#Broma Arte Correo
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elmandolinista · 6 months ago
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Perspectives of Global Citizens
Broma Arte Correo is the pseudonym of an artist who teaches art and art history in Santiago de Chile. Last year, he ran an art call for submissions with the theme mi país (my country). The theme could not be more topical. While aggressive nationalism is once again on the rise, many creative people see themselves as global citizens. The Venusian People Project, which was recently reported on…
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israescking · 6 years ago
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Traducción del artículo:  The Fake Heiress “AS AN ADDED BONUS, SHE PAID FOR EVERYTHING”: MY BRIGHT-LIGHTS MISADVENTURE WITH A MAGICIAN OF MANHATTAN de Rachel Deloache Williams en Vanity Fair
https://www.vanityfair.com/news/2018/04/my-misadventure-with-the-magician-of-manhattan
“Y COMO UN BONO EXTRA, ELLA PAGABA POR TODO”: MI DESLUMBRANTE DESVENTURA CON UNA MAGA DE MANHATTAN Entró en mi vida en sandalias Gucci y gafas Céline, mostrándome un mundo glamuroso y sin restricciones, de vivir en hoteles, cenas en Le Coucou, saunas infrarrojos y vacaciones en Marruecos. Y entonces hizo desaparecer mis $62,000 dólares.   
Según mis amigos más cercanos y varias fuentes sospechosas de internet, cumplir 29 años el 29 de enero de 2017 marcó mi cumpleaños dorado. En esos momentos no sabía lo que eso significaba, pero tenía un buen presentimiento sobre mi cumpleaños 30: iba a ser especial; iba a ser bueno.  
Fue un desastre total.
Comenzó con Anna. En su característico estilo deportivo negro y sus gafas oversize de Céline, se sentó junto a mi en la S.U.V., hablando en su teléfono. Al parecer todas sus cosas ya se encontraban en las maletas Rimowa que se encontraban en el maletero justo detrás de nosotros. Íbamos tarde. Anna siempre llegaba tarde. Nuestra S.U.V. giraba sobre los adoquines de Crosby Street, mientras conducimos desde el 11 Howard, el hotel al que Anna llamaba hogar desde hacía tres meses, hasta el Mercer, el hotel al que Anna planeaba mudarse una vez volviéramos de nuestro viaje.     
Los botones del Mercer nos ayudaron a descargar sus maletas (todas menos una), e hicieron el registro para esperar el regreso de Anna. Una vez completada nuestra tarea, volvimos al auto y partimos hacia el J.F.K. dos horas antes de nuestro vuelo: nos íbamos a Marrakech.
Conocí a Anna un año antes, a principios de 2016, en Happy Ending, un restaurante-lounge en Broome Street con un bistró en la planta baja, y un popular club nocturno escaleras más abajo. Estaba con unos amigos en la planta baja. Era un grupo al cual veía exclusivamente en salidas nocturnas, amantes de la moda, a los que conocí cuando me mude a la ciudad en 2010. Entramos cuando empezaba todo, no vacío pero sin mucha gente. Hombres y mujeres jóvenes daban vueltas en la niebla artificial, buscando acción y un lugar para establecerse, mientras bebían su soda de vodka con pajitas de plástico negro. Nos dirigimos hacia la derecha y hasta atrás, donde la niebla y la gente eran más densas y la música más alta.
No recuerdo quien llego primero: el esperado balde de hielos con los vasos, o “Anna Delvey”—pero sí recuerdo que cuando llegó también vino el servicio de botellas. Era una extraña para mi, y sin embargo la conocía. La había visto en Instagram, sonriendo en algunos eventos, bebiendo en fiestas, muchas veces junto a mis amigos y conocidos. Había visto que @annadelvey (desde que cambio @annadlvv) tenía 40k seguidores.
La recién llegada, con un vestido negro entallado y unas sandalias Gucci, se deslizó en el asiento. Tenía una cara angelical con ojos azules de gran tamaño y labios carnosos. Sus rasgos y proporciones eran clásicos, casi anacrónicos, con una redondez que recordaba a la de Dominique Ingres o John Currin. Me saludó y su voz con acento ambiguo fue inesperadamente aguda.
Después de algunos cumplidos, llegamos a la plática de cómo Anna había entrado por primera vez a nuestro grupo. Dijo que había hecho una pasantía en la revista Purple, en París (yo la había visto en fotos con el editor en jefe), y, evidentemente, se movía en los mismos círculos. Fue la conversación por excelencia para conocerte en Nueva York: saludos, intercambios de bromas, ¿Cómo conoces a X?, ¿en qué trabajas?
“Trabajo en Vanity Fair,” le dije. El diálogo habitual continuo: “en el departamento de fotografía,” continúe explicando. “Si, me encanta. Llevo allí seis años.” Anna estaba muy atenta, ordenó otra botella de vodka y pagó la cuenta.
No mucho después de nuestro primer encuentro, fui invitada a unirme con Anna y una amiga para cenar en Harry’s, un restaurante de carnes en el centro, no lejos de mi oficina. El ambiente en el Harry’s era claramente masculino, quisquilloso pero no adornado, con asientos de cuero y paredes con paneles de madera. Anna ya estaba cuando llegue y nuestra amiga llegó minutos después. Nos llevaron a nuestra mesa,  y mi compañia ordenó ostras y una orden de espresso martinis. La conversación fluyó, al igual que los cócteles. Nunca había probado un espresso martini, pero todo estuvo bien.
Anna nos dijo, muy malhumorada, que debía pasar el día en reuniones con sus abogados. “¿Porque?” le pregunté. Se emocionó. Estaba trabajando arduamente en su Fundación de arte un “centro dinámico de artes visuales dedicado al arte contemporáneo”, nos explicó, contándonos vagamente sobre el fideicomiso de su familia. Planeaba rentar la histórica “Church Missions House”, un edificio en Park Avenue South y 22nd Street, para albergar un club nocturno, bar, galerías de arte, un espacio tipo estudio, y un club “solo para miembros”. En mi línea de trabajo, a menudo me encontraba con personas acomodadas y ambiciosas, por lo que, a pesar de que su empresa sonaba a gran escala y en teoría era prometedora, mi entusiasmo sincero apenas superó un escepticismo medido.
En el resto de 2016, vi a Anna algunos fines de semana. Como ciudadana alemana de visita, me explicó que no contaba con una residencia de tiempo completo. Vivía en el Standard, High Line, no lejos de mi pequeño apartamento en el West Village de Manhattan. Anna me intrigaba, parecía ansiosa por hacer amigos. Era muy halagador. La veía sobre todo en salidas nocturnas llenas de aventura, para ir por tragos o para cenar, generalmente en grupo, pero ocasionalmente sólo las dos. En otoño de ese año, Anna me dijo que tenía que regresar a Colonia, de donde decía venir, antes de que su visa expirará.
Casi medio año después, volvió.
El sábado 13 de mayo de 2017, aterrizamos en Marrakech. Nuestro hotel mandó servicio V.I.P. para recibirnos en el aeropuerto. Nos escoltaron a través de la Aduana y nos llevaron a las dos Land Rovers que nos esperaban. Después de un viaje de 10 minutos, llegamos a una especie de palacio y entramos por sus puertas. En la entrada de la puerta, fuimos recibidas por varios hombres que usaban sombreros fez y vestimenta tradicional marroquí. Habíamos llegado a nuestro opulento destino. La señorita Delvey, nuestra anfitriona, optó por un recorrido por las cercanías para ella y sus invitadas. Procedimos directamente, sin necesidad de llaves o un proceso de registro tradicional, ya que nuestra villa contaba con un mayordomo de tiempo completo y, según nuestra anfitriona, todas las facturas se habían arreglado por adelantado.
Las vacaciones fueron idea de Anna. Tenía que volver a dejar el país para restablecer su visa ESTA, nos dijo. En lugar de regresar a su casa en Alemania, sugirió que hiciéramos un viaje a algún lugar cálido. Había pasado mucho desde mis últimas vacaciones. Estuve de acuerdo en que debíamos explorar opciones, pensando que encontraríamos tarifas fuera de temporada a República Dominicana o a las Islas Turcas y Caicos. Anna sugirió Marrakech; siempre había querido ir. Ella escogió La Mamounia, un resort de lujo cinco estrellas clasificado entre los mejores del mundo, y sabiendo que su selección tenía un costo prohibido para mi presupuesto, se ofreció, con indiferencia, a cubrir mis vuelos, el hotel y los gastos. Reservó un riad privado a $7,000 dólares la noche, una villa tradicional marroquí con un patio interior, tres recamaras y una piscina, y me mando la confirmación por correo electrónico. Debido a un error, aparentemente menor, cargó los boletos a mi tarjeta American Express, con su promesa de reembolsarme lo más pronto posible. Dado que todo el tiempo estuve ocupada con el trabajo, no le tome tanta importancia.
Anna también invitó a su entrenadora personal, junto con un amigo mío, un fotógrafo, a quien, cenando la semana anterior a nuestro viaje, Anna había pedido que nos acompañará como documentalista, alguien que nos tomará vídeo. Estaba pensando en hacer un documental sobre la creación de su fundación artística, y quería experimentar cómo se sentía tener a alguien con una cámara. Además, sería divertido tener un vídeo del viaje, dijo. Pensé que esto era un poco ridículo, pero también entretenido, y ¿por qué no?. Los cuatro nos quedamos en la villa privada juntos. Anna y yo compartimos la habitación más grande.
Pasamos el primer día y medio explorando todo lo que La Mamounia tenía para ofrecernos. Estuvimos paseando en los jardines, relajándonos en las hamacas, nadando en la piscina privada de nuestra villa, hicimos un recorrido en la bodega de vinos, y cenamos con los embriagadores ritmos de la música marroquí en vivo, antes de terminar nuestra noche con cócteles en el elegante bar Churchill. En la mañana, Anna organizó una lección de tenis privada. Después nos reunimos con ella para desayunar en el buffet de la piscina. Entre aventuras, nuestro mayordomo apareció, como por arte de magia, con sandía fresca y botellas de rosé frías.
Anna no era ajena a la decadencia. Cuando regresó a Nueva York a principios de 2017, después de unos meses, se hospedó en el 11 Howard, un moderno hotel en SoHo. Le Coucou, ganador del premio James Beard al mejor restaurante nuevo del año, que se encontraba en la planta baja del hotel, se volvió su lugar habitual para cenar. Anguila de Montauk frita para comenzar y después el bourride: su plato favorito. Se hizo amiga del personal, e incluso del chef, Daniel Rose, quien, a petición suya, hizo amablemente el bouillabaisse, que estaba fuera del menú, sólo para ella. Las cenas siempre iban acompañadas de abundante vino blanco.
Se pasaba los días en reuniones y llamadas, siempre en su hotel. Acudía regularmente a Christian Zamora por extensiones de pestañas de $400 dólares, o retoques aquí y allá de $140 dólares. Iba al Marie Robinson Salon a teñirse, y a Sally Hershberger por cortes de pelo. Recorrió apartamentos de varios millones de dólares con agentes inmobiliarios ansiosos y contrató un avión privado para un viaje de fin de semana a la reunión anual de accionistas de Berkshire Hathaway en Omaha. Siempre hacía las cosas en exceso: compraba, comía y bebía. Por lo general, llevaba una sudadera de la marca Supreme, pantalones de entrenamiento y zapatillas deportivas, encarnaba un tipo de lujo perezoso.
Anna se registró en el 11 Howard un domingo de febrero y ese mismo día me invitó a almorzar. Mientras estaba afuera, ocasionalmente, me mandaba mensajes de texto, emocionada por regresar y ansiosa por ponernos al día. Me pregunté si se había  mantenido en contacto con otros amigos de esa manera. Tenía una franqueza que podía ser desagradable y un exceso de confianza que me parecía aborrecible y divertido a partes iguales. Era aislada, y me sentí privilegiada de ser una de las pocas personas a las que apreciaba y en la que confiaba. A través de experiencias pasadas, tanto personales como profesionales, estaba acostumbrada al estilo de vida y las peculiaridades de las personas adineradas, aunque no tenía fondos fiduciarios ni ahorros propios. Su mundo no me era extraño, me sentía cómoda en él, y me complacía que ella pudiera decir que me aceptaba como alguien que "lo entendía".
La conocí mejor en el Mamo, en West Broadway. Anna estaba sentada en el sillón en L del lado más cercano a la puerta. Sobre ella colgaba una gran ilustración de Lino Ventura y Jean-Paul Belmondo, ambos sostenían pistolas, flotando sobre un oscuro paisaje urbano, se leía en italiano “ASFALTO CHE SCOTTA,” todo en mayúsculas. Había venido directo de la Apple Store, donde se había comprado una nueva laptop y dos iPhones, uno para su número internacional y el otro para un nuevo número local, me dijo. Ordenó un Bellini, y yo seguí su ejemplo.
Cuando por fin me fui, eran  casi las cinco de la tarde. Caminamos hacía el hotel de Anna donde me invitó a tomar algo. Pasamos por el moderno lobby del 11 Howard, dirigiéndonos hacia la escalera en espiral de acero a la izquierda, que se inclinaba dos veces alrededor de una columna gruesa, elevándose hasta el piso de arriba. En el segundo nivel entramos a una gran sala llamada la Biblioteca.
El diseño de la habitación tenía claras connotaciones escandinavas. Mis ojos exploraron el lugar y se detuvieron en una fotografía que colgaba de un marco frente al escritorio del conserje, una imagen en blanco y negro de un cine vacío, parte de la colección del fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto. La luz emanaba de una pantalla aparentemente en blanco, emitiendo su brillo desde el centro de la composición al escenario vacío, los asientos y el cine. Sugimoto usó una cámara de gran formato y configuró su exposición para que durara toda la película, con la esperanza de capturar los miles de fotogramas de una película en una sola imagen. El resultado fue de otro mundo. Mirar su trabajo siempre me recordó a Shakespeare, una obra dentro de una obra. Capturó energía cinética, portentosa y viva con emoción y luz. La experiencia visual fue invertida: yo era el público, mirando un teatro vacío, debajo de una pantalla en blanco. Cualquier cosa podía pasar, o tal vez ya había sucedido. Tal vez ya estaba todo allí.
Después de ese día de febrero, Anna y yo nos volvimos rápidamente amigas. El mundo parecía encantado cuando ella estaba cerca, las reglas normales no parecían aplicarse. Su estilo de vida estaba lleno de conveniencia, y su materialismo fácil era seductor. Empezó a ver a una entrenadora personal y me invitó a unirme. Los entrenamientos los pagaba ella, ya que insistió, generosamente, que hacer ejercicio era más divertido con un amigo. Íbamos tres o cuatro veces a la semana, y terminando nuestro entrenamiento visitábamos el sauna infrarrojo.
Vi a Anna más mañanas. Durante el día me escribía frecuentemente. Después del trabajo, hacia una parada en el 11 Howard en mi camino a casa. Regularmente íbamos a la Biblioteca por vino antes de bajar a Le Coucou a cenar.
Anna era la que más hablaba. La buscaban mucho ya que había hecho amistad con todo el personal del hotel. Me contaba de sus reuniones con restauradores, administradores de fondos de cobertura, abogados y banqueros, y su frustración por las demoras en la firma del contrato de arrendamiento (ya que quería la Church Missions House). Meditaba sobre los chefs que le gustaría contratar, los artistas que le gustaban, las exposiciones que abriría. Era inteligente. Sentí una mezcla de pena y admiración por Anna. No tenía muchos amigos y no estaba muy cerca de su familia. Me había dicho que su relación con sus padres se sentía basada más en los negocios que en el cariño. Pero era fuerte. Su impulsividad y una especie de falta de tacto habían provocado una ruptura entre Anna y los amigos a través de los cuales la había conocido, pero sentí que la entendía y estaría allí para ella cuando los demás no lo hicieran.
Anna era todo un personaje. Su personalidad era altiva, pero no se tomaba demasiado en serio. Era inusual y errática. Actuaba con el derecho y la impulsividad de una niña malcriada, rara vez disciplinada, compensado por una tendencia a entablar amistad con los trabajadores del hotel en lugar de con la gerencia, y nunca dejaba pasar un comentario ocasional que sugiere empatía (“Es una gran responsabilidad tener personas que trabajen para ti; la gente tiene familias que alimentar. No es un chiste.”).En el mundo de los negocios, dominado por los hombres, no se disculpaba por ser ambiciosa, y eso me gustaba de ella.
Ella era audaz cuando yo era reservada, e irreverente cuando yo era educada. Nos balanceábamos una a la otra: Yo normalizaba su comportamiento excéntrico, mientras ella desafiaba mi sentido de pertenencia y me retaba a divertirme. Y como un bono extra, ella pagaba por todo.
El lunes en la tarde, después de pasar dos días enteros en el palacio amurallado de Le Mamounia. Era tiempo de aventurarnos. Anna buscaba dos cosas: montones de especias dignas de una foto de Instagram y un lugar para comprar algunos caftanes marroquíes. El conserje de La Mamounia organizó todo: en minutos teníamos un guía de turistas un auto y un conductor. Nuestra van se detuvo y fuimos bajando una por una, frescas de nuestra resguardada vida en el resort, al caluroso y polvoriento laberinto de la medina.
“¿Puedes hacer este vestido, pero con lino negro?” Anna le preguntó a la mujer de la Maison Du Kaftan. Antes de que la mujer contestara, Anna continuó, “Quiero uno en lino negro y otro en lino blanco y, Rachel, me encantaría uno para ti también.” Eche un vistazo a los estantes de la tienda mientras Anna se probaba un jumpsuit rojo y varios vestidos transparentes. Me probé algunas cosas, pero, desconfiando del material y los altos precios, pronto me uní al camarógrafo y a la entrenadora en el área de espera de la tienda para servirme té de menta. Anna fue a pagar. Su tarjeta de débito fue rechazada.
