ourfifthmonth

[ourfifthmonth]

Lo ves e inmediatamente lo entiendes. Sabes que, si lo llegas a perder, nada volverá a ser como antes. Lo sientes, te paraliza por completo y te roba la calma que sus brazos te otorgan. ¿Cómo sería la vida sin él, sin sus besos, sin su amor? Si su rostro no fuese lo primero que contemplaras al despertar y en su sitio quedara solo el recuerdo de sábanas revueltas y una sombra que lleva su forma y se pasea cerca recordándote lo que pudo ser y no será. Aterrador, ¿cierto? Lo entiendo, lo he sentido por igual. Aquel miedo que convierte los días en noches y en una maraña de pensamientos negativos tu mente. El aire te falta, la razón un poco más. Estás al tanto del caos que se crea cuando dejas que tome el control. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde dicen por ahí, pero yo no quiero comprobarlo, no cuando se trata de ti. Tengo miedo de perderte en algún momento, pero confío en que mi amor será suficiente para evitarlo. Que mis abrazos serán suficientes, que yo seré suficiente. 𝐴𝑠𝑖́ 𝑎𝑞𝑢𝑒𝑙𝑙𝑎𝑠 𝑣𝑜𝑐𝑒𝑠 𝑚𝑎𝑙𝑣𝑎𝑑𝑎𝑠 𝑠𝑒 𝑐𝑎𝑙𝑙𝑎𝑟𝑎́𝑛 𝑦 𝑒𝑙 𝑚𝑖𝑒𝑑𝑜 𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑠𝑒 𝑎𝑙𝑒𝑗𝑎𝑟𝑎́.

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Despertar con el alba solo para verte dormir. Sé que he dicho en incontables ocasiones que es una de mis actividades favoritas y lo seguiré diciendo por una eternidad. Verte perdido en algún escenario de Morfeo y sus locuras, mientras yo me pierdo en ti y en lo que representas en mi vida (que ahora es tuya). Lo que sí ignoras son las ideas que cruzan por mi cabeza y que, en ocasiones, las guardo para mí. No lo hago por egoísmo, sino porque deseo convertirlas en realidad poco a poco, sin prisas como hasta ahora. 𝑁𝑜 𝘩𝑎𝑦 𝑛𝑖𝑛𝑔𝑢́𝑛 𝑎𝑝𝑢𝑟𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑖 𝑚𝑒𝑡𝑎 𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑟 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑. Y aún así me parecería demasiado corto el tiempo cuando de ti se trata. Una o todas mis vidas las pasaría contigo, a tu lado. Amándote, deseándote, besándote, tocándote, respirándote y fumándome tu aliento como la más adictiva droga que he podido probar. Salvo que esta, en vez de llevarte a la ruina, te rescata de las garras del mundo y sus desgracias. Porque así de curativo eres tú, así de mágico, así de mítico e inexplicable. Son tus brazos mi lugar seguro y tu pecho mi sitio favorito para morar. ¿Pensé siquiera en llegar a sentirme de esta forma en algún momento? Me arriesgaré a decir que no. Porque redefiniste todas las palabras con las que solía describir las relaciones y les diste un nuevo significado, con más alegrías y menos oscuridad, con más amor y menos dolor. Trajiste a mi vida color y esperanza, demostrándome así que no eran solo palabras que formaban parte de una fábula, sino una realidad. Que a tu lado puedo tocar el cielo con las manos y sentarme sobre una nube de felicidad mientras contemplo en silencio el rostro que define al amor en su más pura expresión. Que es contigo con quién puedo descansar finalmente, que a tu lado es donde el caos se enmudece y los problemas no resultan tan aterradores, porque un beso tuyo es suficiente para calmar mi sacudido corazón. Que si, en este instante se acabara el mundo, partiría feliz al saber que tuve la dicha de amarte y que me amaras también. 𝑄𝑢𝑒 𝑓𝑢𝑖𝑠𝑡𝑒, 𝑒𝑟𝑒𝑠 𝑦 𝑠𝑒𝑟𝑎́𝑠 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑚𝑖 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑠𝑒𝑔𝑢𝑟𝑜.

