#El Silencio del Pantano
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wedgeantill · 1 year ago
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El Silencio del Pantano || The Silence of the Marsh
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las-microfisuras · 5 days ago
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Nosotros dos aún
Aire del fuego, no supiste jugar.
Arrojaste sobre mi casa una tela negra. ¿Qué es esta opacidad en todas partes? Es la opacidad que cubrió mi cielo. ¿Qué es este silencio en todas partes? Es el silencio que hizo callar mi canto.
Para esperar me hubiera bastado con un hilo de agua. Pero te lo llevaste todo. El sonido que vibra me fue quitado.
No supiste jugar. Atrapaste las cuerdas. Pero no supiste jugar. Tapiaste todo en seguida. Rompiste el violín. Arrojaste una llama sobre la piel de seda para hacer un horrible pantano de sangre.
El bienestar reía en su alma. Pero era todo mentira. No fue largo el reír.
Ella estaba en un tren que rodaba hacia el mar. Estaba en un huso que hilaba sobre la roca. Se abalanzaba, aunque inmóvil, hacia la serpiente de fuego que iba a consumirla. Y fue allí, de pronto, cuando sorprendió a la confiada, mientras peinaba sus cabellos, contemplando, en el espejo, su felicidad.
Y cuando vio subir esa llama sobre ella, oh...
Al instante, la copa le fue arrancada. Sus manos ya no han sido nada más. Vio como se la apretaba en un rincón. Se detuvo allí arriba como un enorme tema de meditación por resolver antes que nada. Dos segundos más tarde, dos segundos demasiado tarde, huía hacia la ventana, pidiendo socorro.
Toda la llama entonces la rodeó.
Ella se encuentra ahora en una cama, y su sufrimiento sube hasta el cielo, sin encontrar a Dios... y su sufrimiento desciende hasta el fondo del infierno sin hallar al demonio.
El hospital duerme. La quemadura despierta. Su cuerpo, como un parque abandonado...
Defenestrada de sí misma, busca cómo volver a entrar. El vacío por donde deriva no responde a sus movimientos.
Lentamente, en la granja, su trigo arde.
Ciega, a través de la larga barrera del sufrimiento, durante un mes, remonta el río de la vida, natación atroz.
Paciente, en lo innombrable inflado, vuelve a trazar sus formas elegantes, teje de nuevo la camisa de su piel fina. La curación está allí. Mañana cae la última venda. Mañana...
Aire de la sangre, no supiste jugar. Tampoco tú supiste. Arrojaste súbitamente, estúpidamente, tu tonta piedrecilla obstructora a través de una aurora nueva.
Ella ya no encontró lugar en el tiempo. Le fue preciso volverse hacia la muerte.
Apenas si divisó la ruta. Un segundo abrió el abismo. El siguiente la precipitó en él.
Uno se ha quedado confundido de este lado. No ha habido tiempo para decir hasta luego. No ha habido tiempo para una promesa.
Ella había desaparecido del film de esta tierra.
Lou Lou Lou, en el retrovisor de un breve instante Lou ¿no me ves? Lou, el destino de estar juntos para siempre en que tenías tanta fe ¿Y bien? No vas a ser como las otras que ya nunca más hacen una seña, sumergidas en el silencio.
No, no debe besarte a ti una muerte para separarte de tu amor. En la pompa horrible que te espacia hasta yo no sé qué milésima dilusión buscas aún, nos buscas lugar Pero tengo miedo No hemos tomado bastantes precauciones Debimos haber sido informados mejor, Alguien me escribe que tú, mártir, velarás ahora por mí. ¡Oh! Lo dudo. Cuando toco tu fluido tan delicado, persistente en tu cuarto y tus objetos familiares que aprieto en mis manos este fluido tenue al que sería preciso proteger para siempre Oh lo dudo, dudo y tengo miedo por ti, impetuosa y frágil, dispuesta a las catástrofes Con todo, voy a las oficinas en busca de certificados dilapidando momentos preciosos que sería preciso emplear antes que nada entre nosotros precipitadamente mientras tiritas esperando en tu maravillosa confianza que yo venga a ayudarte a sacarte de allí, pensando "seguramente vendrá Habrá podido tener algún percance pero no tardará Vendrá, yo lo conozco No va a dejarme sola No es posible No va a dejar sola a su pobre Lou..."
Yo no conocía mi vida. Mi vida pasaba a través de ti. Se había vuelto simple, ese gran asunto complicado. Se había vuelto simple a pesar del dolor. Tu fragilidad: yo era fuerte cuando se apoyaba en mí.
Dime, ¿es que verdaderamente no nos encontraremos nunca más?
Lou, hablo una lengua muerta, ahora que ya no te hablo. Tus grandes esfuerzos de liana en mí, lo ves, han logrado su fin. ¿Lo ves al menos? Es cierto, tú jamás dudaste. Se necesitaba un ciego como yo, se necesitaba tiempo, tu larga enfermedad, tu belleza, resurgiendo de la debilidad y de las fiebres, se necesitaba esta claridad en ti, esta fe, para horadar por fin la pared de la apariencia de su autonomía.
Tarde lo vi. Tarde lo supe. Tarde, aprendí "juntos" aquello que no parecía estar en mi destino. Pero no demasiado tarde.
Los años han existido para nosotros, no contra nosotros.
Nuestras sombras respiraban juntas. Bajo nosotros, las aguas del río de los acontecimientos corrían casi en silencio.
Nuestras sombras respiraban juntas, y todo estaba por ellas recubierto.
Tuve frío con tu frío. Bebí sorbos de tu dolor. Nos perdemos en el lago de nuestros intercambios.
Rico de un amor inmerecido, rico que se ignoraba con la inconciencia de los poseedores, he perdido ser amado. Mi fortuna ha quebrado en un día.
Árida, mi vida continúa. Pero no me doy cuenta. Mi cuerpo permanece en tu cuerpo delicioso y en mi pecho hay antenas plumosas que me hacen sufrir con el viento del saqueado. La que ya no está se aleja, y su ausencia devoradora me invade y me consume.
Extraño los días de tu sufrimiento atroz en la cama del hospital, cuando yo llegaba por los corredores nauseabundos, atravesados por gemidos, hasta la momia espesa de tu cuerpo vendado y esperaba emerger de pronto, como el "la" de nuestra alianza, tu voz dulce, musical, contenida, resistiendo con valor la fealdad de la desesperación, cuando, a tu vez, escuchabas mis pasos y murmurabas, libre: "Ah, estás allí".
Yo apoyaba mi mano sobre tu rodilla, por encima del sucio cobertor, y todo desaparecía entonces: el hedor, la horrible indecencia del cuerpo tratado como un barril o como un albañal por seres extraños, atareados y recelosos, todo se deslizaba hacia atrás, dejando que nuestros dos fluidos, a través de los remedios, se encontraran de nuevo, se mezclaran en un aturdimiento del corazón, en el colmo de la amargura, en el colmo de la dulzura.
Las enfermeras, el interno, sonreían; tus ojos llenos de fe apagaban los de los otros.
Aquel que está solo, se vuelve de noche contra la pared para hablarte. Sabe lo que te animaba. Viene de compartir el día. Ha mirado con tus ojos. Ha escuchado con tus oídos. Siempre tiene cosas para ti.
¿No me responderás algún día?
Pero tal vez tu persona se ha vuelto como un aire del tiempo de la nieve, que entra por la ventana, que uno cierra, presa de escalofríos o de un malestar precursor del drama, como me ha ocurrido hace algunas semanas. El frío se echó de pronto sobre mis espaldas, yo me cubrí precipitadamente y me volví cuando eras tú quizás y la más cálida que pudieras darte, esperando ser bien recibida; tú, tan lúcida, no podías expresarte de otra manera. Quién sabe si en este mismo momento no esperas, ansiosa, que yo por fin comprenda, y vaya, lejos de la vida donde ya no estás, a reunirme contigo, pobremente, pobremente, es verdad, sin medios, pero nosotros dos aún, nosotros dos...
Henri Michaux
Versión de Raúl Gustavo Aguirre.
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Untitled, 1938–39, Henri Michaux. Private collection, Paris © Archives Henri Michaux, VEGAP, Bilbao, 2018. Photo: Jean-Louis Losi
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groennuuk · 7 months ago
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 Margarita García Alonso,#GraphicDesigner #Cuba #France 
Serguei Esenin (Konstantínovo, Riazán, 21 de septiembre de 1895- -Leningrado, 28 de diciembre de 1925)
CONFESION DE UN GOLFO
No todos saben cantar,
No todos saben ser manzana
Y caer a los pies de otro.
Esta es la suprema
Confesión de un granuja.
Ando intencionalmente despeinado,
Con la cabeza como una lámpara a petróleo.
Me gusta alumbrar en las tinieblas
El otoño sin hojas de vuestros espíritus.
Me gusta que las piedras de los insultos
Caigan sobre mí como granizo vomitado por la tormenta.
Entonces es cuando aprieto con más fuerza
El globo oscilante de mi cabezota.
Con qué nitidez recuerdo entonces
La laguna cubierta de hierba y la voz ronca del aliso
Y que en algún lugar viven mi padre y mi madre.
Mis versos les importan un comino,
Pero me quieren como a un campo, como a la carne de su carne,
Como a la buena lluvia que en primavera ayuda a salir a los brotes.
Ellos les clavarían a ustedes sus horquetas
Cada vez que me lanzan una injuria.
