#Condado de Clark
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300 personas confirman que no deberían estar en las listas de votantes de Nevada
Según un nuevo informe, más de 300 personas incluidas en las listas de votantes de Nevada confirmaron que se han mudado y que no deberían estar en las listas de votantes activos del estado. La revelación fue revelada en un artículo del viernes escrito por el presidente de Citizen Outreach Foundation (COF), Chuck Muth, cuyo proyecto Pigpen ha estado encabezando los esfuerzos para eliminar a los…
#Chuck Muth#Cisco Aguilar#Citizen Outreach Foundation#Condado de Clark#Elecciones#elecciones de 2024#mantenimiento de la lista de votantes#Proyecto Pigpen#Votante Rollos#Votantes no elegibles
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DJI M30: El dron que salvó a unos buscadores de setas en el duro clima de Washington
El 17 de noviembre de 2024, la Oficina del Sheriff del Condado de Clark puso en uso un dron resistente a las inclemencias del tiempo, específicamente el DJI M30, en una operación de rescate crucial para dos recolectores de setas que se habían perdido en los desafiantes terrenos del Condado de Skamania. Los informes meteorológicos indicaban condiciones severas, incluyendo granizo, aguanieve y…
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Acusan dos afroamericanos por matar a batazos dominicano vendedor de frutas en El Bronx
Por Ramón Mercedes NUEVA YORK.- La fiscal de El Bronx, Darcel D. Clark, anunció el pasado fin de semana que los afroamericanos Terrence Downes, de 44 años, y Romel Jarrett, de 37, fueron acusados de homicidio en primer y segundo grado por la muerte a batazos del dominicano Leslie Sánchez, de 56, vendedor de frutas en East Fordham Road con Grand Concourse en dicho condado. Según la investigación,…
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EL BEISBOL ESTÁ DE LUTO
Nueva York.- Fallece a los 83 años el legendario pelotero Pete Rose, , líder de imparables de la MLB y un ídolo caído en desgracia
Nueva York.- Pete Rose, líder de imparables de la MLB y un ídolo caído en desgracia y que mermó sus logros históricos y sueños de ingresar al Salón de la Fama por apostar en el deporte que amó, falleció a los 83 años.
Stephanie Wheatley, portavoz del Condado Clark de Nevada, confirmó la noticia en nombre del examinador médico. Wheatley dijo que no han determinado las causas de su fallecimiento.
Para los aficionados que crecieron en la década de los sesenta y setenta, no hubo un pelotero más emocionante con el número 14 de los Rojos de Cincinnati, la suprestrella de cabello desgreñado, nariz redonda y brazos musculosos. Cuando empezaba el césped artificial, los juegos divisionales y la agencia libre, Rose tenía un estilo de la vieja escuela.
Elegido en 17 ocasiones al Juego de Estrellas, Rose ganó tres veces la Serie Mundial. Fue JMV de la Liga Nacional en 1973 y JMV de la Serie Mundial dos años después. Tiene el récord de juegos disputados (3,562) y apariciones al plato (15,890) de la MLB, así como el récord de la Liga Nacional de la racha de hits más larga (44). Fue el primer bateador en grandes nóminas con los Rojos que ganaron el campeonato en 1975 y 1976.
Pero ninguno de sus logros se acercó a sus 4,256 hits, batiendo el récord de 4,191 de Ty Cobb y que fue ejemplo de su excelencia sin importar qué llegó después. Es tan impresionante, que un pelotero podría sumar 200 hits por temporada por 20 años y aun así quedar corto. Su secreto fue su consistencia y longevidad. Disputó 24 temporadas, todas menos seis con los Rojos. Rose tuvo al menos 200 hits en 10 temporadas y más de 180 en cuatro. Su promedio de bateo fue de .303 en su carrera incluso cuando pasó de segunda base al jardín y luego a tercera y primera.
Alcanzó la marca de Cobb el 8 de septiembre de 1985 y lo superó tres días después en Cincinnati. Rose tenía 44 años y era jugador-manager. Rose recibió la bola y lloró en los hombros del coach de primera base y su excompañero Tommy Helms.
Rose recibió incluso una llamada del presidente Ronald Reagan.
“Tu reputación y legado están asegurados”, le dijo el mandatario. “Pasará mucho tiempo antes de que alguien se pare en el lugar en el que tú estás”.
Cuatro días todo se acabó.
El 20 de marzo de 1989, el comisionado Peter Ueberroth anunció que su oficina había iniciado “una investigación completa por las serias acusaciones” sobre Rose.
Reportes surgieron que el pelotero se había ayudado de una serie de corredores de apuestas y amigos y otras personas para colocar apuestas en juegos de beisbol, incluyendo de los Rojos. Rose negó todas las acusaciones, pero la investigación encontró que “todos los testimonios de los testigos, así como evidencia documentada y récords telefónicos revelaron las extensivas actividades de apuestas de Pete Rose en conexión con el beisbol profesional y en particular de los juegos de los Rojos durante las temporadas 1985, 1986 y 1987”.
En agosto de 1989, el sucesor de Ueberroth, A. Bartlett Giamatti dijo las palabras más tristes en la historia del beisbol: “Uno de los jugadores más grandes estuvo involucrado de algunos actos que han manchado al deporte y ahora debe vivir con las consecuencias de sus actos”. Giamatti anunció que Rose acordó ser vetado de por vida, una decisión que llevó a que el Salón de la Fama lo considerara inelegible en 1991. Aunque Rose restó importancia a la noticia e insistió que nunca había apostado en beisbol por lo que sería reincorporado.
Semanas después del anuncio Giamatti falleció de un paro cardiaco, pero el veto se mantuvo y Rose nunca fue elegido al Salón de la Fama en vida, aunque recibió 41 votos en 1992.
Aunque nunca estuvo en Cooperstown, su carrera quedó representada. Algunos elementos de su carrera están en el Salón de la Fama como su casco de MVP de la temporada 1973, el bat que usó en 1978 cuando sumó 44 juegos con hits, así como los tenis que traía el día que se convirtió en el rey en 1985.
Pete Rose
Fecha de nac.: 14 de abril de 1941
Lugar de nac.: Cincinnati, Ohio
Fecha de deceso: 30 de septiembre de 2024
Edad: 83 años
Lugar de deceso: Las Vegas
Estatura: 1.80 m
Peso: 87 kg
Debut en GL: 8 de abril de 1963 con los Rojos de Cincinnati
Última aparición en GL: 17 de agosto de 1986 con los Rojos de Cincinnati
Estadísticas
Promedio de bateo: .303
Hits: 4,256
Jonrones: 160
RBI: 1,314
Récord como manager: 412–373
Porcentaje de victorias: .525
Equipos:
(Como jugador)
Rojos de Cincinnati (1963–1978)
Filis de Filadelfia (1979–1983)
Expos de Montreal (1984)
Rojos de Cincinnati (1984–1986)
Como manager
Rojos de Cincinnati (1984–1989)
Récords
4,256 hits
3,215 sencillos
3,562 juegos jugados
14,053 turnos al bat
15,890 apariciones en el plato
(Associated Press)
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A lenda do beisebol Pete Rose morre aos 83 anos #ÚltimasNotícias
Hot News Pete Rose, o rei do sucesso da Liga Principal de Beisebol que mais tarde se tornou um pária por apostar no jogo, morreu aos 83 anos, confirmou o médico legista do condado de Clark, Nevada, �� ABC News na segunda-feira. Rose foi encontrada em sua casa por um familiar, segundo o médico legista. Não havia sinais de crime. O legista investigará para determinar a causa e a forma da morte. O…
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Peter Watson & Pavel Tchelitchew (c 1934), Cecil Beaton
O "santo queer" Peter Watson deixou sua marca na cultura britânica ao financiar gigantes do mundo da arte
A cultura britânica tem uma dívida enorme com Peter Watson. O "santo queer" de Cecil Beaton financiou todos os nomes famosos, de Spender a Freud, e foi cofundador do ICA. Mas, como uma vida sexual lasciva sugeria, ele era uma alma danificada
Um contato com a fama: Peter Watson era um apaixonado pelas artes e patrocinou muitos pintores ( ©The Cecil Beaton Studio Archive at Sotheby’s )
Olhe por cima dos ombros das principais figuras do mundo cultural britânico de meados do século XX – de Cecil Beaton e Stephen Spender a Cyril Connolly e Lucian Freud – e você encontrará, de pé atrás deles, um homem lânguido e atenuado com olhos fundos e uma boca feminina. Este homem, Peter Watson, é agora em grande parte uma nota de rodapé para as vidas dos outros – um jovem brilhante que gradualmente abandonou um pouco de seu brilho para se tornar um patrono artístico e que morreu em circunstâncias misteriosas aos 47 anos. Sem ele, porém, o mundo da arte britânica teria sido um lugar muito diferente.
Watson era um colecionador – de coisas bonitas, de pessoas bonitas e, mais consistentemente, de pessoas em quem ele via talento para criar beleza. Ele foi um dos primeiros na Grã-Bretanha a aderir de todo o coração ao Modernismo Continental e comprou obras recém-saídas dos estúdios de Picasso, Miró, Giacometti, Klee e Dali; ele patrocinou compositores e amava jazz; ele foi um dos fundadores do Instituto de Artes Contemporâneas (ICA) em Londres; ele financiou jovens pintores britânicos como Freud, Francis Bacon e John Craxton; ele investiu dinheiro na revista literária e cultural de alto nível Horizon, cuja lista de colaboradores é uma lista de artes e letras britânicas (Christopher Isherwood e WH Auden, George Orwell e Graham Greene, Bertrand Russell e Virginia Woolf). E ele distribuiu dinheiro para uma coleção heterogênea de parasitas gananciosos ou pobres nas margens da cena cultural.
A vida curiosa desse homem curioso é o tema de um novo livro, Queer Saint, de Adrian Clark e Jeremy Dronfield. Watson era queer em ambos os sentidos e os autores traçam suas andanças tanto pelo beau monde quanto pelo sombrio e expõem as amizades e amores que ele encontrou em cada um. A figura que emerge é ao mesmo tempo um playboy gay com gosto por sexo rude e um esteta no sentido mais puro da palavra que deixou uma marca indelével, embora em grande parte não reconhecida, na arte britânica.
O que permitiu que Peter Watson fosse essas duas pessoas simultaneamente foi o dinheiro. Ele teve a grande sorte de ser um dos homens mais ricos da Inglaterra, cortesia de um fundo fiduciário de £ 1 milhão que em 1930 gerou a enorme soma de £ 50.000 por ano. Gore Vidal — sempre tão bom em isolar as características salientes de amigos e inimigos — mais tarde o descreveu como "um homem charmoso, alto, magro, perverso. Um desses tipos estranhos ingleses intrincados que geralmente acabam como marechais de campo, mas como ele era tão rico, nunca teve que fazer nada."
Para o eterno embaraço de Watson, o dinheiro veio da margarina (pronunciada, quando Watson nasceu em 1908, com um "g" forte). Seu pai veio do comércio e tinha refinado seus negócios de laticínios em uma enorme fortuna, parte da qual ele gastou em uma vasta propriedade rural em Sulhamstead Abbots perto de Reading e parte em facilitar seu caminho para um título de cavaleiro e ter uma chance em uma baronia. Quando em Eton, entre o dinheiro antigo, o jovem Watson ainda sentia o gosto forte da margarina em suas narinas elegantes.
Ele era o mais novo de três filhos, por uma década: seu irmão, embora aparentemente mais respeitável, também era gay, enquanto sua irmã cresceu e se tornou uma dama do condado cujos interesses eram em carne animal e não masculina – ou seja, wolfhounds irlandeses e cavalos de corrida. Watson tinha pouco a ver com qualquer um dos irmãos, sua mãe era o único membro da família a quem ele sentia lealdade ou afeição.
Em Eton, ele rapidamente se viu no meio cultural homoerótico e feérico, mas nobre, que ele nunca realmente deixou. Entre os contemporâneos estavam Orwell, Anthony Powell, Ian Fleming e James Lees-Milne. Ele já via o mundo como um lugar um tanto monótono: "Nada é mais terrível do que muita realidade — devo dizer, prefiro ter um pouco de fantasia para mim do que toda essa realidade monótona." Com o solipsismo adolescente estimulado pela riqueza, nunca lhe ocorreu que ele não sabia nada sobre a realidade.
