GESTORA DE INNOVACIÓN 𝐓𝐮 𝐩𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚 𝐞𝐬 𝐦𝐢́𝐨 𝐲 𝐦𝐢 𝐬𝐨𝐥𝐮𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐬 𝐭𝐮𝐲𝐚 Autora de "La Xalapita" columna de análisis político, social y sobre todo emocional. En serio, la sátira es el camino. Quiero cambiar el mundo.
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Buen viaje querido Diario
Con el arribo de la adultez a mi vida, llegó el terror a sentirme desamparada, a perderlo todo, ¿y si un día me quedo sin casa? ¿y si un día no tengo para comer? ¿y si un día me quedo sin familia y sin amigos? y entonces antes de que ese día llegara, llegó Dario. Recién me había mudado, todas las tardes al regresar a mi casa me lo encontraba, -¿Diario? -no gracias señor. -Que tenga buena tarde, señorita. Después de unos días, saludarlo y sonreírle se volvió un hábito. A partir de las cinco de la tarde donde inicia la subida de la calle Alfaro, se sentaba Dario para vender su periódico. Al principio encontrarlo me daba curiosidad, ¿cuanta constancia y voluntad se necesita para que cada día sin pretexto después de caminar varios kilómetros el arribara cojeando a su punto de venta? Con la llegada de las lluvias y los fríos comencé a sentir mucha preocupación por su situación. Mis mejores amigos han llegado compartiendo los peores hábitos, y el no fue la excepción. Su afirmación a mi ofrecimiento de un cigarro fue la antesala de muchas pláticas y carcajadas. Así fue como su cotidianidad se convirtió en la compañera de mi soledad y entonces las respuestas a mis terroríficas preguntas fueron reveladas a través de su conversación y de su experiencia. Dario no tenía más de 55 años, no tenía familia, muchas veces a la semana no tenía que comer, no tenía fecha de cumpleaños, tampoco tenía una casa, ni muchas cobijas, ni impermeable, Dario no tenía muchas cosas. Pasaba la noche en el ruinoso Hotel California y todas sus pertenencias las traía en una mochila vieja y roída, ahí también guardaba los periódicos que si tenía suerte vendería en el día y gran parte de la noche. Cuando llovía se envolvía en bolsas para protegerse él y sus cosas, ni con el más rudo aguacero el dejaba de trabajar. A Darío le hacían falta muchas cosas básicas, sin embargo también es cierto que las cosas que tenía eran extraordinarias, Dario tenía valores e ideales, tenía una historia, fue hijo de un padre trabajador que le heredó el amor por la prensa, en específico por el Diario de Xalapa, ahí tuvo su primer empleo, era el niño que hacía mandados, significaba la primera vez que se sintió útil, desde entonces aprendió a ser guardián de lo más delicado y sublime que un ser puede tener, la confianza. Dario de Jesús Ferman Palaceta también tenía una carrera profesional, era abogado, pero no se tituló, soñaba con pronto hacerlo, mientras tanto seguía defendiendo las causas y los ideales de los estudiantes de derecho, así como el de los voceadores de la ciudad. También soñaba con que el Diario de Xalapa le diera un uniforme nuevo; la playera y gorra que tenía ya eran muy viejas, había una lavandería que gratis le lavaba su ropa, él sentía mucha gratitud por eso. Pero Dario también sentía nostalgia, de sus libros que fueron quemados, de la casa que alguna vez tuvo, decía que extrañaba mucho cuando lo dejaban entrar a Palacio Municipal a vender su periódico, bueno en realidad extrañaba que había alguien que le convidaba café y así aseguraba tener algo en el estómago ese día, con la última administración le fue negado el acceso, así que por las mañanas comenzaba su venta a las afueras del palacio. Dario sabía qué pasaba, diario leía el diario, el consuelo que tenía cuando no había ventas era devorar las noticias de los periódicos que no vendía, de una u otra forma el periódico