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— Creo que a alguien no le agradó ese comentario... — De alguna forma le gusta ver a la pelirroja, celosa.
Reirei anda calienteeeeee

— No la culpo… —
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Reirei anda calienteeeeee
— No la culpo... —
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Era quizá un pecado que cuando la otra comenzó a frotar sus glúteos contra la erección del dragón, eso se sintiera tan bien. Era un placer pecaminoso, sin duda alguna, los que más se disfrutan ciertamente. Sus fuertes manos siguieron jugueteando con los senos de la pelirroja, masajeando estos, apretándolos un poco hasta que abrió a boca y atestó una mordida posesiva a su hombro. Dejó una marca de sus dientes y un poco rojo, aunque trató de controlarse para que no fuera muy fuerte. Tal como algunos animales, en este caso los dragones de su especie o de su clan (porque no estaba seguro si los demás lo hacían) trataban de tentar a la hembra a base de mordidas de sumisión, mostrando que ellos eran los machos y alfas.
— Mía… — Gruñó. — Eres mía… — Repitió. Su pelvis se volvió a mover contra los glúteos de la mujer, esta vez rozando en sus nalgas, mientras él tragaba saliva y bufaba aún más ansioso. Su inicio de erección ahora era una erección como tal. Fuerte, dura, deseosa de ser atendida. Merrick no se hizo a esperar, una de sus manos bajó por la cintura y cadera de Lyn, hasta su pelvis y bajando más. Pudo sentir contra las yemas de sus dedos apenas unos cuantos vellos púbicos y no se detuvo, bajó más hasta que sus dedos rozaron entre sus labios mayores, acariciando su clítoris. Era obvio que no esperaba que aquello fuera solo una tanda de manoseos. La iba a hacer suya.
Sus dedos se movieron un poco más, acariciando aquella pequeña extensión de piel en el sexo de la hechicera, mientras repatría lamidas, besos y mordidas por su cuello y hombros sin dejar de mover la pelvis contra sus suculentas nalgas para calmar un poco su ansiedad. Bufidos feroces escapaban de su nariz y boca, quería metérsela de una vez, quería que la mujer se derritiera bajo su cuerpo. Molesto por no tener dónde apoyarse, comenzó a empujarla un poco para hacer que avanzara, pero sin apartarse ni un instante dejar de acariciar. Quería llegar al menos contralas rocas y cuando estuvo ahí, apegó el cuerpo de la pelirroja de forma en que sus senos quedaran contra la piedra. Al no estar acariciando ya sus senos, tomó su pierna e hizo que la levantara para poder acariciarla con mayor libertad, esta vez mordiendo su espalda y lamiendo su Columba. — Mhh… Lyn… — Gruñó con deseo. — Lyn… —
Bajo la luz de la luna, en esa temporada.
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Bajo la luz de la luna, en esa temporada.
Apenas sentir sus manos sobre de su piel fue suficiente para hacer que esta se erizara un poco. Los vellos de su nuca se erizaron así mismo y la ansiedad aumentó. El dragón soltó un jadeo por lo bajo y luego de unos instantes ya estaba acercando su mano a su creciente erección tratando de calmarse. Acarició su miembro un poco, volviendo a jadear entre gruñidos que esperaba la otra no escuchara. Maldita sea, el dragón estaba perdiendo el control por el toque de esas curiosamente suaves manos ¿Cómo se sentirían alrededor de su erección? Sacudió la cabeza un poco y apartó las manos echándose algo de agua en el rostro. Bajo el agua que le llegaba por encima de la cadera, nada se notaba, pero lo sentía.
Se giró entonces y asintió en un gruñido, pero la espalda de la mujer le llamaba. Era tan tersa y blanca que pedía a gritos ser marcada por sus afilados dientes. Sus manos, temblorosas en ese momento por estar soportando, se acercaron a sus hombros y comenzó a tallar su cuerpo.
El dragón tragó saliva, delineando con los ojos el cuerpo de la otra. Normalmente se cubría, era alguien “cohibido” dentro de lo que cabía pero esta vez, esta vez era más bestia que hombre. Sus manos se deslizaban por su espalda tallándole, pero en algún punto estas se desviaron y fueron a dar hacia adelante. Con descaro las fuertes y grandes manos del dragón dieron con sus pechos, suaves y voluptuosos, apretándolos un poco a la vez que su rostro de hundía en la curvatura del cuello de la pelirroja. — Mhh… — Gruñó un poco, aspirando mejor su aroma. Sus palmas y dedos sentían de forma perfecta aquellos suaves senos, rozando los pequeños y erectos pezones de la hechicera, mientras bufaba ahora contra su cuello, notablemente ansioso. — Mfhh… — Por todos los dioses, realmente esperaba que cuando ese lapsus estupidus se le pasara, ella pudiera perdonarlo.
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MerLyn first time (?)
Quise pintarla para que pareciera, siento si se ve fail pero es mi otp.
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—... Como quieras. — Masculló. Maldita sea, realmente no le agradaba comportarse así, no con ella al menos, pero era inevitable, no quería hacerle daño. Y pese a que su razón le gritaba que la protegiera, sus instintos le decían que se le lanzara encima y la hiciera gemir. La situación era realmente problemática, aún más porque con la piel brillante por el agua y la luz de la luna y estrellas, se veía realmente apetecible y era más difícil controlarse. ¿Y si se lo decía? La razón de su rabia en ese instante y de que estuviera tan sensible y distante... No, eso no era una opción, la otra podría tacharlo como un enfermo o algo así y no quería eso.

