#“Palacio de los Gansos”
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La historia del “Palacio de los Gansos”, el icónico edificio que mezcló a la aristocracia porteña con Ringo Bonavena
Levantado sobre la avenida Las Heras en 1947, hoy tiene en venta departamentos que llegan a valer hasta USD 980.000. La inevitable comparación con otro inmueble vecino, el “Palacio de los Patos” PorJosé Luis Cieri El Palacio de los Gansos está en la esquina de Avenida Las Heras y Ugarteche en Palermo. Uno de los departamentos que se vende está en la coronación del inmueble con una terraza de 100…
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#"Ringo" Bonavena#Aristocracia porteña#“Palacio de los Gansos”#Boxeador#Buenos Aires#Edificio de departamentos#Por José Luis Cieri
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AMLO presume figuras animadas de reunión con Claudia Sheinbaum: 'somos ingeniosos'
CIUDAD DE MÉXICO.- Luego de la primera visita a Palacio Nacional de la futura presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, acompañada del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, confirmando la victoria de la 4T en las elecciones de 2024, una ilustración digital de aquel encuentro acaparó la atención de AMLO. A través de sus redes sociales, el presidente compartió una tierna imagen de su paseo con Sheinbaum, con un toque animado donde ambos se ven felices por dicho triunfo. La publicación fue acompañada por el mensaje: "Los mexicanos no somos acartonados, ni frívolos, somos ingeniosos", presumiendo la creación de la internauta @marie_tabares. Miren la creatividad de @marie_tabares. Los mexicanos no somos acartonados, ni frívolos, somos ingeniosos. pic.twitter.com/iCAXwDilgy— Andrés Manuel (@lopezobrador_) June 12, 2024 Vestida de azul rey con su icónica coleta, la animación representa las características principales de Sheinbaum. Por otro lado, se muestra al presidente de traje con corbata roja y pelo blanco, justo como se ha caricaturizado su imagen entre sus admiradores desde que asumió el mandato en 2018. La animación se basó en una foto compartida en redes sociales el pasado 10 de junio, en la que López Obrador expresó: "Fue muy interesante y emotivo conversar con la virtual presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum". Fue muy interesante y emotivo conversar con la virtual presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum Pardo. Somos amigos y junto a millones de compañeras y compañeros, desde abajo y entre todos, iniciamos la Cuarta Transformación en bien de nuestro amado pueblo. pic.twitter.com/mBoI4UzomS— Andrés Manuel (@lopezobrador_) June 10, 2024 ¿Quién es Tía Maria, creadora de la animación de AMLO y Sheinbaum? La internauta @marie_tabares, conocida como Tía María en redes sociales, causa sensación con sus animaciones del presidente. Continuamente da rienda suelta a su imaginación, creando singulares trabajos, como un baile en plena conferencia matutina al ritmo de la frase "Me canso, ganso". #MeCansoGanso#DebateINE pic.twitter.com/Ob7ZGVwr5d— Tía Maria 🦜 (@marie_tabares) April 28, 2024 También, en sus redes ha compartido el proceso de creación que utiliza, desde el boceto hasta llegar a perfeccionar cada detalle de su estilo característico. Cómo empezó ✏️ | Como va 💻 pic.twitter.com/7hmwworx9j— Tía Maria 🦜 (@marie_tabares) March 10, 2024 Read the full article
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Presume López Obrador AMLITO con su voz
El muñeco dice frases como “lo que diga mi dedito” y “me canso ganso”; asegura, aunque no puede hablar de él, que lo hace por la gente "que vive de esto" El presidente Andrés Manuel López Obrador presumió un muñeco con su imagen que dice frases como “lo que diga mi dedito” y “me canso ganso”. Al finalizar su conferencia desde Palacio Nacional, López Obrador mostro el muñeco vestido con un traje con la banda presidencial y con el cabello blanco. Al presionarle el pecho diche frases que utiliza de manera frecuente le mandatario. “Ya ven que salió un AMLITO, ¡ah, ya no puedo hablar de eso!, que habla el AMLITO y dice ‘lo que diga mi dedito’”, expresó López Obrador. El mandatario lo mostró a la cámara y luego lo presionó, posteriormente se escucharon las icónicas frases del mandatario, lo que le provocó una carcajada. “Esto lo hago también por los que viven de esto”, expresó al descartar cualquier solicitud de derechos por el uso de voz e imagen. Read the full article
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Brisa Ártica
Epílogo: Lobos del Norte
[ Index | AO3 ]
x+x+x+x+x+x
~~~O~~~
Desde los tiempos de antaño Hay uno azul y uno blanco, Son los Lobos del Norte que en Asgard están acechando.
Uno el líder, Aquel con el zafiro de Odín, y el otro su Sombra, Que lo resguardará hasta el fin.
Un lobo es temible y letal, pero solo, perecerá en la tormenta, Por eso es bien sabido, que los Lobos del Norte en la manada se sustentan.
~~~O~~~
En general el día fue muy agradable; incluso sintieron el calor de los débiles rayos del sol. Sin embargo, conforme la tarde avanzaba, el aire se tornó más y más frío. El viento se volvía más hostil y para la noche, la ventisca se desató por completo.
Esto los traía sin cuidado, ya que encontraron una cueva donde refugiarse desde el día anterior y además de espaciosa, ofrecía excelente resguardo del terrible viento que azotaba afuera. Ártica estaba frente al fuego, moviendo de vez en cuando los gansos que había cazado. Aunque habían dejado el Palacio Valhalla con alforjas llenas hasta el tope, ya para este momento estaban totalmente vacías. Hoy le tocó a ella conseguir la cena, así que los desplumó y preparó con cierta alegría que no tenía mayor explicación que el mero disfrute de comer algo que se había cazado.
Fenrir la miraba en silencio, pensativo. Hacía varios días que estaban de caza, todavía sin señal alguna de su objetivo. Y ese objetivo, de paso, él todavía no le había dicho cuál era. La verdad le parecía curioso que Ártica no le hubiera preguntado otra vez. La simple respuesta de "lo sabrás cuando aparezca" parecía haber sido suficiente para ella. Apoyado contra la pared, se entretenía retorciendo la larga bufanda azul enrollada en su cuello. Aunque su Manto Divino de Alioth Epsilon lo mantenía más que caliente, la bufanda era un accesorio bienvenido.
Ging le daba vueltas ansiosas a Ártica y a la hoguera. De vez en cuando caía en la necedad de empujar a la joven con su cabeza, como indicándole que se apurara en cocinarlos. A la otra se le ponían los pelos de punta y se quedaba totalmente inmóvil, pero en vez de alejarlo simplemente se reía nerviosa y le decía "Ya casi está, lo prometo". Metió los dedos en su bolso de caza y salpicó la carne con lo que sea que tenía adentro. Unos minutos después, quitó los gansos del fuego y le dio uno a Fenrir, otro a Ging y se quedó con el último.
El Dios Guerrero le pegó un ansioso mordisco y de inmediato percibió algo que no esperaba. -¿Qué le echaste?-
-Es un condimento casero. Boreal y papá siempre lo llevaban consigo. se me hace raro no saborear la carne con él cuando salgo de cacería- le respondió la otra, arrancando el muslo de su ave y comenzando a comer. Sonrió con algo de nostalgia. -Tiene un sabor a…mi hogar…-
Fenrir no dijo nada, pero en su siguiente mordisco se tomó la molestia de saborear mejor lo que estaba comiendo. No era picante, ni dulce, pero sí un sabor concentrado que lograba realzar la de otra manera grasosa carne de ganso. Ártica acabó el suyo primero y acomodó todos los huesos sobrantes cerca del fuego; inmediatamente Ging se abalanzó sobre ellos.
-A veces extraño esos días en que íbamos los tres de cacería...-
No se lo dijo a nadie en particular, puesto que parecía perdida en sus pensamientos, pero su único escucha no pudo evitar responder. -¿Y por qué no vas al país vecino?-
Ártica nuevamente le sonrió. –No es lo mismo, esos días fueron maravillosos, pero vivir de recuerdos… Es mejor crear otros nuevos-
Alioth Epsilon siguió comiendo en silencio, ligeramente incómodo con la respuesta de su Sombra. Ging le miraba de manera penetrante, tal vez urgiéndolo a que le diera los huesos de una buena vez. Se quedó pensando en lo bien que sabía el "hogar" y en la aparente importancia de crear nuevos días memorables. Finalmente cedió los huesos de su comida mientras Ártica se quitaba las hombreras de la armadura. Las puso al lado de las alforjas vacías y sacó de una de ellas la bufanda blanca que le había regalado su hermana.
La extendió frente a ella, pensativa, y dio un respingo cuando el lobo azul asomó su cabeza por debajo, olfateando. Sin duda estaba buscando más comida o huesos, aunque ya no había nada más. Ártica, sin embargo, respiró profundo y, reuniendo todo el valor que podía, lo envolvió con la prenda. Se alejó un poco y se rió. -¿Qué tal?-
-Se la va a quitar a mordiscos- replicó Fenrir, apoyando la cabeza en su mano. -No le gusta que le pongan cosas encima-
-Se ve muy contento- recalcó la Sombra, mirando al lobo. Éste se sentó frente a ella, muy quieto, y bostezó perezosamente. -Te ves muy elegante-
El aludido finalmente se echó sobre el suelo de la cueva, se restregó un poco contra él y se acomodó para dormir. Fenrir frunció el entrecejo. -Ging, dame eso-
-No, déjalo. No me hace falta-
-A él tampoco, está cubierto de pelo- dijo Fenrir, haciendo un ademán por ponerse de pie. Ártica no se lo permitió. -Te la puede romper y tu hermana ya no está aquí para que te haga otra-
-Si se rompe, se rompe. No lo incomodes por favor, no es importante- dijo ella, acomodándose contra la pared. Se restregó los ojos en medio de un bostezo. -Espero que mañana la ventisca ya haya terminado...-
Ártica se encorvó ligeramente hacia adelante, apoyó la barbilla en una mano y cerró sus ojos, cansada. Sin embargo, apenas habían pasado unos momentos cuando sintió algo caer sobre sus hombros. Abrió un ojo para ver a Fenrir desenrollando la bufanda azul de su cuello.
-De algo ha de servir que Polar las haga tan largas...-
Le tiró un poco más de la tela y se acercó a ella para no ahorcarse en el intento. Luego desprendió las hombreras de su propia armadura y las dejó de lado. Finalmente se volvió a acomodar contra la pared y pretendió no notar la pequeña sonrisa con la cual su Sombra le agradeció. Lento pero seguro, terminaron cayendo en el reino de los sueños.
+x+x+x+x+x+x+x+x+x
Ese día era como cualquier otro. El sol no brillaba y el viento se pasaba de fresco. Ya había visitado varias veces este sector del bosque con la manada, ciertamente no había por qué esperar nada nuevo. Pero lo había; una mujer y tres niños.
En ningún momento se percataron de que alguien los estaba observando a lo lejos. La mujer recogía leña mientras los niños se perseguían entre sí. Se dio media vuelta sin darles importancia, caminando hacia el lobo que lo había adoptado hacía ya varios años. Apenas habían comenzado a alejarse cuando escucharon un grito ahogado. Fueron apenas un instante, pero se vio pasar una silueta en la poderosa corriente del río. Una mano buscando otra a la cual aferrarse. Una figura secuestrada por el agua. Una muerte segura a escasos momentos de concretarse. A lo lejos escuchó más gritos y de reojo vio a tres de las cuatro personas de antes correr a más no poder río abajo... pero no lo suficiente. Jamás lo iban a lograr.
Sin realmente saber por qué, él también comenzó a correr, como si estuviera cazando una liebre particularmente ágil. Tal era su velocidad, que en poco tiempo sobrepasó a las tres figuras y hasta logró divisar a la cuarta. Hizo el cálculo necesario y metió su mano en el momento preciso para jalar el abrigo de la niña y sacarla de la corriente.
Ésta comenzó a toser, tratando de sacar el agua de su sistema, pero el problema no era ese. Estaba totalmente empapada y temblaba violentamente por el frío. El niño torció los labios y frunció las cejas, inconforme. Como pudo, cargó a la niña en su espalda, ya que no se estaba moviendo, y comenzó a correr en dirección a la aldea cercana. Algunos lobos lo seguían escasos pasos atrás.
A medio camino la escuchó murmurar algo. Nuevamente frunció el ceño y apretó el paso.
No lo harás.
