#El misterio del dragón
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BkDk quieren buscar mayor información sobre la leyenda de OFA, pero para eso Izuku tendrá que camuflarse como alguien del clan dragón para poder entrar. En el camino este no será el único misterio que deberán resolver.
En uno de los comics que he hecho hace años se hablaba sobre la ceremonia de unión que menciona Katsuki, que es el equivalente al matrimonio en su clan. Katsuki ha visto unas cuantas a lo largo de los años, por lo que se le hizo algo familiar ese momento de realizar marcas con pintura a la otra persona.
Junio 2022
#BKDK#勝デク#BNHA#MHA#Deku#bakudeku#Bakugou#BkDkBk#draw#kacchan#my art#myheroacademia#midoriyaizuku#bakugoukatsuki#fantasy au
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NOVEDADES ROLERAS
Les queremos comentar que se ha actualizado la zona de directorio, borrado los inactivos, dado una oportunidad a los que aun tienen al menos 2 conectados y por supuesto, añadido a los nuevos.
FOROS NUEVOS (desde que actualizamos): ¡Nos alegra ver que ya esten aquí, les deseamos todo el éxito!
Anima Pneuma : Foro semiprivado - Fantasía - Pb animado - @anima-pneuma
Austenland - Pb real - Época Victoriana - @austenland-rpg
Blessing disguise - Pb real - Universitario - @blessingindisguise-rpg
Blue Flames - Pb animado - Academía de exorcistas - @blueflames-foro
Fate Light of extinction : Reapertura - Pb animado - Basado en Fate - @fateloe
Fate Stygian skies : Pb animado - Basado en Fate - @fate-stygianskies
Legends of Tamriel - Pb animado - Basado en : The Elder Scrolls V: Skyrim - @porgrp
London University - Pb real - Universidad - @londonuniversityrpg
New Americana - Pb real - Realista y misterio - @new-americana-rpg
The poisoned throne : Reapertura - Pb real - Basado en la Casa del Dragón
CAMBIOS DE SKIN ¡Cositas nuevas para observar!
Dixinmortal - ¡Ve a mirar que precioso es el nuevo! - @dixinmortal
Odissey rpg - Un nuevo estilo decora el foro ¡Aún no lo has visto!
DC New Frontier - ¡Pero que hermosura!
FOROS PRÓXIMOS: ¡Esperamos que lleguen pronto y les vaya de maravilla!
Synnara rpg - Fantasía - @synnara-rpg
Golden Blood - Canción de hielo y fuego: Torneo de Harrenhall
Next Life online : Apertura en agosto - @next-life-online-rpg
Pokémon Astria - @pkm-astria-rpg
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Solo fotos viejas de un eclipse de luna del 2019 o 2021, no recuerdo bien, ni anoté la fecha. Fue un espectáculo muy bello, aunque no se trate de una bonita luna creciente dorada, como la descrita por W. Ospina en el poema que comparto como acompañamiento.
La Luna del Dragón
Hablábamos de los dones de la tiniebla. De los amores muertos. Cuando se perfiló sobre el Oeste El oro espeso de la media luna. "Mira: es la Luna del Dragón" me dijiste. Y los dos la miramos como si algo terrible pesara sobre el mundo.
El hemisferio gris parecía lleno de hondos presentimientos. No había una estrella sobre el mar en calma de humaredas y torres.
Nadie dijo: "Es la luz que hace al Dragón visible". Nadie dijo: "Es la casa donde el Dragón habita". Nadie dijo: "Es la luna que ampara a los dragones" Miramos simplemente el cuerno rojo. La sobrehumana forma que doblegaba al cielo. Y pensamos acaso en los terrores de la culpa y la fiebre.
"Sólo es la Luna del Dragón" me dijiste. Pero algo negro ascendió de mi infancia y di gracias a Dios de no estar solo.
Seguimos en silencio Mientras las nubes negras cercaban en la hondura Aquel objeto de alta magia y belleza. "Tal vez el nombre viene de las baladas celtas". "Yo no sé por qué pesa y aflige como un sueño".
Era la Luna del Dragón, y nadie parecía comprenderlo. Iban las multitudes, bulliciosas, urgentes, Atentas sólo a su pequeño misterio, Mientras sobre las hondas avenidas un oro atroz vertía su intemporal influjo, y algo terrible y bello batía sus alas rojas como un polvo impalpable sobre las tristes tierras.
William Ospina
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SANGRE DE DRAGÓN
Aegon lucía hermoso frente a ella. Su cabello había sido trenzado con esmero, cada mechón perfectamente colocado, y vestía la ropa tradicional para una boda valyria. Los tonos rojo y blancos de su atuendo resaltaban la palidez de su piel. Aegon giró para verla, sus ojos brillando con emoción, y Alicent sonrió, contagiada por la alegría que su hijo emanaba, ignorando la creciente inquietud que sentía.
Las paredes enormes y oscuras del castillo de Rocadragón le causaban escalofríos. La opresiva arquitectura y la sensación de antigüedad impregnaban cada rincón del lugar, recordándole constantemente las historias de dragones y los concilios de guerra que habían tenido lugar allí. La neblina que los había rodeado desde el momento en que pisaron la isla incrementaba su sensación de desasosiego, envolviendo todo en un velo de misterio y peligro.
A pesar de todo, la vista de su hijo feliz opacaba sus temores. Aegon estaba radiante, su felicidad palpable en cada movimiento, y eso llenaba el corazón de Alicent de una mezcla de orgullo y alivio. Había luchado tanto para protegerlo y asegurarse de su bienestar, y ahora verlo así, tan pleno y contento, hacía que se sintiera en paz. La preocupación y el miedo que Rocadragón le causaba se desvanecían ante la visión de Aegon, tan sereno y seguro de sí mismo en ese entorno intimidante.
Alicent se levantó del sillón en el que estaba y se acercó a su hijo. Con la ternura que solo una madre puede mostrar, acarició con cariño la cabellera plateada de Aegon y plantó un beso sobre su frente. Mientras sus labios rozaban la piel de su hijo, sus pensamientos volaron a la conversación que había tenido con Daemon. La ansiedad sobre la seguridad de Aegon no se iba por completo, una sombra persistente que empañaba su felicidad.
Le dolía reconocer que su hijo ahora confiaba más en Daemon que en ella. Hablar sobre sentimientos, sueños y deseos era algo que Aegon hacía con Daemon, no con ella. Esa realidad rompía su corazón, pero por ello, debía creer en la palabra de Daemon. Debía creer que su hijo no quería el trono, que no deseaba la corona. Era una verdad que debía aceptar, aunque su mente se resistiera.
Pensó en su padre, Otto. Estaba segura de que él no estaría feliz con la unión que se llevaría a cabo, ni con el cambio de planes que ella misma se había tomado el atrevimiento de realizar. Su padre había sido siempre un estratega, moviendo piezas en el tablero de la política con una precisión fría y calculada. Sabía que la decisión de Aegon de unirse a Daemon iba en contra de todo lo que Otto había planeado.
Ser consorte no había sido tan malo para ella, pero a menudo pensaba en cómo habría sido su vida sin todas las conspiraciones que ella y su entorno se habían dedicado a crear. La tranquilidad que podría haber tenido sin esas intrigas era algo que anhelaba. Además, habría sido mejor si el título que recibió hubiera sido acompañado por el amor del rey, algo que nunca llegó.
Admitía que su hijo, aunque inteligente, no tenía lo necesario para ser rey. Esa realidad era algo que Alicent siempre había sabido en lo más profundo de su corazón, aunque admitirlo en voz alta era una herida que no cicatrizaba. Era demasiado bueno, demasiado suave con todos. Esa bondad y suavidad eran cualidades admirables en un hombre, pero no en un rey. Aegon carecía de la dureza necesaria para gobernar, la capacidad de tomar decisiones difíciles y, a veces, despiadadas.
Pero Daemon Targaryen no. Nunca había imaginado a Daemon como rey, y mucho menos había imaginado estar de su lado. Pero fue la conversación que tuvieron lo que la llevó a comenzar a mover de nuevo las piezas en el complejo tablero político. La certeza de que Rhaenyra no tocaría a Aegon si Daemon estaba a su lado, y mucho menos si Daemon tuviera más poder del que tenía ahora, fue lo que la impulsó a cambiar de estrategia.
Ser consorte no sería difícil para Aegon. Él tendría felicidad, y tendría a un esposo que lo amara. Quería eso para él, más que cualquier corona o trono. Las conspiraciones ya habían causado estragos por todo Poniente, y a ella no le molestaría causar más si eso significaba asegurar la seguridad y la dicha de su hijo. Siempre había sido paciente, una cualidad que compartía con Aegon. Sabía esperar, y sabía que las semillas que había sembrado antes de viajar a Rocadragón crecerían fuertes, capaces de resistir cualquier cuestionamiento.
Miró a su hijo a los ojos y vio la esperanza y la confianza que él depositaba en ella. Esa mirada le daba fuerzas para seguir adelante con su plan, para enfrentar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.
Su padre siempre había sido un hombre de visión clara y metas definidas, y Daemon nunca había encajado en su esquema. Otto Hightower había planeado cada movimiento con precisión, buscando siempre el máximo beneficio para su familia. Pero a Alicent ya no le importaban las conspiraciones de su padre. Todo lo que importaba era Aegon. Él valía cualquier sacrificio que tuviera que hacer.
Sonrió con ternura ante la visión que tenía frente a ella. El sacerdote de Rocadragón hablaba en el idioma ancestral de los Targaryen, una lengua que ella no entendía, pero que añadía un aire de misticismo a la ceremonia. Todo le resultaba mágico, como un sueño hecho realidad. Presenciar la boda de su primer hijo era algo maravilloso, y su corazón se hinchaba de amor al verlo tan solemne en ese momento.
Aegon lucía majestuoso. Su semblante irradiaba felicidad y determinación, y Alicent no podía evitar sentir orgullo. Sin embargo, su rostro mostró una mueca de sorpresa y desagrado cuando vio a la pareja hacer cortes en sus palmas y beber de sus sangres. No había imaginado que cuando Daemon dijo que unirían sus sangres sería de una manera tan literal.
Alicent mantuvo su compostura, a pesar de la inquietud que el ritual le provocaba. La magia antigua de los Targaryen, sus costumbres y tradiciones, siempre la habían dejado un poco incómoda. Pero ese día, todo eso quedaba eclipsado por ver que su hijo había encontrado su lugar en el mundo, un lugar donde sería amado y protegido.
Los votos intercambiados en valyrio parecían envolver a Aegon y Daemon en un lazo invisible, uniendo sus destinos de una manera que Alicent solo podía intuir.
Observó cómo ambos se miraban a los ojos, sus manos unidas y las sangres mezclándose en un símbolo de su unión eterna. La devoción y la firmeza en sus rostros le dieron a Alicent una renovada determinación. Tenía que creer en la promesa de Daemon, tenía que confiar en que esta unión era la mejor opción para todos ellos.
Aspiró profundamente el olor a azufre que emanaba de la isla, una fragancia acre que se entremezclaba con el aire salado del mar. La neblina, espesa y escalofriante, se cernía sobre ellos.
Su deber continuaba, y ahora más que nunca debía iluminar el camino.