“¿Le dijiste a tus bancos que estabas viajando?” Pregunte. “No” fue su respuesta. En ese momento no me sorprendí que la rechazaran. Anna me pidió prestado el dinero, prometiendo reembolsarme la próxima semana. Acepté, con cuidado de no perder el recibo. Deambulamos por la medina hasta el atardecer. De vuelta a la van, nos dirigimos directo a La Sultana para cenar. También pagué por eso, agregandolo a “mi cuenta”.
El martes, estabamos caminando por el vestíbulo de La Mamounia, saliendo para visitar el Jardín Majorelle, cuando un empleado del hotel hizo una seña a Anna para que se detuviera. “Señorita Delvey, ¿podemos hablar con usted?” dijo, mientras la hacía a un lado. “¿Todo está bien?” Le pregunté cuando volvió al grupo. “Si” me tranquilizó. “Sólo necesito llamar a mi banco.”
La siguiente mañana, a mi tambien me detuvieron cuando iba por el vestíbulo: “Señorita Williams, ha visto a la Señorita Delvey?” Mandé a Anna con el conserje. Estaba nerviosa por los inconvenientes. Siempre podías saber cuando Anna estaba nerviosa: hacía ruidos casi cómicos (“uh¡¡¡, ¿por qué?”) y tecleaba furiosa en su teléfono. Dejó la villa y regresó poco después, aparentemente aliviada de que la situación se estaba resolviendo.
Salimos a un viaje de un día a la cordillera del Atlas y regresamos a Marrakech después de cenar esa misma noche, volviendo a entrar en La Mamounia a través del vestíbulo principal. Dos hombres se adelantaron cuando Anna se acercó. La hicieron a un lado y ella se sentó para hacer una llamada, mientras el camarógrafo y yo nos quedamos torpemente a un lado. (La entrenadora estaba enferma en la cama por segundo día consecutivo). Mientras esperábamos, un empleado mencionó que alguien había sido despedido debido a los problemas con el pago de nuestra villa. Una tarjeta de crédito en funcionamiento debería haber estado en el expediente antes de que llegáramos, explicó.
Los hombres nos siguieron de vuelta a nuestra villa, mientras Anna hablaba en su teléfono. Se pararon siniestramente en la entrada de nuestra sala de estar. Les ofrecí sillas, pero se negaron. Les ofrecí agua, sonriendo, tratando de disipar la tensión. Se negaron. Anna estaba frente a ellos, demasiado concentrada. Me disculpé y salí, sintiendo la vergüenza de la situación y pensando que era mejor darle algo de privacidad a Anna, ya que no había nada que pudiera hacer para ayudarla.
En la mañana, desperté con un mensaje de texto de la entrenadora. Aun sintiéndose enferma, quería volver a casa y necesitaba ayuda para hacer los arreglos. Me dio su tarjeta de crédito y reserve un vuelo. Mientras empacaba, llamé al conserje para pedir un auto que la llevara al aeropuerto.
En lugar del auto, cinco minutos después, los dos hombres de la noche anterior reaparecieron en la villa. Deje a la entrenadora y fui a despertar a Anna. Indignada fue a la sala de estar con su celular de vuelta a su oído. Volví a llamar al conserje. “Hola, ¿pueden enviar el auto, por favor?. No, no nos vamos todos; tenemos una compañera enferma y necesita tomar su vuelo. Los demás nos quedamos.” Un auto vino y la entrenadora se fue. El resto de nosotros estábamos estancados.
Anna dejó de hacer llamadas. Estaba sentada sin saber qué hacer. Los hombres insistieron que necesitaban una tarjeta que funcionara para poder hacer el bloqueo de efectivo para la reserva, no para hacer el cobra final, que este podría ser liquidado después. Primero Anna y luego los dos hombres, me presionaron para poner mi tarjeta de crédito para que se realizará el bloqueo mientras Anna resolvía la situación con su banco. Estaba atrapada. Tenía exactamente $410.03 dolares en mi cuenta de cheques. No tenía un transporte alterno desde el hotel, quería ir a casa, y lo más importante, me dijeron que no se haría ningún cargo a mi tarjeta.
Más tarde ese día, cuando American Express marcó mi cuenta por actividad irregular en mis gastos, fui a la recepción para ver porque el “bloqueo” se había registrado como cargos reales. Me dijeron que los créditos para cubrir el total aparecía en mi cuenta. He estado en muchos hoteles y estaba familiarizada con ese proceso: cuando te registras en algún lugar a veces tu tarjeta realiza un pre-cargo que después se acredita en tu cuenta. Pensé que esto era lo mismo. Al menos sabía que Anna era buena para el dinero, la había visto gastar mucho. Y aprendes mucho de alguien cuando viajan juntos.
Deje Marrakech al día siguiente, antes que Anna y el camarógrafo. Cuando llegue a mi destino, recibí un mensaje de texto de Anna prometiéndome que enviaría una confirmación del depósito por correo lo antes posible. Se marchó de La Mamounia y tomo un auto al Kasbah Tamadot de Sir Richard Branson, un hotel en las faldas del Alto Atlas de Marruecos. “Te depositare $70,000 dólares, con eso todo estará cubierto” dijo. De repente comprendí que tenía la intención de dejar los cargos del hotel en mi cuenta, para sumarlos al total de los gastos fuera del hotel. El saldo era mayor a mi ingreso anual. Se sentía como una conclusión inevitable.
Anna se mantuvo en contacto todos los días, pero en las siguientes semanas nunca recibí el depósito que había prometido. Atribuí el retraso a su desorganización e incapacidad de comprender la urgencia de mi situación. Estaba frustrada, pero no sorprendida por su ineptitud, y asumí que las transferencias internacionales se demoran más de lo normal.
Sus mensajes de texto se volvieron cada vez más kafkianos: garantías de reembolso a través de métodos de pago que nunca se materializaron. Creó una red de promesas que se hicieron cada vez más complejas y auto-referenciales. Pense que habia un problema con su fondo fiduciario, y me molestaba que no fuera sincera conmigo.
Cuando regresó a Nueva York, se registró en el Beekman (El Mercer estaba lleno, me dijo). Era reconfortante saber que estaba físicamente cerca, no tan lejos de mi oficina en el World Trade Center. Al menos sabía donde encontrarla. Desafortunadamente, me invitó a unirme a sus usuales visitas con la entrenadora personal. Me negué.
Buscar un reembolso por parte de Anna se convertía en un trabajo de tiempo completo. El estrés consumió mi sueño y alimentó mis días. Mis compañeros de trabajo me vieron consumida. Venía a la oficina con un aspecto pálido y demacrado.
Por fin, un mes después de que me hubiera marchado de Marrakech, Anna afirmó tener un cheque con el depósito. Había estado al norte del estado lidiando con una “emergencia laboral” pero, me dijo, buscaría un banco antes de la hora de cierre y depositaría el cheque en mi cuenta por la mañana. La noticia debería haberme dado un alivio, pero en cambio, me mantuve escéptica.
La mañana siguiente, me presenté sin avisar en el Beekman y llamé a Anna desde el mostrador del conserje. Cuando me respondió sonaba aturdida. “Hola, aquí estoy. ¿Cuál es el número de tu habitación?”, pregunté.
Su habitación estaba hecha un desastre. Los papeles estaban por todas partes. Sus maletas estaban abiertas y se desbordaba la ropa. Su vestido de lino negro de Marruecos estaba en una bolsa de la tintorería colgado en una puerta abierta del closet. “¿Dónde está el cheque?” le pregunté, tratando de simplificar la transacción. Empezó a revisar en las pilas de papeles, miró debajo de la ropa y tiró varias bolsas antes de decir que había dejado el cheque en el Tesla que había conducido desde el norte del estado. Por supuesto, no podía hacerlo fácil. Obviamente, había un problema.
Llamó a la concesionaria del Tesla y luego a la oficina de su abogado (“Él debe tenerlo” dijo). Me negué a irme. Anna dijo que le llevarían el cheque, así que esperé. Fuí con ella a Le Coucou, donde se reunió con un abogado diferente y un administrador de fondos privados. La seguí hasta el vestíbulo del Beekman, donde ordenó ostras y una botella de vino blanco. Me senté en silencio, enviando correos electrónicos del trabajo desde mi teléfono, ignorando en gran medida a Anna, pero observando atentamente y pidiendo actualizaciones periódicamente. Para probar un punto, me quedé hasta las 11 pm. Me fui muy enojada, diciendo que volvería a las 8 am para poder ir juntas al banco. Estuvo de acuerdo. “Espero que al menos te hayas divertido” me dijo con una sonrisa pícara. “No, no fue divertido. Esto no está bien.” balbuceé con incredulidad.
A la mañana siguiente, llegué al hotel a tiempo. Anna no estaba allí. Estaba furiosa. Su evasión manifiesta confirmó lo que más temía: Anna no era de confianza.
Finalmente (¿Por qué me tomó tanto tiempo?) comencé a investigar por mi cuenta. Me contacte con los amigos por los que conocí a Anna, y ellos me hablaron de un tipo que le había prestado dinero. Era alemán, como ella, y conocía a Anna desde que vivía en París. Me contó una historia que fue alarmante y tranquilizadora al mismo tiempo. Dijo que, después de semanas de insistir, recuperó su dinero con la amenaza de involucrar a las autoridades, ya que Anna siempre decía tener miedo a ser deportada. “Su papá es un multimillonario ruso”, dijo. “Exporta petróleo de Rusia a Alemania”. Obviamente, los detalles venían directo de Anna, pero no cuadraban, ella me había dicho que sus padres trabajaban en energía renovable. Dijo que Anna le había dicho que recibía alrededor de $30,000 dólares al comienzo de cada mes y que heredaría $10 millones en su cumpleaños 26, el pasado enero, pero como era un desastre, su padre había dispuesto que la herencia se retrasara hasta septiembre de ese año, pocos meses después.
Sabía que algo no estaba bien. Busque una manera de contactarme con sus padres, pero no encontré ninguna. En la semana del 4 de julio, mientras estaba en Carolina del Sur con mi familia (que no sabían nada de la situación), recibí un mensaje de la entrenadora. Me dijo que Anna estaba durmiendo en su sofá, ¿Que no tenía un lugar para quedarse?. Dos días después, Anna me escribió, me pregunto si podía quedarse en mi departamento. Le dije que no.
Al día siguiente, Anna me llamó llorando “No puedo estar sola en estos momentos” suplicaba. Le ofrecí verla en su hotel, “Tuve que irme, ¿puedo ir contigo?” preguntó. Dije que no y colgué. Entonces mi conciencia sacó lo mejor de mí, y le regrese la llamada: “Puedes venir, pero no te puedes quedar”. Llego a mi puerta pasada una hora. No tenía la energía para abordarla, así que dije muy poco. Mi pequeño departamento tenía un terrible desorden, la manifestación física de mi estado mental: pilas de papeles, cajas, ropa y varias cosas. Me disculpe por el desorden. “No necesitas disculparte conmigo” me dijo. Tenía razón. Tome la decisión consciente de poner la otra mejilla. Ordené dos ensaladas y puse el Diario de Bridget Jones. Cuando me preguntó si podía dormir en mi sofá, ni siquiera me sorprendí.
Incluso en esos momentos, trate de tener un punto de vista optimista de la situación: mi amiga se había topado con un inimaginable hechizo de mala suerte; y cualquier día podía resolverse. Este optimismo es una de mis características definidas, mi talón de Aquiles. Fue por lo que me hice amiga de Anna en primer lugar: una suspensión voluntaria de mi juicio, una falla que buscaba lo mejor en los demás y justificaba lo peor.
Anna sin duda podía ser lo peor. En una ocasión, antes del viaje a Marruecos, la gerencia del 11 Howard le preguntó a Anna si podía pagar sus reservaciones por adelantado. Ella se molesto por el trato tan irregular: “Nadie más tiene que hacerlo” protesto. Como venganza, tomó nota de los nombre de los gerentes generales. Una vez que se fue, me dijo, compró los dominios de internet correspondientes. Entonces les envió correos electrónicos mostrandoles lo que había hecho. “Los devolveré por un millón de dólares, cada uno” me dijo. Era un truco que había aprendido de Martin Shkreli (a quien admiraba, e incluso decía que lo había visto una o dos veces). Traté de racionalizar su afinidad con las “travesuras”, incluso si el estómago me daba vueltas. Me quedo con eso para lidiar con las consecuencias.
El primer día de Agosto, entre a una estación de policía en el barrio chino. Había tenido suficiente. Le conté mi historia a un teniente. Este se enfocó en el asunto de Marruecos y me dijo que había un problema jurisdiccional insuperable. “Pero con su cara”, dijo, “podría empezar una colecta en GoFundMe para recuperar su dinero”. Me sugirió probar en un tribunal civil. Cuando salí empecé a llorar.
Cuando pare de llorar, me fui directamente al tribunal civil más cercano. Encontre un centro de ayuda y hable con una mujer a través de una división de plexiglás antes de que un hombre con pantalones kaki me acompañara a su cubículo. Le conté mi triste historia. “Bueno, caray, estoy un poco celoso de que puedas ir a Marruecos” respondió. Trató de ayudar ofreciéndome folletos de abogados pro-bono y fundaciones de ayuda, ya que el dinero involucrado sobrepasaba el límite financiero tratado en un tribunal civil, dijo. Me fui sintiéndome muy angustiada.
Y luego llegó el momento decisivo: un episodio que se desarrollo como el clímax de un drama puesto en escena. Anna reapareció en el vestíbulo del departamento de la entrenadora, justo cuando salía del tribunal civil. La entrenadora me llamó inmediatamente y decidimos confrontar las dos a Anna. También invitó a una amiga suya (ya que pensó que sería útil), y las cuatro nos fuimos al Frying Pan, un bar en la autopista West Side. Anna estaba llorando detrás de sus gafas de sol, llevaba usando el mismo vestido durante semanas (un préstamo de su noche en el departamento de la entrenadora). “¿Han visto lo que dicen de mí?” se quejó. Aparentemente, la noche anterior, se publicó un artículo en el New York Post donde llamaban a Anna “aspirante a socialité”, ya que había “estafado” a la gerencia del Beekman durante su estancia, sus pertenencias habían sido detenidas. Estaba siendo acusada de varios delitos menores, incluyendo un vergonzoso incidente de cena y corre.
En una mesa en la terraza, rodeadas por jóvenes profesionales que disfrutaban de una bebida después del trabajo, nosotras cuatro estábamos en nuestro pequeño mundo. “Estamos aquí porque queremos ayudarte”, empezó la entrenadora. “Pero para hacer eso, necesitamos escuchar la verdad, Anna”. Era la misma canción de siempre: Anna se mantuvo fiel a su historia, afirmando que todo lo que había dicho era verdad; nada era su culpa. Anna se sentó frente a mí mientras las otras presionaban sin descanso por respuestas, por nombres, por una manera de encontrar a su familia. Dije muy poco, preferí mirar. Parecía estar flotando fuera de mi cuerpo, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas. Contra los gritos y acusaciones, el rostro de Anna asumió un vacío inquietante, sus ojos estaban vacíos. De repente me di cuenta de que no la conocía en absoluto. Con esta epifanía surgió una especie de liberación y una extraña calma. Entendí la ira y la incredulidad de las otras; había tenido los mismos sentimientos durante meses. Pero había llegado al otro lado y sabía que solo había una respuesta.
Al día siguiente, mandé un correo electrónico a la Oficina del Fiscal de Distrito del Estado de Nueva York, enviando un link con el artículo sobre Anna: “Creo que esta chica es una estafadora”, escribí. Una hora después, mi celular sonó. El identificador de llamadas decía “Estados Unidos”. Tome la llamada mientras me alejaba de mi escritorio. “Creemos que tiene razón”, contestó una voz.
La asistente del fiscal de distrito me confirmó que Anna Sorokin (a.k.a. Anna Delvey) era objeto de una investigación criminal en curso.
El último miércoles de agosto, bajé torpemente mi bolso de mano al suelo, apoyándolo contra la pared, antes de darme la vuelta para enfrentarme a la sala de jurados de Manhattan, casi dos docenas de caras que me recordaban el aula de un colegio. Asumí el puesto de profesor, aunque casi no estaba en condiciones de enseñar al grupo: yo, la tonta, un caso lamentable. Y luego recordé una clase que podría estar calificada para enseñar, o al menos podría ser una profesora invitada, la única en la que había recibido un A + durante mi tiempo en Kenyon: "El juego de la confianza en Estados Unidos" un curso de inglés de nivel avanzado impartido por Lewis Hyde, quien escribió un libro sobre tramposos (Trickster Makes This World). Bueno, al menos la ironía fue gratificante.
Me paré detrás de una pequeña mesa de madera en el frente de la habitación. El taquígrafo de la corte se sentó a mi izquierda, y la asistente del fiscal de distrito estaba en un podio a mi derecha, junto a un proyector. La presidenta del jurado, una chica de mi edad, se sentó en el centro de la fila de atrás y preguntó desde arriba: "¿Juras decir la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad?" Lo hice.
Fuí víctima de un presunto gran robo en segundo grado (gran robo por engaño). “¿Cuánto gana en un año?” me pregunto la asistente del fiscal. Junto a ella, en la pared detrás de mi silla, había un pantalla, en la que se mostraba una hoja de cálculo de todos los cargos que había en mi cuenta relacionados con Marruecos. En la parte inferior de la pantalla, se leía el total: $62,109.29. “Habría ido a este viaje de saber que tendría que pagar todo?” continuo la asistente del fiscal. La idea era risible, inclusive mientras lloraba.
