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DIA 4
El 30 de septiembre tuvimos la oportunidad de realizar un recorrido por el Castillo San Felipe de Barajas. Con un sol picante y embadurnadas de bloqueador nos dedicamos a caminar cada rincón del castillo que fue posible. Este está situado sobre el cerro llamado San Lázaro y fue construido en 1657 durante la época colonial española. En su momento, el castillo estuvo sujeto a perseverantes ataques por parte de los franceses e ingleses, entre ellos Francis Drake, para luego, en 1697 ser conquistado por el comandante francés Barón de Pointis.
A pesar de su infortunado final, el castillo es el fuerte más grande construido por los españoles en sus colonias. Los españoles levantaron murallas de 11 kilómetros que defendían la ciudad de los ataques por mar, por ello, llegar por el Caribe era muy difícil debido a que la marea empujaba a los buques mar adentro. Para controlar la llegada de enemigos desde el norte, se dedicaron a construir diques y fortificaciones en Bocagrande y así proteger el acceso por Bocachica, la entrada más pequeña y alejada de la ciudad, también con algunas fortificaciones. Sin embargo, el acceso por tierra a Cartagena estaba desprotegido. Fue entonces cuando construyeron el Castillo San Felipe de Barajas.
Al recuperar la ciudad de los franceses, los españoles comenzaron un proyecto de ampliación del castillo. Fue entonces, en 1741, cuando Cartagena fue atacada por el inglés Edward Vernon, el cual falló al toparse con las estrategias que Blas de Lezo había llevado a cabo. Con solo seis navíos, 3.600 hombres, una sola pierna, tuerto y brazo, el comandante fue capaz de vencer a los ingleses con sus 180 barcos y 25.000 soldados.
Visitamos los túneles dentro del castillo. Hay accesos en diferentes puntos de las baterías que recorren el interior con una longitud total de casi 900 metros, donde se guardaban alimentos y municiones. Si realizamos un acercamiento al interior de los ladrillos y las piedras que cubren al castillo, podemos ver que en realidad la estrategia de los españoles fue cubrir el cerro de estos materiales como una ilusión de una fortificación grande y poderosa.
Al subir por las rampas que llevan hasta la punta del castillo en zigzag podíamos ver algunos cañones en vertical incrustados en el suelo. En su momento, los españoles amarraban cuerdas alrededor de estos y los usaban para jalar el peso de otros artefactos que debían subir, como cañones. En cada explanada podíamos apreciar algunas baterías junto con sus cañones apuntando en todas las direcciones. El último nivel es la parte más antigua del castillo, donde hay un pequeño museo, una tienda y unas escaleras que llevan a las garitas del castillo.
En los pies del Castillo de San Felipe se encuentra la estatua de Blas de Lezo que podemos apreciar en la foto, un marino de leyenda que causaba terror entre los británicos, un héroe de batalla. Había perdido una pierna en Gibraltar, el ojo izquierdo en Tolón y un brazo en Barcelona. Todo luchando contra los ingleses. Lo llamaban, con cierta sorna pero con admiración: “Medio hombre”. Vernon, en su intento de conquistar la ciudad, despachó un barco a Inglaterra antes de la batalla asegurando su victoria y, además, encargando medallas conmemorativas, donde especificó que en las medallas apareciera una imagen de Blas de Lezo arrodillado entregándola las llaves de la ciudad, tal era el odio y repudio que le tenía.
Después de 18 intentos de los británicos, en 1741 la flota de Vernon llegó a Bocachica, pero los baluartes no estaban a la altura de la artillería que llegaba con los navíos. Se dio un cañoneo intenso, no cesó en el día ni en la noche. La fortaleza de San Luis cayó. Vernon empezó a invadir la ciudad fuertemente. Blas de Lezo, convencido de una posible victoria, ordenó excavar un foso alrededor del Castillo de San Felipe, para que las escaleras inglesas, al intentar subir, se quedaran cortas. Además, ordenó cavar trincheras en zigzag para evitar que los cañones ingleses se acercaran demasiado y atacar en cuanto reculasen. Su última estrategia fue mandar a dos españoles como infiltrados con el fin de llevar a la tropa enemiga a un flanco de la muralla protegido donde se verían masacrados.
