Películas, documentales y otras enfermedades audiovisuales
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
Bomb City - Jameson Brooks (2017)
El primer largometraje de James Brooks, en este drama criminal/thriller se muestran jovenes rabiosos, alcoholizados y fuera de sus cabales. La clásica historia estadounidense del punk discriminado socialmente por verse raro y agresivo, y el jugador de futbol americano cheto, avalado en la sociedad, por ser blanco, estar en la clase alta y bien vestido. Un juicio de whitetrashers fascistas/cristianos/violentos y mantenidos contra punkies, llenos de amor, bardo y autogestivos.
El film tiene un ost que vale la pena escuchar: punk, crust, hardcore y demás. Un par de parches de Faith, Destroy everything y Disorder, una banda a la altura de Crass con letras cargadas de politica. La fotografia es interesante, no deja nada que desear.
“El pogo, mosh y slam no son actos de violencia, si no de fraternidad” dijo alguien por ahí.
Título: Bomb City Año: 2017 País: EEUU Duración: 1h 35min Director: Jameson Brooks Reparto: Dave Davis, Glenn Morshower, Logan Huffman,
LINK
3 notes
·
View notes
Text
Bomb City - Jameson Brooks (2017)
El primer largometraje de James Brooks, en este drama criminal/thriller se muestran jovenes rabiosos, alcoholizados y fuera de sus cabales. La clásica historia estadounidense del punk discriminado socialmente por verse raro y agresivo, y el jugador de futbol americano cheto, avalado en la sociedad, por ser blanco, estar en la clase alta y bien vestido. Un juicio de whitetrashers fascistas/cristianos/violentos y mantenidos contra punkies, llenos de amor, bardo y autogestivos.
El film tiene un ost que vale la pena escuchar: punk, crust, hardcore y demás. Un par de parches de Faith, Destroy everything y Disorder, una banda a la altura de Crass con letras cargadas de politica. La fotografia es interesante, no deja nada que desear.
"El pogo, mosh y slam no son actos de violencia, si no de fraternidad" dijo alguien por ahí.
Título: Bomb City Año: 2017 País: EEUU Duración: 1h 35min Director: Jameson Brooks Reparto: Dave Davis, Glenn Morshower, Logan Huffman,
LINK
3 notes
·
View notes
Text
Fat City - John Huston (1972)
Para quien su debut con The Falcon Maltés supo convertirlo en uno de los primeros directores en acercarse al cine negro, la vida de los desdichados, las femme fatales el pesimismo traducido en bares y las noches humeantes le son un terreno cercano. Por otro lado, la tenacidad que exige el boxeo y la sordidez que se respira alrededor de ese deporte también configuran un mundo bastante próximo a John Huston. A los veinte años y ya siendo campeón amateur, un joven Huston aspiraba a ser boxeador profesional, pero una nariz rota terminó con el sueño. Casi cincuenta años después, logró reunir ambos universos en Fat City, donde retrata las errantes andanzas de Billy Tully (Stacy Keach), un ex boxeador que después de sufrir del típico “ascenso y caída”, intenta despegar los pies de la bebida, la perdición y el fracaso para volver a pisar otra vez un ring.
Basada en la novela de Leonard Gardner, el cineasta realiza esta excelente poética del perdedor, aquel que sobrevive en hoteles de mala muerte conviviendo junto a otros con el alma igual de herida. Ambientada en algún suburbio de la américa profunda, Fat City es un drama potente donde todo pareciera estar bordeado por el aura de Buksowki. Los personajes sufren, la comida no llena y el alcohol se vuelve el mejor amigo del hombre. En cuanto a las escenas de boxeo, no cargan con la épica de Rocky ni mucho menos con el dinamismo de Raging Bull, porque claramente el largometraje apunta a otro lado: hacia la periferia de quienes rodean ese deporte (el entrenador cazatalentos que sueña con besar el éxito, el joven púgil interpretado por Jeff Bridges que ve el futuro con los ojos cargados de inocencia o el que alguna vez triunfó y ahora consume sus días sentado en la barra de esos bares iluminados al mejor estilo Edward Hopper).