No fui la única que había creído en Anna. En la audiencia ante el gran jurado, Anna fue acusada de seis cargos de delito grave y un cargo de delito menor. Me di cuenta del alcance de su engaño cuando más tarde leí la acusación. Fue acusada de falsificar documentos de bancos internacionales que muestran cuentas en el extranjero con un saldo total de aproximadamente 60 millones de euros. Según un comunicado de prensa de la Fiscalía de Distrito del Condado de Nueva York, a fines de 2016, llevó estos documentos al City National Bank en un intento de obtener un préstamo de $ 22 millones para la creación de su fundación artística y su club privado. Cuando el City National Bank negó el préstamo, ella mostró los mismos documentos a Fortress Investment Group en Midtown. Fortress acordó considerar el préstamo si Anna proporcionaba $ 100,000 para cubrir los gastos legales y del proceso.
El 12 de enero de 2017, casi un mes antes de que regresara a Nueva York, Anna obtuvo un préstamo de $100,000 del City National Bank al convencer a un representante del banco para que le permitiera sobregirar su cuenta. Al parecer, le prometió al banco que enviaría los fondos en breve para cubrir el sobregiro (una melodía familiar). Y le dio el dinero del préstamo al Fortress.
En febrero, cuando Anna volvió a mi vida, Fortress uso aproximadamente $45,000 de los $100,000 de Anna y estaba tratando de verificar sus activos para completar el préstamo. Para este punto, Anna se retiró. Me dijo que su padre se había enterado del trato y que no le gustaban los términos. Se retiró y mantuvo los $ 55,000 restantes del préstamo del City National Bank, que Fortress había devuelto. Aparentemente, así es como ella pagó por su estilo de vida: el 11 Howard, las cenas, las sesiones de entrenamiento personal y las compras.
Entre el 7 y el 11 de abril, Anna, supuestamente, depósito $160,000 en cheques sin fondos en su cuenta de Citibank y transfirió $70,000 a otra cuenta antes de que los cheques rebotaran. Nunca pagó a Blade el avión privado de $35,000 que había alquilado para ir a Omaha en mayo. En agosto, abrió una cuenta de banco en Signature Bank y, de acuerdo con las declaraciones, depositó $15,000 en cheques sin fondos. Retiró aproximadamente $8,200 en efectivo antes de cerrar la cuenta. Ella era, supuestamente, una “estafadora de cheques”.
La realidad de los tratos tras bambalinas de Anna, sigue siendo vertiginosa hasta el día de hoy, supuestamente, estaba orquestando un sistema tan elaborado mientras mantenía una superficie creíble, manejando su tarjetas de débito para pagar las cenas, entrenamientos, productos de belleza y tratamientos de spa. Ella creó una ciudad reluciente y sin problemas: lo que sea que quisiera comprar lo compraba, a donde quisiera ir iba, ya fuera en taxi o en avión. La audacia de su actuación se vendió sola, hasta que colapsó por el peso de su ambición. Es una de las razones por las que le creí, y continué creyendo en ella: ¿quién pensaría inventar una historia tan elaborada y seguir así durante tanto tiempo? ¿Quién era ella? ¿Cómo sabes quien es quien dice ser realmente? El 9 de junio, Anna me envió $5,000 a través de PayPal. Pensé que me estaba evadiendo, pero este gesto me derrumbo. Sabiendo lo que sé ahora, ¿por qué siquiera me dio algo? Seguramente, me habría pagado la cantidad completa si pudiera, ¿verdad?
Se programó que Anna compareciera ante el tribunal el 5 de septiembre, por los delitos menores que salieron en las noticias, incluida su estancia supuestamente robada en Beekman, pero nunca apareció. Retome la comunicación con ella a través de un mensaje de texto, como si nada hubiera pasado. Había ido a la costa oeste y se internó en una clínica de rehabilitación en Malibú. A principios de octubre, cuando estaba en Beverly Hills para la cumbre anual del New Establishment de Vanity Fair, Anna y yo organizamos un almuerzo. Nunca llegó. Fue arrestada en Los Ángeles el 3 de octubre y procesada en un tribunal de Manhattan el 26 de octubre. Actualmente está detenida sin derecho a fianza en la isla Rikers.
Para este artículo, se contactó al abogado de Anna, Todd Spodek, quien tenía una visión mucho más “ligera” de los asuntos relacionados con Anna. "La carga recae directamente en un prestamista para llevar a cabo la debida diligencia apropiada antes de otorgar crédito de cualquier tipo", escribió, "y para documentar los términos del préstamo. Este es un asunto civil, y el recurso apropiado para la Sra. Williams es demandar a la Sra. Sorokin por incumplimiento de pago de un préstamo, no iniciar cargos penales”. Afirmó que “la Sra. Williams no tiene ni un ápice de pruebas para respaldar ningún acuerdo, de ningún tipo, en absoluto ".
Anna me dijo una vez que sus planes o funcionaban, o iban horriblemente mal. Ahora veo lo que quiso decir. Fue un truco de magia, me avergüenza decir que yo fui uno de los respaldos y también parte de la audiencia. Anna era un hermoso sueño de Nueva York, como una de esas noches que nunca parece terminar. Y luego llega la cuenta.
CORRECCIÓN: una versión anterior de esta historia identificó erróneamente la audiencia del gran jurado en la que se acusó a Anna Sorokin. Fue una audiencia, no un juicio.
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migueldireccionarte · 3 years ago
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CARELMAN, EL DISEÑO LLEVADO AL ABSURDO
Existe un viejo debate acerca de los aspectos que diferencian el arte y el diseño sobre el que se han escrito tratados y tratados. Una de los elementos definitorios del diseño que sirven para zanjar la discusión habla del carácter funcional que debe perseguir éste último.
¿Se imaginan objetos de uso cotidiano bellamente diseñados pero que, debido a su escasa o nula funcionalidad, no pudieran ser fabricados o utilizados?
Hay alguien que sí los imaginó.
Su nombre es Jacques Carelman. Un pintor, escultor, ilustrador y escenógrafo francés fallecido en 2012, que fue fundamentalmente un autodidacta y que utilizó su demostrado sentido del humor para fusionar la lógica con lo abstracto y crear un catálogo de objetos imposibles que mueven a la carcajada y, simultáneamente, a la reflexión.
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La fotos con sus obras pueden ser consideradas por todos los diseñadores o aspirantes a serlo como un libro de cabecera acerca de una ciencia (la del diseño), que debe reunir una decálogo de características según Dieter Rams, el mítico diseñador de Braun, pero que debe residir especialmente el de la funcionalidad.
Nacido en 1929, publicó su celebérrimo Catálogo de Objetos Imposibles en 1969, intentando parodiar a un famoso catálogo de venta por correo. Realizó 400 diferentes diseños sacados de la vida real, pero que fueron reinterpretados en un giro absurdo que daba al traste con la función original del objeto en cuestión.
La crítica francesa enseguida se inventó el apelativo de “gag-art”, al ver que dichas creaciones eran una broma. Pero no sólo eran bromas, sino arte. Baste contemplar algunas de las instalaciones creadas con posterioridad y que llenan muchos de los museos de arte contemporáneo de todo el mundo par darnos cuenta de hasta qué punto Carelman puede ser considerado como un precursor.
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El éxito de dicha creación fue inmediato a nivel internacional y sus diseños fueron expuestos en todo el mundo
Hijo directo del surrealismo, Carelman decía que “las actividades humanas son innumerables y variadas… Yo en general prefiero despojar a los objetos comunes de su uso corriente. Es … más honesto e infinitamente más divertido. Mis objetos, al contrario de los aparatos que venera nuestra sociedad de consumo, son perfectamente inútiles”.
Pero son arte. Y filosofía. Y crítica social.
Recurramos de nuevo a una explicación de Carelman sobre lo que buscaba con su catálogo:
“Se trata de una crítica sobre la sociedad de consumo, de ridiculizar esa necesidad en las ciudades de los países ricos occidentales, por parte de sus habitantes de comprar algo y al poco tiempo desecharlo y volver seguir consumiendo.”
Como una imagen vale más que mil palabras, este blog reproduce alguno de las creaciones más hilarantes de Carelman. Sus ocurrencias no dejan indiferente a nadie. Pasen, vean y, si pueden, imaginen lo que habrían dicho de este arte espadachines de la palabra como Quevedo o Larra.
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malwaremedusa · 3 years ago
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Los memes más antiguos de Internet
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Cuando se conceptualizó Internet, se pretendía que fuera una forma de transferir información rápidamente en todo el mundo. Ahora, solo unas décadas después, la humanidad se aburrió de eso y pasa gran parte de su tiempo colectivo en Internet enviando memes a otras personas. Hay nuevos apareciendo todo el tiempo, hasta el punto de que sitios web enteros se dedican a catalogarlos.
Pero, ¿qué pasa con los primeros memes de Internet? ¿Cuáles fueron los primeros chistes que se volvieron virales en la web, compartidos por las tías extrañas de todos en reenvíos de correo electrónico porque las redes sociales y los sitios para compartir videos aún no se habían inventado?
Ahora que ha pasado un tiempo y que Internet ha existido oficialmente más tiempo que Circuit City y Blockbuster Video, los historiadores web ahora pueden señalar los primeros memes, cómo se desarrollaron y cómo influyeron en la cultura de Internet de forma extraña y sorprendente.
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Incluso hoy, décadas después de su creación, el cruce de la cultura de Internet hacia el mundo del entretenimiento convencional es una perspectiva bastante arriesgada. Pensemos en cuando los programas de televisión sobre crímenes intentaban explicar las modas de la web para sus historias extraídas de los titulares.
A menudo es incómodo en el mejor de los casos y francamente vergonzoso en el peor. No es fácil pasar de un mundo a otro sin mucho trabajo.
Pero uno de los primeros memes web lo logró, aunque todavía de una manera bastante torpe. A veces acreditada como el primer meme de Internet, la animación del bebé bailando es, bueno, un bebé bailando. Originalmente un archivo de animación de muestra para un programa de arte en 3D llamado Character Studio, el bebé bailarín comenzó a proliferar en Internet en 1996, según TechCrunch
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La animación 3D todavía era muy nueva en ese momento. Toy Story y la PlayStation de Sony solo habían salido el año anterior, por lo que todavía era un poco novedoso, lo que ayudó a que el bebé bailarín se extendiera. Pero también ganó reconocimiento rápidamente fuera de Internet, apareciendo en transmisiones de noticias, comerciales e incluso en un episodio de 1998 de Ally McBeal, donde el personaje principal alucinaba al bebé. El bebé bailarín alcanzó el punto de saturación cultural poco después, especialmente porque, incluso en esos dos cortos años, el modelado y la animación en 3D ya habían saltado a pasos agigantados, lo que hacía que el bebé pareciera muy anticuado.
Un meme de celebridad desconcertante
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Burlarse de las celebridades en Internet es básicamente uno de los pilares de la comedia web. Después de todo, son muy conocidos, muy visibles y probablemente ni siquiera lo notarán porque es casi seguro que tienen cosas mucho mejores que hacer. Entonces, los memes de celebridades son una cosa, como Keanu Reeves sentado en un banco y luciendo triste.
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Pero antes de todo eso había uno que era francamente un poco extraño. "Mr. T Ate My B * lls" fue el primer meme basado en imágenes del mundo, lanzado en 1996 después de convertirse en una broma corriente en la Universidad de Illinois Urbana / Champaign, según The Ball Report. La premisa es simple: tome una foto o una ilustración de la estrella del A-Team y el ícono de los 80, el Sr. T, agregue un burdo globo de diálogo y escriba algo sobre cuánto le gusta consumir órganos reproductivos.
El meme extraño, un tanto absurdo, despegó, y algunos de los sitios originales que recopilan ejemplos todavía están activos hoy. Cuando Yahoo era un directorio web, incluso tenían una sección completa dedicada a él. En poco tiempo, otras celebridades también se pusieron en el formato de memes, como Chewbacca, Bart Simpson e incluso el abogado independiente de juicio político de Clinton, Kenneth Starr.
Los inicios de Internet eran un paraíso para los nerds, repletos de referencias a las propiedades más geek de la época, como Star Wars. Las referencias a la película de casi 20 años de antigüedad, El retorno del Jedi de 1983, eran completamente normales en línea, pero algo que habría sido extraño en el mundo del entretenimiento convencional.
Hoy en día, tenemos búsquedas de imágenes, emojis y muchas otras formas de mostrar cómo nos sentimos rápidamente. Es posible que estén familiarizados con los emojis, o con los unicode. Estos eran solo una pequeña parte de algo conocido como arte ASCII.
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Llamado así porque el arte se hizo a partir de caracteres de texto regular que formaban parte del Código Estándar Americano para el Intercambio de Información, el arte ASCII fue una forma de arte web temprana que fue fácil de transmitir porque estaba compuesto únicamente de texto. Hacer dibujos elaborados solo a partir de símbolos de texto se convirtió en una especie de desafío. Pero el que se convirtió en el más notorio ni siquiera fue particularmente elaborado.
La mala pero divertida traducción de un videojuego
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En los primeros videojuegos, las malas traducciones eran simplemente algo que los jugadores tenían que soportar. Terminar un juego para ser recompensado con una pantalla que dice algo como ¡Un ganador eres tú! era bastante común y no hay escasez de ejemplos de errores de traducción similares.
Pero el lanzamiento de 1992 de Sega Mega Drive (llamado Sega Genesis en Estados Unidos) de un juego de arcade llamado Zero Wing fue particularmente notorio porque la traducción no solo fue mala, sino hilarantemente espantosa. Para el lanzamiento en casa del juego, los desarrolladores agregaron una escena de corte que no estaba presente en la versión arcade, y el lanzamiento europeo recibió la extraña traducción «Toda su base nos pertenece», se convirtió en una broma en las comunidades de jugadores durante varios años, pero lo que hizo que el juego fuera famoso en Internet en general fue el aumento de las animaciones de Adobe Flash.
Una persona que usa el nombre Bad_CRC tomó la escena, agregó una canción techno cursi y usó voces robóticas de texto a voz para darle vida en 2001. Después de un clip parcial de la escena, el video se convierte en una interpretación musical de la canción, probando el robot «Toda tu base nos pertenece» una y otra vez junto con decenas de imágenes retocadas con Photoshop que incluían la frase. El video surrealista se convirtió en uno de los primeros memes de video y pronto tuvo todo Internet diciendo líneas como «Alguien nos colocó la bomba y Recibimos la señal».
Y por último el lenguaje «codificado de los hackers no tan secretos» Xd.
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Antes de la web, Internet tenía varias otras formas de comunicarse, y en los años 80 y principios de los 90, uno de los formatos más populares era el Bulletin Board System (BBS), una comunidad basada principalmente en texto a la que tenía que conectarse específicamente. Por lo general, estos eran asuntos locales pequeños, administrados por alguien que había configurado su computadora para ejecutar el software BBS, donde las personas podían publicar mensajes simples o cargar archivos, algo así como una versión digital del panel de corcho en la pared de un supermercado.
Pero había BBS más grandes que atraían a personas de todas partes, incluidos los primeros piratas informáticos, que querían hablar sobre su trabajo. En un BBS más amplio y general, esto podría ser problemático, porque los motores de búsqueda rudimentarios podrían mostrar cosas que los piratas informáticos no querían que otras personas vieran, según Lifewire.
Así, se inventó el leetspeak. Llamarlo lenguaje codificado sería una exageración. Simplemente reemplazaba algunas letras con números que se parecían un poco a esas letras, con algunos errores ortográficos intencionales para ofuscar aún más las cosas. Leet, por ejemplo, es la abreviatura de elite y se escribiría "1337", y leetspeak sería algo así como "13375p34k". En el momento en que apareció la web y los BBS se extinguieron, leetspeak se había vuelto bastante común, pero no tanto entre los piratas informáticos, que encontraron otras formas de ocultar lo que estaban haciendo. En cambio, fue elegido por los jugadores, lo que lo llevó a ser más convencional y utilizado por cualquiera que quisiera parecer genial en línea.
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leocuentoscortos · 3 years ago
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“La fiesta de Mel”, un cuento corto de Valentina Viettro
Cuando conocí a Mel ella tenía ochenta años, los había cumplido hacía apenas un mes, pero cada tanto decía tener cien años, vivir en un tiempo indefinido entre la jubilación y la muerte. Dijo que se llamaba Mel, supuse que era el diminutivo de Melanie, Melisa o Melodie, jamás me lo aclaró. A partir de ese momento supe que tenía derecho únicamente a una parte de su historia, el resto me lo tenía que imaginar.
Mel había nacido en Minnesota, se fue de su país con veinte años y por más que nunca quiso volver, el acento la delataba en cada conversación. Nos presentaron en una galería de arte de la Belle de Mai, una semana después llegó la orden del gobierno y nos tuvimos que confinar. Mi relación con Mel se limitó a una serie de llamadas telefónicas dispersas que tuvieron lugar entre el fin de la primavera y la llegada del invierno, un poco antes de que ella desapareciera de mi vida.
El hombre que nos presentó nos dijo que teníamos mucho en común, quedamos de vernos por un café. Le pedí que me diera su número, ella sacó un papelito del bolsillo y lo anotó. ¿Es un teléfono fijo?, pregunté. Ella sacó del bolsillo un celular que tenía por lo menos diez años, las teclas borradas y la pantalla llena de marcas. A este lo tengo en silencio, confesó. La galería comenzó a llenarse de gente, apenas pude saludarla antes de salir.
