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Floreser

Hace tiempo que no escribo en este espacio. En realidad tengo cosas escritas pero que no terminé de publicarlas. Pocas veces termino algo que empiezo. A empezar ya lo considero un logro. En ese sentido tengo muchos logros. Una banda. En realidad no tantos, pensándolo bien.

Esta flor nació de un árbol que nunca fue cuidado, al contrario. Accionares no intencionales hacia él, pero que lo afectaban, fueron moneda corriente en su momento. Pero creció firme y hermoso. Dio y da frutos. Pero antes de darlos nos invita a apreciar de la hermosura de sus flores. El árbol es un durazno. La flores son tan lindas y embellecedoras de todo... Como todas las flores. Pero esta en particular.

Las flores, como parte de la belleza de nuestra naturaleza, nos enseña que estamos dentro de un ciclo. De ciclos que componen nuestra vida. El verde, la flor y el fruto duran un tiempo. No sé cuánto pero breve. Luego la flor se cae, crece el fruto, algunos caen al piso en su incipiente vida como tal, otros tiene la suerte de ser un fruto maduro. También están los vientos que aceleran el proceso y arrasan con las flores. Las hojas se secan, cambian su color, mueren, caen, quedan esqueletos de ramas vacías. Y así sigue el ciclo.

En este preciso momento intento reencontrarme con la escritura casi de manera terapéutica, recuperar ese gusto que me daba escribir pero que la cotidianidad de la vida me fue quitando. Pero sobre todo reencontrarme conmigo. Encontrarme con esa flor que veo nacer todos los años y me dan la certeza que todos estamos dentro de ciclos. Buenos y malos, pero ciclos al fin.

PH: Córdoba, 6 septiembre del 22 (14: 54 min)

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La amiga del esgrimista 

Busco muñecos con los que jugar, a los cuales puedo armar, desarmar, o destruir.

Busco muñecos que den cariño a los cuales salvar. La princesa no es rescatada, ella quiere rescatar.

Vendo ilusiones comprando muñecos en mercados oscuros de lugares perdidos.

Juguetes rotos de callejones oscuros, de almas confusas, de sentimientos ocultos.

Compro muñecos para que puedan amar, para que vuelvan a sentir. Busco muñecos porque los puedo armar, desarmar, pero no amar.

Seres aislados, solitarios, embriagados de tanto, vacíos de todo.

Almas que se pierden nadan en un profundo mar de agua oscura. Almas desnudas, vulnerables, desprotegidas en medio de una plenitud Almas desesperadas, hambrientas de un contacto, de un roce, de esa chispa de electricidad que las devuelva a la vida, que las haga respirar.

Respirar ese soplo de aire puro que sólo se siente luego de la sumersión. Ese aire que nos devuelve a la superficie, ese rayo de luz que se comienza a ver cada vez mas fuerte desde la profundidad, hasta llegar a su calidez, y nos permite observar otra vez lo minúsculo de nuestra existencia, de nuestra soledad, bajo el mapa infinito del universo.

Hambre de contacto, de comer, de ese instinto carnívoro, de sentir la piel de otro, de conectar en cuerpo, de sentir la existencia de otro espíritu, de otra alma, de otra vida, de corroborar que existen otras vidas, de la fusión con un otro.

Pero en la soledad de este oscuro océano sólo se permite, o se nos permite a nuestra conciencia, un acercamiento corporal. Nos encontramos sellados, encarcelamos posibilidades, otras conexiones. Y así nos convertimos en un monstruo más de esas aguas, buscando devorar otras almas. Autora: Paulina M. PH: Valparaíso - Chile - Junio del 2015 Nota: Este espacio nació con la idea de publicar tanto textos como imágenes propias, pero como nada ni nadie es ajeno a las dinámicas del tiempo, en este caso no es así. Este poema es de una amiga que tuvo el deseo de compartírmelo hace unos años y de quien siempre, a pesar del tiempo y las distancias, me dedica un recuerdo y un interés de saber de mi persona, gesto que valoro puramente e intento retribuirle -mínimamente- hacíendola parte de este espacio tan personal como anónimo. Coincidencia o no, este poema cumplió exactamente tres años y un día desde que lo hizo llegar a mis manos. Espero algún día podamos cruzarnos de nuevo, bella amiga. Gracias por compartir tus emociones y sensibilidades que surgen sobre este inmenso mundo.

