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Mi lugar
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Imaginación y música. Es todo lo que necesitas para crear historias.
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shortstoriesandmore · 4 years ago
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shortstoriesandmore · 4 years ago
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1. Lie to Me
Odio las fiestas. Odio que las personas bailen tan cerca de una de las otras, que en lugar de tener tu propio ritmo parece que se mueven todos de la misma manera. Odio la típica música de fiesta, parece que todos ponen la misma playlist de Spotify: Fiesta! Fiesta!. Odio el olor a vomito. Odio el olor a sudor. Odio el olor a cigarro y alcohol. Odio la falta de alimentos decentes. Odio la falta de espacio para sentarse “cómodamente” sin que haya a tu alrededor un grupo de personas riendo, bebiendo o peleándose, o alguna pareja que haya olvidado lo que es la privacidad. Pero lo que más odio de las fiestas, de esta fiesta en particular, es haber venido para encontrarte sonriendo con aquel mismo sujeto de hace cuatro años.
En definitiva, odio las fiestas.  
Te vi justo en el momento que entre a la casa de Javier. Estabas sentada sobre el regazo de él mientras escuchabas lo que te susurraba al oído. Estoy seguro que era algo lo suficientemente bueno como para hacerte sonreír. Sonreíste de tal forma que se marcaron ambos hoyuelos de tus mejillas. Solo sonreías de esa manera cuando estabas relajada y… feliz. Lo sé porque así me sonreías en nuestros primeros dos años de relación. Amaba esa sonrisa pero, eso cambio el último año en el que estuvimos juntos. Eso ya hace cuatro años.
Ya cuatro años desde que nos dejamos. Corrección, me dejaste.
Estoy seguro que me viste entrar a la estancia porque mi piel se enchino. Tú logras, más bien, lograbas eso cada que me mirabas, mi cuerpo reaccionaba automáticamente de esa manera ante tu mirada. Busque tu mirada pero tú ya no la tenías en mí, en cambio, estabas muy entretenida en la plática que mantenías con él y Sandy, tu mejor amiga.
Me quedo viéndote. Luces diferente, como una nueva tú: más segura y mucho más imponente que en tus años de preparatoria. Lo veo por tu forma de vestir, justo como lo haría una abogada y ya no como una estudiante de preparatoria. Aquella estudiante que se encargaba de defender a toda aquella persona que sufría algún tipo de abuso. Lo tuyo siempre ha sido ser abogada, al igual que tu esencia de chica neoyorkina. Eres la imagen de Nueva York, te lo aseguro. Supongo que te veo así porque estos últimos cuatro años he estado en Chicago, me he acostumbrado tanto a aquella ciudad que olvide cual es el sentido de pertenencia de esta gran ciudad. Tu ciudad.
¿Lo olvide o me obligue a olvidarlo? No estoy seguro.  
Aún me pregunto porqué acepte en venir si estaba seguro que tú ibas a estar aquí. Bueno, al final de cuentas Javi es de tu familia. Para ti solo es tu primo; y para mí, solo es mi mejor amigo.  
La verdadera pregunta aquí es: ¿qué hago en esta ciudad si lo único que me trae son recuerdos nuestros? ¿No se supone que tenía que olvidarlos? ¿Lo nuestro?
Cada vez que vengo a visitar a mi familia; ya sea para fiestas, día de Gracias, Navidad o Año Nuevo; siempre hay algo que me recuerda a ti, por mucho que haya afirmado que ya te tengo superada. Por ejemplo, el parque que está a dos cuadras de la casa de mis padres. Es el parque donde fue nuestra primera cita y nuestro lugar favorito, nuestro refugio; o aquella heladería donde conseguí mi primer empleo, el cual odiaba, recuerdo que tú ibas a verme todos los días para reírte, en mi cara, de aquel ridículo gorro azul en forma de cono; o, la entrada de tu Universidad, Columbia. Quizá ese es el lugar que más recuerdos me trae, uno en particular. Es el lugar en donde te vi con él. El lugar que le dio fin a todo.
 -Me deja en la entrada, por favor- le digo al taxista.
-Claro joven, ¿viene a ver a su novia?, son lindas las flores que trae. –me dice él, mientras me ve por el retrovisor. Veo el ramo de girasoles que descansan en el asiento junto a mí. Sé que terminamos hace un mes, pero no soporto la idea de no estar juntos. En cuanto logré librarme de los exámenes y proyectos de la Universidad, tomé el primer vuelo que encontré a Nueva York. Sé que es un poco tarde, pero tampoco me puedo dar el lujo de reprobar y perder la beca. Además, quería darte tu espacio para pensar las cosas. – Los jóvenes de ahora ya no hacen este tipo de cosas. Ya no saben lo que es conquistar a la antigua y que este tipo de detalles son lo que le gustan a las chicas, aunque ahora les cueste admitirlo. –interrumpe mis pensamientos el conductor.