#house of the dragon#daegon#fanfic#asoiaf#a song of ice and fire#daemon targaryen#aegon ii targaryen#omegaverse
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Bienvenido, valiente viajero, al umbral del mundo de Halesia, un reino suspendido en el tiempo, donde la magia teje la trama de la existencia junto a la espada y la sombra. Este es un mundo de contrastes deslumbrantes, donde la belleza puede ser tan arrebatadora como el terror profundo, donde lo maravilloso y lo macabro danzan en un abrazo eterno. Aquí, en este tapiz medieval de fantasía, conviven criaturas de leyenda y seres de carne y hueso, desde los altivos elfos hasta los enigmáticos hombres dragón, pasando por los valientes habitantes del norte, las misteriosas sirenas y tritones, cada uno portando orgullosamente su estandarte único en este mosaico de vida.
La alta sociedad, ensimismada en su esplendor y vanidad, se pasea por Halesia con la indiferencia de los dioses, ajena a los horrores que acechan en las sombras, preocupada únicamente por superar a sus pares en ostentación y lujo. Mientras tanto, fuera de esos círculos de opulencia, valientes y temerarios se enfrentan a los terrores desconocidos, luchando una batalla interminable contra aquello que busca desgarrar el velo de la realidad.
Los dioses, lejos de ser meras figuras de culto relegadas a los altares polvorientos, observan atentamente el devenir de Halesia. Sus ojos todo lo ven, y su favor, o su ira, puede cambiar el destino de mortales e inmortales por igual. Temer su poder es sabiduría, pues su bendición puede elevar a los cielos tanto como su maldición puede arrastrar a las profundidades del olvido.
Pero la pregunta que resuena en los ecos de este antiguo reino es... ¿Quién eres tú en este vasto mundo? ¿Qué vientos te han traído a estas tierras de esplendor y sombras? Y, lo más crucial de todo, ¿posees el valor para recorrer los caminos de Halesia, para enfrentarte a sus maravillas y horrores, para forjar tu leyenda en este mundo de inagotable misterio?
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MOD CC: Black dragon tribal tattoo (Sims 4)
3 tribal tattoos with dragons, arms, back and chest
Male
Teen to Elder
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Pero eso no es todo. Este tatuaje tribal de dragones no solo es un símbolo de valentía, ¡sino que también cuenta una historia fascinante! A medida que tus Sims avanzan en su vida, el tatuaje evolucionará, creando una conexión profunda entre el Sim y su tinta. Cada cambio en el tatuaje narrará los logros y desafíos del Sim, transformándose en una representación visual de su viaje personal
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Había sido hombre de poderes y misterios, era cosa de no creer. Su mirada abría o cerraba heridas y despertaba o desmayaba bichos y cristianos. En un clavar de ojos dejaba bobos al potro más bravío y al toro más toro.
Ventura, el vaquero andante de Minas Gerais, pasaba como viento. Tenía muchos rumbos y muchas mujeres y casa ninguna.
Se le conoció un solo amigo, que los dos fueron tientos del mismo lazo.
Deambulaban por el secarral. Llevaban varios días sin probar bocado. Defendiendo alguna causa perdida, se habían quedado sin caballo y sin rumbo. Nada para comer: lagartijas, espinas, arbustos sin fruto ni sombra. Ventura tenía costumbre, pero su amigo no daba más. Y cuando el amigo se tendió a morir en aquellas soledades, Ventura se hizo tigre para salvarlo del hambre. Antes de entigrarse, entregó al amigo una hoja azul, con puntas de estrella, que no era hoja de árbol conocido, y le dijo:
—Cuando vuelva, me pondrás esta hoja sobre la lengua.
Y le dijo que no había otra manera de desentigrarse.
Se fue lejos, pasó la noche cazando.
Regresó al alba, con la primera luz blanca, cargando un venado sobre el lomo. Cuando el amigo lo vio venir, cuando vio venir al tigre aquel con las fauces abiertas, huyó despavorido. El tigre lo miró correr. No lo persiguió.
Por donde él andaba, nada vivo quedaba. Partía las piedras, demolía los montes, desplomaba las barrancas. Echado entre los altos pastos, el tigre alzaba la cabeza y olía el viento y rugía su rabia triste; y nadie dormía.
Fue largo el acoso. Un ejército de buitres, que le seguía las huellas, delataba su paso al ejército de hombres que se lanzó tras él.
Y el cerco se fue cerrando, sudor de caballada, estrépito de avíos de guerra, trueno de voces y ladridos, hasta que una noche de luna el tigre pegó su último salto, en el aire alto, y bramó y cayó. Y ya estaba muerto de mucho balazo cuando el amigo de Ventura le hundió el caño del fusil en la boca y apretó el gatillo.
Muy lejos de allí, Ventura despertó. Despertó todo sucio de sangre seca y atormentado de dolores desde el sombrero hasta los pies.
Hasta respirar dolía. Caminar fue muy difícil, enorme sombra tambaleante, y recordar fue muy difícil. ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quién? Luna alta, mala luna. Había caído la noche, dentro de él había caído la noche, y la noche ya no era la hora del amor ni de la guerra. Sus ojos habían perdido el habla, y sólo tenía oídos para las goteras de la muerte. Puta vida, vida sin fuego. ¿Sobreviviendo? Sobremuriendo. Quiera Dios soplar esta ceniza.
Blanco de polvo, negro de mugre, rojo de sangre, viene Ventura por el callejón. Pesado de dolores, arrastra los pies. Mal cargan las piernas este demolido cuerpo de gigante. Ventura atraviesa el mercado, sordo al clamor de las vivanderas, y pestañeando vislumbra, allá, al fin de todo, la cantina. La cal de la cantina brilla al pie de la cresta de dragón de los cerros, y más acá brillan de sudor los caballos atados a los palenques.
Bajo el portal, un ciego canta las noticias. La boca del ciego canta lo que han visto sus oídos, mientras una alcancía de lata va marcando el compás. El ciego canta las coplas del tigre del horror, maldición de estos campos, que ha muerto matando y que muchas muertes debía.
Con mano tembleque, Ventura alza el ala rota del sombrero, se limpia el sudor que le nubla la mirada y ve: ve la piel del tigre, colgada de un alambre, secándose al sol. Es imposible contar los agujeros. Poca comida han dejado las balas a las polillas.
Y entra en la cantina.
El amigo lo ve venir, ve venir esta piltrafa, y el vaso de caña le resbala de los dedos y se estrella contra el piso.
Todos callan, calla todo.
Historia del vaquero que fue tigre, Eduardo Galeano
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Faunus el Semidiós Hada "Hola, mi amigo, nos volvemos a ver~"
Género: NB Orientación Sexual: Bisexual. Apodos: Equinoccio de Primavera, Flora y Ciervada (Por Zephyr). Especie: Ciervo Rojo, tipo Hada. Físico: Delgado/con curvas, altura alta (6′5″). MBTI: INFJ. Ocupación: Guardián del Bosque Hada y Treant Sagrado del Sol (Forma Árbol) Alineaciones Elementales: Tierra y Luz (Combo Común) Canción: My Sacrifice · Creed
Trasfondo:
Los orígenes exactos de Faunus son desconocidos, se dice que fue encontrado de bebé por una bruja en búsqueda de frutos y hierbas para sus pócimas, flotando en un río dentro de una canasta cubierto por un manto azul y crema. Esta lo llevó a cercanías del pueblo consumido por corrupción ambiental, lugar donde fue clasificado como un presagio por los viejos sabios… Bueno o malo, era un misterio.
Faunus fue un niño peculiar, no articulaba las palabras correctamente, pero poseía un nivel muy avanzado de lectura digno de admirar, los libros de artes mágicas eran sus preferidos. Sin embargo, a los 20 años descubrió su amor por aquello perdido ante expediciones de grupos dominantes en estas tierras, maldecidas décadas atrás. Decidido a buscar lo extraviado por el tiempo y desgracias, tomó sus cosas y emprendió una búsqueda hacia lo desconocido.
En uno de sus viajes, una fuerza misteriosa lo atrajo hacia el interior de una cueva y, en dicho lugar, se reveló un semidiós hada. Tras una larga charla, admitió que su cuerpo físico no iba a durar mucho tiempo en pie y necesitaba de alguien para continuar su legado. El ciervo se sintió conmovido tanto por la historia como el hecho de que obtendría conocimientos antiguos extra.
El semidiós demandó un corazón de dragón como tarea final del ritual. Faunus encontró la oportunidad perfecta con uno pequeño y herido, pero a la hora de la verdad se rehusó a llevar a cabo su tarea y lo curó. Sabía que su mentor iba a decepcionarse y así fue. No obstante, hubo cambio de planes y sugirió que devorara su corazón, ya no le quedaba vida por vivir… Ha sido lo más desagradable en la vida del ciervo, tanto así que tal acto lo llevó a desmayarse.
Volvió a la vida sintiéndose diferente, no enfermo, solo… Diferente. Miró hacia los lados y presenció algo que hizo que emitiera un grito horripilante; era su cuerpo, tirado en el suelo y sin vida. Luego de unos minutos de pánico, el alma de su maestro apareció para aclarar algunos detalles y se marchó para siempre. Faunus tomó la ropa de su cadáver y regresó a casa, fue suficiente aventura por una temporada.
Con el tiempo descubrió que su acto lo llevó a ascender como el nuevo semidios hada, el dragón que salvó lo persiguió hasta el pueblo y se volvió su mano derecha, por ley fue nombrado el nuevo guardián del bosque y todo marchaba decente… Hasta que décadas después tuvo que realizar un truco de gracia para salvar a su pueblo de la corrupción definitiva, su nuevo cuerpo se transformó en un árbol sagrado como método de regeneración. Siglos han pasado y los descendientes más fieles aún esperan por su renacimiento.
Información Especial:
- A pesar de ser un potente usuario mágico, es pésimo en peleas cuerpo a cuerpo debido a sus capacidades motoras reducidas, una razón por la cual pide opciones pacíficas antes de llegar a lo físico. Aunque no dudaría de utilizar sus astas para intentar herir sus enemigos.
- Es autista e hiperléxico, lo segundo dejó asombrados a todos de niño y se le consideró un genio, asunto que lo irritaba porque le daban más atención de lo deseado. Ni siquiera de adulto soporta ser el centro de atención, pero es complicado cuando eres un semidiós coqueto a cargo de un bosque mágico. ^Si escribo al respecto de una manera incorrecta, déjame saber.
- Su gema, Cianita, es un excelente conductor de energía relajante y aumentador de habilidades psíquicas. No absorbe negatividad del ambiente, por lo que es excelente aliviando la tensión del usuario y los alrededores, muy útil cuando eres denominado el purgador de corrupción.
- No tolera el olor y menos el sabor de la carne, le da náuseas el solo estar cerca de ello. Su olfato desarrollado tampoco ayuda con sus sensibilidades sensoriales.
- Valora su tiempo a solas luego de lidiar con un ambiente sobrecargado con lectura intensiva y comida, se vuelve malhumorado sino descansa de ello. Si lo cachas de buen humor, chances hay de que te aconseje, te brinde conocimientos perdidos con el tiempo o… Chistes malos, pasar tanto tiempo en compañía de su “amigo” dragón ha hecho que se vuelva medio payaso.
- El dragón es el mismísimo Zephyr Shailagh. El destino que enfrentó tras el truco de gracia sin duda haría enojar al semidiós. Es quien instruye a Anakin Solios en el camino de ser digno de convertirse en una extensión menor de Faunus y salvar a cierto amigo Treant...