Poco a poco, las estrategias de Blas de Lezo fueron funcionando y los ingleses fueron cayendo. Vernon tuvo que retirarse al no poder vencer las tropas españolas, comandados por un hombre tuerto, manco y cojo. “God damn you, Lezo!” Fue la última frase pronunciada por Vernon antes de su retirada. En cuanto a Blas de Lezo, olvidado por su país, murió en Cartagena de peste y nunca se supo dónde fue enterrado.
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La Heroica: ¿Ciudad dormía la siesta?
https://www.youtube.com/watch?v=qERhVVG944Y
"La heroica ciudad dormía la siesta. El viento Sur, caliente y perezoso, empujaba las nubes blanquecinas que se rasgaban al correr hacia el Norte. En las calles no había más ruido que el rumor estridente de los remolinos de polvo, trapos, pajas y papeles que iban de arroyo en arroyo, de acera en acera, de esquina en esquina revolando y persiguiéndose, como mariposas que se buscan y huyen y que el aire envuelve en sus pliegues invisibles". La Regenta, de Leopoldo Alas 'Clarín’ (1852)
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DÍA 2
Llegar puntuales a la cita de nuestro encuentro con el mar a las 8:00 de la mañana era nuestro primer pensamiento del día, hecho que se vio irrumpido por un fuerte aguacero que cayó en Bocagrande, posterior a ello logramos arribar al mar unos minutos más tarde. El fuerte viento que levantaba la arena y el cielo oscuro nos indicaban que el mal tiempo para el mar se acercaba. A��n así abordamos la lancha con rumbo a Isla Draga como primer destino. Las fuertes olas que se generaban por el mal tiempo golpeaban la lancha, el agua salpicaba en nuestras caras y nuestros no indiferentes al movimiento saltaban junto con el movimiento de lancha golpeando el mar.
Al llegar a Isla Draga el primer recibimiento fue por parte de tres perros, uno de ellos un cachorrito que no contaba con una pata. Agitando sus colas y acercándose al muelle nos hicieron notar la alegría de ver nuevas personas, o tal vez simplemente era la esperanza de encontrar algo de comida. Allí además de los tres perros que nos siguieron en el recorrido encontramos el Fuerte de San José que fue construido en el siglo XVII, como refuerzo al Fuerte de San Fernando con el fin de reforzar la defensa del paso a Bocachica. Su estratégica forma de flecha permite tener una amplia visión de los puntos estratégicos a cuidar y defender. La soledad del lugar, lo pantanoso de su suelo y la capa verdosa que se forma a causa de la humedad nos muestran el abandono de un lugar que habla y en cada rincón y que relata la vitalidad que algún momento experimentó. Cada cosa puesta en su lugar con un ingenio estratégico que buscábamos descifrar empíricamente, pero que poco a poco iba cobrando sentido y trazando una linealidad histórica a medida que se iban develando sus usos y funciones.
Las paredes de lugar narraban a partir de grafitis de la época realizados por quienes habitaban estos espacios, y que en su cotidianidad de permanecer en un Fuerte en una isla para defender sus interés, reafirmaban una humanidad que se borra de la narrativa al pensar a quienes disparaban los cañones o quienes hacían guardia en el lugar. Estos grafitis dan espacio para pensar el ocio, el aburrimiento, la diversión, la burla y la mofa de los actores del lugar. El factor ambiental también hace presencia en el lugar ya que es un importante hacer un énfasis en el ingenio de los materiales construcción y pintura del lugar ya que a pesar de contar con altos grados de humedad estos no han afectado los dibujos que se plasman en las paredes, por el contrario, algunas restauraciones que se pensaron hacer en el lugar sí cuentan con deterioro, poniendo en evidencia que en la época existía un gran conocimiento del entorno físico biótico y que contaban con estas características para utilizarlas a su favor. Para retratar lo mencionado con anterioridad en la parte superior del Fuerte se construyeron aljibes que almacenaban agua que caía de la lluvia y que a partir de una serie de canales y de una leve inclinación en el piso que dirigía el agua hacia estos generaban pozos de agua dulce para su consumo.
El ingenio de la construcción se evidencia también la facilidad y la rapidez con las que se debían hacer las cosas en un entorno de guerra, tomaban en cuenta lo pesado de los cañones y buscaban la forma de transformarlos con facilidad creando rampas para su transporte. Las escolleras, bloques depositados en el fondo del mar para evitar que el enemigo arribe al Fuerte o retrasar su llegada para ingeniar una estrategia, trae a colación la previsión de las situaciones y el imaginario de los posibles escenarios que se planteaban.
