#Centro “Hogar y Amor”
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needy
pairing. enzo vogrincic x reader
cw/tw. smut, praise, established relationship, dry humping, unprotected sex, enzo un pocooo bromista, oral (reader recibe), dirty talk, age gap (no especificado), afab!reader/pronombres femeninos.
word count. 1.4k
rating. +18 (dejé ganar a mis pensamientos intrusivos)
"enzo" la joven musita bajito el nombre del hombre que se hallaba en la habitación que ambos comparten, acostado en la cama, viene de haber estado lavando la poca vajilla que quedaba sucia. él se encontraba leyendo un libro, llevando puesto lo que parecía ser una camisa bastante liviana y el resto de su cuerpo cubierto por una sábana.
"¿qué pasa, mi amor?" dice y aparta la mirada del libro brevemente para enfocarse en ti por unos segundos, sonríe y vuelve a prestar atención a su libro. "vení y acostáte ya".
"sobre eso..." ella ríe nerviosamente y empieza a caminar hacia su dirección, su ropa consistía en una camiseta negra oversize, la más grande que pudo haber encontrado, sus bragas y no llevaba sostén porque al encontrarse sola con su pareja, en su hogar ¿quién en su sano juicio usaría sostén?
la muchacha se sube a la cama, con enzo en la cabecera y ella en el otro extremo, pero planea cambiar eso. empezando a gatear hacia él y una vez a su costado, toma suavemente el libro de las manos del uruguayo y lo deja en la mesita de noche "¿podrías seguir leyendo mañana? tengo una situación aquí.”
él alza una ceja "bueno dale, pero tengo una pregunta para vos, ¿la situación es; 'necesito una culeada'?" él aprieta los labios divertido "no estoy que me quejo".
"¿cómo sabes?" se hace la sorprendida, como si esa no hubiese sido la intención de todo el asunto para empezar.
empieza desabotonar los botones de la camisa de enzo con paciencia, logra su objetivo y se la saca delicadamente por la cabeza, quita la sábana que cubría el resto de su cuerpo, para ahora bajar su bóxer, tarea que acaba con una sonrisa coqueta.
"un poco bastante necesitada andas vos"
ella ignora su comentario y se sube sobre él. pone sus piernas en los costados de enzo, al nivel de su miembro y de su clítoris cubierto, lleva también sus manos a la cintura del mayor. ambos jadean por el roce más que placentero y enzo agarra sus caderas guiando su ritmo, conociendo mejor que nada cómo es que a su chica le gusta.
la fémina mueve sus manos con la intención de quitarse la camiseta, sin dejar de jadear, una vez que cumple con su objetivo agarra las manos de enzo de donde estaban y las lleva a sus senos, incitandolo a tocar y masajear tanto como quiera. “vos serás mi muerte.” menciona mientras acaricia suavemente los pezones ya duros de su novia. “decime qué querés y lo tenés, mi sol.”
se mueve con más rapidez encima del miembro de enzo y toma fuerzas antes -casi- susurrar “q-quiero que me folles.” entre jadeos.
“¿con esa boca besás a tu vieja?”
“dios, enzo no menciones a mi mamá mientras estamos en esto.” dice ella, sintiendo sus cachetes más que calientes.
él se ríe “mmh, vienes acá, te hacés la que no pero sí, no demorás ni dos minutos y ya estás saltando sobre mí.”
“no estoy saltando-” menciona, podrían estar cogiendo como si de eso dependiera su vida pero jamás permitiría la oportunidad de llevarle la contra a su novio. “y yo vine a lo que vine.”
“quizás debería cogerte tan fuerte y duro como estoy seguro vos esperás.”
con delicadeza (no la misma que acaba de usar para decirle que la va a follar hasta el cansancio) él la toma y voltea a la chica acostando la en la cama.
le baja las bragas, su mirada sigue todo el breve momento y procede a quitarlas, sin importarle donde las arroja. su cabeza sube a la altura del centro de la muchacha, sus dedos caminan por los muslos de ella y los acaricia haciendo camino hasta llegar a su estrecho agujero e ingresa dos dedos que mueve a propósito, a un ritmo lento, lleva sus ojos en dirección a los de ella “toda mojada, no tenés ni puta idea de lo que me hacés sentir.”
sus labios van a su clítoris donde comienza el trabajo de chuparlo con adoración, la mujer gime alto y acaricia sus senos dejándose llevar.
“muy exquisita si querés saber.” comenta enzo, lo que causa que la chica suelta una pequeña y nerviosa risa, él mantiene su trabajo en ella, dedos en el fondo de ella y lengua y labios en su clítoris, moviéndose, chupando y lamiendo como solo él sabe y aprendió, que a su compañera le gusta.
sus labios dan lentas vueltas alrededor del punto más dulce de la muchacha y suelta bajos jadeos al probarla “mierda, sos tan adictiva.”
“e-en, yo…”
“decime qué querés”
“ya lo dije, en, sabes lo que quiero”
“no lo recuerdo” se encoge de hombros sabiendo que ella mantiene sus ojos en su figura.
“te quiero dentro, te necesito, quiero que me folles” dice con todas sus fuerzas, enzo nunca detuvo sus movimientos y los gemidos de la chica a la par, tampoco nunca cesaron.
enzo asiente con una sonrisa burlona. “nunca te diría que no.” aleja su rostro de ahí abajo, saca sus dedos contemplando lo mojados que están y alza una ceja divertido. nivela sus rostros y sonríe una vez más, sus dedos llenos de la esencia de la muchacha, van hacia la boca ella, donde los mete y mueve. “mi amor siempre sabe lo que quiere y yo se lo doy.” la fémina mueve su lengua alrededor de los dedos de enzo.
él después de un par de segundos separa sus dedos de su boca, usa ambas manos en el trabajo de poner las piernas ella a los costados de su cintura.
una mano finalmente se dirige a su miembro erecto para llevarlo al encuentro del centro de la joven. “siempre luces tan deliciosa cuando estoy apunto de enterrarme en ti.” finalmente comienza los movimientos de sus caderas contra las de la muchacha, suelta un par de gemidos mientras susurra su nombre, lleno de lujuria, adoración y gran amor. mantiene un ritmo rápido, estocadas que llevan a ambos a un muy alto placer.
“sos tan hermosa.”
“por-por favor, te necesito.” dice.
“lo sé, mi amor.” no planea detenerse y observa con fascinación la figura de la mujer que tanto ama debajo de él. “me tomas tan bien. ”acerca su rostro al de ella y empieza un más que apasionado beso, lenguas se tocan y exploran todo lo que el otro le puede dar a cada uno.
enzo, como ya se mencionó, conoce cada punto que tocar, besar, lamer y acariciar para que su novia se siente en el mismo cielo, y no duden en que usará cada uno de sus conocimientos sobre ti en cada oportunidad que se le presente de hacerte sentir bien. “justo así, mierda, esa es mi chica.”
desesperadamente, la joven lleva sus manos a la espalda del pelinegro, donde las mantiene y acaricia con veneración, respiraciones pesadas se sienten el uno contra el otro, besos mojados son depositados en el rostro de ella.
puede sentir como las paredes de ella lo presionan en su interior y sonríe, con más ternura que lujuria, al conocer que su amor está cerca de llegar a la cúspide de placer.
tal cómo él también lo es.
no tiene reparos en preparar y calcular cada uno de sus siguientes movimientos en ella, cualquiera podría llevarla al tope. sus estocadas premeditadas son un poco más lentas, entrando y saliendo, disfrutando cada segundo, sabiendo que es suya y que momentos así, estarían acompañándolo toda su vida, específicamente, ella lo estaría acompañando.
“sos tan linda desmoronándote debajo de mí.” susurra.
pensamientos de cómo es que dijo esas palabras con tanta facilidad llegan a él y sonríe, una sonrisa cargada de todas las posibles emociones que la situación le podría brindar, sigue los gemidos de ella diciendo todo los sinónimos de hermosa que llegan a su mente.
enzo acelera una vez más, moviendo sus caderas contra las de ella con la mayor precisión posible, toma el rostro de la jóven en sus manos. “mírame mientras te corres.” logra decir, muy sumergido en la neblina de placer en la que se encuentran ambos.
ella asiente, diciendo todo tipo de obscenidades, su orgasmo llega de manera abrumadora y suelta un último gran gemido. más respiraciones pesadas le siguen mientras el pelinegro busca también su liberación, ya que su prioridad ya había sido alcanzada.
luego de lo que parece casi nada, ella siente la carga de semen del mayor bañando sus paredes de forma deliciosa.
“¿fue esto más interesante que el capítulo de tu libro que estabas leyendo?”
“déjame en paz, amor, vamos a limpiarte.” le responde con una sonrisa cansada pero satisfecha.
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writer's note: esto fue, definitivamente más rápido de lo que pensé 😭 si me olvidé de algún tag ¡avísenme!
otra vez, cualquier tipo de feedback es bienvenido :p espero que les guste <3
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Para mí la Navidad es un regalo que guarda nostalgia. No hay tal fecha que resguarde una felicidad absoluta, puedo decir que no hay un ápice de ésta en ningún ciclo que está por cerrar… Siempre hay una pérdida a la qué llorar, a la qué extrañar, a la qué echar de menos. La Navidad es un obsequio de memorias; memorias de gente que ya no está, de un amor que terminó, de un amor que está lejos, de un beso que se desintegró, de una mirada que se marchitó, de un espasmo enamorado que se clavó en el vientre e hizo esclavo al corazón pero, no dió para más. No pudo ser más. La Navidad me recuerda que la vida es un camino de instantes, de sonrisas que serán también lágrimas, de abrazos que entibiarán por un momento el alma y que, ese calorcito será el que recordaremos con nostalgia y gratitud en épocas así.
De tal forma que, no es una chimenea la que dará el fuego que se requiere para otorgar el calor que menguará el frío de la soledad de aquellos que, en el cierre de un ciclo, no tienen un hogar, no tienen una familia, ha fallecido papá o mamá, el amor es un sueño, el amado… el aliento fortuito de un tiempo que fue gentil, amable, bondadoso con el alma de un solitario que iba herido… y que no sabía qué hacer con sus heridas hasta que aquello representó el bálsamo para menguar el dolor por un instante.
La Navidad…
No cambia nada la Navidad.
No cambia la realidad si es que ésta es cruda, si es que ésta es dura… si es que no hay un techo donde dormir.
La Navidad no es buena con todos…
Sin embargo, es buena para aquellos que —aún cuando la experiencia de vida lleve al infortunio pendiendo de ésta—, saben agradecer, arropando en la memoria destellos de los buenos momentos, porque debe haber uno, un sólo segundo donde el alma pudo sentirse infinita en un mundo que se sabe mortal.
Para mí la Navidad lleva nombre, aroma, rostro, temperatura, canción… Y es en todos estos que me refugio hoy, entre estas paredes frías, en el latido frágil y lento de los últimos días del año. Para mí la Navidad es él, aquel que me hizo conocer la magia en momentos donde había perdido la fe. Es él, aquel que con carne cubriendo sus huesos, pudo ser capaz de hacerme sentir a Dios en mi corazón, con todo ese amor que me otorgaba. Es él, el ser humano al que amo y hoy no está aquí, hoy no puedo mirarlo, hoy no puedo besarlo… hoy no puedo abrazarlo y decirle que la Navidad es dura, pero con su recuerdo vuelve a ser dulce, tan dulce como su nombre en mi boca al pronunciarlo.
Hay un hogar que aún palpita en el centro de mi corazón y ningún material podrá llenar… Porque pareciera que la Navidad para todos es eso, llenar los vacíos con banalidad; se ha perdido el significado real y es triste.
Creo que los que se encuentran solos hoy, saben que lo más importante de estas fechas es el recuerdo de quienes se fueron y la paz que se le puede obsequiar al ser.
—PalomaZerimar.
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El mundo puede ser realmente un caos, lo que cambia es la forma en cómo lo ves y respondes a las causas. Estoy viviendo con esperanza y ahora el sosiego habita en mí. Me he convertido en un hogar, soy inevitablemente cálida y pacífica. No necesito muchas cosas, la alegría es el sostén de mi gravedad. En la sencillez hallé el amor auténtico, ya no temo caer en el olvido. Aprecio el presente como un obsequio del día, pues se vive en tanto una sola vez. Cuidaré mis pensamientos, mi dirección y mi camino. Siento que mi ser se encuentra en el centro de la quietud, un acto realmente poderoso. Todo mejorará, lo sé. No importa cuánto tarde, lo importante es trabajar desde dentro para cambiar el rumbo de las cosas. Seguir adelante, es la mejor decisión que uno jamás habrá de arrepentirse.
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🎄🎅🎄CAPITULO ESPECIAL - NAVIDAD🎄🎅🎄
🔥Ⓜ️
Durante los días posteriores al atentado, me ocupé de los preparativos navideños en el Palacio. Las luces iluminaban el edificio cada noche, y el árbol de Navidad en la sala principal evocaba cálidos recuerdos de mi infancia, cuando mi abuela y yo adornábamos nuestro hogar. Estos momentos, junto con los Carter, siempre estarán en mi corazón.
En el centro de Cordonia, animamos a la gente a decorar el árbol de la plaza principal. La comunidad recibió la idea con entusiasmo, y me emocionó ver cómo se acercaban al espíritu navideño. Esta celebración, antes reservada para la familia real, ahora une al pueblo con Liam, revelando su lado más humano y cercano.
Liam está demostrando un reinado más humano y accesible. A diferencia de su padre, se acerca al pueblo, comparte alegrías y trabaja para aliviar penas. Aunque su liderazgo está siendo puesto a prueba tras los recientes atentados, Liam continúa esforzándose por ganarse completamente la confianza de su gente.
Juntos, visitamos hospitales y refugios, y organizamos una fiesta en un orfanato donde los niños recibieron regalos. Ver su alegría fue un bálsamo en medio del miedo que aún sentimos. Estas celebraciones ayudan a calmar la ansiedad y a traer una renovada felicidad a Cordonia, aunque la recuperación aún continúa.
24 diciembre, temprano en la mañana.
Hoy es un día especialmente emocionante para mí. Es 24 de diciembre, y estoy esperando ansiosamente la llegada de mi padre y mi hermano para celebrar las festividades juntos. Me levanté temprano, llena de entusiasmo, lista para recibirlos. Sin embargo, al despertar, noté que Liam no estaba en la habitación. Aun así, la emoción no se desvaneció; estoy feliz de ver a mi familia después de tanto tiempo.
Michell y Frank no podrán venir, ya que están reuniendo a sus familias para las fiestas. Su relación se está volviendo seria, y eso me alegra mucho. Michell merece ser feliz, y Frank es el hombre ideal para ella.
Liam, siempre tan considerado, ha ofrecido su jet para traer a papá y a Ethan desde Boston, asegurándose de que lleguen a salvo. Saber que están en camino hace que mi corazón se llene de alegría. Aunque no puedo evitar sentirme un poco nerviosa, la felicidad de tenerlos cerca me inunda.
|| ¿Cómo está mi futura Reina? || exclamó Liam, entrando al vestidor con una sonrisa radiante, interrumpiendo dulcemente mis pensamientos.
|| Hola, guapo. Estoy bien, pero... ¿dónde estabas? Me desperté y no te encontré || le digo mientras me acerco, rodeando su cuello con mis brazos y sellando nuestras bocas en un beso largo y apasionado. || Estás completamente vestido y listo para el día ||
|| Salí a trotar al amanecer, pero cuando volví, te vi tan profundamente dormida, tan tranquila, que no tuve el corazón para despertarte. Quería que descansaras. Después, me puse a trabajar en algunas cosas pendientes, aunque no puedo negar que este recibimiento es lo mejor que me ha pasado hoy || dice con una sonrisa que revela cuánto aprecia este momento. Noto que sostiene algo en sus manos, lo que despierta mi curiosidad.
|| ¿Qué tienes ahí? || pregunto suavemente, con una mezcla de intriga y emoción.
|| Oh, esto… es un pequeño regalo para ti || responde, con una ternura que me derrite.
|| Liam… 'pequeño' y 'regalo' nunca van juntos en tu vocabulario || le digo, mientras él ríe suavemente. || Pero... ¿por qué no esperar hasta la noche? ||
|| Porque no podía esperar para darte mi regalo especial de Navidad. Quería que lo tuvieras ahora, para que supieras cuánto significas para mí. Además, es mi manera de agradecerte por todo lo que has hecho en estos días. || Su voz se suaviza, y en sus ojos veo todo el amor que siente por mí.
|| ¿Agradecerme? ¿Por qué? || susurro, conmovida por sus palabras y por el cariño que emana de él. Liam acaricia mi mejilla con delicadeza, mirándome con una intensidad que me hace sentir como si fuera la única persona en su mundo.
|| Porque en medio de todo lo que hemos pasado, tú has sido mi ancla, mi fuerza. La gente de Cordonia está feliz, a pesar del incidente en el Palacio. Se sienten emocionados por los cambios y están contentos con la manera en que estoy llevando el reino. Y todo esto te lo debo únicamente a ti, Riley. Tú has sido el motor detrás de estos cambios, mi mayor apoyo, mi inspiración. Eres la Reina ideal para mí... Siempre supe que eras la elección correcta, pero cada día que pasa, lo confirmo una vez más. Eres lo mejor que ha llegado a mi vida. Este regalo es solo una pequeña muestra de cuánto te valoro. ||
|| Oh, cariño || respondo suavemente, acariciando su mejilla || La gente finalmente está viendo lo que yo siempre vi en ti: esa esencia que llevas dentro de tu corazón. Eres, y siempre serás, un magnífico Rey || le digo, señalando suavemente el lugar donde late su corazón.