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scapar de la realidad, del ruido citadino y de sus excesos. Entrar en contacto conmigo misma y con lo que me rodea. ¡Cómo quisiera hacerlo! Tomar tu mano y una mochila y recorrer el mundo a tu lado. Visitar gélidos páramos o verdes bosques y que, en el silencio de la soledad, dejemos que nuestras miradas hablen por sí solas. Ver reflejados en tus ojos el amor y la devoción, mientras que mi sonrisa actúa como confirmación de algo que ya sabes desde mucho antes: que tu presencia en mis días es lo único que necesito para sobrevivir. Las palabras no son necesarias cuando las expresiones hablan…y estoy segura que, conociéndome, las mías me delatan a donde quiera que voy. El brillo en mi mirada tiene tu rostro dibujado en ella, mientras que en la curva de mi sonrisa tu silueta se recuesta a descansar. Mis manos tiemblan con cada caricia que anhelo darte y mi corazón dice lo que mis palabras no pueden. Ya lo dijo mi abuela en el pasado: “𝐸𝑙 𝑠𝑖𝑙𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜 𝑑𝑖𝑐𝑒 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑑𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑖𝑚𝑎𝑔𝑖𝑛𝑎𝑠”. Y yo solo espero que en el nuestro encuentres todo el amor que tengo para darte por siempre.

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En un sueño lejano, tan turbulento que podía fácilmente considerarse una pesadilla, tumbada en la tierra me encontré. Estaba tan sola que ni siquiera los pájaros chirriaban, tampoco los insectos entonaban aquella esperanzadora canción sin letra. A mi alrededor simplemente tenía árboles y me cubría una gruesa capa de niebla.

𝐷𝑒𝑠𝑜𝑙𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛. 𝑆𝑜𝑙𝑒𝑑𝑎𝑑. 𝑀𝑖𝑒𝑑𝑜.

Y aquel conocido nudo en mi garganta se hizo insoportable. Abracé mis piernas y hecha un ovillo dejé que la angustia se apoderara de mí. Necesitaba hacerlo y así poder mi tristeza llorar. El ayer se sentía tan pesado en mis hombros, las pérdidas me dolían el doble y dudaba hasta de mi propia existencia. Sabía, muy en el fondo, que aquel vacío solamente se llenaría con el pozo de mis lágrimas, por lo que llorando en mis sueños me dormí.

Me despertó una voz muy dulce y suave, casi imperceptible, y un par de vivaces ojos verdes. No pude pronunciar palabra alguna, pero sí sentí que él había llegado a rescatarme de las tinieblas. Su sonrisa la niebla alejó y al tomar mi mano, hizo que el sol se abriera paso entre los árboles. Desde ese instante la angustia abandonó mi cuerpo. Desde ese sueño hasta la actualidad, las lágrimas que derramo son de felicidad. Mi sueño ha transformado, pero es realmente a mi vida que ha tocado.

“𝐻𝑜𝑦 𝑠𝑖𝑒𝑛����𝑜 𝑑𝑒𝑛𝑡𝑟𝑜 𝑑𝑒 𝑚𝑖́ 𝑒𝑙 𝑎𝑚𝑜𝑟.” Pensé, antes de que repentinamente mi sueño se esfumara y yo despertara en medio de una cama en la que, a mi costado, los mismos ojos verdes me miraban con tanto amor que creí que el pecho me estallaría en ese preciso instante.

Y todo por un par de ojos verdes por los que sería capaz de vender mi alma.

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Reina del hielo con trono de nieve, con corazón indomable y sueños inalcanzables. Siempre tan sola, siempre tan fría, pero rogando la llegada de la persona que derrita con su fuego el gran muro que divide las fronteras entre la razón y su corazón. Por muchos solsticios, perdida y sin rumbo deambuló, tocando e insistiendo en puertas que el destino le cerró. Sentada en una banqueta con la nieve cayendo sobre sus hombros se preguntaba si había algo malo dentro de ella. La duda se convirtió en su mejor amiga y la felicidad en su némesis al resultarle tan esquiva.