Também não havia muita realidade para ser encontrada em Oxford. Quando ele foi para St. John's, ainda havia um toque da geração Brideshead por perto e Watson não era nem um esportista nem um acadêmico. Ele estudou, no sentido mais amplo, por dois anos medíocres, durante os quais ele foi reprovado em quase todos os exames possíveis, mas adicionou Auden, Isherwood e Spender, entre outros, à sua crescente lista de amigos.
Oxford e Watson desistiram um do outro em 1930. Ele foi enviado para baixo e fez o que muitos jovens irresponsáveis abençoados com vastos recursos e nenhuma motivação para fazer muito além de buscar prazer fariam: ele voou. Foi em uma viagem de borboleta para a Europa com o cenógrafo Oliver Messel que Watson foi apresentado, em Viena, a Cecil Beaton. Nenhum dos dois achou o outro particularmente atraente: Beaton, já um fotógrafo promissor, descreveu Watson como um "jovem alto e desengonçado, com o rosto de um bacalhau encantador". Beaton rapidamente, no entanto, descobriu os gostos pescatarianos e Watson se tornou o amor de sua vida.
À medida que o relacionamento se desenvolvia, Watson manteve a vantagem sobre o efeminado e socialmente ascendente Beaton. A amizade deles era calorosa a ponto de ferver e ser tátil, mas, para a frustração do fotógrafo, nunca se consumava. Beaton deitava na cama de Watson e o encarava enquanto ele dormia, ele o acariciava e fazia cócegas em seus pés, eles entravam em um pouco de "luta livre" ofegante e estridente, mas aí Watson traçava o limite.
Quando eles andavam pela Europa juntos, Watson se entregava aos garotos que encontrava nas boîtes de Paris e nos bares e cervejarias de Munique e deixava o pobre Beaton borbulhando. "Celly-boy", como Watson o chamava, era apaixonado e apaixonado. "Peter", ele disse, possuía uma "beleza bestial que é sutil... e suas nádegas, magreza e pernas e braços longos e finos, pescoço amanteigado e mãos grandes fazem para mim o ideal".
Beaton deu a Watson todas as oportunidades, mas ele nunca as aproveitou. Eles viajaram para a América juntos, onde Beaton tinha trabalho a fazer para a Vogue, aconchegados juntos na cabine de um navio. Eles viajaram pelo Caribe e pela Europa. Eles escreveram como amantes, falaram como amantes, discutiram arte como amantes (Watson, no meio de uma fase inicial da arte alemã, para Beaton: "Você acha uma cena de crucificação legal para a sala de jantar?"), mas eles nunca se tornaram amantes. Depois de muitos anos, Beaton finalmente percebeu que seu desejo era destrutivo e, por pura força de vontade, forçou-se a se afastar de sua intimidade para preservar sua própria sanidade. Ele nunca conseguiu extirpar Watson completamente, no entanto: foi ele quem o chamou de "santo queer"; e quando recebeu a notícia da morte de Watson, ele admitiu: "Tenho chorado como uma criança histérica a maior parte do dia e da noite."
O próprio Watson não era imune ao amor e se apaixonou por um cortesão americano de olhos sonhadores chamada Denham Fouts (conhecido como "o garoto mais bem cuidado do mundo") que ele conheceu em uma boate de Berlim. Fouts era o "anjo negro" de Watson, que havia seduzido uma série de amantes ricos e mais tarde acrescentaria Truman Capote à sua conta. Ele era um viciado em drogas e esbanjador que, no entanto, teve a perspicácia de ver que a "maior necessidade de Watson é amar em vez de ser amado". Fouts, que certa vez foi a uma peça de Cocteau em Paris vestido de pijama e um casaco de pele enquanto segurava uma garrafa de conhaque e uma cigarreira de prata, era o grande amor de Watson - uma vingança carente e de alta manutenção, talvez, por seu tratamento de Beaton. Ele pagou por ele e se sentiu responsável por ele até a morte induzida por drogas de Fouts em um banheiro em Roma, onde ele havia fugido com um novo amante.
A segunda força motriz na vida de Watson foi a arte. Nunca muito interessado em Londres, em 1938 ele instalou Fouts e ele mesmo em um apartamento em Paris e o encheu com as melhores pinturas modernas que ele conseguiu comprar. Seu timing foi ruim: com a invasão nazista, ele fugiu de volta para a Inglaterra e deixou suas pinturas aos cuidados de um crítico de arte romeno chamado Sherban Sidery, que provavelmente avisou a SS sobre o esconderijo. As pinturas foram apropriadas, embora depois da guerra Watson tenha encontrado várias à venda nas galerias de "amigos" negociantes, todos os quais previsivelmente protestaram sua inocência.
De volta a Londres, os esforços de guerra de Watson estavam centrados na Horizon, com Cyril Connolly como editor. Foi o dinheiro de Watson que financiou a revista, mas, como ele escreveu a Beaton: "O que este país precisa é de mais e MAIS Arte, caso contrário, a Vida não vale a pena. Esses são meus objetivos de guerra." O trabalho deles na revista isentou Watson e Connolly do recrutamento e Nancy Mitford, menos do que generosamente, pensou que essa era a intenção deles. Na verdade, Watson foi convocado, em 1941, mas foi rejeitado por ser muito magro.
A guerra, e o Blitz em particular ("Eu nunca vou para um abrigo – prefiro morrer dormindo"), fomentou uma admiração profunda e inesperada em Watson pelo povo britânico. Ele achava, no entanto, que o gosto deles pela arte era execrável. Foi isso que estava por trás de seu trabalho para o ICA, que ele ajudou a estabelecer após a guerra. Ele o via como uma instituição para educar o público em arte moderna e trabalhou duro para organizar exposições de protegidos como Freud e Bacon.
Tais boas obras não o impediram de se tornar uma pessoa de interesse para os serviços de inteligência quando Burgess e Maclean, a ponto de serem desmascarados como agentes soviéticos, fugiram para Moscou. Watson conheceu os dois homens por meio de seus amigos comunistas companheiros de viagem Auden e Spender, e ele estava no radar do MI5 desde antes da guerra. Watson, apesar de toda a sua riqueza, tinha um ocasional estremecimento de sentimento socialista, mas ele nunca foi comunista e não há evidências de que ele fosse um espião.
As restrições monetárias do pós-guerra significaram que, quando ele retomou sua antiga rotina de viajar para a América e pela Europa novamente, ele foi forçado a fazê-lo com menos estilo do que antes – mas ele retomou a velha rotina hedonista, no entanto. Os casos casuais continuaram, mas ele também teve casos significativos com dois jovens americanos, Waldemar Hansen e um marinheiro da Marinha chamado Norman Fowler.
Nenhum deles, porém, conseguiu impedi-lo de cair em crises de mal-estar com o estado do mundo. Era, ele acreditava, um lugar sombrio e desanimador; e embora os Aliados tivessem lutado em defesa da civilização, Watson acreditava que a cultura europeia tinha sido outra vítima da guerra. Os novos movimentos artísticos eram a confirmação; abstração e expressionismo, os estilos principais, eram, ele pensava, nada além de "decoração e exibição narcisista". Em 1946, ele protestou que "não prefiro arte à vida", mas no início dos anos 1950 ambos perderam o brilho.
A grande riqueza que lhe trouxera brinquedos de luxo, de Picassos a um Rolls-Royce cor de coral com assentos de pele (apesar de ser um péssimo motorista) não tinha mais o mesmo efeito. Ele morava em um pequeno apartamento, sem carro; a Horizon havia fechado; a mendicância de seus amigos continuava, Hansen era carente, Fowler não era confiável e seu outrora formidável desejo sexual havia diminuído para dar as mãos. (Como Stephen Spender havia notado uma vez, Watson era "essencialmente feito para luas de mel e não para casamentos".) O próprio Watson escreveu que "é muito difícil ser feliz a menos que você tenha um lugar na vida". E ele não sabia mais qual era o seu.
Peter Watson, à direita, com o cenógrafo Oliver Messel (©The Cecil Beaton Studio Archive at Sotheby's) ( ©The Cecil Beaton Studio Archive at Sotheby's )
Este Weltschmerz (dor mundial) chegou ao fim em circunstâncias inexplicáveis. Uma noite em 1956, um perturbado Norman Fowler correu para a rua em frente ao apartamento de Watson em Rutland Gate, Knightsbridge, e abordou um policial. Watson estava no banheiro, ele tagarelava, a porta estava trancada, a torneira estava aberta e ele não estava respondendo aos chamados de Fowler. Quando o policial arrombou a porta, ele encontrou Watson morto no banheiro, a chave no chão.
O veredito do legista foi morte acidental: por mais improvável que parecesse, Watson havia se afogado; e nem suicídio nem assassinato foram mencionados — apesar dos fatos de que Watson e Fowler tiveram uma briga feia pouco antes, e que Fowler era mais do que musculoso o suficiente para arrombar a porta sozinho sem precisar de um policial para isso. O fato de Watson ter deixado quase tudo para Fowler em seu testamento também não pareceu levantar suspeitas. Na verdade, Fowler vendeu rapidamente o lote — fotos, objetos, livros (a venda da biblioteca de Watson ainda estava acontecendo dois anos após sua morte) — e desapareceu no Caribe. Em 1968, ele também morreu em seu banho em circunstâncias inexplicáveis.
Watson, apesar de todo o seu dinheiro, não conseguiu fugir da realidade, afinal. Ele, no entanto, gastou com bons resultados, bem como de forma egoísta. Ele não apenas patrocinou pessoalmente alguns dos artistas modernos mais significativos de sua época, mas usou sua influência na Horizon e no ICA para fomentar um interesse maior pela arte contemporânea. Ele também foi um amigo munificente, embora às vezes enlouquecedoramente inescrutável, de um grande círculo. Nem todo homem rico pode dizer isso.
Ele merecia um destino melhor do que aquele que conheceu – e ele havia previsto um para si mesmo. No início da Guerra Fria, ele disse que "quando a bomba de hidrogênio explodir, eu quero me desintegrar em... pó feito de gesso renascentista, mesas de William Kent, Picasso, conhaque e discos de Alban Berg". Teria sido um fim mais adequado para esse esteta do que o que quer que tenha acontecido naquele banheiro trancado.