¡Pobres, pobres campesinos!
Seguramente están viejos y feos
Y siguen temiendo a Dios y a los espíritus del pantano.
¡Si sólo pudieran comprender
Que su hijo
Es el mejor poeta de Rusia!
¿Acaso sus corazones no temían por él
Cuando se mojaba los pies en los charcos del otoño?
Ahora anda de sombrero de copa
Y con zapatos de charol.
Pero con el mismo espíritu juguetón de antes.
De aldeano travieso.
Desde lejos saluda con una gran reverencia
A las vacas pintadas en los letreros de las carnicerías.
Y cuando se cruza con los coches de la plaza,
El olor del estiércol lo remonta a los campos de su tierra
Y está dispuesto a sostener en el aire la cola de cada caballo
Como si fuese la cola de un traje de novia.
Amo mi tierra.
¿La amo con locura!
Aunque sobre ella caiga toda la tristeza y el moho de los sauces.
Gozo con los hocicos inmundos de los cerdos
Y con las notas estridentes de los sapos en el silencio nocturno.
Estoy enfermo de los recuerdos de infancia,
Sueño con la niebla y con la humedad de las tardes de abril,
Cuando nuestro arce se puso en cuclillas
Para calentarse los huesos en la hoguera del crepúsculo.
¡Trepando de rama en rama,
Cuántos huevos no robé de los nidos de las cornejas!
¿Seguirá siendo el mismo de antes, con su copa verde?
¿Tendrá todavía la corteza tan dura?
¿Y tú, mi querido perro fiel
Overo?
La vejez te ha puesto gruñón y ciego
Y vas de un lado a otro del patio arrastrando tu cola caída.
Tu nariz no distingue ya el establo de la casa.
Cuánto no significan para mí nuestras pillerías de antaño
Cuando le robaba pan a mi madre
Y lo comíamos entre los dos, mordiéndolo por turno
Sin sentir repugnancia.
Soy siempre el mismo,
Mi corazón es siempre el mismo.
Los ojos florecen en el rostro como los azulíes en el trigo.
Y yo, extiendo las esteras doradas de mis versos
Quiero decirles a ustedes
Mis palabras más tiernas.
¡Buenas noches a todos!
¡Buenas noches!
Rozando por última vez la hierba del crepúsculo
Ha enmudecido la guadaña de la aurora.
Y siento unas ganas locas
De mear a la luna desde la ventana.
¡Luz azul, en este azul profundo
Ni siquiera la muerte me importa!
¡Que importa que yo parezca un cínico
Con un farol colgando del trasero!
Viejo, buen y supercabalgado Pegaso,
¿Qué falta me hace a mí tu trote blandengue?
Yo he venido como un severo maestro
A cantar y a ensalzar a las ratas.
Como agosto, vierte
Mi cabeza el vino espumoso de mis cabellos.
Yo quiero ser ese amarillo
Que nos lleva al país que navegamos.
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la-semillera · 1 year ago
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DOROTHEA ROCKBURNE & BLANCA VARELA
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Casa de cuervos
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absuelvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
Blanca Varela
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bizarreintrovert · 2 years ago
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Hace Dos Años: No Un Héroe Del Todo / Episodio 10
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Kuro:
Gracias, chico de lentes. Sólo te llamé porque ya no tengo nada que perder, así que podría pedir ayuda— no esperaba que vinieras a mi rescate.
Supongo que puedes encontrar a alguien que te ayude, no importa dónde, huh... Woah—
Chiaki:
¿E-Estas bien? ¡Toma, agárrate a mi hombro! ¡Adelante, apóyate en mí, yo sostendré todo tu cuerpo!
Kuro:
Gracias.... Pareces débil y todo, pero en realidad estás mejor construido de lo que pareces, ¿Huh?
Chiaki:
¡Sí! ¡He estado haciendo ejercicio! Antes estaba en contra de hacer ejercicio, porque temía no crecer más, pero—
¡Oh, estoy en el Club de Baloncesto, así que! ¡Por eso es mejor si pudiera crecer más alto!
—Espera, ¿De qué estaba hablando otra vez? ¿Uhh... umm...?
Kuro:
Jaja, no entres en pánico. La gente va a voltear los ojos hacia nosotros para ver qué pasa.
No quiero atraer ninguna mirada, sabes... Perdón por pedir tanto, cuando me has estado ayudando aquí.
Verás, los tipos con los que me peleé pueden volver a por más golpes, así que—
Movámonos en silencio... Sé que estoy diciendo esto demasiado tarde, pero todavía no quiero involucrarte en esto.
Chiaki:
Mhm, es demasiado tarde, ya estoy involucrado.
Sé que debe ser molesto que siga preguntando esto, pero realmente me gustaría una explicación adecuada... ¿Qué ha pasado? Si te golpearon, entonces es claramente agresión. ¿No puedes denunciarlo a la policía o algo así?
Kuro:
Detente. No te atrevas a denunciar esto a la policía, chico de lentes.
Chiaki:
¡Es "Morisawa Chiaki"!
Kuro:
¿Que?
Chiaki:
Me llamo Morisawa Chiaki. ¡Me acabo de dar cuenta de que no me había presentado hasta ahora!
Kuro:
Así es. Tienes que arreglártelas, ¿No es parte del trato de héroe presentarte de una forma genial?
Chiaki:
¿¡Eh!? Kiryu-kun, Te... ¡¿Te gusta el tokusatsu?!
Kuro:
¿Huh? No tiene nada que ver con eso. Es de conocimiento común.
Mi hermanita aún es joven, así que ve esos programas de chicas mágicas en sus días libres, y como los emiten por la mañana, a veces también acaba viendo tokusatsu.
Chiaki:
¡Oh, así que tienes una hermana pequeña!
Kuro:
Sí, es una auténtica preciosidad, la ternura en su resplandor máximo. Es un tesoro absoluto para mí.
Chiaki:
Ya veo. Soy hijo único, así que tengo envidia de la gente que tiene hermanos.
—Espera, ¿Acabas de intentar esquivar mi pregunta?
Kuro:
Jaja, tu pequeño... Tu eres el que cambió de tema primero.
Bueno, lo que sea. Claro, supongo que te daré el resumen de lo que está pasando... Aún no quiero causarte problemas, pero me has estado ayudando, así que... No puedo seguir fingiendo que somos extraños, especialmente ahora que sé tu nombre.
...He sido un delincuente de mierda durante mucho tiempo. Solía hacer muchas tonterías, y hacer llorar a mi familia por ello.
Chiaki:
Hmm... He oído rumores sobre eso antes. ¿Eras el líder de todos los delincuentes de la zona, o algo así?
Kuro:
No exactamente eso, pero era conocido por ser muy hábil en una pelea. No es que valiera mucho.
Pero, verás... Quería cambiar eso de mí.
Chiaki:
........
Kuro:
Puede que fuera demasiado tarde, pero aún así quería intentar vivir una vida honesta.
Al menos, lo suficiente para no volver a hacer llorar a mi adorable hermanita... Quería ser un respetable "Onii-chan".
No puedo abrazarla cuando mis puños están cubiertos con la sangre de otra persona. Pero, todavía quería abrazarla.
La niña que se agarraba las rodillas sola, sin palabras ante el retrato de nuestra madre...
Sólo quería cargarla y llevarla a donde ella quisiera, sin importar dónde estuviera.
Por eso vine a Yumenosaki. Quería ser como los idols que hacen sonreír a mi hermanita. Incluso corté lazos con mis viejos amigos delincuentes.
O debería haberlo hecho ya... pero una vez que te sumerges en el pantano, es difícil limpiar todo el barro.
Vienen a pelear conmigo prácticamente todos los días.
Esos tipos a los que les di una paliza siguen viniendo a vengarse, y mis viejos amigos vienen a vengarse de mí por haberlos traicionado, llamándome traidor.
Todos los días... todos los malditos días, me golpean— un día de estos voy a tener una conmoción cerebral.
Pero no puedo hacer nada al respecto. Eso es lo que tengo que hacer para compensarlo todo. Es lo que obtengo por ser un idiota por tanto tiempo. Pero duele tanto... Desearía no tener que lidiar con eso nunca más.
Pero no devolveré los puñetazos, al menos. Recibiré todos sus golpes... Seguir�� aguantando, esperando que acabe algún día.
Si mi vida honesta llega después de todas las palizas, entonces sólo tengo que aguantar todo lo que pueda hasta alcanzarla.
No sé si esta es la elección correcta o no, pero... todo lo que puedo hacer es creer, y seguir adelante.
No soy bueno usando la cabeza, ya ves... Todo lo que he hecho hasta ahora es resolver las cosas en una pelea... no conozco otra manera. Ni siquiera puedo pensar en otra manera.
Chiaki:
........
Kuro:
...Esa es toda la historia, supongo. Siento haberte hecho escuchar todas estas cosas aburridas.
Estoy bien desde aquí, Morisawa. Tengo suficiente energía para caminar por mi cuenta ahora.
Jeje... Voy a recoger a mi hermanita ahora, no quiero hacerla esperar. Me has ayudado mucho.
Aunque tenga que arrastrarme hasta allí, llegaré a tiempo mientras esté en el tren.
Puedo hacer lo que ella quiere que haga, después de tu ayuda. Puedo seguir siendo su "Onii-chan normal"... así que, gracias de nuevo, Morisawa.
