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Hello everyone! (❁´▽`❁)
This is another Todomomo that has been requested by some people! I hope you all enjoy!
Part 1/Part 2/ Part 3
As always, please visit the original artist and follow/bookmark their works if you can!
いつも通り、元のアーティストを訪問して下さい!そして作品をブックマークしてお願いします!
Source/オリジン: natsu | 君に花束
Twitter: @72natsu_72
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Make two into three ~ //todomomo <3
You want to see more of my drawing stuff? Just click on the tag “myart” / “my art” <3 (More is coming soon ❤)
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They made out last night. Imagine what you want. 🙄🙄
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A small comic I’ve been putting off for a while. I feel Todoroki has an appreciation for napes and I will take any and all opportunities to draw him flustered!
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【BL有/勝オル】MHAlog2 || ゆきび(YKB) [pixiv] || Twitter ※Permission to upload this was given by the artist (©). **Please, rate and/or bookmark her works on Pixiv too** [Please do not repost, edit or remove credits]
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The other Gajevy Day picture I made, this one was posted on Twitter first! It is inspired in the cover of vol. 63.
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Dream daddy avatars for you and your dream dad
(Feel free to use! Pls cred. me in bio if u do :) )
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YOI LOG2 || ちん [pixiv] || Twitter ※Permission to upload this was given by the artist (©). **Please, favorite/retweet/follow to support the artist** [Please do not repost, edit or remove credits]
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10 años después
Diez años habían pasado ya desde aquella final. Desde que Viktor Nikiforov, esa leyenda viva del patinaje decidió hacerse mi entrenador. Muchas cosas pasaron aquellos meses en los que, juntos, logramos llegar tan lejos. a veces, me gustaba echar la vista atrás, recordar aquellos momentos, todas aquellas emociones... Pero por mucho que me gustase recordar, una sensación de pena me invadía. Después de todo, Viktor tuvo que marcharse de vuelta a Rusia tras la competición. Tras aquello, ni si quiera pudimos mantener el contacto. En estos diez años, solo supe de el gracias a la televisión. Lo llamé, pero su móvil parecía estar siempre acabado. Le escribí, pero jamás obtuve respuesta. al parecer, siguió entrenando en el mundo del patinaje, entrenando a Yuri Plisetsku, una ya no tan joven promesa, que al igual que el, logró batir tantos récords como pudo. ¿Me dolió que me dejara de esa manera? Sí, sin duda alguna. Pero la vida seguía y no podía anclarme en algo como eso. Viktor se había ido, pero yo seguía ahí.
Había dejado el patinaje competitivo. Dada mi edad, no podría seguir durante más años, y después de su partida, tampoco es que tuviese muchas ganas de ello. Ahora trabajaba en el negocio familiar, ayudando a papá y a mamá. El hostal había adquirido cierta fama, y con la ayuda de mi hermana ya no era suficiente, sobre todo desde que tenía que cuidar de una niña, la cual, ahora, tenía apenas cuatro años.
Miuna era una niña terriblemente activa. Le gustaba salir a correr conmigo, al igual que le gustaba verme patinar. Cuando Mari trabajaba, siempre me la llevaba por ahí a jugar, y siempre acababa ocurriendonos algo, pero jamás llegué a imaginar que algo como aquello pudiese pasar una segunda vez.
Aquel día hacia frió, mucho. Ni si quiera me apetecía salir de la cama. Se notaba que la navidad estaba a la vuelta de la esquina. Pero una vez más, Miuna irrumpió en mi dormitorio, lanzándose sobre mi.
-Tio Yuuriiiii~ -canturreó la niña sobre mi oreja, apartando los largos mechones negros y despeinados de mi cara.- Vamos al parqueee~
Suspiré y me incorporé, sentándome en la cama, sin aún estar muy despierto. Me aparté el pelo de la cara para poder mirar a la niña, y suspiré.