'Queer Saint', de Adrian Clark e Jeremy Dronfield (�� 25, Metro), já foi lançado
Peter Watson & Pavel Tchelitchew (c 1934), Cecil Beaton
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Homem é preso por matar e comer o rosto da vítima: 'Estava possuído'
Wikimedia Commons Viatura da polícia de Las Vegas Um homem de 29 anos foi preso em Las Vegas no último fim de semana, acusado de ter matado e comido partes do rosto da vítima. O caso aconteceu no último domingo (28). O suspeito, Colin Ichiro Czech, foi levado para o Centro de Detenção do Condado de Clarc no mesmo dia do assassinato, segundo o Departamento da Polícia Metropolitana de Las Vegas. A vítima foi identificada como Kenneth Brown. A causa específica da morte ainda não foi revelada, segundo a polícia. Mas, de acordo com a denúncia, suspeito e vítima estavam brigando quando Brown foi atingido por um soco e bateu a cabeça no concreto. De acordo com a corporação, os agentes foram acionados por volta das 4h45 da manhã, com a denúncia de uma briga na frente de um comércio ao sul da Avenida Las Vegas, ao norte da famosa Little White Wedding Chapel, local onde muitos casamentos rápidos são celebrados. A testemunha que ligou para a emergência disse que a vítima foi "jogada no chão" no estacionamento de um estabelecimento, e que o suspeito estava "batendo sua cabeça no concreto" enquanto gritava, e parecia estar paranoico. Após 45 minutos, a polícia recebeu outra denúncia da mesma região, dessa vez próximo a um ponto de ônibus, dizendo que o suspeito estava em cima de um homem "comendo o seu rosto". Os agentes foram até o endereço, onde encontraram o suspeito e a vítima no chão. Brown sangrava na cabeça e não respondia aos agentes. Ele foi levado para um hospital e declarado morto. Mais tarde, foi revelado que ele teve uma orelha e um olho arrancados, além de um grande ferimento na cabeça. De acordo com os documentos do tribunal, os agentes viram o suspeito ajoelhado ao lado de Brown com "matéria biológica no cabelo, na boca e na roupa". "Estava possuído", disse o suspeito Em depoimento à polícia, Czech disse que a vítima o atacou. Questionado sobre o ataque, ele disse que usou os dentes para machucar a vítima, pois esteve "acordado por 5 dias seguidos". Ele alegou que "estava possuído" quando cometeu o crime. Segundo a polícia, ele disse que vozes na sua cabeça mandavam matar uma pessoa chamada "Drake" - um homem que ele disse não conhecer. Os registros do Tribunal de Justiça do Condado de Clark mostram que Czech continua preso. Sua primeira audiência foi nesta quarta-feira (1º) mas não há atualizações sobre o caso. Fonte: Internacional Read the full article
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O “santo queer” Peter Watson deixou sua marca na cultura britânica ao financiar gigantes do mundo da arte
A cultura britânica tem uma dívida enorme com Peter Watson. O “santo queer” de Cecil Beaton financiou todos os nomes famosos, de Spender a Freud, e foi cofundador do ICA. Mas, como uma vida sexual lasciva sugeria, ele era uma alma danificada
Um contato com a fama: Peter Watson era um apaixonado pelas artes e patrocinou muitos pintores ( ©The Cecil Beaton Studio Archive at Sotheby’s )
Olhe por cima dos ombros das principais figuras do mundo cultural britânico de meados do século XX – de Cecil Beaton e Stephen Spender a Cyril Connolly e Lucian Freud – e você encontrará, de pé atrás deles, um homem lânguido e atenuado com olhos fundos e uma boca feminina. Este homem, Peter Watson, é agora em grande parte uma nota de rodapé para as vidas dos outros – um jovem brilhante que gradualmente abandonou um pouco de seu brilho para se tornar um patrono artístico e que morreu em circunstâncias misteriosas aos 47 anos. Sem ele, porém, o mundo da arte britânica teria sido um lugar muito diferente.
Watson era um colecionador – de coisas bonitas, de pessoas bonitas e, mais consistentemente, de pessoas em quem ele via talento para criar beleza. Ele foi um dos primeiros na Grã-Bretanha a aderir de todo o coração ao Modernismo Continental e comprou obras recém-saídas dos estúdios de Picasso, Miró, Giacometti, Klee e Dali; ele patrocinou compositores e amava jazz; ele foi um dos fundadores do Instituto de Artes Contemporâneas (ICA) em Londres; ele financiou jovens pintores britânicos como Freud, Francis Bacon e John Craxton; ele investiu dinheiro na revista literária e cultural de alto nível Horizon, cuja lista de colaboradores é uma lista de artes e letras britânicas (Christopher Isherwood e WH Auden, George Orwell e Graham Greene, Bertrand Russell e Virginia Woolf). E ele distribuiu dinheiro para uma coleção heterogênea de parasitas gananciosos ou pobres nas margens da cena cultural.
A vida curiosa desse homem curioso é o tema de um novo livro, Queer Saint, de Adrian Clark e Jeremy Dronfield. Watson era queer em ambos os sentidos e os autores traçam suas andanças tanto pelo beau monde quanto pelo sombrio e expõem as amizades e amores que ele encontrou em cada um. A figura que emerge é ao mesmo tempo um playboy gay com gosto por sexo rude e um esteta no sentido mais puro da palavra que deixou uma marca indelével, embora em grande parte não reconhecida, na arte britânica.
O que permitiu que Peter Watson fosse essas duas pessoas simultaneamente foi o dinheiro. Ele teve a grande sorte de ser um dos homens mais ricos da Inglaterra, cortesia de um fundo fiduciário de £ 1 milhão que em 1930 gerou a enorme soma de £ 50.000 por ano. Gore Vidal — sempre tão bom em isolar as características salientes de amigos e inimigos — mais tarde o descreveu como “um homem charmoso, alto, magro, perverso. Um desses tipos estranhos ingleses intrincados que geralmente acabam como marechais de campo, mas como ele era tão rico, nunca teve que fazer nada.”
Para o eterno embaraço de Watson, o dinheiro veio da margarina (pronunciada, quando Watson nasceu em 1908, com um “g” forte). Seu pai veio do comércio e tinha refinado seus negócios de laticínios em uma enorme fortuna, parte da qual ele gastou em uma vasta propriedade rural em Sulhamstead Abbots perto de Reading e parte em facilitar seu caminho para um título de cavaleiro e ter uma chance em uma baronia. Quando em Eton, entre o dinheiro antigo, o jovem Watson ainda sentia o gosto forte da margarina em suas narinas elegantes.
Ele era o mais novo de três filhos, por uma década: seu irmão, embora aparentemente mais respeitável, também era gay, enquanto sua irmã cresceu e se tornou uma dama do condado cujos interesses eram em carne animal e não masculina – ou seja, wolfhounds irlandeses e cavalos de corrida. Watson tinha pouco a ver com qualquer um dos irmãos, sua mãe era o único membro da família a quem ele sentia lealdade ou afeição.
Em Eton, ele rapidamente se viu no meio cultural homoerótico e feérico, mas nobre, que ele nunca realmente deixou. Entre os contemporâneos estavam Orwell, Anthony Powell, Ian Fleming e James Lees-Milne. Ele já via o mundo como um lugar um tanto monótono: “Nada é mais terrível do que muita realidade — devo dizer, prefiro ter um pouco de fantasia para mim do que toda essa realidade monótona.” Com o solipsismo adolescente estimulado pela riqueza, nunca lhe ocorreu que ele não sabia nada sobre a realidade.
Também não havia muita realidade para ser encontrada em Oxford. Quando ele foi para St. John’s, ainda havia um toque da geração Brideshead por perto e Watson não era nem um esportista nem um acadêmico. Ele estudou, no sentido mais amplo, por dois anos medíocres, durante os quais ele foi reprovado em quase todos os exames possíveis, mas adicionou Auden, Isherwood e Spender, entre outros, à sua crescente lista de amigos.
Oxford e Watson desistiram um do outro em 1930. Ele foi enviado para baixo e fez o que muitos jovens irresponsáveis abençoados com vastos recursos e nenhuma motivação para fazer muito além de buscar prazer fariam: ele voou. Foi em uma viagem de borboleta para a Europa com o cenógrafo Oliver Messel que Watson foi apresentado, em Viena, a Cecil Beaton. Nenhum dos dois achou o outro particularmente atraente: Beaton, já um fotógrafo promissor, descreveu Watson como um “jovem alto e desengonçado, com o rosto de um bacalhau encantador”. Beaton rapidamente, no entanto, descobriu os gostos pescatarianos e Watson se tornou o amor de sua vida.
À medida que o relacionamento se desenvolvia, Watson manteve a vantagem sobre o efeminado e socialmente ascendente Beaton. A amizade deles era calorosa a ponto de ferver e ser tátil, mas, para a frustração do fotógrafo, nunca se consumava. Beaton deitava na cama de Watson e o encarava enquanto ele dormia, ele o acariciava e fazia cócegas em seus pés, eles entravam em um pouco de “luta livre” ofegante e estridente, mas aí Watson traçava o limite.
Quando eles andavam pela Europa juntos, Watson se entregava aos garotos que encontrava nas boîtes de Paris e nos bares e cervejarias de Munique e deixava o pobre Beaton borbulhando. “Celly-boy”, como Watson o chamava, era apaixonado e apaixonado. “Peter”, ele disse, possuía uma “beleza bestial que é sutil… e suas nádegas, magreza e pernas e braços longos e finos, pescoço amanteigado e mãos grandes fazem para mim o ideal”.
Beaton deu a Watson todas as oportunidades, mas ele nunca as aproveitou. Eles viajaram para a América juntos, onde Beaton tinha trabalho a fazer para a Vogue, aconchegados juntos na cabine de um navio. Eles viajaram pelo Caribe e pela Europa. Eles escreveram como amantes, falaram como amantes, discutiram arte como amantes (Watson, no meio de uma fase inicial da arte alemã, para Beaton: “Você acha uma cena de crucificação legal para a sala de jantar?”), mas eles nunca se tornaram amantes. Depois de muitos anos, Beaton finalmente percebeu que seu desejo era destrutivo e, por pura força de vontade, forçou-se a se afastar de sua intimidade para preservar sua própria sanidade. Ele nunca conseguiu extirpar Watson completamente, no entanto: foi ele quem o chamou de “santo queer”; e quando recebeu a notícia da morte de Watson, ele admitiu: “Tenho chorado como uma criança histérica a maior parte do dia e da noite.”
O próprio Watson não era imune ao amor e se apaixonou por um cortesão americano de olhos sonhadores chamada Denham Fouts (conhecido como “o garoto mais bem cuidado do mundo”) que ele conheceu em uma boate de Berlim. Fouts era o “anjo negro” de Watson, que havia seduzido uma série de amantes ricos e mais tarde acrescentaria Truman Capote à sua conta. Ele era um viciado em drogas e esbanjador que, no entanto, teve a perspicácia de ver que a “maior necessidade de Watson é amar em vez de ser amado”. Fouts, que certa vez foi a uma peça de Cocteau em Paris vestido de pijama e um casaco de pele enquanto segurava uma garrafa de conhaque e uma cigarreira de prata, era o grande amor de Watson - uma vingança carente e de alta manutenção, talvez, por seu tratamento de Beaton. Ele pagou por ele e se sentiu responsável por ele até a morte induzida por drogas de Fouts em um banheiro em Roma, onde ele havia fugido com um novo amante.
A segunda força motriz na vida de Watson foi a arte. Nunca muito interessado em Londres, em 1938 ele instalou Fouts e ele mesmo em um apartamento em Paris e o encheu com as melhores pinturas modernas que ele conseguiu comprar. Seu timing foi ruim: com a invasão nazista, ele fugiu de volta para a Inglaterra e deixou suas pinturas aos cuidados de um crítico de arte romeno chamado Sherban Sidery, que provavelmente avisou a SS sobre o esconderijo. As pinturas foram apropriadas, embora depois da guerra Watson tenha encontrado várias à venda nas galerias de “amigos” negociantes, todos os quais previsivelmente protestaram sua inocência.
De volta a Londres, os esforços de guerra de Watson estavam centrados na Horizon, com Cyril Connolly como editor. Foi o dinheiro de Watson que financiou a revista, mas, como ele escreveu a Beaton: “O que este país precisa é de mais e MAIS Arte, caso contrário, a Vida não vale a pena. Esses são meus objetivos de guerra.” O trabalho deles na revista isentou Watson e Connolly do recrutamento e Nancy Mitford, menos do que generosamente, pensou que essa era a intenção deles. Na verdade, Watson foi convocado, em 1941, mas foi rejeitado por ser muito magro.
A guerra, e o Blitz em particular (“Eu nunca vou para um abrigo – prefiro morrer dormindo”), fomentou uma admiração profunda e inesperada em Watson pelo povo britânico. Ele achava, no entanto, que o gosto deles pela arte era execrável. Foi isso que estava por trás de seu trabalho para o ICA, que ele ajudou a estabelecer após a guerra. Ele o via como uma instituição para educar o público em arte moderna e trabalhou duro para organizar exposições de protegidos como Freud e Bacon.
Tais boas obras não o impediram de se tornar uma pessoa de interesse para os serviços de inteligência quando Burgess e Maclean, a ponto de serem desmascarados como agentes soviéticos, fugiram para Moscou. Watson conheceu os dois homens por meio de seus amigos comunistas companheiros de viagem Auden e Spender, e ele estava no radar do MI5 desde antes da guerra. Watson, apesar de toda a sua riqueza, tinha um ocasional estremecimento de sentimento socialista, mas ele nunca foi comunista e não há evidências de que ele fosse um espião.
As restrições monetárias do pós-guerra significaram que, quando ele retomou sua antiga rotina de viajar para a América e pela Europa novamente, ele foi forçado a fazê-lo com menos estilo do que antes – mas ele retomou a velha rotina hedonista, no entanto. Os casos casuais continuaram, mas ele também teve casos significativos com dois jovens americanos, Waldemar Hansen e um marinheiro da Marinha chamado Norman Fowler.
