#Ay me emociona este convo ajajajajaj <3< /div>
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andrecavalieri · 7 years ago
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Life makes echoes
                                                     @dr-cavalierigiselle
La situación se había puesto un tanto compleja con su esposa y no era que André buscara restar importancia a sus errores del pasado, sino que simplemente tenía muy arraiga en su ser que la familia era familia. Evidentemente, Giselle jamás lo iba a comprender, pues las Martin siempre hacían frente a las situaciones o como él decía “los secretos de familia”, en cambio los Cavalieri de Albizzi no conversaban de los temas, no los enfrentaban del todo, simplemente los dejaban pasar, o bien, los ocultaban. Así paso con su infidelidad en su joven matrimonio, sus padres y hermanas se habían enterado, pero jamás supieron los detalles, solo le recalcaron que familia era familia y que él se había casado para toda la vida. No es que le incomodara ese último aspecto de su vida, pues amaba a Giselle, él era consciente que esa mujer era el amor de su vida y que con ella iba a llegar hasta el final de los tiempos. Sin embargo, cuando el ego se vio enfrentado con la inmadurez, André Cavalieri de Albizzi actuó por instinto, buscó demostrar su hombría y también, buscó comprensión en brazos familiares, pero totalmente ajenos. Se encontró con un alma tan inestable como se encontraba la suya y de ahí que hubo una fractura en él, tuvo que volver a comenzar, a deconstruirse y a ser honesto. A dejar de escudarse en nombres, en posiciones, para así enfrentar los hechos y luchar por quien le importaba. 
No fue fácil, André tenía que luchar con su orgullo y aún más con su soberbia aprehendida. No obstante, el amor resulto triunfante, Giselle fue más sabia que él, más compasiva y más generosa. Una persona admirable y una maestra a los ojos de este nuevo André. No comenzaron de cero, sino que construyeron desde los vestigios del derrumbe, parcharon las heridas y se encargaron de que estás cicatrizaran bien. En el proceso, él aprendió más de sí y se enfrentó a la vida como un simple hombre, se entrego a sus emociones y aprendió a restarse cuando no había necesidad de él. La vida no estaba enfocada en él como le habían enseñado, no podía pretender que las cosas se hicieran a su voluntad y mucho menos podía esperar que se le entregara amor según sus condiciones. Por lo que paso a ser simplemente André, un hombre casado, médico y enfocando en su presente, en las sorpresas que se le entregaban día a día. Así fue como él junto a Giselle se fueron consolidando como pareja, no fue fácil, estaban fracturados y ella con el corazón roto. Mas está vez fue diferente, André no se rindió a la primera, fue perseverante, buscó el perdón, demostró con hechos su cambio y por sobre todo, reconquisto a su mujer, le hizo saber día a día cuanto la amaba y lo feliz que era de que ella decidiera compartir su vida junto a él. Palabras que hasta día de hoy perduran, él la ama y es feliz, con una casa, con ella y con dos hijas maravillosas. 
La vida jamás ha si lineal, las personas nunca son tan intachables o tan transparentes, además, se construyen con un otro. En la historia de su vida hay muchos individuos con quienes ha compartido cambios, quienes han sido eco de sus gritos como también de sus susurros. Si bien, ella no tenía la responsabilidad de sus mal accionar, era ese tercero en discordia. Ella era esa serpiente seductora que lo llevo al pecado cegado por la incapacidad de verse menos hombre, por ser machista. Pero ¿qué culpa tenía ella? Ninguna. André lo sabía y a quien se le preguntará respondería que la culpa había sido absolutamente de él, pero resultaba difícil que Giselle lo viera de ese modo. No es que la culpara, pero implícitamente había un resentimiento, no por ella y ni por él, sino por lo que había sucedido. Ella representaba en físico la crisis que la pareja había tenido, se rememoraban los recuerdos en ella y en su falta de tacto con respecto al tema, a pesar de que no tenía porque tenerla, ya que para ella no había sido más que una simple aventura, un goce placentero que simplemente se disfrutaba. No habían consecuencias para la morena, ya que en aquel entonces no le debía respuestas a nadie, sus acciones no dañaban a un otro, por eso el peso del placer no repercutió en ella como si lo hizo en los jóvenes esposos. 