- Tiene un fuerte sentido de la justicia y sobre lo que está bien o mal. Gracias a esto, creaba disgustos entre los pobladores psicorrígidos que no aceptaban a su “amigo” dragón y otros del viejo mundo (Seres mitológicos y dinosaurios).
- Peca de ser muy franco o desinteresado sin querer queriendo en ocasiones.
- Una Iglesia fue construida donde llevó a cabo su truco de gracia para proteger el árbol de peligros externos. Han pasado casi 4 siglos desde aquel día, pero Leolass Solios (Guardián de la Iglesia) asegura que podría suceder en cualquier momento, lo presiente.
- Sus frutos se llaman “Fruta del Sol”, las cuales poseen un sabor dulce y picante como el sol del mediodía. También son recolectadas del árbol para realizar sustancias anti-corrupción y las ramas como conductores de magia.
- Lo único que podría “matarlo” es si es corrompido por la influencia de objetos altamente corruptos. Si esto llegase a pasar, su alma se separaría del cuerpo y este se volvería un zombie corrupto… Hablaré más de ello en un futuro rambling.
Mis redes: linktr.ee/goldenrisuto
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ENG
Faunus the Fairy Demigod "Hello, my friend, we meet again~"
Gender: Non-Binary (He/They) Sexual Orientation: Bisexual. Nicknames: Spring Equinox, Flora, and Fae Dear (By Zephyr). Species: Red Deer, fairy type. Build: Skinny/Curvy, tall height (6′5″). MBTI: INFJ. Occupation: Guardian of the Fairy Forest and Sun's Sacred Treant (Tree form). Elemental alignments: Earth and Light types (Common combo) Song: My Sacrifice · Creed
Background:
The exact origins of Faunus are unknown, it is said that he was found as a baby by a witch in search of fruits and herbs for her potions, floating in a river inside a basket covered by a blue and cream cloak. Then she took him to the surroundings of the village consumed by environmental corruption, a place where it was classified as an omen by the old wise people... Good or bad, it was a mystery.
Faunus was a peculiar child, they did not articulate words correctly, but they had a very advanced reading level worthy of admiration, books on magical arts were their favorite. However, at the age of 20 he discovered his love for what was lost in the face of expeditions of dominant groups in these lands, cursed decades ago. Determined to search for what was lost by time and misfortunes, he took his things and began a search into the unknown.
In one of his trips, a mysterious force drew him into a cave and, in that place, the force revealed himself to be a fairy demigod. After a long talk, he admitted that his physical body was not going to last much longer and he needed someone to carry on his legacy. The deer was moved by both the story and the fact that he would gain extra ancient knowledge.
The demigod demanded a dragon heart as the final task of the ritual. Faunus found the perfect opportunity with a small and wounded one, but when the moment of truth came by, they refused to carry out their task and healed him instead. He knew that his mentor was going to be disappointed and he was a bit. However, there was a change of plans and ended up suggesting to devour his heart, as he no longer has life to live... It has been the most unpleasant thing in the deer's life, so much that such an act led them to faint.
He came back to life feeling different, not sick, just… Different. He looked to the sides and witnessed something that made him emit a horrifying cry; It was his body, lying on the ground and lifeless. After a few minutes of panic, the soul of his mentor appeared to clarify some details and went away forever. Faunus took the clothes from their corpse and returned home, that was adventure enough for a season.
Over time he discovered that his act led him to ascend as the new fairy demigod, the dragon he saved chased him to the village and became his right hand, by law he was appointed to be the new guardian of the forest and everything was going decently... Until decades later he had to perform a trick of grace to save his people from ultimate corruption, his newer body was transformed into a sacred Treant as a method of regeneration. Centuries have passed and the most faithful descendants are still waiting for their rebirth.
Special Info:
- Despite being a powerful magic user, they are terrible at hand-to-hand fights due to their reduced motor skills, a reason why he asks for peaceful options before getting into the physical parts. Although he would not hesitate to use his antlers to try to hurt his enemies.
- Autistic and hyperlexic, the latter astonished everyone as a child and was considered a genius, a matter that irritated him because they gave him more attention than he wanted. Even as an adult, they can't stand being the center of attention, but it's hard when you're a beautiful demigod in charge of a magical forest. ^If I write about it in the wrong way, please let me know.
- Their gem, Kyanite, is an excellent conductor of relaxing energy and enhances psychic abilities. It does not absorb negativity from the environment, so it is excellent at relieving the tension in the user and surroundings, very useful when you are called the purger of corruption.
- He does not tolerate the smell and even less the taste of meat, it makes him nauseated just being close to it. Their developed sense of smell does not help with their sensory sensitivities either.
- Values his time alone after dealing with an overloaded environment with intensive reading and food, he becomes moody if he does not rest from it. If you catch him in a good mood, there is a chance that he will counsel you, provide you with knowledge lost over time or... Bad jokes, spending so much time in the company of his dragon "friend" made a clown out of him.
- The dragon is Zephyr Shailagh himself. The fate he faced after the trick of grace would certainly make the demigod angry. He is the one who instructs Anakin Solios on the path of being worthy of becoming a minor extension of Faunus and saving a certain friend Treant...
- Has a strong sense of justice and about what is right or wrong. Thanks to this, it created issues among the psychorigid villagers who did not accept his dragon "friend" and others from the old world (mythological beings and dinosaurs).
- Sins of being very blunt or disinterested without wanting to sometimes.
-A Church was built where he carried out his trick of grace to protect the Treant from external dangers. Almost 4 centuries have passed since that day, but Leolass Solios (Guardian of the Church) assures that it could happen at any moment, he feels it.
- His fruits are called "Fruit of the Sun", which have a sweet and spicy flavor like the midday sun. They are also collected from the Treant to make anti-corruption substances and the branches as conductors of magic.
- The only thing that could "kill" him is if he is corrupted by the influence of highly corrupted items. If this were to happen, his soul would separate from his body and he would become a corrupted zombie... I'll talk more about it in a future rambling.
My social medias: linktr.ee/goldenrisuto
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La Noche Del Exorcismo
En la ciudad de Tijuana, donde el sol se pone detrás de la frontera y la noche trae consigo un manto de misterio, existía un dragón demoniaco conocido como "Zarathos, el Devorador de Almas". Este monstruo emergió de las llamas de una antigua iglesia abandonada en el corazón del barrio Libertad.
Zarathos era un ser de fuego y sombra, con escamas negras como el carbón y ojos que brillaban como embers incandescentes. Su rugido hacía temblar los edificios y su aliento podía reducir a cenizas cualquier cosa en su camino.
Frente a esta amenaza, emergió un exorcista valiente y experimentado llamado Padre Luis Hernández. Originario de una familia de sacerdotes que habían luchado contra las fuerzas oscuras durante generaciones, Luis estaba determinado a salvar a Tijuana de las garras de Zarathos.
Armed con su fe inquebrantable y un antiguo libro de exorcismos, Luis se enfrentó al dragón en una batalla épica. Las llamas de la iglesia parecían danzar al ritmo de la lucha, mientras Zarathos escupía fuego y Luis respondía con oraciones sagradas.
La ciudad se unió en oración mientras Luis luchaba contra el monstruo. La gente se reunía en las calles, rezando y cantando himnos, mientras el exorcista enfrentaba al dragón.
Finalmente, después de una noche de intensa batalla, Luis logró debilitar a Zarathos con un exorcismo poderoso. El dragón, derrotado, se desvaneció en una nube de humo y fuego, liberando a Tijuana de su terror.
Desde ese día, Padre Luis Hernández fue conocido como el "Exorcista de Tijuana" y su valentía se convirtió en leyenda. La iglesia abandonada fue reconstruida y se convirtió en un símbolo de esperanza y resistencia contra las fuerzas oscuras. Y aunque Zarathos nunca regresó, la gente de Tijuana siempre recordó la noche en que su valiente exorcista salvó la ciudad del abismo.
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Moeraki: Esferas Mágicas del Pacífico
imagina caminar por una playa y encontrar esferas gigantes de piedra. ¡Bienvenidos a las Rocas Moeraki de Nueva Zelanda! En la costa de Otago, estas misteriosas formaciones emergen de la arena como huevos de dragón. Cada roca, perfectamente redonda, mide hasta dos metros de diámetro. ¿Cómo se formaron? La ciencia nos dice que son concreciones de barro y minerales, creadas hace sesenta millones de años. Pero para los maoríes, son calabazas de una canoa ancestral naufragada. Al tocarlas, sientes la rugosidad de millones de años. Con la luz del amanecer, brillan como joyas en la playa. Desafortunadamente, la erosión amenaza su existencia. Estas rocas nos recuerdan la magia de nuestro planeta. ¿Qué otros tesoros naturales esperan ser descubiertos? Explora, maravíllate y protege las maravillas de la Tierra. Moeraki: Esferas Mágicas del Océano Imagina caminar por una playa y encontrarte con gigantescas esferas de piedra esparcidas en la arena. ¡Bienvenidos a las Rocas Moeraki en Nueva Zelanda! Ubicadas en la costa de Otago, estas formaciones enigmáticas emergen del suelo como si fuesen huevos de dragón dispuestos por una fuerza misteriosa. Cada una de estas rocas perfectamente redondeadas puede alcanzar hasta dos metros de diámetro, creando un paisaje tan surrealista como cautivador. Pero, ¿cómo se formaron estas rocas? Según la ciencia, son concreciones de barro y minerales, formadas hace aproximadamente sesenta millones de años a partir de procesos geológicos lentos y precisos. Sin embargo, para el pueblo maorí, las Rocas Moeraki tienen un significado más profundo y místico: son las calabazas petrificadas y otros objetos de una canoa ancestral que naufragó hace siglos. Esta leyenda añade una capa de magia a un lugar ya cargado de misterio. Al caminar entre estas esferas milenarias, puedes sentir la rugosidad del tiempo en tus manos, tocando piedras que han existido desde épocas prehistóricas. Visitar la playa al amanecer es una experiencia inolvidable: la suave luz del sol naciente las ilumina, haciendo que brillen como joyas naturales sobre la arena, un espectáculo que parece sacado de un cuento de fantasía. Lamentablemente, la erosión es una amenaza constante para estas formaciones. La acción del viento y el mar desgasta lentamente estas piedras ancestrales, recordándonos lo frágiles que son incluso los elementos más antiguos de nuestro planeta. Las Rocas Moeraki son un claro ejemplo de la magia oculta que existe en el mundo natural. Cada una de estas formaciones es un recordatorio de lo increíble que es nuestro planeta y de los tesoros que todavía están esperando ser descubiertos. Explora, maravíllate y, sobre todo, protege las maravillas de la Tierra para que generaciones futuras puedan seguir disfrutándolas. #Moeraki #viajes #aventura #cityseekershorts CITY SEEKER SHORTS =============================== 🌎 Si quieres encontrar viajes al mejor precio , aquí te mostramos cómo hacerlo: • https://chollotravel.es/ ⬇️ MEJORES RECURSOS PARA VIAJEROS: https://cholloviajes.blog/ ❓Comentarios o sugerencias [email protected]