Arribamos nuevamente a la lancha para continuar con nuestro destino final: Bocachica. Un lugar designado para los obreros de las construcciones de los fuertes. Al llegar lo primero que se observa debido a su inmensidad es el Fuerte de San Fernando, allí pone en evidencia que un bien de interés cultural puede dejar de ser ajeno a la comunidad s y con inversión social, económica y cultural se pueden generar espacios de trabajo en conjunto con la comunidad para así resignificar el uso de estos espacios arquitectónicos cargados de historia. Trabajar de la mano de los habitantes de Bocachica que carecen de elementos básicos como lo es el agua, tratamiento de basuras, acceso a la educación y salud; permitirá generar nuevas alternativas económicas, sociales y académicas en la población que darán paso a diversas dinámicas en la relación del humano con la historia del lugar, lo cual lleva a la población a un empoderamiento que permite que abracen su historia y se hagan participes de ella en términos de conservación y perpetuación de los hechos que alguna vez ocurrieron en el lugar y que sus edificaciones narran a través de las voces de sus habitantes en la actualidad. El ingenio de quienes defendían este fuerte tampoco se hizo esperar, pues en lugar de Escolleras como estrategia de defensa, en un intento desesperado por impedir la llegada de los franceses, hundieron 3 navíos ingleses para así formar una especie de bloqueo y retardar el arribo de estos a la isla.
De camino hacia las Baterías de San Felipe y Santiago, se suma al grupo Maritza con un poco de timidez que va perdiendo mientras se suman más pasos en la caminata. Para llegar a las Baterías tomamos la ruta que traza el borde del mar y llegamos a la batería de San Felipe, la ruinas eran evidentes, nos encontrábamos frente a lo que fue un campo de batalla y lo quedó de él. Esta batería era un sistema de defensa del canal de Bocachica junto con las baterías de Santiago y Chamba, que cumplían la función de retrasar los desembarcos y proteger el Castillo de San Luis de Bocachica. Se ubicaba al oeste para así aprovechar la visibilidad de la zona, se destruyó a mediados del siglo XVIII. Al darle una mirada más detallada se puede evidenciar que existen aún hoy en día marcas del movimiento de la cureñas, reflejando otra muestra del uso y del desgaste que hubo en las batallas que se presentaron en la época. Aún más evidente era el hecho de encontrar esquirlas de balas que determinan el lugar como un claro campo de batalla. De regreso, visitamos la batería de Santiago de la cual quedaban pocas ruinas techadas con tejas rojas, al igual que la batería de San Felipe, como parte de los procesos de integración al turismo de estos espacios
De camino se observan grandes y lujosas construcciones de hoteles que reflejan la problemática de fácil acceso a los predios a bajo costo para así construir lujosas instalaciones que llenen los bolsillos de quienes más tienen. Los extremos de la pobreza y la riqueza se encuentran en un mismo espacio para reafirmar una vez más la desigual y el poder del dinero. Pues Maritza comenta que es un hombre que se hace llamar el Árabe y que tiene grandes cantidades de dinero y poder, lo cual le ha permitido acceder a varios predios de la zona. Equipados con armas arriban al lugar demostrando que no existe un control sobre quienes colonizan nuevamente las tierras de los pobres.
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DÍA 1
Yo tengo para ti mi buen amigo
Yo tengo para ti mi buen amigo
un corazón de mango del Sinú
oloroso
genuino
amable y tierno
(Mi resto es una llaga
una tierra de nadie
una pedrada
un abrir y cerrar de ojos
en noche ajena
unas manos que asesinan fantasmas)
Y un consejo
no te encuentres conmigo
-_ Raúl Gómez Jattin._
Generalmente, cuando escuchamos sobre Cartagena de Indias podemos referenciarla como una ciudad turística, habitada por personas alegres, lugar en donde el mar y la brisa acaricia los rostros; sin embargo, esta noción puede presentarse superficialmente, pues Cartagena, territorialmente, desde su paisaje y arquitectura nos devela una realidad histórica en donde la memoria, tanto individual como colectiva, da cuenta de todo un proceso de edificación del ser, sus luchas, disputas; e incluso los procesos de colonización, denotan en las calles un tinte curioso, un relato que el turismo quizás no quiera que sepamos.
