h.r.h. aedan c. schreave second prince of illéa. 26 years old
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
raiserlin:
{ F L A S H B A C K }
Sus ojos se vuelven blancos unos segundos de forma divertida, dando de alguna manera el tema por zanjado, pues sabe que una discusión sin sentido puede acabar sin llegar a ninguna parte. “No me importa tener esa deuda, en realidad… por algo yo la impuse” argumenta con sinceridad, pequeña sonrisa apareciendo en sus rosados labios, ahora carentes de color por la oscuridad de la noche. Sigue con el pensamiento de que algo así, lo que el rubio llama deuda, es algo mucho más especial que un objeto que puede olvidarse con el tiempo. Mientras habla, se siente incapaz de despegar la mirada de la del príncipe, ni siquiera para echar un vistazo a lo que los rodea. Se siente atrapada, como si algo magnético interfiriera en el proceso. “¿De verdad?” su cuerpo reacciona inconscientemente al roce del contrario y se permite disfrutar de ese pequeño detalle, pues sabe que Aedan no siempre muestra esa pequeña parte de él. Puede presumir, un poquito, de conocerlo. “Quiero oír esas opciones, de verdad que quiero…” el tono se convierte en un susurro eclipsado por el sonido de las olas que rompen en la orilla. A pesar de la poca luz que los acompaña, la seleccionada sigue la dirección que toman los orbes contrarios. Y en un gesto lento, que efectúa con elegancia, sus labios se acercan a los ajenos y los rozan con suavidad para separarse con la misma parsimonia, provocación palpable en cada gesto de la seleccionada. Esta vez, los orbes oceánicos vuelven a subir hasta los impropios en un pedido silencioso, sin perder el brillo suave en la mirada con el que siempre ha observado al de rizos dorados.
Desconoce el momento en que la conversación tomó un rumbo tan lleno de dobles significados, y no es que se esté quejando. Puede notar la anticipación crecer en los extremos de sus terminales nerviosas, cosquilleando en su interior y poniéndolo en una especie de espera. ¿De qué? No lo sabe exactamente. No cuando la bonita sonrisa que se presenta en las facciones de la rubia es difícil de descifrar, como si quisiera guardar de él sus verdaderas intenciones, y no puede más que encontrar esa actitud como terriblemente atrayente. ---Lo tendré en cuenta,--- asegura a la seleccionada, dedicándole una sonrisa apenas perceptible, sutil y extraña en el segundo príncipe de Illéa; no era común verle así, tan dispuesto, tan sonriente, mas parecía ser una constante cuando se trata de Raisa. Una especie de atracción se genera entre su mirada y la contraria, su atención desviándose a ratos a ciertos rasgos de su acompañante: a sus claros y brillantes ojos, a los rosáceos labios cuyo color percibe incluso en la poca luz, lo marcadas de sus facciones. Toma una inhalación profunda, al descubrirse conteniendo la respiración ante la bienvenida cercanía, mientras una de sus manos se apodera de la cintura femenina con cuidado, en tanto su otra mano aparta con delicadeza mojados mechones de cabello dorado del rostro contrario, las yemas de sus dedos rozando con intención las mejillas de la joven. ---Podría mostrarte algunas...--- sugerencia que no había esperado hacer, pero que sale casi de forma automática de sus labios, aquellos que son provocados por electrizante contacto ajeno. Lo toma como una invitación que no está dispuesto a rechazar, terminando por acortar la distancia que lo separa de la seleccionada, sus labios hallando la suavidad de los femeninos con facilidad, acoplándose con deliberada lentitud en un contacto que aumenta su intensidad de forma gradual, tentando, probando qué tan lejos podía llegar, a la par que su mano que reposa contra la cintura contraria busca apegar el delgado cuerpo al propio.
