Bienvenida a Girlsplaining, el blog de Flamma House, un espacio vibrante donde exploramos creativamente ideas del empoderamiento. Este blog está dedicado a mujeres que están listas para romper barreras. Aquí exploramos ideas audaces sobre creatividad y estrategia de contenidos, compartimos historias de liderazgo femenino y profundizamos en perspectivas feministas. Ya seas emprendedora, creativa o agente de cambio, porque todas las mujeres lo somos, Flamma Corner es tu rincón para encender la inspiración y provocar un cambio significativo. Instagram: @flamma_jaus
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Comprensión, compasión y compañerismo
Hoy llevé a Maggie al trabajo y no sé muy bien cómo sentirme ahora. Ya estoy en casa, son pasadas las 5 y el día ya se ha pasado. No sé si me siento apenada, triste, afligida o sentida. Para un poco de contexto, Maggie es la perrita de mis papás: una dulce y muy juiciosa perrita amarilla con heterocromía. Maggie es una perrita pandemia, por lo que es muy dependiente y nunca ha estado sola en ningún momento de su vida, por lo que es una experiencia extremadamente estresante y ansiosa para ella. En esta semana mis papás están fuera de la ciudad y la dejaron conmigo para cuidarla, como yo tengo trabajo híbrido y mi trabajo me lo permite (punto ahí), la tengo que llevar conmigo y hoy fue el primer día.
Para empezar yo ya tenía miedo desde el segundo uno y la cabeza me invadía de preguntas: ¿Maggie se comportará? ¿Cómo será la actitud de todos? ¿la recibirán alegres? ¿qué hará ella al llegar allá? era como un espiral en el que me metí desde la noche anterior y me hizo estresar desde muy temprano. Al final llegué a la agencia y pues en realidad el recibimiento fue muy cálido y superó mis expectativas, yo tenía la intención de mantenerla con su correita en la camita y mis compañeros me alentaron a soltarla, “es un perro, déjala ser” y pues si, toda la razón, así que así lo hice. Ella estuvo un buen rato vagando por ahí respondiendo a su curiosidad y aunque me preocupaba, todos me dijeron que me relajara. Estuve un momento entretenida en una reunión y me fui de mi lugar de trabajo, al volver me comentaron que uno de los de recursos humanos estaba diciendo que de quién era la perrita y acto seguido dijo “ay, es que se está metiendo a las oficinas…” y mi miedo se hizo realidad. Yo entiendo, créeme que yo entiendo que ese es su trabajo y en realidad no me molestó el comentario porque el llamado de atención cuando es necesario, es necesario, ¿pero no hacérmelo directamente a mí? ¿no decírmelo en mi cara pero sí a los demás? cero profesional, PERO CERO.
Al final le puse su correita y se quedó conmigo, bajamos al baño solo una vez lo cual le agradezco mucho a ella y salimos a almorzar. Nos fue bien, de verdad que sí, pero yo seguía pensando en la segunda parte del día; teníamos una reunión importante porque nos iban a presentar a la nueva CEO y la forma en la que habían adecuado el comedor, me decía que Maggie y yo no tendríamos comodidad alguna.
Entramos. Nos encontramos de frente con ella y gracias, el recibimiento fue amable y con sonrisa “tú fuiste a visitarme esta mañana” le dijo a Maggie consintiendo sus orejitas y me sentí demasiado aliviada. Por supuesto me disculpé con ella y su respuesta me hizo sentir aún mejor: “tranquila, perdón por qué si no me molesta” En la reu se puso molesta, yo creo que estaba demasiado aburrida y como había dejado de ser el centro de atención, empezó a llorar. El chillido de un perrito es fácil de reconocer y más en una habitación en silencio. Entre intentar calmarla y ser silenciosa. ladró y me invadió la vergüenza ¿por qué en ese preciso momento? ¿por qué tiene que hacerlo? ¿quiere salir? ¿quiere caricias?.
Mortificada intenté calmarla acariciándola y rompí todas las reglas de etología que mi mamá se ha esforzado por impartir todo este tiempo, pero estábamos en emergencia.
Al salir de la reunión me encontré con varias caras de apoyo, acercándose a mí para bromear con Maggie en tono tierno y sonreír haciéndome sentir que no había sido un big deal.
Si tú eres uno de esos compañeros y me estás leyendo: gracias. Gracias por tu ayuda, tu comprensión, tu apoyo, tu amor a Maggie, tu saludito, tu atención, tus caricias a su cabecita.
No saben lo difícil que fue para mí enfrentarme al día, tratar de proteger a Maggie al mismo tiempo que intentaba seguir las reglas, dejarla ser mientras intentaba no incomodar a nadie, fue aparatoso intentar explicar que esa es su manera de jugar y que en realidad no está gruñendo por brava. Todo el día fue una ola emocional muy fuerte para mí y encontrar personas que de verdad querían hacérmelo más fácil me llena de gratitud.