le dio de comer. Y es que Dario tenía tantos y tan importantes sueños que terminaron siendo los míos también, recuerdo que a pesar de que mis posibilidades eran bastantes limitadas pasé varias horas ingeniando soluciones para él. Su más grande sueño era rentar un cuartito de 700 pesos que estaba unas cuadras más arriba para que ahí pudiera dejar sus cosas y no tener que andarlas cargando. En ese entonces yo misma no podía pagar mi renta, menos la de Dario, así que le ofrecí vender cigarros, seguramente ganaría más dinero que vendiendo periódico, es que en verdad cuando me enteré cuanto ganaba por cada periódico que vendía sentí odio, porque si bien le iba vendía 10 al día, con eso no podía ni pagar una comida corrida. Hice cuentas y junté un dinerito, compré un flip-top de cigarros y con muchísima ilusión se lo llevé, fue profunda mi sorpresa cuando me lo rechazó, -"lo siento Angélica, pero yo no vendo otra cosa que no sea periódico, llevo toda mi vida ofreciendo el Diario de Xalapa y otra cosa no puedo ni quiero vender y los cigarros aunque me gustan son muy malos, eso no ayuda a la gente, y ya que estamos en confianza, te quiero pedir algo, aunque mi nombre es Dario, prefiero que me llamen Diario". Quienes no crecimos en la cuna de una familia amorosa, funcional y pachoncita a veces pensamos que nos fue vedada la posibilidad de ser inspirados e impulsados a forjar una mejor versión del mundo y de nosotros mismos, pero esa es una gran mentira, porque precisamente son las carencias y debilidades de otros que se pueden convertir en inspiración pura para cambiar la devastadora realidad. Y parte de esa inspiración lo fue Dario para mí. Cuando fui candidata a diputada he de confesar que varias veces soñé que ganaba y que tendría la oportunidad de darle un empleo que le cambiara la vida. En las noches cuando regresaba a mi departamento y lo veía hasta muy tarde aun en la calle intentando vender, me gustaba fantasear con la idea del momento en que llegaría a pedirle que fuera parte de mi equipo. Dario fue parte de las cosas que más me dolieron en mi fracaso político. La vida seguiría siendo igual, pasaron varios meses para que me volviera a sentar con él, primero tuve que vencer ese extraño sentimiento de haberle fallado. Aun recuerdo la emoción tan grande que sentí cuando me entregó todos los recortes en donde salí en el periódico. -"Seguí toda tu campaña, lo hiciste muy bien". Ese día Dario conoció mis lágrimas. Poco tiempo después me mudé y Dario dejó de ser parte de mi diario vivir. De vez en vez pasaba a propósito por ahí, pero aquel hábito de saludarle y sonreír a su lado quedó en desuso. Lo que permaneció fue mi cariño y admiración por él, aunque a veces prefería evitarlo porque ver su cara de desesperación me daba impotencia, jamás se quejó. Con la pandemia me volví un tanto egoísta, me llené de miedo, ahora mismo me siento ridícula porque reconozco que mis prioridades se volvieron miopes. Y es que si bien era importante y un acto de responsabilidad aislarse físicamente, el miedo y la incertidumbre me hicieron aislarme emocionalmente de la gente que me importa. Dejé de pensar en Dario, por ejemplo. Antier pasé por la calle de Alfaro y confirmé la noticia de que Dario murió, en su punto de venta había una cruz con su nombre y el día de su muerte, una veladora, flores y una paleta de chilito de las que tanto le gustaban, aun no sé en qué condiciones falleció y eso me duele profundamente, porque me olvidé que ya se me había ocurrido una forma de poder ayudarle, porque jamás le di las gracias por que dio respuesta a las preguntas más atormentadoras de mi vida, porque jamás le dije que me hubiera gustado ser de su familia. La última gran enseñanza que me dejó es que los actos de amor no se deben postergar.