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Ojo azul Guiame en el día, guiame en la noche. Guiame allá, guiame acá. Te concedo mis ojos que no ven y te ofrezco mi cuerpo que siente. Agarrame la mano, dejame que agarre la tuya. No sé si yo te voy a guiar, pero sí a enseñar cosas de la vida. No hay verdades absolutas. Depende del punto del sentir. La lluvia y el frío de la vida pega, ves? Pero vamos juntos. Se siente calor. Y del bueno.  También existe el calor que quema, que lastima. Y existe ese amor que no ve pero siente, que es lo importante.  No todos tenemos la misma suerte. Yo sí tengo suerte, suerte de tener alguien que me agarre la mano y camine conmigo. Que seas vos. Esta mochila pesa un poco, pero no tanto como la gente debe creer. Todos llevamos una.  Cuando lleguemos vamos a comer comida caliente que preparó mamá.  Ese pibe que está nos mira, te respeta demasiado y se emociona.  

PH: Villa María, abril del 2016.

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#SoldadodeSabella El calendario dice que hoy cumple años Alejandro Sabella. Hace tiempo que lo tengo ahí arriba, en lo más alto de todo lo que me pueda generar el fútbol. Y mientras más leo sobre gente que habla de él, más alto lo pongo en ese mundo que tengo dentro de mis mundos, ese que es como una montaña rusa en cuanto a valoración que le doy en mi vida en diferentes etapas, pero que siempre está presente.

“Você  vai sozinho?”, me tiró el negro.  Le dije que sí. “ Você ta maluco”, me retrucó. Me dijo que era peligroso y luego volvió a ubicarse en su asiento de atrás. 48 horas más tarde, según google maps, estaba a 715, 20 metros (sí, metros) de donde el equipo de Messi y Sabella jugarían en un rato el pase a la final del mundo después de 24 años. Algo que nunca había vivido conscientemente en mi vida. Pero para mí era más cerca, mucho más cerca. Casi que sentía decirle a Enzo Pérez “Che, Enzo, no te olvides que a Robben le gusta tirarse, así que cuidado cuando vayas a barrer, ojo. Ah… Y no quedó gatorade multifrutal, ¿te pido uno de manzana o un agua?”.

3 horas, 32 minutos y 56 segundos después estaba a 16, 47 km, otra vez según google maps, muy nervioso, encendiéndome una tuca rodeado en su mayoría de brasileros. Después me enseñarían la palabra placebo. Vale do Anhangabaú se llamaba el lugar –ahí donde un día antes veía cómo unos nazis aniquilaban a sangre fría a mucha gente vestida de amarillo-.Tengo en mi mente la imagen de la noche, lugar a cielo abierto, y caras iluminadas sólo por la luz de la pantalla gigante donde se veía el partido. Romero que ataja el segundo penal, bola en la garganta que se transforma en un par de lágrimas disimuladas, imágenes difusas, gente gritando y llorando, uno de los abrazos futboleros más grandes que le di al desconocido que estaba a mi lado, y nada más.  Sólo una cosa más, la pantalla que lo mostraba a él, peinándose casi desesperado por mantener prolijo esos pocos pelos blancos ante las cámaras de la tv que le ponían el micrófono en la boca. En ese momento no supe qué decía porque el anti que controlaba todo puso el “mute”, pero seguramente no le hubiese cambiado ni una palabra.