Al final lo que quiero que nos quede es que este apoyo colectivo me ayudó a reducir el miedo y la vergüenza, y resalta el valor del compañerismo en el entorno laboral. La compasión que hubo en la disposición de todos para entender los retos que las dos atravezábamos, en ofrecierme un ambiente donde el error era aceptado y tratado con empatía, y donde las incomodidades se manejaron con buena actitud y amabilidad.
La comprensión, la compasión y el compañerismo en un equipo pueden transformar un día estresante en uno que se enfrenta con gratitud y resiliencia.
#comprensión#amor#trabajo#compañerismo#equipo de trabajo#work environment#mental health#salud mental
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¿Por qué a las mujeres nos gustan tanto las boybands?
Cuando estaba a mitad de esta entrada, recibí la noticia más dura: Liam Payne, uno de los integrantes de la primera boyband que me hizo fangirlear, falleció en Argentina. En ese momento, escribir esto se tornó más difícil y personal. Querido Liam: estas palabras son para ti. Gracias por regalarme alegrías y emociones intensas a mis 17 años, por esas canciones que sigo cantando a todo pulmón hoy en día, por las amigas que conocí gracias a ti, por hacerme sentir bella y, sobre todo, por hacerme parte de una comunidad . Gracias por regalarme One Direction.
Cuando nos preguntamos por qué a las mujeres nos gustan tanto las boybands, las respuestas más comunes suelen ser: "por las canciones románticas" o "porque los chicos son guapos". Es cierto, el carisma y la atracción física son importantes para captar atención, pero esa conexión profunda que las mujeres logramos, tiene raíces mucho más complejas.
La verdadera magia de las boybands no está solo en su música, sino en el sentido de pertenencia que crean. Seguir a una boyband es formar parte de una comunidad, mayormente femenina, donde compartimos emociones, sueños e ilusiones. Este sentimiento de unidad refuerza el vínculo emocional que tenemos con el grupo. Las letras de las canciones también juegan un papel crucial: hablan del amor, el desamor, la amistad, y el éxito, lo que genera una conexión más profunda.
Las boybands, además, no son un accidente. Son un producto cuidadosamente diseñado para generar emociones. Detrás de ese fenómeno global está un equipo que entiende muy bien cómo tocar esas fibras sensibles, apelando a nuestra necesidad de comunidad, autoestima y sueños compartidos.
En 2010, una boyband arrasó con todo: One Direction. Aunque no ganaron The X Factor, su éxito fue meteórico. Más allá de la música, la clave de 1D estaba en la diversidad de personalidades: cada miembro era un mundo en sí mismo, y juntos crearon algo único. Además de cumplir el rol de "el novio perfecto" que es la idea básica, se comportaban como ese grupo de amigos cercanos e inmaduros que todas podíamos tener en el colegio. Eran auténticos, graciosos y relatable.
En esos tiempos, Twitter estaba en sus primeros días, y fue la herramienta perfecta para conectarnos con ellos, pues era la única forma de conectar con los artistas. Compartían su vida cotidiana, sus éxitos y sus momentos banales, lo que nos hacía sentir que no solo éramos sus fans, sino sus amigas. Esa autenticidad y cercanía fue clave para crear una relación duradera y especial. Y aunque hoy sepamos que detrás de todo esto también había una estrategia de marketing, el sentimiento de conexión era real.
Ahora, ¿eso de que las boybands solo son disfrutadas por niñas adolescentes dónde queda? a mis 30, me he vuelto a sentir como con 17 con el ultimate boyband coreano: BTS. Si One Direction revolucionó el pop, Bangtan lo llevó a otro nivel. Ellos me parecen un caso digno de estudio en el marketing musical, no solo porque es una estrategia cuidadosamente planificada y ejecutada con una precisión casi perfecta, sino porque lograron así redefinir lo que significa ser una boyband en el siglo XXI.
Ellos entienden a la perfección lo más importante: conectar con la audiencia. Sus letras no solo hablan de amor, sino de temas universales como la salud mental, la autoaceptación y las presiones sociales. Eso crea una relación genuina con ARMY, su fandom, porque no se presentan como estrellas inalcanzables, sino como jóvenes que también luchan, sienten y se enfrentan a los mismos desafíos que nosotras. Eso nos hace identificarnos con ellos a un nivel mucho más personal.
Además, BTS ha sido increíblemente creativo a la hora de acercarse a su gente. No solo usan las redes sociales convencionales, sino que han creado una plataforma llamada Weverse, donde comparten contenido exclusivo y se comunican directamente con sus fans. Su narrativa va más allá de la música: con el Bangtan Universe (BU), han creado una historia compleja que conecta vídeos musicales y nos tiene conectados creando teorías y el merchandising es... *chef's kiss* no se limitaron solo a el merch básico de siempre, sino que hicieron colaboración con Line Friends que se llama BT21. Son como sus versiones animadas y también tienen como fanbase propio, incluso sin ser ARMY. Ser fan de BTS no es solo escuchar sus canciones, es estar inmerso en un universo que nos mantiene enganchados constantemente.
