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La noche pasea por el cielo y su vestido ahuyenta las nubes que ahora dejan al descubierto una lumbrera menor. Bajo el umbral del cielo se encuentra mi alma aún recogiendo los escombros de aquella guerra sin sentido sobre quien hería más al otro.
Los pensamientos se llenan de lágrimas y llueve sobre la mente que tantas veces cuidaste del caos. Sigues en aquel espacio donde el odio no puede tocarte pero tampoco el amor. Y mis pasos que constantemente se alejan vuelven al punto donde nos enamoramos.
Tu rostro reaparece entre la multitud como si tratase de una manifestación macabra del subconsciente que no me deja olvidarte. Porque siempre podíamos sentir cuando el otro estaba cerca, no podíamos dejar de mirarnos, de buscarnos.
Estos sueños me atormentan, tu perfume llega con el viento y suelo verte en otras personas. No me dejas ir y regresas cuando te olvido, como si pudieras sentir que se desvanece nuestra historia.
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De tu pecho nace una luz cálida y tenue que despierta mi atención, que me hace pensarte en la fría soledad. Pero, cuando nuestras miradas se buscan, la tristeza toma protagonismo y no puedo evitar voltear.
No sé por dónde tocarte sin lastimar las heridas que no han podido sanar con el tiempo. No entiendo la dirección de tus pasos pero sigo extendiendo mis brazos para ti. Sigo creyendo que eres la versión que me notó entre tantos rostros y llenó mis días de cariño y risas.
Mis sentimientos no han cambiado pero mi alma se agobia cuando te quiebras y no puedo recoger tus pedazos. No puedo ignorarte cuando sufres, cuando tu ego está herido y tu reflejo muestra otra cosa. No puedo pretender que nada pasa cuando tu pecho se torna azul y comienzas a morir de frío.
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Los seres humanos están llenos de defectos. Irónicamente, aquellos cuyos defectos son más visibles que los del resto, tienden a resaltar los ajenos. Porque la vida para algunos trata de hundir y maltratar, dejando al descubierto la suciedad que cubre sus almas y la disfunción que tiene su cerebro. Una persona buena, jamás encontraría gracioso el maleficio de otro.
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Como si fuera un cuento de horror, había sangre por todo el cuarto de baño. Sentía ruidos que provenían de ningún otro lugar que mi cabeza. Temblaba y la visión borrosa por los efectos del alcohol hacían de la escena un lugar macabro. Había un sujeto en el suelo con la cabeza abierta. Risas, voces, todo giraba, figuras fuera de registro y un sentimiento de peligro que crecía segundo tras segundo mientras permanecía en aquel cuarto. Algo venía, lo escuché correr a pasos agigantados. Un alarido me hizo entrar en pánico. No podía correr, ni ocultarme. Las voces, los ruidos, hicieron de mi un ser infuncional y nervioso mientras los pasos sonaban cada vez más cerca. Cerré la puerta aún sabiendo que eso que se acercaba podría romperla. Sentí frío y la garganta seca, no entendía que pasaba y el olor a sangre me provocaba náuseas. Debía salir, no habían ventanas, sólo la puerta que conducía al pasillo por donde se acercaba aquel espectro. Todo quedó en negro y por un momento creí desfallecer.
Cuando abrí los ojos estaba en el baño de mi casa. Al parecer había caminado dormida otra vez. Y sentía un temblor inusual a causa de la pesadilla, aún sentía miedo. No podía dejar de pensar en todo eso. Sentí algo extraño todo el día a causa de eso y no podía hablarlo con nadie, sólo era un sueño. La gente ya estaba demasiado ajetreada como para sentarse a escuchar la pesadilla de una chica en su cuarto de baño.
Traté de cerrar los ojos para liberar tensión. Pero un rostro que no logro describir o dibujar aparecía en la oscuridad de mi mente. Cuando los abría era algo totalmente contrario, mis compañeros de clase molestando, saliendo del aula a la cafetería, algunos copiando la clase del día anterior. Pero aunque todo lucía totalmente en orden, algo no estaba bien. Los colores ese día vibraron en una frialdad inusual, y me sentía observada.
