Me encanta la gente que escribe, que se toma unos minutos para plasmar con palabras lo que sienten o lo que imaginan. Una escritura para mí dice mucho de una persona, y entre más se esfuerza en ello o menos vergüenza tiene de mostrar lo que escribe, más maravilloso y admirable es. Así que, Li dice, no te detengas ¿ok? Enfrenta tus miedos e inseguridades y publica, exprésate, escribe y sigue escribiendo para desahogarte o sentirte animado, divertido; hazlo. Sigue creciendo como escritor y sigue matando la ignorancia del mundo aprendiendo a través de la lectura, pero por sobre todo, nunca dejes que el conocimiento te haga creer que eres mejor que otros, más bien, que todo lo que aprendes se lo enseñes a los demás para que crezcan como tú. Escribe siempre con una mente humilde, pero escribe.
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JM: ㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋ 생일축하한데이 울형 JH: ㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋㅋ (https://weverse.io/bts/artist/2-115461432/comment/3-199589176)
JM: Hahahahahahaha Happy birthday to our hyung
JH: Hahahahahahahahahah
Trans cr; Annie @ bts-trans © TAKE OUT WITH FULL CREDITS
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Un grito exagerado se hizo escuchar por todo el barrio junto al aleteo de las palomas espantadas. Los sonidos de pisadas firmes retumbaban sobre el suelo cada vez a mayor velocidad. Y ahí iba Liam, corriendo cuesta abajo por la angosta calle Jasung en la división 44; sí, donde se ubicaba su humilde hogar.
Sus brazos se movían para darse impulso en medio de lo que parecía una maratón o la huida de algo monstruoso, pero no, no se trataba de eso, sino de algo más tonto, aunque no por eso menos importante.
Entre su acelerada respiración, los gritos, los vecinos saliendo alertados de sus casas, Liam derramaba lágrimas junto a algunos jadeos entrecortados.
A unos cien metros de donde había comenzado esa carrera, Bunter, su cachorro canino corría como loco y contento sin la más pálida idea del peligro por ser atropellado por una moto o un auto. Más que nada por una moto que eran las que más transcurrían en ese sitio.
—¡Bunter, por favor! —gritó empezándose a acercar más y más al cuadrúpedo, el cual, se divertía sin entender absolutamente nada. Parecía ser que lo único comprendido era qué, deseaba jugar, deseaba ser perseguido por su dueño y desea descargar energías al correr, correr y más correr.
Cuando el canino parecía irse deteniendo, ¡al fin Liam reía nervioso por su victoria!
—Ya..., ya..., te tengo, enano ingra...
Un sonido abrupto y seco robó de algunos vecinos presentes un grito espantoso cuando el frente de un auto chocó a Liam y lo hizo impactar contra el capó. Luego de frenar de manera brusca, el joven cayó sobre el asfalto, pero bien (porque no venía a toda velocidad), rengueando bastante, con una mano en la zona baja de su espalda por el intenso dolor. Bunter le ladró asustado y notó a su dueño frente con una sonrisa torpe.
—Jejé... al fin te tengo. —Y se desmayó ahí mismo más por el susto que por los daños.
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La tradicional pava silbaba a la vez que temblaba dando el aviso del agua hirviendo. Se sumó entonces el susurro de las pantuflas de Liam cuando se acercaba a la cocina para apagar la hornalla. Tomó un repasador de toalla y con él cogió el mango de la pava para servir la infusión de té verde.
Con el mismo andar lento y cansino, volvió a la sala donde dejó las tazas junto a las cajas chinas con guisado. Tomó asiento en su silla y retomó el almuerzo parsimonioso.
—Es demasiado inquieto —dijo Min, su hermana mayor y miró a Liam con una sonrisa de oreja a oreja, comenzando a recordar esos tiempos en donde eran unos niños.
Li masticó los fideos y luego de tragar, le sonrió también. Hablaban del canino Bunter.
—Pues, lo es. Pero supongo que es cachorro, ya lleva el primer calzado que destroza sin piedad.
—Deberás esconderlos arriba del closet o terminarás yendo a la universidad con bolsas en tus pies.
—De eso seguro. Pero me agrada que sea así, al menos mi días últimamente no son tan vacíos.
—No me digas —dijo Min mirándolo ceñuda— ¿todavía con eso?
—Ash —le miró como queja— no me digas nada, sabes como soy con estas cosas del amor, pero ya estoy bien. —Movió los palillos y la mano para realizar un gesto en círculos como queriendo cambiar de tema o pasar la página.
—Ni modo —retomó ella mirando hacia el pequeño jardín interior de la casa. Un mini-paraíso donde Bunter no dejaba de correr y perseguir una pelota de plástico en color turquesa. Luego, siguió comiendo sus fideos.
Entre los dos se creó un silencio cómodo, lleno de confianza y sin prejuicios donde comían con calma. Pero, Min tan ansiosa, cortó como katana la paz.
—Tú fuiste un idiota.
—¿Cómo? —Alzó la mirada hablando con la boca llena y los labios manchados de la salsa de soja y ajo. Masticó y tragó—. ¡Min!
