Text
Me dijo: “Estados Unidos, ay, Estados Unidos… Es todo voluntad. Por eso les salen tan bien las cosas malas”.
Fragmento de Amor de Juan José Becerra.
0 notes
Text
10K notes
·
View notes
Text
El baño
Hay una ducha al fondo de la casa y cada tardecita después del calor, el río los mates, las conversaciones sudorosas en el porche es la hora del baño Atravieso los ligustros dejo la toalla en una rama el jabón sobre un tronquito hachado al ras; un mínimo preparativo antes de hacer correr el agua Fría al comienzo después más tibia llega la que el sol abrasó en el tanque de fibrocemento el día entero Al aire libre la caña de ámbar vuelve encantamiento, el rito diario; me lavo la cabeza me bajo los breteles, la malla y vigilo, casi con inconsciente cuidado que los sonidos sean los habituales: algún zorzal que levanta vuelo una gallineta que picotea las últimas migas en el pasto, esa quietud atardeciendo las casas vecinas y la variedad inabarcable de hojas y ramas en el monte extasiadas rozándose Me enjabono la espalda, los hombros arden y otra vez el agua reciben plácidos, más sensible el borde sin solear del cuerpo siempre enmallado; los pelitos de la vulva emblanquecen con la sedosa jabonada y los pezones se agrandan bajo las marcas geométricas del escote Abro por completo la ducha y el caudal cae a brochazos casi helada me apura fuera del letargo de la respiración; hasta que cierro y vuelvo al calor de las telas al sigilo en la toalla mientras el agua por la zanjita perfumada corre como un suspiro aliviado como un instante amoroso y su exigente vigilia No sabe nadie nadie presencia mi tarde detrás del arroyo; piedrita que alguien regala y al aceptarla toma la forma de tu mano; no tiene valor no se cotiza ni siquiera se pone en una vitrina de objetos exóticos; se vive con poco con nada se hace un reino
Alicia Genovese
0 notes
Text
0 notes
Text
0 notes
Text
2 notes
·
View notes
Text
2 notes
·
View notes
Text
0 notes
Text
0 notes
Text
No requiere título
Aquí estoy, sentada bajo un árbol, a orillas de un río, una mañana soleada. Es un hecho anodino que no pasará a la historia. No es una batalla ni un tratado, cuyas causas se investigan, ni el memorable asesinato de un tirano. Sin embargo, estoy sentada a orillas del río. Y si estoy aquí, forzoso es haber llegado de alguna parte, v antes forzoso fue haber recorrido otros lugares como los conquistadores de nuevas tierras antes de subir a bordo de sus navíos. Incluso un instante fugaz tiene un turbulento pasado, un viernes anterior a sábado, un mayo que a junio precede, y horizontes no menos reales. El árbol es un álamo hace años arraigado. El río es el Raba que no empezó a fluir ayer. La senda no anteayer se abrió entre matorrales. Antes de disipar las nubes, el viento hasta aquí las arrastró. Aunque nada importante sucede en torno a mí, no es el mundo por eso más pobre en matices, menos justificable, menos definido que cuando dependía de las grandes migraciones. El silencio no solo envuelve conspiraciones. Y el séquito de causas no solo acompaña subidas a tronos. No solo los aniversarios de las revoluciones caen, también las piedras arrojadas al río. Intrincado y denso es el bordado de las circunstancias. El pespunte de la hormiga en la hierba. La hierba cosida a la tierra. El diseño de la ola enhebrada a un palito. Así, por obra del azar, soy y miro. Una mariposa blanca aletea en el aire con alas que sólo a ella pertenecen, y una sombra sobrevuela mi mano, la suya, no otra, no de cualquiera. Ante hechos semejantes me abandona la certeza de que lo importante es más importante que lo que no importa.
Wislawa Szymborska.
1 note
·
View note
Photo
4K notes
·
View notes
Text
ENCUENTRO INESPERADO
Somos sumamente corteses el uno con el otro, decimos: qué agradable encontrarnos después de tantos años.
Nuestros tigres beben leche, nuestros halcones van a pie. Nuestros tiburones se ahogan en el agua. Nuestros lobos bostezan frente a jaulas abiertas.
Nuestras víboras se quedaron sin relámpagos, los monos sin inspiración, y los pavos reales sin plumas. Los murciélagos renunciaron a nuestros cabellos tiempo ha.
Sucumbimos al silencio sin acabar la frase, sonreímos, sin recursos. Nuestros humanos no saben qué decirse.
Wislawa Szymborska.
1 note
·
View note
Text
0 notes