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De Stephen King: La tienda - El misterio de Salem’s lot - 22/11/63 - Los ojos del dragón
La danza de los cuervos de Javier Rebolledo
Y no quedó ninguno - Agatha Christie
El extranjero - Camus
Cadaver exquisito de Agustina Bazterrica
La llamada de Cthulhu - Lovecraft
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Frases Mitológicas sobre el Conocimiento
"En los susurros del viento, los dioses ocultan los secretos del universo. Solo el corazón puro, que escucha con el alma, descifrará el conocimiento eterno." (Mitología Élfica)
"El primer paso hacia el conocimiento es olvidar lo que crees saber. Solo cuando la mente se vacía, puede recibir la luz de los antiguos dioses." (Oráculo de los Sabios Perdidos)
"La luna es la guardiana de los misterios; cada fase revela un fragmento del conocimiento. Solo aquellos que siguen su ciclo pueden conocer los senderos ocultos de la sabiduría." (Mitología Lunar de Selene)
"Quien beba del río sagrado verá más allá de los velos del tiempo, pero aquel que no entienda su propia ignorancia, verá solo espejismos." (Mitología Sumeria, Pozo de Enki)
"Los dioses no otorgan el conocimiento sin sacrificio; la mente que desea la verdad debe primero caminar a través de la oscuridad y enfrentar su propio reflejo." (Las Crónicas del Árbol de la Vida de Yggdrasil)
"En las estrellas está escrito el lenguaje de los dioses, pero solo aquel que sueña despierto puede descifrar sus palabras luminosas." (Sabiduría de los Druidas del Bosque Eterno)
"El conocimiento no se halla en la cima de la montaña, sino en cada paso hacia ella. Es la piedra que cargas, la lluvia que te baña y el eco de tus pensamientos en el viento." (Enseñanza de Atenea, diosa griega de la sabiduría)
"El fuego que ilumina al hombre también lo puede consumir. Conocer es un acto de valentía, pues no todos los que buscan la verdad están preparados para verla." (Prometeo, portador del conocimiento)
"Las raíces del mundo no son visibles para los ojos mortales, pero aquellos que escuchan el latido de la tierra pueden entender el conocimiento que fluye desde lo profundo." (Los Sabios de la Gran Madre Tierra, Mitología Celta)
"La serpiente que se enrosca alrededor del Árbol del Conocimiento no es maligna, sino la guardiana de la verdad que pocos se atreven a buscar. Solo quien la enfrente con humildad podrá obtener su sabiduría." (Mito del Jardín del Tiempo, Mitología Gnóstica)
"El verdadero sabio no busca respuestas, sino mejores preguntas. Los dioses no entregan la verdad, solo la posibilidad de encontrarla." (Oráculo del Solsticio, Sabiduría de Helios)
"En la noche más oscura, cuando el cielo no tiene estrellas, los dioses susurran sus secretos. Pero solo quien abraza su propia sombra puede oírlos." (Mito de Nyx, diosa griega de la noche)
"El conocimiento corre como agua entre los dedos de los hombres; aquellos que intentan atraparlo en sus manos solo encontrarán vacío. Es solo el que se deja fluir con el río quien descubre su verdadera esencia." (Enseñanza del Río Celestial, Mitología China)
"Los libros de los dioses no están escritos con palabras, sino con ecos. Para leerlos, debes aprender a escuchar con el silencio." (Sabiduría de los Monjes del Amanecer, Mitología Tibetana)
"El dragón del conocimiento duerme en los abismos del alma. Quien sea lo suficientemente valiente para descender, encontrará un tesoro más allá de lo imaginable." (La Leyenda del Dragón Sabio, Mitología Oriental)
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viaje al oeste
CAPÍTULO LXIII
LOS DOS MONJES SUMEN EL PALACIO DEL DRAGÓN EN UN DESORDEN TOTAL. LOS SABIOS RECOBRAN LAS CENIZAS Y DESTRUYEN A LOS MALVADOS.
Decíamos que, al ver al Gran Sabio y a Ba-Chie montar a lomos del viento y desaparecer entre las nubes con los dos diablillos, tanto el Señor del Reino del Sacrificio como sus súbditos, de todo rango y condición, se inclinaron ante el cielo y exclamaron, sobrecogidos:
—¡Hasta el día de hoy no habíamos creído de verdad que pudieran existir tales inmortales! ¡Son, en verdad, budas vivientes!
—Hasta mis ojos son mortales y sólo pueden ver lo que tienen delante —confesó el rey a Tripitaka y al Bonzo Sha, tan pronto como hubieron desaparecido Ba-Chie y el Peregrino—. Sabíamos que vuestros discípulos eran capaces de atrapar diablillos, pero jamás sospechamos que pudieran volar por encima de las nubes a lomos del viento.
—Vuestro indigno servidor —confesó Tripitaka con gesto humilde— no posee ningún poder mágico y depende totalmente de las habilidades de sus seguidores. ¿Cómo pensáis, si no, que he logrado llegar hasta aquí?
—A decir verdad, señor —confirmó el Bonzo Sha—, el mayor de mis hermanos no es ni más ni menos que el Gran Sabio, Sosia del Cielo, que sumió en su día en un desorden total el Reino Superior con la sola ayuda de su barra de los extremos de oro. No hubo nadie, entre todos los guerreros celestes, capaz de hacerle frente. Hasta el mismo Emperador de Jade y el propio Lao-Tse se sintieron impotentes ante él, y temblaban de espanto cuando oían mencionar su nombre. Por lo respecta al segundo de mis hermanos, os diré que no es otro que el Mariscal de los Juncales Celestes, que se ha arrepentido de sus antiguos yerros y ha abrazado el sendero de la Verdad. En sus tiempos llegó a tener bajo sus órdenes a un total de ochenta mil marineros, que patrullaban sin cesar el Río Celeste. Comparados con ellos, mis poderes son, realmente, insignificantes. Aun así, considero mi deber informaros que soy el Oficial Encargado-de-levantar-la-cortina y que he abrazado, gustoso, los principios de la religión. Aunque ninguno de nosotros valemos gran cosa, somos unos maestros a la hora de capturar monstruos y atrapar diablillos, detener ladrones y echar mano a los fugitivos, domar tigres y dominar dragones, poner patas arriba los Cielos y poner coto a la fuerza destructora de las aguas. Para nosotros no encierra ningún misterio montar en las nubes, cabalgar a lomos del viento, provocar lluvia, amainar la furia de los vientos, hacer cambiar de lugar a las estrellas, cargar con las montañas a la espalda y perseguir a la luna, entre otras muchas cosas más.
Tan larga relación hizo que aumentara el gran respeto que ya sentía el rey por el monje Tang. Le invitaba siempre a ocupar el puesto de honor y se dirigía a él con el título de «Buda respetable», mientras que al Bonzo Sha y a sus hermanos los llamaba, simplemente, «bodhisattvas». Pero, si grande era el respeto que levantaban entre todos los funcionarios, tanto militares como civiles, no era menor la alegría que todos experimentaban por tener entre ellos a seres tan extraordinarios. Desde el último rincón del país venían gentes a presentarles sus respetos, por lo que, de momento, no hablaremos más de ellos. Sí lo haremos, sin embargo, del Gran Sabio y de Ba-Chie, quienes a lomos de un viento huracanado, no tardaron en llegar, con los dos diablillos, a las inmediaciones del Lago de la Ola Verdosa, en el corazón mismo de la Montaña de las Rocas Esparcidas. Deteniéndose en el aire, el Gran Sabio echó una bocanada de aliento sagrado sobre la barra de los extremos de oro y gritó con potente voz:
—¡Transfórmate! —y al instante se convirtió en un cuchillo ritual, con el que cortó las orejas al espíritu del pez de color negro y el labio inferior al espíritu de la anguila. Los dejó caer a continuación en el agua y dijo en tono burlón:
—Id a informar de lo ocurrido al Rey Dragón de Todos los Espíritus. Decidle que acaba de llegar el Gran Sabio, Sosia del Cielo, y que exige la inmediata devolución de las reliquias al Monasterio de la Luz Dorada, en el Reino del Sacrificio. Si se aviene a mis peticiones, salvará su vida y la de toda su familia. Si, por el contrario, se niega a ellas, secaré completamente este lago y pasaré a cuchillo a todos sus moradores.
A pesar del dolor y de las cadenas que destrozaban sus pies y manos, los dos diablillos se sintieron felices de poder escapar con vida. Al entrar en el agua, se vieron rodeados en seguida por los espíritus de peces, gambas, cangrejos, tortugas marinas, lagartos acuáticos y toda clase de criaturas fluviales, que les preguntaron, sorprendidos:
—¿Cómo venís atados, como si fuerais malhechores?
Ninguno se atrevía a responder. Uno movía la cola con nerviosismo y sacudía, avergonzado, la cabeza, mientras el otro no dejaba de golpearse el pecho con las aletas. Comprendiendo que había ocurrido algo terrible, los curiosos los acompañaron en tropel hasta el palacio del Rey Dragón.
—¡Qué desgracia tan grande! —gritaron, desesperados, al entrar.
En aquel momento el Rey Dragón de Todos los Espíritus estaba tomando unas copas con su yerno Nueve Cabezas. Al oír el alboroto, dejó la botella a un lado y salió a toda prisa a ver qué pasaba.
—Ayer por la noche —informó uno de los diablillos con lágrimas en los ojos—, cuando fuimos de patrulla, tuvimos la mala fortuna de toparnos con el monje Tang y el Peregrino Sun, que estaban barriendo los escalones de la pagoda. Tras arrestarnos, nos cargaron de cadenas y esta misma mañana fuimos conducidos ante el rey, que nos trató aún peor que los monjes. Por si eso fuera poco, el Peregrino y ese tal Ba-Chie nos acaban de cortar las orejas y el labio inferior, aunque estamos contentos de haber podido salvar la vida. Si nos han dejado marchar, ha sido con el único fin de exigiros que devolváis las reliquias al monasterio del que las tomasteis.
Al oír el nombre del Gran Sabio, Sosia del Cielo, el Rey Dragón sintió tal pánico, que su espíritu le abandonó y tuvo la desagradable sensación de que había ascendido hasta el mismísimo noveno pliegue de los Cielos. Temblando como una hoja de bambú a merced de los vientos, se volvió hacia Nueve Cabezas y dijo:
—¡Ay, yerno, en qué situación más comprometida nos encontramos! No me hubiera importado enfrentarme a un ejército diez veces superior al mío, pero ése es un contrincante demasiado poderoso para nosotros.
—Tranquilizaos, por favor —replicó el yerno, sonriendo—. Desde mi juventud me he dedicado a la práctica de las artes marciales y he llegado a adquirir una cierta maestría en el manejo de las armas. Me he enfrentado, de hecho, con los luchadores más aguerridos de los cuatro mares. ¿Por qué iba a tener miedo de un mono? Os aseguro que después de tres asaltos agachará la cabeza, derrotado, y no se atreverá ni a mirarme a los ojos.
Los criados le ayudaron a ponerse la armadura, mientras él echaba mano del arma que le había hecho famoso: una espada terminada en una media luna. En dos zancadas abandonó el palacio y, abriéndose camino entre las aguas, salió a la superficie con el gesto imponente.
—¿Quién es ese Gran Sabio, Sosia del Cielo, que, según dicen, acaba de llegar? —gritó, fanfarrón—. ¡Que venga aquí inmediatamente y le enseñaré a dominar la lengua!
