Amante de los animales y las plantas, coleccionista de figuras de elefantes, vegetariana. Sensible,soñadora, escritora, viajera y libre.
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Volcán
Uno de los últimos jueves de septiembre empecé a llorar. Había tenido uno de esos días a los que estaba acostumbrada mientras intentaba convencerme de que todo estaba bien. El viernes siguió igual, el sábado me dio una tregua, pero el domingo, el domingo ya estaba lista para llorar de nuevo.
No recuerdo como me desperté, pero si sé que en la terraza dejando enfriar el té y con el cielo más celeste que hasta el momento no había descubierto seguí llorando porque me quería ir, también porque no quería hacerlo, porque no sabía cuanto tiempo iba a pasar hasta volver a estar allí y porque me anticipaba a esa nostalgia que sabía que iba a sentir. Alguien me interrumpió y paré. Logré sentirme algo mejor pero a medida que pasaban las horas y las canciones mi ánimo descendía y descendía. Mi cama mi aliada, mi cuerpo un yunque y mis lágrimas demasiadas y por dolor de amor. Y entender de que se trataba me dolía aún más.
Me obligué a levantarme porque la casa donde estaba debía quedar en condiciones y además tenía que preparar la mochila. A la tarde me iba. Se hizo la tarde y seguía ahí, un poco más tarde y a la noche siempre es mejor.
Al micro lo esperé en la parada de enfrente esa que te lleva al lado contrario de donde tenía que ir. Sobre la Belgrano hay una pequeña curva que de esperar del lado correcto no me permitía ver la llegada del colectivo, lo que podía llegar a ocasionar la pérdida del mismo hasta que me pusiera las mochilas al hombro, agarrase la bolsa con la mercadería que había quedado y tomara con cuidado a Tilcara mi cactus. No esperé demasiado. Dejé la mochila grande en la bodega y el resto lo llevé conmigo. Me senté del lado de la ventanilla y fui mirando lo poco que podía ver a través de la noche y los vidrios empañados por el calor de todos los que estábamos ahí. Era mi último viaje dejando Maimara para pasar por Purmamarca, Tumbaya, Volcán, León, Yala, Reyes y llegar a Jujuy. Llegar a Jujuy para irme.
Desde la ruta se veía la ciudad cultural a puro color por la Fiesta Nacional del Estudiante y si, pensé o imaginé una posibilidad.
El micro llegó a la terminal vieja y hasta que logré bajar el chófer estaba haciendo una especie de subasta de mi mochila. La reclamé y entre lo angosto de la vereda, la gente, los niños, los bolsos, mis dos mochilas, la bolsa con mercadería y mi intento de no querer perder ni alejarme de nada parte de la tierra que cubría a Tilcara cayó. Me asusté, me preocupé porque algunas de sus raíces habían quedado al descubierto y su tronco bastante inestable. Lo acomodé, me acomodé y me fui a la plaza en medio de una capital desierta de domingo en la noche. Me pesaba todo.
Como algunas veces pasa no tenía un plan aunque creía que así era hasta el momento en que mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas pero ya no por dolor. Empecé a caminar rápido, enojada, seguramente hablando sola, preguntando y respondiendome a mi misma, puteando, puteando pero en serio.
Era tarde tenía muy poca plata y no conseguía lugar donde pasar la noche. Dos francesas parcialmente en la misma situación y con un auto alquilado me preguntaron a la salida de un hostel si hablaba inglés (masomenos) y si había conseguido lugar. Ante mi negativa me invitaban a ir con ellas a otro hospedaje del que sabían contaba con disponibilidad. Y si, subí, con las mochilas, la bolsa de mercadería y Tilcara que venía maltratado desde que llegamos a Jujuy, en cierto punto los dos nos sentíamos igual.
Confieso que en el auto estaba un poco preocupada, no conozco muy bien la capital y no sabía hacia donde estábamos yendo, fue un trayecto corto que pareció algo menos que eterno. Pero el hostel era real y habíamos llegado. En la entrada nos recibió una chica y Canela, una gata que según la recepcionista no va con nadie pero conmigo si. Los gatos son tan mágicos.
Ya no estaba enojada y tal vez nuevamente intentaba convencerme de que todo estaba bien. Pero luego del check in y analizando mis posibilidades de seguir llorando o irme a dormir, siempre dormir era mi mejor opción. Sorprendentemente al día siguiente me desperté temprano, fui al living y con ganas de irme busqué un pasaje para ese mismo día pero ya era tarde. Saqué para el día siguiente y mientras hacía la reserva Canela sobre mi pecho jugaba de tanto en tanto con la fluorita que por esos tiempos colgaba de mi cuello. Más tarde desayuné. Las francesas estaban en la mesa de al lado pero yo con mis ánimos de pocos amigos solo las saludé al despedirlas mientras las abrazaba y agradecía haberme salvado la noche. Me puse a llorar de nuevo. Dormir fue sólo dormir y no calma. Volví a la cama.
A eso del mediodía me levanté, el martes me iba y tenía que despedirme de la abuela. Guardé en la mochila creo que una manzana, algunas galletitas caseras y tal vez algo de agua y me fui a Volcán. Estaba mucho más nublado que en la capital y en algunos trayectos hasta llovió. Llegué al cementerio y hablando con la abuela seguí llorando. Siempre mis abuelas tanto maternas como paternas escuchando estoicas mis desequilibrios emocionales. Lloraba por lo de siempre durante esos días: estaba triste, tenía dolor y sentía que me habían descuidado. Pero más que nada lloré porque no sabía cuando iba a tener la valentía de regresar.
Volví al pueblo porque el cementerio está un tanto alejado, y tomé el micro de vuelta a la Capital. Por la noche fui a una plaza que estaba cerca del hostel y desde la cual se veía todo el centro. A veces mi mejor opción además de llorar y dormir también es escribir, entonces en cada renglón intentaba analizar, entender, justificar lo que había pasado.
