios o que se observaban las manos o que miraban la calle. Hablé con algunos. Stan hizo lo mismo.
-¿Y todos habían soñado?
-Todos. El mismo sueño, exactamente.
-¿Crees que será cierto?
-Sí, nunca estuve más seguro.
-¿Y para cuándo terminará? El mundo, quiero decir.
-Para nosotros, en cierto momento de la noche. Y a medida que la noche vaya moviéndose alrededor del mundo, llegará el fin. Tardará veinticuatro horas.
Durante unos instantes no tocaron el café. Luego levantaron lentamente las tazas y bebieron mirándose a los ojos.
-¿Merecemos esto? -preguntó la mujer.
-No se trata de merecerlo o no. Es así, simplemente. Tú misma no has tratado de negarlo. ¿Por qué?
-Creo tener una razón.
-¿La que tenían todos en la oficina?
La mujer asintió.
-No quise decirte nada. Fue anoche. Y hoy las vecinas hablaban de eso entre ellas. Todas soñaron lo mismo. Pensé que era solo una coincidencia -la mujer levantó de la mesa el diario de la tarde-. Los periódicos no dicen nada.
-Todo el mundo lo sabe. No es necesario -el hombre se reclinó en su silla mirándola-. ¿Tienes miedo?
-No. Siempre pensé que tendría mucho miedo, pero no.
-¿Dónde está ese instinto de autoconservación del que tanto se habla?
-No lo sé. Nadie se excita demasiado cuando todo es lógico. Y esto es lógico. De acuerdo con nuestras vidas, no podía pasar otra cosa.
-No hemos sido tan malos, ¿no es cierto?
-No, pero tampoco demasiado buenos. Me parece que es eso. No hemos sido casi nada, excepto nosotros mismos, mientras que casi todos los demás han sido muchas cosas, muchas cosas abominables.
En el vestíbulo las niñas se reían.
-Siempre pensé que cuando esto ocurriera la gente se pondría a gritar en las calles.
-Pues no. La gente no grita ante la realidad de las cosas.
-¿Sabes?, te perderé a ti y a las chicas. Nunca me gustó la ciudad ni mi trabajo ni nada, excepto ustedes tres. No me faltará nada más. Salvo, quizás, los cambios de tiempo, y un vaso de agua helada cuando hace calor, y el sueño. ¿Cómo podemos estar aquí, sentados, hablando de este modo?
-No se puede hacer otra cosa.
-Claro, eso es; pues si no estaríamos haciéndolo. Me imagino que hoy, por primera vez en la historia del mundo, todos saben qué van a hacer de noche.
-Me pregunto, sin embargo, qué harán los otros, esta tarde, y durante las próximas horas.
-Ir al teatro, escuchar la radio, mirar la televisión, jugar a las cartas, acostar a los niños, acostarse. Como siempre.
-En cierto modo, podemos estar orgullosos de eso… como siempre.
El hombre permaneció inmóvil durante un rato y al fin se sirvió otro café.
-¿Por qué crees que será esta noche?
-Porque sí.
-¿Por qué no alguna otra noche del siglo pasado, o de hace cinco siglos o diez?
-Quizá porque nunca fue 19 de octubre de 2069, y ahora sí. Quizá porque esa fecha significa más que ninguna otra. Quizá porque este año las cosas son como son, en todo el mundo, y por eso es el fin.
-Hay bombarderos que esta noche estarán cumpliendo su vuelo de ida y vuelta a través del océano y que nunca llegarán a tierra.
-Eso también lo explica, en parte.
-Bueno -dijo el hombre incorporándose-, ¿qué hacemos ahora? ¿Lavamos los platos?
Lavaron los platos, y los apilaron con un cuidado especial. A las ocho y media acostaron a las niñas y les dieron el beso de buenas noches y apagaron las luces del cuarto y entornaron la puerta.
-No sé… -dijo el marido al salir del dormitorio, mirando hacia atrás, con la pipa entre los labios.
-¿Qué?
-¿Cerraremos la puerta del todo, o la dejaremos así, entornada, para que entre un poco de luz?
-¿Lo sabrán también las chicas?
-No, naturalmente que no.
El hombre y la mujer se sentaron y leyeron los periódicos y hablaron y escucharon un poco de música, y luego observaron, juntos, las brasas de la chimenea mientras el reloj daba las diez y media y las once y las once y media. Pensaron en las otras gentes del mundo, que también habían pasado la velada cada uno a su modo.
-Bueno -dijo el hombre al fin.
Besó a su mujer durante un rato.
-Nos hemos llevado bien, después de todo -dijo la mujer.
-¿Tienes ganas de llorar? -le preguntó el hombre.
-Creo que no.
Recorrieron la casa y apagaron las luces y entraron en el dormitorio. Se desvistieron en la fresca oscuridad de la noche y retiraron las colchas.
-Las sábanas son tan limpias y frescas…
-Estoy cansada.
-Todos estamos cansados.
Se metieron en la cama.
-Un momento -dijo la mujer.
El hombre oyó que su mujer se levantaba y entraba en la cocina. Un momento después estaba de vuelta.
-Me había olvidado de cerrar los grifos.
Había ahí algo tan cómico que el hombre tuvo que reírse.
La mujer también se rió. Sí, lo que había hecho era cómico de veras. Al fin dejaron de reírse, y se tendieron inmóviles en el fresco lecho nocturno, tomados de la mano y con las cabezas muy juntas.
-Buenas noches -dijo el hombre después de un rato.
-Buenas noches -dijo la mujer.
FIN
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sonnenstrahl1933 · 5 years ago
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Una tarde con Buster Keaton
Ya habíamos intentado seguirle aquella mañana. Iba a subir a un tranvía. En él debía encontrarse con una mujer. ¿Ocurriría como en "El maquinista de La General"? ¿La trataría de la misma forma? Es seguro que el encuentro de Keaton y la Maravillosa sería inolvidable. Recordé a Luis Buñuel. Por la Gran Vía, dirigiéndose a mirar con avidez una extraña y diminuta joya. ¿Sería una joya? ¿Un insecto? Una joya, un insecto... Hoy no pudimos ver a Buster Keaton. Le veríamos mañana, a las cuatro.
1, 2, 3, 4.
En estas cuatro huellas no caben mis zapatos.
Alberti. Lorca. Monografías. Un intento de preparar la entrevista. Y llegó mañana. Y las cuatro.
Un número. Una puerta. Suena un timbre. Buster Keaton sentado, tiene un libro sobre la mesa. Leía a Ray Bradbury. Ahora tiene un mechero de gas en la mano. Le enciende. Observa atentamente su poderosa llama. Nosotros miramos a Keaton y al mechero. Alguien se adelanta. Keaton cree que le van a quitar su juguete. Se lanza sobre él. Le protege. A Keaton le quitaron siempre todo lo que pudieron. Él lo sabe.
Es muy bajo. Camina como antes, con las piernas visiblemente arqueadas, dando pasos pensados: ni largos, ni cortos. Se sienta a nuestro lado. Empieza a hablar.
Las manos, nerviosas, juegan con el mechero o se dirigen a las patillas de las gafas. Las ajustan. El dedo corazón de la mano izquierda está mutilado.
Habla, y cuando lo hace se esfuerza. Y ríe. La risa —Buster Keaton también sabe reírse—, a veces no quiere asomar a su rostro y se hace interior. El rostro, poblado de innumerables ríos secos.
Keaton se levanta. Nos explica cómo se declaraba un joven a una joven en uno de sus "films". Da unos pasos, lanza los brazos hacia un lado como para atrapar algo con las palmas de las manos, e inclina la cabeza. Resulta prodigioso. Reímos. Ante nosotros está, representado en Buster Keaton, el cine cómico americano.
Y siguió hablando hasta que le venció la fatiga. Y aún hizo algo más. Le pareció que llovía, y se acercó a la ventana. Y, con la palma de la mano extendida y silbando, quiso hacer llegar hasta él alguna gota de agua que le confirmase que ciertamente llovía.
Fue una tarde inolvidable.