El encuentro de esa tarde me dejó llena de preguntas, ¿qué podíamos tener en común? Una vieja flaca, de pelo cano y nariz en punta, una señora a punto de estirar la pata y yo. Mel se vestía de la misma manera desde hacía cuarenta años, había bailado toda su vida y a pesar de la edad lograba hacer la flor de loto y llevar la frente hasta la punta de los piés. Yo en cambio pasaba mi tiempo intentando bajar algún kilo, caminar unas cuadras y desde hacía tiempo el lumbago, aunque aún no llegaba a mis cuarenta años, me tenía doblada la mitad del día.
Una mañana cuando abrí mi correo electrónico descubrí que tenía un correo de Mel, me había escrito en plena madrugada. Temí por su salud mental, las señoras normales no mandan mensajes en plena noche. En su correo me decía que teníamos un café pendiente, me recordaba su número de teléfono, por las dudas que lo hubiera perdido y me pasaba su dirección. Mel vivía cerca, quise creer que eso era una bella casualidad pero lo cierto es que nada quedaba muy lejos en Marsella. Los artistas viven más o menos en los mismos barrios y en la época cuando todavía existían los bares, se juntaban en las mañanas para conversar.
Me propuse llamar aunque ni siquiera supe por qué, al fin y al cabo se trataba del encuentro de dos extranjeras, algo en común teníamos que tener. Esa tarde llamé a Mel por primera vez, esa fue la primera de una serie de charlas que tendrían lugar cada martes después del almuerzo.
Lo primero que me contó cuando la llamé es que estaba preparando una fiesta, quería festejar su cuerpo envejecido, “envejeciendo”, decía ella con mayor precisión. Ella me contó que tomaba mi llamada desde un gran salón con arcadas y piso rojo de baldosa típica de Marsella. Que apenas terminara esta locura de enfermedad la podía visitar. La pieza era muy luminosa y particularmente fría. ¿No te congelás vos ahí? Claro que se congelaba, pero Mel había aprendido a vivir sin molestar, a acomodarse a las situaciones y mostrar indiferencia ante las vicisitudes de la vida.
Le pedí que me contara más sobre ese festejo que estaba preparando. Ella accedió a contarme al menos una parte, del otro lado del teléfono Mel se descalzó, acomodó su cuerpo sobre una alfombra y comenzó a bailar. Del otro lado, en mi salón su cuerpo flaco se resolvía con gracia, hablaba de sus piés, compañeros flacos que resistían al tiempo, que la llevaban sin pausa de aquí para allá. Dijo haber perdido un poco de arco en los últimos años pero en términos generales sus piés no habían envejecido tanto y aún cumplían con la tarea de trasladarla y permitirle bailar.
Un silencio se instaló entre nosotras dos, pensé en mis piés siempre enfermos, nacidos sin curva, destinados al calambre, redondeados como dos empanadas. Caminé sin rumbo hasta el balcón, de lejos se veían las Calanques, en el horizonte el macizo montado por sobre las colinas y edificios, el mar parecía impenetrable, mientras del lado opuesto los acantilados escondían la sorpresa de una caída ruda e impresionante.
Esperé una semana antes de volver a llamarla, pensaba que una persona de su edad no debería ser molestada sin razón, pero al llamar ella se mostró abierta a la charla, dijo que tiempo le sobraba y continuó su relato.
Mel, rodó por el suelo, sus manos recorrieron su cara. Hablaba de su rostro con pena, su cara marcada no le permitía reconocerse frente al espejo. Su pelo blanco perdía fuerza y abundancia, sus orejas crecían al igual que su nariz. Yo la veía clarita, como si se tratara de una videollamada, Mel se había convertido en otra persona pero eso yo no lo podía saber.
Esa tarde me dijo que era un gusto poder intercambiar conmigo pero que esa noche había dormido mal y prefería continuar la charla otro día. Me preguntó si yo era vegetariana y me dijo que ella no conocía vegetariana gorda, sospecho que ella ya conocía la respuesta. Le pregunté si estaba en pareja, me dijo que no. Le pregunté si estaba enamorada y ahí hizo una pausa… me pidió que le repitiera la pregunta que no podía entender mi acento. ¿Estás enamorada? ¿Ahora? Sí, en este momento. Siempre, siempre estoy enamorada, me respondió.
Desde ese día Mel se presentó como una persona sin edad, una eterna adolescente, una adulta trabajadora, una señora de sexualidad efervescente, una filósofa exiliada. Estaba sola desde hacía un par de años. Mi primer amor lo tuve a mis sesenta años, me dijo. ¿Y antes qué pasó?, pregunté. Como si ella hubiera perdido mucho tiempo, como si yo no pudiera entender que a esa edad aún le quedaban muchas cosas por vivir.
Había vivido en Nueva York, París y Hong Kong, llegó a París en el 68. Mel hablaba de su vida sin darse importancia, nada le parecía mucho, decía que era inquieta, no más. ¿Y de quién te enamoraste Mel? Se había enamorado de Daniel, el primer hombre que le ofreció un verdadero orgasmo. Daniel era casado, vivía en París, se movía entre la bohemia pero no era artista, su mujer pagaba los gastos de la casa y por más que lo hubiera dicho un millón de veces, no se iba a separar. Me contó que algunas noches varios años después, aún le mandaba mensajes calientes, ella faltaba en su piel. ¿Vos seguís teniendo libido aún? Mel se dobló en una carcajada, cuando volvió a tomar el teléfono me contó que se masturbaba dos veces por semana para mantener el ritmo.
Me fui de Marsella durante unos días en los que no volví a llamar a Mel, no recuerdo que ella lo haya intentado tampoco. La misma mañana que volví a mi casa intenté llamarla pero no respondió, le dejé un mensaje al que respondió con un sms “te llamo mañana a las 9:45”. Mel me llamó al otro día a la hora exacta y lo primero que dijo antes de saludarme es que pensaba que yo ya no iba a volver, que ni siquiera tuve la delicadeza de mandarle un sms durante mis vacaciones, que ahora ya no se acordaba por qué parte de la historia ibamos y que si volvía a hacer eso que no me asombrara si al volver ya no la volvía a encontrar. Pensé escuchar a mi abuela, luego rió y todo quedó disimulado en tono de broma.
El festejo continuaba en el vientre, las manos sobre sus caderas la ayudaban a acunar esa zona sagrada que alguna vez había dado vida. Me contó que había tenido dos hijas pero de eso no quería hablar. Mel se acariciaba el vientre como si de él fuera a salir el genio de la lámpara. En él habían vivido los amores de una vida, se habían encontrado, habían compartido camino con otros amantes simultáneos, con esposas, familias, distancias y religiones.
Esa tarde Mel se mareó, me dijo que a veces le pasaba, que no sabía si era la vista o algo peor. Ella bailaba cada día y cuando podía hacía el amor. Vale, yo no sé si me equivoco, me dijo ese día antes de terminar la llamada, pero yo lo que quisiera es vivir un último amor antes de morir.
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unvueloenextasis · 4 years ago
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Una tarde sin dormir
Acabo de despertar de mi siesta increíblemente sin que la computadora y los parlantes de mi hermano, con su música torturadora, me castiguen como cada tarde. La simple recuperación de mi fuente de energía ha copado sus límites y, haciendo uso de sus funciones automáticas, ha decidido reanimarme de la catalepsia que habitualmente soy preso. Son las tres de la tarde, había dormido luego de beber dos platos de sopa con verduras que mi abuela Marta preparó con esmero para mí mientras yo, como todo un holgazán dormía. Me dirijo a la cocina para continuar con el segundo, veo que es papa a la Huancaína y no dudo en encajar dos dedos para adelantar. Acomodo mi pesada humanidad en el comedor para continuar con mi alimentación, pero antes del primer bocado me detiene una sensación extraña, algo aquí va mal, pienso. Tampoco los escucho, quizá hayan salido o estén durmiendo encerrados en sus habitaciones dándole un respiro a su manía, involuntaria, de hacerme sufrir.  La ausencia del ruido genera un placer ajeno del cual a diario deseo que se imponga contra los ruidosos de mis hermanos que no conocen las bondades del silencio. Continúo con lo mío, sin importarme el origen de esta felicidad, disfrutando no oír bachatas o merengues o salsas que afean el ambiente. Mi hambre, una interminable gula sin descanso que no se detiene obligada, quizá, por los parásitos que viven alegres en mí estómago. Hasta un par de años se podía escuchar algo de rock o pop, hasta baladas, mínimamente sofisticadas, pero sus gustos han sufrido una metamorfosis popular y, con tal arsenal, creo que logra descascarar la pintura de las paredes, a secar las rosas del macetero, y a flagelar mis oídos despertándome de mi siesta. Enchufo mi teléfono para revivirlo pero este se niega, reviso el cable que no tenga alguna fisura que niegue el paso de la energía pero todo anda bien con este, probablemente el desperfecto esté en el puerto de mi teléfono, vaya problema. Tenía que responder un correo del aval crediticio para un préstamo que necesito con urgencia pero al parecer tendré que prender a esa tortuga coja que es mi computadora. Casi nunca la utilizo, excepto para algún trabajo de la universidad, porque me recuerdan a mis insufribles días de oficinista del cual mi vida sedentaria me premió con un trauma renal doloroso. La enciendo y no prende, mierda, es como si la tecnología se ensañase conmigo, pero rápidamente intuyo que no hay luz eléctrica. Así es, tampoco enciende la luz de mi habitación, ahora entiendo porque no hay ruido, se han ido, han escapado por la falta de electricidad como si se tratase de un campo de concentración. No comprenden como nuestros históricos antepasados cavernarios vivieron sin electricidad, sin computadoras ni teléfonos o televisores, sin depender de estos artefactos para realizar su vida sin dificultades ni aburrimiento. Durmiendo, comiendo, tirando para luego seguir durmiendo, comiendo, tirando y así siempre. Genial está en que se hayan ido, así que mando la tecnología al carajo, cojo Los detectives salvajes y me pongo a leer hasta que la poca luz que hay me lo permita. Todo se ha puesto oscuro y ya nada puedo distinguir, sorteando cada paso que doy decido bajar a comprar velas, pero como el ascensor tampoco está funcionando no me queda de otra que ir por las escaleras de emergencia. Sin una linterna, cada escalón es una trampa mortal, cogido al pasamano logro con éxito atravesar los siniestros siete pisos y ya abajo me encuentro con Patricia, una argentina guapa del quinto piso, que también huía de la lóbrega situación y con un plan genial para escapar. Me persuade para ir a la playa. Es muy hermosa y está soltera pero últimamente no tengo ánimos para envolverme en ese noble y apacible arte amatorio, solo dedicaré a pasármelo bien con ella. Es de noche y llegamos al mar en La Herradura, está bravo como siempre, como si tuviese hambre de personas y sin hacer honor a su nombre de pacífico, solo nos dejamos lamer los pies en la orilla sentados en las rocas mientras ella me cuenta que volverá a Buenos Aires, que es donde ella vive, porque ya termina la universidad y quiere hacer sus prácticas allá para estar más cerca de su madre a quien extraña con terneza. Mira el cielo muy nublado, que entre sus texturas, busca hallar alguna forma que ayude a recordar el cabello largo y rizado de su madre que ella ha heredado pero no lo logra, entretanto, una traviesa lágrima se atreve a escapar para recorrer por su blanda mejilla argentina. No tiene ganas de quedarse a vivir en Lima, la ciudad le parece muy ajena a pesar que ha estado seis años estudiando Derecho y es mejor para ella irse porque la vida en Argentina quizá es mucho más interesante que aquí. No la culpo. Regresamos al edificio con los zapatos en mano y vemos que el milagro de la electricidad ha puesto de vuelta a sus habitantes. Ya en casa, la bulla habitual ha profanado el sosiego del cual disfruté por unas horas, y también por la ausencia de ellos. Cargo el teléfono y al lograr encenderlo caen muchos mensajes y entre todos, había uno con un tono muy preocupado. Pertenecía a Ginny, una amiga de la universidad muy conectada a internet, y me preguntaba, muy alarmada si es que estaba bien, que si nada malo me había pasado o que si estaba moribundo le escribiese en mi último instante de vida para ella poder auxiliarme. Le contesté que era tarde, que estaba muerto y mi alma aún se resistía a abandonar este mundo. Entonces entendió que estaba vivo y que mi broma era malísima. Ginny había llegado a esa fatídica conclusión porque tenía tres días sin entrar a Facebook y veinte horas desconectado de Whatsapp, lo suficiente para pensar que ese alejamiento se debía a una causa extraña, maligna, nada buena e incluso, se atrevió a pensar que había muerto. Pero todo, en su cabeza, estaba muy lejos de la realidad. Le explico que ya no hay clases, que ya no hay la necesidad de entrar a la red y coordinar los trabajos, y que ya no entraré hasta que vuelva el tiempo de estudiar. Que estoy vivo y que nada malo me ha pasado, aún. Le cuento que tuve un genial día y le digo que si llego a morir, desearía que nadie se enterase.
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lacronicacoruna · 5 years ago
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20+ Conocidos estándares de doble moral ante los cuales cuesta quedarse callado
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El término “doble moral” apareció en el siglo XIX, aunque el aberración en sí mismo existe desde el principio de todos los tiempos. En la contemporaneidad, las personas tratan de ser objetivas y tolerantes, pero ver la doble moral en movimiento es posible casi en cualquier dominio de la vida humana.
Genial.guru está a valía de la honradez y la paz mundial, por eso no puede acaecer por detención semejantes ideas preconcebidas.
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Tengo un hijo de 7 abriles. Hace poco, se enamoró de una hermosa chica proporcionadamente educada. Se lo conté a una conocida mía, que tiene un peque y una pupila. Esto es lo que me contestó: “¿Qué es lo que te agrada? ¿Eres tonta? Tu hijo luego estará trabajando media vida para pagar sus manicuras. ¡Ya se ve que esta es una diva en potencia!”. Al mismo tiempo, a su propia hija le deja ver solo dibujos animados sobre princesas, para que desde la infancia sepa su valencia y luego no salga con algún insuficiente romántico. Mientras que su hijo, por el contrario, se educa bajo la premisa de que “todas las mujeres son tontas y no te merecen”. © Neta199128 / Pikabu
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Trabajo en una tienda de souvenirs. Uno de los artículos más económicos y asequibles pasa por una foto en una taza. En vísperas del Día del Padre, experimentamos una gran afluencia de clientes de apartado afeminado. Mientras hacía la maqueta, escuché el posterior diálogo entre mis amigas: — ¿Y si por el Día de la Mujer ellos incluso nos regalan tazas? — ¿Ellos? ¿A nosotras? ¿Nos regalan TAZAS? Al fin y al punta, si en vísperas del Día del Padre podemos tener entre 30 y 40 pedidos, entonces antiguamente del 8 de marzo está proporcionadamente si tenemos, como mucho, 10. Y de estas diez, la centro son para “Querida mamá” o “Querida abuela”. Las abuelas y las madres valoran el detalle y no el precio. © ulun426 / Pikabu
“Bueno, ¿dónde están mis calcetines y gel de ducha?”
7.
8.
Cuando mi esposa y yo decidimos tener un perro, todos nuestros familiares estaban asustados y repetían al acorde que a un perro había que sacarlo a pasear todos los días, llevarlo al médico, vacunarlo, educarlo, y adicionalmente, este haría ruido, nos estropearía cosas, haría sus evacuación en las esquinas, no podríamos dejarlo solo en casa. No podríamos ir de receso a ningún sitio y todo esto requeriría de mucho tiempo y caudal. Pero cuando mencionamos tener un hijo, todas las preocupaciones sobre nuestro bienestar crematístico y psicológico desaparecieron de inmediato: todo el mundo estaba encantado. Doble moral e hipocresía, tal y como son. Vamos a tener un perro. © Escuchado por casualidad / vk
9.
Estoy buscando trabajo. Voy de entrevista en entrevista. En una empresa, el director me dice: — ¡Nos conviene! En principio, puede nacer desde mañana mismo. Pero por ahora no firmaremos los papeles, trabajará así. — Vale, de acuerdo. Pero solo si el salario pactado por el primer mes me lo paga por superior. Al director le saltaron incluso los fanales: — ¿Está de broma? ¿Y si no trabaja todo el mes? — Lo trabajaré, ¿por qué lo duda? Un mes no es ausencia, ni tan siquiera un periodo prolongado. — Bueno, ¡solo son palabras! — Pero si usted siquiera me ha ofrecido ausencia, fuera de palabras. Durante un minuto me liquida con la vistazo. — No nos conviene, adiós. © Buhalsbomjami / Pikabu
10.
11.
12.
Mi amiga trabajaba como merchandiser. Era su segundo o tercer año como empleada, es una trabajadora comprometida: los estantes siempre estaban en orden, reponía las mercancías a tiempo. Sus compañeras, responsables de otras áreas, hacían el trabajo de una modo proporcionadamente diferente: podían acaecer cosas por detención alguna que otra vez, y con frecuencia, todo el mes.
Entonces mi amiga, que incluso era estudiante, empezó tener exámenes y se puso a trabajar haciendo lo mismo que todos los demás, es afirmar, en vez de cada semana, visitaba todas las tiendas una vez al mes, simplemente porque no le daba tiempo de hacerlo más. Y el presidente, al resistir a final de mes, procedió a acaecer revista, vio el desorden y en la reunión la regañó: “Está bien que los demás tengan cierto desorden, estoy acostumbrado, ¡pero tú! ¡Lo esperaba de cualquiera menos de ti!”. Le puso una penalización en el salario. © KrasaPolina / Pikabu
13.
14.
15.
16.