De qué otra manera puede musicalizarse el martirio de existir cargando las piedras del pasado si no es con blues y country. La elección de la banda sonora es un gran acierto que termina por crear una atmósfera melancólica que nos arrastra hasta el final con la misma cadencia. Pero a pesar de que la soledad es parte del destino infranqueable de los protagonistas, no todo es mueca triste. La escena en la que Billy y Oma (Susan Tyrrel), refugiados en la penumbra de un bar a mediatarde, prometen acompañarse el uno al otro es la parte más romántica de la película. La única. Sin erotismo, sin seducción, solo un diálogo sincero entre dos ebrios dolidos que apuestan una vez más por la esperanza.
Título: Fat City Año: 1972 País: EEUU Duración: 1h 36min Director: John Huston Reparto: Stacy Keach, Jeff Bridges, Susan Tyrrell
LINK
6 notes
·
View notes
Text
Killer of Sheep - Charles Burnett (1978)
Lo que hizo que Killer of Sheep haya ganado un lugar en la historia fue su carácter primigenio de hacer realismo en el guetto, con gente que vivía ahí, gente simple y a cara lavada. Una película de negros, hecha por negros, para conciencia de todos, bastante alejada del cine blaxplotation, de su entretenimiento ligero y de esa necesidad satírica que tenía el subgénero por utilizar actores negros (y todo un abanico de estereotipos posibles) como protagonistas de tramas que originalmente solían ser para personajes blancos. Sin embargo, lo de Charles Burnett no pretendía ser una oposición radical a ese cine en el que los afroamericanos hacían de cuenta que eran como James Bond pero vestidos con trajes brillantes y condimentados con altas dosis de gracia propiciada por la música disco, el funk, y todo el palo de Motown. Para nada. Killer of Sheeps simplemente y sin buscarlo, terminó trazando el camino para un cine afroamericano a lente desempañado, franco, con una importante carga de crítica social pero sin épica ni idealizaciones.
Viéndola hoy en día, la película sirve como registro documental genuino de la vida en el guetto Watts en California, barrio de negros, calles de tierra y cubierto por un velo de marginalidad que late desesperado en cada relación, acción y reacción. Killer of Sheeps se edifica a partir de una serie de retazos de la vida de Stan (Henry Gayle Sandersen), un padre de familia que labura en un matadero despellejando y achurando corderos, y lleva impregnado en el ceño la desesperanza de un rutina ardua y sin salida. El trabajo duro continua en el hogar, sea arreglando una estantería de la cocina, el motor de un auto o educando a un hijo en el arte de hacerse respetar. La cámara de Burnett se ensimisma en esos cuerpos, en los rostros, en los silencios y en el tiempo muerto de esa vida ordinaria. Captura los roces y las peleas del barrio, las injusticias entre el patrón y el trabajador, y por más amarga que sea la existencia, encuentra en su reverso instantes magistrales donde bailar junto a tu pareja mientras la voz de Dinah Washington suena de fondo puede ser la única trinchera para soportar un mundo que cuanto más avanza más se cae a pedazos.
Título: Killer of Sheep Año:1978 País: EEUU Duración: 1h 23min Director: Charles Burnett Actores: Henry G. Sanders, Kaycee Moore, Angela Burnett
LINK
2 notes
·
View notes
Text
Safe - Todd Haynes (1995)
De toda la filmografía de Todd Haynes, sin dudas Safe (1995) se volvió con el tiempo su pieza más rebelde, atrevida y lastimosamente una de las más olvidadas. ¿Por qué? Porque es la única que despunta con una trama capaz de quitarle un poco el pegote a la etiqueta de “cine queer” que lleva estampada encima el nombre del director (habría que repensar su obra como un cine sobre la búsqueda de identidad en toda su amplitud). Inquietante por lo aséptico de su ritmo pero más que nada por la construcción obsesivamente minimalista y angular del espacio; muy pero muy a lo Kubrick, y muy pero muy opuesta a su siguiente largometraje: Velvet Goldmine (1998), mucho más más barroca y descarada (porque el mismo glam así lo pide ¿no?). Acá tenemos a Julianne Moore interpretando a Carol White, la típica ama de casa de los suburbios de California que gasta su existencia haciendo ejercicio, ocupándose del diseño de interiores de su hogar, bebiendo gaseosas dietéticas y reuniéndose con otras amas de casas envueltas también en el frívolo juego de que lo externo es todo y lo interno, algo obsoleto y desconocido.