LUIS REVENGA
* * *
 LUCES DE BOHEMIA
 Keaton: Empecé en el cine con Roscoe Arbuckle y estuve con él únicamente durante dos o tres películas de dos rollos, o sea, cuatro meses más o menos. Tras mi primera aparición, me interesé mucho por el aspecto técnico; quería saber cómo se montaba el "film". Pero lo que más me fascinaba era la mecánica de la cámara. Acostumbraba a estar junto a la cámara y observar las escenas en las que no participaba, especialmente cuando el que trabajaba era Arbuckle. (De esta manera abandoné un contrato semanal de mil dólares en el teatro Winter Garden, por cuarenta dólares, a la semana, en el cine.) Así podía decirle si algo no había marchado bien. Sin darme cuenta, me convertí prácticamente en un ayudante de dirección de Roscoe Arbuckle, y pronto llegué a ser su co-director. En aquellos años él tenía fama de ser uno de los mejores directores de comedia.
Roscoe convenció a nuestro productor, Joseph Schenck, de que Nueva York no convenía a nuestro género de "films": necesitábamos demasiados exteriores y cambios de decorado.
Más tarde, cuando empecé por mi cuenta, dirigí solo mi primera película, pero no tenía intención de hacerme un nombre como director. El estudio estuvo de acuerdo conmigo en que me descargaría de preocupaciones el tener un co-director. Y en un principio fue Eddie Klein, que trabajó conmigo en mis dos primeras series, los dos primeros años en que hicimos películas de dos rollos. Klein procedía de los Estudios de Mack Sennett, donde había sido director. Luego se lo transferimos a Jackie Coogan, con quien trabajó bastante tiempo. A partir de entonces, co-dirigí con diferentes personas. "The Navigator", mi mayor éxito de taquilla, la co-dirigí con Donald Crisp, el famoso actor escocés de reparto, que ya era entonces un director situado, al tiempo que famoso actor.
La técnica cinematográfica la aprendí de Arbuckle, pero el conocimiento del público lo aprendí de mi padre. Cuando entré en el cine, con veintiún años, ya era un veterano. Estaba metido en el teatro desde los cuatro años.
Griffith: ¿Cómo dividía las responsabilidades con su co-director, por ejemplo, en "The Navigator", con Donald Crisp?
K.: Con frecuencia dirigía solo, tanto las escenas en que aparecía yo como las otras. En "The Navigator" teníamos al principio escenas de exposición que no eran cómicas y también escenas de masa: los caníbales en la isla desierta, por ejemplo; para eso se necesita un buen director dramático. Nosotros ya teníamos bastante con ocuparnos de la parte cómica, que era lo nuestro. El único error de esta película es que Donald Crisp, que era un gran director dramático (acababa de hacer "The Goose Woman", el mejor "film" de la Paramount de aquel año), cuando se unió a nosotros sintió despertar en él una vocación de "gagman" y las escenas dramáticas ya no le interesaban, sólo las cómicas; y no era eso lo que queríamos. De todas formas, nos las arreglamos bien en aquel "film".
G.: ¿Cómo fue creando su personaje?
Todo dependía de la historia —uno no toma las personalidades y las cambia, y eso es todo lo que es un personaje—. Mis personajes se concebían según las situaciones en que habían de encontrarse a lo largo del "film". Lo que hacíamos entonces era sentar los cimientos para lo que puede llamarse material de comedia. Cuando empezamos a hacer películas largas, la construcción de la historia se hizo ya muy sólida, había que contar cosas que tuviesen más sentido. A los jefes no les gustaba que hiciésemos cosas locas —tuvimos que empezar haciendo todos los "gags" disparatados, tirarnos tartas y todo lo demás— para que las historias tuvieran sentido. Chaplin trabajaba de la misma forma. Pero cuando tuvo que hacer películas largas se encontró con un escollo que yo no tenía: él era siempre el pequeño vagabundo, siempre un desheredado. Yo, sin embargo, podía cambiar totalmente y hacer en un "film" de acaudalado millonario e ir elegantemente vestido.
He dicho ya en otras ocasiones que para nuestro tipo de cine lo ideal era partir de una situación normal, y de personajes metidos en algún pequeño jaleo, suficiente para provocar pequeñas risas; pero cuando se llegaba al rollo cuarto o quinto, sucedía siempre algo grave y la gente empezaba a reír de veras. Luego salíamos de esa situación y, por fin, las carcajadas mayores venían con el último rollo. Este era el mejor esquema.
 EL DESPLAZADO
 G.: ¿La preparación de actor de "music-hall", que tenía que llegar al cine, es muy importante para un actor cómico?
K.: ¡Desde luego! ¡Desde luego! Yo tenía veintiún años cuando entré en el cine y me había criado en el escenario.
En el "music-hall" aprendí algo que después fue decisivo en mi carrera: cuando se termina una actuación divertida, surge una risa mayor cuanto más indiferente permanezca uno. Otros cómicos parecen establecer una complicidad con el público. Fatty era de éstos. El público se reía con él; mientras que, en mi caso, el público se ríe de mí. La comicidad consiste en "hacer el tonto", y cuanto más seriamente se haga, más divertido resultará. Había un cómico, uno de los más grandes del "music-hall", al que llamaban "el gordo triste". Su verdadero nombre era Patsy Dole. Contaba sus tropiezos con una voz entristecida y una figura lúgubre. La gente se moría de risa. Si hubiese sonreído, el público quizá no le habría aceptado.
G.: ¿Cómo nacían sus personajes?
K.: Al preparar "The Navigator", por ejemplo, pensamos poner dos personas en un trasatlántico —una nave muerta, sin luz, sin agua, sin criados—. Eso funcionaba bien. Volvimos al principio del "film" para definir el carácter de mi personaje. De haber sido un obrero o un pobre diablo; no habría estado desamparado en un trasatlántico. Pero si, al embarcar, se me veía con un "Rolls Royce", con chófer, ayuda de cámara y un par de cocineros a mi servicio, el público sabría que había nacido rico y que jamás había tenido que alzar un dedo para hacer algo. Ahora bien, pongamos a estas dos personas —yo y la chica, que era también rica— en un barco a la deriva, y se revelará la incompetencia de los dos personajes. Lo mismo puede decirse de "Dough Boys". Empezamos en la oficina de reclutamiento con un personaje riquísimo, bien vestido, etc. Luego, cuando me dan el uniforme demasiado amplio para mi talle, me convierto en un desplazado, al que vivir en el cuartel y comer el rancho resulta un gran sacrificio. Mientras que si hubiese sido un vagabundo desde el principio, el rancho sería hasta una mejora en mi vida.
 DÍAS FELICES
 G.: Las escenas de batallas de "El Maquinista de La General" estaban espléndidamente rodadas, tanto como cualquier otra gran escena de batalla en una película dramática...
K: "The General" se hizo en 1926. Es un estreno de 1927. Es decir, hace unos cuarenta años. Costó únicamente 350.000 dólares y el rodaje propiamente dicho duró dieciocho semanas, pero es un "film" que no se puede imitar hoy. No se podría hacer igual por tres millones y medio de dólares. Costaría más. Yo gastaba en un largometraje normal unos 220.000 dólares. En aquella época Harold Lloyd empleaba más —casi 300.000—. De Chaplin no puede saberse con certeza, porque a veces abandonaba una película a la mitad, se daba una vuelta por Europa, vagueaba otro poco y, al fin," dos años después, acababa su película.
G.: Usted es el único gran actor cómico que al mismo tiempo era un extraordinario director. Cuando se proyectó su retrospectiva en Venecia, en 1963, vimos a muchos directores modernos asombrados ante su técnica, de la validez y vigencia de sus soluciones de puesta en escena, de la inteligencia que presidía cada faceta de la realización de sus "films"...
K.: Hace poco tuve la sorpresa de recibir, de la Cinémathèque de París, una lista que había pasado por Italia, Alemania, toda Europa e incluso América del Sur, donde se votaron directores, y yo ocupaba el lugar número catorce. Bien, creo que es maravilloso. Porque empezaba con nombres como D. W. Griffith, C. B. de Mille, Ernest Lubitsch y algunos directores extranjeros. Chaplin figuraba en noveno lugar.
