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No sé sufrir por mucho tiempo
Abrís la puerta y tu gato
se lanza hacia el jardín
necesitado, trepa al muro
en dos zancadas.
Un olor, un temblor
lo mueven, lo acompasan.
Qué del yo, qué de un otro
se imponen en el salto,
en esa premura deseante
que sabe dónde hay aire
y dónde dejó de haber.
Cobrar impulso, como él lo hace,
cuando la estación
ilumina más temprano las cosas,
cuando la raspadura de la noche
se suaviza.
Preparás tu desayuno
y las ramas podadas
de la Santa Rita
fulguran en sus brotes.
Atrás el desconcierto
de la pérdida.
Un saxo ensaya
desde la casa lindera
y sus acordes amplían
el mundo, mueven
tus piernas, subís
a una nave de tránsito
hacia tu Solaris ingrávido.
Atrás el caos
del pesar. La lejanía
se magnetiza
ofrece pasajes.
El cambio de estación trae
un nuevo planeta,
oxígeno de Marte
y como a tu gato en su salto
te sigue sosteniendo
el universo.
Alicia Genovese
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Shinya Tamai —玉兎図 (Sleeping Rabbit Figure) natural mineral pigment on japanese paper mounted on wood panel, 2018.
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Paisaje Urbano
Con mis piernas surcadas
por una especie de fracaso placentero
y una perspectiva de huesos lentos,
desde la ventana del bar contemplo esta furiosa esquina
donde los átomos se han enloquecido
y se cruzan interminables ríos de motores.
He aquí el mundo
componiendo una música tan excesivamente humana
que un accidente no modificaría la situación.
Yo bebo una cerveza y me pregunto
si valía la pena, si necesitábamos este tumulto,
si este vértigo de la materia triturada es digno de nuestra fe.
Me pregunto también
si está incubando un orden distinto, una desconocida naturaleza,
donde puedan instalarse los jardines
que giran prisioneros por mi cerebro irritado.
Joaquín Giannuzzi.
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