9 notes
·
View notes
Text
urixhschrv3:
“Nunca tuve tantas ganas de golpear a alguien, realmente…” se sincera con amarga sonrisa, quizá lo que más calcina por dentro son factores hasta humanos más que políticos: haber confiado en ese hombre, considerarlo aliado, familia, haber perdonado algunas oraciones reaccionarias en alguna mesa de discusión pensándolas como posibles de cambiar y un hecho puntual: que haya decidido gastar saliva hablando de sus hermanos. “Y cierra la boca” termina por decir, con una traicionera elevación por parte de la comisura derecha, de más decir que el humor no se alza en condiciones de abonar a bromas, no encuentra ningún lado positivo en la situación más allá de una conclusión que siempre ha estado pendiente, un apoyo mayoritario para el apellido propio. “No, quiero irme de aquí, pero bueno, hoy no es día donde se cumplen mis deseos, sabes” menciona, con un suspiro de por medio, llevando propios brazos sobre abdomen, cruzados ahí mismo. “Es muy raro que tú me preguntes eso… Supongo que me veo peor de lo que me dijeron en la mañana las doncellas, sí” se le escapa el pensamiento, síntoma de que es visible los estragos de la condición presente, entre ojeras y temperamento delatores. “Qué bueno que saliste de tu dormitorio, por cierto” acota, tinte ácido presente sin notarse.
---Ah, ¿lo ves? Quizá no debiste detenerme cuando intenté darle un puñetazo a Gavril en la cena de Navidad del año pasado...--- inevitablemente una extraña sonrisa inicia su aparición en las facciones del menor, rememorando aquel momento en que las discusiones familiares, como siempre, se iban de la mano, en compañía de un tanto de alcohol y de el tocar temas que, en ese momento, eran especialmente sensibles para el rubio. Recarga la cabeza contra el respaldo, soltando un pesado suspiro de hastío, considerando desde ya la posibilidad de volver a su habitación, encerrarse de nueva cuenta hasta que todo termine, hasta que el encierro no se resienta aún más por la prohibición. ---Y aunque te vayas no hay absolutamente nada que puedas hacer para ayudar. En todo caso, podrías empeorarlo. Tú o tu novia,--- sus palabras carecen de intención de culpar al otro, porque no era así. Uriah no tenía culpa de que Auguste fuera un jodido traidor, ni de que Linea tuviera una boca demasiado grande para su propio bien. ---Te ves de la mierda, sí...--- nunca ha sido de los que suavizan verdades, y con su hermano mayor tampoco iba a comenzar, mucho menos cuando sospechaba que el propio Uriah estaba consciente de ello. ---Sólo dime si tienes deseos de golpear algo... para no estar aquí...--- aire bromista huye de sus labios, antes de que voltee su cabeza para mirarle. ---No te preocupes, estoy pensando seriamente en regresar. Salir no ha sido la mejor idea que he tenido.---
#yo sé que me amas no hay necesidad de hacerte la ruda 8)))))#........ pues con esos tratos pffff se va a ir con el tío sexy bye#urivhsch
16 notes
·
View notes
Text
annabelledlv:
Ah, sus respiraciones frescas se mezclaban con la nube del cigarrillo, quien lo exhalaba siendo un rompecabezas del que podría escribir versos completos intentando describirle. El humo cubre su visión un momento, ella manteniéndose impasible. Su hermano fumaba a su lado constantemente, por lo que ya estaba acostumbrada a soportarlo. Su mente se detuvo un momento, regresando a las imágenes y susurros que habían aparecido en sus sueños. Neval… No, no se lo permitió. Estaba allí por Aedan. Aedan. En él se centraría. La pregunta llega, y ella se toma un momento para responder. ¿Qué enfoque tomaba? ¿Le distraía? ¿Le permitía desahogarse?— Tengo una lista eterna de cosas que quiero, entre ellas unos lentes de sol nuevos —empezó, su tono animado apagándose cuando pronunció eso último—. Pero, ¿algo que no quiero? No quiero que, en ningún momento, estés sufriendo —voz profunda, pesada como sólo la sinceridad podía ser. Evitó girar a mirarle, sabiendo que sería con ojos preocupados, y en cambio mantuvo su vista al frente, preparándose para enfrentar lo que viniera.