Desde el minuto uno, con un travelling nocturno que recorre las calles del barrio, Haynes nos introduce a este micromundo de la clase media-alta norteamericana como si estuviésemos por ingresar a un sitio incómodo, peligroso. Como si estuviésemos por ingresar a una cárcel. El tono de esta secuencia inicial, que cómo veremos luego se mantendrá a lo largo de casi toda la película haciendo de lo desconocido terreno fértil para la duda, la vacilación y el suspenso. El germen del conflicto es indefinido como el conflicto mismo. De un día para el otro Carol comienza a experimentar una suerte de ataques de pánico a los que ni ella ni ninguna de las personas que la rodea puede comprender la causa. Como si de pronto el oxígeno de la burbuja social en la que se encuentra no fuese suficiente.
A diferencia de esa cámara ensimismada de Antonioni en Il Desserto Rosso (1964) la distancia con la que Haynes registra estas situaciones vuelve las escenas aún más angustiantes, y el rostro de Julianne Moore condensa desde la lejanía un horror inexplicable que va tensando un nudo en la garganta difícil de desatar. Como si fuese tragada por una muñeca mamushka su mundo se hará cada vez más pequeño y la búsqueda de la seguridad plena la llevará al total aislamiento. Más aún cuando se entera que existe una patología llamada “alergia al siglo XX”, algo así como una enfermedad provocada por las emanaciones y la toxicidad del ambiente que tranquilamente podría ser una farsa nacida de un convenio entre Greenpeace y Al Gore.
Si bien Safe es un drama hecho y derecho, se puede decir que la ciencia ficción es algo que se mueve por la periferia, que subyace y corroe todo el relato. El tratar de diagnosticar la problemática, sea ésta causa de un simple estrés como le indica un psicólogo o producto de un medio ambiente impoluto como bien asegura el líder de la agrupación New Age donde Carol termina recluida es buscarle un sentido racional a un hecho aparentemente sobrenatural, con lo cual Safe también es pura ciencia ficción.
Título: Safe País: EEUU Año: 1995 Duración: 1h 59min Director: Todd Haynes Reparto: Julianne Moore, Xander Berkeley, Dean North
Link
1 note
·
View note
Text
Les Yeux Sans Visage - Georges Franju (1960)
Inquietante experimento de terror es el que llevó adelante Georges Franju con Les Yeux Sans Visage (Los ojos sin rostro para los hispanohablantes), una total anomalía respecto al género. Intimista y sutil, la cinta se bifurca de la senda donde peregrinan Frankestein y Nosferatu, al mismo tiempo que se aleja de los charcos de sangre en cantidades orgiásticas que años posteriores, más que nada en la década del 60, acrecentaría en las salas underground la fascinación por el gore. Podemos percibir que Franju bebió de los psicologismos más retorcidos de Vértigo y Psicosis para poder así envenenar a sus personajes (si bien esta última es del mismo año). Especialmente a la figura del médico, frío y calculador, nada de científico loco, y a su asistente, quienes no son más que autómatas motivados por sus pasiones más profundas y viscerales, pasiones que ni los límites de la moral, mucho menos de la ley, podrán evitar. Uno (Pierre Brasseur) pretende recuperar el rostro desfigurado de su hija a expensas de cualquier ética profesional, y la otra (Alida Vlli) es capaz de lo imposible para conservar la fidelidad de su jerarca.
Y entremedio de ellos, se oculta como una flor pútrida, una muñequita rota de porcelana, la joven Christine, con su máscara inexpresiva y esa andar parsimonioso con el que recorre el caserón donde está encerrada. Pese a no tener rostro con el cual empatizar, la interpretación de Edith Scob además de recubrir al enigmático personaje con un aura fantasmagórico, sintetiza casi toda su expresión al cuerpo. Un cuerpo que impresiona por su languidez y, a mí personalmente, por ese cuello larguísimo y pálido. Si redujésemos la película a la niebla, a los árboles pelados, a Christine y a esa escenografía gótica que la ocupa, Los ojos sin rostro estaría en la misma línea que La Cenicienta, Blanca Nieves o cualquier otro cuento de hadas, con la (no tan) mínima diferencia que acá todo parece estar muerto de antemano.
