macutis
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Dosis de realidad
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macutis · 5 years ago
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La nube negra del día
Esperando a que ocurra algo, que el ardor del pecho sea consumido por al menos una mísera acción. Que el temblor de la pierna me saque el miedo, y empiece a caminar a la dirección que debe.
Aguardando en silencio, a que mi cabeza se calle. Aprender a suspirar por debajo del escándalo mismo de la vida, y que los tictac de mi corazón se normalicen sin romperse. 
Espero a que todo pase, a que los pensamientos vuelen alto, y formen las formas irregulares que deben tener; ya sean buenos o malos, así como las nubes. Estoy segura que algunas nubes serán blancas, y acarrearan placer, y otras serán más bien grises o negras, representando el dolor y la furia que este mismo momento me entrega. 
Sin embargo, afuera no sucede nada. Todo el problema esta adentro, y trata de salir por medio de pechos oprimidos y respiraciones lentas, casi nulas. Afuera esta el sol, aun con la lluvia dando vueltas por ahí. La presión del pecho baja hacia el estómago y sé que de pronto, todo mi cuerpo empezará a dar retortijones de ansiedad. 
 Esperando a que ocurra algo, así me encuentro ahora. Tildada del cuello para abajo, siendo un tornado del cuello para arriba. 
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macutis · 5 years ago
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Una hora. Una hora es todo lo que necesito para terminar este trabajo, o al menos adelantarlo. El viernes llega pronto y las horas pasan rápido. No debería ser tan complicado sentarse y hacer. Así de simple como estas palabras salen mientras mis dedos velozmente bailan sobre el teclado, así debería hacer con mi trabajo. Los segundos pasan lentos, pero si cierras los ojos te podrás sorprender cuando los abras. 
Es más fuerte que yo, esto de las obligaciones impuestas y hacer aquello que no me gusta. 
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macutis · 5 years ago
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El supermercado
La lista pegada en la heladera cada vez se iba llenando más, y la heladera en sí, vaciando. Ya no había casi nada para comer y pedir delivery todos los días tampoco funcionaba: estaban las dos por tres horas decidiendo dónde y qué comer, para terminar pidiendo cada una por separado y a veces cenando en distintos horarios pero en el mismo lugar. 
- Ya está, mañana vamos al mercado temprano. - dijo la Noche, después de tener que correr al mercado antes de que cierre para comer míseros fideos con manteca, porque se sentía apurada por las miradas de los chinos, quienes ya querían cerrar. No es que los fideos con manteca sean feos, de hecho, la Noche suele comerlos si no hay muchas ganas de cocinar y el Sol no tiene hambre. Pero no se comparan con una buena salsa blanca, como la Noche planeaba hacer. 
Los sábados son para aprovechar la mañana y dormir, descansando todo lo que no pudieron en la semana. Pero hoy, la alarma sonó y las chicas se levantaron luego de media hora de fiaca. Simba,el gato, las acompañó hasta que se levantaron y él siguió durmiendo. Desayunaron café ambas y salieron con la lista en mano. El viaje, con la Noche al volante, fue tranquilo: no había mucha gente en la calle y el otoño se dejaba ver lentamente. Encontrar lugar en el estacionamiento del supermercado fue un poco difícil aunque no imposible. Subieron con un chango y no se sorprendieron al ver mucha gente entre las góndolas, no fueron las únicas en tener la idea de ir al mercado temprano. 
Es un acto simple, ir al mercado, comparar precios, marcas. Decidirse por tal o cual corte de carne, o tomate. Probar nuevas verduras, correr a la góndola de los dulces como nena de seis años. Discutir sobre cuál marca de puré de tomate es mejor, sabiendo casi todas iguales. Sorprenderse por los precios y sentirse una señora mayor por rezongar por ello. Elegir -a pesar de verlo por todos lados y perspectivas- al peor changuito, con una rueda que anda para el costado, y otra que directamente no anda. Tener que hacer más maniobras que con el auto, porque hay personas que no entienden el concepto de “existe un solo pasillito para miles de personas con sus changos, no dejes tu chango en la mitad del pasillo.” Ponerse de mal humor en la caja porque, o la cajera es muy lenta, o el señor pone los artículos en la barra muy lento. Ni que hablar de su señora, quien los pone en las bolsas de plástico, que cuestan un montón de abrirlos, más aún con la mirada de todos que juzgan tu velocidad para guardar las cosas. 