En Hollywood sigo rechazando ofertas como director, porque para mí es ya demasiado trabajo. En esas películas se empieza a las ocho y media de la mañana y luego hay que ver la proyección diaria; en pocas palabras, son dieciséis horas diarias de trabajo como director, y cuando la película está terminada, hay que supervisar el montaje.
G.: ¿Difieren mucho esas condiciones de los años en que usted trabajaba allí?
K.: ¡No, no! Pero nosotros no trabajábamos como en una fábrica.
Chaplin, Harold Lloyd y yo teníamos nuestros propios estudios, aunque fuesen pequeños. Éramos compañías independientes que trabajaban allí. Y cuando hacíamos películas de largometraje, en tiempos del mudo, ninguno de nosotros tenía guion. Habría sido una pérdida de tiempo escribirlo, porque cambiábamos la historia a mitad del rodaje con suma frecuencia. En otras palabras, si algo no funcionaba como nosotros creíamos que funcionaría al rodarlo —o no resultaba tan bueno como pensábamos que iba a ser—, empezábamos a buscar el modo de eliminarlo o cortarlo por las buenas. Casi de forma accidental tropezamos muchas veces con cosas que nos proporcionaron nuestras mejores secuencias. ¿Comprenden? De haber tenido un guion lo habríamos destruido en el acto. Cuando vino el sonoro no se podía trabajar así, porque se necesitaba un diálogo escrito con antelación, y no había remedio, se precisaba tener un guion totalmente desarrollado.
G.: ¿Cuánto tiempo le llevaba hacer aquellas películas de dos rollos?
K.: Solíamos emplear tres semanas en el rodaje. Filmaba el material de cinco o seis películas de dos rollos, y en el montaje cortaba las cuatro quintas partes, para conservar sólo las mejores. Yo lo más que hice fueron ocho películas al año. No se podían hacer más deprisa, y que resultaran buenas. Y eso que trabajaba más rápido que Chaplin o Lloyd. Los largometrajes yo los rodaba en unas ocho semanas.
G.: ¿Estaba en contacto con la gente de Mack Sennett?
K.: No; nunca trabajé para Sennett. Nunca estuve en su compañía.
G.: De aquellos cortometrajes de dos rollos, ¿cuál prefiere?
K.: Uno titulado "Hard Luck" (Mala suerte). Era el corto más divertido que he rodado jamás. Pero otro que me gustaba mucho es "The Boat" (El barco): tenía mujer y dos hijos, construía una embarcación para la familia en el taller de casa y luego, para sacarla, tenía que echar abajo la fachada de la casa. Por fin, la echábamos al agua e inmediatamente nos hundíamos.
G.: ¿Y de los largometrajes?
K.: Los que prefiero son "The Navigator" y "The General".
G.: Cuando abandonó la "Metro", a principios de los años treinta, ¿pensaba en nuevos "films" con "gags" que tuviesen en cuenta la incorporación del elemento sonoro al estrictamente visual?
K.: Ninguna. Mi personaje empezó a hablar cuando era necesario. Eso es todo. Para mí el problema siguió siendo el de inventar acciones que hicieran reír, no diálogos graciosos. Esa ha sido siempre mi lucha. Cuando entré en la Metro Goldwyn Mayer, pusieron a mi disposición todo el departamento de guionistas (serían unos trescientos) y todos se dedicaron a crear "gags" para mí... Hacían demasiados; aunque parezca tonto decirlo, pero es un hecho, falseaban el juicio de mí sobre el papel que iba a interpretar.
En aquel tiempo yo le decía a Irving Thalberg, Louis B. Mayer y los demás: "La llegada del sonoro no debe alterar nuestra forma de hacer películas. No creo que el diálogo nos haga cambiar completamente, porque hay muchas situaciones donde no dejaré la pantalla silenciosa, sino que pondré música —música suave, en muy segundo término—. Abundan las situaciones donde el diálogo está de más. Si hay un hombre que me ayuda a construir un bote y él trabaja en un extremo y yo en otro, no empezamos a hablarnos de un extremo a otro, ya que estamos muy ocupados en trabajar". ¡Pero eso les habría matado del susto! Todos se dedicaron al sonoro. Querían estar todo el tiempo oyendo hablar a la gente —no sólo la música—. Cuando empezó la televisión, practiqué mis ideas deliberadamente en el nuevo medio en programas de media hora. En los primeros trece minutos y medio establecía el argumento fuese el que fuese, los personajes y todo lo demás, aderezado con alguna carcajada, y en la segunda mitad no había ningún diálogo. Contara lo que contara, no había diálogo, únicamente música —música suave— como fondo. Fue un verdadero éxito. Todavía me siguen contratando para esa clase de programas.
G.: Su personaje suele ser totalmente negado para la mecánica...
K.: Bueno, si comparamos dos cómicos diferentes nos encontramos con que, sacando a Harold Lloyd de la granja y poniéndolo en la fábrica Ford, de Detroit, Harold temía tocar cualquier cosa y para hacerlo tenían que obligarle los vigilantes. Yo, por el contrario, tengo el mismo miedo, pero doy por descontado que hay que saber hacerlo y, sin dudarlo, intento ensayar. Naturalmente, armo un jaleo enorme, y esto se debe a que no sé lo que hago, pero quiero hacerlo.
G.: En sus películas usted destruye continuamente cosas...
K.: Sí, sí. Me gusta destruirlo todo.
G.: ¿Es a causa del personaje o se debe a una inclinación personal?
K.: No, es que a mí me gusta destruir objetos.
G.: Cuando hizo aquellas películas, ¿era consciente de trabajar en una era dorada del cine cómico?
K.: Lo sigo pensando porque sólo sé una cosa: la comedia no es diferente que el drama. Los dos se basan en las emociones humanas, y estas emociones se remontan tan atrás que es inútil rastrear sus orígenes, y por eso siguen siendo buenos los argumentos de Shakespeare. Y yo sigo creyendo que lo que hacía reír al público hace cincuenta años le haría reír hoy. Las mismas cosas. Porque están basadas en emociones humanas, y éstas no cambian tan fácilmente. ¿Por qué preocuparse?
G.: Háblenos de "Film", la película que acaba de hacer en Nueva York, sobre guion cinematográfico de Beckett...
K.: La vi en Venecia hace un par de semanas. Era la primera vez que la veía y para mí sigue sin tener ni pies ni cabeza. Se supone que es un "film" artístico, pero a mí no me dice nada. Su autor es un director de teatro y nunca había pisado hasta entonces un estudio de cine.
G.: ¿Colaboró usted con él en vista de ello?
K.: ¡Bueno, le eché una mano!
G.: Volviendo a su época de Hollywood, ¿leía mucho para encontrar material para sus películas?
K.: Nosotros raramente leíamos para buscar material. Buscábamos argumentos nada comunes que nos diesen oportunidad de rodar. Yo trabajaba, por ejemplo, con tres guionistas. Uno cuenta algo y yo digo: "Eso sería un buen comienzo". Él dice: "De acuerdo. Es un buen comienzo". Yo digo: "¿Y cuál es el final?" De lo del centro no nos ocupamos. Si teníamos un buen final que redondease la historia y nos diese oportunidad de crear una excitación del público, entonces ya funcionaba aquello. Luego trabajábamos la parte central. Pero si no conseguíamos tener un buen final, de nada valía que el comienzo fuese extraordinario. Lo que hacíamos era abandonar la idea, olvidar su existencia.
G.: ¿Usted siempre ha sido su propio montador? ¿Cómo aprendió a hacerlo?
K.: Sí, siempre. Aprendí de mi propio ritmo. No tenía prisa al montar, ya que podía tomar una secuencia y dejarla deliberadamente larga; volverla a ver, y así hasta que la había afinado lo necesario. Nunca la pasaba hasta que quería. Bueno, todas las películas son lo mismo. Siempre que presentaba un "film" lo dejaba al menos diez minutos más largo de lo que yo calculaba, y así metía o sacaba material sobre el que tenía dudas.