Esa noche Canela durmió conmigo y en la mañana, antes de irme entró a la habitación con un pajarito que había matado tal vez como ofrenda. En el comedor me disponía a tener mi desayuno tranquila hasta que la música empezó a sonar y claro, otra vez la misma historia. Así en la camioneta que me llevó hasta el aeropuerto, así en la sala de embarque, así durante prácticamente todo el vuelo hasta que llegué a Bs As y por primera vez me sentí feliz de regresar.
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Abuelita:
si tuviese que escribirte una carta no me resultaría fácil leértela. Y digo leértela porque desde hace unos cuantos años tu visión es cada día más débil. Lo difícil también sería expresarte verbalmente lo que en pocas oportunidades te dije, pero que si expresé en cartitas, tarjetas de cumpleaños, navidades y todo ese tipo de saludos que disfruto de hacer, algunos más que otros.
Que te quiero, que te amo, que sos la persona más importante en mi vida eso lo sabes. No te lo dije muchas veces pero lo sabes, como sé TODO lo que represento para vos.
Hace poco más de un año todo empezó a cambiar muy rápido. Te acordás que volví de viaje y como si me hubieses esperado, problemas de salud un poco más graves de los que ya te aquejaban aparecieron en nuestras vidas. Sí, nuestras, porque siempre fuimos, somos y seremos una. Y si, ya sé que siempre me enojo por tus cuidados extremos y exagerados pero sos la que se preocupa, la que sabe lo que me pasa y lo que no. Básicamente me conoces y es que con vos elegí tener esa conexión, esa magia de la que siempre hablo. por eso fuiste la que vio mis primeros pasos, quien se dio cuenta que me había salido el primer diente, la que me enseñó a atarme los cordones, quien me decía que todas las noches antes de dormir tenía que cepillarme el pelo, quien me hacía pionono y helado artesanal cuando yo quería, quien me regaló mi primer perro, la que me daba la mano y me la sostenía hasta que yo me quedaba dormida.
Como te decía, cuando volví parece que me esperaste porque las dos sabemos que el cuidado y la dedicación que yo te doy no te la da nadie. Y eso más allá de mi cansancio, de mi bronca, de mi impaciencia porque llego un momento en que todo se nos volvió muy difícil, demasiado y yo por lo menos no quería saber más nada. Pero seguí como pude, de la manera en la que me salía, con el tiempo y las ganas que disponía, pero estaba, la mayoría de las veces sin ganas pero estaba. Y vos también siempre estuviste con tus pesares, con tu dolor por verme así, con mi dolor por provocarte ese dolor. Si hay algo que no voy a entender es porque estos meses tuvieron que ser tan duros porque si hay alguien que no se merecía nada de esto sos vos. Y siempre es hacerme la misma pregunta, si todo esto se podría haber evitado, si podría haber hecho más, si podríamos haber actuado mejor. Y contra todo lo que puedan decirme mi respuesta siempre va a ser si, que falló lo que siempre nos faltó: la familia, o por lo menos actuar como una.
Hace unas semanas atrás papá me llamó por teléfono y me dijo que tenía una mala noticia. Se me llenaron los ojos de lágrimas y apenas pude decirle que ya sabía de que se trataba.
Hay días en los que estoy muy mal, hay otros en los que masomenos, pero los voy sobrellevando como nunca lo hubiese imaginado. Es que siempre me digo: adelante! que es lo que me repetirías si me vieses mal. Pero por sobre todo eso celebro y siempre voy a celebrar que nos hayamos encontrado en esta vida porque todo fue más fácil junto a vos. Si, ya no te voy a poder abrazar, tampoco darte un beso o hablar por teléfono. Extraño decirte fuerte: abuela! cuando no me escuchabas que te hablaba, como voy a extrañar la chocolatada en nuestros cumpleaños o que me preguntes si hoy dan los Simpsons a la hora del almuerzo los fines de semana.
Te amo abuelita, con Miranda te amamos siempre y bien en este presente porque nunca nos dejaste. Gracias por ser mi abuela, la única que conocí, tenías que ser vos. Te amo.
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28/8/16📆 ⏰22:49 Día 10 Hoy hizo y hace mucho frío y por lo tanto no hicimos nada. Yo me levanté a eso de las 11 porque bueno, había que levantarse. (...) a Ine se le ocurrió trasladar la mesa a la primera habitación donde está el ventanal que mira a la Quebrada. (...) Básicamente pasamos el día ahí haciendo absolutamente nada más que reírnos mucho, intentar escuchar música y luego merendar algo bien rico y dulce cuando decidimos salir de la covacha y enfrentar el frío. #diario #viaje #maimara #frío #fiaca #elamoresasi lavidacircular.tumblr.com
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📆27/8/16 Día 9: 21:46⏰ (...) fuimos a la Garganta del Diablo y a la cascada (...) El paisaje es hermoso, es mágico, es un cuadro. #diario #viaje #jujuy #tilcara #aguantecaminar lavidacircular.tumblr.com
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22/8/16 0:27 ✨ Por horario ya no correspondería a la fecha mencionada más tempranamente, pero a pesar del sueño que tengo los hechos ocurridos en el día de ayer ameritan toda la vida plasmarlos en estas hojas. Día 4 📆 (...) luego del encuentro volví a casa y al ratito salimos con Ine hacia Tilcara donde se hacía una celebración por el Éxodo Jujeño y además se ofrendaba a la Pachamama. Lloré como una marrana. Le di de comer y beber a la tierra, participé por primera vez de una ceremonia de este tipo. ¿Cómo me puedo sentir? No hay demasiadas palabras para describir ese momento, simplemente es vivirlo y sentirlo. #diario #viaje #tilcara #pachamama #ofrenda lavidacircular.tumblr.com