|| Gracias por ser la Reina que necesitaba || susurra antes de acercarse y besarme con ternura. || Y bueno, ¿estás emocionada por ver a tu familia? ||
|| Claro que sí... Estoy muy ansiosa por verlos || respondo, mientras Liam mira su reloj y sonríe.
|| Por cierto, deben estar por llegar al Palacio. El piloto me llamó para avisarme que estaban cerca. ||
|| Perfecto... ¿Sabes algo de Leo y Katie? ||
|| Leo me dijo que Katie está a punto de dar a luz, y no quieren arriesgarse a un viaje tan largo en este momento. Pero pronto los visitaremos o, cuando puedan, ellos vendrán. ||
|| ¡Qué emoción! Finalmente, un bebé en la familia. Estoy deseando conocerlo || exclamo, llena de alegría.
|| Sí, yo también muero por conocerlo || responde Liam. Me pierdo un momento, imaginando lo maravilloso que sería ser madre y tener un pedacito de los dos en una sola persona. Leo y Katie se conocieron en Grecia hace unos tres años. Ella es estadounidense, y su amor fue tan inmediato como el nuestro. Leo abdicó por ella, buscando felicidad en Washington, lejos de Cordonia. || ¿Riley? || Liam me saca de mis pensamientos. || ¿En qué piensas, amor? ||
|| En lo hermoso que sería ser madre y tener un pedacito de los dos en una persona || confieso. Liam me abraza y me besa en la frente.
|| Yo también lo anhelo. Algún día lo haremos realidad. || Con una sonrisa, Liam me entrega una elegante caja azul. || Bueno, ahora quiero que abras esto. || La abro con cuidado y descubro una gargantilla de oro blanco con un zafiro azul en forma de gota. Sorprendida, llevo las manos a mi boca, con lágrimas asomando en mis ojos.
|| Liam… ¡Es absolutamente hermosa! || exclamo, conmovida.
|| No tanto como tú || respondió Liam, su voz cargada de ternura. Con una sonrisa sincera, añadió || Quiero que la uses en la cena. Pruébatela. || Él retiró mi cabello con delicadeza y colocó la gargantilla alrededor de mi cuello. Cuando terminó de ajustarla, Liam me dijo con una mirada llena de amor || Mírate ||
Me acerqué al espejo, y la visión de la joya adornando mi cuello me dejó sin aliento. Era una obra de arte, reluciendo con un brillo que parecía capturar cada chispa de la luz.
|| Es perfecta… Me encanta, Liam. ¡Gracias! || exclamé, con la voz temblando de emoción mientras me giraba para abrazarlo con fuerza.
|| Ver tu felicidad es el mayor regalo para mí, amor || dijo Liam, envolviéndome en sus brazos con una sonrisa que reflejaba su propia alegría.
|| Bueno, ya que estamos en el intercambio de regalos anticipados || le dije con una sonrisa traviesa || Yo también tengo algo para ti. || Tomé su mano con suavidad y lo guie hacia la habitación. Una vez allí, fui a uno de mis cajones y saqué un regalo envuelto con esmero. Lo coloqué cuidadosamente en sus manos y le dije con una sonrisa || Aquí tienes, amor. ||
Liam tomó la caja con curiosidad y comenzó a rasgar el papel lentamente. Sus ojos se iluminaron al descubrir un libro antiguo y majestuoso.
|| ¡Vaya! Este libro se ve increíblemente antiguo y especial… || comentó, admirando el regalo.
|| Lo es || le respondí con una sonrisa amplia || Es un libro escrito a mano que narra la historia de Cordonia. ||
|| ¡Wow! ¿Escrito a mano? Entonces este libro en sí mismo es una pieza de historia || dijo Liam, asombrado.
|| Así es… Pero lo que realmente quiero que veas es el capítulo final || le sugerí con una mezcla de emoción y nerviosismo mientras él pasaba las páginas hasta llegar al final. Su expresión pasó de asombro a confusión.
|| Pero ¿Por qué en blanco? ||
|| El futuro de Cordonia está en tus manos, y el próximo capítulo será completamente tuyo. Espero que esté lleno de paz, prosperidad y, sobre todo, amor. Preferiría más romance que intriga. || Me reí suavemente, provocando que él sonriera emocionado.
|| Mi amor, la única intriga amorosa que me interesa es la que estoy viviendo contigo, mi hermosa prometida, que pronto será mi esposa y reina. || Liam cerró el libro con cuidado y apoyó una mano en su portada. || Es el regalo más considerado que he recibido. Que lo que me has dado siempre me sirva como un recordatorio potente de lo que realmente significa ser rey. Te agradezco desde el fondo de mi corazón. ||
|| De nada, mi Rey. || Le respondí, mientras Liam me sonreía. Depositó el libro sobre una mesa cercana y cerró la distancia entre nosotros, abrazándome y mirándome a los ojos con amor. Luego se inclinó para un beso apasionado. Lo atraje hacia mí, encontrándome con ese beso impaciente y profundo.
|| ¡Me encantas, Riley! || exclamó Liam, mientras el beso continuaba. Su lengua jugueteaba artísticamente con la mía, y sus manos exploraban mi cuerpo con una pasión ardiente. Él me sonreía mientras me guiaba hacia atrás, llevándome hacia la cama. Me tropecé y mis piernas se enredaron con las suyas, pero me negué a romper el beso. Finalmente, mis piernas golpearon el borde de la cama, haciéndome caer sobre las mantas. Liam se arrastró sobre mí, sus cálidos labios encontrando los míos de nuevo en un instante. Luego, sus labios rozaron mi piel, dejando un rastro de besos por mi pecho y cuello antes de volver a encontrar mis labios. Me besó con avidez y pasión, sus dedos deslizando hábilmente debajo de mi ropa, haciendo que mi piel se erizara completamente. Pasé mis manos por su espalda dura, descendiendo lentamente hasta su trasero perfecto. Sentí su sonrisa debajo del beso. Sus manos se deslizaron más abajo de mí, y de repente me detuve. Él intentó desabrochar mi vestido, pero puse una mano sobre la suya para detenerlo, sonriendo con picardía || Riley, ¿por qué paras? Te necesito. ||
|| Voy a desnudarme para ti. || Respondí, deslizándome rápidamente fuera de la cama.
|| Wow… Eso me encantaría ver. || Se apoyó sobre sus codos en la cama, mientras yo le daba la espalda y tarareaba una melodía baja y entrecortada. Moví mis caderas lentamente al ritmo de la música, buscando la cremallera de mi vestido y arrastrándola lentamente por mi espalda. Me burlé de él, mostrando poco a poco mi piel desnuda mientras él sonreía || Cielos, Riley, eres irresistible y … || Su voz se cortó cuando giré para mirarlo, perdiendo el hilo de sus pensamientos. Lentamente comencé a deslizar mi vestido por mi pecho, luego por mis caderas, hasta que cayó completamente al suelo. Mantuve la mirada fija en Liam y me acerqué lentamente, bailando sensualmente para él.
|| ¿Te gusta lo que ves? || le pregunté, y él extendió sus manos, jalándome hacia él.
|| Ven aquí. || Exclamó, besándome con urgencia, mientras sus manos se movían por toda mi piel desnuda. Yo, a su vez, trabajé rápido con su ropa, lanzándola al suelo para que se uniera a la mía en una pila. Mi corazón latía con fuerza mientras rodábamos juntos por la cama, nuestros cuerpos entrelazados. Enterré mi cabeza en su cuello, trazando la curva de su mandíbula con mis labios. Suspiré al sentir sus manos recorriendo mi piel, sus yemas acariciándola. Mi respiración se detuvo cuando sus dedos se movieron entre mis piernas, urgentes y ardientes || Es imposible pensar con claridad cuando te veo así… Me encanta ver cómo te hago sentir. || Sin decir nada, le pellizqué la oreja, tomando el lóbulo entre mis labios. Su respiración se aceleró, y sus jadeos se volvieron más profundos || Mmmm... Me encanta verte desnuda... perfecta... Y saber que eres mía, solo mía... ||
|| Siempre seré tuya, Liam… || Respondí sin vacilación. Él me besó con más fuerza, sus dedos moviéndose de nuevo en mí, haciendo que la pasión floreciera en mi cuerpo como un fuego salvaje. Mis gritos exclamarían su nombre. Liam no me hizo esperar. Suspiré al unirnos finalmente, nuestros cuerpos complementándose. Sus manos tomaron las mías y las guiaron sobre mi cabeza. Capturó mis labios, besándome mientras sus caderas se movían contra mí. Envolví mis piernas alrededor de su cintura mientras él movía las caderas con un ritmo cada vez más intenso, gimiendo mi nombre en mi oído.
El fuego salvaje en mí se descontroló y onduló deliciosamente a través de todo mi cuerpo, desde la punta de la cabeza hasta la punta de los pies. Clavé mis uñas en su espalda mientras un grito entrecortado se escapaba de mis labios.
♕ ♕ ♕
Un poco más tarde, yacemos en la cama, yo envuelta felizmente en los brazos de Liam. El ritmo suave y relajante de su respiración me arrulla, y siento el cálido subir y bajar de su pecho mientras suspira con satisfacción.
|| ¿Fue ese un suspiro de felicidad o uno más melancólico? || Pregunto con curiosidad, acariciando suavemente su pecho.
|| Creo que un poco de ambos... No puedo creer que esta sea nuestra primera celebración de las festividades juntos. ||
|| Es cierto, es maravilloso. Pero cuéntame, ¿cuál es el suspiro melancólico? ||
|| Supongo que vas a insistir hasta que te lo diga, ¿verdad? || Asiento con una sonrisa traviesa, y él me responde con una sonrisa indulgente || Cuando pienso en dónde estaba yo en esta misma época el año pasado, recuerdo claramente cómo mis padres insistieron en que era el momento de elegir una esposa por razones políticas y tradicionales. Yo, fiel a mi deber, me preparé para una vida de responsabilidades, pero sin amor… Y... ||
Rápidamente interrumpo sus pensamientos presionando suavemente un dedo sobre sus labios.
|| Mi amor, eso ya quedó atrás. No nos enfoquemos en el pasado; celebremos el presente, el futuro, y todo lo hermoso que tenemos y lo que vendrá. || Exclamo, mientras él se ríe, abrazándome con ternura antes de besarme suavemente.
|| Tienes razón. Con corona o sin ella, tener tu amor me convierte en el hombre más afortunado del mundo. ||
|| Liam, te amo con todo mi corazón. ||
|| Y yo te amo a ti, Riley... Más de lo que podrías imaginar. || Me besa de nuevo, con una intensidad que hace que me pierda en el calor de sus abrazos y la dulzura de sus labios.
|| Creo que tenemos que prepararnos para salir. || Digo con una sonrisa juguetona. || Pero por tu culpa, tendré que arreglarme de nuevo ||
Él se ríe y me atrae hacia él en un beso profundo y ardiente.
|| ¿Solo mi culpa? || Me responde, y yo sonrío con picardía.
|| Está bien, de ambos... Pero será mejor que nos vistamos pronto. ||
Mientras me levanto de la cama para recoger nuestra ropa del suelo, siento su mirada fija en mí, llena de admiración. Me visto rápidamente cuando, de repente, alguien toca la puerta de nuestros aposentos.
|| Riley, ¿estás ahí? || La voz de Hana llama desde el otro lado, rompiendo el hechizo del momento. ¡Mierda! Exclamo mentalmente, sintiendo la urgencia de prepararnos.
|| ¡Voy! || Grito mientras me apresuro hacia la puerta. || ¡Dame un segundo! ||
Abro la puerta principal y me encuentro con Hana, que me recibe con una sonrisa animada.
|| Amiga ¡Tu familia ya se encuentra aquí! || Anuncia Hana con entusiasmo. Al ver mi aspecto algo desaliñado, sus ojos se agrandan ligeramente. || Oh, lo siento, no quería interrumpir... ||
Un súbito nerviosismo me invadió, y traté de disimularlo lo mejor posible.
|| No, no es nada || respondí, notando que mis palabras salían un poco atropelladas. || Solo estábamos... Bueno… ¿Y dónde están? || pregunté, desviando rápidamente la conversación. Hana, al darse cuenta de mi ansiedad, sonrió ampliamente.
|| Después de dejar su equipaje en sus suites, se encontraron con Maxwell, quien los llevó a un pequeño tour por la casa. Creo que iban hacia el salón de baile || explicó, mientras yo fruncía el ceño.
|| ¿Al salón de baile? || pregunté con incredulidad || ¡Santo cielo, Hana, será mejor ir antes de que Maxwell haga alguna locura! Solo dame un minuto para arreglarme || dije apresuradamente, corriendo hacia mi habitación. Al entrar, encontré a Liam dándose los últimos retoques frente al espejo. || Mi familia ya está aquí, pero necesito retocarme un poquito antes || dije, mientras me miraba en el espejo y notaba el desorden en mi cabello y maquillaje después de nuestro momento íntimo. Mientras arreglaba mi cabello y retocaba mi maquillaje, observé a Liam en el reflejo, ajustándose la chaqueta y pasando una mano por su cabello para darle un toque final || Espero que Maxwell no intente enseñarles a Ethan o a mi papá el tobogán eléctrico || dije riendo, intentando relajarme mientras él se reía conmigo a través del espejo.
|| Con Maxwell, cualquier cosa es posible || responde Liam, sonriendo. || Pero sé que estarán felices de verte, especialmente después de tanto tiempo. ||
Terminé de arreglarme y me acerqué a él para darle un beso suave en los labios.
|| Tienes razón. No tardes mucho, quiero presentarte oficialmente como mi prometido. ||
|| Claro, mi amor… Ve, yo estaré listo en breve. || Responde Liam, con una sonrisa que ilumina su rostro.
**
Al bajar al salón de baile, me encontré con una escena que me hizo reír. Maxwell estaba en medio de un break dance improvisado, mientras mi papá, Ethan y Susan lo observaban, algunos con asombro y otros con evidente diversión.
|| ¡Por fin están aquí! || Exclamé con emoción, corriendo hacia papá y lanzándome a sus brazos. Lo rodeé con fuerza, sintiendo el calor y la seguridad de su abrazo, mientras él me devolvía el gesto, riendo con esa risa profunda y reconfortante que siempre me hacía sentir en casa.
|| ¡No nos hubiéramos perdido las fiestas en Cordonia por nada del mundo! || Dijo papá, acariciando mi cabello con ternura y mirándome con esos ojos llenos de orgullo y amor. Sentí cómo una ola de calidez me envolvía, y no pude evitar sonreír mientras lo abrazaba aún más fuerte, apreciando cada segundo de ese momento. Maxwell se acercó a mi lado de un salto, siempre lleno de energía.
|| ¡Mi Flor! ¡Estaba mostrándole a tu familia mis mejores movimientos para que los probemos durante la cena! || Exclamó Maxwell con su típica alegría contagiosa, haciendo que soltara una risita. Su entusiasmo siempre lograba hacerme sonreír. Hana también sonrió y no tardó en acercarse para abrazarlo con cariño. Decidí entonces dirigirme a mi hermano, con quien solo había podido hablar un par de veces por teléfono. A diferencia del resto, Ethan se veía serio, observando las payasadas de Maxwell con una mezcla de curiosidad y reserva.
|| Hola, Ethan. Estoy muy contenta de que hayas aceptado venir. || Le dije mientras me acercaba para abrazarlo, poniendo todo mi cariño en ese gesto. Por primera vez, sentí que su respuesta era sincera y cercana.
|| Gracias, Riley, por la invitación. Honestamente, Susan fue quien más insistió en que viniéramos. || Respondió con un tono suave, que me hizo sonreír aún más. Miré a Susan, agradecida, y no pude evitar sentir una conexión especial con ella. Aunque solo la había conocido esa vez en el consultorio, sentí que compartíamos una química natural.
|| ¡Es un gusto verte de nuevo, Susan, y sobre todo, tenerte aquí! || Le dije, abrazándola con genuino afecto. Ella me devolvió el abrazo con una calidez
|| ¡Es un placer para mí, Riley! || Dijo Susan con una sonrisa cálida y sincera || Por cierto, quiero felicitarte de todo corazón por tu compromiso. Estoy segura de que tú y Liam serán muy felices juntos || Susan me dijo con sinceridad, y me sonrió con afecto || Estoy muy emocionada por tu boda ||
|| ¡Gracias, Susan! eso nos convierte en dos || Le respondí, emocionada por sus palabras.
|| Más de dos en realidad || Exclamó Liam, mientras entraba al salón con una cálida sonrisa. Al llegar a mi lado, me rodeó la cintura con su brazo, acercándome a él y depositando un dulce beso en mi mejilla.
|| Cariño, ya conoces a mi papá || Le dije, sonriendo.
|| Sam, qué gusto verte de nuevo. Me alegra que hayan llegado sanos y salvos || Dijo Liam, dándole un fuerte abrazo. || ¿Cómo estuvo el vuelo? ||
|| ¡El vuelo estuvo increíble! Qué bueno verte, Liam. Fue muy amable de tu parte enviarnos tu jet. Gracias por la invitación || Respondió papá, claramente satisfecho.
|| No fue nada en absoluto. Después de todo, vamos a ser una familia en pocos meses. Es un placer tenerlos con nosotros || Dijo Liam con calidez.
|| Felicitaciones por el compromiso, mi hija está feliz || Comentó papá.