Soy un pequeño de 26 abriles. Juego al tenis de mesa y, a menudo, voy a entrenar a un centro deportivo emplazado en el palacio de artes infantiles. Al mismo tiempo que estoy con los tenistas, ocupando la centro de la sala, se dan clases para niños de karate. ¡Cuánto me indignan sus madres que, cada vez, entran en el vestuario masculino como si fuera su casa! No se molestaron en enseñar a sus hijos de 8 a 10 abriles a vestirse de modo independiente. Me imagino el aullido que sonaría si yo hubiera entrado en un vestuario de mujeres para ayudar a cambiarse de ropa a mi hija. © Oído por casualidad / vk
17.
18.
19.
En la universidad, tenía una profesora de Ecología muy fanática. En cada clase, nos hablaba con entusiasmo sobre lo importante que es preservar la naturaleza, usar papel de modo económica, ya que este es nuestro oxígeno, reciclar la basura, poner filtros en los automóviles y similares. Pero me miró como si yo fuera una idiota cuando en la época de los exámenes le entregué el trabajo de fin de curso impreso completamente en la otra cara de hojas que ya había usado antiguamente. Indignada, como si fuera un insulto, me aseguró que no aceptaría un trabajo así. Doble moral en estado puro. © Oído por casualidad / vk
20.
21.
22.
En mi empresa, a los fumadores se les permite salir a la calle en cualquier momento. Yo incluso me tomo estos descansos de 3 a 5 minutos: respiro ambiente fresco, reviso mi correo, leo las noticiario. Para mi presidente, esto es inadmisible, cree que los teléfonos son una suma en la que se pierde tiempo durante el trabajo. © Rozureido88 / reddit
23.
¿Te has topado alguna vez con situaciones parecidas? ¿Qué ejemplos de doble moral te indignan a ti?
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lacronicacoruna1 · 5 years ago
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20+ Conocidos estándares de doble moral ante los cuales cuesta quedarse callado
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El término “doble moral” apareció en el siglo XIX, aunque el aberración en sí mismo existe desde el principio de todos los tiempos. En la contemporaneidad, las personas tratan de ser objetivas y tolerantes, pero ver la doble moral en movimiento es posible casi en cualquier dominio de la vida humana.
Genial.guru está a valía de la honradez y la paz mundial, por eso no puede acaecer por detención semejantes ideas preconcebidas.
1.
2.
3.
Tengo un hijo de 7 abriles. Hace poco, se enamoró de una hermosa chica proporcionadamente educada. Se lo conté a una conocida mía, que tiene un peque y una pupila. Esto es lo que me contestó: “¿Qué es lo que te agrada? ¿Eres tonta? Tu hijo luego estará trabajando media vida para pagar sus manicuras. ¡Ya se ve que esta es una diva en potencia!”. Al mismo tiempo, a su propia hija le deja ver solo dibujos animados sobre princesas, para que desde la infancia sepa su valencia y luego no salga con algún insuficiente romántico. Mientras que su hijo, por el contrario, se educa bajo la premisa de que “todas las mujeres son tontas y no te merecen”. © Neta199128 / Pikabu
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Trabajo en una tienda de souvenirs. Uno de los artículos más económicos y asequibles pasa por una foto en una taza. En vísperas del Día del Padre, experimentamos una gran afluencia de clientes de apartado afeminado. Mientras hacía la maqueta, escuché el posterior diálogo entre mis amigas: — ¿Y si por el Día de la Mujer ellos incluso nos regalan tazas? — ¿Ellos? ¿A nosotras? ¿Nos regalan TAZAS? Al fin y al punta, si en vísperas del Día del Padre podemos tener entre 30 y 40 pedidos, entonces antiguamente del 8 de marzo está proporcionadamente si tenemos, como mucho, 10. Y de estas diez, la centro son para “Querida mamá” o “Querida abuela”. Las abuelas y las madres valoran el detalle y no el precio. © ulun426 / Pikabu
“Bueno, ¿dónde están mis calcetines y gel de ducha?”
7.
8.
Cuando mi esposa y yo decidimos tener un perro, todos nuestros familiares estaban asustados y repetían al acorde que a un perro había que sacarlo a pasear todos los días, llevarlo al médico, vacunarlo, educarlo, y adicionalmente, este haría ruido, nos estropearía cosas, haría sus evacuación en las esquinas, no podríamos dejarlo solo en casa. No podríamos ir de receso a ningún sitio y todo esto requeriría de mucho tiempo y caudal. Pero cuando mencionamos tener un hijo, todas las preocupaciones sobre nuestro bienestar crematístico y psicológico desaparecieron de inmediato: todo el mundo estaba encantado. Doble moral e hipocresía, tal y como son. Vamos a tener un perro. © Escuchado por casualidad / vk
9.
Estoy buscando trabajo. Voy de entrevista en entrevista. En una empresa, el director me dice: — ¡Nos conviene! En principio, puede nacer desde mañana mismo. Pero por ahora no firmaremos los papeles, trabajará así. — Vale, de acuerdo. Pero solo si el salario pactado por el primer mes me lo paga por superior. Al director le saltaron incluso los fanales: — ¿Está de broma? ¿Y si no trabaja todo el mes? — Lo trabajaré, ¿por qué lo duda? Un mes no es ausencia, ni tan siquiera un periodo prolongado. — Bueno, ¡solo son palabras! — Pero si usted siquiera me ha ofrecido ausencia, fuera de palabras. Durante un minuto me liquida con la vistazo. — No nos conviene, adiós. © Buhalsbomjami / Pikabu
10.
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12.
Mi amiga trabajaba como merchandiser. Era su segundo o tercer año como empleada, es una trabajadora comprometida: los estantes siempre estaban en orden, reponía las mercancías a tiempo. Sus compañeras, responsables de otras áreas, hacían el trabajo de una modo proporcionadamente diferente: podían acaecer cosas por detención alguna que otra vez, y con frecuencia, todo el mes.
Entonces mi amiga, que incluso era estudiante, empezó tener exámenes y se puso a trabajar haciendo lo mismo que todos los demás, es afirmar, en vez de cada semana, visitaba todas las tiendas una vez al mes, simplemente porque no le daba tiempo de hacerlo más. Y el presidente, al resistir a final de mes, procedió a acaecer revista, vio el desorden y en la reunión la regañó: “Está bien que los demás tengan cierto desorden, estoy acostumbrado, ¡pero tú! ¡Lo esperaba de cualquiera menos de ti!”. Le puso una penalización en el salario. © KrasaPolina / Pikabu
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Soy un pequeño de 26 abriles. Juego al tenis de mesa y, a menudo, voy a entrenar a un centro deportivo emplazado en el palacio de artes infantiles. Al mismo tiempo que estoy con los tenistas, ocupando la centro de la sala, se dan clases para niños de karate. ¡Cuánto me indignan sus madres que, cada vez, entran en el vestuario masculino como si fuera su casa! No se molestaron en enseñar a sus hijos de 8 a 10 abriles a vestirse de modo independiente. Me imagino el aullido que sonaría si yo hubiera entrado en un vestuario de mujeres para ayudar a cambiarse de ropa a mi hija. © Oído por casualidad / vk
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En la universidad, tenía una profesora de Ecología muy fanática. En cada clase, nos hablaba con entusiasmo sobre lo importante que es preservar la naturaleza, usar papel de modo económica, ya que este es nuestro oxígeno, reciclar la basura, poner filtros en los automóviles y similares. Pero me miró como si yo fuera una idiota cuando en la época de los exámenes le entregué el trabajo de fin de curso impreso completamente en la otra cara de hojas que ya había usado antiguamente. Indignada, como si fuera un insulto, me aseguró que no aceptaría un trabajo así. Doble moral en estado puro. © Oído por casualidad / vk
20.
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En mi empresa, a los fumadores se les permite salir a la calle en cualquier momento. Yo incluso me tomo estos descansos de 3 a 5 minutos: respiro ambiente fresco, reviso mi correo, leo las noticiario. Para mi presidente, esto es inadmisible, cree que los teléfonos son una suma en la que se pierde tiempo durante el trabajo. © Rozureido88 / reddit
23.
¿Te has topado alguna vez con situaciones parecidas? ¿Qué ejemplos de doble moral te indignan a ti?
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encasillame · 7 years ago
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Fanfic Isco Alarcón - Cinco caminos a Grecia.
El resto del fic aquí
Capítulo 5
           El viernes, más que el inicio del fin de semana, parecía el fin de un maratón militar en el que llegaba junto con Paula, después de una guardia muy ocupada, a mi casa para repartirnos y complementar apuntes de patología. Los chismes y pormenores nos los habíamos contado en el camino, para apurar los apuntes y poder ir a descansar. Ya tendríamos otro día para pasarlo juntas, me decía constantemente, pero ese día se reprogramaba cada vez más. Le rogué por cinco minutos para darme un baño y ella accedió mientras aprovechaba de ir leyendo mis apuntes y compararlos con los suyos. Bendita sea la tecnología que con un simple click iba a bastar para yo guardar lo que necesitaba y viceversa. Ya luego los transcribiría con papel y lápiz porque yo era de las anticuadas que no estudiaba por fotos, pero al menos nos ahorraba un montón de tiempo.
           Ya yo me había enfundado en mi pijama de pollitos y casi terminaba de tomarle fotos a los apuntes de Paula desparramados por mi cama, cuando afuera se escuchó un rugido demoníaco de un coche que debía venir a mil por hora. Acto seguido, escuchamos a Mario bajar al galope las escaleras y supimos de qué se trataba. Paula casi voltea las hojas al salir despedida hacia la ventana para asomarse.
           -¡Joder! ¡Ven a ver, Grecia!
           -Si me dices que es Bisbal en un Lamborghini, pues venga…
           -Pues es Isco y no me preguntes que coche es, parece el batimovil – respondió divertida, con la cabeza entre las cortinas - ¿Será que podemos bajar rápido a ver si lo veo?
           -¡No seas boba!
           Pero ya ella había salido casi corriendo de puntillas escaleras abajo. Me asomé para llamarla de regreso a mi habitación.
           -¡Eso es! – saltó Paula con cara de que había tenido una idea brillante, desde el pie de las escaleras - ¡Isco es a quien debes llevar a la fiesta de navidad! ¡Hostia, maja! ¡Y después la tonta soy yo!          
           -No, olvídalo – negué con suavidad. Mi respuesta serena claramente decía que ya había pensado y descartado esa opción.
           -¡Pero…!
           La puerta se abría y se colaban desde afuera risitas ahogadas y comentarios.
           -¡Te van a escuchar! – le advertí entre dientes - ¡vuelve aquí!
           En lugar de eso, se apresuró a meterse a la cocina. La seguí con un resoplido.
           -¡Ay, deben tener hambre! – dijo mi mamá al vernos.
           Paula ya estaba sentada en un banquito, con los codos apoyados en el mostrador.
           -Tráete los apuntes para acá y así me pongo al día con July – me sonrió no sin cierta maldad. Ella sabía que lo que menos quería era atravesar la sala.
           Sin embargo, no hizo falta. Mario entró a la cocina seguido de Francisco, quien saludó con gran encanto y efusividad a mi mamá. A ella le brillaban los ojos como cuando veía al animador de la Ruleta de la Suerte. Incluso Dino salió corriendo a su encuentro, moviendo la cola y tratando de lamerle los dedos. Él le rascó la cabeza con cariño.
           -Bonito pijama, Sudáfrica – se burló, dirigiéndome una mímica de aleteo de gallina, alzando los codos - ¿Cómo estás?
           Paula soltó una risita exagerada para hacerse notar.
           -Ella es mi mejor amiga – anuncié, sin responderle el saludo.
           Él se apresuró en extenderle la mano y darle dos besos, diciéndole que estaba encantado y que no sé qué, mientras ella le decía que también y que lo felicitaba y demás babosadas. Quise instarla a fuerza de miradas a que volviéramos arriba, pero ella permanecía renuente. Entonces, mi mamá les preguntó si querían quedarse a comer. Alarcón la rechazó con suma amabilidad, diciendo que ya se iban y que sólo había entrado para saludarla a ella.
           -Ay, de hecho, July… yo también debería irme – dijo Paula, como si se disculpara.
           -¿Adónde vas? Si quieres, puedo darte el empujón  - se ofreció él, encogiéndose de hombros.
           -Ah, pues si no es molestia, encantada – sonrió – y así te envío el pendrive con Mario de una, ¿eh, Grecia?
           -O si ella quiere venir, la dejo hasta conducir – dijo en un tono entre coqueto y burlón.
           -Quillo… - le dijo Mario por lo bajo, con la misma expresión de disimulo que yo había utilizado para Paula.
           -Tranquilo, hermanito – me reí – que ni porque fuera un Ferrari me darían ganas de ir.
           -Puedo ir a buscar el Ferrari en casa sin problemas, si me das diez minutos – bromeó él, señalando hacia la puerta.
           No le hice caso y le dije a Paula que mejor me enviara todo al correo. No quería esperar hasta que Mario llegara, entrada la madrugada, para organizar lo que tenía que estudiar. Paula, no sé si sincera o cómplice, contestó que era imposible enviar esa cantidad de información por mail. Francisco le extendió las llaves a Mario.
           -Llévalas tú que la Noruega me tiene pánico – me señaló con la cabeza – yo te espero aquí y ya está.
           -Mira que eres tonto, Alarcón – me reí.
           -La tonta es otra que por malcriadeces no acepta un favor – puntuó mi madre, en un ácido tono. Francisco concordó, intentando no reírse.
           Rodé los ojos y por fin cediendo, les pedí que esperaran a que me cambiara el pantalón.
           -No te deshagas de los pollitos, venga – se quejó Alarcón, con falsa tristeza.
           Paula, que era más carcajadas que persona, me acompañó arriba para buscar sus cosas. Estaba bullendo de emoción y haciendo un gran esfuerzo para no mostrarla, porque sabía que yo le rodaría los ojos y rompería esa burbuja en un dos por tres.
           En el coche no me encontraba a gusto, sobre todo porque Mario y Francisco hacían chistes malos de todo, había mucho tráfico y mi teléfono se descargaba. Yo intentaba entablar conversación por lo bajo con Paula, pero ella insistía en integrarnos a la charla general.
           -Joder, que me muero de hambre – dijo Mario, eructando sonoramente.
           -Pues por tu prisa, hemos rechazado la cena de tu madre – se quejó Isco – lo peor es que está cerrado – señaló hacia un gran almacén de computadoras que se veía a unas cuadras más allá.
           Mario soltó otra sarta de groserías.
           -¿Y ustedes no tienen hambre? – preguntó Alarcón, mirándonos por el retrovisor. Las dos negamos – Yo tengo un antojo de comer algodón de azúcar… pero así, una pechá…
           -Que ya pareces embarazada y todo, quillo.
           Paula le recomendó sitios donde podría calmar su antojo, acto seguido él nos preguntó qué tan apuradas estábamos. No respondí nada, pero el disgusto se me notó en la cara. Paula procuró calmarme, pero nos alejábamos cada vez más de la vía hacia su casa y yo, que sabía que esto pasaría desde el principio en que acepté el “favor”, me mantuve en silencio, tratando de balancear mis niveles de ira.
           Llegamos a un parque de diversiones que parecía desierto, a pesar de sus luces encendidas, dándole un aire fantasmal. Francisco lo rodeó hasta dar con un estacionamiento vacío, rodeado de una cerca metálica y flanqueado por un enorme portón protegido por un guardia de seguridad rechoncho y adormilado. El conductor se caló un gorro de lana azul y apeándose del coche, nos invitó a seguirlo. Yo, pensando en la clandestinidad, el lugar y el gorro, me imaginé un acto criminal, sentí que la sangre se me bajaba de golpe y en medio de aquella confusión, Paula halaba de mí para que me bajara. Dieron las buenas noches al guardia que nos apuntaba con su linterna, cuatro chiquillos con las manos hundidas en los bolsillos en un parque mecánico cerrado, ¿qué podíamos querer nosotros allí? Miré a mi amiga, bufando de impaciencia. Tan pronto Mario me mirara, le haría saber con puro ojos que no entendía que coño hacíamos allí.
           Francisco le dijo al guardia que sabíamos que habíamos llegado tarde y ya estaban en mantenimiento, pero que las chicas éramos “turistas” y nos había prometido conocer el parque. Que su hermano había trabajado muchos años ahí y por eso sabía que ya estaban en hora de prueba y mantenimiento, pero que a lo mejor nos podría dejar pasar. Le di un codazo a Paula, pero ella se encogió de hombros, estaba tan perdida como yo.
           -Váyanse, no es hora de bromas – dijo el guardia con aspereza.
           Sin embargo, Alarcón no se rindió y dibujó su mejor sonrisa.
           -Venga, no me gusta hacer uso de privilegios, pero te propongo un trato, tío.     El guardia parecía indignado de que lo tuteara y le tratara de tío. Todo empezó a darme muy mala espina.
           -Juego en el Málaga y te podría conseguir una docena de entradas para el partido del domingo y te llevas a quien tú quieras…
           El hombre se deshizo en carcajadas.
           -Joer… ¡y yo soy Cristiano Ronaldo!      
           Francisco lo acompañó en la carcajada y se le acercó, quitándose el gorro.
           -¿No me crees? Soy el veintidós – y se colocó de espaldas.
           El guardia curioseó con la mirada en su cabeza rapada, y al igual que yo, reparó en unos garabatos hechos con la rasuradora a la altura de la nuca, una letra “M” y efectivamente, el veintidós, lo que pareció abrirle los ojos.
           -Isco… - susurró  el guardia y casi lo abraza.
           -El hermano de Antonio – le sonrió con amplitud, dándole una palmada en el hombro.
           -Venga, que me has dejado pasmado.
           -Entonces, ¿Qué me dices? ¿Doce entradas y nos dejas pasar un rato?
           -Vale, pero poco dedo a las máquinas, ¿eh?
           -Sólo a las que no han probado todavía, prometido.
