911lonestarangstweek
911lonestarangstweek
911: Lone Star Angst Week
213 posts
March 24th-30th, 2025A week dedicated to all the angst, whump, and hurt/comfort the fandom has to offer!
Don't wanna be here? Send us removal request.
911lonestarangstweek · 17 days ago
Text
Silence
https://archiveofourown.org/works/64292809
An accident leaves TK with no hearing, an affair leaves him with no love, and an overdose leaves him with no firehouse. What more could he possibly lose when Owen decides to move them out to Austin, TX, to get away from everything?
Day 7 of @911lonestarangstweek - Free Day
3 notes · View notes
911lonestarangstweek · 17 days ago
Text
Tumblr media
death itself is undone
Chapter 1, Chapter 2
Nancy wasn’t a believer in the supernatural but when she meets the amnesiac ghost in her house who doesn’t know who he is or what happened to him, she decides to help out. What follows is a cross country roadtrip, desperately looking for answers all the while someone lurks in the background, determined to keep the truth hidden.
Read on Ao3
——
This is my submission for @911lonestarangstweek Free day as well as it being the start of my Ghost AU fic!
Tagging @lemonlyman-dotcom @shes-an-oddbird @pimento-playing-hopscotch @tellmegoodbye @neversleepuntilfive @rangersoup @heartstringsduet @bonheur-cafe @carlos-in-glasses @nisbanisba @everlastingday @chicgeekgirl89 @thisbuildinghasfeelings @emsprovisions and @eclectic-sassycoweyes if that’s alright! If you wish to be removed just let me know!
20 notes · View notes
911lonestarangstweek · 19 days ago
Text
Tarlos Angst Week DĂ­a 6
Título: Estés donde estés, te encontraré
Prompt: Su prompt es muy simple y al mismo tiempo muy complicado, pero en cuanto lo leí, apareció en mi mente. Se trataba de coger mi momento favorito y hacerlo más angsty todavía. ¿Con qué he decido jugar? Pues con un capítulo que creo que no se aprovechó del todo en lo que a potencial de Hurt Carlos posible se trata. El secuestro de Carlos en el 4x04. Supongo que sabéis de lo que estoy hablando.
Resumen: Tras una fuerte discusión, Carlos se había ido para investigar pero TK no había vuelto a saber de él. Sabía que estaban detrás de un asesino en serie y una sensación dentro de él le decía que algo horrible le había pasado a Carlos. Tenía que encontrarlo antes de que fuera demasiado tarde; porque el aire se acababa allí abajo, no había mucho entre tanta tierra que le estaba asfixiando.
TK había perdido ya la cuenta de las horas que Carlos llevaba desaparecido. No había dormido la noche anterior, desde que no había regresado a casa y ahora se acercaba el atardecer del segundo día sin más pistas que el caso en el que estaba metido su novio.
¿Por qué tenían que haber peleado? ¿Por qué tantas inseguridades? La sola idea de no volver a Carlos y saber que la última conversación que había mantenido con él había desembocado en todo aquello, le revolvía el estómago.
Ahora Gabriel hablaba de un asesino en serie y de víctimas que no habían encontrado nunca. El esfuerzo de no pensar en que Carlos podía ser la siguiente víctima a la que nunca encontraría, le estaba provocando una terrible migraña.
Para cuando TK quiso darse cuenta, las pistas le habían llevado al farmacéutico, a su casa, a su madre y la idea de que esa mujer era cómplice de todo lo que había hecho su hijo; igual que lo era ahora de la desaparición de Carlos.
Si habĂ­a alguien que pudiera decirles donde estaba su prometido, era esa gente, pero por lo visto esa gente estaba lo bastante mal de la cabeza como para dejarle morir delante de su propio padre y ranger.
Gabriel estaba demasiado calmado y TK no lo comprendĂ­a. Ese hombre habĂ­a secuestrado a su hijo; no tenĂ­an pruebas para demostrarlo, pero tanto Ă©l como TK lo sabĂ­an, lo tenĂ­an delante. ÂżCĂłmo era posible que no pudieran hacer nada?
 TK había conseguido convencer a Gabriel de volver a pesar de no saber por donde tirar o qué decirle a ese hombre o a su madre. 
“Déjame hablar por favor.” Le pidió TK.
“Sabes que no hay nada que podemos hacer, mijo.”
“No hay nada que puedas hacer como ranger. Yo quiero hablar con esa mujer como una madre y mostrarle como me siento de verdad. Que estoy asustado por Carlos, que le quiero tener de vuelta.”
Tras un momento de duda, Gabriel aceptĂł.
*
Carlos intentĂł abrir los ojos, pero en seguida la tierra y la porquerĂ­a que le rodeaba le cayeron encima y tuvo que cerrarlos de nuevo. Lo mismo le pasĂł con la boca. Quiso gritar para intentar pedir ayuda, pero no pudo, porque la tierra que le habĂ­an echado encima, penetraba hasta el fondo de su garganta.
Quiso toser, pero no pudo, se imaginĂł que con cada bocanada de aire que intentaba tomar, cada respiraciĂłn, cada segundo que pasaba, la tierra, cada grano de tierra se iba apoderando de su cuerpo.
DejĂł de respirar un momento para hacer memoria.
Recordaba el caso, recordaba, el túnel, las chicas desaparecidas, Iris. Todas las imágenes volvían él unas encima de otras. Luego había llegado ese hombre, no le había visto bien, había aparecido por detrás le había golpeado y le había secuestrado.
Había despertado atado a la cocina. Había pasado un buen rato, horas seguramente, hablando con su madre y casi había convencido que le soltara. Se la había ganado hablándole de su madre y de TK. Se había mostrado una mujer comprensible y cariñosa.
Luego… No pudo seguir pensando, necesitaba respirar, pero le habían dejado ahí metido, bajo tierra… lo cual le hizo entrar en pánico, estaba oscuro y la tierra lo cubría todo. Pero también estaba el malestar y lo complicado que era pensar.
Conocía la sensación, al menos en teoría. Lo había estudiado, porque jamás había probado las drogas. Pero había estudiado mucho, sobre todo desde que TK había entrado a formar parte de su vida. Quería estar preparado para ayudarle.
AsĂ­ que ahora sabĂ­a que le habĂ­an drogado y sabĂ­a que su cuerpo estaba sufriendo las consecuencias de una sobredosis de algo preparado para matarle.
Se preguntó qué era lo que le mataría primero, lo que le hubieran inyectado, la falta de aire o simplemente el tiempo haría su trabajo y moriría de todas formas.
PensĂł en TK en que la Ăşltima vez que se habĂ­an visto habĂ­an peleado y decidiĂł que no podĂ­a ser ese el Ăşltimo recuerdo que su novio tuviera de Ă©l. AsĂ­ que tenĂ­a que luchar, como fuera, por mucho que le costara, por muy grande que fuera el sufrimiento.
Iba a volver con TK, porque TK le iba a encontrar.
*
La mujer les abriĂł la puerta de la casa con un gesto de sorpresa. TenĂ­a un delantal manchado de harina y una mĂşsica proveniente de un antiguo tocadiscos sonaba en el salĂłn.
“Oh, vaya, ranger Reyes, no esperaba que regresara tan pronto. ¿Ha encontrado alguna pista sobre el caso?”
TK dio un paso adelante, mirĂł a los ojos a la mujer y rozĂł su mano con la suya.
“No tenemos pruebas, pero sabemos que su hijo ha hecho algo malo a Carlos, el policía que vino investigando ayer, mi prometido; igual que ha matado a todas esas chicas por las que vino preguntando.”
“Ah, Carlos, sí, me acuerdo de él. Era un joven muy guapo y muy listo.” Dijo la mujer, mientras se limpiaba las manos en el delantal y se tomaba su tiempo para pensar las palabras que iba a decir a continuación. “Demasiado creo y sé que no debería decir esto, pero supongo que si habéis vuelto…”
“Señora, Carlos lleva más de un día desaparecido, sabemos que estuvo aquí, desapareció aquí y su hijo… nos falta solo una prueba para detenerle por secuestro y asesinato de varias jóvenes. ¿Quiere ser usted cómplice? ¿Quiere ser cómplice de la muerte de un policía?”
TK sintiĂł que se le cerraba la garganta al decir esas palabras.
La expresión de la mujer también cambió. Dio un paso adelante, miró al exterior, a ambos lados de la calle y luego acarició la mejilla de TK, en un silencio demasiado largo para que pudiera soportarlo.
“Ranger Reyes supongo que entenderá lo que supone proteger a un hijo ¿verdad? Eso es lo que estoy haciendo por mi hijo.”
“Lo que está haciendo es proteger a un asesino.” Respondió TK. “Por favor, ¿Carlos le habló de mi? ¿Tuvo ocasión de decirle algo de nosotros?”
“Claro que sí, cielo, Carlos me dijo tantas cosas de ti, de lo mucho que te quería. Por eso me da tanta pena decirte ahora que llegas demasiado tarde.” 
TK sintiĂł que se le doblaban las piernas, pero logrĂł quedarse en pie, mirando fijamente a la mujer a la espera de una respuesta.
La respuesta llegó cuando la mujer les puso delante una pequeña cesta de mimbre con los restos de un teléfono móvil y les entregó una camiseta ensangrentada. No era más que una camiseta blanca, pero se parecía mucho a la que llevaba Carlos cuando se había marchado de casa la noche anterior.
“¿Qué significa todo esto? ¿Dónde está Carlos?”
“Mi hijo se ocupó de él, como de todas las otras chicas.”
TK no dejó de mirar la sangre y solo pudo imaginar lo que ese hombre había hecho con Carlos. Estaba seguro que su novio se había defendido; no se lo habría puesto fácil y aún así necesitaba ver su cuerpo, si realmente estaba muerto, necesitaba recuperarlo y enterrarlo si de verdad le había ocurrido lo que esa mujer decía.
“No, Carlos no puede estar muerto, yo lo sabría. Su padre lo sabría.” Dijo TK señalando a Gabriel detrás de él.
*
Estaba casi seguro que tenía la pierna atrapada, pero lo cierto era que todo su cuerpo estaba atrapado entre una montaña de tierra. Quería moverse, intentarlo por lo menos, pero se sentía momificado, solo que las vendas eran litros y litros que alguien le había echado encima.
Mientras intentaba pensar con el poco aire con el que contaba y las menos fuerzas que le restaban el cuerpo, imaginó que su atacante había hecho las cosas deprisa y corriendo. Después de todo, con un poco más de tiempo, habría sido más cuidadoso y le habría dejado completamente enterrado.
HabrĂ­a sido muy sencillo enterrarle del todo.
No habrĂ­a llegado a despertar. Se habrĂ­a asfixiado antes de abrir los ojos.
En cierto modo habría sido una muerte más dulce y tranquila que lo que le esperaba ahora.
La agonía del tiempo que tenía por delante solo iba a retrasar lo inevitable si TK y su padre no llegaban a tiempo. Podía tener unos minutos más de aire, tal vez más, tal vez menos; difícil de calcular en la oscuridad y el silencio.
Estaba agotado, herido, asustado y ya le costaba respirar. Además las drogas o lo que estuviera recorriendo su cuerpo, discurría con total libertad y a sus anchas.
“TK… si puedes…. si pudieras oírme… lo siento.”
*
Pero las pruebas llegaron desde la farmacia en la que trabajaba aquel hombre, TK habĂ­a dado en el clavo al decir que las vĂ­ctimas debĂ­an tener algo en concreto y que la receta debĂ­a ser la clave.
Ese hombre se confiaba demasiado, se creĂ­a muy listo, pero se le habĂ­a acabado la fiesta.
Gabriel recibió la llamada desde la comisaría de que lo habían detenido en su camino a la farmacia. Se movía con naturalidad, no temía ser descubierto, no le importaba haber secuestrado, ni haber hecho daño a un policía. Estaba de camino al trabajo cuando lo habían detenido y su madre hablaba del delito como si se tratara de un entrenamiento de fútbol o algo de igual importancia.
Nada de lo que estaba ocurriendo tenía sentido y tanto madre como hijo tenían un grave problema mental. Pero en cualquier caso, en ese momento, lo más importante era dar con Carlos. Porque nada se lo quitaba de la cabeza a TK, Carlos estaba vivo y precisamente por eso no podían perder más tiempo y dar con él cuanto antes.
“Señora, acabamos de detener a su hijo por todos los crímenes que ha cometido.” Dijo Gabriel. TK lo conocía bien y sabía que estaba haciendo un gran esfuerzo para ocultar el miedo y la desesperación que sentía y que necesitaba estampar en alguien. “Usted sabe también como nosotros que su hijo es un hombre muy peligroso y que ha hecho cosas horribles.”
“Esas chicas… intenté ayudarlas, pero ellas no entendieron que todo era por su bien. Mi hijo solo les quitó el sufrimiento. Vivía en la calle.”
TK asintió, deseaba gritarle y decirle que eran una familia de asesinos psicópatas y que debían encerrarlos para toda la vida y tirar la calle al fondo de un volcán. Pero simplemente asintió por el bien de Carlos y por tenerle de vuelta, con vida.
“¿Y Carlos? ¿También él se lo merecía? ¿Se lo merece?” Lo único que podía repetirse era que Carlos no estaba muerto.
Gabriel se apartó un poco al recibir una llamada, pero volvió un momento más tarde, llamó la atención de TK con su mano en el hombro y esperó a que se volviera.
“Tengo a ese desgraciado al teléfono.”
“¿Es mi hijo? ¿Puedo hablar con él?” Los dos miraron a la mujer, pero ninguno contestó.
“¿Quieres hablar tú o prefieres dejar que lo haga yo?”
TK le hizo un gesto a su suegro para que pusiera el manos libres en el teléfono.
“¿Dónde has metido a Carlos?” Dijo sin más miramientos.