Nenhum deles, porém, conseguiu impedi-lo de cair em crises de mal-estar com o estado do mundo. Era, ele acreditava, um lugar sombrio e desanimador; e embora os Aliados tivessem lutado em defesa da civilização, Watson acreditava que a cultura europeia tinha sido outra vítima da guerra. Os novos movimentos artísticos eram a confirmação; abstração e expressionismo, os estilos principais, eram, ele pensava, nada além de “decoração e exibição narcisista”. Em 1946, ele protestou que “não prefiro arte à vida”, mas no início dos anos 1950 ambos perderam o brilho.
A grande riqueza que lhe trouxera brinquedos de luxo, de Picassos a um Rolls-Royce cor de coral com assentos de pele (apesar de ser um péssimo motorista) não tinha mais o mesmo efeito. Ele morava em um pequeno apartamento, sem carro; a Horizon havia fechado; a mendicância de seus amigos continuava, Hansen era carente, Fowler não era confiável e seu outrora formidável desejo sexual havia diminuído para dar as mãos. (Como Stephen Spender havia notado uma vez, Watson era “essencialmente feito para luas de mel e não para casamentos”.) O próprio Watson escreveu que “é muito difícil ser feliz a menos que você tenha um lugar na vida”. E ele não sabia mais qual era o seu.
Peter Watson, à direita, com o cenógrafo Oliver Messel (©The Cecil Beaton Studio Archive at Sotheby’s) ( ©The Cecil Beaton Studio Archive at Sotheby's )
Este Weltschmerz (dor mundial) chegou ao fim em circunstâncias inexplicáveis. Uma noite em 1956, um perturbado Norman Fowler correu para a rua em frente ao apartamento de Watson em Rutland Gate, Knightsbridge, e abordou um policial. Watson estava no banheiro, ele tagarelava, a porta estava trancada, a torneira estava aberta e ele não estava respondendo aos chamados de Fowler. Quando o policial arrombou a porta, ele encontrou Watson morto no banheiro, a chave no chão.
O veredito do legista foi morte acidental: por mais improvável que parecesse, Watson havia se afogado; e nem suicídio nem assassinato foram mencionados — apesar dos fatos de que Watson e Fowler tiveram uma briga feia pouco antes, e que Fowler era mais do que musculoso o suficiente para arrombar a porta sozinho sem precisar de um policial para isso. O fato de Watson ter deixado quase tudo para Fowler em seu testamento também não pareceu levantar suspeitas. Na verdade, Fowler vendeu rapidamente o lote — fotos, objetos, livros (a venda da biblioteca de Watson ainda estava acontecendo dois anos após sua morte) — e desapareceu no Caribe. Em 1968, ele também morreu em seu banho em circunstâncias inexplicáveis.
Watson, apesar de todo o seu dinheiro, não conseguiu fugir da realidade, afinal. Ele, no entanto, gastou com bons resultados, bem como de forma egoísta. Ele não apenas patrocinou pessoalmente alguns dos artistas modernos mais significativos de sua época, mas usou sua influência na Horizon e no ICA para fomentar um interesse maior pela arte contemporânea. Ele também foi um amigo munificente, embora às vezes enlouquecedoramente inescrutável, de um grande círculo. Nem todo homem rico pode dizer isso.
Ele merecia um destino melhor do que aquele que conheceu – e ele havia previsto um para si mesmo. No início da Guerra Fria, ele disse que “quando a bomba de hidrogênio explodir, eu quero me desintegrar em… pó feito de gesso renascentista, mesas de William Kent, Picasso, conhaque e discos de Alban Berg”. Teria sido um fim mais adequado para esse esteta do que o que quer que tenha acontecido naquele banheiro trancado.
‘Queer Saint’, de Adrian Clark e Jeremy Dronfield (£ 25, Metro), já foi lançado
Elegiac Figure (In Memory of Peter Watson)
John Craxton, R.A.
tempera on board
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La ex estrella americano cuyo juicio por asesinato conmovió murió de cáncer de próstata. El deportista, protagonista del llamado “juicio del siglo” por los brutales asesinatos de su esposa y un amigo varón, falleció a los 76 años. Luego fue sentenciado por otros delitos O.J. Simpson comparece ante el Tribunal durante un juicio en el Centro Regional de Justicia del Condado de Clark en Las Vegas, Nevada, el 25 de septiembre de 2008. (REUTERS/Isaac Brekken) O.J. Simpson, la estrella del fútbol americano de la NFL cuya absolución en 1995 en el llamado “juicio del siglo” por los brutales asesinatos de su esposa y un amigo de ésta conmocionó al mundo, pero que posteriormente fue declarado responsable en otro juicio civil, murió a los 76 años, anunció su familia. “El 10 de abril, nuestro padre, Orenthal James Simpson, sucumbió a su batalla contra el cáncer”, decía un mensaje firmado por la familia en la red social X. Simpson ganó fama, fortuna y adulación gracias al fútbol americano y al mundo del espectáculo, pero su legado cambió para siempre con el asesinato a cuchilladas de su ex mujer, Nicole Brown Simpson, y el amigo de ésta, Ronald Goldman, en junio de 1994 en Los Ángeles. La cobertura televisiva en directo de su detención tras una famosa persecución a baja velocidad supuso la caída en desgracia del héroe deportivo. Había parecido trascender las barreras raciales como “tailback” estrella de los Trojans de la poderosa Universidad del Sur de California de fútbol americano universitario a finales de los sesenta, como vendedor de anuncios de coches de alquiler recorriendo los aeropuertos a finales de los setenta y como marido de una reina de la escuela secundaria rubia y de ojos azules en los ochenta. “No soy negro, soy O.J.”, le gustaba decir a sus amigos. Qué pasó en el juicio de O.J. Simpson El público quedó hipnotizado por su “juicio del siglo " en directo por televisión. Su caso suscitó debates sobre raza, género, maltrato doméstico, justicia de famosos y mala conducta policial. Un jurado de un tribunal penal lo declaró inocente de asesinato en 1995, pero otro jurado de un juicio civil lo declaró responsable de las muertes en 1997 y le ordenó pagar 33,5 millones de dólares a los familiares de Brown y Goldman. Una década más tarde, todavía bajo la sombra de la sentencia por homicidio culposo de California, Simpson condujo a cinco hombres que apenas conocía a un enfrentamiento con dos vendedores de recuerdos deportivos en una estrecha habitación de hotel de Las Vegas. Dos de los hombres que acompañaban a Simpson iban armados. Un jurado condenó a Simpson por robo a mano armada y otros delitos graves. O.J. Simpson durante una comparecencia en una audiencia de libertad condicional en Lovelock, Nevada, en 2017. (Jason Bean/The Reno Gazette-Journal vía AP, Pool) Encarcelado a los 61 años, cumplió nueve años en una remota prisión del norte de Nevada, incluido un periodo como conserje de un gimnasio. No se mostró arrepentido cuando salió en libertad condicional en octubre de 2017. La junta de libertad condicional le escuchó insistir una vez más en que solo intentaba recuperar recuerdos deportivos y reliquias familiares que le habían robado tras su juicio penal en Los Ángeles. “Básicamente he pasado una vida sin conflictos, ¿saben?”, dijo Simpson, cuya libertad condicional terminó a finales de 2021. La fascinación pública por Simpson nunca se desvaneció. Muchos debatieron si había sido castigado en Las Vegas por su absolución en Los Ángeles. En 2016, fue objeto tanto de una miniserie de FX como de un documental de cinco partes de ESPN. “No creo que la mayoría de Estados Unidos crea que lo hice”, dijo Simpson a The New York Times en 1995, una semana después de que un jurado determinara que no había matado a Brown y Goldman. “He recibido miles de cartas y telegramas de gente apoyándome”. Doce años después, tras una avalancha de indignación pública, Rupert Murdoch canceló un libro previsto por HarperCollins, propiedad de News Corp, en el que Simpson ofrecía su hipotético relato de los asesinatos.
Iba a titularse “Si yo lo hice”. La familia de Goldman, que seguía persiguiendo obstinadamente la multimillonaria sentencia por homicidio culposo, se hizo con el control del manuscrito. Retitularon el libro “Si yo lo hice: Confesiones del asesino”. “Todo es dinero manchado de sangre y, por desgracia, tuve que unirme a los chacales”, declaró Simpson a The Associated Press en aquel momento. Cobró 880.000 dólares de adelanto por el libro, pagados a través de un tercero. Nicole Brown y OJ Simpson “Me ayudó a salir de deudas y a asegurar mi hogar”, dijo. Menos de dos meses después de perder los derechos del libro, Simpson fue detenido en Las Vegas. Simpson jugó 11 temporadas en la NFL, nueve de ellas con los Buffalo Bills, donde llegó a ser conocido como “The Juice” (el jugo) en una línea ofensiva conocida como “The Electric Company”. Ganó cuatro títulos de corredor de la NFL, corrió para 11.236 yardas en su carrera, anotó 76 touchdowns y jugó en cinco Pro Bowls. Su mejor temporada fue 1973, cuando corrió 2.003 yardas, siendo el primer corredor en superar la marca de las 2.000 yardas. “Fui parte de la historia del juego”, dijo años después, recordando aquella temporada. “Si no hice nada más en mi vida, había dejado mi huella”. Por supuesto, Simpson alcanzó otra fama. Uno de los artefactos de su juicio por asesinato, el traje marrón cuidadosamente confeccionado que llevaba cuando fue absuelto, fue donado más tarde y expuesto en el Newseum de Washington, D.C. A Simpson le habían dicho que el traje estaría en la habitación del hotel de Las Vegas, pero resultó que no estaba allí. El día en que O.J. Simpson fue absuelto del asesinato de su espoa y una amigo de ésta (REUTERS/Myung J. Chun/archivo) Orenthal James Simpson nació el 9 de julio de 1947 en San Francisco, donde creció en viviendas subvencionadas por el gobierno. Tras graduarse en el instituto, se matriculó en el City College de San Francisco durante un año y medio antes de trasladarse a la Universidad del Sur de California en el semestre de primavera de 1967. Se casó con su primera esposa, Marguerite Whitley, el 24 de junio de 1967, y se trasladó a Los Ángeles al día siguiente para poder empezar a preparar su primera temporada con la USC, que, en gran parte gracias a Simpson, ganó el campeonato nacional de ese año. Simpson ganó el Trofeo Heisman en 1968. Recibió la estatuilla el mismo día que nació su primera hija, Arnelle. O.J. Simpson durante un partido con los Buffalo Bills. Llegó a ser conocido como “The Juice” en una línea ofensiva conocida como “The Electric Company” (Richard Stagg/Getty Images) Tuvo dos hijos, Jason y Aaren, con su primera esposa; uno de ellos, Aaren, se ahogó cuando era pequeño en un accidente en una piscina en 1979, el mismo año en que él y Whitley se divorciaron. Simpson y Brown se casaron en 1985. Tuvieron dos hijos, Justin y Sydney, y se divorciaron en 1992. Dos años después, Nicole Brown Simpson apareció asesinada. “No necesitamos volver atrás y revivir el peor día de nuestras vidas”, dijo a la AP 25 años después del doble asesinato. “El tema del momento es el tema que nunca volveré a tratar. Mi familia y yo hemos pasado a lo que llamamos la ‘zona no negativa’. Nos centramos en lo positivo”. Para recibir en tu celular esta y otras informaciones, únete a nuestras redes sociales, síguenos en Instagram, Twitter y Facebook como @DiarioElPepazo El Pepazo/Infobae/Con información de AP y AFP
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El experimento fallido de votación masiva por correo de Nevada no debería ser un modelo
Se podría pensar que con toda la nueva tecnología actual nuestro proceso de votación y elección sería confiable y efectivo. Ese no es el caso en Nevada, donde fue necesaria una demanda para obligar a un funcionario electoral del condado de Clark a limpiar las listas de votantes. Lo que debería haber sido un experimento fallido de enviar automáticamente una boleta a cada votante registrado activo…
#boleta por correo#boletas#Censo de votantes#Condado de Clark#Joe Biden#Nevada#sistema de voto automático por correo#voto automático por correo#voto por correo
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Pós trauma
Casa Kent – Condado de Lowell, Smallville, Kansas
2ª semana de janeiro, ano 2021
Finalmente havia acabado todos os transtornos estudantis em que estava metida tanto nos cursos universitários quanto na Academia de Gotham, que era obrigada a frequentar para ter um histórico exemplar no colegial e garantir ainda mais minhas qualificações estudantis e futuras oportunidades no mercado de trabalho. Concluí as entregas dos projetos científicos e as provas semestrais de medicina e advocacia. Iniciei minhas qualificações na área de medicina, além de conquistar a aprovação para estagiar logo que retornasse das férias de final de ano.