-Ya voy, ya voy... -murmuré mientras me levantaba.- Baja a desayunar con los abuelos, y ahora iré yo...
La niña se levantó y una vez más, correteando, salió del dormitorio. Yo en cambió, me acerqué al armario, saqué la ropa y volví a sentarme en la cama. El invierno me agotaba. Hice un moño con parte de mi pelo, lo justo para que no me molestase. Bebí de la botella que siempre tenia en la mesilla, y me vestí. Bajé al comedor, desayunamos todos juntos, y salimos al parque.
El día estaba raro. Había nevado la noche anterior, y el suelo estaba mojado, dando una sensación de frió aún mayor. Pero el cielo estaba despejado, brillaba el sol. En la zona comercial había tanta gente que costaba caminar aun siendo sábado. Y tal vez fuese imaginación mía, pero todos parecían cuchichear algo. No supe a que venia aquella extraña sensación hasta que Miura y yo llegamos al parque.
Al otro lado de este, lo vi. Comenzaba a volverme loco después de tantos años, pensé. El se había ido hacia ya mucho, era imposible que hubiese vuelto a Japón. Solté la mano de la pequeña, y ella corrió directamente hacia el. Le había enseñado mil veces vídeos de como el patinaba, y sin duda, lo había reconocido.
-Miura, ve a jugar.
Y eso es lo que hizo.Antes de llegar frente al peliblanco, me miró, y desvió su recorrido, directa a los columpios. Por mi parte, me quedé mirándolo. Ni si quiera sabia como tenia que reaccionar. El volvía a estar en Japón, y yo volvía a no saber como actuar.
Podía ver la pena en aquellos ojos azules, los cuales no me quitaba de encima. Durante un par de minutos, ninguno de los dos nos movimos, nos dedicamos a cruzar miradas en silencio, hasta que, un golpe hizo que ambos desviásemos la mirada. Miura se había caído, así para variar. Pero no fui yo quien reaccionó primero.
-Pero bueno... -Viktor ayudó a mi sobrina a levantarse.- ¿Estas bien? ¿Te has hecho daño?
Preguntas a las que ella respondió con movimientos de cabeza. Seguramente avergonzada ante el.
-¿Te ha comido la lengua el gato? -rió el.-
-Mas bien el ruso...
Fue entonces cuando yo intervine. Me acerqué a Miura y me aseguré de que realmente no le pasaba nada. Aun cuando estaba totalmente mojada por haber estado jugando en los columpios, volvió una vez mas a ellos, dejándonos a Viktor y a mi solos.
-Te has dejado crecer el pelo...
-Ajá... -una respuesta desganada fue lo que dí. Realmente no daba para más.-
-Yuuri... Ver---
-No quiero saberlo. -le corté antes de que pudiese seguir.- Sinceramente, ni si quiera me interesa. -efectivamente, mentí.- Ya somos mayorcitos como para enfadarnos por algo así.
-Tiene una explicación... Te la mereces...
-Puedes quedártela, Viktor, ya te he dicho que no la quiero.
El suspiró, se despidió con la mano tanto de mi como de Miura, y acabó alejándose.
El resto de la mañana, transcurrió con normalidad. La pequeña y yo volvimos a casa. Pasamos la tarde tranquilos, jugando en el interior del hostal. Y cuando la hora de cenar llegó, una vez más, me acerqué a la pista de patinaje. Necesitaba despejar mi mente, dejar de pensar en el encuentro de hacia horas. El parecía cansado... Apenado... Parecía que realmente lo sentía... Patinar siempre me había ayudado a calmarme, a dejar de pensar, y eso era exactamente lo que necesitaba en aquel momento...