Un acto simple, que la Noche suele disfrutar. Le gusta ir de compras con su novia, evitar alguna que otra mirada desaprobadora, o curiosa. Le hace sentirse mucho más parte de una pareja: una agarra las cosas y la otra empuja el carro. Las decisiones son en conjunto, y hasta hay cosas que ya no se preguntan. Ya saben, por ejemplo, cuál papel higiénico les gusta más, y cuál tipo de desodorante usa cada una. Ya no se consultan por las marcas de mayonesa: se compran las dos que les gustan a cada una. Se pueden perder en el camino, y reencontrarse, una con el chango vacío y la otra llena de cosas en sus brazos. Seguir la lista a la Noche la relaja, pero elegir otra cosa fuera de ella, la hace sentir rebelde. Es un acto infantil, secreto que nadie sabe. Esta vez, la compra fuera de la lista fue un buen queso cremoso que va a compartir con el membrillo. El Sol, por su parte, sumó un buen par de chocolates y un vino que ninguna de las dos probó aún. 
En la caja hicieron todo de a dos, complementando sus acciones: el Sol puso las cosas en la cinta y se fijaba en los números que aparecían en la pantalla, y la Noche se apuraba a abrir las malditas bolsas para guardar las cosas. Después de pagar, con una mirada de por medio, con cejas levantadas de ambas partes, lo que venía era casi mecánico: bajar con el chango lleno de bolsas, ponerlas en el baúl del auto y volver a casa. Esta vez manejaba el Sol, más despierta que antes. La Noche no le reprochó nunca nada, el Sol se quedó trabajando hasta tarde y en unos días debe viajar a otra provincia para trabajar. Ella la va a extrañar, esta vez no puede acompañarla y es un momento triste cuando la Noche se queda sola con Simba.
Al llegar a la casa, saludaron a Simba y se dispusieron a guardar las cosas: todo tiene su lugar, gracias a la cocina que pudieron crear y las visiones del Sol. Hubo un segundo desayuno, ahora con facturas que compraron en el camino y mate dulce. Quizás el Sol vuelva a la cama un ratito más y la Noche se disponga a cocinar sus tan preciados fideos con salsa blanca. 
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macutis · 5 years ago
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Una mañana diferente
La noche anterior fue consumida por la serie por la que se quedaron pegadas: en una semana se vieron las cinco temporadas y esperan por más. Es de mañana y sábado, y sólo se puede deducir por la alarma que no sonó y la hora que marca el celular: 10:27. Están en casa, su casa. Al abrir la ventana no hay montañas con nieve, ni un lago, ni el centro de una ciudad desconocida. Están rodeadas por casas vecinas, un edificio en la esquina que nadie realmente quería pero ya se acostumbraron, y el mercado chino de la vuelta. Lejos del sol brillante que suele acompañar a la mañana, hay lluvia. Las calles están empapadas y sus flores del cantero tienen la maceta llena. La Noche no sabe si eso es bueno o no, por eso se arriesga a salir al balcón de la habitación para ponerlas bajo techo. 
Cuando vuelve, divisa bajo los acolchados blancos y suavecitos, al Sol dormir sin problemas. Un rayo aparece de la nada, y la Noche se asusta. El gato gris levanta la cabeza desde la cama, para ver si ella está bien y vuelve a acomodarse al lado del Sol. 
La Noche se lo queda viendo, tienen a Simba hace tres años, cuando ella lo encontró solo y llorando en una vereda a su suerte. No es el mismo cachorro que buscaba calor en donde sea, ahora entiende que ya no va a sufrir ese frío y soledad. La Noche baja a la cocina, espaciosa como a ellas les gusta; y negra como a la Noche le gusta. Aunque el Sol reniegue a veces, se nota que también le gusta la cocina negra. “Es muy oscura, va a opacar al sol y la luz”, decía el Sol. Por eso, en la cocina hay muchas lámparas y una ventana al costado que permite entrar mas luz, y nada es opacado por nada. Prepara la cafetera, con la leche incluida. Para ella se prepara un té clásico, con miel y poca azúcar. Pone las tostadas en la tostadora, y mientras saca el queso crema y la mermelada casera que hicieron hace unas semanas atrás. En un bowl pone yogurt natural y lo mezcla con cereales de chocolate y frutos rojos. Le agrega chispitas de chocolate por arriba y ya tiene el bowl listo para el Sol. Las tostadas son para ella, y las llena bien del queso y la mermelada. Anota en la lista que está pegada en la heladera, queso y manteca para comprar. La idea de ellas era ir ese día a comprar al mercado grande, pero la noche de series fue improvisada y la lluvia también. 