Él encabezó y dirigió a un plantel que en su mayoría estaba integrado por jugadores de mi generación, clases 86, 87, 88. Jugadores que cuando jugaba en la calle de mi cuadra con mis amigos, siendo niños, buscando esas piedras “grandotas” o ladrillos – que vaya a saber cómo siempre aparecían- para hacer los arcos, y soñábamos con ser “jugadores de fútbol”, gritábamos los goles y nos abrazábamos desincronizadamente, ellos también estaban haciendo lo mismo, con sus amigos, al mismo tiempo, en algún otro punto del país.

Para él, que fue uno de los artífices de uno de los momentos puntuales donde me sentí muy feliz y privilegiado, que soportó hasta el último la esperanza de cumplir un sueño casi surrealista, y que cada vez que dice algo te deja pensando… Feliz cumpleaños. Pero sobre todo, respeto. Porque las personas que guían a otras personas para que crezcan, y lo hacen desde su sabiduría, genuinidad y humildad, se merecen respeto.   PH: Villa María, octubre del 2017.

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Sí, ya sabía ¿Sabés que me generás cosas muy lindas? que pienso en vos en todos lados? que también proyecto? como vos decís. que pienso en las que pueden pasar y en las que pueden quedar sólo en fantasías? que tus abrazos y besos me dan paz? que dormir con vos es lo mejor del mundo? que te me atravesás en lo que haga? que me gusta besar tu panza? que me gusta cocinarte? que en este tiempo te escribí muchas cosas y están guardadas? que a veces lloro y me gustaría que estés cerca pero sin que me veas llorar? que me gusta verte cantar y bailar? que veo cosas y pienso que te pueden llegar a gustar? que mientras escribo esto tengo un orzuelo? que me gusta verte contenta? que te conté cosas que nunca le conté a nadie? que me gusta hacerte reír? que a veces con vos me siento como un niño feliz? que a veces te veo cosas de niña que me llegan muy adentro? que cuando te saqué la foto te veía muy hermosa? que siento haber escrito lo más cursi de mi vida? que escribí cosas mejores pero esto va saliendo y saliendo? que sólo quiero que seas feliz? que te quiero?

que te amo? (Edit 2020, aunque ya era obvio) PH: Córdoba, enero del 2019 

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¿Cómo será extrañar extrañarse? Qué extraño.

Yo

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La parte de adelante 

Te vi con el disfraz de adulto ¡¿Qué pasó, hermano?! ¿Qué onda? ¿En qué momento? ¿Ya pasó todo? ¿Tan rápido que no me di cuenta? Vamos al campo, dale. Ya organizamos con los chicos. Ya compramos la carne, falta ver qué llevamos para tomar. Hay ferné. Mucho. Como para los dos o tres días. Ellos dicen que falta la ensalada, yo les digo que con pan estamos bien. Somos los cinco de siempre.

Dale, boludo, cambiate ese disfraz que te queda para el orto, dejate de joder. Conseguimos fasito. Capaz que nos podamos meter al río si pegamos un día de calor. En el diario dicen que sí, que va a haber sol, así que mortal. Algunas de las chicas capaz vayan después. Tienen el bondi que las deja a un par de cuadras. Si vienen, bien, y si no no importa, entre nosotros la pasamos mortal siempre.

Dale, loco. Tenemos que volver a subir a escabiar y fumar en ese techo. Culiá, alto viaje nos comemos en la noche con esas estrellas, se ve zarpado. Es como muy limpio el cielo. Uh… jugando un truquito al lado del asador mientras se prenden las brasas… sabé qué… No tiene precio. Mientras tomamos un fernecito, tranqui, y el musiquero de fondo. Culiá, esta vez compremos un vino un poco mejor, los de caja bien baratos ya me están matando de a poco.

Dale, guacho, sacate ese disfraz de adulto que da asco. Ya vamos a tener tiempo para andar disfrazados así por la vida, nos va a sobrar, si eso es lo que te preocupa. Buscate el cd con los temas que escuchamos siempre. Ya debe estar rayadazo. Sí, ese compilado donde salen todas las canciones que terminamos cantando y bailando entre nosotros borrachazos. Ya conseguimos el chanchito.