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ernestdescalsartwok · 1 month ago
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EDIFICIS-COLONIA-CENTRAL TERMICA-FIGOLS-PINTURA-ART-AQUAREL·LA-TREBALLADORS-ENGINYERS-OPERARIS-FOSCOR-MUNTANYES-BERGUEDÀ-PAISATGES-PINTOR-ERNEST DESCALS por Ernest Descals Por Flickr: EDIFICIS-COLONIA-CENTRAL TERMICA-FIGOLS-PINTURA-ART-AQUAREL·LA-TREBALLADORS-ENGINYERS-OPERARIS-FOSCOR-MUNTANYES-BERGUEDÀ-PAISATGES-PINTOR-ERNEST DESCALS- Escondida entre las montañas de la Comarca del Berguedà y muy cercana al pantano al pantano de La Baells, me encuentro a la antigua Colonia donde vivían los trabajadores, operarios y ingenieros que construyeron la cerrada Central Térmica de FÍGOLS y Cercs, dos edificios gemelos me aguardan, ahora están vacíos y decrépitos, la hierba ha crecido de forma abrumadora, un estrecho camino entre las dos construcciones me lleva la mirada hacia la oscuridad de la montaña bajo un cielo que anuncia posibles lluvias y nevadas, sin dudas estoy en un lugar misteriodo y en un entrono poético, lo he querido Pintar con mis sentidos en máxima atención y alerta, el silencio es el protagonista absoluto, estoy sólo en un enclave que antes estaba lleno de personas constuctoras de la Central Térmica de Fígols, los tiempos han cambiado y me siento como explorador de ruinas, algunos árboles me acompañan mientras estoy pintando el vacío humano, sólo antigua arquitectura industrial y el peso de la historia de la minería del carbón me insuflan la energía necesaria para vencer la soledad. Pintura con acuarelas sensoriales sobre papel de 50 x 70 centímetros, obras del artista pintor Ernest Descals con motivos y lugares históricos y abadonados a su suerte, son testimonios de otros tiempos.
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infacundia · 2 months ago
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un cuento del pantano
salían del castillo los perros de caza cachorros malditos si la pregunta es cómo habían entrado podemos investigar los artilugios del que fabrica confusiones para desintegrar un vampiro lejano con poderes psíquicos
cachorros malditos
a la cabeza del lobo fantasma salían del castillo los perros de caza
sabían de un duende escondido en el bosque vivía en un cuartucho escondido entre los pasillos laberínticos del castillo
el duende contaba demasiados chistes profanos y había desafiado la ley del fantasma de no mirarlo jamás a la cara
los perros de caza estaban enfurecidos sangraban sus sentidos de rabia salvaje
y al olfato se los había tomado la ley del más fuerte salían de caza los cachorros malditos
entonces lo vieron el duende sentado ahí con las piernas cruzadas haciéndole mimos a la serpiente
serpiente escurridiza de qué lado estás dijo al unísono la manada
la serpiente no sabía su cola estaba en un lado y su cabeza en otro y ahora en algún punto tenía que posicionar el resto del cuerpo
el duende sin embargo se veía tranquilo en las apariencias su fuerza no alcanzaba a equiperar ni uno de los dientes del más débil de los cachorros
lo único que tenía en ese preciso momento era su forma de abrir y de cerrar la boca y la laxa amistad de la serpiente
cómo conjurarla ahora después de que lo haya mordido con esa lengua tan inquieta que tienen las serpientes
cómo hacer para hablar a través de ella sabiendo que la fuerza de sus palabras no atravesaba los oídos inhibidos de los cachorros malditos
cómo hacer tanto entre tanto ruido de ladridos
entonces el lobo fantasma conquistó su primer golpe acercó el hocico y le mordió los ojos ¿había sido suyo el golpe? ¿había medido la relación de fuerzas? ¿estaba jugando bien sus cartas?
inmediatamente supo el duende que no duende porfiado duende ladino que ahora enceguecido mejor veía
la serpiente reaccionó como por arte de magia bloqueando el cuerpo del lobo fantasma
a su lado uno de los cachorros había convertido su cabeza en cotorra y trataba de confundir a la serpiente pero el silencio del duende era más fuerte
un juego de posiciones le abrió un campo de fuerza al duende ladino presencias ausentes fantasmas carnales protegían ahora su perímetro
el duelo se pausó en empate la manada se fue dejando amenazas y recién entonces el duende activa el resto de sus fuerzas féericas
pasan las noches piensa bien la estrategia dispone de su intuición
a favor tiene el trabajo de la urdimbre brujería tanto más poderosa que la fuerza de los dientes del lobo fantasma y los cachorros malditos
el duende manos de pluma patas de alambre solo tiene su forma de abrir y de cerrar la boca un arte harto practicada
en el castillo conoce cada hilo cómo se tejen entre sí el duende es en el fondo con todo otro hilo más
las telarañas se autotejen y en todo caso la araña camina sobre él como sobre cualquier otro habitante del castillo
el duende conjura a la araña se transforma en sí en parte de la araña la araña es parte de él es un poder que tiene sin ser tener capaz de tejer una gran red colectiva y feral con que neutralizar el espanto
con que atraparlo y enrededarlo con que entorpecerle su cuerpo fantasmático
y devolverlo al desierto allá lejos del bosque y del castillo donde pueda volver a perderse en los recovecos de su mente y no hacer más daño que a sí mismo
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cronicasnocturnas · 3 months ago
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Título: La Misión de los Hermanos Valientes
En un rincón lejano de la galaxia, dos jóvenes héroes intergalácticos, Ana (20 años, pelirroja) y Leo (15 años), fueron enviados en una misión crucial para destruir un planeta habitado por androides, liderados por un temible villano conocido como Lord Cybot.
Al llegar a la órbita del planeta, se dieron cuenta de que el villano había detectado su presencia. Desembarcaron de su nave, pero fueron atacados por un rayo lanzado desde el planeta, que les despojó de sus armas y superpoderes. Atrapados por los androides, el villano apareció y ordenó: “¡Llévenlos al castillo! Allí serán interrogados y destruyan su nave”.
Mientras los hermanos eran arrastrados al castillo, vieron con horror cómo su nave era desintegrada en mil pedazos.
Ya en el castillo, Ana esperaba con ansiedad la llegada de Lord Cybot. En una habitación adyacente, Leo fue puesto en una silla, sin sus vestimentas y rodeado por varios androides. Al verlo, Ana sintió un terror indescriptible. Cuando comenzó a recibir descargas eléctricas, sus gritos resonaron en la sala. Los androides se reían de su sufrimiento, mientras Ana, llena de miedo y coraje, solo podía mirar en silencio.
Lord Cybot se acercó, riendo: “La Alianza cree que mandándolos a ustedes me van a detener”. Ana, con la cabeza agachada y lágrimas en los ojos, fue llevada a una celda, mientras se preguntaba qué harían con ella.
Unos momentos después, dos androides entraron en la celda con Leo, que parecía cansado y adolorido, con lágrimas en los ojos. Ana lo abrazó y dijo: “¡Tenemos que escapar! No sé cómo, pero debemos hacerlo”. Leo, con tristeza, respondió: “Nuestra nave fue destruida”.
Mientras preparaban un plan, un androide regresó y abrió la puerta. Los hermanos se lanzaron sobre él y le quitaron el arma. “¡Ya no más torturas, idiotas! ¡Dejen a mi hermanito!”, exclamó Ana, y juntos desarmaron al androide.
Comenzaron a disparar y corrieron hacia una sala cercana. “¡Mira, hay un comunicador! ¡Debemos pedir ayuda!”, dijo Leo. Se escondieron en la sala y se comunicaron con la Alianza. Al otro lado, su tío Bazuca, un hombre robusto y simpático, escuchó: “Son mis sobrinos, yo voy por ellos”.
Mientras tanto, en su pequeña pero veloz nave, llamada Justine, Bazuca se lanzó al rescate. El estruendo de su llegada resonó en el planeta, derribando puertas y androides a su paso. “¡Niños, dónde están!”, gritó Bazuca. Desde su escondite, los hermanos respondieron emocionados: “¡Es nuestro tío!”.
Corrieron hacia él, y Bazuca, con determinación, les dijo: “¡Suban a la nave, niños! Yo los cubro”. Cuando los hermanos se adentraron en Justine, el villano, al reconocer la voz de su viejo enemigo, se preparó para enfrentar a Bazuca. “Te metiste con mi familia, ahora tu planeta arderá”, le dijo Bazuca, lanzándose hacia Lord Cybot.
Mientras la pelea estallaba, los niños observaban desde la ventana, llenos de emoción. Bazuca derribó al villano y, una vez en la nave, exclamó: “Es hora, niños. Cierra la escotilla”. Comenzó a maniobrar, distrayendo a los androides mientras disparaba desde la nave. “¡Vamos, vieja amiga, a divertirnos un rato!”, gritó.
Justine se abrió camino entre los escombros y los hermanos vieron cómo el planeta se desintegraba tras ellos. “¿Qué pasó?”, preguntaron, asombrados. “Les dejé una bomba nuclear en el pantano”, respondió Bazuca con una sonrisa. Los niños, emocionados, se abrazaron a él y le dieron las gracias.
La historia terminó con ese emotivo abrazo, mientras desde la escotilla de la vieja Justine miraban el planeta en destrucción, cuyos destellos parecían luces de victoria.