Con el desayuno de ambas acomodadas en la bandeja, la Noche sube hasta la habitación y despierta con un beso y caricias al Sol, quien de a poco se relaja ante la mano de su novia y abre los ojos. “Buen día dormilona”, dice la Noche. El Sol sonríe y se acomoda en la cama. Simba también lo hace, pero para seguir durmiendo. El Sol agarra su taza de café con leche y le da un sorbo. “Buen día.” Responde finalmente. Ambas se terminan de acomodar y desayunan en la cama, mientras hablan sobre el final de la serie, el cómo pueden seguirlo, mientras hacen una introspección psicológica a los personajes. El Sol no lo dice, pero agradece estos días en que la rutina es al revés, y es sorprendida por la Noche. 
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macutis · 5 years ago
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Las apariencias engañan
Las olas dan pelea a la tabla, intentando pasar por encima de ella, pero el Sol no las deja: con su cuerpo, y la fuerza de sus piernas, va ganando la disputa. El brillo del sol le pega en la cara, pero eso poco importa ahora. Sus amigos, que surfean también, se quedan viéndola, aplaudiendo su hazaña. 
Una hazaña que hace casi todos los días, como un ritual, desde que su padre le enseñó a mantenerse firme sobre el mar. En la arena, lejos de la orilla y la gente curiosa, la Noche está acostada panza abajo leyendo un libro. Se la ve relajada, con lentes de sol y bikini negra. La lona llena de personajes de Los Simpsons la protege del calor de la arena. Hay un grupo de varones jugando a la pelota, y la Noche desea que no le peguen a ella. 
El instinto, la coincidencia, o el mosquito que daba vueltas a su alrededor, la hacen levantar la vista hacia el mar. Sonríe, porque le gusta lo que ve: al Sol, saliendo del agua, con su traje de neoprene que ajusta donde debe. Su tabla es más grande que ella, pero no se le hace pesado. Va riendo con uno de sus amigos, hasta que se acercan a ella. “Hey, tengo hambre.” Le dice el Sol a la Noche. Con mirada lujuriosa, aunque no se ve detrás de los lentes, responde “Yo también.” Los ojos rodando del Sol y la risita incómoda de su amigo, indican que entendieron perfectamente lo que ella quiso decir. La Noche se levanta y se estira, luciendo su cuerpo sin realmente quererlo. Un par de tatuajes asoman por las piernas y la costilla derecha. El Sol se da vuelta para que ella pueda ayudarla con el traje, y tiene que actuar rápido para que no se le caiga la baba cuando ve la bikini rayada de su novia. El Sol sabe de eso, y se ríe. “Karma, cariño.” Le dice al oído. Una vez sentadas, el mate pasa de aquí para allá. No hay mucha agua así que se torna una ronda rápida. Mucha gente ya junta las cosas para irse, entre ellos, los chicos de la pelota. La Noche lo agradece, y se junta más al Sol, apoyando su cabeza en su hombro. Ya no hay música de reggaetón, ni clases de zumba. Los choclos ya se enfriaron, y los panchos volaron. De lejos algunos aún intentan vender, y los vendedores de anteojos siguen pasando. El atardecer se hace ver, y el Sol repite su queja. “Yo también tengo hambre, podríamos ir a merendar a algún lugar ¿no?” Responde la Noche. Los ojos verdes del Sol se vuelven más brillosos y eso significa un sí. Su amigo se queda en la playa, en un rato volverá al agua con los demás.