En resumen, las boybands nos gustan no solo por su belleza o las historias de amor que nos hacen soñar. Nos atraen por la comunidad y el sentido de pertenencia que nos brindan. Ser fan de una boyband es formar parte de algo más grande, de una red de personas con quienes compartimos momentos, sueños y emociones. Nos hacen sentir comprendidas, nos brindan apoyo y, sobre todo, nos dan un espacio donde podemos ser nosotras mismas, celebrar nuestras emociones y conectarnos con otras personas.
Así que, sí, a las mujeres nos gustan las boybands, pero no por razones superficiales. Nos gustan porque nos hacen sentir vivas, conectadas y parte de algo especial. Eso es lo que, al final del día, importa.
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Salud mental en términos creativos.
La salud mental en la publicidad no solo debería ser una prioridad, sino también el motor de una nueva forma de hacer las cosas. En lugar de enfocarnos en lo que nos limita, es momento de explorar cómo la creatividad puede ser una herramienta transformadora para nuestro bienestar, tanto personal como profesional. La creatividad tiene el poder de aliviar el estrés, mejorar el estado de ánimo y ofrecer un espacio donde la ansiedad se transforma en posibilidad. Entonces, ¿qué está fallando en la industria para que esto no sea la norma? La respuesta yace en la manera en que enfocamos nuestras habilidades y expectativas.
Nos hemos acostumbrado a medir el éxito bajo parámetros externos, como los premios o los roles creativos tradicionales, cuando en realidad no todos tienen que ser creativos en el sentido convencional. No necesitas ganar un festival para ser exitoso. Puedes ser un excelente content creator, planner o project manager, pero si insistes en seguir un camino que no se ajusta a tus fortalezas, es natural que aparezca la frustración. Lo viví personalmente: aunque he tenido una carrera exitosa según mis propios términos, para algunos colegas mi falta de premios en festivales publicitarios podría ser vista como una carencia. Pero al centrarme en mis habilidades particulares, aquellas que aportan valor de manera única, me di cuenta de que el éxito no depende de cumplir expectativas ajenas, sino de construir un camino basado en lo que sí puedes hacer y disfrutar.
Es aquí donde entra la verdadera cuestión: ¿cómo podemos construir una publicidad que cuide la salud mental de todos sus actores, especialmente de los más jóvenes que están entrando en la industria? Para los directivos más establecidos, puede ser difícil cambiar su enfoque, pero tenemos la oportunidad de influir en los juniors y enseñarles una nueva forma de trabajar.
Durante una charla que impartí en el congreso Adictos en 2021 en compañía de otro creativo, titulada "De la publicidad y otros demonios", hablamos precisamente de este tema en el segmento titulado “Todos hablan de los leones, pero nadie de los gatitos”. A menudo, quienes hoy están en la cima y ganan premios fueron una vez juniors con sueños, trabajando en equipos donde los "gatitos" luchan por convertirse en "leones". Como seniors, debemos inspirar a nuestros equipos, identificar sus fortalezas y guiarlos hacia el éxito, pero desde un lugar de respeto, apoyo y empatía. El respeto no se exige, se gana, y esto empieza por ser ese tipo de líder que necesitábamos cuando estábamos en sus zapatos.
La salud mental se cuida dándole espacio a cada miembro del equipo para desarrollarse en sus puntos fuertes, y comprendiendo que el rechazo es parte del camino. En esa misma charla, presentamos historias de grandes creativos que también recibieron un "no" en múltiples ocasiones a lo largo de sus carreras. El éxito radica en persistir, aprender a manejar la frustración y no dejarnos dominar por ella. No existe una fórmula mágica para la felicidad ni para el bienestar, pero sí hay estrategias para cuidar nuestra mente, autorregularnos y construir una carrera profesional que, además de exitosa, nos haga sentir plenos y realizados.
Al final, el cambio que propongo no es solo una transformación del enfoque de los equipos creativos. Es una reconfiguración completa de la cultura publicitaria, una que no valore solo los premios, sino el crecimiento personal y el equilibrio emocional.
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Solsticio.
A letter to my younger self.
Respira. Eso también pasará. Aguanta solo un poco más.
Será difícil, muy difícil, pero lo haces bien, eres muy valiente y puedes con todo lo que te ha tocado vivir.
Nada de eso que estás viviendo es real; los que dicen ser tus amigos no lo son, los que dicen querer ayudarte, no lo harán, los que dicen estar para tí, no lo estarán.
Al final te darás cuenta que siempre fuiste solamente tú y eso tiene el suficiente poder.
Tu nueva vida supondrá pérdidas;
supondrá perder tu comodidad.
supondrá perder tus amigos y tus relaciones.
supondrá perder cariño, entendimiento y credibilidad.
supondrá perder guía y dirección.