Nuestro primer día en Cartagena claramente sería turístico, la premisa era recorrer esos caminos colonos e ir reconstruyendo la historia paso a paso, no obstante, no iríamos de ingenuas, pues bajo la óptica de una arqueología urbana, histórica y militar podríamos leer el paisaje y sentir sobre nuestras corporalidades el agotamiento del saber, pues cinco rolas en Cartagena traerían consigo una cuota de condicionamiento geográfico, físico y climático.
Pasadas las 10 am del 27 de septiembre, nos encontraríamos en la Torre del Reloj. Preparadas con hidratación, suficiente bloqueador, sombreros y ropa ligera nos dirigíamos hacia el lugar; pero ingenuas, en el recorrido decidimos accidentalmente tomar una ruta larga con vista al mar, influenciadas por la charla que se daba entre nosotras; finalmente, nos encontramos en el Museo Naval y comenzamos el recorrido contemplando aspectos demográficos, históricos, urbanos y militares.
El profesor Carlos, comenzando el recorrido toma la premisa de recordar y entender que entre los tantos campos con los que cuenta la arqueología se encuentra la histórica, la cual comprende el proceso colonial, y situándonos en el contexto de Cartagena, es posible dar cuenta del modo en cómo se enmarcan diversas relaciones con las poblaciones afro que llegaban al territorio; por otra parte, se encuentra la arqueología prehispánica que abarca el contexto anterior a la llegada de los españoles, sus relaciones productivas y demás.
Entre los primeros momentos, nos dirigimos al Baluarte de San Ignacio de Loyola, ahí tanto el profesor Carlos como Alejandro - un compañero estudiante del profesor - nos comentaban que anteriormente los patrones de asentamiento en Cartagena se daban por pequeñas aldeas en donde las personas que allí habitaban vivían por núcleos. Posterior a ello, nos dirigimos al costado de la muralla en donde pudimos dar cuenta que esta, anteriormente, era mucho más alta de lo que en ese momento percibíamos, pues en la época colonial, el punto cero (0), es decir, la primera planta era mucho más baja que actualmente, lo cual denota que allí abajo es un potencial arqueológico para descubrir, lugar que claramente el profesor Carlos ya había resaltado su curiosidad, ya que nos comentó que en años anteriores él realizó una excavación en donde descubrió que la altura de la muralla era mucho más alta.
El sol pegaba duro en los rostros de nosotras, y mientras el profesor - ya aclimatado - nos comentaba sobre la fortificación, se acercó un vendedor de pie a ofrecernos un rico y refrescante jugo de mandarina, el cual tres de nosotras procedimos a comprarle y saciar la sed; no obstante, mientras el profesor continuaba con su interesante relato, en su rostro no podía ocultar algunos gestos, aunque no solo fue él, sino algunas otras compañeras. Una vez el señor se retiró, el profesor Carlos nos comenta: “ustedes son muy guerreras”. A lo que, confundidas, preguntamos del porqué, pues luego el profesor junto con Alejandro nos contaban que el hielo que utilizan los vendedores no suele ser tratado con la higiene que debería, claro, sus ejemplos fueron mucho más explícitos y gráficos. Más allá de la anécdota, es importante mencionar el modo en cómo se maneja el acueducto y la ‘potabilidad del agua’ en ciudades costeras como Cartagena, e incluso en la mayoría de zonas de Colombia, pues es poco usual que se pueda beber agua de la llave y esto da cuenta del modo en cómo se relacionan las personas con el agua conforme es su territorialidad y ubicación geográfica; pues, si bien, en Cartagena la relación con el agua de grifo es totalmente diferente a su relación con el mar o los ríos, caso contrario que en Bogotá, ya que esta es una ciudad sin mar, pero abarrotada por el desarrollismo capitalino con ínfulas neoliberales.
Ahora bien, continuando con el recorrido, en el Baluarte llamaba la atención las técnicas de construcción utilizadas en la muralla, pues se podía evidenciar la diferencia entre el material usado, las variaciones y restauraciones realizadas y el modo en cómo los procesos históricos y coyunturales iban modificando poco a poco la muralla, imaginándonos cómo podía ser hace 300 años en comparación a ahora. Entre los materiales utilizados, se pudo destacar la piedra coral y la piedra sillares, lo cual denotaba cómo al utilizar diferentes materiales de manera estratégica protegían la muralla; asimismo, entre las excavaciones que realizó el profesor Carlos, pudo resaltar - y nos explicaba - que como táctica las personas en la época utilizaban canoas las cuales llenaban de basura para construir la muralla, pues esto les permitía dar paso a la edificación de la misma.