|| Sam, mi plan en la vida es hacerla feliz || Exclamó Liam, abrazándome y dándome un beso en la frente. Yo sonreí ampliamente.
|| Liam, quiero presentarte a mi hermano, el doctor Ethan Beckett, y a su novia, la doctora Susan Grey || Dije, señalando a Ethan y Susan. Liam les dio una cálida bienvenida y luego puso su brazo sobre mis hombros.
|| Es un gusto conocerlo, Su Majestad || Dijo Ethan, extendiendo su mano con seriedad. Susan, visiblemente nerviosa por conocer a un rey, trataba de ocultar su entusiasmo mientras admiraba a Liam. Sus manos temblaban ligeramente al extenderlas para un apretón de mano y sus ojos no podían apartarse del Liam, claramente impresionada por su presencia y su atractivo.
|| Ethan, por favor, pronto seremos cuñados. Deberías empezar a llamarme Liam || Dijo Liam, luego dirigiéndose a Susan || Y lo mismo va para ti, Susan ||
Susan, intentando calmar su nerviosismo, sonrió y asintió con la cabeza, sin responder de inmediato hasta que Ethan la codeó delicadamente.
|| Eh… este… Claro, Liam. Encantada de conocerte || dijo Susan, su voz temblando ligeramente mientras reía nerviosamente, mostrando su emoción al encontrarse con un rey tan carismático.
|| Es maravilloso tenerlos a todos aquí. Bienvenidos a Cordonia || respondió Liam, ajeno al pequeño percance. Vi la oportunidad de suavizar el ambiente y decidí presentar a los demás. Extendí las manos hacia donde estaban Maxwell y Hana, sin demasiados rodeos.
|| Bueno, ya conocieron a Maxwell y a Hana || dije, señalándolos con una sonrisa. Maxwell, fiel a su estilo, hizo un comentario que provocó algunas risas, pero no quise alargar el momento. Ethan parecía querer decir algo, pero lo interrumpí antes de que pudiera hacerlo. Justo entonces, el sonido de la puerta nos hizo girar. Drake y Sara entraron en la habitación, y su llegada fue el momento perfecto para cambiar de tema || Llegaron en el momento preciso || exclamé, aliviada por la interrupción. || Drake, ya conoces a todos, pero familia, quiero que conozcan a Sara. Sara, estos son mi padre, Sam, mi hermano, Ethan, y su novia, Susan. ||
Sara se acercó, extendiendo su mano con una cálida sonrisa.
|| Un gusto conocerlos || Dijo Sara, mientras se acercaba a saludar a los presentes. Papá, emocionado por la llegada de su familia, respondió con calidez. Sin embargo, noté que las miradas de Drake y Ethan se evaluaban con cautela.
|| ¿Sigues siendo tan grosero y gruñón como la última vez que nos vimos? || Preguntó Drake con el ceño fruncido. Ethan, con una mano en la cadera, respondió.
|| Discúlpame, pero no soy grosero ni gruñón. Soy un profesional, que es muy diferente. Y hasta ahora, no tengo claro quién eres tú ||
|| ¡Ethan! || Susan le dio un codazo en las costillas.
|| ¡Muchachos! || Exclamé, tratando de calmar la situación. Sabía que no se llevaban bien al principio. Liam observaba el intercambio, claramente desconcertado.
|| Bueno, por su reacción… ¿Supongo que ellos dos no se llevan muy bien? || Preguntó Liam, curioso.
|| La verdad es que son muy parecidos, amor. ¡Ambos pueden ser amargos como limones a veces! || Exclamé con una sonrisa.
|| ¡HEY! || Respondieron al unísono ambos hombres. Miré a Drake con severidad, esperando que se comportara. Tras sentir el peso de mi mirada, él se volvió hacia mi familia.
|| Muy bien, lo siento. Empecemos de nuevo || Dijo Drake, extendiendo la mano hacia papá || Sam, es un placer verte de nuevo ||
|| Igualmente, Drake || Contestó papá con una sonrisa || Y, por cierto, quiero agradecerte por salvar a mi hija. Fue un acto muy noble ||
Al escuchar esto, Drake pareció visiblemente nervioso. Su mano tembló ligeramente al estrechar la de papá.
|| No... no tienes que agradecerme, Sam. Lo hice por... || Comenzó Drake, tratando de mantener la compostura. || Lo que haría con cualquier amigo ||
|| Me alegra verte mejor || Dijo papá, con una sonrisa.
|| Sí, mucho mejor... Gracias || Respondió Drake, acercándose a Susan para darle un beso en la mejilla || ¿Susan, verdad? Un placer verte de nuevo ||
Susan asintió y respondió con una sonrisa cálida. Luego, Drake extendió la mano hacia Ethan.
|| ¿Hacemos las paces, doctor? || Preguntó, su tono reflejando una mezcla de nerviosismo y sinceridad. Ethan lo miró con seriedad, pero luego asintió.
|| Está bien, hagamos las paces. Solo por el bien de mi hermana || Dijo Ethan, y luego añadió || Y gracias por todo lo que hiciste ||
|| La paz || Afirmó con una sonrisa que intentaba ser relajada || Como dije, no fue nada ||
De repente, se hizo un silencio incómodo, así que decidí intervenir rápidamente para romper la tensión.
|| Bueno, ¿qué les parece si seguimos al comedor? || Sugerí con una sonrisa, buscando disipar la tensión. || El personal ha preparado algo especial para nosotros. ||
Liam asintió, devolviéndome la sonrisa, y con eso, empecé a guiar al grupo hacia el comedor, dejando atrás cualquier incomodidad y centrando nuestra atención en disfrutar de la velada juntos.
♕ ♕ ♕
Por la noche, disfrutamos de una cena exquisita en compañía de todos, donde intercambiamos regalos y compartimos una conversación amena. La atmósfera estaba llena de alegría, y por un momento nos sentimos como una gran familia unida y feliz. Aunque extrañé a mi mamá, me reconfortó tener a mi papá y a mi hermano aquí conmigo. El miedo causado por el atentado quedó temporalmente atrás, permitiéndonos celebrar estas fechas tan especiales juntos.
Casi a la medianoche, decidimos que era hora de descansar. Mientras Liam y yo caminábamos tomados de la mano por los pasillos, él se detuvo bajo un arco y señaló hacia arriba.
|| Eh, mira eso... || dijo, y allí, en la parte superior, colgaba un muérdago. Bajé la mirada y me encontré con la cálida sonrisa de Liam.
|| Vaya, eso significa que debemos seguir las reglas || respondí con una sonrisa.
|| Por supuesto, no queremos romper ninguna tradición navideña || dijo Liam, acercándose lentamente para besarme. Al separarnos, nos quedamos mirándonos.
|| Te amo, Liam. Feliz Navidad || dije con felicidad.
|| Y yo te amo a ti, Riley... Feliz primera Navidad juntos || respondió él, con una sonrisa que lo decía todo.
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“Es posible que el mundo en sí no tenga sentido”
Virginia Woolf
Adeline Virginia Woolf fue una escritora británica, autora de novelas cuentos, obras teatrales y demás obras literarias, nacida en Londres en enero de 1882, considerada una de las más destacadas figuras del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional.
Primeros años
Su padre era novelista, historiador, ensayista y biógrafo y su madre nació en la India y trabajó de modelo para pintores prerrafaelistas. Ambos habían tenido nupcias previas con hijos de sus anteriores matrimonios.
Virginia recibió clases particulares y de sus propios padres, y a diferencia de sus otros hermanos, con la inmensa biblioteca de los padres aprendieron los clásicos y la literatura inglesa.
Uno de los recuerdos más vividos de su infancia no fue en la casa de Londres sino en la de St Ives de Cornualles en donde la familia pasaba sus vacaciones, las impresiones de esos viajes y la del faro de Godrevy sirvieron de inspiración para la creación del relato “Al faro”.
Cuando Virginia tenia 13 años, muere su madre repentinamente lo cual fue la causa de sus primeras depresiones, y la muerte de su padre en 1904 aumentaron sus problemas emocionales. Sus crisis nerviosas y periodos recurrentes de depresión según sugieren algunos eruditos fueron incluidos por abusos sexuales que ella y su hermana Vanessa sufrieron a manos de sus medios hermanos.
Estas situaciones hicieron de Virginia al parecer sufriera de lo que hoy se le conoce como trastorno bipolar.
Círculo Bloomsbury
Después de la muerte de su padre, sus hermanos vendieron la casa familiar para mudarse al número 46 de Gordon Square en Bloomsbury, en donde su hermano mayor la convirtió en el centro de reunión de antiguos compañeros universitarios e intelectuales de la talla de E.M. Forster, el economista J.M. Keynes, y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Esta formación sería conocida como “el círculo de los Bloomsbury”.
En 1912 a la edad de 30 años se casó con el escritor Leonard Woolf miembro también del círculo Bloomsbury.
Dentro de la ética del círculo Bloomsbury figuraba la no exclusividad sexual, por lo que durante la mayor parte de los años 20, Virginia sostuvo una relación con la escritora Vita Sackville-West.
Woolf comenzó a escribir profesionalmente en 1905, y su primera novela “Fin de viaje” en 1915 vió la luz apoyada por la editorial de su medio hermano.
Tras la publicación de “La señora Dalloway” y “Al faro”, los críticos comenzaron a elogiar su originalidad literaria, cuya maestría técnica y el afán experimental de la autora, introducida además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes propias de la poesía.
Su legado
Wolf experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual como en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje.
En Las Olas (1931), presenta un flujo de conciencia de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabajado monólogo tradicional con lo que crea un ambiente de poema en prosa.
Wolf publicó novelas y ensayos con éxito tanto de crítica como de público, y fue catalogada como una de las grandes novelistas del siglo XX y aunque su reputación declinó después de la Segunda Guerra Mundial, recuperó su auge con la crítica feminista de los años 70.
Últimos días
Después de terminar el manuscrito de su última novela “Entre Actos”, Wolf cayó en una profunda depresión. Su trastorno bipolar, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de su casa durante los bombardeos, empeoraron su condición hasta que se vió incapaz de trabajar.
El 28 de marzo de 1941, Woolf se suicidó, llenó su abrigo con piedras en los bolsillos y se lanzó al río Ouse, cerca de su hogar donde se ahogó.
Wolf escribió una nota llena de amor hacia su esposo, describiendo lo difícil de su condición y su incapacidad para seguir luchando, le agradecía todo lo que había hecho por ella.
Sus restos fueron incinerados y enterrados por su esposo bajo un árbol en Rodmell Sussex.
Fuente: Wikipedia.
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Devoción | John Price x Fem! Reader
Estoy pensando en una colección de John Price como esposo y sus diferentes facetas. Si se preguntan de donde salió, les diremos que de mis ganas de tener un hombre fuerte que cuide de mí y la idea de John Luterano.
Reader es femenino pero no se mencionan los genitales. Es neutral en cuanto a raza.
¡Espero lo disfruten! 🩷
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El olor almizclado con el pino y las notas del picante whisky hacían cosquillas a tu nariz cuando escondiste tu rostro en la curva de su cuello. Por su parte, el hombre de brazos firmes te mantenían prisionera entre su robusta figura y el cómodo colchón que todavía permanecía caliente tras una noche de sueños dulces, reconfortantes…
La barba castaña dejaba una ligera picazón en tus parches de piel revelados por la vaporosa túnica rosa que te cubría escasamente. Cuando respiraste, embriagándote con el remolino de sentimientos y sensaciones que se apretaba como un nudo en tu bajo vientre, John levantó su rostro para que miraras sus apasionados ojos azules que ardían como las brasas congeladas de un gigante de hielo, poderoso, mágico y aterrador.
Tu mano se deslizó por la regordeta carne de su pectoral salpicado por pecas y cubierto con una capa de vellos rojizos que se enredaban en la piel tostada por el sol del desierto, como un cuerpo endurecido por la crueldad de la guerra pero que tú suavizabas con cazuelas de amor cada vez que regresaba a su hogar. Sentiste los latidos apresurados de su corazón desbocado, mientras te miraba con intensidad y acariciaba los contornos de tu figura, apretando la carne dulce y esponjosa.
“Te amo y cada día que pasa, crece mi devoción por ti, porque ahora me haces sentir más humano, digno de ser amado a pesar de lo que estás manos han destrozado”
Tu otra mano subió a su rostro, acariciando la barba espesa y desordenada, delineando la comisura de su boca y quedándote extasiada con la vulnerabilidad que te había mostrado. Nunca habías conocido un hombre que te amara con ese ímpetu, y mientras tu otra mano ascendí hasta el centro de su pecho donde reposaba la sencilla cadena de oro con una cruz que simbolizaba tu fe, correspondiste a su confesión:
“Siempre soñé con el amor, aun cuando pensaba que no era para mí y te encontré, y me abriste las puertas de tu corazón… John, eres más que digno de ser amado y cuidado. Prometí ser tu apoyo cuando necesites descansar”
Lo abrazaste nuevamente, besando su hombro, escuchando las promesas murmuradas en tu sien mientras sus ojos se llenaban de lágrimas que solo derramaría en la intimidad de su habitación.
“Eres mi único amor”
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My boyfriend's back [RZ ; Michael Myers]
Msj. este one shot lo escribí hace un año en un trade con una amiga y me acordé hace días de el, así que quise compartirlo con ustedes.
Tw. minors dni, smut, mención de violencia, fem reader x rz michael myers, 1.6k w
My boyfriend's back and you're gonna be in trouble (Hey-la-day-la my boyfriend's back)
My boyfriend's back he's gonna save my reputation (Hey-la-day-la my boyfriend's back) ...
Michael y tú se habían conocido en la escuela secundaría. Él era demasiado callado para su propio bien y cuando hablaba solo agravaba la situación, haciendo que volviera al silencio que lo metía en suficientes peleas, todas perdidas. Tú eras demasiado descarada para los estándares que tenían para las niñas de tu época y te metías en muchas peleas gracias a tu lengua afilada. ¿La diferencia? Nadie te podía callar hasta que ganaras dichas peleas. Cuando se unieron algunos pensaron que eran un par improbable, tú tenías una lengua rápida y llena de veneno, él hacía poco uso de su ingenio grosero; otros pensaron que se acercaba el apocalipsis, él estaba lleno de violencia y tú parecías animarlo, disfrutando de ver huesos rotos y sangre en el piso.
Desde que la prisión de escuela los unió, fueron la pareja que más se encontraba en boca de todo Haddonfield. No era un pueblo pequeño en comparación a otros, aun así, el espíritu de los chismes era algo que lo hacía parecer tan minúsculo. No había días en los que no hicieran algo para escandalizar a los lugareños, a veces ibas con ropas escandalosas y a veces Michael mandaba a alguien al hospital, otras veces coquetearías con otros solo para incitar a tu novio por algo de violencia. Y aunque la gente se alarmaba con la facilidad para los puños que tenía el chico Myers, siempre serías el centro de atención por irrespetar a tu hombre.
Michael no se consideraba un hombre celoso y mucho menos se sentía herido por tus acciones, a pesar de todo lo que pudieran decir las personas en su ciudad, él sabía que los celos eran en parte ocasionados por inseguridades y él podría ser todo, pero no inseguro, menos cuando se trataba de tu amor hacía él y la lealtad hacia su relación. Claro, había crecido en un hogar verbalmente violento en su mayoría y había escuchado a los niños llamarlo todo tipo de nombres, pero también tenía a su mamá, quien siempre le recordaba lo maravilloso que era y después te tuvo a ti, halagandolo como si vivieras para ello, así que elegía creerles.
Entonces, Michael no se consideraba celoso. Se consideraba posesivo. Sabía quien y que era suyo, sabía que nadie debía tocar lo que era suyo. Pero parecía que otros no eran conscientes de ello a pesar de los años de relación que traían tras de ustedes.
El día de la lección fue el día que volvería de un viaje que hizo a unas ciudades de distancia, no habías estado tratando de llamar la atención de nadie ni arrastrar a un pobre imbécil a su final y no porque no quisieras, simplemente era aburrido sin tu chico aquí, al fin de cuentas, él y sus acciones posesivas eran lo que te ponían en marcha. Así que por primera vez solo tratabas de estar tranquila y de conseguir los materiales para preparar una cena y postre decente sabiendo que Michael volvería pronto, pero aparentemente a alguien no le llegó el memo.
Wesley se había acercado a ti, por su mirada sabías cuales eran sus intenciones y a pesar de las ganas que tenías de ponerlo en su lugar, lo ignoraste. Dejaste que coqueteara y soltara toda línea de recogida horrible que se le pudiera ocurrir, tú solo tomaste los productos que querías y seguiste tu camino, pero como la mayoría de los hombres, no captó la indirecta y siguió tras de ti hacia el estacionamiento. Estabas lista para gritarle, cuando viste el poco disimulado movimiento de su mano acercándose bajo tu falda y cuando estabas lista para poner a un idiota en su lugar, notaste que no llegó lo suficientemente lejos, una gran mano lo estaba deteniendo y estrujando su muñeca sin consideración alguna.
Sonreíste cuando viste a quién pertenecía dicha mano, Michael en todo su esplendor y gloria se elevaba sobre ustedes dos, pero mientras Wesley parecía a nada de cagarse en sus pantalones, tú estabas tan lista para saltar sobre tu novio y besarlo sin sentido. Claro, que antes de que pudieras saludarlo, Michael ya se encontraba golpeando al imbécil. Disfrutaste de la vista unos segundos, lo suficiente como para sentir la humedad llegando a tu ropa interior y después de días sin tu gigante poco gentil, solo querías que te llenará.