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👆👆usurpando terrazas ajenas desde 2016 😂👭💕 21:17 día 3: (...) volvimos a Tilcara luego de visitar Humahuaca (...) mientras estábamos descansando en la plaza principal así de la nada se nos acercó Verónica, una señora que es oriunda del primer pueblo que está al entrar a Iruya. Un amor, una divina de la vida. Esas personas que te llenan el alma, bueno, de esas. Me hizo emocionar tanto sus palabras, sus consejos de cuidado, su gesto de decir voy a rezar por ustedes (...) Y además, además conoce Bolivia, conoce Perú, es una grosa y tiene 72 años y unas ganas inmensas de hacer cosas. Amén por esas personas. #diario #viaje #jujuy #humahuaca lavidacircular.tumblr.com
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22:54 Día 2: Se puede decir que hoy fue el día, el primer día oficial en Jujuy. Maimará es sumamente tranquilo, hoy hicimos una pequeña recorrida y es como si no hubiese nadie como si por alguna razón la gente, sus habitantes hubiesen desaparecido. En parte quizás es así, porque me imagino que este es el norte de la mayoría de los días del año. Luego fuimos a Tilcara. (...) Hizo mucho frío hoy, el viento estuvo helado (...) más tarde fue necesario tomar algo calentito para emprender la vuelta. #viaje #jujuy #tilcara #maimara
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Día 1: yendo a Salta por no hacer a tiempo el check in, cosas que pueden pasar. Viajar sola (otra vez) cuando es un viaje re contraprogramado para hacer con tu amiga @inecorregidor , puede pasar. Si me pongo a pensar en las coincidencias puede ser visto como un "volver" a como empezó (o terminó) o como sea. Porque estoy volviendo a Salta para volver a Jujuy, esta vez para volver. Nueva experiencia de viaje, nuevas sensaciones, así debe ser. Me gusta que cuando (mientras en realidad) escribo haya sol. - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 20:15 Viste cuando sentís que nunca te fuiste (...) bueno, así. Reconociendome en calles y lugares, esperando que salga el micro que finalmente, finalmente me va a llevar a Maimará. El #Universo dijo querías viajar? Bueno, HACELO! #diario #viaje #bsas #jujuy #salta #aeropuerto #escribir #agosto #universo ♋💞✈🔙💫🙆
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Un día especial, en algún lugar
Me acuerdo como sucedió todo. En febrero de 2015 mientras estaba en el patio de un hostel en Tilcara hablaba por WhatsApp con mis amigas de la facu de lo bueno que estaría que para mí cumple pudiésemos compartir un finde juntas en algún lado. Todas nos prendimos en la idea y antes de que llegara julio empezamos a ver cuáles eran nuestras posibilidades de viaje. Tenía que ser un lugar medianamente cercano a Buenos Aires. Pensamos en ir a la costa, creo que también a Junín, San Pedro y finalmente decidimos por Baradero. Nos contactamos con el camping municipal, alquilamos un bungalow, sacamos los pasajes y listo, el finde con amigas era una realidad.
Viajamos el viernes 17 por la noche desde Retiro. Pasamos aeroparque, la cancha de River y tal vez algo más que no recuerdo porque tanto Xime (una de las que se copó con el viajecito) como yo, nos dormimos al ratito de subir al micro.
Llegamos a eso de la medianoche y Baradero parecía un pueblo fantasma. La terminal estaba cerrada, no había paradas de taxi y tampoco sabíamos que tan lejos estábamos del camping. Una pareja del lugar que estaba ahí no hizo el favor de llamarnos un taxi y así fue como llegamos primero a un camping para después llegar al que realmente teníamos que ir. Nos dieron las llaves del bungalow y nos indicaron donde quedaba. Tal vez el frío, la noche, el miedo y lo poco iluminado que estaba el predio, contribuyeron a que quisiéramos entrar a otro y que tras dar vueltas y vueltas y no encontrar donde estaba el nuestro tuviéramos que volver a la recepción para que nos ayudasen en la búsqueda. No estábamos demasiado alejadas de donde realmente teníamos que estar, pero por alguna razón no lo vimos y lo pasamos de largo varias veces.
El bungalow en cuestión era una habitación con baño, 2 camas marineras (a la mía en particular le faltaban un par de tirantes) con colchones de muy pocos centímetros de alto y muy pero muy frío. Habíamos llevado ropa de cama que no fue suficiente así que resolvimos abrigarnos también con las camperas y así pasar nuestra primera noche. A pesar de todo conciliamos el sueño bastante bien hasta que a eso de las 8 de la mañana, Mary, mi otra amiga que se había prendido con la propuesta empezó a entrar y salir de la habitación porque ella no quería quedarse encerrada sino salir a conocer. Ok. Perfecto. Estamos todas en el mismo plan pero eran las 8 de un sábado frío previo a mi día de cumpleaños, ameritaba disfrutarlo así sin hacer absolutamente nada más que sentirnos un pancito al horno que en cualquier momento alcanza su punto de cocción. Nos levantamos.
Se supone que en lo campings hay proveedurías, bueno acá no había porque la estaban restaurando. Tuvimos que salir, compramos cositas ricas para el desayuno, volvimos y al abrigo del sol y a orillas del Río Baradero desayunamos felices. Era un sábado distinto para mí, yo los sábados los trabajaba así que tener el privilegio de disfrutar un finde completo de esa manera fue una gloria. Seguramente por la fecha el camping estaba casi vacío, recién el domingo aparecieron algunos lugareños que iban a pescar.
Por la noche nos preparamos para salir. Teníamos el número del taxista que nos llevó desde la terminal al camping y Mary que fue la encargada de la llamada pidió un taxi hasta el centro de Barovero, si si como el jugador de River. Lo que nos reímos con Xime cuando escuchamos eso fue interminable. De hecho dos años después ese pedido nos sigue causando mucha gracia.
