André Rossi Cavalieri de Albizzi | conde de Albizzi | 43 años | cirujano general y catedrático | padre de Liv & Luna | eternamente enamorado de Giselle
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AMY ADAMS 2019 Oscar Portrait by Mark Seliger
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Amy Adams 91st Annual Academy Awards | February 24, 2019 in Hollywood, California.
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[dr-cavalierigiselle]
Giselle sonrió tímidamente, parecía increíble pero aún después de todos los años que tenía con André su suegra aún lograba dejarla sin palabras con aquel carácter tan propio de ella, afortunadamente Cecilia salió en su rescate, algo que le agradeció con un leve asentimiento. —Es que cada lugar tiene su encanto, Gaia.— Murmuró la pelirroja con cautela no queriendo provocarla aún más y menos si de compañía estaba Lucrecia. Apenas habló se largó a reír de las palabras de su marido, era un tonto pero lo adoraba por sacarla de aquel apuro, seguramente en otra oportunidad le habría respondido pero esas palabras no eran prudentes delante de sus suegros. La incomodidad volvió después de la pregunta de la italiana mayor, la relación de sus padres era un tema un poco complicado, tal y como la personalidad de su madre. —Es que papá y mamá tienen una relación diferente a la de nosotros, quiero decir, mi madre es una mujer independiente a la que no le gusta el compromiso ni la rutina y mi padre la ama lo suficiente como para entenderlo y aún así serle fiel al amor que se tienen.— Explicó moviendo sus manos, tanto Giselle como Gillian preferían mantenerse al margen de la relación de sus padres pero ambas estaban seguras de que se amaban y no había muchas cosas en el mundo que pudieran separar sus almas, quizá sus cuerpos pero nunca sus almas. —Además papá tiene que atender los negocios de la familia en Australia y no quiere dejarle todo el trabajo a mi hermana. Supongo que ambos se escaparan una que otra vez para verse y viajar.— Concluyó asintiendo.
Estuvo de acuerdo con la aseveración de Cecilia, como siempre, pero no mucho con la de Lucrecia pues empezar a remodelar no era algo que le animara mucho. —Tengo que confesarte que esa vista fue lo que terminó de atraparme a la casa, la vista y el closet del cuarto principal.— Bromeó. —Tendré en cuenta tu oferta para más adelante, Lucrecia, ahora mismo nos gustarían unos meses de paz y de disfrutar de las niñas. Crecen tan rápido que André y yo queremos aprovechar de esta etapa al máximo.— Asintió con una sonrisa, no quería ser tajante con el tema pero tampoco quería aceptar la oferta, no por ahora. Disfrutaba mucho de la comida italiana, era una de sus favoritas, así que sin mucho problema se decidió por un platillo de raviolis de espinaca y salsa de vino para ella. Se acercó a su marido pensando que discutirían el platillo de las niñas cuando escuchó algo totalmente distinto. Se sonrojó de solo recordar la noche de su aniversario, en aquella oportunidad Gi había tomado un par de copas extras y estaba siendo bastante desinhibida. Para su suerte nadie en la mesa lo notó así que se dispuso a responder la pregunta de su ‘hermana’. —En Hawái dejé a una persona de mi confianza encargada de la dirección, por los momentos ayudaré desde aquí pero lo más probable es que abra una extensión de la fundación en Londres.— Con André habían discutido el tema pero no habían concretado nada aún.
Gaia negó no queriendo hacer desaires a su nuera, pero siendo inevitable no mostrar que estaba en desacuerdo a esa respuesta. El lugar era asqueroso, pero lo bueno era que su hijo, esposa e hijas ya estaban en un lugar más decente. “Oh, comprendo” mintió dando una respuesta políticamente correcta. “Algo inusual, pero son pocas las parejas afortunadas que quieren compartir la vida en las buenas y en las malas, ¿no es así querido?” la matriarca cogió la mano de su esposo y compartieron miradas. Resultaba evidente que la mujer tenía ideas erradas y bastante arcaicas de la sociedad a diferencia de las australianas, de igual modo, no eran problemas para André. Sus padres eran sus padres, pero su familia eran Giselle y sus niñas, así que poco importaba lo que pensaran realmente sus hermanas y madre. “Mamma lo dices solo porque no podrías quedarte sin amor una noche” bromeó, en referencia a lo apasionado que decían que eran los italianos. Sacó carcajadas de Cecilia y su padre, pero Lucrecia se mantuvo estoica junto con su madre, pues las mujeres eran demasiado para aquellas bromas. “Además, ya quisiera yo que las niñas puedan hacerse cargo de su vida para viajar por el mundo” recalcó, defendiendo la vida que llevaba su suegra, la cual le parecía interesante, aunque solo que él no podría vivir sin Giselle. “Está bien, digo, querer vivir la vida no puede tener la edad como impedimento y las mujeres somos independientes, no necesitamos sentirnos realizadas por la compañía de un hombre” añadió Lucrecia, muy tranquila desde su esquina bebiendo champán.