           Francisco le pidió el número de teléfono y prometió contactarlo para la entrega de las entradas, mientras el portón metálico se abría silenciosamente ante nosotros como por arte de magia. Estrecharon manos y entramos al parque casi desolado, con nuestros pasos resonando por los caminitos de piedra.
           -¿Me quieren decir qué hacemos aquí? – pregunté por fin.
           -Pues vinimos a comprar algodón de azúcar – dijo Alarcón con obviedad.
           Mario, que apenas también se daba por enterado, se rió con fuerza, dirigiéndole un “estás loco, tío” por lo bajo.  Francisco, calándose de nuevo su pasamontañas, caminaba con total naturalidad como si conociera el sitio mejor que su casa. Nos acercamos a la taquilla de venta de entradas, vacía y con las luces apagadas, seguían encendidas las del pequeño techo que sobresalía de ella y las máquinas de golosinas alineadas unas al lado de la otra como refulgentes soldados. Sacó dinero del bolsillo y lo introdujo a la máquina que vomitó dos bolsas con algodón de azúcar rosa.
           -¿Qué quieren ustedes?
           -Joder, tío… que esto no es comer – se quejó Mario.
           -Que es un aperitivo, macho, no llores – le respondió en un tono que pretendía calmarlo.
           -A ver, yo quiero probar – saltó Paula, acercándose y sacando dinero de su bolso.
           -Que no, que no, que yo invito, guapa – le dijo Isco – a Canadá ni le pregunto, como ella es vampiro y no come…
           Le respondí con una sonrisa irónica. Aún con las manos buscando calor en los bolsillos, caminamos entre aquellos monstruos de metal, algunos completamente muertos, otros quietos y expectantes, con las luces titilando. De vez en cuando veíamos pasar a lo lejos gente de uniforme que arrastraban cables y andaban de prisa, pero ninguno parecía reparar en nosotros.
           -Yo nunca me monté en un bicho de estos – contó Paula, observando la rueda de la fortuna de veinte metros de alto que se veía al fondo, destacando por la blancura de sus luces perennes contra el cielo negro sin estrellas ni luna.
           Francisco casi se atraganta de la sorpresa.
           -¡¿Nunca?!
           -No – se rio ella – mi madre le tiene pavor a todo y nunca me traía a parques así… Lo que le dijiste al guardia no era del todo mentira.
           -Pues no se hable más.
           Y tomándola de la mano la arrastró hacia el aparato. Mario y yo intercambiamos miradas de fastidio y los seguimos de mala gana. Llegamos cuando él se posicionaba tras el tablero de control.
           -¿Estás seguro? – le preguntó ella, temerosa.
           -Tú calmadita, que mi hermano trabajó mil años aquí y yo le suplía cuando él estaba con resaca. Yo sé todo de estos bichacos…
           Yo miraba la suficiencia de Alarcón y estaba entre la incredulidad y la verdadera angustia, pero sabía que nada de lo que dijera disuadiría a Paula de aquella aventura.
           -¡Ay, pero no quiero ir sola!          
           -A mí ni me mires – bufé.
           -Yo no te puedo acompañar, el club me lo prohíbe – le dijo él con cierta tristeza – pero ánimo, que no pasa nada…
           -No, así no – se arrepintió Paula.
           -Perro, has el favor.
           Casi como una orden, Mario acató y se subió con Paula en el cubículo donde fácil cabrían dos personas más. Grititos de miedo y emoción se escucharon cuando al montarse, el aparato se mecía, con su techo que asemejaba a un paraguas iluminado destellando en el cielo. Alarcón accionó los botones y la rueda comenzó a moverse, Paula se reía como una chiquilla, aferrando el brazo de Mario. Nos apartamos un poco para verlos ascender y yo también sonreía, sin estar segura de porqué.  
           -Ya sabía yo que algo veníamos a hacer aquí – dijo Francisco a mi lado, sin apartar la vista de la máquina.
           -Mira que te lo va a agradecer…  
           -No lo digo por ella.
           Me quedé callada esperando uno de sus comentarios trillados.
           -Lo digo por tu hermano, ¿hace cuánto no lo veías con una chica?
           Me provocó una carcajada verdadera y volteé a verlo, asintiendo.
           -Pero poco puede salir de ahí, ¿eh?
           -Shhh, tú qué sabes.
           La rueda ya casi daba la vuelta completa y Paula, ya más adaptada, me saludaba desde lo alto. Saqué mi teléfono para tomarle fotos y videos, diciéndole que los subiría a todos lados.
           -¡Madre mía, que no los vea la vieja!  - chilló.
           -¿Y tú adonde quieres subirte? – me preguntó Francisco.
           -Al coche para que me lleves de regreso a casa.
           -¿Ah, sí? Pues tan renuente que estabas al principio, ya ves.
           Me reí, él me ofreció de su algodón de azúcar, el cual rechacé amablemente.
           -Entonces, ve a buscarme una soda – dijo con naturalidad.
           Le quité la bolsa de mala gana y saqué una hilacha de algodón. Él se rió.
           -Vaya que por fin pruebas mis babas…
           -Te encantan los monólogos, ¿no?
           -¿Qué puedo hacer? A ti hay que sacarte las palabras con un cincel.
           -Gracias.
           -No era un cumplido.        
           -Para mí sí – y volví a robarle otro poco de algodón.
           -La segunda cita parece ir muy bien – me sonrió.
           -No sabes cuándo callarte – negué con fastidio, sin poder evitar reírme.
           Él aprovechó aquel momento para mirarme. Paula y Mario parecían querer darse otra vuelta.
           -Te pasa algo – me dijo y no era una pregunta.
           Negué rápidamente, extrañada.
           -Sí, no estás… No estás cabreada, como de costumbre – dijo en voz baja – estás como… triste.
           Miles de cosas me pasaron por la cabeza. La fiesta de navidad, la sonrisa de Nohelia, Paula discutiéndome y él, Francisco, que estaba ahí como un ticket de salida, pero era una salida en la que no podía confiar. Sonreí porque no iba a servir de nada mentirle, pero lo hice para hacer ver que no era nada.
           -No estás tan mal… - le respondí.
           -Soy mejor conversando que con los monólogos, de hecho – arqueó las cejas. ¿Era esa una invitación para abrirme y contarle?
           -De hecho… - comencé, pero me vi interrumpida por los gritos de Paula que ya empezaba a marearse lo que agradecí porque me arrepentí instantáneamente de lo que iba a decir.
           Alarcón corrió hasta los controles de la rueda, riendo. El aparato fue ralentizando su movimiento hasta detenerse en la parte de abajo. Sonreí para recibir a mi amiga, emocionadísima y despeinada, con cara de haber saldado una deuda vieja de su infancia.
           Me alegré de volver al coche, esta vez sí, pero también me alegraba por Paula y el momento que acababa de vivir. Los chicos se entretuvieron cuchicheando algo fuera del coche y para cuando reanudábamos el camino, mi mamá nos llamó por teléfono. Dino se había escapado y no lo encontraba por ningún lado. Con angustia, le pedí a Francisco que por favor fuéramos a casa lo más rápido posible. Paula se mostró de acuerdo, ya la llevarían a ella más tarde.
           Encontramos a mi mamá de pie en la acera envuelta en un chal, nos bajamos enseguida para hacerle preguntas y comenzar a buscarlo. Francisco bromeaba con Mario encimándole el coche y haciéndolo rugir, a mí empezaba a agotárseme la paciencia.
           Paula salió tras de mí, haciendo ruiditos y llamando al perrito, mirando hacia todos lados. No podía haber ido demasiado lejos. No hacía demasiado frío, pero las piernas se me entumecían rápido. Mientras caminábamos calle abajo, volvimos a escuchar el rugido del coche deportivo. Yo solté un improperio contra Francisco, diciendo que no era el momento para esto y Paula trajo de nuevo a colación la idea de la fiesta de navidad, pidiéndome que aprovechara el momento y volví a rebatirla en múltiples modos.
           -Todo lo que me has dicho son excusas y las dos lo sabemos. Ahora, dime la verdad – pidió ella con seriedad.
           -No quiero deberle ningún favor, ¿ya?
           -¡Pero si ya él te debe un favor!
           La ignoré y seguí llamando a Dino a gritos. Ella no parecía querer darse por vencida.
           -Pau, ya déjalo, por favor. El tío no me cae bien, así que no pienso andar de hipócrita solo porque necesito su ayuda.
           -De verdad, no entiendo porque…
           Se vio interrumpida por ese ruido sordo de nuevo, áspero. El coche pasó volando por nuestro lado, alborotándonos el pelo, casi como una estela escuché la risa de Mario y lo que las luces delanteras me dejaron ver, me paralizó. No tuve tiempo de gritar y de haberlo hecho, el sonido de los frenos hubiese ahogado mi voz. Dino dudaba en el medio de la carretera y al igual que yo, se congeló ante ese ruido ensordecedor y aquellas luces tan brillantes.
           Apenas escuché el chillido. Paula se llevó las manos a la boca. Los chicos se bajaron apresurados del coche, Isco fue el primero en agacharse. Lo trajo en los brazos, en un amasijo jadeante de pelos y sangre.
           -Vamos, Tailandia, hay tiempo – me miró suplicante. Tenía los ojos inmensos, abiertos de par en par.
           Dino jadeba y gemía de forma lastimera. La ira y el pánico me ascendían como corriente desde los pies. Temía hablar porque sería una explosión que luego no podría controlar. Corrimos hasta la casa, el coche quedó en el mismo sitio. Me abrí paso hasta la lavandería e hice que colocaran al perro en el lavadero. Le pedí a Paula el maletín de emergencias y fue a buscarlo rápidamente a mi habitación. Examiné las heridas del cachorrito que aullaba de dolor con cada toque y observé que tenía las patas traseras quebradas y una lesión abierta en la cadera.
           Le inyecté rápidamente un antiflamatorio y un analgésico, con ayuda de Paula y comencé a tratar la herida abierta con un poco de anestesia local. Hacía las cosas con un horror impropio de mí misma, me sentía totalmente incapaz al tratar a un animalito y no a una persona, estaba dudando de todo. Además, los aullidos desconsolados del pobre Dino me ponían aún más de los nervios. Francisco y Mario se hallaban en nuestros cuellos, casi conteniendo la respiración y estorbándonos en nuestras tareas. En un momento, Dino se quedó dormido y pensé, con horror, que se había desmayado del dolor ya cuando casi terminaba de cerrar la herida.
           -¡He sido yo! ¡He sido yo, no pasa nada! – me indicaba Paula con voz firme, extrayendo la aguja del lomo del perrito donde le había inyectado otro calmante – ¡termina la sutura para que nos piremos a emergencias!
           Y así lo hice. Lo envolvimos en una sábana vieja y lo metimos en una cesta plástica. Él se estremecía y temblaba, seguro aún sintiendo dolor a pesar de todos los calmantes. Francisco condujo como en una verdadera emergencia, esquivando calles con semáforos y tragándose flechas. Llevaba el suéter salpicado de sangre y el ceño más fruncido que nunca bajo el borde de su gorro de lana. Íbamos en tensión, mientras Mario ubicaba la clínica veterinaria en el GPS y Dino gemía en la cesta en su estado de seminconsciencia.
           Lo atendieron tan pronto llegamos y me llevaron a mí aparte para hacerme una serie de preguntas, mayoría de las que pude responder a medias porque en realidad era muy poco lo que sabía del pequeñito. A pesar de todo, del poco tiempo que lo había tenido y mi verdadera intención de devolverlo a su dueño o darlo en adopción, me dolía muchísimo verlo así y me preocupaba mucho más que no pudiera recuperarse. Inquietos en una sala de espera vacía, aséptica, rodeada de plantas de interior, sillas bajas y cojincitos para las mascotas, la tensión era demasiada para hablar. Yo no quería ni siquiera pensar y dejaba vagar la vista por los posters de gatitos y perritos en las paredes, por la cartelera llena de folletos sobre enfermedades comunes de las mascotas y publicidad de alimentos y vitaminas. Con un gruñido exasperado, Mario anunció que no aguantaba más y que saldría a fumar. Paula se apartó hacia un rincón alejado para hablar por teléfono. Francisco me clavó la vista mientras yo trataba de hacerme la desentendida.
           -Lo siento, ¿vale? – me dijo con un hilo de voz – sé que no vale de nada, pero fue un accidente y lo siento muchísimo.
           Lo miré con furia, la boca apretada para que no se me saliera el mar de veneno con el que estaba dispuesta a ahogarlo.
           -Hostia, que voy en serio, maja – dijo, casi en una súplica – jamás habría querido lastimar al perrito…
           -Ustedes siempre andan tonteando y no miden las cosas… Nunca se paran a pensar en las consecuencias… es como si tuvieran cinco años – le dije en voz baja, pero en un tono duro.
           -Vale, Málaga, que fue un accidente, venga – se acercó adonde estaba sentada – vives cabreada conmigo, ya lo sé, pero esto sí que no lo he hecho a posta, ¿eh? Me siento súper mal…
           -Pues a ver si te sirve de algo…
           -¿Quieres dejar de darme la leche por un segundo? ¿por hoy? Que me estoy disculpando… - bajó la mirada para observarme de cerca, me revolví en mi asiento sin mirarlo.
           -Vale, discúlpate, ¿eso solucionará algo?
           Suspiró, contrariado y me tocó el brazo.
           -No, pero entonces déjame hacer algo por ti.
           Negué con la cabeza, riendo con amargura.
           -Yo voy a pagar la cuenta de aquí de la clínica y le compraré el tratamiento que necesita, lo podemos llevar al mejor veterinario de la ciudad y…
           -¿Y si lo sacrifican? ¿me compras otro perro? ¿uno mejor? ¿uno con pedigree? ¿uno que haga malabares y el desayuno? – le dije en mal tono.
           -Dino se va a mejorar – me aseguró – tanto como si yo te ayudo económicamente, como si no, pero necesito hacer algo.
           -Es mejor cuando no haces nada – me puse de pie – ya ves lo que pasa cuando me haces “favores”.      
           -Necesito ir a la fiesta de navidad.
           Mi cara se contrajo en una mueca de confusión.
           -Déjame ayudarte, Rusia, por favor – me dijo con seriedad.
           -¿Qué…?
           Sentía la aprehensión de Paula, paralizada en el rincón, esperando mi reacción.
           -Mario me lo dijo hace días.
           -¡Mario es un…!
           -Se lo dijo tu madre, ¿vale? Pero sabíamos porqué no habíamos acudido a mí, ¿ya? O sea, yo lo sabía… lo sé – hizo un ademán para que permaneciera en calma – Quiero ayudarte… te acabo de romper el perro, por Dios… déjame ir a la fiesta, es lo menos que puedo hacer…
           -¿Tú haces esto y de pronto eres tú el que necesita reivindicarse? ¿De repente eres tú la víctima y yo quien tiene que dejar que tú te libres del remordimiento?
           -Que intransigente eres, madre mía – soltó por lo bajo, colocándose las manos en la cintura, exasperado.
           -¡Pero es que tienes talento, de verdad! – le dije en tono enojado, con los dientes apretados para no armar un escándalo en plena sala de espera - ¡tienes un puñetero talento para hacerte el centro de todo! ¡para voltear las cosas a tu favor! ¡no eres el centro del universo, al menos no del mío, joder! ¡Así que déjame en paz!
           -Patalea todo lo que quieras, voy a ir a la fiesta de navidad – se encogió de hombros, casi con una sonrisa.
           -Vale y a ver si adivinas donde, cuando y  a qué hora – le espeté.
           -No me retes, eso es lo último que quieres hacer.
           -¡Y de paso me amenazas! – solté una risa absurda, aún molesta - ¡que cara tan dura, por Dios! Ahora que Dino está allá adentro deberías entender que lo mejor que puedes hacer por mí es desaparecer.
           -Mira…
           Se vio interrumpido por la veterinaria que se había acercado hasta el arco de la sala de espera con algunas hojas en la mano y una sonrisa incómoda. Se había dado cuenta de que estábamos discutiendo. Cambié radicalmente el rictus y me acerqué a ella con una sonrisa. Era muy joven, creo que incluso más que yo. Tenía el cabello castaño pajizo, más rubio hacia las puntas y un bronceado envidiable. Debía vivir justo en la costa o ir a la playa muy a menudo.
           -Él estará bien – me dijo con calidez, tocándome el antebrazo.
           Me habló de las fracturas y de la herida bien suturada por mí. Por suerte, no había necesidad de operarlo, le habían enyesado las patitas traseras y tendría que tener reposo absoluto con calmantes por tres días y luego se vería la evolución para quitarle el yeso. Yo no quería irme sin él, pero ella me convenció de que lo hiciera, pidiéndome que fuera a verlo a primera hora de la mañana. Francisco la abordó para hablarle de los gastos y las cuentas. Me aparté y dejé que lo hiciera, en parte porque sí lo sentía responsable de lo que había pasado y también porque ya no quería discutir más.
           Me sentía muy culpable de dejar a Dino sólo, pero deduje que no podría dormir en la sala de espera así que nos fuimos. Hicimos el recorrido en silencio, llevamos a Paula que se despidió con un mega abrazo, diciéndome que la mantuviera al tanto de la mejoría del perrito. No fue hasta que estuve en mi cama que recordé que no me había dado el pendrive, el único motivo que me había hecho salir de casa esa noche. Estaba muerta del cansancio, pero seguía dándole vueltas a todo lo que había pasado, sin lograr dormir. Trataba de ignorar también los mensajes que habían llegado en mi teléfono, pero terminé por agarrarlo. Eran de un número desconocido, pero sabía perfectamente de quien se trataba.