En otro momento, en otro lugar, se preocuparía por el lugar hacia el que el humo que exhala va, encargándose de cambiar de lugar para no afectar a la seleccionada. Descubre que, en ese instante, son pocas cosas las que le interesan, y esa no es una de ellas. Logra aprecia los intentos de la castaña, aquellos fútiles intentos que no hacen mucho por cambiar el apático estado actual del príncipe. Quizá después, cuando la culpa invada su pensamiento, pueda percibir lo que en ese instante no puede. La broma no es, aparentemente, bien recibida, por un Aedan que no hace más que mirar de soslayo a Annabelle, sin emitir ningún comentario adicional, dejando que sean palabras que el viento se lleva, como si no las hubiera escuchado en absoluto. La escucha y siente una punzada en el pecho, su cabeza ladeándose y sus orbes finalmente buscando las facciones de la seleccionada. Y se mantiene así por varios segundos, observándola y buscando algún rasgo de mentira en su voz, una preocupación que no debería existir. ---No estoy sufriendo,--- palabras que buscan quitar de la mente contraria esa ridícula idea, como si fuera imposible para el rubio sentir algo así. ---No sabes qué está pasando, no tienes idea...---
9 notes
·
View notes
Text
Comprende el pesar contrario, la molestia, la incertidumbre que se ciernen no sólo sobre toda la familia, sino especialmente por el heredero al trono. A pesar de todo, de la atención excesiva de sus padres, nunca ha envidiado el lugar de Uriah en la línea de sucesión. Su aparición parece ser inoportuna, a juzgar por la forma en que control de televisor y teléfono encuentran un fin que no deberían en algún lugar del lugar. Los orbes del rubio van hacia la televisión, donde un discurso que ya ha escuchado se había reproducido piedad. ---Hay que darle un poco de crédito... Los discursos de padre siempre son tan aburridos y carentes de pasión...--- ironía que tiñe su voz, antes de ir directo a dejarse caer a un lado del otro, en una postura casual. ---¿Quieres estar solo?--- pregunta después de un rato, porque ciertamente, se imagina estando en esa situación.
Camina en círculos como animal enjaulado, de fondo resuena discurso matutino que no para de reproducir (que ya se sabe casi de memoria), en pantalla August, vociferando palabrería, porte soberbio, todo lo despreciable de la realeza de la cual forma parte sintetizado en un único hombre. Pero es más fuerte su voz dirigiéndose a la línea telefónica, cuestiona la decisión del encierro (individualmente, no quiere estar aquí) y escuchar sólo el principio de la oración (por saber qué sigue muy bien) es suficiente para tomar la decisión de cortar sin más. En impulso el móvil es primer víctima, lanzado a sillón cercano sin medir fuerza antes de ocupar manos con el control del televisor, para su mala suerte, inútil al deseo de cambio, lo que faltaba. “Me cago en la mierda” muy bajo, pierde la paciencia con el control y prefiere apagar todo incordio (por hoy) de manera manual, desenchufando vehemente toda señal televisiva, se desquita ahí mismo y en ese pequeño acto. Ahí recién se da cuenta de secundaria presencia, da vuelta y dedica mirada, sin saber de cuánto ha sido testigo. “Hay otra docena de televisiones en este palacio, si te interesa” informa, por ahora prefería ese silencio. “Porque ésta tiene el control roto, por lo visto.”
16 notes
·
View notes
Text
annabelledlv:
Se había despertado de una pesadilla, pero no sólo con terror. También con duda, incertidumbre, intentando descubrir si su subconsciente le estaba intentando decir algo. ¿Era un recuerdo, una invención de su mente, o una mezcla de ambos? Quiso analizar la vialidad de que aquello fuera real, mas no estaba en el estado para hacerlo. Así acabó saliendo de la cama, arreglándose lo justo y necesario y recorriendo los pasillos en busca de quién sabía qué. Y al parecer, lo encontró. Cabellera rubia inconfundible aparece en uno de los balcones, el rojo de un cigarrillo llamando su atención. La indiferencia en la pregunta no le sorprende demasiado, ya le había visto con una lucha interna en otra ocasión, mas le duele un poco de todas formas— Oh, simplemente se me está ocurriendo la letra para una canción —comentó al paso mientras con cuidado se posicionaba a un lado del príncipe. No solía decir tales cosas en voz alta, pero imaginó que no había daño alguno cuando ya lo había admitido con anterioridad—. ¿Qué? —repitió la pregunta ajena, esta vez con suavidad en su voz, una connotación diferente a la de Aedan. ¿Qué ocurre? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué necesitas?