+x+x+x+x+x+x+x+x+x
Fenrir sintió un leve movimiento en su costado. Supuso que era Ártica, puesto que ella estaba a su derecha y cuando se quedó dormida la vio ladearse hacia él. Con demasiado sueño como para abrir los ojos, simplemente se reacomodó en su posición. Estaba comenzando a cabecear...
Lobos del Norte....
Alioth Epsilon abrió los ojos de golpe y vio a su Sombra frente a él. Tenía las hombreras puestas. -Hay algo allá afuera-
-¿Algo como qué?- replicó el Dios Guerrero, consciente de que Ging no había reaccionado del todo.
Ártica torció la boca. -No lo sé... pero puedo... puedo sentir que algo está...-
Lob.... te...
Fenrir se puso de pie, se colocó las hombreras y el visor azul. Salió disparado hacia la entrada de la cueva. -Rápido, debemos ir tras él-
Su Sombra asintió, se colocó su propio visor e hizo el ademán de tomar su arco.
-No, déjalo, vámonos ya-
La ventisca había empeorado. Ártica agradeció que los visores protegieran sus ojos, pero no había forma de ver bien entre tanto blanco. Siguió como pudo la mancha azul que reconocía como Fenrir y cuando lo perdía de vista, se enfocaba en localizar su cosmos.
Lo... el... te...
Eventualmente logró alcanzarlo y fue ahí cuando se dio cuenta de que lo que sea que perseguían era enorme. Y rápido. A pesar de que el viento aullaba en sus oídos, podía detectar con cierta claridad el sonido que producían sus pesadas patas al hundirse en la nieve. Mientras lo perseguían, Ártica logró encontrarle forma a la presa. Las pezuñas le indicaban que era un ciervo o un alce, pero para el tamaño que tenía, más bien le recordó a Auðumbla (1).
El animal se detuvo de pronto en un claro entre los árboles y si no fuera porque Fenrir la jaló del brazo, ella se hubiera ido de bruces. Frente a ellos, apenas perceptible, estaba un gran ciervo. Su pelaje era impecablemente blanco, sus ojos dos luceros azules en medio del viento y su cornamenta la más majestuosa jamás contemplada. A la misma, sin embargo, parecía que le faltaba una de las puntas.
Lobos... Norte...
Fenrir adoptó una pose de batalla. -Ártica, necesito que tomes a ese ciervo por la cornamenta y desvíes su peso hacia un lado-
-¡Qué!- exclamó la otra con horror. Sin su arco, no se sentía preparada para enfrentar a semejante animal. -¿Cómo se te ocurre que puedo hacer tal cosa? ¡Es gigantesco!-
-¡Necesito que lo hagas, aquí viene!- replicó el Dios Guerrero, haciéndose un poco para atrás para dirigir la embestida del animal. -¡Yo seré la carnada, prepárate!-
Su Sombra se quedó en su lugar, aterrada del enorme animal que venía en su dirección. A pesar de sus esfuerzos, obedeció sus instintos y rodó hacia un lado para evitar que la arrollara.
Fenrir dejó claro que no estaba conforme. -¡Tienes que tumbarlo! ¡Concéntrate!-
Lo último le trajo un vago recuerdo de un hombre de cabellos azules. Ártica se volteó con las temblorosas manos frente a sí, a la espera del enorme ciervo. -La concentración es un estado mental... en el que no existe nada más que tu objetivo... La concentración es un estado mental en el que no existe nada más que tu objetivo... La concentración...-
De en medio de la nieve salió Fenrir, quien la esquivó de un salto e inmediatamente después apareció la cabeza del ciervo nevado. Ártica logró tomarlo por la cornamenta, pero su intento de mantener su posición fue todo un fracaso. La empujó varios metros hacia atrás hasta que finalmente ella se impulsó hacia arriba y lo dejó pasar. Se apoyó en sus rodillas para recobrar el aliento. Una voz cortó la ventisca como si fuera una daga.
-¡Ártica! ¿Qué haces?-
-¡No lo puedo tumbar! ¡Es demasiado grande y fuerte para alguien como yo!- le gritó de vuelta, aunque no lo podía ver. -Sería más fácil si cambiamos de lugar-
-¿Cambiar de lugar?- replicó la blancura. -¿Qué clase de respuesta cobarde es esa?
Ártica se volteó hacia su derecha. -Yo no... tengo la fuerza...-
-¿Cómo sabes que estoy a tu derecha?- preguntó Fenrir, emergiendo con pasos rápidos de la espesa ventisca.
-Tu cosmos... he estado pendiente de dónde está tu cosmos...- le respondió, viendo como el cabello plateado de Alioth Epsilon se ondeaba violentamente en el viento.
-Derribarás ese ciervo en la próxima embestida. Cuento contigo-
Nuevamente bajó los visores que ocultaban sus ojos y desapareció en la ventisca. Ártica se quedó viendo unos momentos el lugar donde había estado y luego giró violentamente hacia su izquierda. El cosmos de Fenrir venía hacia ella otra vez a una velocidad increíble. Plantó lo mejor que pudo sus pies en el suelo y esperó. Apenas unos momentos después Alioth Epsilón la volvió a esquivar de un salto.
Lobos del....
Inmediatamente Ártica se agarró de la base de las cornamentas del ciervo blanco y se concentró únicamente en él. El animal logró moverla todavía unos metros más, pero la Sombra volcó todo lo que tenía en no dejarlo avanzar más. El calor familiar del cosmos se expandió desde su pecho hasta la punta de sus dedos y poco a poco, el ciervo dejó de ganar terreno. En lo que se convirtió de pronto en una lucha de voluntades, la Sombra bajó la cabeza, mirando fijamente los dos luceros azules del ciervo. Por un segundo sintió que su cuerpo dejaba atrás la forma humana, y lo que luchaba con el animal tenía garras y cola; se erizaba el pelaje de su lomo y no los vellos de su nuca. Con un sonido que sonó más como un gruñido, usó toda su fuerza para lanzar al ciervo hacia un lado y finalmente tumbarlo.
Jadeando de manera entrecortada, se colocó encima del níveo cuerpo para evitar que se pusiera de pie. Fenrir apareció una vez más y de un solo movimiento, generó un corte que desprendió otra de las puntas de la cornamenta. Recogió su premio y se hizo a un lado. -Suéltalo-
-¿Eh?- exclamó la otra, confundida. -Este ciervo es un ejemplar majestuoso. ¿Lo vas a dejar ir?-
-Es majestuoso porque está vivo...- le respondió. -Suéltalo, ya tenemos lo que quería de él-
Ártica no discutió más y se quitó de encima. El ciervo se puso de pie, caminó unos pasos hasta el borde del claro y volteó. Los miró como si se quisiera asegurar de que seguían ahí.
Lobos del Norte...
Y desapareció, la ventisca con él. El viento se calmó y la nieve dejó de caer. El cielo se abrió un poco dejando en evidencia que la mañana ya había llegado. Fenrir se volteó hacia ella y lanzó el pedazo de cornamenta al aire, luego generó otra vez un corte en su dirección y lo atrapó cuando cayó. En seguida le ofreció su mano a la joven frente a él.
Ártica la tomó y se puso de pie. El Dios Guerrero le dio la cornamenta, que ahora tenía tallada una figura que asemejaba un lobo. Sacó algo de su bolsillo, que demostró ser un objeto similar, pero más viejo. -Cuando era niño, mi padre me dijo que existía un ser al que le llamaban el Gran Ciervo, blanco como la nieve que cubre Asgard y de ojos azules como el hielo que lo rodea...-
Su Sombra miraba con atención cómo Fenrir giraba el objeto en sus manos. -El escudo de armas de mi familia son dos cabezas de lobo sobre dos espadas entrecruzadas. La espada y el lobo, porque lucharemos fieramente cuando sea necesario... pero en pares, porque en la unión reside nuestra fuerza. Mi padre me dijo que cuando cumpliera doce años, me llevaría a buscar al Gran Ciervo y me ganaría mi propia cornamenta. Los dioses no lo permitieron...-
-Pero entonces, ¿esa...?- replicó ella, señalando la que él tenía en mano.
-Ésta es... la que mi padre le regaló a mi madre como símbolo de la fuerza que los unía...- dijo, quitándose los visores. Luego cerró la mano de Ártica. -Y esa... mi cornamenta... te la doy a ti... porque...-
La mirada ambarina estaba fija en las manos y sólo se elevó cuando vio que Ártica puso su otra mano sobre ellas. La Sombra no dijo palabra alguna, pero de alguna manera no hacía falta. Sonrió ampliamente y Fenrir encontró en su interior el deseo de hacer lo mismo. Si hubiera sucedido algo más, es imposible saber, puesto que de entre los árboles apareció Ging y los tumbó a ambos con una terrible embestida. Luego comenzó a aventarles nieve a la cara usando sus patas.
Se limpiaron los cristales de hielo de la cara y se pusieron de pie. Ging dejó escapar un largo y poderoso aullido que bien podría haberse escuchado hasta en el país vecino, y para sorpresa de los dos jóvenes, otro aullido respondió, no muy lejos de ahí.
Los dioses rasgaron las nubes y dejaron que varios rayos de sol besaran la congelada tierra para celebrar que, finalmente, los Lobos del Norte habían regresado a Asgard.
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(1) Auðumbla es la vaca primigenia del mito nórdico. Fue creada en el inicio del tiempo a partir del hielo derretido del Niflheim en el Ginnungagap, de la misma manera que Ymir.
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Carlos III prohíbe el foie gras en las residencias de la realeza británica
Carlos III prohíbe el foie gras en las residencias de la realeza británica
Las residencias de la Casa Real británica no ofrecerán foie gras a los comensales, según una carta enviada por el Palacio de Buckingham al grupo de defensa de los derechos de los animales PETA, que fue desvelada por los medios locales. En esa misiva, Buckingham señala que el manjar, hecho a partir del hígado hipertrofiado del pato o del ganso, no se compra ni se sirve en los palacios de la…
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Outsourcing y Capítulo 3000: el mismo ganso pero revolcado
El 13 de febrero de este año, el Senado de la República se reunió para votar las propuestas de reformas presentadas con el fin de regular la subcontratación o, como se conoce popularmente, el outsourcing: [1] un modelo que, a grandes rasgos, le permite a una empresa emplear a un trabajador —a través de un tercero— para que desempeñe actividades específicas, sin estar obligada a brindarle todas las prestaciones que requiere, pues sus responsabilidades en el entorno laboral no son equiparables a las de sus compañeros «de base»: la parte de seguridad social y prestaciones es algo de lo que se encargará la empresa que oferta al trabajador subcontratado.
En teoría, este modelo beneficia no solo a la empresa que requiere un trabajador con determinadas características y a la persona moral detrás del outsourcing, sino que también vela por el trabajador, ya que, en el artículo dedicado a este campo en la Ley Federal del Trabajo, se aclara que «de no cumplirse con todas estas condiciones, el contratante se considerará patrón para todos los efectos de esta Ley, incluyendo las obligaciones en materia de seguridad social». Sin embargo, no han sido pocas las noticias que muestran las consecuencias en el desempeño y vida de los trabajadores: la imposibilidad de generar una antigüedad y lo que eso conlleva en los planes de retiro, así como la opacidad detrás de las condiciones de contratación —que, se supone, deberían estar reguladas— son solo algunos de los problemas a los que se enfrenta la fuerza de trabajo en México, independientemente del sector.
Con la «popularización» del outsourcing y el problema que representa en la recaudación fiscal para el gobierno, no es extraño que el tema se pusiera en la mesa a inicios de año, en el que la presunta prioridad de esta administración es el combate a la corrupción. Santiago Nieto Castillo, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaria de Hacienda y Crédito público, estima que el outsourcing deja pérdidas por hasta 324 mil millones de pesos cada año.[2]
En medio de una serie de posturas, alentadas por grupos empresariales en un parlamento abierto celebrado el 12 de febrero a favor del outsourcing, la votación de las reformas se detuvo para una revisión minuciosa, según un reporte publicado en La Jornada, «con base en las propuestas que formularon empresarios, sindicalistas y académicos en el parlamento abierto realizado un día antes». En palabras de Nieto Castillo, «un Estado como el mexicano no puede tolerar mecanismos ilegales de subcontratación, ya que tiene la obligación de defender los derechos de los trabajadores»[3].