Pero no te angusties, no te desesperes.
valdrá tanto la pena que agradecerás haberlas sufrido.
En lugar de estar cómoda, serás libre.
En lugar de tener amigos, tendrás compañeros verdaderos de vida.
En lugar de entendimiento, tendrás apoyo y confianza porque encontrarás un equipo.
En lugar de tener dirección, encontrarás foco y serás tú quien guíe ese camino porque al fin serás vista.
Amarás tanto esa persona nueva que has construido, que ni recordarás esa que fuiste.
Suelta y ábrete a recibir, ese es el mayor acto de amor que puedes hacer por ti misma, además, no te imaginas lo que te espera.
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Mad Women
Como publicista, me avergüenza un poco no haber empezado esta serie antes. No sé exactamente por qué no me llamaba la atención, pero creo que, en el fondo, la idea de ver a un montón de hombres publicistas haciendo publicidad no me entusiasmaba mucho… ¿Dónde he visto eso antes?
Apenas he visto el primer episodio, así que mi juicio puede parecer apresurado, considerando que la serie cuenta con siete temporadas. Aun así, lo que he visto hasta ahora es suficiente para abordar el tema que quiero tratar aquí.
La serie está ambientada en los años 50 y 60, y aunque pretende exagerar algunas situaciones, me pregunto si realmente lo hace. Porque lo ideal sería que al ver las escenas en las que se maltrata a las mujeres, pensáramos: “¡Qué diferente era todo en aquellos tiempos! Menos mal que ya no sucede así”. — Silencio incómodo —.
Empecemos desde el principio: Peggy llega a su primer día de trabajo y, en el ascensor, se encuentra con un grupo de hombres. Qué bienvenida, ¿verdad? Apenas entra, empiezan a incomodarla con comentarios en metáforas que claramente son sobre ella. Recordemos que los hombres suelen hacer esto como una demostración de poder, no porque realmente consideren que una mujer sea bonita. Lo hacen porque pueden, porque saben que tienen control, y, por supuesto, lo disfrutan. Al final de la escena, uno de ellos dice: “Tienen que saber desde ya qué clase de tipo eres”. Y sí, hay hombres que saben que son una absoluta porquería y, sorprendentemente, se enorgullecen de ello. Me lo han dicho, así que no se alteren.
Luego está la “conversación seria” que Peggy tiene con su jefa, Joan. Básicamente, le dice que si no muestra, no vende. Y, tristemente, sigue siendo una realidad: aún hoy se contratan mujeres por su apariencia, sin importar su talento. Al final, para eso están los hombres, ¿no?
Señalar abiertamente el comportamiento machista de los hombres supone riesgos: perder oportunidades, enfrentarte a señalamientos, convertirte en el blanco de críticas. La serie insiste en que en los años 60 la situación era peor, pero ¿realmente ha cambiado tanto? En una escena, el director creativo va a conocer a su nueva clienta, que resulta ser una mujer. Durante la reunión, ella no se deja intimidar solo porque él es hombre, lo que provoca una discusión. Al final, él se va diciendo: “No voy a permitir que una mujer me hable así”. Aunque esas palabras exactas nunca las he escuchado, me he ganado enemigos y enfrentamientos simplemente por ser como soy.
Lo más triste de todo esto es cuando nos convertimos en objeto de burlas o malos comentarios, cuando se nos cuestiona o incluso se nos anula. ¿Les ha pasado que les roben una idea? Das tu propuesta y los hombres se quedan callados, pero luego exponen exactamente la misma idea como si fuera suya, sin el menor temor. ¿Qué se hace en esos casos? Honestamente, estoy cansada de enfadarme.
El capítulo no avanza mucho más en términos de lo que ya sospechamos que puede pasar, y para ser sincera, no me quedaron ganas de seguir viendo la serie. Así que por hoy, este tema termina aquí.
Queridas hermanas publicistas, dedico mi 8M a ustedes: mujeres que alzan la voz, que ocupan espacio, que cuentan sus ideas, que dicen “no me interrumpas”, que insisten, que lideran, que buscan estar y pertenecer, que aman lo que hacen, que ocupan puestos altos y saben que se lo merecen, que exigen justicia, y que no “aguantan” las escenas y comentarios de sus compañeros varones. Pero sobre todo, a ustedes, que existen con orgullo.
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#8M
Lo primero es que este día no se celebra, así que no felicites a nadie. Feliz día será cuando tengamos los mismos derechos (civiles, morales y laborales) y la misma libertad. No entregues tarjetas, ni chocolates, ni flores, mucho menos esas imágenes que dicen que “la mujer es el tesoro más grande de la humanidad” eso solo perpetúa algo que la escritora feminista Catalina Ruiz [@catalinapordios] llama sexismo benevolente y se refiere a cuando nos dicen (los varones) que somos dignas de adoración, seres supremos y que, por eso, los hombres están aquí para protegernos. Esto suena bien, pero no lo es.
