nandinafire
Tinta De Bruja
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Como la que hace sus hechizos motivados por la alegría, la rabia, el amor, el odio, la pena o la lujuria yo construyo mis relatos.
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nandinafire · 4 years ago
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HABILIDAD ESPECIAL
Dicen que los niños tienen una habilidad especial para poder ver cosas que la gran mayoría de los adultos no pueden ver. Y aunque en parte es cierto, no estoy totalmente de acuerdo con el término “habilidad especial”. Con el tiempo aprendí que la mente de un adulto está mucho más contaminada y atada al mundo terrenal que la de un niño. Los niños no tienen paredes mentales hasta que alguno de los mayores les dice que las tienen que tener, y creo que es la cosa más estúpida del mundo.
Siempre estaba acompañada y hasta que no llegué a los 4 años no me percaté de la diferencia que había entre unas personas y otras. Unas participaban más de las conversaciones entre ellas, siempre tenían prisa, mucha prisa. Hablaban en voz muy alta y se hacían ver fácilmente. Las otras, en cambio, parecían ser diferentes, se movían lentamente, a veces se pasaban días en el mismo lugar, me daba cuenta porque cuando los viernes, al salir de la escuela, mi madre y yo íbamos a la panadería del centro del pueblo a comprar bollos con chocolate, los demás días me traía algún bocadillo o fruta, de camino había un hombre con un sombrero peculiar y unos pantalones grises cogidos con tirantes al cuerpo. Una ropa que no veía en nadie más que en él. Pero esa historia se repetía en otros lugares o calles, indumentarias extrañas, me llamaba la atención que no hiciera torcer el cuello a más de uno.
Recuerdo una infancia feliz, pero no me mostraba muy comunicativa nunca y las preguntas me las solía guardar para mí.
Escuchaba a mis padres hablar entre ellos cuando pensaban que ya me había dormido, pero el que no fuera comunicativa no quería decir que no fuera curiosa. Mi madre hablaba con él de la posibilidad de que algo me hiciera daño en algún momento, pero mi padre le restaba importancia y le decía que todo eso se me pasaría con el tiempo, no sabía a qué se refería con “todo eso”.
Mi abuelo murió cuando yo tenía 9 años, era un hombre rudo, grande y con una voz rota a causa del tabaco, de hecho fue el motivo de su muerte, siempre dijo que moriría con un cigarro en la boca, mi padre se enfadaba con él, pero a mi me hacía gracia ese comentario, ¿Qué problema había si él mismo lo tenía tan claro? Murió en el hospital, yo no pude verlo ni despedirme y el día de su entierro conocí a muchos familiares que venían de Andalucía a Barcelona para dar el pésame, pues mi abuelo era cordobés y emigró a Cataluña cuando el trabajo empezó a ser una necesidad en una familia de 7 miembros como la que tenía mi padre.
No me dio mucho que pensar esa situación hasta que una noche, poco después de la muerte de mi abuelo, en la que mis padres y mi hermano ya dormían, me desperté y salí de la cama hacia la cocina para coger un vaso de agua. Bebí y lo volví a llenar para llevármelo a la habitación por si acaso me sentía sedienta de nuevo. Al salir de la cocina y cerrar la luz, el corazón me dio un vuelco cuando presencié el cuerpo de mi abuelo caminando por el pasillo a oscuras y viniendo hacia mi. No lo pude ver con detalle, pero diferencié su silueta claramente y me envolvió una nube de humo característico de cuando se ponía en su butaca a fumar. El vaso se me resbaló de las manos y al mirar el desastre del suelo y volver a subir la cabeza ya no estaba. Tuve la mente suficientemente fría para recoger los cristales mientras mi madre se acercaba desde su habitación.