A primera vista, todo este panorama de reformas podría parecer un tanto ajeno o nada nuevo para la dinámica laboral que vivimos quienes nos desempeñamos en el campo de la cultura y las artes: no son pocas las historias que podríamos contar sobre pagos —no siempre muy altos— que se retrasan por meses, años o que a veces ni siquiera llegamos a ver. Sin orgullo, se podría decir que esto ya ha sido una norma desde hace décadas, y muestra de ello son las recientes manifestaciones en Palacio Nacional de artistas de diversas disciplinas, identificados con el hashtag #NoVivimosDelAplauso. Sin embargo, es necesario retomar la discusión por el comentario final de Nieto Castillo: valdría la pena preguntarse qué clase de Estado no solo tolera los mecanismos de contratación por outsourcing, sino que los hace parte de su dinámica laboral y burocrática, dejando que empresas de turismo se encarguen de procesar los pagos de los artistas o manteniendo un modelo de contratación como el Capítulo 3000, en el que los trabajadores son vistos administrativamente como prestadores de servicios generales, aunque su labor pueda requerir un grado de especialización considerable.
Elaborar una genealogía que pueda explicar exhaustivamente cómo incursionaron este tipo de modelos de subcontratación en órganos del Estado es una tarea que por el momento parece titánica, pero hay algunas pautas que nos podrían ayudar a entender el origen del problema. Probablemente la principal que podría señalarse es el ahorro que representa para el propio Estado contar con trabajadores en estas condiciones. Si el Estado pierde más de 300 mil millones por el outsourcing empresarial, ¿cuánto se ahorra con la contratación por capítulo 3000, no solo en el sector de cultura, sino en otras áreas?
Por si fuera poco, la subcontratación es un respiro para el Estado frente a un sistema de pensiones que cada día se muestra insuficiente y casi inoperable. Al borrar —o en el mejor de los casos, delegar en terceros—la gestión de las prestaciones y un fondo de retiro para el trabajador, puede utilizar esos recursos para otros propósitos, aunque su fin y utilidad no estén muy claros. Si bien no es algo nuevo, la nueva administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador parece poco flexible a cambiar las tendencias neoliberales de los gobiernos anteriores en este campo: de hecho, parece que los está reforzando. Como lo explica Egbert Méndez en un análisis sobre el programa «Jóvenes construyendo el futuro», éste ha sido «una fuente de mano de obra barata de la cual se nutren, además del sector privado, dependencias públicas afectadas por los despidos. Según datos solicitados a la Plataforma Nacional de Transparencia, actualmente existen 4 mil 271 becarios distribuidos en el sector de cultura. Las dos primeras dependencias que emplean a estos jóvenes son la Secretaría de Cultura (643 becarios) y el INAH (547), este último responsable de 650 despidos este año».[4]
No está de más mencionar que el déficit presupuestario con el que la Secretaría de Cultura opera desde hace más 20 años asciende a los 300 millones de pesos. De acuerdo con comentarios de Pedro Fuentes Burgos, subdirector de Administración del INBAL, este monto tiene su origen en las «prestaciones otorgadas a las representaciones sindicales» que se han conformado en este periodo[5]. «Sólo en el INBAL existen 18 sindicatos, de los cuales, el más numeroso tiene más de 1,000 representados, pero también hay otros conformados hasta por 40 integrantes; situación que se remonta a la separación de los trabajadores que antes estuvieron adscritos a la Secretaría de Educación Pública (SEP), para crear una nueva dependencia que se encargara específicamente de los recintos culturales, cátedras y otros asuntos relacionados con la cultura» ha explicado Eduardo Cruz, del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura en un reporte de la periodista Samantha Nolasco para El Economista.
Ante este panorama, valdría la pena preguntarse qué papel están desempeñando las organizaciones sindicales dentro de las instituciones públicas y qué relación mantienen con los trabajadores contratados por modalidades como el Capítulo 3000, o los becarios de «Jóvenes construyendo el futuro». Hoy en día, ¿la estructura sindical —tal y como la conocemos y se desenvuelve en las instituciones— sigue siendo un arma efectiva en la defensa de los derechos de los trabajadores?
Otro factor que parece «explicar» esta tendencia es la retórica laboral mexicana en torno a la cultura, basada en la gratitud que el gestor, productor audiovisual o cualquier persona con un perfil profesional afín debería guardar con su empleador, pues el valor social que aporta con su labor al tejido social de México es invaluable. Como lo explica el antropólogo David Graeber en su libro Trabajos de mierda: Una teoría (Ariel, 2018), se ha normalizado la idea de que el valor social de un trabajo es inversamente proporcional al salario que se percibe por él: por eso, parece coherente pagarle a alguien que desempeña un trabajo completamente inútil, ya que debe recompensársele el infierno que implica dedicarle varias horas al día a una labor que de antemano se sabe improductiva, y cuya ausencia nadie notaría, pero no al trabajador de la cultura, quien debe sacrificarse por el bien social que otorga la cultura.
En este sentido, podríamos estar de acuerdo en que el alcance de un programa, de una exposición o cualquier producto cultural rehúye a cualquier tipo de cuantificación: no es posible medir qué tan «útil» es el trabajo artístico o cultural, de la misma forma en que tampoco hay parámetros claros para calcular el valor de cualquier otro trabajo. Para esto, la escala de remuneración tampoco es un buen indicador en una economía que fluctúa, que se cae, que hace que incluso los inversionistas internacionales se truenen los dedos y tomen decisiones arriesgadas al comprar o vender acciones. Precisamente en lo invaluable del trabajo cultural es donde tienen origen una serie de abusos: los pagos pueden demorarse, pero mientras se te pide que vayas a casa con una sonrisa porque la exposición se presentó en tiempo y forma, aunque tus jornadas de trabajo se puedan extender hasta las 10 de la noche y vivas en la periferia de la ciudad.
Reconocer toda esta serie de problemas no tiene como fin señalar víctimas para compadecernos; no se trata únicamente de ver quién se lleva las peores condiciones de trabajo en este modelo laboral y económico, sino de reconocer e intentar transformar eso que está permitiendo que este tipo de circunstancias ocurran en las instituciones.
Se trata de mostrarle a funcionarios como Nieto Castillo que están equivocados: que el Estado mexicano sí está tolerando mecanismos ilegales de subcontratación, que no está velando por los derechos de los trabajadores —al menos en el ámbito de la cultura, eso queda claro. Se trata de darnos cuenta que, por más que se trate de expiar las culpas en el pasado, este gobierno es el mismo ganso pero revolcado.
Manuel Guerrero
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[1] En el artículo 15-A de la propia Ley Federal del Trabajo, el outsourcing se define de la siguiente manera:
«El trabajo en régimen de subcontratación es aquel por medio del cual un patrón denominado contratista ejecuta obras o presta servicios con sus trabajadores bajo su dependencia, a favor de un contratante, persona física o moral, la cual fija las tareas del contratista y lo supervisa en el desarrollo de los servicios o la ejecución de las obras contratadas.
Este tipo de trabajo, deberá cumplir con las siguientes condiciones:
a) No podrá abarcar la totalidad de las actividades, iguales o similares en su totalidad, que se desarrollen en el centro de trabajo.
b) Deberá justificarse por su carácter especializado.
c) No podrá comprender tareas iguales o similares a las que realizan el resto de los trabajadores al servicio del contratante.
Consultado el 15 de febrero de 2020. Disponible en línea.
https://mexico.justia.com/federales/leyes/ley-federal-del-trabajo/titulo-primero/#articulo-15
[2] Empresarios piden que no se sobrerregule el outsourcing ni se vea como actividad criminal. sinembargo.mx, 13 de febrero de 2020. Consultado el 15 de febrero de 2020. Disponible en línea https://www.sinembargo.mx/13-02-2020/3730287
[3] Andrea Becerril y Víctor Ballinas, Frenan en el Senado regular el 'outsourcing' . La Jornada, 14 de febrero de 2020. Consultado el 15 de febrero de 2020. Disponible en línea. https://www.jornada.com.mx/ultimas/politica/2020/02/14/frenan-en-el-senado-regular-el-outsourcing-2566.html
[4] Egbert Méndez Serrano, Parálisis y precarización en la cultura a un año de gobierno de la 4T. Revista Código, 30 de noviembre de 2019. Consultado el 15 de febrero de 2020. Disponible en línea:
https://revistacodigo.com/arte/precarizacion-cultura-4t/
[5] Samantha Nolasco, El déficit del INBAL se acumuló durante 20 años: Fuentes Burgos. El Economista, 17 de diciembre de 2019. Consultado el 15 de febrero de 2020. Disponible en línea:
https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/El-deficit-del-INBAL-se-acumulo-durante-20-anos-Fuentes-Burgos-20191217-0103.html
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La derrota de la Reforma Eléctrica la esperaba, de allí su reacción, a botepronto, de una propuesta legislativa para nacionalizar el litio.
Resulta alarmante la confianza de muchos, simpatizantes y opositores al autócrata palaciego, de que al término de su sexenio hará un honorable mutis y se retirará a La Chingada, el único rancho en el mundo con tren a la puerta.
La derrota de la Reforma Eléctrica la esperaba, de allí su reacción, a botepronto, de una propuesta legislativa para nacionalizar el litio. Falsario como Judas en Semana Santa, el mandatario tenía preparada la segunda parte de su espectáculo patriotero. Haga lo que haga, la oposición nunca le podrá ganar a un ente cuyos desvelos, que deben ser inacabables por edad y desvíos neuronales, los dedica a la única meta en lo que le queda de existencia: ganar siempre ganar.
Si para ello debe retorcerle el cuello al ganso, lo hará sin dudar. Mientras tirios y troyanos se desbarataban, se agredían verbal y físicamente, el Okupa del Palacio Virreinal urdía la maniobra completa. Saldría teóricamente derrotado en el Congreso, lo que le da la oportunidad de marcar, señalar y colocar en la mira de los violentos a los legisladores rebeldes. A la vez y con el mentiroso proyecto de nacionalización del litio, constitucionalmente nacional, retoma las gestas heroicas de las nacionalizaciones petrolera y eléctrica. Y pasa, en su altar mental, al panteón de los hombres ilustres al lado de Juarez y Cardenas, sus de quienes se siente epígono.
Y tras esto, lo mencionamos, quizá lo advertimos hace un año, la maroma suprema: En muy reciente declaración mañanera el promotor de sí mismo, cantor de sus propias glorias, dijo que el (año) 24 se irá mucho para su rancho, el único predio de descanso en el mundo, que contará con tren de pasajeros a la puerta. O casi. Pero advirtió que hará lo que decida el pueblo. Esto es, que le puede imponer el sacrificio de proseguir en la insigne labor de cimentar y consolidar la Transformación y que, una vez lograda, deberá continuar para impedir el regreso de los enemigos nacionales, traidores a la Patria como abogados tramitadores de amparos, médicos reclamantes de vacunas, niños pedigüeños por medicamentos anti cáncer y así hasta el fin…
…insistió que en el 24 se irá a La Chingada pero no olvidó dejar anotado que sólo el pueblo decide, así que si ordena otra cosa… ya prepara las consultas públicas. Hasta aquí el recuerdo.
Y los legisladores que se escondan y se vayan a ondear changos por la cola. No habrá de otra, lo que habrá será Peje para siempre. Se piensa inmortal, para nuestra mala suerte a lo mejor lo es
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Madrid en cinco días.
La siguiente escapada tuvo por nombre Madrid, capital de España. Para llegar al aeropuerto de Barcelona es bastante sencillo si vas en metro. El Prat (nombre del aeropuerto de Barna) cuenta con dos terminales y el metro pasa por ambas. Desde Gràcia, en tiempo, fueron como 50 minutos o tal vez menos, para llegar a la terminal dos. Lo que está jodido y he dicho desde el primer post, es que tienes que pagar por una mierda llamada suplemento, que es necesario para entrar o salir del aeropuerto de Barcelona, el costo de este robo es de 2.40 euros, más el costo del boleto de metro que es de 2.20 euros: 4.60 euros (poco más de 100 pesos mexicanos). En México no se cobra nada por ingresar o salir del aeropuerto y para llegar al metro hace falta caminar muy poco. El vuelo fue por Vueling (la modalidad “económica” de Iberia). Cabe decir que no ofrecen ni agua, aunque el trayecto de Barcelona a Madrid es bastante rápido: 50 minutos. Nuestro vuelo arribó a la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas. Tuvimos que adquirir una tarjeta (que tiene costo), porque en Madrid no se usa billete, y elegimos un paquete de diez viajes por 12 euros. Pero igual que en Barcelona, también tienes que pagar el jodido suplemento para salir del aeropuerto y en Madrid es aún más caro: 3 euros. Al final, el chiste de la tarjeta salió en más de 20 euros; una mierda tener que pagar casi 500 pesos mexicanos por salir de un aeropuerto y poder trasladarte a tu destino. Yo lo que recomiendo es que si van dos personas, paguen solo un suplemento y se pasen juntos o salten la valla, pues realmente no hay nadie vigilando.
