#* ⠀ 🍒 ⠀ ╱ ⠀ dynamic ⠀ 、 ⠀ ❪ ⠀ yohan & mei ⠀ ❫

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El pastel de chocolate que había conseguido con ayuda de Suyeong descansa en la mesa decorada algunos globos de colores mientras la joven coloca un pequeño e improvisado sombrero a su compañera conejita quien le acompañó a preparar todo. Las luces del hogar estaban apagadas y única la fuente de luz eran las velas recién encendidas, sabiendo que el doctor aparecía en cualquier instante. Mei rodea a Wabbit con sus brazos, escondiéndose debajo de la mesa entre suaves risitas para no ser visibles, prestando atención a los pasos que poco a poco iban acercándose a ellas. “¡Feliz cumpleaños, Yohan!” exclama, levantándose como si fuese una caja sorpresa con la sonrisa más radiante en sus labios y acompañada de la criatura entre sus brazos que se movía feliz. De seguro no es la fiesta más ostentosa que el mayo ha tenido, pero deseaba hacer de este día uno memorable para la persona que le brindó otra oportunidad de vivir.

Era  un  día  normal,  sin  más  ni  menos.  Despertó,  se  hizo  el  desayuno  y  salió  de  cacería.  Recibió  en  el  proceso  algunos  mensajes  de  texto,  desde  Suyeong  —siento  el  único  que  le  animó  visiblemente—,  la  mismísima  Lilith  y  algunos  miembros  de  Nimda  Rogue  que  se  enteraron  de  su  día  especial  seguramente  desde  su  jefa,  quien  parecía  querer  fastidiarlo  sabiendo  que  no  celebraba,  que  no  encontraba  la  ocasión  tan  asombrosa  como  todos  los  demás  humanos.  No  obstante,  cuando  su  cacería  no  fue  tan  fructífera,  decidió  comprar  algunas  cosas  para  la  alacena  del  hogar,  comida  para  Wabbit  y  algún  snack  para  Mei. 

Debió  esperar  algo  como  eso  apenas  ingresó  en  el  departamento  subterráneo,  las  luces  apagadas  y  la  única  luminiscencia  siendo  un  par  de  velas,  unos  ojos  brillantes  y  dos  orbes  rojizas  alterados  por  el  ser  humano.  La  sorpresa  no  era  tan  sorpresa,  pero  logró  arrebatarle  una  pequeña  risa  parecida  a  un  resoplido.  -  —¿Cómo  supiste  de  esto?  —  -comenta,  andando  los  pasos  restantes  hasta  colocarse  al  costado  de  la  muchacha,  acariciando  la  coronilla  de  su  cabeza,  luego  se  dirigió  al  animado  animal  que  parecía  tan  contento  como  la  chica.  Los  malos  hábitos  se  pegan,  es  lo  que  se  recuerda.  Aunque  no  sabía  si  considerar  “malo”  que  Wabbit  estuviese  feliz  como  Mei  se  mostraba  ahora.  -  —No  celebro  mi  cumpleaños,  es  solo  una  vuelta  del  supuesto  sol  artificial  que  hay  sobre  nuestras  cabezas.  Pero  agradezco  el  gesto,  inclusive  le  has  puesto  el  numero  de  velas  correcto  —  -comenta,  creyendo  que  Suyeong  y  Hyewon  tuvieron  algo  que  ver  en  todo  eso,  deseando  por  primera  vez  que  tal  vez  pudiesen  venir  más  tarde  y  compartir  el  pastel  con  ellos  también.  -  —¿Se  tiene  que  pedir  un  deseo  a  las  velas?  —  -cuestiona,  pensando  en  ello.  No  necesitaba  nada,  toda  la  diversión  la  tenía  en  la  palma  de  su  mano,  un  cerebro  alterado  escondido  del  gobierno  y  personajes  secundarios  interesantes  en  la  historia  de  su  vida.  El  medico  echa  un  vistazo  a  la  muchacha,  a  su  mascota  y  piensa  que  tal  vez  ahora,  también  encontró  una  buena  familia  que  cuidar.

Sin  más,  el  más  alto  sopla  las  velas.    

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Yohan  se  ríe  sardónico,  tomando  el  crucifijo  en  su  cuello  y  persignándose  antes  de  besar  la  cruz.  -  —Te  encanta  mi  atención,  me  sorprende  que  seas  tan  obstinado  como  para  pedirla  como  los  demás  —  -Noah  y  Mei  no  tenían  ningún  tipo  de  tapujo  en  ello,  Suyeong  cuando  deseaba  algo  de  él  lo  decía  y  Seungwon  siempre  era  su  dolor  de  cabeza.  -  —Sería  un  desperdicio  si  me  lastimas,  mi  cara  no  es  algo  barata. 