– Sabes, es muy grosero de tu parte llegar y no saludar a tu chica.- Había un tono petulante en tu reclamo.
Michael se detuvo y te volteo a ver, no sabías si el idiota de Wesley aun respiraba, pero todo tu atención la tenía el hombre rubio que lo dejo como pulpa. No hablaste, solo estiraste tus brazos mientras hacías movimientos de agarre con tus manos.
– Ya me has puesto tan hume…
Antes de terminar de hablar, fuiste puesta sobre el hombro de Michael y llevada hasta tu auto, no te quejaste cuando lo encendió y abrocho tu cinturón por ti, para después alejarse. Sabías que venía en su auto, así que era obvio el llegar a casa por separado. No le diste muchas vueltas al asunto y te apresuraste a salir del estacionamiento del supermercado. En segundos o tal vez minutos, el tiempo pasa rápido cuando estás emocionada, ya estabas estacionandote frente a tu casa y en el camino frente a la cochera se encontraba el auto de tu novio.
No te molestaste en tomar las compras o cerrar correctamente el vehículo, solo bajaste lo más rápido posible del coche y corriste en dirección a tu hogar. No habías terminado de cruzar por la puerta cuando una gran mano te jalo contra un igual de gran pecho, mientras la otra cerraba sin ceremonias la puerta. Contrario a sus otras bienvenidas a casa, Michael solo se concentró en desvestirse y la ternura fue dejada de lado, tu falda bajo con facilidad para ser descartada en el suelo, lo que pareció molestarlo fue tu camisa abotonada.
– Dejame ayu…
Nuevamente fuiste interrumpida, solo que ahora fue por el desgarro de tu camisa, viste con un puchero como los trozos de tela caían al suelo, solo dejandote en ropa interior.
– Has vuelto muy grosero de ese viaje.
Su única “explicación” fue soltar un gruñido antes de levantarte por los muslos y hacer que envolvieras tus piernas alrededor de su cintura, bueno, lo más que pudiste rodear. Su mano sujetó con fuerza tu mandíbula, movió tu cabeza de un lado a otro con lentitud y luego te hizo mirarlo directamente, en su mirada un obvio cuestionamiento que no debías responder, estaba revisando que aun fueras suya. Satisfecho con lo que encontró, enterró su mano entre tu cabello y a nada de recargarte contra su toque, sentiste cómo tomo un puñado de cabello y te jalo con fuerza, estrellando tu cabeza contra la puerta, aun viéndolo a los ojos, su mano permaneció, pero el agarre se aflojó. A pesar del aguijón de dolor, no contuviste el gemido por ser maltratada de nuevo, gemido que pareció complacer a tu hombre.
La mano que antes se encontraba sujetandote por la cadera se metió entre ustedes y bajo para desabrocharse el pantalón con urgencia. Bajó la prenda y su ropa interior lo suficiente para liberar su ya erecto y palpitante miembro. En algún momento habías quitado tu vista de la suya, aprovechando que ya no sujetaban tu pelo con fuerza, bajaste tu mirada y estabas tan embelesada viendo su pene como si fuera lo último que probarías. Tan distraída que no sentiste como su mano se deslizó entre tu cabello y lo siguiente que sabías es que te estaban abofeteando y gruñendo para llamar tu atención. Mensaje recibido, ojos en él.
Pese a su obvia dominación sobre ti, fue cuidadoso la primera vez que se introdujo en ti, hizo tu ropa interior al lado y con ayuda de una de tus manos guiaste su miembro hacia tu entrada húmeda. Lo sentiste resbalar dentro de ti con facilidad, un gemido suave salió de ti y sabías que estarías viéndolo completamente enamorada. Aun cuando tenía una obvia consideración por tu seguridad, no espero mucho, las estocadas ni siquiera iniciaron despacio, eran rápidas y sin salir mucho de ti. Quería y necesitaba llenarte, que sin importar la clase de juegos que jugaran entre ustedes dos, con jugadores que no querían estar, tú eras suya y de nadie más, nadie podía tocarte más que él y quizás el llenarte hasta desbordar de su semen lo dejaría en claro, tal vez si tu panza se hinchara con las consecuencias de su esencia todos lo captarían.
Tú te encontrabas en la nube nueve, no pudiendo más que llegar tus manos hacia sus hombros para sujetarlo y mantenerte a un en tierra, querías estar lo suficiente presente para disfrutar y sentir el final. Tus paredes se abrazaban al miembro desnudo de Michael y el pensamiento de él sin protección ocasionó que inconscientemente trataras de mover tus caderas, para encontrarte con sus movimiento, animandolo a llegar al final.
Casi llegando al final sentiste sus embestidas tartamudeando y no sabía si estaba pensando lo mismo, pero con la fuerza que tus paredes vaginales apretaban su pene, mientras tus uñas se clavaban en sus hombros, tú y él esperaban que estuvieran en la misma sincronía de pensamientos.
No faltó demasiado antes de que se corrieran a la par. Sintió tus paredes apretarse con fuerza sobre su pene y tú sentiste toda su semilla llenarte, la última estocada fue con fuerza y profundidad contra ti, no se movió de lugar y mientras lo escuchabas susurrar proclamaciones en el espacio entre tu cuello, sabías que había algo más que solo reclamarte con su esencia, el pensamiento de Michael criandote te hizo soltar y apretar nuevamente con tus paredes, ordeñando más de él.
Acariciaste su largo cabello con suavidad, mientras suaves risitas escapaban de ti. Quizás después hablarías de la importancia de hablar esto antes de solo llenarte, por mientras, tomarías este y cualquier otro reclamo que quisiera hacer en ti.
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Abril con un poco de mi...
Abril me trae la ausencia prendida a la noche, las fotografías de un otoño pasado donde era tan feliz y no supe aferrarme a esos brazos. Capaz la necesidad de siempre querer más o la incapacidad de las personas de darme tan poco; ¿pero que es lo que nos llenará el alma en este otoño? La soledad, la ausencia, la partida de personas ajenas, siniestras… el duelo, un amor fallido, los matices del dolor que siempre quedan… ¿que ocupará el color naranja en este otoño? O quizás no haya en estos meses, capaz me revuelque en la cama pensando a cuántas personas bese en este colchón, a cuentas les hice el amor encima del escritorio; son solo números, no te preocupes. Es la voz de mi inconsciente que se antepone a la situación que vendrá en la noche; culpa. Porque es Abril en pleno otoño, al comienzo o al final, pero es abril. Y estoy tan sola, sin querer la compañía de otro ser humano, me resguardo en los libros que me dejo de tarea hace dos inviernos y otra vez enciendo la cafetera. Estuve pensando en mudarme, a algo más bonito, más blanco, celestial y con pureza, es que perdí la fe en el camino y ahora cuando rezo no tiene sentido. Basta, no me hagas caso, es abril, hace frío, estoy sola y con pequeñas manchas en la piel por culpa de la impresora, me bañe y me refregué todo lo que pude. Pero traspaso la dermis y ahora presume ser un tatuaje al lado de su nombre, no por mucho señora mancha… no se ponga cómoda que en cuanto aprenda o sepa como quitarla no dudare en hacerlo. Abril me trajo soledad, enfermedad, un beso a medias con la palma de mi mano y grillos por toda la casa, por eso quiero mudarme, este departamento ya no puede abarcar lo que tanto tengo en el interior. Es que soy joven, no sé cuántos años tengo en realidad y es que he mentido tanto con la edad que pensar en un número se hace irreal. ¿Por qué mentí cuando Karen me preguntó si la amaba? Me remonto a 2014, ¿que voy a saber yo de amar? Era otoño, estaba de novia con Gonzalo, apenas iniciábamos o ya estábamos culminando, pero me gustaba como besaba, no me dejaba restos de él en mi boca, era limpio y cuidadoso. Recuerdo lo carnoso que tenía los labios y lo suave que me hablaba cuando me pasaba a buscar para ir a estudiar. Cuestión que Karen tampoco me amaba, pero mentía cada tanto por mensajes de Facebook diciendo que estaba muy enamorada de mi y quería que terminara con Gonzalo para que sea su novia. Al final, dejé a Gonzalo, no por ella, por el… porque el si estaba enamorado. Y a Karen nunca la bese, yo andaba curioseando por el mundo de la bisexualidad… pero nunca me gusto en realidad. ¿Es que se supone que tengo que sentir? Puedo decir y afirmar qué hay chicas muy lindas, pero ahora ya de grande me he escondido en tantas vaginas que ya no sé qué sabor tenía la mía antes de todo esto. Abril me trajo café, fui virgen hasta los dieciocho… bueno lo que puede llamarse virgen… teóricamente nadie había entrado en mi pero yo si había entrado en otros. Me pase los dieciséis haciendo orales, en el baño de la escuela, en un auto clio blanco, en la parte trasera de un centro médico, detrás de un árbol, en el baño de una fiesta y en la cama de mi antiguo hogar… aún así nunca súper realmente si lo hacía bien o mal. ¿Le abra importado mi carencia de experiencia? Es que nunca concluí en el acto sexual, es que no puedo acabar, no tengo orgasmos y es una pena según para todos ellos que nunca podré sentirlo… me lo describieron muchas veces, como si fuera un ciego que no puede ver el mundo y necesita que le expliquen con palabras algo que nunca podré conocer. Nunca me sentí mal por ello, ahora de grande ya no me interesa y es por eso que no tengo ganas de tener sexo; pero a veces me gusta sentir la piel de la otra persona, la calidez de la inocencia manchada de excitación y su disfrute en la oscuridad de sus ojos. Es por eso que Abril me deja un poco volada, pasa mi cumpleaños y pasa el cumpleaños de la primera persona de la cual me enamore… pero no pude darle mi corazón y ella no pudo quedarse a vivir la vida conmigo.
Porque abril es esto, es soledad, ausencia, vacío y enfermedad; manchas del duelo que dejó marzo y dolor en él pensamientos de que fueron tantos y ninguno llegó para quedarse en verdad.
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Soy un impostor
1,2,3 probando… ¿hola? ¿alguien me lee por aquí?
Veamos cuánto tiempo tardas en darte cuenta de esta entrada bomboncita
Para los demás lectores (si es que tenemos por aquí algún curioso) en esta ocasión como el título lo dice, no se trata de Amy escribiendo, si no de su esposo Park Jinyoung.
Pensé en pasar y dejar un pensamiento, una pequeña entrada que te haga sonreír.
Ha pasado tanto tiempo desde que estamos juntos y tu amor sigue sorprendiéndome, admirándome y llenándome de calidez.
Leerte me hace saber que a tus ojos soy alguien bastante único, pero ¿sabes una cosa? tu lo eres mil veces más.
Jamás había conocido a una persona que amara de la manera en la que tú lo haces, ¿has escuchado eso que dicen de “quién te ama lo hará con todos tus matices”? bueno, contigo comprobé que es verdad.
Tu forma de amar, de entregarte, de apoyar me ha convencido innumerables veces de lo afortunado que soy de seguir en tu camino. De no solo haber sido una etapa, si no de clavarme tan hondo que ahora no puedas saber dónde comienzas y dónde terminó.
Te amo tanto Amy, mi hermosa bomboncita, mi preciosa princesa, la mamá de mi Byul, quien me trajo a Max, mi estrella, mi centro y mi paz.
Juntos hemos formado algo que va más allá de una vida, te quiero en esta y en once más…
Siempre serás la mujer de mi vida
Tu príncipe que te ama con locura… ♥️✨
amy + byul + max + jinyoung = un hogar feliz ✨
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Que pasaría si....?
Mexica reviviera en nuestro mundo actual, y se encontrará con SEDENA
Una historia rapidita, si puedo pedirle 🥺🥺🥺
Tengo una historia sobre ello, es mas es parte del canon de la historia original, pero como aun no lo expongo al 100% te pondré el que pasaría si Mexica revive de la nada y busca su venganza sobre los indígenas que buscaron matarlo.
_____________________
(Para darle mas poder, Centro esta aun desaparecido, por lo cual solo están los hermanos Norte y Sur)
SEDENA se encuentra en la estación principal militar, estaba a punto de salir, al escuchar gritos y pedidos de ayuda, al llegar al punto de origen de todo el caos, sus ojos se iluminan, como si viera a un dios, como si viera a alguien poderoso, sus ojos estaban admirando, a su viejo amor, su Tlatoani Mexica.
-Al fin una cara que conozco- Mexica avienta al suelo con violencia a un joven soldado- No sabes lo preocupado que estoy al ver a puro invasor en nuestro hogar Océlotl, creí que habíamos perdido todo, pero me alegra ver que sigues vivo.
SEDENA estaba maravillado, verlo vivo con la misma imagen de siempre lo hizo arrodillarse ante su gobernante, sin siquiera quitarle la vista de encima.
-Mi...mi Tlatoani....realmente es usted...-Aun no podía confirmar, el recuerda el pasado, recuerda su muerte y lo que termino en guerra, oírlo, verlo caminar, verlo sonreír por su presencia, era todo increíble.
-Claro que lo soy Océlotl, levántate, necesito tu ayuda.- SEDENA se levanta rápidamente, aun con las piernas temblándole, esperando que petición le haría su antiguo gobernante.- Océlotl, dime...dime donde está esa estúpida?
SEDENA se queda en silencio, a quien se refiere, se preguntaba internamente, intentado pensar en lo que hacia enojar a su Tlatoani.
-Dime Océlotl, donde están Tlaxcala, donde está para hacerle pagar por lo que nos hicieron, y eso junto a todos los demás que la siguieron, dime donde esta-Ante su petición lleno de ira, SEDENA estaba congela, es verdad, la razon de su muerte fue algunos indígenas que aprovecharon para eliminar a los hermanos, aunque el sabe que hay otros factores, no le sorprendería que Mexica recordara solamente eso.
-Mi Tlatoani, yo...-Mexica lo agarra de la camisa y lo jala hacia el.
-Te ordene dudar?, yo no lo recuerdo, yo te ordene que ¿me digieras donde esta esa estúpida de Tlaxcala? y con ella a todos los demás, incluyendo a ese estúpido Hispano, no te estoy pidiendo nada complicado Océlotl- SEDENA estaba preocupado, por una parte entiende su ira, pero algo dentro de el ya no es la misma que antes, todos estos años conviviendo con tantas personas, conociéndolas como un soldado y ahora como un guía, le dio a entender las razones que Norte y Sur eran para ellos y al mismo tiempo lo que era Centro tambien.
-Yo, lo siento, antes le hubiera dado todo lo que me pidiera, pero ahora...no puedo...no puedo hacerlo-Mexica alza a SEDENA, era tan fuere como lo recordaba, incluso si se ve la diferencia de tamaño, Mexica podía alzarlo sin problema y dejarlo totalmente indefenso en el aire.
-Que dijiste? como puedes defender a estos invasores? como puedes darme la espalda Océlotl? -SEDENA sentía se le dificultaba cada vez mas respirar, era tambien verdad, Mexica nunca acepta una discusión de nadie, menos de sus soldados a quienes entreno con toda su alma, claramente sus acciones eran una traición.
-HERMANO! DETENTE!- Atrás de ellos aparecía Quetzalli, alzando sus alas- Suéltalo ya, esto no debe de ser así.
-Tu otra vez, te dije que yo recuperaría lo que TÚ perdiste, por tu culpa perdimos todo, y ahora tambien a nuestra gente,-con esa ultima frase ve a SEDENA- Como quieres que no enfurezca con TÚ fracaso hermano.
-Ellos ya no son lo que era antes, pude verlo con mis propios ojos, las diferencias existen pero coexisten, y como coexisten las guerras solo existen por diferencias que son normales...-Quetzalli intenta razonar, pero Mexica no escucha.
-No me importa-Arroja a SEDENA lejos de ambos hermanos- Yo no quiero conexión o unión, eso solo los débiles las quieren, quiero venganza, quiero lo que me arrebataron, lo que cuide con tanto esmero y pase días y noches luchando, quiero a mi verdadera gente, no a estas abominaciones que no conocen su lugar, quiero a mis soldados...-Cuando iba a moverse a ver a SEDENA una pistola estaba apuntado su cabeza, dejando solamente confundido, de quien pudo llegar a el sin siquiera sentir su presencia, Quetzalli tambien estaba asombrado.
-Estas ya no son tus tierras Xiuhtecuhtli- GAFE tenia a Mexica con una pistola en la cien, Mexica alza su mirada para verlo, aunque su rostro estaba cubierto, reconocía perfectamente su ecencia.
-Kuautli...eres tu-GAFE no responde inmediatamente.
-Hace tiempo que no uso ese nombre, con tantos que me han dado, incluso no se cual era mi nombre...gracias por recordármelo mi general, pero repito, esta ya no son tus tierras....-Mexica ríe, por debajo, incrédulo que incluso ya perdió a su mejor guerrero.
-Que te paso, te hice para que nunca me desobedecieras, y e aquí al único de los dos que me apunta con un objeto, que paso Kuautli, que paso con tu familia y contigo.
-Están muertos.
-Y no quieres vengarte de los que los mataron.
-No.-Mexica hace una mueca de ira ante sus palabras cortante.
Claramente su persuasión hacia la fidelidad de GAFE era nula, era claro, el ya no era su soldado mas fuerte y al no seguirlo, no tiene oportunidad ya de convencerlo, pues el a aceptado a alguien mas a quien serle fiel.
-Porque me hacen esto, porque soy el único que busca esto!
-Hermano, por favor, esta ya no es nuestro, nosotros morimos, y eso es la única verdad.- Quetzalli intenta acercarse a su hermano, pero este lo aparta aun mas.