La parte buena es que el metro está ahí mismo en el aeropuerto; hace falta bajar uno o dos pisos y no se camina mucho para dar con la estación. Igual que el metro de Barna, el de Madrid pasa por todas las terminales del aeropuerto; después de la Terminal 4 vendrá Terminal 1, 2 y 3. Subimos en la línea 8, que es la que corresponde al aeropuerto y de ahí pasamos a la línea 6, sin mucho jaleo. Un amigo granadino, nos dejaría su piso en Madrid y ya nos esperaba en la estación Puerta del Ángel. En tiempo, el trayecto fue de unos 40 minutos. Del metro nos fuimos directo al piso a dejar las cosas, aunque no llevábamos mucho equipaje, porque, para los que no saben, las aerolíneas europeas cobran por equipaje documentado, aunque sea solo una pieza; otra joya de la “hospitalidad” europea; una mierda.
En breve salimos a pasear; la zona cercana a Puerta del Ángel podría decirse que es de clase media, mas no sentí peligro, y me gustó mucho ver tiendas y restaurantes latinos, árabes, indios, etc. También hay un mercado: el Tirso de Molina, aunque la verdad tanto los mercados europeos como los sudamericanos no me gustan, pues intentan darles un estilo “fancy” y de esa manera se pierde todo el folclor, que es lo que me gusta de los mercados mexicanos. Paseando un poco más dimos con el río Manzanares y para mí fue una grata sorpresa descubrir dicho río, ya que no sabía que había uno en Madrid y me pareció muy bonito y sobre todo me parece que le aporta mucho encanto a la ciudad, con los jardines y fuentes que le rodean, además desde el río ya se puede ver la catedral de la Almudena y también el Palacio Real, aunque este último realmente no sé si debería admirarse.
Ese día, que era jueves, como nuestro amigo no podía alejarse mucho de su zona, ya que saldría hacia Granada en breve, entramos a comer en un Cien Montaditos cercano al río. Encontramos muy sucia la mesa y al sentarnos una bandada de pequeñas moscas se levantó del lugar. Realmente estaba tan sucia, que daba asco comer ahí, así que tuve que limpiarla yo mismo, porque (de nuevo, otra joya de la hospitalidad europea) no hay atención en las mesas, a menos que pagues un montón de dinero más. Este lugar era atendido por una sola persona y había dos personas más en la cocina, que a veces tenían que dejarla y salir a cobrar; todos de origen latino. La comida estaba bien hecha y la cerveza estaba ok. Después de comer varios montados y beber unas cañas salimos del lugar, despedimos a nuestro amigo y nos pusimos a andar. Encontramos que en las faldas de la Catedral de la Almudena se encuentra una muralla árabe, lo que nos pareció muy interesante.
Pasamos después frente a la Catedral y frente al Palacio Real, que siempre tiene fila para entrar, sobre todo en las dos últimas horas, ya que no se cobra la entrada. Nos paseamos por los jardines que se ubican detrás del Palacio y después tomamos la Gran Vía, que no estaba muy presentable, pues se encontraba en obras. La verdad que estar entre tanto cemento y gente nunca ha sido mi opción preferida, así que la Gran Vía es una parte que yo podría dejar de lado, de hecho creo que después de esa vez no volví a recorrerla. Llegamos a la famosa puerta de Alcalá y luego tomamos el camino del Paseo del Prado, que es más verde y nos agradó más. De ahí llegamos al Museo Reina Sofía (se puede hacer todo este recorrido a pie), pero no entramos, ya que no soy fan de los museos henchidos de gente. Mejor nos fuimos a conocer el famoso Cine Doré; el barrio en el que se ubica me gustó mucho y me pareció más acogedor.
Después nos pasamos a la Plaza Mayor, que la verdad no me gustó, pues además de que no le encontré nada bonito, le sentí una vibra pesada. Salimos por alguna de las puertas de dicha plaza y comimos el famoso bocata de calamares (3 euros) en un lugar llamado La Campana. De ahí hicimos el regreso al piso a pie, pasándonos por debajo de un puente muy alto y de notable arquitectura, conocido como Viaducto de Segovia. Más tarde me enteré que al igual que la Plaza Mayor, este puente tiene una historia bastante oscura. Antes de llegar al piso, pasamos a hacer compras en el Dia (supermercado), ya que pensamos que estaría cerrado al día siguiente por los festejos del día de la hispanidad. Llegamos por fin al piso a descansar los kilómetros recorridos.
Segundo día (viernes, día de la hispanidad) fue verdaderamente una pesadilla. Parecía que toda España, incluso toda Europa había ido a Madrid. Imprudentemente nos pasamos cerca del Palacio Real, y como ese día, el rey, su esposa cara de palo y las infantas harían un desfile, todo estaba cerrado y muchos mirones querían verles la geta. De ahí nos pasamos al Mercado San Miguel, en el que no cabía ni un alfiler y pronto escapamos de ahí, pero no había realmente un lugar sin turistas aquel día. Recuerdo, a manera de pesadilla, grandes grupos de chinos de la peor clase siendo guiados por otros chinos con micrófonos estrafalarios. Intentamos tomar resguardo en El Retiro, famoso parque que los locales califican de enorme. La verdad el tamaño del parque es considerable, aunque no enorme y se puede hacer un buen recorrido dentro. A mí la verdad que ni me encantó ni me disgustó, pero creo que lo mejor que tiene es la casa de cristales y el pequeño lago con patos, gansos y cisnes. Salimos de ahí y caminamos hacia la Puerta del Sol, igual no cabía un puto alfiler, de tanta gente que había. Nos pasamos a comer al Museo del Jamón de la plaza mayor. Intentamos pescar mesa afuera y lo conseguimos, pero nos dimos cuenta que por poner el culo al aire hay que pagar como 2 o 3 euros más por cada alimento o bebida, incluso más, así que mejor entramos, pedimos en la barra y tomamos una mesa dentro. La bocatas no estaban mal y también ordenamos croquetas, que estaban buenas. La verdad es que ese día lo recuerdo como una pesadilla y me estoy esforzando por hacer memoria. Me parece que al salir del Museo del jamón nos dirigimos al museo Reina Sofía, que tenía entrada libre ese día. La cola para entrar llegaba hasta Vallecas, así que lo dejamos. Intentamos el Templo de Debod (templo obsequio de Egipto a España), pero toda la gente se dirigía, como hormigas, hacia allá. Parecía que regalaban buenos polvos en la cima o que todos tenían la misma puta guía de la ciudad; lo dejamos y paseamos un poco por el río antes de ir de vuelta a casa. Nos dimos cuenta que los supermercados estaban ahora cerrados, aunque por la mañana los vimos abiertos. Al final sirvieron las compras que habíamos hecho en el Dia, la noche anterior.
Tercer día (sábado). Decidimos iniciar el recorrido por el Templo de Debod, no fuera que por la tarde estuviera igual de concurrido que el día anterior. Aunque era de mañana, ya había gente y al final las vistas no eran tan espectaculares, además la ciudad estaba bastante contaminada ese día. Queríamos visitar la estación fantasma de Chamberí y hacia allá nos dirigimos, pasando antes por el barrio de Malasaña, epicentro de la movida madrileña. Chamberí resultó ser un barrio pijo. La fila para entrar a hacer la visita (que es gratuita) a la estación no era larga e incluso la gente se dividió en dos grupos: los que querían visita guiada y los que querían ir libres. Lo especial de la estación es que conserva todo lo antiguo, desde las losas hasta la publicidad de la época en que dejó de usarse. Una cosa que sorprende es cuando pasa el metro, con pasajeros normales, que ni se enteran que son objeto de atención de la gente que está de visita por la famosa estación fantasma de Chamberí.
Después de terminar con la visita en la estación, nos dirigimos al barrio de Chueca (el barrio gay de Madrid), mucho más tranquilo que la Zona Rosa, en Ciudad de México. Realmente solo pasamos por Chueca, porque nos dirigíamos a comer en El Tigre, una sidrería clásica (me encanta la sidra). El lugar estaba lleno de gente en la parte de abajo, pero lo bueno fue que paré oídos y escuché a un “tío” preguntar a un mozo por las mesas de la parte de arriba. Subimos y por casualidad se estaban levantando un par de culos y pudimos sentar los nuestros en los banquillos y ocupar la mesa. El mesero, muy amable (que parecía polaco o ucraniano), rápidamente nos trajo las dos sidras que pedimos y un plato lleno de tapas surtidas, todas realmente buenas. Salimos de ahí a reventar de tanta comida y lentamente caminamos hacia la estación de Atocha, tomando de nuevo el Paseo del Prado.
La estación de trenes de Atocha (famosa además por el atentado que lamentablemente se dio ahí en el 2004) es notable por su tamaño, que desde fuera puede apreciarse. Al entrar nos sorprendió ver una pequeña selva dentro de la estación techada. Tan grande y tan concurrida es dicha estación, que llega a asemejarse a un aeropuerto. Después de visitarla nos dirigimos caminando hacia el Matadero, que es un centro cultural donde también se ubica la Cineteca (siempre me gusta conocer las cinetecas de otros países). El Matadero es todo un complejo cultural, la Cineteca parece chida (guay), pero es bastante pequeña, además que me parece un poco tétrico que antes haya sido un matadero, un rastro; lo mismo hicieron en São Paulo, Brasil; qué moditas…
Salimos de ahí y entonces hicimos un recorrido que yo tenía muchas ganas de hacer: por un costado del río. No me arrepentí de haberlo hecho pues vuelvo a decir que el Manzanares es la joya de Madrid. El río tiene varios puentes con diferentes tipos de arquitectura, desde modernistas hasta clásicos y realmente apreciables, como el puente de Toledo. Un poco después de dicho puente nos encontramos con el estadio Vicente Calderón, casa del Club Atlético de Madrid. Junto al río pueden verse muchas áreas verdes, juegos para niños, bancos, gente haciendo picnic, personas patinando o en bicicleta, etc. Para llegar al piso esta vez tomamos otro camino, pasando por el Parque Caramuel, que tenía mucha gente practicando distintos deportes y niños jugando. Pasamos por algunos edificios pequeños y no tan lindos, cosa que nos hizo pensar que aquella era una zona popular, pero igual no me sentí inseguro.
Cuarto día (domingo). Este día decidimos salir de Madrid para ir a conocer Toledo. Nos movimos en metro (pues aún teníamos viajes en la tarjeta que compramos al llegar) hasta llegar a la estación Elíptica, que tiene una estación de autobuses (un poco tétrica). Subiendo por las escaleras eléctricas, escuchamos a un policía decirle a una chica que se cerrara el bolso; poco después observé a un tío que hacía como que hablaba por celular mientras nos echaba ojo, luego que lo vi y se percató, desapareció. Compramos los boletos de autobús en unas máquinas en la estación, ya que parece que en domingo no trabajan los de ventanilla. El costo de cada boleto (viaje sencillo) fue de 5.70 euros. El autobús no era tan cómodo, pero Madrid-Toledo es un trayecto rápido, unos cincuenta minutos a lo mucho. Al llegar a la estación de buses de Toledo nos acercamos al punto de información para tomar un mapa; el hombre dijo que no tenía y señaló un lugar donde según podíamos encontrar uno; no había nada y en la tienda justo enfrente los vendían; una mierda. Empezamos el recorrido por el lugar, con bastante frío. Al llegar a la plaza central notamos que también Toledo estaba llena de turistas. Cuando pasamos por la Catedral pudimos verlo más claro: una fila enorme esperando para pagar 7 o más euros para entrar. Callejeamos la ciudad, paseamos por el barrio judío, por el río, subimos y bajamos sus enormes escaleras eléctricas y poco después nos fuimos. El bus de regreso también promedió unos 50 minutos de trayecto. Al llegar a Madrid decidimos ir de nuevo a El Tigre, por más sidra y tapas (no se necesita nada más), esta vez había pocas personas en el lugar y las tapas no fueron tan buenas. De ahí tomamos camino hacia el Reina Sofía, pero nos confundimos con el horario de entrada ese día y cuando estábamos llegando también estaban cerrando la puerta. Así que de ahí nos fuimos por el postre para rematar el día: churros con chocolate en San Ginés, una churrería clásica ubicada en el centro. Nos tocó sentarnos en el piso de abajo, que es como una especie de búnker, un poco raro, no muy apto para claustrofóbicos. Era ya de noche y estaba haciendo frío, así que regresamos al piso. Más tarde llegó nuestro amigo de haber estado de visita en Granada, para ver a su familia.