El demonio ruega los ojos, sabe mejor que nadie que ese humano cree tener la razón siempre. Seungwon cruza los brazos, apoyándose en la pared, esperando una orden para salir a cazar seres inferiores y divertirse un rato. "Me gustas más cuando estás callado, mirándome con hambre, tienes una cara preciosa, ¿Lo sabes? Me muero por hacerla pedazos algún día."

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El  contacto  físico  era  una  de  las  cosas  que  Yohan  más  repelía,  no  solo  con  las  mujeres  como  la  chica  que  vivía  ahora  con  él,  sino  también  con  los  hombres.  Las  personas  en  general  le  causaban  un  desagrado  que  no  entiende  de  donde  viene,  tal  vez  era  la  osadía  de  la  gente  de  querer  tocarlos  sin  su  permiso,  o  simplemente  es  que  en  su  cerebro  se  resguardaba  la  idea  de  que  era  superior  a  ellos  y,  por  ende,  mejor.  No  obstante,  cuando  Mei  lo  toca  como  lo  pidió,  no  hay  arrebato  ni  disgusto,  simplemente  le  ayuda  a  acercarse  para  ver  los  procesos.  -  —Respira  Mei,  aprenderás  primero  como  es  la  sutura  —  -le  nota  ansiosa  y  es  por  lo  que  le  pide  que  se  relaje,  la  maquina  que  controla  su  laboratorio  le�� habla  con  una  voz  robótica  indicándole  que  está  listo  y  extiende  un  chip  gelatinoso,  una  invención  suya  similar  a  la  piel  humana,  con  proteínas  y  tejidos  microscópicos.  -  —Esto  es  un  chip  programado  para  administrar  el  antibiótico  y  analgésico,  lo  colocaremos  entre  el  hueso  y  el  musculo,  se  desintegrará  solo  al  cabo  de  una  semana  —  -explica,  haciendo  lo  dicho  antes  de  que  Wabbit  como  la  buena  asistente  que  es,  le  traiga  aguja  e  hilo  quirúrgico.  Yohan  comienza  acomodando  músculos  y  tejidos,  para  luego  llegar  a  la  piel  y  comenzar  a  suturar  la  herida  abierta  con  rapidez,  pero  facilidad,  notándose  que  sus  manos  son  perfectas  para  una  cirugía  inclusive  de  un  cerebro  abierto.  Limpia  el  área,  y  se  saca  los  guantes.  -  —Medicamento  no  necesitará,  mi  invención  hará  el  trabajo.  Pero  te  tienes  que  encargar  de  que  cuando  despierte  de  la  anestesia,  debes  administrar  agua,  comida  no  sólida,  solo  húmeda  o  completamente  liquida.  No  sentirá  dolor,  pero  querrá  caminar  por  eso  y  debes  asegurarte  de  que  no  se  lastime  más  —  -Wabbit  camina  por  la  mesa  de  trabajo  hasta  llegar  a  él,  exigiendo  que  la  cargue  de  inmediato  y  la  conejita  se  ve  pequeña  entre  las  manos  del  doctor,  quien  acaricia  entre  sus  orejas  con  cariño.  -  —Wabbit  puede  ayudarte  si  lo  requieres,  después  de  todo  es  la  mejor  asistente. 

Odio... una palabra que expresa un sentimiento negativo hacia alguien más. Cuando escapaba pensaba en todo menos en odio. Tenía miedo, ansiedad, hambre y la adrenalina le dio fuerzas sobrehumanas para no detenerse ni un segundo a pesar de que sentía las voces de la policía detrás de ella, a una corta distancia. Ahora, si alguien le preguntase cómo sentía hacia aquellos que quebraron su alma en ciento de pedazos, probablemente diga que tiene miedo. Y por lo mismo no salía de casa; la idea de ser capturada nuevamente la paralizaba en cada intento de poner un pie en el exterior. Por suerte, la persona que la acogió tiempo atrás no la presionaba, hasta le había presentando un chico bastante amigable y en quien podía confiar. Ellos eran... tan distintos pero únicos y Mei se cuestionaba a diario si podía lograr adaptarse a un mundo completamente desconocido y cruel. "¿Una noche?" la voz y mirada de Yohan consiguen sacarla de un trance y como la chica obediente que es, sus pies se mueven hasta quedan tan cerca que, con timidez y suavidad, toca con la yema de los dedos el brazo del médico, cerca de la muñeca "¿Crees que... seré capaz de cuidarlo?" cuando no podía ni cuidarse a sí misma, pensó. "Huh... ¿Wabbit puede ayudarme?" la compañía de la dulce coneja le brindaba un poco de tranquilidad. "¿Necesita medicina? ¿Comida? Creo que hay carne en la nevera..." si esto era una prueba para salvar una inocente vida y demostrar que podía sanar parte de su corazón, entonces lo aceptaría.