Dale, gil, cambiate. Te prometo que es la última. Nos merecemos una despedida. Así como una despedida de solteros, pero sin putas, bailando entre nosotros y sin nada a los alrededores, y en vez de casarnos con una mina nos casamos para toda la vida con ese disfraz. No seas ortiva. El último fuego, el último ferné, el último truquito, el último fasito, el último techo, el último campo; sin ningunos de nosotros con ese maldito disfraz, como siempre. Todos juntos o nada.

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Estoy volando...Yo soy yo ♪

Nena, 4 años. Crack.

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Musa en San Luis

Feliz Nati, Primavera. A vos veintiuno del nueve te digo que ella también tiene colores, pero están todos mezclados, no los puedo identificar, sólo veo que son alegres para mí, eso sí. “Sólo veo” es sólo una expresión, está claro que no es sólo “sólo” del verbo nada más. 

También están los colores que le gustan: el rojo, el violeta y el amarillo. Me di cuenta de eso al observarla, pero tampoco había que ser demasiado genio para identificarlo. Usa esos colores en su ropa, zapas o un pañuelo. Así como los Power Rangers que cada uno se viste del color que representa, en ella pasa lo mismo. Y también tiene poderes y mucha fuerza como ellos.

Crea mundos, pero no sé si sabe. Sabe que tiene poderes, aunque desconozco si es consciente sobre ese particularmente. Y crear mundos no es lo mismo que modificarlos – a eso también lo hace, pero trabaja para ello y es consciente-. A mí me creó uno o lo va haciendo, bastante rápido por cierto. Está bueno, no lo conocía; de a poco lo exploro y me gusta, se siente bien estar en él. Se siente cómodo. Ella también lo habita, creo que lo sabe y si no se va a enterar cuando lea esto (si lo hace).

Lo bueno de este mundo es que no nos pueden echar, somos los dueños de él –les dueñes- (a quién le miento, no me sale el lenguaje inclusivo, pero en esta situación tan puntual me parece extremadamente necesario). O lo es ella – dueña- por derechos de autora, o yo, si es que lo hizo para mí, o es de les dos si en realidad lo estamos haciendo juntos, no sé bien, esa parte no está muy clara todavía, pero no importa, aunque me inclinaría por la última opción. Ahora que lo pienso, después de todo, que nos hayan echado de esos lugares no fue tan malo. Sino preguntales a Bv San Juan y Cañada, a ver qué te dicen.

Y sus manos… A ellas también las usa para sus poderes. Son pequeñas, pero eso no tiene nada que ver, todo lo contrario. Tiene uno que agarra la mano del otro, pero no así nomás como un saludo formal entre dos personas, y le cruza e intercala cada uno sus dedos. Ese también es un poder que debe desconocer. Se te infla el pecho como El Diego y hace que el otro mire a todos desde arriba. Es un efecto zarpado. Lo sé porque lo probé.

Se me queman los papeles. Pero el fuego va más rápido de lo normal, no me da tiempo a leer eso que dice cómo actuar ante tal situación. Como teorías que se ahogan en llamas y que a su vez están roseadas en alcohol o algo inflamable que aumenta la velocidad. Capaz que todas esas cenizas se transforman en ese Strawberry Fields que tanto menciona la canción versionada al español.

Me hago una banda de preguntas, pienso demasiado, incluso de más y al pedo. Según la letra, ahí, en Strawberry Fields, existe el “en nada en lo que pensar”, ¿será? Ves, sigo con mis preguntas. También dice que es más fácil vivir con los ojos cerrados y entender cualquiera de lo que uno ve y  que “pero si algo funciona, -lo demás- no importa demasiado”. Nunca había analizado la letra, pero ahora descubro que el sentir y el disfrutar son lo esencial en ese espacio. Al principio sugiere dejarse llevar - ¿será por ella?- para donde va, al lugar en cuestión. Supongo que ahí está la clave de todo, en el “dejarse llevar”; aunque admito que para mí no es nada fácil. Sin embargo con intentar no pierdo nada, o mejor dicho no perdemos nada. Y si tanto me gusta esa canción- y ella-  debe ser por algo.

