nocheimproba

[nocheimproba]

Acércate a mí: si lo haces, las estrellas permanecerán inalteradas, la luna no se teñirá de colores extravagantes ni habrá metamorfosis perjudiciales.

[nocheimproba]

Caro jícara,

En diversas ocasiones te he contemplado, sumido en un anhelo que transgrede lo efímero y se afianza en lo tangible. Desde el primer instante en que tu silueta se delineó ante mis ojos, supe que estabas destinada a ser parte de mi existencia. Extendí mis manos, y con una mezcla de ternura y codicia, te ansiaba con fervor, dibujando tu contorno en un barro húmedo que clamaba por ser transformado en un refugio de tus ideales.

Fue en un arrebato que te desposeí de los dedos de otro, dejando que la ira me guiara hacia la liberación de lo que mis deseos más profundos ansiaban. La destrucción, aunque parezca un acto de locura, era un reflejo de mi anhelo; quería descomponer lo que tanto veneraba, fragmentar el objeto de mi deseo para así adueñarme de él en su esencia más pura.

He guardado con celo tus restos en un recóndito bolso de manga, convencido de que esos fragmentos perdurarán a lo largo del tiempo, pues yo, más que nadie, he comprendido tu naturaleza. Sé cómo abrazarte, cómo acariciarte, cómo embriagarme con cada gota que de tus entrañas emanas. Te idolatro con una devoción que trasciende lo cotidiano; por ende, me erijo como el único que tiene el derecho de causarte un daño deliberado.

No obstante, decidí cederte el espacio que mereces, en busca de un nuevo portador que supla mis necesidades. A pesar de que la transición no trazó un sendero de total comodidad, donde cada apertura de tus brazos buscaba abrazar mi ser, las sombras de la insatisfacción se mantuvieron latentes. Y así, en un ciclo inevitable, he hallado mi camino de regreso a ti, repitiendo una danza de deseo y frustración.

Y aquí estoy, una vez más, inmerso en este vaivén de constante atracción: el deseo de poseer y la realidad de la incomodidad, atrapado en la complejidad de lo que supone el amor y el desamor hacia un mero objeto, que, sin embargo, ha llegado a definirme en su singularidad. ¿Será que la verdadera posesión radica en la capacidad de coexistir en este tortuoso juego de querer y dejar ir?