Los efectos cómicos son efímeros, deben desencadenarse en un momento muy preciso, dejar tiempo al público para recobrarse y, según el caso, llegar más profundamente o volver a emprender la progresión. En su ritmo debe haber una precisión matemática, y ese ritmo es una ciencia cuya responsabilidad incumbe enteramente al director, montándose una película con la misma precisión, de un mecanismo de relojería.
Ejecutada demasiado de prisa, o muy lentamente, la cuestión más sencilla puede producir un efecto desastroso. Y por haber sido hechas con demasiada precipitación, ciertas escenas de gran comicidad en sí mismas no producen ningún efecto en el público.
Por lo tanto, forma parte en la interpretación de toda película cómica una ciencia del ritmo y también un gran sentido psicológico, que no debe descuidarse por ningún motivo.
G.: ¿Tenía usted su propio grupo de actores para sus películas?
K.: ¡Oh, no, no! En mis dos primeros cortos de dos rollos tuve el mismo malvado —un tipo grande, enorme— y un puñado de hombretones para las peleas y cosas así. Pero eso siempre se hacía en aquellos tiempos para las escenas ya fijas de jaleo. Un equipo normal comprendía siempre un galán, el "malo" y un puñado de pequeños papeles, guardias, etc.; dos o tres guionistas para ayudar a preparar la película, un montador, uno o dos operadores.
G.: ¿Cómo era la técnica que empleaban ustedes en aquellos días en comparación con la de otros países?
K.: Antes que Alemania hiciese "El último", de Murnau, que hizo a todos los estudios construir grúas, "dollies" y "travellings", para mantener la cámara en movimiento, nosotros acostumbrábamos a mover las cámaras antes de que se hiciera esa película, y lo hacíamos porque lo necesitábamos. Pero se supone que "Der Letzte Mann", de la UFA alemana, es responsable de esa técnica del movimiento.
G.: Las escenas de amor de sus películas son muy curiosas...
K.: En el amor nos comportábamos casi como "cow-boys"...
G.: Hace tiempo leímos una frase suya que decía: "En el cine cómico no hay lugar para el amor o la pasión"...
K.: ¡No! Lo que dije es: "Un cómico no ha de tener sexo". O, más claro aún, no debe ser consciente de ello, ya que si basa su interpretación en el sexo daña al personaje. Una de mis mejores escenas de amor de la pantalla es la de "The Cameraman". Aquella en que estamos rodando una escena y la muchacha ha tenido que venir desde Coney Island, y al volver a casa la lluvia es muy fuerte, cuando regresamos a Nueva York —ya que la atmósfera es la de Nueva York—. Es por la noche, ya tarde, y llueve a cántaros y, dejándola en la escalera de su casa, digo: "¡Adiós, buenas noches!", y nos estrechamos la mano. Ella tomaba mi cabeza en sus manos y me besaba, para luego meterse en la casa. Bajaba los escalones y estaba como si flotase en el aire. Llovía a cántaros; entonces aparece un guardia de Nueva York, que lleva sus botas puestas, su impermeable, su sombrero de lluvia y todo lo demás. Y me ve caminando como si tal cosa. Marcha a mi lado y, por fin, me hace sentarme y me mira en los ojos. Luego me hace doblar las rodillas, y todo era tremendamente divertido, muy divertido. ¡Un galán no se atrevería a hacer eso!
En "The Cameraman" hay un "gag" sensacional y es aquel en que, tras la noche entera esperando vestido a que llegue el domingo y la chica me llame, hablo con ella y sin colgar salgo disparado, cruzo calles y más calles, tropiezo con guardias y llego a casa de ella cuando aún la muchacha no ha colgado...
Y le pregunto: "¿Me has llamado?"
G.: ¿No cree que el gran cine cómico americano tuvo una enorme influencia en el esplendor de la comedia americana de los años treinta?
K.: Sin dudarlo. Aquellas películas nuestras —me refiero a las de Chaplin, Harold Lloyd y las mías— dieron más dinero que ninguna cinta dramática, y eso en el mercado mundial. Quizá en Estados Unidos hubo quien nos alcanzase. Pero en el mundo entero, nadie.
G.: ¿Cómo ve las condiciones del mundo de hoy para el cine cómico? ¿Cree que las nuevas técnicas han cambiado mucho las posibilidades para hacer un buen cine cómico?
K.: Bueno, yo he visto un par de películas de Peter Sellers y no creo que tenga la flexibilidad suficiente para ser como éramos nosotros. Es más bien un actor cómico ligero. Aunque ahora ya funciona bien. Es bueno, pero no se trata de un cómico nato. Red Skelton, sí lo era. Hoy el actor procede del teatro. El "vaudeville" y el "music-hall" han muerto. Y además, el noventa por ciento de los guionistas actuales parten de las réplicas del diálogo. Raramente inventan "gags" de acción.
G.: ¿Ha escrito algún guion en estos años?
K.: Hoy todo el mundo tiene un guion. Me entregan guiones, pero no presto mucha atención. Solamente leo la línea argumental.
G.: ¿Pensó en los años treinta en dirigir únicamente?
K.: ¡No, jamás lo he pensado!
G.: ¿Le interesó alguna vez hacer otro género de películas que el que conocemos?
K.: No, jamás lo he pensado. Nunca, ni por un momento, ni me molesté siquiera, y eso que hace años podría haberlas hecho sin dificultad.
G.: ¿Seguía usted la obra de los grandes directores, como Griffith, Stroheim, sus innovaciones técnicas?
K.: Sí; conocía bien el trabajo de los buenos directores.
G.: ¿Cómo escribía sus "gags"?
K.: Bueno, eso es algo que no puedo explicar. Se les da vueltas una y otra vez hasta que se les encuentra. Pero tengan en cuenta que yo procedía del escenario donde ya hacíamos ese tipo de comedia disparatada, violenta, y conocía muchísimos de esos trucos antes de entrar en el cine con las primeras películas de dos rollos. En nuestras películas, cuando se pensaba que un "gag" se estaba agotando se transformaba en otro. Es decir, intentábamos mantener el material en ebullición.
¿Han visto una película mía que se titula "Sherlock Junior"? En ésa sí que hay muchas cosas en cuanto a resoluciones técnicas. Es aquella en que estoy trabajando de operador en un cine y bajo al patio de butacas de mi local, subo en la pantalla y me meto en ella, en la acción que tiene allí lugar...
G.: ¿Cómo rodó ese truco? Incluso hoy esa escena sorprende por su modernidad, la dificultad que entraña y la eficacia con que está resuelta...
K.: ¡Eso es cierto! Todo Hollywood se preguntaba lo mismo cuando la hice. La gente de cine fue a verla más de una vez intentando averiguar cómo rayos se había rodado aquello. Pero me llevaría mucho tiempo explicar cómo lo hice...
G.: Es una de las grandes secuencias de toda la historia del cine...
K.: Habíamos construido una falsa pantalla de cine y metimos un decorado dentro de ese marco; la iluminación daba la ilusión de un "film" proyectado sobre una pantalla, pero los actores eran reales; yo salía de la semioscuridad y penetraba en esta pantalla iluminada intensamente; para la escena en que el decorado cambia a mi alrededor, fue cuestión de "timing", y, a cada cambio, habíamos medido la distancia entre la cámara y el lugar en que me encontraba, con una exactitud milimétrica, fijando también la altura y el ángulo exactos, de forma que la coincidencia fuera perfecta; luego cambiábamos el decorado y yo volvía al mismo sitio, lo que daba la impresión de que pasaba de un decorado a otro sin moverme... Utilizamos instrumentos de topografía para obtener una exactitud matemática.
G.: ¿Cómo ve usted la diferencia entre interpretar y dirigir?
K.: Cuando se trata de una buena película no existe diferencia entre estar interpretándola o dirigiéndola. Se reciben tantas satisfacciones de una cosa como de la otra. Pero para hacer películas divertidas uno ha de estar contento, ser feliz; nuestra vida debe de estar libre de preocupaciones.
G.: Viendo sus películas se entiende muy bien el enorme cariño que sentía por este medio único...