“Créeme, muchacho, no quieres saberlo.” La voz sonaba fría y confiada. “No sería bonito encontrarlo ahora.”
“¡No te he preguntado tu opinión, maldito bastardo! Has hecho daño a Carlos. Dinos dónde está y qué has hecho con él.” 
Gabriel agarrĂł a TK del brazo para que se calamara, conocĂ­a muchos criminales como ese hombre. SabĂ­a cĂłmo dominar la situaciĂłn, cĂłmo hacerles perder los nervios y asĂ­, cĂłmo evitar contestar a sus preguntas y darles la informaciĂłn que ellos querĂ­an.
“Carlos está vivo, lo sé y tú puedes evitar una muerte más.” Consiguió decir TK un poco más calmado. “Dinos dónde está, por favor.”
“Me han dicho que estáis en mi casa, con mi madre. Estáis más cerca de él de lo que pensáis.”
TK no esperaba que Gabriel perdiera el control tan pronto, pero lo cierto era que el ranger llevaba aguantando la presiĂłn el mismo tiempo que Ă©l, viendo las fotos de las chicas muertas, sabiendo que aquel hombre habĂ­a asesinado a todas esas muchachas y que su hijo seguramente habĂ­a sido el siguiente, habĂ­a corrido la misma suerte.
Lo que era de extrañas era, en realidad, que hubiera aguantado tanto tiempo sin saltar.
“¡Maldito cabrón! Déjate de rodeos y dinos de una puta vez donde está mi hijo. Vas a pasarte el resto de tu vida en la vida en la cárcel, no añadas motivos para pasarlo mal allí dentro. ”
“Tu hijo no debería haberse metido en medio.”
“Pero lo hizo.” Contestó TK. “Ese es Carlos, el que siempre intenta hacer el bien. No se merece sufrir más por tu culpa. Dinos lo que le ha pasado y dónde está.”
Se hizo un momento de silencio y por un momento, tanto TK como Gabriel temieron que aquel hombre no quisiera decirles nada más.
*
Era el final, lo sentía, su cuerpo se apagaba y lo peor era que no lo estaba haciendo despacio, no. Parecía que su propio cuerpo quería que se diera cuenta que se estaba muriendo y que no iba a salir de allí… donde quisiera que fuera allí.
La oscuridad iba a ser el único testigo de su fin y por mucho que gritara, que no podía, nadie le iba a escuchar.  
TK no le iba a escuchar, no se iban a ver nunca más. No podría decirle a la cara lo mucho que sentía esa última discusión. Estaba nervioso y podría haber hecho mil cosas en lugar de discutir con la persona que más necesitaba tener cerca.
Pero ya no habĂ­a remedio, ahora solo le quedaba esperar los momentos finales y ver que ocurrĂ­a primero; la falta de aire, las drogas, un ataque al corazĂłn o todo al mismo tiempo y desde luego, sin TK.
“Adiós, baby. Te quiero.”
*
“Hizo demasiadas preguntas, las equivocadas, y tuve que improvisar un poco, no me gusta improvisar.” Dijo por fin el hombre al otro lado del teléfono.
“¿Donde está, joder? Dinos dónde está o te mataré.”
Gabriel arrebató el teléfono de manos de TK.
“¡TK no! No puedes decir algo así.”
“Me da igual. Carlos no está muerto, pero si perdemos más tiempo, lo estará.”
Había perdido de vista a la anciana, pero la señora seguía en la puerta de la casa. Dio un paso hacia él y le tomó las manos.
“Lo siento cielo, pero tu prometido ya no está con nosotros, no podría ahí abajo, mi hijo se ha asegurado de ello.” TK abrió la boca para decir algo, pero la mujer siguió hablando. “Por eso le cerró a cal y canto por el camino por el que vino a nuestra casa, para que nadie más pueda venir.”
“¡Mamá, cállate!”
Entonces, de repente TK recordĂł lo que la policĂ­a habĂ­a estado investigando sobre aquella casa y la casa de al lado donde habĂ­a desaparecido Iris. No se podĂ­a creer que se le hubiera pasado.
Pero finalmente lo habĂ­a recordado y eso significaba que estaban a pocos instantes de dar con Carlos.
“Gabriel, el túnel. Hay un túnel en la otra casa y si no me equivoco, está unido a esta casa. Carlos está ahí abajo.”
7 notes · View notes
911lonestarangstweek · 19 days ago
Text
holding on to your final breath
for @911lonestarangstweek day 6 - make a moment of your choice (push wake up scene) as angsty as possible i considered not going so extreme with this one but goddammit it's angst week and i have been rotating this idea in my mind since push aired. also big shout out to emmerdale for recently having a character fall through an icy pond, get hypothermia, and...well. to add some extra angst, tarlos aren't broken up in this fic title from coffins by bohnes ao3 | 1.8k | mcd, hypothermia, seizures, hospitals
One moment he’s drifting off to sleep, one hand loosely in TK’s as the exhaustion of the day catches up with him.
The next, he’s wide awake as the monitors beep and doctors surge around them like a tidal wave pulling him away from the man he loves. TK’s body jerks and twitches, eyes rolled back so far that the lids are cracked open, displaying the whites as he seizes and seizes, and Carlos can’t move, can’t speak, can’t do anything to resist as he’s pushed closer and closer to the door.
“What’s happening?” he manages, to no response. His heart pounds and tears start to streak down his cheeks, heart breaking as he’s forced to face anew the fact that he might actually lose him this time. He resorts to begging, would fall down to his knees and clutch their coats if he could, if it would make TK live. “Is he– Please, please help him. Don’t let him die. Please.”
But they don’t heed his sobs, firmly pulling the door closed once he’s clear, and suddenly all the noise is sucked out of the room. Carlos stands in the vacuum of the waiting room, numbly watching through the glass, until he blinks and he’s in a plastic chair, Tommy on one side and Nancy on the other. Tommy has her head bowed in prayer and Nancy keeps throwing anxious glances in the direction of TK’s room, her foot tapping a jerky beat on the linoleum floor.
Carlos shifts, groaning as stiff muscles are forced back into action; he doesn’t know how long he’s been sitting here, but it must have been a while, as through the window the sky has turned black, snowflakes still visible in the glow of street lamps. His movement alerts Tommy and Nancy to his newly alert state, and they turn in unison to smile at him, gathering up his hands and squeezing them.
“What…” he starts, but trails off as he remembers the incessant beeping, the tremors ripping through TK’s body, the voices that all blurred into one long stream of bad news. His head whips around, desperately searching for signs of life behind those doors, and dreading what will happen if there isn’t.
And it’s like the universe knows he’s at his limit, because just then the door slides open and TK’s doctor looks around, smiling gently and heading over when she spots them.
“Is he okay?” he blurts out as soon as she’s within earshot. He doesn’t have it in him to be patient anymore, not when TK’s life is at stake.
“The good news is that we’ve managed to get him stabilised,” she said. 
Nancy rubs his shoulder in support, and Carlos allows himself a brief moment of relief that the worst hasn’t happened just yet. But he knows the other shoe is just waiting to drop, so he steels himself. “What’s the bad news?”
“Rewarming after hypothermia is a tricky process and it causes stress to the body, which is already vulnerable,” she explains. “His organs are struggling to function as they should, and his brain is more sensitive to electrical changes, which is what brought on the seizure. The next few hours are going to be critical.”
Carlos breathes out, more shaky that he’d like, and has to blink hard to stop more tears from falling. “Can we see him?”
“Of course.”
The doctor moves aside to let them pass, yet Carlos can’t help but hesitate. He doesn’t want to see TK like this, he never wants to see TK like this, but he can’t shake the idea that this time will be for real, and Carlos doesn’t know if he can face that. If he can face him, dying.
Someone steps in front of him and a hand lands on his cheek, tilting his head down until he meets Tommy’s eyes.
“Hey,” she says, soft and kind, but sad too. “Come on. Let’s go be there for him, okay?”
He nods, but it’s not until she takes his hand and pulls him gently along that he actually moves. Time blurs again until he’s lowering himself into the chair at TK’s bedside, automatically reaching out to run his fingers through his hair. The ventilator is gone now, replaced by some other device that Carlos can’t fathom, and he vaguely hears the doctor explaining how it was a choking hazard in the event of another seizure.
He tunes her out after a while, letting Tommy handle the details, and just focuses on TK. On the paleness of his skin and the bruise-like shadows under his eyes. On the way he lies, so still and so unlike TK that Carlos has the urge to rearrange him slightly, to make sure he’s comfortable, just the way TK likes to sleep. He doesn’t, of course, too wary of the machines and wires and TK’s general fragility to do more than raise his hand to be kissed, but it aches his heart to see him like this. It’s so unlike TK, who usually lies on his side, curled up with one arm reaching out for Carlos.
TK hates sleeping on his back.
The doctor leaves, eventually, and it’s just the three of them in the room. Carlos doesn’t take his eyes off TK; he won’t this time, not again. Not until he’s at home and safe and well again. Maybe not even then.
“I can’t lose him,” he mumbles, whether to himself or Tommy or Nancy, he doesn’t really know. “I can’t– I can’t.”
One of them grips his arm, the other reaching round to hug him from behind. “TK’s come this far,” Tommy says. “He’s still with us.”
“And one thing we know about TK,” Nancy adds. “He’s never backed down from a fight.”
Tommy hums, a slight amused note to it. “She’s right about that.”
Carlos sniffs and nods, but he’s suddenly stifled by the weight of their comfort. “I think–” he starts. Hesitates. “I think I’d like some time with him. Alone. If that’s okay?”
“Yeah, of course,” Nancy says, immediately withdrawing the hug. Tommy stands too, pausing halfway to kiss his cheek. It reminds him of his mother, and Carlos desperately wishes she were here, with all her constant faith in the good of things.
When he’s alone, he leans closer to the bed, taking his time to memorise everything of TK that he can see. “Hey,” he says. “Hey, TK. Um. I guess I want you to know that I’m here. We all are. Me and Nancy and Tommy. The others know, but they’re still on shift, and your dad… We’ve tried getting in touch with your mom and dad, but the storm’s knocked out signal. And they probably wouldn’t be able to get to Austin anyway, so… So I guess you’re just going to have to hold on for them.
“And for me. I’d really like it if you held on for me, too.” He pauses, breathes in shakily and blinks away the sudden blurriness to his vision. “I love you, TK. You’re the best thing that’s ever happened to me. I don’t tell you that enough, but it’s true. And, I guess I was thinking, when you get out of here and you’re all better, maybe we could get started on making that – us – official. This isn’t a proposal, because you deserve so much better, but I want that with you, TK. I want everything with you. And, baby, life’s too short. So hurry up and come back to me, yeah?”
He kisses TK’s hand and bows his head, silently muttering prayers as he waits for TK to just open his eyes. To come back to him, like he’s done so many times before.
And then–
He doesn’t know how long it’s been, but–
A squeeze.
It’s weak, but it’s there, and Carlos shoots up straight, choking on a sob as he sees TK’s eyelids start to flutter, his blue-tinged lips part in a shaky inhale.
“TK?” he asks, not daring to believe it yet.
A breath, then another. “Carlos?”
“Hey.” He stands and bends over the bed, pressing his lips to TK’s temple and cradling his head in his hands. “Hey, sweetheart, it’s so good to see you.”
“Carlos?” TK repeats, his voice barely a whisper.
“Yeah, baby, I’m here. I’m not going anywhere.”
“The… In the water.”
“I know, you went under, but you’re safe now and you’re going to be okay, I promise.”
“I… Boy.”
Carlos’s heart breaks all over again; of course TK would be on death’s doorstep and still worried over someone else. “He’s okay. You saved his life, baby.”
TK’s gasps a few more times, painful whimpers leaving him as the slivers of his eyes dart unseeingly around the room. 
Then they lock onto Carlos’s, suddenly clear, and his breathing slows, becomes more peaceful. “I love you.”
.
..
…
It’s quiet, after. Carlos wishes he could say he doesn’t remember what happened in that room, but he does, every wrenching second of it. He remembers the nurses flooding the room, pushing him back but not pushing him out; he remembers them rolling in the crash cart and sticking pads to TK’s chest. He remembers the shocks, the way TK’s body had arched off the bed only to fall down again limply. 
He remembers the end.
The doctor, standing at the side of his bed; a nurse, holding fingers to TK’s neck, then shaking his head. A declaration – Time of death, 23:57 – calling quits on TK’s life just like that. TK, who had been awake and talking not five minutes prior, now gone forever.
He’d walked out of the room in a haze, looking up to see Tommy and Nancy on their feet, to Judd walking around the corner with Owen by his side. They all looked at him and no words needed to be said for them all to understand that it’s too late.
They let him back in the room eventually. The machines are gone; it’s just him and TK, no hope left. He ends up curled on his side next to him, forehead pressed to TK’s temple, arms wrapped around him, fingers carding through his hair.
It’s peaceful. It’s wrong.
The silence weighs on him, and Carlos holds TK all the tighter. One last time, he lets the love of his life chase away the monsters lurking in the shadows; one last time, he keeps him close, breathing in the smell of the man he thought he would grow old with.
He doesn’t know how he’s supposed to face it when he has to leave, that moment drawing ever closer with every breath he takes, with every breath TK doesn’t.
He’ll face it when it comes.
For now, TK needs him.
23 notes · View notes
911lonestarangstweek · 19 days ago
Text
Tumblr media
Absolutely Wrecks People Summary: In the beginning of the relationship, TK thinks he has twist parts of himself to keep Carlos' eyes on him, wrecking himself in the process. A fic for @911lonestarangstweek for the prompt to twist a quote into something angsty. Thanks for bringing this back for my dark heart.
Rating: E
Warnings: self-destructive tendencies, dubious consent
* “Whatever you do, don’t give her the Carlos-cow-eyes.” 
“The Carlos-cow-eyes?”