Desde la orilla el Peregrino y Ba-Chie le observaron, curiosos, y vieron que llevaba un yelmo tan brillante como la reverberación de la luz en la nieve, una coraza de acero cuyos reflejos recordaban las escarchas otoñales y una túnica de damasco con dibujos de nubes de colores y piezas de jade. Ceñía su cuerpo un cinturón hecho de piel de rinoceronte, que parecía una serpiente pitón moteada de lunares de oro. La espada terminada en una media luna lanzaba rayos de luz, que se reflejaban en sus lustrosas botas de piel de cerdo, de las que se servía para hendir las aguas y caminar por encima de las olas. Desde lejos daba la impresión de que su cabeza era su rostro, cosa que desmentía de cerca su aspecto sorprendentemente humano. De todas formas, sus rasgos aparecían repetidos, como si se reflejaran de continuo en un espejo. Para poder ver cuanto sucedía en los ocho puntos cardinales, tenía ojos por delante y por detrás. Poseía, igualmente, un total de nueve bocas, dos en cada lado, que le permitían hablar con una sonoridad tal, que hasta los planetas se enteraban de lo que decía, como si fuera el lamento de una garza. Por eso precisamente, se extrañó mucho de que nadie respondiera a su pregunta.
—¿Quién es ese Gran Sabio, Sosia del Cielo? —repitió, malhumorado.
El Peregrino se ajustó la arandela que, a manera de corona, llevaba en la cabeza y, acariciando su barra de hierro, contestó:
—El mismísimo Rey Mono en persona.
—¿Dónde moras actualmente y en qué lugar naciste? —volvió a preguntar el monstruo—. ¿Cómo es, además, que te erigieras defensor del monasterio del Reino del Sacrificio y de su corrupto rey? ¿Tan fuerte te crees para deshonrar a dos de mis capitanes de la forma como lo has hecho y venir a retarme a la puerta misma de mi palacio?
—¡Monstruo ladrón! —le insultó el Peregrino—. ¿Así que no sabes quién es tu abuelito Sun, eh? Acércate, que te lo voy a decir. Mi primera morada la establecí en la Caverna de la Cortina de Agua, que se halla enclavada en el corazón mismo de la Montaña de las Flores y Frutos. Desde mi juventud me dediqué al perfeccionamiento de mi cuerpo, logrando que el Emperador de Jade me concediera el título de Gran Sabio, Sosia del Cielo. No contento con eso, sumí el Reino Celeste en una total confusión, sin que ninguno de los guerreros que allí moran pudiera poner freno a mis correrías. Incapaces de castigarme con el rigor del que mis andanzas me habían hecho merecedor, solicitaron la ayuda de Buda, quien, valiéndose de la profundidad de su sabiduría, me hizo dar uno de los saltos a los que debo mi fama y me atrapó con su santa mano, convertida inexplicablemente en una montaña. Bajo ella estuve confinado quinientos años. Aún seguiría allí, de no haber intervenido en mi favor la Bodhisattva Kwang-Ing. El hermano del Gran Emperador de los Tang, el virtuoso Tripitaka, se disponía a partir hacia la Montaña del Espíritu en busca de escrituras sagradas y se me ofreció la posibilidad de obtener la libertad, si me comprometía a protegerle durante el camino. Me he dedicado a ello con tanto ahínco, que no sólo he alcanzado yo mismo la perfección, sino que he acabado con infinidad de diablillos y monstruos, para que otros se animen a seguir mi ejemplo. Al llegar al Reino del Sacrificio, tuvimos noticia de la gran injusticia que se había cometido con nuestros hermanos los monjes, dos tercios de los cuales habían perecido a manos del verdugo. Compadecidos de su suerte, decidimos restituirles el honor que habían perdido. Fue así como nos enteramos de que el monasterio había perdido el aura que hasta entonces había constituido su gloria. Con el fin de aclarar lo sucedido, mi maestro se ofreció a barrer, uno por uno, todos los escalones de la torre. A la hora de la tercera vigilia el silencio era absoluto. Eso me facilitó poder oír la conversación que estaban manteniendo tus dos monstruos, que confesaron que las reliquias sagradas habían sido robadas por el Rey Dragón de Todos los Espíritus y el esposo de la princesa del mismo nombre. Informaron, además, que, mientras ella se hacía con otro valiosísimo tesoro en los Cielos, vuestra banda acababa con la luminosidad del Monasterio, haciendo caer sobre él una lluvia de sangre. Esa misma confesión la repitieron al día siguiente en presencia del rey, que nos encargó que viniéramos a arrestaros a todos. Todo el mundo sabe quién es Sun Wu-Kung. Si devolvéis inmediatamente las reliquias a sus propietarios, perdonaré vuestras vidas y las de todos los que os sirven. Si, por el contrario, cometéis la imprudencia de medir vuestras armas con las mías, sabed que desecaré vuestro lago, arrojaré sobre él esa montaña y pereceréis aplastados bajo su peso.
—¿Cómo te atreves a meterte en los asuntos de los demás, si, como acabas de decir, no eres más que un monje en busca de escrituras? —replicó el yerno del dragón, sonriendo despectivamente—. ¿Qué te importa a ti que yo robe o deje de robar tesoros? Tú dedícate a lo tuyo. ¿A qué viene eso de querer luchar contra mí?
—¡Qué poco piensan los ladronzuelos como tú! —exclamó el Peregrino—. ¿Acaso crees que yo busco el favor real? No es él quien me da de comer ni me encuentro atado a su trono por ningún voto de lealtad. Al robar las reliquias sagradas, no sólo privaste de su aura al Monasterio de la Luz Dorada, sino que trajiste la desgracia sobre los monjes que lo atienden. ¿No se te ha ocurrido pensar que todos ellos son hermanos nuestros? ¿Cómo voy a quedarme impasible ante el sufrimiento que les ha acarreado tu incalificable conducta?
—Eso quiere decir que estás dispuesto a pelear, ¿no es así? —contestó el yerno del dragón—. Deberías tener presente que, como muy bien afirma el proverbio, «no existe nada más carente de sentimientos que la guerra». En el combate no hay piedad. No pienses que voy a andarme con remilgos a la hora de medir mis armas con las tuyas. Recapacita que, si acabo con tu vida, la misión esa de conseguir las escrituras va a sufrir un severo revés.
—¡Maldito ladrón! —gritó el Peregrino, perdiendo la paciencia—. ¡No tienes derecho a darme lecciones de moralidad! ¡Acércate aquí y te enseñaré a qué sabe la barra de tu abuelito!
El yerno del dragón no rechazó el reto. Al contrario, levantó la espada terminada en una media luna y paró limpiamente el golpe de la barra que se le venía encima. Dio, así, comienzo una extraordinaria batalla en el corazón mismo de la Montaña de las Rocas Esparcidas. Todo comenzó cuando el monasterio perdió su aura, el Peregrino atrapó a dos de los diablillos que habían participado en el robo de las reliquias sagradas e informó de lo ocurrido al rey. A eso siguió la devolución de los dos ladrones a las aguas, las consultas que el Rey Dragón mantuvo con sus consejeros y el deseo incontrolado de Nueve Cabezas por mostrar su maestría en el dificilísimo arte de la guerra. Ciego de orgullo, tomó sus armas y cometió la imprudencia de despertar las iras del Gran Sabio, Sosia del Cielo, cuya barra de hierro jamás había conocido la derrota. El monstruo se sentía seguro con sus nueve cabezas y sus dieciocho ojos, que brillaban como ascuas encendidas, pero no contaba con que los brazos del Peregrino eran capaces de resistir una presión de más de mil kilos de peso. La razón estaba, además, de su parte. De todas formas, la espada del monstruo, con su forma peculiar de media luna, poseía todo el poderío del yang[1] y hubiera terminado con la barra, de no ser ésta una de las manifestaciones del yin. Ambas estaban, pese a todo, dispuestas a obtener la victoria. Sin embargo, tras más de treinta asaltos y de volver, una y otra vez, a la carga, ninguna de ellas consiguió una ventaja apreciable. Ba-Chie había estado todo ese tiempo con los brazos cruzados, esperando a que la batalla adquiriera su punto más álgido. Cuando consideró que, por fin, éste había llegado, levantó el rastrillo por encima de la cabeza y lo dejó caer con fuerza sobre la espalda del monstruo. Sus ojos de atrás vieron venir el golpe y, haciéndose a un lado, consiguió parar con su magnífica espada tanto el rastrillo como la barra. La lucha adquirió, así, nuevos bríos, pero, tras seis o siete asaltos más, el monstruo comprendió que no podía seguir resistiendo un ataque tan brutal. De pronto, dio un salto magnífico y se manifestó tal cual era: un insecto de nueve cabezas, increíblemente repulsivo y feroz. Cualquier mortal hubiera perecido de miedo, al verle. Poseía una extraña cresta, que recordaba las plumas erizadas de un ave, y un cuerpo, fuerte como el acero, cubierto de unos pelos ensortijados. Medía cerca de tres metros y medio y su apariencia general era la de una tortuga alargada o la de un lagarto rechoncho. Por contraste, sus patas, que terminaban en una especie de garra acerada, recordaban las de un águila. Sus nueve cabezas estaban unidas como si fueran un ramo de flores. A juzgar por la fortaleza de sus alas, era capaz de remontarse por los aires con más majestuosidad que un halcón. Emitía, además, un sonido estridente, similar por su potencia al canto de una grulla, que llegaba hasta los mismos límites del Cielo. Sus ojos lanzaban rayos de una luz dorada, que hablaban a las claras del orgullo de aquella criatura alada, única en todo el universo. Horrorizado por su visión, Ba-Chie exclamó:
—¡Jamás había visto nada tan repelente! ¿Qué clase de animal puede formar en su seno una cosa tan asquerosa como ésa?
—Es, en verdad, repugnante —reconoció el Peregrino—, pero eso no le va a librar de los golpes de mi barra.
Dando un salto espectacular, el Gran Sabio se elevó hacia las nubes y lanzó un golpe terrible contra las cabezas de la criatura, que extendió, majestuosa, las alas y se hizo a un lado. Se deslizó a continuación por la ladera de la montaña y, dando un grito terrible, le salió del centro del pecho una cabeza más con una boca tan grande como los calderos que usan los carniceros. Con ella agarró al desprevenido Ba-Chie de las cerdas y se perdió con él en las aguas del Lago de la Ola Verdosa. En cuanto hubo entrado en el palacio del dragón, recobró la forma anterior y, arrojando a Ba-Chie a un rincón, gritó con voz potente:
—¿Se puede saber dónde os habéis metido todos?
Al punto apareció un auténtico enjambre de caballas, carpas y percas, acompañadas de una tortuga, un lagarto marino y otras bestias acuáticas, que respondieron a pleno pulmón:
—¡Aquí estamos, señor!
—Coged a este monje y atadle allí —ordenó el yerno del dragón—. Voy a vengar en él los ultrajes padecidos por los dos capitanes que envié de patrulla.
Los espíritus acuáticos agarraron a Ba-Chie y le metieron en el palacio, como si se tratara de un trofeo. En ese mismo instante apareció el Rey Dragón, que exclamó, complacido:
—Lo que acabas de hacer es digno de la mayor de las recompensas. ¿Cómo has conseguido capturarle?
El monstruo no se ahorró ningún detalle. Con su lengua de bestia le informó de cuanto había sucedido. Satisfecho, el Rey Dragón ordenó preparar un banquete para celebrar tan sonada victoria, por lo que, de momento, no hablaremos más de ellos. Sí lo haremos, sin embargo, del Peregrino, que, al ver la facilidad con la que Ba-Chie caía en las garras del monstruo, no pudo por menos de pensar:
—Esa bestia es, realmente, extraordinaria. Debería poner al maestro al tanto de cuanto ha ocurrido, pero me temo que el rey se burle de mí. Lo mejor será que me enfrente de nuevo a ese monstruo. Desgraciadamente en el agua no me defiendo tan bien como aquí fuera. Tendré que transformarme en alguna bestia acuática y tratar de averiguar qué ha sido del Idiota. Tengo que liberarle para poder seguir adelante con este enojoso asunto.