Quinto y último día (lunes) en Madrid. Intentamos de nuevo la muralla árabe, pero solo abre los fines de semana y los días festivos, así que quedará pendiente para la próxima. Habíamos quedado de vernos un poco más tarde con nuestro amigo, para comer cocido madrileño. Tomamos camino y pasamos nuevamente por el Mercado San Miguel; esta vez pudimos verlo con menos gente. Nos encontramos con nuestro amigo en la Plaza de Cascorro y nos llevó a un restaurante llamado Malacatín, un lugar clásico de cocido madrileño. La mesera nos preguntó si queríamos el cocido junto o separado, tomamos la segunda opción y poco a poco fue trayendo las cosas. Al final era demasiada comida y dejamos buena parte, porque ya estábamos full. Cuando llegó la cuenta noté que habían cobrado la hogaza de pan que ellos mismos ponen en el plato de inicio. Me pareció una mierda, ya que en México no hay restaurante (barato o caro) donde se cobre el pan; otra vez la “hospitalidad europea”. La verdad es que me sentó mal el cocido, ya que algunas partes de la carne no estaban buenas, en especial el pollo, que sabía mal; no recomendaría el lugar. Mientras comíamos, el lugar se llenó de gente y muchos veían con envidia nuestra mesa. Al salir, paseamos un poco por la calle y en breve comenzó a llover, así que despedimos a nuestro amigo, que tenía una clase en la Complutense y nosotros abordamos un bus para ir al piso y descansar un poco de tanta comilona. Poco más tarde decidimos ir a formarnos en la fila del Palacio, pues nos habría gustado ver qué habían hecho con todo lo que se robaron y quitan actualmente al pueblo. Una mujer, empleada del palacio, comenzó a gritar que la puerta se cerraba a las 17h. Nos quedamos cerca de entrar, así como muchos otros, ya que cerraron la puerta en la cara de los que seguían, sin importarles un pepino. ¡Que les den!, sin duda, hdp. Para no dejar nuestro tiempo al aire fuimos de nuevo por churros, pero esta vez a otra churrería que en algún lugar habíamos escuchado, se llama Chocholat y el chocolate era mucho mejor que el de San Ginés. Esta vez también probamos las porras, que no nos encantaron, ya que sabían mucho a aceite, como las frituras. Salimos y fuimos a recoger nuestras cosas al piso de nuestro amigo, luego nos dirigimos al metro y la misma historia: pagar los mentados suplementos para poder ingresar al aeropuerto. De nuevo me di cuenta que no hay nadie ahí para revisar, así que de nuevo os recomiendo comprar solo una mierda de esas, si es que van dos personas y se pasen juntas o ¡saltad la jodida valla, qué va!
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La escritora que organizó la primera manifestación feminista en España
A la cabeza iba la comisión ejecutiva, llevando la pancarta de la manifestación. Eran las mujeres de las ejecutivas de las asociaciones feministas convocantes. «Abajo el clericalismo. Viva la libertad», ponía, en un estandarte rojo. Para abrir paso a la apertura de la manifestación, organizada por la Agrupación de Damas rojas la Asociación de Damas radicales y La Progresiva Femenina, pasaba antes «un grupo de socios de las Juventudes radicales», que apartaban a los curiosos y abrían paso. Detrás de la pancarta de apertura, aquel 10 de julio de 1910, seguían las manifestantes. Las crónicas consultadas no dan una cifra exacta, pero eran miles de mujeres.
La crónica que publicó entonces La Vanguardia, el diario más popular de la ciudad que acogía la marcha, Barcelona, apunta que entre las asistentes iban una niña «vestida de República» (iba en brazos de «un individuo»), muchas manifestantes con una caricatura que mostraba a la república dando un puntapié a un fraile prendida con un alfiler o una manifestante que llevaba «un soberbio ganso con el cuello adornado con cintas tricolores» (recibió «muchos aplausos»). Otra de las noticias de la prensa del momento señala que la mayoría de las mujeres asistentes llevaban insignias que identificaban a que asociación de mujeres pertenecían.
Eran «algunos miles de mujeres de Barcelona y otras que habían llegado de diferentes pueblos», como recoge uno de esos artículos. Las manifestantes salieron de la plaza de Urquianona a las cuatro y media de la tarde. Habían empezado a concentrarse ya a las cuatro, siendo la asistencia variada en términos de edad (aunque «abundando las jóvenes) y muchas iban en grupo «ataviadas con trajes domingueros» (algo que, leyéndolo 110 años después, hace imaginar un ambiente festivo). A medida que avanzaba la manifestación, se iba engrosando la asistencia.
La manifestación terminó ante el Gobierno civil, donde entregaron su pliego de peticiones con 22.000 firmas de mujeres, de apoyo a una política de limitación del poder de la Iglesia Católica que se había puesto en marcha. Fue también allí donde desde uno de los balcones Ángeles López de Ayala, la portavoz y la convocante, habló a las asistentes. Tras ello se disolvieron «ordenadamente». Las crónicas dejan claro que la manifestación transcurrió sin incidentes.
Había terminado la que se considera la primera gran manifestación feminista de la historia de España, como señala en Señoras fuera de casa (Los Libros de la Catarata), Raquel Sánchez. La manifestación buscaba dejar claro que las mujeres españolas no estaban bajo el dominio de la Iglesia Católica y que pensaban por ellas mismas (no olvidemos que esa idea de que ‘el confesor va a dictar el voto’ fue uno de los argumentos que se usaron contra el sufragio femenino y que Clara Campoamor tuvo que escuchar en los años 30 antes de lograr que la II República reconociese el voto de las mujeres).
Unos días antes, hay noticia de otra manifestación multitudinaria también anticlerical y de apoyo a la misma línea de actuación del gobierno central en Barcelona, pero lo que diferencia a esta es que las manifestantes eran mujeres y que las convocantes eran asociaciones feministas. Los periódicos presentan a esta como una “manifestación femenina” (y lo de femenina, por cierto, puede leerse como sinónimo en este caso de feminista).
En el epicentro de la manifestación estaba Ángeles López de Ayala, su presidenta, como dice alguna de las crónicas. López de Ayala es una de esas figuras de la España de hace un siglo sobre las que es inevitable querer saber mucho más. Fue periodista, escritora, activista política y una de las líderes feministas de la España de finales del XIX y de principios del siglo XX.
Para adentrarse en la biografía de Ángeles López de Ayala se puede recurrir a la tesis doctoral Ángeles López de Ayala (1858-1926): icono del librepensamiento en la España de entre siglos, presentada en Universidad Complutense por María Victoria Clemente Palacios. Está en abierto y, por tanto, accesible en la red (también hay una biografía publicada en Icaria, en catalán, que no hemos podido consultar a tiempo). Clemente Palacios explica en el primer apartado de su tesis que los datos biográficos sobre Ángeles López de Ayala son muchas veces contradictorios, pero ha ido recopilando varias fechas destacadas y varias líneas de interés.
López de Ayala nació en el seno de una familia acomodada en la década de los 50 (hay variedad de años y la investigadora no localizó la partida de bautismo que podría haber confirmado cuál es la correcta, pero posiblemente fue hacia 1858) en Sevilla. Sus padres murieron cuando era pequeña, así que fue criada por unos tíos maternos y educada en un colegio de monjas (curiosamente, teniendo en cuenta su compromiso posterior en los movimientos anticlericales, llegó a mostrar interés por ser novicia).
Ya escribía en su juventud (se puede concluir porque ganó un premio de poesía a los 15 años), publicó una novela en 1881 y estrenó una obra de teatro justo un año antes. Por esas fechas se casó con su primer marido, con quien se muda a Madrid. En Madrid, explica la investigadora, entra en contacto con la masonería y se afianzan sus ideales republicanos. También arranca en la capital su carrera en medios. López de Ayala escribe novelas, cuentos y múltiples artículos en prensa a lo largo de los años. En el terreno del periodismo será, incluso, directora de varios medios. En 1890 se muda a Barcelona, que es la ciudad en la que vivirá hasta su muerte en 1926 y en la que organizará la manifestación 20 años después.
Durante toda su vida, López de Ayala mantiene un firme compromiso con los ideales republicanos y con el feminismo. Su compromiso político tuvo un impacto directo en su vida cotidiana: fue procesada múltiples veces, pasó por la cárcel e incluso vio como su casa en Santander, donde pasó una temporada antes de mudarse a Barcelona, era incendiada como represalia.
Foto | Wikimedia
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La historia del “Palacio de los Gansos”, el icónico edificio que mezcló a la aristocracia porteña con Ringo Bonavena
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La plaza y el líder. México, julio de 2019
Con inmenso respeto para todos los religiosos, es preciso recordar que la religión occidental (pasemos de los Upanishads) no tiene valor de uso desde que empoderó espiritualmente a la burguesía inglesa del siglo XVII. De entonces a la fecha: chantaje, pobreza, encubrimiento, criminalización de mujeres, saqueo de comunidades, agentes institucionales afectos a prácticas pederastas, engaño de seguidores so pretexto de una vida mejor, justificación de políticas acaparadoras...
¿Recuerda la ocasión en que ese líder religioso se pronunció por propiciar que las mujeres tomen decisiones, abandonen la condición de: cosa, instrumento en disputa, resanadora de inseguridades en forma de machos, y se empodere para ejercer el hedonismo? Yo tampoco.
Padre, ¿cómo para cuándo manda dios por nosotros?
En cuanto seas lo suficientemente pobre para entrar al reino de los cielos
Pero pues eso le dijeron a mi tata y nomás a campo santo llegó
Ya estará con Dios
Y en el caudal del río, porque con las inundaciones del año pasado el agua lo sacó pa’lla
Con inmenso respeto para los licenciados, es preciso recordar que la corrupción permitió estructurar un modelo de gobierno “a la mexicana” durante el último cuarto del siglo XX y hasta nuestros días. Desde que nuestro General Cárdenas pensó que era una buena idea escuchar a la gente, el resto de los gobernantes hace uso del chantaje, pobreza, encubrimiento, criminalización de mujeres, saqueo de comunidades, agentes institucionales afectos a prácticas pederastas, engaño de seguidores so pretexto de una vida mejor, política acaparadoras...
¿Recuerda la ocasión en que ese gobernante se animó a confiar y respetar la capacidad de decisión de la gente y entendió que lo importante es construir capacidades sociales, económicas, políticas y culturales en un nosotros sin ustedes para confeccionar proyectos, ser protagonistas de la historia, disminuir las asimetrías que tatúa la miseria y trasladar el centro de gravedad de lo político a espacios donde los sistemáticamente empobrecidos dirimen los aquí y ahora? Yo tampoco.
Con profundo respeto para ambos, licenciados y religiosos, vaya manera de perpetuar la miseria liberal.
Cristo tocará a tu puerta... o en el Zócalo
“A partir de la próxima semana, en los siete mil templos afiliados a la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice) se empezarán a repartir 10 mil ejemplares de la ‘Cartilla Moral’, impresa por el gobierno federal para promover ‘una transformación espiritual’ de la sociedad mexicana”. Arturo Farela, líder de dicha instancia. Revista Proceso, 5 de julio de 2019.
El Zócalo capitalino tiene dilatada experiencia en soportar teatralmente las pisadas ansiosas por vitorear, protestar, cantar, bailar, gritar “¡vivas!, o únicamente dejar testimonio de caminatas propias y sin degollar. Ayer, arena de coloridos sacrificios a un sol insaciable. Aunque, en honor a la verdad, el astro rey sigue así. Cuestión de revisar trayectodependencias, mismas que condicionan buena cantidad de nuestro actuar.