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Sus  manos  cubren  automáticamente  la  forma  de  una  estrecha  cintura,  percibiendo  el  característico  aroma  de  azufre  y  algún  tipo  de  incienso  en  los  demonios.  -  —No,  de  hecho,  me  gusta  que  sean  tan  honestos.  Es  la  única  vez  en  que  sé  que  dicen  toda  la  verdad. 

"Me fascina, ¿Acaso tiene algo de malo, padre?" una coqueta risa escapa de sus rojos labios cuando toca su cabello, llevando las manos hacia el pecho del otro, evitando tocar el crucifijo.

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-  —Tonterías  Mei,  no  vas  a  tener  tu  al  bebé,  estos  libros  hablan  sobre  el  skin  to  skin  proceso  y  como  debes  cuidarte  luego  de  tener  el  bebé  —  -era  un  mal  libro  para  tíos  preocupados  por  sus  sobrinos,  cerrándolo  y  pasando  a  otro  que  estaba  cercano.  -  —Entonces  seremos  como  sus  amigos,  jugamos,  reímos,  vamos  al  cine,  vamos  al  McDonalds,  pero  le  sacamos  treinta  años  de  diferencia  —  -no  sonaba  muy  lógico,  ni  tampoco  legalmente  ser  amigos  de  un  niño  de  días  de  nacido,  pero  le  servía  mejor  para  conectar  las  cosas  en  su  cabeza.  Frunce  el  ceño  cuando  el  libro  vuelve  a  hablar  acerca  de  enseñanzas  de  padres  con  hijos,  cerrándolo  y  alcanzando  una  revista.

"La única diferencia que veo es que la bebé no vivirá con nosotros." no puede evitar reír ligero ante el comentario, sorprendiéndole a diario cómo piensa y conecta distintas problemáticas. "Libros como tal no he visto pero debe existir algo en internet, lo más básico es estar presente en fechas importantes y jugar con ella, mucho, especialmente si tiene tanta energía como sus padres."

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Yohan  observa  la  radiografía,  al  igual  que  los  procedimientos  que  la  maquinaría  le  ofrecen  como  tutoriales  para  tener  una  visión  de  que  podría  hacer.  Toma  un  escalpelo  nuevo,  al  igual  que  guantes  y  procede  a  abrir  la  pata  de  aquel  animal  que  dejaría  de  ser  un  felino  ciento  por  ciento  orgánico,  pero  lo  que  haría  no  cambiaría  su  naturaleza  como  lo  hicieron  con  el  gato  de  Suyeong.  -  —El  miedo  y  el  dolor  son  fuertes  emociones  para  despertar  el  potencial  de  muchos  —  -les  da  cierta  razón  a  sus  colegas,  pero  no  puede  evitar  echar  un  vistazo  a  la  muchacha  y  observarla  completa.  Tiene  ojos  modificados  por  la  ciencia,  podía  ver  más  que  los  demás.  No  era  bueno  consolando,  no  cuando  su  curiosidad  tomaba  lo  mejor  de  él  y  solía  ser  directo,  un  poco  cruel  en  sus  palabras,  notándosele  que  nunca  había  sentido  remordimiento  de  todo  lo  que  había  hecho  en  nombre  de  sus  proyectos  y  su  propia  ciencia.  -  —Pero  el  odio  y  la  venganza  son  emociones  y  sentimientos  más  poderosos,  tus  creadores  son  ineptos  e  inútiles  que  están  apegados  a  procedimientos  igual  de  viejos  que  ellos  —  -se  galardona  solo,  volviendo  hasta  el  felino  para  limpiar  con  unas  gasas  la  zona  llena  de  sangre  y  observar  la  pata  quebrajada.  Yohan  alcanza  un  pequeño  maletín  con  algunas  grapas  que  automáticamente  se  cierran  alrededor  del  hueso  que  quiere  juntar,  los  clavos  quirúrgicos  pasados  ya  de  moda.  -  —Suturaré,  limpiaré  y  tendrás  una  misión  —  -se  gira  un  poco  para  extender  una  mano  enguantada  a  la  otra,  pequeñas  manchas  de  sangre  en  los  dedos  pero  quiere  que  se  acerque  más.  -  —Si  logras  hacer  que  sobreviva  la  noche,  puedes  quedarte  con  una  mascota.