No había acabado de decirlo, cuando hizo un gesto mágico y al punto se convirtió en un cangrejo. De esa forma, no tuvo reparo en lanzarse a las aguas. No tardó en llegar a la puerta de los tejadillos. Conocía bien el camino, porque había sido allí donde había robado al Rey Toro su cabalgadura de los ojos dorados. Andando siempre de lado, el Peregrino traspuso un espléndido arco y vio al Rey Dragón bebiendo despreocupadamente con el insecto de las nueve cabezas y otros miembros de su familia. El Peregrino no se atrevió a acercarse a ellos. Enfiló uno de los pasillos y no tardó en encontrarse con un grupo de gambas y cangrejos, que también estaban celebrando la victoria. Uniéndose al jolgorio, preguntó, como quien no quiere la cosa:
—¿Ha muerto ya ese monje con el morro alargado que ha capturado el yerno de nuestro señor?
—No, no. Aún no —respondió uno de los espíritus—. Está atado en el pasillo que mira al oeste. ¿No oyes sus gritos?
El Peregrino se arrastró hasta el lugar que le habían indicado, donde, en efecto, vio al Idiota atado a una columna y lamentándose, como si acabaran de arrancarle la piel del cuerpo. Acercándose a él, le preguntó, muy bajito:
—¿Sabes quién soy, Ba-Chie?
—¿Qué podemos hacer? —contestó el Idiota, reconociendo en seguida la voz del Peregrino—. En vez de capturar a esa bestia, me ha atrapado ella a mí.
El Peregrino miró a su alrededor y, al no ver a nadie, le desató a toda prisa con sus pinzas. En cuanto se sintió libre, Ba-Chie volvió a preguntar:
—¿Qué vamos a hacer? Ese monstruo se ha quedado con mi arma.
—¿Sabes dónde la ha guardado? —inquirió el Peregrino.
—Debe de haberla llevado al salón principal del palacio —respondió Ba-Chie.
—Vete a la puerta de los tejadillos y espérame allí —le ordenó el Peregrino.
Temiendo aún por su vida, Ba-Chie se deslizó, sin hacer ruido, hacia el exterior del palacio. El Peregrino, por su parte, se arrastró, una vez más, hasta el salón principal, donde no tardó en descubrir, brillante como una gema, el arma de Ba-Chie. Valiéndose de la magia de la invisibilidad, no le costó trabajo hacerse con ella y corrió, alborozado, hacia la puerta de los tejadillos.
—Toma tu arma y no vuelvas a perderla —dijo a Ba-Chie.
—Creo que lo mejor será que vuelva ahí dentro y mida mis fuerzas con las de ese insecto. Si consigo ganar, capturaré a toda la familia del dragón. Si, por el contrario, mi brazo no despliega toda la potencia de la que es capaz, huiré hacia la orilla del lago, donde tú me estarás esperando con tu barra. No te preocupes por mí —añadió, cuando el Peregrino le aconsejó que no se expusiera demasiado—. Sé defenderme bien en el agua.
Más tranquilo, el Peregrino abandonó el palacio y se dirigió nadando hacia la orilla.
Tras estirarse la túnica de algodón negro y agarrar con las dos manos su preciado rastrillo, Ba-Chie dio un grito y se metió en el palacio, dando mandobles a diestro y siniestro. Los seres acuáticos que hacían la guardia entraron en tropel en el salón principal e informaron a su señor de lo ocurrido, diciendo:
—¡Qué gran desgracia se ha abatido sobre nosotros! Ese monje del morro estirado se ha librado de las cuerdas que le ataban y se ha vuelto contra nosotros.
El dragón, el insecto de las nueve cabezas y los demás miembros de la familia real no se esperaban una noticia como ésa. Abandonaron sin ningún orden la mesa y corrieron a esconderse donde podían. El Idiota no se detenía a mirar si sus víctimas eran jóvenes o entradas ya en años. Golpeaba sin piedad y seguía hacia delante. Así entró en el salón principal, derribando mesas y sillas, haciendo añicos los biombos y convirtiendo en polvo los vasos y platos, Sobre tan espectacular momento disponemos de un poema, que afirma:
La Madera Madre fue capturada por un monstruo acuático, pero el Mono de la Mente no la abandonó a su suerte. Valiéndose de un inteligentísimo truco, la liberó de sus cadenas y le permitió que desatara toda la furia que el cautiverio había ido acumulando en su espíritu. Al verla, el Rey Dragón se quedó mudo de espanto y la princesa y su esposo corrieron a esconderse.
Los arcos y las ventanas del palacio caían, hechos añicos, sobre los comensales, sumiendo a los hijos y a los nietos del dragón en un temor como jamás habían sentido en su vida. Ni los biombos de caparazón de tortuga ni las espléndidas plantas de coral escaparon al afán destructor de Ba-Chie. Su rastrillo arrasaba cuanto encontraba, como si fuera un ciclón. Hasta el mismo insecto de nueve cabezas corrió a refugiarse al interior del palacio. Pero, en cuanto hubo dejado a su esposa en un lugar seguro, recobró la calma y, echando mano de su terrible espada terminada en una media luna, volvió al salón, gritando:
—¿Cómo te atreves a avasallar de esta forma a los míos, cerdo irrespetuoso?
—¿Eres tú el que me lo preguntas, monstruo ladrón? —replicó Ba-Chie con desprecio—. La culpa de esto es exclusivamente tuya. Si no me hubieras capturado, jamás habría levantado la mano contra los tuyos. Entrégame inmediatamente las reliquias sagradas, para que se las lleve al rey, y te prometo que pondré fin a toda esta destrucción. De lo contrario, continuaré dando mandobles, hasta que haya acabado con toda tu familia.
Como era de esperarse, el monstruo no cedió a sus pretensiones. Rechinándole los dientes de rabia, se lanzó contra Ba-Chie. Sólo entonces se atrevió el Rey Dragón a iniciar el contraataque, al frente de sus hijos y nietos, blandiendo su terrible arsenal de cimitarras y lanzas. Al ver que la suerte se volvía en su contra, Ba-Chie se dio media vuelta y huyó a toda prisa, perseguido por los soldados acuáticos. Todos ellos eran excelentes nadadores y no tardaron en alcanzar la superficie del lago, precedidos por un aluvión de burbujas, que alertaron inmediatamente al Peregrino. Al ver aparecer a Ba-Chie, seguido tan de cerca por sus perseguidores, montó en una nube y empezó a golpear las aguas, al tiempo que gritaba, enardecido:
—¡No huyáis, cobardes!
Uno de los golpes alcanzó de lleno la cabeza del dragón, que quedó reducida a una masa informe de carne y huesos rotos. La sangre salpicó hasta el último rincón del lago, tiñéndolo completamente de rojo. Su cuerpo quedó flotando patas arriba en las olas, como si fuera un tronco con escamas. Sus hijos y nietos sintieron cómo las fuerzas los abandonaban y huyeron, despavoridos. Únicamente su yerno, Nueve Cabezas, tuvo la suficiente prestancia de ánimo para recoger el cadáver y regresar con él al palacio. El Peregrino y Ba-Chie no creyeron oportuno correr tras ellos. Se sentaron en la orilla y empezaron a calibrar lo que había ocurrido.
—Estoy convencido de que ese monstruo no querrá seguir peleando —dijo Ba-Chie—. Les he causado un tremendo número de bajas con mi rastrillo. Al principio cada cual se escondió donde pudo pero el insecto recobró en seguida la serenidad y el dragón trató de capturarme. Por eso hube de huir a toda prisa. Ha sido una suerte que hayas acabado con él, porque los funerales y el duelo los tendrán ocupados durante mucho tiempo y no pensarán en volver a coger las armas. ¿Qué podemos hacer mientras tanto? Se está haciendo un poco tarde.
—¿A quién le importa la hora que pueda ser? —replicó el Peregrino—. Deberíamos aprovechar la ocasión y seguir acosándolos. Así recuperaríamos cuanto antes las reliquias sagradas y podríamos regresar a la corte.
Pero el Idiota se sentía un poco cansado y, cediendo a la holgazanería, empezó a dar toda clase de excusas para no seguir adelante con el plan del Peregrino, que terminó diciendo:
—Está bien. Si no quieres seguir luchando, no lo hagas. Sólo te pido que los hagas salir del agua. Ya me encargaré yo de acabar con ellos.
No había terminado de decirlo, cuando vieron una extensa masa de nubes negras desplazarse a lomos de un viento fortísimo en dirección este-sur. Sorprendido, el Peregrino aguzó cuanto pudo la vista y vio que se trataba del Honorable Sabio Er-Lang y los otros seis miembros de la Hermandad de la Montaña de los Ciruelos. Con ellos viajaba una jauría de mastines y una bandada de halcones, así como un nutrido grupo de criados portando en larguísimas pértigas los cuerpos muertos de zorros, ciervos, antílopes y otras piezas de caza. Todos ellos llevaban un arco colgando de la cintura y una espada de afiladísima hoja en la mano.
—Aunque no lo creas —dijo el Peregrino, señalando las cinéticas figuras que se movían a la velocidad del viento—, también yo estoy unido a ellos por un pacto de hermandad. Creo que deberíamos pedirles que nos ayuden a acabar con los monstruos de ahí abajo. No podremos disponer después de una oportunidad como ésta.
—No veo razón alguna para no hacerlo, si de verdad son tus hermanos —contestó Ba-Chie.
—El problema es que el mayor de ellos, el Honorable Sabio Er-Lang, me derrotó en cierta ocasión y no me gustaría mostrarme grosero con él —confesó el Peregrino—. Creo que deberías arrodillarte en el centro del camino de nubes y decir: «¡Deteneos, inmortal! El Gran Sabio, Sosia del Cielo, desea presentaros sus respetos». Estoy seguro de que no se atreverá a seguir adelante. No me será, entonces, difícil convencerle, para que una sus fuerzas a las nuestras.
El Idiota montó a toda prisa en una nube y gritó con voz potente desde la cumbre de la montaña:
—¡Aminorad, por favor, la marcha de vuestros corceles y vuestros carros! El Gran Sabio, Sosia del Cielo, desea veros.
—¿Dónde se encuentra nuestro querido hermano? —preguntó el inmortal, haciendo un gesto a sus acompañantes, para que se detuvieran.
—Os espera en la ladera de esta montaña —respondió Ba-Chie, respetuoso.
—Invitadle a venir aquí —ordenó el inmortal, volviéndose hacia sus seis acompañantes, que respondían a los nombres de Kang, Chang, Yao, Li, Kuo y Chien.
—¡Sun Wu-Kung —gritaron, descendiendo por la montaña—, nuestro hermano mayor desea verte!
El Peregrino corrió hacia ellos y, tras saludarlos con el respeto debido, se dirigió a la cumbre, donde fue acogido por el Honorable Er-Lang con los brazos abiertos.
—He oído decir —añadió tras las consabidas frases de saludo— que se os había levantado el castigo y que habíais aceptado la disciplina budista en la misma Puerta de la Ceniza. Os felicito por vuestra decisión, ya que no me cabe la menor duda de que acabaréis sentándoos sobre un loto.