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isabella880 · 5 years ago
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20+ Conocidos estándares de doble moral ante los cuales cuesta quedarse callado
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El término “doble moral” apareció en el siglo XIX, aunque el aberración en sí mismo existe desde el principio de todos los tiempos. En la contemporaneidad, las personas tratan de ser objetivas y tolerantes, pero ver la doble moral en movimiento es posible casi en cualquier dominio de la vida humana.
Genial.guru está a valía de la honradez y la paz mundial, por eso no puede acaecer por detención semejantes ideas preconcebidas.
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Tengo un hijo de 7 abriles. Hace poco, se enamoró de una hermosa chica proporcionadamente educada. Se lo conté a una conocida mía, que tiene un peque y una pupila. Esto es lo que me contestó: “¿Qué es lo que te agrada? ¿Eres tonta? Tu hijo luego estará trabajando media vida para pagar sus manicuras. ¡Ya se ve que esta es una diva en potencia!”. Al mismo tiempo, a su propia hija le deja ver solo dibujos animados sobre princesas, para que desde la infancia sepa su valencia y luego no salga con algún insuficiente romántico. Mientras que su hijo, por el contrario, se educa bajo la premisa de que “todas las mujeres son tontas y no te merecen”. © Neta199128 / Pikabu
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Trabajo en una tienda de souvenirs. Uno de los artículos más económicos y asequibles pasa por una foto en una taza. En vísperas del Día del Padre, experimentamos una gran afluencia de clientes de apartado afeminado. Mientras hacía la maqueta, escuché el posterior diálogo entre mis amigas: — ¿Y si por el Día de la Mujer ellos incluso nos regalan tazas? — ¿Ellos? ¿A nosotras? ¿Nos regalan TAZAS? Al fin y al punta, si en vísperas del Día del Padre podemos tener entre 30 y 40 pedidos, entonces antiguamente del 8 de marzo está proporcionadamente si tenemos, como mucho, 10. Y de estas diez, la centro son para “Querida mamá” o “Querida abuela”. Las abuelas y las madres valoran el detalle y no el precio. © ulun426 / Pikabu
“Bueno, ¿dónde están mis calcetines y gel de ducha?”
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Cuando mi esposa y yo decidimos tener un perro, todos nuestros familiares estaban asustados y repetían al acorde que a un perro había que sacarlo a pasear todos los días, llevarlo al médico, vacunarlo, educarlo, y adicionalmente, este haría ruido, nos estropearía cosas, haría sus evacuación en las esquinas, no podríamos dejarlo solo en casa. No podríamos ir de receso a ningún sitio y todo esto requeriría de mucho tiempo y caudal. Pero cuando mencionamos tener un hijo, todas las preocupaciones sobre nuestro bienestar crematístico y psicológico desaparecieron de inmediato: todo el mundo estaba encantado. Doble moral e hipocresía, tal y como son. Vamos a tener un perro. © Escuchado por casualidad / vk
9.
Estoy buscando trabajo. Voy de entrevista en entrevista. En una empresa, el director me dice: — ¡Nos conviene! En principio, puede nacer desde mañana mismo. Pero por ahora no firmaremos los papeles, trabajará así. — Vale, de acuerdo. Pero solo si el salario pactado por el primer mes me lo paga por superior. Al director le saltaron incluso los fanales: — ¿Está de broma? ¿Y si no trabaja todo el mes? — Lo trabajaré, ¿por qué lo duda? Un mes no es ausencia, ni tan siquiera un periodo prolongado. — Bueno, ¡solo son palabras! — Pero si usted siquiera me ha ofrecido ausencia, fuera de palabras. Durante un minuto me liquida con la vistazo. — No nos conviene, adiós. © Buhalsbomjami / Pikabu
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Mi amiga trabajaba como merchandiser. Era su segundo o tercer año como empleada, es una trabajadora comprometida: los estantes siempre estaban en orden, reponía las mercancías a tiempo. Sus compañeras, responsables de otras áreas, hacían el trabajo de una modo proporcionadamente diferente: podían acaecer cosas por detención alguna que otra vez, y con frecuencia, todo el mes.
Entonces mi amiga, que incluso era estudiante, empezó tener exámenes y se puso a trabajar haciendo lo mismo que todos los demás, es afirmar, en vez de cada semana, visitaba todas las tiendas una vez al mes, simplemente porque no le daba tiempo de hacerlo más. Y el presidente, al resistir a final de mes, procedió a acaecer revista, vio el desorden y en la reunión la regañó: “Está bien que los demás tengan cierto desorden, estoy acostumbrado, ¡pero tú! ¡Lo esperaba de cualquiera menos de ti!”. Le puso una penalización en el salario. © KrasaPolina / Pikabu
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Soy un pequeño de 26 abriles. Juego al tenis de mesa y, a menudo, voy a entrenar a un centro deportivo emplazado en el palacio de artes infantiles. Al mismo tiempo que estoy con los tenistas, ocupando la centro de la sala, se dan clases para niños de karate. ¡Cuánto me indignan sus madres que, cada vez, entran en el vestuario masculino como si fuera su casa! No se molestaron en enseñar a sus hijos de 8 a 10 abriles a vestirse de modo independiente. Me imagino el aullido que sonaría si yo hubiera entrado en un vestuario de mujeres para ayudar a cambiarse de ropa a mi hija. © Oído por casualidad / vk
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En la universidad, tenía una profesora de Ecología muy fanática. En cada clase, nos hablaba con entusiasmo sobre lo importante que es preservar la naturaleza, usar papel de modo económica, ya que este es nuestro oxígeno, reciclar la basura, poner filtros en los automóviles y similares. Pero me miró como si yo fuera una idiota cuando en la época de los exámenes le entregué el trabajo de fin de curso impreso completamente en la otra cara de hojas que ya había usado antiguamente. Indignada, como si fuera un insulto, me aseguró que no aceptaría un trabajo así. Doble moral en estado puro. © Oído por casualidad / vk
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En mi empresa, a los fumadores se les permite salir a la calle en cualquier momento. Yo incluso me tomo estos descansos de 3 a 5 minutos: respiro ambiente fresco, reviso mi correo, leo las noticiario. Para mi presidente, esto es inadmisible, cree que los teléfonos son una suma en la que se pierde tiempo durante el trabajo. © Rozureido88 / reddit
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¿Te has topado alguna vez con situaciones parecidas? ¿Qué ejemplos de doble moral te indignan a ti?
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thebrokengenius · 5 years ago
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ᴀʙᴏᴜᴛ ᴍᴇ:
⊱ ┊ ɴᴏᴍʙʀᴇ: Alaric Dean Dakworth Fournier.
⊱ ┊ ᴇᴅᴀᴅ: 19 años.
⊱ ┊ ʟᴜɢᴀʀ ᴅᴇ ɴᴀᴄɪᴍɪᴇɴᴛᴏ﹕Marsella, Francia.
⊱ ┊ᴏᴄᴜᴘᴀᴄɪᴏ́ɴ﹕Inventor y dibujante.
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⊱ ┊ ʜɪsᴛᴏʀɪᴀ:
Un inverno no tan frío en las playas de Marsella, Lorraine Fournier trabajaba arduamente en la cafetería que era de su padre. Estaba al borde de la banca rota, pero no importaba, debía mantener el negocio en pie.
Un hombre mayor que ella cruzó la puerta del negocio, de traje elegante y apariencia severa. Se cautivó de inmediato por la apariencia de Lorraine,una joven de rizos rubios y ojos verdes, preciosa por dónde se le viera. Ambos tuvieron un fugaz romance, a pesar de que ese hombre estaba casado y era un extranjero que debía volver a casa.
El romance duró dos meses, la Fournier estaba muy entusiasmada por las promesas que su nuevo amor le hacía, confiaba en él y por eso no dudó en confesarle, con gran alegría, que estaba esperando un hijo suyo. Lamentablemente, no salió como esperaba, el hombre partió de regreso a Inglaterra al día siguiente, sin darle ninguna explicación.
Lorraine tenía un buen consuelo, de ese romance fallido salió un regordete bebé de ojos verdes como los suyos y cabello oscuro como su ex amado, al cual nombró Alaric en honor al abuelo del recién nacido. Nació el 20 de septiembre, en una tarde lluviosa.
El pequeño Alaric creció con su madre, nada les faltaba a pesar de los problemas económicos. Lorraine era una escritora, que perseguía su sueño de escribir novelas románticas, que a pesar de todo, seguía escribiéndole al padre de su hijo. Y su niño aprendía todo de ella, la admiraba, la quería. Pero la vida nunca era justa con los Fournier, cuando Alaric tenía 4 años su madre fue diagnosticada con cáncer y murió cuando tenía 5 años.
Alaric recordaba a su madre hasta la fecha, a pesar de ser muy pequeño cuando la perdió. El niño terminó en un orfanato de su ciudad natal, donde descubrieron su don por las matemáticas y su increíble capacidad mental, ahí comenzó a aprender más que cualquier niño de su edad, logrando resolver ecuaciones diferenciales a sus 7 años de edad. Para cuando tenía 8 años, era evidente que se trataba de un niño prodigio.
Ese mismo año, el millonario Howard Dankworth hizo aparición en el orfanato de Alaric, en lo que parecía un simple acto de beneficencia. Ahí conoció al niño, quedó maravillado con sus habilidades y decidió adoptarlo y llevárselo a Londres, Inglaterra. Alaric no se quejó, su actual hogar tenía muchas carencias y jamás se había sentido completamente bien viviendo en ese orfanato.
El francés no tardó en aprender inglés rápidamente,  otros idiomas como español e italiano se unieron a su lista de saberes poco después. Pero no todo era perfecto, había salido del orfanato sólo para llegar a una jaula de oro, la mansión Dankworth. Ahí tenía tutores que pasaban todo el día enseñándole las ciencias exactas, convirtiéndolo en un niño que sabía más que cualquier adulto promedio y cuando cumplió 12 años, su padre le pedía ayuda con sus negocios, llevaba una gran compañía tecnológica.
Alaric pasaba por mucha presión, el hombre que lo adoptó tenía otra hija, una hija biológica mayor que él y jamás tuvo ninguna muestra de cariño con el niño, motivo por el que el francés siempre pensó que el Dankworth lo había adoptado sólo por su IQ superior. Howard, en muchas ocasiones, le dejó claro a Alaric que si no contribuía a su empresa, lo echaría de su familia.
A los 14 años hizo a su primer amigo de verdad, Christopher, otro joven inglés de familia adinerada. Pasaban todo el tiempo juntos, crecieron juntos. El chico comenzó a desarrollar sentimientos por él, sentimientos que nunca antes había sentido por un hombre y un día, en el que ambos pensaron que tenían la mansión para ellos solos, Alaric le robó un beso. Para su mala suerte, Howard Dankworth los vio y lo primero que hizo fue correr a Christopher de la casa, cuando estuvieron a solas le soltó una bofetada a hijo y soltó una frase que se quedó grabada en la mente de Alaric: “Ningún hijo mío será un maricón”.
Ese mismo día, movió sus contactos y mandó a  Alaric a estudiar a Estados Unidos, al  Massachusetts Institute of Technology (MIT). El chico no tuvo más opciones, le tenía miedo a su padre adoptivo y no quería que su amigo tuviera problemas por su culpa. A pesar de la distancia, se mantuvieron en contacto, Alaric mandaba cartas, correos eléctronicos, todo para saber sobre él.
Cuatro años después volvió a Londres, con su primer carrera en Robótica y la segunda que era Ingeniería Física. La relación con su padre estaba permanentemente rota y al llegar a la capital inglesa, no supo más del que había sido su mejor amigo. Poco después, le llegó una oferta que cambiaría su vida.
Le ofrecieron un puesto en un famoso laboratorio italiano, tenía una buena reputación y era la excusa necesaria que Alaric necesitaba para alejarse de su padre. Convenció a Howard obsequiándole la patente de la mayoría de sus robots, armas y dispositivos electrónicos , quedándose con sólo tres para mantenerse a sí mismo. Al llegar a Florencia,  ciudad en dónde estaba ese laboratorio, no lo convencieron las ramas de investigaciones que llevaban y decidió no aceptar el trabajo, pero no le dijo nada a su padre. En lugar de eso, audicionó para  The Italian Elite School of Arts a sus 16 años, para combinar su amor por la ciencia con el dibujo y vivir lejos de su pasado que tanto dolor le había causado.
⊱ ┊ ʜᴀʙɪʟɪᴅᴀᴅᴇs:
❍: Su IQ es de 135, se considera un coeficiente intelectual superior.
❍: Sabe de matemáticas, física, química, biología y un poco de medicina.
❍: Es bueno reparando todo y creando nuevas cosas, es muy creativo.
❍: Es muy bueno dibujando, pero es una habilidad que mantiene oculta porque su padre lo regañó por interesarse en algo diferente a lo científico.
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⊱ ┊ ᴘᴇʀsᴏɴᴀʟɪᴅᴀᴅ:
Alaric tiende a ser desconfiado, no cede fácilmente ante el cariño que recibe porque siempre sospecha de los motivos de la gente. No es presumido, a pesar de que a veces usa su ego a modo de broma.
Es alguien muy sincero y directo, normalmente se toma las cosas de manera literal porque no estaba acostumbrado a convivir con otras personas hasta que llegó a el colegio.
Le gusta tener todo bajo control y encontrar una explicación para todo, cuando esto no pasa se pone muy nervioso y termina teniendo ataques de ansiedad, lo cuáles sufre desde que tenía 13 años, pero su padre solía llevarlo a un psicólogo y sabe los mecanismos para detenerlos.
⊱ ┊ ᴄᴜʀɪᴏsɪᴅᴀᴅᴇs:
❍:  Guarda una caja que está llena de las cartas que su mamá escribía a su padre biológico, pero en ninguna de estas viene el nombre del señor. Conserva una foto de su madre, también.
❍: Tiene una colección secreta de dibujos que ha hecho durante toda su vida.
❍: Llegar a Italia lo ayudó a aceptar su bisexualidad, casi todas las personas cercanas a él saben sobre su orientación sexual.
❍: Ha pensado, en muchas ocasiones, cambiar su primer apellido por Fournier, el de su madre.
❍: Su segundo nombre, Dean, fue elegido por Howard.
❍: Es un gran fan de Pink Floyd.
❍: Le gusta mucho la ciencia ficción, todo tipo de películas y libros relacionados con el tema.
❍: Hay un gran secreto en su vida que todos desconocen, Howard Dankworth es en realidad su padre biológico y sólo el patriarca de los Dankworth lo sabe.
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cgtcorreosvalencia · 6 years ago
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PROGRAMA DE PREVENCIÓN DE RIESGOS PENALES DEL GRUPO CORREOS
CGT CORREOS PONEMOS AL ALCANCE DE LA PLANTILLA ALGUNOS ASPECTOS DEL POCO CONOCIDO DOCUMENTO
(Extractos textuales del redactado)
El presente Código de General de Conducta se presenta, además, como protocolo interno adicional a los actualmente existentes en el Grupo CORREOS, a los fines de prevenir el riesgo de imputaciones delictivas.
1.  INTRODUCCIÓN 
A los fines de prevenir el riesgo de imputaciones delictivas, la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos, S.A. ha procedido a la identificación de los posibles riesgos de imputación penal  y a añadir a los procedimientos ya implantados, una serie de protocolos (…) destinados a prevenir la comisión de ilícitos penales. Con este mismo objeto de prevención se aprueba el presente catálogo de conductas prohibidas. 
2.  OBJETIVO 
En el listado que se recoge a continuación se incluyen actuaciones o conductas cuya realización o ejecución resulta prohibida para los empleados de Correos y Telégrafos (…) Estas prohibiciones tienen por objeto evitar una posible imputación penal tanto de la Sociedad Correos y Telégrafos, como de sus miembros en el desarrollo de su actividad profesional o laboral. En consecuencia, queda prohibida la ejecución de las conductas que a continuación se detallan aun cuando las mismas se ejecuten en nombre y por cuenta de Correos y Telégrafos, y aun cuando se persiga un provecho o beneficio, directo o indirecto de cualquier clase para la Sociedad. 
3.  ALCANCE 
Este catálogo de conductas prohibidas es aplicable a: •  Los empleados, y los miembros del Consejo de Administración de Correos y Telégrafos. (…) Es responsabilidad de las personas y sociedades más arriba mencionadas hacer respetar y cumplir el presente Catálogo. Ninguna clase de incumplimiento del mismo será tolerado o ignorado. Ningún empleado que denuncie su incumplimiento podrá ser sancionado por este motivo.
5.1.  CONDUCTAS (PROHIBIDAS) CONTRA LA INTEGRIDAD MORAL 
 •  Comentarios, bromas, afirmaciones o amenazas de contenido agresivo, insultante o humillante a subordinados, realizados de forma reiterada y grave.
 •  Comentarios degradantes a subordinados relacionados con su forma de vestir, orientación sexual, raza, cultura o religión, realizados de forma reiterada y grave.
 •  Utilizar un lenguaje abusivo, amenazador o grosero de forma reiterada y grave para dirigirse a subordinados.
 •  Asignar reiteradamente a un subordinado objetivos o proyectos con plazos imposibles de cumplir y tareas que son manifiestamente imposibles de terminar en el tiempo facilitado. 
 •  Difamar o deshonrar de manera reiterada y grave a un subordinado frente a sus compañeros u otros jefes (propagando rumores maliciosos, injuriosos o calumniosos que menoscaben su reputación, imagen o profesionalidad).
 •  Retener reiteradamente información crucial para la ejecución por un subordinado de su trabajo o manipularla para inducirle a error y acusarle después de incompetencia o ineptitud profesional.