La mixtura entre lo horrífico y lo poético puede entenderse desde su origen francés. Si bien, no estamos ante un país que para ese entonces acostumbraba a incursionar en los rincones lúgubres del terror, la capacidad metarreflexiva y los simbolismos -que años venideros se volverían una marca identitaria en gran parte del cine francés- encuentran aquí una nueva forma de encarar el género, con un pie en lo clásico y otro en lo moderno. Es seguro que para esa época el trabajo de Franju haya sido ignorado por su rareza narrativa. Se dice también que al estrenarse en un festival se desmayaron siete personas, intuyo que por el impacto de una escena particular. Sin embargo, con el paso del tiempo, este intrigante largometraje se convertiría en una merecida obra de culto, en especial, gracias a la versión parafraseada de Pedro Almodóvar con La piel que habito (2011).
Título: Les Yeux Sans Visage Año:1960 País: Francia Duración: 1h 30m Director: Georges Franju Reparto: Pierre Brasseur, Alida Valli, Juliette Mayniel
Link Torrent
1 note
·
View note
Text
Dans ma peau - Marina de Van (2002)
Después de haber quedado impactado con Martyrs (2008) de Pascal Laugier no me quedó otra que hurgar, indagar más allá de la pantalla sobre lo que es para mí una de las mejores películas de terror del milenio. Una verdadera bolsa de sangre que a base de torturas se va pinchando y desgarrándose ante nuestros ojos hasta dejarlos manchados como un eterno derrame ocular. Que sea de tierras galas y que no fuese yankee la verdad me era indiferente. El impacto estaba en la proximidad que hay en esa experimentación del dolor a costa del cuerpo. Ese horror terrenal, visceral y sobretodo humano. Así caí en el New French Extremist, donde Irreversible (2002) y sus 9 minutos de violación explícita son el paradigma de una serie de largometrajes franceses de principios del 2000 –tal vez forzadamente vinculados- que por medio de caudales de sangre, sexo hardcore, mutilaciones, flagelaciones y violencia en primer plano, emitían una reflexión brutal sobre el accionar de la sociedad contemporánea.
Todo este palabrerío es pura introducción útil o no para hablar de Dans Ma Peau (2002) (Bajo la piel), la cual quizás, solo comparta con la obra de Gaspar Noé el ser coetánea. Porque la ópera prima de Marina de Van es de lo menos gratuita en cuanto al extremismo que maneja. Si en el inicio esperan un KO técnico como el del aplastamiento de cráneo por uso indebido de extintor no lo tendrán. Acá no hay víctimas ni victimarios, o no tan delimitadamente. La directora y guionista le pone el físico -y ese singular rostro de cantante de metal gótico escandinavo- a Esther, una ejecutiva y esposa y amiga con una vida burguesamente (¿feliz?) común que después de haberse provocado accidentalmente un tajo de proporciones considerables comienza a obsesionarse con su lastimadura. Con una puesta despojada, de Van instala a fuerza de cortes, mordiscos y autoflagelaciones onanistas la polémica de hasta qué punto el “afuera” puede dictaminar qué se puede hacer o no con el cuerpo, cómo tratarlo y si se lo ama, de qué manera.
Dans Ma Peau es menos una muestra de cine de terror y más una película erótica. Porque sea lo que sea que piense su jefe, su amiga o su marido sobre su extraña relación sadomasoquista que tiene con su carne, a la protagonista en realidad no hay nada que la sugestione. Solo ha desenfundado de un modo algo enfermizo la pasión más primitiva de todas: el amor al propio cuerpo. Es notable como en su rol de directora transmite esta bipartición entre ser/cuerpo, a través de sombras, juegos visuales, y una pantalla que hacia el final, cuando el videoarte termina de deglutirse la trama, queda convertida en díptico. En Crash (1996), el exponente del body-horror, David Cronenberg, hacía uso de los accidentes automovilísticos para alcanzar el orgasmo. Acá, Marina de Van da una muestra de la clase de body-horror que se pueda hacer cuando no se tiene ni el presupuesto ni el abultamiento de los efectos especiales. Tan solo usando el cuerpo ¿qué más?
