blasfemmenine
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眼泪ㅤㅤⴕ ㅤ⠀ ⠀ 𝗀𝗈 𝖺𝗁𝖾𝖺𝖽 𝖺𝗇𝖽 𝖼𝗋𝗒, 𝗅𝗂𝗍𝗍𝗅𝖾 𝗀𝗂𝗋𝗅 𝗇𝗈𝖻𝗈𝖽𝗒 𝖽𝗈𝖾𝗌 𝗂𝗍 𝗅𝗂𝗄𝖾 𝗒𝗈𝗎 𝖽𝗈
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El viento otoñal soplaba con una mezcla de suavidad y firmeza, arrastrando hojas doradas y rojas en un remolino danzante por las calles empedradas de la ciudad. Cada ráfaga traía consigo el aroma a tierra húmeda y a madera quemada, anunciando la llegada inminente del invierno. En la distancia, el crujido de las ramas secas resonaba como un susurro del baúl de los recuerdos, mientras las sombras alargadas de los árboles deshojados se estiraban sobre el suelo en una compañía silenciosa.
Sus pasos estaban medidos y caracterizados por una parsimonia digna de su personalidad, envolviéndose más en su bufanda de lana para protegerse del frío creciente. Sus ojos, reflejando el color del cielo grisáceo, se perdían en los recuerdos de otros otoños, de tiempos más simples y felices. A lo lejos, su lugar preferido fue tomando protagonismo en su campo de visión y aquella expresión que llevaba en su rostro, se suavizó casi por completo.
El camino que seguía la llevaba hacia aquel muelle, donde las olas se ocupaban en crear un ambiente solitario y melancólico, como un guardián del pasado. Había algo en ese lugar que siempre la había atraído, una sensación de tranquilidad que la envolvía cada vez que se acercaba. Hoy, impulsada por su nostalgia y la tristeza contenida que dejó su ausencia, la llevaron a estar en aquel lugar que pertenecía su corazón.
El muelle se extendía silencioso bajo el cielo grisáceo, con el leve murmullo del mar como única compañía. Sus ojos se cerraron y dejó que la brisa marina acariciara su rostro, llevándose consigo todas aquellas emociones que sentía. El aroma a sal y algas se mezclaba con el sonido de las olas rompiendo suavemente contra los pilotes de madera.
De repente, unos pasos acercándose por detrás, resonando con un ritmo familiar sobre las tablas del muelle. Su corazón se detuvo por unos milisegundos tratando de no ilusionarse al reconocer aquella cadencia que no había escuchado en años. Permaneció inmóvil, con los ojos aún cerrados, dejándose entregar por la anticipación del momento.
Esa voz, suave y cargada de recuerdos, rompió el silencio. "Hace mucho que no nos vemos, ¿verdad?" dijo, con esa tonalidad que solía llenar de calidez en tiempos pasados y que seguía igual de poderosa como la recordaba. Sus ojos se abrieron ayudándose con ciertos parpadeos, sus pies danzaron autónomos girándose hacia la fuente de aquella voz que por un tiempo había sentido que olvidó. Ahí estaban, de pie frente a frente, con una mirada que reflejaba la misma mezcla de sorpresa y nostalgia en ambos.
“Y ahora estamos aquí, una vez más” musitó en respuesta, utilizando un color de voz más apagado e incrédulo como si no lograra asimilar que finalmente le veía de nuevo y no en sus sueños como solía ser de vez en cuando. Su mirada recorría el rostro por primera vez en años y el tiempo no perdona, hace de las suyas y era evidente que de lo jóvenes que solían ser al conocerse, existían rasgos más maduros, pero del todo no había cambiado. El aroma de su perfume seguía siendo el mismo, su cabello no había cambiado del todo y su presencia estaba intacta. Era él y aunque los años cobró ciertos aspectos, jamás dejó de serlo.
"Te dije que nos volveríamos a ver" respondió con una sonrisa ladeada, sin dejar ese tono característico de voz. Las ventiscas otoñales en el muelle buscaban la manera de desordenarlos con las ráfagas mezcladas con el mar, de vez en cuando, ambos cuerpos se movían sin conseguir alguna cercanía, simplemente se quedaron ahí, sin dejar de mirarse. “Eso veo, parece ser que el tiempo cumple sus promesas” agregó junto a una sonrisa correspondiéndole a la que le había dado.
Sin darse cuenta, habían dejado de mirarse y se encontraban con la vista hacia el horizonte, contemplando juntos la quietud del muelle y el movimiento constante del mar. Conversaron de cosas triviales: el clima, los cambios en la ciudad, recuerdos de cosas que habían hecho. Todo parecía tan natural y, a la vez, tan cargado de significado.
