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Chapter I.
Theronike se veía majestuosa desde el cielo, casi como un paraíso perdido en el tiempo, donde la gloria de los dioses parecía estar viva en cada rincón, cada estatua o templo. También habitaba en ella la crueldad de quién no conoce la piedad por el prójimo, el libre albedrío. El temor y el respeto infundado por el Despótico y su ejército se desliza cual serpiente por las calles, las paredes y los corazones de los habitantes, muchos de ellos esclavos que siguen cual perro faldero a su amo.
Mäel deseaba volver, aún cuando esa era la tierra que lo había visto nacer, aún cuando de haberse sometido a la voluntad de su padre un futuro prometedor le habría esperado; su padre. . .
El progenitor del joven pirata habría deshecho al mismo chico de verlo así, de saber quién era. . . lo habría llamado pirata de pacotilla, una vergüenza para los suyos, más de la que ya había sido alguna vez. El solo recordarle provocó que se estremezca, como si en la brisa aún habitase su espíritu.
Se apretó al más cercano de sus amigos, entre Kaito y Zephyr se mantuvo, aferrado al brazo de uno de ellos intentando disipar el malestar que lo invadía mientras avanzaba con el grupo rumbo a su próximo destino en tierra foránea. Cuchicheos mas adelante llamaron su atención, pronto supo a qué venían ellos: lo primero que vió -al ignorar los rostros que no le eran conocidos- fue el rostro de su amada madre y la última de sus hermanas, mayor que él, en un pergamino pegado a un poste. Treinta mil monedas por cada una era la recompensa, “Traición” era el motivo por el cual eran buscadas.
Traición.
Poco más adelante algunos de sus compañeros e instructores se giraron a verle, siendo Seraiah quien se acercó, colocó la capucha del abrigo que llevaba sobre su cabeza y le entregó otro póster doblado en cuatro: al abrirlo se percató del porqué: Su nombre, aquel que de nacimiento había sido dado, su rostro y una recompensa mayor al pié junto con la razón: Asesinato de un oficial. Cien mil monedas era el precio de su cabeza. Dobló el papel de nuevo y lo metió junto al de sus familiares en el bolsillo. El agradecimiento no tardó en llegar en forma de asentimiento dirigido al mayor quien continuó su caminata junto a los demás. A sus dos amigos observó al volver con ellos y prometió explicar luego lo sucedido.
Theronike, casa del General. Tiempo atrás.
El sonido de una cuchara chocando gentilmente contra las paredes de un cuenco de cerámica inundó la cocina donde Mäel junto a una de las esclavas preparaba la cena de su padre. Poco después de que su padre enfermara gravemente, el chico había comenzado a ayudar a las esclavas a preparar las comidas mientras no estuviese entrenando. A pesar del mayor encontrarse muy mal, aún seguía regañando al joven, golpeándole incluso con aquel bastón que su propio padre había usado para golpearle a él.
ㅤㅤ━━━━ “ ¡Débil! ¡Vergüenza! ¡Imbécil! ¡Inútil! ¡Inservible! ”
Y muchos otros términos despectivos eran dados al chico quien cada vez creía que los merecía más y más, sólo que se había cansado y sólo deseaba que se callara de una vez.
Dentro del cuenco soltó un fino polvo que se fundió con el caldo sin problema, sin residuos ni sabores raros; sólo su efectivo veneno que poco a poco arrancaba la vida a su progenitor. Con lo necesario en una bandeja, Mäel ingresó a la habitación y apoyó todo en la mesa auxiliar para poder ayudar a su padre a incorporarse. Al parecer aquella noche carecía de la fuerza necesaria para golpearle, apenas si respiraba. Volteó su avejentado y reseco rostro, y clavó su gélida mirada en la del menor de sus hijos, como si finalmente hubiese llegado a la conclusión de que eso era su culpa, que le había estado arrebatando la vida a cuentagotas.
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ㅤㅤ━━━━ Tranquilo padre, he verificado que no esté demasiado caliente para que no tengas ningún accidente, aunque creo que te lo tendré que dar yo.
Tomó la cuchara y la acercó a los resecos labios del mayor, en un momento de debilidad fue que el chico echó dentro de su boca un poco del caldo. Varias cucharadas más tarde y con medio plato otorgado, la respiración del mayor se hizo densa y pausada. Apartó el plato a un lado sobre la bandeja que una de las esclavas tomó apenas se le indicó que entrase.
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ㅤㅤ━━━━ Necesita descansar, ha sido un día duro para él, pero pronto mejorará, eso dijo el médico hoy cuando lo vió y le dió sus medicamentos.
Arropó al hombre que parecía haberse quedado dormido, dejó un beso sobre su frente y aprovechó para hablarle, sus últimas palabras: “Ojalá el tártaro sea tu próximo destino, padre. Te veré del otro lado.” Dicho aquello se retiró.
Días después la ceremonia de despedida se llevó a cabo, con importantes asistentes conforme su posición elevada en el grupo de generales del Despótico. Lloró, aceptó los respetos de los que decían apreciar al fallecido junto con su familia. Semanas después abandonó Theronike.
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