-NO, esto no lo quiero, no voy a aceptar esta perdida que TÚ nos impusiste- Mexica intenta atacar a su hermano, pero es se agacha al escuchar el disparo de GAFE.
-Si es así como piensas, entonces no tengo mas opción que obligarte a estar quieto mi señor...-Gafe pelea contra Mexica, aun si este no lo muestra por completo, Mexica tenia una fuerza descomunal, y con un golpe mataría a GAFE sin problemas- Despierta SEDENA, necesito que recapacites, México Norte y Sur nos necesitan, no podemos abandonarlos ahora, no ahora...
SEDENA nota que GAFE le da un arma, en su mente nunca imagino que le dispararía a Mexica, pero había algo de razon, dejar que Mexica mate a las personas que no tengan la esencia, era dejar morir a los únicos lideres que les quedan.
Su fidelidad a México Centro se mantenía, pero el ya no esta, y sus únicos lideres eran Norte y Sur, traicionarlos, seria lo mismo que traicionar a las personas que los acogieron y les dieron una nueva vida, sean buenas o malas, eran sus nuevas vidas.
Así ambos se abalanzan hacia Mexica, disparos por todo el lugar, intentando mantenerlo lejos porque un solo error y este podía sacarles el corazón de un solo puñetazos.
Mexica alzo su alas para volar y ser aun mas versátil en el cielo, pero su hermano tambien entro a la pelea, dejando ver que ambos hermanos, aunque Quetzalli era mas débil aun podían darle pelea, mientras GAFE y SEDENA lo distraían por debajo.
Ya lo tenían acorralado, pero este se reusó a ser detenido, y causo una luz intensa segando a todos, para luego desaparecer.
Quetzalli baja con tranquilidad, agotado tambien por pelear con su hermano, era complicado y era difícil, y ahora mas ya que huyo.
Quetzalli solo suspira de la frustración, hasta que voltea a ver a sus antiguos soldados, que ambos, ambos estaban arodillados frente a el.
-Estoy feliz de volverlo a ver mi Tlatoani- Dice GAFE, con una voz mas suave ante Quetzalli.
-Yo ya no soy su Tlatoani, peri ese derecho cuando perdí la guerra, así que levántese, no es necesario.-Los dos se levantan, pero aun así SEDENA abraza a Quetzalli, y GAFE quita sus cubrebocas y gafas para mostrar su rostro a su antiguo jefe. -awww, ustedes dos siguen siendo muy dulces conmigo a pesar de mi fracaso. Como podría yo odiarlos.
-Tu pelea fue lo mejor que pudiste hacer, ya había enfermedades graves a través del aire, y muchos indígenas tenían armas mas fuertes gracias a España...
-España?...
-Hispano....-Recuerda SEDENA.
-Oh...si...creo que lo recuerdo bien...hablemos cuando capturemos a mi hermano, su ira n ose detendrá allí...-Ambos soldados asienten con la cabeza, activando un alerta para todo el pais, llamado la atención tanto de México Norte como Sur.
Continuara??? ( Realmente no XD)
Como darle un final mas, los hermanos mexicanos se unen a GAFE y SEDENA, al ver a Quetzalli que era casi la viva imagen de Centro, ambos lloran, Quetzalli los consuela, incluso ambos recalcan que tiene la misma voz suave que centro les daba a ellos cuando hablaban fuera de lo político.
Después buscan a Mexica y entre los 5 lo retienen, mas aun cuando Mexica nota la fuerza descomunal de Norte, que aunque no era tan fuerte como la de el, aun así ella podía darle el puñetazo de dios y hacerle por lo menos sufrir un poco (jajajaja)
Espero y te guste 💛🧡💜
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LÁGRIMAS DE MADRE (1/2)
Pairing: Sihtric Kjartansson x fem!reader
Sinopsis: el hijo de ambos se pone enfermo en el peor momento que podría ser para ellos.
Warning: abuso verbal, niño enfermo, relación complicada, angst, infidelidad.
La noche que Sihtric se marchó de casa se sintió como una de las peores tormentas que en sus años hubo vivido. Que en la pequeña aldea de Coochkam se hubiera pasado y arrasado... El agua caía del cielo como la Biblia narraba el Diluvio que Noe y sus seguidores sobrevivieron, encarchando los suelos desnudos en barro y obligando a los habitantes de la aldea a refugiarse en sus hogares. Ni siquiera recordaba lo que estaba haciendo con su esposo, que momento antes la había despedido teniendo que atender unos asuntos con sus amigos en la muralla de madera y sobre cómo repararla, apareció goteando agua y con el barro en las botas. Los dos estaban en la diminuta cocina haciendo la cena, con velas encendidas por toda la casa. Su hijo, de cinco años, jugaba con una de las espadas de juguete en la zona más alejada, simulando que se enfrentaba a un oponente, cuando Sihtric entró en la casa colando el frío en la casa.
Como siempre, Sigbjörn iba a saludar a su padre y le preguntaba si al día siguiente irían a pescar al río que guiaba el camino a la entrada de la aldea. Eso siempre le hacia levantar una sonrisa porque conocía las intenciones que llevaba con eso. Pasar tiempo juntos. Aunque fuera solo un niño. Pero ese día Sihtric simplemente le dio un golpecito en la cabeza a modo de saludo y le mandó que fuera a guardar sus juguetes.
-Tenemos que hablar -le dijo, en voz baja, con cierto cuidado antes que alterar la presencia de Sigbjörn.
-Dime entonces.
Incluso había dejado la cocina haciéndose para hablar. Lo demás... No recordaba más que reproches y gritos, maldiciones lanzadas al aire y algo rompiéndose que la había hecho apartarse. Pareciera que la tormenta había entrado por las ventanas aseguradas. Luego, él salió de nuevo a la tormenta sin perder el tiempo, gritando una última maldición. Sigbjörn salió del dormitorio corriendo y preguntando por qué habían gritado y su padre marchado. Los dedos de ella solo pudieron acariciarle la cabeza, la revuelta melena pelirroja que herederaba de ella sin ninguna duda, y besado su cabeza asegurándole que regresaría. No mencionó nada de lo ocurrido por su temprana edad y entendimiento. Un niño no tendría que soportar los actos de los adultos. Así comieron, los dos juntos, y a la hora de marcharse a la cama, el amor de una madre lo arropó.
Sihtric no regresó esa noche ni a la mañana siguiente.
Sigbjörn jugaba con los demás niños de la aldea en la plaza, o en lo que tendría que ser. Con el gobierno de Uthred como hombre de confianza del rey, aquella aldea había pasado de ser cristiana a una residencia para ambas religiones enemigas. Se había levantado una iglesia de piedra con la abadesa Hild de representante de la cristiandad. Mentiría si aun estando casada con un danés buscaba consuelo en los brazos de Dios. Al lado, la residencia del gobernador de la ciudad, ahora Uthred, se levantaba en madera y era el centro de la aldea. Los niños adoraban jugar ahí porque el terreno de delante era espacioso y nunca estaba lleno de obstáculos ni gente pasando con los animales de un lado a otro.
Ese día Hild estaba fuera aconsejado a unas monjas que entraban y salían a comprar. Ambas habían hablado sobre los adornos de la festividad que se acercaba y los problemas que podrían suponer en caso de que hubiese mucho alcohol y fuego de por medio.
-Cierto es que a Siggy le hace ilusión asistir. Me ha pedido que le haga una corona.
-Un buen muchacho, entonces -corroboró. Había sido ella la que atendió el parto cuando la comadrona poco podía hacer con la escasa ayuda-. No pide más de lo que un niño querría.
Milly asintió.
De repente, la pesadez se instauró en su pecho. Hild torció la cabeza, en señal de curiosidad por lo que le pasaba por la cabeza, y le puso la mano en el brazo con suavidad.
-¿Ocurre algo?
-Sihtric no ha dormido en casa.
-Ayer tuvieron que arreglar la muralla en medio de la tormenta. Se entretendrían para ponerla recta -dijo ella-. Podríais haber dormido en la iglesia con nosotros si lo pasasteis mal.
Milly cabeceó recordando la discusión. Los insultos y maldiciones. Lo que él le recriminaba haber hecho sin pruebas. Lo poco que había dormido había sido por culpa de esas palabras y al recordar su rostro furioso. Como no había dormido en casa, pensaba que habría regresado a la muralla o dormido en la casa de Osferth dado que era el único que no le molestaría. Pero cuando se lo había encontrado y dicho lo contrario acabó de darle otro sentido a lo que su mente maquinaba y, al mismo tiempo, amenazaba en crear escenarios.
-No ha vuelto esta mañana. Siggy me ha preguntado por él y piensa que se ha marchado de alguna aventura con los demás.
-Pero no lo ha hecho. Ingrith y Finan están aquí. Hoy han entrado a rezar unas horas.
-Explícale eso a un niño -respondió, acariciándose el estómago que comenzaba a revolverse-. Pienso... Qué tal vez la tormenta fuera a peor.
Hild respiró con fuerza, como si buscase inspiración en sus pensamientos. Ojalá ella pudiera hacer lo mismo.
-La iglesia siempre estará abierta para vosotros. Y estoy segura de que ese hombre tuyo puede ser...diferente a otros hombres.
Y tanto que lo era. Pagano, por mucho que intentase engañar a su mente. Pero ella también era diferente, siendo cristiana y todavía practicando mucho de sus ritos con algunas de las personas de su misma religión de la aldea. Ciertamente podría haber optado a otra persona llegado el momento, para establecer una alianza que beneficiase a su padre y consolidara el poder de la casa real a ka que pertenecía con un matrimonio beneficioso. Pero tras las consecuencias del asedio a Wessex por los daneses, su padre había declarado que su presencia bajo la protección de Lady Aethelflaed dentro de Mercia con los hombres de confianza de Uthred había sido más un lastre que una ventaja para los britanos de Gales. Su virtud puesta en duda, y un matrimonio arreglado con el hombre que había aceptado como su esposo y antes un amante. Lo cierto era que su historia se remontaba sin conocerse a cuando era una niña sin darse cuenta. Pero era un matrimonio mejor que vivir en un castillo encerrada pariendo y rodeada de infidelidades y criados.
Milly apretó suavemente la mano de Hild. Sus labios se elevaron en una sonrisa triste, pero no perdió la esperanza. Todavía podía ser que aquella discusión fuweaa producto de un estado de embriaguez, que tampoco sería extraño dada la facilidad para celebrar que los hombres tenían cuando conseguían una pequeña victoria.
-No quiero que Siggy piense que su padre desaparece siempre que puede. No es... No es como antes.
Porque ahora había paz. Una tregua entre daneses y cristianos. Una que se mantenía fuerte y resistía. Tampoco había amenaza alguna. Hild sonrió con cierta burla, pero tampoco fue mala.
-Parece que no conoces a esos muchachos, niña. Pero mantengo mi palabra. Si tienes duda alguna, preguntale a Uthred.
Ella asintió con razón. Lo cierta era que podía hacerlo, preguntarle si estaba ahí. O dónde podía estar. Quizás lo hiciese.
-Gracias, Hild.
-Que dios vaya contigo.
Sigbjörn regresó corriendo de su juego. Tenía barro en los pantalones y su cara estaba igual de roja que la de una hoja en otoño. Sus cortos brazos rodearon su cintura como pudo, sonriendo y con el pelo pegado en la frente. La suave llovizna lo hacía parecer un perro mojado, pero no oler como tal. Milly le dio la mano con efecto, mirándolo.
-¿Ya tienes hambre?
-Madre, tengo calor.
Hild se inclinó hacia él, el rostro blanco y sonrojado. Sus ojos claros lo miraron atentamente como si examinara uno de los tomos que llegaban a la iglesia todos los días.
-Parece acalorado.
-Qué voy a hacer yo con este niño. ¿Te encuentras mal?
El niño negó con la cabeza.
-¿Padre va a enseñarme a pescar?
-Preocupate más porque terminemos hoy de comprar lo necesario para la comida. Si te portas bien puede que te enseñe.
La promesa no fue en vano. Sihtric era un padre cariñoso, prometiendo al nacimiento de Siggy que sería mejor hombre que el hombre que lo había criado como su hijo bastardo -ni siquiera lo llamaba padre, algo que jamás se había considerado- y educarlo con el respeto y honor de un guerrero danés. Ella esperaba educarlo en valores cristianos sin presionarlo, algo que ambos habían prometido hacer para no forzarlo a elegir... Pero a él le hacia ilusión enseñarle el valor de los daneses, de su cultura y costumbres, para educarlo como un buen guerrero llegado el momento. Las noches en vela contando sus aventuras antes de conocerlos no faltaba, con los tres tirados en la cama de matrimonio y Sigbjörn quedándose dormido con ellas. Así desde que había sido un recién nacido, frágil y dependiente de su madre.
El resto del día hicieron la compra en el mercado de la plaza, comprando verduras y carne recién trabajada del exterior. Lo que sobrase serviría para la cena y tal vez para la comida del día siguiente. Sigbjörn se quejaba a cada puesto que caminaban, sujetando su mano y cargando la cesta de la verdura más ligera. Aún era un niño, pensaba viendo sus ojos claros, piel suave y regordeta en las mejillas, un bebé a sus ojos, pero dentro de unos años tendría que prepararse para la batalla en caso de que llegase. Cuando cumpliese la edad suficiente. Le habría instigado a aprender el estilo de combate de sus parientes en Gales, pero dada la lejanía de la aldea con el reino vecino del oeste... Era casi un milagro que casi se conocieran abuelo y nieto. El día llegaría, y ella tendría que separarse de su niño, su bebé, el niño enfermizo que había salido de ella y reclamado su atención los primeros meses.
Hicieron la comida y comieron, nuevamente solos. A la hora de recoger, Sigbjörn volvió a salir tras recoger sus cosas y se fue a la casa de la mujer de al lado reclamando que era hora de volver a jugar. Milly sonrió a través del cristal de la ventana al verlo hablar con uno de los niños, sonrojados ambos por el frío de fuera. Se le encogió el corazón de felicidad. Era un niño que adoraba estar con gente. Con el niño fuera, recogió lo que quedaba por ordenar de la cocina y se sentó en una silla al lado del dormitorio, sacando de una cesta de paja la tela blanca en la que llevaba trabajando meses. La costura no era una de sus pasiones, pero era cierto que sus bordados eran de los mejores y Siggy necesitaba ropa de invierno adecuada para lo que se avecinaba. Le había pedido a Ingrith lana a cambio de unas telas que sobraban de la última costura para forrar el chaleco interior. Lo que sobrase de la lana podía ir a parar al forro interior de alguno de sus vestidos.
Al poco de empezar, la puerta se abrió y entró una persona. Milly dejó de tararear y de trabajar alzando la cabeza. Sihtric estaba ahí parado, con el pelo rizado por los hombros y la barba incipiente de los últimos días. La aguja se detuvo a mitad del trayecto, cuando ella contuvo la respiración.
-Tienes la comida en la mesa, si no has comido fuera...
Sihtric pasó por su lado, haciendo un esfuerzo por no mirarla, rápidamente. De un momento a otro, ya estaba entrando y saliendo del dormitorio.
-¿Y Sigbjörn?
Casi nunca llamaba por su nombre completo a Siggy. Solo cuando se portaba mal o era algo serio. Vio la primera alarma.
-En la casa de la vecina. Iban a buscar piedras cerca del río... -no acabó la oración, puesto que él había regresado al dormitorio y ya se escuchaba la madera sonar.
Milly se levantó y lo siguió. Dentro, la escena era decadente. No venía a descansar como Hild habría aconsejado de una larga noche y día trabajando en la muralla... Estaba recogiendo algo de ropa y metiéndola en una bolsa de cuero. Todo muy rápido.
-¿Uthred os ha llamado para iros? Habría llevado las armas al herrero.
No hubo respuesta. Su corazón se apretó, y tiró de las mangas de su vestido. Milly dio un paso al frente.
-Aunque para eso tiene que ser de repente. Puede que el rey lo necesite, no sé -murmuró, tragándose el manojo de nervios que aumentaba en su pecho a medida que él sacaba más ropa del baúl. Sihtric no se atrevía a mirarla, concentrado en su trabajo-. ¿Para cuándo volverás? Siggy quiere que le enseñes a pescar.
Sihtric se levantó, entonces, echándose la bolsa de cuero al hombro una vez cerrada. Parecía pesada, pero conociendo su fuerza dudaba que eso lo echase para atrás. No llevaba ningún armas. Aquello solo significaba una cosa: no iba a marcharse de misión con Uthred, Finan y Osferth. Pero sí que se marchaba, y por toda la ropa que se llevaba... Iba para largo. Entonces, Sihtric se quedó en pie quieto.
-No voy a enseñarle a pescar -dijo, firme y seco, sin dar más explicaciones-. Iba enserio.
-No puedes decirlo enserio -habló, entonces, cerca de alzar la voz por tremenda ofensa. Se refería a la discusión de la noche de antes, de lo que había escuchado antes de regresar a casa y el motivo por el que no había dormido con ellos. Milly apretó los labios, al ver que los ojos de Sihtric no se atrevían a posarse sobre ella. Como si fuera la vergüenza lo que le negase esa fuerza de voluntad, no la timidez-. Que te creas esa...farsa de borrachos a medianoche.
-Sería traición si lo hubiese dicho estando borracho.
Milly apartó la cabeza.
-¿De verdad lo crees, que te he sido infiel y Siggy no es tu hijo? Míralo a los ojos, sois idénticos. No te he engañado, eres el único hombre con el que he estado.
Encima de verdad.