El taxi nos dejó cerca de la plaza y empezamos a caminar buscando algún lugar donde pudiésemos comer algo. Vimos algunas opciones pero un bodegón que llamó nuestra atención nos hizo entrar y preguntar si había disponibilidad. Nos dijeron que no pero inmediatamente nos prepararon una mesa, trajeron tres sillas y listo, el festejo de pre cumpleaños estaba en marcha. Comimos y tomamos super rico y un Campari vino de regalo. A la medianoche de ese sábado ya era 19, ya era mi cumple número 30. Y por supuesto como buena cangreja sensible me puse a llorar porque estaba logrando eso que quería, el viaje, el cumple con amigas en algún lado.
En la sobremesa una de las chicas se levantó y le pidió un tema a quien estaba pasando música a través de la compu: Mephis la blusera, La última lágrima y nos quedamos escuchando con atención.
Más tarde volvimos al camping y a la mañana siguiente como fue ritual en esos días nos despertamos escuchando Canción de amor de Lisandro Aristimuño desde el hall del bungalow mirando todo, el sol, los árboles, el pasto, respirando limpio y felices muy felices siempre. También fue un ritual el desayuno en lo de un señor fuera del camping que nos preparó los capuccinos con amorosa dedicación.
Ese último domingo desayunamos en el parque y al mediodía comimos empanadas en el mismo lugar. Había muchísimo viento pero un sol hermoso de esos que no querés que se vayan nunca. Por la tardecita teníamos que emprender la vuelta a casa. Llegamos a Capital Federal y caos. Nos bajamos en el Alto Palermo donde el micro tenía una de las paradas y mis viejos nos esperaban con la camioneta para llevarnos en la parte de atrás. Hicimos algo así como un hitchin’ trucho pero lo hicimos. Nos anticipamos a lo que vendría el próximo año y nuestras vacaciones al sur, pero esa es otra historia.
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Lo importante no es llegar ¿lo importante es el camino? #viaje #sola #frontera #bolivia #perú lavidacircular.tumblr.com
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...el 27 de enero de 2014 creé una "lista de proyectos" a la que fui sumándole ideas, la más linda o la que creo que más suma a mi persona es la que agregué el 30 de junio en letra mayúscula y que dice: QUIERO VIAJAR... #Jujuy #Tilcara #Carnaval #Viajera #Sola #Tiempo #1erpost lavidacircular.tumblr.com (en Jujuy, Argentina)
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El amor en tiempos de couch (precuela y secuela: 2 días en la vida)
El llanto. El pueblo. La última luna llena. El dolor por amor. La decepción. La vuelta.
Las intenciones. Los pedidos. Continuar el viaje.
El deseo. La playa. Animarse. La búsqueda. Encontrar. Viajar. Trabajo. No viajar. Aprovechar la oportunidad. Viajar. Sin disponibilidad. Con disponibilidad. Compartir. La duda. Decir que si. Soñar. Anticiparse. Viajar.
La mochila. La terminal. El micro. El atardecer. Las charlas previas. La luna encantadora. Las estrellas. El universo mágico. La bienvenida. El encuentro. Conocerse. Compartir.
Los desayunos. La playa. Las charlas. Las reflexiones. Los miedos. La curiosidad. Las comidas. Las cervezas. Llorar. Tomar el riesgo.
La ciudad. Los acantilados. El sonido del mar. El sol. El viento. El mar y el sol. El sol y el mar. La naturaleza. Animarse. Volver a tomar el riesgo. Besarse. Abrazarse. Recorrerse. La cama.
La música, siempre la música. El arte.
La playa. Las olas. La tabla. La arena. La tarde. El frío. El abrazo.
Los besos. La cama. Mas besos. Arriesgar. Sentirse.
La terminal. Los besos. Los abrazos. El micro. Llorar. Recordar. Conocer una nueva concepción del tiempo. Aceptar. Entender. Llegar.
Los mensajes. Otra vez el tiempo. La infinidad y la finitud. Las idas. La impaciencia. Las venidas. La euforia. El regreso.
El enojo. La duda. La incertidumbre. El capricho. El viaje. La terminal. El micro. El cansancio. Llegar. La espera. El abrazo. El beso. La incredulidad.
La noche. El frío. La playa. La luna sobre el mar. El universo mágico otra vez.
Los besos. El sexo. La cama. La playa. El sol. Una postal.
El cambio de humor. La distancia. La noche. La cama. La mañana. La terminal. El abrazo sentido. Un beso. Las ganas de más. El micro. Llegar. Pensar. Pensar. Pensar. No entender. Escribir para entender.
El tiempo. La visita. El reposo. Mi ausencia. La vuelta. El fin.
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Lo importante no es llegar ¿lo importante es el camino? (2da parte)
Nací a las 14:10 y ese siempre será mi pretexto para que no me gusten las mañanas.
La excusa de Cusco era Machu Picchu y los caminos para llegar son varios. Tras hablar en el hotel con un francés decidí que la mejor alternativa principalmente por ser la más económica era ir hacia la terminal de ómnibus de Santiago, tomar un micro hasta Santa María desde allí la van a hidroeléctrica y finalmente caminar por las vías hasta Aguas Calientes. En el Ministerio de Cultura de Cusco compré mi entrada a Machu Picchu y si bien había otras opciones más que ofrecían Montaña Machu Picchu o Huayna Picchu decidí optar por la más barata (como todo claramente).
La mochila grande se quedaba en la habitación del hotel mientras que yo iría hacia Aguas Calientes sólo con la de mano, una muda de ropa, las zapatillas inapropiadas (unas Topper tuneadas por Pesqueira), un abrigo, mi sombrero que había quedado del carnaval por si el sol era muy fuerte y líquido, bastante líquido.