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Mi boca era enorme y motivo de burlas, durante la adolescencia son pocas las fotografías que permití que se me tomaran, pero siempre tuve una pasión desbordada por la cámara; me volví fotógrafa. A más de 20 años de distancia de formación lo que mejor aprendí es que en momentos de indecisión me ponga en mi lugar favorito (atrás del lente) ¿Procesos? Un sin fin, pero siempre vuelvo a sentir ese proceso creativo que me hace renacer, emocionarme, que me pone nerviosita y ¡flash! 📸 #fotografia (en Xalapa, Mexico) https://www.instagram.com/p/CInHR_kFB-d/?igshid=jxrl5plmfp0y
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Alebrije
No he podido, porque no tengo palabras, porque no sé cómo externarlo, porque parece una pesadilla. Algunos de ustedes saben que mi madrina es el ser más importante de mi existencia, hace muy poco recibimos un diagnóstico clínico que me tiene devastada, no sé qué va a pasar, lo único a lo que me aferro es al presente, porque es lo único que tenemos. Ningún remedio se me hace descabellado, ninguna terapia, ningún tratamiento, hemos decidido ir a todas. En las últimas horas lo que más nos ha funcionado para sobrellevar la incertidumbre es escuchar música, su música, lo que me he comprobado una vez más es que la música no es para la mente, es para el alma. A mi Manina le gusta mucho la canción de “Alebrije” de Macuiles, me pidió que se la pusiera y entonces le pedí a Emilio que si podía hacerle un video, inmediatamente nos hizo una videollamada y comenzó a cantarle, a su alma, a su espíritu. No tengo como explicarles el torrente de ternura con el le compartió sus dones, su talento, su amor. Mi madrina lloró, cantó, y sonrió. Yo sigo asombrada, porque eso es el arte, eso es la música, eso son los seres humanos extraordinarios que un día deciden dedicar su tiempo, su vida, su existencia a construir un mundo más bonito, a desafiar la fatal realidad. Hoy comprobé que en este mundo existen personas llenas de humanidad y de grandeza. Gracias Emilio.
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La mejor manera de conservar la dignidad es devolviéndola a aquellos que por alguna razón la han perdido.
A cuatro años de distancia de esta experiencia aún conservo la enseñanza en mi corazón y a este hombre en mi recuerdo. Conocí a este hombre hace poco mas de un mes, su chamarra aun olía a suavitel, la primera vez que me acerqué a el fue la quinta noche que lo vi tirado en la calle de Xalapeños Ilustres, la respuesta que recibí de su parte más que indignarme, me llenó de ternura, entre sollozos me dijo que era un vagabundo y nos aventó una mentada de madre a mi perra Matilda y a mi. Con el pasar de los días hemos forjado una relación, a más de un mes nos sonreímos cada mañana, me aterra darme cuenta como su miseria es invisible ante los demás, hemos cruzado algunas palabras, a estas alturas creo tener más idea yo de cómo se llama que el. Hoy por la mañana mientras limpiaba mi balcón, me percaté que estaba sentado al lado de la basura buscando algo para comer, me rompió, desayunamos juntos mientras el amarraba su bolsa de plástico en la que guarda toda su existencia. Decidí compartir con el una de mis mochilas favoritas, esa, la que me regaló mi mejor amiga aquella ocasión en la que yo no tenía mucho que guardar, una de esas veces en las que me he quedado sin nada, se la dí con la esperanza de que ese fuera un comienzo para el, en verdad tengo la esperanza que en esa mochila pueda guardar lo que sea una nueva oportunidad de vida. Y es que meditaba en que sin importar la edad, yo misma he estado en esas condiciones, ya sea por meses, por días o por eternas horas; he estado ahogada de borracha, de miseria, de frustración y de soledad, pero acá lo importante es que siempre ha habido quien me ayude a salir de esa condición. Yo espero en verdad, tener el conocimiento y la ayuda necesaria para ayudar a ese hombre, que hasta el día de hoy ha perdido eso que todo mundo quiere conservar, la dignidad
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Estimada diputada:
Estimada diputada Rosalinda: Hace justo un año, te hice llegar mis felicitaciones después de haber obtenido un número récord de votos tanto para Xalapa como para tu partido. Pero hoy no te voy a hablar específicamente de ellos, te vengo a hablar por lo que constitucionalmente representas. Antes que nada me gustaría aclararte que no te escribo desde algún tipo de emoción que me genere mi fracaso de la contienda que compartimos, a un año de distancia quiero confesarte que para mí dejó de ser un fracaso, por el contrario fue una experiencia que me dejó muy en claro que mi camino no es político y que mis ideales siempre tendrán que ver con la igualdad y progreso social. A lo largo de este año he seguido y compartido la esperanza, el entusiasmo y la intención de encontrar un desarrollo y bienestar social, a nivel local y nacional, porque realmente nos lo merecemos. Las últimas administraciones devastaron, se burlaron, traicionaron y denigraron a Veracruz en una forma brutal, despiadada e inhumana. Actualmente uno de los grandes retos que enfrentamos en Xalapa es el desempleo y todas las consecuencias que trae consigo, según la dirección de Desarrollo Económico del Ayuntamiento un 20% del total de la población están en la búsqueda de un espacio laboral. Esto significa que alrededor de 100,430 capitalinos no tienen la certeza de un modo digno de vivir. Es una falta de decoro y de respeto que esa búsqueda no todos la tengan que enfrentar en igualdad de condiciones y que sin tener el perfil gocen de empleos por el simple hecho de ser familiares de servidores públicos; efectuar el tráfico de influencias para obtener beneficios personales es un delito, un acto de corrupción que a los xalapeños nos afecta tanto económicamente como socialmente, nos arrebata la esperanza, nos desilusiona, ese creo que es el costo más alto y que en los últimos meses según los informes de transparencia, hemos venido pagando con aproximadamente más de $335,870.58 pesos al mes que tu familia recibe de la nómina del gobierno municipal y estatal. Creo que cuando un hampón irrumpe en nuestras vidas o en la de nuestras familias, es muy difícil que el daño causado lo pueda reparar, un ser tan vil carece de las herramientas para reparar lo destruido, creo que lo más cercano a la justicia que podemos encontrar es responsabilizarnos y asumir que si por nosotros mismos no reparamos ese daño, nadie más lo va a hacer. Electoralmente, en la última contienda los mexicanos asumimos nuestra responsabilidad y le quitamos el poder a nuestros canallas victimarios. Ya no nos mienten. La corrupción ya no es normal, pero sigue siendo un problema muy grave y como funcionaria pública es tu obligación actuar en congruencia y enfrentar tus faltas. Hay una canción de Fito Paez que me gusta cantar a gritos constantemente, me resulta catártica, me recarga el entusiasmo, cuando por alguna razón se me baja la pila me ayuda a retomar la dirección. Y es que a mi también “me gusta regresarme del olvido, para acordarme en sueños de mi casa” recordar “que el perdón es lo divino y errar a veces suele ser humano”. Hace un año casi 65 mil personas depositaron en ti la confianza de poner en práctica ideales muy elevados de un proyecto nacional. Hoy pareciera que estás jugando en tu contra, en contra de tus compañeros de lucha que se están esforzando por conseguir un cambio y lo peor es que también juegas en contra de nosotros los xalapeños, poniendo en riesgo la oportunidad de darle continuidad a la esperanza de construir esa nación que tanto deseamos. Espero que esta carta se convierta en canto y resuene con aquellos que "hablan de países y de esperanzas, que hablan por la vida, que hablan por la nada, que hablan de cambiar ésta nuestra casa", en verdad “no es bueno nunca hacerse de enemigos, que no estén a la altura del conflicto, que piensan que hacen una guerra y se hacen pis encima como chicos, que rondan por siniestros ministerios haciendo la parodia del artista”. Después de todo “no todo está perdido, después de tanta sangre que se llevó el río, hay quienes vienen a ofrecer su corazón”. Tal vez, después de un año aún sea tiempo de resarcir el daño, porque en lo injusto hay perdón, pero jamás olvido.
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¿El que pierde gana?
Opté por un café, de ese que tanto me gusta, frente a mi mesa un par de mujeres en sillas de rueda llamaron mi atención, sonreían y se acompañaban, se movían con complicaciones pero sin excusas. Intentaban abordar un taxi, instantáneamente uno se detuvo frente a ellas, así mismo tres jóvenes corrieron y ocuparon la unidad. Ellas solo vieron el auto marcharse. Desde mi mesa observé el acontecer, el primer impulso fue gritarles y bajarlos, entonces vi sus rostros llenos de alegría por haber “ganado” el taxi. Se fueron, sentí ira, respiré. Un par de personas nos pusimos de pie y nos dispusimos a ayudar. Las chicas se fueron sonrientes. Ahora mismo reflexiono, ganar en una competencia donde las circunstancias no son las mismas es un hecho constante en la vida, sobre todo en este país, en este sentido es importante que estemos conscientes de qué queremos ganar y cuidar que nuestras victorias no nos lleven a un miserable final
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¿Cómo nos podemos desarrollar integral y participar plenamente en todas las esferas de la vida si no tenemos la seguridad ni siquiera de transportarnos de un lado a otro?