Primavera, feliz Nati para vos, entonces, que disfrutes tu nuevo año. Villa María, septiembre del 2018.

PH: Córdoba, septiembre del 2018.

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Punto de fuga

Hacelo  hasta que no te vean, hasta que estés debajo de esa línea. 

Donde la luz no llega, donde para otros te volvés invisible. Vos no sabés que vas a volverte imperceptible para los demás, pero lo hacés igual. Vas a estar debajo de esa línea, con otra visión, con la cabeza bajo los pies de ellos. Ellos que te pisarán y no se darán cuenta de tu presencia, pero vos sí los vas a sentir. La tierra que todo lo tapa te envuelve de ojos ciegos ajenos.  ¿Qué buscás? ¿Lo sabés? ¿Tenés ese privilegio? PH: Villa María, Marzo del 2016.

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“Tres por un peso o cincuenta cada una” Hola, viejo! Cómo estás? Tanto tiempo. Te acordás de mí. Qué loco, porque yo sí. Espero que todavía reconozcas mi voz. Viste ese día que… Bueno, vos sabés. Quería decirte que no fue mala leche, pero teníamos que hacerlo. Éramos pendejos, teníamos nuestra realidad bastante pedorra, no pensábamos mucho. Vos sabés, también la pasaste. No sé qué será de tu vida ahora, pero espero que estés bien. El otro día me lo encontré al gordo, le pregunté por vos, y me dijo que tenía un teléfono tuyo pero no sabía si lo seguías usando. Vos vieras con la agenda que anda ese tipo… Todas las hojas mezcladas, rotas, despegadas entre sí, un desastre. Le prometí que para su cumpleaños le voy a regalar una de esas que se pueden meter en la billetera. No creo que lo vea, así que tampoco creo que se la compre. Te preguntarás por qué le habré hablado sobre vos… El gordo también se sorprendió, incluso yo, pero no sé. En realidad sí sé. El otro día tuve un sueño y estabas en él. Estábamos todos los pibes, en el lugar de siempre, tomando lo de siempre, a la hora de siempre. Estábamos todos en silencio, con la cabeza a gacha, mirando algún punto fijo, el Pipi dibujaba la tierra con una ramita, no sé qué mierda era, pero era el único que hacía algo distinto, me quedó grabado.

- ¿No entiendo por qué me hicieron esto? Lo preguntaste como tres veces. Nadie te contestó. Nadie se animó. Perdoná si no se escucha bien por el ruido, es que pasan muchos camiones por la ruta. Estaba cagado de hambre y paré en un lugar tipo bar. Se ven muchos camioneros. Vi el teléfono público y le pedí al viejo que atiende que me venda un par de fichas. Me costó apretar el 2 y el 5, está hecho mierda. Aparte, te llamaba ahora o nunca más. Encima ni sé si será tu número. No confío mucho en los contestadores automáticos, pero ya había metido las fichas. Estuvimos mal, lo sé, pero tampoco fue para tanto. Creo que se te fue la mano en tu victimización. No, no te estoy dando vuelta la tortilla, ni haciéndote la psicológica de volver victimario a la víctima. Sólo digo y pienso - siempre lo pensé así – de que todas las partes en cierto modo tenemos la culpa. Capaz que es un consuelo boludo mío, puede ser… No sé. Mi analista dice que tengo que cerrar etapas inconclusas, y creo que esta es una de ellas. Jaa! Mentira, no tengo analista, no creo en eso. Para mí te sacan la plata y tiran verdura. Y al final te terminan diciendo que tenés el deseo de cogerte a tu vieja. Son todos iguales. No pueden con su vida y le dan como consejos a otro gil, que encima le paga. Volviendo... Creo que sólo una vez nos animamos a tocar el tema con los chicos y después nunca más. Cada uno empezó a hacer la suya con sus vidas. Pero me veo con un par. Igual, nunca más sobre esto, quedó ahí. Tampoco es que tengo – porque te hablo por mí eh, cada uno se hará cargo – la gran espina de mi vida, ni ahí. Franquito, yo sé que lo hecho hecho está, que te hizo sentir mal, pero... Te repito, no fue de mala leche. Ya está, no voy a estar toda la vida pensando en esta gilada, ya fue...

