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Importancia del Cuidado de la Salud Mental en Medio de una Pandemia Mundial

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Encerrado con uno mismo

Está de mas decir que esta situación tomó al mundo por sorpresa. Si reflexionamos en lo rápido que ha cambiado todo, es casi imposible no sentirse incómodo.

Escribo desde un privilegio que no me pertenece, un privilegio heredado. Un privilegio por el que no trabajé, no sacrifiqué, no estudié. Y es que ahora el concepto de privilegio ha cambiado tanto, forzando humildad, tal vez al mundo, en definitiva al país. Antes el privilegio era pertenecer a un club, viajar al extranjero, usar bolsos de marca y zapatillas caras. Ir a comer a Central, a los bares que cobran 35 soles un trago de 5. ¿Qué nos añadía? ¿Estatus?

Personalmente, vengo luchando contra este concepto que impone el capitalismo y el consumismo ya por un rato. ¿Por qué necesitaría gastarme el sueldo entero de una familia de bajos recursos en una cartera? ¿Cuál es la necesidad?

Y como en respuesta a mis cuestionamientos y pronta conclusión (no, no es necesario comprarte el bolso valor sueldo), cayó en confirmación este virus que nos sacudió. Ahora los privilegios son otros. Ahora privilegio es quedarte en tu casa sabiendo que mañana no te sacarán de la misma, sabiendo que tendrás qué comer por estos días. Privilegio es tener conexión a internet, una cuenta de netflix. Privilegio es poder sobrevivir sin preocupación.

Privilegio ahora mismo, es necesidad, porque algunos otros, no tan afortunados como nosotros, no pueden cubrir esa necesidad. Porque si no salen al trabajo se quedan sin comer, la familia sufre, los abuelos sufren, los niños sufren. El mundo cambió de la noche a la mañana, y en este encierro de casi un mes, me he enfrentado a mí misma. Una piensa mucho y reflexiona. Yo estoy segura, a pesar de que nuestra principal fuente de ingreso se encuentre totalmente paralizada. Estoy segura porque tengo familia, tenemos ahorros, y por sobre todo, tenemos fe. Una fe que nos trae paz de saber que todo tendrá que estar bien, que todo encontrará su nueva normalidad.

Yo estoy y estaré a salvo. Repito, por un privilegio heredado de mis padres. Espero nos quede grabado este suceso. Que cale en esta generación tan consumista. Que sepamos que antes de gastarse vanalmente un poco (mucho) de plata, pensemos en cuanto significa eso para una familia que no tiene el privilegio que nosotros tenemos... y hagamos algo. Que no nos quede la idea y la compasión en el corazón, sino que cuando salgamos de todo esto, vayamos y brindemos una mano.

Son tiempos difíciles, las vivencias mías han sido obviamente muy limitadas, sin embargo me he detenido bastante a cuestionar, a filosofar. Hagamos las cosas para encontrar éxito, pero siempre pensando en el bien común. Ahora que estuve en un encierro con mi familia, sentí mi presencia más fuerte, fui mas consciente de mí misma. Estoy agradecida, porque yo y los que amo estamos a salvo. Y cada día, cada noche, elevo una oración por todos aquellos que luchan por nosotros. Los médicos, policías, enfermeras, recogedores de basura, el señor de la bodega. No hay mucho que pueda hacer ahora en acto. Pero recordemos que la fe sin obras es muerta. Entonces espero, que cuando pueda prestar mis manos para ayudar, lo haga. Lo hagamos todos. Encontrando amor el uno por el otro sin importar diferencias de creencia, de color de piel, de estrato social. Encontrando amor por el mero hecho de que todos somos seres humanos.