Una parte de él, mínima, escondida, sabe que Annabelle no tiene culpa de absolutamente nada, que no tiene a nadie más que culpar que a sí mismo, por tener un carácter de mierda en situaciones que requerirían de su más profunda calma. No obstante, siempre ha sido su forma más segura de protegerse ante cualquier contingencia: cerrarse por completo, no hablar al respecto, pretender que no estaba ocurriendo nada, alejar a las personas de un posible quiebre. Hasta la fecha había funcionado, así que ¿por qué cambiarlo? El hecho de que fuera terriblemente insano no tenía ningún efecto en el príncipe. No hace comentario al respecto, no muestra sorpresa o curiosidad por saber acerca del supuesto pensamiento que recorre la mente de la seleccionada. En cambio, le da una calada al tabaco que sostiene entre sus dedos, tomándose su tiempo para echar el humo hacia un lado, casi obviando la presencia de la castaña. Aunque era imposible, ¿no era así? La simple presencia de Annabelle exige ser tomada en cuenta. Levanta un hombro con indiferente parsimonia, aún sin volver su vista a ella. ---¿Qué quieres?---
9 notes
·
View notes
Text
@annabelledlv
Había mucho en la mente del segundo (aún) príncipe de Illéa desde que habían vuelto al país, pensamientos que en su mayoría rayan en la culpabilidad y lo depreciativo. Lo último que quiere es hablar, con quien sea, con sus hermanos, con sus primos, con las seleccionadas... Con cierta seleccionada. Ha ordenado a su doncella que sus comidas sean tomadas en la habitación que le ha sido asignada, en un palacio que desconoce casi por completo, y con el constante temor de prender la televisión y ver alguna noticia que implique un cambio completo en su vida. Sin embargo, llega un momento en que el encierro auto-infligido es demasiado, y sale de sus aposentos, buscando el balcón más solitario del lugar para fumar, en algún momento de la noche en que todos deberían de estar dormidos. Por supuesto, no cuenta con la presencia femenina, presencia que le hace girarse a medias y evitar la mirada contraria, en pos de continuar llevando el tabaco a su boca. ---¿Qué?--- lanza la pregunta sin emoción palpable en su voz, volviéndose hacia el frente, completamente de espaldas a la castaña.
9 notes
·
View notes
Text
raiserlin:
Sus pies se hunden un poco más en la arena del fondo, el contacto la toma desprevenida haciendo que trastabille ligeramente, pero eso no le impide encontrar el equilibrio en los hombros contrarios. Una pequeña sonrisa se extiende al ver que sus intentos por mojar al de hebras doradas se han visto saboteados. “No estás siendo un jugador limpio” acusa con tono bromista, aunque intenta mantener aspecto serio falla en el intento. “No imaginé que ibas a hacer uso tan pronto” orbes oceánicos se clavan en los contrarios, los retienen con intensidad. “Aunque hayas sido tu el culpable no me puedo negar” se encoge de hombros ligeramente. Impone un poco de cercanía antes de susurrar para que únicamente sea él el oyente. “¿Qué puedo hacer por ti entonces, príncipe? Ya te dije que lo utilizaras sabiamente” una de sus cejas se enarca poco a poco, pretende provocar con la expresión y tono de voz. Está intrigada por lo que Aedan pueda pedir, ninguna regla ha sido estipulada antes en cuanto a ese “cupón”. Divaga, ¿un paseo? ¿una bebida? Y por un momento se pierde en los orbes oceánicos ajenos.
---¿Cómo iba ese dicho que en las guerras de agua todo se vale?--- inquiere con aire pensativo, como si el dato se le hubiese olvidado, haciendo juego de aquella universalmente conocida frase para usarla a su favor, y para justificar la supuesta trampa de la que era acusado por la seleccionada. Considera, por un momento, la oferta que le ofrece Raisa, las posibilidades (inconscientemente) extendiéndose frente, algunas en las que desearía no pensar, considerando lo inadecuado que podría resultar. ---¿No prefieres que sea así? Mientras más rápido lo use, más rápido puedes quedar libre de esa, digamos, deuda...--- sugiere, orbes claros fijos en los contrarios sin posibilidad de apartarlos, de poder separarse de la intensidad con que la rubia lo mira, ¿y cómo no? Cuando todo en ella, desde su voz hasta la cercanía que mantiene con su cuerpo generan reacciones en el príncipe. Y contrario a la creencia popular, no está hecho de piedra, y siente más de lo que a veces le gustaría. Como en ese instante, en que la anticipación le sabe dulce en su boca. ---Aún no termino por decidir, tengo varias opciones en mente, de hecho...--- responde, soltando una de las muñecas de la seleccionada para posarla con cuidado contra su cuello, su pulgar acariciando su mandíbula con movimientos lentos, su mirada descendiendo finalmente a los rosáceos labios de su acompañante.