“You know when you get all lovey and concerned. Soulful, big brown eyes. Absolutely wrecks people.”
TK means it quite literally. The depth of Carlos’ brown eyes have been his undoing since he first found himself reflected in them. They were a snare, a trap, awning and endless and eventually, he fell in. On the way down, they pull the barbs from him he’s put up in hopes he’d never feel the pain of loss again. They free him. They anchor him in a way no one ever has. 
TK loves Carlos from the first time he gets in the car with him, hands clammy while keeping his shoulders relaxed and his grin playful - all casual as his broken heart beats again. Loves him from the moment Carlos blinks up at him with his big brown eyes, the canopy of his lashes only adding to the dismantling of TK’s defenses. He won’t notice the hole they hammer into his chest also means he will flood, not for a while.
But.
He knows something has been broken in him with one blink of Carlos’ perfect eyes, because as soon as he muddles through his confusion and allows Carlos one step closer, into a relationship, he once again finds himself adrift. So he runs. Actual hole in his chest from a bullet, he will only return to Carlos when he is let go.
Read more
46 notes · View notes
911lonestarangstweek · 19 days ago
Text
(Un)safe Space
A firefam hang turns dangerous when a summer storm turns everything on its head.
Day 6 of @911lonestarangstweek - Favourite quote. “Because, Mateo, my boyfriend goes to a lot of trouble to make us healthy snacks and provides us with a safe place for us to gather so we can at least have some human interaction in this uncertain age, and I’m not gonna spoil that with cheeseballs.”
4 notes · View notes
911lonestarangstweek · 19 days ago
Text
Controlling The Poison Within
https://archiveofourown.org/works/64240825
A callout to a tractor accident at a farm turns out far more dangerous and potentially deadly for the entire team.
Day 5 of @911lonestarangstweek - Poison
2 notes · View notes
911lonestarangstweek · 20 days ago
Text
Angst Week DĂ­a 5
TĂ­tulo: Estos meses sin ti. CapĂ­tulo 1
Promtp: Poison
Resumen: Habían roto hacía semanas... meses ya incluso, pero para TK no había pasado tanto tiempo y no se podía imaginar que hubieran cambiado tantas cosas, tantas como para enterarse que la Carlos tuviera una alergia que le hiciera llamar al 911. Por supuesto tenía que ser su ambulancia, la de TK la que acudiera a la llamada y la situación no iba a ser fácil ni cómoda. Desde luego no para Carlos que ya lo estaba pasando mal.
Notas: Aunque debía ser algo sobre veneno, he decidido irme un poco más hacia las alergias y regodearme un poco en ese momento tan angst que suposo la ruptura de TK y Carlos. Espero que os guste, espero vuestros comentarios como siempre y nos vemos en el segundo capítulo.
TK podía decir que odiaba trabajar en Paragon y no era porque no fuera lo mismo que la 126, porque el resto del equipo fueran malas personas, que no lo eran, ni porque le miraran mal, que no lo hacía, o porque echara de menos a su familia con su padre al mando… que desde luego, les echaba de menos.
No, era algo personal.
Sus padres le habían enseñado que ser médico, bombero, paramédico, todas esas personas que estaban a pie de calle para ayudar en un primer momento al resto de la gente, no debían trabajar para el sector privado.
Era algo personal, pero de lo personal no se comĂ­a y la 126 ya no existĂ­a. El mundo que conocĂ­a habĂ­a desaparecido y tenĂ­a que seguir adelante. Todo se le habĂ­a venido abajo, incluida su relaciĂłn con Carlos y todo por haber sido estĂşpido, impulsivo y haber tenido miedo al compromiso y a ser feliz.
Por eso, necesitaba trabajar y cuando Tommy le había dicho que había una oportunidad para que todo el equipo de paramédicos trabajara juntos, aunque fuera en el sector privado; pensó que era lo mejor que podía hacer.
La llamada de aquel dĂ­a pareciĂł darle la razĂłn. DebĂ­a estar allĂ­.
“Chicos, necesito que salga una ambulancia, tengo un policía que al parecer ha sufrido un ataque de alergia o algo parecido.” Dijo su jefe, con ese tono que parecía ser de alegría cuando pensaba que un paciente podía suponerle un ingreso importante.
TK se preocupaba cuando escuchaba que le ocurría algo a un policía. Desde que Carlos y él habían roto, no sabía mucho de su ex, ni de su trabajo. Aun así, seguía poniéndole nervioso la idea de que le ocurriera algo por culpa del trabajo.
“Capitana, podemos ocuparnos nosotros.”
“No tiene porque ser Carlos.” Le dijo Nancy.
“Lo sé, pero, alguien tiene que atender esa llamada ¿no?”
Nancy chasqueĂł la lengua.
“De verdad que sigo sin entender porque habéis rotó. Estás pensando en Carlos todo el día y no quiero meterme donde no me llaman, pero no sois muy diferentes el uno del otro, tampoco cuando se trata de ser igual de testarudos.”
TK sonrió con tristeza. No podía negar que su amiga tuviera razón. Pero había sido él quien la había cagado a la grande con Carlos. Él había salido corriendo, él había dejado plantado al amor de su vida cuando Carlos había hecho el gran gesto de comprar una casa para compartir su vida con él.
SentĂ­a y sabĂ­a que lo habĂ­a hecho mal, pero no sabĂ­a cĂłmo arreglarlo.
Sin embargo el trabajo era el trabajo, lo suyo era la ambulancia, salvar vidas y fuera o no Carlos el policĂ­a en problemas, era su deber ayudarle. AsĂ­ que aceptaron salir.
TK asumió que era cosa del destino encontrarse con Carlos y si no fuera porque estaba pálido, con cierto tono verdoso, porque se retorcía de dolor en asiento del pasajero de su coche patrulla, con los manos apretados contra el vientre y porque le costaba respirar; TK se sentiría contento de tener la oportunidad de verle.
“Carlos, ¿Qué ha pasado?”
“TK ¿De verdad tenías que ser tú?” Protestó Carlos, pero dejó que el equipo se ocupara de él.
“No lo he hecho a idea. Nos ha llegado el aviso.”
Carlos cerrĂł los ojos, conocĂ­a los sĂ­ntomas ya, no le gustaba pero comenzaba a acostumbrarse. HabĂ­a aprendido a tener mucho cuidado, asĂ­ que no comprendĂ­a cĂłmo habĂ­a pasado.
“¿Y tenía que ser…?”
“Carlos, necesito que te concentres en mí.” Le dijo Tommy y él lo agradeció para evitar seguir hablando. Asintió y dejó caer la tensión, aunque significara volver a concentrarse en lo mal que se sentía. “¿Tienes idea de lo que ha pasado?”
De nuevo asintiĂł.
“Alergia, creo.”
“¿Alergia?” Saltó TK por el inesperado comentario. “¿Desde cuándo tienes alergia a algo?”
Carlos se lo quedĂł mirando, de haber podido le habrĂ­a fulminado, pero no se sentĂ­a con fuerzas para lograr tanto efecto.
“¿Algo que has comido?”
“Eso creo. Alguien ha traído brownie a la comisaría. Decían que era sin frutos secos.”
“¿Desde cuando un brownie no lleva frutos secos?” Volvió a saltar a TK que se movía nervioso, como un animal en busca de algo que seguía por el olfato, mientras sus compañeras trabajaban. “Si tienes alergia a los frutos secos, deberías haber tenido más cuidado Carlos.”
“TK, por favor. No es el momento.” Le dijo Tommy intentando que se calmara.
Quería salir corriendo, pero también quería abrazar a Carlos y protegerle. Deseaba hacerle sentir bien y decirle que haría cualquier cosa por recuperar lo que tenían. Pero Tommy le obligó a ser un profesional, le dio las órdenes necesarias, le dijo que hacer como si fuera su primer día de paramédico.
Cualquier cosa para concentrarse en su trabajo y en Carlos como paciente.
El silencio de camino al hospital fue molesto. Como siempre, Nancy conducĂ­a, por algĂşn motivo, no quiso dejar que TK lo hiciera y saliĂł corriendo para no quedarse allĂ­, entre los dos. Tommy por su parte, estaba ocupada tomando datos y controlando el estado de Carlos en todo momento.
Eso, sin embargo, dejó a TK sin mucho que hacer, más que estar sentado junto a su ex.
Todavía le costaba pensar que Carlos era algo semejante. No le gustaba nada ese término. Exnovio, expareja, ex en general era algo que le ponía el vello de punta desde que había roto con Alex… Aunque en realidad había sido Alex el que había roto con él, poniéndole los cuernos con otro tío, al que TK ni siquiera había visto la cara.
De todas formas, tenĂ­a esperanzas de que las cosas con Carlos se arreglaran.
Hacía tiempo que no lo tenía tan cerca y al fijarse en él, se dio cuenta rápidamente de que le costaba respirar. Le recordaba a esos días tan húmedos en los que Carlos se iba a correr y volvía exhausto.
Ahora además, se le unía el dolor.
No dijo nada, por miedo a meter más la pata, aunque los ojos de Carlos se encontraron con los suyos cuando notó las fuertes ralladas en el estómago y por un momento, vio que movía la mano, pensó que le buscaba y estaría dispuesto a recostarse en la camilla con él si se lo pedía.
Pero al final, Carlos no le dijo nada, se arrebujĂł lo mejor que pudo en la camilla y se quedĂł ahĂ­, hecho un ovillo hasta que llegaron al hospital.
TK no quería perderle de vista, pero no tuvo más remedio que verlo desaparecer letras las puertas de urgencias y que se lo llevaron los médicos para hacerle las primeras pruebas; para averiguar lo que le ocurría.
Carlos era alérgico a algo. A los frutos secos y eso le hacía sentir, como si hubieran pasado toda una vida separados.
“Una reacción alérgica es normal, Tee” Le dijo Tommy, que había prometido quedarse con él hasta que supieran que Carlos se encontraba bien. “Sabes tan bien como yo, que puede aparecer en cualquier momento.”
“Pero se encontraba tan mal ahí sentado y en la ambulancia.”
“Lo sé, cariño, pero se va a poner bien, está en el hospital con una reacción alérgica, a la que parece que está acostumbrado.”
“Tantas cosas han cambiado…” Murmulló TK.
Sin embargo, habĂ­a algo que no habĂ­a cambiado, algo en lo que TK no habĂ­a pensado, pero tampoco se habĂ­a esperado.
Vio aparecer al médico y sabía que no tenía obligación de contarle nada y si preguntaba cómo se encontraba Carlos podía quedarse con un palmo de narices. Pero el médico de urgencias se acercó a él.
“Sígame por favor, le informaré cómo se encuentra Carlos y podrá estar con él.”
“¿Puedo pasar? Quiero decir… ¿Carlos quiere que esté con él?”
“No nos lo ha dicho, pero eres su contacto de emergencia.”
“Ah, no sabía que… pensaba que me había quitado como su contacto.”
Tampoco tenía por qué sorprenderle en realidad, tampoco él había quitado a Carlos como su propio contacto de emergencia y lo cierto era que le alegraba saber que Carlos tampoco lo había hecho, eso significaba que todavía podían quedar esperanzas para recuperar lo que había entre ellos.
“¿Viene?” Le insistió el médico.
Antes de moverse, TK intentó averiguar si había preocupación en el rostro del médico, si lo que le ocurría a Carlos era más serio de lo que había visto en la ambulancia. Sin embargo, el médico parecía estar tranquilo.
“Sí, por supuesto. ¿Cómo está?”
“Bueno, todavía se siente bastante incómodo. Estamos esperando el análisis toxicológico antes de darle nada más que fluidos y oxígeno, pero dice que en la ambulancia le habéis leído la mente sobre lo que podía pasarle con la alergia.”
“Entonces se pondrá bien.”
“Sí, pero hoy será complicado y necesita alguien a su lado.”
TK caminĂł hasta el cubĂ­culo en el que se encontraba Carlos. No estaba seguro si entrar era una buena idea. Tal vez era mejor quedarse fuera y esperar, darle espacio a su ex y dejar que fuera Ă©l quien le pidiera verle.
Pero si él era capaz de verle a través de las cortinas blancas de urgencias, Carlos también podía verle a él y le estaba mirando fijamente.
“Puedes entrar, hemos roto, no te voy a morder.”
Carlos estaba sentado en la camilla; le habían quitado la chaqueta y la camisa del uniforme. Lo habían dejado doblado sobre la silla. Habían dejado levantada la cabecera de la cama para que pudiera recostarse si quería, pero se había quedado sentado, con la cánula nasal y el IV en el brazo.
Seguía estando pálido. Ahora que no llevaba ropa en la parte superior de su cuerpo, TK se dio cuenta que la urticaria le cubría los brazos y el cuello y eso le estaba poniendo ansioso e incómodo, intentando no rascarse. La enfermera que le atendía estaba terminando de controlar sus constantes y controlando sus síntomas.
“¿Seguro? No sabía que seguía siendo tu contacto de emergencia.”
“Por favor… está bien.” Susurró Carlos, al que le faltaba el aire, incluso con el oxígeno puesto.
La enfermera les dejó solos y TK entró del todo. Se sentó junto a la cama; también él estaba incómodo y no sabía qué hacer o decir o lo que Carlos quería que hiciera realmente.
“¿Qué ha pasado? Quiero decir, ya sé, bueno ahora lo sé, que sufres alergia a los frutos secos. Pero…” TK respiró con fuerza para calmarse. “Lo siento, verte sentado en el coche, pasándolo mal, me ha hecho sentirme fatal. Me cuesta mucho vivir sin ti.”
“Tyler…”
“Lo siento, no debería haberlo dicho.”
“No pasa nada. Lo que quiero decir es que no tienes porqué preocuparte, no es nada, es solo una alergia, se pasará enseguida.”
“¿Y cómo ha pasado? ¿Por un brownie? ¿Estás así por un brownie?”