Pero, una vez más, la suerte hoy no me sonreía. Ni si quiera me miraba. La pista estaba ocupada. Adiós a mi plan de patinar solo. Aun así, dejaron que pasara, y una vez más, mi corazón se estremeció. Al igual que hace diez años, ahí lo vi. Patinaba como si hubiese vivido sobre el hielo toda la vida. Y cuando dio el salto, me emocioné. Al menos hasta que Viktor cayó al suelo. No lo había visto fallar algo tan sencillo nunca. Pero no fue esa la razón por la que corrí a la pista sin si quiera quitar los protectores de los patines. Tanto la cara de dolor del contrario como la mano en su pecho, me alarmaron de sobremanera,
-Estoy bien... -murmuró sujetándose a mi para ponerse en pie.- No es nada...
-No puedes decir que no es nada cuando, claramente, es algo... -bufé bastante malhumorado.-
Ayudé a sacarlo de la pista, y lo senté en el primer lugar que encontré. Viktor ni si quiera me miraba. Le costaba respirar. Jamás lo había visto de esa manera, y me preocupaba.
-Desde hace cuanto que...
-Diez años...
Fue entonces que lo entendí. No había vuelto a Rusia por Yurio, ni por algo que hubiese hecho yo. Viktor enfermó. Por eso volvió. Por eso no compitió de nuevo, aun cuando había anunciado ya su regreso. Por eso no volvió a mi.
-No me respondiste al teléfono....
-Lo perdí en el avión...
-Ni respondiste a las cartas...
-Estuve encerrado un tiempo...
-¿Hospital?
-Hospital...
-¿Y Yurio...?
-Fue el quien acabó llevándome al hospital... Como agradecimiento... Simplemente le ayudé con su coreografía. Nada más...
-Te fuiste... -mi voz comenzaba a romperse. Me senté a su lado, y entrelacé mis dedos, nervioso.-
Diez años daban para mucho. No sabia que era lo que el había hecho en una década más allá de lo que los medios habían dicho. Y tenerlo tan cerca después de tanto...
-No quería que cargaras con esto... en cuanto mejoré, cogí un billete para volver a Japón...
-Si me lo hubieses dicho...
-No soy el único que no ha contado cosas... Tienes una hija...
-¿Hija? -aquello si que me desconcertó. ¿Como que una hija? ¿En que momento había tenido yo una niñ--- y entonces caí.- ¿Miura?
-¿Así se llama? -me miró de reojo, cosa que hizo que nuestras miradas se cruzasen.-
-Es hija de Mari. Es mi sobrina.
Me miró y rió. Estaba claro que aquello no se lo esperaba. Pero enseguida volvió a llevarse la mano al pecho y empezó a toser, como si reír le hubiese dejado sin aire.
-Vamos, coge aire... -murmuré cogiendo su mano libre intentando que se calmara.-
-Yuri, yo... -acarició mi mano, como si el intentase calmarme a mi. Sin si quiera darme cuenta, las lagrimas salieron de mi.- Si no me hubiese ido...
Fue entonces cuando me fijé. Su mano aún seguía adornada por el dorado anillo que le regalé hacia ya diez años en Barcelona... Parecía mentira. Sequé mis lagrimas con la manga y afirmé con la cabeza sin decir nada. Si el no se hubiese marchado, de una manera u otra, habríamos acabado desposados.
-Si no te hubieses ido....
La mano del ruso, que minutos antes acariciaba la mía, pasó a acariciar mi mejilla, obligándome así, de alguna manera, a mirarlo. El sonrió con suavidad, cosa que hizo que yo también lo hiciera. Después de todos los años pasados, su sonrisa seguía siendo contagiosa. Pero eso no era lo único que no había cambiado en el. Seguía encantandole sorprender a los demás al parecer. En un abrir y cerrar los ojos sus labios habían atrapado los míos. Esa sensación volvía una vez más a mi. La calidad de sus labios sobre los míos, la suavidad de estos... Era algo que no había podido olvidar en una década. y para cuando nos separamos, ambos volvimos a sonreír. De golpe, parecía que todos aquellos días de soledad habían volado...