A saber, el término “trayectodependencia”, palabras más palabras menos, es una suerte de racionalidad que lleva a repetir algunas realidades como dependencia de trayectorias pasadas. Eso escribe Adolfo Orive, aunque el vasto libro de refranes populares enfatizaría que “la cabra siempre tira al monte”. Traducido a la actualidad, la maquinaria siempre llega al Zócalo. Allende el ánimo popular genuino paso tras paso palpable, la tarde del lunes 1 de julio de 2019 remarca que es imposible diluir los mejores años del priismo.
Hasta antes del triunfo electoral de carácter presidencial, los mítines de la grey obradorista eran profusos en fraseos desde los extremos. Era común observar contingentes de todo tipo. Quizá el más ocurrente en papel y disruptivo en vestimentas fue el acaecido en la Plaza de las Tres Culturas en el lejano mes de mayo del año 2012.
Estudiantes de todas las carreras confeccionadas por la ideología liberal se dieron cita para respaldar al entonces candidato López Obrador. “AMLO, te doy mi primera vez”; “Polacas con el peje”; “A morir venimos, hagámoslo con un presidente chingón”. Las frases proferidas a la concurrencia por el actual director del FCE, Paco Ignacio Taibo II, arrancaron a punta de emociones las lágrimas del personaje unipersonal de tres campañas presidenciales y un gobierno cuyo amanecer es nebuloso. Dijo ese día el escritor:
“Ustedes fueron una generación condenada, el sistema había decidido que ustedes eran un montón de parásitos condenados a seguir con estudios a medias y trabajos a medias, y el mejor destino era empujar un pinche carrito de supermercado, el consumo chafa, de estar pegados a una televisión que habla y a la que no le podemos contestar, nada más que así, con la voz de los ciudadanos”. PIT II, 21 de mayo de 2012.
Cosa de esperar en la puerta a ver el cadáver del compañero pasar, con una distancia de siete años. Los medios televisivos dependientes del nuevo Estado —a la AMLO— juntan moneros, intelecuates en proceso de llegar al infantilismo, opinadores y escritores neoprooficialistas cuyo esfuerzo por colocar en el espectro mediático cantidad de mensajes rinde dividendos un tanto confusos... es el poder que ejerce la tv en sus ocupantes. Para los consumidores, en asimetría permanente y amorosa, la condición inmanente es la señalada por Taibo II: “no le podemos contestar”. Circunstancia que apuntala la principal contradicción desde hace cuatro siglos: los seres humanos NO somos iguales.
“La homeostasis es el poderoso imperativo, carente de reflexión o expresión, que permite a cualquier organismo vivo, pequeño o grande, resistir y prevalecer”. Antonio Damasio, El extraño orden de las cosas.
La tarde del 1 de julio de 2019 era un diorama, entendido como la posibilidad de ver un mismo sitio cosas distintas.
El optimismo relatará los cientos de camaradas ambulantes cuyo clavo ardiente es un enunciado delgado de contenido dialéctico, robusto en el lenguaje como cobija del ya chingamos. Tazas, playeras, gorras, banderines, pines, mandiles, portan rechoncha vela navegante: “Me canso ganso”. En aquello que la industria (la que usted guste) se encargó de llamar licencia creativa, la tipografía es la del “gansito” Marinela. Pastelito tripulado por refinada azúcar y cuyo sello reposa en la masa diabética que otorga distintivo a la salud nacional.
El infalible pesimismo relatará que no acudimos salvo a la constatación de la homeostasis como nuevo pacto social espectral y comunicado en forma de cifras, conjeturas políticas y muchas porras. A ver.
Caprichosas y cargadas nubes se ciñen sobre el Valle de México. El reloj marca las 3:50 pm y la liturgia comenzará no antes de las 17 horas. Nerviosos por llegar y ocupar un lugar en el campo visual del presidente —argumento totalizante que aglutina alientos sin compartir cansancios— los contingentes perdieron componente de combate. Campo, tierra, trabajadores y estudiantes, cedieron el lugar a la maquinaria universal en la totalidad llamada México de las instituciones.
“Tecámac”, “Acolman” llaman la atención. Como delegaciones, numerosas, ordenadas, cromática uniforme, sin consignas y con la disciplina que impone el trabajo. Como poblaciones, parte de la indefinición entre campo y ciudad, contradictorias y periféricas. Como política, bastiones priistas hasta que la cultura del licenciado mutó de colores. Ya no se llama PRI, aunque presidente será hasta que el Anáhuac nos expulse recuperando con batallones de agua donde concreto pusimos.
La única timidez permitida aparece en forma de lluvia. A la par, suenan los primeros acordes a cargo de “Margarita, la diosa de la cumbia”. Aunque sin ser homogéneo, el ritmo cobra forma en varias parejas. “¿Qué gano con decir que un hombre cambió mi suerte?, se burlarán de mi, que nadie sepa mi sufrir”, frase que hasta ahora no encontraba conexión entre cumbión y política. Externalidades positivas por doquier en el primer aniversario del ejercicio de popularidad sustentando en competencia de partidos bajo reglas de mercado que cambió el Pantone de las estampas oficialistas.
Arreció la’gua y con ella apareció la Banda Sinfónica de Tlaxiaco. La electricidad de la precipitación pluvial impregna cierta solemnidad. Conexiones sin tanta danza, a dos pies avanza un reconocimiento sonoro respecto a los diferentes México congregados por una deformada pulsación reivindicatoria.
Claro que Andrés Manuel tiene razón y las postales refuerzan el glosario repetido sin cansancio: camajanes, fifís, machuchones, ricachones. En las ventanas de los edificios que encuadran la máxima plaza del país, concretamente en aquellos donde descansa el poder legislativo y ejecutivo local, respectivamente, se puede advertir a los diferentes, a quienes la fatiga de tanta lucha desde las curules y foros que terminan en nada pasa factura. Pesada y pastosa, les impide cruzarse con los sudores y olores del vulgo. Faltaba más, antes bien deberíamos reconocer de abajo hacia arriba que gracias a ellos el nuevo amanecer asomó en el horizonte de un país con más de 100 millones de pobres. Hay clases, quien lo dude, que recorra ventanales y balcones.
Más mantas, menos políticos
Estamos cerca ya del inicio. El licenciado saldrá por la puerta de Palacio Nacional para rendir una suerte de informe. Quien conduce el número musical anuncia que tocarán “Canción Mixteca”.
Uy, ya valió
¿Qué pasó, Elvira?
Esa canción cómo le gusta a mi’jo, dice que siempre que la escucha, llora
¿Cuánto lleva ya allá?
Ya va para 15 años
El lenguaje es la institución más respetada y el entorno dicta los mecanismos de entendimiento. “Allá”, es la fonética del imperativo homeostático por evitar enunciar lo agridulce. Agrio, un país seductor de las juventudes cuyo recuerdo generaliza en el estado de ánimo el poder del abrazo. Dulce, el paño en forma de remesas que enjuga las lágrimas y recuerda que por el bien de todos, primero la panza.
Fin de la espera. Junto a “su distinguida esposa”, el presidente de los mexicanos irrumpe en el primer cuadro. Entre la muchedumbre, se abre paso una banda de viento. Será la encargada de comunicar que “La Diana” no ha muerto, antes bien es parte de la apropiación popular para enfatizar agrado por la condición de clientela.
López Obrador deja de manifiesto que incorporó al pensamiento intuitivo la manera de dirigirse a la disciplinada concurrencia. La estampa del templete es familiar, parecida a las arengas detonadas por el alcohol en cualquier hogar liderado por un macho mexicano y cuando la mañana está más cerca que la noche (aunque sin los afanosos añadidos de antaño cruzados por la consigna “templete o muerte”): dos señoras y un octogenario, al arrullo de los aplausos por catálogo, contemplan dentelladas en contra del (ese si no extraño) enemigo conservador. “Aeropuerto”, “Tecnócratas”, “Dólar”, “Pobres”, “Gasolina”, “Ayotzinapa”, todos enunciados sin sorpresa pero con empaque, bien rematados, tanto así que generan “La Diana”.
Pausa en el discurso para retomar: “Amigas y amigos...” que despierta el “ahhhh” en señal de alivio a cargo de los fieles. Saben que equivale a la provocación del sacerdote católico para darle la mano a un extraño durante la celebración de la Santa Misa (sic). Es decir, ya casi nos vamos.
Llega una arenga final y enjundiosa. No tanto como el hambre que siendo casi las 6 de la tarde invade a buena cantidad de asistentes. Aunque cualquier esfuerzo vale la pena. Surge una pregunta, en tono respetuoso, de una simpatizante cuyo amor por la 4T le hizo dedicar la tarde del domingo a confeccionar cientos de banderines con la leyenda “AMLO, Iztapalapa te abraza”: “¿Y la Beatriz qué hizo ahí sentada?”.
Finalizada la liturgia, no sin los tradicionales “viva” de cajón, el domingo (aunque por respeto a la historia el mitin tocó en lunes), puede continuar. “Vámonos, ya sabemos dónde, el que no llegue a las siete se regresa como pueda”.
La cotidianidad mexicana tiene un nuevo fraseo pro pobreza, mismo que genera industria. Llama la atención una manta con la palabra “Metlatónoc”, población que, hasta antes de la división que diera origen a Cochoapa el grande, era el municipio más pobre del país (cedió el lugar a su escisión). No obstante, dicha denominación de origen le permite a sus habitantes lanzar una oferta difícil de rechazar: “Tomáte una foto con la manta, somos del municipio más pobre del país”. Esa sea quizá la victoria parcial más importante para el mundo textil desde que existen las revoluciones industriales.
Sin carga peyorativa, la estructura pastoral cristiana tomó forma de presidente mexicano, quien además es tantas cosas. Quedará en el camino la estampa de este día, donde aparece flanqueado por un afiche que reza “Cuarta Transformación de México”, y del cual recibe una mirada incisiva. Es la del General Cárdenas, quien el 1 de enero de 1958 escribió: “La única forma de enseñar y servir a las masas, es convirtiéndose en discípulo de ellas”.
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Venezuela: Entre “sabotajes” y apagones
Apagón en Venezuela (eluniverso.com)
LA HABANA, Cuba.- Desde hace varios días un nuevo apagón —el segundo de gran magnitud en menos de un mes— se ha adueñado de Venezuela. Ahora, los desdichados habitantes, amén de padecer la escasez de alimentos, medicinas y otros productos de primera necesidad, tienen que sufrir la falta crónica de fluido eléctrico y de agua, esto último como resultado de la paralización de las estaciones de bombeo.
Cuando sucede una calamidad, cualquier gobierno del mundo que se respete (o que tenga que responder ante los medios de la prensa libre y los partidos de oposición que orientan a la opinión pública y hablan en nombre de respetables sectores de ella), primero investiga, y sólo después brinda la información oficial sobre lo sucedido.
En Venezuela no. Allí el gobierno de Maduro parece no respetarse, ni existe una prensa libre; por su parte, los partidos de oposición son perseguidos y ninguneados. Los informadores y políticos que no se limitan a repetir la propaganda oficialista, son calificados con total impunidad como “pitiyanquis”, o se les endilga cualquier otro calificativo desdeñoso que tengan a bien proferir los plumíferos y cotorrones del régimen; o sus altos personeros, como hizo ahora el dictador en persona, al hablar de la “derecha diabólica”.
Por tanto, el modo de actuar del gobierno de Caracas es el diametralmente opuesto. Primero se acusa a “los otros”, y después se hacen las indagaciones de rigor. Y las imputaciones infundadas se hacen pese a advertencias sobre los efectos perniciosos del mal manejo del sistema eléctrico, las cuales Maduro conoce de primera mano por haber sucedido en su presencia. Hablo del corte del alumbrado que se produjo hace unas semanas en el mismísimo Palacio de Miraflores durante una rueda de prensa.
Como suele suceder, el incremento de las torpezas en el sistema eléctrico se produjo cuando cesó la actividad de las compañías privadas en este terreno. Tras la gran falla de 2007, el teniente coronel Chávez, que como socialista carn��voro era un animal que solía tropezar tres y más veces con la misma piedra, huyó hacia adelante y creó la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), monopolio estatal con el que las calamidades han ido de mal en peor.
A la falta de inversión y mantenimiento, así como al aumento de la corrupción, se han unido la pésima gestión de la red nacional y la inoperancia de las centrales petroleras que deberían actuar en respaldo a la represa de El Guri, fuente de la mayor parte de la energía eléctrica que consume el país sudamericano. Como si lo anterior fuese poco, también en este sector ha habido una fuga masiva de especialistas que se niegan a aceptar el desgobierno chavista.