Estás ausente hoy -dijo Román. Un muchacho que no dejaba de hablarme en los recreos incluso si lo ignoraba. Hice caso omiso a su comentario y seguí pensando en el sueño. -Bueno, quizás tienes algún problema pero debes entender que la vida... -comenzó a soltar palabras como si le hubiera pedido eso. Me puse de pie y regresé al aula, a pasar lo que quedaba de recreo sola.
De regreso a casa antes de entrar a mi habitación, creí escuchar una risa semejante a la de mi madre. No había nadie en casa, quizás el cansancio me estaba haciendo escuchar boberías. Tomé un baño y por un breve instante logré calmar el miedo, hasta que recordé el sueño. Salí corriendo hacia mi habitación y cerré la puerta con seguro. Abrí todas las puertas del closet por si eso estaba oculto allí. Cerré todas las ventanas, le di vuelta a los espejos y miré bajo la cama. Aún en toalla y con el cabello húmedo me senté en una esquina de la habitación con el celular entre las manos para poder captar cualquier movimiento inusual. Mamá no llegaba del trabajo, y me sentía vulnerable. De pronto el terror del sueño tomó sentido aquella tarde. Perdí la noción del tiempo mirando un punto fijo de la habitación. La puerta se abrió y solté un grito, era mi madre. -¡muchacha! ¿estás loca? -me miró por algunos segundos y entonces terminó de entrar -¿qué tienes? Estás pálida. Quería decirle que me sentía acosada, pero me preguntaría sobre el acosador y no podía decirle que era algo proveniente de un sueño.
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Los días comienzan mirando un lienzo totalmente en blanco hueso y, muchas veces al lado contrario de la pared, una meseta de caoba oscura donde se aloja un despertador electrónico color verde y algunas píldoras para dormir.
Los sueños lúcidos de la noche anterior se mezclan con los pensamientos caóticos que irrumpen en mi mente a horas tempranas de la mañana. Creo que de alguna forma mi subconsciente canaliza los sentimientos y deseos a través de aquellos sueños. Pero no estoy seguro. En realidad, todo parece incongruente.
La última vez que me sentí alentado a romper la zona de confort, toqué los pechos de una chica. Y no sé en qué estaba pensando o qué quería hacer exactamente, porque inmediatamente sentí entre mis manos aquellas pelotas de grasa, suaves y elásticas, perdí el control y me encerré en el baño por una hora. Cuando salí ya no estaba. Confirmando el desastre, un mensaje de texto: "Eres un imbécil". Creo que aquella noche aprendí dos cosas: que era un imbécil y que mi experiencia sexual se resumía a las películas triple x que descargaba en una página ilegal.
Ese recuerdo me hizo sentir vergüenza tardía, y lo disolví con la frase que me excluía de cada pecado, "el pasado es pasado". Sin percatar que aún tenía el pene erecto, como cada mañana.
Quería ser director, exactamente de películas porno para lesbianas. Mezclar la vocación con el morbo me resultaba algo sumamente tentador, de no ser por un pequeño problema: aún era virgen. Quería dirigir algo en lo cual carecía de experiencia. Es como si quisiera ser jefe en la torre de control de un aeropuerto sin haber volando o estudiado sobre aviones. Fracaso total.
Quería llevar aquella industria a un nivel más caótico y placentero. Plasmar las fantasías sexuales de millones de mujeres en un simple video. Explotando la sexualidad, estética y erotismo que desborda el cuerpo de cada mujer. Soñaba con todo eso. Incluso me sorprendía pensándolo en situaciones donde no debería, un velorio, por ejemplo.
Tenía problemas en las relaciones interpersonales y no me refiero a nada grave. La cuestión era que sentía que la gente sabía de mis pensamientos. Cuando una mujer me miraba, rápidamente apartaba la mirada. Quizás pudo leer mi mente y descubrir que la imaginaba con una lencería de seda negra en tacones de clavos mientras me hacía una felación -¿qué rayos, Andrés? ¡No!