Título: Dans ma peau Año: 2002 País: Francia Duración: 1h 33min Directora: Marina de Van, Laurent Lucas,Lea Drucker Reparto: Marina de Van
Link Torrent
#dans ma peau#in my skin#marina de van#new french extremity#france#french cinema#2002#horror#body horror
4 notes
·
View notes
Text
22 mei - Koen Mortier (2010)
Tres años después de engendrar la polémica y descarada Ex Drummer, lo que quiere decir: luego de haberle vomitado en la cara a gran parte del ámbito cinematográfico; Koen Mortier volvió, mucho más serio y sin desfachatez. 22 mei es un drama hecho y derecho, no trae el cinismo de su predecesora, nada de gracia, ni siquiera una pizca de humor para airear el mundo gris y truculento en el que habita nuestro protagonista. El director belga vuelve a recurrir al grandulón Sam Louwycz, no para que encarne nuevamente a un discapacitado, sino para soportar las penurias existenciales de Sam, un cincuentón que sobrevive sus miserables días como guardia de seguridad en un shopping. Hasta que esa alienación es interrumpida por una explosión. Sin que nadie lo haya notado, un muchacho ingresó con una mochila, reventó el edificio por los aires y ahora, Sam huye aturdido por las calles desoladas de la ciudad. Primero será el shock, después la culpa la que lo persiga y sumerja en un mundo surrealista casi idéntico al suyo, habitado por víctimas y rescatados iguales de desdichados que él.
Desde el ingenioso travelling de cuatro minutos en el que amanecemos en la privacidad del protagonista (y lo seguimos hasta el baño para que se cepille los dientes mientras se fuma un pucho y de ahí, hasta la cocina para que se prepare “el café de cada día”) hasta en ciertas escenas en cámara lenta; desde ese color polvoriento que baña la pantalla hasta la cadencia monolítica de la música, es fácil darse cuenta que -cinematográficamente hablando- las huellas dactilares del cineasta siguen ahí, intactas. Está más que claro: Mortier tiene estilo y aferrado al ciclismo de Run, Lola Run y Groundhog Day más la ambición onírica de Inception, penetra el realismo hasta hacerlo estallar dejando que la fuerza expansiva rompa con los límites del tiempo y el espacio. Si Sam vivía como un zombie durante su rutina diaria, ahora deambula en esa misma ciudad versión post-apocalíptica buscando –a cara de piedra- razones (¿cómo alguien puede cometer semejante acto terrorista?) pero sobretodo, intentando saber cuál fue su grado de culpabilidad en el siniestro.
Como decíamos anteriormente, en el aspecto fílmico el director crea planos, modos de conceptualizar la idea de la culpa que resultan extremadamente originales, como la de recrear la escena de la bomba con el protagonista en rol de asesino. El problema es que a nivel guion falla. Es verdad, 22 mei no cuenta con una novela, un texto de respaldo como sí ocurría con Ex Drummer que era una adaptación del libro de Herman Brusselmans. 22 mei es una obra con sangre puramente suya, pero esta manía incesante de avanzar en retrospectiva una y otra vez, de volver sobre sus pasos, de hacer que veamos secuencias que ya vimos más allá de que sean desde diferentes perspectivas, puede provocar que el “deja vu” se torne insoportable. A los primeros escombros, se le suman más y más, y el tedio puede ser que termine sepultando una trama cautivante que ni la destreza visual de Mortier logra exhumar.
Título: 22 mei Año: 2010 País: Bélgica Duración: 1h 28min Director: Koen Mortier Actores: Sam Louwycz, Jan Hammenecker, Titus De Voogdt
Link Torrent
1 note
·
View note
Text
Dead Mans Shoes - Shane Meadows (2004)
Dead Mans Shoes es hermandad y venganza. La hombría del western volcada en una película slasher pero sin la rubia del final ni esos jóvenes promiscuos, bonitos, educaditos. No estamos ante un Jason, un Freddy Kruger o un Michael Myers omnipotente, inquebrantable, despegado de todo rastro de humanidad. Y justamente es esa diferencia, la que la vuelve cercana, y esa cercanía, interesante. Con un estilo austero semejante al de Ken Loach, Mike Leigh, Alan Clarke y otros tantos directores que dieron voz a la domesticidad de la clase trabajadora británica, Shane Meadows (más conocido por el éxito con This is England) se inspira en un hecho verídico ocurrido en su propio pueblo y compone una película incómoda por lo realista, cuidadosa a la hora de mostrar sus cartas, insaciable en su hora y media de duración.