Programé la alarma del celular bastante temprano pero entre vuelta y vuelta me quedé dormida y eso retrasó todo. No iba a irme sin desayunar y ese día en particular su preparación estuvo más lenta que de costumbre. Café con pan, manteca y mermelada era lo que servían y siempre me quedaba con ganas de más. Salí del hotel apurada, paré un taxi, regatié el precio y le pedí que me llevara a la terminal de Santiago donde tomaría el micro hasta Santa María pero el taxista no sabía de ella o tal vez la conocía por otro nombre. Unos días antes había leído acerca de cómo llegar porque no estaba muy lejos de donde estaba hospedada y con tiempo, bastante tiempo en relación a mi manera de caminar podría haber ido a pie. De hecho una tardecita quise ver que tan distanciada estaba y llegué hasta un punto en que me dio miedo y decidí volver. En relación a lo que había caminado y leído al parecer estaba donde quería estar. Adentro había algunos chicos que harían el mismo recorrido que yo pero eran muchos menos de los que imaginaba, seguramente el resto se habría ido más temprano que era lo más recomendable porque el camino era largo y no convenía llegar de noche.
En el micro me sirvieron café, también algo para comer y a cómo venía la mano en Bolivia me sentía en primera clase. Su andar era algo lento, pero la calle era bastante angosta, con curvas y en subida así que estaba bien que fuera a ese ritmo, hasta cierto punto claro, porque cuando sube un vendedor ambulante con un micrófono y se queda como una hora arriba del colectivo informandote acerca de lo importante que es mantener limpio el intestino el viaje se vuelve insoportable y asqueroso. Al lado mío estaba un chico de Ollantaytambo que de vez en cuando me hablaba y entre que entendía poco lo que me decía y me interesaba menos entablar una conversación, una de las mejores opciones y además por haberme levantado temprano era dormir porque dormir es siempre una de mis mejores opciones. De vez en cuando me despertaba y cuando eso pasaba el chico volvía a hablarme, me preguntaba si había visto las ruinas que recientemente habíamos pasado y si visitaría tantas otras que hay en su país. Me preguntó de donde venía, donde quedaban y como son Jujuy y Buenos Aires y a veces el tampoco me entendía cuando le hablaba.
Durante el camino el micro levantó a 3 o 4 franceses que venían haciendo dedo desde algún lado, luego paramos para ir al baño, comer algo y continuamos hasta Santa María que era donde tenía que bajar para tomar la van que por unos 20 o 25 soles me llevaría hasta la hidroeléctrica para finalmente tomar el camino de vías hasta Aguas Calientes donde están las ruinas de Machu Pichhu. En la van iban tres amigas, una pareja chilena y yo. El camino hacia hidroeléctrica es sumamente estrecho y aventurero cuando la van en la que vas es conducida rapidísimo en un camino de tierra de curva y contracurva con un rio violento debajo que se cruza constantemente con otras vans que vienen a la misma velocidad desesperadas por llevar más turistas.
Llegué a hidroeléctrica a salvo y con demasiada hambre o mejor dicho con ganas de comer algo para reponer energías. No conseguí nada vegetariano así que no me quedó otra que empezar a caminar. Había leído que el camino te llevaba sólo y que siempre había gente con la que podías ir pero me encontré caminando sola por un camino que no sabía si era el correcto. Resulta que en un pequeño tramo las vías dejan de estar, hay que hacer un pequeño ascenso y volver a retomar las vías donde finalmente encontré gente, entre ellos la pareja de chilenos y los franceses con los que había viajado en el micro y comencé a hablar con uno que estaba viviendo en Chile haciendo un intercambio estudiantil.
El sol empezaba a irse y por lo menos yo no tenía idea de cuanto faltaría para llegar pero me asustaba un poco empezar a notar que cada vez estaba más oscuro y que el camino se volvía imperceptible y cuando eso pasa soy un poco torpe porque tengo miedo de no ver dónde piso, tropezarme con algo y terminar estrellada en el suelo. Afortunadamente el grupo de amigos del francés con el que venía hablando llevaban una linterna y aunque me costó aceleré mi ritmo para no perderles el paso. Hubo un momento en que no se veía prácticamente nada, seguía sin saber dónde estaba y con tanta gente que iba conmigo nuevamente miedo, pero esta vez de no conseguir hospedaje porque claro, no tenía nada reservado. Cruzamos un túnel y empezaba a caer agua, en temporada de lluvias y a esa hora (serían eso de las 19/20) era recomendable estar bajo techo o tener un chubasquero y no habríamos estado teniendo ninguna de las dos cosas. Por fin empezamos a ver algo de luz y movimiento, estábamos llegando a Aguas Calientes y de pronto perdí a los franceses y a todos los demás. Seguí caminando, mirando dónde estaba, cuanto faltaba. Los hospedajes empezaron a hacerse ver, también los restaurantes, crucé una calle y la escultura de un indio me daba la bienvenida. Había llegado y sólo debía encontrar un lugar donde pasar la noche. Los hostels que visité estaban ocupados o eran caros y finalmente sin saberlo en el momento me quedé en uno que leí estaba recomendado. Me dijeron que iba a compartir habitación con dos chicas y un chico, ellos eran Sara, Paula y Txema. Nos presentamos, creo que al rato fui a ducharme y luego a buscar algo barato que comer por ahí cerca porque no quería mojar la única campera y par de zapatillas que tenía para poder hacer el ascenso al otro día. Mi única comida había sido el desayuno y después creo que lo de siempre, fruta y galletitas. Me pedí pastas con salsa de vegetales, una ensalada que era la entrada, el dueño del restaurant me invitó nachos con guacamole y de postre había panqueques con chocolate. Fui muy feliz sobre todo con los nachos que vinieron de regalo.
Volví al hostel y sólo estaba Txema con el que empezamos a hablar de mis paseos en bici con Miranda mi perra y también sobre la abuela. Las chicas volvieron más tarde pero para eso ambos ya estábamos durmiendo porque al otro día y nuevamente temprano había que levantarse para ir a Machu Picchu. Al día siguiente “buen día guapa” fue lo primero que escuché a eso de las 7 de la mañana.