En nuestro país, según el INEGI, el 66.1 de las mujeres han sufrido alguna vez en su vida agresiones del algún tipo, ya sea sexual, física, laboral y/o emocional. Esos son los datos duros y ¡vaya que son duros!, pero lo más duro es que están muy alejados de la verdad pues la cruel realidad es que las mujeres generalmente deciden disfrazar las agresiones de impunidad con su silencio, la cifra negra revela que las féminas que no denuncian son más, muchas más. Los primeros segundos te pones alerta, es difícil creer que sea real lo que está sucediendo, después te preguntas si no estás exagerando, comienzas a sentir como el miedo paraliza, es en ese momento en el que debes decidir si te defiendes, huyes o dejas que suceda. No importa qué decidas, de todas formas vas a sentirte aunque sea por un momento culpable, si sobrevives tendrás que decidir callarlo por siempre o en su defecto decirlo a alguien más, entonces sentirás miedo a que se te juzgue o inculpe, ese miedo permutará cuando decidas denunciar y llegue el miedo a las represalias, vendrá a tu mente todo lo que más quieres y sentirás pánico porque ahora está en riesgo. El repudio, odio y asco serán tus acompañantes. ¿quién repara tanto daño? si a los agresores no les alcanza para vivir, menos para pagar daños. La violencia contra las mujeres en los espacios públicos o comunitarios es sobre todo de índole sexual, es una pandemia a nivel internacional que afecta a la gran mayoría de habitantes y es muy poco sancionada, al parecer hablamos de una enfermedad incurable y de alto contagio. El acoso sexual es el primer paso del camino que tiene como destino la violación. El hostigamiento sexual está tipificado en el Código Penal Federal desde principios de 1991, sin embargo las agresiones sexuales que se cometen en el transporte público no se denuncian en gran parte debido a que las autoridades promueven que la víctima acepte una disculpa de su atacante. Antier le pasó a mi mejor amiga, hace dos años le pasó a una compañera periodista, a mi me pasó la semana pasada, hace unas horas le pasó a la nieta de un compañero periodista y seguramente en este momento le esté sucediendo a la hija o a la madre de alguien más. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en su artículo tercero dice que: “Todas las medidas que se derivan de dicha ley, garantizarán la prevención, la atención, la sanción y la erradicación de todos los tipos de violencia contra las mujeres durante su ciclo de vida y para promover su desarrollo integral y su plena participación en todas las esferas de la vida.” Yo me pregunto: ¿Cómo nos podemos desarrollar integral y participar plenamente en todas las esferas de la vida si no tenemos la seguridad ni siquiera de transportarnos de un lado a otro? Actualmente no existe ninguna ley que obligue a las empresas de transporte público a mantener mecanismos y protocolos de seguridad ante situaciones de acoso y hostigamiento sexual. Necesitamos que por medio de la legislación federal y local se nos otorguen herramientas, que nosotras podamos utilizar para que en conjunto salgamos y al fin nos libremos del fango de la impunidad. En primer punto es indispensable la impartición obligatoria de talleres sobre reconcepción de sus masculinidades a operadores y conductores de unidades de transporte público . Desde la Cámara y el Congreso del Estado impulsar y retomar campañas y proyectos en coordinación con la sociedad civil y ONG´s que tengan como fin desnormalizar las agresiones sexuales hacia las mujeres en los espacios públicos, así como promover masculinidades respuestuosas. Generar convenios de colaboración para la creación y ejecución de un programa de seguridad de las mujeres en todos los medios de transporte de pasajeros público entre instituciones encargadas del transporte público, de seguridad pública y de impartición de justicia a nivel federal y estatal. Constantemente me pregunto ¿quién debe pagar esos daños que nos han causado a las mujeres a lo largo de la historia misógina de nuestro país? en días como hoy se me revela la respuesta: nos corresponde a nosotras saldar esa cuenta.