Le sonrió mientras él se estaciona en el primer lugar que encuentra enfrente de la entrada del campus. Estiro la mano con los billetes equivalentes a la cuota marcada en el taxímetro, bajo del taxi, no sin antes agradecerle y escucharle decir de su parte “Suerte”.
Suerte, es lo único a lo que estoy atenido en este momento. Necesito mucho más que suerte para convencerte a regresar conmigo. Conozco tus motivos, desde un principio no estabas segura de mantener una relación a distancia. Tú aquí en Nueva York y yo en Chicago. Pero si damos lo mejor de cada uno, lo podemos lograr, justo como lo hicimos el primer mes. Sé que podemos hacerlo. Esto solo es una prueba más. Ya lo veras.
Me acerco un poco más a la entrada de la Universidad y te veo caminando a lo lejos. Luces como nueva, supongo que es por el vestido rosa y tu cabello rizado suelto. Estoy a punto de ir corriendo hacia ti pero algo me detiene, más bien… alguien me detiene. Un chico castaño de complexión atlética, se acerca a ti  por detrás y te abraza por la cintura. ¿Quién es él y por qué te abraza?
Tú sonríes inmediatamente, volteas para rodearlo por la cintura, te pones de puntillas y lo besas. El ramo que llevo conmigo cae al suelo justo en el momento en que se besan. Decido irme de aquí, me quedo claro que tú y yo no vamos a volver. Pero de algo estoy seguro, nunca voy a olvidar este momento.
 Ese mismo día regrese a la casa de mis padres para tomar mis cosas y regresar a Chicago. Desde ese momento no venía a Nueva York si no era necesario: días feriados o alguna fiesta familiar de suma importancia. En cuanto menos estuviera aquí, mejor.
Pero heme aquí, en esta fiesta a la que fui obligado a venir. “Maldito seas Javier, nada más porque es tu cumpleaños”, maldigo a mi mejor amigo donde sea que se encuentre en este momento. En este momento estaría en mi habitación empacando las últimas cosas que mantengo en la casa de mis padres para llevarlas conmigo a Chicago, pero Javi  tiene un no sé qué para convencerme a ir a cada una de sus fiestas, aún sabiendo que las odio.
Javier decidió organizar una última fiesta de cumpleaños en Nueva York, ya que ambos conseguimos nuestro trabajo soñado en una empresa de prestigio en Chicago. Continuaremos con nuestra vida allá, justo como lo hemos hecho desde hace cuatro años en los que fuimos a estudiar juntos a la Universidad de Illinois. Por esta razón sus fiestas cambiaron de localización.
Pero esta fiesta era diferente a cualquier otra, esta vez invitó a todo el mundo. Después de nuestra graduación de la carrera de negocios, Javi tuvo la gran idea de invitar a todos nuestros amigos y compañeros de clase a su casa en Greenwich Village, nuestro vecindario, para celebrar su cumpleaños. Estoy seguro que le rogó a sus padres por una semana para que le dejaran usar la casa y que ellos se fueran a otra parte. Ventajas de ser hijo único. Además, no solo invitó a nuestros compañeros de Chicago, también a nuestros ex compañeros de la preparatoria y a sus familiares que tengan más o menos nuestra edad, incluyéndote a ti.
A pesar de eso, y tomando las medidas necesarias para evitarte la mayor parte de la fiesta, pude hacerlo, o eso creí.
Tres de la mañana. Todos los invitados se fueron pero dejaron a su paso un gran desastre en la casa de los padres de Javi. Él está en su habitación completamente borracho, pase la última hora con él en el baño cuidando de que no se ahogara con su propio vomito hasta que se quedó dormido. Juro que me encargare de recordarle esto hasta el día de su muerte, las fotos que tome serán la prueba de ello. Ya siento el sabor de la dulce venganza.
Traté de dormir en la habitación de invitados pero no pude, así que decidí salir a la terraza que se encuentra en la azotea. En cuanto salgo me recibe una ráfaga de viento otoñal. De las pocas cosas que extraño de Nueva York es el otoño, no hay nada mejor que el otoño en esta ciudad. El paisaje naranja-marrón que se pinta en cada una las esquinas de la ciudad es lo más bello que he visto en mi vida.
La fiesta no estuvo tan mal, me divertí hasta cierto punto. Ver a varios de nuestros ex compañeros fue agradable. Fue interesante saber qué es de ellos y qué es lo van a hacer después de la Universidad, me gustó. Me alegra ver como cada uno de ellos ha ido construyendo su camino y que son felices con ello, por lo menos con los que hable.