Pude ter um final de ano razoavelmente tranquilo. Por mais que meu psicológico e meu corpo não estivessem bem, não deixava com que isso transparecesse em casa ou quando estava na Caverna, Monte das Ostras, durantes as missões ou auxiliando Dinah e Tornado nos relatórios das equipes. Na verdade, não conseguia compreender como arranjava tanto tempo para fazer e participar de todas as tarefas e compromissos que tinha nas vinte e quatro horas do dia.
Fui até Smallville a pedido do meu pai para resolver alguns problemas que ele havia arranjado com Clark. Mais uma vez questionei-o por ficar vigiando a agenda familiar do Superman e ele simplesmente me ignorou como sempre com uma carranca desenhada em seu rosto. Aproveitei para ajudar os Titãs antes de realmente me dirigir a casa de Martha Kent. Queria aguardar Clark do lado de fora, nos campos congelados, mas Conner insistiu incansavelmente para que eu entrasse e jantasse com eles. Seria um jantarem família, o que me deixava desconfortável. Todos são acolhedores, carismáticos, um cenário completamente diferente do que tinha em Gotham.
Após uma longa conversa pessoal com Clark para apaziguar a situação entre ele e meu pai, além de reportar os planos que ele havia feito pra que ambos trabalhassem juntos em algumas missões especiais, decidi que era hora de voltar para casa.
- Querida, imagina que vou deixá-la sair a esta hora da noite com uma nevasca para ir até a costa leste. Você pode dormir na sala. – Disse Martha com seu sorriso doce. – Tem algumas mantas que separei para se aquecer durante a noite. Também vou deixar a lareira acesa para se aquecer melhor. O frio não perdoa esta casinha em noites como esta.
- Obrigada, senhora Kent. Não queria incomodá-la. Realmente não teria problemas em voltar. – Martha sorriu mais docemente ainda. Suas pequenas rugas se desenhavam como linhas fininhas em sua pele beijada pelo tempo e pelo sol.
- Menina, você precisa de um pouco de descanso. Conner vive dizendo que você não para um por um segundo. Aproveite esse fim de semana. Conheça a cidade. – Vencida, apenas sorri e concordei.
- Vou ver com a Lois algum pijaminha para te emprestar. Conner, mostre o banheiro para a Vic, por favor.
Conner sinalizou com a cabeça para que eu o seguisse até o andar de cima da casa. Era possível ouvir a conversa de Lois e de Martha sobre o tal pijama, sendo entendido que não havia nenhum reserva para que me pudesse emprestar. Minha sorte, acredito que seja um costume feminino, é que sempre tenho em minha bolsa um kit de lingerie reserva caso aconteça algum imprevisto. Como ainda não consigo controlar firmemente a energia vital, preciso sempre estar preparada para momentos como esse, pois, ao menos a roupa intima tenho que garantir. Agora estou ponderando a necessidade de andar com roupa extra e uma mochila caso tenha que dormir fora de casa.
- Dona Martha te convenceu a ficar? – Perguntou retoricamente, rindo. Estava com toalhas no braço, as deixou em cima da bancada da pia. – Aqui é o banheiro, água quente para o lado esquerdo. Vou verificar se a caldeira está funcionando direitinho. Os últimos sempre tomam banho gelado.
Assenti e sorri sem jeito. Abri o registro e senti as gotículas da água quase congelada tocar a pele das minhas canelas e pés. Me arrepiei por inteiro. Odiava frio. Esperei a água aquecer, mas nada acontecia. Tinha conhecimento de que chuveiro a gás demorava, porem nunca tive a experiência de um chuveiro a gás em uma casa muito mais simples que a Mansão Wayne.
Escutei os passos firmes de Conner, a água continuava congelando o ambiente, e ele parou de andar quando a voz da sua mãe o chamou bem baixinho. Ele a pediu para esperar e bateu na porta do banheiro. Me entregou algumas bacias com água bem quente, uma caneca e um pano para usar como esponja. Talvez o aquecedor tivesse quebrado ou poderia ter acabado o gás. Tomei banho sem muita pressa para aquecer meu corpo, sequei-me e me enrolei nas toalhas para manter o quentinho. Não demorou para que Marta aparecesse na porta do banheiro para me entregar uma muda de roupas. Parecia que ela tinha o timing perfeito para tudo.
- Aqui, querida. Conner me deu esse moletom para que você possa usar. É de cordão, então não vai cair na sua cintura.
- Obrigada, senhora Kent.
Após vestir-me, desci para a sala e me sentei em frente a lareira para observar o fogo e brincar um pouco com ele. Era completamente estranho não fazer minhas tarefas rotineiras, nem me aplicar aos estudos ou as leituras. Porém, ali havia uma paz diferente. Um lugar silencioso, longe de todos os barulhos da cidade, dos carros, da multidão. Não havia sirenes, ambulâncias ou polícias. Sem tiros, sem explosões, sem alarmes de bancos disparados. Sem gritos, turbulência, sem violência. Diferente da realidade que eu vinha tendo há quase três anos.
Passou uma, duas, quatro horas. Não conseguia dormir. Não compreendia se estava me sentindo estranha por estar em uma casa completamente diferente ou por estar ansiosa para escrever o trabalho de conclusão de curso de advocacia. Procurei meu computador na mochila, o cabo de conexão e o liguei. Não havia sinal de internet, mas isso não era problema quando eu poderia ser a internet. Abri o arquivo do trabalho, vasculhei minhas pesquisas mais recentes e abri mais duas telas para que eu pudesse fazer mais tarefas enquanto escrevia.
Meu caso era real e processual comum e seria julgado em dezembro, porém eu vi a oportunidade de transformá-lo em um caso pro bono. Avaliei os requisitos e o histórico que havia dentro e fora da empresa. Não havia renda familiar, houve congelamento dos bens e recursos, apresentando incapacidade financeira. A empresa era uma das melhores da região, vinha crescendo e estava se tornando uma grande empresa de recurso. Realizei a petição como se deve para apresentar ou tribunal e busquei uma empresa de advocacia pro bono que se encaixasse com os valores apresentados do réu em questão.
Houve desvio de verbas desconhecidos pelos CEOs e pelos administradores e dono da empresa. Um grupo de funcionários alegava não estar recebendo salário há mais de três anos e diziam estarem sendo obrigados a permanecer na empresa por meio de coação. Pesquisei sobre processos parecidos e encontrei uma enxurrada de empresas que se encontravam na mesma situação, com o mesmo tipo de processo e alegações idênticas. Era uma máfia, com certeza. Averiguei todos os históricos das empresas exemplares e em menos de um ano após a entrada desses funcionários, abriram falência. Todos tinham honras para com seus compromissos, mas esses funcionários ganharam. A falência se tornou efetiva e uma grande empresa se beneficiou de menos um concorrente.
Obviamente fui atrás de seus fornecedores e encontrei envolvimento até mesmo de funcionários de cargos públicos que os ajudavam a falir as tais empresas que eram os alvos daquele semestre ou daquele ano. Era o que eu precisava para concluir o pedido de pro bono e assistência jurídica gratuita. O próximo passo foi realizar o dossiê com todas as informações, realizar o ADR e a negociação. Fiz todos os relatórios, adicionei todas as informações possíveis e apresentei a abordagem do caso. Todos os tramites legais foram realizados conforme a universidade e a justiça exigem.
- Você não tem jeito. – Era Conner se aproximando de mim com duas xícaras de café em mãos. Ele se sentou ao meu lado, me entregou uma e observou, curioso, a tela do notebook. – É o tal trabalho de conclusão? – Assenti.
- Falta anexar os casos similares para poder enviar para o meu tutor. – Dou um longo gole no café após saborear seu perfume. – Não sabia que fazia um café tão gostoso.
- Como sabe que fui eu?
- O gosto do café da sua mãe é diferente e ela não faz ele tão forte quanto o seu. – Ri baixinho. – Por que está acordado a essa hora?
- Pesadelo. Lembranças de um tempo não muito agradável em outras realidades.
- Posso aliviar isso para você.
- Quero lidar com isso sozinho, Vic. E estar com você já me ajuda a esquecer. – Sorri, feliz e apaixonada. Era ótimo estar com ele e saber que eu lhe fazia bem.
Amanhecemos abraçados e com os membros mais velhos da família Kent nos observando da porta da cozinha com risos baixos e contidos. Que situação. Devia estar vermelha com isso, mas também não podia me culpar ou julgar. Conner desceu para ficar comigo e cá estávamos numa situação familiar que eu não queria passar. Éramos amigos e não queria ser mal compreendida. O pior era que estava morrendo de fome devido a energia gasta e por ter dormido pouco. Com algumas cutucada, acordei Conner e vi seus olhos azuis sorrirem para mim. Ou talvez eu estava imaginando coisas.
- É melhor ir para a cidade para tomar café. Vou acabar com a dispensa da sua mãe se comer a quantidade que preciso comer. – Conner assentiu e se levantou.
- Vou pegar um casaco grosso e vamos.
- Parece que teve uma ótima noite, Victoria. – Disse Clark com seu tom sinuoso. Lois o cutucou e o repreendeu com seu olhar, mas ele não se aguentava com seu sorriso travesso.
- Não faço ideia do que está falando. – Digo balançando negativamente a cabeça. – Estava concluindo meu trabalho de madrugada.
Pego meu notebook, guardo minhas coisas na mochila, organizo todos os cobertores que a senhora Kent me ofereceu, os empilhando após dobrá-los, subi para minha higiene matinal e recebi o tal casaco grosso que Conner disse que pegaria.
- Estamos indo! – Ele disse. – Não nos esperem para o jantar!
Caverna, Monte das Ostras – Happy Harbor, Rhode Island
Antigo Monte da Justiça, 3ª semana de janeiro
Havia sido uma madrugada cansativa em Gotham. Mal tive uma hora sequer para descansar ou uma pequena pausa para tomar um banho e tirar as gosmas não identificadas do meu corpo.
Após um breve descanso em Smallville, minhas tarefas triplicaram e foi nesse momento que notei que estava mais rápida. Velocidade flash, na verdade. Ainda não se aplicava consideravelmente em relação a movimentação das pernas, mas meus dedos e minhas mãos estavam extremamente rápidos. Digitava e realizava tarefas manuais entre cinco a 20 segundos. As mais demoradas, bem demoradas, terminava em até meia hora.
Estava na enfermaria realizando um curativo rotineiro quando senti a aproximação de Kaldur.
- Virou a noite de novo? – Sorri para Kaldur, rendida. Não havia como negar diante da situação visual que me encontrava e as possíveis olheiras e maquiagem preta mal removida em volta dos olhos. Estava parecendo meu pai.
- Vou dar licença a vocês. – Disse Rachel se levantando e cobrindo o braço com seu casaquinho de lã. – Obrigada mais uma vez, Vic. Uma semana? – Assenti e ela se retirou.
- O que houve? – Perguntou-me, preocupado.
- Gar está resfriado, espirrou, virou um tigre e rasgou o braço da Rachel.
- Não, Victoria. – Disse após um breve riso. – O que houve com você!?
- Ah! – Suspiro, exausta. – O sangue é dos criminosos, a gosma é do Crocodilo e o resto deve ser alguma mistura de droga com componente de bomba, glicerina. Não faço ideia. Dei o azar de cruzar com ele em Port Adams quando estava voltando. Foi uma longa noite de Arkham a Adams. Malucos fugiram, contrabando de armas e drogas, gangues...
- E sexo? – Zombou. – Máscara Negra? – Afirmo. – Dick e Tim também têm reclamado.
- Mais uma noite normal e tranquila em Gotham. Só que você não veio até aqui para compartilhar trivialidades. – Me aproximo de Kaldur sentindo a tensão e a pressão que o envolvia energeticamente. – O que está acontecendo, meu amigo?