En una ceremonia posterior, la Alianza premiaba a los jóvenes, quienes recibieron aplausos y alabanzas. Ana sonriendo dijo: “Pero no hay que olvidarnos de nuestro viejo amigo, a su lealtad, nobleza y entrega”. Bazuca, entre gritos y bullicio, se abrió camino hacia el estrado para recibir su medalla. Con lágrimas en los ojos, su sobrino se la puso y sonriendo le dijo: “No sea chillón”. Ana también lo abrazó, y la multitud aplaudió, celebrando su victoria.
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ladedicatoria · 3 months ago
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Dedicado a todos y todas las que pasaron a darle forma a esa casa
Tomé conciencia del valor de mi casa a través de los otros con la presencia ocasional de esos visitantes, a medida que el vínculo con ellos se fortalecía. Mientras avanzaban ocupando cada rincón de la casa, transitando por los pasillos con sus risas y conversaciones, algunos empezaron a quedarse, otros cada tanto olvidaban alguna que otra pertenencia. De a poco, como quien no quiere la cosa, la casa dejó de ser un algo mío.
El silencio de la soledad es una condición necesaria para mi existir, de eso había mucho en el interior de la casa. Lo sabía atesorar. Recuerdo mis despertares de invierno en sus profundidades, en aquella pieza sin ventanas, ubicada en la parte final, donde la luz no llega. Levantarme, caminar por la cocina, poco a poco la claridad iba iluminando todo, hasta que ponía mis pies en el comedor.
En él logramos encajar una mesa de madera, su forma era rectangular y angosta como el ancho de la casa. Sobre su lomo pusimos una pesada lámina de vidrio, fue idea de mi viejo; aseguró que de esa manera duraría una eternidad. Consciente de ello, comencé a apoyar portavasos de mimbre cuando invitaba a amigos a tomar el té, o si se ponía en marcha la idea de una cena solía cubrirla con manteles de tela. También en ella se preparaba la comida, porque la cocina quedaba muy pequeña cuando la faena se encaraba de forma colectiva. Resistió el peso de una incontable cantidad de libros, apuntes, revistas, fotografías, películas, pedazos de hojas que pertenecían a resúmenes de un mismo apunte y así; de extremo a extremo estaba cargada de mis cosas, era un pequeño caos flotante. Me llenaba de orgullo cuando me encontraba rodeado de pilas que cuidadosamente armaba e iba acomodando, en base a la distancia que existía entre mis frustraciones, exaltaciones y obsesiones cotidianas.
Tenía dos momentos favoritos del día donde me sentía a gusto habitando el living. Por aquel entonces la ventana que daba a la calle vestía una cortina color naranja, que proyectaba un amarillo intenso sobre toda la sala; el fenómeno comenzaba a eso de las nueve de la mañana, cuando el sol estaba en pleno ascenso, durante los primeros días de primavera. Ser envuelto por la calidez de ese color (que rara vez he vuelto a ver) me reconfortaba de manera tal, que salía feliz a su encuentro. El segundo momento se daba durante la madrugada, pasadas las tres el ruido se ausentaba, trayendo calma al espíritu. También se materializaba en una quietud que engrandecía una serie de imágenes pensadas para la construcción de una secuencia privada. Mientras el tiempo se detenía a reposar sobre esas sólidas columnas blancas que aún sostienen el techo, en la ausencia de pensamientos y en el entregarme al acto simple de la contemplación sobre lo que creía conocer.
Pasé parte de mi tiempo solo habitando la casa. Escribí algo sobre ello: “soy maleza creciendo entre ruinas”, se lo conté a una persona que por aquellos años compartía todo lo que me pasaba, su respuesta fue: “bueno, eso no suena nada alentador”. En parte era cierto, en la metáfora no incluía la floración de un jardín, pero así me sentía. Extendía mis raíces de manera lenta, con timidez avanzaba por un espacio al que había pertenecido pero que ya no me correspondía sostener, sin embargo mantenía fijados recuerdos en calidad de museo. Colgando cuadros que mostraban el ensamble de suicidas, el porte de caudillos con brazos cruzados o luciendo espadas, retratos de mujeres con cuellos largos; mi favorito es el de una joven recostada en lo oculto de un pantano leyendo un libro apoyado sobre una calavera (juré llevarlo conmigo a todos lados). Descubrí que no soporto el vacío de las paredes blancas, según parece padezco de eso que llaman terror pascaliano.
Incluso, durante el armado de una cena, la terraza vivió un acto de refundación. Uno de esos otros visitantes no dudó en subir la escalera que comunicaba la cocina con el techo, junto al resto, descubrieron un nuevo nicho para comulgar. Desde ese entonces pasamos innumerables noches contando historias,  guardando silencio, fumando, tomando vino, viendo gente pasar, sospechando de la existencia de los negocios de la cuadra, hicimos fuego, proyectamos películas, nos acompañamos en situaciones de profunda incertidumbre y desesperanza, como también en otras, donde la felicidad reinaba en la juntada.
Hoy me encuentro fuera de lo que fue mi casa. Me separan kilómetros de ella. Pasé más de treinta años de mi vida habitando ese hogar, primero como hijo y hermano, y, finalmente, como un amigo. Traje de su interior pocos objetos y muchos recuerdos. Siento que “ese pasillo”, así le llamaba despectivamente mi abuelo, continúa siendo un proyecto inconcluso, algo inacabado. No suena loco pensarlo de esa manera, porque me es imposible acercar esta idea a la desgraciada interrupción de la vida de mi vieja.
Esa casa, mi casa, que ya no siento mía, y está bien que así sea, en la que fui feliz y desdichado, mientras la transité.      
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poetasstro · 5 months ago
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Bajo el cielo nacido tras la lluvia.
Bajo el cielo nacido tras la lluvia escucho un leve deslizarse de remos en el agua, mientras pienso que la felicidad no es sino un leve deslizarse de remos en el agua. O quizás no sea sino la luz de un pequeño barco, esa luz que aparece y desaparece en el oscuro oleaje de los años lentos como una cena tras un entierro. O la luz de una casa hallada tras la colina cuando ya creíamos que no quedaba sino andar y andar. O el espacio del silencio entre mi voz y la voz de alguien revelándome el verdadero nombre de las cosas con sólo nombrarlas: "álamos", "tejados". La distancia entre el tintineo del cencerro en el cuello de la oveja al amanecer, y el ruido de una puerta cerrándose tras la fiesta. El espacio entre el grito del ave herida en el pantano, y las alas plegadas de una mariposa en calma sobre la cumbre de la loma barrida por el viento. Eso fue la felicidad: dibujar en la escarcha figuras sin sentido sabiendo que no durarían nada, cortar una rama de pino para escribir un instante nuestro nombre en la tierra húmeda, atrapar una plumilla de cardo para detener la huida de toda una estación. Así era la felicidad: breve como el sueño del aromo derribado, o el baile de la solterona loca frente al espejo roto. Pero no importa que los días felices sean breves como el viaje de la estrella desprendida del cielo, pues siempre podremos reunir sus recuerdos, así como el niño castigado en el patio encuentra guijarros con los cuales forma brillantes ejércitos. Pues siempre podremos estar en un día que no es ayer ni mañana, mirando el cielo nacido tras la lluvia y escuchando a lo lejos un leve deslizarse de remos en el agua.
Teillier
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gojorgeworld · 8 months ago
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“EL MAR Y EL ÚLTIMO ERMITAÑO”
- MANFRED DE CAMELLES -
Lejos de mis ensueños y letargos que me inspiraron a volar y la imaginación encendida por el deseo de escribir. Sin más compañía que el silencio y el rasguñar de un papel en blanco, mi corazón empieza a hablar. Me invade la soledad. Esa nostalgia y añoranza con nombre de mujer, de virgen, de copla, de tristeza me acompaña. Sonido solemne que convoca a dolores y angustias sufridas en el desamparo. En esa la lejanía de los consuelos que brindan los corazones, me pierdo en la madrugada. La pluma y el papel son mis únicos testigos. Camina el alba con el peso de mi alma. El senderito de mi inspiración se hace confuso y el ensueño aflora con sentido. La soledad se agiganta entre las abismales grietas del inmenso océano que en alucinación diviso. Como una gota de agua o una mariposa blanca sobre el manto de seda azul, una sombra fantasmal aflora del mar refulgente. Un desconocido sin forma ni color emerge de las espesas espumas encrespadas. Trozos de ánforas, estrellas de mar, rocas, montañas y pinos de Galicia se agitan a su alrededor. Es Manfred el último eremita. La mitología gallega se estremece ante su nombre como un árbol cósmico entre el mar, la tierra y el cielo. En las tierras del apóstol un sueño profético se hace realidad. Entre los acantilados e islotes se observan figuras encorvadas buscando al marisco apetecido. Desde lo alto, se divisa la frágil figura fantasmal que chapotea entre las peñas donde rompe el oleaje y se sumerge como un niño entretenido en las heladas aguas de la costa de la muerte. La imagen se muestra indiferente, como un extraño embriagado de mar, viento y horizonte que dibuja con sus manos esculturas de piedras uniformes. Entre el silbido del viento y los colores de la marea, el hombre alza su mirada. Su rostro de mar y piel era ajeno a esta dimensión en donde los sentidos cobran vida. Es ·Man”el último anacoreta. El que a modo de Diógenes, el excéntrico filósofo griego que viviendo en su barril, con su manto, zurrón y báculo desafío al mundo con su libertad sin límites. Manfred de Camelles el rebelde con causa, que se despojó de todo y abandonó el mundo para encontrarse con el planeta. Su barba y cabellera enmarañada, se confunden entre las fuerzas salvajes de las olas y la maleable roca marina. El loco gallego vestido con su eterno taparrabos recorre la costa entre el oleaje marino en busca de los restos que el mar traía. Las vértebras de cetáceos, las astillas de barcos y maderos de otros hemisferios, eran su tesoro. Las piedras y agua eran su hogar y su obra de arte. Una maraña de colores, formas y restos fueron tomando forma. El mar se había convertido en su compañera, su nido y su paraíso. Él atlántico del norte lo había atrapado para siempre. El lodazal de petróleo derramado sobre su paraíso fue su destino cruel. El mal genio de un mar embravecido, y el pantano negro del petróleo extendido nunca pudieron desmembrar los colores de su arco iris. Vivió siempre en libertad, braceó contra corriente y alcanzo la felicidad absoluta. El mundo fue su casa y el árbol, las piedras y el mar su choza. El último ermitaño será siempre una roca inmóvil contra la cual se rompen en vano todas las olas. Tímido y solitario, envuelto de viento, sol, mar y rocas alcanzó su felicidad eterna.