Si la sociedad decía que para cada alma existía otra que estaba destinada a ser, deducía que quizás ella llegó al mundo siendo simplemente un cuerpo vacío y escueto al no ser capaz de encontrar su par. Mientras más pronto lo aceptara, menos tiempo tardaría en congelar su corazón para que este no resultara más magullado de lo que ya estaba. Sin embargo, como el tiempo es sabio y todo lo dispone a su manera, a nuestra reina llegó su rey de fuego, ese espíritu tan rebelde que se asemejaba a ella. Con las llamas de su amor, poco a poco derritió el muro del miedo y lamentos que a su corazón del mundo apartó.

Lo encontró, o quizás fue él quién llevaba tiempo buscándola. Coincidieron cuando se había perdido por completo la fe, cuando la desilusión se había apoderado de su corazón y la resignación era su pan diario. Desde ese entonces, ambos reyes de la mano van. Pasean por aquel parque y se sientan en esa banqueta que tantas veces sus lágrimas congelaron. Ya no temen, ninguno de los dos, porque saben que, pese a las diferencias y similitudes de sus mundos, pues ellos habitan en universo llamado 𝒂𝒎𝒐𝒓.

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Frente a mí estabas tú. Mi cuerpo temblaba, mi alma un poco más. ¿Conoces aquella sensación de ansiar por que algo suceda, pero temes a los resultados? Mi cuerpo gritaba por tus caricias y mis labios por conocer tu sabor. Pero tú y yo, cautelosos, nos movíamos de forma amical. A la cocina me seguiste y dentro de mí todas las alarmas encendiste. Paralizada, nerviosa y hasta titubeante me encontraba, pero lo único que deseaba era que me tocaras. ¿Podrías devolverme la vida en un beso? ¿Podrías hacerme que ardiera contigo? Al menos por esta noche, tócame, te lo imploro.

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Llegaste a mí en una fecha sin número, casi desapercibido. Llegaste con la seguridad de alguien que conocía que mi corazón en su morada se convertiría. Bastó un par de palabras para engancharme, muchas risas más para cautivarme. Pero realmente fueron tus abrazos y besos los que me convirtieron en la más dócil rehén. Desde entonces no conozco lo que es la tristeza, desde ese día brilla para mí el sol. No necesito ninguna fría jaula que me atrape, ni cadenas irrompibles que a ti me aten. Porque de tu amor me declaro cautiva y 𝒑𝒓𝒊𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒓𝒂 𝒅𝒆 𝒕𝒖𝒔 𝒃𝒓𝒂𝒛𝒐𝒔 𝒔𝒐𝒚.

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Fuego, fuego, si me tocas, me quemo. Fuego, fuego, pero no llamen a los bomberos. En el calor de tus brazos me quiero perder. Y que nadie más me venga a recoger. Cuerpos desnudos creando magia. Palpándonos, tocándonos, juntándonos los dos. Una sola carne, una sola vida es la nuestra. Calor sofocante flotando en la habitación. Tu pecho agitado por un vaivén de emociones. Tu vientre hirviendo, quemándome la piel. Estás temblando de excitación, yo imitándote. Absorta y perdida en el universo del placer. Al rojo vivo, como expuesta a las llamas. Así me siento en el universo de tu cama. Nuestras pieles fundidas en un solo cuerpo. Corazones latiendo al unísono porque se aman. Ven, entrégame el elixir de tu ser, gota por gota. Que el fuego nos domine y la pasión nos embote. Perdida en el delirio que representa esta entrega. En la que, dos amantes, adictos al otro se profesan.

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Hay un lugar al que suelo ir cuando el mundo me pasa factura, cuando no tengo deseos de nada, cuando hasta respirar cuesta y me siento al borde de la locura. Guarda ese mapa, allí no podrás encontrarlo. Es un sitio inexplorado ante el ojo humano, una patria perdida a la que tuve la dicha de llegar, sobreviviendo a mares revoltosos y poderosas tormentas que casi me hacen naufragar. Una tierra rica en amor y con paisajes esplendorosos, como el verdor de sus ojos, el blancor de su piel o el relieve de su cuerpo en reposo. El lugar más seguro y reconfortante del universo entero radica entre sus brazos, en donde puedo, finalmente, descansar. ¿No lo notas, amor mío? Cómo me transmites calma con esa mirada llena de amor, ahuyentas mis fantasmas y me devuelves la voz. Si no estoy contigo me siento perdida, no sé quién soy. Y por si no lo has comprendido aún, aquella patria lleva tu nombre y por bandera mi ilusión. Entre tus brazos quiero reposar eternamente y que tú seas lo primero que vea al despertar. Que de mi vida seas siempre la guía, ya que 𝑡𝑢́ 𝑚𝑒 𝑐𝑎𝑙𝑚𝑎𝑠 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑚𝑒 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑑𝑖𝑑𝑎.