Paddy Considine interpreta a Richard, una versión menos misántropa pero mucho más temperamental del Travis de Taxi Drive (1976). Después de haber servido al ejército, Richard regresa a su ciudad natal para cargarse en nomás de cinco días a unos mafiosos de poca monta, culpables de haberle cometido las más terribles humillaciones a su hermano discapacitado Anthony (Toby Kebbell). Y cuando digo terrible, es terrible. Toda la película se cimienta bajo unos flashbacks insoportables para los ojos y más todavía para el alma que muestran como estos transas pueblerinos obligan al joven a tener sexo con una mujer o lo presionan para que les haga sexo oral a ellos. Atomizan su dignidad humana, lo drogan, le suministran ácido, sumergiéndolo en un mal viaje opaco, funesto, que hace que el vértigo de la psicodelia pop de Trainspotting (1996) o The Acid House (1998) sea una cosquilla inofensiva ante esta virulenta forma de exponer los efectos del lsd.
Richard irrumpe en sus casas, los observa mientras duermen. Es un espectro que les va pisando los talones y que no duda a la hora de matar. Su sed de venganza es tan humana como su moral y su dolor, por eso, hace lo que hace. Y por eso (y por suerte), Dead Man’s Shoes no es una saga…
Título: Dead Mans Shoes Año: 2004 Duración: 90 min País: Inglaterra Director: Shane Meadows Actores: Paddy Considine, Gary Stretch, Toby Kebbell
Link Torrent
1 note
·
View note
Text
Vanishing Point - Richard Sarafian (1971)
Hagamos de cuenta que Vanishing Point es como un western. Dejemos el desierto de la américa profunda y cambiemos persecución a caballo por persecución sobre asfalto. Las armas siguen siendo brillantes, metálicas pero con neumáticos que rechinan a fuerza de un motor V8. Con esta película, el director Richard Sarafian, quien venía de un pasado ligado al telefilme y ese tipo de largometrajes de fácil acceso y digestión (en 1966 dirigió para el cable Batman), ayuda no solo a cimentar la presencia de los muscle cars en la pantalla grande sino que también, instaura una manera concreta de filmar sus acrobacias.
El protagonista en verdad es un Dodge Challenger blanco, que es montado por un tal Kowalski, arquetipo del ex combatiente al que la guerra de Vietnam y el amor le comieron la lengua. Éste debe atravesar tres estados en tiempo record para cumplir una apuesta, incurriendo obviamente en la persecución policial. Toda la travesía está condimentada con hay aires lisérgicos que delatan su espíritu post-Woodstock. Hay anfetaminas y porro. Rubias desnudas que andan en moto, música del palo, culebras, y un negro ciego llamado Super Soul (best nigga ever) que, valga la paradoja, guía vía ondas radiofónicas a nuestro personaje para que éste se erija como “el último héroe americano capaz de hacer de la velocidad un grito libertario del alma”.
Como buen coleccionista de antigüedades y rescatador de géneros desprestigiados, Tarantino desenfundó este fierro para Death Proof (2007). Película en la que además declara en boca de sus personajes su fascinación por Vanishing Point. Entre una y otra hay casi cuarenta años de distancia, y un dinamismo en las persecuciones de la de Tarantino que cualquiera diría que hace quedar en ridículo a la obra de Sarafian. Sin embargo, es mucho lo que las road movie le deben a este film -a este film y tantos a otros, como la emblemática Easy Rider (1969), Two Lane Blackpot (1971) o ese debut sofocante de Spielberg llamado Duel (1971). Así, los inhóspitos paisajes abiertos, la profundidad de campo y los puntos de fuga que se extienden hasta clavarse como una daga en el horizonte sureño son hasta el día de hoy tan representativos para el género como los moteles de mala muerte o las estaciones de servicios que aparecen como un maná en medio del desierto.
Título: Vanishing Point Año: 1971 Duración: 99 min País: EEUU Director: Richard Sarafian Actores: Barry Newman, Cleavon Little, Dean Jagger
Link
#vanishing point#richard sarafian#muscle cars#dodge challenger#woodstock#road movie#1971#seventies#del hibernaculum
2 notes
·
View notes
Text
Evolution - Lucile Hadzihalilovic (2015)
Mientras en la superficie las olas rompen desafiantes contra las rocas; en las profundidades, el mar se muestra calmo y colorido, como salido de alguno de esos documentales de Discovery Channel para ver en HD. Pura apariencia. Debajo, un joven de 10 años que vive apaciblemente en una isla en decadencia donde solo habitan “madres” -pálidas y andróginas- que cuidan de sus hijos -efebos en potencia- encontrará por accidente el cadáver de otro niño. Este descubrimiento lo llevará a investigar que hay detrás del extraño comportamiento que están teniendo las progenitoras con ellos, a quienes suministran pastillas e inyecciones haciéndoles creer que están enfermos, y entre ellas, mientras los infantes duermen, celebran aquelarres que terminan en orgías lésbicas.