Hubo un momento de silencio, no incómodo, sino lleno de una tensión suave, casi palpable, de repente, su voz rompió la rutina de la conversación. "¿Crees que me he olvidado de ti?" preguntó, con un tono sereno con ligeros ápices de temor.
"No pasaba un día sin pensar en ti" continuó, y sus palabras quedaron suspendidas en el aire, resonando en el espacio de los dos, trató de evitar ser descubierta en lo mucho que le costaba declarar algo así, fue una fácil adivinanza siendo las mejillas coloreadas por la vergüenza y el frío traicionado su poco disimulo ante las confesiones.
Otro silencio siguió, esta vez más prolongado, mientras las olas seguían su vaivén imperturbable. Finalmente, con una mirada que buscaba la ajena, dijo: "Nunca te dejé de querer"
“Ni yo a ti” expresó la respuesta en un susurro, su vista seguía plasmada y ensimismada en el salvaje oleaje.
El mundo parecía haberse detenido, dejando solo el sonido del mar y las respiraciones entrelazadas en un silencio inquebrantable e inquietante. El muelle, el mar y el mundo entero se desvanecieron, dejándolos solos en su reencuentro después de tanto tiempo.
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Luz tenue, respiraciones agitadas, una posición borrosa y gemidos silenciosos que podrían escucharse entre ellos. Roces ardientes que encienden chipas que un fuego difícil de apagar cuando las pieles se tocan por primera vez, la tensión llega a ser tangible de tal manera que grita una pasión que ambos no pueden aceptar.
Un beso hambriento da el pie a despojar todas las prendas que terminaron en algún lugar desconocido de la habitación, una extraña pero adictiva sensación de unas manos curiosas que recorrían cada centímetro de piel como si de territorio nuevo se tratara. Unos labios salvajes que se posaron en su cuello devorándose la zona sin ningún pudor alguno dejando marcas de la posesividad del muchacho mientras que sus manos bajaron hasta su entrepierna en donde dos dedos comenzaron a frotarse contra su clítoris en donde tocó con propiedad que no hizo nada más que sacarle gemidos y suspiros por la intensidad de los movimientos. La humedad fue en ascenso por lo que el deslizamiento de los dedos fueron más rápidos junto a embestidas fuertes que terminaron por debilitar las piernas de la tailandesa. Un sinfín de sonidos se hicieron presente entre gruñidos, suspiros, jadeos y gemidos que resonaron en toda la habitación, pero tenían una única condición y aquella era de que no podían hacer ruido porque sus demás compañeras estarían descansando en el mismo metro cuadrado. Con el paso de los minutos se sumó un tercer dedo que se adentró con ligereza en su interior sobre aquel colchón en donde reposaba su espalda que terminó siendo casi una sensación afrodisiaca. Entumida en todos aquellos estímulos se dejó llevar mientras que en un abrir y cerrar de ojos, la mano del muchacho terminó en su boca ahogando cada mísero sonido que saldría de su boca. Jamás se imaginó que tendría a Dylan en medio de sus piernas junto a un contacto visual imposible de quitar, se clasificaría en algo intenso y espeluznante de lo que no podría resistirse demasiado, pero luchaba para seguir de pie y victoriosa. Las delicadas manos se posaron por encima de la cabellera del muchacho que tironeó con sumo cuidado. Hae-na trató de reacomodarse en el colchón en el que estaría tumbada aún aferrada a los cabellos de Dylan, tragándose lo que tenía en su garganta, se decidió por hablar. — Dy…Dylan. —gimoteó con la necesidad de obtener más placer que le brindaba el contrario en ella.
El nombre de Dylan resonaría llena de ecos en la cabeza de la pelinegra, se removería entre sus sábanas con una evidente desesperación de toda la electricidad que recorrían por cada parte de su cuerpo. El transe hacia la realidad se hizo presente y la tailandesa abrió sus ojos encontrándose en medio de la oscuridad, se giró en silencio para observar su despertador que marcaba las cuatro de la mañana. Se acomodó en su lugar apegando su cabeza en su pared, su respiración no cedía para cesar y supo perfectamente lo que debía hacer. Tomó el impulso con sus extremidades para levantarse e ir por su preciado diario junto con su bolígrafo especial. Lo abrió hasta dejarlo con la hoja actual y con su caligrafía escribió en inglés.
[11/02/2023 Diario. No puedo entender lo que pasa por mi cabeza, pero lo único que tengo en mente es él… tocándome.] Terminó por resoplar y cerrar aquella libreta con fuerza para aferrarla a su pecho sin lograr procesar lo que vivió hace un par de minutos, sin embargo, la noche aún era larga y tendría un día bastante agitado, nuevamente se acomodó entre sus almohadas esperando conciliar el sueño y no toparse al protagonista de su sueño a la mañana.
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