Le dio la espalda y miró a otro lado menos a donde estaba ella, de alguna forma diciéndole que si iba a tallarle la espalda lo hiciera ya, no tenía tiempo para estar perdiendo. El sonido de los grillos se escuchaba a lo lejos, era una noche agradable ¿Por qué no podía disfrutar de ella y ya? Maldita sea. — No te odio. — Se adelantó a decir, solo por si acaso y solo porque fue lo primero que su mente, que estaba en todos lados menos en la tierra, logró expresar. Esperaba que ella no comenzara a odiarlo por lo fastidioso que estaba. Realmente era lo último que deseaba, pero con cada brisa el aroma de la mujer se acercaba más y más, especialmente ahora que estaba a su espalda. Bufó un par de veces por lo bajo, respirando agitado. “Basta, basta… basta…” Se repetía, tratando de controlar sus instintos, pero… Estaba perdiendo contra ellos. Ya tenía el inicio de una erección y maldita sea, siquiera lo había tocado aun.

—Grrr...— De peor humor que de costumbre y echando humo de entre la boca, el dragón custodiaba la entrada a la cueva manteniendo dentro a Lyn. ¿Por qué? Eso era sencillo... Entrando la temporada de celo, ponerse extra posesivo con quien en este caso consideraba SU hembra, era esencial. No iba a haber una sola alma que tocara a Lyn y de ser necesario destriparía a cualquiera que acercara de más. Eileen no estaba cerca, rayos. Esta vez su atención sí estaría en su propia persona y necesidades.
Desde hace unos días el dragón con el que vivía estaba de un humor pésimo, sin contar que prácticamente no la dejaba salir de aquella cueva y si lo hacía él estaba tras de ella cual guardián. Lo que más le sorprendía de todo era su posesividad, es decir, ¿por qué? ¿Cuál era la insistencia por protegerla? Decidió ignorar todo esto, se incorporó y desde el fondo, exclamó.
—Quiero salir, Merrick. —Aquello era una afirmación, no pensaba aguantar estar tan aislada del mundo.
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Sabía que se estaba comportando como un idiota pero no era su intención, estaba irritable, más de lo normal. Sentía esa necesidad de lanzarse contra ella y hacerla suya todas las veces que su cuerpo le permitiera. Entre gruñidos chasqueó la lengua una vez más y se puso de pie, solo mirándola de reojo.

Era peligroso estar cerca pero quizá con el agua, esas ansias e le pasarán un poco. Fue así como decidió sacarse la ropa. La camisa que le cubría y los pantalones, hasta quedar desnudo. Esta vez el descaro gobernaba pues antes, el dragón hubiera tratado de no ser visto por completo.
Tal cual había llegado al mundo, entró en el agua aun a distancia de la mujer, pero siempre vigilándola, observando con dedicación y de alguna forma, tratando de ver solo su espalda. Solo con eso era suficiente para acelerar su pulso. La mujer poseía una cintura increíble, caderas perfectas y unos hombros exquisitos.
¿Qué si antes no lo había notado? Claro que sí, ciego no era. Sin embargo antes podía controlarse y ahora mismo, no estaba seguro si podría hacerlo. — No estoy de mal humor. — Murmuró, desviando la mirada. Era inútil. Su solo aroma era suficiente para despertar sus más bajos instintos. — T-Tch… —