Esto implica que nuestro valor como personas está en nuestro cuerpo y que si no alcanzamos ese ideal, somos malas mujeres. También que los hombres tienen poder sobre nosotras y por eso deben ser los héroes y protegernos, salvarnos. Chimba, ¿no?
Eso también perpetúa miles de insights machistas y misóginos que la sociedad tiene muy interiorizados y que muchos y muchas (en femenino porque a veces son las mujeres las que más lo hacen) me cuestionan y lo usan en mi contra, pero bueno, eso solo prueba mi punto.
¿Insigths como cuáles? Bueno, pues, como por ejemplo; que se creen dueños de mi cuerpo, que pueden tocarme cuando quieran, que basta la ropa que yo tenga puesta para llamarme como un perro o con el nombre que se les ocurra. No olvidemos, que para ellos el consentimiento no existe, o sea, decir no es un sí, no decir nada es un sí, no estar consciente para decir algo es un sí.
Eso hablando de lo físico, pero también se sienten dueños de lo que pensamos y expresamos; aquí entra el querido mansplaining que es cuando un varón le explica de manera condescendiente y paternal algo [lo que sea, normalmente es algo que ella ya sabe y conoce]. ¿Llevas la cuenta de cuántas veces has sido víctima o victimario de esto?
Antes de seguir contextualicemos un poco; todo inició este mismo día de 1857 cuando las neoyorkinas llamadas garment workers, salieron a marchar por derechos y condiciones laborales más justas. Fue una de las manifestaciones por derechos femeninos más grandes de la historia, sin contar que fue la primera. No duro mucho, pues la policía las detuvo. Esto inició el #8M como tal. Las manifestaciones, las protestas y las alzas de voz. Pero en sí, el feminismo lleva más tiempo atrás.
Olympe de Gouges, en 1791 escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana como reacción a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano que sólo reconocía la condición de ciudadanía a los hombres y dejaba a las mujeres por fuera. Empieza con una frase divina: “Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta." Eso fue hace 231 años y aún seguimos luchando por lo mismo ¿no es triste?
X - Nadie debe ser molestado por sus opiniones incluso fundamentales; si la mujer tiene el derecho de subir al cadalso, debe tener también igualmente el de subir a la Tribuna con tal que sus manifestaciones no alteren el orden público establecido por la Ley.
XI - La libre comunicación de los pensamientos y de las opiniones es uno de los derechos más preciosos de la mujer, puesto que esta libertad asegura la legitimidad de los padres con relación a los hijos. Toda ciudadana puede, pues, decir libremente, soy madre de un hijo que os pertenece, sin que un prejuicio bárbaro la fuerce a disimular la verdad; con la salvedad de responder por el abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley.
En un momento en el que está de moda que algunas mujeres afirmen que no necesitan feminismo, parece urgente recordar cómo es tan actual como esencial. El peligro asecha, está escondido en cada esquina, listo para saltar y recordarnos que ninguna libertad se fija, ni se adquiere para siempre.
Por eso este 8 de marzo quisiera dedicárselo a los varones.
En lugar de decir feliz día de la mujer, denuncia a tu amigo acosador.
En lugar de dar rosas a las mujeres a tu alrededor, no te rías de chistes machistas
En lugar de regalar chocolates y tarjetas, entiende que no, es no. NO INSISTAS.
En lugar de hacer poemas, no enaltezcas comportamientos machistas de los varones que conoces.
Este 8 de marzo cambiemos comportamientos y rompamos paradigmas.
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Eres humana, no lo olvides.
Cuando comencé a tomar conciencia de mi salud mental, empecé a ver el mundo de manera diferente. Cuanto más profundizaba en el tema, más me daba cuenta de lo intoxicada que estaba. Cambié mis hábitos: dejé de seguir en redes aquellas cuentas que me hacían sentir mal y las sustituí por otras que alimentaban mi positivismo. Corté de raíz las relaciones con personas que me maltrataban y me quedé solo con quienes elevaban mi energía (y sí, me quedé con apenas dos personas). Cambié mi alimentación, mi estilo de vida, mi entorno, la ciudad (uno de los puntos más importantes) y también redefiní a quienes equivocadamente llamaba amigos.
El cambio fue inminente y sorprendente. Poco a poco, me resultaba más fácil hablarme con amor y establecer límites con las personas a mi alrededor. Sin embargo, cuando comienzas a poner límites, especialmente con las personas equivocadas, su malestar no tarda en manifestarse. En mi caso, en el gremio en el que me desenvuelvo, existen dos términos increíblemente tóxicos que, a mi parecer, deberían desaparecer: máquina y blandito. El primero hace referencia a lo eficiente que puedes ser en el menor tiempo posible, y a cuánto puedes soportar en el entorno más tóxico imaginable. El segundo se te asigna cuando decides tener un poco de sensatez y pides ser tratado como el ser humano que eres. Personalmente, he sido atacada con ambos términos y me han causado un daño muy profundo. Aunque he aprendido la mayoría de las cosas que sé hoy por mi propia cuenta, también he adquirido serios problemas mentales y emocionales en el proceso.