Carlos se echó a reír, casi había olvidado lo protector que podía llegar a ser TK cuando se trataba de él y se lo imaginaba teniendo un duelo a muerte con un brownie gigante por su honor o para meter al pastelito en la cárcel.
De cualquier manera le hacĂ­a gracia y tenĂ­a ganas de reĂ­r a pesar de encontrarse mal.
“No te rías. Las alergias son cosas muy serias Carlos, lo pueden ser si te pasan cuando estás solo y tienes una reacción secundaria.”
“Tranquilo, Tigre.” Hacía mucho que Carlos no decía eso y a los dos les pareció raro, pero ninguno dijo nada. Carlos simplemente siguió hablando. “Ya ves que estoy en el hospital y aunque no estoy del todo bien, esto está controlado. Fue una tontería en realidad, un compañero trajo brownies por su cumpleaños…”
Carlos no terminó de hablar, su cuerpo pareció querer darle la razón a TK y demostrar lo seria que podía llegar ser una reacción alérgica.
Cerró los ojos al notar el dolor que comenzaba a subir desde su abdomen hasta tomar el control de todo su cuerpo; pero lo peor estaba ahí, en el medio, dentro de él, dándole la sensación de estar a punto de explotar.
“Hey,” TK se levantó y se abalanzó sobre la cama, con más énfasis del que le hubiera gustado demostrar para tratarse de su ex. “¿Te duele? ¿Donde te duele?”
“Tyler… por favor.” Gimió Carlos. “Estoy en el hospital, de verdad. No tienes que preocuparte tanto. Solo llama a la enfermera.”
“Te recuerdo que soy paramédico y puedo seguir siendo tu amigo. Sé que ya no soy tu novio, pero me sigo preocupando por ti. Así que por favor, dime donde te duele, seguro que puedo ayudar.”
Carlos se lo quedĂł mirando un momento, se mordiĂł el labio y respirĂł con toda la fuerza que pudo.
“El estómago, me duele el estómago y…” Gimió de nuevo. “Vale no me encuentro bien.” TK se lo quedó mirando, se conocían demasiado bien, no hacía falta palabras para que Carlos supiera que estaba esperando que le contara lo que iba mal y lo que le hacía poner esa cara de miedo. “Tengo náuseas.”
“Odias tener náuseas.”
Carlos sonrió. “Calambres intestinales también. Pero lo que más me preocupa es que creo que siento que se acerca una migraña una de las feas.”
“Oh no.” Dijo TK sin importarle sonar preocupado y Carlos asintió igualmente preocupado. “Sabes que conozco tus migrañas y sé lo feas que se pueden poner, sobre todo si no dejas que alguien se preocupe y te cuide.”
“TK… de verdad. No estamos juntos, no hace falta que hagas nada de esto. Dicen que esté alguien conmigo por si tengo algún efecto adverso a la medicación o si la alergia se vuelve peor, pero mi madre vendrá pronto.”
“Si quieres, puedo esperar fuera, solo dilo.”
Se miraron en silencio y Carlos odiaba que su ex le conociera tanto, porque no podía mentirle, tampoco cuando se trataba de esconderle que estaba nervioso y angustiado por muchas más cosas que una maldita alergia, una migraña y un dolor de estómago.
TK lo sabía, lo veía escrito en sus ojos y como apartaba la mirada de él, en cómo apretaba las manos y en cómo respiraba con más dificultad de lo que ya le costaba.
Sin embargo, la alergia decidió ponérselo más complicado, al cerrarle la garganta y poner su piel casi azul.
“Carlos. ¡Carlos! Me estás asustando.”
5 notes · View notes
911lonestarangstweek · 21 days ago
Text
My Heart Skips A Beat
https://archiveofourown.org/works/64187938
It isn't just a dose of Narcan and everything's better. That would be too easy.
Day 4 of @911lonestarangstweek - Drugged
CW: drug overdose (canonical)
4 notes · View notes
911lonestarangstweek · 22 days ago
Text
Angst Week DĂ­a 4
TĂ­tulo: Risas oscuras en mi cabeza. CapĂ­tulo 01
Prompt: Drugged
Notas: Prometo que no esperaba que fuera tan angst, pero los que me habéis leído antes sabéis que tipo de historias puedo llegar a hacer y bueno, cuando dejo volar mi imaginación, puedo llegar muy lejos y eso es lo que me ha pasado. Una cosa ha llevado a otra y...
**Aviso** Esta historia es bastante dura, muy dura en realidad, así que si sois sensibles al abuso y al sexo no consentido, al abuso de drogas y demás, por favor no sigáis leyendo, no os va a gustar. Os prometo que Jonah estará bien, a nivel físico por lo menos, aunque pasará un poco por el psicólogo, claro. TK ya es otra cosa. Pero si lo vuestro es el Hurt Carlos, y sobre todo el Hurt TK, aquí me tenéis.
Resumen: Eran unas vacaciones, unos días en familia ahora que Jonah estaba con ellos. Carlos lo había preparado todo, la caravana, una cabaña, el sitio perfecto y la ruta que siempre había deseado hacer cuando tuviera una familia... y eso que Carlos nunca se había imaginado teniendo hijos. Pero les estaban esperando, decían que trabajaban para Enzo, decían que el jefe estaba muy cabreado con ellos porque se habían quedado con la custodia de Jonah y se lo iban a devolver a toda costa. No les importaba el daño que les hicieran... les gustaba la idea incluso.
“¿Qué me dices?”
TK miró las fotos que le estaba mostrando Carlos. Cuando su marido le había dicho que tenía un sorpresa preparada para ellos, no se imaginaba un fin de semana en caravana fuera de la ciudad y pasar un par de noches en una cabaña, ellos con Jonah.
“¿Lo dices en serio?”
“Sé que no es un viaje a Hawaii ni nada parecido.” Respondió Carlos. “Lo siento, llevamos mucho tiempo de hacer un viaje en familia, uno de verdad, uno largo y de los caros.”
“Oye, nunca te pediría algo así.” TK dejó a un lado las fotos, al mismo tiempo que su rostro se iluminaba. “No soy estúpido. Me encantaría hacer las maletas y poder ir con vosotros dos al hotel más caro de Hawaii, pero ahora mismo no veo mejor idea que subirnos en esa caravana durante un fin de semana entero.”
Carlos estaba seguro que era una gran idea tomarse el fin de semana libre. Jonah llevaba ya un tiempo con ellos. Se habĂ­a adaptado muy bien a su nueva vida y sin duda les habĂ­a hecho muy felices, formando una familia con ellos.
Sin embargo, habĂ­a pasado por mucho casi desde que habĂ­a nacido y se merecĂ­a al menos dos dĂ­as fuera de la normalidad, en el campo, en la carretera con ellos.
Además, el pequeño fue quien más emocionado se mostró con la idea de estar fuera esos días.
Todo parecía perfecto y Carlos había preparado el viaje hasta el último detalle, porque era una de las cosas que mejor se le daban, organizar, decidir horarios, hacer rutas, localizar los mejores restaurantes locales donde comer y abastecer la caravana con comida sana y chucherías apropiadas para Jonah… y para TK también. Porque por mucho que él quería llevar comida sana, fruta y verdura para esos días, TK necesitaba patatas fritas, palomitas y hasta una nevera con helado.
“Son vacaciones.” Había dicho su marido con tono infantil. “No hay vacaciones sin refrescos con azúcar, helado y todo tipo de chucherías.”
Carlos vio como los ojos de TK se encendían más que los de Jonah imaginando cómo iban a pasar esos días. No tuvo más remedio que aceptar que se había casado con un niño grande encantador que estaba emocionado con su excursión.
Era su primera salida juntos, la primera vez en una caravana, tanto para TK como para Jonah y la primera en que Carlos se dio cuenta lo mucho que los dos hermanos se parecían tanto, a pesar de todos los años que les separaban.
Sus gestos eran los mismos, se reían de las mismas cosas y eso le hizo recordar a Carlos que se había enamorado de un niño grande capaz de preocuparse por todo y por todos los que quería.
La primera noche Jonah les suplicĂł dormir bajo las estrellas.
“No hemos traído sacos de dormir ni tiendas de campaña peque. No estaba preparado.” Dijo Carlos.
“Por en casa de papá y mamá no se veían las estrellas.”
“En eso Jojo tiene razón.”
Carlos suspirĂł mientras los miraba a los dos y se dio cuenta que no podĂ­a luchar contra dos fuerzas iguales que se unĂ­an.
“Bueno supongo que tendremos que retroceder un poco. He visto una tienda de camino que vendía cosas para acampadas.”
La felicidad de Jonah fue máxima, también la de TK y Carlos se sintió satisfecho y orgulloso de hacer sentir bien a su familia. Por ello, no le importó dar la vuelta y cambiar sus planes, a pesar de que una parte de dentro de él, una vocecilla que más tenía de deformación profesional que otra cosa, le decía que sería mejor seguir el viaje tal y como lo había planeado.
Aquella noche, apenas hubo forma de conseguir hacer dormir a Jonah.
Era un niño de ciudad y como había dicho apenas había visto nunca un cielo estrellado, no había pasado ninguna noche escuchando los grillos u otros animales del campo y no sabía lo que era una noche de acampada.
Sin embargo, al final se quedĂł dormido entre los dos, pasada la medianoche.
Carlos tuvo un mal sueño aquella noche o tal vez fue un presentimiento, no podía estar seguro, pero prefirió no pensar en la oscuridad que le persiguió buena parte de aquella noche y disfrutar del resto del viaje con TK y Jonah.
Se estaba preocupando por nada, demasiado seguramente porque era lo que siempre hacía; solo que era elevado a la máxima potencia con que Jonah estaba con ellos. Decidió pensar así, se estaba preocupando sin motivo y necesitaba disfrutar de sus días libres con su marido y su hijo.
No tenía por qué pasar nada.
No iba a pasar nada… pero pasó.
*
“911 ¿Cuál es su emergencia?” Dijo Wyatt mientras acomodaba la taza de café en su mesa entre sus cosas.
Grace le había enseñado todo lo que sabía sobre el trabajo y la gente decía que era una pequeña copia de ella. Se sentía orgulloso de ello.
No escuchĂł nada al otro lado de la lĂ­nea.
“911 ¿Cuál es su emergencia?” Dijo de nuevo y una vez más lo que escuchó al otro fue silencio y ruidos que no pudo entender si era una voz, estática o tal vez sonidos de la naturaleza o de una ciudad. “¿Hola? ¿Puede alguien oírme?”
Carlos escuchĂł la voz del chico un momento, luego dejĂł de escucharlo, la escuchĂł de forma entrecortada por un segundo para luego notar que se cortaba.
“¡Joder!” Gritó con lágrimas corriendo por sus mejillas y la desesperación rasgando su garganta como si de mil cuchillos se tratara.
Poco después de despertar, en cuanto había recuperado plenamente la consciencia, había buscado el móvil con desesperación. Temía que se lo hubieran llevado, del mismo modo que se habían llevado a TK y a Jonah.
No podía decir que hubiera ocurrido todo muy rápido o que no se hubiera dado cuenta.
Esa gente lo había planeado. Les habían seguido y estaba convencido que no importaba lo que hubieran hecho, dormir bajo las estrellas, ir directamente a la cabaña, incluso quedarse en casa, seguramente, allí les habrían encontrado también.
Les rodearon con tres coches en cuanto recogieron las cosas por la mañana. Cuando el primer vehículo apareció, Carlos pensó que eran adolescentes haciendo el estúpido. Pero el segundo detrás y el tercero que les cerró el paso solo podían significar que era una encerrona.
No, nada pasó rápidamente, tampoco el miedo.
Los primeros bandazos que les obligaron dar con la caravana, casi hicieron que Carlos perdiera el control del vehículo, era más grande que los coches que estaba acostumbrado a conducir normalmente. Sin embargo los gritos de Jonah le hicieron mantener la mente fría.
“¿Qué quiere esa gente?” Preguntó TK aterrorizado.
“Ni lo sé, ni me importa, solo quiero dejarlos atrás.”
Pero, eso fue imposible, a esa gente poco le importaba el estado en el que quedara la caravana o incluso el daño que les causaran a ellos o a Jonah. El caso era sacarlos de la carretera, hacer que se tuvieran de un modo u otro. Aunque para eso uno de sus vehículos tuviera que dar una vuelta de campana o que la caravana tuviera que salirse en la siguiente curva y quedar tendida en el terraplén.
Los recuerdos iban y venían y eso que había ocurrido hacía poco… o eso creía Carlos, porque acababa de despertar de lo que fuera que le hubieran dado y podían haber pasado horas.
“No… horas no…”
Porque si habĂ­an pasado horas entonces solo dios sabĂ­a donde estaban ahora esos desgraciados con TK y Jonah, donde se los habĂ­an llevado y lo que estaban haciendo con ellos.
Le temblaban las manos; se le había caído el teléfono y hasta ese momento no se dio cuenta de la incómoda posición en la que se encontraba. Habían aplastado su puerta de la caravana al hacer chocar uno de los coches y habían roto su cristal en mil pedazos.
Al mirarlo recordó los brazos que habían entrado por ahí y por los otros cristales rotos, por las puertas traseras. No tenía claro que era lo que más le dolía ahora mismo. El dolor físico era terrible y no sabía por donde comenzar a hacer el recuento de todo lo que estaba mal.
Se habĂ­a roto la pierna o se la habĂ­an roto; en cualquier caso la tenĂ­a hecha trizas. las vueltas de la caravana le habĂ­an dejado magullado por todas partes.
VolviĂł a concentrarse en llamar a emergencias. Los recuerdos volverĂ­an solos y las heridas, los golpes y todo lo malo que sentĂ­a en su interior, iba a seguir estando en el mismo sitio. Lo primero y lo Ăşnico que le preocupaba era recuperar a su familia y ponerlos a salvo.