He tomado la decisión de abrirme paso entre las espinas de este mundo para conseguir una hembra y saciar todos los deseos reprimidos y grotescos que hay en mí. Comencé a buscar en una aplicación de citas. La primera que logré atraer era una panameña, alta, ojos preciosos y alma fiestera. De esas que duermen sobre cualquier sujeto al caer la noche. La cosa es que era muy quisquillosa y terminé por inventar una excusa aquella noche. La segunda era de origen israelí, pero algo en su manera de mirarme me aterró. La última era una local, piel bronceada, caderas anchas y risueña. Lo primero que hizo fue apretar mi pene como si fuera un pedazo de plastilina. Y si en algún momento de esa noche su figura logró endurecer algo, sus manos lo destruyeron dolorosamente.
:v ya no sé qué más poner ekisdé.
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Empezó la melodía. Suave, dulce, coqueteando en mi mente para encontrar aquellos recuerdos. Me he acomodado en mi sillón, puedo saborear el amargo de tu ausencia. Ya han pasado tres años desde que te conocí, y uno desde la última vez que hablamos.
Lamento haberte desplazado cuando empezaste a mostrar tus sentimientos. Supongo que en aquel entonces sentí pánico de que me volvieran a herir, dejar, romper. Al final, te fuiste, yo te alejaba. Venías a mi cada tarde, cada vez que podías sacabas luz para hacerme mirar en tu dirección.
Al final, no fui feliz. Me equivoqué. Lamento haberle roto el corazón a otro. Cada vez que él me besaba, pensaba en ti. Cada vez que tocaba mi cabello, te recordaba a ti. Cada vez que salíamos o mirábamos alguna película de terror o de galaxias lejanas... tu fantasma estaba presente. Porque tú lo hubieras disfrutado genuinamente como yo. Sé que a tu lado andaría por las carreteras a toda velocidad, contando estrellas, visitando el mar cada vez, comiendo lo que querías cocinar. A tu lado, hubiera sido genuinamente feliz.
Hasta ahora entendí tu frase "alguien que está presente en tu vida, te quiere locamente. Sólo debes tenerle paciencia, está atravesando por algo difícil, pero te quiere". Pensaba que lo decías para consolarme, pero jamás imaginé que se trataba de ti. Me duele cada vez. Pero estoy feliz. Porque ahora estás con ella. Y he notado como brillan tus hermosos ojos verdes.
Lamento si no respondo a tus textos, pero no creo ser feliz si el precio es romperle el corazón a ella. Ella te supo cuidar mientras yo me llené de inseguridad y terminé saliendo con otro para darte celos. Diez meses duré en ese juego, esperando por ti. Ya no aguantaba besarlo, abrazarlo, decirle que me parecía atractivo... porque no era así. Cada vez pensaba en ti, siempre estuviste ahí. Pero ahora, que la tienes a ella, por fin te animas a venir a mi.
Lamento volverte a empujar fuera de mi vida. Pero ya la tienes a ella. Muy hermosa, de hecho. Sin embargo, aunque te aprecio, ya no me gustas. Finalmente me gusta alguien más.
Jay~
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Tenía miedo de que ella supiera la verdad. Que era irremplazable. Que como ellas no habían dos exactamente iguales. Que era una gota de aceite en un mar de gotas azules idénticas. Que cualquiera hubiera abandonado la pelea con tal de hacer el amor. Que la inseguridad estaba en él y no en ella, y por eso trató de hacerla sentir pequeña. Porque sabía perfectamente que ella era luz, paz, amor real. Que otro trataría de conquistarla. Que ella se iría al darse cuenta de que merecía un trato mejor.
Jay~
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Mi esposa es joven, muy joven. Es la alegría de mis días y el amor más leal y puro que jamás pensé encontrar. Me llena de mimos, besos, caricias. Me regaña, pelea, se enoja. Pero al final del día, me ama; y me pide disculpas aunque la razón la tenga ella, porque ha aprendido que con los seres queridos, uno no se puede ir a descansar en enojo. Porque un día están, y al otro no. Mi esposa es joven, pero tiene un alma vieja. Muy vieja. Mi jovencita.