-Es muy pelirrojo.
Pelirrojo. Esa era su escusa.
-¿Te tengo que explicar que toda mi familia es pelirroja aunque solo uno de mis padres lo sea? Pareces un necio por creerte esa mentira.
Por un momento, vio la tensión que se acumulaba en la base de su cuello, en la fuerza de voluntad que estaba haciendo en mantener esa conversación con ella. A Milly fue lo que más le dolió, que no confiase en ella después de cinco años juntos y con un hijo al que había cuidado ahora con falsas promesas. Un mentiroso. Era un mentiroso que se apoyaba en sus propios miedos por lo que le había pasado con su anterior esposa. Aquella mujer con la que había estado varios años, antes de conocerse, y de la que había descubierto que le era infiel cada vez que se marchaba de casa. A Sihtric le había dolido, sobre todo el enterarse que los dos hijos a los que había visto crecer y criado en el poco tiempo que pasaba por cada no era realmente suyos, sino de sus antiguos clientes al haber sido prostituta.
Milly nunca había hablado de ella porque era un tema delicado que todavía le hacía daño, el haberse enterado de la peor manera y en un momento poco idóneo. Y ahora le estaba haciendo lo mismo a ella, culpándola de una posible infidelidad e intentando llamar al hijo de ambos como bastardo. El miedo que siempre le había rodeado a él por el tipo de infancia y adolescencia que tuvo. Se mordió el labio, sabiendo que era imposible demostrarle más allá de los hechos ocurridos hace cinco años si era realmente su hijo o el hijo de un hombre cualquiera. Así pensaba de ella. Una embustera con falsas promesas de fidelidad y lealtad hacia su matrimonio.
-No te he sido infiel.
No hubo respuesta. Como era de esperarse. Sihtric pasó por su lado, evitando tocar su hombro cubierto por la tela gruesa del vestido. Su olor lo acompañó hasta la puerta, el olor de la nieve, el cuero y el bosque. Los rizos a sus espaldas chorreaban como si acabara de bañarse.
-Al menos ten la decencia de decírselo tú a Siggy, ¿no?
Pero él ya se había marchado.
Y a ella dejado sola, en las sombras que la luz no llegaba a tocar en una casa pequeña de madera que necesitaba la presencia de un hombre.
Pasaron dos días en los que Sihtric no volvió a casa ni supo nada de él. Ni siquiera un susurro en la aldea. Esos días, había pasado el tiempo hablando con Hild en la iglesia, las veces que dejaba a Siggy al cargo de Ingrith que encantada lo dejaba entrar a ayudarla a trabajar la lana, y buscaba consuelo en la casa de Dios como se le había aconsejado. Puede que encontrase algo de paz en sentarse de rodillas y rezar oraciones en silencio, a la vieja usanza cuando era una princesa britana y muy religiosa. Hild la acompañaba, y la abrazaba cuando se le escapaba alguna lágrima recordando lo que le tocaba vivir ahora con un esposo que la repudiaba. Y que no estaba por la aldea.
También pasaba tiempo con las mujeres del pueblo, ayudándolas en los recados y en lo necesario para la festividad que se acercaba. Tantos días pasaron que estaban a las puertas de darle la bienvenida a esa festividad pagana. A Siggy le hacía más ilusión que a cualquiera, correteando de un lado a otro y preguntándole si estaba lista su ropa. Se refería a la ropa que necesitaba un arreglo, de la más formal para ese tipo de festividades.
-Mami -escuchó un día desde el dormitorio. Ella estaba trabajando lo que quedaba de carne para la comida de mañana, habiéndolo acostado hacía rato creyendo que ya se habría dormido.
Milly fue corriendo al dormitorio, extrañada de que estuviera despierto y la llamase. Normalmente se levantaba e iba él, a no ser que estuviera muy cansado de jugar. Cuando lo vio tumbado en la cama, arropado tal y y como lo había dejado, pero con la frente empapada de sudor, el estómago de Milly se revolvió recordando los días en los que había estado enfermo de más pequeño.
-Me duele la tripa -sollozaba, apretando los ojos, o incapaz de abrirlos. Milly se acercó con una vela a la cama, posando la mano sobre su frente empapada el sudor...caliente. Estaba ardiendo-. Mami, me duele mucho.
Hizo lo que pudo la primera hora. Mojó varios paños en el agua de la palangana que usaban para lavarse las manos, y se la ponía en la frente para bajarle la temperatura y limpiarle el sudor. Apartó la pieles de la cama, haciendo a un lado las más gruesas y dejando una de las más finas que lo protegiera contra el frío. Los deditos de Siggy buscaron los suyos en cierto momento, solo para descubrir que también ardían y toda su mano estaba roja. A Milly se le cayó el corazón al suelo, al ver que la temperatura no le bajaba y la luna estaba en lo más alto. Volvía a llover, pero no con la misma rabia que la última vez, ahora solo unas cuantas gotas de seguido. Había gente pasando por delante de la ventana de la cocina, por lo que no todos estaban en la cama. Seguro que algunos estarían en la la taberna disfrutando de la noche antes de acostarse.
Para Milly eso era otra realidad. En otra ocasión significaría tener que esperar a que Sihtric llegase o ir a buscarlo directamente para avisarlo de lo que sucedía. Pero esta vez estaba sola, con un hijo enfermo que iba empeorando. Solo le quedaban unas opciones. Milly maldijo, pero se apretó los lazos del vestido antes de asegurarse las botas y caminar nuevamente hacia la cama. Ahí, agarró algunas de las pieles más ligeras y cogió en brazos a Siggy, cubriéndolo antes de salir de la casa en busca de ayuda. Había una curandera además de Eadith, que ahora residía cerca de la casa del gobernador de la aldea por petición de Uthred. Pero quedaba más lejos que la mujer que había ayudado a su hijo a nacer hacía cinco años, cuando el parto se complicó y la fiebre del recién nacido subía en sus primeros días. Siggy sollozaba en su cuello, ocultando el rostro ahí, con una respiración entrecortada que solo hacía que le pesase más el corazón cada vez. El sudor no tardó en mojarle el hombro, o la lluvia sobre sus cabezas, o ambas cosas.
La cabaña de madera, con un pequeño patio donde habían plantadas unas flores medicinales, seguramente, estaba a unas pocas de la suya. La vieja madera estaba oscura, pero además de eso estaba bien cuidada. La curandera era una chica que había enviudado al poco de casarse, sin hijos, su esposo víctima de la enfermedad que asoló Mercia y se desplazó hacia el norte al mismo tiempo que el rey merciano fallecía. A Milly siempre se le ponían los pelos de punta cuando cruzaba la casi caída cerca, puesto que recordaba los aullidos de dolor que la mujer había dado
-Señora, es muy tarde -anunció. Tenía el pelo revuelto, y debajo de una vieja manta un camisón blanco que se esforzaba por ocultar-. ¿Qué ocurre?
-Es Siggy -le acarició la espalda debajo de la manta, atenuando sus llantos-. Tiene fiebre y se quejaba del estómago. Creo...creo que tiene algo.
-Siempre ha sido un niño enfermizo -apuntó sin maldad alguna, y asomó la cabeza para verlo...de lejos. Las mejillas de la mujer se pusieron rojas-. Me temo que no puedo atenderlo ahora. Tal vez Eadith pueda, estaba despierta cuando Lord Uthred ha regresado.
Milly apretó los brazos abrazando a Siggy. El niño se revolvió, temblando e intentando esconderse con más profundidad en su cuello delgado.
-Oh -balanceó a Siggy como si lo meciera, intentando dormirlo aunque el dolor y la fiebre se lo impidieran.
En la cama había una persona, un hombre. No le daba la cara, solo podía verse su espalda bien formada y ancha, probablemente un hombre de su edad o cercano a su edad. Iba sin camisa, y estaba tapado de cintura para abajo por unas pieles que lo protegían. Milly apartó la vista de esa imagen. Hasta que vio los rizos que dejaban al descubierto un tatuaje oscuro que recorría su cuello y ascendía por la curva del centro de los hombros hasta la nuca de nuevo a la cabeza. Intrincados patrones que reconocía a simple vista.
Milly lo reconocía. Lo reconocía por haber pasado los dedos por él, por haber trazado su forma siempre que podía. La sombra de un significado clavado en la piel blanca de un hombre. Cuando hacía sus trenzas, cuando le cortaba el pelo que acababa por molestarle en la cara y se hartaba de las trenzas o las coletas. Fue a tragar saliva, pero se encontró en que su cuerpo no respondía. Peor hubiese sido montar un escenario cuando su hijo estaba más que enfermo. La curandera tuvo que darse cuenta de lo que ella había alcanzado a ver, y acercó más la puerta en un intento de ocultarlo. Su rostro no mostraba emoción alguna más que con la que había abierto.
-Puedo intentar algo, pero no... -extendió la mano para retirarle el pelo de la frente, pero ella fue más rápida al esquivarla. La mano se quedó en el aire, la sombra de un buen acto intentando ocultar un pecado.
-No, eh, No. No lo toques.
A Milly no le importó que la falda se le manchase de barro y lluvia, ni que las botas se le apretaran en los dedos con la fuerza con la que los apretó. Lo que más le importaba era salir de ahí, olvidar esa imagen y poner a salvo a su hijo. Sin dejarla acabar, se dirigió al segundo lugar seguro que podía refugiarlos a ella y su pequeño niño, y caminó hacia él con el rostro empapado de lluvia y sal.
Cuando la puerta de madera oscura de la casa de Ingrith se abrió, el rostro de Milly estaba igual de rojo que el de Siggy temblando en sus brazos por la fiebre.
La fiebre de Siggy no disminuyó aunque se pasase las horas rezando mientras Ingrith y Eadith hacían todo lo posible para bajarle la fiebre . El dolor de vientre al menos disminuyó tomando unas hierbas purgatorio, que lo ayudarían si las continuaba tomando cada ciertas horas. Hild apareció al escuchar la noticia de labios de Finan, que obedecía a todo lo que Eadith le pedía de ayuda e incluso había ido a despertar a Osferth para que moviera el culo y ayudase, según dijo cuando apareció con el pelo pegado a la frente y ojeras bajo los ojos.
Ella solo podía rezar. Y mirar cómo el niño que había salido de ella sufría y lloraba cuando se despertaba alucinando por la gravedad de la fiebre. No... No estaba preparada para eso, para verlo sufrir. Si fuera por ella, tomaría todo su dolor y se lo pondría encima siempre y cuando su pequeño estuviera libre de todo mal. Si el padre Beocca siguiera vivo, le hubiese pedido unas oraciones y consejo. Pero estaba Hild, que había sido aconsejada tantas veces por él que se la podía considerar un segundo padre Beocca.
-¿Qué le ocurre, Eadith?
-Seguramente sea un resfriado. Si es un niño enfermizo es probable que siempre sea lo mismo.
-¿Enfermizo? El condenado tiene mejor salud que todos nosotros y muerde como un perro -ladrón Finan desde el otro lado, ganándose un golpe de su mujer.
Osferth dejó de cortar con una cuchilla los tallos de una raíz para pasar por su lado. Milly acarició suavemente los rizos por el sudor que se formaban tras las orejas de su hijo, con tanta delicadeza que temía que el hacerlo más fuerte lo rompería en pedacitos.
-Decía que le dolía la tripa.
-Y ya hemos solucionado eso, pero la fiebre... Eso es lo que me preocupa ahora.
Solo era un niño, se dijo en sus pensamientos conteniendo las lágrimas. Las que no había derramado ni en el peor momento de su familia y que contenía con tanta fuerza que le pesaba la cabeza. Un niño alegre y enérgico capaz de hacerse amigo hasta de su peor enemigo, y sólo con cinco años. Había dejado de ser el niño enfermizo cuando superó los dos años, como si Dios hubiese escuchado sus plegarias para volverlo un jovencito fuerte para el mundo en el que vivían.
Milly y Finan se quedaron solos. Los demas fueron a buscar cada uno por su cuenta; Ingrith al río a por agua, Osferth acompañado a Eadith a por mas hierbas de su casa. Sin embargo, ninguno dijo nada. Se quedaron en silencio, con la suave respiración de Siggy de fondo. Por la ventana entraban los primeros rayos de sol, del amanecer. Se pasó la lengua por los labios. Llevaban toda la noche despiertos cuidando de él y no mejoraba, solo habiendo conseguido solucionar uno de los pocos problemas
-¿Y el condenado de su padre?
-Por ahi -respondió secamente, acariciando la mejilla regordete de Siggy.
Ni lo sabía ni quería hacerlo. Aunque conociéndolo continuaría en la cama de aquella mujer mientras su hijo luchaba contra la muerte. Su falso hijo, ahora. Él lo llamaría así para olvidarse el compromiso que tenía con ellos, la promesa de protección que les había dado desde el primer momento que supieron que estaba en camino.
-Le traeré de los pelos como lo encuentre -lo escuchó bufar-. Su hijo aquí...
-Dijo que no lo consideraba su hijo por ser muy pelirrojo -escupió, tensando loa lavios por la brusquedad con las que salieron sus palabras-. Si él lo considera así, entonces no quiero volver qaverlo, Finan.
Vio la sorpresa cruzarle el rostro, que en algún momento habría sido joven y disfrutado de la buena vida por las arrugas que comenzaban a formarse en las comisuras de sus ojos y en la frente. La sorpresa se convirtió en enojo, y el enojo en rabia que apareció en la forma con la que agarraba la empuñadura de la daga y la fogata en sus ojos.
-Comadreja. Ahora como lo pille te prometo que le castraré. Hablarle así a su esposa, a su hijo pequeño, sabandija. Cuando lo vea...
-Gracias. Pero ahora prefiero asegurarme de que Siggy esté bien. Es lo más importante.
-Deberías descansar -aconsejó Eadith de buena gana-. Siggy está en buenas manos, señora.
Señora. Era un apelativo que no escuchaba en mucho tiempo y que se refería a su antiguo estatus. Descansaba esentada en frente de una mesa con comida que Ingrith amablemente le había dado. Ahora, casada con un pegano, lo habría perdido a ojos de cualquier cristiano. Y más en Wessex. Aunque continuaba teniendo la sangre de Hywel, del rey más querido de Gales. Y ahora que probablemente Sihtric la repudiaba como su esposa, buscando otra que realmente le compensara todo el daño recibido de las anteriores, podría regresar a... No, eso no podría ser.
-Siggy quería ir a la fiesta. Le dije que se lavara los días de antes, para tener buen aspecto... ¿Es mi culpa que esté enfermo? ¿Por qué ha cogido frío al salir del agua? Los niños son muy delicados.
-Él es fuerte. Nunca se habría resfriado por eso teniendo una salud tan fuerte... -Eadith sonrió como pudo, sin mucha fuerza pero tampoco como si le diera pena que una madre derramara penas y se echara la culpa del estado de su hijo-. A veces los niños se ponen enfermos. Eso que dijo Finan de que era duro es cierto, señora. Lucha como un guerrero.
Lo sabía. Lo sabía demasiado bien. En lo profundo de su corazón conocía los comportamientos de los enfermos, de los curanderos cuando sabían que se acercaba el final de la vida. Y que Dios los tuviera en su gloria después de eso.
-Él... Se puso enfermo al poco de nacer. Ingrith lo cuidaba mientras yo me recuperaba del parto, pero aun así sabía que podía morir. Era tan pequeño, tan delicado... -su voz perdió fuerza, con el recuerdo de las incontables noches sin dormir y su lento proceso de recuperación. Cuántas veces se había despertado con los llantos de su hijo recién nacido, de la ayuda que Ingrith le había brindado y de las recomendaciones del curandero cuando creían que iba a morir. El cómo ya desde pequeño habría tenido que trabajar en la manta de la sepultura... y cómo se había recuperado y recobrado las fuerzas-. Las madres lloramos la muerte de nuestros hijos antes de tiempo.
Recordó la tela blanca en la que llevaba semanas trabajando, en cómo decorarla y en qué podrían usarla más que en una manta para decorar la cama. Entonces se le vino a la cabeza que podría ser parte de un anticipo a lo que ocurriría, en lo que decoraría a Siggy y estaría con él en la otra vida. Ojalá lo hubiese bautizado, pues ahora se arriesgaba a dejar el alma de su pequeño hijo vagando por la eternidad. Nunca volverían a estar juntos, ni en la otra vida ni en ningún lado. Si Siggy moría...entonces ella moriría de pena. Estaba sola, estaría sola sin marido y sin hijo.
-Me hubiese dado cuenta antes. Siempre estoy con él, pero ahora... Los dos estamos solos en un mundo de crueldades, Eadith. Tu lo sabes más que nadie, me temo.
-Así es.
Y si le había molestado decirlo tan airadamente, no replicó con nada y solo se sentó con ella al lado de la cama donde el niño respiraba con dificultad. Como si su propio cuerpo estuviera en una lucha contra él mismo. Tenía las mejillas sonrojadas, casi rojas, y sabía con solo verlo que estaba sufriendo. Milly titubeó al principio, pero al final se inclinó sobre la cama y agarró la mano sudorosa de su pequeño hijo, sintiendo la suave presión de su carne y deditos cuando notó su presencia. Casi la hizo sonreír, el ver que su hijo era el doble de fuerte por ambos.
Entonces, retiró la mano a regañadientes, torciendo el gesto mientras se apartaba las lágrimas que amenazaban por derramarse. Eadith se levantó para dejarle espacio al salir del pequeño dormitorio.
Tenía que escribir una carta.
-Asegúrate de que llegue pronto, por favor.