“Papá, tienes… tienes que ayudarme.” Susurró pensando en Gabriel, rogándole por su familia, como si del mismo dios se tratara. “Se los han llevado, se han llevado a TK y Jonah y yo… tienes que ayudarme a controlar mi cuerpo.”
Lo sentĂ­a, le habĂ­an dado algo, algo fuerte, algo extremo, estaba drogado y apenas era capaz de pensar con claridad, sin sentir una niebla que lo envolvĂ­a todo. DebĂ­a estar en su mente, estaba seguro, pero podĂ­a notar ese humo insoportable entrando por su garganta.
No podía respirar, no podía hacer nada más que rezar y rogarle a su padre para que le ayudara.
Wyatt recibió de nuevo la llamada, provenía del mismo número de teléfono, así que, preocupado porque fuera algo importante o que alguien estuviera realmente en apuros, contestó, preparado para no perder la conexión esta vez.
“911 ¿Cuál es su emergencia?”
“Wyatt.”
“Carlos, ¿Eres tú? ¿Qué ocurre? ¿Va todo bien?”
“Sí, necesito tu ayuda.”
No hacĂ­a falta ser un gran experto ni llevar media vida sentado en ese escritorio para reconocer cuando alguien estaba en apuros en cuanto Wyatt escuchĂł la voz ahogada del buen amigo de su padre.
“Claro, ¿Te encuentras bien?”
“No… no sé qué ha… se los han llevado.”
“¿A quién se han llevado? Carlos…”
“TK y Jonah… no ha sido un accidente…”
“Carlos, espera, ¿accidente? ¿TK? ¿Qué ha pasado?”
“No… se… sabían donde estábamos… vinieron… los querían… duele.”
“Carlos dime…”
Antes de que Wyatt pudiera terminar de hablar, dejĂł de escuchar nada al otro lado, la llamada se habĂ­a cortado, la cobertura habĂ­a desaparecido y solo podĂ­a pensar que gente muy importante para Ă©l y sobre todo para su padre estaba en problemas.
Intentó llamar de nuevo, pero el teléfono de Carlos no dio señal, por ello, sin pensárselo dos veces, dio la voz de alarma a la persona que mejor se le ocurrió.
“Papá, tengo… tenía a Carlos en la otra línea, ha pasado algo malo, sé que les ha ocurrido algo a Carlos y TK, pero la llamada se ha cortado y no sé donde están.”
“¿Has conseguido alguna información sobre su localización?”
“No, lo siento, papá. Ha pasado muy rápido y Carlos sonaba tan asustado que yo solo intentaba calmarlo. Sonaba… desesperado y lleno de dolor. Ha pasado algo terrible.”
Judd respiró con fuerza al otro lado del teléfono. Sabía de las pequeñas vacaciones de sus amigos. No se podía imaginar que podía haber ocurrido para que las cosas hubieran terminado mal.
“Intenta volver a contactar con él y habla con la policía o con los equipos de emergencia. Yo intentaré contactar con TK por si se han separado.” Dijo Judd, haciendo un gran esfuerzo para no mostrar los nervios que ya sentía por dentro.
Carlos no era de los que se dejaba llevar por sus propios nervios y el miedo. Si como decĂ­a Wyatt estaba asustado, las cosas eran realmente serias.
Justo como temĂ­a, la llamada fue directa al buzĂłn de voz de TK.
Lo último que quería era llamar a Owen después de no haber hablado con él en dos semanas y decirle que probablemente TK y Jonah estaban desaparecidos, Carlos herido y todos perdidos… en alguna parte.
“Owen, ¿Puedes hablar?” Dijo Judd en cuanto Owen contestó.
“Estoy preparando un papeleo, pero tengo el manos libres puesto. Cuéntame.”
“¿Te ha llamado TK estos dos últimos días?”
“No desde el fin de semana. Me dijo que Jonah se había quedado fatal después de la video llamada con Enzo, imagínate, Enzo no hace más que volver con la idea de recuperarlo aunque lo tiene todo perdido y le mete ideas en la cabeza de lo que puede ofrecerle y que TK y Carlos no pueden darle. Estuvimos hablando con él hasta que el pobre crío se calmó. Pero desde entonces, estaban los tres muy ocupados con sus pequeñas vacaciones. ¿Por qué? ¿Ha pasado algo?”
Judd gruñó, odiaba tener que decirle aquello, pero no le quedaba más remedio.
“No estoy seguro, Owen, pero por lo visto Wyatt acaba de recibir una llamada de Carlos al 911. Ha sido algo rápido, pero ha dejado a Wyatt preocupado. Parecía asustado y lo estaba pasando mal y después de unos segundos la llamada se ha cortado por falta de cobertura.”
Judd escuchĂł el silencio, solo cortado por la respiraciĂłn de su amigo y se imaginaba la desesperaciĂłn que podĂ­a estar sintiendo Owen en ese momento.
Ahora que cada uno estaba en una punta del país, hablaban mucho menos que antes, pero cuando tenía un hueco para hacerlo, habían hablado de Enzo y de las amistades que había hecho en la cárcel, así como de las conversaciones que tenía con TK o de la poca gracia que le había hecho que Carlos y TK se quedaran con custodia total de Jonah.
“Carlos habló con los rangers de Enzo y TK con el DCFS del tema, sobre todo ahora que Jonah era el centro de la cuestión pero no creo que… no pensé que Enzo fuera capaz de hacerles daño. ¿Les ha hecho algo?”
“¿Owen, de qué estamos hablando?”
*
Estar tirado en medio de los restos de un vehículo, lleno de dolor y arrastrado por la niebla de las drogas no formaba parte del carácter de Carlos, ni siquiera cuando apenas podía permanecer con los ojos abiertos y no perder el conocimiento.
A pesar de lo mucho que le temblaban las manos y que notaba los dedos agarrotados como si se le fueran a romper si los movĂ­a, volviĂł a coger el mĂłvil. Solo necesitaba unos segundos de cobertura.
Necesitaba llamar, pero no lo hizo al 911, sino a la Ăşnica persona que estaba seguro podĂ­a ayudarle y que harĂ­a cualquier cosa por ellos y por Jonah.
“Owen…”
“Madre mía, Carlos, hijo ¿Estás bien? ¿Dónde estáis?”
“No… estoy seguro… Duele… me drogaron… No sé con qué… Duele y me cuesta respirar… pensar… Pero no están, Owen… les ha hecho daño y se los han llevado.”
“¿Quién se ha llevado a TK y Jonah?”
Cuanto más intentaba pensar en lo que había sucedido y como había pasado, más le dolía la cabeza y más ganas de vomitar sentía. Todo el cuerpo le ardía y estaba completamente seguro de que tenía la pierna rota porque cualquier movimiento era imposible.
“Owen… Necesito ayuda.”
“Por supuesto, Judd me acaba de llamar, Wyatt te está buscando. Todos os están buscando, pero necesitamos saber donde estáis.”
Carlos gimiĂł, querĂ­a vomitar, pero logrĂł no hacerlo, por el Ăşnico motivo de no echarse el mĂłvil encima y no sentirse todavĂ­a peor.
“Fuera de la 71... en la reserva... Oigo agua... tal vez el río.”
“Vale, avisaré a Judd. Intenta mantenerte al teléfono, habla conmigo, la ayuda está en camino y llegará en seguida.”
Carlos ya sabĂ­a que no habĂ­a mucha cobertura, sabĂ­a que la llamada se podĂ­a cortar en cualquier momento y si tenĂ­a mala suerte, podrĂ­a quedarse abandonado y solo, bajo el terror de morir o peor aĂşn, el miedo a que su familia pudiera morir o no volver a saber de ellos.
No lo digo en voz alta, pero rezĂł de nuevo a su padre para que todo saliera bien.
“Dime cómo estás tú, Carlos.”
“No importa… Encontradles… Ellos primero.”
Owen iba a decir algo más, pero la línea se cortó. No hacía falta que lo dijera, pero tenía que hacerlo, tenía que rogarle a Judd para que diera con su familia. Tenía que encontrar a Carlos porque sonaba a punto de darse por vencido y Carlos no era uno de los que hacía eso y tenía que encontrar alguna pista sobre TK y Jonah porque tenía el presentimiento, el terrible presentimiento de que les estaba ocurriendo algo horrible y él estaba demasiado lejos en ese preciso instante para hacer algo de utilidad.
Poco importaba el precio del billete a Austin, ni siquiera mirĂł la hora a la que salĂ­a el vuelo o el tiempo que tenĂ­a para llegar al aeropuerto.
Todo daba igual, porque su hijo estaba en peligro. Su nieto, porque Jonah era su nieto, ya que no habĂ­a podido llegar a ser su hijo, estaba en peligro y Carlos estaba en un terrible peligro.
Los tres le necesitaban, como tantas otras veces, le necesitaban y Ă©l estaba demasiado lejos para hacer nada por ellos; asĂ­ que todo lo que no fuera estar allĂ­ para ayudarles, daba igual.
Todo el equipo se puso a trabajar a destajo para ayudar a sus hermanos y amigos, tanto como Wyatt, que casi era quien se sentía más culpable por no ser capaz de recuperar el contacto con Carlos.
…Hasta que finalmente consiguió hacerlo.
“¿Wyatt?” Dijo Carlos con un doloroso gemido.
“Hey, Carlos. ¿Puedes decirme cómo te encuentras? Mi padre necesita saberlo.”
Carlos tosiĂł y farfullĂł para intentar mantener el control de su propio cuerpo y mente.
“No muy bien, la verdad. El capitán Strand ya lo sabe, pero estoy casi seguro que tengo la pierna rota… muy rota. Picor, urticaria,... me cuesta respirar.... me siento fatal. Tengo miedo de desmayarme y no despertar.”
“No pasará, Carlos. Estoy aquí hasta que llegue la ayuda, lo prometo. ¿Puedes recordar lo que ha pasado?” Preguntó Wyatt para asegurarse de que Carlos siguiera hablando.
“Nos sacaron de la carretera… Dos vehículos… tres… no sé. Me drogaron… Nos drogaron.”
“Perdona que pregunte, pero es importante. ¿drogaron también a Jonah?”
El sollozo de Carlos, rompiĂł el corazĂłn de Wyatt en pedazos en cuestiĂłn de dos segundos, pero habĂ­a aprendido a ser un profesional y ya no solo eso, le debĂ­a mucho a Carlos por todas las veces que le habĂ­a ayudado, asĂ­ que ahora tenĂ­a que dar lo mejor de sĂ­ mismo para ayudarle.
“Eran muchos. Se los llevaron. Nos drogaron a todos. Jonah lloraba y gritaba buscándonos a TK y a mi. Había una furgoneta amarilla y una minivan… Espera… recuerdo una matrícula de Texas ZR… 4, creo… R85 S.”
“Lo importante es que ahora lo sabemos y Judd y todos los equipos de rescates estarán preparados para ayudarle en cuanto les encontremos.”
“Wyatt.” Volvió a llamarle Carlos, al mismo tiempo que unos gemidos de náuseas se le escaparon. “Creo que soy alérgico a lo que me han dado… Necesito ayuda… No puedo más.”
“Carlos, no, no dejes de hablar, ya no falta nada.”
Lo escuchó, creyó que estaba soñando o que era justo lo que quería escuchar, pero Carlos estaba seguro que estaba escuchando la sirena de un coche de emergencias acercándose.
Luego escuchĂł voces.
Los reconociĂł sin problemas y aunque no podĂ­a hacerlo porque gritar no era algo que su cuerpo se sentĂ­a capaz de hacer por culpa del dolor y el frĂ­o que sentĂ­a por todas fuerzas; gritĂł con todas sus fuerzas.
“¡Nancy! ¡Paul!”
4 notes · View notes
911lonestarangstweek · 22 days ago
Text
Bound to Drown
Fandom: 911 Lone Star Relationship: Nancy&Judd Rating: Teen WC: 1.1k
For @911lonestarangstweek day 3 prompt: loss.
Summary: A call hits too close to home for Nancy bringing up her grief and trauma, but luckily she has a friend who understands all too well what she’s been through.
Nancy and Tommy climb out of the ambulance and grab their gear before hurrying over to where Judd is directing his crew. He gives the last of them their tasks before turning to the paramedics. “Nothing for you yet, but standby. We think there’s someone stuck inside.” “Will do, Captain Ryder.” Tommy gives him a quick grin, before she and Nancy move further back so they’re out of the firefighters’ ways. They watch as their colleagues fight the fire, which is slowly engulfing more of the house, but thankfully it’s far enough away from its neighbours that the risk of it spreading is low. It’s a little while of waiting and watching but then a shout goes up, and Mateo and Paul appear from the flames carrying a seemingly unconscious figure, so Nancy leaps into action and hurries to meet them, knowing without needing to check that Tommy’s right behind her.
Read on AO3
7 notes · View notes
911lonestarangstweek · 22 days ago
Text
Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media Tumblr media
911: Lone Star Angst Week | Season 3 In the Unlikely Event of an Emergency
129 notes · View notes
911lonestarangstweek · 23 days ago
Text
The World Keeps Spinning
The loss of Gwyneth hits TK harder than he wants to admit.
Day three of @911lonestarangstweek - In the Unlikely Event of an Emergency | Loss
2 notes · View notes
911lonestarangstweek · 23 days ago
Text
Angst Week DĂ­a 3
TĂ­tulo: Roto por dentro
Prompt: “How bad is it?”
Resumen: Gwyn había muerto y el avión podía estrellarse, TK no se sentía bien, quería hacer algo y no sabía que. Una parte de él tenía ganas de abrir la puerta del maldito avión y saltar, otra se arrepentía de no haber cogido esas drogas y otra la más fuerte pero que ahora se notaba lejana, quería sentirse en los brazos de Carlos. Pero todo ello le hacía sentir culpable y ni siquiera sabía por qué, no controlaba su propio cuerpo y el avión parecía la repuesta perfecta, en forma de turbulencias que le hicieron golpearse en la cabeza, lo que vino de después... fue complicado de poner en orden.