9 notes
·
View notes
Text
annabelledlv:
Sonido de entendimiento surge de su garganta, un suave “hm” mientras analiza al contrario— Una vez hice rafting por un compromiso político —empezó a explicar, una sonrisa entretenida al recordar lo ocurrido—. Creo que el susto me alcanza para toda la vida, pero veo porqué a alguien le gustaría. El peligro y la adrenalina hacen una experiencia… inigualable —no compartía para nada los gustos del príncipe, mas sabía lo suficiente para poder empatizar con él. Aunque tampoco le gustaba mucho que el contrario se expusiese a tales riesgos… Bueno, no era su lugar cuestionar, sino apoyar. Apartó con cuidado un cabello rebelde del rostro contrario, intentando transmitir su agradecimiento tardío a través de la mirada. Sabía que no le era sencillo abrirse (al igual que a ella, pero Annabelle estaba prevenida). Quería demostrar cuánto le había significado que le contara sin hacer uso de palabras—. Entenderé si no te sientes cómodo diciendo más, Aedan. No niego que me sentiré apenada, pero comprenderé por completo —le pareció importante aclarar, su voz lejos de demandar o denunciar—. Podemos hacerlo menos invasivo, en todo caso. Por ejemplo, yo soy en extremo cosquilluda —diversión en su tono, tal vez algo de burla, mas presente únicamente para calmar cualquier tensión que hubiese alcanzado al rubio. Escuchó la explicación ajena en silencio, atenta a cada sílaba, pausa y gesto. Puede que su corazón se haya derretido un poco ante aquella declaración final, la calidez extendiéndose desde la caricia en su pómulo y labios en esa suave curva que reservaba sólo para ciertas personas—. Siempre un bombón. No puedes evitarlo, ¿eh? —se puso de puntillas, tomando la mano ajena que antes reposaba en su rostro como para que no se perdiese en el movimiento. Y desde allí le dio un beso en la mejilla, uno sedoso y significativo que se mantuvo en su lugar por un par de segundos—. Creo que no podrías arruinarlo —dijo en voz baja, cerca de su oído, antes de volver a su posición original. Otro pinchazo le dio cuando se dio cuenta de que, en cambio, ella sí podía arruinarlo—. Depositaré confianza en ti, entonces. Aunque puedes contarme de tus propias pérdidas de control cuando gustes, ahora probablemente sea mejor hablar de algo más ligero como, no sé, tu cumpleaños.
---¿Compromiso político? Creo que esa es una historia que quiero escuchar en el futuro...--- era f��cil simpatizar con la seleccionada, porque al tener su apellido, siempre tenía que hacer cosas -muchas en contra de su propio gusto- porque era lo políticamente correcto o por mera diplomacia, la cortesía siendo algo que no debía de faltar nunca cuando visitaban otro lugar. Sabe perfectamente los peligros que traen aquellos deportes, pero podría importarle menos. A lo largo de los años sí ha tenido una que otra herida, alguna fractura sin importancia, pero nada que le impida continuar. Afortunadamente, Uriah está suficientemente sano como para que teman perderlo y se preocupen por Aedan tanto como para prohibirle la práctica. Es esa adrenalina, precisamente, la que tanto atrae. ---Es complicado, Annabelle, pero no quiero que creas, bajo ninguna circunstancia, que es por ti...--- y espera, genuinamente, que en un futuro pueda ser capaz de confiar un poco en la seleccionada, al menos más de lo que ya lo deja ver. Hay personas que son transparentes, que muestran justo lo que son sin temor a nada. Ni Annabelle ni él resultan ser personas así. El dato contrario, inesperado y superficial, mas no por eso menos encantador, arranca una risa baja de parte del príncipe, una que termina tan rápido como inicia. ---Ese es un dato que no se lee en tu expediente... Veamos, uhm... Soy alérgico a los mariscos. No es nada mortal, claro, a menos que me coma un kilo, pero... Sí, no es algo muy agradable de ver, de todas formas,--- dato que no encontraría en el internet o en su perfil, por la poca importancia que tenía, pero que está allí de todas formas. Niega ligeramente con el halago contrario, negándose a aceptarlo. ---Tengo muchos defectos, pero uno de ellos no es ése,--- asegura en voz baja, un comentario que va más dirigido hacia sí mismo que hacia la seleccionada, mientras le dedica una media sonrisa, silencioso agradecimiento ante el gesto. ---Eso no lo puedes saber,--- porque sabe que si bien en ocasiones está como en ese instante, tranquilo, también puede resultar ofensivo sin proponérselo demasiado, hasta cruel cuando su paciencia se agota. La fe que Annabelle pone en él, se siente como un alivio y una carga al mismo tiempo. Suspira pesadamente, antes de acercarse con lentitud a corresponder el gesto, sus labios presionándose con suavidad sobre la mejilla de la joven, tomando ventaja de la cercanía que sus cuerpos mantienen, su mano manteniendo un firmeza roce contra la cadera femenina. ---¿Qué hay con mi cumpleaños, hm? Es un día como cualquier otro, sólo que con regalos...---