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Calentá que entrás

Llegó, saludó y se acomodó. Se quitó el saco a cuadros minúsculos, de esos bien gruesos para usar en invierno. Acomodó su bolso bajo el asiento. Se puso cómodo, o al menos eso aparentó. Sacó un alfajor y una botellita de gaseosa, de medio litro, llenada con agua. La etiqueta estaba gastada, como raspada, así como son las etiquetas de las bebidas con el paso del tiempo, que las rasguñás levemente y se despinta marcando el recorrido de la uña.

Comenzó a transpirar. De esa transpiración que aparece en el después, no en el durante, y no se puede controlar. En realidad ninguna se puede controlar. Se notaba que había llegado con el tiempo justo, que las gotas de su frente eran sinónimo de relajación y gratificación por haber cumplido.

Cerró los ojos, juntó sus manos cruzando los dedos apoyados sobre un bolso que sostenían sus piernas, y comenzó a mover sus labios. Como cuando uno habla sin emitir sonido y los labios hacen énfasis al pronunciar la letra pe. Pasando unos minutos los abrió las y separó.

Entre sus manos tenía un libro de letras muy pequeñas. Se estaba preparando. No se sabe para qué, pero él se estaba preparando. De hojas amarillentas y tapa gastada, tan gastada que con sólo mirar se podía sentir su suavidad. Como pasado de generación en generación. No sé si tanto así, pero con que se lo haya pasado alguien de una generación inmediatamente anterior me sirve para el relato.

Después del alfajor sacó un sánguche de milanesa. Su postre era lo que para mí sería el plato principal. Cada familia tiene sus costumbres. Ofreció genuinamente, no por compromiso, pero nadie quiso. Luego puso su cabeza contra el respaldar y cerró nuevamente sus ojos. Esta vez no movió sus labios ni hizo énfasis en la letra pe. Al contrario, quedaron casi muertos, sin control. Un hilo grueso de saliva durmió en su pecho.   El ritual se repitió. Cerró sus ojos y juntó sus manos. Habló sin emitir sonido y sus labios volvieron a hacer énfasis en el momento que debían. Creo que lo hizo en el nombre de todos, por más que esos todos no lo saben. Agarró sus cosas y se despidió. Se fue a seguir su preparación. Presiento que ni él sabe para qué se prepara, pero está seguro que quiere estar listo. Yo también lo creo, y estoy convencido que responderá cuando llegue el momento.

PH: Córdoba - Abril del 2016

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Pintemos nuestra efímera eternidad