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𝑈𝑛 𝑏𝑒𝑠𝑜, 𝑙𝑎 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑎 𝑓𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑏𝑒𝑠𝑜. 𝑈𝑛 𝑏𝑒𝑠𝑜, 𝑒𝑙 𝑝𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑏𝑒𝑠𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑒 𝑑𝑖. Inesperado, como suceden las mejores cosas en la vida, así fue el encuentro nocturno de sus labios. El primero de todos, quizás el más especial. Su boca la llevó al cielo, sus ojos al infinito y sus manos al pecado que aquel entonces resultó bendito. Fue todo tan extraño, tan diferente y nuevo. Pero si lo pensaba mejor, tan familiar que le sorprendió. Juguetón, coqueto…hasta desvergonzado podría catalogarse; así fueron los momentos previos al choque tembloroso que cambió el rumbo de la historia. El punto de partida, por colocarle un nombre a ello. —Así que…el mejor regalo de cumpleaños, ��eh? —repitió ella al escucharlo describirse de aquella manera segundos antes. —Claro que el mejor regalo de cumpleaños. Nada más mírame...—respondió él en modo de broma. Sentados en el sofá, nerviosos por la cercanía del otro. Pero aun así con el descaro a flor de piel. Aquel vaivén de palabras y miradas incitantes, mohines cargados de fingida inocencia pero que gritaban “𝑏𝑒́𝑠𝑎𝑚𝑒 𝑦𝑎”. ¿Qué tipo de cuadro podrían representar ante la mirada curiosa de los demás? Uno muy peculiar, quizás hasta prohibido por los cánones de la sociedad. De cualquier manera, lo importante era la tensión que iba acumulándose en el ambiente y lo libres que eran en aquel instante. Irónico, ¿no? Sentirse liberados entre cuatro paredes. —Te lo voy a morder, eh. —le advirtió acercándose, pero desviando su atención una vez más. ¡Jodido juego que la tenía comiendo de la palma de su mano! —No me enojaría si eso sucediera, eh. —susurró a escasos milímetros de sus labios, evitando el contacto de estos y permitiéndose hablar más de la cuenta. Curioso resultaba el valor que el ser humano tomaba bajo los efectos del alcohol, ese que había ingerido en generosas cantidades durante su fiesta. Se puso de pie, procurando mantener la cercanía a su cuerpo y con una sonrisa traviesa le preguntó si deseaba algo de tomar. Era un mero formulismo. Lo que la rubia deseaba escuchar era un “𝐴 𝑡𝑖” como respuesta. No lo dijo. En su lugar, caminó hasta la cocina y disimuló sus ganas entre utensilios y vasos. ¿Cómo justificaba los nervios que sintió al tenerlo tan cerca y no hacer nada aún? Que la siguiera a la cocina no ayudó a esclarecer sus pensamientos, mucho menos a calmarla. Más bien, avivó aquella sensación de calor que recorrió su cuerpo al sonido de su voz. Pero como el destino era sabio y movía sus hilos de maneras extrañas, hizo que el menor tomara la iniciativa. ¡Él! Sus manos acunaron el rostro de la rubia, lo que hizo que su pulso se acelerara en cuestión de segundos y finalmente se dio. Aquel roce añorado, aquella bocanada de aire en medio del mar, aquel llamado a vivir a plenitud. 𝐴𝑞𝑢𝑒𝑙 𝑏𝑜𝑙𝑒𝑡𝑜 𝘩𝑎𝑐𝑖𝑎 𝑙𝑎 𝑓𝑒𝑙𝑖𝑐𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑖́𝑎 𝑝𝑒𝑛𝑑𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑝𝑜𝑟 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑒𝑟 𝑗𝑢𝑛𝑡𝑜 𝑎 𝑒́𝑙.