Eso me dejo pensando en todo lo que he realizado desde que obtuve la beca para la Universidad: lo mucho que me esforcé en ser el mejor en todas las clases, el reconocimiento de los profesores, las cartas de recomendación que me abrieron las puertas para entrar a la empresa en la que estoy, los amigos que hice, los viajes que hice cada verano y todo lo que obtuve durante estos últimos cuatro años. Cada una de esas cosas, cada logro, me definió como la persona que soy ahora. Cualquiera creería que estaría feliz por todo ello, hasta yo mismo lo creía, por lo menos la mayoría, pero no fue así y esta noche me di cuenta de ello. No soy del todo feliz, gracias a ti.
Antes de que terminara la fiesta, hace como dos horas, salí a la calle a tomar un poco de aire y alejarme de toda la muchedumbre. Recalco: odio las fiestas. Me senté en la escalinata mientras bebía el segundo vaso de cerveza de la noche, nunca me gusto tomar demasiado así que me duran bastante las bebidas. Por lo menos ya no llegaba más gente así que no estorbaba a nadie, fue lo que pensé en ese momento pero fue interrumpido por la presencia de alguien. Tú. La piel se me enchino, maldito sea mi propio cuerpo. En cuanto te sentaste junto a mí, a una distancia lo suficientemente lejos pero lo bastante cerca, olí tu perfume a olor menta.
 -Gran fiesta, ¿no? – Dios santo, me estás hablando después de cuatro años sin tener algún contacto directo. Estoy tan sorprendido que no te contesto, solo veo la calle desierta, así que tú continúas. – Javi se lució esta vez, bueno, supongo, tiene bastante tiempo desde que asistí a una de sus fiestas, pero creo que esta es la mejor. –te callas al ver que no contestó. De reojo veo que mueves los dedos de tu mano derecha, como si tocaras el piano, mantienes ese tic, solo lo haces cuando estas incomoda o nerviosa. Tocar el piano siempre te tranquilizado.  
- Todas sus fiestas son asombrosas. – Volteas a verme sorprendida, ahora sí me estás mirando directamente. Supongo que te sorprende el que te haya contestado, créeme hasta yo lo estoy. – En la Universidad lo llamaban “el Rey de las Fiestas”. Pero tienes razón, esta vez se lució.
- Javier siempre ha sido un buen organizador de fiestas. Estoy segura que en la Uni lo siguió siendo, debieron de ser bastantes populares, tú y él.    
- Él lo fue. –Y es la verdad, yo me concentraba bastante en la escuela y Javi se la pasaba de fiesta en fiesta pero eso nunca le impidió ser un buen alumno, hasta cierto punto claro. –Yo estaba más concentrado en la escuela. Aunque eso no me impidió asistir a sus fiestas, él mismo me arrastraba a ellas. –reíste ante aquel comentario. Hace mucho tiempo que no te escuchaba reír, lo extrañaba pero no voy demostrártelo, por lo tanto me mantengo serio.
- Me lo imagino. Desde que se hicieron amigos, tú y él siempre han sido como uña y mugre. –Gracias a Javi te conocí. Algunas veces deseo no haberte conocido pero eso incluiría a Javi y él es la persona más importante en mi vida, así que siempre descarto ese pensamiento. –Escuche que ambos consiguieron entrar en la empresa que querían. Felicidades, están logrando lo que siempre han querido. Estoy orgullosa por ambos.
¿Orgullosa? ¿Cómo puede estar orgullosa de alguien a quien ya no lo diriges la palabra? No lo entiendo.
-Gracias. –es lo único que respondo.
Se hace un silencio bastante incomodo entre los dos pero sé que no has acabado con esta especie de conversación porque te mantienes en tu lugar, con el mismo tic pero sigues aquí.
-Lucas, sé que ha pasado bastante tiempo, –no por favor – desde la última vez que hablamos –cuatro años –pero quiero que sepas que siempre serás alguien importante en mi vida. Alguien el cual siempre estará en mi corazón. –cierro los ojos al escuchar eso, no digas eso. Lo único que provocas es que desee cosas que ambos sabemos que no sucederán. –Quiero que sepas que siempre puedes contar conmigo en lo que necesites. Siempre.
- ¿Siempre? – Susurro más para mí mismo – Liza, ¿tú me amas?
Volteo a verte, por primera vez en cuatro años nos vemos a los ojos. Espero que me digas que sí, muy en el fondo espero que lo digas pero en tus ojos veo la respuesta. Yo sé la repuesta. La sé desde hace cinco años, porque desde un año antes de que me dejaras, cuando aún seguíamos juntos, tú ya no me amabas, solo fingías hacerlo. No solo a mí me mentías, también te lo hacías a ti misma. Pero aun así, quiero que en este momento me mientas como lo hacías antes: quiero que me mientas y me digas que me amas.