Conforme iba transcurriendo el recorrido y la palabra, era posible detallar que el Baluarte estaba conformado por diversas estructuras, las cuales, tienen una connotación, un nombre y una funcionalidad específica que se presentaba a la hora de estar en combate, disputándose el territorio. Situarnos imaginariamente allí no fue difícil, pues al contar con tanta cultura material y elementos podíamos hacernos un idea de lo que simbolizaba ocupar ese lugar en el contexto del siglo XVIII y XIX. Un ejemplo de ello, se presentó cuando el profesor Carlos nos narraba sobre el origen y significado del Baluarte - palabra que hemos mencionado ya bastante -, pues estas son las esquinas que sobresalen de la muralla y su función consistía en ser el punto fuerte de la defensa que se encontraba batallando en contra de las tropas enemigas. Por otra parte, también se encontraban pequeñas edificaciones en las esquinas de los baluartes las cuales se denominaban garitas, su función consistía en ser puestos destinados a la vigilancia de los soldados.
Siguiendo el hilo, cerca de las garitas es posible observar que, por estrategia, se encontraban los cañones, estos cumplían un papel fundamental en el campo de batalla, ya que eran el principal armamento. Los cañones se componían por la tronera, espacio por donde el cañón saldría; el parapeto, muro allegado al cañón y punto de apoyo de los soldados en su posición de ataque; y por último se encuentra la cureña, base en la cual la bola de cañón - tan pesada - podría tener apoyo y movilidad.
Ya casi se acercaba el medio día, por lo cual nos dirigimos a recorrer las calles de la Cartagena amurallada. En el caminar, nos deteníamos a observar las casas - transformadas - prestas para ser parte del comercio turístico, pues se lograba evidenciar el contraste entre las casas barriales y las que fueron compradas para ser distintos tipos de negocios. Pues en la zona, no es un secreto que el comercio se mueve bastante. Existen calles donde hay varias boutiques con costos son exorbitantes, en ellas se podría ver personas de distintas partes del país y del mundo, pero en la calle de al lado se veía el comercio local y ambulante, en donde se vendía agua de coco y diversas frituras para pasar el hambre.
Entre las conversaciones que teníamos en las noches, todas llegamos a la conclusión de sentir esa parte de Cartagena como una maqueta, presta para exhibirse y hacer parte de la Colombia profunda relatada por las y los extranjeros, pues en esas calles no viven las personas locales, ya que por los procesos de gentrificación el predio sube de precio y pagar los impuestos del lugar es bastante costoso para los habitantes, por tanto, aquellas personas de a pie se desplazan a esas zonas para comerciar y mover su economía; sin embargo, ellas viven en los barrios que se han conformado por la gente y el desplazamiento a las afueras de la ciudad o en los - mal llamados - barrios “invasión”. Esta es una realidad que, si bien se conoce, poco se habla de ella, porque como muchas colombinas y colombianos, no solo de las zonas costeras, somos las y los nadie, que nos enfrentamos aun existir de sobrevivencia, en donde toca trabajar o intentar estudiar con el estómago vacío, pero que lucha y resiste desde sus subjetividades de concepción de mundo, experiencial. Pese a lo difícil de las situaciones, el rebusque y demás, se logra sacar momentos que significan la existencia misma, momentos que podríamos categorizar como alegres.
Las calles son espacios de socialización continúa, las personas, las puertas, las paredes, el suelo, el cemento, los edificios y el paisaje en general nos hablan, contienen una significación y territorialidad que expresan las relaciones y el tejido que históricamente se ha construido. A través de breves carteles satíricos que aludían a la realidad violenta del país, o de la palabra que se da entre vecinos es posible dar cuenta que en cada rincón hay personas que resisten y mantienen la esperanza de dignificar su vida, la de su familia y su comunidad.
Al rededor de la 1:00 pm ya comenzaba a hacer hambre, por lo que nos dirigimos a almorzar en un restaurante que el profesor Carlos ya conocía, luego de ello y de nuestro debut en las noticias nacionales fuimos a dar un paseo en bicicleta, si, en pleno rayo de sol. Pese a una breves deshidratadas y algunos tropiezos en la bicicleta, fue una importante y bella experiencia.