Con una atmósfera costera y claustrofóbica a la vez, Lucile Hadzihalilovic -mujer del mismísimo Gaspar Noé- desafía las leyes de Darwin al construir una sociedad distópica timoneada por mujeres incapaces de dar a luz que le sirve de pretexto para hablar de la reproducción, la gestación, el sexo y sobre todo, del paso de la niñez a la pubertad. Evolution bien podría ser un drama más sobre las vicisitudes terroríficas que implica crecer. Si de épocas confusas hablamos, la adolescencia temprana es el proceso más vertiginoso y enigmático por excelencia. Sin embargo, la puesta en escena minimalista y la escueta cantidad de diálogos, más ciertas imágenes cronenbergianas que se estancarán como una basurita en las pupilas, convertirán este malformado cuento de hadas en un thriller que juega al sci-fi y al cine fantástico por igual.
El trabajo de la directora francesa deslumbra por su capacidad de evocar lo narrativo a pellizcos y sin sobresaltos, recurriendo en su mayoría al lenguaje visual. Todo reposa en una atmósfera soporífera, donde el relato clásico queda por momentos diluido por lo onírico. La ansiedad se cuela por los bordes. La música funciona por disimulo o exagera su presencia dándole un tono amenazante a la marea. Las actuaciones mueven los engranajes con discreción. Miradas que duran más de lo que deben. Tactos y gestos tímidos. Planos detalles que revelan la repugnancia de lo ínfimo. Evolution se aferra al “menos es más” y sobre esa base, desenvuelve un argumento original, que podrá ser exigente para algunos pero que en su finalidad es conciso y acabado. La búsqueda de un sistema matriarcal perfecto también puede volverse una pesadilla.
Título: Evolution Año: 2015 País:Francia Duración: 81 min Directora: Lucile Hadzihalilovic Reparto: Max Brebant, Roxane Duran, Julie-Marie Parmentier
Link
2 notes
·
View notes
Text
Ocio - Villegas/Lingenti (2010)
En Ocio todo es gris y atemporal. Se toma vino con soda, los domingos se va a la cancha y todavía hay un refugio para las tranzas de aquellos moteros quedados en el encanto de Rumble Fish. En esta Buenos Aires la época la definen las letras del rock nacional. Así, el barrio que alberga las errantes andanzas de Andrés -un veinteañero desocupado encarnado por Nahuel Viale que acaba de perder a su madre y vive en una constante incomunicación con su padre y su hermano- puede tomar la forma de una canción de Manal (“hoy llovió y todavía está nublado”), de alguna de Pez (“costumbrismo en Buenos Aires, es otoño y la lluvia cae.; y otra vez más de lo mismo…”) o del modo desganado y monolítico con que canta Santiago Motorizado, quien en sus tres apariciones es el único que consigue descontracturar ese clima opaco que persiste en casi todo el largometraje.
Es verdad que la película de Juan Villegas y Alejandro Lingenti está sujeta a un público cómplice o a uno que no se conforme solamente con el aluvión de elipsis esperando que una voz por fin quiebre el silencio y profundice, problematice, muestre algo más que el duelo perpetuo del protagonista que fuma más de lo que habla. Para médium están los libros que lee atrincherado en su habitación y la música que reproduce un tocadiscos en mal estado. La lectura de El Primer Hombre de Camus con la voz cavernosa de Javier Martínez de fondo es una síntesis perfecta de las inquietudes existenciales que acechan a Andrés. La banda sonora cuenta además con Pescado Rabioso, Invisible, Los Minimals, más el loop noise y abrasivo de Ariel Minimal al mejor estilo Neil Young en Dead Man de Jim Jarmusch.
Los cineastas cuentan con un escudo que los protege: el haber hecho una adaptación libre de la novela original de Fabián Casas. Pero inexorablemente hay baches, ciertos cabos de la trama que terminan quedando sueltos como ese ¿flashback? en el que el médico le da el comunicado de la defunción de su madre al protagonista o al menos, eso es lo que se intuye, porque todo el diálogo ocurre en silencio, muy de lejos, con una distancia que hiela. Más allá de eso, Ocio traduce con exactitud el imaginario del escritor, gana por su fondo rockero y por esa parsimonia rutinaria propia del cine independiente ya vista en Rapado, en la uruguaya 25 Watts y en tantas otras películas con más de una década de ventaja.