K.: Sí; no hacíamos las cosas con descuido. Nunca éramos descuidados. Y yo tenía fama de rodar las escenas una sola vez, hasta un extremo que nadie en el mundo del cine, fuesen películas dramáticas, comedias, "westerns" o cualquier otro tipo, ha logrado. Puedo enseñarle cualquiera de las películas y señalar el cincuenta por ciento de las escenas que son de una sola toma. Sólo se ensayaba la mecánica de la escena, especialmente para fijar por dónde entraba un personaje, por dónde salía y para que el operador se hiciese una idea. Luego, al ver la escena con espíritu observador, no parece nada mecánica.
 EL CREPÚSCULO DE LOS DIOSES
 Tras un silencio que sigue a nuestra insistencia para conocer su definición de un "gag", Buster Keaton toma una lista completa de sus películas, y dice:
K.: Louis B. Mayer me dio para hacer esta "What! No Beer?", porque la Ley Seca estaba a punto de desaparecer, y Franklin D. Roosevelt estaba a punto de ser presidente (como se sabe la primera cosa que iba a hacer era acabar con la prohibición). Era, pues, un proyecto que tenía sus días contados, pero no tenían argumento, ni historia. ¡Era una porquería! Tanto éste como otro que vino después. Además, intentaban lanzar a Jimmy Durante, porque Mayer pensaba que iba a ser un cómico cinematográfico genial. Por eso le metió en películas artísticas, trabajando conmigo —¡para aprender!—. Yo no sabía nada de esto, pero no tenía ninguna importancia, no podía tenerla. Creo que lo que intentaban era hacer dos malas películas conmigo —dos de golpe—, para poder decir que yo pertenecía al pasado y que no era rentable hacer películas conmigo ya, porque no se vendían.
G.: Sin embargo, sus películas les estaban dando mucho dinero...
K.: Hasta entonces, sí; pero esas dos me mataron totalmente para la industria del cine, porque ninguno de los grandes, ninguno de los que tenían medios, me contrataría ya.
G.: Orson Welles dice que Chaplin cortó su mejor escena en "Limelight" ("Candilejas") porque estaba usted mucho mejor que él...
K.: Es difícil creerlo, porque no tenía demasiadas risas en "Limelight" para poder permitirse desprenderse de alguna de ellas. Necesitaba todas las risas que pudiese conseguir, pero puede que hubiese algunas escenas que Chaplin cortase por alguna razón. No creo que temiese que yo consiguiera más carcajadas que él. Pero no he visto la película.
G.: ¿Tenía usted libertad suficiente para gastar el dinero necesario en cada "film"?
K.: Entonces, sí. Yo no lo malgastaba, pero gastaba lo que quería. Yo era mi propio productor.
G.: ¿Ha visto las películas de Jerry Lewis?
K.: Un par de ellas. No le sigo bien a Jerry Lewis. No me convence en una historia. Le veo más como un cómico de club nocturno, en un pequeño escenario o algo así. Pero no me creo una historia que interpreta. Ni me parece bien que haga viejos "gags". Si nosotros los hacíamos hace cuarenta años, no veo razón para que él lo vuelva a hacer hoy. En otras palabras, en una de las primeras películas que hizo llevaba un conejo con gafas y haraganeaba por el borde de una piscina, y cosas así. Es un tipo listo, pero no creo en él. No creo que se pueda contar así una historia legítima. ¡Tener un conejo holgazaneando por allí como huésped! Desde luego es divertido, pero es un chiste para hablar de ello, pero echa el realismo por la borda, lo elimina de la historia en el acto.
G.: ¿Qué actor cómico actual podría ser, según usted, tan divertido en el cine moderno como Buster Keaton y Chaplin en los años veinte?
K.: Hay uno que me gusta mucho: Dick Van Dyke. Creo que es excelente. Y hasta hace unos años, Red Skelton era el mejor. Trabajé con él bastante y le ayudé. Interpretó las nuevas versiones de dos películas mías para la Metro Goldwyn Mayer, y yo estuve a su lado en el rodaje. Hizo "The Cameraman", pero seguro que no la reconocieron. La llamaron "Watch the Birdie" ("Mire el pajarito") o algo así. Nunca establecerían ustedes una conexión entre esa película si la vieron y la que yo hice. La nueva versión murió por querer mejorar cosas. Luego, también hizo "Spite Marriage"...
G.: Pero no estaba usted allí como consejero técnico...
K.: Sí, sólo que no me iba a poner a luchar con todos los altos jefazos de la "Metro", que sólo pretendían hacerla más cara y mejor...
G.: Y las hicieron peor...
K.: ¡Eso desde luego! No se puede hacer las cosas más grandes y mejores. Lo único que puede hacerse es aumentar los costes de producción. ¡Nada más que eso! Si la historia funcionaba entonces, funcionará ahora. Eso no se mejora.
 (Entrevista recogida con magnetofón por Juan COBOS, Luis REVENGA, Miguel RUBIO y Gonzalo S. DE ERICE)
Revista “Griffith” nº 2, noviembre-1965
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isabella880 · 5 years ago
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15 Novelas clásicas que fueron llevadas al cine y resultaron ser películas exitosas
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Se suele aseverar que “el libro siempre es mejor que la película”, principalmente cuando se manejo de clásicos de la humanidades. Sin incautación, eso no siempre es cierto. A veces, las adaptaciones al cine son tan fieles al obra o, por el contrario, tan originales en su traducción rescatado, y están tan acertadamente representadas por los actores, que verlas produce la misma satisfacción que adivinar el obra.
Genial.guru recopiló algunas de las mejores adaptaciones de novelas clásicas que fueron llevadas a la gran pantalla y que vale la pena ver.
1. Cumbres borrascosas (Emily Brontë)
La trama planteada en Cumbres Borrascosas fue, para su época, sumamente polémica: una relación amorosa e incestuosa entre dos personas de clases sociales dispares. Emily Brontë, su autora, publicó esta novelística en 1847, y, a pesar del espanto causado en los críticos, con el pasar del tiempo se transformó en un clásico de la humanidades.
La primera adaptación, y incluso la más conocida, fue dirigida por William Wyler en 1939, y contó con Laurence Olivier como protagonista. La versión más reciente es la de 2011, con la dirección de Andrea Arnold, la cual es mucho más oscura que las anteriores. En total, esta novelística tiene 13 adaptaciones al cine.
2. Atrapado sin salida (Ken Kesey)
En su novelística Atrapado sin salida (1962), el autor Ken Kesey nos muestra a Randle McMurphy, un hombre que es recluido en un hospital psiquiátrico. Allí, contrariamente a lo esperado, él siembra la discordia y el desorden entre los pacientes. La inflexibilidad del nosocomio y la severa enfermera, Ratched, no hacen más que aumentar el mal clima en el división.
En 1975, el director Milos Forman consiguió hacer de su película una de las mejores adaptaciones que se hayan trillado, con Jack Nicholson como protagonista. La cinta recibió 5 premios Óscar: “mejor película”, “mejor director”, “mejor guion adaptado”, “mejor actor” y “mejor actriz principal”.
3. El Señor de los Anillos (J. R. R. Tolkien)
Si es complicado adaptar un obra al cine, hacerlo con una trilogía es un desafío de proporciones mayores. Pese a las críticas infundadas, el director Peter Jackson supo salir airoso y hacer que las películas de El Señor de los Anillos tuvieran un impacto más que positivo en el notorio.
La historia original, publicada en 1954 por J. R. R. Tolkien, acento sobre las aventuras de la Compañía del Anillo, y de la amenaza del despiadado Sauron y sus ejércitos sobre los reinos de los hombres y otras criaturas. Aunque en las adaptaciones faltaron varias escenas y personajes, las entregas cinematográficas fueron fieles a los libros y lograron reflectar la épica lucha entre el acertadamente y el mal.
4. Psicópata indiano (Bret Easton Ellis)
La novelística Psicópata americano fue publicada en 1991 por Bret Easton Ellis. La historia narra con gran detalle la vida del perjudicial en serie Patrick Bateman. Al ser tan boceto y violento, el obra provocó en la crítica reacciones dispares y dio mucho de qué dialogar.