—Eso espero —contestó el Peregrino—. Son muchas las pruebas de amistad que de vos he recibido y es mi deseo corresponderos de la misma forma en el futuro. Aunque, como acabáis de decir, se me ha levantado el castigo y me encuentro ahora de camino hacia el Oeste, no sé si algún día alcanzaré la perfección suficiente para sentarme sobre un loto. Las dificultades son muchas y constantes los peligros. Si, de hecho, me encuentro ahora aquí, es con el fin de capturar a unos monstruos, que han robado unas reliquias sagradas a los monjes del Reino del Sacrificio. Por pura casualidad os hemos visto pasar y se me ha ocurrido que, quizás, podríais echarnos una mano. Eso si, claro está, no tenéis nada mejor que hacer y os lo permiten vuestras obligaciones.
—Por supuesto que sí —respondió Er-Lang, sonriendo—. Si he salido de caza, ha sido porque estaba un poco aburrido. Es todo un gesto de amistad que hayáis decidido solicitar nuestra colaboración en la empresa que ahora os traéis entre manos. Me halaga que hayáis detenido nuestra carrera. Pero ¿queréis explicarme qué tipo de monstruos habitan en esta comarca?
—Tal vez hayáis olvidado —dijo uno de los sabios que le acompañaban— que ésta es la Montaña de las Rocas Esparcidas y que en ella se encuentra el Lago de la Ola Verdosa, en cuyas aguas mora el Rey Dragón de Todos los Espíritus.
—Que yo sepa —replicó Er-Lang, sorprendido—, ese dragón jamás ha causado el menor problema. ¿Cómo es posible que haya robado las reliquias de un monasterio?
—Lo han hecho entre él y su yerno, un insecto de nueve cabezas —explicó el Peregrino—. Juntos dejaron caer sobre el Reino del Sacrificio una extraña lluvia de sangre y, de esa forma, pudieron hacerse con las cenizas sagradas que se conservaban en la torre del Monasterio de la Luz Dorada. El rey pensó que todo había sido obra de los monjes y los torturó despiadadamente hasta reducirlos a la tercera parte de su número original. Compadecido de su suerte, mi maestro se ofreció a barrer los escalones de la torre. Fue así como conseguí atrapar a dos diablillos que habían salido de patrulla y que al día siguiente hicieron una confesión completa en presencia del rey y de toda su corte. Su majestad nos encargó que capturáramos al resto de los culpables; ése es el motivo que nos trajo hasta aquí. En nuestro primer encuentro con ese monstruo de nueve cabezas casi logramos derrotarle, pero le creció una más justamente en el centro del pecho y consiguió llevarse prisionero a Ba-Chie. Afortunadamente, valiéndome de mis poderes metamórficos, le rescaté antes de que le despellejaran vivo. Eso provocó una nueva escaramuza, en la que el viejo dragón encontró la muerte. Sus súbditos cargaron a toda prisa con su cadáver. Precisamente estábamos discutiendo sobre la conveniencia de proseguir o posponer el ataque, cuando aparecisteis vos y nuestros otros respetables hermanos. La decisión está ahora en vuestras manos.
—Opino que es el mejor momento para atacar —contestó Er-Lang—. Están desorientados y podemos acabar con todos de un plumazo.
—Es posible —reconoció Ba-Chie—, pero se está haciendo demasiado tarde para eso.
—¿Para qué preocuparse de la hora, si, como afirma un estratega, «un ejército no debe dejar pasar la menor oportunidad de victoria»? —replicó Er-Lang.
—Mirándolo bien —dijo el sabio Gang—, no hay por qué apresurarse. Toda la familia de ese insecto se encuentra aquí y no es muy probable que trate de huir. En mi opinión, aprovechando que nuestro hermano Sun y Chu Kang-Lier[2] han decidido enmendar sus yerros y llevar una vida de perfección, deberíamos ofrecerles un banquete de reconciliación. De hecho, hemos traído todo lo necesario para un convite; no nos falta ni el vino ni la comida. Los criados pueden hacer una hoguera y asar una o dos de las piezas que nos hemos cobrado. No se me ocurre modo mejor de pasar la velada. Mañana tenemos tiempo más que suficiente para luchar.
—Como siempre —comentó Er-Lang, complacido—, nuestro hermano tiene razón —y ordenó a los sirvientes que prepararan un banquete.
—Es un honor para nosotros —contestó el Peregrino—, pero no debéis olvidar que ahora somos monjes y que seguimos una estricta dieta vegetariana. Esperamos que eso no os cause muchas molestias.
—En absoluto —respondió Er-Lang—. Hemos traído también toda clase de frutas y de bebidas vegetarianas. Entre los inmortales hay muchos que siguen ese tipo de dieta.
De esa forma, los hermanos brindaron por el cariño que los unía bajo la luz serena de la luna y el parpadeo tímido de las estrellas, teniendo el Cielo por tienda y la Tierra por lecho. Aunque las vigilias pueden ser a veces demasiado largas, aquella noche transcurrió más deprisa de lo que ninguno de ellos hubiera deseado. Pronto empezó a teñirse el oeste de una tímida luz dorada. El vino había despertado la valentía de Ba-Chie, que, poniéndose en seguida de pie, dijo:
—Está a punto de amanecer. Creo que voy a sumergirme en las aguas a retar a ese monstruo.
—No te fíes demasiado de él —le aconsejó Er-Lang—. Hazle salir del agua y nosotros nos encargaremos de lo demás.
—De acuerdo —dijo Ba-Chie, echándose a reír y, estirándose las ropas, cogió el rastrillo y se lanzó al lago, no sin antes recitar un conjuro para lograr la partición de las aguas.
No le costó mucho trabajo llegar a la puerta de los tejadillos. Haciendo caso omiso de lo temprano de la hora, lanzó un grito feroz y se metió en el palacio, repartiendo golpes a diestro y siniestro. El hijo del dragón estaba velando el cadáver de su padre, vestido totalmente de traje y llorando como una plañidera, mientras el yerno y uno de los nietos se encontraban en la parte de atrás preparando el féretro. Sin ningún respeto por el dolor de aquella familia, Ba-Chie entró como una exhalación en la habitación en la que se encontraba el muerto y, sin dejar de proferir insultos, asestó un golpe tremendo al heredero del trono. Al instante brotaron de su cabeza nueve regueros de sangre, tantos como dientes tenía el rastrillo de Ba-Chie. Al verlo, la viuda corrió, aterrada, hacia el interior del palacio, gritando como una loca:
—¡Ese monje del morro alargado acaba de matar a mi hijo!
Al oírlo, el insecto cogió la espada rematada en una media luna y corrió a entablar batalla, seguido del nieto del dragón. Ba-Chie los hizo frente con el rastrillo, pero fue retrocediendo poco a poco, hasta terminar aflorando en la superficie del lago. El Gran Sabio, Sosia del Cielo, y sus siete hermanos se abalanzaron en seguida sobre ellos. El nieto del dragón no tardó en quedar reducido a un montón informe de carne macerada.
Comprendiendo que las cosas iban peor de lo que esperaba, el yerno se dejó caer al suelo y adquirió la forma que le era habitual. Extendió a continuación las alas y se elevó hacia lo alto. Er-Lang sacó su cuenco de oro, cogió una pequeña bolita de plata y la lanzó contra el insecto, que se volvió, rabioso, contra él, dispuesto a propinarle un tremendo mordisco. Justamente cuando empezaba a salirle la cabeza en el centro del pecho, el pequeño mastín de Er-Lang dio un acrobático salto y se la arrancó de una dentellada. Ciego de dolor, el monstruo voló hacia los mares del norte. Ba-Chie se dispuso a seguirle, pero le retuvo el Peregrino, diciendo:
—Es mejor que le dejemos tranquilo. Como muy bien aconseja el proverbio, «no debe perseguirse al fugitivo desesperado». No creo que viva mucho tiempo sin la cabeza que acaba de arrancarle el mastín. Tomaré su figura y me abriré camino por las aguas. Tú persígueme hasta el palacio. No me costará mucho arrancar a la princesa el tesoro que hemos venido a buscar.
—Estoy de acuerdo en que le dejemos tranquilo —dijo Er-Lang—. Pero me temo que, si siguen existiendo criaturas como ésa, la gente puede sufrir muchísimo por su causa.
Sus palabras no pudieron ser más acertadas. Hasta el día de hoy puede verse en ciertos lugares un insecto de nueve cabezas, que lanza chorros de sangre y que es el heredero directo del monstruo, cuya suerte acabamos de relatar[3]. El Peregrino, mientras tanto, abrió un sendero por las aguas y Ba-Chie se lanzó tras él, gritando como un loco y lanzando denuestos. A la puerta misma del palacio les salió al encuentro la Princesa de Todos los Espíritus, que preguntó, preocupada, a su falso marido:
—¿Por qué estáis tan alterado?
—Ese Ba-Chie acaba de derrotarme y me viene persiguiendo —contestó el Peregrino—. Estoy al límite de mis fuerzas y no podré resistirle mucho más. Vete a esconder rápidamente los tesoros.
La princesa fue incapaz de distinguir lo auténtico de lo falso. Terriblemente alterada corrió hacia el interior del palacio, de donde regresó con una caja de oro, que entregó al Peregrino, diciendo:
—Éstas son las cenizas budistas —acto seguido sacó otra caja de jade blanco y añadió—: Aquí está el agárico de nueve hojas. Es mejor que los guardes tú. Mientras lo haces, trataré de detener como sea la carrera victoriosa de Ba-Chie. No te retrases mucho. Estoy convencida de que, si luchamos codo con codo, lograremos derrotarle.
En cuanto tuvo las cajas en su poder, el Peregrino se pasó la mano por el rostro y, recobrando la forma que le era habitual, dijo en tono burlón:
—¿Estáis segura de que soy vuestro marido?
Dando un grito de sorpresa, la princesa trató de recuperar las cajas, pero en ese mismo instante Ba-Chie irrumpió en la escena y le asestó un terrible golpe en el hombro, que la hizo rodar por el suelo como una manzana podrida. Sólo quedaba viva la esposa del Rey Dragón. Al enterarse de lo ocurrido, intentó huir por una ventana, pero no pudo escapar de las garras de Ba-Chie, que se dispuso a acabar en seguida con ella. El Peregrino le detuvo el brazo, diciendo:
—Espera un momento. Es mejor que no la mates. La llevaremos a la capital, para que todo el mundo vea lo que hemos sido capaces de hacer.
Sin ninguna consideración Ba-Chie la agarró de los pelos y la arrastró hasta la superficie del lago, seguido del Peregrino con las dos cajas.
—No sé cómo agradeceros cuanto habéis hecho por nosotros —dijo a Er-Lang, en cuanto hubieron llegado a la orilla—. No sólo hemos recuperado las reliquias, sino que hemos acabado con todos los monstruos.
—No seáis tan humilde —replicó Er-Lang—. ¿Qué hemos hecho nosotros, en definitiva? Todo ha sido obra vuestra. Si no hubierais acabado con el rey y no hubierais hecho uso de vuestros poderes metamórficos, aún estaríamos peleando.
—Puesto que nuestro hermano ha obtenido una resonante victoria —añadieron los inmortales que le acompañaban—, aquí ya no hacemos nada.