El debate anterior amenguó y la conversación siguió, como eran muchos, a veces sus padres se distraían en conversaciones entre ellos y sus hermanas llenaban de preguntas a Giselle. André se mantenía en calma, pendiente de las niñas y acariciando la espalda de su mujer como muestra de apoyo moral. “Las piccolas crecen rápido, Liv era una cría en pañales y Luna con suerte balbuceaba meses atrás” repuso Lucrecia con un dejo de nostalgia, amaba a sus sobrinas y a veces le abrumaba verlas crecer tan rápido. “Es verdad, por eso estamos pensando en tener más niños” intervino André, dejando sorprendido a todos en la mesa. Mas no era sorpresa que la pareja quería más niños, aunque las posibilidades se veían bastante escasas, pero habían otras formas. Antes de que alguno pudiera responder, los meseros llegaron para servir el plato de entrada a la gran familia y por algo tomaron unos minutos.
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[dr-cavalierigiselle]
Rió por el comentario de André, aunque no lo admitiera nunca, ella también quería escuchar a las niñas con aquel acento. En Luna sería mucho más fácil pues apenas hablaba unas cuantas cosas, caso contrario al de Liv quien era toda una parlanchina. No le sorprendió el comentario de su suegra, a decir verdad, aunque Giselle estaba agradecida de la isla por haberse convertido en su hogar durante unos cuantos años, debía reconocer que estaba más cómoda en Londres. No solo por el estilo de vida allí sino también por el clima y la cercanía que ahora tenía con su familia. —Honolulu fue un lugar precioso todos estos años pero admito que regresar a Londres me ha hecho muy feliz, me he sentido como en casa, además, como dice acá estamos muchos más cerca de la familia.— Asintió mientras caminaba con su marido abrazado a su cintura y con Luna en el brazo. —Mamá está feliz, ha decidido mudarse con tía Michéle a Francia así que ahora estamos muchos más cerca. Prometieron visitarnos a fin del mes.— Explicó con una genuina sonrisa. Su familia siempre había sido su tesoro más preciado y ternerlos cerca era lo mejor que podía esperar.
Agradeció la iniciativa de André en cuanto al restaurante, Luna empezaba a fastidiarse y la pelirroja casi no podía contenerla ya. Una vez acomodados dentro se dirigió a sus ‘hermanas’, no había tenido oportunidad de conversar mucho con ellas. —¿Qué les pareció la casa? Yo estaba pensando en algo más pequeño pero con las niñas se necesita mucho espacio.— Comentó
La mujer negó y su marido simplemente sonrió a Giselle, pues todos conocían el genio que se cargaba la mujer y como era intransigente con sus gustos. “Lo están, jamás voy a entender ese cambio tan radical. Esa isla no tenía nada, de hecho ustedes fueron a entregar” inició Gaia con arrogancia y siendo despectiva con el lugar que visito solo una vez. “No porque a ti no te guste a los demás les tiene que parecer un mal lugar, de hecho a mí me gusto” admitió Cecilia, ayudando a su cuñada con el insoportable carácter de su madre. “Todos sabemos que nos fuimos para allá porque mi mujer me quería ver 24/7 en sunga” bromeó André guiñando un ojo a su esposa, el resto solo le quedo reír y su madre negar por semejantes palabrotas. “¿Tú madre? ¿Vaya, se divorció de tu padre?” inquirió Gaia, pues conocía la independecia de las Martin, pero jamás pensó que Megan se mudaría a Francia y dejaría Australia y a su marido.