 •  Bloquear reiteradamente el desarrollo o la carrera profesional de un subordinado, limitando, retrasando o entorpeciendo gravemente su promoción interna, la asistencia a cursos o seminarios que permitan su desarrollo profesional sin causa que lo justifique.
 •  Impedir de forma reiterada y grave a un subordinado cualquier toma de decisión o iniciativa personal en el marco de sus responsabilidades y funciones laborales.
 •  Ejecutar de forma reiterada y grave las anteriores conductas frente a un subordinado con el fin de que cause baja voluntaria en la Sociedad.
 •  Inducir o incitar de forma reiterada y grave a otros superiores de los que dependa un subordinado nuestro, a participar en cualquiera de las conductas prohibidas anteriores.
Según el Informe Anual Integrado 2017 del Grupo Correos, El “Programa de prevención de riesgos penales” está adaptado a la Circular de la Fiscalía 1/2016 y a los requisitos del art. 31 bis 2 del Código Penal (derivados de la modificación introducida por la Ley Orgánica 1/2015).
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piruetacompleta · 7 years ago
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10 lugares que visitar en Madrid imprescindibles
 Hay muchos lugares que visitar en Madrid, una de esas ciudades que se deben disfrutar de día y de noche. Durante el día puedes pasear por sus calles y plazas con encanto, visitar sus famosos museos y palacios, ver sus monumentos históricos, comprar en sus mercadillos o relajarte paseando por el parque del Retiro. Y cuando llega la noche, no puedes dejar de hacer una ruta de tapas y cañas por el barrio de La Latina, Chueca o Malasaña, para terminar la noche en algún local de moda hasta el amanecer y desayunar un buen chocolate caliente con churros.
Hemos visitado muchas veces Madrid, por ocio y trabajo, así que basándonos en nuestra experiencia, hemos realizado una lista de los que creemos, son 10 lugares que visitar en Madrid imprescindibles. ¡Empezamos!
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1. Gran Vía
La Gran Vía es la calle más famosa de Madrid y un paseo imprescindible para todos los que visitan la ciudad. Su construcción se remonta a principios de siglo XX, en el que se construyeron grandes edificios como el Grassy, el de Telefónica o el Edificio Metrópolis, uno de nuestros favoritos de Madrid. Esta calle en la que no puedes dejar de mirar a todos lados mientras andas, es famosa también por sus grandes teatros, en los que se representan algunas de las mejores obras y musicales del momento.
Además, la Gran Vía es uno de los principales ejes comerciales de la ciudad, en la que se encuentran tiendas de ropa y calzado de grandes cadenas nacionales y internacionales, además de disponer de una gran oferta en restauración, algo que le dan un ambiente único, sobre todo cuando llega el buen tiempo y sus terrazas se llenan de gente.
Si quieres llevarte la mejor foto de la Gran Vía una buena opción es subir a la cafetería de El Corte Inglés de Callao desde la que verás la avenida con el famoso cartel de Schweppes y el edificio de la Torre Madrid al fondo.
Una buena opción para ver la Gran Vía y todo el centro con los edificios mejor iluminados es reservar este tour nocturno por Madrid de noche con guía.
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2. Plaza Mayor
Situada en pleno centro de la ciudad, muy cerca de la Puerta del Sol, la Plaza Mayor es otro de esos lugares que visitar en Madrid imprescindibles. Con 129 metros de largo y 94 de ancho, esta peculiar plaza está rodeada de edificios y lugares destacados como el Arco de Cuchilleros, el arco más conocido de la plaza, que sirve como uno de los accesos a la misma, la Casa de la Panadería, el edificio más importante de la Plaza Mayor y la Estatua de Felipe III, un regalo del Duque de Florencia.
Una de las mejores cosas que hacer en Madrid es sentarte en alguna de sus terrazas para tapear con una buena cerveza fría o comerte el tradicional bocadillo de calamares. Tentador, ¿verdad?
Si tu visita a Madrid es en época navideña, no puedes perderte el mercadillo navideño, que tiene lugar en este punto de la ciudad, donde además de los típicos puestos navideños podrás encontrar los artículos de broma tan característicos en estas fechas en la capital española.
Un recorrido que empieza en esta plaza al anochecer es el tour de los fantasmas en el que descubrirás rincones con secretos y el lado oscuro de la ciudad, considerado uno de los mejores tours de Madrid.
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3. El Retiro
El parque del Retiro, un jardín histórico situado en el centro de la ciudad, es perfecto para desconectar del ruido de la ciudad, practicar deporte, pasear o simplemente sentarse en un banco para leer o estar en contacto con la naturaleza.
Aunque se puede visitar en cualquier momento, visitarlo un domingo es asegurarse poder disfrutar de un ambiente mucho más animado en el que no faltarán músicos, diferentes espectáculos para niños y mayores y hasta videntes, a los que siempre puedes preguntar cuánto tardarás en volver a esta increíble ciudad.
Dentro del Retiro no puedes perderte una visita al Palacio de Cristal y al estanque, una de las imágenes más famosas del parque, donde si vienes en primavera o verano, las estaciones preferidas por los turistas que visitan Madrid y hace buen tiempo, puedes alquilar una barca para disfrutar del entorno.
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4. Museo del Prado
El Museo del Prado tiene una de las colecciones de arte más importantes del mundo y es el más visitado de España. El museo tiene varias obras de grandes maestros de la pintura como
Velázquez, el Greco, Goya, Tiziano, Rubens, el Bosco, entre otros muchos. Algunos de los cuadros famosos y que no te puedes perder durante el recorrido por el Prado son: Las Tres Gracias de Rubens, El Caballero de la Mano en el Pecho de El Greco, La Maja Desnuda y el El 3 de mayo en Madrid de Goya, El Jardín de las Delicias de El Bosco y la obra maestra de Velázquez, Las Meninas.
La mejor forma de visitar el museo es reservar esta visitar guiada con un experto en arte e historia para no perderte ningún detalle y con el que además te saltarás las largas colas.
Horario de visita: todos los días de 10 a 20h, domingos y festivos cierran a las 19h.
Madrid tiene otros grandes museos que merece la pena visitar como el Reina Sofía, con el famoso cuadro del Guernica de Picasso o el Museo Thyssen-Bornemisza.
Una buena opción para visitar estos dos museos es reservar la oferta que incluye la visita guiada del Reina Sofía y El Prado o esta oferta que incluye los tres museos más importantes de Madrid. Con cualquiera de estos tours ahorrarás tiempo saltándote las colas.
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5. El Rastro
Si tu visita a Madrid coincide con un domingo o día festivo no puedes dejar de pasear por el Rastro, uno de los lugares más emblemáticos de Madrid, en el que estamos seguros, tendrás que guardar el monedero para no saltarte el presupuesto.
Este mercado al aire libre, ubicado en el barrio de la Latina tiene más de 400 años de historia que se reflejan en los cientos de puestecillos que se sitúan alrededor de la Ribera de Curtidores, donde se dan cita todo tipo de objetos que puedas imaginar, desde ropa a muebles, pasando por antigüedades o souvenirs. Busques lo que busques, seguro que lo encuentras en el Rastro.
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 6. Palacio Real de Madrid
El Palacio Real o Palacio de Oriente, fue la residencia oficial de los reyes de España hasta que se trasladaron al Palacio de la Zarzuela. Su uso actual es para recepciones, ceremonias de Estado y actos oficiales. El Palacio se encuentra rodeado por los jardines Sabatini y los del Campo del Moro, desde este último de estilo inglés se obtienen unas magníficas fotos con el Palacio Real de fondo.
Merece la pena visitar el interior de este enorme palacio para ver los salones y las habitaciones reales, la Farmacía Real y la espectacular Armería Real, una de las más importantes del mundo.
Si quieres saltarte las colas y quieres conocer mejor su historia, puedes reservar esta visita con guía o esta oferta que también incluye la visita guiada al Museo del Prado.
Horario de visita: todos los días de 10:00 a 20:00 de abril a septiembre, en los otros meses cierra a las 18:00.
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7 Puerta del Sol
La Puerta del Sol, situada en pleno centro de Madrid, es una de las plazas más conocidas de España y uno de los lugares que visitar en Madrid más imprescindibles. Algunas de las calles principales y más comerciales de Madrid terminan o pasan por esta plaza, por lo que seguro, la verás varias veces durante tu visita a la capital de España.
En esta plaza se encuentran varios puntos de interés como la Estatua del Oso y el Madroño, el Reloj de la Casa de Correos, ese lugar que todos hemos visto alguna vez en la retransmisión de las campanadas de fin de año, donde millones de madrileños se dan cita ese día para celebrar el inicio del año nuevo, y el “kilómetro 0“, debidamente señalizado y lugar del que no puedes irte sin una foto.
Una buena opción si no dispones de mucho tiempo para visitar la ciudad es reservar el autobús turístico que para en los principales puntos de interés de la ciudad.
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8. Puerta de Alcalá
“Ah! y ahí está, y ahí está
Ahí está, ahí está
viendo pasar el tiempo la Puerta de Alcalá”
Quién no ha tarareado en alguna ocasión esta letra de Ana Belén y Victor Manuel, que tiene como protagonista uno de los lugares más famosos de Madrid. Seguro que no hay nadie que no la conozca, así que, como ya habrás supuesto, este es otro de los lugares que visitar en Madrid que te aseguramos, no olvidarás.
La Puerta de Alcalá, una de las cinco antiguas puertas reales que daban acceso a la ciudad de Madrid, está situada en el centro de la rotonda de la Plaza de la Independencia y es parecida a los Arcos de Triunfo romanos, además de deber su nombre a un camino que llevaba hasta Alcalá de Henares y que pasaba por este lugar.
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9. Catedral de la Almudena
Considerado como el edificio religioso más importante de Madrid, la Catedral de la Almudena fue la primera catedral que se consagró fuera de Roma en 1993 por el Papa Juan Pablo II. La catedral se encuentra en el centro histórico de Madrid, frente al Palacio Real, y está dedicada a la Virgen María.
Merece la pena entrar para ver su interior exquisito, muy distinto al resto de edificios religiosos y con un colorido que cobra protagonismo en las vidrieras.
Horario de visita: todos los días de 9 a 20:30h.
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10. Templo de Debod
El Templo de Debod, situado en la en la zona oeste de la Plaza de España, es otro de los grandes lugares que visitar en Madrid. Este antiguo templo de más de 2.200 años de antigüedad fue un regalo de Egipto a España por la ayuda que prestó en su momento para salvar Abu Simbel de las aguas de la Gran Presa de Asuán.
El Templo de Debod se ha convertido en un lugar precioso en el que disfrutar de la tranquilidad y el relax, sobre todo a última hora de la tarde, desde donde se puede contemplar un atardecer único que seguro, no olvidarás.
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Gastronomía madrileña
Sí, lo sabemos, este no es precisamente un lugar que visitar en Madrid, pero no podíamos dejar de incluirlo en esta lista y más teniendo en cuenta que en muchas ocasiones la gastronomía es una de las mejores formas de conocer un lugar. ¿Te animas?
La gastronomía madrileña es una auténtica delicia para el paladar, compuesta de platos consistentes y llenos de sabor entre los que destacan el cocido madrileño, los huevos estrellados, los soldaditos de pavia, las rosquillas de Santa Clara, el bocadillo de calamares o los caracoles a la madrileña.
Pero si lo que buscas es algo más ligero, Madrid es el mejor lugar para tapear, ya que muchos de sus platos más característicos se sirven en pequeñas raciones, a modo de tapa, con los que podrás degustar gran parte de la gastronomía en un sólo lugar. No sólo debes ir de tapas por los bares y terrazas de barrios como La Latina, Chueca o Malasaña, mercados cubiertos como el de San Miguel o San Antón son auténticos templos de la gastronomía madrileña con productos frescos de calidad.
No hay nada mejor que terminar un viaje con una gran cena o comida y de eso Madrid va sobrada.
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https://www.viajeroscallejeros.com/lugares-que-visitar-madrid/
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nt160294 · 7 years ago
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¿Como ser youtuber? (digo la palabra imbeciles muchas veces)
Están tan estereotipados que podría generalizar y hablar de esto por horas y horas (o escribir), y válgame que mirar un rato los canales de la comunidad de los países hispanoparlantes podemos encontrar a unos pocos con contenidos variado, o unos con el mismo contenido aburrido de siempre, o bien simplemente encontrar a una parte haciéndolo todo por tendencia, a veces cayendo en cosas tan bajas como meter asuntos de su vida privada (con otras personas), falsos videos de accidentes, bromas de pésimo gusto a gente desprotegida, o bien hacer peleas contra otros youtubers posiblemente igual de orates. 
¿y esto en que puede afectar? 
Desgraciadamente para imbéciles con voz existe un club de fans aún más imbéciles que ellos donde se pueden tragar todo, hasta sus metidas de pata diciendo “huy, esto fue un experimento social (hasta psicólogos salieron los hijos de perra)”. Donde de igual forma muchas veces no siguen al sujeto en cuestión por lo que llegue a balbucear, si no solo porque se mira “guapo”. 
Este grupo de personas hasta la fecha les pusieron la etiqueta de “influencers”. Etiqueta que de igual forma es usada para decirles a la borregada de idiotas hasta la forma de cagar. 
Pero, en fin, pues solo de manera generalizada diré como ser un youtuber y listo. 
  1.- Es importante la personalidad por lo que necesitamos que seas algo imbécil, pero con un toque de presuntuosidad, nihilista y prepotente al mismo tiempo. Debemos tomar en cuenta que solo tú puedes tener la razón, el resto no está en lo correcto, solo tú, y por ello solo lo que tu hagas (o tu youtuber favorito o tus amigos) es lo correcto, la opinión inquebrantable que puede aplicar ante cualquier contexto, (y obvio caer de la verga). 
2.- Algo con lo que debas de presentarte. Donde puedes usar desde una frase donde en tono de infantiloide amanerado expreses toda tu falsa felicidad al posible público que mira tus videos, hasta una introducción que va hasta la mitad del video hablando de sugerencias, y algunas cosillas que obvio no nos interesan. O bien, si eres de ser algo tímido solo basta un saludo simplón moviendo las manos y mostrándonos la jeta de chimpancé drogado que tienes encima. De otra forma, en algunos videos debes aplaudir siempre y mostrar el ánimo sin gracia que quieres transmitir al resto. 
3.- Habla más de lo mismo que se habla en internet. En realidad, no se habla de más contenido nuevo en la mayoría de los youtubers nuevos. Al menos si eres un internauta viejo (de principios del 2000 a la fecha), puedes darte cuenta que se vienen reciclando las mismas cosas una vez tras otra y así sucesivamente ¿y esto a que va?, es muy sencillo buscar un artículo de internet antiguo de un sitio medio abandonado (o sacar algo de una presentación de power point de los que enviaban a tu correo la década pasada), leer y solo redactarlo para tu próximo video, o bien; solo medio memorizarlo y decir la misma pendejada pero a tu modo de ver las cosas, del cual en este último debes de mostrar tu humor antipático del cual solo a ti te da gracia. No se te olvide nunca también dar mención a tus usuarios y también dejarles participar sugiriéndote contenido de mierda como algunos retillos. Algunos de estos podrán ser desde regalar dinero, hasta patear gente en silla de ruedas o dar galletas con dentífrico a los vagabundos.
4.- La moda siempre es importante. Nunca olvides decorar tu habitación, comprar un sillón caro, y artículos varios como ropa, zapatos, celulares, cámaras que sean impagables para el resto. La imagen de un pseudoburgues de barrio es lo que les gusta a las personas hoy en día, así que al inicio gasta, pues debes dar la apariencia que vives como tal. Algunas veces puedes hacer videos falsos donde humillas personas interesadas (obviamente todo falso), o donde y haces alguna actividad de tu medio.
5.-  Invéntate rivales falsos. Sean haters, gente del mismo medio o un sujeto X que se metió con tu persona o una persona ajena, y hablar todo el tiempo de ello, dedicando horas y horas de valioso contenido hablando de lo malvada y siniestra que es esta persona (tiempo que bien puede ser usado para subir un tutorial de como curar el cáncer), para que así puedan saber estas personas con qué tipo de personas están tratando. Todo el tiempo vas a pelear con alguien por lo que seguido debes estar preparado y también por lo que siempre debes de tener argumentos (aunque falsos) del por qué tú no eres responsable de nada, donde eres casi un alma de dios.
6.- Habla mucho sobre la supuesta Deep web o sacar referencias respecto a ella.
7.- Si eres chica o un amanerado puedes entrar a Tumblr y robar contenido, donde obviamente lo mostraras en YouTube, donde también mostraras tus lindas piernas mientras das algunos consejos de maquillaje, o si bien no es eso vas a subir un video tomándote fotos ridículas con el título “Imitando fotos Tumblr”. Es importante tomar a Tumblr como un estilo de “zer thu myzma i aserte notar”, y también hacerlo saber. Siempre es esencial comprar camisetas con portadas de nirvana o de cierta banda de post punk (sin saber que putas es el post punk), también debes mostrar tu interés falso por la fotografía, porque también punto importante y para cumplir el punto 1, eres una persona nihilista supuestamente por lo que también dices ser amante de alguna arte.
8.- No olviden suscribirse a mi canal para así crearme la falsa ilusión de ser famoso o juntar algunos centavos a costa de contenido de mierda que ustedes se tendrán que tragar por accidente. Bueno, solo díganlo de una forma más bonita.
Y por ahora, siguiendo estos sabios puntos podrás ser otro youtuber de mierda más, que ira por ahí contaminando la puta tierra. 
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protubers-blog · 7 years ago
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Haz* un Muñeco de Nieve Falso – Con solo 2 Globos – { Navidad ❄ 2015 } | Lokos por el arte
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protubers-blog · 7 years ago
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