El Peregrino no se cansaba de darles las gracias. Le hubiera gustado que le acompañaran a ver al rey, pero comprendió que no podía exigirles tanto. Los sabios prosiguieron, pues, su camino hacia el Río de las Libaciones, mientras ellos cogían las cajas de los tesoros y se elevaban hacia lo alto. Ba-Chie no soltó en ningún momento a la viuda del dragón. Montados en una nube, no tardaron en avistar el Reino del Sacrificio. Desde el momento mismo de su liberación, los monjes del Monasterio de la Luz Dorada esperaban impacientes su regreso, apostados a las afueras de la ciudad. Al verlos bajar de la nube, corrieron a su encuentro con grandes muestras de júbilo y los acompañaron al interior de la capital. El monje Tang se encontraba en aquellos momentos conversando con el rey. Armándose de valor, uno de los miembros de la comunidad del monasterio corrió a informar a su majestad de lo ocurrido, diciendo:
—Acaban de regresar los Honorables Sun y Chu con las reliquias y uno de los ladrones.
El rey abandonó a toda prisa el salón del trono, seguido de Tripitaka y el Bonzo Sha. Juntos corrieron a dar la bienvenida a los recién llegados, a los que alabaron por la hazaña realizada. En agradecimiento, el rey ordenó que se les diera un espléndido banquete.
—Opino, majestad —dijo Tripitaka con la humildad que le caracterizaba—, que, antes de sentarnos a la mesa, deberíamos llevar las cenizas sagradas al lugar que les corresponde. Abandonasteis la ciudad ayer mismo —añadió, dirigiéndose hacia sus discípulos—. ¿Cómo es que no habéis vuelto hasta hoy?
El Peregrino le relató, entonces, cómo se habían enfrentado al Rey Dragón y a su yerno, cómo se habían encontrado con el grupo de inmortales, cómo habían conseguido derrotar a los monstruos y cómo se habían hecho, finalmente, con las reliquias. Al oír la gesta que habían realizado en tan poco tiempo, Tripitaka, el rey y los funcionarios, tanto civiles como militares, se quedaron mudos de asombro.
—¿Conoce la viuda del dragón nuestra lengua? —preguntó después el rey.
—¿Cómo no va a conocerla, si ella misma es una reina, que ha dado a luz a infinidad de herederos? —contestó Ba-Chie.
—En ese caso —concluyó el rey—, que nos cuente cómo se llevó a cabo el robo de nuestros preciados tesoros.
—Yo no sé absolutamente nada de eso —respondió la viuda con dignidad—. Tan reprobable acción fue planeada y llevada a cabo por mi difunto marido y nuestro yerno, Nueve Cabezas. Parece ser que, en cuanto tuvieron conocimiento de que en la torre de uno de vuestros monasterios existía una reliquia budista capaz de emitir una luz cegadora, dejaron caer sobre él, hace aproximadamente tres años, una lluvia de sangre y se apoderaron de tan valiosas cenizas.
—¿Cómo se perpetró el robo de la planta de agárico? —volvió a preguntar el rey.
—Eso —respondió la viuda con la misma entereza— fue obra de mi hija, la Princesa de Todos los Espíritus, que se escabulló, sin ser vista en los Cielos y arrancó la mata de agárico de nueve hojas, que la misma Wang-Mu-Niang-Niang había plantado justamente enfrente del Salón de la Niebla Divina. Lo hizo, para que las cenizas sagradas se conservaran intactas y no dejaran de emitir su luz durante más de mil años. Si se la agita un poquito, la misma planta es capaz de lanzar miles de rayos de colores más brillantes que el mismo sol. Ahora esos tesoros están en vuestro poder y, por su culpa, han perdido la vida mi esposo, mis hijos y mi yerno. Apiadaos, pues, de mí y concededme la gracia de continuar viviendo.
—¡De ninguna de las maneras! —exclamó Ba-Chie en seguida.
—La culpa no puede extenderse a toda una familia —sentenció el Peregrino—. Te perdonaremos la vida con una condición: que aceptes de buen grado convertirte en la guardiana del monasterio.
—Ni siquiera una buena muerte es comparable con una existencia desgraciada —replicó la viuda—. Si no me matáis, me comprometo hacer lo que sea.
El Peregrino pidió una cadena de hierro y se dispuso a pasársela a la viuda por el esternón. Antes de hacerlo, sin embargo, se volvió hacia el Bonzo Sha y le dijo:
—Comunica al rey que vaya al monasterio a presenciar de qué forma pensamos proteger el tesoro que allí siempre se ha guardado.
La litera real no tardó en abandonar la corte, portando en su interior al señor de la ciudad y al propio Tripitaka, al que en ningún momento dejaba de la mano. Todos los funcionarios, tanto civiles como militares, se hallaban ya presentes en el Monasterio de la Luz Dorada. Las reliquias sagradas fueron colocadas en una hornacina a la altura del decimotercer rellano. La viuda del dragón, por su parte, fue encadenada a una columna que había justamente en el centro. El Peregrino recitó un conjuro mágico y al punto se presentaron ante él el espíritu de la ciudad y el protector del monasterio, a los que encargó que le dieran de comer cada tres días y la vigilaran constantemente. Caso de no hacerlo, serían ejecutados sin ninguna contemplación. Los dioses asintieron en silencio.
El Peregrino tomó, entonces, la planta de agárico y barrió con ella todos los escalones que separaban el primero del decimotercer rellano, antes de colocarla con cuidado junto a la urna de las reliquias. De esta forma, se logró dar marcha atrás al tiempo y de nuevo volvió a rodear el monasterio un aura tan luminosa, que todos los reinos bárbaros de la comarca percibieron al instante su resplandor. Al salir, el rey dijo, entre agradecido y avergonzado:
—Si no hubierais pasado por nuestro reino, jamás habríamos descubierto lo que realmente sucedió.
—Opino, majestad —contestó el Peregrino, quitando importancia a su confesión—, que el nombre de Luz Dorada no cuadra bien con la importancia de este monasterio. Al fin y al cabo, el oro es una substancia muy voluble y la luz posee una estabilidad tal, que hasta el aire la hace vibrar. Puesto que habéis recobrado su preciado tesoro gracias a nosotros, nos permitimos sugeriros que de ahora en adelante lo llaméis el Monasterio del Dragón Derrotado. Os doy mi palabra de que ese nombre durará para siempre y su fama llegará hasta el último rincón del mundo.
El rey ordenó que así se hiciera. Los canteros reales labraron una placa en la que podía leerse: «Monasterio del Dragón Derrotado. Construido por expreso deseo de su majestad». Tras colgarlo de la puerta principal, dio comienzo un espléndido banquete de agradecimiento, que duró hasta bien entrada la noche. Antes de proseguir el viaje, el rey encargó el retrato de los cuatro peregrinos e hizo inscribir sus nombres en la Torre de los Cinco Fénix. No contento con eso, salió a despedirlos a las afueras de la ciudad.
Igualmente, les ofreció, como recompensa, grandes cantidades de jade y oro, que rechazaron con la debida cortesía. Para ellos era suficiente que los monstruos hubieran sido exterminados y se hubiera hecho justicia. ¿Qué mayor premio que ver brillar el aura que rodeaba el monasterio y sentir que la luz se había extendido por toda la tierra?
No sabemos, de momento, qué peligros los acechaban en el camino que aún les quedaba por recorrer. El que desee descubrirlos tendrá que escuchar con atención las explicaciones que se ofrecen en el capítulo siguiente.
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Harry Potter
5 datos curiosos de Harry Potter!!
El nombre del castillo de la saga “Hogwarts” fue escogido por la autora ya que proviene de la palabra “hogwort” que proviene del inglés antiguo y la autora pensó que era acogedor y hogareño, pero la realidad es que significa planta de cerdo, esta planta era utilizada en la medicina tradicional como un remedio para curar heridas causadas por mordeduras de cerdo.
Te has preguntado que vería un muggle si llega al castillo de Hogwarts? pues lo que ellos vería sería un edificio en ruinas con un cartel de "Mantenerse fuera: Peligro".
Los nombres de los personajes de Harry Potter tienen significados ocultos. El nombre de «Hermione» proviene de la palabra griega «hermeneia», que significa «interpretación». El nombre de «Draco» proviene de la palabra latina para «dragón», lo que sugiere su personalidad despiadada y agresiva.
Rowling se inspiró en lugares reales para crear Hogwarts y sus alrededores. El castillo de Alnwick en Inglaterra, la Catedral de Gloucester y el King’s Cross Station en Londres son solo algunos de los lugares que influyeron en la creación del mundo de Harry Potter
La edad del director de Hogwarts siempre fue un misterio, sobre todo porque a lo largo de la saga se dice que fue testigo de varios acontecimientos históricos del mundo mágico que tuvieron lugar muchos años atrás y los cuales una persona común y corriente no sería capaz de presenciar por razones de envejecimiento. Rowling finalmente desveló el secreto tan bien guardado: Dumbledore nació en 1881, por lo que habría llegado a vivir hasta los 116 años.
Esperamos que te hayan gustado estos datos curiosos!! no olvides seguirnos para saber mucho más.
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Los hipocampos son criaturas mitológicas fascinantes de la mitología griega, que combinan características tanto de caballos como de peces. Su nombre proviene del griego "hippos" (caballo) y "kampos" (monstruo marino), reflejando su naturaleza híbrida.
DescripciónyCaracterísticas
1. *Apariencia Física*:
- *Parte Superior*: Los hipocampos tienen la parte superior del cuerpo similar a un caballo, incluyendo la cabeza, las orejas y el cuello.
- *Parte Inferior*: La mitad inferior de su cuerpo se asemeja a un pez, con una cola larga y ondulante similar a la de un pez o un dragón marino.
- *Aletas*: A menudo, se representan con aletas en lugar de patas traseras, lo que les permite moverse con agilidad en el agua.
2. *Coloración*: En muchas representaciones artísticas, los hipocampos tienen escamas iridiscentes y colores vivos que reflejan su naturaleza marina.
Papel en la Mitología
1. *Monturas de los Dioses del Mar*: Los hipocampos son conocidos principalmente por ser las monturas de los dioses del mar, especialmente Poseidón (Neptuno en la mitología romana), el dios del mar. Se cree que tiraban del carro de Poseidón, permitiéndole moverse rápidamente a través del océano.
2. *Asociación con las Ninfas y las Nereidas*: También se les asociaba con las ninfas marinas y las nereidas, quienes a veces se representaban montando hipocampos mientras viajaban por el mar.
RepresentacionesArtísticas
Los hipocampos han sido un tema popular en el arte griego y romano. Se pueden encontrar en:
1. *CerámicayVasijas*: Decoraciones en cerámicas y vasijas antiguas a menudo muestran hipocampos en escenas relacionadas con el mar y los dioses marinos.
2. *EsculturasyRelieves*: Monumentos y templos dedicados a Poseidón y otros dioses del mar a menudo incluyen esculturas y relieves de hipocampos.
3. Mosaicos*: Mosaicos de villas romanas, especialmente aquellas cerca del mar, a menudo presentan hipocampos en escenas de la vida marina.
SignificadoSimbólico
1. *PoderyAgilidad*: Los hipocampos simbolizan la combinación de fuerza y gracia, representando el poder y la agilidad del mar.
2. *ProtecciónyGuiado*: A menudo se les considera protectores de los viajeros y marineros, guiándolos a través de las aguas peligrosas.
En resumen, los hipocampos son criaturas míticas que encarnan la majestuosidad y el misterio del océano en la mitología griega, destacándose como monturas de los dioses marinos y figuras protectoras para los navegantes.
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