En el 2000, la directora Mary Harron llevó al cine la historia de Psicópata americano con Christian Bale como protagonista. Al igual que en la novelística, lo boceto y manifiesto juega un papel fundamental en la cinta, lo que la convirtió en un clásico cuyas escenas aún son recordadas.
5. Drácula (Bram Stoker)
Drácula, novelística publicada en 1897 por Bram Stoker, cuenta las experiencias de Jonathan Harker, un mancebo abogado inglés, en el castillo del malvado conde Drácula, un aprovechado transilvano. Al regresar a Inglaterra, Jonathan, ayudado por su prometida, Mina, y un colección de amigos cercanos, se da a la tarea de cazar al rudo.
Drácula ha tenido múltiples adaptaciones al cine, unas más libres que otras. La traducción del director Tod Browning, estrenada en 1931, es una de las más recordadas por la interpretación del gran Béla Lugosi.
Pero, por otra parte, hubo otras tres versiones que se transformaron en clásicos. En primer división, la que lleva el título de Nosferatu, de 1922, dirigida por Friedrich Wilhelm Murnau y con Max Schreck en el papel del Conde Orlok. También destaca la versión de 1958 dirigida por Terence Fisher y protagonizada por Christopher Lee, en la cual se introdujeron los famosos colmillos del conde, los cuales no habían sido trillado antiguamente. Y, sin dudas, una de las versiones más aclamadas y admiradas por el notorio es Drácula, de Bram Stoker, estrenada en 1991 y dirigida por Francis Ford Coppola. En esta habilitación destacan los papeles de Gary Oldman, Keanu Reeves, Winona Ryder y Anthony Hopkins.
6. El sueño de una indeterminación de verano (William Shakespeare)
William Shakespeare escribió, aproximadamente del año 1595, El sueño de una noche de verano, una comedia que relata los sucesos ocurridos entre Teseo (duque de Atenas) y su esposa, Hipólita (reina amazona). Es considerada una de las piezas más populares del autor.
Aunque la obra tiene muchísimas adaptaciones, una de las más logradas es la que llevó a la pantalla el director Michael Hoffman en 1999. En esta película, la solaz de los escenarios, la fotografía, el vestuario y las actuaciones de Michelle Pfeiffer y Kevin Kline, entre otros, hicieron de esta traducción una de las más aclamadas.
7. Grandes esperanzas (Charles Dickens)
Charles Dickens publicó Grandes esperanzas como serie en una revista literaria. Desde diciembre de 1860 hasta agosto de 1861, las diferentes entregas narraban la vida de un chaval huérfano llamado Philip Pirrip hasta que se convertía en un adulto.
Con más de 250 adaptaciones al cine y al teatro, Grandes esperanzas se ha convertido en un clásico, no solamente en la humanidades. Una de sus versiones cinematográficas más conocidas fue la que dirigió Alfonso Cuarón en 1998, en la que un mancebo de bajos medios llamado Finn (Ethan Hawke) vive una historia de aprecio con Estella (Gwyneth Paltrow), quien pertenece a otra clase social.
8. Mujercitas (Louisa May Alcott)
Mujercitas es una novelística escrita por Louisa May Alcott y publicada en 1868. Cuenta la historia de cuatro hermanas (Amy, Beth, Jo y Meg), y, para su época, rompió algunos estándares establecidos sobre cómo debía comportarse una señorita. Tal fue el éxito de esta novelística, que los lectores pedían por carta a la autora que escribiera una segunda parte para conocer más de la vida de las hermanas March.
La adaptación más reciente es la dirigida por Greta Gerwig y estrenada en diciembre de 2019. Al día de hoy, continúa siendo un éxito de taquilla y cuenta con las actuaciones de Saoirse Ronan, Emma Watson, Laura Dern y Meryl Streep, entre otros.
9. Los miserables (Victor Hugo)
Considerada una de las obras más importantes del siglo XIX, Los miserables cuenta la historia de Jean Valjean, un hombre enviado a prisión por robar una mostrador de pan. Este es el disparador para que Victor Hugo, su autor, pinte un retrato detallado de la vida en Francia durante los primeros abriles del siglo XIX. Política, religión, ética, títulos y rectitud son algunos de los temas que se tratan en las más de 1000 páginas que contiene la novelística.
Convertida en un clásico de la humanidades poco posteriormente de ser publicada, ha sido adaptada en múltiples ocasiones, entre las cuales destaca la traducción que dirigió Bille August y que se estrenó en 1998. En esta película, Liam Neeson y Uma Thurman encabezan un reparto que logró traspasar la pantalla y asistir directo a las emociones del espectador.
10. Romeo y Julieta (William Shakespeare)
Otro clásico rebuscado, incluso de William Shakespeare, es Romeo y Julieta. Esta tragedia relata la historia de una pareja de enamorados que, pese a la competición de sus familias, decide casarse y entablar una vida juntos. Sin incautación, al aumentar cada día más las rivalidades y las disputas familiares, los jóvenes terminan eligiendo el suicidio antiguamente que habitar separados.
Al igual que otros clásicos, tuvo su particular traducción emplazamiento Romeo + Julieta, de William Shakespeare de la mano del director Baz Luhrmann, la cual fue estrenada en 1996. El división seleccionado para ambientar esta traducción rescatado fue la ciudad de Verona Beach, y se desarrolla en la ahora, donde los jóvenes enamorados son interpretados por Claire Danes y Leonardo DiCaprio.
11. La perduración de la inocencia (Edith Wharton)
12. Matar un ruiseñor (Harper Lee)
La novelística de Harper Lee, Matar un ruiseñor, fue publicada en 1960, y no tuvo que esperar mucho para convertirse en un clásico y acoger las mejores críticas. Aunque acento sobre temas polémicos como la desigualdad étnico, incluso tiene toques de humor y calidez a lo grande de sus páginas.
Solamente dos abriles posteriormente, en 1962, el director Robert Mulligan estrenó su adaptación cinematográfica con Gregory Peck como protagonista, interpretando el papel de Atticus Finch, abogado y padre de comunidad viudo, con dos hijos.
13. Fahrenheit 451 (Ray Bradbury)
La originalidad de la novelística de ciencia ficción distópica Fahrenheit 451, escrita por Ray Bradbury, es reconocida incluso hoy. En una sociedad donde está prohibido adivinar libros, existe un colección de bomberos que ignición las obras para que la parentela no las lea de modo clandestina. Uno de sus miembros se replantea su rol en la sociedad y se une a la resistor, otro colección de personas que memoriza los libros para que su contenido no se pierda. El título de la obra se explica porque el papel arde y se ignición cuando la temperatura del fuego llega a los 451 °F (escalera Fahrenheit).
La adaptación de 1966, dirigida por François Truffaut, es muy fiel a la historia flamante y fue protagonizada por Oskar Werner, Julie Christie y Cyril Cusack.
14. Hamlet (William Shakespeare)
Si de clásicos hablamos, Hamlet es uno de los más reconocidos en la historia de la humanidades. Nuevamente, William Shakespeare nos cuenta la historia del príncipe Hamlet de Dinamarca, quien se encuentra consumido por la depresión tras la homicidio de su padre a manos de su hermano, Claudio. Una indeterminación, el espanto del hombre se le aparece, revelándole los detalles de su homicidio y pidiéndole venganza. Dolor, demencia, desesperación e ira son algunos de los estados por los que pasa el protagonista durante esta tragedia.
En 1948, el actor Laurence Olivier protagonizó y dirigió la adaptación al cine. La película fue tan exitosa que fue premiada con varios Óscar en 1949: “mejor película”, “mejor actor”, “mejor dirección artística” y “mejor diseño de vestuario”. Además, en el mismo año ganó varios premios más, como el Globo de Oro y el BAFTA.
15. Moby Dick (Herman Melville)
Moby Dick, novelística publicada en 1851 por el escritor Herman Melville, narra las aventuras de un barco ballenero comandado por el Capitán Ahab. El obra, por otra parte de tener como hilo argumental la persecución de Moby Dick, relata con fasto de detalles la actividad de caza de ballenas en el siglo XIX, y la dura vida de los pescadores en las aguas.