La arena no está tan pegada a sus cuerpos, y por suerte no hay tanto viento: levantar la lona ya no es un enredo de piernas e intenciones de no molestar con la arena a los demás. No hay mucho más para llevar que la tabla y una mochila con el termo y el mate que estaban usando. Las cartas quedaron en la casa, y los celulares siempre estuvieron guardados. La Noche se viste con su short de jean, y la musculosa holgada negra. El Sol fue así como se va, con el traje hasta su cadera. Debaten si ir directamente a alguna cafetería, o por el contrario ir a la casa y bañarse para sacarse los rastros del mar. La tabla ayuda a decidir ir a la casa. Es una casa chica, con dos habitaciones y la cocina. Un baño blanco, reluciente. La Noche se bañó primero, y su toalla le cubre su cuerpo mientras retoma su lectura en el sillón. El Sol sale de bañarse y se pone la ropa interior, con detalles en tela de encaje rojo, frena abruptamente la lectura de la Noche para sentarse entre sus piernas y estar cara a cara. Lejos de enojarse o despistarse, ella le pregunta qué sucede, mientras acaricia el muslo de su pierna derecha. “¿Qué te parece si merendamos acá? No tengo ganas de salir.” Sonríe, orgullosa de su idea. “¿Lo decís en serio? Después no te vas a arrepentir y decir que no disfrutamos nada estos días porque nos la pasamos en la casa y blabla?” Con un beso suave, el Sol asiente a la pregunta. “En serio.” La Noche quiere más besos, pero el Sol se va a la cocina. Empieza a romper y batir los huevos, mientras pone rodajas de pan en la tostadora. La Noche ayuda sacando las cosas molestas de la mesa, casi todas de ella: una notebook, un par de libros, auriculares y el vuelto de la compra del día anterior, que quedó ahí. Puso los mantelitos que ya venían en la mesa, y empezó a batir el café. Mientras tanto, el Sol hace el revuelto de huevos y corta la palta. Saca los arándanos de la heladera y retira las tostadas calentitas. Pone una nueva tanda, y a las otras les unta queso crema. Finalmente une el huevo con la palta y los arándanos sobre las tostadas de la nueva tanda. La Noche termina con el café y la pava avisa que el agua hierve, la taza con el saquito del mate cocido la espera. 
En la mesa luce todo: por un lado, el café con las tostadas con queso crema; y por el otro, el mate cocido con las tostadas con huevo. De un lado, el Sol, del otro, la Noche. Hablan sobre el día y lo que podrían hacer al día siguiente, el último del finde largo. Después, serían días habituales con facultad y trabajo de por medio. Y lo que más, días sin mar. “Me gustaron las tostadas con huevo que me hiciste, gracias amor.” Dice la Noche, mientras levantan todo.  
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macutis · 5 years ago
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Fragmentos de cotidianidad
Una de ellas es el día, el Sol; la otra, la Noche. A pesar de vivir juntas, gustan de viajar mucho. El Sol es activa, movimiento, luz. La Noche gusta del silencio, del negro y la calma. Dormir juntas se vuelve divertido: mientras el Sol se mueve de aquí para allá, la Noche se mantiene en su lugar, dejando el resto de la cama para el Sol. Levantarse, eso si es un problema: el Sol ama la luminosidad de la mañana que entra por la ventana, la llena de energía. Le da fuerzas para saltar de la cama y prepararse ese desayuno potente, de frutas tropicales (y caras), cereales y yogurt, acompañado de un buen café (que la Noche sabe hacer muy bien). La Noche... bueno, ella se encierra más entre las cobijas, la almohada es ahora un puente de oscuridad con la inquietante mañana y el aire para respirar no es de vital importancia para ella. 
El Sol la mira desde la cocina. Ella fue quien eligió ese departamento: abierto de par en par, con ventanales enormes y la vista de la ciudad, complementando con las montañas de fondo. Esas mismas que el día anterior fueron a escalar y conocer. Se acuerda de las fotos que sacó, y se dispone a mirarlas mientras desayuna. El café va primero, porque frío es un asco. El yogurt con los cereales y las frutas, van después. Contrario a la técnica de la noche, ella deja que los cereales se impregnen del yogurt y no le molesta si se ablandan de más. 
Su desayuno terminó, justo a tiempo a que un vendedor de huevos (ella cree), pase por la calle haciendo que la Noche se queje. El Sol va a calmarla, corriendo con un botón la cortina blanca que tapa a la luz. La noche agradece, y vuelve a su mañana de dormir con una gran diferencia: ahora puede respirar. El sol se queda mirándola, su naricita le parece de juguete, y sus pestañas una envidia sana.Le da un beso piadoso en la frente, y la noche lo acepta con una dormilona sonrisa. El Sol se cambia, y se va a correr. Sabe que cuando vuelva, la Noche la va a esperar con un segundo desayuno, muchos besos y, lo más importante, mejor humor. 
