March 24th-30th, 2025A week dedicated to all the angst, whump, and hurt/comfort the fandom has to offer!
Don't wanna be here? Send us removal request.
Text
Silence
https://archiveofourown.org/works/64292809
An accident leaves TK with no hearing, an affair leaves him with no love, and an overdose leaves him with no firehouse. What more could he possibly lose when Owen decides to move them out to Austin, TX, to get away from everything?
Day 7 of @911lonestarangstweek - Free Day
3 notes
·
View notes
Text
death itself is undone
Chapter 1, Chapter 2
Nancy wasn’t a believer in the supernatural but when she meets the amnesiac ghost in her house who doesn’t know who he is or what happened to him, she decides to help out. What follows is a cross country roadtrip, desperately looking for answers all the while someone lurks in the background, determined to keep the truth hidden.
Read on Ao3
——
This is my submission for @911lonestarangstweek Free day as well as it being the start of my Ghost AU fic!
Tagging @lemonlyman-dotcom @shes-an-oddbird @pimento-playing-hopscotch @tellmegoodbye @neversleepuntilfive @rangersoup @heartstringsduet @bonheur-cafe @carlos-in-glasses @nisbanisba @everlastingday @chicgeekgirl89 @thisbuildinghasfeelings @emsprovisions and @eclectic-sassycoweyes if that’s alright! If you wish to be removed just let me know!
#911lsangstweek#angst week 3.0#angst week the return#day 7#free day#fic#nanteo#annoyingcloudearthquake
20 notes
·
View notes
Text
Tarlos Angst Week DĂa 6
TĂtulo: EstĂ©s donde estĂ©s, te encontrarĂ©
Prompt: Su prompt es muy simple y al mismo tiempo muy complicado, pero en cuanto lo leĂ, apareciĂł en mi mente. Se trataba de coger mi momento favorito y hacerlo más angsty todavĂa. ÂżCon quĂ© he decido jugar? Pues con un capĂtulo que creo que no se aprovechĂł del todo en lo que a potencial de Hurt Carlos posible se trata. El secuestro de Carlos en el 4x04. Supongo que sabĂ©is de lo que estoy hablando.
Resumen: Tras una fuerte discusiĂłn, Carlos se habĂa ido para investigar pero TK no habĂa vuelto a saber de Ă©l. SabĂa que estaban detrás de un asesino en serie y una sensaciĂłn dentro de Ă©l le decĂa que algo horrible le habĂa pasado a Carlos. TenĂa que encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde; porque el aire se acababa allĂ abajo, no habĂa mucho entre tanta tierra que le estaba asfixiando.
TK habĂa perdido ya la cuenta de las horas que Carlos llevaba desaparecido. No habĂa dormido la noche anterior, desde que no habĂa regresado a casa y ahora se acercaba el atardecer del segundo dĂa sin más pistas que el caso en el que estaba metido su novio.
ÂżPor quĂ© tenĂan que haber peleado? ÂżPor quĂ© tantas inseguridades? La sola idea de no volver a Carlos y saber que la Ăşltima conversaciĂłn que habĂa mantenido con Ă©l habĂa desembocado en todo aquello, le revolvĂa el estĂłmago.
Ahora Gabriel hablaba de un asesino en serie y de vĂctimas que no habĂan encontrado nunca. El esfuerzo de no pensar en que Carlos podĂa ser la siguiente vĂctima a la que nunca encontrarĂa, le estaba provocando una terrible migraña.
Para cuando TK quiso darse cuenta, las pistas le habĂan llevado al farmacĂ©utico, a su casa, a su madre y la idea de que esa mujer era cĂłmplice de todo lo que habĂa hecho su hijo; igual que lo era ahora de la desapariciĂłn de Carlos.
Si habĂa alguien que pudiera decirles donde estaba su prometido, era esa gente, pero por lo visto esa gente estaba lo bastante mal de la cabeza como para dejarle morir delante de su propio padre y ranger.
Gabriel estaba demasiado calmado y TK no lo comprendĂa. Ese hombre habĂa secuestrado a su hijo; no tenĂan pruebas para demostrarlo, pero tanto Ă©l como TK lo sabĂan, lo tenĂan delante. ÂżCĂłmo era posible que no pudieran hacer nada?
 TK habĂa conseguido convencer a Gabriel de volver a pesar de no saber por donde tirar o quĂ© decirle a ese hombre o a su madre.Â
“Déjame hablar por favor.” Le pidió TK.
“Sabes que no hay nada que podemos hacer, mijo.”
“No hay nada que puedas hacer como ranger. Yo quiero hablar con esa mujer como una madre y mostrarle como me siento de verdad. Que estoy asustado por Carlos, que le quiero tener de vuelta.”
Tras un momento de duda, Gabriel aceptĂł.
*
Carlos intentĂł abrir los ojos, pero en seguida la tierra y la porquerĂa que le rodeaba le cayeron encima y tuvo que cerrarlos de nuevo. Lo mismo le pasĂł con la boca. Quiso gritar para intentar pedir ayuda, pero no pudo, porque la tierra que le habĂan echado encima, penetraba hasta el fondo de su garganta.
Quiso toser, pero no pudo, se imaginĂł que con cada bocanada de aire que intentaba tomar, cada respiraciĂłn, cada segundo que pasaba, la tierra, cada grano de tierra se iba apoderando de su cuerpo.
DejĂł de respirar un momento para hacer memoria.
Recordaba el caso, recordaba, el tĂşnel, las chicas desaparecidas, Iris. Todas las imágenes volvĂan Ă©l unas encima de otras. Luego habĂa llegado ese hombre, no le habĂa visto bien, habĂa aparecido por detrás le habĂa golpeado y le habĂa secuestrado.
HabĂa despertado atado a la cocina. HabĂa pasado un buen rato, horas seguramente, hablando con su madre y casi habĂa convencido que le soltara. Se la habĂa ganado hablándole de su madre y de TK. Se habĂa mostrado una mujer comprensible y cariñosa.
Luego… No pudo seguir pensando, necesitaba respirar, pero le habĂan dejado ahĂ metido, bajo tierra… lo cual le hizo entrar en pánico, estaba oscuro y la tierra lo cubrĂa todo. Pero tambiĂ©n estaba el malestar y lo complicado que era pensar.
ConocĂa la sensaciĂłn, al menos en teorĂa. Lo habĂa estudiado, porque jamás habĂa probado las drogas. Pero habĂa estudiado mucho, sobre todo desde que TK habĂa entrado a formar parte de su vida. QuerĂa estar preparado para ayudarle.
AsĂ que ahora sabĂa que le habĂan drogado y sabĂa que su cuerpo estaba sufriendo las consecuencias de una sobredosis de algo preparado para matarle.
Se preguntĂł quĂ© era lo que le matarĂa primero, lo que le hubieran inyectado, la falta de aire o simplemente el tiempo harĂa su trabajo y morirĂa de todas formas.
PensĂł en TK en que la Ăşltima vez que se habĂan visto habĂan peleado y decidiĂł que no podĂa ser ese el Ăşltimo recuerdo que su novio tuviera de Ă©l. AsĂ que tenĂa que luchar, como fuera, por mucho que le costara, por muy grande que fuera el sufrimiento.
Iba a volver con TK, porque TK le iba a encontrar.
*
La mujer les abriĂł la puerta de la casa con un gesto de sorpresa. TenĂa un delantal manchado de harina y una mĂşsica proveniente de un antiguo tocadiscos sonaba en el salĂłn.
“Oh, vaya, ranger Reyes, no esperaba que regresara tan pronto. ¿Ha encontrado alguna pista sobre el caso?”
TK dio un paso adelante, mirĂł a los ojos a la mujer y rozĂł su mano con la suya.
“No tenemos pruebas, pero sabemos que su hijo ha hecho algo malo a Carlos, el policĂa que vino investigando ayer, mi prometido; igual que ha matado a todas esas chicas por las que vino preguntando.”
“Ah, Carlos, sĂ, me acuerdo de Ă©l. Era un joven muy guapo y muy listo.” Dijo la mujer, mientras se limpiaba las manos en el delantal y se tomaba su tiempo para pensar las palabras que iba a decir a continuaciĂłn. “Demasiado creo y sĂ© que no deberĂa decir esto, pero supongo que si habĂ©is vuelto…”
“Señora, Carlos lleva más de un dĂa desaparecido, sabemos que estuvo aquĂ, desapareciĂł aquĂ y su hijo… nos falta solo una prueba para detenerle por secuestro y asesinato de varias jĂłvenes. ÂżQuiere ser usted cĂłmplice? ÂżQuiere ser cĂłmplice de la muerte de un policĂa?”
TK sintiĂł que se le cerraba la garganta al decir esas palabras.
La expresión de la mujer también cambió. Dio un paso adelante, miró al exterior, a ambos lados de la calle y luego acarició la mejilla de TK, en un silencio demasiado largo para que pudiera soportarlo.
“Ranger Reyes supongo que entenderá lo que supone proteger a un hijo ¿verdad? Eso es lo que estoy haciendo por mi hijo.”
“Lo que está haciendo es proteger a un asesino.” Respondió TK. “Por favor, ¿Carlos le habló de mi? ¿Tuvo ocasión de decirle algo de nosotros?”
“Claro que sĂ, cielo, Carlos me dijo tantas cosas de ti, de lo mucho que te querĂa. Por eso me da tanta pena decirte ahora que llegas demasiado tarde.”Â
TK sintiĂł que se le doblaban las piernas, pero logrĂł quedarse en pie, mirando fijamente a la mujer a la espera de una respuesta.
La respuesta llegĂł cuando la mujer les puso delante una pequeña cesta de mimbre con los restos de un telĂ©fono mĂłvil y les entregĂł una camiseta ensangrentada. No era más que una camiseta blanca, pero se parecĂa mucho a la que llevaba Carlos cuando se habĂa marchado de casa la noche anterior.
“¿Qué significa todo esto? ¿Dónde está Carlos?”
“Mi hijo se ocupó de él, como de todas las otras chicas.”
TK no dejĂł de mirar la sangre y solo pudo imaginar lo que ese hombre habĂa hecho con Carlos. Estaba seguro que su novio se habĂa defendido; no se lo habrĂa puesto fácil y aĂşn asĂ necesitaba ver su cuerpo, si realmente estaba muerto, necesitaba recuperarlo y enterrarlo si de verdad le habĂa ocurrido lo que esa mujer decĂa.
“No, Carlos no puede estar muerto, yo lo sabrĂa. Su padre lo sabrĂa.” Dijo TK señalando a Gabriel detrás de Ă©l.
*
Estaba casi seguro que tenĂa la pierna atrapada, pero lo cierto era que todo su cuerpo estaba atrapado entre una montaña de tierra. QuerĂa moverse, intentarlo por lo menos, pero se sentĂa momificado, solo que las vendas eran litros y litros que alguien le habĂa echado encima.
Mientras intentaba pensar con el poco aire con el que contaba y las menos fuerzas que le restaban el cuerpo, imaginĂł que su atacante habĂa hecho las cosas deprisa y corriendo. DespuĂ©s de todo, con un poco más de tiempo, habrĂa sido más cuidadoso y le habrĂa dejado completamente enterrado.
HabrĂa sido muy sencillo enterrarle del todo.
No habrĂa llegado a despertar. Se habrĂa asfixiado antes de abrir los ojos.
En cierto modo habrĂa sido una muerte más dulce y tranquila que lo que le esperaba ahora.
La agonĂa del tiempo que tenĂa por delante solo iba a retrasar lo inevitable si TK y su padre no llegaban a tiempo. PodĂa tener unos minutos más de aire, tal vez más, tal vez menos; difĂcil de calcular en la oscuridad y el silencio.
Estaba agotado, herido, asustado y ya le costaba respirar. Además las drogas o lo que estuviera recorriendo su cuerpo, discurrĂa con total libertad y a sus anchas.
“TK… si puedes…. si pudieras oĂrme… lo siento.”
*
Pero las pruebas llegaron desde la farmacia en la que trabajaba aquel hombre, TK habĂa dado en el clavo al decir que las vĂctimas debĂan tener algo en concreto y que la receta debĂa ser la clave.
Ese hombre se confiaba demasiado, se creĂa muy listo, pero se le habĂa acabado la fiesta.
Gabriel recibiĂł la llamada desde la comisarĂa de que lo habĂan detenido en su camino a la farmacia. Se movĂa con naturalidad, no temĂa ser descubierto, no le importaba haber secuestrado, ni haber hecho daño a un policĂa. Estaba de camino al trabajo cuando lo habĂan detenido y su madre hablaba del delito como si se tratara de un entrenamiento de fĂştbol o algo de igual importancia.
Nada de lo que estaba ocurriendo tenĂa sentido y tanto madre como hijo tenĂan un grave problema mental. Pero en cualquier caso, en ese momento, lo más importante era dar con Carlos. Porque nada se lo quitaba de la cabeza a TK, Carlos estaba vivo y precisamente por eso no podĂan perder más tiempo y dar con Ă©l cuanto antes.
“Señora, acabamos de detener a su hijo por todos los crĂmenes que ha cometido.” Dijo Gabriel. TK lo conocĂa bien y sabĂa que estaba haciendo un gran esfuerzo para ocultar el miedo y la desesperaciĂłn que sentĂa y que necesitaba estampar en alguien. “Usted sabe tambiĂ©n como nosotros que su hijo es un hombre muy peligroso y que ha hecho cosas horribles.”
“Esas chicas… intentĂ© ayudarlas, pero ellas no entendieron que todo era por su bien. Mi hijo solo les quitĂł el sufrimiento. VivĂa en la calle.”
TK asintiĂł, deseaba gritarle y decirle que eran una familia de asesinos psicĂłpatas y que debĂan encerrarlos para toda la vida y tirar la calle al fondo de un volcán. Pero simplemente asintiĂł por el bien de Carlos y por tenerle de vuelta, con vida.
“¿Y Carlos? ÂżTambiĂ©n Ă©l se lo merecĂa? ÂżSe lo merece?” Lo Ăşnico que podĂa repetirse era que Carlos no estaba muerto.
Gabriel se apartó un poco al recibir una llamada, pero volvió un momento más tarde, llamó la atención de TK con su mano en el hombro y esperó a que se volviera.
“Tengo a ese desgraciado al teléfono.”
“¿Es mi hijo? ¿Puedo hablar con él?” Los dos miraron a la mujer, pero ninguno contestó.
“¿Quieres hablar tú o prefieres dejar que lo haga yo?”
TK le hizo un gesto a su suegro para que pusiera el manos libres en el teléfono.
“¿Dónde has metido a Carlos?” Dijo sin más miramientos.