Kaldur me encarou um pouco receoso. Acariciei seu rosto para logo depois o abraçar com força. Eu sentia seu mal-estar, sua agonia. Não demorou muito para que ele começasse a desabar em lágrimas e deixar seus músculos relaxarem. O abracei ainda mais forte e acariciei sua nuca para que a tensão pudesse deixá-lo em paz.
- Estou exausto, Vic. – Disse engolindo o choro. – Exausto. Não queria fazer isso... pedir isso, mas não tenho saída. Há horas que precisamos aceitar que... – Coloco meus dedos em seus lábios para o calar.
- Está tudo bem, Kaldur. No que posso ajudar? – Digo me afastando um pouco dele e me apoiando na bancada logo atrás de mim.
- Não sabemos quem é, mas está destruindo os arredores de Atlântida, atacando as periferias, ameaçando a corte de morte. Já houve ataques que contivemos, mas está complicado demais para que eu dê conta sozinho com a guarda.
- Acha que é o Mestre do Oceano?
- Talvez... depois que ele fugiu da prisão...
- Ele sempre quis assumir o trono. – Completei. Ele jamais desistiria dessa loucura até o fim de seus dias. – Mas ele não poderia assumir a não ser que...
- Que ele também mate a rainha e o herdeiro. – Disse um pouco frustrado.
- Precisa de proteção. De uma equipe. – Ele afirmou. – Quantos?
- Cinco no máximo. A viagem não é muito longa até o refúgio seguro. Depois eu e os guardas de Atlântida tomaremos conta até que meu rei possa retornar.
- Vou montar a equipe. Me dê uma ou duas horas para organizar tudo e tomar um banho. Essa gosma bizarra está me agoniando. Repuxa a pele.
Kaldur assentiu rindo um pouco desanimado. Dou algumas batidinhas em seu ombro e caminho para o meu dormitório para finalmente tomar um banho e me livrar daquele traje intermediário de Gotham que usei antes de ser envenenada. Arranquei minhas botas, tirei o traje como se estivesse como um band-aid grudado na minha pele e desintegrei a máscara. A gosma havia endurecido meu cabelo, meu corpo estava num misto de vermelho em várias tonalidades com preto, que eu tinha certeza de que não era petróleo. Fedia demais para ser. Credo, coisa horrível de tirar do cabelo. Se cair, será de grande ajuda.
Embaixo do chuveiro, esfregando todo meu corpo, ponderei sobre os nomes que escolheria. Não queria fazer essa escolha. Não queria e talvez nem estivesse preparada para isso, mas também deveria priorizar a experiência dos integrantes e o ambiente que estaríamos. A formação seria inusitada e um tanto caótica a meu ver, mas eram os únicos que se adaptariam bem a situação e dariam a assistência certa. Talvez eu devesse pedir a opinião de Dick, mas não daria tempo. Meu irmão ainda não tinha voltado de Gotham.
Após o banho, arrumei os trajes de mergulho e enviei uma mensagem aos escolhidos. Pedi para estarem no cais em meia hora e avisei que as mochilas estavam prontas. Enviei a localização para ter certeza de que não erraria. Vesti meu traje negro, manga longa, com o símbolo do morcego em branco iluminado, a gola cobria quase todo meu pescoço e tinha um corte em V bem estreito. Imitava o couro, tinha detalhes como a armadura do meu pai, ombreiras, proteção. Grande parte era conectado a fibras de energia vital que eu havia criado e tecido.
Era muito mais adaptável as minhas condições e não havia falhas. Um meio termo até que eu consiga criar e manter indefinidamente um traje como minha segunda pele e não precisar mais depender de vestimentas. O símbolo é uma espécie de parâmetro para meu nível de energia. Quanto mais apagado, menos energia tenho restante. Uma forma de vigiar minhas condições e um alarme para que eu tomasse cuidado e me alimentasse o mais rápido possível.
Estava ansiosa
Chequei o submarino para ter a certeza de que todos os equipamentos estavam de acordo com as exigências de segurança. O salto, os pés descasos, os tênis. Todos haviam chegado. Fechei os olhos, senti a água fluir pela minha pele e respirei fundo. A energia da água leva todos os males para longe. Pelo menos é o que dizem.
Sai de baixo do submarino e vim para a área aberta do cais. Coloquei meu cabelo molhado para trás e recebi olhares insatisfeitos. Apenas Gar mantinha seu sorriso iluminado e olhos brilhantes. Kaldur me ofereceu sua mão para que eu subisse ao cais e prontamente aceitei. Em seguida, o atlante me ofereceu um grande copo de café e alguns lanchinhos. Estava morta de fome e morrendo de sono. Sorri em agradecimento e, depois de um longo gole de café, tomei a frente para passar as primeiras orientações.
- Bom dia, equipe! Temos a missão de sermos os guardas do rei Arthur durante alguns dias. Fiz uma dispensa para nós no submarino com os alimentos que cada um comemos. Acredito que não levaremos mais do que uma semana para irmos e voltarmos dessa missão. – Tento manter o clima leve e o sorriso no rosto. – Kaldur vai passar as próximas orientações até chegarmos em Atlântida. Espero que os trajes e os cilindros de oxigênio sejam suficientes.
- Você vai fora do submarino? – Conner me indagou com um tom de voz abrupto. Parecia levemente incomodado com a possibilidade.
- É melhor que eu vá. Gar e M’gann estarão no submarino com você. Eu e Lacustre iremos na frente com o Kaldur para garantir um caminho mais tranquilo e seguro.
- Eu também posso ir por água, Caos. – Anunciou Gar. – Iria adorar ver o mar de perto. Posso? – Seus olhos brilhavam cheios de esperança. Não iria estragar seu desejo.
- Tudo bem. – Digo terminando de me alimentar e dou alguns passos para trás. Estava desconfortável. – Vou fechar o compartimento e já saímos.
Eram raros os momentos em que eu usava minha fisiologia atlantes e eu fazia a menor ideia de como isso iria funcionar a longo prazo. Mergulhei sem olhar para trás e ouvi a voz abafada de Kaldur dando os detalhes de toda missão. Dei uma última olhada nos compartimentos submersos e os fechei atestando que tudo estava seguro. Logo em seguida escuto a porta do submarino abrir e logo ele balançar a água. Submergindo, vi Lacustre, Garfield e Kaldur mergulharem. Em seguida encontrei os olhos de Conner. Estava desconfortável, incomodado.
Não volte atrás, Vic
Faça o seu trabalho
Os primeiros dois dias passaram tranquilamente. Eu bem longe de M’gann. Nos momentos de pausa também evitei me aproximar muito, me mantinha distante o suficiente para ouvir tudo que conversavam, para respondê-los, mas também para ter um momento de paz e de entendimento do meu corpo, daquela fisiologia atlantes. Fomos muito bem recebidos em Atlântida, jantamos no castelo real e logo seguimos rumo ao refúgio para que o rei e sua família ficassem longe das loucuras do Mestre do Oceano.
Mais dois dias e estávamos perto do refúgio. Quanto mais nos aproximávamos, mais sentia a magia crescer além da beleza do ambiente. O colorido, as paisagens, barreiras de corais, os diferentes animais e o berço deles. Não podia esquecer da flora única. Com certeza era um local intocado pelos humanos. Encantado, deslumbrante e único. Nunca imaginaria presenciar tamanha criação de perto. Tocá-la muito menos.
E então o Mestre do Oceano apareceu. Melhor dizendo, seus capangas. Deviam estar entre quinze a vinte soldados bem fardados e muito bem treinados. Coloquei-me a frente junto com Kaldur, que já havia pegado seus água projetores. Lutar na água tinha seus riscos e, talvez devido a falta de costume e controle, não conseguiria simplesmente apagar vários de uma vez. Se fosse apenas um seria muita sorte. A água era um condutor muito volátil e qualquer coisa que eu fizesse poderia afetar a todos e não só aqueles que eu desejava. Com muito esforço, consegui transformar partículas de água em um bastão de madeira; um bokuto. Sinalizando ao Kaldur, fomos contra os soldados.
Ali eu senti a diferença em lutar embaixo d’água. Os movimentos eram mais lentos e isso fazia com que eu errasse alguns golpes. Minha sorte era de que a manipulação da energia vital estava no nível básico e, ao movimentar com mais força meus braços, causava uma corrente que afastava os oponentes para que tivéssemos mais tempo. Eles eram difíceis de combater e, fora do meu ambiente rotineiro, sentia uma aflição de não conseguir dar conta.
Tomando impulso, avancei sobre três soldados. O impacto os atordoou e me deu segundos preciosos para quebrar seus equipamentos. Vi Lacustre ser rodeado por quatro, Kaldur por mais três e só tínhamos derrubado dois. Tentei encostar em suas peles, mas agarraram meus pulsos e golpearam freneticamente meu abdômen e meu rosto. Foi quando vi cinco soldados seguirem para o submarino.
- Miss Marte, Mutano, Superboy. Protejam o rei e tentem sair daqui. Se afastem! Mutano tente criar uma barreira para segurar os soldados.
- Certo!
Puxei o ar e tentei usar magia. Aproveitei os toques e encarei os soldados torcendo para que desse certo. Durmam. Aquele que me agredia olhou para os colegas sem entender o motivo deles estarem simplesmente boiando. Sorri tomando ânimo e avancei contra ele. Fui expelida, mas o alcancei a tempo de tocar sua cabeça e fazer o assalto telepático. Menos três. Senti uma dor aguda e balancei a cabeça. O sangue escorria pelo nariz e manchava a água. Era um esforço além do que estava acostumada em uma fisiologia que mal treinava.
Voltando o rosto para trás, vi Miss Marte sair do submarino e ir para cima dos soldados. Superboy e Mutano não entenderam nada que estava acontecendo. Ela se colocou a frente e deixou o submarino completamente desprotegido. Os dois soldados que sobraram foram parados por Arthur e, em mais uma atitude irresponsável, o golpe que Miss Marte desferiu acabou atingindo o rei o fazendo bater contra o submarino deixando a rainha e o príncipe desesperados.
- Superboy, pegue o rei e o leve para dentro.
- Mas...
- Coloque para dentro!
Superboy se apressou e nadou até Arthur. Estava completamente desajeitado e desesperado. Mutano estava assustando e paralisou. Não soube mais reagir. Miss Marte continuava sendo atacada por três soldados e aqueles dois que sobraram foram atrás de terminar o serviço de eliminar o rei. Seu filho chorava sem sessar e o desespero começava a tomar conta.
Não tive escolha, eles eram a prioridade. Tomei impulso como faço em terra e avancei rapidamente contra eles os afastando. Conner se colocou ao meu lado e avançamos contra os outros soldados desferindo golpes fortes na cabeça e tronco. Arthur ficou na defensiva, como se estivesse dando cobertura. Um som agudo tomou conta das águas e nos atordoou. Mais sangue saia do meu nariz, mais minha cabeça doía. Tubarões surgiram, nos cercando, e me trouxe a incerteza de que se eles estariam enfeitiçados pelos soldados ou apenas o instinto estava os trazendo até ali.
Ao notar a rota que seguiam, não tive tempo de avisar ao rei. Me coloquei entre ele e os tubarões, o afastando e o colocando o mais próximo possível do submarino para que ele retornasse para dentro dele. As dezenas de dentes afiados perfuram toda minha carne e órgãos. Meu sangue tingia mais e mais a água, mas tinha que manter a cabeça tranquila.
Dor
Simplesmente dor
Mutano finalmente reagiu e veio como uma orca para cima dos tubarões para os afastar. Olhando para frente, vi Lacustre desacordado e também tingindo o mar de vermelho. Nadei rapidamente ao seu encontro e analisei seus sinais vitais para saber a gravidade de seus ferimentos. Nadei até o submarino e o coloquei para dentro para que o rei e Conner pudessem cuidar dele. Estava furiosa com as diversas falhas da equipe. Miss Marte não percebeu, mas agora havia mais dois inimigos logo atrás dela. Eles a atingiriam sem qualquer pesar de consciência. Ela trocava golpes, mas estava desatenta. Outros vieram e dessa vez eu a coloquei para longe e levei os golpes por ela.