TK pensó que había llegado su momento. Parecía tan fácil y nadie en el interior de aquel avión podría hacer nada por evitarlo, si tenían que morir, el avión se vendría abajo, se estrellaría y todo acabaría en cuestión de minutos.
El motor saltó por los aires, literalmente y el avión comenzó a vibrar y zarandearse como si fuera a hacerse caer en cuestión de segundos. Las personas que estaban en pie, un par de azafatas, un hombre que salía del baño, un padre que discutía con su hijo, dos mujeres y TK que estaba nervioso para parar quieto; tuvieron que agarrarse donde pudieron para no ser lanzados al techo o contra otros asientos cuando comenzaron las turbulencias.
La mayoría tuvieron suerte, la asistente de vuelo logró sentarse, también los otros pasajeros, aunque el hombre que estaba discutiendo con su hijo terminó clavándose el reposabrazos en las costillas y seguramente se hizo daño.
TK sin embargo, tenía demasiadas cosas en la cabeza; se sentía culpable por no haber llamado a su madre cuando le había dicho que lo haría, por no haber viajado a New York cuando había tenido un par de días libres o por no haberla invitado a pasar el último acción de gracias con ellos. Todo había sido un continuo “ya lo haré”, un “tengo tiempo”. El corazón se había detenido hacía ya dos días cuando había recibido la llamada de Enzo y de pronto; durante el continuo golpeteo del avión, una parte de él deseó que fuera el final.
No quería que nadie más tuviera que pagar por su desesperación. No quería arrastrar a nadie, así el golpe y el dolor que le produjo el avió al zarandearlo en medio del pasillo le hizo sentir que lo merecía.
Decir que agradeciĂł el golpe en la cabeza, habrĂ­a sonado mal, pero por un momento pensĂł que era cosa del destino, por haber estado a punto de hacerse con esas drogas. Todo fallo conllevaba una consecuencia y esa era la suya.
Cayó contra el asiento que tenía delante, se golpéo con fuerza en la sién y sintió que rebotaba. Quisó agarrarse a algo pero la explosión del motor hizo que avión se moviera con violencia y furia, la misma que sentía él hacia su vida en ese momento, hacía el universo por arrebatarle a su madre.
El dolor físico estaba bien, porque le evitaba sentir cualquier otro tipo de dolor. Los golpes de un lado y de otro, rápidos, contundentes y fuertes, le hacían sentirse libre; cada uno le libraba de uno de sus propio pecados. Un golpe le quitaba la culpa de querer drogarse, otro, la culpa de no poder volver a decirle a su madre que le quería y el tercero, el que le dejó viendo puntos blandos durante unos segundos le hizo imaginarse a Carlos
Fue solo su imagen, un segundo; pero el tiempo suficiente para imaginar que era Carlos el que sufrĂ­a porque le ocurrĂ­a algo a Ă©l.
“TK, hijo. ¡Tyler!” La voz de su padre le hizo volver a la realidad, tirando de él, como si lo sacara del abismo más profundo.
Estaba en el suelo, tenido, tirado, no estaba seguro, la cabeza le daba vueltas todavĂ­a y escuchaba un fuerte pitido que no sabĂ­a de donde venĂ­a pero que le daba ganas de arrancarse la cabeza.
El aviĂłn se movĂ­a de nuevo con normalidad, pero habĂ­a un revuelo que Owen en seguida le explicĂł que provenĂ­a de la mujer herida.
“Deberías sentarte y descansar.” Le dijo su padre, como si pensara que eso le iba a detener de ayudar.
Era paramédico, era su trabajo y por lo visto no había muchas más personas en el avión que pudieran hacer nada. Le dolía la cabeza, era cierto, pero por lo visto no había otros médicos en el avión, nadie que pudiera frenar la hemorragia que podía costarle la vida a esa mujer.
Si Ă©l y su padre no hacĂ­an algo, morirĂ­a.
“¿Estás bien para hacer esto, hijo?” Le preguntó su padre.
TK asintió, era mejor que mentir y desde luego quería ahorrarse tener a su padre encima hasta que avión aterrizara para decirle que tenía ganas de vomitar o que tal vez el golpe en la cabeza había sido más fuerte de lo que le gustaría reconocer.
AsĂ­ que no dijo nada.
Su prioridad era no pensar en todo el equipaje que había subido en su cabeza al avión y eso lo estaba haciendo, después estaba la mujer y hablando con Tommy, que le estaba ayudando a salvarle la vida, le estaba manteniendo concentrado. Carlos y lo que le esperaba cuando el avión pusiera tierra, le daba sentido a mantenerse alerta todo el tiempo.
Para cuando aquella mujer, de la que TK no lograba recordabar el nombre, aunque estaba seguro que se lo había dicho varias veces, estuvo a salvo, mantener los ojos abiertos era complicado, tenía una banda de música entera en el interior de la cabeza y las náuseas eran horribles.
Pero el capitán les había dicho a su padre y él que se pusieran cómodos en el suelo, porque iban a llevar a cabo un aterrizaje de emergencia. Así que solo le quedaba esperar un poco más y estaría de camino a casa.
De pronto, todo acabó, la tensión desapareció más rápido de lo que había llegado, su padre le ayudó a ponerse en pie y TK tuvo que escuchar a su cuerpo.
“Estás mareado.” Escuchó decir a su voz interior.
Caminó de la forma más mecánica posible, dejando que sus piernas fueran solas, un paso después de otro por la pista de aterrizaje. Vio que varias personas pasaba a su lado, algunas lloraba, todavía asustadas, otras llamaban con gestos a sus seres queridos.
“Si no paras en los próximos… se sincero contigo mismo Tyler… si no dejas de formar la máquina, te vas a venir abajo y sabes lo que pasará entonces.”
Por algĂşn motivo, la voz que escuchaba ahora se habĂ­a convertido en la de su madre y eso le traĂ­a recuerdos del coma. ÂżEstaba en coma y no se habĂ­a dado cuenta? Pero la escena era demasiado real, el aire le daba en la cara, el sitio olĂ­a a combustible y era complicado no creer que realmente se encontraba en un aeropuerto.
Y de proto estaba en los brazos de Carlos que le llenaba de besos y estabal luchando por no llorar por culpa del miedo y los nervios que debĂ­a haber pasado durante todas aquellas Ăşltimas largas horas.
“Hey, estoy bien, babe.”
“¿De verdad vas a mentirle a Carlos?”
TK se preguntĂł si era normal escuchar una voz el interior de su cabeza.
“No quiero mentirle pero está asustado, no quiero decirle que me encuentro ma y que es posible que necesite ir al hospital.
Para luego preguntarse si tenĂ­a algo de normal responderle a la voz en su cabeza.
“¿Y esta sangre?” Le preguntó Carlos al darse cuenta que tenía la camisa cubierta de sangre.
Hubiera sido muy fácil sonreír, tomarle las mejillas y decirle que la sangre no era suya, si no que había sido el héroe del vuelo gracias a la ayuda de Tommy al otro del teléfono. Pero cuando abrió la boca para contestar, se dio cuenta que no recordaba bien lo ocurrido.
“Te duele la cabeza Tyler, estás confuso y si Carlos fuera un paramédico como tú, se daría cuenta que tienes las pupilas dliatadas, que te estás respirando muy rápido y tal vez ya estaría preparado para lo que está a punto de pasar.”
“¿Qué está a punto de pasar?” Se dijo a si mismo… o a la voz de Gwyn que intentaba cuidar de él.
“Vas a tener una hemorragia nasal, pero no se muy bien que es lo que más va a aterrorizar a Carlos, si verte sangrar de repente o…”
“¿O?” Preguntó TK desesperado.
Sin embargo la respuesta llegĂł a Carlos antes que a Ă©l, cuando TK se le desmayĂł en los brazos.
*
Carlos apoyó la mano en la rodilla de Owen y esperó a que el capitán se volviera y el mirara.
“No fue culpa tuya.”
“Debería haberme dado cuenta?”
“¿Como podrías? Estábais en un avión a punto de estrellarse, intentando salvar la vida de una mujer y claro, TK estaba sufriendo un ataque de pánico, intentando asimilar la muerte de su madre. Es normal.”
El médico les había dicho que TK sufría una conmoción por el golpe sufrido en la cabeza, algo a lo que estaban acostumbrados; no era la primera vez.
“Desde luego el estrés posterior no ha ayudado nada. Ahora TK necesita mucho descanso y tomarse las cosas con calma.”
“Se pondrá bien, ¿Verdad Doctor?” Preguntó Carlos al médico, con cierta inseguridad por lo que fuera a decirle.
“Con tiempo, sí. Desde luego la hemorragia con la que ha llegado, no es buena señal, por eso hay que cuidarle.”
No estaba seguro de gustarle como sonaba eso, pero lo primero era esperar a que TK despertara y no lo hizo hasta varias horas más tarde cuando ya se estaba haciendo de noche, con una migraña que apenas le permitió abrir los ojos.
“Mamá…"
5 notes · View notes
911lonestarangstweek · 23 days ago
Text
Tarlos Angst Week DĂ­a 2
Título: Ante el peligro de terremotos, no salgáis de casa
Resumen: La alarma habĂ­a saltado hacĂ­a ya un par de dĂ­as, pero por el momento la tierra se habĂ­a mantenido tranquila. Aquel dĂ­a, con Carlos destinado en el centro del 911, el suelo no dio tregua y entonces y el desastre se echĂł encima de TK y Jonah en un dĂ­a tranquilo en el parque.
Notas: Buenos dĂ­as a todos.
Hoy sigo con la Tarlos Angst Week. Vamos con el dĂ­a 2:
Day 2 - 25th March Displaced | “Whatever happens, it’s on me.” | (Un)natural disaster
Tiene un poco de los tres y desde luego no ocurre en la temporada 2, como dije ayer, me he dejado llevar por la inspiración... pero no por la mía, sino por la de mi buen amiga María, así que, digamos que se lo regalo, porque se lo merece porque siempre está ahí.
Eran tiempos movidos, en su sentido más literal. El peligro de seísmo en toda la zona de Austin llevaba dando vueltas por las noticias, redes sociales y por boca de todos desde hacía tiempo, pero durante los últimos días, las cosas se estaban poniendo más serias.
TK lo sabía porque todo el equipo le mantenía informado y una parte de él odiaba estar en casa y no ser ya un bombero o paramédico; una parte de él echaba de menos estar ahí y fuera, preparado para ayudar cuando hiciera falta. No podía negar que le gustaba la adrenalina en el cuerpo esperando la llamada de emergencia y saber que estaba ayudando y salvando gente cuando la ciudad les necesitaba.
Pero al mismo tiempo, una parte que cada vez iba creciendo más dentro de él y que se apoderaba de esa morriña, era la que más le hacía feliz, la que de quedarse en casa y sabe que estaba protegiendo a la personita que más le necesitaba.
Jonah era, junto a Carlos, su prioridad. Pero mientras Carlos era un hombre hecho y derecho, todo un ranger, que pronto lograría ese ascenso que tanto se merecía y tomaría el mando de algún equipo propio, Jonah estaba a punto de cumplir los cuatro años y se había convertido en su hijo y les necesitaba.
Por eso, en cuanto la alarma de terremoto llegĂł, dejĂł a un lado la idea de buscar un trabajo, no era algo tan urgente como quitarle las pesadillas a su hermanito, que ya despertaba gritando pensando que se les iba a caer la casa encima.
Además, estaba su propia preocupación por Carlos.
El terremoto podía no llegar nunca, Austin era propensa a las alarmas por seísmos y propensa también a que al final no pasaran.
“No te preocupas tanto por nosotros.” Le decía Judd bromeando, cada día cuando TK pasaba a comer al cuartel con ellos. “Y somos los que más nos pringaremos si se mueve la tierra.”
“Lo siento, tío. Pero me siento atado de manos y pies ahora que estoy fuera de todo esto.”
TK miró a Jonah, al que habían subido a una silla y estaban enseñando a jugar al futbolín entre Paul y Mateo. El niño reía y le costaba mover los largos palos metálicos en los que estaban encastrados los muñequitos, así que tenían que ayudarle.
“Te entiendo muy bien.” Judd le dio una palmada en la espalda y TK se volvió. “Yo estaba igual cuando me marché para estar con Wyatt. Lo echaba mucho de menos y cuando escuchaba que pasaba algo, me daban ganas de dejarlo todo y venir.”
Paul cogiĂł a Jonah en brazos cuando lograron marcar un gol y comenzaron a bailotear por la sala. Marjan se uniĂł a ellos.
“Pero los hijos van primero.” Contestó TK dejando salir un largo suspiro.
“Tú lo has dicho, hermano y no sabes la suerte de tener a Jonah, con su edad, contigo. Tienes toda la vida por delante. Disfrútalo.”
Una enorme sonrisa se dibujó en los labios de TK. Hacía tiempo que soñaba con la idea de ser padre con Carlos y de pronto el milagro se había hecho realidad. Estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para disfrutarlo y aprovecharlo.
Pero por lo visto, aquel día no era el más adecuado para dejarse llevar por tanta alegría, porque de pronto el suelo comenzó a moverse bajo sus pies.
Tras los primeros momentos de caos, todos sabían lo que tenían que hacer. El temblor había sido pequeño, pero todos sabían que era el aviso de que algo mucho más grande estaba por venir.
Eso no pasĂł inmediatamente, los siguientes dĂ­as fueron tranquilos, pero el peligro y las alertas estaban continuamente encendidas. Estar en casa todo el tiempo, era lo que TK y Carlos necesitaban esos dĂ­as, saber que Jonah estaba bien, protegido y no tenĂ­a miedo de lo que pudiera pasar.