“CrĂ©eme, muchacho, no quieres saberlo.” La voz sonaba frĂa y confiada. “No serĂa bonito encontrarlo ahora.”
“¡No te he preguntado tu opiniĂłn, maldito bastardo! Has hecho daño a Carlos. Dinos dĂłnde está y quĂ© has hecho con Ă©l.”Â
Gabriel agarrĂł a TK del brazo para que se calamara, conocĂa muchos criminales como ese hombre. SabĂa cĂłmo dominar la situaciĂłn, cĂłmo hacerles perder los nervios y asĂ, cĂłmo evitar contestar a sus preguntas y darles la informaciĂłn que ellos querĂan.
“Carlos está vivo, lo sé y tú puedes evitar una muerte más.” Consiguió decir TK un poco más calmado. “Dinos dónde está, por favor.”
“Me han dicho que estáis en mi casa, con mi madre. Estáis más cerca de él de lo que pensáis.”
TK no esperaba que Gabriel perdiera el control tan pronto, pero lo cierto era que el ranger llevaba aguantando la presiĂłn el mismo tiempo que Ă©l, viendo las fotos de las chicas muertas, sabiendo que aquel hombre habĂa asesinado a todas esas muchachas y que su hijo seguramente habĂa sido el siguiente, habĂa corrido la misma suerte.
Lo que era de extrañas era, en realidad, que hubiera aguantado tanto tiempo sin saltar.
“¡Maldito cabrón! Déjate de rodeos y dinos de una puta vez donde está mi hijo. Vas a pasarte el resto de tu vida en la vida en la cárcel, no añadas motivos para pasarlo mal allà dentro. ”
“Tu hijo no deberĂa haberse metido en medio.”
“Pero lo hizo.” Contestó TK. “Ese es Carlos, el que siempre intenta hacer el bien. No se merece sufrir más por tu culpa. Dinos lo que le ha pasado y dónde está.”
Se hizo un momento de silencio y por un momento, tanto TK como Gabriel temieron que aquel hombre no quisiera decirles nada más.
*
Era el final, lo sentĂa, su cuerpo se apagaba y lo peor era que no lo estaba haciendo despacio, no. ParecĂa que su propio cuerpo querĂa que se diera cuenta que se estaba muriendo y que no iba a salir de allĂ… donde quisiera que fuera allĂ.
La oscuridad iba a ser el Ăşnico testigo de su fin y por mucho que gritara, que no podĂa, nadie le iba a escuchar. Â
TK no le iba a escuchar, no se iban a ver nunca más. No podrĂa decirle a la cara lo mucho que sentĂa esa Ăşltima discusiĂłn. Estaba nervioso y podrĂa haber hecho mil cosas en lugar de discutir con la persona que más necesitaba tener cerca.
Pero ya no habĂa remedio, ahora solo le quedaba esperar los momentos finales y ver que ocurrĂa primero; la falta de aire, las drogas, un ataque al corazĂłn o todo al mismo tiempo y desde luego, sin TK.
“Adiós, baby. Te quiero.”
*
“Hizo demasiadas preguntas, las equivocadas, y tuve que improvisar un poco, no me gusta improvisar.” Dijo por fin el hombre al otro lado del teléfono.
“¿Donde está, joder? Dinos dónde está o te mataré.”
Gabriel arrebató el teléfono de manos de TK.
“¡TK no! No puedes decir algo asĂ.”
“Me da igual. Carlos no está muerto, pero si perdemos más tiempo, lo estará.”
HabĂa perdido de vista a la anciana, pero la señora seguĂa en la puerta de la casa. Dio un paso hacia Ă©l y le tomĂł las manos.
“Lo siento cielo, pero tu prometido ya no está con nosotros, no podrĂa ahĂ abajo, mi hijo se ha asegurado de ello.” TK abriĂł la boca para decir algo, pero la mujer siguiĂł hablando. “Por eso le cerrĂł a cal y canto por el camino por el que vino a nuestra casa, para que nadie más pueda venir.”
“¡Mamá, cállate!”
Entonces, de repente TK recordĂł lo que la policĂa habĂa estado investigando sobre aquella casa y la casa de al lado donde habĂa desaparecido Iris. No se podĂa creer que se le hubiera pasado.
Pero finalmente lo habĂa recordado y eso significaba que estaban a pocos instantes de dar con Carlos.
“Gabriel, el túnel. Hay un túnel en la otra casa y si no me equivoco, está unido a esta casa. Carlos está ahà abajo.”
7 notes
·
View notes
Text
holding on to your final breath
for @911lonestarangstweek day 6 - make a moment of your choice (push wake up scene) as angsty as possible i considered not going so extreme with this one but goddammit it's angst week and i have been rotating this idea in my mind since push aired. also big shout out to emmerdale for recently having a character fall through an icy pond, get hypothermia, and...well. to add some extra angst, tarlos aren't broken up in this fic title from coffins by bohnes ao3 | 1.8k | mcd, hypothermia, seizures, hospitals
One moment he’s drifting off to sleep, one hand loosely in TK’s as the exhaustion of the day catches up with him.
The next, he’s wide awake as the monitors beep and doctors surge around them like a tidal wave pulling him away from the man he loves. TK’s body jerks and twitches, eyes rolled back so far that the lids are cracked open, displaying the whites as he seizes and seizes, and Carlos can’t move, can’t speak, can’t do anything to resist as he’s pushed closer and closer to the door.
“What’s happening?” he manages, to no response. His heart pounds and tears start to streak down his cheeks, heart breaking as he’s forced to face anew the fact that he might actually lose him this time. He resorts to begging, would fall down to his knees and clutch their coats if he could, if it would make TK live. “Is he– Please, please help him. Don’t let him die. Please.”
But they don’t heed his sobs, firmly pulling the door closed once he’s clear, and suddenly all the noise is sucked out of the room. Carlos stands in the vacuum of the waiting room, numbly watching through the glass, until he blinks and he’s in a plastic chair, Tommy on one side and Nancy on the other. Tommy has her head bowed in prayer and Nancy keeps throwing anxious glances in the direction of TK’s room, her foot tapping a jerky beat on the linoleum floor.
Carlos shifts, groaning as stiff muscles are forced back into action; he doesn’t know how long he’s been sitting here, but it must have been a while, as through the window the sky has turned black, snowflakes still visible in the glow of street lamps. His movement alerts Tommy and Nancy to his newly alert state, and they turn in unison to smile at him, gathering up his hands and squeezing them.
“What…” he starts, but trails off as he remembers the incessant beeping, the tremors ripping through TK’s body, the voices that all blurred into one long stream of bad news. His head whips around, desperately searching for signs of life behind those doors, and dreading what will happen if there isn’t.
And it’s like the universe knows he’s at his limit, because just then the door slides open and TK’s doctor looks around, smiling gently and heading over when she spots them.
“Is he okay?” he blurts out as soon as she’s within earshot. He doesn’t have it in him to be patient anymore, not when TK’s life is at stake.
“The good news is that we’ve managed to get him stabilised,” she said.Â
Nancy rubs his shoulder in support, and Carlos allows himself a brief moment of relief that the worst hasn’t happened just yet. But he knows the other shoe is just waiting to drop, so he steels himself. “What’s the bad news?”
“Rewarming after hypothermia is a tricky process and it causes stress to the body, which is already vulnerable,” she explains. “His organs are struggling to function as they should, and his brain is more sensitive to electrical changes, which is what brought on the seizure. The next few hours are going to be critical.”
Carlos breathes out, more shaky that he’d like, and has to blink hard to stop more tears from falling. “Can we see him?”
“Of course.”
The doctor moves aside to let them pass, yet Carlos can’t help but hesitate. He doesn’t want to see TK like this, he never wants to see TK like this, but he can’t shake the idea that this time will be for real, and Carlos doesn’t know if he can face that. If he can face him, dying.
Someone steps in front of him and a hand lands on his cheek, tilting his head down until he meets Tommy’s eyes.
“Hey,” she says, soft and kind, but sad too. “Come on. Let’s go be there for him, okay?”
He nods, but it’s not until she takes his hand and pulls him gently along that he actually moves. Time blurs again until he’s lowering himself into the chair at TK’s bedside, automatically reaching out to run his fingers through his hair. The ventilator is gone now, replaced by some other device that Carlos can’t fathom, and he vaguely hears the doctor explaining how it was a choking hazard in the event of another seizure.
He tunes her out after a while, letting Tommy handle the details, and just focuses on TK. On the paleness of his skin and the bruise-like shadows under his eyes. On the way he lies, so still and so unlike TK that Carlos has the urge to rearrange him slightly, to make sure he’s comfortable, just the way TK likes to sleep. He doesn’t, of course, too wary of the machines and wires and TK’s general fragility to do more than raise his hand to be kissed, but it aches his heart to see him like this. It’s so unlike TK, who usually lies on his side, curled up with one arm reaching out for Carlos.
TK hates sleeping on his back.
The doctor leaves, eventually, and it’s just the three of them in the room. Carlos doesn’t take his eyes off TK; he won’t this time, not again. Not until he’s at home and safe and well again. Maybe not even then.
“I can’t lose him,” he mumbles, whether to himself or Tommy or Nancy, he doesn’t really know. “I can’t– I can’t.”
One of them grips his arm, the other reaching round to hug him from behind. “TK’s come this far,” Tommy says. “He’s still with us.”
“And one thing we know about TK,” Nancy adds. “He’s never backed down from a fight.”
Tommy hums, a slight amused note to it. “She’s right about that.”
Carlos sniffs and nods, but he’s suddenly stifled by the weight of their comfort. “I think–” he starts. Hesitates. “I think I’d like some time with him. Alone. If that’s okay?”
“Yeah, of course,” Nancy says, immediately withdrawing the hug. Tommy stands too, pausing halfway to kiss his cheek. It reminds him of his mother, and Carlos desperately wishes she were here, with all her constant faith in the good of things.
When he’s alone, he leans closer to the bed, taking his time to memorise everything of TK that he can see. “Hey,” he says. “Hey, TK. Um. I guess I want you to know that I’m here. We all are. Me and Nancy and Tommy. The others know, but they’re still on shift, and your dad… We’ve tried getting in touch with your mom and dad, but the storm’s knocked out signal. And they probably wouldn’t be able to get to Austin anyway, so… So I guess you’re just going to have to hold on for them.
“And for me. I’d really like it if you held on for me, too.” He pauses, breathes in shakily and blinks away the sudden blurriness to his vision. “I love you, TK. You’re the best thing that’s ever happened to me. I don’t tell you that enough, but it’s true. And, I guess I was thinking, when you get out of here and you’re all better, maybe we could get started on making that – us – official. This isn’t a proposal, because you deserve so much better, but I want that with you, TK. I want everything with you. And, baby, life’s too short. So hurry up and come back to me, yeah?”
He kisses TK’s hand and bows his head, silently muttering prayers as he waits for TK to just open his eyes. To come back to him, like he’s done so many times before.
And then–
He doesn’t know how long it’s been, but–
A squeeze.
It’s weak, but it’s there, and Carlos shoots up straight, choking on a sob as he sees TK’s eyelids start to flutter, his blue-tinged lips part in a shaky inhale.
“TK?” he asks, not daring to believe it yet.
A breath, then another. “Carlos?”
“Hey.” He stands and bends over the bed, pressing his lips to TK’s temple and cradling his head in his hands. “Hey, sweetheart, it’s so good to see you.”
“Carlos?” TK repeats, his voice barely a whisper.
“Yeah, baby, I’m here. I’m not going anywhere.”
“The… In the water.”
“I know, you went under, but you’re safe now and you’re going to be okay, I promise.”
“I… Boy.”
Carlos’s heart breaks all over again; of course TK would be on death’s doorstep and still worried over someone else. “He’s okay. You saved his life, baby.”
TK’s gasps a few more times, painful whimpers leaving him as the slivers of his eyes dart unseeingly around the room.Â
Then they lock onto Carlos’s, suddenly clear, and his breathing slows, becomes more peaceful. “I love you.”
.
..
…
It’s quiet, after. Carlos wishes he could say he doesn’t remember what happened in that room, but he does, every wrenching second of it. He remembers the nurses flooding the room, pushing him back but not pushing him out; he remembers them rolling in the crash cart and sticking pads to TK’s chest. He remembers the shocks, the way TK’s body had arched off the bed only to fall down again limply.Â
He remembers the end.
The doctor, standing at the side of his bed; a nurse, holding fingers to TK’s neck, then shaking his head. A declaration – Time of death, 23:57 – calling quits on TK’s life just like that. TK, who had been awake and talking not five minutes prior, now gone forever.
He’d walked out of the room in a haze, looking up to see Tommy and Nancy on their feet, to Judd walking around the corner with Owen by his side. They all looked at him and no words needed to be said for them all to understand that it’s too late.
They let him back in the room eventually. The machines are gone; it’s just him and TK, no hope left. He ends up curled on his side next to him, forehead pressed to TK’s temple, arms wrapped around him, fingers carding through his hair.
It’s peaceful. It’s wrong.
The silence weighs on him, and Carlos holds TK all the tighter. One last time, he lets the love of his life chase away the monsters lurking in the shadows; one last time, he keeps him close, breathing in the smell of the man he thought he would grow old with.
He doesn’t know how he’s supposed to face it when he has to leave, that moment drawing ever closer with every breath he takes, with every breath TK doesn’t.
He’ll face it when it comes.
For now, TK needs him.
#911lsangstweek#angst week 3.0#angst week the return#day 6#extra angst#fic#tarlos#morganaspendragonss
23 notes
·
View notes
Text
Absolutely Wrecks People Summary: In the beginning of the relationship, TK thinks he has twist parts of himself to keep Carlos' eyes on him, wrecking himself in the process. A fic for @911lonestarangstweek for the prompt to twist a quote into something angsty. Thanks for bringing this back for my dark heart.
Rating: E
Warnings: self-destructive tendencies, dubious consent
* “Whatever you do, don’t give her the Carlos-cow-eyes.”Â
“The Carlos-cow-eyes?”
“You know when you get all lovey and concerned. Soulful, big brown eyes. Absolutely wrecks people.”
TK means it quite literally. The depth of Carlos’ brown eyes have been his undoing since he first found himself reflected in them. They were a snare, a trap, awning and endless and eventually, he fell in. On the way down, they pull the barbs from him he’s put up in hopes he’d never feel the pain of loss again. They free him. They anchor him in a way no one ever has.Â
TK loves Carlos from the first time he gets in the car with him, hands clammy while keeping his shoulders relaxed and his grin playful - all casual as his broken heart beats again. Loves him from the moment Carlos blinks up at him with his big brown eyes, the canopy of his lashes only adding to the dismantling of TK’s defenses. He won’t notice the hole they hammer into his chest also means he will flood, not for a while.