Ella rio.
—Lo siento, tenía que decirlo. Muchos de tus amigos te advirtieron con tiempo, y no es la primera vez que te pasa. Ya sabes lo que dice Buda. —Lo miró aún sonriendo, pero con algo de recelo—. “El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Tú elegiste esto y sabías que iba por mal camino. Sabes que te quiero, hermano. Pero no puedes negociar tu valor ni tu dignidad, ¡esas cosas no se negocian.
Liam rodó los ojos, pensativo en sus palabras, en las de Buda. Sus ojos se cristalizaron, pero se sintió cuidado y querido por ella. Nunca sentía que estaba de más recordar lo que sus padres le habían enseñado, “el valor a uno mismo, la fidelidad al ser”. Y con su mirada en el patio, cuando la mesa estaba cerca al ventanal y puerta de vidrio, quedó en silencio.
Bunter luchaba con su pelota, la empujaba con la nariz, la perseguía y a veces rodaba por el césped al tropezar como bobo. Min de igual forma llevó la vista al espacio pequeño.
—Muy inquieto, alegre e impulsivo. Y pensar que hay tantas personas malas ahí afuera que les hacen tanto daño. —Miró a su hermano diciendo aquello en doble sentido y conectando las miradas, ambos sonrieron.
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Ella pasó por Jongno-gu, la calle campana de Ikseon-dong, siendo uno de los veinticinco distritos (gu) de Seúl, Corea del Sur. Se paseó como si fuese una modelo, con unos cortos vaqueros que se ajustaban demasiado a sus moldeadas nalgas. Eran tan cortos que dejaban al descubierto los surcos de sus glúteos, produciendo un efecto catártico en cualquier hombre que la viera al caminar. Su piel era de un color tostado que brillaba con los fuertes rayos del sol. Tenía unos senos como dos deliciosos duraznos, medianos, pero demasiado perfectos y bien alzados gracias a la magia del sostén. Se traslucía bajo su remera blanca y resaltaba su color rojo en encaje. Sus tacos la hacían ver aún más atrevida, y cuando se meneaba al caminar, parecía lanzar hechizadas bofetadas de una mejilla a la otra que te sacaban de un coma llamado "flechazo" para poner los pies en la tierra. Ojos marrones, brillante sonrisa y cabello sedoso en color miel. Ella era un delito, un tremendo delito caminando por la calle campana.
Un grupo de amigos comían de su sentados en una banqueta de madera frente a la heladería y cafetería Gamkkotdang. Los tres se quedaron boquiabierta al verla pasar por ahí con la intención de consumir en ese local. —Se atendía fuera de una ventanilla para la sección de helados que daba frente a la banqueta donde ese trío de hormonas burbujeantes se quedaron al acecho—. Podían ver su retaguardia a medida que se estiraba, apoyada a una pequeña superficie, para señalar los sabores que llevaría. Cuando lo hacía, el short se subía aún más de lo que ya estaba y los mirones se les interrumpía el aliento en medio de una exhalación hasta que empezaban otra vez a respirar como si se hubiesen olvidado del mecanismo.
Al rubio de Liam se le derretía el helado entre los dedos al no poder despegar la mirada ni un solo segundo de ella. Ése cuerpo tenía unas curvas tremendas y su mente no tenía frenos. Si existiera alguna clase de suerte divina, él apostaría lo que fuese por tenerla consigo a solas en una habitación. Pero no en un sentido meramente carnal y listo. No. Quizás también era ese tonto sentimiento traicionero de un corazón que no razona y que empieza a filmar toda una película con una mujer inalcanzable. Deseaba conocerla en todo sentido, alma y cuerpo. Se imaginó siendo pareja de ella, disfrutando de placeres únicos. Aunque el hombre es hombre, y Liam, con ese panorama, pensaba con el de abajo.
Vaya a saber las otras locuras que imaginarían o fantasearían su compañeros también.
«Si tan sólo..., ah dios, me la pudiera follar entera —se dijo a sí mismo—. Es muy hermosa.»
Sus amigos, igual de idiotizados se comenzaron a mover codeando a Liam que llegó a reaccionar algo fastidiado por la torpeza colectiva.
—¡Ya! ¿Qué? —exclamó incómodo luego de ser interrumpido en medio de sus pensamientos. Había comenzando a entrar por el umbral de la fantasía codiciosa y pasional, todo por una mujer que pintaba un poco más treinta años. El deseo de todo joven a sus veintitantos.
—¿No te das cuenta? Parecemos unos idiotas —dijo trémulo uno de sus amigos. Un flaco de cabello negro y gafas enormemente cuadradas que lo hacían ver aún más virgen e inexperto por su apariencia nerd. Frank era un tipo tímido, de mirada esquiva que sólo tenía el don de observar a una mujer por el rabillo de sus ojos. Y aún así, lo que se llegó a imaginar con ese cuerpo, no tenía mucho de torpe come libros.