Entraron al local, André como siempre se paseo y junto a su padre saludaron al hostes quien le dio la mejor mesa del local, pues como estaban en un segundo piso podían observar el London Bridge. Giselle comenzó la conversación con las hermanas de André, quienes habían estado bastante tranquilas considerando el carácter de ambas. “Me pareció maravillosa, porque el espacio es impresionante, además esas vistas de la ciudad que tienes en la sala de estar me parece perfecto” expuso Cecilia y le siguió Lucrecia. “Necesitan remodelar porque podrían sacar más provecho de ese espacio, conozco a un par de diseñadores que los pueden ayudar” ofreció como algo que tendría que considerar sí o sí. A cada uno se le entregó la carta para pedir platillos italianos, pues evidentemente él se iba a ir a la segura con su familia conociendo que el chef era muy aclamado. Mientras los demás hacían su pedido, André se acercó a Giselle para susurrarle al oído. “Hace dos meses te pusiste coqueta en la mesa de esa esquina” le recordó, pues habían venido a celebrar su aniversario. Sin embargo, la poca intimidad que podían tener en una gran mesa con los demás Cavalieri se vio interrumpida por las serias palabras de Lucrecia. “¿Cómo van a seguir con la fundación desde aquí?” inquirió a la pareja, aunque el proyecto era de Giselle.
#c|giselle#[andrélle]#lucrecia es una pesadilla jajajaja#todo lo encuentra mal#aunque el carácter lo tiene de la madre
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dr-cavalierigiselle:
Toda la familia de André estaba de visita en Londres, tanto los padres como las hermanas de su marido habían decidido hacer espacio en su ocupada agenda para visitarlos en casa y aprovechar de consentir a las pequeñas hijas del matrimonio. Y aunque el recibimiento que ambos le habían dado no era el indicado, Giselle estaba decidida a hacer el resto de la estadía de los Cavalieri muy placentera.
Después del desayuno se decidieron salir a recorrer un poco la ciudad, el clima se prestaba para un buen paseo y era un plan que beneficiaba a todos. La pelirroja decidió vestir unos jeans ajustados, una camisa celeste y un par de bailarinas en tonos dorados. Arregló a las niñas con vestidos a juego y bajó para reunirse con el resto de los miembros. Unos pocos minutos después todos se encontraban en el centro de la ciudad. —Londres es hermoso, André y yo adoramos la ciudad.— Comentó con una ligera sonrisa girándose a sus suegros. @andrecavalieri
La familia había tenido la fortuna de ser bendecidos con un maravilloso día, pues por lo general Londres era una ciudad de nubes y días frescos, clima poco habitual para los veteranos italianos. Caminaban por las calles del centro de la ciudad en busca de un restaurante para almorzar, algo que fuera del estilo de sus padres y agrado de sus hermanas. Por lo que encontrar algo clásico con un variado menú, era un poco imposible, además Luna ya se estaba poniendo mañosa porque era su hora de cenar.
Giselle por su lado había estado muy tranquila, sobre todo tras la conversación que habían tenido esa mañana y considerando el hecho de que todos los Cavalieri estaban invadiendo la casa. Mientras ella le comentaba a sus suegros el gusto que ellos sentían por la ciudad. “Además de tranquilo, ya quiero que las niñas tengan el acento” bromeó acercándose a su esposa y abrazando la cintura de ella con la mano libre, pues en su otro brazo sostenía a Luna. “Realmente prefiero que ustedes estén en Europa y no en norteamerica, porque estoy más cerca de mis nietas y no tengo que viajar a ese desagradable país” expresó Gaia, la matriarca de los Cavalieri, con un firme y remarcado acento italiano. “¿Y a tu madre Giselle, qué le parece que estén en Inglaterra?” añadió.
Unos pasos más y André optó por elegir uno de las tres opciones que tenía en mente, pues su pequeña ya había comenzado a llorar y ponerse muy mañosa. “Entremos a este, lo conozco y es tranquilo, con Giselle hemos tenido muchas citas aquí” explicó encaminando a su familia al lugar.
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“I’m the luckiest girl in the world. I’ve gotten to be a princess, I’ve gotten to work with the Muppets. A lot of my childhood dreams about who I wanted to be when I was a grown-up, I at least get to play them in movies.” Happy Birthday, Amy Adams! (August 20th, 1974)
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