But.
He knows something has been broken in him with one blink of Carlos’ perfect eyes, because as soon as he muddles through his confusion and allows Carlos one step closer, into a relationship, he once again finds himself adrift. So he runs. Actual hole in his chest from a bullet, he will only return to Carlos when he is let go.
Read more
46 notes
·
View notes
Text
(Un)safe Space
A firefam hang turns dangerous when a summer storm turns everything on its head.
Day 6 of @911lonestarangstweek - Favourite quote. “Because, Mateo, my boyfriend goes to a lot of trouble to make us healthy snacks and provides us with a safe place for us to gather so we can at least have some human interaction in this uncertain age, and I’m not gonna spoil that with cheeseballs.”
4 notes
·
View notes
Text
Controlling The Poison Within
https://archiveofourown.org/works/64240825
A callout to a tractor accident at a farm turns out far more dangerous and potentially deadly for the entire team.
Day 5 of @911lonestarangstweek - Poison
2 notes
·
View notes
Text
Angst Week DĂa 5
TĂtulo: Estos meses sin ti. CapĂtulo 1
Promtp: Poison
Resumen: HabĂan roto hacĂa semanas... meses ya incluso, pero para TK no habĂa pasado tanto tiempo y no se podĂa imaginar que hubieran cambiado tantas cosas, tantas como para enterarse que la Carlos tuviera una alergia que le hiciera llamar al 911. Por supuesto tenĂa que ser su ambulancia, la de TK la que acudiera a la llamada y la situaciĂłn no iba a ser fácil ni cĂłmoda. Desde luego no para Carlos que ya lo estaba pasando mal.
Notas: Aunque debĂa ser algo sobre veneno, he decidido irme un poco más hacia las alergias y regodearme un poco en ese momento tan angst que suposo la ruptura de TK y Carlos. Espero que os guste, espero vuestros comentarios como siempre y nos vemos en el segundo capĂtulo.
TK podĂa decir que odiaba trabajar en Paragon y no era porque no fuera lo mismo que la 126, porque el resto del equipo fueran malas personas, que no lo eran, ni porque le miraran mal, que no lo hacĂa, o porque echara de menos a su familia con su padre al mando… que desde luego, les echaba de menos.
No, era algo personal.
Sus padres le habĂan enseñado que ser mĂ©dico, bombero, paramĂ©dico, todas esas personas que estaban a pie de calle para ayudar en un primer momento al resto de la gente, no debĂan trabajar para el sector privado.
Era algo personal, pero de lo personal no se comĂa y la 126 ya no existĂa. El mundo que conocĂa habĂa desaparecido y tenĂa que seguir adelante. Todo se le habĂa venido abajo, incluida su relaciĂłn con Carlos y todo por haber sido estĂşpido, impulsivo y haber tenido miedo al compromiso y a ser feliz.
Por eso, necesitaba trabajar y cuando Tommy le habĂa dicho que habĂa una oportunidad para que todo el equipo de paramĂ©dicos trabajara juntos, aunque fuera en el sector privado; pensĂł que era lo mejor que podĂa hacer.
La llamada de aquel dĂa pareciĂł darle la razĂłn. DebĂa estar allĂ.
“Chicos, necesito que salga una ambulancia, tengo un policĂa que al parecer ha sufrido un ataque de alergia o algo parecido.” Dijo su jefe, con ese tono que parecĂa ser de alegrĂa cuando pensaba que un paciente podĂa suponerle un ingreso importante.
TK se preocupaba cuando escuchaba que le ocurrĂa algo a un policĂa. Desde que Carlos y Ă©l habĂan roto, no sabĂa mucho de su ex, ni de su trabajo. Aun asĂ, seguĂa poniĂ©ndole nervioso la idea de que le ocurriera algo por culpa del trabajo.
“Capitana, podemos ocuparnos nosotros.”
“No tiene porque ser Carlos.” Le dijo Nancy.
“Lo sé, pero, alguien tiene que atender esa llamada ¿no?”
Nancy chasqueĂł la lengua.
“De verdad que sigo sin entender porque habĂ©is rotĂł. Estás pensando en Carlos todo el dĂa y no quiero meterme donde no me llaman, pero no sois muy diferentes el uno del otro, tampoco cuando se trata de ser igual de testarudos.”
TK sonriĂł con tristeza. No podĂa negar que su amiga tuviera razĂłn. Pero habĂa sido Ă©l quien la habĂa cagado a la grande con Carlos. Él habĂa salido corriendo, Ă©l habĂa dejado plantado al amor de su vida cuando Carlos habĂa hecho el gran gesto de comprar una casa para compartir su vida con Ă©l.
SentĂa y sabĂa que lo habĂa hecho mal, pero no sabĂa cĂłmo arreglarlo.
Sin embargo el trabajo era el trabajo, lo suyo era la ambulancia, salvar vidas y fuera o no Carlos el policĂa en problemas, era su deber ayudarle. AsĂ que aceptaron salir.
TK asumiĂł que era cosa del destino encontrarse con Carlos y si no fuera porque estaba pálido, con cierto tono verdoso, porque se retorcĂa de dolor en asiento del pasajero de su coche patrulla, con los manos apretados contra el vientre y porque le costaba respirar; TK se sentirĂa contento de tener la oportunidad de verle.
“Carlos, ¿Qué ha pasado?”
“TK ÂżDe verdad tenĂas que ser tĂş?” ProtestĂł Carlos, pero dejĂł que el equipo se ocupara de Ă©l.
“No lo he hecho a idea. Nos ha llegado el aviso.”
Carlos cerrĂł los ojos, conocĂa los sĂntomas ya, no le gustaba pero comenzaba a acostumbrarse. HabĂa aprendido a tener mucho cuidado, asĂ que no comprendĂa cĂłmo habĂa pasado.
“¿Y tenĂa que ser…?”
“Carlos, necesito que te concentres en mĂ.” Le dijo Tommy y Ă©l lo agradeciĂł para evitar seguir hablando. AsintiĂł y dejĂł caer la tensiĂłn, aunque significara volver a concentrarse en lo mal que se sentĂa. “¿Tienes idea de lo que ha pasado?”
De nuevo asintiĂł.
“Alergia, creo.”
“¿Alergia?” Saltó TK por el inesperado comentario. “¿Desde cuándo tienes alergia a algo?”
Carlos se lo quedĂł mirando, de haber podido le habrĂa fulminado, pero no se sentĂa con fuerzas para lograr tanto efecto.
“¿Algo que has comido?”
“Eso creo. Alguien ha traĂdo brownie a la comisarĂa. DecĂan que era sin frutos secos.”
“¿Desde cuando un brownie no lleva frutos secos?” VolviĂł a saltar a TK que se movĂa nervioso, como un animal en busca de algo que seguĂa por el olfato, mientras sus compañeras trabajaban. “Si tienes alergia a los frutos secos, deberĂas haber tenido más cuidado Carlos.”
“TK, por favor. No es el momento.” Le dijo Tommy intentando que se calmara.
QuerĂa salir corriendo, pero tambiĂ©n querĂa abrazar a Carlos y protegerle. Deseaba hacerle sentir bien y decirle que harĂa cualquier cosa por recuperar lo que tenĂan. Pero Tommy le obligĂł a ser un profesional, le dio las Ăłrdenes necesarias, le dijo que hacer como si fuera su primer dĂa de paramĂ©dico.
Cualquier cosa para concentrarse en su trabajo y en Carlos como paciente.
El silencio de camino al hospital fue molesto. Como siempre, Nancy conducĂa, por algĂşn motivo, no quiso dejar que TK lo hiciera y saliĂł corriendo para no quedarse allĂ, entre los dos. Tommy por su parte, estaba ocupada tomando datos y controlando el estado de Carlos en todo momento.
Eso, sin embargo, dejó a TK sin mucho que hacer, más que estar sentado junto a su ex.
TodavĂa le costaba pensar que Carlos era algo semejante. No le gustaba nada ese tĂ©rmino. Exnovio, expareja, ex en general era algo que le ponĂa el vello de punta desde que habĂa roto con Alex… Aunque en realidad habĂa sido Alex el que habĂa roto con Ă©l, poniĂ©ndole los cuernos con otro tĂo, al que TK ni siquiera habĂa visto la cara.
De todas formas, tenĂa esperanzas de que las cosas con Carlos se arreglaran.
HacĂa tiempo que no lo tenĂa tan cerca y al fijarse en Ă©l, se dio cuenta rápidamente de que le costaba respirar. Le recordaba a esos dĂas tan hĂşmedos en los que Carlos se iba a correr y volvĂa exhausto.
Ahora además, se le unĂa el dolor.
No dijo nada, por miedo a meter más la pata, aunque los ojos de Carlos se encontraron con los suyos cuando notĂł las fuertes ralladas en el estĂłmago y por un momento, vio que movĂa la mano, pensĂł que le buscaba y estarĂa dispuesto a recostarse en la camilla con Ă©l si se lo pedĂa.
Pero al final, Carlos no le dijo nada, se arrebujĂł lo mejor que pudo en la camilla y se quedĂł ahĂ, hecho un ovillo hasta que llegaron al hospital.
TK no querĂa perderle de vista, pero no tuvo más remedio que verlo desaparecer letras las puertas de urgencias y que se lo llevaron los mĂ©dicos para hacerle las primeras pruebas; para averiguar lo que le ocurrĂa.
Carlos era alĂ©rgico a algo. A los frutos secos y eso le hacĂa sentir, como si hubieran pasado toda una vida separados.
“Una reacciĂłn alĂ©rgica es normal, Tee” Le dijo Tommy, que habĂa prometido quedarse con Ă©l hasta que supieran que Carlos se encontraba bien. “Sabes tan bien como yo, que puede aparecer en cualquier momento.”
“Pero se encontraba tan mal ahà sentado y en la ambulancia.”
“Lo sé, cariño, pero se va a poner bien, está en el hospital con una reacción alérgica, a la que parece que está acostumbrado.”
“Tantas cosas han cambiado…” Murmulló TK.
Sin embargo, habĂa algo que no habĂa cambiado, algo en lo que TK no habĂa pensado, pero tampoco se habĂa esperado.
Vio aparecer al mĂ©dico y sabĂa que no tenĂa obligaciĂłn de contarle nada y si preguntaba cĂłmo se encontraba Carlos podĂa quedarse con un palmo de narices. Pero el mĂ©dico de urgencias se acercĂł a Ă©l.
“SĂgame por favor, le informarĂ© cĂłmo se encuentra Carlos y podrá estar con Ă©l.”
“¿Puedo pasar? Quiero decir… ¿Carlos quiere que esté con él?”
“No nos lo ha dicho, pero eres su contacto de emergencia.”
“Ah, no sabĂa que… pensaba que me habĂa quitado como su contacto.”
Tampoco tenĂa por quĂ© sorprenderle en realidad, tampoco Ă©l habĂa quitado a Carlos como su propio contacto de emergencia y lo cierto era que le alegraba saber que Carlos tampoco lo habĂa hecho, eso significaba que todavĂa podĂan quedar esperanzas para recuperar lo que habĂa entre ellos.
“¿Viene?” Le insistió el médico.
Antes de moverse, TK intentĂł averiguar si habĂa preocupaciĂłn en el rostro del mĂ©dico, si lo que le ocurrĂa a Carlos era más serio de lo que habĂa visto en la ambulancia. Sin embargo, el mĂ©dico parecĂa estar tranquilo.
“SĂ, por supuesto. ÂżCĂłmo está?”
“Bueno, todavĂa se siente bastante incĂłmodo. Estamos esperando el análisis toxicolĂłgico antes de darle nada más que fluidos y oxĂgeno, pero dice que en la ambulancia le habĂ©is leĂdo la mente sobre lo que podĂa pasarle con la alergia.”
“Entonces se pondrá bien.”
“SĂ, pero hoy será complicado y necesita alguien a su lado.”
TK caminĂł hasta el cubĂculo en el que se encontraba Carlos. No estaba seguro si entrar era una buena idea. Tal vez era mejor quedarse fuera y esperar, darle espacio a su ex y dejar que fuera Ă©l quien le pidiera verle.
Pero si Ă©l era capaz de verle a travĂ©s de las cortinas blancas de urgencias, Carlos tambiĂ©n podĂa verle a Ă©l y le estaba mirando fijamente.
“Puedes entrar, hemos roto, no te voy a morder.”
Carlos estaba sentado en la camilla; le habĂan quitado la chaqueta y la camisa del uniforme. Lo habĂan dejado doblado sobre la silla. HabĂan dejado levantada la cabecera de la cama para que pudiera recostarse si querĂa, pero se habĂa quedado sentado, con la cánula nasal y el IV en el brazo.
SeguĂa estando pálido. Ahora que no llevaba ropa en la parte superior de su cuerpo, TK se dio cuenta que la urticaria le cubrĂa los brazos y el cuello y eso le estaba poniendo ansioso e incĂłmodo, intentando no rascarse. La enfermera que le atendĂa estaba terminando de controlar sus constantes y controlando sus sĂntomas.
“¿Seguro? No sabĂa que seguĂa siendo tu contacto de emergencia.”
“Por favor… está bien.” SusurrĂł Carlos, al que le faltaba el aire, incluso con el oxĂgeno puesto.
La enfermera les dejĂł solos y TK entrĂł del todo. Se sentĂł junto a la cama; tambiĂ©n Ă©l estaba incĂłmodo y no sabĂa quĂ© hacer o decir o lo que Carlos querĂa que hiciera realmente.
“¿Qué ha pasado? Quiero decir, ya sé, bueno ahora lo sé, que sufres alergia a los frutos secos. Pero…” TK respiró con fuerza para calmarse. “Lo siento, verte sentado en el coche, pasándolo mal, me ha hecho sentirme fatal. Me cuesta mucho vivir sin ti.”
“Tyler…”
“Lo siento, no deberĂa haberlo dicho.”
“No pasa nada. Lo que quiero decir es que no tienes porqué preocuparte, no es nada, es solo una alergia, se pasará enseguida.”
“¿Y cómo ha pasado? ¿Por un brownie? ¿Estás asà por un brownie?”
Carlos se echĂł a reĂr, casi habĂa olvidado lo protector que podĂa llegar a ser TK cuando se trataba de Ă©l y se lo imaginaba teniendo un duelo a muerte con un brownie gigante por su honor o para meter al pastelito en la cárcel.
De cualquier manera le hacĂa gracia y tenĂa ganas de reĂr a pesar de encontrarse mal.