—Idiotas por ella, ¿vieron lo qué es? —moduló Denniel por lo bajo en respuesta a Frank. Éste chico era otra cosa, el antónimo del nerd. Un pelirrojo recién teñido, que le relucían las hebras como un tomate en un puesto de verdulería, aunque no más tomate que sus mejillas al alertarse de todo lo que iban cuchicheando entre los tres. Tenía su lado tímido, pero en realidad era como un mecanismo de defensa al creer que sus pensamientos más obscenos podrían estar expuestos entre la estupidez del grupo.
—Debe ser mucho mayor que todos nosotros —volvió a decir Frank poniéndose aún más nervioso. Querer seguir comiendo su helado, chupar la crema del mismo, ya le producía un no-sé-qué, del cual, Denniel se terminaba riendo escandaloso.
—¡Claro que lo es! —Liam los miró a ambos. Notó las expresiones de los dos e hizo rodar sus ojos de la vergüenza ajena.
—... es muy preciosa. Me gustaría hacerle tantas cosas.
—Denniel —advirtió Liam, ceñudo—. Habla más bajo, nos van a escuchar.
—Será mejor que nos vayamos. —Decidido, Frank se puso de pie, y, en una extraña conexión de pensamientos entre Denniel y Liam, lo tomaron del brazo y lo sentaron de nuevo de un solo tirón.
—Sólo disimula, idiota. —Denniel chupó ruidoso y sarcástico su helado produciendo un «¡Mmg!» ... que hizo desquiciar al de cabello negro.
—Ya basta, Denniel.
—¿Qué? ¡Jajaja!
—¡Sht! —Liam volvió a interrumpir hasta que se oyeron pasos ligeros y pronunciados. Ella se volteaba con su helado en mano y miraba como buscando algo o a alguien por la calle.
Liam la seguía con la mirada, relamiendo sus labios hasta sentir que el helado goteaba en sus pantalones. En ese incidente, Denniel miró lo que parecía ser una erección y se hecho a reír a lo bestia, haciendo que aquella Venus, en medio de su búsqueda, se percatara de ellos. Cruzó mirada con el rubio y notando su percance, sonrió algo sorprendida del efecto. Retomando la caminata firme con el sonido de sus tacos, pasó por al lado de esos tres y lamió de manera obscena su fría crema americana con la vista fija en Liam. Con ese disparo, al susodicho se le cayó el helado y los tres la siguieron con la mirada bastante inquietos hasta que se arrimó a un vehículo donde un joven adulto le abrió la puerta y esperó a que ella se metiera.
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¡Hola a todos! ¿Cómo andan? Hoy les traigo un tema bastante interesante para sus temáticas, el cual, puede ser un buen ejercicio para encontrar nuevas ideas a la hora de contar una historia. Y ¿por qué relatos cortos? Justamente porque en nuestro mundo roler estamos acostumbrados a los escritos cortos, a los posts, etcétera.
Hoy tocaremos el género de terror. Veremos:
Como comenzar a escribir terror.
Cómo escribir terror te hará mejor escritor.
10 trucos para escribir terror.
4 CARACTERÍSTICAS QUE NECESITA TODO CUENTO DE TERROR.
1 MISTERIO.
En un cuento de terror necesitas enganchar al lector desde la primera frase. La mejor forma de hacerlo es mediante el misterio. Abre la narración formulando una pregunta, creando un misterio que necesita resolverse.
¿Es real?
¿Qué pasará a continuación?
¿Por qué escribiría alguien una historia sobre esto?
¿Por qué escribiría alguien una historia sobre esto?
¿Cómo podría sobrevivir a una historia como esta?
Estas son algunas de las preguntas que me hacen seguir leyendo un cuento de terror más allá de los primeros párrafos. Si el primer párrafo de tu cuento se puede leer en solitario, sin necesidad de tener que avanzar más allá, es que estás haciendo algo mal y que necesitas cambiar algo.
2 SUSPENSO
Este es el gemelo malo del misterio y siempre está a su sombra. ¿Sabes qué pasa si pones el suspenso por delante del misterio? Que tus primeros párrafos están fuera de contexto y no son más que exposición.
Consejo: La exposición y la narración descriptiva matan a los cuentos.
Una vez le hayas dado al lector un motivo para seguir leyendo, debes quitárselo. Es como jugar con un gato, si le quitas el hilo demasiadas veces se cansará y se largará, tienes que dejar que lo coja de vez en cuando.
Dale al lector algo a lo que engancharse en los primeros párrafos, luego quítaselo y trata de no devolvérselo durante el mayor tiempo posible. Cuando tienes su atención puedes frenar y presentar los personajes, describir un poco la situación y el escenario.
El suspense es la anticipación. La anticipación es lo que crea el verdadero terror, es la emoción por saber qué pasará a continuación, cuándo se revelará el terror.
Por ejemplo, en mi relato Luces y Sombras utilicé el suspense para mantener al lector atento. La protagonista ve algo en el rincón de su habitación, una sombra, una persona o un ser extraño. Se mantiene así durante todo el relato, tensa en la cama observando ese rincón.
El suspense aumenta a medida que nos acercamos al final y al clímax. Dedicar todo un párrafo a un chaval que vuelve a casa puede ser aburrido, pero si el lector sabe que algo le espera en su casa, cada paso de ese párrafo es toda una aventura.