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macutis · 6 years ago
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Well, le mandé solicitud a la chica que me gusta. Hasta ahora nada. Ustedes bien?🙈
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macutis · 6 years ago
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No hay canciones que digan lo que siento y por eso busco en mis palabras, a ver si puedo alcanzar y sentirme un poco mejor.
Que el futuro es mañana, pero también es hoy. Y yo no tengo ganas de hacer nada, ni por hoy ni por mañana.
En la punta de la lengua los sinonimos nadan, no puedo pescarlos y de este modo, el texto en nada queda.
Podría compararme a una ruleta rusa, pero ya grité muchas veces. Podría ser una calesita, pero ya me mareé seis veces. Podría ser un barco naufragando, pero ya me acuerdo el mapa de memoria.
Soy muchos futuros, muchos colores, muchas -infinitas- palabras. Soy muchas sonrisas y chistes, mucho orden y obrera de mi propio camino. Hago el cemento y compro los ladrillos. Uno a uno, los pongo en el suelo. Nosé realmente a donde me llevan, pero en ese futuro sí. Soy decidida y soy emprendedora de todos estoy sueños que solo me acosan en la oscuridad y son juguetes para esa voz que me dice que no voy a poder.
Seré mucho futuro, pero no hay nada en el presente. Y esto es lo que me cuesta: salir y ser. Callar a la voz, no una ni dos veces sino siempre. Callarla para siempre y demostrar que la cama no es el único lugar.
Nosé, ¿serán estas las palabras que necesitaba sacar para sentirme mejor, o habra otras escondidas bajo la manga, de las cuales no he escuchado jamás?
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macutis · 6 years ago
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Quiero conocer a alguieeeeen
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macutis · 7 years ago
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¿Y si lo tierno no fuera un amanecer contigo y la reflexión no llegara con la lluvia?
Y si el café es tan solo un líquido más y lo calentito es un mate cocido, mirando al cielo nublado mezclado de emociones y cambiante porque puede. Si el destino no estuviera escrito pero tampoco tan latente a las oportunidades únicas...
Y si lo tierno es que estés, sin importar cuánto me mires o cuanto me toques, y la reflexion me llega a la mañana acompañada de gente que presta atencion al mundo y la tranquilidad no aparece ni en el día ni en la noche.
Y si el amor no es mariposas ni nada de lo que solemos llamar amor y simplemente es un sentimiento más, adecuado al estar feliz junto a vos o simplemente estar feliz (¿y enamorada?) conmigo sola.
¿Y si lo cliché es mentira, o parte de una realidad muy grande y los poetas se quedan sin ideas donde el mar y el desierto son pequeños y la música no encuentra pasión en ningun palabrerío ni sentir?
Creo que la respuesta no tardaría en esperar, porque todo lo que dije antes es verdad y lo que no dije tambien: que sentiré mariposas cuando te vea, mientras la música me lo acelera y la luna me saluda. Que la lluvia seguirá siendo mi día favorito y mi amor por vos, siendo de corazon o siendo de cabeza; sólo aumentará.
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macutis · 7 years ago
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Con la misma poesía con la que me alcanzaste, hoy te vas bailando entre las rosas siendo la espina.
Dejas un hilo de sangre riendo en el suelo para no llorar. Llamo a la luna consejera pero ni ella quiere estar.
Con la misma magia te esfumas y como paloma asustado, vuelas alto y no regresas. Que paz ni ocho cuartos.
Algunos conocen tu truco, un simple soplido y un sueño hecho realidad. Permiteme decirte que de magia nada sé.
Con los mismos ojos, tan temblorosos y ocurrentes ayer; se cierran sin fin y al gallito ciego pareces jugar.
Hacia otra ruta tomas envión y tus sentimientos te siguen atrás. Qué mal por mi, que aqui estancada me quede con un corazon tiritando y una rosa muerta a mi lado.
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macutis · 7 years ago
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Aburrimiento, insomnio, lo que sea; pero me quedé leyendo cosas que escribia acá. De hace dos años o más. Sigo siendo mala con los números, mucho más con el tiempo.
Siempre hablo de sueños, pero no los mismos. Siempre hablo de alguien, pero no el mismo. Siempre digo que sí y sigo haciendo no.