El hombre cabeceó una respuesta, confirmando que se daría la mayor prisa posible desde el primer momento. A Milly no le quedó otra que confiar en él, y en el peso que llevaba en sus manos. Eadith se marchó para recoger unas cosas más que pudieran aplacar la fiebre en crecimiento de Siggy, así que la dejó marchar. Y fue en ese momento en el que se dio cuenta de que estaba sola con su hijo después de varios días
Entonces, en ese momento privada de compañía, Milly se permitió un lujo. Un pequeño lujo que solo una madre en ese momento, ese pequeño momento que tenía para ella, se permitió reconocer. Su corazón se oprimió con tanta fuerza al dejar las lágrimas salir
Vio el anillo. El dichoso y hermoso anillo que todavía significaba algo para ella y para la institución que ofició su boda. Un matrimonio. Una lealtad. Una promesa. Algo que en esos momentos ya no existía y a la que maldecía internamente como el responsable de todo lo que ambos estaban sufriendo. Porque en esos días había aprendido una cosa: los hombres solo se preocupaban por ellos mismo, y por confirmar sus sospechas. Sihtric había tomado su decisión, así que era el momento de que ella tomase la suya. Sin más preámbulos, Milly se sacó el anillo que decoraba su dedo anular, el dedo de las promesa ahora convertidas en cenizas, y lo aplastó de un golpe en la mesa. El anillo brilló, un objeto muy valioso ahora convertido en un tormento que le pesaba en el alma.
El de una atadura que la consumía. Que maldecia sus acciones.
-Sabía que estaríais solos -escuchó la puerta abrirse, el sonido de las bisagras crujiendo. Ahí estaba Ingrith, con una cesta seguramente con más comida. ¿Cuánto había pasado? No dormía ni comía, no desde que su hijo estaba enfermo. Él tampoco, y lo poco que comía era cuando despertaba-. He visto a Eadith salir al bosque a por plantas.
-Hola.
Ingrith dirigió su atención al anillo que ahora estaba al otro lado de la mesa, con una mirada intrigada, pero no dijo nada y se acercó a ella. Si también vio el rastro de lágrimas secas en su cara, tampoco lo comentó. Ella entró y cerró al puerta tras de sí. Dejó una cesta
-Te vendría bien comer algo.
-Ya he comido. Antes, pero a Siggy le ha vuelto a subir y...
-Por eso más que nunca deberías hacerlo.
Hubo un silencio entre ellas que podría cortarse con un cuchillo, pero no de tensión. Escuchó un suspiro escapar de los labios de la mujer rubia.
-Finan me ha dicho que Sihtric no ha estado con vosotros y...me he hecho una idea de lo que ocurría. De lo que podía pasar. Lo lamento mucho, que él resulte ser u desgraciado.
-Él se fue y no ha vuelto -quiso dejar clara su posición, y lo que ella consideraba adecuado-. Ha dejado claro que ya no le importamos, así que soy la única que se preocupa por Siggy.
Ingrith se alisó la falda sentándose a su lado. La silla crujió por el peso, pero más parecía por la pesadez de los recuerdos de aquella casa que en algún momento hubo sido un hogar feliz.
-Antes he visto que le dabas una carta a uno de los guardias.
-Ah, sí -dijo ella-. Le he pedido que lleve la carta a la capital, directamente a Aldelmo, que él sabría qué hacer con ella. Confío en Eadith y en sus remedios, pero mi hijo... Si sobrevive no quiero seguir viviendo aquí, arriesgándome a que se pueda volver a poner enfermo y estemos solos. No, no podría.
El peso en su pecho no se aligeró ni cuando lo dijo, lo que había escrito en la carta que llegaría directamente a Aldelmo, y a partir de ahí directamente a la fortaleza de su hermano cerca de la frontera con los mercianos. Él sabría que hacer, al ser el primero que quería sacar a su hermana de ese territorio impío gobernado por paganos y que el rey se lo permitía. Él ayudaría. Confiaba en ello.
-Y de todas formas, quiero que Siggy sea bautizado. Me niego a verlo morir sabiendo que su alma vagará sin rumbo sin poder ir al Cielo, a no verlo nunca más -tras decirlo, sus dedos pasaron por la ropa que todavía quedaba por arreglar de Siggy. La que hubiese llevado... Su amiga cabeceó un asentimiento, sabiendo a que lo que se refería con ello. También era cristiana, aunque dejase de lado muchas veces su religión y se lo tomase a la ligera.
-Sihtric se enfadará -respondió Ingrith, suavemente, pero dándole la mano en un gesto de apoyo.
Le dieron ganas de burlarse, pero el decoro se lo impidió.
-Para cuando nos marchemos ya no importará. Me dijo tantas cosas esa noche, y al día siguiente no pudo ni mirarme a los ojos para preguntarme si Siggy era realmente su hijo. ¿Y sabes cuál fue su excusa? Que se parecía demasiado a mí. Es la primera vez que lo he odiado. Pero ahora me temo que lo desprecio y lamento.
Ingrith se mordió el labio inferior, como si intentase no preguntar lo obvio. El resultado de la discusión. Le dio una mirada más al anillo. Juró que de poder hacerlo, lo hubiese fundido en ese momento.
-Estaba en la cama con otra persona antes de que llamase a vuestra puerta -agachó la cabeza avergonzada, de los actos de él y de lo que estaba siendo soportar tantas cosas al mismo tiempo. No sé atrevió a mirarla, aunque supiera que el corazón de Ingrith era amable y abogaba por la paz y el bienestar. Los ojos volvieron a picarle-. Pero yo soy la infiel, la que ha parido a un bastardo.
Los ojos de Ingrith volvieron a posarse en el anillo, y luego en ella. En ellos vio la duda, la confusión, el misterio que todavía quedaba en el aire y los motivos por los que Sihtric había tenido la lengua suelta de insultarle de aquella manera.
-Tal vez hablarlo sea bueno. Él también ha sido parte de la vida de Siggy.
-Siggy no sabe lo que ha pasado. No ha tenido el valor de hablar con él -su voz flanqueada. En algún momento su corazón tuvo que romperse y su resistencia con ella, porque se había echado a llorar-. Y ahora mi niño se muere y no soy capaz de hacer nada mas que pedirle ayuda a mis hermanos.
Ingrith se marchó tras asegurarse de que comiera y estuviera bien. Le prometió que estaría la noche en vela cuidando de Siggy mientras ella intentaba descansar, pero una vez se fue Milly hizo otra cosa. No podía estar con su hijo, así que lo único que podía hacer por él era trabajar por su cuenta en algo para él. Recogió sus juguetes del suelo, intentando no echarse a llorar cada vez que encontraba uno que todavía guardase su olor. Su ropita, pequeña, aún tenía su olor. Rebuscando en el armario encontró la manta que lo había tapado cuando era solo un bebé recién nacido, en la que había trabajado durante los meses de embarazo para envolverlo nada más naciera. La miró unos minutos, inspirando cerca de ella el olor que todavía guardaba de cuando solo era un bebé, su olor natural y la leche.
Encontró alguno de sus antiguos juguetes también. Los animales de madera tallados por su padre antes de nacer, un regalo que quería que tuviera al estilo de los niños daneses. Algunos llevaban talladas runas, que en su momento le habían disgustado pero con el tiempo acostumbrado como simples decoraciones a su parecer. Tocó una, maldición el momento en el que había dejado que se hijo se mezclara con la otra parte de su herencia. Sin un bautizo, estaba perdido. Pero ya no se le podía sumergir, era demasiado grande y estaba demasiado enfermo como para ponerlo en el seno de Dios. Peor aunque quisiera culpar a su padre... no podía hacerlo, en parte porque ella se lo había permitido. Miró a los caballos de madera, a los animales de caza, y al que se suponía que era un hombrecillo cazando con una espada en la mano diestra. Luego, a la mantita de recién nacido y su pequeña ropa doblada en el baúl. Todavía quedaban algunas prendas de Sihtric, pero a esas no les hizo caso. Si eso ya las quemaría para hacer el fuego.
Al final, se levantó recogiendose las faldas y cogió su kit de costura. Todavía le quedaban hilo y lana, las agujas estaban afiladas y sobraba tela de sus trabajos anteriores. Se sentó en la silla al lado del dormitorio, bajo la luz de una vela encendida, y comenzó a trabajar en la tela de la mantita descosiendo algunos puntos mal dados y corrigiendolos con otros más correctos.
Entonces, en el momento de mayor concentración, la puerta de la casa se abrió y entró una persona. No la había cerrado, tal vez tendría que haberlo hecho, pero incluso en eso había fallado. De haber estado Siggy y ella solos...
-Pensaba que no habría nadie -fue lo primero que dijo, lo primero que escuchó en días en los que añoraba su voz aunque fuera a gritos. Estaba como la última vez, con el pelo trenzado había atrás, los mechones de en medio liberados, y la barba incipiente ahí. Se la habría cuidado donde estuvo... O lo que fuera que hubiese hecho con esa mujer. Ya no importaba.
-Pensaste mal -respondió, y tras unos segundos volvió a trabajar en la tela. Falló en una de las puntadas y tuvo que volver al punto donde había errado.
No era como la noche de la tormenta pero podría haber sido igual de haber estado la casa caliente y hubiese ruido de fondo, la voz de su hijo y el sonido de los cuchillos de la cocina. Ahora solo estaban los dos, tan diferentes entre ellos, y una manta.
-Quería ver si estabais bien.
-Ni siquiera tendrías que estar aquí -respondió ella conteniéndose a discutir. La mala mirada hacia la manta no faltó, por supuesto-. Estamos...bien.
-Eres mi mujer -le dijo-. Y él mi hijo.
-Ahora es tu hijo -se burló, apartandose. Cogió otra vez la tela blanca poniéndola en su regazo, volviendo a trabajar en ella. No quería verle.
Lo escuchó caminar. No hacía ella, sino hacia el dormitorio. Como la última vez, entró y salió en cuestión de segundos. Le había dado tiempo a pasar la aguja con el hilo rojo a través de la suave tela.
-¿Y Siggy?
Sus dedos acariciaron la tela de la superficie, apretando en la zona que correspondía con lo que quería crear. Una flor, como las que crecían en las murallas del castillo de su padre, donde le hubiese gustado llevar a Siggy algún día para que conociera la historia de sus antepasados. Al menos en la otra vida podría tenerlas cerca, arropado por el cariño incondicional de su madre. Pasó la aguja, dos veces más, siguiendo las puntadas con cuidado por la parte de debajo.
Más pasos. Esta vez hacia donde estaba ella sentada.
-¿Dónde está el niño?
-No debería ni decírtelo.
-Eres cruel, mujer.
-Y tu patético. Al menos espero que tengas la decencia de llevarte el resto de tus cosas.
Tranquilamente, Milly se levantó con la tela que trabajaba y se acercó a la mesa donde la extendió. Los pétalos comenzaban a tomar forma, el rojo inundando la tela y el marrón siguiendo lo que en algún momento será el emblema de la familia a la que Siggy pertenecía por su lado, la monarquía britana de Gales. Su herencia. Un miembro activo que merecía ser enterrado con sus símbolos. Dado que nunca había podido conocer a ninguno de ellos. Acarició una de las florituras del borde, la primera que había hecho para la mantita y que significaba cariño incondicional.
-¿Y tu anillo?
-Debería venderlo para pagar a Eadith. Tal vez lo haga.
Acarició los pétalos, bajando los dedos hacia la mayúscula inicial del nombre de su hijo. Tendría que bordar todo su nombre, el completo, en vez del apodo para que se reconociera en la otra vida. Pensaba hacerlo en medio del emblema y de las flores.
-¿El crío está con Eadith?
Milly torció la cabeza hacia él, solo para encontrarse con la confusión en unos ojos que en algún otro momento la habrían atraído a su juego. Solo que aquello no era un juego, nunca lo había sido. Y cuando vio la confusión, sorpresa y rabia que pasaba por sus ojos verdes oscuros... Supo que Sihtric no se estaba quedando con ella ni estaba siendo cruel. Estaba preguntando de verdad dónde estaba Siggy, preocupándose por él y sorprendido de que estuviera con la curandera con la que no había pasado la noche. Milly vio todo eso, e instantáneamente la tristeza y el miedo que la habían inundado todos esos días salió a flote a modo de la rabia pura de una madre.
-¿Tanto tiempo has pasado en casa de otra persona que no sabes lo que ha pasado? Y te haces llamar padre.
-Yo no...
Intentó acercarse a ella, pero la rabia corría por sus venas en el momento que le empujó el brazo lejos de ella y golpeó el pecho. No fue suficiente para moverlo, pero tuvo su impacto.
-¡Basta ya, mujer! Dime por qué Eadith está con Sigbjörn.
-¡Eres un puto bastardo, nuestro hijo muriéndose y tu tirándote a la primera que ves por el pueblo!
Algo en su mirada bailó, aunque mantuviera el gesto duro e intentase detener los golpes que ella le daba en el pecho. Milly sintió que iba a echarse a llorar de nuevo en ese mismo momento, a medida que aumentaba la fuerza de sus golpes.
-¡Se muere! Mi niño se muere y tu mientras tanto fuera perdiendo el tiempo en tus propias interpretaciones. ¿Dónde estabas? ¿Dónde se supone que estabas, eh? Te vi, maldito bastardo. Te vi tumbado en esa cama el mismo día que Siggy se puso enfermo.
Sihtric apretó los labios, lo vio, pero no se atrevió a decir nada cuando ella le recriminaba lo ocurrido. Porque efectivamente era su culpa el no saberlo. Su culpa el no interesarse. Su culpa el haberlos dejado en esa situación y que ella sufriera el doble que una familia normal. El rey Alfredo había abogado y defendido la paz entre ambos pueblos, aunque fueran enemigos, y ella en su momento había confiado en esa promesa del futuro. De una tierra unida. Su padre, incluso, tan devoto como era, pensaba que la unidad era lo más importante. Ella, sin embargo, empezaba a detestar esa visión, ese concepto, ese futuro.
Y todo porque su marido era incapaz de mantener la polla dentro de los pantalones. De confiar en las palabras de un desconocido sobre la herencia del hijo de ambos, a quien llevaba criando con el mismo cariño que un lobo a su cachorro. Cachorro. Así lo había llamado varias veces cuando estaba en su vientre creciendo. ¿Y para qué? Para abandonarlos en el momento más importante. Y ahora hacerse el inocente, la víctima... Lo odiaba. A sus ojos ya no era el valiente guerrero danés que los había salvado a Aelfwynn, Aethelstan y ella de los hombres cuando el rey de Mercia falleció.
-¿Dónde has estado mientras él preguntaba por ti y esperaba a que llegases? En casa de otra pasando el rato. Escuchándote a ti mismo con que estaba bien, que era lo justo, porque yo habría hecho lo mismo.
Milly le dio un último empujón, que lo hizo golpear la pared en un ruido seco. No hizo gesto alguno de que le hubiese dolido, pero tampoco se contentó con aquello. Ella solo pensaba en una cosa, por otro lado, lo más cruel que se le podía ocurrir y escapar tan a la ligera.
-No eres tan distinto haciendo esto que tu padre, Sihtric.
-Yo no soy ese hombre -dijo él, claramente dolido-. No hables de él tan a la ligera.
Pensó en Siggy, y en las miles de conversaciones que habían tenido sobre el hombre que había sido el padre de Sihtric cuando estaba vivo. El tipo que en teoría era el abuelo de su hijo y el peso que tendría que llevar. Sintió que su estómago iba a darle un vuelco, que iba a vomitar todo lo poco que había comido. Sihtric había hablado de él lo justo para dejarle claro que todavía era un tema delicado, algo con lo que tendría que lidiar incluso en un próximo futuro. Aunque hubiesen pasado varios años. Los rumores sobre Kjartan el Cruel eran abundantes y la presencia de su hijo legítimo también, con el daño que habían dejado en la vida de los hombres más recientes, tanto sajones como ingleses. No era como si Sihtric fuera gritando su parentesco, pero Siggy... Él decía que había algo en su mirada que le recordaba a él, que incluso lo asustaba.
-No lo digo por hacerte daño. Sabes lo que es ser un bastardo, y aún así piensas que Siggy lo es y yo te he sido infiel. ¿Cuándo? Sigue pensando en ello. Estoy...cansada de pensar en ti mientras nuestro hijo se muere -dijo, y suspiró con pesadez al final. El pecho se le apretó, pero de alguna manera se sintió más ligero que antes.
Le dio una última mirada. Una con cuidado. Y otra a la mantita que arreglaba. Sus dedos pasaron una última vez por el patrón de las flores, antes de recoger el trozo de tela y abrazarlo contra su pecho.
-No puedo pensar en lo nuestro mientras pasa esto. No puedo. Si quieres el divorcio o lo que sea hazlo, romperemos nuestros votos. Pero Siggy y yo nos iremos de aquí de rosas maneras.
Caminó hacia la puerta ignorando los pares de ojos que la taladraban desde detrás. Hacia frío a través de la madera. El corazón le dolió, de verdad, frente a la impotencia que su cuerpo sentía. Rompía algo para arreglar lo otro, aunque me costase todo.
-Siggy es más importante ahora mismo. Y eso lo entiendes si has venido a buscarlo.
Incluso su matrimonio.
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1771- Declaración universal de los derechos de la paz.
Nosotros, los pueblos de la Tierra, tenemos derecho a la Paz
Paz, del niño en el vientre de la madre
Paz, del recién nacido
Paz, para que los seres humanos puedan crecer y transformarse
Paz, en el hogar y en el trabajo. Paz, entre hombres y mujeres
Paz, entre las religiones. Paz, entre los partidos políticos. Paz, con democracia y tolerancia a la diversidad. Paz, entre las naciones.