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La diputada que me desafió
Como ser humano he tenido la necesidad de desafiar mi lado obscuro, ese que cuando quieres ligarte a alguien escondes, ese que solo conoce la gente más cercana a ti, ese que jamás irá en tu tarjeta de presentación, ese que todos tenemos pero que no quisiéramos tener; cuando de evolucionar se trata, es elemental hacer un trabajo de introspección y enfrentarte a él. Los prejuicios son una de sus armas más poderosas, te privan, te encarcelan, si cedes ante ellos, te vuelven miserable. Hace muchos años descubrí que mi existencia y bienestar depende de la constante preocupación de resolver las necesidades y de compartir con otros, no es una cuestión de virtud, es de supervivencia, toda lucha social la comprendo así, aceptarlo ha sido un largo proceso, muchas veces confrontante, otras frustrante y muchas gratificante. Uno de los prejuicios más grandes con los que me he enfrentado es en cuestión política, buscando combatirlos me inicié en ese camino, las ataduras mentales y mis ganas de servir eran vastas, si quería conseguir mis objetivos tenía que ser observadora y abrir mi mente, así inició la gran aventura de mi vida. Los primeros años fueron impulsados por mi curiosidad quien me llevó a la investigación, no paraba de leer, de escuchar, de conocer la visión de muchas personas, cuando me topé con seres ruines lo agradecí porque me enseñaron como no quería ser y por qué, en esos tiempos me reconstruí como mujer pero sobre todo como ser humano, muchas interrogantes cobraron sentido. Desafiar mis prejuicios me dio como regalo la percepción para poder generar vínculos con seres grandiosos dentro de un aparato en decadencia, la esperanza que encontré ha sido el motor que hasta hoy me permite seguir “cantando al sol como la cigarra después de un año bajo la tierra igual que sobreviviente que vuelve de la guerra”. Una tarde de verano me encontré con la mirada de una mujer que me incitó a desafiar un prejuicio más, entré a una reunión donde se encontraban varios militantes del Partido Acción Nacional, la emoción era similar a la que sentí de niña cuando fui a mi primer fiesta donde había payasos, quería salir corriendo de ahí, pero esta vez no había una mamá a quien abrazar y tampoco podía romper en llanto, fue así que abrí mi mente y observé. Ese día recibí una de las lecciones políticas más grandes que he tenido, aprendí a trascender los colores, en ese lugar había personas que se estaban organizando para buscar el bien común, gente haciendo política. Los siguientes meses me mantuve cerca de esa mujer, necesitaba aprender de ella y ella me permitió hacerlo. Cinthya, como me pidió que le llamara se convirtió en una figura admirable para mí, recuerdo una ocasión en la que la acompañé a la firma de un convenio con una prestigiada universidad, iban varios diputados de la bancada panista, de esos que dan argumentos a mis prejuicios contra ese partido, Cinthya muy sobria y sonriente se encontraba ahí, al finalizar el evento, Mary José Gamboa quien de sobriedad en ningún sentido puede presumir comenzó a atacar verbalmente a Cinthya a sus espaldas, cuando lo comenté con Lobato moría de risa, yo tan solo de recordarlo me enojaba, ella me respondió: “ese convenio significa la oportunidad para que algunos jóvenes puedan estudiar, por eso fui”. Ese día aprendí un poco más de como no y como si quiero ser. La violencia de género en la política es un cáncer que nos enferma a todos, la única forma de enfrentarlo es con valor y en sororidad. La última vez que vi a Cinthya yo estaba parada en un escenario en el que se me violentó políticamente, el miedo que sentía disminuyó tras ese encuentro, el valor que me faltaba ella me lo dió, me recordó que cuando trabajas sobre una base de esfuerzo, honestidad y transparencia afectas los intereses de aquellos que se sirven y no sirven, pero sobre todo me recordó que no estoy sola, que somos muchas y muchos los que trabajamos con el mismo objetivo. Aquel día salí cantando como la cigarra de Maria Elena Walsh: “tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí resucitando, gracias doy a la desgracia y a la mano con puñal porque me mató tan mal y seguí cantando”. Querida Cinthya cuando las iniciativas vienen del corazón no hay bancada que las pueda congelar, te recuerdo tus palabras “cuando trabajas sobre una base de esfuerzo, honestidad y transparencia afectas los intereses de aquellos que se sirven y no sirven”. No estás sola mi cigarra “tantas veces te mataron, tantas resucitarás, tantas noches pasarás desesperando y a la hora del naufragio y de la obscuridad alguien te rescatará para seguir cantando”.