—Grrr...— De peor humor que de costumbre y echando humo de entre la boca, el dragón custodiaba la entrada a la cueva manteniendo dentro a Lyn. ¿Por qué? Eso era sencillo... Entrando la temporada de celo, ponerse extra posesivo con quien en este caso consideraba SU hembra, era esencial. No iba a haber una sola alma que tocara a Lyn y de ser necesario destriparía a cualquiera que acercara de más. Eileen no estaba cerca, rayos. Esta vez su atención sí estaría en su propia persona y necesidades.
Desde hace unos días el dragón con el que vivía estaba de un humor pésimo, sin contar que prácticamente no la dejaba salir de aquella cueva y si lo hacía él estaba tras de ella cual guardián. Lo que más le sorprendía de todo era su posesividad, es decir, ¿por qué? ¿Cuál era la insistencia por protegerla? Decidió ignorar todo esto, se incorporó y desde el fondo, exclamó.
—Quiero salir, Merrick. —Aquello era una afirmación, no pensaba aguantar estar tan aislada del mundo.
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Entre gruñidos,el dragón terminó por acceder, haciéndose a un lado de la entrada de la cueva y esperando a la pelirroja, sentenciando con que la estaría vigilando de cerca, y esta vez no le importaba si la veía desnuda o no. En medio de un silencio sepulcral y la oscuridad de la noche que les cubría, el dragón de ojos rojos caminó tras de ella,a unos 4 o 5 pasos atrás, vigilando cada uno de sus movimientos y excesivamente alerta de cualquier sonido o aroma desconocido.
Al llegar al arroyo en el que solían asearse,lavar la ropa,pescar y beber agua, el dragón se quedó sentado cerca sobre de una roca, con los brazos cruzados y una expresión de molestia mezclada con frialdad. Debía controlarse un poco. — Desnúdate y haz lo que tengas que hacer. — Masculló, chasqueando la lengua.
Era probable que ella no comprendiera, que se sintiera hasta intimidada, pero debía cuidar a su hembra de cualquier otro macho, tanto humano como dragón. Por otro lado, copular con ella no era una opción posible, o eso pensaba. Es decir, en esos tiempos evidentemente no había métodos anticonceptivos. ¿Si ella quedaba preñada? Seguramente moriría. No, se rehusaba a tener que criar a algún mocoso y más aun, a perderla de esa forma.
—Grrr...— De peor humor que de costumbre y echando humo de entre la boca, el dragón custodiaba la entrada a la cueva manteniendo dentro a Lyn. ¿Por qué? Eso era sencillo... Entrando la temporada de celo, ponerse extra posesivo con quien en este caso consideraba SU hembra, era esencial. No iba a haber una sola alma que tocara a Lyn y de ser necesario destriparía a cualquiera que acercara de más. Eileen no estaba cerca, rayos. Esta vez su atención sí estaría en su propia persona y necesidades.
Desde hace unos días el dragón con el que vivía estaba de un humor pésimo, sin contar que prácticamente no la dejaba salir de aquella cueva y si lo hacía él estaba tras de ella cual guardián. Lo que más le sorprendía de todo era su posesividad, es decir, ¿por qué? ¿Cuál era la insistencia por protegerla? Decidió ignorar todo esto, se incorporó y desde el fondo, exclamó.
—Quiero salir, Merrick. —Aquello era una afirmación, no pensaba aguantar estar tan aislada del mundo.
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Reblog With Your RP Character's 'I Will Cut You' Face
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Un gruñido aun más fuerte y de hecho casi salvaje y sin razón humana que le dominara, se hizo notar, alzándose entre el eco de la caverna. Los dientes del dragón parecían incluso más afilados de lo que ya eran y su mirada se mantenía oculta tras de sus mechas de cabello algo revueltas. No había comido desde que comenzó a comportarse de esa forma y curiosamente en lugar de parecer fatigado parecía un guardián de la cueva, más feroz que nunca. Cazaba sí, pero sus presas eran arrojadas dentro. De alguna forma trataba de mantener distancia con ella, sin siquiera dirigirle la palabra.
Al escuchar algunas cuantas piedrecilas moverse bajo los pies de la mujer, el dragón, su mirada se afiló como una daga y le miró de la peor forma que hasta el momento había hecho, poniéndose frente de la salida (y entrada) de la cueva.

Sus manos temblaban y las venas de su cuello estaban bien marcadas, bombeando sangre a todo lo que da. — Quédate... — Logró articular, con los labios temblorosos por los gruñidos que soltaba entre cada sílaba. No quería herirla y de hecho estaba tratando de controlarse pero tenerla cerca, sentir su aroma femenino en esos instantes no era exactamente algo que le ayudara.
—Grrr...— De peor humor que de costumbre y echando humo de entre la boca, el dragón custodiaba la entrada a la cueva manteniendo dentro a Lyn. ¿Por qué? Eso era sencillo... Entrando la temporada de celo, ponerse extra posesivo con quien en este caso consideraba SU hembra, era esencial. No iba a haber una sola alma que tocara a Lyn y de ser necesario destriparía a cualquiera que acercara de más. Eileen no estaba cerca, rayos. Esta vez su atención sí estaría en su propia persona y necesidades.
Desde hace unos días el dragón con el que vivía estaba de un humor pésimo, sin contar que prácticamente no la dejaba salir de aquella cueva y si lo hacía él estaba tras de ella cual guardián. Lo que más le sorprendía de todo era su posesividad, es decir, ¿por qué? ¿Cuál era la insistencia por protegerla? Decidió ignorar todo esto, se incorporó y desde el fondo, exclamó.
—Quiero salir, Merrick. —Aquello era una afirmación, no pensaba aguantar estar tan aislada del mundo.
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—...— Es temporada de celo. Ella debería huir.

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*Él solo viene a babear un rato(?)*
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