-Lo siento mucho...
-No vuelvas a irte...
-No tengo ninguna intención de hacerlo...
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La fragilidad de los secretos.
-¡Ladybug! -gritó el rubio de rasgos felinos al ver a su compañera, a su amiga, chocar de muy mala manera contra la Torre Eiffel.-
El Lucky Charm no había funcionado esta vez, el tiempo de ambos comenzaba a agotarse, y aún no habían conseguido vencer al pobre hombre que había sido demonizado en aquella ocasión. Esta vez estaba claro, no podrian contra el. Chat Noir había recibido tantos golpes que mantenerse en pie le costaba casi tanto como regular su costosa respiración. Pero no era exactamente eso lo que al joven le preocupaba. Ladybug estaba tendida en el suelo. Ni si quiera se movía, y sabia que tenia que sacarla de ahí.
Se alejó todo lo que pudo del hombre que una y otra vez atacaba con intención de quitarle su prodigio. Se acercó a la joven que tantas veces le había robado el sueño y la cogió en brazos, para con la ayuda de ese bastón tan característico suyo, salir de allí.
No tenia tiempo para pensar, no sabia a donde ir, y antes de si quiera darse cuenta, había entrado por la ventana de su propio dormitorio. Iba a ser descubierto, ¿pero que mas daba ya? Tenia que sanar las heridas de la contraria, tenia que ponerla a salvo.
La tendió sobre la cama en el momento en el que el ultimo punto de los rojizos pendientes desapareció, haciendo que su ropa también, junto a un fuerte haz de luz, volviese a ser la misma de antes de transformarse.
Los reflejos del negro gato, no eran malos, ya lo había dejado claro en numerosas ocasiones, e hizo una muestra más de sus portentosas habilidades felinas, usando estas una vez más, lanzando a la cara de la chica una de sus camisetas. No quería ver su rostro. Ya tenia medianamente asimilado que jamas debía saber la identidad de su amada, y como en muchas ocasiones anteriores, debía contenerse y no ver quien era realmente.
Pero no hubo falta, no tuvo que ver su rostro para reconocer esa ropa. Los pantalones rosas, la camiseta blanca y la chaqueta negra le eran inconfundibles.
-¿Marinette...? -murmuró tan suave que apenas pareció un suspiro.-
Ella por su parte, se movió ligeramente al escuchar su nombre, como si realmente alguien la llamase. Tikki en cambio, al ver que la transformación había finalizado, huyó al bolso en el que siempre se ocultaba. Chat Noir rió ante aquella situación, y en cuanto se sentó en su cama junto a su compañera, su traje de gato negro desapareció.
-No me lo puedo creer... Todo el rato fuiste tú...
Plag, escondido ahora en la camisa de Adrien, reía. Fue entonces cuando la muchacha comenzó a moverse un poco más, acabando por quitarse la camiseta del rubio de la cara.
-Hmn... ¿Chat Noir...? -evidentemente, aún no había logrado situarse. Ni cuenta se había dado de que se había transformado ya. Pero no tardó en mirar a la cara del chico.-
Ni si quiera podia creérselo, el hombre con cuyas fotos había empapelado sus paredes estaba ahí, junto a ella, mirándola con una suave sonrisa. Sus ojos se abrieron de par en par, y el sonrojo de sus mejillas llegó a tal, que cualquiera diría que seguía teniendo su famosa mascara puesta.
-¿A-Adrien...?
-¿Que pasa, bichito? ¿Acaso has acabado cayendo en mis garras?
Frase que sin duda hizo que la joven parisina acabase por solar una nerviosa carcajada. Era él después de todo. El mismo felino que tantas veces la había sacado de quicio. El mismo chico de instituto que la dejaba sin palabras con tan solo mirarla. Ambas identidades habían sido descubiertas, y por una vez, no parecía que a ninguno de los dos les importase. No dejaban de mirarse. Parecía como si con eso bastase. En aquel momento, simplemente, no necesitaban más.