Comenzamos el recorrido en la Torre del Reloj para tener nuestra primera parada en la Plaza la Trinidad, allí observábamos el paisaje y la arquitectura, pues era un lugar muy bello y, asimismo, donde el comercio ambulante era muy presente. Algo que llamo nuestra atención era ver a las mujeres palenqueras, con su indumentaria identitaria vendiendo a los transeúntes una foto con ellas. Esto da cuenta de los diversos modos de economía que se presenta, pues si bien, de modo superficial podría decirse que es una forma de vender una cultura, pero realizando un análisis, esta es una forma de subsistir en una Cartagena en donde - de manera intencional o no - se suele romantizar todo, por lo tanto, en un país con tan pocas oportunidades, es un trabajo geográficamente estratégico, pero a su vez, suscita un sinfín de reflexiones a partir de las relaciones histórico-raciales de poder en el territorio, de fetichización, y de entrever a esa “otra” representada, desde sus posiciones de luchas y desde la edificación que el blanco ha hecho sobre ellas. ¿Por qué representarse?, ¿por qué la urgencia de identidad? Claramente, por la opresión que los pueblos negros han vivido desde hace mucho tiempo atrás que 1492 y hoy, 500 años después, es una lucha que persiste porque las estructuras mentales racistas aún permean la episteme del ser contrariado, de la academia y de Colombia.
Continuamos el recorrido y nos dirigimos a las calles de Getsemaní, lugar muy visitado por las y los turistas, pues cuenta con un paisaje bello, casas coloridas y cuadras pintorescas. Luego, aledaño al barrio, nos dirigimos a una muralla, la trepamos, y pudimos observar a lo lejos el Castillo San Felipe. El profesor Carlos nos comentaba sobre los cambios espaciales en la zona y, asimismo, la importancia de los manglares bajo un contexto de la arqueología de la guerra.
Finalizando, en la agenda del día se tenía pensado ir al Museo Naval, pese a que estábamos algo agotadas por el calor, fue un aprendizaje importante. Conocimos sobre las y los primeros pobladores que habitaron el territorio de Cartagena, en donde se pueden observar piezas e instrumentos líticos tequendamienses de los cazadores recolectores de la época.
Luego, en el recorrido se nos presentaban maquetas y exhibiciones sobre las fortificaciones que hoy conforman Cartagena, pues estas construcciones generaron un giro en el modo en cómo se concebía la defensa, pues algunas murallas construidas en la época colonial pretendían defender las zonas con condiciones climáticas estratégicas en donde las tropas enemigas se les dificultara la entrada.
Es interesante ahondar y comprender sobre lo que significan y representan históricamente estas fortificaciones, pues dan cuenta, bajo el marco de la arqueología de la guerra, del modo en cómo las personas tejen relaciones, alianzas y estrategias por la territorialidad que representa habitar Cartagena. A hoy, aunque los conflictos bélicos ya no son presentes, en el paisaje siguen estando latentes y son parte de una historia que no debe ser olvidada. La invasión, invención y colonización de América es un hito que permea la realidad y el modo en cómo la concebimos.
#Jattin#RaúlGómezJattin#Cartagena#JugodeMandarina#MuseoNaval#DerrotadasPorElSol#RecorridoEnBicicleta#Baluarte#SanIgnacioDeLoyola#cañones#Existiendo
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DÍA 3
“Fuiste heroica en los años coloniales, cuando tus hijos, águilas caudales, no eran una caterva de vencejos.
Mas hoy, plena de rancio desaliño, bien puedes inspirar ese cariño que uno les tiene a sus zapatos viejos” (López, 1976, 243).
Nuestro segundo día en la isla Tierra Bomba. Esta vez el grupo llegó temprano, estuvimos puntualmente a las ocho de la mañana para recibir la lancha en el puerto, estábamos más preparadas, con zapatos que se pudiesen mojar tras la humedad del mar, vestido de baño, agua, bloqueador y algo para picar, preparadas a caminar. Llegamos más o menos en 20 o 15 minutos hasta Tierra Bomba, llegando se notaba la diferencia sustancial entre Bocagrande, Cartagena y Bochachica, el estilo de vida era totalmente diferente.