Dr. Jorge Bernabé Lobo Aragón
#Tucumán# Argentina #España #México
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loshijosdebal · 9 months ago
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Capítulo XIV: Una nueva visión
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Aunque la Cabaña de Taumaturgo era conocida en toda Skyrim por sus pociones, y vendían más que cualquier otra tienda de alquimia, Lami y Alicent llevaban una vida humilde. Idgrod pensó una vez más en que si Lami no hubiera tenido un carácter tan dado a la caridad, probablemente ambas vivirían en una casa mucho mejor que la suya propia, pese a que ella vivía en la casa comunal de la jarl. Sin embargo, el piso superior de la Cabaña era tan modesto como cualquier otra choza de Morthal; sus estancias no tenían separación alguna y ni siquiera tenían un baño. Lo que debía reconocer es que ninguna otra casa era tan pintoresca como aquella. Los coloridos ingredientes y los frascos de pociones daban un toque místico a la habitación. Y en una esquina apartada, en una estantería de tamaño considerable, había un montón de libros de alquimia, de entre los cuales destacaba por su gran desgaste la Guía del Herbolario de Skyrim.
Idgrod desvió la mirada hacia la ventana a su lado mientras Alicent, sentada de espaldas a ella en una banqueta de madera, se desanudaba el vestido para enseñarle la cicatriz. Seguía lloviendo. Las gotas que caían y chocaban contra el cristal eran lo único que se podía apreciar debido a la niebla, pero en los meses cálidos del año, desde allí se veía el pantano y también el camino que llevaba hasta el cementerio. Recordó la cantidad de veces que se había imaginado yendo a adornar una tumba vacía antes de que Alicent apareciera sana y salva. Se le aguó la mirada y se sorbió la nariz, tratando de recomponerse y controlar el nudo en su garganta.
Idgrod volvió la mirada hacia la espalda de su mejor amiga y se aguantó las ganas de darle un abrazo. No tenía ganas de hablar sobre cómo se había sentido cuando la imaginó muerta, o algo peor. 
—Mamá dice que es bonita. ¿Crees que lo es? —preguntó Alicent, sacándola de sus pensamientos. 
Tardó unos segundos en caer en la cuenta de a qué se refería. Idgrod se mordió los labios por dentro. No, no se lo parecía. Curiosa, sí, pero no había nada de bonito en ella; ni en su forma de rayo, que recordaba el peligro que corrió cuando se la hizo; ni tampoco en sus colores violáceos, más propios de las flores, de la magia o incluso del cielo nocturno; y menos en el ligero tono marrón de la piel muerta que ahora cubría algunas zonas de la herida. 
—Ya te dije que sí —mintió, al igual que había hecho la tarde anterior.
—Por más que lo intento, solo consigo verme el hombro —dijo Alicent con fastidio, como si no la hubiera escuchado. 
Alicent hizo su mejor esfuerzo por ver más allá de su hombro, bizqueando en el intento, poniendo una mueca que consiguió que Idgrod soltara una risa. Al darse cuenta de que se reía de ella, juntó los labios y los echó hacia afuera en un mohín, y se subió de nuevo el vestido, ofendida.  
—Ahora está prácticamente cicatrizada. Dentro de poco no quedará ni rastro de ella —prometió. 
Alicent la miró de reojo y sonrió esperanzada, yendo después a dejar el taburete bajo la mesa. Junto a esta había una estantería llena de diferentes sales. Allí se entretuvo un rato, aplastando varias sales entre los dedos que luego se llevó a la boca. Al ver la expresión que puso, asqueada pero maravillada al mismo tiempo, Idgrod volvió a sonreír. 
Es tan cría todavía… Esa idea la llevó a pensar en algo más. 
—Oye —susurró, tras mirar con cautela hacia las escaleras. Aunque era casi la hora de comer, Lami seguía en la tienda, así que no podía interrumpirlas. Aun así, a Idgrod le preocupaba que pudiera escucharlas—. ¿Cómo llevas lo otro? Ya sabes… —preguntó con cuidado, bajando el tono de voz. Alicent se tensó visiblemente y ella la miró con arrepentimiento—. Lo siento. Si no quieres, no tenemos que hablar de ello. 
—Ayer vino a la tienda —confesó tras pensarlo. 
Idgrod la observó en silencio y tuvo la sensación, por la forma en la se mordisqueaba el labio con nerviosismo, de que quería hablar de ello pero no sabía cómo hacerlo. Se tragó el reproche porque no se lo hubiera contado antes, aunque llevase ahí ya varias horas. Después de lo nerviosa que se puso la primera vez, cuando le contó lo que había ocurrido en el Cerro, no le extrañaba ni un poco que su amiga estuviera tan reticente.
—Espero que viniera a disculparse, después del comportamiento que tuvo —dijo tajante. 
—Solo quería saber si le conté a alguien lo que pasó en el Cerro —replicó desanimada.
Aunque lo intentó, no pudo evitar la mueca de desagrado al oírla. Ni tampoco el enfado contra la propia Alicent, por lo decepcionada que parecía al respecto. 
—¿Y lo hiciste? A parte de mí, claro. —Lo preguntó por preguntar, ya que podía imaginar la respuesta. La otra opción sería su propia madre y, si Lami estuviera al tanto, Seth no habría podido ni acercarse a la tienda.
Alicent negó mientras se sentaba en su propia cama, pegando la espalda contra la pared.
—Le dije que solo a ti. 
Idgrod desvió de nuevo la mirada, tragándose un resoplido. En momentos así, le gustaría tener un carácter más similar al de Joric, quien no tenía ningún pudor en decir a la gente las cosas a la cara. Así podría decirle a Alicent que lo que había hecho era una estupidez; Seth se merecía, como mínimo, alguna réplica que lo hiciera quedar con la intriga, para que la incertidumbre le revolviera las tripas, dejándolo hecho un manojo de nervios. 
—Voy a verlo esta tarde —admitió después de un largo silencio en el que pensó en lo incómodo que iba a ser el encuentro. 
Tenía claro que lo iba a ser antes de eso, pero con Seth siendo consciente de que sabía lo que había hecho, lo sería todavía más. Aún no había llegado la hora y ya se sentía agotada. 
Alicent se tensó sobre la cama y la miró con sorpresa. 
—¿Qué?
Se encogió de hombros, restándole importancia y dejando claro que no era por decisión propia.
—Falion lo ha invitado a mis clases de literatura e historia.
Aunque se notaba a leguas que Alicent quería preguntar más al respecto, no dijo nada. Idgrod intentó cambiar de tema para relajar la situación. Se acercó hasta la mesita de noche de su amiga, sobre la que había un libro que, si no era nuevo, era la primera vez que veía en la Cabaña. 
—Juego en la cena —leyó el título grabado sobre el cuero de la portada antes de abrir el tomo—. ¿Es nuevo?
—Es un regalo de Don Dogma…
La invadió una sensación familiar, como si algo tirase de su consciencia hasta sacarla de sí. Las palabras de Alicent cada vez se hicieron más distantes, hasta que no pudo oír ni entender nada de lo que su amiga dijera o hiciera.
Alguien sostenía una daga sobre la palma de ambas manos. La daga era impresionante, su vaina negra tenía el símbolo de Oblivion, la terminación de la guarda del arma era puntiaguda en ambos sentidos y varios pinchos nacían también de la base del pomo. Las manos pertenecían probablemente a un joven de tez blanca, y la zurda tenía una cicatriz distintiva que iba desde la base del índice hasta casi la mitad de la palma.
—¡Viene mamá!
La voz de su amiga la devolvió al mundo. Parpadeó un par de veces desorientada, sin entender muy bien qué acababa de ver. En ocasiones las visiones venían así, como una simple imagen. Idgrod maldijo para sí, sabiendo que aquella intriga la iba a tener en vilo hasta que consiguiera encajar la pieza en su realidad. Siempre pasaba igual. 
Se volvió hacia su amiga y, para su alivio, comprobó que ella no se había dado cuenta de lo que acababa de pasar. El crujido de las escaleras bajo los pasos de Lami fue cada vez más notable y, al poco, la puerta se abrió. La alquimista estaba un poco despeinada y parecía agitada, pero sonrió en su dirección como si esas cosas no tuvieran ninguna importancia.
—Voy a preparar la comida. Idgrod, ¿te quedas con nosotras?