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Alma de albañil y corazón de arquitecto
La pregunta más recurrente a la que di respuesta cuando le conté a mi familia y amigos que sería candidata fue: ¿Qué diablos te pasa? y es que cuando los seres que más amas están preocupados por tu bienestar emocional y tu integridad moral definitivamente hay que responder con seriedad. Todos lo entendieron, incluso me apoyaron. Si, me cansé de un sistema político decadente, me cansé de quejarme y que no pasara nada, me cansé de sentirme burlada, utilizada, me cansé de proponer y no ser escuchada, realmente me cansé y entonces decidí ser candidata a diputada, decidí intentarlo una vez más, porque creo en la evolución de la humanidad, porque creo en mi país, porque creo que las deficiencias sociales deben dejar de ser carroña discursiva de seres oportunistas, porque creo que los servidores públicos se volvieron inservibles, porque no creo que solo se trate de juzgar, se trata de enseñar con el ejemplo. ¿El reto? por un lado enfrentar un sistema perverso, motivado en intereses miopes y egoístas; por otro convencer a más de cien mil personas fastidiadas y hartas de que aun se puede resarcir tanto daño causado por un mounstroso aparato político que fracturó la confianza, lo más elevado que un ser humano puede tener, todo esto en 30 días y con un presupuesto de estudiante. Los resultados en las boletas electorales indicaron que no gané la contienda, pero mi reto aun no termina. Los primeros días después de las elecciones me sentí muy agotada físicamente, fui atormentada por mi ego y pensaba en las 2,698 personas que confiaron en mi y que les fallé, dormí un día entero, lloré de impotencia y de miedo, ¿fue buena decisión no negociar con nadie mi candidatura? me preguntaba cuando me vino la preocupación de qué les diría a mi equipo de trabajo, dormí un par de horas más, al despertar vino la respuesta, la claridad de con que armas quiero ganar la batalla, pero sobre todo, cual es el combate. Los traicioneros dejaron de existir. Una vez alguien me dijo: “Angélica, si quieres comprar tacos, no los busques en la pizzería”. Nunca había sido candidata, ni había estado cerca de alguien que lo fuera, ¿cómo se debe enfrentar el torrente de emociones postelectoral? ¿debería sentir vergüenza? tras una semana de las elecciones me he recuperado físicamente, pero sobre todo me he recuperado anímicamente, ¿qué me devastó? no fueron los resultados, fue el haber puesto todo mi ser en esta aventura, no siento vergüenza, por el contrario, me siento fuerte, con ganas de continuar, porque conocí las necesidades de mi Xalapa, de la gente con la que convivo día a día, quiero seguir construyendo, porque tengo alma de albañil y corazón de arquitecto. Gracias, la Xalapita no se raja y aquí estoy y aquí estaré, para ti, para mí, para los nuestros.
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Ser candidata a Diputada Local ha significado enfrentarme a muchos monstruos, el más grande: la desconfianza y el desinterés de la sociedad, los políticos nos han lastimado, robado y traicionado. Cuando acepté ser candidata sabía que me enfrentaba a un gran reto, más allá de la sentencia del partido que me decía que no iba a haber prerrogativas (que hasta el día de hoy no entiendo por qué no se me fueron dadas), tenía claro que exponerme a la vida pública conlleva muchos riesgos. ¿Cómo no hacer política?, hemos tenido grandes maestros. He intentado hacer una campaña propositiva, quitar pretextos y poner soluciones, ha sido una experiencia enriquecedora, mi carácter como mujer se ha fortalecido, eso de estar entre la espada y la pared ha sido de mucho aprendizaje. Son tiempos en los que necesitamos reconocernos como seres humanos, unirnos y levantar nuestras voces. Este proceso electoral ha sido desgastante, nuestra confianza ha sido confrontada en su máximo esplendor, el día que recibí las lonas de mi publicidad tomé inmediatamente una decisión, no colgarlas en las casas, ¿el por qué? simple, creo que utilizar los hogares de los ciudadanos para fijar una postura política más que fortalecer una propuesta, separa y sectoriza a la ciudadanía, a mí no me importa por quién vas a votar, a mi me importa que quieras un mejor, país, una mejor ciudad. Las lonas en las casas y comercios me parecen una falta de respeto a los ciudadanos, además de representar un agente de contaminación ambiental y visual. Por esa razón decidí donar las lonas que por default se me otorgaron a un lugar donde puedan ser realmente útiles, es el caso de las organizaciones de protectores de animales, donde resguardan mascotas que fueron abandonadas y que viven con la esperanza de encontrar un amoroso hogar. Es la forma que encontré de aunque sea poco ofrecer apoyo a estas instituciones, es mi forma de abrazar y ofrecer un techo a esos seres que fueron abandonados.
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