Paz, como solución de los conflictos. Paz, en los medios de comunicación
Paz, sin el uso de violencia de cualquier naturaleza
Paz, sin hambre y ni miseria. Paz, sin miedo o inseguridad
Paz, con libertad y dignidad
Paz, con solidaridad y cooperación. Paz, con preservación del ambiente. Paz, con desarrollo sustentable. Paz, libre de apego, odio, venganza, rivalidad, celos y orgullo.
Paz, del espíritu. Paz, como cultivo de los valores eternos de Amor, de Belleza, de Verdad, de Justicia, de Libertad y de Igualdad
Que la Paz pueda habitar en el corazón de los seres humanos mediante una educación que amplíe su conciencia del mundo, lo despierte para reconocer su papel de artífice de la realidad y desarrolle el protagonismo en la vida. Que la visión que inspira a cada uno se construya a partir de un paradigma de paz y no violencia, por intermedio de instituciones y políticas públicas orientadas hacia la Cultura de Paz. Que cada ciudadano se ocupe de despertar la paz en su interior cultivando cualidades y valores bajo la orientación –cuando fuese necesario- de maestros, instituciones y organismos afines. Que prevalezcan las prácticas compasivas que generan en lo cotidiano vivencias de paz y unidad en los niveles individual, social, ecológico, planetario y cósmico. Que las personas se organicen en comunidades sustentables, con autonomía para promover el desarrollo colectivo, inclusivo y solidario, permitiendo el ejercicio de la paz como medio de organización comunitaria y social. Que los gobiernos y sus colaboradores asuman el deber y la responsabilidad de orientar las estructuras que dirigen al servicio de los diferentes aspectos de la paz, contribuyendo así a la transformación de la Cultura de Guerra en Cultura de Paz. Que los currículums de las instituciones educativas focalicen la educación hacia una Cultura de Paz y no violencia, promoviendo la paz consigo mismo, con los otros y con la naturaleza. Que se desarrolle una percepción que trascienda las individualidades de cualquier tipo, sea en las personas, instituciones, comunidades y regiones, fortaleciendo la conciencia de unidad que integra lo visible y lo no visible. Que se promuevan formas creativas de integración, en las cuales la riqueza de la razón esté al servicio de la inteligencia del corazón y que conduzcan a una sinergia entre la actual Cultura del Hacer y una Cultura del Ser. Que el espíritu de educación para la paz inspire a la justicia y la seguridad pública y que sus funcionarios sean preparados dentro del enfoque educativo y no punitivo. Que las prisiones se transformen en centros de recuperación, mediante la educación y la producción de bienes agrícolas y de consumo. Que la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales incentiven y apoyen los esfuerzos de los gobiernos en el sentido de establecer una Cultura de Paz. Que las Naciones Unidas realicen estudios y planes estratégicos con el fin de incentivar a los gobiernos en la realización de los objetivos de paz. Que cada conciencia despierta sea un ejemplo de la paz que se desea ver florecer en el mundo, conspirando pacíficamente para el desarrollo de la unidad de toda la humanidad, para la integridad de cada individuo y la plenitud de todos los seres. Que se derriben las fronteras y los límites internos que separan a los seres humanos de su propia especie y de todos los demás seres vivos, permitiendo a todos una convivencia fraterna, próspera y benéfica. Que nosotros, los pueblos de la Tierra, estemos reunidos en la Unidad de la Paz, danzando en lo infinito del espacio eterno, sin comienzo y sin fin. Esta Declaración apoya y refuerza la Declaración Universal de los Derechos Humanos, revoca y anula los abusos perpetrados por la violencia. (WEIL, PIERRE. Documento presentado en el Festival Mundial de la Paz. 1 de septiembre de 2006. Florianópolis,
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Recorrí, tomando tu mano, la calle Numa Pompilio Llona y subimos Las Peñas.
Mientras mirabas al frente, te sonreí, aún sin poder creer que el amor de mi vida encontró en mí al amor de su vida.
Lo cierto es que desde el primer día te he amado, y me he encargado de demostrártelo.
Sin embargo, vivía con el temor de tu rechazo: siempre estabas rodeada por la popularidad y al mundo le sonreías, y todos querían estar cerca de tu calidez. Pensé que para ti sería insignificante, sólo otro idiota que cayó a tus pies por tu belleza y simpatía, pero también capté las señales cuando recibías mis detalles de forma distinta a como recibías de los demás, y cuando me devolvías las mismas expresiones y gestos que te dedicaba.
Odié cuando no correspondiste mis sentimientos el día que te pedí ser mi novia, me deprimí. Pero pronto descubrí que debido a una serie de acontecimientos que sucedieron en tu hogar, tu vida personal, tu círculo social, tu serenidad mental, tu brillante felicidad se vio ensombrecida; no tenías ni cabeza para centrarte en ti misma.
También descubrí que querías intentarlo conmigo, pero primero debías cortar lazos con tus problemas. El caos, en sí, me persuadía a acompañarte en tu soledad, ofrecerte mi hombro para tus lágrimas, acunarte en mi pecho para susurrarte que todo saldrá bien, que sólo era una horrible pesadilla de la cual despertarías, que la tormenta pasaría y nuevamente el sol brillaría.
Y sucedió. Las tardes volvieron a ser soleadas.
Ahora que estoy a tu lado, me siento como si hubiera dejado los errores atrás para comenzar a hacer las cosas bien. Cada día es un nuevo paraíso en la tierra. En el aire, la felicidad flota inmensa.
Me enamoro más y más de ti, de tu nombre cuando es mencionado o cuando sale de mis labios, de tus besos, de nuestros momentos, de tu respiración, de tus miradas centradas y distraídas, de tus comportamientos, de tus sonrisas y más si soy yo quien las provoca, de tus sueños, incluso de tus tormentos, de todo lo que haces y entregas por el amor.
Y cuando me acuesto en tu regazo, existe un futuro exento de guerras, un jardín donde las flores siempre crecen porque siempre es primavera, un camino - decidido - hacia el altar, una casa con contagiosas risas infantiles y dulces ladridos y maullidos.
Contigo, vivo el sueño que nunca soñé pero que no lo cambiaría por nada en el mundo. Contigo, comprendo el significado del amor, aprendo a amar, aprendo a florecer. Contigo, entiendo que debo estar agradecido por las cosas buenas que a mi vida están llegando.
Porque al principio pensé que no me merecía ser el centro de tus sonrisas hasta que me dedicaste una que a nadie antes has dedicado.
Por eso, mientras te miro, estoy cada vez más seguro: Quiero tomar tu mano en todas las etapas de nuestras vidas.
-Dark prince
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Un nuevo habitante llega al refugio con el nombre de SANTIAGO VILLEGAS. Sus datos confirman que su profesión es ARQUITECTO, tiene 47 AÑOS y es originario de VALDIVIA, CHILE. Algunas personas lo confunden con PEDRO PASCAL.
¡Bienvenido a Safe Haven, MIKO! Tienes 48 horas para enviar la cuenta de tu personaje. Esperamos que tu estadía en el pueblo sea de tu agrado.
Información del usuario:
Apodo: Miko.
Pronombres: ella/suya
País/Zona horaria: méxico
Trigger warnings: pedofilia, incesto, abuso sexual.
Rostro reservado: Pedro Pascal
Cupo reservado: parte de La Nueva Era
FORMULARIO DE LA NUEVA ERA
Información del personaje:
Nombre: Santiago Villegas.
Pronombres: él/suyo
Fecha de nacimiento: 15/Junio/1977. 47 años.
Lugar de nacimiento: Valdivia, Chile.
Grupo al que pertenece: La Nueva Era.
Profesión: Arquitecto.
Perfil
Habilidades:
Toda su vida fue bastante atlético, es muy fuerte y a pesar de que por su edad, ya no puede tener la misma condición de antes, sigue ejercitándose y cuidándose lo más que puede. No sabe exactamente ningún tipo de arte marcial pero sabe defenderse bien por algunos encuentros con los que ha tenido que lidiar alrededor de su vida, se ha metido en peleas un par de veces.
Enfermedades:
Hipertensión. Está, por ahora, bastante bien controlada porque Santiago suele cuidar su manera de vivir, con ejercicio y buena alimentación, además de evitar el estrés lo más que puede.
Habilidades:
Puntos de habilidad:
Velocidad: 0.
Agilidad: 0.
Resistencia: 3.
Ingenio: 0.
Sigilo: 0.
Ataque: 4.
Defensa: 4.
Fuerza: 4.
Residencia:
Radicaba en Portland, Maine. Estaba en Greenville por negocios, puesto que le habían contratado para poner en marcha la construcción de unas viviendas.
Curiosidades:
Nació hace 47 años en Chile, un país al que siempre ha considerado su hogar, aunque su infancia estuvo marcada por constantes mudanzas debido al trabajo de sus padres. Hasta los ocho años, vivió en Chile, pero después comenzó una travesía que lo llevó a residir en Argentina durante un año, en Guatemala por dos años y, finalmente, en México durante una década. Estas experiencias multiculturales no solo enriquecieron su perspectiva del mundo, sino que también influyeron en su sensibilidad artística y su amor por las estructuras y monumentos que cuentan historias.
A los 21 años, Santiago tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre: aceptó una beca para estudiar arquitectura en la prestigiosa Universidad de Brown, en Rhode Island, Estados Unidos. Durante sus años universitarios, desarrolló una pasión por el diseño, lo que lo llevó a establecerse en Portland, Maine, donde cofundó una pequeña pero innovadora empresa de arquitectura junto con un compañero de estudios.
En el ámbito personal, la vida de Santiago ha estado marcada por grandes alegrías y profundas pérdidas. Se casó con Elena, una cantante de México. Juntos tuvieron tres hijos: Sebastián, de 17 años, y las gemelas Gabriela y Ariana, de 13. Sin embargo, hace ocho años, la tragedia golpeó a la familia con la pérdida de Elena, dejando a Santiago como padre soltero.
Desde entonces, ha dedicado su vida a equilibrar su labor como arquitecto y su rol como padre. Se le hace importante ser una buena figura paterna para sus hijos: Sebastián, un adolescente curioso y apasionado por la música, y las gemelas, con personalidades opuestas pero igualmente encantadoras, son el centro de su mundo.
Como hobbies, tiene varios. Le gusta salir a caminar por la costa de Maine, explorar pequeños cafés y galerías locales, y viajar ocasionalmente con su familia para mostrarles el mundo que tanto marcó su infancia. Cada vez que podía viajar Latino América, la tomaba. Le levantarse temprano para ejercitarse y comenzar su día correctamente. Le gusta coleccionar llaveros y tazas de todo lugar que visitaba.
Ideología: ¿Está de acuerdo con la ideología de La Nueva Era? ¿Qué opina al respecto?
No realmente, todo esto le parece un desastre, pero no opina tanto porque su prioridad es mantenerse a él y a sus hijos con vida, en este momento, a pesar de que no piensa lo mismo que los líderes, es el lugar más seguro para estar.
Personas de interés
1: Octavio Villegas, 72, padre.
2: Rosa Hernández, 70, madre.
En este apartado te pedimos que describas a dos personas (PNJ) de su círculo cercano y que sean de importancia para tu personaje. Pueden tratarse de familiares, amigos, compañeros o simples conocidos que les han marcado positiva o negativamente. La única petición es que se traten de personas vivas y con quienes mantengan contacto, preferiblemente que radiquen en el pueblo o sus cercanías.
[✔] Al enviar este formulario doy permiso a la administración de utilizar a mi personaje de la forma que consideren adecuada en el desarrollo de la historia grupal. Para más información al respecto leer la normativa.
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“Un yo que sigue cambiando, es un yo que continúa viviendo”
Virginia Woolf
Adeline Virginia Woolf fue una escritora británica, autora de novelas cuentos, obras teatrales y demás obras literarias, nacida en Londres en enero de 1882, considerada una de las más destacadas figuras del vanguardista modernismo anglosajón del siglo XX y del feminismo internacional.
Primeros años
Su padre era novelista, historiador, ensayista y biógrafo y su madre nació en la India y trabajó de modelo para pintores prerrafaelistas. Ambos habían tenido nupcias previas con hijos de sus anteriores matrimonios.
Virginia recibió clases particulares y de sus propios padres, y a diferencia de sus otros hermanos, con la inmensa biblioteca de los padres aprendieron los clásicos y la literatura inglesa.
Uno de los recuerdos más vívidos de su infancia no fue en la casa de Londres sino en la de St Ives de Cornualles en donde la familia pasaba sus vacaciones, las impresiones de esos viajes y la del faro de Godrevy sirvieron de inspiración para la creación del relato “Al faro”.
Cuando Virginia tenía 13 años, muere su madre repentinamente lo cual fue la causa de sus primeras depresiones, y la muerte de su padre en 1904 aumentaron sus problemas emocionales. Sus crisis nerviosas y periodos recurrentes de depresión según sugieren algunos eruditos fueron incluidos por abusos sexuales que ella y su hermana Vanessa sufrieron a manos de sus medios hermanos.
Estas situaciones hicieron de Virginia al parecer sufriera de lo que hoy se le conoce como trastorno bipolar.
Círculo Bloomsbury
Después de la muerte de su padre, sus hermanos vendieron la casa familiar para mudarse al número 46 de Gordon Square en Bloomsbury, en donde su hermano mayor la convirtió en el centro de reunión de antiguos compañeros universitarios e intelectuales de la talla de E.M. Forster, el economista J.M. Keynes, y los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Esta formación sería conocida como “el círculo de los Bloomsbury”.
En 1912 a la edad de 30 años se casó con el escritor Leonard Woolf miembro también del círculo Bloomsbury.
Dentro de la ética del círculo Bloomsbury figuraba la no exclusividad sexual, por lo que durante la mayor parte de los años 20, Virginia sostuvo una relación con la escritora Vita Sackville-West.
Woolf comenzó a escribir profesionalmente en 1905, y su primera novela “Fin de viaje” en 1915 vió la luz apoyada por la editorial de su medio hermano.
Tras la publicación de “La señora Dalloway” y “Al faro”, los críticos comenzaron a elogiar su originalidad literaria, cuya maestría técnica y el afán experimental de la autora, introducida además en la prosa novelística un estilo y unas imágenes propias de la poesía.
Su legado
Wolf experimentó con especial interés con el tiempo narrativo, tanto en su aspecto individual como en el flujo de variaciones en la conciencia del personaje.
En Las Olas (1931), presenta un flujo de conciencia de seis personajes distintos, es decir, la corriente preconsciente de ideas tal como aparece en la mente, a diferencia del lógico y bien trabajado monólogo tradicional con lo que crea un ambiente de poema en prosa.
Wolf publicó novelas y ensayos con éxito tanto de crítica como de público, y fue catalogada como una de las grandes novelistas del siglo XX y aunque su reputación declinó después de la Segunda Guerra Mundial, recuperó su auge con la crítica feminista de los años 70.
Últimos días
Después de terminar el manuscrito de su última novela “Entre Actos”, Wolf cayó en una profunda depresión. Su trastorno bipolar, el estallido de la Segunda Guerra Mundial y la destrucción de su casa durante los bombardeos, empeoraron su condición hasta que se vió incapaz de trabajar.
El 28 de marzo de 1941, Woolf se suicidó, llenó su abrigo con piedras en los bolsillos y se lanzó al río Ouse, cerca de su hogar donde se ahogó.
Woolf escribió una nota llena de amor hacia su esposo, describiendo lo difícil de su condición y su incapacidad para seguir luchando, le agradece todo lo que había hecho por ella.
Sus restos fueron incinerados y enterrados por su esposo bajo un árbol en Rodmell Sussex.
Fuente: Wikipedia.
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¡Hola, buenos días, humanidad! 🌍 ¡Feliz miércoles! 💪🌟🚀🏆🌈📈🌱🌞🎯🌺 Hoy os traigo la imagen del Centro Histórico de Puebla, también conocido como la Zona de Monumentos Históricos de Puebla, un polígono de 8.5 kilómetros que se considera el origen de la capital poblana. En 1977, por decreto presidencial, se declaró zona de Monumentos Históricos y luego fue inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 11 de diciembre de 19871. Este centro histórico, ubicado en Puebla de Zaragoza, al pie del volcán Popocatépetl y fundado en 1531, tiene una riqueza arquitectónica impresionante donde destaca la Catedral de Puebla, construida en estilo neoclásico y uno de los edificios coloniales más impresionantes.
Puebla, con su centro histórico, ha sido merecidamente llamada el Relicario de América. Su belleza, historia y cultura se entrelazan en cada calle empedrada, en cada fachada adornada y en cada rincón lleno de encanto. ¡Una joya que invita a explorar y maravillarse! 🏛️🌟
Para tener en cuenta...
Este es tu recordatorio para ti si en este momento no tienes pareja: estar solo no es sinónimo de no ser lo suficientemente bueno. Estar solo no es una debilidad, no es algo de lo que avergonzarse. Estar solo es conocimiento, conocimiento de ti mismo y de tus esperanzas. Estar solo es una dedicación completa para entender tu corazón y luchar por lo que lo mueve después de años de permitirte no ser amado como necesitas y quieres. Estar solo no es ser un solitario. Estar solo no es estar roto. Estar solo es un anclaje, una cura, un recordatorio de que el amor que encuentras dentro de ti mismo será tuyo para siempre, un recordatorio de que tienes la capacidad de ser tu propio hogar.
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