Idgrod negó lentamente, con agradecimiento. 
—Hoy no puedo, pero gracias, Lami.
La mujer le quitó importancia con un gesto. Por su parte, Alicent la miró haciendo un puchero. Idgrod supo lo que quería. 
—¿Quieres que venga mañana también? 
Alicent asintió varias veces. 
—Entonces nos vemos mañana. —Le guiñó un ojo a Alicent a modo de promesa muda y su amiga sonrió, asintiendo. 
—Por la mañana —matizó la joven. 
—Por la mañana —prometió. 
Tras esto, Idgrod marchó a la carrera hasta su hogar, en el otro extremo de la villa. El Salón de la Luna Alta tenía una segunda planta parcial compuesta por dos habitaciones, cada una con su palco propio, a las cuales se accedía por las escaleras que había a cada lado del gran salón; su habitación y la de su hermano. No tenía mucho más de una hora hasta su clase con Falion así que, después de informar a su madre de que no comería con la familia, subió a su cuarto. 
Sacó su diario de entre el colchón y el armazón de la cama, tomó asiento en su escritorio e intentó representar lo mejor posible la daga que había visto antes, en casa de Alicent. Mientras lo hacía, escuchó con fastidio al Legado Taurino discutir acaloradamente sobre cómo se estaban gestionando los recursos aquel invierno. Joric tiene suerte. Debajo de su habitación estaba el cuarto de sus padres, y allí no había nadie hablando a voces por las tardes. Al mismo tiempo, tampoco se podía quejar. Al menos tengo intimidad. No se podía imaginar viviendo en una casa abierta como la de su amiga, sin un cuarto propio en el que poder relajarse.
Mientras esperaba a que se secara la tinta aprovechó para escribir una carta a Hari, contándole cómo habían ido las cosas desde que había vuelto de Soledad. Sintió un vacío agradable en el pecho al recordar las semanas que habían pasado juntas en la capital.  Todavía no había terminado cuando la puerta se abrió y su padre entró. Dejó un plato de pan y queso sobre el escritorio y le revolvió el pelo con cariño. Idgrod agradeció el detalle con una sonrisa, pero su padre se había quedado serio mirando el dibujo.
 —¿Sabes qué es? —preguntó curiosa.
Supo por la expresión de su padre que estaba haciendo memoria. Mientras esperaba, pellizcó un pedazo de pan y cogió una onza de queso tras darse cuenta del hambre que tenía. 
—Sé que es la Cuchilla de Mehrunes, pero no me preguntes más —dijo al fin—. ¿Otra visión?
Idgrod suspiró antes de asentir. 
—Una breve. Solo vi la daga y las manos que la sostenían. 
Las cejas de su padre, pobladas, casi se tocaban cuando fruncía el ceño. Esta vez no fue la excepción.
—Ten cuidado, ¿vale? —pidió tras un momento de reflexión—. Las cosas no suelen acabar bien cuando los daedra meten las narices en la vida de los hombres.
Idgrod lo miró a los ojos con seriedad, asintiendo. Tras esto, su padre salió de la habitación e Idgrod intentó terminar la carta mientras comía, pero las palabras de su padre seguían resonando en su mente, entre otras cosas; el ataque de los nigromantes, lo ocurrido durante el festival y, ahora, la Cuchilla de Mehrunes. No podía ser una coincidencia. Estaba pasando algo y ella no era capaz de descubrir el qué. Terminó por rendirse y decidió que terminaría de noche, ahora tenía una cita con Seth y con Falion. 
Aquella tarde, la clase se hizo eterna por varios motivos. Por un lado, no podía dejar de pensar en la daga, pero tampoco le podía preguntar a Falion delante de Seth, en quien no confiaba lo suficiente como para compartir dicha información. Por otro lado, sentía cada dos por tres su mirada clavada en ella. Para colmo, Falion la reprendió en un par de ocasiones por no estar participando tanto como de costumbre. Pero incluso con todo, había sido bastante enriquecedor.
Seth intervino bastante conforme Falion fue definiendo el tema. Aquel día estudiarían sobre la historia política de Tamriel. Como ella no participó demasiado, la clase no tardó en convertirse en un diálogo entre los dos magos. Eso sí, las veces que intervino aprovechó para dirigir el tema hacia sus propios intereses de forma sutil, preguntando, por ejemplo, cuánto de cierto había en las intervenciones divinas que acompañaban muchos de los relatos históricos a los que Falion había hecho alusión durante la clase. Seth pareció seguirle el hilo; estaba claro que le apasionaba el tema de lo divino. Al final, ambos hombres terminaron discutiendo sobre la dicotomía Molag Bal-Mehrunes Dagon y, aunque al principio Falion se negó en rotundo a su tesis, las preguntas de Seth lo hicieron vacilar y, para el final de la clase, el mago estaba entusiasmado ante esa nueva idea. 
Salió de la casa de Falion soltando un resoplido cargado de envidia. Aunque era molesto, no podía negarlo: Seth sabía mucho más que ella, al menos de mitología. Estaba claro que, debido a su posición social, había sido instruido en un montón de cosas. Tal vez si ella hubiera nacido en Markarth, o en cualquier otra gran ciudad, también hubiera tenido las mismas oportunidades que él. O más, al fin y al cabo, él solo era el hijo de alguien poderoso, pero ella habría sido la hija de la jarl. Allí, en Morthal, a parte de Falion, Idgrod había tenido que aprender todo por sí misma, con la ayuda de los libros y, bueno, también de sus padres. Pero estaba segura de que Seth había tenido una multitud de profesores, y ninguno le había enseñado dos veces lo mismo.  
Pisó con más fuerza la tierra, de mal humor, y el barro le salpicó las botas. Acababa de dejar la casa de Falion atrás cuando escuchó una voz que la hizo detenerse en seco.
—¡Idgrod, espera! —era Seth, que corrió hasta alcanzarla. 
Idgrod no tenía demasiadas ganas de hablar con él. El episodio con Alicent empezó a arder en su mente, de modo que, cuando se giró, le dedicó su peor cara. 
—¿Qué quieres? —espetó. 
Seth abrió los ojos con sorpresa, como si no esperara que lo tratara así. Apretó los labios y se pasó una mano por la nuca, avergonzado.
—Alicent me ha dicho que te contó todo.
Idgrod lo miró también con sorpresa y a continuación echó un rápido vistazo a su alrededor, sin poder creer que sacara el tema así como así en plena calle. 
—¿Qué…? —empezó Seth, cuando lo sujetó de un brazo y tiró de él.
—Shh —lo calló, sin mirarlo. 
Seguía lloviendo. Idgrod buscó refugio bajo el saliente de la segunda planta de la tienda de bienes generales. Caminó sobre la pasarela de madera hasta llegar a la parte trasera de la choza, elevada sobre las aguas del Hjaal. Allí la bruma los protegería de miradas indiscretas y, dado que la tienda llevaba meses cerrada desde la desaparición de Lalette, no corrían el riesgo de que nadie escuchara su conversación. Idgrod se movió hasta estar cara a cara con él y se cruzó de brazos, mirándolo con reproche. 
—¿Pero a ti qué te pasa? 
—¿A mí? —Seth sonó incrédulo. Soltó un rápido suspiro y dijo:— Mira, solo quiero decirte que me siento avergonzado. No querría haberle dicho esas cosas, pero no supe cómo reaccionar —explicó. 
Idgrod se limitó a parpadear un par de veces, incrédula. No podía asimilar lo que estaba escuchando. 
—¿Solo por eso? —preguntó al fin, sin molestarse en limpiar de cinismo el tono que le dirigió. 
Seth frunció el ceño. Parecía molesto. 
—¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Por qué otra cosa me debería disculpar? —preguntó a la defensiva. 
Seguía sin poder creerse lo que estaba escuchando. O Seth era el tipo más cínico del mundo, o ella se estaba perdiendo algo. Lo que no era normal era aquella reacción tras lo que su amiga le había contado. 
—¿De verdad me estás haciendo esa pregunta? —cuestionó, alzando ambas cejas—. Casi la violas. 
—¿Que casi qué? —La incredulidad de Seth fue tan convincente que Idgrod estuvo a punto de retractarse, pero no lo hizo. 
—Que casi la violas —repitió, cruzándose de brazos y manteniendo su mirada. 
Seth golpeó la pared de madera con la mano. Idgrod se tensó ante el repentino revés de ira del chico, que ahora se miraba la palma con fastidio. Ella aprovechó para examinarla; las manos de su visión bien podrían haber sido las de Seth, pero él no tenía ninguna cicatriz. Él resopló antes de volver a encararla.
—Para colmo. Idgrod, yo no casi nada. No hice nada que ella no quisiera y cuando dejó de querer, paré. Pero ella me siguió el juego todo el rato y no dijo que no hasta… —carraspeó y le dedicó una mirada de obviedad que la invitó a completar mentalmente la frase—. De repente empezó a llorar, ¿y yo qué hago? Pues me enfadé y le dije de todo, lo admito. Pero eso no justifica que ella diga esas barbaridades de mí. 
Sonaba tan dolido, tan traicionado, que a Idgrod le pareció sincero. Pero conocía bien a Alicent y ella jamás mentiría en algo así, y menos por venganza. Sin embargo, ahora que había escuchado esta parte de la versión de Seth, no pudo evitar preguntarse si él era consciente de lo inocente que era Alicent en ciertos temas.