3. CLIMAX.
Urgencia, acción y la gran revelación.
Así de sencillo es terminar un relato. Nada de «el día después». Aquí tienes que mostrar el rostro del monstruo y el asesino debe cobrarse una nueva vida. Has puesto toda la carne en el asador para llegar hasta este punto y ahora el lector está tenso, al borde de la silla.
En este punto evita frases complejas y compuestas. La narración debe ser rápida, con frases cortas y verbos de acción. Añade mucha acción y evita al máximo los diálogos. Si quieres mostrar al lector que hay una manzana sobre la mesa, haz que alguien la coja y la lance contra el monstruo.
4. UN GIRO.
¿Os acordáis de esa frase: «Me habría salido con la mía de no ser por estos críos entrometidos» que se repetía al final de todos los capítulos de Scooby Doo? Ese era el giro «inesperado», los monstruos siempre eran especuladores inmobiliarios.
Los lectores son personas inteligentes. Recuerda que no puedes dejar preguntas sin resolver o mal resueltas. Si un lector se queda con la sensación de que has hecho trampas, nunca te leerá otra vez. De la misma forma, una pista demasiado evidente, puede llevar a un final predecible, y el resultado será el mismo.
Intenta dar un giro final al relato, algo que dejé al lector impresionado.
Convierte al narrador en el verdadero asesino o dale una buena razón para matar gente. El giro no tiene que afectar al argumento central, puede ser algo tan sencillo como un personaje cobarde que se sacrifica por los demás. El objetivo es ofrecer algo diferente al lector, algo que lo deje satisfecho y que demuestre que mereció la pena llegar hasta el final.
Escribiendo un cuento de terror
Yo suelo tener presentes estas cuatro características cuando planifico mis cuentos y empiezo a escribir cuando tengo una idea de cada uno de ellos. Algunos relatos enseñan los dientes desde el título, mostrando el misterio y creando suspense hasta la última frase. Otros son todo clímax y acción con un final sorprendente.
Estas características no tienen por qué aparecer en orden. Ni siquiera tienen que aparecer todas en cada uno de tus cuentos. Puedes hacer infinitas combinaciones. Las reglas están para romperlas y es cuando las rompemos, cuando más disfrutamos de lo que escribimos.
A medida que escribas más y más cuentos cortos, te darás cuenta de que puedes jugar con la estructura.
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De pronto se produce una explosión cremosa sobre sus esponjosos labios. Están ligeramente entreabiertos, a la espera de un premio merecido. Se siento orgulloso de ese momento, de esa escena tan caliente.
Hay hilos de esos restos que cuelgan a unos milímetros del glande. Siente la crema correr por los recintos de su cavidad bucal y saca un poco su lengua para que nada se pierda. Sus labios luego ascienden con lentitud, produciendo una caricia fantasma por aquél abdomen, cruzando en medio de sus pectorales y cuello hasta llegar a los labios de su amante.
En el camino, se deslizan (por su propio mentón) los restos líquidos y espesos de fluidos corporales con un ligero sabor dulce. Es un frame gráfico para su dominante, pues siempre se le hace espléndido como esa tierna carita queda manchada de ese blanco líquido.
Luego se oye el primer chasquido de dos bocas que se unen en un beso fugaz y presionado. Liam sonríe en medio, con un corazón palpitando como una locomotora. Está agitado, sintiendo como escuece su piel en algunas zonas sensibles. Pero sigue ahí, buscando un beso pasional y necesitado que le haga olvidar la memoria en su piel. Quiere que todo sea sucio, acuoso, ruidoso.
Ya no está chupando obscenamente el pene de su acompañante, ahora besa sus pliegues mientras le abraza del cuello e impone con movimientos una posición diferente. Los dos sobre la cama, con él sentado a horcajadas sobre Dylan. Sus labios mantienen un vaivén donde se escurre por sus comisuras los restos de semen y saliva. Su boca se desliza con sed, desesperada, dejando que todo manche al contrario, hasta su mentolabial y hizo, sus labios se escurren como lo hace el mismo semen.
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Ideas base para un beso blanco:
Inicio: comienzo del beso.
Desarrollo: beso.
Desenlace: despierta del sueño.
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Hoy decidí elegirme a mí mismo. Hoy decidí juntar todos mis pedazos rotos (dudas, miedos, inseguridades, heridas) y volver a unir cada uno de ellos poco a poco. Liam eres hermoso, me dije. Liam debes cuidarte. Liam debes valorarte. Lo decidí porque entonces así, la gente sincera, la gente que ama de verdad me vería hermoso por lo que soy, me vería curado y me valorarían. ᅠ Entonces comprendí que amarme es hacerme respetar. Amarme es poner puntos claros para cuidar mi integridad, porque nadie más lo hará tanto como yo. De esa manera pude ver que no necesito buscar vastas pruebas, porque en los gestos pequeños se ven los más grandes, y era suficiente para saber que ahí no debía seguir estando. Ahora será el problema de alguien más. ᅠ Es como yo debo amarme para poder amar a otros y buscar el mismo amor de calidad que doy.