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Ami
A continuación el top 4 de canciones que nos acompañaron a mi ami y a mí en Maimará, Jujuy:
4- la ruta semivacía como vida sin vooooos (No Te Va Gustar, Ese maldito momento)
3- que saltes al vacío y que no vuelvas nunca!!!! Y que toda tu vida te mate la culpaaaa (No Te Va Gustar, Al vacio)
2- el amor es así, lo sé (del programa del boludo de Guido no sé cómo se escribe el apellido)
1- que no sé acuerda de esa noche porque ella borró cassette. Dice que no me conoceee y quiero volverla a ver. Y que los tragos hicieron estrago en su cabezaaa, ella con cualquiera no se besaaaa (Maluma, Borro cassette)
Mi ami es Ine mi amiga de la escuela, esa amiga que te llega medio de casualidad por tener amigas en común. Empezamos a compartir algunos recreos, también las horribles clases de gimnasia, nos escribimos un par de cartas, viste que cuando estás en el colegio soles o solíamos hacer eso. Después terminamos el cole nos seguimos viendo, buena onda, como que siempre estuvo el contacto a pesar de no ser de esas amigas bien cercanas.
Un día parece que conectamos de otro lado, no sé, como que ocurrió esa magia de la que siempre hablo que te pasa o no te pasa, con un pibe, una piba, un amigo y a mi me pasó con ella, creo que nos pasó, y a partir de ese momento creamos un vínculo especial. Nos amamos, nos enojamos, nos reímos mucho, también lloramos bastante y deliramos mucho más, nos contamos todo cada una en su tiempo y momento pero bastante estamos en la actualidad de cada una. Siempre con respeto nos decimos lo que sea aunque duela, aunque la otra no lo entienda, no lo quiera entender ahora o no lo entienda nunca. Somos completamente opuestas, una dice A la otra piensa 3, pero en algún punto siempre hay algo que hacen que esa letra y ese número formen parte de un mismo conjunto, se unan, se mezclen y ahí es donde surge la magia. Ahí es cuando mi amiga pasa a ser mi ami, la que en los contactos está agendada como tal: Ine (ami).
Mi ami es médica (futura pediatra) y a principios del año pasado se le ocurrió ir hacer su última rotación a Maimará y me propuso que la acompañe. A todo esto yo hacía poco más de un mes que había vuelto de mi primer viajecito afuera sola y su misión ahora era convencerme de volver a Jujuy por segunda vez en el año. Mientras tanto la mía era conseguir trabajo de vuelta, tener mis 15 días de vacaciones, volver, seguir trabajando y después si tomarme el palo de nuevo. Conseguí mi primer objetivo porque al poquito tiempo empecé a trabajar y ella seguía insistiendo un poco, un poco más, un poco más, tanto insistió que funcionó y al tiempito estaba cambiando de trabajo para poder pagarme el pasaje y la estadía en la casa en Maimará. Nos íbamos.
Previo a todo eso y en algunos de esos meses soñé que el viaje lo hacíamos pero cada una por su cuenta. Medio que nos encontrábamos en un bondi y yo le preguntaba acerca de cómo había estado su primera experiencia en avión. Este punto del sueño es importante porque para mi los sueños son sagrados, esclarecedores y por sobre todas las cosas reveladores.
Pasaron los meses, ya había avisado en mi trabajo esclavo que sólo prestaría mis servicios hasta el 31 de julio cuando me llega un WhatsApp de mi ami. Deslizo la pantalla leo los primeros mensajes pero cada vez eran más, los abro y mi sueño se hace presente. Mi ami había entrado en crisis con el mundo y no quería viajar. Como todo y con más o menos calma lo charlamos y ella acordó consigo misma que el viaje lo hacía pero por mí aunque sé que en algún punto inconsciente también lo estaba haciendo por ella.
Se acercaba la fecha de irnos y no sé porque esta vez no había hecho el check in con tiempo. La misma mañana que nos íbamos quise hacerlo pero la web de Aerolíneas estaba con problemas. No me hice demasiado drama porque aún podía hacerlo en el aeropuerto así que tranqui salí de casa con mis viejos, cargué la mochi en la camioneta y llegamos a Aeroparque. La busco ella estaba con toda su familia, quise hacer el check in pero me informaron que el vuelo ya estaba cerrado. Entré en crisis conmigo misma, sentí que algo se derrumbó dentro mío. ¿Cómo que el check in está cerrado, pero si falta y yo no pude y ahora qué hago? Miedo. La cara de mi ami seria. Fuimos creo que a atención al pasajero, medio que quisimos hacer kilombo, no nos dieron bola y si quería viajar tenía que pagar. Pagué. Me empecé a reír mucho, mi ami que no entendía porque y yo acordándome de mi sueño. No en un colectivo, pero si ya en la casa de Maimará le pregunté cómo había sido su primera experiencia de vuelo.
En los momentos en que los viajes y el WiFi nos permitían hablábamos para saber cómo y dónde estábamos. Mi ami obviamente fue la primera en llegar y yo desde el aeropuerto de Salta (si de Salta porque querían cobrarme más del doble un pasaje a Jujuy) aún debía llegar a alguna terminal para tomar un micro que finalmente me llevara a destino. Mi ami por WhatsApp me indicó donde debía bajar para no caminar tanto desde la terminal de Maimará hasta nuestra casa como previamente había hecho ella. En la entrada al pueblo hay un arco pero de noche no vi nada, todavía arriba del micro le pregunto a una señora si faltaba mucho para llegar y me respondió que ya estábamos ahí y a que a que parte tenía que ir. Tengo que estar cerca del hospital le dije y hace unas cuadras lo habíamos pasado. Finalmente bajé en el mismo lugar que ella y sonriendo caminé unas cuantas cuadras hasta la casa mirando fascinada las estrellas en el cielo porque si hay algo que me puede es el universo mágico.