“No te rĂas. Las alergias son cosas muy serias Carlos, lo pueden ser si te pasan cuando estás solo y tienes una reacciĂłn secundaria.”
“Tranquilo, Tigre.” HacĂa mucho que Carlos no decĂa eso y a los dos les pareciĂł raro, pero ninguno dijo nada. Carlos simplemente siguiĂł hablando. “Ya ves que estoy en el hospital y aunque no estoy del todo bien, esto está controlado. Fue una tonterĂa en realidad, un compañero trajo brownies por su cumpleaños…”
Carlos no terminĂł de hablar, su cuerpo pareciĂł querer darle la razĂłn a TK y demostrar lo seria que podĂa llegar ser una reacciĂłn alĂ©rgica.
CerrĂł los ojos al notar el dolor que comenzaba a subir desde su abdomen hasta tomar el control de todo su cuerpo; pero lo peor estaba ahĂ, en el medio, dentro de Ă©l, dándole la sensaciĂłn de estar a punto de explotar.
“Hey,” TK se levantó y se abalanzó sobre la cama, con más énfasis del que le hubiera gustado demostrar para tratarse de su ex. “¿Te duele? ¿Donde te duele?”
“Tyler… por favor.” Gimió Carlos. “Estoy en el hospital, de verdad. No tienes que preocuparte tanto. Solo llama a la enfermera.”
“Te recuerdo que soy paramédico y puedo seguir siendo tu amigo. Sé que ya no soy tu novio, pero me sigo preocupando por ti. Asà que por favor, dime donde te duele, seguro que puedo ayudar.”
Carlos se lo quedĂł mirando un momento, se mordiĂł el labio y respirĂł con toda la fuerza que pudo.
“El estĂłmago, me duele el estĂłmago y…” GimiĂł de nuevo. “Vale no me encuentro bien.” TK se lo quedĂł mirando, se conocĂan demasiado bien, no hacĂa falta palabras para que Carlos supiera que estaba esperando que le contara lo que iba mal y lo que le hacĂa poner esa cara de miedo. “Tengo náuseas.”
“Odias tener náuseas.”
Carlos sonrió. “Calambres intestinales también. Pero lo que más me preocupa es que creo que siento que se acerca una migraña una de las feas.”
“Oh no.” Dijo TK sin importarle sonar preocupado y Carlos asintió igualmente preocupado. “Sabes que conozco tus migrañas y sé lo feas que se pueden poner, sobre todo si no dejas que alguien se preocupe y te cuide.”
“TK… de verdad. No estamos juntos, no hace falta que hagas nada de esto. Dicen que esté alguien conmigo por si tengo algún efecto adverso a la medicación o si la alergia se vuelve peor, pero mi madre vendrá pronto.”
“Si quieres, puedo esperar fuera, solo dilo.”
Se miraron en silencio y Carlos odiaba que su ex le conociera tanto, porque no podĂa mentirle, tampoco cuando se trataba de esconderle que estaba nervioso y angustiado por muchas más cosas que una maldita alergia, una migraña y un dolor de estĂłmago.
TK lo sabĂa, lo veĂa escrito en sus ojos y como apartaba la mirada de Ă©l, en cĂłmo apretaba las manos y en cĂłmo respiraba con más dificultad de lo que ya le costaba.
Sin embargo, la alergia decidió ponérselo más complicado, al cerrarle la garganta y poner su piel casi azul.
“Carlos. ¡Carlos! Me estás asustando.”
5 notes
·
View notes
Text
My Heart Skips A Beat
https://archiveofourown.org/works/64187938
It isn't just a dose of Narcan and everything's better. That would be too easy.
Day 4 of @911lonestarangstweek - Drugged
CW: drug overdose (canonical)
4 notes
·
View notes
Text
Angst Week DĂa 4
TĂtulo: Risas oscuras en mi cabeza. CapĂtulo 01
Prompt: Drugged
Notas: Prometo que no esperaba que fuera tan angst, pero los que me habĂ©is leĂdo antes sabĂ©is que tipo de historias puedo llegar a hacer y bueno, cuando dejo volar mi imaginaciĂłn, puedo llegar muy lejos y eso es lo que me ha pasado. Una cosa ha llevado a otra y...
**Aviso** Esta historia es bastante dura, muy dura en realidad, asĂ que si sois sensibles al abuso y al sexo no consentido, al abuso de drogas y demás, por favor no sigáis leyendo, no os va a gustar. Os prometo que Jonah estará bien, a nivel fĂsico por lo menos, aunque pasará un poco por el psicĂłlogo, claro. TK ya es otra cosa. Pero si lo vuestro es el Hurt Carlos, y sobre todo el Hurt TK, aquĂ me tenĂ©is.
Resumen: Eran unas vacaciones, unos dĂas en familia ahora que Jonah estaba con ellos. Carlos lo habĂa preparado todo, la caravana, una cabaña, el sitio perfecto y la ruta que siempre habĂa deseado hacer cuando tuviera una familia... y eso que Carlos nunca se habĂa imaginado teniendo hijos. Pero les estaban esperando, decĂan que trabajaban para Enzo, decĂan que el jefe estaba muy cabreado con ellos porque se habĂan quedado con la custodia de Jonah y se lo iban a devolver a toda costa. No les importaba el daño que les hicieran... les gustaba la idea incluso.
“¿Qué me dices?”
TK mirĂł las fotos que le estaba mostrando Carlos. Cuando su marido le habĂa dicho que tenĂa un sorpresa preparada para ellos, no se imaginaba un fin de semana en caravana fuera de la ciudad y pasar un par de noches en una cabaña, ellos con Jonah.
“¿Lo dices en serio?”
“Sé que no es un viaje a Hawaii ni nada parecido.” Respondió Carlos. “Lo siento, llevamos mucho tiempo de hacer un viaje en familia, uno de verdad, uno largo y de los caros.”
“Oye, nunca te pedirĂa algo asĂ.” TK dejĂł a un lado las fotos, al mismo tiempo que su rostro se iluminaba. “No soy estĂşpido. Me encantarĂa hacer las maletas y poder ir con vosotros dos al hotel más caro de Hawaii, pero ahora mismo no veo mejor idea que subirnos en esa caravana durante un fin de semana entero.”
Carlos estaba seguro que era una gran idea tomarse el fin de semana libre. Jonah llevaba ya un tiempo con ellos. Se habĂa adaptado muy bien a su nueva vida y sin duda les habĂa hecho muy felices, formando una familia con ellos.
Sin embargo, habĂa pasado por mucho casi desde que habĂa nacido y se merecĂa al menos dos dĂas fuera de la normalidad, en el campo, en la carretera con ellos.
Además, el pequeño fue quien más emocionado se mostrĂł con la idea de estar fuera esos dĂas.
Todo parecĂa perfecto y Carlos habĂa preparado el viaje hasta el Ăşltimo detalle, porque era una de las cosas que mejor se le daban, organizar, decidir horarios, hacer rutas, localizar los mejores restaurantes locales donde comer y abastecer la caravana con comida sana y chucherĂas apropiadas para Jonah… y para TK tambiĂ©n. Porque por mucho que Ă©l querĂa llevar comida sana, fruta y verdura para esos dĂas, TK necesitaba patatas fritas, palomitas y hasta una nevera con helado.
“Son vacaciones.” HabĂa dicho su marido con tono infantil. “No hay vacaciones sin refrescos con azĂşcar, helado y todo tipo de chucherĂas.”
Carlos vio como los ojos de TK se encendĂan más que los de Jonah imaginando cĂłmo iban a pasar esos dĂas. No tuvo más remedio que aceptar que se habĂa casado con un niño grande encantador que estaba emocionado con su excursiĂłn.
Era su primera salida juntos, la primera vez en una caravana, tanto para TK como para Jonah y la primera en que Carlos se dio cuenta lo mucho que los dos hermanos se parecĂan tanto, a pesar de todos los años que les separaban.
Sus gestos eran los mismos, se reĂan de las mismas cosas y eso le hizo recordar a Carlos que se habĂa enamorado de un niño grande capaz de preocuparse por todo y por todos los que querĂa.
La primera noche Jonah les suplicĂł dormir bajo las estrellas.
“No hemos traĂdo sacos de dormir ni tiendas de campaña peque. No estaba preparado.” Dijo Carlos.
“Por en casa de papá y mamá no se veĂan las estrellas.”
“En eso Jojo tiene razón.”
Carlos suspirĂł mientras los miraba a los dos y se dio cuenta que no podĂa luchar contra dos fuerzas iguales que se unĂan.
“Bueno supongo que tendremos que retroceder un poco. He visto una tienda de camino que vendĂa cosas para acampadas.”
La felicidad de Jonah fue máxima, tambiĂ©n la de TK y Carlos se sintiĂł satisfecho y orgulloso de hacer sentir bien a su familia. Por ello, no le importĂł dar la vuelta y cambiar sus planes, a pesar de que una parte de dentro de Ă©l, una vocecilla que más tenĂa de deformaciĂłn profesional que otra cosa, le decĂa que serĂa mejor seguir el viaje tal y como lo habĂa planeado.
Aquella noche, apenas hubo forma de conseguir hacer dormir a Jonah.
Era un niño de ciudad y como habĂa dicho apenas habĂa visto nunca un cielo estrellado, no habĂa pasado ninguna noche escuchando los grillos u otros animales del campo y no sabĂa lo que era una noche de acampada.
Sin embargo, al final se quedĂł dormido entre los dos, pasada la medianoche.
Carlos tuvo un mal sueño aquella noche o tal vez fue un presentimiento, no podĂa estar seguro, pero prefiriĂł no pensar en la oscuridad que le persiguiĂł buena parte de aquella noche y disfrutar del resto del viaje con TK y Jonah.
Se estaba preocupando por nada, demasiado seguramente porque era lo que siempre hacĂa; solo que era elevado a la máxima potencia con que Jonah estaba con ellos. DecidiĂł pensar asĂ, se estaba preocupando sin motivo y necesitaba disfrutar de sus dĂas libres con su marido y su hijo.
No tenĂa por quĂ© pasar nada.
No iba a pasar nada… pero pasó.
*
“911 ¿Cuál es su emergencia?” Dijo Wyatt mientras acomodaba la taza de café en su mesa entre sus cosas.
Grace le habĂa enseñado todo lo que sabĂa sobre el trabajo y la gente decĂa que era una pequeña copia de ella. Se sentĂa orgulloso de ello.
No escuchĂł nada al otro lado de la lĂnea.
“911 ÂżCuál es su emergencia?” Dijo de nuevo y una vez más lo que escuchĂł al otro fue silencio y ruidos que no pudo entender si era una voz, estática o tal vez sonidos de la naturaleza o de una ciudad. “¿Hola? ÂżPuede alguien oĂrme?”
Carlos escuchĂł la voz del chico un momento, luego dejĂł de escucharlo, la escuchĂł de forma entrecortada por un segundo para luego notar que se cortaba.
“¡Joder!” Gritó con lágrimas corriendo por sus mejillas y la desesperación rasgando su garganta como si de mil cuchillos se tratara.
Poco despuĂ©s de despertar, en cuanto habĂa recuperado plenamente la consciencia, habĂa buscado el mĂłvil con desesperaciĂłn. TemĂa que se lo hubieran llevado, del mismo modo que se habĂan llevado a TK y a Jonah.
No podĂa decir que hubiera ocurrido todo muy rápido o que no se hubiera dado cuenta.
Esa gente lo habĂa planeado. Les habĂan seguido y estaba convencido que no importaba lo que hubieran hecho, dormir bajo las estrellas, ir directamente a la cabaña, incluso quedarse en casa, seguramente, allĂ les habrĂan encontrado tambiĂ©n.
Les rodearon con tres coches en cuanto recogieron las cosas por la mañana. Cuando el primer vehĂculo apareciĂł, Carlos pensĂł que eran adolescentes haciendo el estĂşpido. Pero el segundo detrás y el tercero que les cerrĂł el paso solo podĂan significar que era una encerrona.
No, nada pasó rápidamente, tampoco el miedo.
Los primeros bandazos que les obligaron dar con la caravana, casi hicieron que Carlos perdiera el control del vehĂculo, era más grande que los coches que estaba acostumbrado a conducir normalmente. Sin embargo los gritos de Jonah le hicieron mantener la mente frĂa.
“¿Qué quiere esa gente?” Preguntó TK aterrorizado.
“Ni lo sé, ni me importa, solo quiero dejarlos atrás.”
Pero, eso fue imposible, a esa gente poco le importaba el estado en el que quedara la caravana o incluso el daño que les causaran a ellos o a Jonah. El caso era sacarlos de la carretera, hacer que se tuvieran de un modo u otro. Aunque para eso uno de sus vehĂculos tuviera que dar una vuelta de campana o que la caravana tuviera que salirse en la siguiente curva y quedar tendida en el terraplĂ©n.
Los recuerdos iban y venĂan y eso que habĂa ocurrido hacĂa poco… o eso creĂa Carlos, porque acababa de despertar de lo que fuera que le hubieran dado y podĂan haber pasado horas.
“No… horas no…”
Porque si habĂan pasado horas entonces solo dios sabĂa donde estaban ahora esos desgraciados con TK y Jonah, donde se los habĂan llevado y lo que estaban haciendo con ellos.
Le temblaban las manos; se le habĂa caĂdo el telĂ©fono y hasta ese momento no se dio cuenta de la incĂłmoda posiciĂłn en la que se encontraba. HabĂan aplastado su puerta de la caravana al hacer chocar uno de los coches y habĂan roto su cristal en mil pedazos.
Al mirarlo recordĂł los brazos que habĂan entrado por ahĂ y por los otros cristales rotos, por las puertas traseras. No tenĂa claro que era lo que más le dolĂa ahora mismo. El dolor fĂsico era terrible y no sabĂa por donde comenzar a hacer el recuento de todo lo que estaba mal.
Se habĂa roto la pierna o se la habĂan roto; en cualquier caso la tenĂa hecha trizas. las vueltas de la caravana le habĂan dejado magullado por todas partes.
VolviĂł a concentrarse en llamar a emergencias. Los recuerdos volverĂan solos y las heridas, los golpes y todo lo malo que sentĂa en su interior, iba a seguir estando en el mismo sitio. Lo primero y lo Ăşnico que le preocupaba era recuperar a su familia y ponerlos a salvo.
“Papá, tienes… tienes que ayudarme.” Susurró pensando en Gabriel, rogándole por su familia, como si del mismo dios se tratara. “Se los han llevado, se han llevado a TK y Jonah y yo… tienes que ayudarme a controlar mi cuerpo.”