—Antes de nada, dime una cosa. Cuando… cuando pasó eso —Seth tensó los hombros—. Sabías que Alicent no había estado todavía con nadie, ¿no?
—Me lo imaginaba —contestó. Pero Idgrod se dio cuenta de que no estaba entendiendo a qué se refería. 
—Seth, ella no sabía lo que estaba pasando hasta que casi ocurre. 
Seth frunció el ceño. 
—¿A qué te…? —se quedó a medias y abrió los ojos de par en par, completamente sorprendido—. Vaya. Eso explica algunas cosas. 
La chispa de mortificación que cruzó sus ojos cuando comprendió la magnitud de lo que había hecho hizo que Idgrod creyera que ya se había resarcido al menos un poco. Aun con todo, permaneció cruzada de brazos, dando vueltas a la versión de Alicent. Ella le contó que él había insistido bastante. 
—¿Creías que las cosas se hacían por la fuerza e insistiendo? 
Todo lo que había pensado de él durante la clase, sobre sus altos conocimientos, empezó a tambalearse. ¿Sus instructores tuvieron tiempo de hablarle de dioses y ninguno había podido comentarle cómo funcionaba la intimidad entre dos personas? 
Entonces Seth desvió la mirada, incómodo. Idgrod frunció el ceño.
—Yo… En mi casa sí era lo normal, Idgrod —dijo Seth, con la voz cargada de vergüenza. 
Aquello le cayó como un jarro de agua fría, trayendo de vuelta a su mente lo que Alicent le había contado unos días atrás sobre su conversación con Alva. Desde luego, Seth no se había criado en un entorno precisamente sano. 
—Pero… —volvió a hablar Seth—. Ahora ya sé que no lo es, y… la verdad que todavía no sé cómo debo sentirme, pero sí sé que no quiero volver a hacerlo. No te imaginas lo violento que fue. Para ambos.  
Una vez más, parecía sincero. Idgrod quería creerlo, quería pensar que de verdad Seth no era un mal chico. Que todo era culpa de su padre, y que solo necesitaba que alguien le enseñara cómo se hacían bien las cosas. Apretó los labios, sin saber qué hacer.
—Prométemelo —dijo finalmente—. Promete que nunca volverás a hacer algo así. 
Seth asintió al instante, sin necesidad de pararse a pensarlo.
—Te lo prometo. A partir de ahora, haré bien las cosas.
—Está bien —cedió ella, descruzando los brazos—. Pero que sepas que te estaré vigilando —avisó, apuntándole con un dedo—. En Morthal no solemos dar segundas oportunidades. 
Seth volvió a asentir, con una pequeña sonrisa adornando su boca. 
—Gracias, Idgrod. Aunque no creo que Alicent quiera saber nada de mí después de todo.
Idgrod suspiró y se encogió de hombros. Le sonrió de vuelta, con algo de reticencia.
—Tiempo al tiempo, Seth.No quedó mucho más por decir tras aquello, así que ambos se despidieron y cada uno retomó su propio camino.
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honguitodemierda · 9 months ago
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Me escucharás, si grito en medio del bosque volverás por mí o dejarás que los lobos me alcancen, me darás por muerta o seguirás mí rastro
Me buscarás, respiraras el aire hasta dar con mí aroma y recoreras las coordenadas marcadas hasta encontrarme
O no podrás diferenciar mí perfume del de las flores, de la noche, de la humedad, de la tierra
Me escucharás o ya estarás tan lejos que solo sentirás mí voz por el silbido del viento, pensando que es el monte, el grillo, la noche, seguirás tu camino y no miraras atrás
Gritaré, me pregunto más si seré capaz de gritar para que me escuches o si rendida me dejaré tragar por el pantano sin respirar sin soplar sin patalear. Llamaré por tu nombre hasta el cansancio, hasta la muerte
O me dejaré en silencio, respirando ese instante previo, pensaré en mí o en vos, en vos en mí o en mí en vos, o solo en mí
Gritaré hasta ver qué no regresas o gritaré eternamente hasta la derrota, cállare si sé que has decidido marcharte, sepulclare mí auxilio sabiendo que eres el único que puede ayudarme, porque ya has elegido abandonarme
Me pregunto, si seré capaz de gritar, si tú podrás ser capaz de escucharme
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uniquetyphoonmiracle · 9 months ago
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Letra de PAGO POR VISION [FLESH] de HABLANDO EN PLATA grupo de MALAGA
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Pago por visión flesh carne
[Sicario]
Si vienes con tu nuevo Akai marica, yo le fundo las placas,
si vienes con tus letras traducidas de Google las notan la clika del Sica,
tu chica es mas puta que Rita hermano,
verdades que pican como avispas de mar en las manos,
te joden las carnes del horto, en las puertas de Mordor,
contémplame igual que a un ángel de polvo,
soy una fuente inagotable de morbo,
coro me lo hacen dos lobos, te cuelgo del pelo
muerdo con celo, y te ato con celo,
yo con gasolina en los tanques de sobra llego al pleno,
bicha en pantano se mueve cómoda en su hábitat
tenlo presente en tu portafolio,
la portada de este disco es un óleo,
comienza en expolio, disparo de un estonio,
comportamiento erróneo, falta de fondo
a lo tonto a lo tonto te alcanzo, yo en evidencia te pongo,
en pompa, y te rompo como unas medias de punto,
San Pedro es chungo, San Petesburgo,
me escondo en corralones del Bulto.
[Rayka]
Conmigo no podrás, vengo nuevo a soltar las fieras
easyflow luce como el sol en mi piel, carcasa, esfera
nueva bandera, la nación entera está a la espera
de enormes poetas que respiran en la cromosfera
pago por visión, abre exhibición,
no hay competición, solo adoración,
a la audición, de esta construcción, que es afirmación,
de condición, en comunicación, somos confrontación,
abre bien los ojos, mis labios componen dibujos,
en subastas pujo, en números fluyo,
los tuyos solo prefijos, mi flujo, con desparpajo
silencio, murmullo, dejo correr al cojo como conejo,
soy el espejo donde puedes ver a un señor arder en un cráter,
eres cáncer, yo piscis, apocalipsys,
en desierto oasis, con mis compis, fifty, fifty.
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tilandssia · 1 year ago
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No he dormido porque descubrí también en mí un lugar secreto, eclosionado para poder existir. No sé ni siquiera si exista en ti un lugar que pueda estar eclosionando para existir. Pero deseo qué la chispa que en mi hoy brinca tenga la capacidad de llamar en tí al fuego.
Para ti es entonces el llamado de decir que veniste a mi como un rito sagrado. Y que durante el rito secreto me convertí en algo nuevo. He sostenido el rizoma en el suelo esperando a que te despegues, pero creo que sólo me ha seguido cuestionando el hecho de sentirte cerca en forma. Siento que tus hojas transpiran. Y aunque no las conozca, he soñado que eres la niebla entre los pies de mi búsqueda. Te observo despacio entre el follaje. El amor entonces es describir con amor y admiración la existencia de un líquen, y mis ojos observan en detalle las escamas invisibles de tu comportamiento vegetal. Mis poros fotosintéticos también se asfixian por la suavidad de tus tricomas sobre el aire, casi tocando el agua.
Observo mis tallos, observo los bordes suaves, rígidos, sutiles de mí misma observados por la naturaleza misma. Estamos hundidas en un pantano, sólo existe el sonido de la vida surgiendo entre las micorrizas. Siento tus esporas, siento tus pies de raíz brincar cerca de mi. Siento en mis agallas la tensión de tu presencia como el aliento húmedo del silencio. Mi verdor palpita y se entrega a la asfixia. Podría correr hasta el fondo del agua. Podría gritar. Porque he estallado cada día del año; con dudas, con miedo, con cautela, con curiosidad. He revoloteado sobre tí, y no hay duda de ello.
Hace unas horas descubrí que puedo decirte lo que siento, porque tú entenderás la naturaleza de mi sentir. Y cuando te lo dije tu soltaste tus ramas suaves y sostuviste el vínculo desde todas las cosas que te vuelven planta y a mi planta. Con cautela. Porque estás atravesando por algo. Porque el reconocimiento y la ilusión son pasos primarios para el después. Y la posibilidad del no. Espero que se dé. Espero que podamos tejer con nuestras hojas una manta secreta llena de muerte y vida verde. ¿Cómo te transformará el amor que te atraviesa como daga a ti? A mí me volvió una ave mántida, y sé que podría hablarte de mi metamorfosis, porque sé de alguna forma que lo entiendes.