Después de toda la odisea de los viajes respectivos mi ami ya estaba de cama y yo le hice la segunda. Al otro día arrancamos y fuimos a visitar Tilcara y no paramos, seguimos con Hornocal, Salinas, Cerro de 7 colores, Paseo de los Colorados, Garganta del Diablo, Pucará, Trópico de Capricornio en Huacalera, también Volcán y en casa la Paleta del Pintor, el mirador, la vuelta al mundo, la virgencita de Abra Corral. Y vimos caer nieve!!!!! Si, vimos caer nieve. Ese día fue mágico. Fuimos al cine y al Grido de Tilcara siempre listo para bajonear. También estuvimos en la representación del éxodo y lo más más importante para mí fue ofrendar y darle de comer a la Pacha, PACHAMAMA y la pienso con los brazos extendidos, eso también fue mágico. Y qué más? Cierto! Nos llevaron de onda a las Lagunas de Yala y a la vuelta hicimos dedo y nos bajó una pareja de San Salvador en una camioneta increíble. Después una noche medio que descarrilamos y bueno, terminamos en el hospital de Maimará casi casi que con suero pero por suerte no pasó a mayores porque más allá de la joda la doctora fue un mes a trabajar al hospital de Tumbaya.
A Maimará llegamos el 19 de agosto y además de ir a todos los lugares que pudimos también comimos mucho desayunando bizcochuelo en la terraza mirando los cerros, merendando panqueques, también galletitas de manzana, pizza y empanadas todo hecho en casa.
Al mes había llegado el momento de volver cada una en su momento, con sus emociones, con mayores creencias, mayores certezas, algunas decepciones y mucho dolor de amor. Volvimos (por y con todo) y seguiremos yendo y viniendo todo el tiempo, juntas, separadas, solas, acompañadas, tristes, felices, muy felices, enojadas, puteando, riendo a más no poder, caminaremos (porque aguante caminar), nos llevarán, nos llevaremos, pero cantando siempre cantando.
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Lo importante no es llegar ¿lo importante es el camino?
En migraciones de Bolivia Carol me pidió prestada una lapicera para llenar todo el papelerío previo a cruzar la frontera. Con algunas pertenencias soy un poco egoísta y las lapiceras y hojas de cuaderno entran en esa categoría. Se la presté y me quedé esperando a que me la devolviese porque era la única birome que tenía para el largo tiempo de viaje en micro que me esperaba. Antes de salir de El Apolillo, el hostel de La Quiaca donde pasé la noche antes de cruzar a Villazón, Bolivia, la recepcionista me dio indicaciones de cómo llegar a la frontera, además de recomendarme que no era conveniente darle respuestas a las bolivianas que se acercaban a preguntar si viajabas sola y a donde ibas. Esas fueron una de las primeras preguntas que Carol, peruana, me hizo. Tuve un momento de duda, pero le expliqué hacia donde iba y como tenía pensado hacer porque después de todo no era boliviana sino peruana. Quería llegar a Perú (para visitar Machu Picchu) en la menor cantidad de tiempo posible. En Jujuy había conocido un chico que había hecho el paseito por Bolivia y no sé si me vio insegura, asustada o las dos cosas que me recomendó cruzarla rápido.
Carol volvía de Tucumán donde tiene a sus dos hijos estudiando y viajaba hacia El Alto, La Paz sin escalas y por eso me dijo: “si te animas vení conmigo”. Esta vez no dude y le dije que sí, me acompañó a cambiar pesos argentinos por pesos bolivianos y fuimos a comprar los pasajes del micro que ya estaba por salir. Iba a poder llegar a Perú según mi deseo.
El micro fue una odisea andante, no tenía baño, hacia demasiado calor y el ruido del motor era tremendamente insoportable. Durante el viaje hicimos algunas paradas en otras terminales y también para almorzar. El calor sumado al ruido continuaba siendo agobiante. Me dormía, leía, escribía, comía fruta o alguna galletita e intentaba tomar líquidos de a sorbitos y así evitar de ir al baño inexistente. En Potosí el micro paró al costado de la ruta, muchos bajamos a estirar el cuerpo y a sentir un poco el fresco de la noche tras tanto calor. Pasó un tiempo, otro más, y al rato nos avisan que debíamos esperar a que viniera otro micro que trajera el repuesto que se necesitaba para que el nuestro pudiese llegar a destino. Bien, mi plan de llegar rápido comenzaba a desvirtuarse. Con Carol y Mirtha, una jujeña que conocimos en el bus fuimos a caminar un rato acompañada de mi intención de encontrar algo que pudiese comer. Las pollerías abundaban así que continué a galletita y fruta. Volvimos y el micro seguía en reparación, no mucho después pudimos subir y seguir el viaje.
La noche empezó a ponerse bastante fresca, ya no sabía con qué taparme, buzo y campera no eran suficiente por eso tuve que sacar unas sábanas que tenía en la mochila y con ellas encima sobrellevarlo un poco mejor. Cuando concilié algo de sueño habíamos llegado a El Alto, La Paz, donde tomaríamos según pensé el último micro hacia Perú.
Estéticamente el lugar es poco atractivo y de madrugada, con el cielo nublado y personas que persiguen vans (combis) y vans que persiguen al tiempo intentando llegar temprano a algún lado sentí mucho miedo. Fue vital haber conocido y poder estar con Carol, ella conocía el lugar y sabía cómo manejarse. Sin dudas yo me hubiese puesto a llorar y además habría querido volver a casa.
Nos subimos a una de esas vans bastante locas y llegamos a la terminal donde sacamos boleto para un colectivo más chico de lo normal que nos llevó hasta Copacabana, nuestro “acceso” a Perú. El trayecto nuevamente volvió a ser más largo de lo que imaginé pero ya sin frío me dormí. En uno de los intervalos en los que abrí los ojos veo desde la ventanilla de la izquierda al Titicaca tan pero tan bello y turquesa como los lagos del sur argentino, impresionante la magnitud y la hermosura. Llegamos a San Pedro de Tiquina donde bajamos del micro para abordar la lancha que cruzaría el estrecho mientras que el bus lo haría en otra embarcación mucho más grande. De vuelta en el micro el viaje estaba por terminar y en media hora más y tras 20 hs arriba de dos micros llegamos a Copacabana.