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Decidí hacer esto como tipo post por eso notarán que no aparecen las preguntas, sin embargo, cada respuesta, cada párrafo es cada una de las preguntas. Claro que sin contar este, en total, serían seis párrafos.
¡Buenas la tienen todos! Digo, ¡buenas a todos! Mi nombre es Liam, no tengo apodos sobre eso, bueno si los tengo pero son algo ofensivos porque mis amigos son crueles, últimamente me dicen: vaca loca. Pero en fin, ni viene al caso, jajaja. Llevo el rostro de Park Jimin porque amo su dualidad y mi color favorito es es el bordó, no muchos conocen ese color por el nombre, pero dando otra referencia diré que el color del vino tinto.
Tuve muchas temáticos en los años de rol, pero finalmente, luego de empezar a estudiar lengua y literatura, me puse en plan de no seguir algo estructura, si bien cada escritor tiene su estilo, mi finalidad es poder variar y escribir de todo un poco. Por eso, y les comento como dato curioso, las fotos que uso de los post suelen ser más una estética que referente al mismo contenido. Así que, el contenido o forma de narración va a variar y no dependerá de una foto.
Escribir un libro de cuentos. Primeramente escribir muchos cuentos y hacer de ellos todo un copilado. Hay muchos autores de ese tipo, pero es un estilo literario que se dio mucho en los años 2000. Sin embargo, como una primera vez, sería uno de mis sueños. Quizás una meta más alcanzable.
Creo que más que canciones, muchas de mis pesadillas y malos momentos terminan con temas drásticos de The Weeknd. Sino, esos sonidos tétricos de fondo donde se escuchan sólo instrumentos o pianos. Pero desconozco autores, los pocos que conozco de piano, tocan cosas muy cálidas.
Quizás me tomen de superficial, ¡por favor, no lo hagan! JAJAJA. Es que no es tan así, pero tienen una estética hermosa y creo que todo entra por los ojos. Sin embargo, tenemos todo un camino por conocernos, ¿no? Espero que me pueda llevar bien con Dystopia, porque al menos cuando los vi fue amor a primera vista.
Del uno al diez; ¿Qué tanto les apasiona escribir? Creo que esta pregunta siempre la hago en estos ámbitos porque una de las cosas que más nos motiva (o pienso que así debería ser) es lo narrativo.
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“Bien, Liam —dijo—, tengo que dártela por haberte paseado desnudo por toda la casa sin siquiera saludarme”. En el léxico de su Amo, “dártela” era el eufemismo que significaba “reventar ese culo a golpes”. A Liam eso le encantaba. Hacía que una descarga eléctrica subiera por sus mejillas y explotara en su cerebro, bajando acelerada por su torrente sanguíneo, provocando el enrojecimiento de las mismas. Una agradable sensación de bienestar recorría todo su cuerpo. ¿Cómo era posible con tan sólo palabras? ¿Cómo terminaba con la aceleración irregular de su respiración y humedad, mucha humedad además de dureza dentro del pantalón?
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En un cuarto grande y espacioso, faltante de muebles y almas, Lev toma asiento sobre una elegante banca de madera cerezo. Frente a él se encuentra uno de los pocos compañeros que por los últimos años le acompañó. Frente a él suspira y le acaricia por sobre la rigidez en que ha sido tallado con el mismo material de su banca. La mirada del pianista refleja un cariño inmenso y una cierta paz provenientes de algunos recuerdos silenciosos. De modo que alza la tapa que cubre el teclado y sus manos se posicionan por sobre lo blanco. Sus pies se apoyan por sobre los pedales y...
Llena sus pulmones de aire, lo contiene por varios segundos antes de que bajen sus párpados, y, deja correr ese viento desde sus labios antes de comenzar a tocar tecla por tecla intentando coordinar con sus pies al pisar cada pedal.