Kaldur se aproximou, ferido, mas ainda estava em combate. Eu, por outro lado, estava ainda mais rasgada, agora pelas costas. As garras dos soldados eram longas e afiadas. Cravaram desde a minha omoplata até a lombar. Meu cabelo flutuou. A encarei em um misto de frustração e dor. Seus olhos se arregalaram. Costas com costas com Kaldur, nos vimos cercados. Não podia desmaiar. Não podia deixar o erro alheio acabar com a missão e nos fazer abortar.
- O Arraia está metido nisso. – Digo ao Kaldur em uma conexão mental só nossa.
- São os soldados dele. O Mestre deve ter o oferecido uma excelente recompensa pelas nossas cabeças e pela do meu rei, rainha e príncipe.
- Estou muito ferida, amigo. Precisamos que isso dê certo.
- Ainda lembra daquele treinamento que teve comigo? – Assenti. – Vamos colocá-lo em prática agora.
- Miss Marte, Mutano, Superboy! Peguem a família do rei e nos encontrem naquela ilha que combinamos.
- Não! Eu não vou com eles! – Ela protestou.
- Você vai! – Digo firme. – Você vai com eles, vai proteger eles e os levar em segurança até a ilha enquanto damos um jeito na besteira... na situação. Temos dois feridos e já basta para não termos baixas. Eu e o Kaldur damos conta.
- O erro foi seu em me deixar fora da linha de frente.
- Meu erro foi ter trazido você. Vão!
Com a energia vital, os impulsionei para longe antes que houvesse mais protestos. A rainha estava em choque e preocupada. Não era obrigada a passar mais nervoso por nossa causa.
O sal fazia minhas feridas arderem. Não poderia mudar meu metabolismo naquela hora. Iria desmaiar ou sufocar.
- Preciso subir à superfície e então faremos. – Kaldur assentiu e continuou grudado em mim. Nadei rapidamente para a superfície e busquei um pouco de ar. A ardência parecia subir no cérebro. Era irritante.
Mergulhamos e encaramos os soldados. Tinha ao menos oito ainda em pé. Nossos pés foram puxados e eu não tivemos tempo de reagir. Eram os soldados do Arraia, afinal. Equipamentos de última geração misturados a tecnologia atlante. Chutando seu capacete inúmeras vezes, consegui finalmente me libertar de suas garras e forçar seus equipamentos a estourarem. Os vi se contorcerem com as descargas e buscarem rapidamente pela superfície. Os segui para terminar o serviço e os deixei inconscientes. Demorariam meio dia ao menos para recobrarem a consciência. Outros dois vieram em seguida e realizei os mesmos movimentos.
Os últimos soldados estavam em cima de Kaldur, que estava tão machucado quanto eu. Avancei agarrando um deles e o forcei a emergir comigo. Era um soldado do Mestre do Oceano e eram raros aqueles que conseguiam respirar fora da água. O soldado se debatia, mas eu não iria desistir. Precisava que ele desmaiasse e não sairia dali até que ele o fizesse. Concentre-se, Victoria. Lembre dos treinamentos e tudo vai dar certo. Eu tinha que torcer para que funcionasse. Emergi com ele, quebrei seu capacete e o senti se contorcer até desmaiar. Mergulhei furiosa e avancei nos últimos dois. Os golpeei com toda a força que tinha e também os emergi para que perdessem a consciência.
Finalmente. Usando minhas últimas forças, concentrei-me para que o controle mental funcionasse. Limpei suas memórias e ligações com os vilões. Embuti em suas cabeças que jamais retornariam a esse mundo e que confessassem seus crimes para que fossem punidos devidamente. Eles seriam cidadãos exemplo.
Tudo escureceu
Terra – Algum lugar no oceano
Horas mais tarde
Aquela mesma sensação.
Levantei-me no sobressalto e senti meus músculos repuxarem. Estava em uma cama do submarino. Bandagens ao meu lado e cobrindo todo meu corpo, algas, panos com sangue, água pelo meio do vidro e alguns peixes circundando o submarino. Se eu estava enfaixada, alguém teve que limpar e fazer os curativos. Julgando pelas algas, só poderia ter sido Kaldur.
Ai que vergonha
A noite estava caído. Não demorei muito para acordar se fosse ainda o mesmo dia, mas eu tinha falhado mais uma vez.
- Acordou rápido. – Ouvir a voz de Kaldur me fez sentar. – Suas feridas até que se recuperaram bem. Pensei que demoraria mais. – Ele coloca uma bandeja de hamburgueres em cima de uma mesinha. – Trouxe alguns. Sabia que iria precisar.
- Obrigada. – Sorri. – Meu corpo deve ter processado o que estava acontecendo e entendeu que eu já estava fora da água.
- Tem apagado sempre que seu corpo não se adapta ou quando passa por muito estresse fisiológico e metabólico? – Afirmo com a cabeça. – Tem sido sempre assim quando sai em missão com a M’gann?
- Exaustivamente. Chego a evitar ir em missões com ela para não ter esse desgaste e toda essa situação chata. – Tento não perdurar sobre o assunto. – Como está o rei? Como você está?
- Estou bem. Meu rei está se recuperando também. Lacustre e Mutano estão o levando para o refúgio junto com a rainha e o príncipe. Pela manhã devem estar aqui.
- Me desculpe por tudo isso. Pelos problemas. Pelos... – Kaldur se aproxima de mim e segura minhas mãos com carinho fazendo com que eu me cale. Seus olhos me confortam e me acalmam.
- Não é culpa sua. Quando saímos em nossas primeiras missões nada dava certo. Dick gostava de ser líder, Wally era ansioso, M’gann queria agradar a todos, não sabia o que fazer, como se comportar. Conner explodia. Falhamos. Foi difícil tomarmos bronca. Eu não queria, mas fui escolhido para liderar a equipe. Dick e Wally não eram fáceis. – Ele sorriu e se aproximou um pouco mais. Estava de joelhos na minha frente massageando minhas mãos. – O que quero dizer é que o começo é difícil, mas vocês vão se dar bem.
- Kaldur, a M’gann está perguntando... – Conner parou de falar quando seus olhos nos encontraram. – Você acordou.
Sorri e assenti, mas me senti desconfortável. Kaldur se levantou rapidamente e caminhou até Conner. Os dois trocaram alguns sussurros antes de se afastarem e seguirem para lados opostos. Não ousei invadir a conversa. Não haveria motivos para isso. Eu confiava nos dois e jamais deixaria de confiar. Era uma relação de respeito e a conversa deles não me dizia respeito.
Conner caminhou até mim com um misto de preocupação e desanimo. Estava chateado. Cansado. Suas mãos tocaram meu rosto, acariciaram minha pele me fazendo fechar os olhos para apenas sentir seu carinho. Torcia para que ele fizesse o que eu tanto desejava, mas não. Não por completo. Apenas beijou o topo da minha cabeça e me abraçou.
- Pensei que não iria acordar.
- Não vai se livrar tão fácil de mim. – Brinco. – Se machucou na luta?
- Nada demais. Um ombro deslocado. – Disse tocando o ombro direito. – Fiz os hamburgueres do jeito que você gosta. – Sorri me sentindo mimada.
- Com um pouco de maionese...
- No pão de cima e um leve toque de limão peper no hamburguer.
- Vem cá, deixa eu colocar esse ombro no lugar. – Conner nem hesitou, sentou-se no chão a minha frente e de costas para mim. Fiz o movimento para colocar o ombro em seu devido lugar e escutei seu resmungo. – Já sabe que não é para fazer força. – Ele assentiu.
- Foi um desastre hoje. Sinto muito.
- Não foi sua culpa. A culpa é minha por não ter sido uma boa líder.
- Você é uma boa líder, Vic. O problema é que não te escutam. Quando estamos nos Titãs, tudo dá certo, mas aqui... – Suspiro. Eu sabia quem era o problema.
A volta foi silenciosa e desagradável. Kaldur não retornou conosco, o que deixou o clima mais pesado do que já estava. Seguiu para o refúgio para verificar alguns pontos que faltavam e disse que voltaria assim que fosse possível para a Caverna para fazer seu relatório. A famosa burocracia. Eu, por sua vez, não fiz nem questão de navegar. Apenas sumi para os fundos do submarino e fiquei estudando minha matéria da universidade. Quando chegássemos, teríamos que passar pela terapia, fazer as avaliações e pensar nos erros. Queria deixar isso para quando eu estivesse preparada.
Caverna, Monte das Ostras – Happy Harbor, Rhode Island
Antigo Monte da Justiça, dias depois
Canário se aproximou. Estava em seu escritório realizando as documentações dos dias em que estive ausente e organizando todas as minhas tarefas do mundo civil para que estivesse devidamente preparada para alguns seminários e uma apresentação em especial.
- Soube que logo vai se formar em advocacia. – Canário se sentou ao meu lado me dando seu melhor sorriso. – Você tem ajudado bastante com os relatórios psicológicos. Nem me lembro da última vez que finalizei um sem a sua ajuda.
- Vocês estão bem ocupados com os problemas do universo. Faço gosto em ajudar. Estou gostando dessa área psicológica e psiquiátrica. Me ajuda a relaxar de alguma forma.
- Eu podia ter te ajudado, mas você pulou a terapia. Chegou da missão e se trancou no quarto por dois dias. O que houve? Kaldur disse que era uma missão simples.
- Dinah... – Sinto-me exausta antes mesmo de Dinah continuar. Ainda não me sentia pronta para conversar sobre o que aconteceu, mas ela não deixaria que eu escapasse.
- Não me olhe desse jeito, Victoria.
- A missão foi um fracasso. Só não foi pior porque. – Paro, respiro fundo, conto até dez e retorno meu olhar para Dinah. – É insuportável fazer missões com a M’gann! Eu até compreendia no começo. Garota nova, não sabemos como ela trabalha, seus poderes, se é de confiança, mas agora? Estou com o Batman há quase um ano, estou há quatro meses aqui trabalhando arduamente com a equipe e ela continua implicando e me desautorizando.
- Seja mais específica, Victoria. – Disse Dinah me olhando com atenção.
- Eu não pedi para ser líder de equipe como os mais velhos. Como meu irmão. Vocês me colocaram nessa posição! Toda vez que eu lidero uma equipe, ela vem criticar. Pior quando sou obrigada a ir em uma missão com ela. M’gann faz de tudo para me prejudicar! Não aguento isso, Dinah!
- Victoria, você é uma líder nata e você está nessa posição por mérito. Não importa o que a M’gann...
- Importa o que ela faz e como faz! Na última missão quase perdemos o rei por causa da imprudência dela. Eu falei para que ela ficasse no submarino com o Conner, mas não! Ela quis fazer o show dela, se colocar na linha de frente e deixar o submarino desprotegido com Conner! Todos se feriram! Só dei uma ordem como sempre faço e ela me desobedeceu como sempre faz!
- A sua chegada a fez se sentir ameaçada...
- Então ela que procure orientação psicológica, que faça terapia, que faça o que for necessário! Não vim tomar o lugar de ninguém! Vim ser profissional e fazer o que sei de melhor: lutar! Se ela não sabe lidar com isso, também não irei mais fazer uma missão sequer com ela na equipe. Podíamos ter sofrido baixas por causa da imprudência e do ego dela. Se eu sou o problema de comportamento dela, então eu que me retiro. – Me levanto enfurecida e caminho em direção à porta. Ainda estava muito frustrada com tudo.
- Isso que aconteceu com seu cabelo?
- Esse corte inovador? Graças a ela. Um soldado do Arraia veio ataca-la e eu tomei o golpe por ela. Rasgou minhas costas, mas já cicatrizou. Evitei uma internação. – Dinah me olhou com espanto.
- Sinto muito, Victoria. Não imaginei que estivesse a esse ponto. Ela não comentou sobre isso e Kaldur não se reporta a mim.
- Ninguém quer problemas para o colega. Eles são adultos e deveriam saber o significado de responsabilidade. Agora entende o motivo de eu estar assim? Eu me retiro das missões com a M’gann e espero que vocês respeitem a minha decisão.
- Você tem a eternidade para se aborrecer. Não comece de agora. É jovem demais para isso. – Dinah se levanta e oferece sua mão. Eu a aceito de bom grado. – Aceito te deixar livre das missões com um pedido: converse sobre o ocorrido e tentem achar uma maneira de entrarem em equilíbrio. Uma equipe só funciona se todos concordarem.