Jay~
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Tenía un ave hermosa. La última de su especie. Me sentí afortunado al encontrarla y traerla conmigo a casa. Era tan peculiar, ¿cuándo se ha visto a un ave seduciendo a un humano? La escuché cantar. Le brindaba agua y alimentos. Le daba mimos en las tardes.
Un día vi como extendía sus alas tratando de alcanzar el vuelo, y le tomé por una patita. Le puse un hilo y ya no podía escapar. Pero, ¡ay! Ave tan mañosa como esa. Terminó picoteando el hilo y otra vez se preparaba para volar. Entonces le tomé por las alas y la dejé en una jaula. Olvidé alimentarla, darle de tomar, mimarla. Cada día más flaca y más triste. Mi ave ya no cantaba para mi. Ya no sentía su cariño.
Volví al campo y me distraje con nuevas aves, mientras que ella se moría en el cautiverio. Un amigo mío, quien me fue a visitar, notó lo hermosa que era ella. La sacó de la jaula y entre sus manos y cuidados, volvió a cantar. Mi corazón dio un salto, cuando entendió que mi ave ahora le pertenecía a otro y ya no quería estar conmigo.
Aveces voy a su casa, para verla volar en el amplio jardín. Con sus hermosas alas doradas. Recordando como jamás le hice feliz.
Jay~
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Alguna vez, conocí a una chica que llegó a quererme por algo que es tan simple y tonto, "mi alma". No creí que alguien en una época como esta buscara amor genuino. No creí lo que tenía en mis manos, ¿quién era ella para tratar de engañarme?
No le presté atención a sus ojos cuando me miraban. Aquellas expresiones tan infantiles y a la vez tan dulces. No quise sentir la calidez de sus palmas cuando tomaba mi mano como un acto en vano que para ella, era más placentero que el mismo sexo. Así de pura era. Así de especial alguna vez tuve a ese ser.
Me decía que no lloraba, pero en sueños vi como se deshacía en las noches llorando porque su vida era un desastre que no sabía remediar. Era muy frágil y por ahí le miraba, enfrentándose a los gigantes como si fuera la reina del universo. Llena de miedo, pero siempre con la frente en alto.
¿testaruda? Ni te imaginas. Pero llegó a doblegar su terquedad por mi. Eso era amor, la expresión más obvia de amor, y no supe entenderla. Le quería, pero la empujaba lejos. Porque algo en mi me hacía dudar. Y es que, claro. Cuando tienes una vida probando agua con azúcar, es difícil acostumbrarse a un jugo de manzana auténtico.
La tuve, me amaba, y no serví para iluminar su vida. Pensó en llamarme, escribir, gritarme. Pero se detuvo cada vez -¿por qué no lo hiciste, pequeña?- claro, yo le hubiera dicho que exageraba y era una tonta. Cosa por la cual jamás se abría con las personas, y me eligió a mi para ser ella misma, y yo le llamaba "tonta". Más tonto fui yo.
Pasaron los días, pasaban... y no la buscaba para saber hasta donde podría resistir sin mi. Sin saber yo que era tan frágil, por lo que estaba pasando, porque jamás me detuve a ver la vida desde su ángulo, jamás intenté usar sus zapatos.
Le llamé por fin, no me contestó. Le escribí, no me contestó. Me enojé. Le dije que se olvidara de mi. Sin saber que mi pequeño ángel yacía en un hospital tras intentar cortarse las venas. Tras llorar una y otra vez, noche tras noche, porque su vida era un caos. Pero ella jamás pidió ayuda, jamás intentó hacer notar que se ahogaba, siempre le mirabas feliz o totalmente serena, pero jamás lloraba.