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Todo por un accidente.
Juvia ya había encontrado la manera perfecta de que Gray aceptara sus supuestos sentimientos por ella. Mirajane, harta de ver a la pobre peliazul tras Gray día y noche, decidió tomar cartas en el asunto. la mesera de Fairy Tail proporcionó a la maga de agua una pócima que haría que a cualquiera que se le rociase con ella confesara sus sentimientos hacia la persona que mas amaba y tomase cartas en el asunto. No era un secreto para nadie que a Gray si que le gustaba Juvia, pero que jamas se había atrevido a confesar nada. Aquí estaba la solución.
Así que ahí fue. Entró en el gremio con el pequeño fresquito rodeado entre sus brazos, con la mala suerte de que tropezó con una cana inconsciente a causa de tanto alcohol. El pequeño frasco, voló. Nadie salvo la peliazul se dio cuenta hacia quien se dirigía. Cuando el frasco se hizo añicos sobre un despistado pelirrosa, un pequeño grito se decepción se escapó de aquellos lindos labios pertenecientes a Juvia Loxar.
-Hey, flamitas -comentó el azabache al ver como empezaba a fluir la sangre por la cabeza de Natsu a causa del golpe y los cristales rotos- ¿estas bien?
Natsu afirmó y sin decir nada mas, salió del gremio, dejando la pelea con Gray ahí colgada, y bajo la atenta y extremada mirada de todos los magos que habían visto colisionar aquella botellita sobre la cabeza del dragón slayer.
El pelirrosa caminaba por las calles ya oscuras de Magnolia. Era invierno, por lo que a las siete de la noche ya estaba todo oscuro. Las farolas atornilladas a los pintorescos edificios de no mas de tres plantas iluminaban las calles semi vacías, y por consecuencia, al mago de fuego, haciendo brillas las gotas de sangre que caían de la cabeza al rostro.
Tras unos minutos caminando, el mago se paró frente a un edificio conocido para el. Observaba la ventana del segundo piso, la luz estaba encendida. Sonrió de lado y de un salto, se coló por aquella ventana entreabierta.
La rubia salia de la ducha justo en aquel momento. Su cuerpo, envuelto en una pequeña toalla blanca y su pelo húmedo cayendo sobre sus hombros dejó embobado al intruso de aquel hogar. Lucy, al ver como Natsu la miraba con un leve sonrojo y una pequeña sonrisa, gritó sorprendida, ensartandole una "Lucy's kick", haciendo que el mago cayese hacia dentro.
-¿¡CUABTAS VECES TE HE DICHO QUE ENTRES POR LA P...-de golpe Lucy se quedó callada, observando al pelirrosa y la sangre de su rostro- ¿Que te ha pasado..? -Cambiando de actitud completamente, la joven maga celestial se acercó a su amigo-
-Luce... -comentó con un débil hilo de voz- Tengo calor... -Natsu hundió su cara en la curva del cuello se la rubia, haciendo que a la maga se le subieran los colores- Ayudame... -Y dicho aquello, el mago lamió suavemente el cuello de la chica, la cual soltó un leve y suave gemido, haciendo que el mago se calentase aun mas-
-N-Natsu... ¿Q-Que haces...? -la joven maga trató de apartar a su compañero, pero este la agarró por la cintura, dándole un pequeño bocado a aquel sabroso cuello y causando un gemido mas en Lucy-
-¿Te he dicho ya que estas muy sabrosa..? -Natsu empezó a hablar con voz ronca, una terriblemente sexy-
-N-No... N-Natsu... E-El golpe en la cabeza te ha afectado... -musitó la Heartfilia con voz rota y algo asustada-
-¿Y te he dicho ya que te quiero..? -Lucy se sonrojó totalmente ante aquellas palabras. No se iba a mentir, llevaba soñando con que Natsu le dijese eso casi desde que lo conoció. Lo había soñado de tantas maneras... En tantos lugares y momentos... Pero no llego a pensar que pasase algo-
-T-Tampoco... -volvio a soltar un gemido, esta vez uno mas fuerte. Natsu había soltado aquella toalla que tapaba el cuerpo de Lucy y apretó uno de sus pechos- ¿N-Natsu que haces..?