Siempre pense que la mejor forma de (re)encontrarse y ver los cambios de uno, es volviendo a ver las redes sociales. Volviendo al pasado. A mi me gusta escribir y alabado sea el momento en que decidí que este seria mi modo de expresarme. Entonces, lo hice. Me releí y me sorprendí. No cambie mucho, en casi nada. Me habre conocido a veces y otras ya no. Las metas, ninguna cumplida. Las personas, seguramente la mayoria olvidadas.
Otra cosa que me sorprendio, y a medida que lo pienso me sorprende menos, es el cómo escribia antes y como lo hago ahora. Nunca (y cuando digo nunca es nunca) entiendo como me nacen las ideas. Si ellas vienen, si caen del cielo tal gotas de lluvia o si son el arco iris de un mal augurio. (¿se escribe asi?)
En fin, antes pareciera que mis ideas eran mejores, o más. O quizas sigo teniendo ideas pero no mas escribo, no les hago caso.
Estuve seis meses sin estudiar, ni trabajar. Un gran cambio, en su mayoria para mal. Por ahi eso aumento mi falta de inspiracion, mi falta de ganas a expresarme.
Como cuando uno es feliz, ¿de qué va a escribir? En mi caso seria como cuando uno no vive (lo suficientr, quisiera poner), ¿de qué va a escribir?
Igualmente, poco a poco vuelvo. He escrito cuentos. He escrito pensamientos y aqui estoy, volcando todo esto.
Se que amo escribir. Se que me gusta lo que estudio. Se que no crecí del todo y se que algunos problemas siguen siendo problemas. Pero, como alguna vez pensé: tiempo al tiempo y se resolveran las cosas. O, como dice mi prima "que sea un problema para la Macutis del futuro".
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macutis · 7 years ago
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Tu boca y la mía, bailando de placeres bajo la luna y contando estrellas.
Tus manos que juegan, valientes mercenarios, tocando y buscando ese punto fijo.
Tu cadera que pide, yendo y viniendo a que más nos demos, a que allá lleguemos.
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macutis · 8 years ago
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Podría.
Podría cuidarte por las noches y auyentar a tus pesadillas. Podría sonreír al ver tu risa y sudar al ver tus lágrimas. Podría sacarte mil fotos y empapelar el mundo con ellas. Podría ayudarte en tus males y acompañarte en tus bienes. Podría darte mi mano, y ofrecer mi cuerpo de almohada en noches de frío. Podría comprarte helados, millones de toneladas de comida y compartir contigo cada momento mío.
Podría abrirme a tu ser, darte mis miedos y mis fantasias. Podría caerme en vos y ser atajada por alas de ángel. Podría buscar la suerte y encontrarla en vos. Podría ver un futuro y estar contigo, ver el pasado y sentir que algo falta. Podría dejar que me conozcas. Te haría chistes y de los mas tontos juegos. Te daría mis puntos fuertes y, por qué no, mis puntos débiles. Dejaría que me hagas cosquillas porque sentir tu piel en mi piel sería una locura.
Podría enamorarme de ti y dejar que te enamores de mí. Pero querida, esta noche yo solo veo el hoy y lo único que ofrezco entre tanta charla y tanto ruido, es mi cuerpo a cambio del tuyo. Despertar e irme. Despertar y que no estes. Que la bebida se apiade de nuestros corazones y que el tintín del sentimiento no aparezca sino hasta nunca.
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macutis · 8 years ago
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Siento que me falta mucho para ser feliz. Aun a sabiendas que lo que tengo, me alcanza y me sobra para ser feliz.
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macutis · 8 years ago
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Bailando entre tus piernas, con frenesí de sabores. Escuchando tus temblores que a la luna le aullas.
Soñando entre tus besos, sin dilema alguno ya. Que mi corazón puede no estar, que en vida aún quedo.
Respirando a la par, con risas rejuvenecedoras. Las fotos son borrosas y las memorias también.
Durmiendo en tu pecho latente, con presos menos de mi piel. La noche dulce es, como la miel que tu cuerpo me da.
Que las dudas y la saña que el día sabe darme, vos las auyentas como si de acero fueras hecha.
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macutis · 8 years ago
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Conozco tu boca, sus secretos, sus sabores infinitos detras del placer.
Conozco tus lunares, escondidos y orgullosos al ser descubiertos.
Y sin embargo, tus ojos... los conozco y no los termino de comprender. Todos esos brillos, esas miradas lejanas y las de ahora, que duelen de tan verdaderas que son.
Tus ojos me mantienen muda y con la cabeza a mil, pensando en que quieren decir.
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