Sus dedos son bailarines, finas y largas piernas que van de un lado a otro en una pista blanquecina y algo oscura. Cada sonido que emerge y produce un eco en la atmósfera les recuerda los momentos más tristes por lo que pasó y a veces sigue pasando en su bochornosa fama como rapero. Pero la melodía le recuerda que él no es solamente de
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Luego del intercambio de sus miradas, de las confundidas respiraciones al estar tan cerca, completamente desnudos los dos, su bocas que se chocaban, luchaban tibiamente sin el deseo de poner un freno. Liam entreabría sus labios de manera rítmica, hasta que sus lenguas se encontraban para guerrear como lo hacían sus labios. De tanto en tanto, el pelinegro mordía, apoyando apenas su sinhueso en los dientes de ella. Se mantuvo jugando en sus recintos donde un aire pesado iba y venía con un perfume exquisito y silencioso.ᅠSus manos eran guiadas, y, conectando con el sentido táctil, comenzaron a tocar esos senos apretando, intentando llenar sus manos con lo carnoso de ellos. Entre el insistente masajeo, sentía sus pezones, la suavidad de la piel y lo moldeable de todo. Sus dedos se cerraban como pinzas para atrapar los botones de carne y presionar, tirar como en un pellizco antes de retomar hasta donde más pudo.ᅠSólo entre esos juegos previos y estimulación, sus pezones estaban igual de duros, entre sus piercings que brillaban. Su pene en alza palpitaba demasiado fuerte, y de pronto seguían los suspiros pesados, le dolía, su pene le dolía.ᅠSe vio una vez más guiado por ella, dejándole cierto dominio como si de pronto él se convirtiera en su sumiso. Topó contra el sofá, el mueble más cercano.ᅠIda y vuelta con los manoseas, sus manos le atrapaban las nalgas a ella, apretaba y tiraba de las mismas para abrir hasta soltar y empezar a obedecer cuando un chasquido marcó la separación del beso.ᅠ—Mhg..., ¿qué harás, Cameron? Eres una traviesa —sonrió de oreja a oreja, una curva agitada por su respiración, pero por la excitación que se cargaba. Cerró sus ojos por el placer del beso en su nuez y terminó por obedecer del todo al darse vuelta.ᅠSubió al sofá apoyando sus rodillas, y, comenzó a moverse poco a poco para ponerse en cuatro. Un enfoque y escena demasiado obscena que a Liam no le molestó para nada enseñar frente a una mujer. Se entregó a ella. Alzaba su trasero, apoyaba sus codos y antebrazos sobre el mullido y largo asiento.ᅠMiró por sobre su hombro para seguirla, curioso de lo que haría, relamiendo sus labios al saber que en ese mismo lugar estaba el dildo.
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Ella lo miraba a los ojos mientras iba quitándole la ropa. El contacto de un tejido delicado la repasa queriendo marcar su silueta, las curvas escondidas cual reloj de arena. ¿Cuántas veces habría imaginado al hombre del modo en el que hoy estaban? Desde los tobillos, por los cuádriceps, al pene y estómago, la joven iba subiendo a sabidas que, pronto, hallaría en sus pupilas dilatadas, esa mirada teñida de negro que tanto le enardecía los sentidos reflejado en sus propios ojos. Sabía que le gustaba lo que veía. Y estaba convencida de que lo que harían juntos aquella tarde, le gustaría mucho más, así que no perdió oportunidad para ahogar su deseo en el interior de aquellos labios tan bien definidos al hundir su lengua allí para juguetear con la suya.ᅠNo había ninguna reserva en aquel beso. Ningún innecesario pudor. Sólo un hambriento deseo por sentir más placer a su lado. Y es que una vez pudo atrapar esa sinhueso entre sus cerezos para succionarla, sintió ganas de gemir de simple gusto. Estaba poniéndose húmeda a causa de esa boca caliente, así que tomó las manos de William entre las suyas para guiarlas por su cuerpo, llevándolas hasta sus senos generosos. Las frotó un poco, contra sus pezones erectos. Y sin dejar de besar al azabache en ningún momento lo llevó hasta cualquier mueble que se interpusiera en el camino.ᅠNo pensaba dejarle escapar.ᅠ— Date la vuelta. —Le pidió, con la voz un poco entrecortada por la falta de oxígeno.ᅠTodo el cuerpo de aquel chico era puro paraíso y al mismo tiempo el culpable de uno entre muchos pecados, porque no faltó las noches donde ella y él creaban sinfonías en sus sueños. Pero las manos de Cameron entonces fueron a su trasero, para apretarlo gustosamente entre sus manos. Por si no se había dado a entender, lo besó una vez más, encima de su manzana de Adán; y deslizó su dedo medio por la línea entre sus glúteos.ᅠ— Quiero probarte…
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Yacía sobre el acolchado mueble con la espalda adherida al respaldo y la pierna derecha cruzada encima de la otra, uno de sus brazos descansaba por el borde donde se recargaba con cuatro dedos sosteniendo su cabeza y en la mano restante posaba el tallo de su copa. Nunca fue amante del vino, prefirió siempre lo informal sobre la calidad, pero la curiosidad fue tan grande en el momento que se descubre a sí mismo no sólo disfrutando, sino quedando con el deseo de que ese sabor tan quemante y amargo para él le rozara la garganta un par de veces más, porque gozaba del placer visual al que estaba siendo sometido. Meneaba el contenido en circunferencias cortas y semi lentas, dejando rastro del movimiento en las paredes del cristal que después desaparecían, con el fin de desatar el sabor tan característico de tal bebida. No tuvo siquiera que mover un solo músculo para deleitarse con la viva imagen del