Mi amor, un cerebro tan azul como el tuyo. Un alma tan rota. Un corazón tan herido. ¿por qué no me llamaste? Porqué te echaste a llorar en el suelo del baño, porqué caiste en el hoyo del cual vives sacando a los demás. Porqué no esperaste por mí.
Mi amor, alguna vez estuviste ahí. Si pudiera regresar el tiempo. Ahora entiendo tu dolor por tu mejor amigo. Es difícil superar a alguien bueno, y entender porqué hizo lo que hizo.
Jay~
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Que ironía.
Esa noche su corazón estallaba sin causa aparente y su cerebro teñido de un azul intenso le exigía tomar medidas drásticas. En la mañana el malestar seguía intacto y no había ánimo.
Sentada en un pupitre, con las mejillas rojas por aguantar el llanto, un chico que siempre consideró lindo le preguntaba -¿estás bien?- ella lo ignoraba. No era grosera, sólo era un cristal que si se atrevía a mover un poco más iba a quebrarse.
Salió apresurada, en aquel vehículo, quedándose frente al inmenso cuerpo de agua azul. Lloraba y temblaba. A esa edad un niño debería estar jugando con sus amigos y no pensando en cada problema habido y por haber. Le tomó tiempo ir a la orilla, pobre rayito de sol (como la llamaba su maestra), apagada frente al mar; consumida en un dolor que le impedía pensar con claridad.
Llamó a su padre por ayuda, al único que si la quiere. Lloró fuerte, tembló, se aseguró de dejar su mochila para que su madre encontrara la carta y entonces caminó esta vez más cerca de la orilla. -¡oye!- una voz extraña -¿estás sola? ¿qué haces?- un chico más alto que ella, de ojos preciosos -¿por qué lloras? Ven- la tomó rápido del brazo y ella se deshizo en lágrimas. Se mantuvo ahí con ella hasta que dejó de llorar, hablándole, diciéndole cuanto valía ella aunque no le conocía. -mira que no me gustan los ejercicios y andaba en bici sólo para salvarte- entonces notó que él aún traía puesto el casco de ciclismo.
Aquel chico, de hermoso aspecto, de palabras dulces y alma hermosa se presentó torpemente después de todo -dime Raúl, bueno, me llamo así, pero también me puedes decir, ¿entiendes?- y ella se rió. El la volvió a abrazar riéndose también -presiento que seremos muy buenos amigos- terminó por decir.
Aquel chico, quien la detuvo, no pudo detenerse a sí mismo. No pudo siquiera pensar en como se conocieron. Por eso es tan difícil de superar para ella, porque apareció en el momento exacto, y gracias a él, ella llegó a los 19 años.
Es irónico como la detuvo y la sedujo nuevamente a querer vivir, como frenó su salto al agua. Y años más tarde, saltó él.
Jay~
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Una vez, mientras dormías en mis brazos, me quedé mirando tu rostro calmado y sereno, recorrí tus labios con mis dedos mientras una pregunta surgió como un destello en mi interior -¿qué estoy haciendo?- sentí un latido lleno de calma, me sentí tan lleno de paz contigo a mi lado; fui un hombre completo por primera vez en mi vida. Tu calor, tu forma de abrazarme inconciente mientras dormías, me hizo sentir querido genuinamente. Tu calor corporal, tu rostro y aquel amor inexplicable que ofreces, me han hecho dudar varias veces de ti -¿por qué elegirme a mi?- y lo entendí, cuando te vi llorar por primera vez, cuando te vi desnuda por primera vez. Es que tienes un alma hermosa, que se ha enamorado de la mía que está llena de cicatrices. Una vez, mientras dormías en mis brazos, entendí que hay gente que te hace bien, y gente que NACE para ti; y tú, naciste para hacerme bien.
Un viaje en tus ojos marrones- 09/04/2019 (Via: source-text-24_5)
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Resultó que aquel sueño tiene piernas y un carácter de guerra. Ama tenerme despeinado y pasearse desnuda por la casa. Canta cocinando y se enoja cuando pierde cualquier partida. Le he sorprendido dibujando, bailando frente a un espejo y dormida en el suelo. Siempre tiene sueño, hambre y frío. Entonces me surgió la duda, ¿me he casado con una mujer o un pollito?