#JAJAJAJAJAJAJA#no la detenga pls#así como annabelle no deja de hablar#aedan no deja de ser idiota ah#annabelledlv
12 notes
·
View notes
Text
octxviusr:
—Parece un poco curioso que no le encuentre el sentido a estas tradiciones.— Ladina sonrisa que se pincelaba en sus facciones casi de manera permanente, dicotomía de la cual parecía ser testigo si se tenía en cuenta que la monarquía parecía valerse plenamente de la importancia de las tradiciones, las influencias que aquello ejercía casi como una base para el sistema. —Bueno, alguien más idealista podría abogar a decir que ningún día es igual a otro.— Casi como presionando un punto, sentenció, aún cuando parecía ser un argumento que distaba de la monotonía propia en la que solía verse enfrascado la mayoría del tiempo. —Aún cuando el festejado no lo está disfrutando, no deja de ser una fiesta ¿no?— Sonrió, justo antes de asentir con un gesto de su cabeza. —Debo admitir que me perdí un poco, pero sí, sí. Es un lugar bastante peculiar.— Extravagante, quizás, sería el adjetivo más apropiado.— Oí que a ustedes los tenían recluidos, casi.—
---Tengo 26 años, Octavius. No soy precisamente el mejor ejemplo para hablar de tradiciones y de la importancia de mantenerlas,--- indica con una rubia ceja enarcada, mirando al chef como si no fuera algo obvio. Desde su desagrado por la Selección, hasta un comportamiento que en ocasiones no iba de la mejor forma diplomática, no se consideraba el mejor ejemplo de lo que la realeza debería de ser. ---Hmmm, ¿eres un idealista acaso?--- sugiere con los orbes entrecerrados, a pesar de saber la respuesta de antemano: los encuentros que ha tenido con el chef dictan que no lo es. ---Supongo...--- porque sí, ha visto que los empleados son los que, usualmente, están más despreocupados, los que son capaces de realmente disfrutas de los festejos sin demasiado temor a las consecuencias. ---Al menos pudiste aprovecharlo, ¿hm? “Por seguridad” dicen, y porque tenemos todo lo que necesitamos aquí... También los presos, pero bueno... ¿Quién soy yo para cuestionar la hospitalidad de nuestros anfitriones?---
3 notes
·
View notes
Text
urixhschrv3:
Ningún efecto es despertado por las palabras ajenas, no, al contrario, más provocación y ganas de molestar y de lanzarse para romper esas barreras que para el común son inquebrantables y que esa noche el mayor parece no respetar. “Hace unos años rogabas por un abrazo mío, Aedan” supuesta acusación con una buena sonrisa ensanchada, entretenimiento brillando en la mirada almíbar. “Yo también te quiero, sí” entre que el enlace se va volviendo hasta lo que termina siendo, un brazo apoyado sobre hombro entre que escucha la predecible réplica. “No quieres ofender el ego de los gobernantes de una nación con la que recién firmaste un contrato millonario y de estructura sin igual, siento decir que…” pausa, aclarándose la garganta con una encogida de hombros “tu odio al calor no fue prioridad esta vez” chasquea la lengua, la invitación fue deslizada con una imperativa expectativa, claro está que ninguno de aquellos con los que se estrechó mano acostumbraban un no. “Pero no la eches tan rápido a la basura, la noche es joven y… tú también, aún” y lo último le roba una encogida de hombros, no puede declararse inocente de la acusación. “No quiero escucharte sorprendido ni burlándote, por favor” porque además acostumbra a tener que soportar la sátira con referencia a la poca resistencia (que ahora se está volviendo notoria). “No estoy tomando antibióticos esta semana y… como dije, no quiero herir el ego de ningún embajador ni nada” después del tercer trago se le volvió más borroso controlar en demasía qué llegaba a su mano.