platinado frente a él, sus orbes lo fijaban con fiereza analizando cada mínimo movimiento proveniente de Liam. Quizás fue el alcohol que le ayudó a desatar sus más profundos deseos, donde solo en su mente podía crearse los más íntimos y eróticos escenarios donde los únicos protagonistas encontrados son el castaño y el más bajo de ambos. Zane era incapaz de confesarlo, pero cada que Liam se encontraba cerca de él la mente le trabajaba al mil, ideando excusas increíblemente absurdas para rozar por unos mínimos segundos el órgano tan expuesto que cubría sus manos; aquel que con el poder de sus labios y dientes era susceptible a mostrar marcas inofensivas por toda su extensión, ese que se eriza al estimular sus puntos más frágiles y también los más profundos. La cereza fue una distracción inconsciente en medio del silencio, su izquierda dirige el fruto a su boca que en cuestión de minutos se convirtió en un elixir dentro de su cavidad oral. En su ilusión, los labios gruesos pertenecientes al mayor tenían el sabor del afrodisíaco, tan exquisito y adictivo, capaz de envolver al menor con solo imaginarlo. El silencio se apoderó del más alto cuando aquel par de preciosas y tonificadas piernas lo aprisionaron contra el sofá, cuando la anatomía que tanto estudiaba a la lejanía le quedó a escasos centímetros de la propia, cuando los delicados dedos con sus palmas apoderaron su cuello, con las agradables caricias de su aliento chocándole la piel con tal finura que le terminaban por despertar los receptores sensitivos en su piel.— ¿Qué es eso que tanto extrañaste? —Las palabras brotaron una por una a medida que los carnosos labios marcaban un camino en su rostro inferior. La diestra se afirmó a la figura ceñida de su cintura, su zurda recorrió con detenimiento hasta posarse sobre uno de los glúteos, con poca fuerza anima a que se pegue un poco más contra él. Sonríe sin mostrar demasiado, las comisuras se elevan y sus ojos se cierran a la mitad. No pudo creer que sus fantasías se estén cumpliendo. Aprovecha y lame lentamente el contorno del inferior mientras este se encuentra entretenido besando sus zonas superiores. Durante el jugueteo de su lengua sonríe ahora lascivo, dispuesto a no dejar pasar un minuto más sin probar al chico dueño de su mente.
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—¡Jimin! ¿¡Qué haces!? —exclamó su compañero de apartamento—, ¡Joder, abre la puerta! —El sonido chirriante del picaporte se volvía violento cuando Taehyung forcejaba para querer entrar. Había sospechado toda esa tarde del estado de ánimo que su amigo cargaba en la espalda como mochila, y, su fuerte intuición lo llevó hasta el cuarto de baño donde oyó el llanto pavoroso del mismo. Aquella situación poco comprensible aceleró su corazón hasta que él también comenzó a derramar lágrimas amargas por sus mejillas.
¿Estaba hablando en serio al escuchar las palabras del mayor? ¿Realmente sería capaz de quitarse la vida a esas alturas? Estaba aturdido, aún insistiendo e insistiendo en querer entrar mientras exhalaba un aliento más pesado debido a la adrenalina y agitación. Su mirada estaba clavada cuán estaca en ese picaporte y no veía el momento exacto para abrir la puerta. Sólo entonces se le cruzó por la cabeza el tener que patear la madera si así llegaba a ser necesario.
Jimin estaba dentro. La sangre seguía saliendo de su brazo sentado a un borde de la bañera. Ni siquiera sabía qué se escurría más, entre sus ojos y la muñeca cortada, si era la sangre o eran las lágrimas, qué más daba.
» Cuando aparece la tentativa de un suicidio, no hay una manera racional al pensar. Y es que se cree que quitarse la vida es lo más lógico y un llamado atractivo con la premisa de, “no habrá más sufrimiento”, “no habrá más dolor”. De modo que para Jimin, seguir en la idea de fracasar en su baile, en su canto, era solo producir más problemas a sus compañeros de grupo.
—Sólo un poco más —dijo el de veintidós años entre sollozos por la despedida y los gritos de Taehyung. Sus párpados cayeron como un telón y, algo cálido comenzó a abrazarlo como un manto grueso en pleno invierno. Eso pintó una sonrisa llena de paz.
Pero entonces Taehyung se apoderó de su mente en medio de esas sensaciones. Recordó entonces un momento en que practicaban juntos, en medio de un baile rítmico, cuando los saltos más mortales eran peligrosos, cuando habían pasos que él mismo acentuaba y ponía un énfasis desgarrador, tanto así, que lastimaba sus músculos. Siempre iba al límite, siempre se auto exigía demasiado, y aún así, cuando caía, ahí estaba Kim Taehyung, estirando una mano, diciendo...
—Jimin, por favor..., vamos a salir de esta, por favor. —La temblorosa voz del menor de oyó como dentro de un vaso tapado, que luego, al destapar con violencia, hizo que finalmente los sentidos de Jimin se conectaran con la realidad.
No supo cómo o en qué momento, aún desesperado, corrió al lavamanos para limpiar la sangre que salía, asustado, perdido incluso en el tiempo, esperando que nada de todo eso terminara aún peor para los dos. Tal vez no quería morir y no quería dejar a su mejor amigo.
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La danza que se realizará necesita de confianza, el uno del otro. “Tiene que salir bien” se repite Jimin; “tiene que ser perfecto”.
Está sudando frío cuando...
—¿Hyung? ¿Estás bien?
—Estoy nervioso, pero estoy bien.
—Lo harás bien, lo has practicado mucho.
—Lo haremos bien.
Comienza el espectáculo y Jungkook hace su primera entrada...