Su habilitación más reconocida al cine llegó en 1956. Esta versión de Moby Dick fue dirigida por John Huston y protagonizada por Gregory Peck. La película ganó diversos premios a “mejor director” y “mejor actor de reparto”, entre otros.
¿Has ilustrado alguna de estas novelas y trillado sus adaptaciones? ¿Cuál de ellas te gustó más? ¿Qué otros ejemplos de películas que casi superaron a los libros conoces? ¡Cuéntanos en los comentarios!
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bloglivre-blog · 5 years ago
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Caça às bruxas: diretor da Funarte chama Fernanda Montenegro de “sórdida” e “mentirosa”
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Caça às bruxas: diretor da Funarte chama Fernanda Montenegro de “sórdida” e “mentirosa”
Considerada uma das grandes damas do teatro brasileiro, a atriz Fernanda Montenegro se tornou alvo de críticas do diretor do Centro de Artes Cênicas (Ceacen) da Funarte. O dramaturgo Roberto Alvim, nomeado por Jair Bolsonaro e discípulo de Olavo de Carvalho, resolveu atacar atriz pelas redes sociais. O texto foi motivado pela recente capa da revista Quatro Cinco Um, que mostra a atriz vestida de bruxa numa fogueira de livros.
“(…) hoje Fernanda saiu na capa de uma revista asquerosa de esquerda, amarrada como uma bruxa prestes a ser queimada em uma fogueira de livros… NADA pode ser mais INFANTIL, MENTIROSO E CANALHA do que o que essa senhora diz na referida matéria”, escreveu o encenador com palavras destacadas em letras maiúsculas.
A matéria intitulada As Bruxas Estão à Solta fala sobre três lançamentos que trazem visões diferentes sobre a história da bruxaria e fazem conexões com o tempo presente. Fernanda Montenegro participou do ensaio fotográfico que ilustra o texto sobre a ideia da bruxaria sendo explorada em três tempos distintos.
Símbolo da identidade nacional e com reconhecimento em todo o mundo, Fernanda Montenegro foi ofendida por Roberto Alvim que disse ainda que a classe teatral é “radicalmente podre”. Ele acrescenta que gente “hipócrita e canalha” propaga agendas progressistas, violando uma “sagrada herança judaico-cristã”.
O diretor do Centro de Artes Cênicas da Funarte – que se apresenta no Facebook como “dramaturgo, professor de artes cênicas e diretor de teatro/cristão, nacionalista e conservador” – também afirmou estar em “guerra irrevogável” com a classe artística “que tentou, com suas obras demoníacas, adoecer a população brasileira nos últimos 30 anos”.
Após a repercussão negativa, Rodrigo Alvim voltou a tratar do assunto no mesmo tom agressivo: “Sites, blogs e páginas da classe artística, além de inúmeras postagens, afirmam que sou ‘grosseiro’ e que tenho que ‘respeitá-la’, me xingam de tudo que é nome e exigem que eu me retrate e que seja demitido do cargo de diretor de Artes Cênicas. Fernanda MENTE escandalosamente, deturpa a realidade de modo grotesco, ataca o presidente e seus eleitores de modo brutal, e eu sou grosseiro e desrespeitoso, apenas por ter revidado a agressão falaciosa perpetrada por ela?”
Prestes a fazer 90 anos, Fernanda Montenegro se mantém como um sopro de cultura e inteligência! Ela é a própria arte, a arte que resiste, a arte que se reinventa para sempre encantar, chocar, provocar reflexão. Agora… https://t.co/eKM675PFFh
— Patricia Pillar (@patriciapillar) September 23, 2019
Xingar Fernanda Montenegro é como xingar a mãe. Mãe do Brasil, mãe da nossa arte, da nossa cultura. Esse verme q hoje está diretor da Funarte não merece nem q eu diga seu nome. Fernanda Montenegro é patrimônio nosso! Respeito!
— Teresa Cristina (@1TeresaCristina) September 23, 2019
A classe artística reagiu às falas do diretor do Ceacen nas redes sociais, por meio sobretudo de associações teatrais, defendendo Fernanda e pedindo o afastamento de Alvim. Em comunicado, a Associação dos Produtores de Teatro (APTR) repudiou as declarações do dramaturgo.
 “Como cidadão, o Sr. Roberto Alvim pode expressar opinião, independentemente do campo social, cultural e ideológico. Já como gestor público de relevância nacional – ou seja, representando o país como um todo – o mesmo deveria atentar-se à natureza do seu cargo, pautando-se pelo respeito à classe que representa e aos profissionais consagrados por sua atuação”, esclareceu a APTR em trecho da nota divulgada.
Há 20 anos, a grande Fernanda Montenegro, era a primeira e única brasileira indicada do Oscar de Melhor Atriz, por Central do Brasil (1998). Dirigido por Walter Salles, o filme conta a história de Dora (Fernanda Montenegro), uma amargurada ex-professora, ganha a vida escrevendo cartas para pessoas analfabetas, que ditam o que querem contar às suas famílias.
No dia que Fernanda Montenegro teve seu nome mencionado por Jack Nicholson na cerimônia do Oscar e apareceu divina e elegante no telão ao lado das talentosas Gwyneth Paltrow (vencedora por sua atuação em Shakespeare Apaixonado), Cate Blanchett (Elizabeth), Meryl Streep (Um Amor Verdadeiro) e Emily Watson (Hilary e Jackie) indicada ao maior prêmio do cinema, muitos brasileiros se sentiram orgulhosos. Apesar do Oscar ter sido tirado das mãos da atriz brasileira, Fernanda Montenegro ganhou o prêmio de melhor atriz no Festival de Berlim. O filme foi o melhor do ano em Berlim e o melhor em língua estrangeira no BAFTA e no Globo de Ouro.
Infelizmente, no momento atual, quando o assunto é a nossa política o sentimento é inversamente proporcional ao que os artistas brasileiros sempre proporcionam. Apesar da vitória, até agora parece, entretanto, que Bolsonaro continua em campanha eleitoral, dialogando só com o grupo de radicais de extrema direita e estimulando a perseguição de opositores nas suas falas como chefe de Estado brasileiro.
O PT não chegou ao poder mostrando que fez obras e etc. Eles chegaram dominando: -EDUCAÇÃO -CULTURA -MEIOS DE COMUNICAÇÃO
Vamos melhorando o Brasil, mas sem deixar de lado estas 3 áreas, pois se a esquecermos eles voltarão e nada adiantou melhorar o Brasil, pois eles destruirão.
— Eduardo Bolsonaro🇧🇷 (@BolsonaroSP) September 22, 2019
A manutenção do clima de guerra cultural é feita com a indicação de olavistas principalmente para órgãos ligados às áreas da Cultura, Educação e Comunicação. O próprio deputado federal Eduardo Bolsonaro (PSL-SP), o filho Zero 3 do presidente Jair Bolsonaro e escolhido pelo pai para ser embaixador do Brasil nos Estados Unidos, já revelou o seu projeto de dominação para essas áreas.
Obscurantismo, ignorância, moralismo e fundamentalismo religioso finalmente mostram suas garras sinalizando que as trevas já dominam o poder do Estado brasileiro. A banalização do discurso de ódio na arena política; a promoção de linchamentos virtuais de personalidades pela rede bolsonarista ‘jacobina’ de MAVs (Movimento Ativista Virtual) são cada vez mais frequentes; o fantasma da censura volta a assombrar e o extermínio de moradores das favelas como parte dos “danos colaterais” da política de segurança pública no estado do Rio de Janeiro apontam que com Bolsonaro o país caminha rapidamente para o colapso social.
Em Fahrenheit 451, romance distópico escrito por Ray Bradbury, é apresentada uma situação em que os livros foram deixados de lado pela sociedade, cada vez mais fútil e desinteressada. Nesse cenário distópico, as pessoas vivem imersas em seus mundos próprios; dormem a base de remédios como é caso de Mildred, a esposa do bombeiro Guy Montag; são alimentadas e manipuladas pelas grandes telas de TV e rádio.