Lo sentĂa, le habĂan dado algo, algo fuerte, algo extremo, estaba drogado y apenas era capaz de pensar con claridad, sin sentir una niebla que lo envolvĂa todo. DebĂa estar en su mente, estaba seguro, pero podĂa notar ese humo insoportable entrando por su garganta.
No podĂa respirar, no podĂa hacer nada más que rezar y rogarle a su padre para que le ayudara.
Wyatt recibiĂł de nuevo la llamada, provenĂa del mismo nĂşmero de telĂ©fono, asĂ que, preocupado porque fuera algo importante o que alguien estuviera realmente en apuros, contestĂł, preparado para no perder la conexiĂłn esta vez.
“911 ¿Cuál es su emergencia?”
“Wyatt.”
“Carlos, ¿Eres tú? ¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?”
“SĂ, necesito tu ayuda.”
No hacĂa falta ser un gran experto ni llevar media vida sentado en ese escritorio para reconocer cuando alguien estaba en apuros en cuanto Wyatt escuchĂł la voz ahogada del buen amigo de su padre.
“Claro, ¿Te encuentras bien?”
“No… no sé qué ha… se los han llevado.”
“¿A quién se han llevado? Carlos…”
“TK y Jonah… no ha sido un accidente…”
“Carlos, espera, ¿accidente? ¿TK? ¿Qué ha pasado?”
“No… se… sabĂan donde estábamos… vinieron… los querĂan… duele.”
“Carlos dime…”
Antes de que Wyatt pudiera terminar de hablar, dejĂł de escuchar nada al otro lado, la llamada se habĂa cortado, la cobertura habĂa desaparecido y solo podĂa pensar que gente muy importante para Ă©l y sobre todo para su padre estaba en problemas.
Intentó llamar de nuevo, pero el teléfono de Carlos no dio señal, por ello, sin pensárselo dos veces, dio la voz de alarma a la persona que mejor se le ocurrió.
“Papá, tengo… tenĂa a Carlos en la otra lĂnea, ha pasado algo malo, sĂ© que les ha ocurrido algo a Carlos y TK, pero la llamada se ha cortado y no sĂ© donde están.”
“¿Has conseguido alguna información sobre su localización?”
“No, lo siento, papá. Ha pasado muy rápido y Carlos sonaba tan asustado que yo solo intentaba calmarlo. Sonaba… desesperado y lleno de dolor. Ha pasado algo terrible.”
Judd respirĂł con fuerza al otro lado del telĂ©fono. SabĂa de las pequeñas vacaciones de sus amigos. No se podĂa imaginar que podĂa haber ocurrido para que las cosas hubieran terminado mal.
“Intenta volver a contactar con Ă©l y habla con la policĂa o con los equipos de emergencia. Yo intentarĂ© contactar con TK por si se han separado.” Dijo Judd, haciendo un gran esfuerzo para no mostrar los nervios que ya sentĂa por dentro.
Carlos no era de los que se dejaba llevar por sus propios nervios y el miedo. Si como decĂa Wyatt estaba asustado, las cosas eran realmente serias.
Justo como temĂa, la llamada fue directa al buzĂłn de voz de TK.
Lo Ăşltimo que querĂa era llamar a Owen despuĂ©s de no haber hablado con Ă©l en dos semanas y decirle que probablemente TK y Jonah estaban desaparecidos, Carlos herido y todos perdidos… en alguna parte.
“Owen, ¿Puedes hablar?” Dijo Judd en cuanto Owen contestó.
“Estoy preparando un papeleo, pero tengo el manos libres puesto. Cuéntame.”
“¿Te ha llamado TK estos dos Ăşltimos dĂas?”
“No desde el fin de semana. Me dijo que Jonah se habĂa quedado fatal despuĂ©s de la video llamada con Enzo, imagĂnate, Enzo no hace más que volver con la idea de recuperarlo aunque lo tiene todo perdido y le mete ideas en la cabeza de lo que puede ofrecerle y que TK y Carlos no pueden darle. Estuvimos hablando con Ă©l hasta que el pobre crĂo se calmĂł. Pero desde entonces, estaban los tres muy ocupados con sus pequeñas vacaciones. ÂżPor quĂ©? ÂżHa pasado algo?”
Judd gruñó, odiaba tener que decirle aquello, pero no le quedaba más remedio.
“No estoy seguro, Owen, pero por lo visto Wyatt acaba de recibir una llamada de Carlos al 911. Ha sido algo rápido, pero ha dejado a Wyatt preocupado. ParecĂa asustado y lo estaba pasando mal y despuĂ©s de unos segundos la llamada se ha cortado por falta de cobertura.”
Judd escuchĂł el silencio, solo cortado por la respiraciĂłn de su amigo y se imaginaba la desesperaciĂłn que podĂa estar sintiendo Owen en ese momento.
Ahora que cada uno estaba en una punta del paĂs, hablaban mucho menos que antes, pero cuando tenĂa un hueco para hacerlo, habĂan hablado de Enzo y de las amistades que habĂa hecho en la cárcel, asĂ como de las conversaciones que tenĂa con TK o de la poca gracia que le habĂa hecho que Carlos y TK se quedaran con custodia total de Jonah.
“Carlos habló con los rangers de Enzo y TK con el DCFS del tema, sobre todo ahora que Jonah era el centro de la cuestión pero no creo que… no pensé que Enzo fuera capaz de hacerles daño. ¿Les ha hecho algo?”
“¿Owen, de qué estamos hablando?”
*
Estar tirado en medio de los restos de un vehĂculo, lleno de dolor y arrastrado por la niebla de las drogas no formaba parte del carácter de Carlos, ni siquiera cuando apenas podĂa permanecer con los ojos abiertos y no perder el conocimiento.
A pesar de lo mucho que le temblaban las manos y que notaba los dedos agarrotados como si se le fueran a romper si los movĂa, volviĂł a coger el mĂłvil. Solo necesitaba unos segundos de cobertura.
Necesitaba llamar, pero no lo hizo al 911, sino a la Ăşnica persona que estaba seguro podĂa ayudarle y que harĂa cualquier cosa por ellos y por Jonah.
“Owen…”
“Madre mĂa, Carlos, hijo ÂżEstás bien? ÂżDĂłnde estáis?”
“No… estoy seguro… Duele… me drogaron… No sé con qué… Duele y me cuesta respirar… pensar… Pero no están, Owen… les ha hecho daño y se los han llevado.”
“¿Quién se ha llevado a TK y Jonah?”
Cuanto más intentaba pensar en lo que habĂa sucedido y como habĂa pasado, más le dolĂa la cabeza y más ganas de vomitar sentĂa. Todo el cuerpo le ardĂa y estaba completamente seguro de que tenĂa la pierna rota porque cualquier movimiento era imposible.
“Owen… Necesito ayuda.”
“Por supuesto, Judd me acaba de llamar, Wyatt te está buscando. Todos os están buscando, pero necesitamos saber donde estáis.”
Carlos gimiĂł, querĂa vomitar, pero logrĂł no hacerlo, por el Ăşnico motivo de no echarse el mĂłvil encima y no sentirse todavĂa peor.
“Fuera de la 71... en la reserva... Oigo agua... tal vez el rĂo.”
“Vale, avisaré a Judd. Intenta mantenerte al teléfono, habla conmigo, la ayuda está en camino y llegará en seguida.”
Carlos ya sabĂa que no habĂa mucha cobertura, sabĂa que la llamada se podĂa cortar en cualquier momento y si tenĂa mala suerte, podrĂa quedarse abandonado y solo, bajo el terror de morir o peor aĂşn, el miedo a que su familia pudiera morir o no volver a saber de ellos.
No lo digo en voz alta, pero rezĂł de nuevo a su padre para que todo saliera bien.
“Dime cómo estás tú, Carlos.”
“No importa… Encontradles… Ellos primero.”
Owen iba a decir algo más, pero la lĂnea se cortĂł. No hacĂa falta que lo dijera, pero tenĂa que hacerlo, tenĂa que rogarle a Judd para que diera con su familia. TenĂa que encontrar a Carlos porque sonaba a punto de darse por vencido y Carlos no era uno de los que hacĂa eso y tenĂa que encontrar alguna pista sobre TK y Jonah porque tenĂa el presentimiento, el terrible presentimiento de que les estaba ocurriendo algo horrible y Ă©l estaba demasiado lejos en ese preciso instante para hacer algo de utilidad.
Poco importaba el precio del billete a Austin, ni siquiera mirĂł la hora a la que salĂa el vuelo o el tiempo que tenĂa para llegar al aeropuerto.
Todo daba igual, porque su hijo estaba en peligro. Su nieto, porque Jonah era su nieto, ya que no habĂa podido llegar a ser su hijo, estaba en peligro y Carlos estaba en un terrible peligro.
Los tres le necesitaban, como tantas otras veces, le necesitaban y Ă©l estaba demasiado lejos para hacer nada por ellos; asĂ que todo lo que no fuera estar allĂ para ayudarles, daba igual.
Todo el equipo se puso a trabajar a destajo para ayudar a sus hermanos y amigos, tanto como Wyatt, que casi era quien se sentĂa más culpable por no ser capaz de recuperar el contacto con Carlos.
…Hasta que finalmente consiguió hacerlo.
“¿Wyatt?” Dijo Carlos con un doloroso gemido.
“Hey, Carlos. ¿Puedes decirme cómo te encuentras? Mi padre necesita saberlo.”
Carlos tosiĂł y farfullĂł para intentar mantener el control de su propio cuerpo y mente.
“No muy bien, la verdad. El capitán Strand ya lo sabe, pero estoy casi seguro que tengo la pierna rota… muy rota. Picor, urticaria,... me cuesta respirar.... me siento fatal. Tengo miedo de desmayarme y no despertar.”
“No pasará, Carlos. Estoy aquà hasta que llegue la ayuda, lo prometo. ¿Puedes recordar lo que ha pasado?” Preguntó Wyatt para asegurarse de que Carlos siguiera hablando.
“Nos sacaron de la carretera… Dos vehĂculos… tres… no sĂ©. Me drogaron… Nos drogaron.”
“Perdona que pregunte, pero es importante. ¿drogaron también a Jonah?”
El sollozo de Carlos, rompiĂł el corazĂłn de Wyatt en pedazos en cuestiĂłn de dos segundos, pero habĂa aprendido a ser un profesional y ya no solo eso, le debĂa mucho a Carlos por todas las veces que le habĂa ayudado, asĂ que ahora tenĂa que dar lo mejor de sĂ mismo para ayudarle.
“Eran muchos. Se los llevaron. Nos drogaron a todos. Jonah lloraba y gritaba buscándonos a TK y a mi. HabĂa una furgoneta amarilla y una minivan… Espera… recuerdo una matrĂcula de Texas ZR… 4, creo… R85 S.”
“Lo importante es que ahora lo sabemos y Judd y todos los equipos de rescates estarán preparados para ayudarle en cuanto les encontremos.”
“Wyatt.” Volvió a llamarle Carlos, al mismo tiempo que unos gemidos de náuseas se le escaparon. “Creo que soy alérgico a lo que me han dado… Necesito ayuda… No puedo más.”
“Carlos, no, no dejes de hablar, ya no falta nada.”
Lo escuchĂł, creyĂł que estaba soñando o que era justo lo que querĂa escuchar, pero Carlos estaba seguro que estaba escuchando la sirena de un coche de emergencias acercándose.
Luego escuchĂł voces.
Los reconociĂł sin problemas y aunque no podĂa hacerlo porque gritar no era algo que su cuerpo se sentĂa capaz de hacer por culpa del dolor y el frĂo que sentĂa por todas fuerzas; gritĂł con todas sus fuerzas.
“¡Nancy! ¡Paul!”
#911lsangstweek#angst week 3.0#angst week the return#day 4#episode#scenario#carlos reyes#tarlos spain
4 notes
·
View notes
Text
Bound to Drown
Fandom: 911 Lone Star Relationship: Nancy&Judd Rating: Teen WC: 1.1k
For @911lonestarangstweek day 3 prompt: loss.
Summary: A call hits too close to home for Nancy bringing up her grief and trauma, but luckily she has a friend who understands all too well what she’s been through.
Nancy and Tommy climb out of the ambulance and grab their gear before hurrying over to where Judd is directing his crew. He gives the last of them their tasks before turning to the paramedics. “Nothing for you yet, but standby. We think there’s someone stuck inside.” “Will do, Captain Ryder.” Tommy gives him a quick grin, before she and Nancy move further back so they’re out of the firefighters’ ways. They watch as their colleagues fight the fire, which is slowly engulfing more of the house, but thankfully it’s far enough away from its neighbours that the risk of it spreading is low. It’s a little while of waiting and watching but then a shout goes up, and Mateo and Paul appear from the flames carrying a seemingly unconscious figure, so Nancy leaps into action and hurries to meet them, knowing without needing to check that Tommy’s right behind her.
Read on AO3
7 notes
·
View notes
Text
911: Lone Star Angst Week | Season 3 In the Unlikely Event of an Emergency
129 notes
·
View notes
Text
The World Keeps Spinning
The loss of Gwyneth hits TK harder than he wants to admit.
Day three of @911lonestarangstweek - In the Unlikely Event of an Emergency | Loss
#911lsangstweek#angst week 3.0#angst week the return#day 3#episode#scenario#fic#tarlos#aliceschuyler
2 notes
·
View notes
Text
Angst Week DĂa 3
TĂtulo: Roto por dentro
Prompt: “How bad is it?”
Resumen: Gwyn habĂa muerto y el aviĂłn podĂa estrellarse, TK no se sentĂa bien, querĂa hacer algo y no sabĂa que. Una parte de Ă©l tenĂa ganas de abrir la puerta del maldito aviĂłn y saltar, otra se arrepentĂa de no haber cogido esas drogas y otra la más fuerte pero que ahora se notaba lejana, querĂa sentirse en los brazos de Carlos. Pero todo ello le hacĂa sentir culpable y ni siquiera sabĂa por quĂ©, no controlaba su propio cuerpo y el aviĂłn parecĂa la repuesta perfecta, en forma de turbulencias que le hicieron golpearse en la cabeza, lo que vino de despuĂ©s... fue complicado de poner en orden.
TK pensĂł que habĂa llegado su momento. ParecĂa tan fácil y nadie en el interior de aquel aviĂłn podrĂa hacer nada por evitarlo, si tenĂan que morir, el aviĂłn se vendrĂa abajo, se estrellarĂa y todo acabarĂa en cuestiĂłn de minutos.