-Jugar..~ -comentó burlón cogiendola en brazos y recostandola sobre la cama y poniéndose sobre ella, sin llegar a aplastarla, poniendo sus brazos a ambos lados de la cabeza de la rubia- Te ves hermosa sonrojada..~
-Y-Yo... G-Gracias... -apartó la mirada-
Natsu no dijo mas. Empezó a lamer de nuevo su cuello bajando poco a poco hasta sus pechos, haciendo que la rubia bajo el gimiese cada vez mas alto. Se llevó un pecho de Lucy a la boca, jugó con su pezón, lo mordía y tiraba haciendo uso de sus diente.
Jugaba con la maga celestial como si fuera un juguete. Ella se dejaba hacer y Natsu disfrutaba escuchando sus gemidos de placer y los reclamos de querer mas. Pero sus pechos ya los había usado mucho. Bajo su mano hacia el único lugar del cuerpo de Lucy que jamas había tocado. El cuerpo de la chica se tensó al notar como los dedos de su amigo empezaban a jugar con su intimidad. En cuanto Natsu introdució un dedo Lucy arqueo todo su cuerpo, soltando un fuerte gemido y viniendose por primera vez aquella noche.
Natsu sonrió de lado, una sonrisa picara y que enamoró aun mas a la rubia. Esta vez metió dos dedos, y la rubia, llevándose los brazos al rostro para taparse, gimio aun mas alto. El pelirrosa empezó a mover aquellos dedos mientras se despojaba de su ropa como podía, sin dejar de dar placer a su compañera.
-N-Natsu... D-Deja de jugar c-conmigo... I-Idiota... -Natsu sonrió de lado. Eso era lo que necesitaba para empezar lo que tanto tiempo llevaba esperando hacer. Se despojó de sus ultimas ropas y puso su miembro en la entrada de su amiga, compañera y ahora amante.-
-Luce... -Natsu miro a la rubia, no quería hacerla daño, sabia que era la primera vez de ambos, por lo que pidió permiso con la mirada. En cuanto Lucy afirmó con la cabeza, Natsu entró de una estocada, haciendo que Lucy clavase sus uñas en su espalda a la vez que soltaba un gemido de dolor por el hecho de haber sido desvirgada, y el pelirrosa gruñó de satisfacción, al notar lo bien que se sentía en el interior de la persona que mas amaba en el mundo- E-Estas... -no pudo acabar pregintar, Lucy negó. Le dolia demasiado. Se aferró a Natsu tratando de no llorar. Natsu en cambio, sin salir de Lucy, acaricio la pálida mejilla de esta, y posó un leve y tierno besos sobre aquellos labios rosados. El primer beso de muchos. -S-Seguiremos cuando estés mejor...
Lucy afirmó levemente con la cabeza, y en el momento que notó que el dolor empezaba a irse, movió levemente sus caderas, dando a entender que podrían seguir.
Natsu empezó con estocadas suaves, pero debido a los gemidos que salían de aquellos labios tan apetecibles que hasta hace poco habían estado presa de los suyos, empezó a moverse con mas rapidez y fuerza. Ambos cuerpos eran uno, el sudor, los gemidos, los movimientos... Todo se había fusionado. En cuanto Lucy se volvió a venir, Natsu lo hizo también, y ya que Lucy no dejó que este saliera de ella, se vino dentro.
Ambos se tumbaron en la cama, con las respiraciones agitadas y con las manos entrelazadas. Sabiando que aquella noche, había sido la primera de todas...
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