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Si tú supieras qué me pasa cada vez que te veo, te tengo cerca y en mi mente siento que sucumbo. De la mujer adulta e independiente nada queda y toma su lugar una nena enamoradiza, cuya sonrisa no la borra ninguna querella. Manos temblorosas y sudadas, voz entrecortada con respiración acelerada. Y, por si fuera poco, un frenético corazón que pareciera reclamar su libertad de escapar del pecho. ¿Cómo es eso posible? Que la experiencia de tenerte cerca se inclinara más a la muerte que a la vida misma según esas palabras. Qué equivocadas están… 𝑃𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑣𝑒𝑜 𝑦 𝑙𝑎 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑐𝑜𝑏𝑟𝑎 𝑓𝑖𝑛𝑎𝑙𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑒𝑙 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑑𝑜. Con tu cercanía el sol se ilumina, los pájaros cantan y yo, yo recuerdo una vez más que soy humana. Todo mi cuerpo y alma se estremecen, mis mejillas se enrojecen, una bomba estalla y a nuestro alrededor todo se calla. Son los nervios que me invaden en cada encuentro, al punto de parecer siempre el primero, encendiendo el fuego que estaba preso en mi corazón. ¡Dame tu amor, chiquillo lindo! ¿Qué no ves cómo me tienes? Es que necesitamos estar realmente ciegos como para no notarlo. ¿Qué cosa? 𝐿𝑜 𝑛𝑒𝑟𝑣𝑖𝑜𝑠𝑎 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 𝑝𝑜𝑛𝑔𝑜 𝑐𝑎𝑑𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒 𝑎𝑐𝑒𝑟𝑐𝑎𝑠 𝑎 𝑚𝑖́.

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𝑈𝑛𝑎 𝑖𝑛𝑒𝑠𝑝𝑒𝑟𝑎𝑑𝑎 𝑐𝑎𝑠𝑢𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑. 𝐿𝑎 𝑙𝑢𝑧 𝑒𝑛 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑜𝑠𝑐𝑢𝑟𝑖𝑑𝑎𝑑. 𝐴𝑛𝑢𝑙𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑓𝑎𝑛𝑡𝑎𝑠𝑚𝑎𝑠 𝑑𝑒𝑙 𝑝𝑎𝑠𝑎𝑑𝑜. 𝐶𝑜𝑟𝑎𝑧𝑜́𝑛 𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒, 𝑠𝑖𝑛 𝑏𝑢𝑠𝑐𝑎𝑟𝑙𝑜, 𝘩𝑎𝑠 𝑙𝑙𝑒𝑔𝑎𝑑𝑜. Hay tantas palabras en el diccionario, pero ninguna sería la adecuada. Combinaciones de ideas y de sentimientos que despiertas a diario y que me dan vida. Y aún después de todo me sigo preguntando el porqué. ¿Quién eres tú? ¿Por qué es tan difícil describirte? ¿Qué me lleva hacia ti como niña perdida buscando su rumbo? Y aunque no sepa nunca la respuesta, hay algo que sí sé. Y es que mis días son mejores desde que tú estás aquí. Me haces bien, enciendes luces en mi alma y le devuelves el color al gran salón que se asemeja a mi vida. Ese que juré clausurar después de que el último fracaso lo demoliera todo. ¿Y cómo es que, de la noche a la mañana, todo cambió? ¿Cómo es que aún sin tener nada juntaste mis piezas y las lograste completar? ¿Será que fue tu sonrisa o tu forma de hablar? ¿O es que fue el simple hecho de que jamás te tuviste que esforzar? Es que eres tan singular, todo en ti es tan natural. La manera en que me escuchas, en que me levantas el ánimo y en que me haces saber, aún con pequeños detalles que todo estará bien. Es la bondad en tu corazón y esa alegría que irradias cada vez que persigues tus sueños. Es aquel dolor de panza y de cachetes que me da cuando reímos por todo y por nada. Es el respeto que tienes, no solo hacia mí sino, hacia los demás. Son las canciones, las películas y la forma en que te interesas por conocerlo todo de mí. Son las preguntas y respuestas, son las inquietudes que se resuelven a diario con una sonrisa. Eres la luz del sol que mantiene mi corazón latiendo. ¿Y lo mejor de todo? Es que nadie lo buscó. Míranos, fuimos dos almas rotas que encontraron solución a sus problemas y a su tristeza. Tomaron pinceles y acuarelas para pintarlo todo de colores día a día. Me encantaría tener todas las respuestas a tus interrogantes, más cuando, en medio de confesiones te digo que has cambiado mi mundo y tú me preguntas el por qué. ¿𝑃𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒́? 𝑂𝑗𝑎𝑙𝑎́ 𝑡𝑒 𝑣𝑖𝑒𝑠𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑦𝑜 𝑙𝑜 𝘩𝑎𝑔𝑜, 𝑎𝑠𝑖́ 𝑙𝑜 𝑒𝑛𝑡𝑒𝑛𝑑𝑒𝑟𝑖́𝑎𝑠.