Título: Ocio Año: 2010 Duración: 71 min País: Argentina Directores: Juan Villegas y Alejandro Lingenti Reparto: Nahuel Viale, Germán Da Silva, Francisco Grassi, Santiago Barrionuevo, Lucas Olivera
Link
#movie#ocio#fabian casas#ariel minimal#santiago motorizado#juan villegas#alejandro lingenti#cine argentino#2010
2 notes
·
View notes
Text
Kitty - Chloe Sevigny (2016)
Lo primero de Chloe Sevigny como directora es este enrarecido cortometraje estrenado el año pasado. ¿qué decir de estos 15 minutos? No hay mucha vuelta. Es la progresión de una niña (Edie Yvonee) desde el momento en que le crecen sus primeros bigotitos hasta que completa su metamorfosis en gato. Medio fantasioso, medio inocente, y con una estética visual que va de la mano con la historia.
Y si de entrada te digo que lo dirige Chloe Sevigny, ya fue, no deberías ni dudar en bajartelo.
Título: Kitty Año: 2016 Duración: 15 min Directora: Chloe Sevigny Reparto: Edie Yvonee
Link
3 notes
·
View notes
Text
Gimme Danger - Jim Jarmusch (2016)
La ligazón de Jim Jarmusch con la música es un hecho cinematográficamente comprobado, y su relación con Iggy Pop también, a quien se lo puede ver actuar en Dead Man (1995) y Coffee and Cigarrettes (2003). Por eso no es de extrañar que le haya encomendado justo a él la realización de este documental basado en The Stooges, aquella banda salvaje y autodestructiva de Detroit que vino a limpiarse el culo con las flores que sembraba el hipismo a fines de los sesenta en California. Lejos de la mirada del fan, la película se desarrolla de una forma bastante coloquial y cronológica que la vuelve más un trabajo periodístico hecho por encargo que una producción artística craneada por el reconocido director de culto. De este modo, el hilo conductor son los testimonios. Las anécdotas sobre esos años de sexo, droga y rock and roll se intercalan con videos de sus actuaciones en vivo (dudo que en estos tiempos de YouTube y solidaridad virtual alguno de ellos sea inédito) y escenas recreadas en animación, mismo recurso utilizado en Montage of Heck (2015), gran documental autorizado sobre la vida de Kurt Cobain.
Jarmusch ya había incursionado en el mundo de la no-ficcion con Year of the Horse (1997), extraño registro en super 8 y 18mm de una serie de tours de Neil Young y los Crazy Horse. Pero acá el cineasta esconde cualquier atisbo que evidencie su autoría para cederle casi por completo el micrófono a Jim Osterberg (verdadero nombre de la Iguana). A partir de varias horas de entrevista, el cantante no solo rememora sus aventuras dionisíacas al mando de la banda, sino que también habla de su crianza en un remolque y sus inicios como baterista (en palabras del mismo Iggy “hasta que me cansé mirarle el culo a otro”) haciendo que Gimme Danger, por momentos, se torne en una biografía audiovisual contada en primera persona. Lo cual no es del todo verdad, ya que sí aparecen otras voces de quienes desfilaron por la banda, como la del guitarrista fundador James Williamson o la de Mike Watt, ex Minutemen y último bajista de The Stooges, pero por relevancia, magnetismo y por ser el mismísimo puto amo, la voz de Iggy ocupa un papel fundamental.
¿Cómo explicar la rabia e irreverencia de lo que después se llamó punk sin tener idea de que antes hubo un loco que se cortaba con vidrio en pleno escenario, que se tiraba de cabeza al público, que en cada recital rebotaba y se movía como si hubiese masticado metros y metros de cable de cobre? ¿Cómo hablar de la influencia The Stooges sin centrarse en su frontman y esa energía redentora que liberaba de lo más profundo de su carne?
“No quiero pertenecer a la gente glamorosa, ni a la gente del hip-hop, ni a la de la tele, ni a la gente alternativa. No quiero ser punk, solo quiero ser” dispara Iggy como para quede claro que su piel no tolera etiquetas.
Título: Gimme Danger Año: 2016 Duración: 148 min Director: Jim Jarmusch Reparto: Jim Oesterberg
Link
3 notes
·
View notes