Le encanta dormir en mi pecho, me llena el rostro de besos, incluso cuando se enoja. Aveces me mira concentrada, y me asusta, ¿qué estará ocurriendo en aquella mente criminal? Pero miro directo a sus pupilas y entonces respiro en paz; es que le gusto mucho.
Me baila, malo, pero con sentimiento. Y es buena, porque nadie sabe cómo es ella realmente, y no le da paso a cualquiera. Estoy seguro, ella me hace sentir seguro. Un sueño muy trillado que se ha vuelto realidad.
매리예이/мерыжеи
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De M a J
Odia peinarse. Ojos pequeños, pestañas enormes y un café lleno de dulzura. No respira bien con aquella nariz. Labios de corazón, pintados de carmesí. Un lunar justo encima de sus labios. Ama las motocicletas, lo profundo sin saber nadar y es experta en poner su vida en peligro. Disfruta la adrenalina como si fuera viernes. Habla con los animales (como si le fueran a entender), que son ángeles y debemos cuidarlos -¿entiendes porqué pienso que está loca?- le toma fotos al cielo su ve una nube, a un árbol, incluso me ha enviado fotos de una fila de hormigas porque "awww :3 que lindas". Habla de política como si realmente fuera a cambiar algo, ciencia, espiritismo, problemas en el cerebro humano y la impotencia suya al no poder ayudar al prójimo -yo no sé qué estará bailando en su mente, pero aveces quiero matarla. Le asustan los truenos, el planeta Júpiter y los pasillos largos de muchas puertas. No retiene el nombre de las calles, libros, canciones, películas, contraseñas ajenas o cosas que ha visto. Pero, la muy desgraciada, es capaz de recordar algo que le has dicho en un desliz hace siete años. Que cerebro tan mañoso, tan azul, tan caótico. Me ha dicho que su corazón ha vuelto a fallar y que últimamente le duele el mismo lado de la cabeza. Ella jura que no llegará a los 23 porque seguro sufrirá algún derrame -he sufrido tanto que ya no me quedan ganas de ver qué hay más allá de los 23- piensa mucho. Y las personas así tienden a ser muy honestas y a la vez muy tristes. Me ha dicho que está realmente cansada, que quiere ir al mar, irse con él.
Jay~
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Ella era como la espuma del mar. No siempre aparecía, y mirarla era como cuestionar el porqué de las cosas, ¿por qué era ella tan egoísta con sus sentimientos? Esa pregunta salía en cada discusión con su antiguo amante. ¿por qué soy así? A ti no te han hecho daño sin motivo, ¿O si? ¿Te han utilizado, a tal grado de no ser capaz de sentir amor por ningún hombre, sólo pánico y aveces deseo sexual? Pero que corto era su enojo, porque siempre se volvía a ilusionar, siempre regresaba a la orilla. Siempre dispuesta a bañar los pies de los humanos maltratadores.
Jay~
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Aveces ella se pierde mirándome. No la juzgo, a mi tampoco me gusta mi nariz, ni mis labios, ni mis ojos. No me gusto.
Aveces ella me pinta de carmín los labios y juega con mis pestañas, se sube en unos tacones y saluda a la vida con besos en la mejilla.
Aveces, me deja encerrada por días y no puedo escribir, hablar, decir que "no". Aveces ella, vestida de primavera, juega con el corazón de los hombres y no puedo hacer nada. Entonces trato de reparar el daño pero ya es tarde. Otra persona que se aleja, otra huella en mi historial.
Siento como cada día ella se apodera de algo que no le pertenece y a la gente le gusta. Me adoran cuando ella me aconseja, me viste, me dirige. Cuando soy ella, soy la reina, sin corazón, una perra, indomable.
Pero, ¿qué hay de mi? Cada día siento que desaparezco, así como ha va desapareciendo la tercera.
Jay~
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