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𝒆𝒖𝒇𝒐𝒓𝒊𝒂 𝑛𝑜𝑚𝑏𝑟𝑒 𝑓𝑒𝑚𝑒𝑛𝑖𝑛𝑜 𝟷. 𝑆𝑒𝑛𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑒𝑥𝑡𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟𝑖𝑧𝑎𝑑𝑎 𝑑𝑒 𝑜𝑝𝑡𝑖𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜 𝑦 𝑏𝑖𝑒𝑛𝑒𝑠𝑡𝑎𝑟, 𝑝𝑟𝑜𝑑𝑢𝑐𝑖𝑑𝑎 𝑎 𝑚𝑒𝑛𝑢𝑑𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑎𝑑𝑚𝑖𝑛𝑖𝑠𝑡𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑑𝑒 𝑚𝑒𝑑𝑖𝑐𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠 𝑜 𝑑𝑟𝑜𝑔𝑎𝑠, 𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑠𝑎𝑡𝑖𝑠𝑓𝑎𝑐𝑐𝑖𝑜́𝑛 𝑚𝑎𝑡𝑒𝑟𝑖𝑎𝑙 𝑜 𝑒𝑠𝑝𝑖𝑟𝑖𝑡𝑢𝑎𝑙. Su droga era más letal que las existentes, ya que tenía la capacidad de hacerla perder la razón en segundos. Sin que importe la cantidad de ocasiones en las que estuviera presente en su vivir diario, siempre se sentiría de la misma forma: eufórica. Era aquel tipo de felicidad y satisfacción que la recorría de pies a cabeza, ganando terreno en su interior hasta tomar control de sus sentidos. La hacía sentir plena, como si nada en el mundo importara más que el latir frenético de su corazón y aquel ardor en sus mejillas que la delataba ante él y le dejaba saber que ella era realmente feliz a su lado. Su droga no tenía ningún compuesto químico, pero sí se cimentaba en aquella ciencia. La química que existía entre dos cuerpos y dos almas que, sin buscarse, se encontraron una noche cualquiera. Se reconocieron de adicciones pasadas en las que ninguno salió bien librado. Juntos ahora se dedicaban a mejorar y sanar, a dejar de lado un pasado oscuro y mortal, y apoyarse entre sí. Pero, sobre todo, a hacerse felices en extremo. Pero no hablaba de lo efímero y pasajero, sino del tipo de alegría que te cambiaba desde el interior y te convertía en una mejor persona. Era esa sensación de regocijo que no podía contenerse por más que lo trataras. La que te hace brillar los ojitos, la que te acelera los sentidos y te pone las palmas a sudar. La que tiene la potestad de hacer que el mundo desaparezca en el instante en que escuchabas dos sencillas palabras. Quizás no parezca mucho, pero a ellas se le atribuyen el final de muchas guerras y el inicio de nuevas alianzas. ¿Aún no sospechan de qué se trata? Se trata del 𝑡𝑒 𝑎𝑚𝑜 más especial que se escuchó alguna vez, ya que era el que los rescató del martirio y el sufrimiento, trasladándolos a la República del Amor, aquella en donde el corazón estallaba por la euforia de saberse en buenas manos finalmente.