Me dijo que tengo los ojos como arroz. En su momento no lo pensé tan seriamente, pero tiene razón. Creo que su comparación representa muy bien lo que quiso decir. El arroz es la primera comida que aprendí a cocinar. Me sale muy bien. Admiro demasiado y envidio a la gente que goza de esa capacidad de síntesis; me hacen sentir un idiota por no haberme dado cuenta antes. Yo no sé bien cómo eran sus ojos, si es que tengo que dar una figuración tan precisa como la de ella. Sí recuerdo que eran verdes y bien redondos, que me gustaba verlos desde apenas más arriba. También me acuerdo que sus párpados estaban levemente caídos, como si no tuvieran ganas de sostenerse y dejar un poco más a la vista ese pequeño par de esferas. Después que me dijo eso nos bajamos del colectivo. Hicimos cosas y terminamos, de noche, en un lugar donde siempre hay cientos de personas, que incluso tienen cita obligada para conocerlo, pero esa vez estaba sólo para nosotros dos y las cervezas. Así como la gente de guita paga lugares para su uso exclusivo, en este caso no se qué o quién complotó en favor nuestro. A vos que hiciste posible ese paréntesis de gente, gracias. En serio. Pudimos dejamos una marca en un lugar donde todos quieren hacerlo, pero no pueden. No porque no esté permitido, sino porque es difícil conseguirlo. Bueno, nosotros tuvimos esa posibilidad de hacerlo, y a su modo, como ella quería. Y también fue sin querer. Fuimos privilegiados. A vos que hiciste posible que nos demos cuenta que podíamos dejar una marca, gracias. En serio. Y si sos la misma persona que también permitió ese otro momento, GRACIAS -con mayúsculas-. Ph: Rio de Janeiro - Octube 2016 - (Colaboración Lucas)

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El Diego está en todos lados V

Hoy es 10 del 10 (octubre) y además de ser un número extremadamente simbólico para nosotros los futboleros, es un día histórico en el fútbol argentino. La selección nacional está a punto de comer mierda o salir vivo: puede no clasificar a un mundial después de 2342 años.

En el fútbol moderno eso nunca sucedió. Nadie de los que conozco tuvo la desdicha de ver a Argentina sin clasificar a un Mundial. Todavía estamos puros de eso. Qué lindo y qué presión a la vez. No tengo ganas de saber qué se siente. Paso. Que lo sufran mis nietos, no sé, pero yo no.

También es histórico porque un jugador que es historia viva, un mito viviente y en actividad, está dentro de esos protagonistas. Pero le tengo fe. Siempre se la tuve y la tendré. Es zurdo y mago como él.

Hoy es 10 del 10 y espero que la magia que transmite ver ese número caiga sobre ellos. Seguramente va a llegar allá lejos, donde el planeta se divide en dos mitades como si fuera una naranja. Seguramente llegará porque esa magia es de El Diego, que está en todos lados.

PH: Córdoba - Julio del 2016.

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No era habilidoso

Yo:Che... ¿Qué te pasó que estás rengo?

Él:¿Eh? Nada, camino así.

Yo: ...

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Me ahorró el título

Diez años o más.

Diez años o menos.

Miles de ilusiones o más.

Miles de ilusiones o menos.

200 metros o más.

200 metros o menos.

Cinco minutos o más.

Cinco minutos o menos.

Cuatro temas o más.

Cuatro temas o menos.

Doce sonrisas o más.

Doce sonrisas o menos. Cientos de recuerdos o más.

Cientos de recuerdos o menos.

Tres abrazos o más.

Tres abrazos o menos.

Tres besos o más.

Tres besos. PH: Villa María - Septiembre 2016.

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El Diego está en todos lados IV

Hoy cumple años Diego Armando Maradona. 56 para ser más exactos. No tengo dudas cuántos cumple porque sé perfectamente su año de nacimiento: 1960. “Maradona es clase 60, un año más grande que yo”, me dijo una vez mi viejo. Desde ahí que no me lo olvidé más. De una forma u otra se comparó con él. Quizá la comparación, para mí, es válida en la sus respectivas superlativas magnitudes; uno como padre y el otro como símbolo del futbol mundial y argentino. El Diego está en todos lados, es así. Simple. Lo comprobé desde que tomé conciencia sobre lo que significa para el futbolero argentino y el futbolero mundial. Es un símbolo cada vez más y más poderoso. Estuvo, está, y seguirá estando hasta que se convierta en leyenda de las leyendas. Y esa leyenda será tan perfecta que hará dudar a las futuras generaciones sobre si fue real o es una de las más potentes construcciones del boca a boca. Y esa leyenda de las leyendas sólo tendrá un año más que otra de mis leyendas. Feliz cumpleaños, Diego. PH: Porto Alegre - Junio del 2014.