Ah, eso era. Mei poseía vagas memorias de su pasado ya que su cerebro bloqueó parte de su vida tras escapar de esa prisión, y en ellas la aparición de animales callejeros sin ser manipulados era ocasional. Es verdad, le había pedido uno a sus padres antes de la tragedia que los separó por siempre. Trata de ignorar sus pensamientos enfocando su total atención tanto en la dulce conejita como en el felino que cerraba los ojos, ojalá pudiese hacerle entender que estará bien. Pero otra vez su mundo se vino abajo y es que la pregunta de Yohan le causa escalofríos que no pudo prevenir. Su cuerpo se tensa, sus manos se tensan y su mirada se posa en el suelo. "Ellos... son contadas las veces que me hicieron dormir." y la mayoría de las veces eran porque no toleraban más los sonidos desesperados que su yo más pequeña emitía en busca de compasión. Ya de grande prefería morderse la ropa y no darle el gusto a quienes destruyeron su vida. "Uno de ellos decía que las emociones intensas podían acelerar las mutaciones, que había sucedido en otros pacientes." no iba admitirlo pero los gritos, las heridas, las paredes blanca la pequeña habitación, aún le perseguían en los sueños. "Así que sí, dolía cuando ellos terminaban el trabajo y me alegra que pienses en el gatito." una débil y casi imperceptible sonrisa se forma en su rostro, un vago intento de recordarse a sí misma que no volverá a ese lugar.

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La  curiosidad  de  la  otra  es  válida,  aunque  le  hace  pensar  que  no  tiene  mucho  conocimiento  de  la  vida  y  de  las  formas  de  existir  en  los  bajos  mundos.  -  —Es  raro,  porque  estas  criaturas  dejaron  de  ser  animales  de  compañía  para  convertirse  en  especies  en  peligro  de  extinción  gracias  a  la  investigación  y  el  sometimiento  de  la  crueldad  científica  en  ellos  —  -él,  honestamente,  prefería  usar  humanos;  muchos  de  ellos  valían  menos  que  la  vida  de  una  inocente  mascota.  Tenía  corazón,  pero  no  lo  demostraba  como  los  demás.  La  otra  coloca  las  agujas,  y  Wabbit,  su  fiel  y  primera  asistente,  da  pequeños  saltitos  por  los  escalones  que  le  hacen  subir  hasta  la  camilla,  entre  su  pequeño  hocico  traía  la  anestesia.  -  —Buena  chica  —  -comenta,  acariciando  a  la  coneja  entre  las  orejas  y  disponiéndose  a  sedar  al  felino,  no  es  una  sedación  entera,  solo  evita  que  el  dolor  de  su  pata  siga  haciéndole  daño  antes  de  iniciar  con  los  procedimientos  en  enyesado.  -  —¿Te  dolía  cuando  despertabas  de  una  intervención?  —  -es  directo,  echando  un  vistazo  a  su  costado  para  observarla.  -  —A  diferencia  de  tus  captores,  no  soy  cruel  con  un  animal,  haré  que  sufra  lo  menos  posible.

Una mueca de confusión se traza en su rostro, intentando procesar las palabras de Yohan que parecían sacadas de una enciclopedia. En ocasiones podía encontrar útil su escasa, por no decir nula, habilidad para entablar una conversación normal con el contrario, así evitaba que siguiera con un sermón innecesario y ambos estaban contentos. Sus ojos siguen los movimientos del contrario, prestando atención a todo lo que hacía. Mei era inteligente aunque prefería ocultarlo bajo su silencio, así que si era capaz de recordar todo lo que el chico hacía podía ayudar animalitos por su cuenta. "¿Es... es raro ver animales que son, bueno, animales?" pregunta, obedeciendo la indicación y buscando en algún estante los utensilios requeridos y, sin darle importancia a las agujas que le traían malos recuerdos, se los deja sobre la superficie. "¿Le va a doler... cuando despierte?"

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-  —Pero  son  libros  para  bebés  que  hayamos  tenidos  nosotros,  no  bebés  que  haya  parido  otra  persona  —  -porque  ellos  no  tendrán  el  bebé  las  veinticuatro  horas  del  día  —gracias  a  los  dioses—  ni  tampoco  van  a  criarlos  para  que  no  se  escapen  de  la  escuela. 

Mira que coincidencia, ella justo encontró una colección de libros infantiles para aprender a cuidar bebés(?)