Cuando intenté poner límites y pedí ser tratada con respeto y consideración, no solo me tildaron de blandita, llorona y conflictiva, sino que también cuestionaron mi talento y mis capacidades. Fui víctima de gaslighting —una técnica de abuso emocional y psicológico que busca hacerte dudar de tus propias percepciones, sentimientos o recuerdos, hasta el punto de que empiezas a cuestionar tu propia realidad—, y para colmo, me compararon con los demás. Debo admitir que, durante mucho tiempo, esto último me dolió hasta lo más profundo. Me forcé a aprender y hacer más para intentar sobresalir. Es cierto que me formé gracias a eso, pero la pregunta que siempre me hago es: ¿es necesario moldear a las personas a través del abuso emocional?
La reciente decisión de Simone Biles de retirarse de los Juegos Olímpicos por su salud mental me hizo darme cuenta de algo fundamental: no tengo que demostrarle nada a nadie, y proteger mi mente y mi cuerpo es infinitamente más importante que la opinión de los demás. Soy mucho más que mis resultados, y mi talento habla por sí solo.
Al investigar más sobre la razón que la llevó a tomar esa decisión, leí un titular que decía: "demonios en su cabeza", y sentí una enorme empatía. Simone describe la presión diaria de cumplir con las expectativas de todo el mundo, lo que la lleva a ignorar las señales de su cuerpo que le piden ir más despacio. Ha llegado al punto de no sentirse segura de sí misma, y cuando comete un mínimo error, la culpa la devora.
No me comparo con una figura de excelencia como ella, pero, en esencia, su historia también es la mía. Le agradezco profundamente por abrirme los ojos y por decirle al mundo que la salud mental no es una señal de debilidad. Renunciar no te hace blanda, al contrario, te hace fuerte.
Desbloquear esos miedos ha supuesto para mí un crecimiento personal increíble. Me ha permitido experimentar el amor propio —algo que nunca había sentido realmente—, me ha ayudado a darme mi lugar, y sí, también ha traído más enemigos. Pero bueno, eso no es ninguna novedad.
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Fea ninguna.
"Fea" es el insulto favorito de los hombres, justo después de "loca". Y sí, también es el de muchas mujeres, pero eso se debe a la misoginia tan interiorizada que muchas llevamos sin darnos cuenta.
Llevo apenas dos entradas en mi blog, y ya recibí mi primera amenaza y mi primer insulto. Esta vez, por ser feminista (porque por otras cosas ya lo he sido muchas veces). El “insulto” fue que me parezco a Helga Pataki, de Hey Arnold! Tuve que investigar, porque francamente Nickelodeon no fue lo mío cuando crecí, y si vi un episodio completo de Hey Arnold!, fue mucho. Helga es el típico antítesis de lo que la sociedad define como una “buena mujer”: es obstinada, ruda, agresiva, para nada femenina, independiente y frontal. Características que suelen usarse para despreciar a las mujeres, acusándolas de "asustar a los hombres". No la pintan como la muñeca perfecta, pero viendo a Arnold, el protagonista, ¿la serie fue hecha para mostrar personajes atractivos? Helga tiene una sola ceja, y por alguna razón, el vello facial siempre ha escandalizado a la humanidad, pero solo cuando lo tiene una mujer. Incluso la supermodelo griega Sophia Hadjipanteli, que tiene una uniceja poblada, ha recibido insultos y hasta amenazas de muerte. ¡Supermodelo y todo! Así que no creo que la "fealdad" de Helga tenga nada que ver con eso.
Entonces, ¿por qué es "fea" Helga? ¿Porque no es femenina? ¿Porque tiene un carácter fuerte? ¿Porque le importa poco hablar de hombres con sus amigas? Nunca lo sabré del todo, pero hay algo claro: si no te adornas con flores, tacones y sonrisas suaves, automáticamente eres "fea" o una amenaza.
Al investigar sobre Helga, descubrí que en cuanto a personalidad y gustos, me parezco mucho a ella. Ya mencioné antes sus características más notorias, pero además, le gusta la cultura, el arte, la poesía; es sensible e inteligente, y después de Arnold, es la protagonista de la historia. Incluso hay varios episodios dedicados a ella.
El rol de Helga entre sus pares masculinos es siempre el de la rechazada o la compañera, pero nunca el de una mujer vista como tal. A mí, los hombres tampoco me veían como una mujer, me trataban como si fuera uno más de ellos. Y sí, me llegué a sentir ofendida. Cuando mencionaba esto, me decían que qué esperaba, que si me comportaba como ellos, era obvio que no me respetarían si yo no me "hacía respetar". Pero, ¿qué significa eso? ¿Dejar de jugar videojuegos con ellos? ¿No montar en bici o jugar al escondite? ¿"Hacerme respetar" era jugar a las muñecas con las niñas o, de adolescente, sentarme a hablar de chicos? Eso no me gustaba. Yo prefería los videojuegos, los carritos a control remoto, montar en bici, o corretearnos mutuamente. Pero, según la sociedad, eso les daba vía libre a los hombres para comportarse como quisieran, o mejor dicho, como la sociedad les permitía ser.