Las calles nos hablaban completamente de las condiciones de los habitantes de la isla, encontramos las fachadas de las casas llena de colores y con rejas usualmente de colores claros y pasteles, las calles estaban llenan de perros que cuidaban la zona, el piso estaba color arena y el sol picante que hacía ruido con la fuerza del calor mientras caminamos. En el diálogo de la caminata, reconocimos los procesos de gentrificación, las personas que habitaban la isla habían sido expulsadas de su espacio, construyendo un barrio que contaba la historia de la problemática de las clases sociales y el acumulamiento de un privilegio que solo era para unos pocos. Este asentamiento se fue consolidando y construyendo al rededor de mucha historía, donde no hablábamos de solo una cultura material, o una arqueología urbana sino además de hogares. A su vez de la cotidianidad en las calles, como la presencia de la capilla
Nos encontramos entonces con esta edificación, un túnel construido llegaban hasta el ingreso de la batería, y que en su momento tuvo una salida hasta el mar. Parte de esta edificación representaba la antiguedad de la construcción según su principio de uso, debido a que realmente ahorita estaba inhabilitado, siendo parte más del patrimonio que del uso público.
Sin embargo no solo nos encontramos con la historia en la urbanización colonial, sino también la historía contada en el suelo por los habitantes del lugar, los ancestros oriundos del caribe, sus experiencias de vida plasmadas en recuadros coloreados por vidrios, nos mostraban la pesca, su relación con el mar, los barcos, las embarcaciones y los festines.
Nos encontramos además con el botadero de la zona, o como se conoció en su tiempo, El Horno del Gran Diablo. Su material el cual ha sido el mismo con el que se construyeron las murallas ha permitido la conservación de la zona, este horno fundía la cal para posteriormente usarla en construcciones, sin embargó en un periodo posterior, terminó siendo un horno crematorio para los soldados caídos. Actualmente está lleno de basura, su olor era bastante prominente y se reconocía que el calor era supremamente más picante
Después de recorrer el barrio de la isla, empezamos a subir y llegamos al fuerte de San Ángel, como lo dice el nombre, era un fuerte utilizado por los españoles para protegerse de los ataques Este fuerte se caracterizó por posición, debido a que el panorama del fuerte les permitía tener una vista panorámica importante tras la llegada de tripulaciones enemigas que vinieran a atacar. Sin embargo, estratégicamente no eran muy bueno debido a que su ubicación no les permitía atacar directamente a los ingleses. Por eso mismo su infraestructura continuaba casi que intacta, los cañones estaban completos y las paredes no habían sido derrumbadas.
La importancia que tenían los cañones en la fuerza de ataque era supremamente importante, utilizaban las mechas, las cuales le prendían fuego y estas empujaban la fuerza de la bala para lanzarla a los barcos. Los cañones además de ser pesados, al lanzar la bala se movían para atrás, conformando entonces lo que tiempo después se vendría descubriendo las líneas del movimientos de los cañones, importante para el descubrimiento arqueológico.
Posteriormente, llegamos a un fuerte que había quedado casi que totalmente destruido, a ese fuerte llegaron los ingleses y atacaron, sin darle oportunidad de respuesta a las tropas españolas. Los muros estaban caídos, los cañones no estaban en su sitio original o simplemente no estaban, y se encontraron vestigios de tazas de té, seguramente de los ingleses que celebraban su triunfo.
Continuando con el recorrido, realizamos un levantamiento planimétrico, a partir de una línea base, encontrar la perpendicular de cada zona importante en el reconocimiento arqueológico de la batalla.
Terminando el recorrido, descubrimos que El Árabe era dueño de casi toda la isla, reafirmando el problema de gentrificación no solo en las zonas aledañas o en la misma Cartagena, sino además en Bocachica, el asentamientos de quienes habían sacado de sus hogares. El árabe era dueño de muchas hectareas, contando el mar, para el acceso a ciertas zonas sobre el mar era necesario o pedirle permiso, o coger por otros caminos. Los mismo ocurría al caminar sobre los fuertes y las baterías. Cuando pasamos cerca al hotel, también de su propiedad, la seguridad era impresionante, nos vigilaban, nos observaban y nos lanzaban a los perros de seguridad para no acercarnos a observar el sitio.
Después, fuimos al mar, a tomarnos unas cervezas después de almorzar pescado.
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