Sin embargo, TK no dormía tan tranquilo como el pequeño y aunque pasaba el día jugando con él, le llevaba al parque, cocinaban juntos y le leía los cuentos que quería después de ver la tele o antes de dormir.
“Voy a estar trabajando mucho estos días si el suelo se vuelve a mover.” Le había dicho Carlos cuando la emergencia de los terremotos había saltado.
TK nunca intentaba ocultar el miedo, se conocían demasiado bien y no merecía la pena ocultar sus sentimientos cuando sabía que su marido se había a arriesgar si había más terremotos para salvar la vida de gente… como tantas veces había hecho él mismo.
“Eres ranger, no bombero ni first responder como antes, no deberías…”
Carlos le dio un beso, de esos que sabía darle a su marido para calmarle cuando TK se ponía nervioso, cuando su cerebro iba demasiado rápido y dejaba de pensar para dejarse llevar por el pánico.
“Todo va a ir bien, Tyler. Tú lo has dicho, no soy first responder y no voy hacer lo mismo que hará la 126.” TK lo miró preocupado esperando que le dijera algo más que le quitara el miedo de encima. “Estoy seguro que no pasará nada, voy a pasar unos días en el centro del 911 con Wyatt. Los de arriba quieren que haya uno de nosotros por allí.”
“Por si ocurre algo.” Sentenció TK, mientras se acurrucaba entre los brazos de Carlos, ahora que Jonah se había ido a dormir.
Carlos le besĂł la cabeza.
“Y también es posible que no pase nada más que los pequeños movimientos de tierra que hemos notado.”
“Prométeme que tendrás cuidado.”
“Sabes que te lo prometo.”
*
Les habían dicho que podían llevar una vida normal, podían salir a la calle y poco a poco los temblores parecían estar desapareciendo y se hacían más esporádicos. Aun así, Carlos seguía trabajando de forma permanente en el centro del 911.
Las jornadas eran tranquilas, después de todo, solo estaba allí como precaución. Eso le daba tiempo para hablar con TK. Sabía que su marido se preocupaba por tenerle lejos o por el riesgo que suponía la idea de un terremoto repentino y lo que podía ocurrirle.
TK: ÂżAlguna novedad?
Carlos: No se acerca ningĂşn terremoto, puedes estar tranquilo.
TK: ¿No te estará picando el gusanillo de cambiar de trabajo verdad?
Carlos: Tyler, soy policía desde hace casi diez años. ¿Qué te da tanto miedo ahora?
TK: Lo siento, pero ahora que no soy first responder, tengo miedo que si te pasa algo, no estaré ahí para cuidar de ti.
Carlos: Siempre cuidas de mi, estés donde estés.
TK: Dime cuando vuelvas, te prepararé lo que quieras para comer, aunque sea muy tarde.
Carlos: ¿Qué tal si aprovechas que no hay alarma de terremotos y vas al parque con Jonah?
La idea entusiasmó a Jonah. Desde que había comenzado la alarma de los terremotos, no habían podido salir mucho y el pequeño se sentía como un tigre enjaulado. Él mismo preparó su mochila, aunque tuvo que pedirle a TK que le cogiera la botella de agua de la nevera.
“Tienes que prometerme que estarás atento y si ocurre algo y te digo que debemos marcharnos a casa, debes hacerme caso.” Le dijo TK al niño en cuanto llegaron al parque.
Jonah asintió, pero ya estaba tirando de la mano de su hermano mayor, en dirección a la zona de los columpios, su parte favorita del parque. Estaba a punto de cumplir los cuatro años, le quedaban menos de tres meses y ya era un experto trepando las cuerdas, subiendo el tobogán por la parte que no debía y pidiendo una y otra vez a su padre que le empujara en el columpio.
Merendaron sentados en la hierba unas piezas de fruta antes de seguir jugando y antes de que TK pudiera decidir si era hora de volver a casa, la alarma comenzó a sonar en el teléfono de TK. Lo miró.
Alarma de terremoto.
Tras la alarma el teléfono volvió a sonar, esta vez era una llamada de Carlos.
“Te ha llegado el aviso ¿verdad?”
“¿Es cierto? ¿Se acerca un terremoto?”
“Sí y no tardará mucho. ¿Estáis seguros verdad?”
TK temĂ­a decirle la verdad a Carlos, solo iba a conseguir preocuparle si le decĂ­a que estaba fuera de casa, en cualquier sitio menos protegidos en casa.
“Sí, claro, ¿todo bien por allí?”
“Sí, de momento tranquilo, pero…”
Carlos no tuvo que decir nada, porque TK también lo notó, aunque no demasiado, pero escuchó el griterío al otro lado y que sonó como la tierra gritando, los muebles moviéndose de un lado a otro y TK aterrorizado por lo que podía estar pasando allí, tuvo que contenerse para no asustar también a Jonah.
“¿Carlos?”
“Estoy aquí, solo ha sido un terremoto un poco más serio. Un susto, pero me tienen al mando. ¿Te lo puedes creer? Parece que se acaba el mundo y yo estoy al mando, salvando a Wyatt? Lo que ocurra corre de mi cuenta.”
“¡Papa Los, eres un superhéroe!”
TK estaba a punto de perder los nervios por lo que se imaginaba que estaba ocurriendo en el centro del 911. Pero Jonah le agarró la mano, la apretó y le miró con ojos brillantes, emocionado ante la sensación de que su hermano mayor y esa figura paterna, era verdaderamente un superhéroe en la ciudad.
“¿Por qué has tenido que salvar a Wyatt? ¿Está bien? ¿Debería avisar a Judd?”
“TK, baby, calma. Wyatt está bien, el suelo ha fallado un poco, justo debajo de la silla de ruedas de Wyatt. Ha estado a punto de caerse, pero le he atrapado a tiempo.”
“¿Has dado un salto de superhéroe papa Los para salvar a Wyatt?”
“No diría tanto, pero lo que quiero ahora es que os quedéis en casa, ¿de acuerdo?”
“Claro, estaremos bien.” TK estaba enseñando desde el inicio que las mentiras estaban mal y mentir a Carlos sobre donde estaban delante del niño era algo que le hacía sentir como una persona horrible. “No nos vamos a mover de casa.”
Jonah le miró mientras terminaba la llamada, con el ceño fruncido y TK simplemente le acarició el cabello.
“Lo sé, peque, pero no quería preocupar a Carlos. Ahora nos ponemos en marcha y volvemos corriendo a casa antes de que haya otro terremoto, ¿de acuerdo?”
El niño asintió con seriedad, se agarró a la mano de TK y los dos se pusieron en marcha. Pero la tierra no se había quedado tranquila con el anterior movimiento: solo que esta vez, el terremoto estaba ocurriendo justo bajo sus pies y con más fuerza e intensidad del que había hecho temblar el centro del 911.
Jonah gritó y se agarró a la cintura y TK se detuvo, se arrodilló y cubrió el cuerpo del pequeño para hacerle sentir bien.
“Haz que paré, papa bro. Tengo miedo.”
“Lo sé, baby lo sé.” TK le besó la cabecita.
La experiencia de ser bombero y haberse encontrado en más de una situación similar, permitió a TK estar tranquilo y preparado para tranquilizar a su hijo. Sin embargo, también necesitaba estar tan seguro de que Jonah no lo pasara mal, que tardó unos segundos demasiado largos en darse que tras ellos había una enorme estructura metálica donde los niños jugaban todos los días, se balanceaba, oscilaba y el terremoto hizo que, irremediablemente, cayera sobre ellos.
TK escuchó el grito de Jonah, lo agarró entre sus brazos y rodó por el suelo. Hizo lo posible para intentar alejarse de todos los hierros de la estructura que caían de un lado a otro; pero no llegó lo bastante lejos, así que cubrió todo el cuerpo del niño con el suyo. Si alguien se llevaba un golpe, sería él, no Jonah.
De pronto, tras el estruendo y entre sus propios gritos, estaba el silencio de Jonah, apretado contra su cuerpo y la oscuridad que podĂ­a ver TK, bajo los hierros que habĂ­a dejado encima de ellos el terremoto.
6 notes · View notes
911lonestarangstweek · 23 days ago
Text
Tarlos Angst week DĂ­a 1
TĂ­tulo: A cualquier precio
Propt: Gunshot wound
Resumen: Carlos había conseguido cerrar por fin el horrible capítulo de su vida que suponía el asesinato de su padre. Ya sabía quien se lo había arrebatado, quien le había matado y por qué. Era hora de seguir adelante con su vida y con su familia. TK y Jonah, su hijo, ese maravilloso niño que había entrado a forma parte imprescindible de su día a día le necesitaban. Pero haber recibido un disparo a unos cuantos cientos de kilómetros y tener que pasar unos innecesarios días allí, solo le hacía estar nervioso y querer salir corriendo. No fue una genialidad pedir el alta antes de tiempo, mentir y decir que le esperaban en el hospital de Austin. Pero cuando Carlos Reyes se obsesionaba por algo, ni siquiera una herida de bala iba a detenerle y mucho menos para regresar a casa con las dos personas más quería en el mundo.
Notas: Es hora de comenzar la Tarlos Angst Week, así que aquí estoy. He decidido cambiar un poco la idea porque me cuesta bastante escribir en estos días, pero con el Tarlos todo es más fácil, así que nada de buscar por temporadas, simplemente he dejado que las ideas fluyeran y ver por donde salía todo.
CAPĂŤTULO 1
Dejar el hospital antes de tiempo no había sido la mejor idea, decirle al médico que se encontraba bien y que quería el alta voluntaria, tampoco y desde luego mentirle a TK y a su madre, haciéndoles creer que todo estaba bien, escondiéndoles que le dolía todo el cuerpo, le iba a salir caro si se enteraban en algún momento.
Pero Carlos necesitaba volver a casa.
Le habĂ­an dicho que solo serĂ­an tres o cuatro dĂ­as, tiempo que debĂ­a estar en la cama de un maldito hospital a cientos de kilĂłmetros lejos de casa, lejos de TK, ahora que el asesino de su padre tenĂ­a un rostro, ahora que podĂ­a dormir tranquilo.
Pero había terminado herido, con un disparo en el costado y los médicos se habían insistido en permanecer en observación.
“Estoy bien, solo necesito estar en casa.”
“Agente Reyes, la bala ha quedado muy cerca del pulmón, ha tenido mucha suerte que no lo rozara, incluso ha sido afortunado de que no le rompiera la costilla. Necesita descansar y nosotros asegurarnos…”
“Mi familia me está esperando. Le agradezco mucho lo que están haciendo, pero tengo a mi marido en casa con un niño pequeño y me necesitan.”
No podía dejar de pensar que era un gran egoísta si se tomaba esos días de descanso mientras TK se hacía cargo de los primeros días de Jonah con ellos. Los necesitaba a ambos después de separarse de su padre. No debía ser nada fácil para el niño estar lejos de Enzo y tampoco debía serlo para TK hacerse cargo de su hermano pequeño, por mucho que estuviera entusiasmado con la idea.
“Yo solo puedo recomendarle que se quede con nosotros hasta que le hagamos al menos una revisión más de la herida.”
“¿Puedo hacerla en Austin?”
“Por supuesto, no puedo retenerle aquí contra su voluntad agente, pero…”
“Agradezco lo que han hecho por mí estos dos días, pero, me encuentro bien y prefiero continuar la recuperación en casa.”
“¿Querrá decir la rehabilitación?”
Carlos no diría nunca que había desoído las palabras del médico, jamás diría en voz alta que había decidido llevarle la contraría o incluso olvidarse de seguir sus indicaciones, además de no pasar por el hospital para hacerse una revisión de la herida.
Simplemente habĂ­a decidido no preocupar a TK, ni a su madre ni a ninguna de las personas que le rodeaban y que sabĂ­an lo que habĂ­a ocurrido en el desierto.
La historia oficial, lo que había llegado a oídos de TK, era que el disparo no había sido más que un rasguño, un susto afortunado y que Sam le había salvado la vida. Eso último era una verdad absoluta y desde luego, la herida se había quedado en un susto, solucionado con una rápida operación.
Era normal que doliera, era normal que le costara moverse con normalidad, tampoco había por qué preocupar demasiado a nadie con ello o quedarse más tiempo del necesario en una cama de hospital.
AsĂ­ que habĂ­a regresado a casa con medias verdades para todo el mundo y con el terror de enfurecer a su madre y al propio TK si algo iba mal; pero con la sensaciĂłn de que se habĂ­a quitado el mayor peso de encima al permitir que su padre descansara finalmente.
Tres días en casa, con la nueva normalidad que suponía ser uno más en su pequeña familia, viendo la sonrisa de Jonah todos los días, incluso cuando había alguna pequeña pelea o cuando alguno de los dos tenía que ponerse serio y reprender al pequeño para que no hiciera algo indebido; Carlos era feliz y sabía que había merecido la pena jugársela dejando el hospital.
La herida dolía y tal vez un poco más de descanso, menos carreras por la casa detrás de Jonah, madrugar menos para seguir el paso del pequeño y de TK o tomarse las cosas con un poco más de calma no le vendría bien.
Pero ahora que se sentĂ­a finalmente feliz y ahora que podĂ­a decirlo, no querĂ­a perder un momento.
Eso significaba también seguir el ritmo de Jonah cuando el juego se trataba de evitar a los tiburones que intentaban subir al barco que había hecho con cojines en medio del salón. A su cuerpo no le hacía demasiada gracia estar sentado en el suelo y tirado dando vueltas como una croqueta cuando el pequeño tiburón martillo, que tanto le gustaba ser a Jonah, intentaba atacarle.