---No lo sé, Uriah, suena a una de esas mentiras de mayores para asustar,--- inicia, girando los ojos para ponerlos en blanco, aunque -lamentablemente- no duda de la veracidad de las palabras del mayor. Cuando era niño era bastante ridículo. Lo que no ha cambiado, no obstante, es lo mucho que quiere a su hermano mayor, sentimiento que ha expresado en contadas ocasiones. Ese día no es una de ellas. Un bufido incrédulo escapa de los labios del rubio, mirando a Uriah casi con sospecha, como si las palabras que salían de sus labios fueran pronunciadas por una entidad ajena al mayor. ---Entonces no hubieran dicho que esto era para celebrar mi cumpleaños, simplemente hubieran dicho que era para festejar que hicieron su grandioso contrato. No sería la primera vez,--- se encoge de hombros, su voz carente de reclamo hacia el heredero al trono. No es su culpa, y lo sabe. Lamentablemente, haber nacido en pleno verano convertía su día de nacimiento en un día perfecto para asistir a conferencias y realizar tratados, con un clima agradable y poca posibilidad de inclemencias meteorológicas. ---¿Debería seguir tu ejemplo, hm?--- sugiere con una sonrisa amenazando con curvar sus labios, viendo con atención a Uriah, la condición festiva y entretenida en que se encontraba. ---Ya. Bueno, disfruta en ese caso. Quizá hasta puedes pasarlo bien por mí, ¿no?---
4 notes
·
View notes
Note
HH podrías decir que annabelle te gusta más que raisa? o las dos se encuentran al mismo nivel?
... Podría decir que ambas se encuentran al mismo nivel. Es diferente con cada una de ellas, pero en términos generales... Sí, al mismo nivel.
Aedan be like ***
1 note
·
View note
Note
HH: ¿En qué personas del Palacio confiarías un secreto?
Confío mucho en Thad. Diría que Uriah, pero creo que hay altas posibilidades que, si lo cree conveniente, le cuente a mi padre, así que… Thad. Sólo Thad.
3 notes
·
View notes
Note
si tuvieses la oportunidad ahora mismo, abandonarías la selección?
Sin dudar y sin mirar atrás.
1 note
·
View note
Note
HH que te atrae de las seleccionadas con las que tienes mas afinidad?
Supongo que hablan de Raisa y Annabelle, ¿no? Pues... Ambas son muy atractivas físicamente, no hay forma de negar eso. Me gusta lo fácil que es hablar de lo que sea con Raisa, tiene una de esas personalidades que te obliga a charlar, a querer saber más de ella y que hace fácil confiar en ella. Y también me gustan la fortaleza y seguridad de Annabelle, una fortaleza que va más allá de lo físico, y que muestra ante absolutamente todos. Es difícil no encontrar esas cualidades cautivadoras.
0 notes
Note
hh mejor regalo que te han hecho en este cumpleaños?
El llavero de Dubai que me regalo el idiota de mi hermano Isaiah.
#me estoy riendo mucho :( no debería#pero es medio verdad tho#porque los regalos esos le causaron gracia#algo que no sucede muy a menudo ah#q&a#Anonymous
0 notes
Note
HH: Teniendo conocimiento de sus dos intereses actuales ¿Qué encuentra negativo en Raisa y en Annabelle? ¿Considera que pueden ser princesas o existe alguna seleccionada que encajaría mejor en el puesto aunque no sea de su agrado?
De Raisa podría poner que, a veces, es un poco infantil, supongo; en una cantidad suficiente como para no resultarme molesta, pero que igual es una condición que no cualquiera podría apreciar. Y de Annabelle que me da la impresión que oculta algo; aunque no la culpo, apenas y nos conocemos y yo tampoco soy un hombre muy honesto y abierto que digamos...
Podría perfectamente ver a cualquiera de las dos siendo princesas. Es algo que, sino, pueden aprender.
2 notes
·
View notes