Para terminar esta entrada, no voy a decir el típico "nadie es feo, la belleza está en el interior", que aunque es cierto, suena algo cliché. Lo que quiero decir es que deberíamos dejar de usar este adjetivo como un arma de ataque, tanto entre nosotras como con nosotras mismas. Decir que alguien es "fea" no solo es un juicio vacío, sino que también devalúa cualquier opinión, argumento o comentario que se quiera expresar. Y, por supuesto, la mayoría de las veces, ese juicio no tiene absolutamente nada que ver.
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Calladita te ves más bonita.
Empezaré con una historia que hace muy poco me sucedió: en mis redes sociales publiqué un Reel (feminista, por supuesto) acompañado de una historia REAL, que no me sucedió a mí directamente, pero que sí presencié.
Se convirtió en una gran bola de fuego que resultó en alguien que me comentó que me estaba radicalizando mucho, que así la gente me iba a empezar a llamar neonazi y que de hecho, ya lo hacían. Eso me llevó a conversaciones pasadas en las que me advertían que dejara de usar mis propias redes para propagar mi fuerte pensamiento, que algunas personas estaban empezando a usar eso en mi contra o que me estaba ganando enemigos, así que dos cosas: la primera es que yo nací con haters, estoy muy acostumbrada a lidiar con que la gente no me quiera y desprecie lo que haga, eso ya no puede conmigo y menos cuando estoy en el nivel emocional y espiritual en el que estoy. Y la segunda es que ¿mis propias redes juegan en mi contra?, ahora yo tampoco soy dueña de ellas como no lo soy de mi cuerpo, ni de mis pensamientos, ¿algo más que quieran imponerme, prohibirme o machoexplicarme? De verdad ustedes necesitan calmarse, no todo tiene que ver con ustedes, no sean narcisistas. El feminismo tiene que ver con nosotras y con la igualdad que estamos buscando que resulta ser medida bajo sus términos en un mundo donde ustedes tienen el poder. Entonces dirigirnos al patriarcado cuando nos sentimos violentadas por él, no es un ataque, es una defensa.
Como mujeres, enfrentar este mundo masculino es más bien difícil. A veces me pregunto si fue más difícil en el pasado cuando no teníamos derecho a nada, o ahora que los varones saben que tienen la misoginia incrustada en lo más profundo de su psiquis, pero que la han combatido (ellos mismos, por supuesto) y que porque salimos a trabajar en los mismos espacios que ellos, creen que el sexismo ha desaparecido y que por lo tanto, perdemos el tiempo.
La verdad es que no, no ha desaparecido ni está ni cerca y mucho menos perdemos el tiempo, como dirían en la ciudad donde crecí: “oigan a este”.
Durante toda mi vida me vi en medio de comentarios acerca de como debo ser como mujer: pero no cualquier mujer, una buena. Algunos fueron tan absurdos como: “no te sientes así, tus profesores son hombres”, “sonríe que si no te ves fea”, “no te vistas así, se más femenina”, “no te cortes el pelo, es lo más lindo de una mujer” y otros fueron más dementes como “no hables tan duro”, “no hables de eso”, “no reproches”. Estos comentarios además de ser agotadores, eran ilógicos; o sea, solo por ser mujer no podía hacerlo, no es un argumento muy contundente para el género que ama las discusiones basadas en la razón demostrativa. Los últimos que enuncio me dolieron más porque me obligaron a apagar mi voz. En ese momento no lo supe, pero me molestaba mucho y eventualmente fui desapareciendo la delgada línea entre comunicar mis pensamientos e imponerlos. Me sentía insegura y molesta todo el tiempo, además de impotente por no poder hablar no solo porque no sabía como hacerlo, sino porque además era indirectamente ignorada. Incluso ahora que soy más asertiva, que me conozco y me reconozco, que sé lo que quiero y lo que soy y sé como comunicarlo, sigo siendo ignorada; ¿Qué hace una mujer reprochando, hablando, pensando? Es emocional, peligrosa y obstinada no merece nuestra atención.
Así me sigue pasando muchos años después, adulta, lo evidencio cuando intento hablar con mi abuelo por ejemplo de política; nunca me responde una sola pregunta más que con una mueca y un levantar de hombros. En cambio a mi primo, solo le basta con sentarse a su lado y preguntarle la noticia del día para sacarle conversaciones de una hora y hasta más. Lo evidencio cuando las mujeres de mi familia se restringen a la cocina, tienen conversaciones allí y atraen otras mujeres externas que llegan nuevas al mismo, dónde se la pasan desde el principio hasta el final de la velada. Los hombres comiendo y disfrutando, las mujeres lavando y cocinando. No tiene, ni ha tenido sentido para mí nunca, tampoco lo tendrá.