Ahora sólo nos quedaba llegar a Puno, esta vez cambiamos pesos bolivianos por soles y volvimos a tomar una de esas vans locas pero conducidas con un poco más de prudencia. Por fin habíamos llegado a migraciones de Kasani, Perú. Estaba feliz, no suelo tomarme muchas fotografías sola pero esta vez quería una con el gran cartel que indicaba que estaba donde quería estar. En Kasani volvimos a tomar una nueva van hasta Puno y costeamos todo el Titicaca del lado peruano. Habremos tenido un par de hs más de recorrido y ya en Puno Carol, mi mamá puneña como la bauticé, nos llevó a la terminal, compró los boletos para Cuzco y además nos invitó a su casa para que pudiésemos ducharnos.
Ya en la terminal con Mirtha comimos un sándwich típico de queso de cabra acompañado de un café, la hora de dejar Puno había llegado. Obviamente el recorrido Puno-Cuzco duró más de lo que anunciaba el boleto, pero por fin y nuevamente de madrugada habíamos llegado a destino.
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1er viaje
Me gusta mucho escribir y si en mi mochila falta el cuaderno y la lapicera siento que puede ocurrir algo que no voy a poder transcribir con la emoción que resulta del pulso de mi mano tras suceder algún hecho.
Escribo casi todos los días porque siempre hay algo que contar, algo real, algo inventado, un sueño, escribir que ese sueño se hace realidad, algo que leo en algún lado, algo que me llama la atención para bien o para mal. Escribo no sólo momentos o historias hermosas porque escribir muchas veces también me salva de los días tristes, de dolor, de no entender, de renegar de la soledad cuando siento que en ciertas circunstancias no debería de estarlo. A veces escribo mucho, otras veces no, tantas otras re escribo cosas que ya escribí porque vuelvo a repetir situaciones, a veces olvido lo que voy a escribir y otras de seguir haciéndolo y un relato y hasta muchas veces una palabra queda inconclusa. También escribo sobre cosas que me gustaría hacer, proyectos que me gustaría tener, lugares que quiero conocer. A ellos los enumero como si fuera una lista y andan repartidas en los tantos cuadernos que forman parte de mi biblioteca. Lo que más me gusta de hacer esas listas es que medianamente puedo recurrir fácil hacia ellas y tener la satisfacción de tildar el casillero que las precede y poder decir: lo hice.
En 2014 empezó a cambiar todo, desde los 27/28 comenzó una revolución que espero nunca pare. Ese año conocí al chico que me abrió la cabeza al mundo, que me enseñó que el egoísmo no es malo y que no puedo esperar a que alguien esté dispuesto a hacer algo conmigo cuando consciente e inconscientemente aún no sabía que todo conspiraba a mi favor para que de una vez por todas comenzase a construir mi propia historia. Ese año también encontré un laburo que no sólo me brindó el medio económico para hacer millones de cosas, sino que primordialmente me presentó a personas que también colaboraron a que este pajarito se animara a salir de la jaula. Y como me gusta escribir, el 27 de enero de 2014 creé una “lista de proyectos” a la que fui sumándole ideas, la más linda o la que creo que más suma a mi persona es la que agregué el 30 de junio en letra mayúscula y que dice: QUIERO VIAJAR.
Exactamente hace dos años y a eso de las 4 de la mañana cuando crucé la puerta de casa para ir hacia el aeropuerto de Ezeiza y vivir así mi primer carnaval en Tilcara, Jujuy, mi hogar, me di cuenta de que hacía mi primer viaje sola y en avión. Durante el vuelo supe que en otra vida viajé mucho, y agradezco por poder seguir haciéndolo en esta. Esa situación me recordó el planteo del psicólogo de una amiga quien argumentó que tal vez no podría hacer todas las cosas que ella quisiese, simplemente porque en esta vida no es el tiempo adecuado. Nunca lo había pensado de esa manera, de hecho me pareció un planteo lógico y hasta en cierto punto hasta podía “aceptarlo’’. Sin embargo en algún momento empecé a creer que puedo con todo y por eso prefiero saber de que se trata ahora.
Llegué al aeropuerto de Jujuy con la sonrisa más feliz que tengo y luego, el miedo. No sabía muy bien como tenía que hacer para todo, debía llegar a Tilcara que por una semana iba a ser sede de mi hogar. La terminal de ómnibus era un kilombo, gente, micros, caos, lluvia y yo que seguía sin entender de que se trataba. Allí conocí una pareja con la que llegamos hasta casa. Ellos fueron los que me sacaron esta foto. Estaba feliz, no podía creer que estaba allí, en el carnaval, tanto que rompí las bolas con que me llevaran ahí estaba, me había llevado yo misma.
Esa semana bailé, tomé, me cagué de frío, me aventuré alquilando una bici, lloré en una especie de interrogación emocional dentro de unas cuevas en plena oscuridad, conocí un venezolano que me presentó dos amigos geniales, desayuné cada día mirando los cerros, fui a peñas, comí un pedacito de charqui de llama, seguí conociendo gente increíble, conocí el pueblo donde nació mi mamá y conecté con mi abu materna. En mi último día seguí tomando, armé grullas y me quedé a dormir en el “bunker” de un casi desconocido.
Meses antes a esa semana y en conversación con otra amiga de esas que son como hermanas menores pero te hacen entender un montón de cosas, le dije que si me animaba a viajar sola nadie me paraba. Y acá estoy. Todo en el lugar correcto, en el momento preciso, con las personas adecuadas, ni antes ni después, en febrero de 2015 tenía que ser y a partir de ahí, con todo.
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