El motor saltĂł por los aires, literalmente y el aviĂłn comenzĂł a vibrar y zarandearse como si fuera a hacerse caer en cuestiĂłn de segundos. Las personas que estaban en pie, un par de azafatas, un hombre que salĂa del baño, un padre que discutĂa con su hijo, dos mujeres y TK que estaba nervioso para parar quieto; tuvieron que agarrarse donde pudieron para no ser lanzados al techo o contra otros asientos cuando comenzaron las turbulencias.
La mayorĂa tuvieron suerte, la asistente de vuelo logrĂł sentarse, tambiĂ©n los otros pasajeros, aunque el hombre que estaba discutiendo con su hijo terminĂł clavándose el reposabrazos en las costillas y seguramente se hizo daño.
TK sin embargo, tenĂa demasiadas cosas en la cabeza; se sentĂa culpable por no haber llamado a su madre cuando le habĂa dicho que lo harĂa, por no haber viajado a New York cuando habĂa tenido un par de dĂas libres o por no haberla invitado a pasar el Ăşltimo acciĂłn de gracias con ellos. Todo habĂa sido un continuo “ya lo haré”, un “tengo tiempo”. El corazĂłn se habĂa detenido hacĂa ya dos dĂas cuando habĂa recibido la llamada de Enzo y de pronto; durante el continuo golpeteo del aviĂłn, una parte de Ă©l deseĂł que fuera el final.
No querĂa que nadie más tuviera que pagar por su desesperaciĂłn. No querĂa arrastrar a nadie, asĂ el golpe y el dolor que le produjo el aviĂł al zarandearlo en medio del pasillo le hizo sentir que lo merecĂa.
Decir que agradeciĂł el golpe en la cabeza, habrĂa sonado mal, pero por un momento pensĂł que era cosa del destino, por haber estado a punto de hacerse con esas drogas. Todo fallo conllevaba una consecuencia y esa era la suya.
CayĂł contra el asiento que tenĂa delante, se golpĂ©o con fuerza en la siĂ©n y sintiĂł que rebotaba. QuisĂł agarrarse a algo pero la explosiĂłn del motor hizo que aviĂłn se moviera con violencia y furia, la misma que sentĂa Ă©l hacia su vida en ese momento, hacĂa el universo por arrebatarle a su madre.
El dolor fĂsico estaba bien, porque le evitaba sentir cualquier otro tipo de dolor. Los golpes de un lado y de otro, rápidos, contundentes y fuertes, le hacĂan sentirse libre; cada uno le libraba de uno de sus propio pecados. Un golpe le quitaba la culpa de querer drogarse, otro, la culpa de no poder volver a decirle a su madre que le querĂa y el tercero, el que le dejĂł viendo puntos blandos durante unos segundos le hizo imaginarse a Carlos
Fue solo su imagen, un segundo; pero el tiempo suficiente para imaginar que era Carlos el que sufrĂa porque le ocurrĂa algo a Ă©l.
“TK, hijo. ¡Tyler!” La voz de su padre le hizo volver a la realidad, tirando de él, como si lo sacara del abismo más profundo.
Estaba en el suelo, tenido, tirado, no estaba seguro, la cabeza le daba vueltas todavĂa y escuchaba un fuerte pitido que no sabĂa de donde venĂa pero que le daba ganas de arrancarse la cabeza.
El aviĂłn se movĂa de nuevo con normalidad, pero habĂa un revuelo que Owen en seguida le explicĂł que provenĂa de la mujer herida.
“DeberĂas sentarte y descansar.” Le dijo su padre, como si pensara que eso le iba a detener de ayudar.
Era paramĂ©dico, era su trabajo y por lo visto no habĂa muchas más personas en el aviĂłn que pudieran hacer nada. Le dolĂa la cabeza, era cierto, pero por lo visto no habĂa otros mĂ©dicos en el aviĂłn, nadie que pudiera frenar la hemorragia que podĂa costarle la vida a esa mujer.
Si Ă©l y su padre no hacĂan algo, morirĂa.
“¿Estás bien para hacer esto, hijo?” Le preguntó su padre.
TK asintiĂł, era mejor que mentir y desde luego querĂa ahorrarse tener a su padre encima hasta que aviĂłn aterrizara para decirle que tenĂa ganas de vomitar o que tal vez el golpe en la cabeza habĂa sido más fuerte de lo que le gustarĂa reconocer.
AsĂ que no dijo nada.
Su prioridad era no pensar en todo el equipaje que habĂa subido en su cabeza al aviĂłn y eso lo estaba haciendo, despuĂ©s estaba la mujer y hablando con Tommy, que le estaba ayudando a salvarle la vida, le estaba manteniendo concentrado. Carlos y lo que le esperaba cuando el aviĂłn pusiera tierra, le daba sentido a mantenerse alerta todo el tiempo.
Para cuando aquella mujer, de la que TK no lograba recordabar el nombre, aunque estaba seguro que se lo habĂa dicho varias veces, estuvo a salvo, mantener los ojos abiertos era complicado, tenĂa una banda de mĂşsica entera en el interior de la cabeza y las náuseas eran horribles.
Pero el capitán les habĂa dicho a su padre y Ă©l que se pusieran cĂłmodos en el suelo, porque iban a llevar a cabo un aterrizaje de emergencia. AsĂ que solo le quedaba esperar un poco más y estarĂa de camino a casa.
De pronto, todo acabĂł, la tensiĂłn desapareciĂł más rápido de lo que habĂa llegado, su padre le ayudĂł a ponerse en pie y TK tuvo que escuchar a su cuerpo.
“Estás mareado.” Escuchó decir a su voz interior.
CaminĂł de la forma más mecánica posible, dejando que sus piernas fueran solas, un paso despuĂ©s de otro por la pista de aterrizaje. Vio que varias personas pasaba a su lado, algunas lloraba, todavĂa asustadas, otras llamaban con gestos a sus seres queridos.
“Si no paras en los próximos… se sincero contigo mismo Tyler… si no dejas de formar la máquina, te vas a venir abajo y sabes lo que pasará entonces.”
Por algĂşn motivo, la voz que escuchaba ahora se habĂa convertido en la de su madre y eso le traĂa recuerdos del coma. ÂżEstaba en coma y no se habĂa dado cuenta? Pero la escena era demasiado real, el aire le daba en la cara, el sitio olĂa a combustible y era complicado no creer que realmente se encontraba en un aeropuerto.
Y de proto estaba en los brazos de Carlos que le llenaba de besos y estabal luchando por no llorar por culpa del miedo y los nervios que debĂa haber pasado durante todas aquellas Ăşltimas largas horas.
“Hey, estoy bien, babe.”
“¿De verdad vas a mentirle a Carlos?”
TK se preguntĂł si era normal escuchar una voz el interior de su cabeza.
“No quiero mentirle pero está asustado, no quiero decirle que me encuentro ma y que es posible que necesite ir al hospital.
Para luego preguntarse si tenĂa algo de normal responderle a la voz en su cabeza.
“¿Y esta sangre?” Le preguntĂł Carlos al darse cuenta que tenĂa la camisa cubierta de sangre.
Hubiera sido muy fácil sonreĂr, tomarle las mejillas y decirle que la sangre no era suya, si no que habĂa sido el hĂ©roe del vuelo gracias a la ayuda de Tommy al otro del telĂ©fono. Pero cuando abriĂł la boca para contestar, se dio cuenta que no recordaba bien lo ocurrido.
“Te duele la cabeza Tyler, estás confuso y si Carlos fuera un paramĂ©dico como tĂş, se darĂa cuenta que tienes las pupilas dliatadas, que te estás respirando muy rápido y tal vez ya estarĂa preparado para lo que está a punto de pasar.”
“¿Qué está a punto de pasar?” Se dijo a si mismo… o a la voz de Gwyn que intentaba cuidar de él.
“Vas a tener una hemorragia nasal, pero no se muy bien que es lo que más va a aterrorizar a Carlos, si verte sangrar de repente o…”
“¿O?” Preguntó TK desesperado.
Sin embargo la respuesta llegĂł a Carlos antes que a Ă©l, cuando TK se le desmayĂł en los brazos.
*
Carlos apoyó la mano en la rodilla de Owen y esperó a que el capitán se volviera y el mirara.
“No fue culpa tuya.”
“DeberĂa haberme dado cuenta?”
“¿Como podrĂas? Estábais en un aviĂłn a punto de estrellarse, intentando salvar la vida de una mujer y claro, TK estaba sufriendo un ataque de pánico, intentando asimilar la muerte de su madre. Es normal.”
El mĂ©dico les habĂa dicho que TK sufrĂa una conmociĂłn por el golpe sufrido en la cabeza, algo a lo que estaban acostumbrados; no era la primera vez.
“Desde luego el estrés posterior no ha ayudado nada. Ahora TK necesita mucho descanso y tomarse las cosas con calma.”
“Se pondrá bien, ¿Verdad Doctor?” Preguntó Carlos al médico, con cierta inseguridad por lo que fuera a decirle.
“Con tiempo, sĂ. Desde luego la hemorragia con la que ha llegado, no es buena señal, por eso hay que cuidarle.”
No estaba seguro de gustarle como sonaba eso, pero lo primero era esperar a que TK despertara y no lo hizo hasta varias horas más tarde cuando ya se estaba haciendo de noche, con una migraña que apenas le permitió abrir los ojos.
“Mamá…"
5 notes
·
View notes
Text
Tarlos Angst Week DĂa 2
TĂtulo: Ante el peligro de terremotos, no salgáis de casa
Resumen: La alarma habĂa saltado hacĂa ya un par de dĂas, pero por el momento la tierra se habĂa mantenido tranquila. Aquel dĂa, con Carlos destinado en el centro del 911, el suelo no dio tregua y entonces y el desastre se echĂł encima de TK y Jonah en un dĂa tranquilo en el parque.
Notas: Buenos dĂas a todos.
Hoy sigo con la Tarlos Angst Week. Vamos con el dĂa 2:
Day 2 - 25th March Displaced | “Whatever happens, it’s on me.” | (Un)natural disaster
Tiene un poco de los tres y desde luego no ocurre en la temporada 2, como dije ayer, me he dejado llevar por la inspiraciĂłn... pero no por la mĂa, sino por la de mi buen amiga MarĂa, asĂ que, digamos que se lo regalo, porque se lo merece porque siempre está ahĂ.
Eran tiempos movidos, en su sentido más literal. El peligro de seĂsmo en toda la zona de Austin llevaba dando vueltas por las noticias, redes sociales y por boca de todos desde hacĂa tiempo, pero durante los Ăşltimos dĂas, las cosas se estaban poniendo más serias.
TK lo sabĂa porque todo el equipo le mantenĂa informado y una parte de Ă©l odiaba estar en casa y no ser ya un bombero o paramĂ©dico; una parte de Ă©l echaba de menos estar ahĂ y fuera, preparado para ayudar cuando hiciera falta. No podĂa negar que le gustaba la adrenalina en el cuerpo esperando la llamada de emergencia y saber que estaba ayudando y salvando gente cuando la ciudad les necesitaba.
Pero al mismo tiempo, una parte que cada vez iba creciendo más dentro de Ă©l y que se apoderaba de esa morriña, era la que más le hacĂa feliz, la que de quedarse en casa y sabe que estaba protegiendo a la personita que más le necesitaba.
Jonah era, junto a Carlos, su prioridad. Pero mientras Carlos era un hombre hecho y derecho, todo un ranger, que pronto lograrĂa ese ascenso que tanto se merecĂa y tomarĂa el mando de algĂşn equipo propio, Jonah estaba a punto de cumplir los cuatro años y se habĂa convertido en su hijo y les necesitaba.
Por eso, en cuanto la alarma de terremoto llegĂł, dejĂł a un lado la idea de buscar un trabajo, no era algo tan urgente como quitarle las pesadillas a su hermanito, que ya despertaba gritando pensando que se les iba a caer la casa encima.
Además, estaba su propia preocupación por Carlos.
El terremoto podĂa no llegar nunca, Austin era propensa a las alarmas por seĂsmos y propensa tambiĂ©n a que al final no pasaran.
“No te preocupas tanto por nosotros.” Le decĂa Judd bromeando, cada dĂa cuando TK pasaba a comer al cuartel con ellos. “Y somos los que más nos pringaremos si se mueve la tierra.”
“Lo siento, tĂo. Pero me siento atado de manos y pies ahora que estoy fuera de todo esto.”
TK mirĂł a Jonah, al que habĂan subido a una silla y estaban enseñando a jugar al futbolĂn entre Paul y Mateo. El niño reĂa y le costaba mover los largos palos metálicos en los que estaban encastrados los muñequitos, asĂ que tenĂan que ayudarle.
“Te entiendo muy bien.” Judd le dio una palmada en la espalda y TK se volvió. “Yo estaba igual cuando me marché para estar con Wyatt. Lo echaba mucho de menos y cuando escuchaba que pasaba algo, me daban ganas de dejarlo todo y venir.”
Paul cogiĂł a Jonah en brazos cuando lograron marcar un gol y comenzaron a bailotear por la sala. Marjan se uniĂł a ellos.
“Pero los hijos van primero.” Contestó TK dejando salir un largo suspiro.
“Tú lo has dicho, hermano y no sabes la suerte de tener a Jonah, con su edad, contigo. Tienes toda la vida por delante. Disfrútalo.”
Una enorme sonrisa se dibujĂł en los labios de TK. HacĂa tiempo que soñaba con la idea de ser padre con Carlos y de pronto el milagro se habĂa hecho realidad. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para disfrutarlo y aprovecharlo.
Pero por lo visto, aquel dĂa no era el más adecuado para dejarse llevar por tanta alegrĂa, porque de pronto el suelo comenzĂł a moverse bajo sus pies.
Tras los primeros momentos de caos, todos sabĂan lo que tenĂan que hacer. El temblor habĂa sido pequeño, pero todos sabĂan que era el aviso de que algo mucho más grande estaba por venir.
Eso no pasĂł inmediatamente, los siguientes dĂas fueron tranquilos, pero el peligro y las alertas estaban continuamente encendidas. Estar en casa todo el tiempo, era lo que TK y Carlos necesitaban esos dĂas, saber que Jonah estaba bien, protegido y no tenĂa miedo de lo que pudiera pasar.
Sin embargo, TK no dormĂa tan tranquilo como el pequeño y aunque pasaba el dĂa jugando con Ă©l, le llevaba al parque, cocinaban juntos y le leĂa los cuentos que querĂa despuĂ©s de ver la tele o antes de dormir.
“Voy a estar trabajando mucho estos dĂas si el suelo se vuelve a mover.” Le habĂa dicho Carlos cuando la emergencia de los terremotos habĂa saltado.