En fin, 🍃
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bookishnerdlove · 1 year ago
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LIBERAME - 6.9
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Episodio 6.9   La habitación, donde ya no había conversaciones, estaba en silencio. Era solo que Crossell había desaparecido, pero la atmósfera parecía estar ligeramente más baja. A pesar de que el chico no es una persona conversadora, todavía bebí el té caliente, pensando que la sensación era genial. “¿Cómo está?” (Dios) “Está bien.” “Bien. Lo pensé durante mucho tiempo porque no sabía lo que te gustaría ahora.” (Dios) El hombre pareció aliviado y se sentó a mi lado. Mientras tomaba el té en silencio, se inclinó y me miró con una mejilla apoyada en la mesa. Los ojos de color rojo sangre que me miraban brillaron. “¿Dormimos juntos?” (Dios) La baja voz susurrante me hizo cosquillas. Bajé los ojos, tratando de no mirarlo. El agua del té se balanceó y una luz dorada se proyectó sobre la superficie del agua. “Estás teniendo pesadillas. Te ayudaré.” (Dios) “No lo estoy.” “Si me otorgas tu permiso, eso no sería tan malo.” (Dios) El hombre entrelazó su mano a la mía. Los dedos de otra persona se clavaron entre los nudillos de mi mano izquierda que no sostenía la taza de té. “O simplemente puedes tomar prestada mi mano.” (Dios) Cuando no respondí nada y me quedé quieta, el hombre acercó mi mano hacia él. Y besó suavemente los dedos entrelazados. “No será gran cosa.” (Dios) El toque de los labios cayendo y tocando mi piel desnuda, y los susurros daban la ilusión de que estaba hablando justo al lado de mis oídos. Tuve que esforzarme mucho para no ser sacudida. “Si vas a cortarte la mano, lo pensaré.” Respondí con la mayor indiferencia posible sin apartar los ojos de las ondas del té. Me esforcé para que mi voz no temblara, por lo que mi tono pareció ser más tranquilo de lo necesario incluso cuando yo misma lo escuché. Al escuchar la propuesta, que equivalía a una negativa, el hombre se rió por lo bajo. Y después de un momento de silencio, de repente me preguntó. “¿Te lo doy?” (Dios) “¿Qué?” “Mi mano.” (Dios) “...” “Te lo daré si quieres.” (Dios) Dejé la taza de té y miré al hombre. Continuó mirándome directamente, así que tan pronto como giré la cabeza, nuestros ojos se encontraron como si hubiera estado esperando. Lo supe de inmediato… A diferencia de mí, él no estaba bromeando. Si asentía, se cortaría las muñecas sin dudarlo. “Puedo sacarme los globos oculares para convertirme en tus ojos, o cortarme la garganta para convertirme en tu aliento. Córtame en pedazos y llévame.” (Dios) Estaba sombreado como un pantano en un día lluvioso. Sentí como si un enorme monstruo abriera su boca sobre mi cabeza, así que traté de sacar mi mano. Pero el hombre dio fuerza a su mano. No podía salir del agarre que me estaba atrapando como una trampa. “No importa en qué forma me utilices. Si tan solo pudiera estar a tu lado.” (Dios) El agarre en las manos estrechamente entrelazadas se estaban volviendo cada vez más fuerte. “... No quiero.” Lo intenté con todas mis fuerzas, pero mi voz tembló un poco. Giré la cabeza para evitar la mirada que se clavaba en mi mano con la tenacidad de la mano del hombre que no me suelta. “Nada, no quiero nada, así que no tienes que hacerlo.” Se sentía como estar en un espacio vacío con el hombre. El entorno estaba tan tranquilo que era difícil no fijarse incluso en su pequeña respiración. Sintiendo la mirada atravesándome como una aguja, volví a levantar la taza. Quería que la serie de acciones se viera lo más natural posible, pero desafortunadamente, el agua del té todavía se balanceaba. Bebí el té con un suspiro. El hombre ya no me ofreció dormir con él, sino que tomó mi mano. La fuerza en su agarre se aflojó gradualmente, pero no me soltó. Bebí lentamente, pero sin detenerme, sosteniendo la taza en una mano y la mano del hombre en la otra. El hombre me tocó la mano. Todos mis nervios estaban enfocados en mi mano izquierda mientras se movía, como darle un poco de fuerza y luego soltarla, o barrer el dorso de mi mano. Miré hacia abajo al hombre. Tenía una cara pensativa. Era como si inconscientemente estuviera tocando mi mano. Elegí no romper el silencio en lugar de pedirle que me soltara. Todavía quedaba algo de té en la taza. El silencio vino de nuevo. Estaba bebiendo sin hacer ruido por costumbre porque todavía tenía los modales de un aristócrata. Luego, en el momento en el fondo la taza de té llegó a mi vista, la atmósfera se refrescó. “Dijo que era el 9no, así que debe ser muy fuerte.” (Shriel) Ninguna respuesta llegó. Los demonios que he conocido hasta ahora han sido el 48, 49 y 53. Todos ellos eran demonios con clasificaciones de dos dígitos, y era la primera vez que me encontraba con un demonio de un solo dígito. Cuando traté de tener suerte por miedo a que sucediera lo peor, el hombre lo negó con frialdad. “La clasificación de los demonios es el orden conocido por los humanos, por lo que no tiene nada que ver con su fuerza.” (Dios) Desde que supe que los demonios usan números, vagamente pensé que tenía algo que ver con el poder. Pero cuando escuché que no había ninguna relación en absoluto, me sentí aliviada. “Y además, no importaba en el pasado, pero ahora todos son débiles, por lo que no tiene sentido saber quién es fuerte y quién es débil.” (Dios) “Es desafortunado.” En mi tono, se sintió la sinceridad de no sentir pena en absoluto, pero el hombre no lo señaló. “Si tuvieras que luchar contra el 9no demonio, ¿serías capaz de ganar?” “No sería fácil.” (Dios) “Solo hay un oponente, pero no puedo obtener una respuesta definitiva. Ni siquiera puedo adivinar qué tan fuerte es.” Después de pasar tantos problemas, parecía como si hubiera encontrado otra emboscada. Pero solo porque había una manera, me sentí bastante esperanzado. No puedo garantizar que tendré éxito, pero si hay algo diferente a antes, es que hay alguien a mi lado que me ayudará incondicionalmente. Ese solo hecho era reconfortante. No había más tiempo para dudar. Ahora era mi turno de enfrentar el mañana.   ****   Tan pronto como abrí los ojos, vacié mis bolsillos. Extendí mi estadía juntando todo el dinero que tenía y el dinero que no tenía. No fue suficiente, así que dejé todo el oro del que disponía en los brazos de los demonios. No durmieron y no querían salir porque todos los alrededor la ciudad estaban llenos de ángeles. Como no podía dejar que se sentaran en la calle, pensé que era natural que estuvieran cómodos mientras no estaba. Pero los demonios no estaban complacidos con esos favores. “¡No, iré contigo!” - Crossell se volvió loco. El oro que el niño no había aceptado rodó por el suelo con un sonido alegre. Nadie salió a recoger el oro que se alejaba. “Debe ser peligroso, ¿por qué tienes que ir sola?” (Crossell) “No hay nada de malo en tener cuidado.” “¡Si es así, si quieres tener cuidado, llévame contigo!” (Crossell) “Crossell lo dijo. Dijiste que el Duque de Gentilla es un hacedor de ángeles. Dentro del castillo, habrá más ángeles que antes.” “No me importa esos ángeles.” (Crossell) “Si escuchas lo que dije ayer, no es ese ángel.” Tranquilicé a Crossell, quien parecía estar a punto de tomar mi mano y correr hacia el castillo en cualquier momento. Mirando la actitud imprudente de Crossell, estaba agradecida, pero objetivamente hablando no era de ninguna ayuda. Yo no sabía mucho acerca de los ángeles. Era un ser humano. No sabía exactamente cuánto poder destructivo tenía, pero se decía que tenía el poder de sellar demonios. Estaba previsto que cuando despertaran, las cosas se saldrían de control. Era mejor ir sola que correr riesgos innecesarios. “Te dije que el Duque tiene la sangre de uno de los tipos llamados apóstoles. Si se entera de tu relación conmigo.” - Crossell, incapaz de terminar sus palabras, se barrió la cara para secarse. El chico no pudo ocultar sus sentimientos contradictorios. Parecía tener mucho que decirme, pero tragó sus palabras luego de tomar aliento. Supe de inmediato lo que el chico estaba a punto de decir… Ese sería el caso, y si el Duque Gentilla se enterara de que tengo una relación con el Demonio, solo habría un final. “Podrías ser quemada. No, es más probable que seas presa de los animales salvajes, te cortarán la cabeza y también cortarán el resto de tu cuerpo en pedazos pequeños.” Con el hereje justo frente a él, no podía dejarlo solo. Después de recitar un caso extremadamente común, Crossell negó con la cabeza. “No será así.” “¿Qué?” (Crossell) El chico, que me había estado mirando con los ojos ensangrentados, murmuró impotente. “Incluso los ángeles no saben cómo lidiar con el poder, por lo que no hay forma de que sientan una sensación de peligro si digo algo como esto.” (Crossell) “Basta.” (Dios) El hombre que había estado escuchando nuestra conversación en silencio, presionó la cabeza de Crossel. “¡No, eso no tiene sentido! ¿Por qué estás diciendo eso?” (Dios) Crossell luchó. Solo el grito enojado del niño resonó en el aire. “¿No tienes miedo? ¿O no lo sabes porque nunca has perdido a alguien?” (Crossell) La declaración de Crossell sobre si alguna vez había perdido a alguien estaba mal. Vi los restos de las catacumbas. También sabía lo hirientes que eran esas palabras porque conocía al hombre que lo había perdido todo y estaba en ruinas. Incluso con retraso, intervine entre ellos y traté de arreglar las cosas. Pero antes de eso, el hombre soltó la cabeza de Crossell y caminó hacia mí. Levanté la vista y miré al hombre. Ninguna emoción se mostró en su rostro. Ni Tristeza, ni dolor ni miseria. Abrió la boca lentamente, haciendo contacto visual conmigo con una cara insensible. “Sería más conveniente si pudiera matarlos a todos...” (Dios) “...” “¿Debería deshacerme de todo? No dejar nada atrás.” (Dios) Atrás Novelas Menú Siguiente Read the full article
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