Por último, no esperen silencio de mi parte. Mis ancestras no me consiguieron el derecho al voto, al trabajo, a leer, a asistir a la escuela, a tener doctorados, maestrías o un simple diploma de bachiller, a poder sentarme en una mesa con mis pares masculinos y compartir puntos de vista, a mirar a la cara a un hombre, a decidir sobre mi cuerpo y mi futuro, entre otros, quedándose calladas.
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Complejo Lisa Simpson
Sonará pretencioso pero siempre me identifiqué mucho con la hija del medio de Los Simpson. Desde que empecé a ver la serie como a los 14 años, esa pequeña niña llamó mi atención al tener mis mismas ambiciones y mis mismas falencias. No solamente siempre se sintió desencajada, sola, rechazada, ignorada, burlada y juzgada, sino que siempre anduvo en busca de un amigo con el cual compartir sus singulares ambiciones y por supuesto que no la diera por sentado, que diera tanto por ella como ella por él.
A Lisa le gusta el arte y la música, si les cuento un secreto, me hubiera encantado practicar esta última de forma profesional y saber tocar por lo menos un instrumento perfectamente. Me parece algo digno de tal admiración. Es hermoso. Además es una buena forma de canalizar el sufrimiento; eso también Lisa me lo enseñó, es normal estar triste o enojada, tienes que poder sentirlo y la música es la mejor forma de hacerlo.
Pero el punto focal de mi conexión fuerte con Lisa Marie, es que ella es Feminista. Su batalla es constante contra un sistema fundamentado en la misoginia y trata de hallar su lugar en una sociedad que gira al rededor del mismo. Lucha por sus convicciones y no tiene miedo de hablar, otra cosa más con la que mi querida Lisa y yo somos idénticas. Aunque todas las veces sea minimizada, forzada a callar y cuestionada, ella se paraba firme sin titubear. Es una lectora implacable y aunque en eso Lisa me lleva la delantera, ella me despertó el amor por los libros, el aprendizaje, el conocimiento. Leyendo tienes forma de argumentar, de conocer. El conocimiento es poder y como ella, quería pararme con poder frente a un mundo injusto y enfrentarlo. Sin temor.
Ella no fue la primera feminista que conocí, pero sí la primera que entendí y que me hizo cuestionar mi mundo a mi alrededor. En un capítulo de la temporada 5 que se llama “Lisa vs Stacy Malibú”, La muñeca favorita de Lisa tiene una nueva versión que dice frases sexistas, por lo cual la niña se indigna y protesta llegando a sacar una nueva muñeca con frases inspiradoras. Ese fue uno de los primeros capítulos de Los Simpson que ví o bueno, el primero que me marcó porque recuerdo sentirme tan enojada como Lisa por las frases de la muñeca. No se me olvida la siguiente: “No me preguntes, solo soy una chica” Ah, ¿es que somos tontas? Fue lo que pensé. Tenía 10 años. Mi admiración por Lisa reside también, en que las chicas líderes de las series infantiles (a excepción de Bellota) eran dulces y frágiles, buenas con todo el mundo, aceptaban simplemente todo lo que las rodeaba y siempre tenían una sonrisa, no eran como la quejona de Lisa y si que estoy familiarizada con aquel adjetivo. Sin embargo, Lisa se quejaba por cosas importantes y me enseñó que podía luchar por mis ideales, con mi voz.
Por último pero no menos importante, volvamos al tema de la amistad que es otro espejo de mi vida. Cuando Lisa encuentra a alguien con el cual tiene cosas en común y puede compartir momentos de felicidad, lo da todo. Pone su alma y corazón en cultivar esa amistad y en hacer que esa persona se sienta bien estando con ella, pero, como ya sabemos, las historias amistosas en la vida de Lisa terminan mal; si no es traicionada, es dejada ahí solo siendo, casi desechada. Y pues sí.
Pero no voy a hacer esto del todo malo, en el episodio 9 de la temporada 20, Lisa conoce a Juliet y se hacen muy buenas amigas. Un día Juliet le pregunta a Lisa si quiere ser su mejor amiga y pues muy emocionada, Lisa acepta ¿no es eso lo que siempre quiso en la vida? “Tengo una mejor amiga” dice casi sin creérselo y hasta yo podía sentir su emoción viéndola desde el televisor en la soledad de mi habitación en Medellín. No sé como termina el capítulo, no me acuerdo ni me quiero acordar, porque puedo decir que estoy pasando por mi season 20- episode 9 y quiero que se quede así. Mi Juliet hace de mis días más hermosos y radiantes. Espero que todos encuentren a su Juliet y nunca la dejen ir. Mi Juliet, si lees esto solo me sobra gratitud hacia a ti, siempre serás especial.
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