TK nunca intentaba ocultar el miedo, se conocĂan demasiado bien y no merecĂa la pena ocultar sus sentimientos cuando sabĂa que su marido se habĂa a arriesgar si habĂa más terremotos para salvar la vida de gente… como tantas veces habĂa hecho Ă©l mismo.
“Eres ranger, no bombero ni first responder como antes, no deberĂas…”
Carlos le dio un beso, de esos que sabĂa darle a su marido para calmarle cuando TK se ponĂa nervioso, cuando su cerebro iba demasiado rápido y dejaba de pensar para dejarse llevar por el pánico.
“Todo va a ir bien, Tyler. TĂş lo has dicho, no soy first responder y no voy hacer lo mismo que hará la 126.” TK lo mirĂł preocupado esperando que le dijera algo más que le quitara el miedo de encima. “Estoy seguro que no pasará nada, voy a pasar unos dĂas en el centro del 911 con Wyatt. Los de arriba quieren que haya uno de nosotros por allĂ.”
“Por si ocurre algo.” SentenciĂł TK, mientras se acurrucaba entre los brazos de Carlos, ahora que Jonah se habĂa ido a dormir.
Carlos le besĂł la cabeza.
“Y también es posible que no pase nada más que los pequeños movimientos de tierra que hemos notado.”
“Prométeme que tendrás cuidado.”
“Sabes que te lo prometo.”
*
Les habĂan dicho que podĂan llevar una vida normal, podĂan salir a la calle y poco a poco los temblores parecĂan estar desapareciendo y se hacĂan más esporádicos. Aun asĂ, Carlos seguĂa trabajando de forma permanente en el centro del 911.
Las jornadas eran tranquilas, despuĂ©s de todo, solo estaba allĂ como precauciĂłn. Eso le daba tiempo para hablar con TK. SabĂa que su marido se preocupaba por tenerle lejos o por el riesgo que suponĂa la idea de un terremoto repentino y lo que podĂa ocurrirle.
TK: ÂżAlguna novedad?
Carlos: No se acerca ningĂşn terremoto, puedes estar tranquilo.
TK: ¿No te estará picando el gusanillo de cambiar de trabajo verdad?
Carlos: Tyler, soy policĂa desde hace casi diez años. ÂżQuĂ© te da tanto miedo ahora?
TK: Lo siento, pero ahora que no soy first responder, tengo miedo que si te pasa algo, no estaré ahà para cuidar de ti.
Carlos: Siempre cuidas de mi, estés donde estés.
TK: Dime cuando vuelvas, te prepararé lo que quieras para comer, aunque sea muy tarde.
Carlos: ¿Qué tal si aprovechas que no hay alarma de terremotos y vas al parque con Jonah?
La idea entusiasmĂł a Jonah. Desde que habĂa comenzado la alarma de los terremotos, no habĂan podido salir mucho y el pequeño se sentĂa como un tigre enjaulado. Él mismo preparĂł su mochila, aunque tuvo que pedirle a TK que le cogiera la botella de agua de la nevera.
“Tienes que prometerme que estarás atento y si ocurre algo y te digo que debemos marcharnos a casa, debes hacerme caso.” Le dijo TK al niño en cuanto llegaron al parque.
Jonah asintiĂł, pero ya estaba tirando de la mano de su hermano mayor, en direcciĂłn a la zona de los columpios, su parte favorita del parque. Estaba a punto de cumplir los cuatro años, le quedaban menos de tres meses y ya era un experto trepando las cuerdas, subiendo el tobogán por la parte que no debĂa y pidiendo una y otra vez a su padre que le empujara en el columpio.
Merendaron sentados en la hierba unas piezas de fruta antes de seguir jugando y antes de que TK pudiera decidir si era hora de volver a casa, la alarma comenzó a sonar en el teléfono de TK. Lo miró.
Alarma de terremoto.
Tras la alarma el teléfono volvió a sonar, esta vez era una llamada de Carlos.
“Te ha llegado el aviso ¿verdad?”
“¿Es cierto? ¿Se acerca un terremoto?”
“Sà y no tardará mucho. ¿Estáis seguros verdad?”
TK temĂa decirle la verdad a Carlos, solo iba a conseguir preocuparle si le decĂa que estaba fuera de casa, en cualquier sitio menos protegidos en casa.
“SĂ, claro, Âżtodo bien por allĂ?”
“SĂ, de momento tranquilo, pero…”
Carlos no tuvo que decir nada, porque TK tambiĂ©n lo notĂł, aunque no demasiado, pero escuchĂł el griterĂo al otro lado y que sonĂł como la tierra gritando, los muebles moviĂ©ndose de un lado a otro y TK aterrorizado por lo que podĂa estar pasando allĂ, tuvo que contenerse para no asustar tambiĂ©n a Jonah.
“¿Carlos?”
“Estoy aquĂ, solo ha sido un terremoto un poco más serio. Un susto, pero me tienen al mando. ÂżTe lo puedes creer? Parece que se acaba el mundo y yo estoy al mando, salvando a Wyatt? Lo que ocurra corre de mi cuenta.”
“¡Papa Los, eres un superhéroe!”
TK estaba a punto de perder los nervios por lo que se imaginaba que estaba ocurriendo en el centro del 911. Pero Jonah le agarró la mano, la apretó y le miró con ojos brillantes, emocionado ante la sensación de que su hermano mayor y esa figura paterna, era verdaderamente un superhéroe en la ciudad.
“¿Por quĂ© has tenido que salvar a Wyatt? ÂżEstá bien? ÂżDeberĂa avisar a Judd?”
“TK, baby, calma. Wyatt está bien, el suelo ha fallado un poco, justo debajo de la silla de ruedas de Wyatt. Ha estado a punto de caerse, pero le he atrapado a tiempo.”
“¿Has dado un salto de superhéroe papa Los para salvar a Wyatt?”
“No dirĂa tanto, pero lo que quiero ahora es que os quedĂ©is en casa, Âżde acuerdo?”
“Claro, estaremos bien.” TK estaba enseñando desde el inicio que las mentiras estaban mal y mentir a Carlos sobre donde estaban delante del niño era algo que le hacĂa sentir como una persona horrible. “No nos vamos a mover de casa.”
Jonah le miró mientras terminaba la llamada, con el ceño fruncido y TK simplemente le acarició el cabello.
“Lo sĂ©, peque, pero no querĂa preocupar a Carlos. Ahora nos ponemos en marcha y volvemos corriendo a casa antes de que haya otro terremoto, Âżde acuerdo?”
El niño asintiĂł con seriedad, se agarrĂł a la mano de TK y los dos se pusieron en marcha. Pero la tierra no se habĂa quedado tranquila con el anterior movimiento: solo que esta vez, el terremoto estaba ocurriendo justo bajo sus pies y con más fuerza e intensidad del que habĂa hecho temblar el centro del 911.
Jonah gritó y se agarró a la cintura y TK se detuvo, se arrodilló y cubrió el cuerpo del pequeño para hacerle sentir bien.
“Haz que paré, papa bro. Tengo miedo.”
“Lo sé, baby lo sé.” TK le besó la cabecita.
La experiencia de ser bombero y haberse encontrado en más de una situaciĂłn similar, permitiĂł a TK estar tranquilo y preparado para tranquilizar a su hijo. Sin embargo, tambiĂ©n necesitaba estar tan seguro de que Jonah no lo pasara mal, que tardĂł unos segundos demasiado largos en darse que tras ellos habĂa una enorme estructura metálica donde los niños jugaban todos los dĂas, se balanceaba, oscilaba y el terremoto hizo que, irremediablemente, cayera sobre ellos.
TK escuchĂł el grito de Jonah, lo agarrĂł entre sus brazos y rodĂł por el suelo. Hizo lo posible para intentar alejarse de todos los hierros de la estructura que caĂan de un lado a otro; pero no llegĂł lo bastante lejos, asĂ que cubriĂł todo el cuerpo del niño con el suyo. Si alguien se llevaba un golpe, serĂa Ă©l, no Jonah.
De pronto, tras el estruendo y entre sus propios gritos, estaba el silencio de Jonah, apretado contra su cuerpo y la oscuridad que podĂa ver TK, bajo los hierros que habĂa dejado encima de ellos el terremoto.
#911lsangstweek#angst week 3.0#angst week the return#day 2#episode#quote#scenario#fic#tarlos#tarlos-spain
6 notes
·
View notes
Text
Tarlos Angst week DĂa 1
TĂtulo: A cualquier precio
Propt: Gunshot wound
Resumen: Carlos habĂa conseguido cerrar por fin el horrible capĂtulo de su vida que suponĂa el asesinato de su padre. Ya sabĂa quien se lo habĂa arrebatado, quien le habĂa matado y por quĂ©. Era hora de seguir adelante con su vida y con su familia. TK y Jonah, su hijo, ese maravilloso niño que habĂa entrado a forma parte imprescindible de su dĂa a dĂa le necesitaban. Pero haber recibido un disparo a unos cuantos cientos de kilĂłmetros y tener que pasar unos innecesarios dĂas allĂ, solo le hacĂa estar nervioso y querer salir corriendo. No fue una genialidad pedir el alta antes de tiempo, mentir y decir que le esperaban en el hospital de Austin. Pero cuando Carlos Reyes se obsesionaba por algo, ni siquiera una herida de bala iba a detenerle y mucho menos para regresar a casa con las dos personas más querĂa en el mundo.
Notas: Es hora de comenzar la Tarlos Angst Week, asĂ que aquĂ estoy. He decidido cambiar un poco la idea porque me cuesta bastante escribir en estos dĂas, pero con el Tarlos todo es más fácil, asĂ que nada de buscar por temporadas, simplemente he dejado que las ideas fluyeran y ver por donde salĂa todo.
CAPĂŤTULO 1
Dejar el hospital antes de tiempo no habĂa sido la mejor idea, decirle al mĂ©dico que se encontraba bien y que querĂa el alta voluntaria, tampoco y desde luego mentirle a TK y a su madre, haciĂ©ndoles creer que todo estaba bien, escondiĂ©ndoles que le dolĂa todo el cuerpo, le iba a salir caro si se enteraban en algĂşn momento.
Pero Carlos necesitaba volver a casa.
Le habĂan dicho que solo serĂan tres o cuatro dĂas, tiempo que debĂa estar en la cama de un maldito hospital a cientos de kilĂłmetros lejos de casa, lejos de TK, ahora que el asesino de su padre tenĂa un rostro, ahora que podĂa dormir tranquilo.
Pero habĂa terminado herido, con un disparo en el costado y los mĂ©dicos se habĂan insistido en permanecer en observaciĂłn.
“Estoy bien, solo necesito estar en casa.”
“Agente Reyes, la bala ha quedado muy cerca del pulmón, ha tenido mucha suerte que no lo rozara, incluso ha sido afortunado de que no le rompiera la costilla. Necesita descansar y nosotros asegurarnos…”
“Mi familia me está esperando. Le agradezco mucho lo que están haciendo, pero tengo a mi marido en casa con un niño pequeño y me necesitan.”
No podĂa dejar de pensar que era un gran egoĂsta si se tomaba esos dĂas de descanso mientras TK se hacĂa cargo de los primeros dĂas de Jonah con ellos. Los necesitaba a ambos despuĂ©s de separarse de su padre. No debĂa ser nada fácil para el niño estar lejos de Enzo y tampoco debĂa serlo para TK hacerse cargo de su hermano pequeño, por mucho que estuviera entusiasmado con la idea.
“Yo solo puedo recomendarle que se quede con nosotros hasta que le hagamos al menos una revisión más de la herida.”
“¿Puedo hacerla en Austin?”
“Por supuesto, no puedo retenerle aquà contra su voluntad agente, pero…”
“Agradezco lo que han hecho por mĂ estos dos dĂas, pero, me encuentro bien y prefiero continuar la recuperaciĂłn en casa.”
“¿Querrá decir la rehabilitación?”
Carlos no dirĂa nunca que habĂa desoĂdo las palabras del mĂ©dico, jamás dirĂa en voz alta que habĂa decidido llevarle la contrarĂa o incluso olvidarse de seguir sus indicaciones, además de no pasar por el hospital para hacerse una revisiĂłn de la herida.
Simplemente habĂa decidido no preocupar a TK, ni a su madre ni a ninguna de las personas que le rodeaban y que sabĂan lo que habĂa ocurrido en el desierto.
La historia oficial, lo que habĂa llegado a oĂdos de TK, era que el disparo no habĂa sido más que un rasguño, un susto afortunado y que Sam le habĂa salvado la vida. Eso Ăşltimo era una verdad absoluta y desde luego, la herida se habĂa quedado en un susto, solucionado con una rápida operaciĂłn.
Era normal que doliera, era normal que le costara moverse con normalidad, tampoco habĂa por quĂ© preocupar demasiado a nadie con ello o quedarse más tiempo del necesario en una cama de hospital.
AsĂ que habĂa regresado a casa con medias verdades para todo el mundo y con el terror de enfurecer a su madre y al propio TK si algo iba mal; pero con la sensaciĂłn de que se habĂa quitado el mayor peso de encima al permitir que su padre descansara finalmente.
Tres dĂas en casa, con la nueva normalidad que suponĂa ser uno más en su pequeña familia, viendo la sonrisa de Jonah todos los dĂas, incluso cuando habĂa alguna pequeña pelea o cuando alguno de los dos tenĂa que ponerse serio y reprender al pequeño para que no hiciera algo indebido; Carlos era feliz y sabĂa que habĂa merecido la pena jugársela dejando el hospital.
La herida dolĂa y tal vez un poco más de descanso, menos carreras por la casa detrás de Jonah, madrugar menos para seguir el paso del pequeño y de TK o tomarse las cosas con un poco más de calma no le vendrĂa bien.
Pero ahora que se sentĂa finalmente feliz y ahora que podĂa decirlo, no querĂa perder un momento.
Eso significaba tambiĂ©n seguir el ritmo de Jonah cuando el juego se trataba de evitar a los tiburones que intentaban subir al barco que habĂa hecho con cojines en medio del salĂłn. A su cuerpo no le hacĂa demasiada gracia estar sentado en el suelo y tirado dando vueltas como una croqueta cuando el pequeño tiburĂłn martillo, que tanto le gustaba ser a Jonah, intentaba atacarle.
Pero Carlos seguĂa jugando, porque hacĂa poco que habĂa descubierto que le gustaban los niños, le encantaban los niños… tal vez no los niños en general, porque la idea de estar rodeado de niños, le ponĂa nervioso. No sabĂa moverse entre ellos como TK, que se sentĂa como un igual entre ellos en el mejor sentido del tĂ©rmino.