Nessa sociedade do futuro que baniu todos os materiais de leitura, o trabalho dos bombeiros é manter as fogueiras a 451 graus: a temperatura que o papel queima. Porém, um bombeiro começa a repensar sua função ao conhecer uma jovem que adora livros. A amizade com Clarisse desperta nele o espírito “questionador”, que muda completamente o curso da sua vida. O fato que desencadeia essa “rebeldia” em Montag é quando ele vê uma mulher sendo queimada viva para não se desfazer da sua biblioteca. Afinal, o que os livros trazem? Por que é proibido lê-los?
A foto de Fernanda Montenegro como bruxa na fogueira de livros é um tapa na cara do governo fascista e ignorante vigente. A atriz interpreta três diferentes bruxas no ensaio fotográfico concebido por Luciano Schmitz, diretor criativo da Quatro Cinco Um. Serviram de inspiração para a sessão de fotos: As Bruxas de Salem (peça escrita por Arthur Miller em 1953), Joana D’Arc e a mulher queimada no romance distópico Fahrenheit 451 – de onde também vem o nome da publicação.
“Eu não poderia ser leviano a ponto de representar uma bruxa sem ter em mente a caça a elas que sempre existiu e que está muito forte hoje na cultura brasileira. Ver como bruxa qualquer pessoa que questione, que saia do lugar-comum, do que é o ‘correto’, não é novidade, é algo que sempre existiu e a história nos mostra isso”, diz Schmitz.
Fernanda Montenegro deu uma surra nos fascistas ao posar altiva, elegante e com o olhar brilhante celebrando seus noventa anos e o lançamento do seu livro de memórias Prólogo, ato, epílogo pela Companhia das Letras. Apesar das táticas rasteiras de disputa da hegemonia cultural, o legado da grande dama do teatro brasileiro é inabalável e envelhecer como Fernanda Montenegro é um mérito cármico.
Para Pedro Granato, coordenador dos Centros Culturais e Teatros da Secretaria Municipal de Cultura de SP, um gestor no cargo que Alvim ocupa “não pode dar declarações de ódio”. “Por um lado, é uma coisa profundamente infantil, de chamar a atenção. Então, ele pega uma pessoa como a Fernanda Montenegro, que não preciso nem defender, porque é uma atriz soberba e reconhecida mundialmente. Agora, a questão não é nem discutir o ataque, mas nos perguntarmos quanto tempo essa infantilidade vai durar num cargo público, porque tem coisas que ele não pode fazer, por ser ilegal”, declarou Granato para o jornal O Globo.
Após as revelações da #VazaJato (série de reportagens realizada pelo site The Intercept Brasil, em parceria com diversos veículos de comunicação, com base em mensagens vazadas de autoridades brasileiras envolvidas na Operação Lava Jato), a Lava Jato – antes vista como uma tábua de salvação de um povo à deriva num país afundando no mar de lama – foi “o ovo da serpente” do fascismo no Brasil.
Casos de ameaças e agressões por motivações políticas aumentaram após a vitória de Jair Bolsonaro. O efeito Bolsonaro desencadeou uma onda de violência e perseguição contra artistas, jornalistas, professores e minorias (indígenas, defensores dos direitos humanos, ativistas ambientais, gays) no país. Artistas como Fernanda Montenegro, Chico Buarque, Wagner Moura e outros realizadores que se esforçam para produzir audiovisual no Brasil, BNegão, entre outros, mostram que será difícil calar a voz da resistência contra o fascismo, indispensável para manter e recuperar a nossa jovem democracia.
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Ryan Reynolds: Deadpool es un idiota disfuncional que se conforma con mejorar
Madrid, 7 may (EFE).- El actor canadiense Ryan Reynolds presentó hoy en Madrid la secuela de su adaptación al cine del personaje de cómic de Marvel Deadpool, un "idiota disfuncional" que se ríe de sí mismo, un antihéroe que se conforma "con ser hoy un poco mejor que ayer, como nosotros". "Deadpool es un personaje de moral flexible que no quiere hacer el bien, sino que lo hace a regañadientes; no es virtuoso, no es Superman ni Capitán América. Pero eso le hace único, interesante, le quieres. Quieres a un tipo que mete la pata cuando lo que prima es ser perfecto y dar la versión mejorada de uno mismo", explica Reynolds. El actor, protagonista, productor y guionista de "Deadpool 2", se explicaba así en un encuentro con la prensa celebrado hoy en Madrid al que acudió acompañado de Josh Brolin, intérprete de Cable, el malo de la cinta, que curiosamente también es el malo de "Avengers: Infinity War". "Para un actor es divertido hacer cosas así; parece que este tipo de películas no requieren interpretación, pero yo veo que piden más concentración, más imaginación y más convicción", dijo el californiano, "feliz" de que le llamen para hacer cintas de superhéroes a los 50 años. "A mi edad -se ríe Brolin- no me importa nada de eso, es una decisión personal pasármelo bien cuando voy a trabajar". "'Thanos' -el malo de "Avengers"- es como volver a hacer teatro en Nueva York o releer las novelas de Ray Bradbury. Es un músculo que tenía poco usado, pero poco a poco me encuentro mejor en medio de monologuistas y cómicos. Pienso seguir, a no ser que esto sea un fracaso rotundo", bromeó. Porque las bromas pesadas, las risas y los comentarios "poco académicos" que se repetían en la película marcaron también las respuestas a la prensa; el espíritu de Deadpool sobrevolando la sala. Dirigida por David Leitch, responsable de "John Wick" (2014) y "Atómica" (2017), entre otras, "Deadpool 2" es la secuela de la primera, estrenada en 2016, que resultó ser un éxito de público -recaudó más de 837 millones de dólares- y de crítica, ya que fue la primera de superhéroes en ser nominada a los Globos de Oro. "Deadpool habita un espacio que nadie más ocupa, es cómico, se dirige directamente al espectador y piensa como él, rompe la cuarta pared y otras muchas barreras, algo impensable en el universo Marvel y DC; creo que ellos cuentan la historia que quieren los fan y eso les limita. Por eso Deadpool es más real", apunta el canadiense. No obstante, Reynolds opina que "cualquier cosa que tenga éxito en Hollywood se fotocopia hasta volverlo irreconocible", pero Deadpool no ha dolido a "la gran máquina de Marvel" porque "llevan una década haciendo lo suyo y lo hacen mejor que nadie". La película comienza con el personaje reventado en trozos después de un intento de suicidio provocado por la muerte de su novia; su amigo X-Men Coloso recoge los pedazos y lo recompone, en un intento más de que el antihéroe se incorpore al grupo de los mutantes invencibles. Pero Deadpool es incapaz de seguir las normas. La película es también un continuo disparate de bromas contra los X-Men. "Lo mejor de la película es que todo es ofensivo. En estos tiempos de opresión en los que no se puede decir que piensas que algo está mal, que no se puede juzgar, lo bonito es reirse", apunta Brolin, nominado al Óscar por "Harvey Milk" (2008). Y continua: "La calificación de la cinta es de adulto, así que vamos a ser macarras y decir lo que queramos. Llevo tiempo viendo que hasta los cómicos tienen miedo, pero luego llega Ricky Gervais y le da todo igual. Esa libertad, ese humor descarado de quien se ríe de uno mismo es precioso, es saludable y rompe la tensión". "Yo nunca he encontrado un papel que me haya dado tanta libertad como este", remata Reynolds. El actor reconoce que hay cintas que incorporan ese humor irreverente de Deadpool, pero "sin esa calificación para mayores de 18 no se puede llegar arriba". En esa línea de "chicos malos", Reynolds concede que un encuentro entre Deadpool y Donald Trump sería "muy feo", primero, porque Deadpool es canadiense y "querría hablar de aranceles". Pero sobre todo, porque "no le interesa la política, solo crear tragedia: se me ocurre que le podría arrancar la peluca, creo que haría lo que menos te esperases, así es él, impredecible". EFE aga/jlg/cr
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