- Sacrifícios. – Ela assentiu.
- Aproveite e vá a um cabelereiro quando chegar em Gotham. Está péssimo. – É, eu sei.
Após Dinah abrir a porta de seu pequeno consultório, caminhei pelos corredores da Torre refletindo tudo que ela havia dito. Não tinha a mínima vontade de conversar com a equipe sendo que me problema era com M’gann, porém, se todos expusessem a opinião sobre as atitudes da marciana, principalmente na última missão, com certeza ela se tocaria minimamente sobre as atitudes que estava tomando. Porém não faria questão de lhe dar o prazer de dizer que não faria missão logo após nossa conversa, mas avisaria de que as medidas cabíveis seriam tomadas.
Dinah, como nossa supervisora e terapeuta, iria contar para o tio John sobre o que estava acontecendo na Equipe de Operações Especiais e iriam pensar nas medidas cabíveis para punir a jovem sobre os comportamentos cataclísmicos que vinha tendo devido a minha presença nas missões.
- Já pensou no corte? – Era Tim encostando em mim. Enlacei meu braço ao dele e continuei caminhando em direção ao portal. Só queria voltar para casa e pensar no discurso que faria com a equipe para que houvesse acordo.
- Estou mais pensando na desculpa. Vai ficar na mansão hoje? – Assentiu.
- Foi tão ruim assim? – Eu o encaro não querendo conversar. – Em casa. Tudo bem.
- Só quero saborear a comida do Alfred e ver a cara de espanto do papai.
- Seu cabelo está parecendo uma ladeira. – Ele riu. – Acha que vai ter que ficar muito curto para dar um jeito?
- Talvez. Vou tentar não deixar acima do ombro, mas não garanto muito. Vou tomar um banho primeiro. Você avisa? – Tim assentiu.
Passando pelo portal, me arrepiei com o frio dos climatizadores da caverna. Estava apenas de regata e um short de malha quando Dinah me pegou desprevenida para fazer a seção de terapia de uma das piores missões da minha vida. Tim desamarrou o moletom da cintura e o colocou sobre as minhas costas. Sorri, agradecendo.
O inverno já estava dando as caras mais severas e isso só piorava quando ficávamos embaixo da terra. Bruce Wayne tinha o vício de deixar a batcaverna completamente climatizada para que os equipamentos não esquentassem e causassem transtornos e reparos desnecessários. Também não poderia exigir demais dele, um homem com diploma em ciências da computação e tecnologia. Claro que ele tinha outros diplomas, mas nessa área eu não poderia implicar com ele. Sua caverna, suas regras.
Subimos pelo elevador em silêncio. Eu só conseguia ficar com a cabeça encostada no ombro de Tim e me sentir apática. Em casa conseguia ser eu mesma sem amarras, conseguia relaxar e aliviar minha mente. Não tinha a melhor das rotinas, era muito ocupada e tinha minha vida pessoal. Porém, pelo menos na mansão, tinha Tim ao meu lado, poderia correr e pedir sua ajuda. Meu pai era um homem ocupado e teimoso demais. Alfred não poderia me socorrer a todo momento, mas Tim sempre foi aquele meu ponto de segurança em dias ruins. Meu primeiro irmão e, talvez, o meu favorito.
Nos separamos no corredor superior para irmos para os nossos quartos. Abri a porta do meu e olhei em volta. Sempre estava impecável. A luz da lua já batia na janela e invadia pelo chão. Logo estaria na cama. Jogando o moletom no recamier, segui tirando o restante da roupa para ir tomar um banho. Aproveitei a proximidade com o aquecedor para o ligar e evitar tomar uma friagem no meio do caminho.
Fechei a porta atrás de mim e encarei meu reflexo no espelho. Meu cabelo com certeza estava parecendo uma ladeira. Antes do ocorrido, estava quase do mesmo tamanho do cabelo de Kory. Estava tão lindo. Suspiro mais uma vez sentindo-me frustrada e tomo um longo banho antes de voltar para o meu quarto e colocar meu pijama felpudo. Calçando um chinelo de inverno, vi os vidros embaçados pela diferença de temperatura. Pelo menos estava quente dentro de casa.
Caminhei em direção a suíte master. Escutei um respirar pesado. Hesitei em abrir a porta por alguns minutos, mas o lado humano e empático não permitia que eu o deixasse ali sem assistência. Estava preocupada e não iria conseguir deixar passar mais uma vez. Ele era meu pai e eu precisava cuidar dele.
Rodeei a maçaneta com cuidado e vi uma luz de abajur o iluminar. Estava com uma caixa em mãos que não ousei investigar. Havia alguns livros ao lado e algo comparado a diários de bordo. Seu corpo estava enfaixado. Tórax e ombro eram os premiados. Sempre estavam na lista de lesões repetentes do papai. Dei passos até atravessar sua cama e me sentei ao seu lado. Papai fechou a caixa e a colocou de lado. Sua mão logo veio de encontro a minha para enlaçar nossos dedos. Apoiei minha cabeça em seu ombro apenas para sentir seu cheiro.
- Senti sua falta em casa. – Papai declarou.
- Também senti sua falta. Gosto de ficar em Gotham. Tenho mais tempo com o senhor e com Alfred.
- Não era para você ter vindo antes? – Papai levantou meu rosto e fez com que eu o encarasse. Ele ainda estava com a tinta preta em volta dos olhos. – O que houve?
- Problemas. Preferi esfriar a cabeça antes de cometer mais um erro. O senhor mesmo ensinou isso. – Senti sua mão acariciar minha bochecha e um sorriso brota entre nós dois.
- Você vai dar um jeito nisso. – Ele passou a mão no meu cabelo e balançou a cabeça após rir anasalado. – E nisso também. Seu cabelo estava tão lindo, filha. – Disse com certa tristeza no tom de voz.
- Eu sei. Quer marcar para o mesmo dia? O seu cabelo está quase virando uma juba, senhor Wayne. – Sorrio e me levanto ficando a sua frente. – Vou ajudá-lo com os curativos. O senhor também precisa de um banho.
- Não precisa cuidar de mim.
- O senhor é meu pai e faz parte do meu papel como filha o ajudar. Todos precisamos, lembra? – Ele assentiu.
Arrastando o teimoso para o banheiro, cortei as faixas pelas laterais para conseguir tirá-las com mais facilidade. Nosso estoque estava baixo, mas não daria para ficar reutilizando. Limpei os cortes, os pontos e esperei que ele terminasse o banho para que eu pudesse passar as pomadas em seu corpo.
Olhei para o seu rosto e, mesmo após o banho, vi resquícios dos seus olhos de panda. Papai sempre fazia isso. Peguei removedor de maquiagem e passei em volta dos olhos para tirar o restante da maquiagem. Tenho certeza de que ele pegou aquelas a prova d’água de novo. Com um olhar sincero de consentimento dele, passei as pomadas pelo seu tronco e pelas pernas, que também estavam lesionadas, e o enfaixei. Não me aguentei em não o abraçar. Eu precisava disso. Eu o amava demais. Quando acabamos, fomos jantar em família. Amava estar em casa.
Depois do jantar, ajudei Alfred a arrumar a louça e a mesa. Por algum milagre, papai não iria fazer a ronda da noite e isso deixava minha mente mais tranquila. Ao terminar, subi as escadas e voltei para o meu quarto para terminar alguns trabalhos e realizar algumas provas. A vantagem da tecnologia nos tempos modernos era a comodidade de fazer tudo sem sair de casa ou de qualquer lugar. Apenas compartilhava a tela e ligava a webcam para que algum tutor online pudesse administrar as avaliações e houvesse provas de que não havia acontecido qualquer trapaça durante o processo.
Não demorou mais do que uma hora para que eu encerrasse as avaliações. Fechei a tampa do notebook, arrumei meu material para as aulas presenciais na Academia e caminhei até a janela para fechar as cortinas. Já perto da cama escutei a porta ser aberta e vi Tim aparecer por entre a fresta. Sorri o vendo deitar-se na cama. Apenas o acompanhei deitando-me em seus braços. Gostava quando ele ficava na mansão. Me sentia menos solitária já que Dick não morava conosco e tinha a vida civil de detetive para manter. Era raro o ver dormindo na mansão.
- Vai contar agora? – Questionou-me sereno.
- Preciso conversar coma equipe e resolver meus problemas com a M’gann. – Apoio minha cabeça em seu peito e respiro fundo. – Ela desobedeceu aos comandos, colocou a equipe em risco e quem estávamos protegendo.
- Talvez devesse parar de tentar fazer algo. – Sua mão mexia no meu cabelo me trazendo aconchego. A minha ficava em sua cintura o abraçando. Tim era o irmão que eu mais amava mesmo que não fosse de fato. Éramos apenas membros da Corporação Batman.
- Dinah disse que eu preciso conversar com a equipe, mas meu problema é unicamente com M’gann. Não há necessidade de conversar com todos. Me dou bem até mesmo com a Kory e olha que não temos a mesma linha de pensamento. Falei que não aceito mais ser escalada com ela para as missões.
- Uma hora você vai ter que enfrentá-la. – Ele oferece a mão e eu a aceito enlaçando nossos dedos. - Eu sei, mas não agora. Tenho coisas mais importantes para fazer antes disso.
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"El Gran Premio de Las Vegas Podría Ser Increíble Después de Todo" ¡Buenos días, fanáticos de los automóviles! Hoy voy a hablarles sobre un tema que me tiene muy emocionado. #Motorhead ¿Has escuchado las últimas noticias? Parece que el Gran Premio de Fórmula 1 regresará a los Estados Unidos... ¡Y tendrá lugar en Las Vegas, el Strip! Imagina eso, autos de F1 zumbando por los casinos a velocidades increíbles, es simplemente emocionante. Ok, sé que te estás preguntando: ¿F1 en Las Vegas? ¿Realmente? ¡Sí! La Comisión del Condado de Clark ha aprobado una carrera de F1 en Las Vegas. No es solo una idea loca y audaz, sino que realmente está sucediendo. El último GP de Las Vegas se llevó a cabo en 1982, en el aparcamiento del hotel Caesars Palace. No fue precisamente el mejor escenario. Más bien todo lo contrario. Pero ahora, eso podría cambiar. Imagina los coches de alta tecnología de la F1, rugiendo por el Strip de Las Vegas. Con los casinos de luces de neón de fondo, las Fuentes del Bellagio chispeando en la orilla, la Torre Eiffel miniatura asomándose... sería una experiencia que quedaría grabada en la memoria de todos los aficionados al motor. La noticia aún está en etapa inicial, pero tengo muchas ganas de ver cómo se desarrolla esto, porque podríamos estar frente a algo grandioso. Creo que esta carrera tiene el potencial de ser un verdadero espectáculo, más allá de lo convencional. La Formula 1 se jacta siempre de ser el pináculo de la tecnología automotriz, y qué mejor lugar para demostrarlo que en la ciudad que nunca duerme. Por otro lado, algo que de seguro preocupa a los puristas, es cómo el Strip se convertiría en un circuito de F1. Se habla de usar el Boulevard Las Vegas para la recta principal, pero los detalles aún se están afinando. Sincera y realmente espero que se consiga combinar de forma armoniosa la esencia de Las Vegas sin perder la esencia de la F1. En cuanto a la fecha, todavía no se ha confirmado nada, pero hay rumores de que podría ser en noviembre. Al final del calendario de la F1. ¿No sería espectacular cerrar la temporada con una carrera así? Finalmente, en mi opinión, esta nueva carrera podría ser un soplo fresco para la F1. Aunque hay ciertos desafíos a enfrentar, la idea de ver a esos magníficos coches rodar por las calles de Las Vegas es simplemente increíble. Además, el factor espectáculo de Las Vegas podría atraer a una nueva generación de aficionados que nunca se han interesado en la F1. Y eso, amigos míos, es algo que nos emociona a todos. Como siempre, estén atentos para más actualizaciones. Definitivamente estaré siguiendo este desarrollo de cerca y compartiré cualquier novedad con usted. ¡Hasta el próximo post! Que tengan un gran día, y recuerden: ¡Nunca dejen de admirar los coches! #GrandPrixVegas
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