La leona francesa volvía a su vida después de casi diez años sin verla, sin saber qué era de su vida o cómo se sentía con ella. André solo se había enterado de algunos hechos de la existencia de ella por su hermana Lucrecia, pues ambas mujeres desde pequeñas se hicieron muy buenas amigas, como él también lo fue de ella. Sucede que de niños todos son iguales, no hay diferencias, ellos simplemente disfrutaban de los juegos hasta tarde, de los baños en la piscina de piedra, de correr por los grandes padros italianos, jugar alrededor de los olivos o cerca de los viñedos. La vida de verano de los tres pequeños Cavalieri de Albizzi se disfrutaba en Siena, en la casa de un reconocido artista italiano que se había exiliado a lo rural para producir sus esculturas. De ahí que se hablaba del tío Lorenzo y la tía Chiarella, dos amigos de sus padres que se habían vuelto familia, al igual que ella, la prima Léonie. No eran parientes sanguíneos ni políticos, solo parientes que la vida te regala, pero que de todas formas los vuelves familia y aquella era lo más importante para un Cavalieri. Mas el tiempo avanzo, los niños dejaron de ser niños y de preocuparse de solo jugar, para pasar a ser adolescentes, de modo que los juegos cambiaron, del mismo modo sus interés. A los doce años ya todos tenían otro tipo de despertar y la pasión se tomaba de forma más adulta, queriendo siempre probar cosas nuevas. Así que aquellos dos meses en Siena era hacer de ese lugar su hogar, por lo que se hacían de amigos temporales, de novios de verano, de fogatas y de baños desnudos en el río. Veranos memorable de los cuales se afianzaba mucho más los lazos filiales y su prima se volvía más familia.
Finalmente, la adolescencia paso rápido, los interés de todos se dispersaron. Primero fue Lucrecia, quien se fue a estudiar a Londres finanzas para seguir los pasos de su padre, luego quedaron los tres, los gemelos se separaron y la prima Léonie siguió su camino, siempre enfocado al arte como los gustos descubiertos en la casa en Siena. Mientras que André se fue a Estados Unidos a estudiar medicina y economía, y Cecilia se quedo en Italia probando diferentes carreras, con ganas de disfrutar más la comodidad de una vida más tranquila y natural, igual que su personalidad. Paso mucho tiempo antes de que ellos se volvieran a reencontrar para estar nuevamente los cuatro juntos. Hasta que por cosas del destino, tras cinco años de casados, la crisis golpeó a André y su inmadurez junto con el ego herido lo llevaron a la irracionalidad. Encontrada justo en el momento en que el tiempo volvía a reunir a los ya no jóvenes muchachos en unas vacaciones de una semana en Siena. El velorio del tío Lorenzo reunió a la familia y provoco el reencuentro de dos jóvenes adolescentes que quisieron probar de la vida dentro de la inexperiencia. Léonie y André no perdieron la chispa de adolescentes, él ya era todo un hombre y ella una mujer. La semana fue grata, llena de recuerdos, de risas, de vino y de fiestas. Lucrecia y su pareja, Cecilia y su novio, ella y él, todos compartiendo una semana que los lleno de nostalgia. Sin embargo, la semana no termino solo ahí, André aún despechado y sin saber noticias sobre Giselle, se dejo llevar por el deseo y por emociones confusas, por lo que su estadía en Italia se extendió una semana en casa de sus padres y de citas con su prima. Al principio solo eran conversaciones para rememorar, hablar de sus proyectos y bobadas, remarcando siempre la diferencia de lo que habían sido y lo que eran ahora. El italiano extrañaba la sensación de sentirse interesante para una mujer, de ser halagado y constantemente felicitado, de hacer crecer su ego bajo el nombre de conde se Albizzi, de que comprendieran su posición. Por lo que la despedida de ese encuentro fue nostálgica, pero no se quedo en ese sentir, él dentro de su inmadurez siguió a la prima hasta Londres, se envolvió de su ambiente y anestesio su dolor tras su fractura matrimonial. Cayó en el pecado y le fue infiel a su esposa, se dejo llevar por una ilusión, por recuerdos de quien ya no era y, por sobre todo, se dejo llevar por el ego herido de un hombre que no supo enfrentar con madures el fracaso laboral.