Dado que se percató de mi nerviosismo incontrolado, me preguntó qué había pasado. Yo no quise contestarle, pero entonces me hizo la pregunta idónea: ¿Has visto algo? Me extrañó mucho que me preguntara eso, entonces negué con la cabeza y ella insistió: -Si has visto algo no significa que sea malo.- Entonces la miré y le expliqué lo sucedido, había visto a mi abuelo recientemente muerto deambulando por el pasillo. Ella suspiró y me dijo las palabras que más se han repetido en mi cabeza desde entonces: -Antes te hará más daño un vivo que un muerto. -Entonces, si no me negaba la historia que le acababa de contar, ¿quería decir que era posible?
Nandinafire.
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nandinafire · 4 years ago
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nandinafire · 4 years ago
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Moonlight rituals
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nandinafire · 4 years ago
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DOS MECHONES RUBIOS
Llevaba años solo, sabía que mi aspecto, a simple vista, delataba unos orígenes anormales y oscuros. La gran mayoría de las partes que componían mi cuerpo eran robadas y me costaba moverme con ellas. Me preguntaba cómo sería disfrutar de la sensación de librarme de la pesadez de mis extremidades y del cansancio y fatiga crónicos que me provocaba el solo hecho de levantarme de una silla o de la cama de madera carcomida por la humedad de un sótano rodeado de alcantarillas, mi padre me lo explicó muy bien.
Mi padre me explicaba cosas para apaciguar mi curiosidad, yo no sabía si eran del todo ciertas, no me dejaba subir a la superficie, me decía que allí no había sitio para mí, pero yo sentía que necesitaba que mi sitio fuera de alguien más. No podía protestar demasiado, y no es que mi padre no me lo permitiera, es que no sabía cómo hacerlo, así que solo lo pensaba y reproducía algunas palabras con el máximo esfuerzo posible y algunos ruidos guturales.
La hicieron para mí, para ser mi compañera, y digo que la hicieron porque a mi padre lo ayudó otro hombre, aquél que también lo ayudó a sacar el cuerpo cubierto de tierra del cementerio. Estaba hecha a mi imagen y semejanza y era hermosa, vaya si lo era. Era alta, un poco menos que yo, pero aún así era más alta que mi padre. Tenía dos mechones blancos, uno en cada lado de la cabeza, y le subían hasta desaparecer en el recogido con el que se despertó o con el que la despertaron.
Abrió los ojos como uno de esos pájaros nocturnos que aparecen en los libros que me deja ver mi padre, me está enseñando a leer pero dice que mi cabeza no da para más. Su expresión era la misma que la mía tiempo atrás. Me mantuve lejos para no asustarla, bastante tenía con los otros dos, pero deseaba cogerla de la mano y compartir con ella todo lo que había aprendido.
Resulta que su convicción nada tenía que ver con la nuestra, en el momento de más cercanía entre ella y yo se reflejó en sus ojos la misma ira que le hizo agarrar mi camisa y lanzarme al otro lado del laboratorio, rompiendo todo lo que obstaculizó mi trayectoria.
Nunca la volví a ver y lo único que pude añorar fue la sensación que me provocaba observar un cuerpo muerto encima de una tabla esperando a ser alcanzado por un rayo.
Nandinafire
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nandinafire · 4 years ago
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Summon a demon for me
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nandinafire · 4 years ago
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Save your pages well.
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nandinafire · 4 years ago
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Vamos a viajar un poco con Jung.
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nandinafire · 4 years ago
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EN EL MUELLE
Nunca salió una palabra de nuestra boca, ni de la mía dedicada a ella, ni de la suya dedicada a mí. Nos vimos por primera vez en el muelle, el sol llegaba lentamente a la línea del horizonte, eso le permitió hacer que nos encontráramos en una divina soledad. Mis pies rozaban el agua fría del mar y entre éstos aparecieron sus ojos mirándome fijamente, yo me vi perdido en ellos y ya no he deseado encontrarme.