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Doy gracias a la vida y al destino, a sus hilos y su genial tino. A la magia poderosa que me llevó ante ti, y los planes escritos de un ser divino. En ti he encontrado mi otra mitad, aquella que ante mí es perfecta. Impoluta, virtuosa y sin ninguna maldad, esa que inspira a ser una persona recta. Eres dueño de mi vida y mis sueños, también de mis suspiros y anhelos. Contigo quiero compartir mis miedos y confiarte cada uno de mis secretos. Solo hay uno con quién quiero vivir, al punto de inventarlo si no existiera. Ese alguien cuya presencia me hace feliz, o tú o ninguno es a quién yo quisiera.

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¿Alguna vez has amado a alguien con tanta fuerza que lo demás pasa a segundo plano? ¿Te has sentido como si todo pudiera faltarte en medio del apocalipsis que representan todos tus problemas, menos aquella persona especial? ¿Podrías sobrevivir a una vida sin amor? Yo sí. Pero con estas preguntas quiero hablar del amor verdadero, ese que te quita el aliento y te nubla los sentidos. Del que hace que te paralices cuando tienes a esa persona cerca, pero te debilites al sentirlo lejos. Un amor que sume, no que reste. Uno que bese todos y cada uno de tus miedos y que, con la paciencia de un artesano, vaya reconstruyendo pieza por pieza aquel corazón astillado que llegó a sus manos. Un amor presente en los momentos buenos, pero decidido a luchar hombro con hombro a tu lado cuando el barco vaya a la deriva. 𝑈𝑛 𝑎𝑚𝑜𝑟 𝑡𝑎𝑛 𝑏𝑜𝑛𝑖𝑡𝑜 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑒𝑙 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑚𝑜𝑠 𝑡𝑢́ 𝑦 𝑦𝑜. Incontables historias se han escrito en el pasado, y se escribirán aún más cuando ya no estemos en este mundo. Pero si hay algo que quiero que quede escrito es que, dudo que exista una parecida a la nuestra. No por echármelas de presumida, a pesar de que tú estás hecho para que quiera presumirte en todo momento y en cualquier lugar, sino porque así lo he sentido desde el primer día. Fuiste, eres y serás siempre aquella bonita manera en que la vida me mostró la magia de los nuevos comienzos. Unos en donde, sin importar el dolor del pasado, nos enfoquemos en la dulzura del presente y soñemos con lo incierto del futuro, imaginando mil y una historias que quiero vivir junto a ti. Porque, nunca está de más decir que si te tengo a mi vera, lo tengo absolutamente todo. Si estamos en el mismo equipo, tenemos el triunfo asegurado, ya que es cuando nos volvemos invencibles. Estando juntos es cuando verdaderamente descubro que el mundo puede caerme encima a diario, pero será tu mano la que me sacará de los escombros y tu aliento es la vida que deseo respirar por una eternidad. Tú y solo tú cada hora, cada día, cada semana, cada mes y cada año. 𝑇𝑢 𝑣𝑖𝑑𝑎 𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑚𝑖́𝑎 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒.

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Soñar no cuesta nada, por eso lo hago mientras duermo. En compañía de Morfeo pienso cuanto deseo obtenerlo. No son riquezas materiales o viajes constantes. Mi sueño es más cercano a un hogar retirado de la ciudad y verte caminando de la mano con nuestros infantes. Soy una persona hogareña y familiar, es por eso que de mi sueño no me pienso desviar. Un futuro a tu lado es todo lo que anhelo, envejecer contigo y hasta tener un perro. Y si no quedó claro cuál es mi sueño ideal, te diré fuerte y claro que es contigo siempre estar.

[ourfifthmonth]

Esta noche te deseo de manera inexplicable. Ansío el roce de tus manos y que tu boca encienda el fuego en mi piel. Tómame aquí y ahora, llévame a nuestra cama y túmbate a mi costado. Bésame, róbame el aliento, que sabes que de ti me he enamorado. No busco caricias apuradas o un clímax anticipado. Lo que deseo es que te adueñes de cada centímetro de mi piel, que la marques con el diseño de tus ganas. Lento, sin apuros, que así es mejor explorar el universo de nuestra habitación y la galaxia que en tus lunares se esconde.