Como bien se explicó, tomaron años en que las heridas fueran sanadas, que los fantasmas y monstruos se controlaran, para así dejar que Giselle y André fueran un verdadero matrimonio. Sin embargo, diez años después él estaba en casa preparando la cena, expectante a las emociones de su esposa, no quería que ella sufriera lo que había sufrido, pero a la vez intentando volver a ser un Cavalieri de Albizzi y respetando los códigos familiares con los que su padre lo había educado. Por eso recibió a la prima Léonie, le dio la bienvenida en su casa, pues entre ellos ya no había nada, lo pasado solo había sido un momento en que un alma inestable y poco valorada, se junto con una aventurera. “¿Por cuánto tiempo piensas estar en Hawaii?” Preguntó el italiano desde la cocina americana, mientras preparaba una lasagna para la cena.
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“No lo sé amor, pueden ser meses, como pueden ser años o lo que me resta de vida” contestó Léonie desde la sala mientras le daba a degustar a Liv gelato de mora. “Dime, ¿por qué tanta insistencia en saber sobre mi vida, cuando no he recibido llamadas o correos para saber de la tuya” reclamó la contraria. “Mira que ocultarme que tenías dos preciosas niñas que son iguales a Lucrecia y Cecilia, solo que pelirrojas. Que mal papá tienes Liv, eso no se le oculta a la tía Léo” puso voz infantil cuando se dirigió a Liv, quien encantada estaba haciendo gracias a la nueva visita y al mismo tiempo, queriendo degustar otra cucharada de gelato. “Por lo mismo, quiero saber de ti. ¿Cómo es eso que te divorciaste?” volvió a hacer preguntas, pues necesitaba de las respuestas para el interrogatorio que tendría con Giselle cuando esta llegara. Sobre todo cuando tendría que decirle que su prima se estaría alojando en la habitación de invitados hasta que la reforma de su casa estuviera lista. “Oh bueno, mi marido…digo ex marido, Gustav, me odia. No pudo perdonar mi infidelidad con mi pasante, en la universidad me pusieron muchas condiciones para seguir con el cargo, mis estudiantes creían que tenía un gusto por salir con niños, así que fue el momento perfecto para comenzar de cero y con un proyecto como la tienda” respondió a su primo restando importancia a los hechos que aún le afectaban, siempre mirando las cosas como si no tuvieran peso, pero en su interior lo tenían y ella necesitaba alejarse, porque a pesar de sus errores, aun seguía queriendo a Gustav. “¿Qué hay de ti, cómo va la vida de casado? Es la segunda esposa, ¿no?” preguntó Léonie, pues cuando ella tuvo una aventura con André, él había recalcado que se iba a divorciar y jamás había conocido a la mujer por la cual había estado tan mal. Después se entero que se casaría en Florencia, recordó haber recibido una invitación, pero no pudo asistir, pues con sus padres planifico una expedición por Egipto para escribir su tesis de doctorado. Posteriormente, Lucrecia y Cecilia hablaron de una boda en Australia y otra renovación de votos en Hawaii, la más reciente. “Mi vida es maravillosa, solo mira, vivo en el paraíso con una sexy pelirroja y tengo a dos angelitos” bromeó con arrogancia, a lo que Léonie acompañó con la risa. Al fin el contrario se quitaba la tensión con la cual la había recibido. Cuando él iba a proseguir, el llanto de Luna comenzó a sonar por el intercomunicador, interrumpiendo la respuesta seria de André y sus acciones, pues de inmediato fue a ver a su hija, dejando a Léonie junto a Liv. “A ver Liv, papi dijo que no hablabas mucho, pero yo te haré hablar. Di mi nombre y te doy Gelato” propuso a la pequeña, quien la miraba con una gran sonrisa. “Anda pequeña hermosa, di Léo” Repitió ofreciendo una cucharada a la niña. “¿Cómo hacen las leonas?” cambió su táctica, a lo que la niña le respondió con un “rawr”, la morena se rió por lo encantadora que era la pequeña y le dio la cucharada ofrecida, pero siguió insistiendo en que niña dijera su nombre, sin percatarse de que alguien llegaba a la casa. “Vamos cariño, di Lé-o, mi nombre es igual a los animalitos que hacen rawr. Anda hermosa, di Léo y te doy otra cucharada. Dios, eres igual de mimada que tu padre” repuso en tono de broma a lo que la pequeña la acompañó con la risa.
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