Con ocasión del primer gran apagón reciente (iniciado el 7 de marzo) afirmaron que se trataba de un “ataque cibernético”. En esta segunda oportunidad, han asegurado que todo se originó por disparos de un francotirador, hechos “desde un área escarpada”. En sus divagaciones televisivas, un balbuceante Maduro, consciente del absurdo implícito en el supuesto origen balístico del desastre, especuló sobre una posible “colaboración interna” que habría viabilizado la perpetración del hecho.
Es así como el mandamás de turno intenta salir al paso de los innumerables escépticos que, en medio de la calamidad creada por el nuevo apagón, se hacen una sola pregunta: ¿Cómo es posible que la hidroeléctrica que genera la porción preponderante de la energía que consume el país, carezca de una protección adecuada!
Desde luego, es de presumir que, si en definitiva aparece el hipotético “colaborador interno”, no será en los órganos represivos que tienen la misión de proteger la planta. Ésos son intocables. Seguramente se tratará de alguno de los infelices trabajadores de filas de la Corpoelec. A éstos no les arriendo la ganancia.
Pero las versiones gubernamentales han sido varias, y discrepan entre sí. Por ejemplo, la vicepresidenta Delcy Rodríguez, el mismo día en que se inició el segundo apagón, afirmó que este “nuevo atentado terrorista contra el derecho a la electricidad se produjo nuevamente mediante herramientas electromagnéticas”.
Por su parte, el Portavoz en Jefe del chavismo, Jorge Rodríguez, también le enmendó la plana a su superior, pues situó a dos supuestos comandos de fusileros a distancias de sólo 100 y 150 metros de las instalaciones “saboteadas” (lo cual, como es obvio, desvirtuaría lo del “área escarpada” mencionada por Maduro).
Cualquiera que sea el caso, el fiscal general chavista Tarek William Saab informó el martes sobre el arresto de seis supuestos implicados en el “sabotaje”. Sí podremos estar seguros de una cosa: Al igual que un ganso que queda completamente seco después de sacudirse el agua, el chavismo se exonerará a sí mismo de cualquier responsabilidad en esta nueva calamidad. Y siempre aparecerá alguien que cargue con el pato.
Venezuela: Entre “sabotajes” y apagones
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Del Chanel gris de Penélope Cruz, a la sobriedad en negro de Rosalía
Inmaculada Tapia Sevilla (España), 2 feb (EFE).- El blanco y el negro fueron los colores de la noche sobre la alfombra roja de los Goya, donde entre la delicadeza del gris de Penélope Cruz, una creación sencilla y sin mucho interés, y la sorpresa de Rosalía, sobria, desafiando a su estética chandalera, contrastó el exceso de Paz Vega. La 33 edición de los Premios Goya no ha coronado a ninguna de las presentes como la reina de la alfombra roja. Penélope Cruz, siempre esperada, no deslumbró con el diseño de la firma francesa de la que es imagen. Tampoco, una grande entre las grandes de la elegancia, Nieves Álvarez, que lucía un Elie Saab, consiguió epatar como otras veces. Una alfombra roja sobre la que se vio mucho diseño español que la alta costura internacional no ha podido eclipsar en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla, ciudad del sur de España a la que viajaron este año los Premios Goya. La cantante Rosalía renunció a su estética chandalera y de tonos chillones en favor de un vestido quimono mini de Juan Vidal, la única que se atrevió con ese largo, realizado en tejido técnico en contraste con bouquets de flores y espigas y detalles de cristal. Las creaciones de Teresa Helbig son siempre una de las apuestas seguras para no decepcionar en una de las pasarelas más vistas del año en España. Una confianza que ha situado entre las más elegantes y admiradas a la actriz Macarena Gómez al elegir un vestido de tul "plumetti glitter", en blanco roto, confeccionado con cintas de terciopelo imitando la silueta de las hojas en cuerpo. También de blanco y de Helbig, la actriz y directora Leticia Dolera lució un vestido en seda mientras que azul marino fue la elección Cristina Brondo, de la misma diseñadora. La presentadora de la gala Silvia Abril apostó también por el diseño español de principio a fin de la gala. Mientras en la alfombra roja lució un vestido de corte sirena, negro, con mangas de raso abullonadas, de Pedro del Hierro, sobre el escenario lo cambió por un Helbig en crepé de lana roja con detalles de tachuelas metálicas, que después sustituyó por una creación de Duyos y otra de YolanCris. Nominada a mejor actriz protagonista, Susi Sánchez confió en Lexdeux con un vestido en crepé doble de línea evasé y escote caja adornado en la espalda por un lazo en tafeta de seda. De blanco acudió Marisa Paredes vistiendo una estudiada sencillez de Christian Dior, mientras que Silvia Abascal en tul degradé en morado paseo, muy delgada, de Marchesa, la misma firma en la que confió Paz Vega, que vistió un vestido cargado de grandes volantes y flores. La magia al transformar una obra de arte en una paleta de color sutil y textiles vaporosos de Ailanto fue la elección de la cantautora Judit Neddermann. Arriesgó y ganó la actriz debutante Carolina Yuste, con un esmoquin negro, con aperturas en las mangas de Roberto Diz, una apuesta. Gloria Ramos, primera actriz nominada con discapacidad intelectual por "Campeones", lució un vestido de la marca Dalal, una firma implicada en proyectos con colectivos desfavorecidos. Sus compañeros de reparto al completo han optado por la firma El Ganso. Entre los caballeros, por su gusto y sensibilidad en la elección de diseñador hay que destacar al ministro de Cultura, José Guirao, que lució un esmoquin de Ana Locking. Javier Gutiérrez apostó sin dudarlo por Paco Varela, con chaqueta burdeos; el atractivo de Carles Francino salió reforzado por el traje de Juan Avellaneda y el altísimo Andrés Velencoso por Lander Urquijo. Brays Efe añadió la nota de color con un traje de Oursiders División. EFE it/cr
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人不可貌相 — A un hombre no se le puede juzgar por las apariencias.
Aquella vez que nació, por vez primera, Giáo se enfrentó al problema más grande de su vida.
Era hermosa.
Su nombre fue Yang Yuhuan, una dama nacida en circunstancias privilegiadas, destinada a ser una princesa. Pero una mujer en la dinastía Tang, a final de cuentas, era alguien sin voz. Fue educada para su época, mas su espíritu nunca perteneció a ese momento. Yuhuan tenía un corazón salvaje, el alma de una guerrera, aunque sin Hunos por combatir o padres que salvar, tenía el ardiente deseo de pelear como una Mulán. Pero ninguna doncella de aquella era tenía permitido algo como eso.
江山易改,本性难移 — Es fácil cambiar el curso de los ríos y las montañas, pero difícil cambiar la naturaleza de un hombre.
A los dieciséis años le correspondió convertirse en la princesa Shou, esposa de Li Mao, príncipe Shou. Tenían la misma edad, pero nada en común. Li Mao fue un hombre frío, obsesionado con el hecho de que todos admiraran la belleza de su mujer, como de un trofeo. Ni siquiera se hablara de la pobreza de su intimidad. Es aquí donde el nombre de Minh Giáo se asomó por primera vez…
Un soldado que pudo haberse vuelto rico gracias a sus dones para la guerra, pero cuyo ímpetu le llevó a terminar cual sirviente, pues tenía mala actitud para los superiores y poco interés en la pelea. Era como verse en un espejo, a niveles insospechados. Si no fuera por su edad y su aspecto físico de aires maduros, habría jurado que sería su hermano gemelo o, más bien, su otro yo. En una vida como la suya, había millones de cosas prohibidas, pero eso se volvió irrelevante al conocerlo.
大智若愚 — Una persona de gran sabiduría suele parecer torpe.
Cuando se acostumbró a verla después de un año, el príncipe Shou se creyó la mentira de que ella necesitaba un guardián, y se buscó otra concubina. Minh Giáo, que ya había sido víctima de la estupefacción tras verle el rostro por vez primera, aceptó su nuevo rol sin conocer las verdaderas intenciones de la princesa, pero lo más sorprendente de las súplicas de Yuhuan cuando insistió ser su alumna en las artes de la guerra, fue que él accediera sin dudar, sin acusar, sin temer, sin juzgar, sin considerar que ella era una mujer.
Fue él quien le enseñó todo, quien la volvió fuerte, guerrera, mujer. Así comenzó, como clases de lucha, pero concluyó en un tórrido romance y fue, al final, desnudos entre las sombras, que se descubrieron tan distintos… si tan solo ella pudiera ser él, y él pudiera ser ella, entonces todo habría sido maravilloso. Eran almas gemelas y eran el uno para el otro, pues debieron ser inversos, los Dioses se equivocaron al colocar sus almas en sus cuerpos, pero los habían reunido.
天下无不散的宴席 — En el mundo no hay banquete que no tenga fin.
Un año después, el Emperador Xuanzong citó a su hijo y su nuera al Palacio del Manantial de Xingwen. Minh Giáo acudió como guardia, por lo que el Emperador jamás le prestó atención, pero su ojo captó sin rémora alguna aquél rostro que avergonzaría a cualquier flor. El único que comprendió los motivos del divorcio, solicitado por Li Mao, fue el mismo que amaba como mujer y hermana a Yuhuan, teniendo que separarse de ella por cinco años a capricho del regente, mientras el príncipe Shou conseguía una esposa nueva.
El momento en el que escuchó que ella había dejado de ser quien era, le fue devastador: le llamaron Yang Guifei, apenas había envejecido lo que era nada, mientras que el pasar de los años y la preocupación a él le hicieron más viejo. Estaba más hermosa que nunca, más elegante, más femenina, más educada, pero menos humana… la mirada del Emperador cuando la observaba era obvia, el poder de ella ahora era superior.
飞蛾投火 — La mariposa nocturna se precipita al fuego.
Alguien como ella no fue capaz de conocer su poder hasta que el más poderoso al alcance se postró a sus pies, así como el soldado jamás se percató de que estaba a su merced. Los deseos eran órdenes y las órdenes parecían dulces deseos. La obsesión era tan clara que les era imposible de ver, así que bastaron palabras suaves con la cabeza ligeramente inclinada para que su majestad llamara a traer a Minh Giáo, el guardia para la consorte imperial en primer grado.
Y él fue, él le besó los pies, permaneció a su lado, la amó, la adoró. Se mantuvieron ciegos mientras los caprichos de Yang Guifei se cumplían, uno tras otro, por el Emperador y el sirviente. Pero ella nunca pagó, no hubieron príncipes de su vientre ni recompensas al oído de cualquiera que se asomara y, por su lado, los consejeros comenzaban a hervir.
千里送鹅毛,礼轻情意重 — Enviar desde la lejanía a mil plumas de ganso, por liviano que sea el regalo, encierra afecto profundo.
Él enfermó en un sinsentido. Un hombre tan fuerte, que aún podría seguir viviendo para morir juntos, había caído en cama en muy poco tiempo. Las fiestas, las ceremonias, los juegos del Emperador, todo el mundo se detuvo cuando ella se enteró. Jamás habían visto a alguien de su posición romper en semejante llanto, ¡por un sirviente!
Cuando la rebelión se desató, los consejeros se aproximaron al emperador y le contaron una historia que él rechazó. Damas de compañía y sirvientes confirmaron las sospechas, la envidia de las concubinas les llevó a la mentira—aun cuando decían ciertas verdades— pero su hipnosis jamás pudo convencerlo, hasta que su mismo puesto y cabeza se vieron en riesgo ante el resentimiento de sus fieles.
情人眼里出西施 — A los ojos del novio su novia siempre es la más bella.
Tenía treinta y siete años, pero su aspecto físico estaba en los veintes. Nunca antes se había visto que una mujer luchara, corriera y se defendiera como ella lo hizo, así que se le consideró más ofensiva y esa historia nunca se contó, en pro del honor imperial. Le inculparon de la situación bélica y arrasaron con su familia, la arrastraron, lucharon contra ella y, al final, la ahorcaron, aunque dijeron que obedientemente ella había aceptado la pena suicidándose.
El Emperador, con arrepentimiento por aceptar las medidas que su ejército exigió, buscó su cuerpo para suplicar su perdón, pero jamás fue capaz de encontrarlo. Hizo una tumba apropiada para ella, pero le lloró el resto de su vida, abandonó su puesto enloquecido de dolor y se suicidó.
失之东隅,收之桑隅 — Lo que se pierde a la salida del sol se recupera a su puesta.