Carlos tenĂa problemas con los niños por el mismo motivo que se sentĂa especialmente cĂłmodo siendo policĂa. Necesitaba normas, horarios, sentido para todos y los niños adoraban adoraban el caos, el ruido y el sinsentido. Todo era posible para un niño, todo podĂa ser un juego siempre que su imaginaciĂłn lo permitiera.
Pero Jonah era diferente. Jonah era parte de TK y eso lo hacĂa parte de Ă©l tambiĂ©n.
“¡Cuidado Papa Carlos! ¡Qué viene el tiburón!”
Jonah estaba preparado para jugar en todo momento, mientras que Carlos estaba perdido en los pensamientos que se le habĂan acumulado, perdidos en su mente desde hacĂa meses, cuando solo habĂa podido pensar en la muerte de su padre.
De repente lo tenĂa encima, ahĂ estaba el pequeño tiburĂłn, dispuesto a atacar, a devolverlo, a demostrar lo fuerte que era, como todo cachorro de la manada, querĂa demostrar ya que era más fuerte que los mayores.
Carlos solo tuvo tiempo de atraparlo entre sus brazos para que no se le estampara encima, pero el golpe fue igual. No habĂa cumplido todavĂa los cuatro años, pero ya denotaba que iba a ser un muchacho alto y fuerte y como tal, cuando sus rodillas se estamparon en su vientre, notĂł que una recaĂda completamente contra la diana de la herida todavĂa no curada del disparo.
Si disimulĂł perfectamente bien el dolor que acababa de dejarle pálido y sin respiraciĂłn, no pudo estar seguro pero por fortuna, su Ăşnico testigo era un niño de menos de cuatro años, que no se habĂa dado cuenta de lo que habĂa ocurrido.
TK estaba poniendo en orden el dormitorio y no habĂa visto nada.
Por eso, Carlos quedĂł tendido en el suelo, las rodillas todo lo pegadas al cuerpo que pudo para soportar el dolor y tambiĂ©n para respirar lo mejor que su torturado abdomen se lo permitĂa; al mismo tiempo que hacĂa un gran esfuerzo por parecer estar bien delante del niño.
“Jonah, mi amor, ÂżPodrĂas ir a decirle a Papá TK que venga?”
El niño asintiĂł serio, prestando toda la atenciĂłn posible a las palabras de Carlos, dispuesto a cumplir la nueva misiĂłn del tiburĂłn y saliĂł corriendo hacia la habitaciĂłn. Carlos se preguntĂł si habrĂa notado algo ya.
Cuando estaba solo, dejĂł salir un estertor de dolor y casi se echĂł a llorar, pero fue capaz de controlarse.
“¡Papa bro!” Llamó Jonah a TK en cuanto lo vio en el dormitorio poniendo bien las sábanas de la cama de sus tutores a los que ya consideraba sus padres. “¡Papa bro!”
“Hey, peque, ¿Qué pasa? ¿Va todo bien?”
“No, papá Carlos… se ha hecho pupa.” Dijo Jonah con los ojos cubiertos de lágrimas.
“Vale.” TK besó la cabeza del niño para calmarlo, pero sobre todo para calmarse él mismo. “Necesito que te quedes aquà un momento. Puedes usar mi tablet para llamar al yayo Owen mientras veo cómo está papá.”
Jonah asintiĂł, TK le dio otro besĂł y fue al salĂłn, intentando simular que no estaba a punto de perder los nervios. Una vez seguro de que el niño no le veĂa y ya en el salĂłn, se encontrĂł a Carlos en el suelo, todavĂa hecho una bola; intentaba abrazarse a las piernas, aunque eso no hacĂa que el dolor fuera menor.
En cuanto se acercó un poco, se dio cuenta que Carlos estaba sudando y estaba extremadamente pálido, porque le costaba respirar, mientras se apretaba el costado con una mano.
“Carlos baby, ¿Qué pasa? ¿Te han saltado los puntos? Dime que necesitas.”
Carlos le agarrĂł la mano y tirĂł de Ă©l para que se sentara a su lado y de paso para recuperar un momento el aliento.
“Duele… mucho… las costillas. Me cuesta respirar.” Dijo entre dientes, mientras todavĂa temblaba y las lágrimas caĂan por su mejilla.
“¿Por quĂ©? Quiero decir, ÂżQuĂ© ha pasado? ÂżHas hecho algĂşn movimiento raro? Mira que te dije que tuvieras cuidado unos dĂas por mucho que te hubieran dado el alta.”
Carlos gimiĂł y todo el rapapolvo que le estaba echando TK dejĂł de tener importancia al ver el dolor en su rostro.
“Dime qué necesitas.”
“Solo quedarme un momento… y un cojĂn por favor… pero no te enfades… por favor.”
TK gruñó, no enfadarse iba a ser complicado, porque ya estaba cabreado. Era paramĂ©dico y como era capaz de darse cuenta que Carlos se habĂa excedido esos dĂas, se habĂa comportado y movido como si no hubiera pasado nada. HabĂa hecho como si hubiera vuelto de un dĂa cualquiera en el trabajo. Apenas habĂa hablado del hospital, de la herida o de haber sufrido un incidente.
“No quiero preocuparte, ni que Jonah se asuste. Además mi madre ha pasado bastante con lo de mi padre.”
Ahora querĂa gritarle, pero lo primero era asegurarse que no se hubiera hecho daño de verdad y que los puntos estuvieran en su sitio. Lo primero tambiĂ©n era abrazarlo y hacerle sentir bien, por muy enfadado que estuviera con su marido, su bienestar y su seguridad, igual que la de Jonah eran lo primero.
“Vale, vale, no me enfado… de momento.” SonriĂł TK. “QuĂ©date donde estás, voy a coger un cojĂn.” Se lo puso bajo la cabeza y otro contra el pecho. “Voy a coger una bolsa, no se te ocurra moverte.” No podĂa, asĂ que no lo hizo. “¿PodrĂas decirme quĂ© es lo que ha pasado?” SiguiĂł diciendo TK, mientras controlaba su respiraciĂłn.
“Jonah está bien, no pretendĂa asustarle.” ComenzĂł a decir Carlos, mientras intentaba evitar llorar.
“Carlos, mi amor, Jonah estaba muerto de miedo y no era para menos viĂ©ndote asĂ y tĂş lo estás pasando fatal porque te duele mucho. Dime quĂ© coño ha pasado para que hayas terminado asĂ.”
Carlos respirĂł con fuerza cuando TK se lo pidiĂł, aunque eso provocĂł más dolor en su interior y se dio cuenta que tampoco podĂa meter demasiado aire en sus pulmones.
“Estábamos jugando, Jonah se lo estaba pasando muy bien y se dejó llevar. Me saltó encima, intenté pararlo, pero cayó encima de la herida.”
“Carlos.” Dijo TK en un suspiro imaginando lo doloroso que debĂa haber sido ese momento.
“El dolor explotó y me quedé sin aire, pero creo que ahora me siento ya bastante mejor.”
MentĂa, Carlos mentĂa y no hacĂa falta ser ni un experto mĂ©dico ni el mejor paramĂ©dico del mundo para darse cuenta de que apenas podĂa respirar y que lo estaba pasando fatal por culpa del dolor.
DespuĂ©s de darle un fuerte analgĂ©sico para el dolor, TK se tomĂł un momento para controlar la herida, no habĂa llegado a abrirse los puntos, pero estaba muy enrojecido y seguĂa sin gustarle la respiraciĂłn entrecortada de Carlos. Además aunque la herida estaba más o menos cerrada, desde que habĂa llegado a casa, habĂa sido el propio Carlos el que se habĂa ocupado de curarla despuĂ©s de las duchas o por la mañana y en la noche.
HabĂa estado tan preocupado con Jonah que no se habĂa dado cuenta que Carlos apenas le habĂa permitido ver cĂłmo estaba.
Ahora entendĂa por quĂ©.
“Por cierto, ¿Por qué te preocupaba que me enfadara? Sé que a Jonah le encanta jugar contigo y no conoce muy bien la fuerza que tiene.” Dijo mientras le ayudaba a ponerse lo más cómodo posible en el sofá.
“Lo siento.”
TK se lo quedó mirando, sentado en la mesa de café. Acarició su mejilla y le dio un beso largo.
“Tyler yo…”
“Esta herida no estaba bien curada del todo cuando saliste del hospital. ¿Cómo te dieron alta en estas condiciones? ¿Por qué no me dijiste nada?”
Carlos se mordiĂł el labio y TK sabĂa muy bien lo que significaba ese gesto… demasiado bien. Su marido le estaba escondiendo algo y le daba miedo decirlo en voz alta.
“MentĂ en el hospital, querĂa venir a casa lo antes posible. Les dije que estaba bien y que me harĂa ver en el hospital en cuanto llegara para asegurarme que todo está bien.”
“Carlos…” TK le tomĂł las mejillas. “¿Te das cuenta de lo peligroso que es lo que has hecho? Esta herida se te podrĂa haber infectado o…”
Carlos se dejĂł caer un poco hacia delante, sabiendo que TK lo recogerĂa y apoyĂł la cabeza sobre el pecho de su marido. Le dolĂa todo y le costaba pensar y sentĂa que la cabeza estaba a punto de estallar. No respirar parecĂa ahora el menor de los malos, sobre todo cuando TK lo miraba con esa expresiĂłn suya de decepciĂłn.
“No querĂa estar tanto tiempo lejos de casa, de ti… de Jonah.”
Carlos tomĂł una profunda bocanada de aire para poder seguir hablando, mientras sentĂa la mano de TK acariciando su cabello y su cuello.
CerrĂł los ojos y se quedĂł ahĂ, todavĂa temblando, pero dejĂł que su marido le recostara de nuevo en el sofá y notĂł ahora sus dos manos levantando su ropa para echar un vistazo a la herida.
“De pronto sabĂa quiĂ©n era el asesino de mi padre y sabĂa por quĂ© lo habĂa hecho. Me habĂa quitado toda esa mierda de encima.” TosiĂł, dolĂa, pero TK se lo habĂa pedido.
GimiĂł y agarrĂł la mano de TK para evitar gritar y llamar la atenciĂłn de Jonah o asustarle.
“Lo sé, sé que duele pero necesito escuchar tus pulmones. ¿Has pensado lo irresponsable que fue lo que hiciste?”
“Yo solo… de pronto estaba lejos de vosotros y me di cuenta que llevaba mucho tiempo lejos de ti, obsesionado con la muerte de mi padre y me estaba perdiendo la llegada de Jonah aquĂ a casa.” Carlos gruñó de nuevo, el costado dolĂa cada vez más, contra más hablaba. “Estos meses han sido… una nube… lo siento… mierda… Solo querĂa volver a casa con mi familia.” TK iba a decir algo más, probablemente iba a reñirle un poco más y se lo merecĂa, pero Carlos le agarrĂł la mano y tirĂł de Ă©l. “TenĂa… miedo.” GimiĂł antes de volver a toser y sentir que se rompĂa algo en su interior que le hacĂa gritar.
TK no estaba seguro si querĂa seguir con la reprimenda o llenarle de besos para hacerle sentir bien. Pero ver sus ojos llenos de lágrimas y el dolor en su rostro solo le daba ganas de abrazarse a Ă©l y hacerle sentir bien.
“Lo entiendo, pero pusiste tu vida en peligro, babe.”
“No pensĂ© que pasarĂa nada malo por irme unos dĂas antes del hospital.”
TK sabĂa la respuesta que le iba a dar Carlos incluso antes de hacer la pregunta, pero aun asĂ tenĂa que decirlo.
“Bueno, pues lo que necesitas ahora es descansar y tumbarte, ya que imagino que no quieres ir a urgencias a que te vea un médico.”
Desde luego, Carlos querĂa quejarse, porque Carlos odiaba los hospitales. Odiaba ver a TK en una cama de hospital y habĂa salido corriendo de uno, aunque las consecuencias eran las que estaba sufriendo ahora.
QuerĂa decir que no, que se pasarĂa y que podĂa soportar el dolor. QuerĂa preguntarle a TK si Ă©l creĂa necesario llevarle a urgencias. Seguramente estar casado con un paramĂ©dico experimentado como TK era más que suficiente para limpiar la herida y hacer lo que hiciera falta.
Pero sentĂa que algo iba mal. No poder respirar bien no era buena señal, el dolor que sentĂa en toda la zona intercostal y donde habĂa recibido el disparo tampoco, incluso la fiebre que sentĂa que empezaba a subirle… aunque tal vez no fuera un poco de paranoia no le ayudaba en absoluto.
“No quiero ir…” Dijo por fin, intentó incorporarse, pero la habitación comenzó a dar vueltas y sintió náuseas. La mano de TK apoyada en su pecho impidió que su pecho se venciera. “Pero no quiero darte… más sustos.”
TK mirĂł un momento al dormitorio, Jonah se reĂa hablando con Owen, aunque no fuera su hijo, ni directamente su nieto, su padre habĂa conectado en seguida con el niño y habĂa incluido en su familia sin pedir nada, sin preguntar y con la devociĂłn de su verdadero abuelo.
Por lo menos el niño estaba tranquilo, jugando a través de la tablet con sus muñecos de superhéroes y TK estaba escuchando a su padre poner voces al otro lado de la tablet. Estaba todo controlado.
“Si Jonah me deja hablar con mi padre dos minutos, creo que puedo pedirle que venga para cuidar del peque. ¿Cómo de malo es el dolor ahora mismo?”
“TK…”
“Prometo no enfadarme si no te mueres.” Dijo riéndose y le dio un beso largo que logró calmarlo lo suficiente para que pudiera responder.
“Ocho si respiro profundamente… aunque en realidad no puedo hacerlo.” Carlos tosió y se llevó las manos al abdomen. “Mejor… no… hacerlo.”
“Deja que eche otro vistazo, pero algo me dice que vamos a tener que ir a urgencias y que voy a tener que pedirle ayuda a Nancy y el equipo que esté hoy de guardia para llevarte.”
“¿En ambulancia?” ProtestĂł Carlos, casi con tono infantil y además lo rematĂł con esos ojos de cordero degollado con los que TK apenas podĂa luchar.
“Carlos no me hagas esto, nada de juegos sucios con esa mirada.”
Los dos se echaron a reĂr, pese a que el miedo y la preocupaciĂłn recorrĂan sus cuerpos y sus miradas lo decĂan todo.
7 notes
·
View notes
Text
Things Will Never Be The Same
https://archiveofourown.org/works/64161067
Day 2 of @911lonestarangstweek
One wrong move changes everything for the 126.
2 notes
·
View notes