Nandinafire
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nandinafire · 4 years ago
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TONTERÍAS
Llevaba rato mirando las mesas de sus compañeros, mirarlos a la cara era muy osado, y aunque era muy pequeño para entender esa palabra, ya estaba acostumbrado. En su clase de parvulario estaban deletreando la palabra “primavera”, siempre se aburría con estas tonterías y no entendía cómo le costaba tanto al resto, y los demás no entendían como a él le costaba tan poco. “Osado” era una palabra muy sencilla, él sabía muchas, muchísimas más. Buscaba las palabras más difíciles del diccionario y las añadía a sus listas infinitas. Entendía esas palabras y muchas más, eso es lo que entendía, solo eso. Los números también, pura y simple lógica. Su cabeza era eso, lógica y sentido.
Él se sentía admirado por su maestra, Marta, era un encanto y la única que le hacía explicar palabras que no lograba comprender y que suponían un reto, como la pena o la alegría.
Nandinafire
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nandinafire · 4 years ago
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MINA
Ella, se sentaba frente al piano, medio desnuda, algunos mechones de su larga cabellera oscura y ondulada caían sobre su espalda y las telas de seda blanca que le rodeaban el cuerpo me dejaban vislumbrar una figura de la que nunca me podría cansar. Ella, mi Mina, esperaba a que entrara por la puerta de esa cámara, cuyas paredes tantas veces nos habían visto caer en la tentación de devorarnos el uno al otro, para empezar a entonar una melodía que, como tantas historias cuentan, hacía brotar la ternura y al mismo tiempo la violencia que se puede esconder en los gestos apasionados de cualquier bestia que espera ese momento de disfrutar de su víctima.
Esa melodía era su llamada, mi llamada, entrábamos en un mundo en el que no existía nada más que el rojizo de sus mejillas, el calor de su cuerpo y el latido de su corazón reflejado en el punto perfecto de la garganta por el que se concentraba gran cantidad de sangre en vena.
Empezaba tocando las teclas del piano lentamente mientras clavaba sus ojos, oscuros como sólo yo puedo serlo, en los míos, el piano era yo, y se había aprendido de memoria cada uno de los poros de mi piel, y yo los de la suya. Tal y como aceleraba el ritmo sobre las teclas, aceleraba el ritmo del latido de mi corazón, para entonces vivo. Me anunciaba lo que iba a pasar y se iniciaba un frenesí que amaba mantener contenido hasta el último segundo mientras yo dejaba caer mi hombro en el marco de la puerta y la observaba concentrado. Mi atención caía sin remedio en esa escena alumbrada por las velas que reposaban en los candelabros de metal.
Las primeras notas sonaban tímidas entre las paredes frías de piedra robusta, con suaves puntos agudos que Mina sabía hacer brotar en el momento preciso para tenerme pendiente de sus manos. Deseaba que la velocidad de sus dedos aumentara para restar tiempo hasta acabar en esa cama de sábanas rojas. Entonces se concentraba para hacer que las notas se juntaran cada vez más las unas con las otras hasta que ella misma se volvía canción, una canción que se alargaba hasta que, al llegar el alba, nos dábamos cuenta de que las velas, así como nosotros, ya se habían consumido.
Lejos han quedado esas noches y aunque en mi recuerdo de mente y corazón inmortal esas velas siguen encendidas, la mente de Mina ha cambiado. Ella muere, y resurge en el cuerpo de otra persona, siempre con su pelo negro azabache y con ojos profundos como puñales. Como alguien ya dijo alguna vez, he seguido cruzando océanos de tiempo por ella, espero a que llegue a mis oídos esa melodía en cada siglo, su llamada, que por alguna razón la sigue guardando en un rincón de su alma humana sin darse cuenta del dolor que padezco al acercarme a su ventana y verla mover los mismos dedos encima del piano, un piano que cambia con ella.
El rojo de sus mejillas y labios es insostenible en mi pensamiento y aunque confieso que incontables veces he fijado mis pupilas muertas en su cuello, ese que tantas veces había besado, su fragilidad como mortal y mi obsesión por observarla sin que se percate de ello hace que sea intocable para mí. Seguiré esperando el eco de esas notas en cada vida que ella empiece hasta que el anhelo de tenerla entre mis brazos venza mi voluntad.
Nandinafire
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