Los miles de años que pasó en el Hades fueron un instante. En su vida, cuando nunca comprendió lo que sucedía, jamás se prestó a cuestionar su lento envejecimiento. El averno le iluminó como el sol mismo, pero le hizo un alma escéptica. La frustración y el dolor le volvieron un ovillo, le congelaron el espíritu, le mataron el ímpetu y el amor.
Cuando abrió los ojos de nuevo, se descubrió a sí mismo. Se escandalizó, pues era imposible que sus caprichos llegaran a este nivel… habían pasado casi 45 siglos y tan solo así pudo despedirse del mayor problema de su vida, lo que le llevó a partirse en lágrimas. Tenía ocho años, se llamaba Minh Li y los recuerdos de la vida anterior pasaron frente a sus ojos cuando su maestro de historia mencionó su nombre del pasado, llamándole “una de las Cuatro Bellezas”.
温故而知新 — Repasar lo antiguo y enriquecerse con nuevos conocimientos.
Su capricho fue ser llamado Minh Giáo, y así fue los siguientes cuarenta años. Aunque en un principio generó revuelo la decisión de un niño de ocho años, fue tal su necedad que lo aceptaron y, desde su punto de vista, solo por tener ese nombre es que nació con ese apellido. El resto era un montón de favores logrados como pago por el destino, él había fabricado su reencarnación idéntica a su único amor, sin darse cuenta.
Con la sabiduría de una vida emprendió una nueva, aprendió y se corrigió tanto como pudo, para no volver a cometer sus errores. Ahora es quien siempre deseó ser: un hombre, pero no cualquier hombre. Era Yang Yuhuan y era Minh Giáo. Era lo que debió ser desde un principio, lo que siempre fue cuando estuvo con él, pero era más. Era ambos en uno. Es por eso que nada ni nadie le hará desperdiciar esta vida…
塞翁失马,安知非福— El que el viejo de la frontera haya perdido su caballo, ¿acaso no puede ser causa de buena suerte?
¿Cuánto tiempo más habría mantenido a todos engañados si hubiese cuidado su juego? Han sido muchas las noches que ha pensado, que ha escrutado en los hechos de su pasado, se tortura, se volvió víctima del insomnio y amigo de la bebida para combatirlo, pero al final encontró su problema y decidió regirse por desinterés, aniquiló los sentimientos, se volvió objetivo.
¿No es hermoso?
El invierno blanco, los copos de nieve, el lago congelado, el corazón de Minh Giáo.
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El rey burgués
¡Amigo! El cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Un cuento alegre… así como para distraer las brumosas y grises melancolías, helo aquí:
Había en una ciudad inmensa y brillante un rey muy poderoso, que tenía trajes caprichosos y ricos, esclavas desnudas, blancas y negras, caballos de largas crines, armas flamantísimas, galgos rápidos, y monteros con cuernos de bronce que llenaban el viento con sus fanfarrias. ¿Era un rey poeta? No, amigo mío: era el Rey Burgués.
Era muy aficionado a las artes el soberano, y favorecía con gran largueza a sus músicos, a sus hacedores de ditirambos, pintores, escultores, boticarios, barberos y maestros de esgrima.
Cuando iba a la floresta, junto al corzo o jabalí herido y sangriento, hacía improvisar a sus profesores de retórica, canciones alusivas; los criados llenaban las copas del vino de oro que hierve, y las mujeres batían palmas con movimientos rítmicos y gallardos. Era un rey sol, en su Babilonia llena de músicas, de carcajadas y de ruido de festín. Cuando se hastiaba de la ciudad bullente, iba de caza atronando el bosque con sus tropeles; y hacía salir de sus nidos a las aves asustadas, y el vocerío repercutía en lo más escondido de las cavernas. Los perros de patas elásticas iban rompiendo la maleza en la carrera, y los cazadores inclinados sobre el pescuezo de los caballos, hacían ondear los mantos purpúreos y llevaban las caras encendidas y las cabelleras al viento.
El rey tenía un palacio soberbio donde había acumulado riquezas y objetos de arte maravillosos. Llegaba a él por entre grupos de lilas y extensos estanques, siendo saludado por los cisnes de cuellos blancos, antes que por los lacayos estirados. Buen gusto. Subía por una escalera llena de columnas de alabastro y de esmaragdina, que tenía a los lados leones de mármol como los de los tronos salomónicos. Refinamiento. A más de los cisnes, tenía una vasta pajarera, como amante de la armonía, del arrullo, del trino; y cerca de ella iba a ensanchar su espíritu, leyendo novelas de M. Ohnet, o bellos libros sobre cuestiones gramaticales, o críticas hermosillescas. Eso sí: defensor acérrimo de la corrección académica en letras, y del modo lamido en artes; ¡alma sublime amante de la lija y de la ortografía!
¡Japonerías!¡Chinerías! Por moda y nada más. Bien podía darse el placer de un salón digno del gusto de un Goncourt y de los millones de un Creso: quimeras de bronce con las fauces abiertas y las colas enroscadas, en grupos fantásticos y maravillosos; lacas de Kioto con incrustaciones de hojas y ramas de una flora monstruosa, y animales de una fauna desconocida; mariposas de raros abanicos junto a las paredes; peces y gallos de colores; máscaras de gestos infernales y con ojos como si fuesen vivos; partesanas de hojas antiquísimas y empuñaduras con dragones devorando flores de loto; y en conchas de huevo, túnicas de seda amarilla, como tejidas con hilos de araña, sembradas de garzas rojas y de verdes matas de arroz; y tibores, porcelanas de muchos siglos, de aquellas en que hay guerreros tártaros con una piel que les cubre hasta los riñones, y que llevan arcos estirados y manojos de flechas.
Por lo demás, había el salón griego, lleno de mármoles: diosas, musas, ninfas y sátiros; el salón de los tiempos galantes, con cuadros del gran Watteau y de Chardin; dos, tres, cuatro, ¿cuántos salones?
Y Mecenas se paseaba por todos, con la cara inundada de cierta majestad, el vientre feliz y la corona en la cabeza, como un rey de naipe.
Un día le llevaron una rara especie de hombre ante su trono, donde se hallaba rodeado de cortesanos, de retóricos y de maestros de equitación y de baile.
-¿Qué es eso? -preguntó.
-Señor, es un poeta.
El rey tenía cisnes en el estanque, canarios, gorriones, censotes en la pajarera: un poeta era algo nuevo y extraño.
-Dejadle aquí.
Y el poeta:
-Señor, no he comido.
Y el rey:
-Habla y comerás.
Comenzó:
-Señor, ha tiempo que yo canto el verbo del porvenir. He tendido mis alas al huracán; he nacido en el tiempo de la aurora; busco la raza escogida que debe esperar con el himno en la boca y la lira en la mano, la salida del gran sol. He abandonado la inspiración de la ciudad malsana, la alcoba llena de perfumes, la musa de carne que llena el alma de pequeñez y el rostro de polvos de arroz. He roto el arpa adulona de las cuerdas débiles, contra las copas de Bohemia y las jarras donde espumea el vino que embriaga sin dar fortaleza; he arrojado el manto que me hacía parecer histrión, o mujer, y he vestido de modo salvaje y espléndido: mi harapo es de púrpura. He ido a la selva, donde he quedado vigoroso y ahíto de leche fecunda y licor de nueva vida; y en la ribera del mar áspero, sacudiendo la cabeza bajo la fuerte y negra tempestad, como un ángel soberbio, o como un semidiós olímpico, he ensayado el yambo dando al olvido el madrigal.
He acariciado a la gran naturaleza, y he buscado al calor del ideal, el verso que está en el astro en el fondo del cielo, y el que está en la perla en lo profundo del océano. ¡He querido ser pujante! Porque viene el tiempo de las grandes revoluciones, con un Mesías todo luz, todo agitación y potencia, y es preciso recibir su espíritu con el poema que sea arco triunfal, de estrofas de acero, de estrofas de oro, de estrofas de amor.
¡Señor, el arte no está en los fríos envoltorios de mármol, ni en los cuadros lamidos, ni en el excelente señor Ohnet! ¡Señor! El arte no viste pantalones, ni habla en burgués, ni pone los puntos en todas las íes. Él es augusto, tiene mantos de oro o de llamas, o anda desnudo, y amasa la greda con fiebre, y pinta con luz, y es opulento, y da golpes de ala como las águilas, o zarpazos como los leones. Señor, entre un Apolo y un ganso, preferid el Apolo, aunque el uno sea de tierra cocida y el otro de marfil.
¡Oh, la Poesía!
¡Y bien! Los ritmos se prostituyen, se cantan los lunares de la mujeres, y se fabrican jarabes poéticos. Además, señor, el zapatero critica mis endecasílabos, y el señor profesor de farmacia pone puntos y comas a mi inspiración. Señor, ¡y vos lo autorizáis todo esto!… El ideal, el ideal…
El rey interrumpió:
-Ya habéis oído. ¿Qué hacer?
Y un filósofo al uso:
-Si lo permitís, señor, puede ganarse la comida con una caja de música; podemos colocarle en el jardín, cerca de los cisnes, para cuando os paseéis.
-Sí, -dijo el rey,- y dirigiéndose al poeta:
-Daréis vueltas a un manubrio. Cerraréis la boca. Haréis sonar una caja de música que toca valses, cuadrillas y galopas, como no prefiráis moriros de hambre. Pieza de música por pedazo de pan. Nada de jerigonzas, ni de ideales. Id.
Y desde aquel día pudo verse a la orilla del estanque de los cisnes, al poeta hambriento que daba vueltas al manubrio: tiririrín, tiririrín… ¡avergonzado a las miradas del gran sol! ¿Pasaba el rey por las cercanías? ¡Tiririrín, tiririrín…! ¿Había que llenar el estómago? ¡Tiririrín! Todo entre las burlas de los pájaros libres, que llegaban a beber rocío en las lilas floridas; entre el zumbido de las abejas, que le picaban el rostro y le llenaban los ojos de lágrimas, ¡tiririrín…! ¡lágrimas amargas que rodaban por sus mejillas y que caían a la tierra negra!
Y llegó el invierno, y el pobre sintió frío en el cuerpo y en el alma. Y su cerebro estaba como petrificado, y los grandes himnos estaban en el olvido, y el poeta de la montaña coronada de águilas, no era sino un pobre diablo que daba vueltas al manubrio, tiririrín.
Y cuando cayó la nieve se olvidaron de él, el rey y sus vasallos; a los pájaros se les abrigó, y a él se le dejó al aire glacial que le mordía las carnes y le azotaba el rostro, ¡tiririrín!
Y una noche en que caía de lo alto la lluvia blanca de plumillas cristalizadas, en el palacio había festín, y la luz de las arañas reía alegre sobre los mármoles, sobre el oro y sobre las túnicas de los mandarines de las viejas porcelanas. Y se aplaudían hasta la locura los brindis del señor profesor de retórica, cuajados de dáctilos, de anapestos y de pirriquios, mientras en las copas cristalinas hervía el champaña con su burbujeo luminoso y fugaz. ¡Noche de invierno, noche de fiesta! Y el infeliz cubierto de nieve, cerca del estanque, daba vueltas al manubrio para calentarse ¡tiririrín, tiririrín! tembloroso y aterido, insultado por el cierzo, bajo la blancura implacable y helada, en la noche sombría, haciendo resonar entre los árboles sin hojas la música loca de las galopas y cuadrillas; y se quedó muerto, tiririrín… pensando en que nacería el sol del día venidero, y con él el ideal, tiririrín…, y en que el arte no vestiría pantalones sino manto de llamas, o de oro… Hasta que al día siguiente, lo hallaron el rey y sus cortesanos, al pobre diablo de poeta, como gorrión que mata el hielo, con una sonrisa amarga en los labios, y todavía con la mano en el manubrio.
¡Oh, mi amigo! el cielo está opaco, el aire frío, el día triste. Flotan brumosas y grises melancolías…
Pero ¡cuánto calienta el alma una frase, un apretón de manos a tiempo! ¡Hasta la vista!
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El Famoso Edificio Los Gansos
En el artículo de hoy, te mostraremos un edificio muy antiguo que se encuentra en la ciudad de Buenos Aires, se llama edificio los gansos o Palacio de los Gansos. Se construyó en el año 1947 por los arquitectos Ernesto Vautier y Luis Olezza. Se encuentra en un barrio de la ciudad llamado Read more at http://www.tele-proyecto.com.ar/el-famoso-edificio-los-gansos/
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