Una cascada de bailarines caen de forma perfectamente sincronizada. No hay absolutamente nadie fuera de tiempo o de lugar, todo inicia como lo planeado, con bailarines que van cayendo y se asientan en las místicas aguas del encantado escenario. Es ahí que Park Jimin hace una magnífica entrada y se da la vuelta con estilo dramático para iniciar su baile.
Sus piernas y brazos son tomados por los bailarines y se “zambulle” para tomar vuelo como una hermosa y espléndida ave. Mientras los bailarines dejan ir sus piernas, el arquea su espalda y usa los músculos de su torso para subir y bajar esas extremidades ejerciendo gran fuerza y control. Se eleva gracias a sus compañeros de arduas prácticas, quienes lo hacen ver tan relajado y majestuoso cuando sus pies se posaban sobre la espalda de uno de los tantos.
Entonces Jungkook se mueve ágilmente detrás de su mayor, sintiendo los corazones latir fuerte entre los dos, conectando de una forma inexplicable. Para el menor, la persona que se eleva es su admiración, alguna clase de divinidad majestuosa a quien espera para sujetar su mano cuando este la estira, y sabe, el honor de tenerlo como pareja en esa presentación.
Sus miradas se cruzan de manera fugaz, y ahí entiende Jimin esa necesidad y confianza en Jungkook, sólo, cuando hay un contacto visual. Sabe que no habrá falla, ninguno de los dos titubean estando ahí. Jungkook tampoco lo sabe, pero Jimin admira a su menor y siempre logra hacerlo sentir demasiado orgulloso. Por eso confía de su destreza, de su poder, de su ser.
Entonces Jungkook permite que Jimin haga un giro en el suelo casi magnífico, permitiendo que a su alrededor el agua se exprese con magia y le permita a Jimin deslizarse hasta ponerse de pie y lanzar una patada alta (con precisión sobre la cabeza del más joven) usando el impulso de fouetté hasta que toma la siguiente postura donde es cargado por su compañero de una manera artística; una obra de arte.
Es ahí donde sus almas se conectan, recordando la seguridad que fueron construyendo en el día a día de sus prácticas. Jungkook no pierde el ritmo de la música, y muchos menos pierde de vista a su hyung. Lo toma de la pierna y alrededor de su cintura, hace su pequeño despegue y lo levanta para girar juntos.
Jimin estira sus brazos, sus gestos están llenos de drama y hermosura.
Siente el pecho de su menor, y, Jungkook sostiene a Jimin sobre su pecho. El de cabellos azul lo sabe, percibe la fuerza del pelinegro como para adoptar esa posición y llevarlo como una ligera pluma; no tiene dudas. Jimin mantiene una postura fuerte, con músculos apretados y el tronco tenso, porque entiende que si se debilita, puede desequilibrar a Jungkook. Y Jungkook, lo sujeta sin el mínimo deseo de dejarle caer y lastimarlo. Es un trabajo en equipo, y un dúo perfecto.
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Invierno para ella es la temporada más silenciosa y triste de todas. Es en un día invernal en que herida y asustada, toma la mano helada de su madre y besa su dorso tantas veces que siente borrar sus labios. Ella no deja de llorar al verla en aquél sitio con olor a muerte; un lugar tan gélido como las afueras nevadas. Le suplica a Dios sin saber de su existencia que por favor no se la lleve, porque no está preparada para perderla aún; ¿Quién podría estarlo?
“Te lo pido, no sueltes mi mano” dice entre su rostro empapado y sus labios apegados a la rugosa piel de ése dorso. Su madre es tan anciana, y está tan solitaria como ella lo está. No hay rastros de una figura paterna, ni de otros familiares; sólo han sido ellas las mejores amigas durante años.
Para la anciana mujer, la princesa del baile, siempre fue su pequeña muñequita de caja musical. La misma que ahora mira desde su lecho de muerte con cristalizada mirada. Hubiese deseado poder seguir estando ahí para verla bailar todos los días, para verla crecer en lo que tanto ama. Pero su piel están tan pálida, lo que le da ese aspecto moribundo. Algo dentro suyo está creciendo sin parar, células como copos de nueve afilados que destruyen todo a su alrededor.
Está desesperanzada, ahora es la muerte la que baila entre ellas.
La más joven toma aquella mano entre las suyas porque desea darle de su calor; desea darle vida. Entonces comienza a mecerse lentamente de adelante hacia atrás sobre la silla donde está sentada, apegada a esa cama. Y aún estando dentro del horrible cuarto, calefaccionado, ella siente un glacial diferente; los dientes castañean como tiemblan sus labios y ve soplar un aire helado que apaga la vela; su madre empieza a morir.
“Por favor”, dice su madre, “no dejes de bailar”.
Y esas son sus últimas palabras. Esa que quebranta el suelo de hielo —el único suelo que la sostiene; la base que le permite seguir con una sonrisa—. De modo que cae sobre aguas profundas, oscuras, a bajas temperaturas casi insoportables. No puede parar de gritar y llorar. La muerte sigue danzando hasta conseguir congelar el cuerpo de la enferma mujer y convertir el corazón de la princesa en un iceberg.
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