Pero Carlos seguía jugando, porque hacía poco que había descubierto que le gustaban los niños, le encantaban los niños… tal vez no los niños en general, porque la idea de estar rodeado de niños, le ponía nervioso. No sabía moverse entre ellos como TK, que se sentía como un igual entre ellos en el mejor sentido del término.
Carlos tenía problemas con los niños por el mismo motivo que se sentía especialmente cómodo siendo policía. Necesitaba normas, horarios, sentido para todos y los niños adoraban adoraban el caos, el ruido y el sinsentido. Todo era posible para un niño, todo podía ser un juego siempre que su imaginación lo permitiera.
Pero Jonah era diferente. Jonah era parte de TK y eso lo hacía parte de él también.
“¡Cuidado Papa Carlos! ¡Qué viene el tiburón!”
Jonah estaba preparado para jugar en todo momento, mientras que Carlos estaba perdido en los pensamientos que se le habĂ­an acumulado, perdidos en su mente desde hacĂ­a meses, cuando solo habĂ­a podido pensar en la muerte de su padre.
De repente lo tenía encima, ahí estaba el pequeño tiburón, dispuesto a atacar, a devolverlo, a demostrar lo fuerte que era, como todo cachorro de la manada, quería demostrar ya que era más fuerte que los mayores.
Carlos solo tuvo tiempo de atraparlo entre sus brazos para que no se le estampara encima, pero el golpe fue igual. No había cumplido todavía los cuatro años, pero ya denotaba que iba a ser un muchacho alto y fuerte y como tal, cuando sus rodillas se estamparon en su vientre, notó que una recaída completamente contra la diana de la herida todavía no curada del disparo.
Si disimuló perfectamente bien el dolor que acababa de dejarle pálido y sin respiración, no pudo estar seguro pero por fortuna, su único testigo era un niño de menos de cuatro años, que no se había dado cuenta de lo que había ocurrido.
TK estaba poniendo en orden el dormitorio y no habĂ­a visto nada.
Por eso, Carlos quedó tendido en el suelo, las rodillas todo lo pegadas al cuerpo que pudo para soportar el dolor y también para respirar lo mejor que su torturado abdomen se lo permitía; al mismo tiempo que hacía un gran esfuerzo por parecer estar bien delante del niño.
“Jonah, mi amor, ¿Podrías ir a decirle a Papá TK que venga?”
El niño asintió serio, prestando toda la atención posible a las palabras de Carlos, dispuesto a cumplir la nueva misión del tiburón y salió corriendo hacia la habitación. Carlos se preguntó si habría notado algo ya.
Cuando estaba solo, dejĂł salir un estertor de dolor y casi se echĂł a llorar, pero fue capaz de controlarse.
“¡Papa bro!” Llamó Jonah a TK en cuanto lo vio en el dormitorio poniendo bien las sábanas de la cama de sus tutores a los que ya consideraba sus padres. “¡Papa bro!”
“Hey, peque, ¿Qué pasa? ¿Va todo bien?”
“No, papá Carlos… se ha hecho pupa.” Dijo Jonah con los ojos cubiertos de lágrimas.
“Vale.” TK besó la cabeza del niño para calmarlo, pero sobre todo para calmarse él mismo. “Necesito que te quedes aquí un momento. Puedes usar mi tablet para llamar al yayo Owen mientras veo cómo está papá.”
Jonah asintió, TK le dio otro besó y fue al salón, intentando simular que no estaba a punto de perder los nervios. Una vez seguro de que el niño no le veía y ya en el salón, se encontró a Carlos en el suelo, todavía hecho una bola; intentaba abrazarse a las piernas, aunque eso no hacía que el dolor fuera menor.
En cuanto se acercó un poco, se dio cuenta que Carlos estaba sudando y estaba extremadamente pálido, porque le costaba respirar, mientras se apretaba el costado con una mano.
“Carlos baby, ¿Qué pasa? ¿Te han saltado los puntos? Dime que necesitas.”
Carlos le agarrĂł la mano y tirĂł de Ă©l para que se sentara a su lado y de paso para recuperar un momento el aliento.
“Duele… mucho… las costillas. Me cuesta respirar.” Dijo entre dientes, mientras todavía temblaba y las lágrimas caían por su mejilla.
“¿Por qué? Quiero decir, ¿Qué ha pasado? ¿Has hecho algún movimiento raro? Mira que te dije que tuvieras cuidado unos días por mucho que te hubieran dado el alta.”
Carlos gimiĂł y todo el rapapolvo que le estaba echando TK dejĂł de tener importancia al ver el dolor en su rostro.
“Dime qué necesitas.”
“Solo quedarme un momento… y un cojín por favor… pero no te enfades… por favor.”
TK gruñó, no enfadarse iba a ser complicado, porque ya estaba cabreado. Era paramédico y como era capaz de darse cuenta que Carlos se había excedido esos días, se había comportado y movido como si no hubiera pasado nada. Había hecho como si hubiera vuelto de un día cualquiera en el trabajo. Apenas había hablado del hospital, de la herida o de haber sufrido un incidente.
“No quiero preocuparte, ni que Jonah se asuste. Además mi madre ha pasado bastante con lo de mi padre.”
Ahora quería gritarle, pero lo primero era asegurarse que no se hubiera hecho daño de verdad y que los puntos estuvieran en su sitio. Lo primero también era abrazarlo y hacerle sentir bien, por muy enfadado que estuviera con su marido, su bienestar y su seguridad, igual que la de Jonah eran lo primero.
“Vale, vale, no me enfado… de momento.” Sonrió TK. “Quédate donde estás, voy a coger un cojín.” Se lo puso bajo la cabeza y otro contra el pecho. “Voy a coger una bolsa, no se te ocurra moverte.” No podía, así que no lo hizo. “¿Podrías decirme qué es lo que ha pasado?” Siguió diciendo TK, mientras controlaba su respiración.
“Jonah está bien, no pretendía asustarle.” Comenzó a decir Carlos, mientras intentaba evitar llorar.
“Carlos, mi amor, Jonah estaba muerto de miedo y no era para menos viéndote así y tú lo estás pasando fatal porque te duele mucho. Dime qué coño ha pasado para que hayas terminado así.”
Carlos respiró con fuerza cuando TK se lo pidió, aunque eso provocó más dolor en su interior y se dio cuenta que tampoco podía meter demasiado aire en sus pulmones.
“Estábamos jugando, Jonah se lo estaba pasando muy bien y se dejó llevar. Me saltó encima, intenté pararlo, pero cayó encima de la herida.”
“Carlos.” Dijo TK en un suspiro imaginando lo doloroso que debía haber sido ese momento.
“El dolor explotó y me quedé sin aire, pero creo que ahora me siento ya bastante mejor.”
Mentía, Carlos mentía y no hacía falta ser ni un experto médico ni el mejor paramédico del mundo para darse cuenta de que apenas podía respirar y que lo estaba pasando fatal por culpa del dolor.
Después de darle un fuerte analgésico para el dolor, TK se tomó un momento para controlar la herida, no había llegado a abrirse los puntos, pero estaba muy enrojecido y seguía sin gustarle la respiración entrecortada de Carlos. Además aunque la herida estaba más o menos cerrada, desde que había llegado a casa, había sido el propio Carlos el que se había ocupado de curarla después de las duchas o por la mañana y en la noche.
HabĂ­a estado tan preocupado con Jonah que no se habĂ­a dado cuenta que Carlos apenas le habĂ­a permitido ver cĂłmo estaba.
Ahora entendía por qué.
“Por cierto, ¿Por qué te preocupaba que me enfadara? Sé que a Jonah le encanta jugar contigo y no conoce muy bien la fuerza que tiene.” Dijo mientras le ayudaba a ponerse lo más cómodo posible en el sofá.
“Lo siento.”
TK se lo quedó mirando, sentado en la mesa de café. Acarició su mejilla y le dio un beso largo.
“Tyler yo…”
“Esta herida no estaba bien curada del todo cuando saliste del hospital. ¿Cómo te dieron alta en estas condiciones? ¿Por qué no me dijiste nada?”
Carlos se mordió el labio y TK sabía muy bien lo que significaba ese gesto… demasiado bien. Su marido le estaba escondiendo algo y le daba miedo decirlo en voz alta.
“Mentí en el hospital, quería venir a casa lo antes posible. Les dije que estaba bien y que me haría ver en el hospital en cuanto llegara para asegurarme que todo está bien.”
“Carlos…” TK le tomó las mejillas. “¿Te das cuenta de lo peligroso que es lo que has hecho? Esta herida se te podría haber infectado o…”
Carlos se dejĂł caer un poco hacia delante, sabiendo que TK lo recogerĂ­a y apoyĂł la cabeza sobre el pecho de su marido. Le dolĂ­a todo y le costaba pensar y sentĂ­a que la cabeza estaba a punto de estallar. No respirar parecĂ­a ahora el menor de los malos, sobre todo cuando TK lo miraba con esa expresiĂłn suya de decepciĂłn.
“No quería estar tanto tiempo lejos de casa, de ti… de Jonah.”
Carlos tomĂł una profunda bocanada de aire para poder seguir hablando, mientras sentĂ­a la mano de TK acariciando su cabello y su cuello.
Cerró los ojos y se quedó ahí, todavía temblando, pero dejó que su marido le recostara de nuevo en el sofá y notó ahora sus dos manos levantando su ropa para echar un vistazo a la herida.
“De pronto sabía quién era el asesino de mi padre y sabía por qué lo había hecho. Me había quitado toda esa mierda de encima.” Tosió, dolía, pero TK se lo había pedido.
GimiĂł y agarrĂł la mano de TK para evitar gritar y llamar la atenciĂłn de Jonah o asustarle.
“Lo sé, sé que duele pero necesito escuchar tus pulmones. ¿Has pensado lo irresponsable que fue lo que hiciste?”
“Yo solo… de pronto estaba lejos de vosotros y me di cuenta que llevaba mucho tiempo lejos de ti, obsesionado con la muerte de mi padre y me estaba perdiendo la llegada de Jonah aquí a casa.” Carlos gruñó de nuevo, el costado dolía cada vez más, contra más hablaba. “Estos meses han sido… una nube… lo siento… mierda… Solo quería volver a casa con mi familia.” TK iba a decir algo más, probablemente iba a reñirle un poco más y se lo merecía, pero Carlos le agarró la mano y tiró de él. “Tenía… miedo.” Gimió antes de volver a toser y sentir que se rompía algo en su interior que le hacía gritar.
TK no estaba seguro si quería seguir con la reprimenda o llenarle de besos para hacerle sentir bien. Pero ver sus ojos llenos de lágrimas y el dolor en su rostro solo le daba ganas de abrazarse a él y hacerle sentir bien.
“Lo entiendo, pero pusiste tu vida en peligro, babe.”
“No pensé que pasaría nada malo por irme unos días antes del hospital.”
TK sabĂ­a la respuesta que le iba a dar Carlos incluso antes de hacer la pregunta, pero aun asĂ­ tenĂ­a que decirlo.
“Bueno, pues lo que necesitas ahora es descansar y tumbarte, ya que imagino que no quieres ir a urgencias a que te vea un médico.”
Desde luego, Carlos querĂ­a quejarse, porque Carlos odiaba los hospitales. Odiaba ver a TK en una cama de hospital y habĂ­a salido corriendo de uno, aunque las consecuencias eran las que estaba sufriendo ahora.
Quería decir que no, que se pasaría y que podía soportar el dolor. Quería preguntarle a TK si él creía necesario llevarle a urgencias. Seguramente estar casado con un paramédico experimentado como TK era más que suficiente para limpiar la herida y hacer lo que hiciera falta.
Pero sentía que algo iba mal. No poder respirar bien no era buena señal, el dolor que sentía en toda la zona intercostal y donde había recibido el disparo tampoco, incluso la fiebre que sentía que empezaba a subirle… aunque tal vez no fuera un poco de paranoia no le ayudaba en absoluto.
“No quiero ir…” Dijo por fin, intentó incorporarse, pero la habitación comenzó a dar vueltas y sintió náuseas. La mano de TK apoyada en su pecho impidió que su pecho se venciera. “Pero no quiero darte… más sustos.”
TK miró un momento al dormitorio, Jonah se reía hablando con Owen, aunque no fuera su hijo, ni directamente su nieto, su padre había conectado en seguida con el niño y había incluido en su familia sin pedir nada, sin preguntar y con la devoción de su verdadero abuelo.
Por lo menos el niño estaba tranquilo, jugando a través de la tablet con sus muñecos de superhéroes y TK estaba escuchando a su padre poner voces al otro lado de la tablet. Estaba todo controlado.
“Si Jonah me deja hablar con mi padre dos minutos, creo que puedo pedirle que venga para cuidar del peque. ¿Cómo de malo es el dolor ahora mismo?”
“TK…”
“Prometo no enfadarme si no te mueres.” Dijo riéndose y le dio un beso largo que logró calmarlo lo suficiente para que pudiera responder.
“Ocho si respiro profundamente… aunque en realidad no puedo hacerlo.” Carlos tosió y se llevó las manos al abdomen. “Mejor… no… hacerlo.”
“Deja que eche otro vistazo, pero algo me dice que vamos a tener que ir a urgencias y que voy a tener que pedirle ayuda a Nancy y el equipo que esté hoy de guardia para llevarte.”
“¿En ambulancia?” Protestó Carlos, casi con tono infantil y además lo remató con esos ojos de cordero degollado con los que TK apenas podía luchar.
“Carlos no me hagas esto, nada de juegos sucios con esa mirada.”
Los dos se echaron a reĂ­r, pese a que el miedo y la preocupaciĂłn recorrĂ­an sus cuerpos y sus miradas lo decĂ­an todo.
7 notes · View notes
911lonestarangstweek · 23 days ago
Text
Things Will Never Be The Same
https://archiveofourown.org/works/64161067
Day 2 of @911lonestarangstweek
One wrong move changes everything for the 126.
2 notes · View notes