Te estás congelada. No sabes que decir, lo veo en tus ojos.
-¿Dónde está tu novio, Liza? ¿Llevan mucho tiempo saliendo? –siento que te tensas a mi lado - Supongo que sí. –Yo lo sé, yo los vi.-  D��jame adivinar, ¿cuatro años?
-Lucas, yo…
- No, Liza. –Te interrumpo – No te estoy reclamando, pidiendo explicaciones o exigiendo una disculpa. Sé que ustedes llevan ese tiempo por casualidad, no te mande a investigar. –No quería torturarme con lo que podía descubrir, suficiente tenía con un solo recuerdo. – No soy esa clase de ex novio. – Aunque no voy a negar de que estuve tentado a hacerlo. -Un mes después de que me terminaste, fui a Columbia a pedirte a que regresaras conmigo, pero te encontré con él, besándose, en la entrada del campus.
- Lucas, yo… -pero te interrumpo antes de que continúes. Tengo que decirte todo lo que me he guardado estos años, lo que he esperado.
- He pasado los últimos cuatro años pensando en lo que hice mal. Te seré sincero no sé qué fue lo que hice mal y ya no quiero saberlo, no quiero torturarme con ello, no más. Tú tendrás tus razones. Aun así, analice cada momento que estuvimos juntos desde el inicio hasta el final. Lo hice tanto hasta poder llegar a una conclusión: sé que tú dejaste de amarme mientras estábamos juntos. Lo concluí porque ya no te comportabas de la misma manera, ya no eras feliz conmigo y eso me quedo más que claro hoy al verte con él. Eres feliz con él, lo vi hace cuatro años y lo veo ahora. Ahora sé que es eso nuevo que veo en ti: estás enamorada. –tratas de interrumpirme pero no te dejo hacerlo. –No digas que me amabas. No te mientas. Cuando uno está enamorado, es feliz con esa persona. Tú ya no lo estabas y no lo estás conmigo. Lo sé.
- Lucas, tú fuiste un estupendo novio. –Susurras. Pero no lo suficiente para ti, pienso. - Perdón por lo que te hice. –No dices más pero tampoco te vas así que yo decido irme.
- No te preocupes. –Termino el líquido de mi vaso y me levanto. –Gracias por todo lo que me dijiste y no te preocupes por todo lo que hablamos. Al final, te deseo lo mejor, a ti y a él. Disfruta la fiesta. Buenas noches.
  Mientras teníamos esa conversación, me recordó fragmentos de una canción que alguna vez escuche en la radio, no recuerdo el nombre pero nunca olvidare lo que dice:
“It's three A.M. and the moonlight's testing me
If I can make it 'til dawn then it won't be hard to see
That I ain't happy
I ain't too happy
 Now I wish we'd never met
'Cause you're too hard to forget
While I'm cleaning up your mess
I know he's taking off your dress
And I know that you don't
But if I ask you if you love me
I hope you li-li-li-lie
Lie to me”
  La hora es casualidad, pero eso de que no soy feliz… es verdad. Por lo menos la mayor parte de mi vida. Cada una de esas cosas que hice no me hicieron tan feliz como hubiera querido. Las hice porque, inconscientemente, lo único que quería era que te enteraras que estaba mejor sin ti. Que podía tener una vida feliz sin ti. Quería que te dieras cuenta que era yo al que amabas, no a él.  
 Oh Liza, dejaste un desastre dentro de mí que todavía no puedo solucionar, a pesar de todos estos años.
 Sé que está mal, sabiendo que tú estás con él pero, te sigo deseando aquí a mi lado y quiero que tú desees lo mismo. Aunque tú seas feliz con alguien más.
 Supongo siempre he querido que me mientas, aun cuando ya no lo haces.
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shortstoriesandmore · 4 years ago
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Siempre me ha gustado imaginar (crear) historias a las canciones, todo con base en las letras de canciones. Sin embargo, “Lie to me” fue la canción que me inspiró a iniciar este pequeño proyecto de escribir historias para las canciones que más me inspiren.
Esta primera historia narrada por Lucas cuenta como no ha superado a su ex novia, Liza, a pesar de haberse separado hace cuatro años. 
Es una historia melancólica, ya que Lucas a pesar de tener lo que todo lo que se supone que debería hacerlo feliz, no lo es, debido que que no tiene a la “única” persona que ha amado a su lado. 
Esta historia es un ejemplo de como algunas personas superan el pasado, a pesar de tener éxito en el futuro.
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